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El propósito del presente capítulo es discutir cuáles son algunos de los principales rasgos que caracterizan el actual mundo
laboral fragmentario, es decir, discurrir sobre cuáles son las condiciones de posibilidad para emergencia, más o menos generalizada,
de la experiencia de tensión difusa y desgastante, que reconocemos aquí como la experiencia subjetiva de malestar laboral, que
reportan la mayoría de los hombres y mujeres que trabajan.
Partimos de reconocer que un conjunto de condiciones generales de la sociedad y la economía, no proclives a garantizar el
bienestar humano, asociadas a los actuales cambios socioeconómicos, pueden estar sobre determinando, en parte, la experiencia de
desgaste excesivo como síntoma del malestar experimentado en el trabajo en una mayoría de los sujetos que participan de la escena
laboral.
Es posible afirmar que la actual relación sujeto-trabajo, que describiremos en términos generales como caracterizada por una
fuerte fragmentación laboral, es consecuencia de un conjunto de transformaciones entre las que podemos citar, para complementar:
el aumento de la competencia internacional y la consecuente exigencia de mayores niveles de competitividad a las empresas; la fuerte
tecnologización de los sistemas productivos y de prestación de servicios; y la consolidación de la globalización como fenómeno
socioeconómico (y su efecto de compresión espacio-temporal); el salto del taylorismo-fordismo al modo de producción y regulación (y
de sociedad) conocido como de flexibilización laboral (Harvey, 1998), y las sucesivas crisis financieras de los últimos años, etc., son sin
duda un precedente para el cambio significativo en la ecuación sujeto-trabajo. Por ello se abrirá esta discusión con el examen de la
importancia del contexto en la comprensión y estudio de dicha relación, por considerar que son las condiciones que prefiguran las
gramáticas actuales de la relación sujeto-trabajo-organización-contextos de trabajo y que dan lugar a la experiencia de incertidumbre,
precariedad y malestar en el trabajo.
Se entiende aquí por fragmentación laboral el proceso no calculado de discontinuidad, de no cohesión, en los
procesos/resultados, tiempos/espacios grupos/personas, estrategias/actividades propias del trabajo que son el efecto de la excesiva:
descentralización del poder, tecnologización (virtualización) de las tareas, diversificación y desterritorialización de los procesos de
trabajo; que tienen como efecto el debilitamiento de las referencias, las relaciones y las garantías para el desempeño efectivo y
apaciguado en el actual mundo del trabajo.
Importancia del contexto como ordenador simbólico en la comprensión de la relación sujeto-trabajo y del malestar laboral
Es ineludible reconocer la importancia que tiene el contexto en sus diferentes niveles (macro, meso y micro) o dimensiones
(económicas, sociales, culturales, históricas y políticas) en la comprensión de la relación sujeto-trabajo, esto es, cómo afecta la
gramática del contexto la relación que se establece con el trabajo como una actividad significativa en la vida de los hombres y mujeres
implicados en él, y cuál es su importancia.
Transformaciones generales y amplias de orden político (desregulación, caída del Estado de Bienestar y emergencia del
Estado Mínimo Neoliberal), económico (tercerización de la economía, transnacionalización, economía de servicios y del conocimiento,
capitalismo financiero-especulativo, etc.), tecnológico (desarrollos de la tecnología informática, de telecomunicaciones y del trasporte,
microelectrónica y automatización, p.e.), sociales (sociedad del consumo, individualismo y multiculturalismo), de reestructuración
productiva (paso del modelo fordista de producción en masa determinado por la oferta al de producción flexible y diversificada
determinado por la demanda, fuertemente automatizado), organizacionales (paso de la empresa monolítica integrada a la empresa
red y ahora a las empresas App, disruptivas) sumadas al complejo proceso de globalización (en su triple dimensión económica, social y
cultural) cuyo principal efecto es la compresión del tiempo-espacio y la lógica de las redes, han tenido implicaciones en la relación
sujeto-trabajo que la hacen más compleja, heterogénea, fragmentada y precaria; signada en la subjetivación de quienes trabajan por
la incertidumbre y la inestabilidad.
Esto nos indica la interpelación que hace el contexto a la relación sujeto trabajo, sin la cual sería prácticamente imposible su
efectiva comprensión.
