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204 El emoirismo

to, los rasgos generales del empirismo de Hume se encuentran


anticipados aquí por un simple esfuerzo de rigor lógico.
Por 10 demás, para mantenerse en la verdad histórica, es
preciso añadir dos salvedades a esta comparación entre Ni-
colás de Ultricuria y Hume. En primer lugar, parece que el
Magister Nicholaus se vió arrastrado a sus tesis extremas
mucho menos por el afán de fundar una filosofía nueva que CAPITULO II
por su índole de dialéctico. En las dos retractaciones cuyo
texto poseemos insinúa esta humilde excusa: «Hec omnia DESARROLLO HISTORICO DEL EMPIRISMO
dixi ... praecise causa collationis ... , et hec omnia sum para-
tus reuocare» (ed. Lappe, Retractación al Papa Clemente, pá- l.-EL ESPIRITU POSITIVO EN LA FILOSOFIA
gina 33*, lin. 27-28). La filosofía de Hume, fruto de un des- INGLESA
arrollo secular y que refleja parte de las tendencias que la
rodeaban, había de tener un valor interno muy superior y
un alcance completamente distinto. No por ello deja de ser
cierto que las conclusiones, un tanto sumarias, de Nicolás de ,.in duda n s debe a una pura casualidad el que las Is-
1 • • •

