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Autoestima, Gestalt y Terapia Floral

Verónica Cetani
AUTOESTIMA, GESTALT Y TERAPIA FLORAL

Introducción

La baja autoestima es un tema recurrente de consulta y también es la base para otros


desequilibrios emocionales. La autoestima se desarrolla a lo largo del tiempo. Comienza a
formarse en la infancia, a través de las relaciones con nuestros seres queridos. Continúa
moldeándose a lo largo de la vida, con las experiencias en la adolescencia y con las relaciones
sociales, amorosas, laborales…

Desde un enfoque integrativo podemos valernos de la Terapia Floral y los fundamentos de la


Gestalt para trabajar en ella.

“Usted mismo, tanto como cualquier otro en el universo entero, merece su amor y afecto.”
Buda

Desarrollo

Una de las cuestiones por la que más se consulta en Terapia Floral es la baja autoestima. La
percepción negativa de nosotros mismos y la poca valoración que nos damos termina siendo la
base o el trasfondo de muchos otros problemas, como la ansiedad, las adicciones, la depresión,
etc. Siempre digo que somos como una Mamushka, la muñeca rusa que esconde dentro de sí
misma a sus versiones anteriores y más jóvenes para protegerlas y poder continuar con la vida,
es por esto que en Terapia Floral comenzamos trabajando sobre esta “versión” actual de la
persona, que trae a la consulta diversos impedimentos (emocionales y de comportamiento), y
una vez que comenzamos a profundizar podemos ver cómo en el fondo el tema principal es la

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baja autoestima.

En este ir profundizando, abriéndonos paso y haciéndonos conscientes de nuestros


desequilibrios, de lo que sentimos, de lo que nos frustra, de cómo reaccionamos ante los
diferentes desafíos, nos damos la mano con la Gestalt y su “darse cuenta”, ya que al hacernos
conscientes de lo que estamos sintiendo aquí y ahora somos libres de elegir cómo actuar en cada
momento, sin condicionamientos (externos e internos).

El objetivo de la Terapia Gestáltica es favorecer el contacto, un grado mayor del darse


cuenta. Hacer contacto es más que comprender, es comprender con todo el cuerpo, integrando lo
que siento con lo que pienso y con todo lo que hago. El contacto nos hace crecer, cambiar,
desarrollarnos, integrar experiencias. No sólo pensamos con la cabeza sino con todo el cuerpo.
El proceso de pensar y sentir involucra a todo el cuerpo. Las emociones influyen en todo el
funcionamiento físico. En una palabra, el nivel físico, el emocional y el mental están
intrínsecamente relacionados.

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En la Terapia Floral integral guiamos al consultante en este camino del “darse cuenta”. Por un
lado en las sesiones conversamos, sentimos, observamos, pensamos, preguntamos, asociamos…
es una conversación que facilita la conciencia de las sensaciones, los sentimientos, los
pensamientos, las acciones, del entorno social y medioambiental. Por otro lado, acompañamos
luego estos sentires con esencias florales, con la finalidad de equilibrar las emociones y patrones
de conducta y aportar a la persona una mayor consciencia sobre sí misma y la capacidad de
decidir cómo reaccionar antes las diferentes circunstancias de la vida.

¿Qué es la autoestima?

Es nuestro autoconcepto. Es la idea que tenemos de nosotros mismos, de nuestras


capacidades para enfrentar los desafíos de la vida y si nos consideramos merecedores de cosas
buenas o no.

La Autoestima es especialmente sensible a las emociones, a lo que sentimos; cuando yo acepto


incondicionalmente lo que estoy sintiendo estoy cuidando de mí, estoy afirmándome, me estoy
diferenciando: yo soy yo. Es aceptarnos con nuestra luz y nuestra oscuridad. 

Si aceptamos aquello que sentimos nos abrimos a la posibilidad de encargarnos de ello, pues
podemos decidir qué hacer con esas emociones, ya sean de tristeza, rabia o miedo, y sólo será
posible si las aceptamos y no las juzgamos, ya que juzgar lo que sentimos es juzgarnos a
nosotros mismos.