Reconocer las coordenadas más amplias de la sociedad, la cultura y el mercado; las intermedias, como las variaciones en los
procesos productivos, la estructura y dinámica de los mercados de trabajo; y las microcontextuales, como las limitaciones necesarias
que imponen la estructura y la función de los diferentes escenarios de trabajo como la empresa (por citar solo un caso, pues hay otros
contextos de trabajo que no son el empresarial), que demarcan la relación sujeto-trabajo, resulta indispensable para su adecuada
interpretación. Tomar en consideración que la relación sujeto-trabajo es por naturaleza una relación contingencial, esto es,
históricamente fechada y socioeconómicamente situada, permite comprenderla mejor en su amplitud y complejidad. Es necesario
concebir esta relación como una dinámica circunscrita a dimensiones contextuales más amplias y sin duda afectada por ellas, es decir,
dimensiones estructurales y regulatorias (necesarias) presentes que la presionan, aunque no la determinan absolutamente, y están en
relación dialéctica con la capacidad emancipadora de agencia posible (de ahí que esta relación esté entre lo necesario y lo posible,
entre la regulación y la emancipación) de los individuos y de las organizaciones mismas. Incluir una dimensión vertebral: la contextual,
es una variable que nos permite representarnos de manera más compleja, adecuada y pertinente la dinámica de tal relación. Una
comprensión de la relación sujeto-trabajo al margen del contexto es una visión limitada, estática e ingenua, y por tanto distorsionada.
Esto implica formas específicas de investigación de este objeto de estudio que incluyan el contexto como variable inseparable
y formas de agenciamiento e intervención sobre la indagación que puedan hacer posible en mayor o menor medida que el trabajo
cumpla con su función ontológica fundamental: la emancipación y autorrealización de los seres humanos.
Ahora bien, dada la multiplicidad de configuraciones y condiciones determinantes que afectan la relación trabajo-
subjetividad, se deben reconocer simultáneamente la injerencia en ella tanto de aspectos macroestructurales –como la dinámica de
los mercados (aumento de la competencia internacional y exigencias de competitividad inherente), las crisis financieras, la alta
tecnologización de la producción y de la prestación de servicios, la sectorización de la producción a escala mundial (creando regiones
especializadas como que en el norte se produce innovación y el sur se especializa en manufactura a bajos costos), las constantes
fusiones e integraciones empresariales, la dinámica de los mercados laborales nacionales y multinacionales, el crecimiento o
decrecimiento de sectores específicos de la producción (construcción, industria, comercialización, servicios, etc.)–, así como
dimensiones micro-socioeconómicas tales como edad, sexo, nivel de formación, volumen y estructura de capitales simbólicos
(sociales, culturales, escolares), pero también psicológicas: intereses, metas, motivaciones y deseos, posiciones subjetivas, entre
muchos otros.
Los efectos en la implementación del modelo se ponen de manifiesto cuando desde las diversas latitudes, las marchas de
trabajadores y del movimiento social denuncian la precarización salarial, el reemplazo de mano de obra por tecnologías inteligentes y
el incremento del paro (desempleo tecnológico).
Sin embargo, las respuestas de los sectores industriales avalados en gran medida por la tendencia neoliberal proponen la
generación de más fuentes de empleo, salvo que en condiciones de disminución de tiempo y de salario.
Ahora bien, la precarización del trabajo que se asocia a estos recientes modelos de gestión empresarial, ha venido generando
otros traumatismos en la vida social, pues parecería que el no acceso o su degradación se relaciona de manera directa –en los
distintos países del mundo– con el fortalecimiento de algunas prácticas delictivas y el deterioro de las condiciones sociales,
económicas y políticas de los diversos Estados democráticos.
