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Garaventa -¿Nuevos lazos familiares?

En los últimos años surgieron algunas preocupaciones clínicas por unos obstáculos
surgidos en nuestra práctica en relación a consultas crecientes en la guardia por los que así
llamamos “niños de la calle”. Haciendo referencia a sujetos sobre los cuales no se
encuentra ninguna posibilidad de localizar a adultos responsables de él. La autora expresa
que “se trata de niños sin adultos, niños en fuga, [...] sin que nadie buscara o reclamara por
ellos.”
Mostraban a su vez que por la magnitud del desamparo que los atravesaba, se les volvió
imposible sostener un lugar de hijo para su descendencia. Sólo quedaba por lo menos en
principio un nombre hueco. Haciendo referencia a que madre/padre/abuela eran
nominaciones que parecían haber perdido su eficacia simbólica. Por lo cual el niño queda en
ese estado de situación de calle, desposeído no sólo de un hogar o lugar de resguardo sino que
la pertenencia a una genealogía queda suspendida, suprimida o rechazada.

Algunas puntuaciones extraídas de la lectura de Pierre Legendre, junto a algunas precisiones


de Lacan en relación a la institución del lazo filiatorios del que es efecto y en el que sostiene
el lazo familiar. En relación a la institución filiatoria Garaventa menciona a Legendre y a
Lacan. Por un lado, Legendre plantea que la primera institución filiatoria es la lengua y, por
otro lado, Lacan propone que es la “tuación”, es decir, que todo ser humano necesita de un
Otro que lo posicione en el lugar de un “tú”, que no solo dona un nombre propio, sino un
lugar en el linaje.
Esta donación a centrar la muerte enlazada a la vida como marca de finitud de aquel que
recibe al niño. Esta marca de finitud pon entonces en juego un vacío necesario para el orden
generacional, se instala al Infante en el sentido romano, en un orden filiatorios que da lugar a
la sucesión generacional. en esa función del vacío que Lacan articula a la función paterna en
relación al cero, se sostiene la ”tuacion”.
Si el sujeto acepta la marca filiatorios, admite dejarse interpelar por ese tu haciéndose hijo del
significante.
En occidente, la referencia fundadora es el padre muerto. Se ejerce la función de padre
porque se renuncia a la posición de hijo ante su propio hijo. No se se deja más totalmente el
lugar de hijo al propio hijo.
Lacan dice que lo irreductible de una transmisión que sostiene la necesaria edad de recibir de
la madre la marca de sus cuidados en un deseo que no sea anónimo, y la función del padre, en
tanto nombre, será el vector de una Encarnación de la ley en el deseo.
En este punto, se vuelve necesaria la pregunta acerca de lo irreductible de esa transmisión
respecto de estos niños para lo que la ligadura a lazo familiar está suspendida, suprimida o
rechazada.
Estos niños tienen nombre y apellido, hablan, pero exponen al abandono que los embarga.
Abandono que propongo pensar en el sentido de a-don,
En el sentido de qué no se sostuvo con firmeza el don del todo, con lo cual no hay en
principio para ellos quieren los busque. Atentado por el Cual la escena filiatorios no se
sostiene. Desgarro que muestra que no alcanza con el nombre del registro civil para hacer
hijo..
La autora entiende entonces a la infancia como el refugio que un niño encuentra cuándo
juega, si cuenta con el amparo del otro que se hace responsable del riesgo. Para que un niño
juegue, él fuera de juego, es decir lo que no esté jugando, debe estar sostenido por la función
paterna encarnada, función donadora de vacío que puede ejercer cualquiera pero tiene que ser
uno.

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