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UNIDAD 1: Introducción:
Freud, A (1990). Psicoanálisis del niño (7ª ed.)
Frizzera, O. (2001) Cuadro comparativo sobre las distintas posiciones de los
psicoanalistas de niños. Cátedra de clínica psicológica de niños y adolescentes I.
Klein, M (1990). Symposium sobre el análisis infantil. En Obras Completas. (Tomo I).
Lacan, J. (1984) Variantes de la cura tipo. En Escritos 2. (pp. 311- 329). México: siglo
XXI.
(1985) El Mito individual del Neurótico. En Intervenciones y textos I. Buenos Aires:
Manantial
(1964) Subversión de sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente. En Escritos 2.
(pp.316 – 319)
Mannoni, M (1967). El psicoanálisis de niños a partir de Freud. El niño su
“enfermedad y los otros. (Prefacio).
Primero Lacan comienza diciendo que el título le fue impuesto por un comité de
psicoanalistas que le dicen que escriba sobre eso; y Lacan critica el título diciendo que es
un pleonasmo (una contradicción, una redundancia), ya que no se puede hablar de tipo sin
hablar de variantes y viceversa; y entonces dice que no hay variantes de la cura tipo, por lo
tanto, ¿hay psicoanálisis o no?, Lacan va a decir que no hay psicoanálisis con niños o
adultos, sino que es psicoanálisis al fin y al cabo, y dice que es una praxis (práctica) que se
basa en la intersubjetividad.
Cuando hablamos de variantes de la cura tipo, considerando que Lacan dice que un
psicoanálisis tipo o no es la cura que se espera de un psicoanalista, invita justamente a
considerar en las variaciones, en el caso por caso, los fundamentos de la cura, como un
modo de responder a la pregunta "si todavía estamos en el psicoanálisis”.
Habla de la ambigüedad del psicoanálisis y dice que, entre el emisor y el oyente, se produce
una escisión entre lo que se quiere decir y lo que se dice; lo que se quiere decir depende del
oyente, éste significa lo que el emisor dice, y lo que el emisor es. Entonces el emisor seria
el sujeto (paciente) y el oyente, el A (otro), el analista, y éste significa desde su fantasma,
que es un montaje imaginario simbólico, en su centro no es más que entrevisto, lleva lo
real, el deseo del Otro. Por esto la formación del analista es fundamental y el análisis del
analista también es fundamental, no hay variantes de una cura tipo, sino que hay variantes
de analistas.
¿Qué espera un sujeto de un psicoanalista? La formación del mismo.
JUICIO CLINICO: Es una definición, un sentido de la palabra misma, no depende de la
experiencia
JUICIO SINTETICO: Es una definición, el predicado dice más que el sujeto, puede ser a
posteriori o a priori
POSICION DEL ANALISTA: Tiene que haber pasado por el psicoanálisis, va a ocupar el
lugar de oyente si no hizo el recorrido de su propia subjetividad, va a significar al paciente
(lo que dice y lo que es) desde su propio fantasma, tuvo que haber atravesado su fantasma,
ya que la constitución subjetiva es fantasmatica, no debe determinar. El analista debe poder
barrar su yo.
Lacan dice que lo importante es la constelación familiar, la ubicación del padre y la madre,
ya que esto va a determinar el destino del niño, la otredad influye en la constitución
subjetiva, él la llama inmixión del Otro, todo lo de uno, no es de uno, está en juego el Otro.
Esta operación subjetiva que constituye al sujeto se llama alienación, el Otro aliena al
niño y a la vez lo constituye, le da vida, un niño que no es tomado por el fantasma del Otro
(su deseo), muere.
El analista por esto, es que debe analizarse para correr su fantasma porque sino alienaría al
niño de vuelta y quedaría como objeto de su deseo. El analista tiene que ser un cero, un
conjunto vacío, la palabra del analista no tiene que vehiculizar ningún elemento ni
determinación porque sino habría sugestión.
El análisis se basa en que el niño caiga del lugar donde se encuentra alienado y debe
ocupar el lugar cero, “no sos ahí donde te crees que sos”. El fin del análisis Lacan dice que
tiene que ver con el no ser, con la destitución subjetiva.
UNIDAD 2: La consulta
Aberastury plantea que cuando los padres consultan sobre el problema o enfermedad de su
hijo, pedir una entrevista inicial, en donde el hijo no debe estar presente, pero si informado
sobre la consulta. Sugiere que en la entrevista estén ambos padres, o en algunos casos muy
especiales algún familiar o amigo, cualquiera de estas posibilidades es reveladora del
funcionamiento del grupo familiar en relación con el hijo. Para formar un juicio
aproximado sobre las relaciones del grupo familiar y en especial de la pareja, se deben
reconsiderar todos los datos consignados en la entrevista. Ésta no debe parecer un
interrogatorio, en el cual se sientan enjuiciados, sino que hay que tender a aliviarles la
angustia y la culpa que la enfermedad o conflicto de un hijo despiertan, y para eso se debe
asumir desde el primer momento el papel de terapeuta del hijo y hacerse cargo del
problema o síntoma. Los datos que dan los padres suelen ser inexactos, deformados o muy
superficiales, y durante la entrevista olvidan parte de lo que sabían, debido a la angustia que
ésta les provoca, suelen vivirla como un enjuiciamiento. Además, no pueden en un tiempo
tan limitado, establecer una relación tal con el terapeuta que les permita profundizar en sus
problemas.
No considera conveniente finalizar con la entrevista sin haber logrado los siguientes datos
básicos que se necesitan conocer antes de ver al niño: 1) motivo de la consulta, 2) historia
del niño, 3) cómo se desarrolla un día de su vida diaria, un domingo o feriado y el día de su
cumpleaños, 4) cómo es la relación de los padres entre ellos, con sus hijos y con el medio
familiar inmediato.
