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Antología Comentada

Título: Valores y virtudes


Materia: Responsabilidad Social y Ética Profesional
Autor: Dr. Adolfo Antonio De la Parra Northon

Fecha de actualización: 2021

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Ed. Impresa EDITORIAL
La libertad, fruto de la inteligencia y la voluntad
Por Redacción Central | - Los Tiempos - 13/05/2012

Nuestra labor se justifica en la medida en que ella sirva para que la gente pueda conocer
más y mejor su entorno, y así tome mejor sus decisiones

En ocasión de la entrega del Premio Libertad de la Asociación Nacional de la Prensa (ANP) a


monseñor Tito Solari, Arzobispo de Cochabamba, por su permanente aporte a la paz social, a la
juventud y a la defensa de los derechos humanos, el homenajeado realizó un profundo alegato a
favor de la libertad del ser humano, “característica propia” de éste y que es “fruto de la inteligencia
y de la voluntad”.

En circunstancias en que la incertidumbre domina los sentimientos y hay una tendencia creciente a
desconfiar del entorno y del futuro, monseñor Solari convoca a comprender que “el amor, la verdad
y la libertad” son tres “potencias” en el ser humano. “Lo que estimula y mueve la libertad es el
amor, mientras que la verdad la ilumina y la dirige. Por lo tanto, podemos deducir que la libertad es
el fruto del amor y de la verdad”. Así, un “ser que no sabe amar nunca será libre”.

El Premio Libertad 2012 recuerda que la libertad, “además de reclamarla como un altísimo valor, se
la exige como un derecho”, pero, se cuestiona, “¿quién puede darte la libertad? ¿Acaso no está
dentro de ti? ¿Quién puede quitártela? Sólo el mal uso que tú hagas de ella, te la hiere
tremendamente y te la puede matar”.

Así, recuerda que el “Evangelio nos enseña que la verdad nos hace libres. Hay que partir de la luz
de la verdad para garantizar que el amor sea verdadero. En la mentira, en la oscuridad, en la
confusión no está la verdad y, por ende, tampoco el amor verdadero ni la libertad”.

Se trata, como es fácil colegir, de un mensaje altamente renovador y motivador para quienes
estamos en el complejo mundo del periodismo en el que cada día debemos esforzarnos para
buscar la verdad y hacerlo como expresión de libertad y amor. Además, debemos hacerlo en medio
de presiones de diversa índole que quisieran que, más que buscar la verdad, difundamos lo que
ellos creen que es ésta. Pero, y al mismo tiempo, exigiéndonos cuidar que nosotros mismos nos
creamos portadores de la verdad.

Y una de las medidas que en los gremios del periodismo debemos adoptar es abrirnos a mensajes
de la naturaleza del que nos ha dado monseñor Solari que, además de su profundo valor moral y
filosófico, hacen que podamos también evaluar nuestra labor más allá de la cotidianidad que, en
muchas oportunidades, nos impide ver el bosque. Es decir, que nos ayuden a comprender que
nuestra labor se justifica en la medida en que ella sirva para que la gente pueda conocer más y
mejor su entorno, y así sus decisiones sean las más adecuadas a sus circunstancias.

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Se trata, además, de un compromiso que cobra más importancia cuando aparecen fuerzas que
pretenden erigirse, por sí y ante sí, como las únicas portadoras de la verdad y, por tanto, se sienten
con la misión de “conducir” a sus pueblos por los caminos que ellas consideren pertinentes, razón
por la que nuestra labor termina generando fricciones con los poderes establecidos. Es decir, éstas
serán consecuencia de la libre decisión de servicio que se adopta por un compromiso, como nos
reclama el Premio Libertad 2012 de la ANP, con la búsqueda de la verdad, principio que debe guiar
nuestra labor informativa y de opinión

El criterio de valoración moral

J. Vidal-Bota

Desde la perspectiva ética, un objeto tiene mayor valor en la medida en que sirve mejor para
la supervivencia y mejora del ser humano, ayudándole a conseguir la armonía y la
independencia que necesita y a las que aspira.

Es por tanto esencial que los valores que se elijan y que se persigan en la propia vida se
correspondan con la realidad del hombre, es decir, sean verdaderos. Porque sólo los valores
verdaderos pueden conducir a las personas a un desarrollo pleno de sus capacidades
naturales. Puede afirmarse que, en el terreno moral, un valor será verdadero en función de
su capacidad para hacer más humano al hombre.