Pero quizá el principal efecto que genera dichos procesos de precarización sea la pérdida paulatina, en los sujetos
desvinculados laboralmente, de los lazos sociales que les han mantenido unidos y articulados a la sociedad. De esta manera, el efecto
de la exclusión no tiene sólo consecuencias en la satisfacción de necesidades básicas y de consumo, sino que incide sobre los procesos
de identificación y de integración de los individuos en una sociedad. A este respecto, Castel (1997) caracteriza las consecuencias de la
precarización del trabajo a través de tres procesos distintos: la desestabilización de los estables, que no es más que la pérdida de las
posiciones seguras y de las antiguas vías de promoción social que habían garantizado la supervivencia social de la clase obrera y de los
asalariados de las pequeñas clases medias; la instalación en la precariedad, como respuesta a las exigencias de la flexibilidad, la cual se
caracteriza por estar fuertemente ligada con el trabajo fortuito y provisional, y se manifiesta en el crecimiento de la incertidumbre
laboral y de desempleo; y finalmente, la precarización del empleo y el aumento del desempleo, los que constituyen la manifestación
de un déficit de lugares ocupados en la estructura social.
El énfasis en la sociabilidad radica en el hecho que esta constituye un soporte, que se manifiesta a través de la acumulación y
el intercambio de capitales sociales que los individuos ponen en juego cuando se relacionan.
Los grupos profesionales, como jóvenes ejecutivos asalariados, al igual que los otros trabajadores no están exentos de los
efectos de estas transformaciones, que están cambiando sin duda las prácticas y políticas laborales mismas, en concomitancia con un
cambio en la concepción misma del trabajo, señalada por Diez (2001) como la concepción del trabajo como virtud, la virtud de la
laboriosidad, en concordancia con lo planteado por Weber en la Ética protestante y el espíritu del capitalismo.
Múltiples impactos de la fragmentación laboral como condiciones que agudizan el malestar en el trabajo
A continuación, se presentan algunas reflexiones sobre los múltiples impactos de la fragmentación laboral como condiciones
que agudizan el malestar de estas en el trabajo.
03-ANTONIO STECHER
UN MODELO CRÍTICO-INTERPRETATIVO PARA EL ESTUDIO DE LAS IDENTIDADES LABBORALES
RESUMEN
Se presenta un modelo basado en los aportes de las tradiciones narrativa, interaccionista simbólica y crítica, para estudiar las
identidades laborales. Dicho modelo busca contribuir al desarrollo de la Psicología Social del Trabajo en América Latina,
específicamente en lo que respecta a la investigación sobre las articulaciones entre trabajo y subjetividad en el nuevo capitalismo. Se
propone una conceptualización de las identidades laborales que releva su carácter de producción simbólica articulada narrativamente,
así como su carácter de proceso social y de emergente de interacciones sociales simbólicamente mediadas. Asimismo, se visibiliza el
modo en que las identidades laborales, en tanto producto (narrativas) y en tanto proceso sociosimbólico, se configuran siempre
dentro de contextos macrosociales e institucionales atravesados por relaciones de poder.
Antecedentes
La pregunta por las articulaciones entre el mundo del trabajo, sus transformaciones contemporáneas y la subjetividad de los
trabajadores ocupa un lugar destacado en la actual agenda de investigación de la Psicología Social del Trabajo en América Latina. En el
marco de la consolidación a nivel mundial de un nuevo modelo de desarrollo capitalista (flexible, global y de liberalismo avanzado), y
atendiendo a los específicos procesos de reestructuración productiva y cambio sociocultural ocurridos en las últimas décadas en los
países de la región, diversas investigaciones han buscado comprender las emergentes articulaciones entre trabajo y subjetividad que
caracterizan la actual fase de modernidad en América Latina. El objetivo de estos estudios ha sido comprender "los modos como los
sujetos vivencian y dan sentido a sus experiencias de trabajo, así como la forma en que las relaciones y los contextos de trabajo
producen determinados modos de constitución de sujetos"; esto es, particulares modalidades de pensar, sentir y actuar respecto a
uno mismo, los otros y el mundo, en un determinado escenario laboral.