La entrevista debe ser dirigida y limitada de acuerdo a un plan previo, esta entrevista es
para que nos hablen del hijo y de su relación con él, fluctúa entre una y tres horas, y no se
debe abandonar este criterio durante todo el curso del tratamiento.
Arminda explica el ordenamiento anterior de los datos que debemos solicitar en la
entrevista:
1) Motivo de la consulta: es el escollo inicial más difícil para los padres ya que deben
hablar de lo que no anda bien en y con el hijo. Hay una resistencia que no es
consciente, ésta ya la han vencido cuando decidieron realizar la consulta, para
ayudarlos hay que tratar de disminuir la angustia inicial. Al sentirse aliviados
recuerdan más correctamente los acontecimientos sobre los cuales se interroga;
aunque también ocurren olvidos totales o parciales de hechos importantes. Los datos
obtenidos son valiosos no sólo para el estudio del caso, sino también porque pueden
ayudar a comprender la etiología de la neurosis infantil. Y la comparación de datos
obtenidos durante el análisis del niño con los suministrados por los padres en esta
entrevista es importante para valorar en profundidad las relaciones con el hijo.
2) Historia del niño: debemos tener en cuenta la respuesta emocional, en especial de
la madre, ante el anuncio del embarazo, si fue deseado o accidental, si hubo
rechazo abierto con deseo de abortar e intentos realizados, o si lo aceptaron con
alegría, ya que desde que el niño es concebido todo lo que acontece es importante
en su evolución posterior; es un hecho comprobado que el rechazo emocional de la
madre deja huellas en el psiquismo del niño. También la respuesta que brinda la
madre sobre cómo sobrellevó su embarazo indica cuál fue la iniciación de la vida
del hijo. Además, también se debe consultar si la lactancia fue materna y sobre el
ritmo de alimentación. Luego debemos preguntar cómo aceptó el bebé el cambio de
alimentos del pecho a la mamadera, de la leche a otros alimentos, de líquidos a
sólidos, y así sabremos mucho más sobre el niño y la madre y las posibilidades de
ambos para desprenderse de los viejos objetos. Debemos saber que el pasaje del
pecho a otra fuente de gratificación l oral exige un trabajo de elaboración
psicológica, y determina cómo en su vida posterior se enfrentará con las pérdidas.
Son importantes la fecha del destete y sus condiciones. También se debe pregunta a
qué edad y en qué forma se realizó el control de esfínteres, se pregunta la edad en
la que comenzó el aprendizaje, la forma en que se realizó y la actitud de la madre
frente a la limpieza y la suciedad. Luego también debemos consultar sobre la
sexualidad del hijo, lo que han observado al respecto. Y por último debemos
preguntar la edad en que el hijo ingresó a la escuela y la facilidad o dificultad en el
aprendizaje de lectura o escritura.
3) El día de vida: se realizan preguntas concretas que nos orienten sobre experiencias
básicas de dependencia e independencia, libertad o coacción externas, inestabilidad
o estabilidad de las normas educativas, del dar y recibir. Así sabremos si las
exigencias son adecuadas o no a la edad, si hay precocidad o retraso en el
desarrollo, las formas de castigo y premio. Cuando interrogamos sobre el día de
vida, hay que preguntar quién lo despierta y a qué hora, si se trata de un niño mayor
de cinco años saber si se visten solos y desde cuándo, o bien quién los viste y
porqué. La descripción de los domingos, días de fiesta y aniversarios nos ilustra
sobre el tipoy grado de la neurosis familiar, lo que nos permite estimar mejor la del
niño y orientarnos en el diagnóstico y pronóstico del caso.
4) Relaciones familiares: debemos consignar la edad, la ubicación dentro de la
constelación familiar, si los padres viven o no, profesión o trabajo que realizan,
horas que están afuera de la casa, condiciones generales de vida, sociabilidad de
ellos y de sus hijos.
“Elasticidad de la técnica psicoanalítica” Sandor Ferenczi.
Ferenczi comienza diciendo que el propio Freud en sus primeras comunicaciones sobre la
técnica, dejaba el campo libre a otros métodos de trabajo en psicoanálisis, esta declaración
proviene de la época anterior a la segunda regla fundamental del psicoanálisis: quién
desee analizar a los demás debe primero ser él mismo analizado. Tras la adopción de esta
regla, las diferencias de la técnica analítica estaban en trance de desaparecer.
Ferenczi habla de la ecuación personal luego de observar a pacientes ya analizados por
otros; y dice que se trata ante todo de una cuestión de tacto psicológico, de saber cuándo y
cómo se comunica algo al analizado, cuando puede estimarse que el material proporcionado
es suficiente para sacar conclusiones, en qué forma debe ser presentada la comunicación,
cómo puede responderse a una reacción inesperada desconcertante del paciente, cuándo
debe uno callarse y esperar otras asociaciones, y en qué momento el silencio es una tortura
inútil para el paciente. Y dice que, éste tacto es la facultad de sentir con, y si oncseguimos
ayudados de nuestro conocimiento hacer presentes las asociaciones posibles o probables del
paciente que él todavía no percibe, podemos adivinar no sólo sus pensamientos estancados
sino también las tendencias que son para él inconscientes, y esto nos va a proteger de
estimular la resistencia del paciente de forma inútil. Debemos saber que antes de realizar
una comunicación, se debe retirar por un momento la libido del paciente y examinar
fríamente la situación: en ningún caso hay que dejarse guiar solamente por los sentimientos.
Ferenczi dice que no se le debe prometer al analizado más que: si se somete al proceso
analítico, acabará por saber mucho más sobre sí mismo y si persevera hasta el final, podrá
adaptarse mejor a las dificultades inevitables de la vida, con una repartición de energía más
oportuna.