Veamos un ejemplo. Puedo elegir como ideal el egoísmo, en la forma de búsqueda


de la propia comodidad y del propio bienestar, desestimando las exigencias de justicia
y respeto que supone la convivencia con otras personas y que exigen renuncias y
esfuerzos. La personalidad se volverá entonces insolidaria, ignorando los aspectos
relacionales y comunicativos esenciales en el ser humano. Hecha la elección, el
crecimiento personal se detendrá e iniciará una involución hacia etapas más primitivas
del desarrollo psicológico y moral.

Por el contrario, si se elige como valor rector la generosidad, concretada en el esfuerzo


por trabajar con profesionalidad, con espíritu de servicio, y en la dedicación de tiempo
a causas altruistas y solidarias, entonces se favorecerá la apertura del propio yo a los
demás, primando la dimensión social del ser humano y estimulando el crecimiento
personal.

Valores universales

Como acabamos de referir (tal como se deduce del proceso de desarrollo del ser humano), la
maduración personal sólo se facilitará procurando eliminar obstáculos que puedan originar
una detención de la misma o una regresión a etapas más primitivas (propio interés). Por eso,
parece acertado concretar algunos valores universales, deseables para todos.

En este sentido, la formulación clara y precisa del imperativo categórico kantiano ofrece
abundante luz. Así, en la segunda formulación del Imperativo, en la Fundamentación de la
metafísica de las costumbres, dice: «Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en
tu persona como en la de cualquier otro, nunca meramente como un medio, sino que, en todo
momento, la trates también como a un fin». Y en la tercera insiste en el mismo sentido: «Pues
los seres racionales están todos bajo la ley de que cada uno debe tratarse a sí mismo y debe
tratar a todos los demás nunca meramente como medio, sino siempre a la vez como fin en sí

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mismo. De este modo, surge un enlace sistemático de seres racionales por leyes objetivas
comunes, esto es un reino, el cual, dado que estas leyes tienen por propósito precisamente la
referencia de estos seres unos a otros como fines y medios, puede llamarse un reino de los
fines»

Se trata de aquellos valores que se fundamentan en la dignidad incondicionada de todo


ser humano. Una dignidad que -como puede deducirse de su propia génesis- no admite ser
relativizada, no puede depender de ninguna circunstancia (sexo, edad, salud - calidad de vida
- y demás cualidades).

¿Qué es un principio?

En sentido ético o moral llamamos principio a aquel juicio práctico que deriva inmediatamente
de la aceptación de un valor. Del valor más básico (el valor de toda vida humana, de todo ser
humano, es decir, su dignidad humana), se deriva el principio primero y fundamental en el
que se basan todos los demás: la actitud de respeto que merece por el mero hecho de
pertenecer a la especie humana, es decir, por su dignidad humana.

Vamos a examinar a continuación este valor fundamental (la dignidad humana), el principio
ético primordial que de él deriva (el respeto a todo ser humano), y algunos otros principios
básicos.

La dignidad humana, un valor fundamental


En la filosofía moderna y en la ética actual se propaga una subjetivización de los valores y del
bien.

Desde David Hume, existe una corriente de pensamiento que se expresa en la idea
de que no es posible derivar ningún tipo de deber a partir del ser de las cosas. El paso
siguiente nos lleva a concluir que por valores entendemos nuestras impresiones,
reacciones y juicios, con lo cual convertimos el deber en un fruto de nuestra voluntad
o de nuestras decisiones.

En el positivismo jurídico tipo Kelsen el derecho es el resultado de la voluntad de las


autoridades del estado, que son las que determinan aquello que es legalmente
correcto - y legítimo - y lo que no lo es.

En ética, el positivismo y el empirismo afirman que bueno y malo son decisiones


meramente irracionales o puro objeto de impresiones o reacciones, o sea, del campo
emocional. Tanto en el positivismo como en el empirismo existe aún, es verdad, la
idea de valores, pero sólo como una idea subjetiva o como objeto de consenso. El
acuerdo por ejemplo de un grupo o de un pueblo crea los valores.