Fortalecer nuestros puntos fuertes, centrarnos en aquello que sentimos y pensamos en el


presente, tomar consciencia sobre aquello que nos intranquiliza y afecta nuestro bienestar
emocional. Es un abordaje terapéutico que nos impulsa a tomar las riendas de nuestra vida y a
transformarla para alcanzar nuestra felicidad.

Algunas señales de alarma para reconocer la baja autoestima en una persona:

 No tiene seguridad en mí misma.

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 No expresa sus opiniones, gustos o necesidades por miedo a ser rechazada o juzgada
por los demás.

 No se siente merecedora de las cosas buenas de la vida.

 No se esfuerza por conseguir lo que quiere ya que de antemano cree que no lo va a


lograr.

 Necesita la aprobación de los demás con mucha frecuencia.

 Se deja someter por los demás y le cuesta decir no o imponerse cuando es necesario.

 Siente que los demás son superiores a ella.

 Casi nunca está contenta con lo que hace ya que piensa que podría hacerlo mejor.

 Se desmotiva con facilidad.

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 La toma de decisiones se convierte en algo muy difícil ya que no confía en sí misma, así
que se deja llevar por lo que decidan los demás.

 Le es casi imposible tomar la iniciativa.

 Se siente evaluada/mirada/juzgada casi constantemente en situaciones sociales.

 Se puede sentir culpable o sentir que no merece que cosas buenas le sucedan.

 Se siente poco atractiva.

Es importante recordar que la vida tiene sus desafíos, sus altibajos, sus trabas, no siempre
podemos estar en la cima de la montaña, sentirnos bien, seguros de nosotros mismos,
empoderados, motivados, fuertes y orgullosos. El siguiente texto extraído del libro DECIR SÍ A
LA VIDA de Joan Garriga expresa con claridad este concepto:

“Una vida que funcione con excesiva comodidad nos adormece. El viaje mítico de la vida de
cada persona requiere de obstáculos y de un ego que, de vez en cuando, quede sumergido junto
a sus pretensiones en la ciénaga del devenir, de modo que, cuando resurjamos del barro, lo
hagamos más libres y sabios. Necesitamos atravesar pasos estrechos, recibir acicates, vivir
complicaciones que nos impulsen, exijan y muevan de nuestro lugar de comodidad. Somos
requeridos por pasajes hacia lo desconocido. Escuchamos la voz de nuestra misión interior para
que la concretemos en el mundo. La mayoría de las personas reconocen fácilmente al menos un
área de su vida como compleja, difícil, frustrante o exigente: la pareja, los padres, la salud, el
trabajo, el dinero, los hijos, el propio carácter, algunas emociones... ¡Caballos de batalla!

Tener dificultades puede, por tanto, resultarnos muy útil. Tal vez no las deseemos, pero las
necesitamos. Con suerte, nos hacen más humildes y humanos: adelgazan el ego y enseñan que,
en lo esencial, no somos aquello en lo que nos invertimos o con lo que nos identificamos.
Cuando no nos parten ni nos destruyen, nos hacen más fuertes. Como lo expresaba Nietzsche:
«Lo que no nos mata nos fortalece». Las dificultades nos empujan a generar recursos, a
madurar, a abandonar viejos postulados, a cambiar algunas gastadas visiones del mundo o de
nosotros mismos. Todo es transitorio, y muy a menudo somos expulsados de los viejos sofás en
los que nos apoltronamos, como una invitación a afrontar el siguiente paso hacia delante. “

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Podemos ayudar en la terapia a que la persona acepte la realidad tal cual es, se acepte a sí
misma tal cual es, sin reprimir ni negar las partes que no quiere aceptar.

Uno de los enfoques de la Terapia Gestalt es, por ejemplo, integrar las partes negadas a través
del trabajo de Polaridades. Esto permite el contacto con las cualidades rechazadas, para ampliar
la visión y el concepto que se tiene de sí. Según los Polster (1997, p.61) “no descubrimos nada
nuevo cuando vemos las polaridades en los seres humanos. Lo novedoso está en el enfoque
Gestalt que considera que cada individuo es una secuencia interminable de polaridades”,
opuestos que funcionan de forma complementaria, y que son parte de lo mismo, como dice el
Kibalión (2001, p. 19) “Todo es dual; todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los
semejantes y los antagónicos son lo mismo […]” esto es lo que busca la Psicoterapia Gestalt, la
integración de estos opuestos, de los complementarios.”

