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UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA

CENTRO UNIVERSITARIO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

DERECHO DE ACCIÓN

ALUMNA

CRISTINA GUTIERREZ ARMENDARIS

GUADALAJARA, JALISCO, 14 DE MARZO DE 2022


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DERECHO DE ACCIÓN

EL REGIMEN DE LA AUTODEFENSA.

Corresponde al particular la facultad de defender su derecho, repeler os ataques dirigidos contra

este, y conseguir por toda suerte de medios, cuando la violación se ha consumado, el

restablecimiento de las cosas a su estado anterior. Tratase de la etapa conocida con el nombre de

regimen de autodefensa.

El presunto agraviado conviértase de este modo en juez y parte. Y la solución de los conflictos se

traduce a una cuestión de fuerza. Por esta razón, el poder público principio a intervenir en las

contiendas, a fin de limitar la venganza privada y buscar soluciones objetivas.

De este modo se llegó al principio según el cual la defensa privada es solo caso de excepción,

está constituida por la solución final de los litigios, a través de la función jurisdiccional.

LA FUNCION JURISDICCIONAL

Esta resulta de la sustitución de la actividad de los particulares por el Estado, en la aplicación del

derecho objetivo a casos concretos.

El pretensor no puede ya, de acuerdo con este orden de ideas, hacerse justicia por propia mano,

sino que tiene que ocurrir a los órganos jurisdiccionales, a fin de que determinen si las facultades

que el realmente se atribuye existen realmente y, en caso necesario, ordenen su satisfacción,

incluso por medios coactivos. La función jurisdiccional puede definirse como aplicación de

normas jurídicas a casos concretos, aplicación que obliga a los particulares y puede hacerse

efectiva aun contra su voluntad.


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Para que la obligación de juzgar se actualice, es indispensable, de acuerdo con los principios de

la técnica procesal moderna, que se demande la observancia de aquella, por ejercicio del

correspondiente derecho, al que se da, en la terminología jurídica, el nombre de acción. Definiese

esta como la facultad de pedir a los órganos jurisdiccionales la aplicación de las normas jurídicas

a casos concretos, ya sea con el propósito de esclarecer una situación jurídica dudosa, ya con el

de declarar la existencia de una obligación y, en caso necesario, hacerla efectiva.

PRINCIPALES TEORIAS ACERCA DEL DERECHO DE ACCION:

El punto central consiste en determinar si este es independiente del substancial. Las

concepciones tradicionales de la acción son conocidas con los nombres de las teorías de la

acción-derecho y de la acción medio. La primera tiene su antecedente en las ideas de los

jurisconsultos romanos.

Esta idea fue precisada con gran elegancia por el Vizconde de Seabra, quien dio a las acciones el

nombre de derechos sancionadores, para distinguirlas de las facultades a cuya protección están

destinadas, o derechos generadores.

TEORIA DE NICOLAS COVIELLO.

La acción puede definirse, según Coviello, como “Facultad de invocar la autoridad del Estado

para la defensa de un derecho” Pero es necesario distinguir la acción como potencialidad y como

actuación. En su primer aspecto se confunde con el derecho subjetivo y casi pasa inadvertida; en

el segundo, en cambio, se destaca con tanta claridad que parece tener vida propi. En el segundo

estadio la defensa del derecho amenazado o violado es necesaria, cosa que no ocurre en un

principio.
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La acción no posee existencia independiente, sino que es simple función del derecho subjetivo.

Tal es, a no dudarlo, en el estadio potencial, en que ninguno podría ver en ella una entidad

distinta del derecho.

La acción no puede ser considerada como derecho accesorio, porque ello equivaldría a destruir el

concepto mismo del derecho subjetivo.

La acción puede también estudiarse desde un punto de vista puramente formal, y entonces

equivale a la invocación afectiva de la autoridad del Estado. Coviello manifiesta que la acción no

puede ser vista ni como elemento del derecho ni como autónomo, sino como mero hecho.