En realidad esto conduce a un relativismo total. Así por ejemplo, el grupo podría
acordar que los judíos no son seres humanos o que no poseen dignidad, y que por
tanto se los puede asesinar sin miedo a castigo alguno. Para esta teoría no existe
ningún fundamento que se base en la naturaleza de las cosas y cualquier punto de
vista puede además variar de una a otra época. No existe ninguna barrera segura de
valores frente a la arbitrariedad del estado y el ejercicio de la violencia.

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Sin embargo, el propio conocimiento y la apertura natural a los demás nos permite reconocer
en ellos y en nosotros el poder de la inteligencia y la grandeza de la libertad. Con su
inteligencia, el hombre es capaz de trascenderse y de trascender el mundo en que vive y del
que forma parte, es capaz de contemplarse a sí mismo y de contemplar el mundo como
objetos. Por otro lado, el corazón humano posee deseos insaciables de amor y de felicidad
que le llevan a volcarse - con mayor o menor acierto- en personas y empresas. Todo ello es
algo innato que forma parte de su mismo ser y siempre le acompaña, aunque a veces se halle
escondido por la enfermedad o la inconsciencia.

En resumen: ala vez que forma parte del mundo, el hombre lo trasciende y muestra una
singular capacidad - por su inteligencia y por su libertad - de dominarlo. Y se siente impulsado
a la acción con esta finalidad. Podemos aceptar por tanto que el valor del ser humano es de
un orden superior con respecto al de los demás seres del cosmos. Y a ese valor lo
denominamos "dignidad humana".

La dignidad propia del hombre es un valor singular que fácilmente puede reconocerse. Lo
podemos descubrir en nosotros o podemos verlo en los demás. Pero ni podemos otorgarlo ni
está en nuestra mano retirarselo a alguien. Es algo que nos viene dado. Es anterior a nuestra
voluntad y reclama de nosotros una actitud proporcionada, adecuada: reconocerlo y aceptarlo
como un valor supremo (actitud de respeto) o bien ignorarlo o rechazarlo.

Este valor singular que es la dignidad humana se nos presenta como una llamada al respeto
incondicionado y absoluto. Un respeto que, como se ha dicho, debe extenderse a todos los
que lo poseen: a todos los seres humanos. Por eso mismo, aún en el caso de que toda la
sociedad decidiera por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo
una realidad presente en cada ciudadano. Aún cuando algunos fueran relegados a un trato
indigno, perseguidos, encerrados en campos de concentración o eliminados, este desprecio
no cambiaria en nada su valor inconmensurable en tanto que seres humanos.

Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de pertenecer a la especie humana, por su
particular potencial genético - que la enfermedad sólo es capaz de esconder pero que resurgirá
de nuevo si el individuo recibe la terapéutica oportuna -, todo ser humano es en sí mismo
digno y merecedor de respeto.

Principios derivados de la dignidad humana


La primera actitud que sugiere la consideración de la dignidad de todo ser humano es la de
respeto y rechazo de toda manipulación: frente a él no podemos comportarnos como nos
conducimos ante un un objeto, como si se tratara de una "cosa", como un medio para lograr
nuestros fines personales.

Principio de Respeto

«En toda acción e intención, en todo fin y en todo medio, trata siempre a cada uno - a ti mismo
y a los demás- con el respeto que le corresponde por su dignidad y valor como persona»

Todo ser humano tiene dignidad y valor inherentes, solo por su condición básica de ser
humano. El valor de los seres humanos difiere del que poseen los objetos que usamos. Las
cosas tienen un valor de intercambio. Son reemplazables. Los seres humanos, en cambio,
tienen valor ilimitado puesto que, como sujetos dotados de identidad y capaces de elegir, son
únicos e irreemplazables.

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El respeto al que se refiere este principio no es la misma cosa que se significa cuando uno
dice “Ciertamente yo respeto a esta persona”, o “Tienes que hacerte merecedor de mi
respeto”. Estas son formas especiales de respeto, similares a la admiración. El principio de
respeto supone un respeto general que se debe a todas las personas.

Dado que los seres humanos son libres, en el sentido de que son capaces de efectuar
elecciones, deben ser tratados como fines, y no únicamente como meros medios. En otras
palabras: los hombre no deben ser utilizados y tratados como objetos. Las cosas pueden
manipularse y usarse, pero la capacidad de elegir propia de un ser humano debe ser
respetada.