Se destacan dos aspectos de este acumulado de investigaciones recientes sobre subjetividad y trabajo. En primer lugar, y en
términos empíricos, la singularidad del proceso de modernización capitalista de América Latina (Domingues, 2009), caracterizado por
la histórica heterogeneidad estructural de la matriz productiva y sociocultural de los países de la región, al interior de los cuales
coexisten, hasta el día de hoy, mundos del trabajo profundamente diferenciados y desiguales según sectores económicos, tamaño de
las empresas, sector formal o informal, patrón productivo (tradicional, fordista, flexible), entre otros (Antunes, 2001; De La Garza,
2000)-, lo cual conlleva tipos de experiencia y condiciones de subjetivación laboral disímiles. Proceso modernizador caracterizado,
asimismo, por un fordismo periférico en gran parte del siglo XX (1930-1980) que no supuso la consolidación de un Estado de
Bienestar, una sociedad salarial ni una masiva industrialización fordista al modo de los países noratlánticos; así como por un proceso
de inserción a la nueva economía global y de adopción de los principios del paradigma productivo flexible, que ha ocurrido de modos
diferenciales ylo parciales en los distintos segmentos (más o menos modernos de la economía, y que coexiste con el mantenimiento
de patrones tecno-socioproductivos y matrices culturales de tipo fordista o tradicional (De la Garza, 2000).
En segundo lugar, y en términos conceptuales, este conjunto reciente de estudios sobre subjetividad y trabajo en América
Latina destaca por problematizar las nociones de sujeto y de identidad, clásicamente utilizadas en las investigaciones sobre el mundo
laboral. Se observa, así, un cues. tionamiento de las tradiciones estructurales, en sus versiones funcionalistas o marxistas, para las
cuales es la posición del individuo en las estructuras socioeconómicas y las categorías ocupacionales lo que determina la particular
forma de conciencia y acción (subjetividad) del sujeto en tanto trabajador; así como un cuestionamiento de las tradiciones
psicologicistas, para las cuales serían ciertos rasgos intrapsíquicos de la personalidad los que definirían una cierta identidad -estable y
hasta cierto punto independiente del contexto laboral del individuo en tanto trabajador.
Dicho modelo, de raigambre critico-interpretativo, propone como categoría central la noción de "identidad laboral", la que es
conceptualizada a partir de una articulación de los desarrollos del interaccionismo simbólico, de la psicología cultural y narrativa y de
la tradición de la teoría crítica.
El concepto de identidad laboral propuesto se inscribe en el denominado giro narrativo de las Ciencias Sociales, y en
particular en los desarrollos de la psicología cultural y narrativa. De estas tradiciones se destacan tres aspectos:
En primer lugar, la idea de que el sentido de sí mismo que construye un actor social (su identidad) se configura
narrativamente a partir de la elaboración de un relato de su propia historia. El sí mismo reflexivo construye los sentidos con los que
orienta su acción en el mundo a partir de la elaboración permanente de narrativas en que el individuo queda ubicado como el actor de
una historia determinada por el pasado pero abierta al cambio y al porvenir.
En segundo lugar, la tesis de que las narrativas identitarias se configuran a partir de la movilización de diversos referentes
simbólicos presentes en el particular contexto sociocultural donde están insertos los sujetos, y suponen siempre una orientación hacia
los otros. Es decir, si bien cada narrativa identitaria es una producción simbólica del agente individual, esta está necesariamente
elaborada a partir de las narrativas públicas y las categorías socio-discursivas presentes en la cultura, y ha sido forjada en el contexto
de diversas interacciones sociales y tramas relacionales donde los otros" juegan un rol constitutivo.
En tercer lugar, una cierta conceptualización de lo que es una narrativa, del modo en que se compone y en el que debe ser
analizada. Una narrativa es un particular tipo de discurso organizado como un relato, que contiene una linea de transformación a
través del tiempo pasado, presente, futuro) y dude están presentes personajes, situaciones y acciones diversas ligadas y articuladas
coherentemente en una trama narrativa (Lawler, 2002; Riessman, 1993). La trama narrativa es el elemento central del relato en tanto
articula bajo una lógica y orientación global un conjunto de eventos heterogéneos que aparecen causal yo secuencialmente conecta
dos entre sí como episodios de una única historia, El significado de cada uno de esos episodios solo puede ser reconstruido bajo el
marco de la trama global en la que está inserto, esto es, a la luz de la constelación de relaciones temporales y espaciales que reúne y