No obstante, esta distinción entre acción en sentido material y en sentido formal o procesal, no

debe desconocerse del nexo intimo que media entre las dos. Para el derecho civil la acción es,

por consiguiente, un elemento del derecho que solo se destaca cuando este es amenazado o

violado; desde el punto de vista procesal, en cambio, es un mero hecho, a saber: el ejercicio de la

facultad jurídica.

TESIS DE KELSEN:

El derecho subjetivo no puede concebirse independientemente de la facultad de pedir a los

órganos jurisdiccionales la aplicación del acto coactivo., la primera facultad solo puede srr

considerada como elemento de un derecho subjetivo en cuanto la segunda existe, o, expresado

con otras palabras: si no hay acción, tampoco hay derecho subjetivo. Por otra parte, la doctrina

de Kelsen no explica los casos en que no ha habido incumplimiento de un deber, y solo se pide,

por ejemplo, la declaración de que una persona X está exenta de una obligación (acciones de
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mera declaración negativa). Tampoco explica el caso de la acción infundada ni, el supuesto

contrario, el del derecho de contradicción.

Si las teorías de Coviello y Kelsen fuesen correctas, habría que llegar a la conclusión de que en

la época en que el poder público no ejercía la función jurisdiccional, nadie tenía derechos

subjetivos. La acción es uno de los medios destinados a dar mayor eficacia a los preceptos

jurídicos.

TEORIA DE LA AUTONOMIA DEL DERECHO DE ACCION:

Esta obedece a las siguientes razones:

a) En primer término, hay casos en que existe la acción y no encontramos un derecho

material o viceversa;

b) En segundo lugar, el de acción es correlativo de un deber del Estado, al que suele darse el

nombre de obligación jurisdiccional;

c) Por último, y como consecuencia de lo que acabamos de decir, el de acción es público, en

tanto que el otro tiene generalmente carácter privado.

Podríamos decir que la diferencia entre obligaciones naturales y obligaciones éticas estriba en

que las segundas son deberes, pura y simplemente, en tanto que las primeras tienen el carácter de

una deuda para con el titular del derecho correlativo.

Se dirá que esta sanción no es jurídica, sino convencional. Pero, aun admitiendo este extremo

abría que aceptar que tiende a lograr el cumplimiento de un deber jurídico, y sólo, jurídicamente

se justifica.
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Sólo dentro del marco de una concepción positiva puede hacerse depende la existencia de un

derecho de la posibilidad de emplearla coacción publica contra el deudor.

Los hombres que poseen un sentimiento jurídico no ofuscado por prejuicios cumplen las

exigencias legales por respeto a las facultades de sus acreedores, no por evitar la ejecución

forzosa. Y esta presión del sentimiento jurídico es también una forma de garantía. Desconocer

tal hecho o declarar que se trata solamente de una presión moral, es jugar con las palabras.

El pago no voluntario de una deuda de juego no representa nunca el cumplimiento de

obligaciones morales. En cambio, no hay dificultad ninguna en considerarlo como observancia

de una obligación jurídica. Este y no otro es el verdadero sentido de la coercibilidad del derecho.

Hay que tener en cuenta que la ley sólo respeta los hechos consumados cuando ocurren en

concordancia con el derecho. Si se insiste con sostener que la coacción es esencial a este,

entonces hay que distinguir la coacción fisiológica de la pura mente física. “La coacción

psicológica está representada por todos los motivos que pueden inducir a la voluntad de

conformarse con una norma y a observarla desde los clevados sentimientos de solidaridad

humana y las razones de concordancia con el precepto por su utilidad y justicia, hasta el temor de

las sanciones que serán aplicadas en caso de inobservancia. La coacción física consiste en el uso

de la fuerza material para asegurar la ejecución del precepto o para hacer sufrir al transgresor las

consecuencias de su acto ilícito”

Supongamos que una persona presta a otra cien pesos, y que el deudor paga, no obstante, lo

cual presenta el mutuo mutuante una demanda pidiendo se condene al mutuario a la devolución

del dinero. En tal Hipótesis estaríamos en presencia de una acción infundada.