Por otro lado, Ferenczi plantea que no hay nada más perjudicial para el análisis que una
actitud de maestro de escuela o de médico autoritario. Todas las interpretaciones deben
tener el carácter de una proposición, más que el de una afirmación cierta, y esto no sólo
para no irritar al paciente, sino porque podemos efectivamente equivocarnos. La confianza
en nuestras teorías solo debe ser una confianza convencional, porque puede darse el caso
de la excepción a la regla, o puede necesitar modificarse algún aspecto de la teoría. La
modestia del analista no es una actitud aprendida, sino más bien la expresión de la
aceptación de los límites de nuestro saber.
Por todo esto es que Ferenczi habla de la expresión elasticidad de la técnica analítica, y
hay que ceder a las tendencias del paciente, como si se tratara de un hilo extensible, pero
sin abandonar la dirección de las propias opiniones, mientras la ausencia de consistencia de
una u otra de estas posiciones no quede plenamente demostrada.
También una de las reglas más importantes del análisis consiste en economizar las
interpretaciones, en no decir nada superfluo en general; el fanatismo de la interpretación
forma parte de las enfermedades iniciales del analista. Ya que cuando se superan las
resistencias del paciente mediante el análisis, el paciente realiza todo el trabajo de
interpretación prácticamente solo o con una ayuda mínima.
Tampoco se deben dar órdenes ni plantear prohibiciones, sino todo a lo más aconsejar
algunas modificaciones en la manera de comportarse, quedando siempre dispuesto a
retirarlas si se convierten en un obstáculo o si provocaban resistencias, pero nunca aplicar
medidas coercitivas, ni siquiera aconsejándolas.
Ferencxi también dice que el analista no puede abandonarse al placer de dar libre curso
a su narcisismo y a su egoísmo en la realidad, y en la fantasía sólo en algunos momentos.
El resultado ideal de un análisis acabado es precisamente esta elasticidad que la técnica
exige, y esto es un argumento más a favor de la necesidad de la segunda regla fundamental
del psicoanálisis.
Freud dice que se debe iniciar el tratamiento con un período de prueba de algunas
semanas, en donde hay que dejar hablar preferentemente al enfermo, y no suministrar
ninguna explicación, esto además tiene una motivación diagnóstica, para considerar si el
paciente es apropiado para el tratamiento analítico.
Por otro lado, el hecho de que entre el médico y el paciente o entre sus familias respectivas,
existan relaciones de amistad o conocimiento, suscita a dificultades.
En relación con la condición del tiempo, se debe adscribir a cada paciente una hora
determinada, la cual le pertenece por completo, y responde económicamente de ella,
aunque no la utilice. Se debe mantener estrictamente el criterio indicado, ya que así van a
desaparecer los obstáculos casuales que pudieran impedir al enfermo acudir algún día a la
consulta. Cuando el enfermo realiza la pregunta: ¿cuánto habrá de durar el
tratamiento?, cuando previamente le hemos propuesto comenzar con un período de
ensayo, podemos informarle al sujeto que una vez cumplido tal período, nos va a ser más
fácil indicarle la duración aproximada de la cura, aunque resulta imposible fijar de
antemano la duración del tratamiento, ya que el psicoanálisis precisa siempre períodos
prolongados, desde un semestre hasta un año cuando menos, y desde luego mucho más
prolongados de lo que espera el enfermo. Estamos obligados a hacérselo saber antes que se
decida a someterse al tratamiento.
Otras de las cuestiones que deben ser resueltas al iniciar un tratamiento es la referente al
dinero, el analista no niega que el dinero debe ser considerado como medio para la
conservación individual y la adquisición de poderío, pero, además, que en valoración
participan poderosos factores sexuales.
Freud también plantea el consejo de hacer echarse al paciente en un diván, colocándose el
médico detrás de él y fuera del alcance de su vista. Dice que no resiste pasarse ocho o más
horas al día teniendo constantemente clavada en él la mirada de alguien, y que demás, no
quiere que su gesto procure al paciente materia de interpretaciones o influya sobre sus
manifestaciones.
Por otro lado, en relación al material para comenzar el tratamiento, Freud dice que en
general no importa cuál sea la materia, sino que debemos empezar dejando hablar al
enfermo sobre sí mismo, sin determinar su elección del punto de partida. Freud dice: “diga
usted, todo lo que acude a su pensamiento”, no debe el paciente guardarse de ceder a
críticas que le surjan y deben decirlo a pesar de sentirse inclinado a silenciarlo.
Frizzera comienza diciendo que la historia de los padres y antepasados influye en los
síntomas y padecimientos de los hijos, como así también los efectos de los síntomas y
padecimientos de los hijos producen un efecto en los padres.
A través de la llegada del analista surge una pregunta ¿cuál es la causa?, y una vez que
este interrogante se instala no resulta siempre fácil que éste se sostenga o que sostengan el
interés por conocer posibles determinantes, no tenemos que esperar una posición simétrica
o idéntica entre los padres. Las intervenciones del analista resultan fundamentales para
permitir la instalación de una transferencia indispensable para cualquier trabajo posterior,
y se debe “dosificar la angustia”, es un consejo que Freud y Lacan nos han legado.
Tenemos que saber que un hecho que sucede nunca está ahí ya constituido, sino que
deviene, es fruto de una serie de ligaduras y desligaduras que a su manera insisten. Un
hecho puede quedar allí, como algo incomprendido pero que pasará, o como algo
demasiado comprendido porque vuelve siempre igual. O puede transformarse en un
acontecimiento que pide por un nuevo sentido, en esta franja se presenta el trabajo del
análisis por el cual toda nueva situación recompone aquella que le precedía.