Un criterio fácil que puede usarse para determinar si uno está tratando a alguien con respeto
consiste en considerar si la acción que va a realizar es reversible. Es decir: ¿querrías que
alguien te hiciera a ti la misma cosa que tu vas a hacer a otro? Esta es la idea fundamental
contenida en la Regla de Oro: «trata a los otros tal como querrías que ellos te trataran a
ti». Pero no es ésta una idea exclusiva de los cristianos. Más de un siglo antes del nacimiento
de Cristo, un pagano pidió al Rabí Hillel que explicara la ley de Moisés entera mientras se
sostenía sobre un solo pié. Hillel resumió todo el cuerpo de la ley judía levantando un pié y
diciendo: «No hagas a los demás lo que odiarías que ellos hicieran contigo».

Otros principios

El respeto es un concepto rico en contenido. Contiene la esencia de lo que se refiere a la vida


moral. Sin embargo, la idea es tan amplia que en ocasiones es difícil saber cómo puede
aplicarse a un caso particular. Por eso, resulta de ayuda derivar del principio de respeto otros
principios menos básicos.

Vale la pena hacer notar que, en ética aplicada, cuanto más concreto es el caso, más puntos
muestra en los que puede originarse controversia. En esta área, la mayor dificultad reside en
aplicar un principio abstracto a las particularidades de un caso dado. En consecuencia,
convendrá disponer de formulaciones más específicas del principio general de respeto. Entre
estos principios están los de no malevolencia y de benevolencia, y el principio de doble efecto.

Principios de No-malevolencia y de Benevolencia

«En todas y en cada una de tus acciones, evita dañar a los otros y procura siempre el bienestar
de los demás».

Principio de doble efecto

«Busca primero el efecto beneficioso. Dando por supuesto que tanto en tu actuación como
en tu intención tratas a la gente con respeto, asegúrate de que no son previsibles efectos
secundarios malos desproporcionados respecto al bien que se sigue del efecto principal»

El principio de respeto no se aplica sólo a los otros, sino también a uno mismo. Así, para un
profesional, por ejemplo, respetarse a uno mismo significa obrar con integridad.

Principio de Integridad

«Compórtate en todo momento con la honestidad de un auténtico profesional, tomando todas


tus decisiones con el respeto que te debes a ti mismo, de tal modo que te hagas así merecedor
de vivir con plenitud tu profesión».

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Ser profesional no es únicamente ejercer una profesión sino que implica realizarlo con
profesionalidad, es decir: con conocimiento profundo del arte, con absoluta lealtad a las
normas deontológicas y buscando el servicio a las personas y a la sociedad por encima de los
intereses egoístas.

Otros principios básicos a tener presentes son los de justicia y utilidad.

Principio de Justicia

«Trata a los otros tal como les corresponde como seres humanos; sé justo, tratando a la gente
de forma igual. Es decir: tratando a cada uno de forma similar en circunstancias similares».

La idea principal del principio de justicia es la de tratar a la gente de forma apropiada. Esto
puede expresarse de diversas maneras ya que la justicia tiene diversos aspectos. Estos
aspectos incluyen la justicia substantiva, distributiva, conmutativa, procesal y retributiva.

Principio de Utilidad

«Dando por supuesto que tanto en tu actuación como en tu intención tratas a la gente con
respeto, elige siempre aquella actuación que produzca el mayor beneficio para el mayor
número de personas».

El principio de utilidad pone énfasis en las consecuencias de la acción. Sin embargo, supone
que has actuado con respeto a las personas. Si tienes que elegir entre dos acciones
moralmente permisibles, elige aquella que tiene mejor resultado para más gente.

¿QUE SON LOS VALORES?


DEFINICIÓN

VALORES SON SABERES QUE SE APRENDEN AL ESTAR INMERSOS EN UNA


DETERMINADA FORMA CULTURAL POR LO TANTO NO PUEDEN SER AJENOS A LA
DINÁMICA QUE TOMA REALMENTE EL HACER EDUCATIVO.