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El deber correlativo queda cumplido cuando se resuelve que la acción es infundada o lo que es

lo mismo, que no existe el derecho substancial invocado por el actor.

Descubrimos de esta suerte una tercera diferencia entre los dos tipos de derechos. El de acción

es, en todo caso, correlativo del deber jurisdiccional y tiene, por lo tanto, índole pública. El otro

en cambio puede ser privado.

El derecho de acción tiene las siguientes características:

a) Es un derecho subjetivo público, porque es correlativo de una obligación impuesta a

ciertos órganos del Estado. Tales órganos denominasen jurisdiccionales y su actividad

consiste en aplicar normas generales a casos concretos, para su satisfacción y tutela de los

intereses que estas protegen.

b) Es relativo, porque corresponde a una obligación, especial de una persona individualmente

determinada

c) Es abstracto, pues puede ser ejercitado por cualquier persona, aun cuando no tenga un

derecho material que hacer valer.

d) No se trata de un derecho frente al adversario, sino de una facultad correlativa de una

obligación Estatal.

Es posible, en el ejercicio del derecho de acción por quien afirme indebidamente, ser titular de

un derecho substancial. Pues la acción no es derecho a obtener una sentencia favorable sino

simplemente derecho a sentencia, derecho a pedir la presentación de la función jurisdiccional.

Sólo de este modo se explica que el derecho de acción pueda corresponder también al que no

tiene el derecho material y sólo así puede darse al proceso una base autónoma,

independientemente del derecho privado.


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La circunstancia de que le derecho material eventualmente invocado por el acto exista o no en

un caso especial. Es indiferente porque basta la simple protección inabstracto, de un derecho,

para que la acción pueda ejercitarse.

De acuerdo con tal doctrina, el derecho de que venimos tratando no existe antes de la

presentación de la demanda, sino, como simple posibilidad y únicamente se transforman en

verdadero derecho cuando se presentan determinadas circunstancias de índole substancial

(Condiciones de la acción) y procesal (presupuestos procesales).

El derecho de acción no debe equipararse al de libertad, porque este último es correlativo de

una obligación puramente negativa, en tanto que al primero corresponde una obligación de

naturaleza positiva, al saber: la jurisdiccional de los tribunales y los jueces. Por otra parte la

negativa correspondiente al derecho de libertad es, como antes vimos, una obligación genérica,

es decir, un deber impuesto por el derecho objetivo a todo el mundo.

Mientras el derecho de acción es de primer grado el de libertad es de segundo, ya que se

relaciona siempre con otro derecho, y consiste en la facultad de optar entre el ejercicio o no

derecho de éste.

No es lo mismo tener una facultad de presentar una demanda ante los tribunales, que estar

autorizado entre hacerlo y no hacerlo.

El de acción es una facultas exigendi, en tanto que el de libertad es solo una facultas ingendi.

Los partidarios de la doctrina de la acción como derecho abstracto formulan contra las ideas

del Bulow y Wach las siguientes objeciones:


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a) La tesis de la acción como derecho concreto a tutela jurídica no explica, ni puede explicar,

el caso en que la acción carece de fundamento, porque en tal hipótesis, la sentencia debe

ser absolutoria.

b) Además, hace depender indebidamente el derecho de acción de la exigencia de la facultad

jurídica materia cuya tutela se busca.

El derecho a una sentencia favorable solo puede nacer al concluir la causa, ósea, cuando se a

aportado los elementos que permiten al juez formarse una convicción favorable al demandante.

La ley puede garantizar el goce absoluto (propiedad), o simplemente el relativo o limitado

(desmembramiento de la propiedad uso, habitación, usufructo, etc.)

A los derechos absolutos de carácter privado suelen dárseles el nombre de reales; a los

relativos se les conoce con la denominación de personales.

Existe –Dice Chiovenda—La categoría de los potestativos, cuya característica esencial estriba

en que frente a ellos no encontramos un deber correspondiente de otra persona.

Pero todas tienen de común la tendencia a producir un efecto jurídico en favor de un sujeto y

a cargo de otro, el cual no debe hacer nada, ni siquiera para librarse de aquel efecto,

permaneciendo sujeto a su actuación. La sujeción es un estado jurídico que no exige el concurso

de la voluntad del sujeto ni ninguna acción suya.