Ultricuria son inatacables desde el momento en que se admi- las Briíáni 'as fu n la tierra elegida del empmsmo, nuen-
ten sus premisas, y esta demostración lógica de un fenome- tra que el raci nalismo ontologist~ se mantuvo más excl~-
nismo anticipado no carece de interés. En segundo término, sivamente en el continente. CualqUlera que sea la causa, et-
conviene observar que el «maestro» parisiense, a diferencia nica o histórica, de esta división de las aptitudes predomi-
del filósofo inglés, no parece haber sentido escrúpulos en pro- nantes-experimentales en un caso, lógicas en el otro--, el
fesar tesis metafísicas que apenas están justificadas por su ambiente filosófico inglés se destacó siempre por una excep-
epistemología. Semejante discordancia entre las exigencias ional preocupación por la experiencia, acompañada de una
críticas y las posiciones doctrinales no es demasiado rara en instintiva desconfianza en las especulaclones incontrolables.
los escolásticos de la baja Edad Media. En realidad, las atre- Esta disposición mental, confiada a sí n:i~ma sin cont:~-
vidas anticipaciones de lógicos clarividentes que preludiaban pesos, había de crear, en filosofía, una fortísima propen~lOn
la crítica moderna conservaron durante mucho tiempo algo al empirismo más radical. Ahora bien, le faltaron su.ce.slva-
de un «juego dialéctico»; solamente poco a poco fueron se- mente dos contrapesos de los más poderosos: el prestigio de
riamente conmovidas las convicciones hereditarias y la crí- las grandes metafísicas antiguas y medievales y, des?ués, la
tica obtuvo un papel preponderante. Vamos a observar las fa- influencia de las creencias espiritualistas. Una vez liberado,
ses principales de este desarrollo real y vivido en el empiris- el espíritu empirista precipitó su evolución. Más adelante es-
mo inglés. tudiaremos, en Hume, su fase final.
206 El empirismo ; Desarrollo histórico
I ositivismo de la filosofía inglesa 207
La mentalidad positiva de los medios británicos, incluso
fuera de la línea empirista, encontró muy pronto su expre- ina 167). «Quod ergo dicit Aristoteles quod ~emons~rat~o
sión culta: la vamos a considerar solamente en tres tipos de yllogismus est faciens scire, intellige~dum est SI experientra
pensadores ingleses que son especialmente representativos de xnnitctur, et non de nuda dernonstratione ... :. (p. 1?8). Tam-
sus respectivas épocas. . (lOl'O las matemáticas-asegura R. Bacon en e.1mismo pasa-
Desde la Edad Media había surgido en Oxford un grupo scapan a esta necesidad del control expenmental.
de precursores de la ciencia moderna, dominados por la per- Pero ¿ de qué experiencia se trata? .
sonalidad tan curiosa del «doctor mirabilis» Rogerio Bacon 1'.1 el ctor medieval sabe definirla con suficiente am~litu?
(hacia 1210-1292). Iniciado en las ciencias por el físico Pe- l' l in 'luir en ella la evidencia r.acio~al (.que .:s un; ~lluml-
dro de Mirecuria y por Roberto Grosseteste, cuyo saber ex- 11u j(lIl naturab ), la gracia de fe y la iluminación mlstl~~. La
traordinario alaba-«nullus scivit scientias sicut dominus 11ricncia-dice-es de dos clases: una, sensible; ~sptr1t~<l:1
Robertus, episcopus Lincolniensis»-, amplió, de manera ex- , ,11' 1:« uplex est experientia; una est per sensus exteno-
cepcional para su época, sus conocimientos-no solamente li- , ,. (1' P 'rienda sensible inmediata y testimonio). Et ha~c
brescos, sino también, con frecuencia, experimentales-de his- 111'1 11'11 ti a cat humana et philosophica ... , se~ ... non sufficl~
toria natural, de medicina, de matemáticas y de lingüística. 1111111 u], fltlja non plene certificat de corporalibus propter SUl
Su valor personal y su influencia científica confieren un al- I ti IIlt ,11'111, l't de spiritualibus nihil attingit. Erg? opo~tet
cance especial a los principios metodológicos que formula en '111'''\ 111111, (111 lrominis aliter juvetur; et ~de~ sancti patnar-
sus escritos.
(111 (1 p"lplll'l al', qui primo dederunt scientias mundo, r~-
Citemos solamente dos o tres líneas del Opus majus que I 111 111111 illuminati nes interiores et non solum stabant ~n
constituyen, por así decirlo, el primer esbozo del empirismo 111 11. 1'.1 • imilitcr multi post Christum fideles, Nal11 graba
inglés; pero de un empirismo que todavía estaba retenido por 1111 j illunrinat multum, et divinae inspirationes, non solum in
el doble contrapeso arriba indicado:
pit lit la lihu , . ed rporalibus et scientiis philosophiae; secu~-
ePositis radicibus sapientiae Latinorum penes Linguas et
111111I '11111r1 I'lololllal'lIs di it in ntil gio quod .dup.lex est .vla
