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PREVENCIÓN

DEL SUICIDIO
CONSIDERACIONES
PARA LA SOCIEDAD
Y TÉCNICAS PARA
EMERGENCIAS
Sergio Andrés Pérez Barrero
Jesús Guerra Plaza
Mikel Haranburu Oiharbide
PREVENCIÓN DEL SUICIDIO
CONSIDERACIONES PARA LA SOCIEDAD
Y TÉCNICAS PARA EMERGENCIAS
PREVENCIÓN DEL SUICIDIO
CONSIDERACIONES PARA LA SOCIEDAD
Y TÉCNICAS PARA EMERGENCIAS

Sergio Andrés Pérez Barrero


Profesor Titular de Psiquiatría de la Universidad de Granma (Cuba)
Miembro del Grupo de Prevención e Investigación del Suicidio
de la Organización Mundial de la Salud
Fundador de la Sección de Suicidiología de la Asociación Mundial de Psiquiatría
Fundador de la Red Mundial de Suicidiólogos

Jesús Guerra Plaza


Profesor Titular de Psicología de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU)
Especialista en Psicología Clínica
Miembro de la Red Mundial de Suicidiólogos
Miembro de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao

Mikel Haranburu Oiharbide


Profesor Agregado de Psicología de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU)
Miembro de la Asociación Europea de Psicología de la Personalidad (EAPP)
Profesor de Psicopatología
CIP. Biblioteca Universitaria

Foto de portada/Azalaren argazkia:


© Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco
Euskal Herriko Unibertsitateko Argitalpen Zerbitzua
ISBN: 978-84-9082-272-2
60-920-2
Publicación digital/Argitalpen digitala (PDF): 2016
A Elisabeth Kübler-Ross
Todos tenemos una lección que aprender,
una finalidad en la vida.
ÍNDICE

1. Presentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

2. Los medios de comunicación y la prevención del suicidio . . . . . . 13


Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
I. Publicar los factores de riesgo para el suicidio . . . . . . . . . . . . . 17
II. Publicar los factores protectores para evitar el suicidio . . . . . . 33
III. Publicar los mitos y las evidencias relacionadas con el suicidio 49
IV. Publicar los signos de alarma de una crisis suicida . . . . . . . . . . 58
V. Publicar las fuentes de salud mental a las que se pudieran acu-
dir en caso de situación de crisis suicida . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
VI. Divulgar los grupos de riesgo suicida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
VII. Divulgar medidas sencillas que permita a la población saber qué
hacer en caso de detectar un sujeto con riesgo de suicidio . . . . 70

3. Prevención, intervención y rehabilitación de la conducta suicida 89


Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
Prevención e intervención primaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
Intervención y prevención secundaria: Tratamiento . . . . . . . . . . . . . 94
Prevención e intervención terciaria: Rehabilitación . . . . . . . . . . . . . 97

4. Protocolo psicológico de actuación ante intentos de suicidio . . . . 101


Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101
Intervención psicológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
Anexo: Un caso real de intento de suicidio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110

9
5. El abordaje por teléfono de las amenazas de suicidio. . . . . . . . . . 115
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115
Objetivo general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
Objetivo específico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120
Procedimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126
Anexo: Caso real de llamada de ayuda de un suicida. . . . . . . . . . . . . 128

6. Ciberemergencias: la conducta suicida en Internet . . . . . . . . . . . 131


Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
El suicidio como espectáculo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133
El suicidio asistido y/o grabado fortuitamente . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
La prevención del suicidio: Internet como ayuda para evitarlo . . . . . 136
Efectos colaterales de internet . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138
Ciberacoso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142
Cibersuicidio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
Ciberemergencias y prevención del suicidio en Internet . . . . . . . . . . 146

10
1

Presentación

Para entender por qué un paciente ha intentado suicidarse, algunos


terapeutas se preguntan ¿Por qué yo no me quiero suicidar? La vida, a
pesar de todo, todavía merece la pena. Tengo esperanza, motivos por
los que vivir, a pesar del sufrimiento. Del placer, disfrutar; del dolor,
aprender, dice una antigua máxima. Vivir es sufrir, sobrevivir es lograr
encontrar sentido al sufrimiento, según una conocida cita de Viktor
Frankl1. Las personas que optan por el suicidio buscan una forma rápi-
da de salir del sufrimiento; otras toman caminos más lentos.
Además del instinto de vida, nos mantienen vivos la esperanza, las
expectativas y la dignidad. Cuando el sufrimiento o el dolor se vuel-
ven insoportables, cuando se pierde el sentido de la vida y de uno mis-
mo, muchas personas se confiesan muertos vivientes y prefieren que el
destino o la suerte decidan por ellos. Pero si aún tenemos la capacidad
de elección, de libertad, merece la pena seguir viviendo un poco más.
La clave parece estar en ser capaz de convertir el fracaso externo en
triunfo interno. Se produce entonces un efecto paradójico; al aceptar
valientemente el sufrimiento, se le encuentra sentido y deja de ser in-