articula en un mismo y único relato a los distintos personajes, acciones y eventos de la narrativa
Para el caso de las narrativas identitarias-los relatos que en primera persona construyen los actores sociales sobre su propia
vida o parte de ella es central relevar la dimensión temporal y evaluativa. Respecto a lo primero, se plantea que toda narrativa
identitaria implica una estructura temporal, donde todo lo que soy en el presente se entiende como lo que he llegado a ser a la luz de
una cierta historia pasada y como lo que me habilita o restringe, de cara al futuro, a ciertas posibilidades. Como señala, al interrogar a
alguien por una experiencia o por su vida, lo que uno obtiene necesariamente es una narrativa con una estructura temporal pasado
presente-futuro, esto pues toda experiencia y toda vida requiere esa inscripción temporal para adquirir sentido. Así, el sentido de si
mismo (la identidad) en un momento dado de una persona es una significación que emerge en el crisol de una historia que señala
aquello que ha sucedido y que anticipa aquello que puede llegar a suceder. Respecto a lo segundo se plantea que todo sujeto al
momento de contar su historia establece, explícita o implícitamente, un juicio de valor respecto a aquellos acontecimientos que
relata. Así, al configurar y relatar su narrativa identitaria, todo agente, por un lado, cuenta una historia -un conjunto de hechos
acaecidos, y, al mismo tiempo, se posiciona evaluativamente ante aquello que cuenta a partir de un conjunto de juicios y valoraciones
morales que clasifican como buenos/malos, correctos/incorrectos, adecuados/inadecuados los distintos acontecimientos, personajes
y acciones presentes en la historia. Es en esa articulación entre la historia que se cuenta (told) y el modo valorativo en que se cuenta
(telling) que se va configurando la identidad del actor social o narrador (teller).
04-Andrea Pujol
SUBJETIVIDAD Y TERRITORIO EN EMPRENDEDORES DE PRIMERA GENERACIÓN
RESUMEN
Se aborda la actividad emprendedora como ocupación desde una perspectiva cultural y se analiza la relación que el
emprendedor establece con el territorio. Se reflexiona sobre el papel del territorio en el modelaje de los proyectos
ocupacionales, su incidencia en el devenir del emprendimiento y el modo en que interactúa con el territorio en el contexto.
Desde el punto de vista metodológico, la investigación se inscribe en la tradición comprensiva y se apoya en entrevistas
biográficas, con el fin de reconstruir y analizar las trayectorias de emprendedores de una muestra intencional de empresarios
de Argentina y Uruguay. Los hallazgos refieren principalmente a los modos en que se acoplan proyectos ocupacionales con
estilos de vida, las crisis y la necesidad de afrontarlas en la estructuración de la actividad y, en relación dialéctica, el modo en
que el territorio imprime su marca en los proyectos.
INTRODUCCIÓN
El artículo aborda la actividad emprendedora como ocupación desde una perspectiva cultural y pone en valor los diferentes
modos en que se inscribe en la relación que el emprendedor establece con el territorio. Se busca así reflexionar sobre el papel del
territorio en el modelaje de los proyectos ocupacionales de los entrevistados, su incidencia en el devenir del emprendimiento y el
modo en que interactúa el territorio con las “temporalidades sociales”, en tanto tiempo y espacio constituyen factores clave en los
procesos de socialización empresarial. En este marco, se despliegan dos ideas fuerza concurrentes para desmarcar el análisis de la
actividad del tratamiento económico clásico y adoptar una perspectiva inscripta en la tradición psicosociológica: la necesidad de
problematizar la existencia de una cultura emprendedora y la noción de cultura en esa tendencia, y el imperativo de recuperar una
perspectiva histórica y territorialmente situada de la actividad. El corpus que se toma como referencia, remite a los hallazgos de un
estudio sobre la actividad emprendedora en el que se buscó identificar, conocer y comprender cómo inciden los factores biográficos y
territoriales en los procesos de creación de empresas. Desde el punto de vista metodológico, la investigación se inscribe en la
tradición comprensiva, con el fin de reconstruir y analizar las trayectorias biográficas de emprendedores “no herederos”.
Recuperando parte de la información obtenida a través de entrevistas biográficas, se muestran algunos hallazgos en relación
a las articulaciones entre subjetividad y territorio, principalmente en relación a los modos en que se acoplan proyectos ocupacionales
con estilos de vida, las crisis y la necesidad de afrontarlas en la estructuración de la actividad y también en relación dialéctica, el modo
en que el territorio imprime su marca en los proyectos cuando no es pensable la idea de migrar.