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Cuando aceptamos e integramos nuestras polaridades nos volvemos más genuinos y auténticos.
La cultura, las normas sociales, la herencia familiar, los mandatos familiares, silencian nuestra
esencia, muchas veces no dejándonos SER quien en realidad deberíamos ser. Somos ambos
extremos. Somos agresividad y delicadeza, somos tranquilidad y nerviosismo. Somos luz y
sombra… Normalmente nos posicionamos en un extremo negando con total convicción la
existencia del otro extremo. Una vez que reconocemos nuestros extremos podemos aceptarnos,
y aceptarnos es el primer paso para recuperar la autoestima.

Trabajar por nuestra genuinidad, por integrar nuestras polaridades. Cuanto más nos aceptemos
menos rechazaremos al otro extremo. Cuantos menos prejuicios tengamos, más libres seremos.
Cuanto más nos aceptemos, más podremos trabajar con nosotros mismos desde el cariño para
mejorar, eliminado la necesidad de proyectar lo que no nos gusta en los demás.

¿Cómo acompañamos desde la Terapia Floral?

Existen esencias florales que nos ayudarán sin duda a trabajar sobre nuestro autoconcepto, a
confiar más en nosotros mismos, a poder tomar decisiones con seguridad, a no sentir culpa por
todo, a tener la certeza de que merecemos ser felices y que cosas buenas nos sucedan también.

¿Cuáles son esas esencias florales?

Larch: trabaja directamente sobre la autoestima. Nos impulsa a salir a la vida, a actuar en lugar
de escondernos tras la idea de que no somos capaces o que no podemos obtener logros en
nuestra vida.

Cerato: para confiar más en nuestro propio juicio. Para no depender de la opinión de los demás
sino confiar en que la respuesta está en nosotros.

Scleranthus: además de aportarnos seguridad a la hora de tomar decisiones, nos ayuda a


mantener en equilibrio nuestras emociones y estados anímicos. Muy útil en el trabajo con

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polaridades.

Pine: para dejar de culparnos por todo. Para conectar el merecimiento.

Mimulus: para soltar el miedo al ridículo, el miedo a que las cosas nos salgan mal y la
sensación de vergüenza.

Centaury: para poder decir no sin miedo, para no dejarnos someter por una voluntad más
fuerte.

Agrimony: para poder decir lo que sentimos en lugar de callarnos cuando lo que tenemos para
decir puede generar conflicto o discusión. En el trabajo con polaridades Agrimony nos conecta
con nuestras sombras, para reconocerlas e integrarlas.

Gentian: para aquellos que se desaniman con facilidad cuando las cosas no salen como lo
habían planeado. Aporta optimismo para seguir intentándolo.

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Importante: Se tendrá en cuenta la administración de cada esencia acorde se vaya avanzando en
la Terapia. Las esencias florales sólo acompañan, la verdadera transformación viene de
adentro.

Conclusión:

Desde mi experiencia no puedo desarrollar los resultados en la práctica de la integración de


ambas terapias en el tratamiento de los problemas de autoestima ya que por el momento no soy
Terapeuta Gestáltico, sin embargo considero que la integración de la Terapia Gestalt y la
Terapia Floral debería tener resultados excelentes, ya que ambas trabajan en el “darse cuenta” e
invitan a la persona a transformarse a partir de la toma de conciencia de sus desequilibrios y
patrones de conducta y pensamiento negativos. La mejor terapia es el que expande
conciencias, y la sinergia de ambas debería ser maravillosa.

Verónica Cetani

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Referencias:

“Decir sí a la vida”, Joan Garriga.

“Polaridades y autoconcepto en Terapia Gestalt”, Rafael Pérez Yagüe,


psicologosconcienciarte.es

“La conversación terapéutica floral integrativa”, Susana Veilati.

lamenteesmaravillosa.com

gestaltnet.com

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