Por regla general, requiriese que los particulares, ejercitando su derecho de acción, la

provoquen. Y si ejercitan el derecho.


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Todo derecho subjetivo es término de una relación jurídica y por tanto no se concibe

desligado del deber correspondiente.

LA RELACION JURIDICA PROCESAL:

Constituye el contenido de la función jurisdiccional. Hay consecuentemente una relación

jurídica procesal, que en su aspecto activo está representada por las facultades legales de las

partes frente a los órganos encargados de la jurisdicción y en su aspecto pasivo, por el deber

jurisdiccional de tales órganos.

Se dice que es compleja porque no se agota en un solo vinculo normativo, sino que se

desenvuelve en una serie de relaciones de derecho, constitutivas del proceso.

Los elementos principales de éste, en su fase declarativa:

A) La demanda;

B) La defensa;

C) La sentencia.

La primera es un acto del demandante o actor; la segunda corresponde al demandado, y la

tercera debe ser dictada por el Juez.

El fallo es un término natural de una secuela de actos ejecutados por las partes y los

funcionarios judiciales.

Algunos autores, como Wach y Hellwig, afirman que asi como el del actor es derecho

concreto a la tutela jurídica de sus intereses, el del demandado tiene al propio fin y en

consecuencia pueden definirse como derecho a que se declare la improcedencia de la acción.


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En consecuencia, no son de aceptarse las concepciones que vean en el derecho procesal del

demandado un ataque contra acciones infundadas, puesto que tales concepciones establecen, en

realidad, una dependencia del derecho de defensa relativamente, al substancial, que el

demandado pretende hacer valer, así como las doctrinas que ven en la acción una modalidad de

derecho subjetivo material establecen la dependencia de acción frente a la substancial que se

pretende analizar.

Tales relaciones dan origen a los siguientes deberes y derechos

a) En cuanto al actor:

1) La facultad de provocar el ejercicio jurisdiccional para la tutela de un derecho y a fin de

obligar al demandado a que se someta a la decisión judicial.

2) El deber de sufrir las consecuencias del ejercicio de la actividad jurisdiccional, tanto en

las relaciones como el juez o tribunal, como las relaciones con el demandado.

b) En cuanto al demandado:

1) La obligación de participar en la relación procesal (esta obligación es consecuencia del

derecho de acción).

2) El derecho de defensa, ósea, el de oponerse a las pretensiones del demandante y

solicitar la tutela de los intereses propios, a través del ejercicio de la función jurisdiccional.

c) En cuanto al Juez:

1) El deber de presentar su actividad.

2) El poder de realizar los actos necesarios para emitir el fallo


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De lo dicho se infiere que en opinión de Mortara, hay entre las partes dentro del proceso deberes

y derechos recíprocos.

Es posible que el REO sea rebelde, es decir, que no quiera comparecer ante el tribunal.

Claro es que su rebeldía lo coloca normalmente en una situación de inferioridad dentro del

proceso; pero aquella actitud no implica el cumplimiento de un deber, ni es tampoco licita.

La relación ejecutiva tiene, pues, un carácter propio originado por el hecho de que procediendo

de una declaración (Titulo ejecutivo), la convicción de los órganos ejecutivos acerca de la

voluntad de ley está ya formada.

CONCLUSION:

El ordenamiento jurídico surge entre otras cosas para evitar la justicia por la propia mano y dar

una certeza de que todos seamos tratados con equidad y justicia, sin embargo es de vital

importancia que todos los segmentos de la sociedad cumplan con la función que les corresponde,

desde los particulares, al demandar por sus derechos sean reales o naturales, hasta los jueces que

deben de impartir justicia basándose en el desahogo correcto de pruebas, además cabe mencionar

que si no apegáramos a la moralidad, el sistema jurídico no se vería rebasado.

BIBLIOGRAFIA:

Eduardo García Máynez. Introducción al estudio del derecho.

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