La orientación de la recomposición está referida a una constelación de situaciones a través
de la historia. Hay que entender que han ocurrido una serie de hechos que abren
temporalidades múltiples, muchas veces contradictorias y que se actualizan, se encuentran
ante determinadas circunstancias. Los acontecimientos psíquicos no solo abracan la vida de
uno solo sino varias vidas, hay historias que pueden “dormir” por mucho tiempo y luego
por circunstancias puntuales surgen o irrumpen en otra generación.
Por otro lado, el tiempo en psicoanálisis no es nunca una flecha lineal, sino que desde el
momento que algo se actualiza, resignifica lo que antecedió para dar lugar a lo por venir.
El trabajo del análisis lleva una apertura hecha por la vía de las preguntas hacia otras
búsquedas, otros modos de decir, de percibir y percibirse. Este movimiento es el que
permite la recomposición de los tiempos y en mucho excede a la de un orden lineal o
cronológico. Lacan apunta “la historia no es el pasado. La historia es el pasado historizado
en el presente, historizado en el presente porque ha sido vivido en el pasado”.
Del lado de psicoanálisis de niños, más que la cuestión de lo que ha vivido, el niño plantea
su destino, se podría formular ¿cuál es mi lugar en la historia, donde se me reconoce? El
niño mira más la reconstrucción de una autobiografía y al sentido de la historia.
Debemos tener en cuenta que incluir entrevistas con los padres según el momento que así
lo requiera el analista y/o a veces ellos, es una herramienta de suma utilidad para todos. La
finalidad es escuchar la angustia cuando es manifiesta o hacer que aparezca cuando ésta es
ignorada. Y además enterarlos de fragmentos de la historia que el actuar de los hijos trae a
veces sólo como hilachas incomprensibles. Además, las entrevistas son también la
posibilidad de brindarles un espacio los padres, para tramitar el dolor, incomprensible
para ellos, de un tiempo de crecimiento de los hijos que reactualiza lo padecido por ellos.
La repetición en la cura no es simple reactualización del pasado en el presente, sino
encuentro en la transferencia de un tiempo que pasa y de un tiempo que no pasa.
Lacan va a decir que los escritos de Freud son comprendidos entre los años 1904 y 1919, es
el testimonio de una etapa en el pensamiento de Freud.
En 1904 aparece un artículo sobre el método psicoanalítico, hay quienes que sostienen que
surge allí por primera vez la palabra psicoanálisis, pero para Lacan esto es falso, porque
Freud ya la había utilizado mucho antes.
En 1920, vemos elaborarse la teoría de las instancias, la teoría estructural, o como Freud
llamó, metapsicología.
Y Lacan plantea que es una concepción errónea creer que su unidad surge del hecho de que
Freud habla de ellos de técnica. Pero en cierto sentido, Freud nunca dejó de hablar de
técnica, no hay obra alguna donde Freud no aporte algo sobre la técnica.
Las reglas practicas nos permite ver en qué medida ellas eran, para Freud, un instrumento
en el sentido en que se dice una herramienta hecha a medida.
Luego Lacan plantea que luego de la muerte de Freud, no hubo originalidad teórica,
menciona a M. Blaint que toma el término “two bodies psychology” de Rickman, y a partir
de esto Lacan dice que no existe una two bodies psychology, sino que la experiencia
analítica debe formularse en una relación de tres y no de dos. Aunque esto no quiere decir
que no puedan expresarse fragmentos importantes de esta teoría en otro registro.
Freud comienza planteando que en todo sueño se descubre un anudamiento con las
vivencias de la víspera (del día del sueño), y a partir de esto puede empezar la
interpretación investigando primero las vivencias diurnas que suscitaron el sueño. Freud
dice que para todo sueño existe un excitador entre aquellas vivencias después de las cuales
«no se ha consultado aún con la almohada». Las impresiones del pasado más reciente
(exceptuadas las de la víspera) no muestran con el contenido del sueño una relación
diferente que otras impresiones de épocas todo lo remotas que se quiera. El sueño puede
tomar su material de cualquier época de la vida, pueden ser desde las vivencias del día del
sueño hasta aquellas más lejanas corra un hilo de pensamiento. Pero el sueño recoge con
preferencia, en su contenido manifiesto, episodios circunstanciales de la vida, en cambio,
en la interpretación todo lleva a la vivencia importante, la que excita con fundamento.
Freud dice que estamos frente a un fenómeno de desfiguración onírica.
El fantasma mediatiza la relación del hombre del mundo y con el Otro. Uno ve
la realidad a través del marco del fantasma. El fantasma va a ser montaje imaginario
y simbólico.
El Otro significa al niño desde su fantasma, se produce una alienación en el niño
ya que cuando nace es un cero, no hay un ser-ahí, pero queda tomado como objeto
“a” por el fantasma del Otro.
Es del imaginario del fantasma parental que va a depender la estructura
subjetiva del niño, para esta constitución hace falta lo listo para proveer y lo listo
para vestir, para vestir e investir, para llevar el “pret a porter”, y para esto siempre
debe haber un Otro; cuando el niño nace tiene un pret a porter que lo diseña un
Otro, que lo inviste desde su fantasma. El pret a porter es un montaje de lo
simbólico y de lo imaginario, en cuyo centro lleva el deseo del Otro, el deseo es la
esencia de la realidad. Cuando el niño nace lo espera un mundo de discurso,
significantes, pero allí no puede encontrar un ser, porque siempre remite a Otro, en
cambio sí una significación de objeto. En el transcurso del análisis cambia ña
relación del sujeto con el fantasma, el punto de llegada es el cambio del sujeto con
su fantasma, se busca producir un des-ser.
El objeto es en el inicio, por una parte el (pre)sujeto, lo que va a advenir como
sujeto, en su real, o sea en el deseo del Otro, cuando es deseado por Otro. Solamente
habiendo sido objeto del deseo del Otro se adviene a ser sujeto deseante.