Mathematicam et Perspectivam, nunc volo resolvere radices
(Ir- ('IlÍt'11I1i ;111 notitituu rerum, tina p r xperientiarn philo-
a parte Scientiae Experi1nentalis, quia sine experientia nihil
ophiac, alia pl r divinnm op .rnti: n m.
sufficíenter scire [sciri] potest. Duo enim sunt modi cogno-
scendi, scilicet per argumentum et per eXfrerimentum. Argu- :.I·,l sunt s 'pl '111 ~rildlls huius scientiae interioris ', l!n~s
mentum concIudit et facit nos concedere concIusionem, sed p r illuminati nc pure scientiales. ~lius ?~adus con~lsht m
virtutibus Tertius ... in septern donis Spiritus Sancti, etc ...
non certificat neque removet dubitationem ut quiescat animus
• I'pti111US in raptibus, etc ... :. (Op. cit., p. 168-171).
in intuitu veritatis, nisi eam inveniat via experientiae ... »
(Opus Majus, pars VI, cap. 1, en The «Opus Majus» o] Ro- Así, pues, los canales por los que se nos comunica l.a c~etl-
ger Bacon, edited by J. H. Bridges, t. Ir, Londres, 1900, pá- da. toman, según Rogerio Bacon, las div~rsas formas srguien-
t s de la experiencia:
Positivismo de la filosofía inglesa 209
208 El empirismo : Desarrollo histórico
r presentantes de este «ideal positivos que hizo posible-psi-
1.'1-El conocimiento (o experiencia) puramente sensible.
cológicamente hablando-el rápido éxito de la filosofía empi-
En este punto Bacon está de acuerdo con todas las escuelas
rista.
medievales.
El canciller Francisco Bacon de Verulamio (1561-1626)
2.'1- La tradición histórica, el testimonio. El principio de
intuyó la gran importancia del puesto que las ciencias habían
la experiencia histórica no será tampoco negado; lo mismo
de () upar en el mundo moderno. El principal mérito de su
ocurrirá, por 10 demás, con el «tradicionalismo» profesado por
obra r side en la elocuente y vigorosa protesta que eleva con-
Bacon.
1, a ('1 empleo abusivo del argumento de autoridad v de la
3.'1- La iluminación divina. Esta puede ser puramente na-
c!t'dll('('ión apriorística en las ciencias de observación. Ésta rei-
tural .(illu:nin~~iones. P:'re sci~ntiales), del mismo tipo que Indica 'i' n de los derechos de la experiencia tuvo una reso-
esta eiluminación» divina ordinaria, a la que muchos filóso-
11 IIIC ia inm nsa y prolongada.
fos n:edievales. perten~cientes a las escuelas agustiniana y
NI ~ podríamos decir otro tanto del detalle de los méto-
franciscana atnbuyen Igual papel que Aristóteles al entendi-
tll/ in: 11II't iv s que F. Bacon propone; cuando se apartan de
miento agente. Esa fué, por ejemplo, la tesis que expresamen-
\1 II'V!.I· g't'neral s de la inducción, ya formuladas sumaria-
te enseñaba en Oxford un contemporáneo de Bacon el fran-
111 III!- p'" 1\, i¡.;I{11 I s y brillantemente practicadas por Gali-
ciscano Rogerio Marston. Pero la iluminación puede ser tam-
1" lit 1I11',t "el n ha onianos resultan complicados e impo-
bién ~.?renatural, desde los dones infusos hasta el esplendor
'" dI I IIlpll',I', nunqu no dejen de ser ingeniosos Se l.
de la unión mística.
1I 1 tI 11111 I di 1I,IIIU'I\I(' que son fruto de un pensamiento
Se observará que el fideísmo de Occam encontraría fácil-
11, tI 111" viiI 111{,H('o, más bien que de una experiencia de
mente un puesto dentro de los marcos de esta amplísima «ex-
1"1 ¡,di fa. 1'•. la 111isI1la ir unstancia permite considerar to-
~eriencia». Todos estos filósofos franciscanos, a pesar de los ' ,
f Invin ('(In Ill{lfi • cgurida 1, a F. Bacon no ciertamente como
Importantes matices que los separan, se reúnen para dar cul-
1111 , :~hit, IIIII~ p '1', on~l, sino como representante del espíritu
to al «hecho»-sensible o espiritual-, y de manera instinti-
po III \,0 f l' 11' I h:1 (n\('I nd a su alrededor. El mismo estuvo
va conciben el conjunto del conocimiento humano conforme
illllllld" pr1l tlilllll t'Kpl"iltl, y ri~i' en su promotor inte-
a.l tipo intuitivo receptivo cuyo modelo es la experiencia sen- Ií./.:''111(' l' I IIllIrl t'! dill' ('11 '11 ehcralrlos : uEg- enirn I uc-
sible. En el problema de los universales se harán-lógica-
('IOíl1c.lrI:~ 11111111, pll '1101111 II! tll i 11 'o (1 (' ¡{(fin iuü e et augmen-
mente-ya ontologistas y ultrarrealistas como Duns Escoto
to SC1en~1II1'1/1II, IV, I ,1' 111\11p,lrart !n, enviad s d quic-
ya nominalistas como Occam, porque les falta la idea de una n s di n 1111111 '1'0: 1'11(1 ill/(j/jjl, 1') 11'( IA.IJt ~ae xa.l
«actividad sintética» primitiva de la inteligencia. d\l~p[ll\l (lbid.)
Bacon prosiguió durante algún tiempo, en París, su carre-
1 Véase, por cj mpt , CM ('1 NIIII1"", O/flllll/II/II Olllll"'/'H /0'. IIAt'ON;
ra-frecuentemente contrariada-de erudito y de filósofo. (11\