1 V. E. Frankl. El hombre en busca de sentido. Editorial Herder, 1979.

11
soportable; aprendemos de él, e incluso, aparece una extraña sensación
placentera de autocontrol.
Prevenir el suicidio se ha convertido en una de las primeras preocu-
paciones de los responsables y profesionales sociales y sanitarios. En
el libro que presentamos los autores proponemos distintas estrategias y
abordajes para prevenir el suicidio, que ya es la primera causa de muer-
te no natural en las sociedades occidentales y la cuarta causa de muerte
en valores absolutos.
Haremos una recopilación de cómo abordar la conducta suicida
desde la prevención hasta la rehabilitación de las víctimas primarias y
secundarias. En relación con los medios de comunicación, una mayor
sensibilidad social obliga no solo a saber cómo informar de este tipo
de acontecimientos, sino también, en la medida de lo posible, preve-
nirlo. En este sentido el uso y abuso de las nuevas tecnologías también
llega al tema del suicidio. En el capítulo correspondiente analizaremos
las posibles influencias de internet, y haremos un repaso a actividades
preventivas y promocionales que aparecen en la red de redes.
Con especial interés se han escrito dos capítulos del abordaje de
las amenazas e intentos no consumados de suicidio. Por un lado, por-
que escasean los protocolos de actuación en estas situaciones tan estre-
santes de emergencias, donde muchas veces solo se tiene la palabra an-
tes de utilizar medios de contención, y, por otro, porque sabemos que
si se evita la autolisis las probabilidades de volverlo a intentar bajan
exponencialmente. El interés de los profesionales sanitarios, por lo ge-
neral, se ha centrado fundamentalmente en actuaciones para detectar
casos potenciales, y en abordar la conducta suicida en atención prima-
ria, y en servicios hospitalarios de urgencias y especializados. Nuestra
aportación se ha centrado en situaciones de emergencias, o bien cuan-
do tenemos que actuar directamente o bien cuando recibimos una lla-
mada telefónica de ayuda.

Los autores

12
2

Los medios de comunicación


y la prevención del suicidio
Sergio Andrés Pérez Barrero

Introducción

En las Sagradas Escrituras se hace referencia al suicidio de Saúl


dejándose caer sobre su espada y seguidamente su escudero se suici-
dó utilizando el mismo método que su jefe, poniendo de manifiesto el
efecto imitativo del suicidio.
Con la publicación de la tragedia Romeo y Julieta de William
Shakespeare, numerosos adolescentes, identificados con los persona-
jes y sus turbulentos amores terminaron sus vidas por suicidio. En los
quince libros de este autor calificados como tragedias, aparecen refle-
jados trece suicidios consumados y ocho posibles suicidios, en total
veintiún actos de suicidio. De los trece suicidios al menos siete están
descritos detalladamente y cuatro de ellos se pueden calificar como
suicidios asistidos mientras que otros tres presentan indiscutibles ele-
mentos imitativos. En la obra shakesperiana el suicidio es presenta-
do de forma neutral y a veces positiva, despertando en el lector sen-
timientos de piedad, compasión o admiración por la víctima, no de
rechazo o condena.