Lacan va a decir que el fantasma es un guion, es una pequeña historia muy
detallada: hay una escena, un decorado, con personajes que efectivamente obran,
que hacen acciones.
El fantasma tiene una lógica, el fantasma es un axioma, punto de partida necesario,
que permite explicar lo más nimio y lo más importante en la vida de un sujeto. En la
cura analítica se trasciende el plano de la identificación, se deja atrás el plano del
fantasma.
En el fantasma el analista ocupa un lugar que está predeterminado antes de la
consulta.
UNIDAD 4: La clínica
DIFICULTAD
INHIBICIÓN: (Deseo de no movimiento), tiene que ver con una detención del
movimiento del deseo, no hay interrogante, hay un resto de lo vivido, un estatismo.
Aparece una significativa distancia del síntoma y más aún de la angustia. Encubre
fobias cotidianas, hay un predominio narcisista, está relacionado con el carácter,
con el Yo, “si soy así, qué voy a hacer”. Para salir de la inhibición se hace síntoma
pasando a ser impedimento, otra forma de salir es como acting-out.
IMPEDIMENTO: (Impotencia), es el síntoma de la inhibición, aparece un
interrogante, y se pasa a un “quiero, pero no puedo”, hay más dificultad subjetiva.
Lo que está impedido es el movimiento del deseo, para no encontrarse con lo real
éste se posterga.
EMBARAZO: (Concepto de angustia), hay cierta dificultad para poder enfrentar
y salir de una situación embarazosa, acontece algo que uno no reconoce, hay un
exceso, algo que aparece más allá de la voluntad de uno, cae el parapeto yoico, y
aparece el sujeto barrado. El embarazo es una forma ligera de angustia.
EMOCIÓN: (Deseo de no saber), se produce una descarga emocional en donde
genera una disminución de las aptitudes locomotrices, y un sesgo de descontrol.
SÍNTOMA: (Omnipotencia), es el indicio y sustituto descentrado de una
satisfacción pulsional, es el resultado de un proceso represivo, que anuda la
angustia. Tiene un sentido que solo se interpretará correctamente en la medida en
que se relacione con la realidad sexual. (El síntoma del niño está en posición de
responder a lo que hay de sintomático en la estructura familiar. Se define como
representante de la verdad de la pareja).
PASAJE AL ACTO: (Suicidio) hay un Otro sin barrar que totaliza saber y goce, lo
le falta nada, entonces no hay lugar para que el sujeto se aloje, por lo tanto, el sujeto
se va de la escena, éste no es causa del deseo del Otro, es un desecho y por eso no
tiene lugar en donde ser alojado.
TURBACIÓN; (Ideal del Yo), hay una caída del Otro y se produce una confusión.,
y el sujeto no sabe qué hacer, falta la acción. Hay un máximo movimiento que
ocasiona la pérdida del significante fálico, entonces el sujeto pierde el significante
primordial, el sujeto se encuentra con la castración del padre.
ACTING OUT: (Duelo), es una formación que se expresa en el hacer y se opone al
recordar, se pone en juego algo de lo indecible. Es una escena burlesca en donde se
produce un mensaje dirigido al Otro, y lo que muestra es para causar el deseo del
Otro, lo llama y lo muestra de forma tal que produce rechazo en el Otro. Hay un
intento de evitación de la angustia, y se relaciona con el duelo.
ANGUSTIA: es una señal, que incide en el cuerpo y no engaña. La angustia surge
cuando falta la falta y apunta al recordar. La aparición de la angustia es necesaria
para la cura.
Comienza destacando el lugar que le asigna por un lado Freud y por otro Lacan a la fobia.
Del lado de Freud, el término histeria de angustia indica un acercamiento entre la
histeria y la fobia, aunque manteniendo una diferencia en cuanto a la formación del
síntoma.
Del lado de Lacan, dice que el deseo fóbico está especificado en la neurosis por ser un
deseo precavido, la fobia se opondría a la perversión. Esta oposición desaparece en otro
contexto en donde Lacan escribe: “la fobia vira hacia la histeria o la obsesión y permite la
unión con la perversión”. La fobia se agarra como límite redoblado de la estructura: límite
de la neurosis y límite entre la neurosis y la perversión.
Por otro lado, la angustia es una señal, en el Yo dice Freud, que marca en el espacio, cada
vez que se desencadena, otras tantas zonas infranqueables.
La cura de Hans: el síntoma fóbico cae sobre Hans en el momento en que las reglas del
juego son perturbadas y donde debe asumir la integración simbólica de su sexo. Las reglas
del juego son perturbadas porque en ese momento Hans se situaba en una relación
imaginaria, dual con su madre, dentro de un juego intersubjetivo de
velamiento/desvelamiento del falo de ésta. Dos acontecimientos reales vienen a cambiar
las reglas del juego: los primeros goces fálicos que agitan a Hans; el nacimiento de una
hermanita, asociado a la pregunta “¿de dónde vienen los niños?” que implica el
interrogante sobre el significante padre, una situación nueva surge para Hans que llama a
un tercer personaje, el padre. Hans se encuentra desarmando, por un lado, su madre hace
juicios despectivos sobre su sexo “no es más que una porquería”. Por otro, la madre no
renuncia a conservar a Hans como su pequeño apéndice que lleva a todas partes; al baño,
al lecho, y esto a pesar de las intervenciones del padre que quedan sin efecto, no puede
servir de soporte a una transformación del sistema simbólico de Hans. Es para paliar esta
carencia del padre real que el síntoma fóbico sobreviene para sostener al niño respecto a
la angustia de la devoración materna. El síntoma, en tanto se sustituye en lo real a la
instancia paterna carente en lo real, juega un rol estructurante, reparador, mediador de
lo imaginario a lo simbólico. El miedo que no proviene de la palabra del padre va a
provenir del caballo en el caso de Hans, el caballo es a la vez la imaginarización de un
elemento simbólico, este lazo se hace por la mediación del síntoma donde el significante
caballo representa el elemento sustituible, separable. El caballo no tiene significación
univoca, representa a veces a la madre, al padre, a Hans mismo, a su pene; es un elemento
variable en sus presentaciones que liga, coordina.