TIPOS DE VALORES

EL RESPETO

ES LA CONSIDERACIÓN ESPECIAL HACIA LAS PERSONAS EN RAZÓN DE RECONOCER


SUS CUALIDADES. HABLAR DE RESPETO ES HABLAR DE LOS DEMÁS. ES ESTABLECER
HASTA DONDE LLEGAN MIS POSIBILIDADES DE HACER O NO HACER, Y DÓNDE
COMIENZAN LAS POSIBILIDADES DE LOS DEMÁS.

LA AMISTAD

ES UNA DE LAS MAS NOBLES Y DESINTERESADAS FORMAS DE AFECTO QUE UNA


PERSONA PUEDE SENTIR POR OTRA. QUIENES CREEN EN LA AMISTAD, SE ACEPTAN Y
SE QUIEREN SIN CONDICIONES, TAL COMO SON.

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LA BONDAD

ES LA DISPOSICION A HACER EL BIEN. LAS PERSONAS BONDADOSAS SIENTEN UN GRAN


RESPETO POR SUS SEMEJANTES Y SE PREOCUPAN POR SU BIENESTAR. SI ALGUIEN
NECESITA AYUDA, EL QUE ES BONDADOSO NO DUDA EN OFRECERSELA.

LA FORTALEZA

ES LA CAPACIDAD QUE NOS PERMITE MANTENERNOS FIELES A NUESTRAS


CONVICCIONES Y HACERLES FRENTE CON FIRMEZA A LAS DIFERENTES SITUACIONES
DE LA VIDA. LOS QUE SON FUERTES NO SE DEJAN TENTAR POR LAS COSAS QUE SABEN
NO SON BUENAS PARA ELLOS O PARA OTROS.

LA GENEROSIDAD

ES UNA DE LAS MAS CLARAS MANIFESTACIONES DE NOBLEZA DE ESPIRITU Y GRANDEZA


DE CORAZON QUE PUEDE DAR UNA PERSONA. LOS QUE SON GENEROSOS SON RICOS,
POR LA CAPACIDAD DE OFRECER A OTROS LO MAS PRECIADO DE SI MISMOS.

LA HONESTIDAD

ES EL RESPETO DE LOS PRINCIPIOS MORALES Y EL SEGUIMIENTO DE LO QUE LA


SOCIEDAD CONSIDERA BUENAS COSTUMBRES. SER SINCEROS CON NOSOTROS MISMOS
Y CON LOS DEMAS.
QUIEN ES HONESTO NO SE APROPIA DE NADA QUE NO LE PERTENEZCA.

LA JUSTICIA

CONSISTE EN CONOCER, RESPETAR Y HACER VALER LOS DERECHOS DE LAS


PERSONAS. LOS ACTOS DE JUSTICIA DAN A CADA CUAL LO QUE SE MERECE Y LO QUE
NECESITA PARA DESARROLLARSE PLENAMENTE Y VIVIR CON DIGNIDAD.

LA PAZ

ES EL FRUTO DE LA SANA CONVIVENCIA ENTRE LOS SERES HUMANOS. PARA HACERLA


POSIBLE ES NECESARIO UN ORDENAMIENTO SOCIAL JUSTO, EN EL QUE TODOS LOS
CIUDADANOS TENGAN LAS MISMAS OPORTUNIDADES DE DESARROLLARSE COMO
PERSONAS.

LA PERSEVERANCIA

ES LA FIRMEZA Y CONSTANCIA EN LA EJECUCION DE PROPOSITOS O EN LA


REALIZACION DE UNA LABOR. LAS PERSONAS QUE SON PERSEVERANTES TIENEN UNA
ALTA MOTIVACION Y UN PROFUNDO SENTIDO DEL COMPROMISO QUE LES IMPIDE
ABANDONAR LAS TAREAS QUE COMIENZAN.

LA PRUDENCIA

ES LA VIRTUD QUE NOS IMPIDE COMPORTARNOS DE MANERA IRREFLEXIVA. UNA


PERSONA PRUDENTE SIEMPRE ACTA DE MANERA SENSATA, Y ESTA ACTITUD ES EL
RESULTADO DE LA VALORACION QUE LE DA A SU PROPIA VIDA, A LA DE LOS DEMAS.

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“LOS VALORES MORALES”

Los Valores Morales se pueden determinar como aquellos que se encuentran en todas las
cosas que proveen a las personas a defender y crecer en su dignidad. Los valores morales son
desarrollados y perfeccionados por cada persona a través de su experiencia.
Por lo general los valores morales perfeccionan al hombre, en cuanto a las acciones buenas que
realice, como: vivir de manera honesta, ser sincero, y ser bondadoso, entre otras.