Introducción
¿Existe la clase obrera? La clase obrera acumuló varias décadas de ninguneo en Argentina y en el mundo. Ya al calor de las
sublevaciones europeas de los sesenta, muchos rabiosos se habían decepcionado por su integración al capitalismo. A sus ojos, la clase
obrera perdia el estatuto de sujeto de la historia y pasaba a ser calificada como "la pesada retaguardia".
En el Tercer Mundo, formas heterogéneas y brutales de dominio forjaron un sujeto popular que los grupos dominantes y
sectores de izquierda tradicional vieron más similar a una masa, incluso a un malón, que a la clase del auténtico proletariado.
Frente a la magnitud de esta ofensiva podríamos formular la pregunta contraria: ¿cómo es posible que los sectores populares
lograran en Argentina una existencia como clase? Y me refiero a la clase, rememorando a Sartre, como un sistema en movimiento que
logra contrarrestar la dispersión pasiva -el modo de existencia subordinado-con aparato institucionalizado y acción directa. Un
movimiento dirigido, intencional y práctico, de acción cotidiana, que fue capaz de reconstruir formas organizativas. Podríamos trazar
una línea de acumulación nombrando tres figuras, la soledad del desocupado, la acción directa y disruptiva de puebladas y del
piquetero, y la institucionalización débil e incipiente del trabajador de la economía popular. Este trayecto no es el de la clase obrera va
al paraíso", sino más bien el paso entre el hambre y la supervivencia. Simultáneamente es también el de emergencia de un "otro
movimiento obrero" que fue verificando que sus niveles de organización producen un poder social con el cual, pese a la brutal
asimetria de fuerzas, logra visibilidad, efectivizar algún derecho y crear otros, incluso ir "embocando" algunas de las piezas de una
nueva institucionalidad popular, cuya forma política, su hechura final, desconocemos.
La segunda recomposición popular que tuvo lugar recientemente en Argentina es la que registra un actor social clásico, el
sindicalismo, y los sectores a los que representa: los trabajadores asalariados registrados. Los capítulos de esta secuencia son más
conocidos: crecimiento del empleo, intensificación de la negociación colectiva, recuperación del poder adquisitivo de los salarios y del
poder económico de las organizaciones sindicales.
El paso de la resistencia a la acumulación de los dos movimientos obreros mencionados, se produce durante un ciclo político
que se desarrolla como contra-tendencia en muchos países de América Latina y que Emir Sader ha caracterizado como "gobiernos
posneoliberales". Pablo Stefanoni, en un libro de esta misma serie, ¿Por qué retrocede la izquierda?, sostiene que más allá de sus
ambigüedades, estos gobiernos podrían asociarse a la izquierda en función de un triple pacto: "un pacto de consumo (mercado
interno), un pacto de inclusión (políticas sociales), un pacto de soberanía (independencia respecto de Estados Unidos, nuevos
alineamientos internacionales)".
La polémica resulta productiva, es posible que permita explicar muchos de los desencuentros entre gobiernos
posneoliberales y organizaciones sindicales de sus países. En Argentina la pregunta por los destinatarios podría ser parafraseada en
estos términos: los trabajadores asalariados registrados o los trabajadores pobres? Posiblemente más sustantiva aun resulte la
pregunta por el lugar ocupado por las organizaciones del campo popular: las del movimiento obrero organizado" y las del otro
movimiento obrero".
¿Cómo se transformaron los movimientos obreros con la conquista del tiempo posneoliberal y cuáles son las posibilidades de
que converjan y se potencien para oponerse a las políticas regresivas del actual gobierno y para crear una nueva alternativa?
El presente artículo propone una reflexión en torno a los interrogantes anteriores con la siguiente organización expositiva:
Inicia con un balance de las políticas de los gobiernos kirchneristas bajo el título “La restitución que no alcanzó".
Posteriormente, aborda el devenir de las formas de organización en relación con la realidad viva de los trabajadores para pensar las
conquistas y límites de los movimientos obreros. Finalmente, los dos últimos apartados identifican, bajo la forma de digresiones, dos
dilemas transversales a los intereses y deseos del conjunto de las clases populares: "vivir mejor, vivir bien"; "combatir, domar o
erosionar al capital".
Segunda digresión sobre las luchas populares: ¿combatir, domar o erosionar al capital?