En relación a la cura de Hans no fue la efectuación de la castración, sino que se concluye
sobre un pensamiento que enuncia a su padre y que éste y Freud ratifican: “él te ha dado un
hace pipí más grande y un trasero más grande”.
Sobre las formaciones del inconsciente, para Freud a partir de la segunda tópica, yo,
superyó y ello, no hay un solo lugar de las formaciones del inconscientes, sino varios; estos
lugares tienen sus propias leyes, su propia consistencia. Para Lacan, él nombra tres
dimensiones, lo real, lo simbólico y lo imaginario, que tiene una consistencia de nudo,
aquella de la cadena borronea: ninguna de las consistencias se sostiene de dos en dos con
la otra, pero las tres sostienen un conjunto de manera tal que, si se corta alguna, las otras
quedan libres. Es desde el lugar de esta modalidad borronea que los circuitos de Hans
deben ser examinados, la elección del caballo es porque éste es el representante de tres
circuitos, la fobia de Hans es este nudo triple donde los tres aros se sostienen juntos, es en
esto que él es neurótico.
Freud realiza una comparación entre el niño, y el poeta y dice que, todo niño que juega se
comporta como un poeta, pues se crea un mundo propio o, mejor dicho, inserta las cosas
de su mundo en un nuevo orden que le agrada. El niño toma muy en serio su juego,
diferencia muy bien de la realidad su mundo del juego, a pesar de toda su investidura
afectiva; y tiende a apuntalar sus objetos y situaciones imaginados en cosas palpables y
visibles del mundo real.
El poeta hace lo mismo que el niño que juega: crea un mundo de fantasía al que toma
muy en serio, lo dota de grandes montos de afecto, al tiempo que lo separa tajantemente de
la realidad.
Jugar es una parte fundamental del discurso infantil. El niño despliega en él diversos
sentidos, lo ha ce a través del contenido del juego y de la forma que utiliza para
expresarlos. Con su creación pue de comunicarse, representar, simbolizar, expresarse. El
contenido del mismo descorre el velo de su deseo, del momento de crecimiento que
transita, de sus miedos y sus desvelos.
La palabra “jugar” pro viene del latín “ioca re”, y la palabra ludus deriva de otra palabra
que es ‘iludo” e ‘ilusio” que significa ilusión.
En el jugar hay una representación que se despliega y ésta va configurándose con elementos
creados en el sendero de la fantasía.
Lo que plantea Winnicott, es que jun to a estos espacios de la realidad psíquica y externa
menciona un tercer lugar llama do “espacio potencial”, esta parte sería para él “la
condición de verdad del sujeto”, es un espacio de ilusión y crea ti vi dad. Para él, la marca
que imprime la madre (madre como el entorno del niño), será proteger al yo incipiente del
niño de las angustias primitivas, ofreciéndole un espacio de protección en el que exista
lugar para crear una ilusión. La constante repetición de esta experiencia dará lugar a que
el niño pue da crear y jugar por sí mismo.
El niño que juega se comporta como un poeta (Freud, S., 1908). Por medio del juego
encuentra cauce a su deseo, toman cuerpo sus impulsos y sus demandas. Esto va dando
lugar a la organización subjetiva. Freud sostiene que el pequeño crea median te el juego
un mundo su yo, o más exacta mente, reordena las cosas de ese mundo en relación con
su idea. El juego permite transportarnos, de la realidad, hacia el terreno de la ilusión, allí
pueden tomar cuerpo las fantasías y aproximarnos a deseos.
Mediante el juego, el niño pue de ejercer su capacidad de ser otro, de obrar una
transformación, una transitoria mutación. Por un rato, con aceptación del mundo, él puede
ser otro. No como un engaño, si no a sabiendas de los que juegan y los que miran que es
una representación y un papel ejercido momentáneamente. Es un montaje de escena
lúdica, placentero para sí y para los ojos del otro. De este modo, el niño puede recorrer el
terreno del Otro, la alteridad, disponiendo la materia de la identificación.
Sin duda, al jugar el niño repite una situación placentera. La repetición cobra tal valor,
que la sola intención de variar algún elemento de un juego o de un cuento lleva al niño al
enojo. Se percibe en esto la ilusión de carácter narcisista, ilusión de lograr una
permanencia, una igualdad en el tiempo que sostienen los padres otorgándole al niño un
marco de seguridad para crecer y desplegar sus juegos. Son los mismos padres que
otorgan seguridad, continuidad, esa necesaria repetición, una suerte de habilitación
fantasmática que da lugar a la tranquilidad necesaria para jugar, manipular la ausencia y
poder crear el símbolo. El niño imagina la presencia paren tal sin interrupciones,
constante, esta ilusión brinda un reaseguro para su posibilidad de subjetivación. Por
intermedio del juego resguarda, cuida esta ilusión de igualdad y continuidad.
En el juego, también repite lo displacentero (Freud, S., 1920), en tales casos repite para
ligar, trata de dominar lo traumático y lo hace insistiendo o pasando a la actividad lo que
sufrió pasivamente. También existe un profundo displacer en la pérdida, en la ausencia,
pero la posibilidad de la simbolización le otorga el placer de organizar, montar y disfrutar el
placer de la representación.