Aun así, escoger los valores morales es una decisión netamente de la persona y no está obligado
a ejecutarlo, es decir, cada persona es dueña de sus elecciones, y está en su juicio decidir si opta
por ellos o no, sin embargo elegir y tomar acción sobre estos, tendrá un efecto de calidad extra
en cada persona.

Cuáles son los valores morales:


El Amor: El amor es considerado como la unión de expresiones y actitudes importantes y
desinteresadas, que se reflejan entre las personas capaces de desarrollar virtudes emocionales.
El Agradecimiento: La gratitud, agradecimiento, gratitud o aprecio es un sentimiento, del
corazón o de actitud en el reconocimiento de un beneficio que se ha recibido o va a recibir
El Respeto: Respeto significa mostrar respecto y el aprecio por el valor de alguien o de algo,
incluyendo el honor y la estima. Esto incluye el respeto por uno mismo, respeto por los derechos
y la dignidad de todas las personas y el respeto por el medio ambiente que sustenta la vida. El
respeto nos impide lastimar a lo que debemos valorar.
La Amistad: La amistad es una relación entre dos personas que tienen afecto mutuo el uno al
otro. La amistad y de convivencia son considerados como atraviesa a través de un mismo
continuo. El estudio de la amistad se incluye en los campos de la sociología, la psicología social,
la antropología, la filosofía y la zoología. Diversas teorías académicas de amistad que se han
propuesto, incluyendo la teoría del intercambio social, teoría de la equidad, las dialécticas
relacionales y estilos de apego.
La Bondad: Es el estado o cualidad de ser bueno, sobre todo moralmente bueno o beneficioso.
En cierto sentido, es la cualidad de tener calidad. En otras palabras en el campo de texto de la
bondad: beneficiosos, remunerado, útil, útil, provechoso, excelente.
La Dignidad: La dignidad es un término que se utiliza en las discusiones morales, éticos y
políticos para significar que un ser tiene un derecho innato de respeto y trato ético.
La Generosidad: La generosidad es el hábito de dar libremente, sin esperar nada a cambio.
Puede implicar tiempo, ofreciendo bienes o talentos para ayudar a alguien en necesidad. A
menudo equiparada con la caridad como virtud, la generosidad es ampliamente aceptado en la
sociedad como un rasgo deseable.
La Honestidad: La honestidad se refiere a una faceta del carácter moral y se refiere a los atributos

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positivos y virtuosos tales como la integridad, veracidad y sinceridad, junto con la ausencia de la
mentira, el engaño o robo.
La Humildad: Es la cualidad de ser modesto y respetuoso. La humildad, en diversas
interpretaciones, es ampliamente visto como una virtud en muchas tradiciones religiosas y
filosóficas, cuya relación con las nociones de ausencia de ego.
La Justicia: La justicia es un concepto de la rectitud moral basada en la ética, la racionalidad, el
derecho, la ley natural, la religión o la equidad. También es el acto de ser justo y / o equitativo
La Laboriosidad: Es el gusto por trabajar y esforzarse en conseguir objetivos sin rendirse.
La Lealtad: La lealtad es la fidelidad o devoción a una persona, país, grupo o causa.
La Libertad: La libertad es la capacidad de los individuos para controlar sus propias acciones.
La Paz: Es un estado de tranquilidad que se caracteriza por la no permanencia de conflictos
violentos y la facilidad de no tener temor a la violencia. Habitualmente se explica como la ausencia
de hostilidad.
La Perseverancia: La perseverancia es la tendencia del individuo a comportarse sin ser reforzado
en los propósitos motivación y al no desfallecer en el intento.
La Prudencia: Es la capacidad de gobernar y disciplinar a sí mismo mediante el uso de la razón.
Es clásicamente considerada como una virtud.
La Responsabilidad: Un deber u obligación de realizar satisfactoriamente o completar una tarea
(asignado por alguien, o creados por la propia promesa propia o circunstancias) que hay que
cumplir, y que tiene una pena consiguiente al fracaso.
La Solidaridad: La solidaridad es la integración y el grado y tipo de integración, que se muestra
por una sociedad o un grupo de gente y de sus vecinos.
La Tolerancia: una actitud justa y objetiva, y permisiva hacia aquellos cuyas opiniones, prácticas,
raza, religión, nacionalidad, etc, difieren de los propios.

