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ACTIVIDAD 3. Caso clínico sobre trastorno por déficit de atención con hiperactividad
La primera vez que Alberto acudió a consulta tenía 8 años y cursaba 2º de primaria. Le
acompañaba su madre, la cual vino aconsejada por parte del colegio, ya que el niño parecía no
prestar atención suficiente en la escuela y molestaba y distraía a los compañeros. Este tipo de
conducta, además de la inquietud motora, también estaba siendo percibida durante un tiempo
en el contexto familiar. La sospecha de un diagnóstico de TDAH se hizo patente nada más
entrar el niño por la puerta. En los minutos en que introducíamos los datos en el ordenador,
había toqueteado todos los objetos de la consulta, los pocos juguetes que había a la vista
estaban por el suelo, los lápices de colores cambiados de sitio, etc. Parecía como lo describía la
madre, un terremoto.
En la entrevista inicial, la madre comentó que durante los primeros años de vida había sido un
bebé de temperamento difícil: llorón, irritable ante cualquier estímulo, con problemas para
calmarse y con demandas continuas de atención hacia los padres. Un aspecto que destacó en
particular fueron las pautas irregulares en el sueño. Desde bien pequeño se levantaba varias
veces, encendía y apagaba las luces y despertaba a toda la familia. En relación con los hitos del
desarrollo, el inicio de la marcha, la adquisición del lenguaje y el control de esfínteres, se
produjeron con normalidad, aunque el niño había sido algo movido y un poco patoso. Comenzó
a andar a los 14 meses y la madre comentó que se caía con facilidad porque era muy
atolondrado e iba corriendo a todos lados. Cuando acudía al parque mostraba un movimiento
excesivo en comparación con los otros niños de su misma edad, iba de un columpio a otro sin
ser capaz de permanecer en ninguno de ellos y disfrutar del juego.
Asistió a la guardería aproximadamente a los 2 años y medio. En este contexto las maestras se
quejaban repetidamente de que era un niño mucho más inquieto que el resto de sus
compañeros: trepaba por todas partes, le costaba seguir las instrucciones/consignas dadas y
mostraba gran dificultad para adquirir los hábitos básicos de autonomía apropiados a su nivel
evolutivo.
En relación con el entorno familiar, los padres comentaron que en casa existían fuertes
tensiones entre ellos y que, a raíz de esto, Alberto había comenzado a mostrar un
comportamiento más desafiante. La madre presentaba problemas emocionales. Informó de
que su vida era muy estresante y manifestó que era incapaz de manejar el comportamiento de
su hijo, expresando fuertes sentimientos de ineficacia personal y frustración.
Un dato relevante de la historia familiar era la similitud que encontraba la madre entre ciertas
conductas del niño y las del padre, a pesar de que éste nunca hubiese sido diagnosticado de
TDAH.
Como se comentaba unas líneas más arriba, en el colegio el niño se distraía a menudo con
juguetes que llevaba de su casa, tiraba el lápiz y otros objetos al suelo, hacía ruidos con la boca
y canturreaba frecuentemente. No prestaba atención a las explicaciones, no terminaba las
tareas que le encomendaban y cometía muchos errores por descuido y por la excesiva rapidez
con la que pretendía terminarlas. Incluso alguna vez había dejado en blanco el folio reverso de
un examen. Era muy desorganizado y poco cuidadoso con su material escolar, que solía perder
con frecuencia. En consecuencia, necesitaba muchas recomendaciones y advertencias para
lograr objetivos que los niños de su edad dominaban sin esfuerzo.
Cuando llegaba a casa, más de lo mismo: le costaba centrarse y hacer las cosas despacio y
reflexionando. Sobre todo, no conseguía regular su atención ante actividades monótonas,
largas o repetitivas. Ni siquiera cuando había una recompensa de por medio. Un tema que
irritaba particularmente a la madre es que no podía dedicarse a los deberes durante más de 5
minutos, pero sí pasarse horas y horas jugando a la videoconsola.
Por último, otro aspecto que preocupaba tanto a la maestra como a la madre del niño tenía
que ver con los problemas sociales. A pesar de que era considerado un niño sociable al que le
gustaba la compañía, no era fácilmente aceptado por sus iguales ya que se saltaba las reglas
del juego, no toleraba perder e intentaba imponer sus propias normas y gustos. De hecho, no
solían invitarlo a las fiestas de cumpleaños y era elegido en los últimos lugares cuando se
formaban equipos de juego o de trabajo.
1. Elabora una pequeña lista relacionando la sintomatología descrita con la/s posible/s
función/es cognitiva/s afectada/s. Establece esta relación con al menos dos
funciones/procesos cognitivos. (2 puntos)
- Inquietud motora en todos los contextos y movilidad excesiva desde muy
pequeño.
- Atención insuficiente.
- Pautas de sueño irregulares.
- Algo patoso, se caía con frecuencia.
- Similitud de conductas con el padre.
- Distracción frecuente y dificultad para centrarse y hacer las cosas reflexionando
(impulsividad).
- Entre iguales dificultad para seguir normas, necesidad de imponer las suyas
propias (comportamiento desafiante también en casa).
En la lista aparecen las principales dificultades a nivel cognitivo, conductual, motor y
social.
Hiperactividad e impulsividad.
5. A continuación, se presenta una lámina con una vista lateral del cerebro. Indica con
colores o flechas 3 regiones o circuitos cerebrales principales que podrían verse
afectados en el TDAH, etiquétalos con sus correspondientes nombres y haz una breve
descripción de sus funciones. (1 punto)
Cortex prefrontal.
Cerebelo.
Las vías
mesocorticales y
cerúleo – cortex
frontal prefrontal:
tendrían que ver con
los procesos de
atención,
concentración y
función ejecitiva.
Las vías
mesolímbicas y
locus cerúleo
límbica ,
relacionadas con
aspectos
emocionales/mo
tivacionales.
Vías nigroestriales
y locus-cerúleo
cerebelo
implicadas en el
cpntrol
coordinación del
movimiento