Frizzera plantea que, cada vez más nos encontramos con consultas que provienen del
ámbito escolar: posible dislexia, descensos en el nivel de rendimiento, dificultades para
respetar las consignas, déficit en la atención, etc. Llegan por lo general frente al
psicoanalista como aquel en quien se quiere confiar, pero al que también se desea utilizar
para remover querellas personales, de esta forma nos encontramos con padres que en
algunas oportunidades quieren saber qué sucede y en unas cuantas más vienen a buscarnos
para acallar o tranquilizar a los maestros o directores, y solicitan con insistencia el informe
o psicodiagnóstico.
Cuando escuchamos a los educadores y a los padres, es muy probable que existan esas
dificultades escolares que refieren, pero sabemos bien que estas recubren casi siempre
otra cosa, por lo tanto, al no tomar al pie de la letra la demanda inicial, el psicoanalista se
enfoca en el contexto en el que está situado el niño: una familia con el peso de la historia de
cada uno de los padres y la escuela, con el peso de la historia como institución pedagógica
en general, y por qué no, con la historia de la maestra interviniente. Con lo cual no
podemos dejar de considerar al chico inmerso en un discurso colectivo.
Las entrevistas con los padres nos conducen a una escucha que ha de poner entre paréntesis
los rótulos con los que son ubicados, que no siempre se pueden considerar síntomas con
la dimensión de mensaje a descifrar, por esto, en este punto hablamos de trastornos,
ubicando así una perspectiva más amplia que la de síntoma. Estos trastornos incluyen
fenómenos vecinos al síntoma, que muestran una patología por la cual un chico queda más
en posición de objeto que de sujeto deseante de conocer, de aprender. Entonces así queda
entrampado narcisísticamente bajo la forma de la inhibición o se precipita en actings, en
acciones que lo sacan del detenimiento, pero lo alejan del fin perseguido. La inhibición y el
acting se nos presentan entonces como trastornos en donde el niño o el adolescente en
calidad de objeto, no pueden realizar el acto del aprendizaje.
Conocer implica un movimiento hacia algo que está oculto o por lo menos no visible, y en
este camino se puede generar una evitación que toma la forma de la inhibición, que es
definida como detenimiento en el movimiento, en este caso movimiento que se dirige a
aprender. En el lugar de ese detenimiento al chico sólo le queda repetir, quedarse en el
lugar donde está, sin avanzar, y que se convierte en las malas notas que pueden conducir a
la repetición del grado.
ESCOLLOS ANCLAJE
La pretensión de estatuto científico del La elección de ser analista estaría
psicoanálisis, acaba perdiendo de vista la determinada por la historia. Algo
invención y la creación que formaban parte constituye un acontecimiento e influye
integrante de la realidad psíquica descripta sobre determinada orientación-invención
por Freud. Prisionero de un personaje o de científica.
un rol; el analista se vuelve sordo a un En Maud Mannonni estos acontecimientos
desamparo difícilmente expresable en son:
palabras.
EL ESPIRITU DOGMATICO -Winnicott INFANCIA: LAS RUPTURAS -
se alza contra el mínimo espíritu Separación (ruptura) de Aya vivido como
dogmático cuando Maud Mannonni aporta un abandono.
una “Historia bien redondeada... él
persigue las fisuras... para dejar un mayor LA UNIVERSIDAD: UNA PALABRA
espacio a la verdad”. Teme que pase por PARA ENCONTRAR -Amor – pasión
alto mis propias resistencias. Mis propios
puntos ciegos. Se resiste a la posición LA EXPERIENCIA PRIMERA EN
lacaniana, temiendo que el analista llegue a ANALISIS -Dos primeros analizados.
coincidir con el aspecto “ineluctable” de la
posición psiquiátrica frente a la psicosis. LA LLEGADA A PARIS -Conocimiento
Lamenta que el analista acepte tan mal el de Francoise Doltó (Transferencia). -
hundimiento de un adolescente. Análisis con Lacan, Lacan me autoriza a
-Laing reprocha a los analistas tener solo articular una experiencia en tanteos:
en mente la clasificación botánica de las (errores, avances, y descubrimientos) sin
perturbaciones mentales. Que el analista él, nunca habría encontrado palabras para
acabe como el psiquiatra, hablando no del testimoniarlo. Lacan da valor a la torpeza,
enfermo sino de la enfermedad. Me dice permitiéndole un cuestionamiento ajeno a
que yo confundo acompañamiento de una cualquier espacio de semblante.
persona en estado de desamparo con “afán
de curar”. Me alerta contra el peligro de
dejarme reclutar por las potencias de la
represión.
LA SEGURIDAD EN EL SABER - LOS DEBATES DECISIVOS DE LOS
Winnicott considera que hay que preservar AÑOS 60: LONDRES -“En mi misma
entre el analista y el paciente un espacio andadura fui llevada... a privilegiar unas
abierto al surgimiento de una verdad. Por veces el aporte de Lacan, otras el de
eso le chocó la sistematización de las Winnicott, Bleger, etc. No por ello me
Interpretaciones Kleinianas. Hay que abstengo de traducir estos diferentes
centrarse al máximo en la experiencia aportes en una lengua que me es propia”.
clínica. Lamenta los analistas no muestren ---El paciente es el que sirve de guía. La
más inventiva en sus instituciones y que se teoría permite hallar luego las palabras que
medicalice tan fácilmente el menor expliquen qué sucedió en una situación que
trastorno emocional. Que el analista ignore engloba al Icc. del analista y al de su
lo que sucede en la conducción de una paciente.
cura. -“Oír lo que la teoría no dice”. -Aprender
-No buscar en la práctica una pura del Error y del Fracaso. -“En cuanto a la
aplicación de la teoría. garantía de su práctica, el joven analista la
-Imponerse un modelo. busca en cierto modo prosiguiendo su
-Homologar lenguaje a una variedad de análisis personal o en las supervisiones.
comportamiento lleva a la adaptación a una
norma.