En un articulo reciente Erik Olin Wright define cuatro formas históricas de lucha anticapitalista a través de los siguientes
verbos políticos: destruir, domar, escapar y erosionar el capitalismo.
● - Destruir: remite a la tradición revolucionaria inspirada fundamentalmente en los escritos de Marx y Lenin, y las
revoluciones comunistas del siglo XX: construir un mundo nuevo sobre las cenizas del viejo. Estas experiencias no
solo perdieron vigencia sino que pusieron de manifiesto los límites de las rupturas sistémicas.
● - "Domar": refiere a las experiencias de las socialdemocracias europeas vigentes durante la denominada "Edad de
Oro" del capitalismo. Proyectos que buscaron contrarrestar los peores efectos del capitalismo con regulación y
redistribución. Sin embargo, la globalización neoliberal logró neutralizar durante las últimas décadas la efectividad
construida por las instituciones del bienestar social desatando una nueva voracidad. Lo que pondria de manifiesto la
dificultad para sostener la estrategia de domesticación en el largo plazo. "
● - Escapar: abordada con cierto desgano por el autor, se expresa en especial en microalternativas y en la creación de
entornos protegidos de las lógicas de dominación del capitalismo, mercados del trueque y experiencias de
cooperativismo social son algunas de las experiencias concretas, des estimadas por su carácter individualista y débil.
● - Erosionar" se basa en la siguiente idea: los sistemas económicos son mezclas complejas de muchos tipos diferentes
de estructuras económicas y relaciones sociales. La lógica de producción capitalista se combina con otras no
capitalistas. Lo que habilita la creación de alternativas de relaciones económicas más democráticas e igualitarias en
las grietas del sistema "hasta el punto de que estas formas puedan extenderse y desplazar al modo capitalista de su
papel dominante". "Erosionar" es una acción que se desarrolla por tendencia y no por ruptura. Las propuestas de
política prefigurativa, crear instituciones anticipadoras como experimentos viables que podrían eventualmente
reemplazar la estructura dominante de la sociedad.
Exponentes de la CTEP, también define que la acción de erosionar tiene que ser parte de la nueva estrategia de los
trabajadores: "Hoy tenemos un problema, estamos convencidos de que esta idea del crecimiento económico, esta idea de la
industrialización, esta idea del consumo, esta idea de la repartija del producto bruto entre los trabajadores no resuelve el problema de
la justicia social, muchas veces lo empeora (...). Porque las recetas anteriores estaban para un capitalismo que hoy no existe. Hay que
construir un modelo alternativo nuevo. Nosotros acá en Argentina decimos que hay que construir dos procesos económicos
diferentes, y empezamos a hablar de una teoria nueva también, que no es destruir el capitalismo sino erosionar el capitalismo, porque
hoy no lo podemos destruir. Siempre hubo intentos de lucha, de combatir al capital. Sin embargo, hoy nadie quiere combatir al
capital. Hoy quieren atraer al capital. Incluso en nuestro proyecto no está la idea de combatir al capital. Tenemos esta otra idea que es
erosionarlo.
A modo de cierre
El 2016 puede ser definido como un año de fuerte densidad de movilizaciones populares. Por un lado, la proliferación de
conflictos puntuales a raíz de despidos y otras formas de vulneración de derechos laborales que alcanzaron una adhesión significativa
y visibilidad social. Por otro lado, se desplegaron movilizaciones de enorme masividad que dejaron al descubierto singularidades
sociales sustantivas, por las organizaciones participantes, por los espacios y repertorios de lucha, las consignas, subjetividades
políticas, incluso fisonomías y pertenencias sociales: la del 24 de marzo, la conmemoración del 1° de mayo, la movilización del 7 de
agosto, y la del Colectivo Ni una Menos del 19 de octubre.
La movilización del 24 de marzo, por la Memoria, la Verdad y la Justicia, con los organismos de derechos humanos
desbordados por el número y el bullicio de las columnas pertenecientes a organizaciones juveniles, sindicales, territoriales, culturales,
convirtiéndose además en la movilización más intergeneracional dada la enorme participación de grupos familiares completos. La
conmemoración del 10 de mayo: la manifestación de las estructuras sindicales. Funcionó como una rotunda demostración de fuerza:
federal, ordenada, sin improvisaciones, con los conductores en el palco, las banderas y las grandes columnas. Con una impronta
masculina y una cierta ostentación de masculinidad. Esta vez con una considerable unidad de acción entre los agrupamientos de las
CGT y de la CTA.
