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Este documento trata sobre la protección de la niñez. Explica que la protección de los niños es responsabilidad de los padres, la familia y la comunidad. Algunos padres pueden tener dificultades para cuidar a sus hijos debido a sus propias experiencias de niñez. La familia y la comunidad deben detectar el riesgo de daño a los niños y brindar apoyo a los padres o asumir el cuidado de los niños cuando sea necesario. La mejor protección garantiza los vínculos familiares y comunitarios que fav
Descripción original:
Título original
IMPRESO- LA PROTECCION DE LA NIÑEZ. Constataciones necesarias.
Este documento trata sobre la protección de la niñez. Explica que la protección de los niños es responsabilidad de los padres, la familia y la comunidad. Algunos padres pueden tener dificultades para cuidar a sus hijos debido a sus propias experiencias de niñez. La familia y la comunidad deben detectar el riesgo de daño a los niños y brindar apoyo a los padres o asumir el cuidado de los niños cuando sea necesario. La mejor protección garantiza los vínculos familiares y comunitarios que fav
Este documento trata sobre la protección de la niñez. Explica que la protección de los niños es responsabilidad de los padres, la familia y la comunidad. Algunos padres pueden tener dificultades para cuidar a sus hijos debido a sus propias experiencias de niñez. La familia y la comunidad deben detectar el riesgo de daño a los niños y brindar apoyo a los padres o asumir el cuidado de los niños cuando sea necesario. La mejor protección garantiza los vínculos familiares y comunitarios que fav
La protección de la niñez es una tarea de los padres y madres, de la familia, de la
comunidad, de la sociedad toda. Algunos padres y algunas madres por su propia historia vital pueden tener disminuidas o gravemente alteradas sus capacidades de cuidar a los hijos e hijas, lo que se relaciona con sus propias experiencias de apego y de trauma en su niñez, adolescencia o etapa de adultez. Estas dificultades o incapacidades para cuidar pueden ser de diversa intensidad, y pueden ser susceptibles de ser recuperadas, lo cual dependerá de múltiples circunstancias y de los factores causales, lo que se relacionará a su vez con el tiempo necesario para los cambios requeridos. Lo importante es que la dificultad o incapacidad para cuidar, temporal o indefinida, reversible o irreversible, no produzca daño a los hijos e hijas. La acción de la familia y la comunidad es entonces fundamental, para detectar el riesgo o daño, para activar las respectivas acciones, para apoyar el cuidado, o para asumirlo de manera complementaria o principal, parcial o total, en aquellos casos en que es imperiosamente necesario. Es importante la oportunidad y la calidad de las acciones así como su duración y el contexto necesario para sus resultados. La mejor protección es la que garantiza el ejercicio de los mejores vínculos personales, familiares y comunitarios, que favorecerán el cuidado, el desarrollo y el ejercicio pleno de los derechos de la niñez. Los apoyos familiares y comunitarios debieran manifestarse de manera natural y espontánea, más aún en la época actual, en que se ha adquirido conocimiento y conciencia sobre los derechos de la niñez, sin embargo, aún subsisten barreras culturales y se imponen limitaciones o restricciones legales que pueden retardar o dificultad la intervención de la familia, la comunidad o las instituciones, ante la dificultad de los padres y madres para pedir ayuda, comprender las necesidades de los hijos e hijas, e incluso ante la oposición y resistencia que pueden manifestar. La ley no es lo más importante, pero puede ser necesaria y fundamental para orientar y decidir las acciones, para prevenir riesgos y daños, para lograr la seguridad y el bienestar de los hijos e hijas. La adecuada comprensión de los derechos y deberes parentales, y los contextos de excepción, ante la negligencia, el maltrato físico, psicológico y el abuso sexual de los hijos e hijas, puede marcar la diferencia entre el bienestar y el sufrimiento infantil, la interrupción del daño y la posibilidad de su reparación, e incluso la posibilidad real de evitar riesgos graves para la vida y seguridad de hijos e hijas. La ley y su correcta aplicación puede permitir que los apoyos familiares, comunitarios e institucionales sean una realidad, oportuna y suficiente, ante la realidad de la negligencia, el maltrato y el abuso sexual infantil, y no solo una lejana, precaria o transitoria posibilidad. La ley tiene un relevante rol preventivo y pedagógico para evitar la negligencia y el maltrato infantil, pero puede ser también la llave necesaria que permita la intervención profesional, familiar, comunitaria e institucional con responsabilidad y eficacia, ante el cerrado espacio del hogar, muchas veces invisible al exterior, que impone paredes físicas y legales. Comprenderlo es fundamental.