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El intento de investigar, es innato en el ser humano desde tiempos remotos: por eso logró
su sobrevivencia, puesto que es un ser inteligente y creativo, que fomenta en menor o
mayor medida, la solución de problemas para sobrevivir. Existe la posibilidad de personas
que sólo observan lo superfluo y no intentan indagar con suficiente objetividad; puede
definirse a esta persona como prejuiciosa y de una óptica subjetiva, pero en su
dimensión, trata de establecer criterios, al menos a priori; lo que le quedaría es
profundizar su percepción sobre lo que quiere saber. Esto, de hecho, requiere de mayor
laboriosidad y apasionamiento, para establecer criterios más justos y ligados a una
verdadera dimensión.
“La investigación es una actividad histórica y profundamente social, por medio de la cual
el ser humano se apropia de su entorno y produce lo que conocemos como conocimiento””,
explica Rodolfo J. Dennis, MD, MSc, PhDc, director de Investigaciones de la Fundación
Cardioinfantil, profesor titular de Medicina de la U. Javeriana y de la U. del Rosario, y
miembro del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de la Salud, Colciencias.
¿POR QUÉ SE DEBE INVESTIGAR? Un estudiante debe investigar, por motivos como
la motivación personal y la curiosidad, y por adquirir conocimientos. Esto último es
importante, porque puede disminuir el notorio desnivel entre lo que suponemos o
imaginamos saber, y lo que realmente sabemos.
El profesional debe investigar, para contar con herramientas propias de esta era, con las
cuales pueda integrarse exitosamente a la nueva dinámica laboral: acrecentar su bagaje
de conocimientos, a partir de un plus que haga una diferencia significativa frente a sus
colegas; ser propositivo y emprendedor, diametralmente opuesto a lo que se esperaba
años atrás de un profesional, es decir, no limitarse tan sólo a cumplir con una serie de
actividades y funciones asignadas. Lo contrario significaría desperdiciar su potencial,
quedándose al margen de las nuevas posibilidades de autorrealización y de éxito.
Las empresas deben investigar, pues no importa el ramo de servicios a los que apunten,
deben propender por la calidad de los mismos, así como por la creación y fortalecimiento
de portafolios de servicios ambiciosos, y acordes a las exigencias de los consumidores, en
un mundo cambiante, en el cual las tendencias y las modas son fugaces y de altísima
demanda; porque se requiere innovar, optimizar y no sólo sobrevivir, sino además,
posicionarse y destacarse frente a la competencia, aspirando a una cada vez más amplia
difusión de su portafolio, una fidelización permanente de su base de usuarios, la
expansión de alcances de su potencial y por lógica, la holgura financiera, en un mundo
post pandémico en el que la incertidumbre y las fluctuaciones de los mercados son la
constante.