La Confederación de Trabajadores de la Economia Popular, la CTEP, fue la protagonista. La jornada del 19 de octubre se
desencadenó condenando la violación y asesinato de Lucía Pérez, una adolescente de 16 años. Fue convocada por el colectivo Ni una
menos. La jornada se inicio con una medida inédita: un paro de actividades de las mujeres trabajadoras, que se extendió por una hora
en los lugares de trabajo y puso de manifiesto otra fuente de desigualdades estructurales del mundo del trabajo: la de ingresos y
condiciones de trabajo entre hombres y mujeres. Y posteriormente culminó con una manifestación protagonizada por mujeres
mayormente vestidas de negro, en duelo por el femicidio, con pocas banderas y bajo miles de paraguas durante una jornada
inolvidable.
Estas movilizaciones fueron reconocidas socialmente, es decir que fueron acontecimientos con gravitación política, pero
fundamentalmente se vieron entre si.
El 2017 suma la convergencia entre el Colectivo "Ni una menos" que convocó a un paro para el 8 de marzo, por el Dia
Internacional de la Mujer Trabajadora y exigió el apoyo de las centrales sindicales.
El apoyo del conjunto de las organizaciones de los movimientos obreros (CGT, CTEP y CTA) no se hizo esperar. Esta
convergencia es un indicio más del despliegue de fuerzas sociales que tiene lugar en nuestro país y de los reacomodamientos,
mestizajes, articulaciones y posicionamientos en un año, el 2017, con elecciones nacionales de medio término y un contexto
internacional que Nancy Fraser caracteriza con lucidez como "el ocaso del neoliberalismo progresista"
Finalmente cabe destacar que la proliferación y el sostenimiento de conflictos puntuales, las grandes movilizaciones y los
procesos de articulación de sujetos mostraron cierta efectividad, al menos en dos sentidos:
1. Por un lado, provocaron ciertas aperturas en el plano politico partidario que en sus inicios pareció mucho más proclive a
adaptarse al nuevo escenario y negociar con el macrismo,
2. En segundo lugar, los movimientos obreros organizados pudieron sostener-con movilización callejera, articulación y
acuerdos parlamentarios-dos reivindicaciones: la sanción de la Ley de Emergencia Social y la reforma del impuesto a las ganancias. Por
último, hasta el momento (marzo de 2017) mostraron capacidad para obstruir las reformas de flexibilización laboral.
13-Nicole Mencacci e Yves Schwartz
TRAYECTORIAS Y USOS DE SI-
1-Filosofia del oficio
NM: Uno delos modos de abordar la ergología es hacer un primer abordaje histórico, bajo la modalidad de trayectoria, lo que
permite comprender cómo usted fue llevado progresivamente a construir un cierto número de conceptos, a desarrollar temáticas
relativamente nuevas, a crear una perspectiva o enfoque diferente.
YS: Salí de la escuela en 1968, poco años más tarde le pedí a canguilhem que acepte ser director de mi tesis. Antes de relatar mi
trayectoria me gustaría aclarar un aspecto: se es menos filósofo que aprendiz de filosofía. Me parece que no se puede ser filoso sin
estar siempre interrogándose, por lo tanto en una inestabilidad permanente. En cuanto a mi, me opongo a que se aplique la etiqueta
de filoso.
Renormalizar
Para que ese trabajo se pueda operar en condiciones económicamente satisfactorias es preciso que haya una presión de la
persona sobre ella misma, lo que llamo el “uso de si por si”
Eso quiere decir que me voy a presionar a mi mismo: mi memoria, mi inteligencia, mi cuerpo. En algún punto será costoso
para mí presionarme pero al mismo tiempo es una manera de experimentarse como recurso. Y me voy a presionar de la manera en
que los otros me transmitieron, para responder frente a situaciones comparables o no.., todo depende de la historia.
El trabajo es siempre esa ambigüedad entre el uso de si por si y el uso de si por los otros.
En el uso de si por si es la persona la que reinventa una cierta manera de ser, de vivir, de sobrevivir, de sobrevivir con los
otros.