CLASIFICACIÓN DE LOS VALORES HUMANOS

Entre los valores objetivos existe una jerarquía, una escala. No


todos son iguales. Algunos son más importantes que otros porque son más trascendentes,
porque nos elevan más como personas y corresponden a nuestras facultades superiores.
Podemos clasificar los valores humanos en cuatro categorías:

1) valores religiosos,
2) valores morales,
3) valores humanos infra morales y
4) valores biológicos.

1. Los valores biológicos o sensitivos no son


específicamente humanos, pues los compartimos con otros seres vivos.
Entre ellos están la salud, el placer, la belleza física y las cualidades atléticas.
Desafortunadamente, muchos ponen demasiado
énfasis en este nivel. No es raro escuchar frases como ésta: Mientras tenga salud, todo lo
demás no importa.
Según esto, uno lo pasaría mejor siendo un saludable jefe de la mafia
que un enfermizo hombre de bien. No eres más persona porque seas sano o bien parecido.
Eso no aumenta tu valor.

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2) Los valores humanos infra morales son específicamente
humanos. Tienen que ver con el desarrollo de nuestra naturaleza, de
nuestros talentos y cualidades. Pero todavía no son tan importantes
como los valores morales. Entre éstos están los intereses
intelectuales, musicales, artísticos, sociales y estéticos. Estos
valores nos ennoblecen y desarrollan nuestro potencial humano. Es la riqueza, lo económico,
prestigio, autoridad y el éxito.

3. Los valores morales o éticos son superiores a los ya


mencionados. Esto se debe a que tienen que ver con el uso de nuestra
libertad, ese don inapreciable y sublime que nos permite ser constructores de nuestro propio
destino. Estos son los valores humanos
por excelencia, pues determinan nuestro valor como personas.
Incluyen, entre otros, la honestidad, la bondad, la justicia, la
autenticidad, la solidaridad, la sinceridad y la misericordia. Cada
valor apoya y sostiene a los demás; juntos forman esa sólida estructura
que constituye la personalidad de un hombre maduro.

4. Hay todavía un cuarto nivel de valores, el más elevado, que


corona y completa los valores del tercer nivel, y que nos permite
incluso ir más allá de nuestra naturaleza. Son los valores religiosos. Éstos tienen que ver con
nuestra relación personal con Dios.

El mundo de hoy pasa por alto un hecho muy sencillo: la persona


humana es religiosa. Aunque seguramente será difícil encontrar esta
afirmación en un texto de sociología, no ha habido en la historia una
sola sociedad que no haya sido religiosa. Preguntar por la existencia
de Dios es algo que está íntimamente unido al por qué de la existencia
humana. Buscamos de forma natural la trascendencia, porque es lo que da sentido y
significado a nuestra vida sobre la tierra. Si el hombre
cultiva los valores religiosos con tanta tenacidad, es porque ellos
corresponden a la verdad más profunda de su ser.
Ciertas cosas son buenas para nosotros porque nos ayudan a alcanzar
nuestro fin u objetivo. Si acertamos a descubrir a dónde vamos como
hombres, cuál es nuestro objetivo, podremos entonces saber qué es bueno para nosotros en
ese sentido.

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¿CUÁLES SON LOS VALORES INFRAHUMANOS ?

Son aquellos que sí perfeccionan al hombre, pero en aspectos más inferiores, en aspectos que
comparte con otros seres, con los animales, por ejemplo. Aquí se encuentran valores como
el placer, la fuerza, la agilidad, la salud.

Se entiende por valor moral todo aquello que lleve al hombre a defender y crecer en su
dignidad de persona. El valor moral conduce al bien moral. Recordemos que bien es aquello
que mejora, perfecciona, completa.

El valor moral perfecciona al hombre en cuanto a ser hombre, en su voluntad, en su libertad,


en su razón. Se puede tener buena o mala salud, más o menos cultura, por ejemplo, pero esto
no afecta directamente al ser hombre. Sin embargo, vivir en la mentira, el hacer uso de la
violencia o el cometer un fraude, degradan a la persona, empeoran al ser humano, lo
deshumanizan. Por el contrario, las acciones buenas, vivir la verdad, actuar con honestidad,
el buscar la justicia, le perfeccionan como ser humano.