trad. Rlaux, París, 1845, Llbr 11. IIr .: / Y NN" 111» tl\l1'V(1 ¡(rnM(I('~ nr-tt uln-
Mas los auténticos herederos de su espíritu se encuentran en etones dIO' la teoría ínductlva y los 27 AullILlvl,loll'c'» de IIIR eprorrOl1,'ntlvll9
Inglaterra. Recordemos solamente los nombres de dos ilustres de los hechos» solamente.

t [-I4
210 El empirismo : Desarrollo histórico /'11 1'1"""/11I dI! ltl filosofía inglesa 211

Francisco Bacon no era más que un teórico de la expe- nrrulrs, ilonec ad generalissimas tondem. sit deuenium»
riencia; Newton (1642-1727), práctico a la vez que teórico, I • 11' Ncwton, Optica, Lausanae et Genevae, 1740, lib. III,
.genio incomparablemente más firme y sobrio que F. Bacon, 1"' \ 1, p, J¿C).
se convirtió, a los ojos de los investigadores positivos y de A 1, IHll'S, la «Filosofía experimental» procede analítica-
los filósofos del siglo XVIII, en el modelo casi ideal del sabio. 1111111' por inducción, Parte de los hechos y no admite nin-
La magnitud, la fecundidad y la rigurosa precisión de su 1111 1 (,Illld lIsit n que no proceda directamente de la experien-
obra provocaron una admiración cuya repercusión se hizo sen- r, " hien de un razonamiento riguroso fundado en la expe-
tir no solamente en el ulterior desarrollo de la astronomía y 1 111in. l~t'('lIaza el apriorismo y la pura hipótesis. Su finali-
de la física, sino incluso en el de la filosofía; por razones di- 1111 nlcnnzar las ausas supremas del mundo físico.
versas, Hume y Kant se declaran tributarios del ideal newto-
( 1I.•1Ie10N .wton habla así de las «causas>, creemos-con-
niano. ¿ Cuál era este ideal?
11• "~:1I110,nutc r 's-que frecuentemente entiende verdaderas
Newton 10 apunta en varios pasajes de sus dos grandes
I 111, l'IId 'ni '5» y no simples «leyes» de fenómenos, El
obras: los N atumlis phVlosophiae principia maihemasica y la
1111I in hll'la IIl:tS de una vez la distinción .entre la ley, o
1 Optica; Su ideal es una filosofía experimental que se eleve,
I 11 1 11It'cflllica»- omo la gravitación-, y la «causa fisi-
por análisis inductivo, hasta las causas más universales:
«M eihodus analyticw--escribe-est experimenta capere, JlIIlJljIIIU'III1'di 'ha:
phaenomena observare, indeque conclusiones generales induc- 11I11C'I'11 in r .rurn natura causae efficientes, quarum
tione inferre, nec ex adverso ullas objectiones admittere, nisi JlIII 1\1111101porum haerescant attractionibus admodum
qua e vel ab experimentis vel ab aliis certis veritatibus desu- '1" 11"11 1 !.I/'qllt' ('(¡IISaC,quaenam sint, philosophiae officium

mantur. Hypotheses enim, in Philosophia quae circa experi- " /11 /'1/'/'/;/11"111;1'versando, inuenire» (Optica, lib. III,
menta versatur, pro nihilo sunt habendae. Et quamquam ex '111 \1, p. JI" \'0). «Dtique-declara en otro lugar-, si
observationibus et experimentis colligere inductione, non sit 1\1 1'"lli in h:u phil ophia progressus non quidem statim
utique generalia demonstrare, at haec tamen ratiocinandi me- 1111ti1111I .ul ((I/I\'(I~ primae cognitionem, at certe propius pro-
thodus optima est quam ferat rerum natura, tantoque firmior I 11'1\1('\111 ntl ':1m p .rp tuo adducit, eaque re permagni est .
existimari debet illatio, quanto inductio magis fit generalis. 11111 111el\1 (()/,i'Í('(/., lib. III, (JU. 28, p. 298; cfr. Ibid., pá-
Quod si ex phaenomenis nihil quod contra opponi possit, exo- 11 '1 'C)H, Y lih, 111. '1". 3t, p. 31 abaj, 26 abajo,
riatur, conclusio inferri poterit universalis. Et si quando in \ m, 'C',I(' I.lIl1hi'11 l'rin ipi«, cdirio alt ra, Arnst I la-
experiundo postea reperiatur aliquid, quod a parte contraria I \, 1" 111 /,"'rfulm' I,/¡j///I/J! hl/"rli 1 ('1 ,CIIIlI .xpla-
faciat, tum demum non sine istis exceptionibus affirmetur 1\IIIt'Ila) 1 (' 111111 ,1 tlilkil 111111
ilinr (' lo, !t, tos.
conclusio oportebit. Hac analysi licebit ex compositis rebus 111¡11I1e, 1"" 11 1'1'/11,"" 111\1',h,lt I ,d~~I\I\l1 allO, e -
raiiocinatione colliqere simplices; ex motibus vires mouentes; 11 11111111\111/1 di 11' 111,1'11\d ," '11(1"ro I'Outl.'lII-
et in uniuersuen. ex effectis causas, ex oausis particularibus 1'11 I N, 11111dll 1 I 11 1 111, lid lila nunca
212 El empirismo : Desarrollo histórico /'olitif/ismo de la filosofía inglesa 213