UNIDAD 8: La cura
Attal, J. (1990). Transferencia y fin de análisis con el niño. Litoral. Buenos Aires:
La Torre Abolida.
Frizzera, O. (2000). Fin de análisis en el psicoanálisis con niños. Revista
Cuestiones de Infancia. 4, 93-102.
Parte diciendo que no hay psicoanálisis sin transferencia, y se hace dos preguntas: 1) ¿la
transferencia en el trabajo con niños tiene el mismo estatuto que en el paciente adulto? Si
no, 2) ¿puede incluso hablarse de psicoanálisis?
También plantea que las condiciones de comienzo unas curas posibles con un niño son
diferentes de las habituales en el adulto, a causa del hecho de que no es el niño mismo, sino
algún otro quien en un comienzo se dirige al analista. Es una discusión clínica que
siempre surge: ¿quién demanda qué? ¿son los padres quienes demandan más que el niño?
Se trata estrictamente de la neurosis de transferencia, por lado Anna Freud sostiene que
no hay neurosis de transferencia en el niño, mezcla educación y psicoanálisis, pero Attal
dice que Anna Freud hacía todo para ´poner la transferencia en su lugar. Cuando Anna
Freud le plantea a la niña del demonio que debería decírselo todo, para Attal, está en
contradicción con el hecho de sostener que no hay asociación libre en el niño. Cuando la
niña dice que puede llegar a dominar al demonio ella, sola pero que sin embargo la necesita
a Anna Freud, ilustra la existencia de transferencia, negada.
Cuando hablamos de neurosis de transferencia tenemos que tener en cuenta dos cuestiones:
la repetición, y el lugar de sujeto supuesto saber. Attal plantea que no se puede hablar
fundamentalmente de repetición ya que las cosas no están completamente constituidas, sino
que están en curso, se trata de puntos de tropiezo (tienen que ver con ese lugar particular
que se le atribuye al niño en el mito familiar), de puntos de detención sobre un recorrido
que se está construyendo. Plantea a la repetición en el niño como insistencia de una
palabra, insistencia de una cuestión.
El lugar del niño es modificable en la fantasía parental, en tanto que los padres no están
puestos fuera de juego, algo se analiza también con ellos permitiendo al niño hacer un paso
más. Por lo tanto, es imposible hablar de estructura acabada en el niño.
Se sitúa al analista en un doble lugar: es el sujeto supuesto saber para el niño porque es
supuesto saber para los padres. La mayoría de las veces, la cura se inicia verdaderamente
sólo después de una palabra del analista que resuene particularmente y hace responder al
niño: ¿cómo adivinaste eso?
El saber textual se encuentra ubicado en un doble nivel: al nivel del niño, pero también y
ante todo a nivel de los padres en el discurso que sostiene sobre el niño. Entonces, es
necesario una doble escucha para el analista, y tiene que estar en posición de soportar una
transferencia desde los dos lados.
El fin de la cura del niño con un niño: no es conveniente forzar las cosas, pero las cosas
se modifican en el niño, lo que ocasiona una vacilación talen alguno de los padres, debido a
que el lugar que hacía ocupar el niño se encuentra de alguna manera, vacante.
“Fin del análisis en el psicoanálisis con niños” Osvaldo Frizzera.
Comienza preguntándose ¿cuándo un niño está curado?, y plantea que: una respuesta
seguramente aceptada por todos es la que nos lleva a decir: cuando hay cambios, cuando
hay soluciones. Otra respuesta es: que los síntomas terminen no es sinónimo inmediato
de curación. Hay que tener en cuenta la dimensión del fantasma, y el lugar que éste ocupa
en la determinación del síntoma del sujeto.
Como por ejemplo en Juanito, Freud relaciona la resolución de la angustia y de la fobia
(síntomas que preocupaban a su padre) con el cambio de la posición del pequeño en la
estructura edípica. El final del análisis de Juanito es la rectificación fantasmática, es decir
ocupar otro lugar.
Para Melanie Klein, la dirección de la cura parte de una insistencia en preparar al niño,
en recubrirlo, para protegerlo de la destructiva acción de la pulsión de muerte. El
análisis evoluciona, en la medida en que se interpretan las ansiedades paranoide y
depresiva, en la medida que se domina la pulsión de muerte a través de la introyección
del objeto bueno.
Por otro lado, Winnicott, para él, el odio surge como un paso estructurante, incluye la
aparición del odio como un corte que podemos considerar indispensable para marcar un
desprendimiento de la fusión con la madre. Además, destaca la importancia que le da al
juego, a la creación y al fortalecimiento de esa zona intermedia que lo llevará a pensar
el final en término de la capacidad del niño para convertir al mismo analista en otros
personajes posibles; en convertirlo en objeto transicional.
En Anna Freud podemos escuchar su teoría final a través de la “niña del demonio”. Ella
también busca el odio, tratará de hacerle ver a la niña el odio por su madre. Para ella un
analista de niños debe educar y analizar. El analista ha de decidir qué parte de las
tendencias sexuales infantiles han de ser rechazadas y cuántas han de ser admitidas para la
satisfacción, inmediata, reservando un porcentaje para la sublimación. El analista ocupa el
lugar de los padres a quienes considera peligroso dejarles la decisión sobre la vida
instintiva liberada. Por lo tanto, un análisis concluiría cuando el niño alcance una
identificación con el ideal del yo del analista.
A partir del caso Federico, en donde el juego se convirtió en el hilo conductor que lo llevó
a una identificación lúdica que implicó una desidentificación de una identificación que
se había convertido en alienante, Frizzera plantea que el final de análisis de un niño
podría pensarse como: la reconstrucción de una serie de juegos que no pudieron ser
sancionados como tal por sus padres. Es un tratamiento del cual seguramente el niño ya
grande nada recordará: la represión habrá producido sus efectos.