VIRTUDES MORALES

Las virtudes morales perfeccionan las facultades o potencias apetitivas, tanto las
inferiores o apetitos sensibles como la voluntad. Mediante estas virtudes nuestras facultades
apetitivas se inclinan hacia lo conveniente y conforme al juicio de la razón. La repetición de
los actos provoca en nosotros la aparición de hábitos o disposiciones estables gracias a los
cuales nuestra alma puede obrar en determinada dirección con facilidad. Cuando estos
hábitos nos predisponen adecuadamente para el cumplimiento del bien reciben el nombre de
virtudes y en caso contrario de vicios.

Otra tesis característica de la ética tomista consiste en la consideración de la virtud


moral como el justo medio: el bien moral consiste en la conformidad del acto voluntario con
la regla dictada por la razón, y la igualdad o conformidad es un medio entre el exceso y el
defecto. En relación con la justicia, el medio virtuoso es objetivo o independiente de las
peculiaridades del sujeto y consiste en dar a cada uno lo que se debe, ni más ni menos. En el
caso de la templanza y la fortaleza, virtudes que tienen como objeto el control de las
pasiones, el medio virtuoso no es el mismo para todos los hombres sino que depende de las

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peculiaridades de cada persona y de las circunstancias. Para ilustrar la idea del justo medio
pone Santo Tomás de Aquino el ejemplo del magnánimo; es preciso saber administrar la
generosidad, pues en ella cabe el exceso y el defecto; se es magnánimo cuando se es generoso
al máximo, pero se puede caer en el exceso si lo somos sin atender a las circunstancias: donde
no debemos serlo, o cuando no debemos serlo, o por una razón inconveniente; y se cae en el
defecto cuando no tendemos a ello cuando y donde es necesario.

Dado que las virtudes morales son perfecciones de las facultades apetitivas podemos
fijarnos en el tipo de apetito para hacer una clasificación de las virtudes. El siguiente esquema
describe las virtudes morales más importantes:

I. Virtud que perfecciona el apetito superior o voluntad: la justicia; reside en la voluntad


y consiste en el hábito de dar a cada uno lo que le corresponde:

 Cuando la justicia se refiere al bien de toda la comunidad se llama justicia general o


legal.

 Cuando se refiere al bien de cada individuo se divide en

o distributiva: por ella la sociedad da a cada uno de los miembros lo que le


corresponde en función de sus méritos y circunstancias;

o y conmutativa: rige los intercambios entre los individuos y consiste en dar lo


igual por lo igual.

II. Virtudes que perfeccionan el apetito inferior (irascible y concupiscible): están


relacionadas con las pasiones:

 Fortaleza: el apetito irascible es el responsable de la pasión hacia los bienes difíciles


de conseguir o audacia y de la pasión hacia los males difíciles de evitar o temor; la
fortaleza domina precisamente estas pasiones y nos ayuda a hacer el bien aunque
alguna otra cosa nos dañe o amenace dañarnos y nos dificulte la acción buena.

 Templanza: el apetito sensitivo concupiscible nos lleva a buscar los bienes sensibles
y a huir de los males sensibles, y nos puede arrastrar hacia bienes sensibles contrarios
al bien de la razón. La templanza modera este apetito y nos ayuda a seguir queriendo

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el bien propuesto por la razón a pesar de la atracción que podamos tener hacia un bien
sensible contrario; nos permite hacer el bien aunque una cosa nos guste o no nos
guste.

Es común denominar “virtudes cardinales” a las cuatro virtudes fundamentales de la


vida moral: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. A estas virtudes “naturales” añade
Santo Tomás otras “sobrenaturales” o teologales: tienen como objetivo Dios mismo y
perfeccionan la disposición humana dirigida al orden sobrenatural: fe (creer en Dios y en su
palabra revelada), esperanza (confiar en la gracia de Dios para la realización de nuestra
felicidad en la vida eterna) y caridad (amar a Dios sobre todas las cosas y a los demás como
a nosotros mismos por amor de Dios). Son infundidas en nosotros por Dios

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