pasa de ser una ley más general que las demás; no podría ser qu m: quippe qui experimentis rem istam nondum habeam
un principio metafísico.» pk ratams (Optica, 2.'1- ed., M onitio altera). ¿ Quiere al-
Lo cierto es que Newton distingue las leyes mecánicas de uien saber cuál es esta explicación física de la gravedad?
las causas físicas y que, en su opinión, la «gravitación uni- Nnda m n s que la «acción del medio», cuya idea ha sido re-
versals no es todavía sino una ley general cuya causa próxi- o~ícla, en el siglo XIX, por Faraday y Maxwell: el movi-
ma puede ser objeto de hipótesis diversas: «Ex phaenomenis llIi -nto de unos cuerpos hacia otros sería debido a impulsos
. naturae, duo vel tria derivare generalia moius principia, et rlcl mcdi elástico (el éter) en que están sumergidos. Por 10
deinde explicare quemadmodum proprietates et actiones re- d IIIÚS,N wton no propone esta explicación más que a título
rum corporearum omnium ex principiis istis manifestis con- 11 pura hipótesis, y adopta la precaución de advertido me-
sequantur, id vero magnus est factus in philosophia progres- d 1II1' 'slc paréntesis: «Iste enim aether quid sit non definio»
sus, etiamsi principiorum istorum causae nondum esseni (OI,lil(J., lib. III, qu. 21, p. 283).
cognitae. Quare moius princiPia supradicta proponere non du- A i, pu .s, el grandioso edificio de la gravitación univer-
bito, cum per naturam universam illa latissime pateant, d objete de admiración para Hume y para Kant-está,
eorumque causas exquirendas relinquo» (Optica, lib. In, 1\ n-nlidad, limitado a una elaboración de leyes qenercdes;
qu. 31, p. 326). p In 1(111. ituy , en el pensamiento de Newton, el propileo ex-
í

Los «generalia motus principia» designan eso que llama- l' I 111 nínl 11(,tina filosofía de las verdaderas causas (véase
mos «leyes mecánicas»; la atracción o la gravitación-fun- /"¡""/';(I, ,'(·d., Amstelodami, 1723, prefacio de Newton,
ción matemática de las masas y de las distancias, suponiendo dc 1 tic' 111,1 'o clt, 16 6, y el prefacio de Rogerio Cotes.-Prin-
que existan fuerzas centrales-pertenecen a esta categoría. ('/'1/, 1)1'/lIlÍlío VILJ, p. S; lib. 1, seco n, p. 147, sobre todo
El newtonismo popular y muchos newtonianos franceses del 1 /I,lio, p. 172-173.-0p,tica, lib. III, qu. 28, p. 297-298,
siglo XVIII erraron al pretender ver ahí una causa física más "C) \ 1: «("alisa attractionis est aliquod principium ac-
bien que una ley general de movimiento. No se necesitaría 111I,11111 ).
otra prueba de ello que la insistencia con que Newton quita
a los términos «atracción» y «gravedad» toda significación
física. Recuérdese el texto frecuentemente citado: «Rationem
yero harum Gravitatis proprietatum ex phaenornenis nondum
potui deducere, et hypotheses non fingo» (Principia, lib. In,
páginas 483-484). En la M onitio altera ad lectorem, escrita
en 1717 para la segunda edición de la Optica, Newton se ex-
presa del siguiente modo: «Et ne quis gravitatem inter es-
sentiales corporum proprietates me habere existimet, quaestio-
nern unam de eius causa investiganda subieci. Quaestionem,

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