13
William Farr en 1843 consideró que «no hay una mejor evidencia
que el efecto imitativo de la conducta suicida».
El término «Efecto Werther» fue acuñado por el sociólogo nortea-
mericano D. P. Phillips en 1974 para describir el efecto de la sugestión
en la conducta suicida tomando como paradigma la novela The sorrow
of young Werther (Las penas del joven Werther) del escritor alemán
Johan W. von Goethe publicada en 1774 y en la que se cuenta la his-
toria de un joven talentoso quien desesperanzado por pasiones amoro-
sas, se suicida mediante un disparo en la cabeza. Su venta tuvo que ser
prohibida en diversos lugares de Europa porque desencadenó numero-
sos suicidios en jóvenes mediante el mismo método.
Más recientemente fue publicado el libro, Final Exit, una guía sui-
cida para los enfermos terminales y la asfixia era recomendada como
uno de los más efectivos métodos para lograrlo. En el año de la publi-
cación de Final Exit el número de suicidios por asfixia en la ciudad de
Nueva York se incrementó en 313%: de 8 casos a 33. En el 27% de es-
tos suicidios se encontró en el lugar del fallecimiento, un ejemplar de
Final Exit.
El «Efecto Yukiko» es un término similar al empleado por Phillips
y ha sido utilizado para referirse a la imitación de la conducta suicida
en el Japón, pues numerosos suicidios en adolescentes y jóvenes suce-
dieron después de la cobertura sensacionalista del suicidio de Yukiko,
estrella japonés de rock. En este propio país ha sido muy estudiada la
influencia de los medios de comunicación masivos en las tasas de sui-
cidio y han concluido que las imágenes visuales sobre suicidio son un
poderoso estímulo para el suicidio por imitación en personalidades
vulnerables determinando incluso, la selección de métodos que no eran
usuales en dicha cultura.
El mayor número de suicidios reportados por esta causa fue el que
siguió al fallecimiento de la estrella del cine norteamericano Marilyn
Monroe, pues durante el mes de su suicidio, en Agosto de 1962, hubo
303 suicidios, lo que significó un incremento del 12%.
Se han realizado múltiples investigaciones en las que se ha investi-
gado la relación existente entre el mal uso de la información acerca del
tema del suicidio y la ocurrencia de dichos actos, principalmente en

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sujetos vulnerables adolescentes y jóvenes, encontrando una clara evi-
dencia del efecto que pueden tener los medios de difusión con relación
a la utilización de métodos de suicidio específicos.
Entre 1983 a 1986 se reportó un incremento del número de sui-
cidios en el tren subterráneo de Viena lo cual estaba vinculado a las
noticias sensacionalistas de los medios de difusión de estos actos sui-
cidas. En 1987 la Asociación Austríaca de Prevención del Suicidio
lanzó una campaña contra este tipo de cobertura periodística y logró
que cesara la misma, reduciéndose de forma sustancial el suicidio por
este método.
En una investigación realizada en Québec de 71 suicidios reporta-
dos, al menos el 14% de éstos ocurrieron durante el mes siguiente a la
amplia cobertura en los medios de difusión del suicidio de un popular
periodista y el 90% utilizaron un método similar.
En Gran Bretaña se reportó una epidemia de suicidios por fuego
(más de sesenta) en los doce meses después de la amplia divulgación
que tuvo un caso de este tipo ocurrido en Ginebra.
Se han reportado incrementos de las tasas de suicidio que han se-
guido al reporte sensacionalista de este tipo de muerte también en los
Estados Unidos de América.
En otro estudio se examinó el comportamiento de las tasas de
suicidio después de exhibirse dos programas distintos en los que apa-
recían historias ficticias de jóvenes que cometían suicidio lanzándo-
se delante de un tren. Se encontró un incremento de suicidios y un
mayor número de los jóvenes que utilizaron dicho método. Los efec-
tos imitativos fueron tan sobresalientes que los suicidios ocurrieron
en individuos que habían presenciado los dramas y eran de la misma
edad y sexo que los de los personajes de ficción. Se reportaron se-
senta suicidios durante los 70 días posteriores a la exhibición de los
programas.
El impacto de los medios de difusión en la génesis del suicidio pa-
rece ser más evidente cuando la noticia es ofrecida al público de de-
terminada forma, por lo que se hace impostergable que los periodistas
cuenten con los conocimientos suicidiológicos mínimos que le permi-
tan cubrir la noticia de una manera más profesional.

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No se pretende coartar la libertad de expresión de los profesionales
de la información sino dotarlos de los conocimientos científicos para
elevar la calidad de lo que se informa, por lo que los suicidiólogos su-
gieren la manera en que debiera manejarse el tema del suicidio, y los
profesionales de la información deciden cómo hacer dicho manejo re-
cordando que un buen profesional de la información nunca debe olvi-
dar que a la libertad de expresión debe ir unida la responsabilidad so-
cial por las consecuencias de lo que se informa.
Las noticias sensacionalistas sobre el suicidio de una personali-
dad pública puede precipitar el suicidio de personas vulnerables, sobre
todo los adolescentes y jóvenes, por lo que se indica que en los diarios
se cumplan las siguientes indicaciones al reportar un suicidio:

— No debe aparecer la noticia en primera página ni en la última,


que sería la inicial para los que comienzan a leer el diario al
revés.
— No deben aparecer fotos del fallecido.
— No se debe describir el método utilizado con lujo de detalles
pues sirve a otros de referencia si están indecisos de cuál medio
utilizar para autodestruirse.
— No deben ofrecerse explicaciones simplistas ni únicas de lo su-
cedido pues el suicidio es una conducta compleja que responde
a causas biológicas, psicológicas y sociales.
— No debe equipararse el suicidio con atributos valiosos del carác-
ter ni valores morales dignos de imitar como la valentía, la leal-
tad, el valor, el amor, la dignidad, el honor, el altruismo, la sen-
sibilidad y el sentimiento solidario, etc.
— No deben recalcarse únicamente los aspectos positivos de la
personalidad del difunto sino también los posibles factores
que facilitaron el suicidio como el padecimiento de una enfer-
medad mental, el abuso de drogas y alcohol, los intentos sui-
cidas previos, ingresos psiquiátricos, falta de apoyo familiar y
social, etc.
— No debe aparecer la palabra suicidio como sinónimo de éxito,
salida, opción, solución.
— No se debe ofrecer el suicidio como una forma de solucionar las
dificultades de la vida.

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A continuación se ofrecen algunas sugerencias de cómo mane-
jar dicha información según un grupo de expertos de la Organización
Mundial de la Salud:

— Las noticias sobre el suicidio de un sujeto deben aparecer en las


páginas centrales y preferiblemente en forma de notas breves.
— La palabra suicidio no debe aparecer. Es preferible calificar la
muerte como de causa violenta o el empleo del calificativo de
muerte auto provocada o auto infligida.
— Se deben ofrecer ejemplos de otras personas que en situaciones
similares han respondido con mecanismos de adaptación creati-
vos y de otros individuos que en peores situaciones supieron en-
contrar soluciones no autodestructivas.

Los medios pueden convertirse en un aliado eficaz en la pre-


vención del suicidio como causa de muerte evitable debido a la po-
sibilidad de comunicarse con multitudes y su contribución en la
prevención del suicidio sería eficaz si se cumplieran las siguientes
orientaciones:

I. Publicar los factores de riesgo para el suicidio

El conocimiento de los factores de riesgo que predisponen la apa-


rición de determinada condición mórbida es una estrategia válida para
su prevención. Este principio también es aplicable a la conducta sui-
cida, por lo que se abordan los principales factores que predisponen a
la realización de un acto suicida en la niñez, adolescencia y juventud,
adultez y vejez.
Ante todo se debe considerar que los factores de riesgo suicida
son individuales, pues si para algunos son un elemento de riesgo, para
otros pueden no representar problema alguno. Además de individuales
son generacionales, ya que factores que son de riesgo en la niñez pue-
den no serlo en la adultez o la vejez. Por otra parte son genéricos, ya
que los de la mujer no son similares a los del hombre. Asimismo están
condicionados culturalmente, pues los factores de riesgo para una de-
terminada cultura pueden no serlo para otros.

17
Por último, están vinculados a un momento histórico concreto,
pues lo que fue un factor de riesgo suicida en el siglo XV no lo es en el
siglo XXI.
Los factores de riesgo suicida pueden ser clasificados según la eta-
pa de la vida en que se presentan.
En la infancia los factores de riesgo deben ser detectados principal-
mente en el medio familiar en el que vive el menor. Así hay que tener
en cuenta si fue un embarazo deseado o no, pues en este último caso
existirían en mayor o menor grado, de forma explícita o encubierta di-
ferentes manifestaciones de rechazo con la lógica repercusión psicoló-
gica en el menor.
La edad de los progenitores tiene importancia. Los embarazos en
personas demasiado jóvenes dan lugar a trastornos en la atención y
educación del niño, debido a la inmadurez biopsicológica de los pa-
dres. El embarazo en personas maduras es causa de una crianza defec-
tuosa por la disminución de la energía vital, lo cual impide la satisfac-
ción de las demandas del menor en su lógico desarrollo; esto provoca
actitudes que pueden cubrir toda una gama desde la sobreprotección li-
mitante hasta la permisividad.
El seguimiento durante el embarazo y los controles obstétricos pe-
riódicos tienen importancia, pues denotan disciplina y responsabilidad
con el fruto de la concepción. Una mujer embarazada indisciplinada e
irresponsable, que no asiste a consultas médicas, podría no resultar una
madre adecuada a los requerimientos del niño.
La personalidad de los progenitores tiene enorme importancia en el
riesgo suicida de los hijos. Si padecen un trastorno de la misma, en es-
pecial antisocial o emocionalmente inestable, la crianza estará mediada
por dichos rasgos. Asimismo ser portadores de enfermedades psiquiá-
tricas como la esquizofrenia, depresión, el alcoholismo o la drogadic-
ción materna y/o paterna son factores que pueden predisponer al suici-
dio en los hijos.
De cualquier forma, resulta difícil para el médico no especializado
la realización de un diagnóstico psiquiátrico específico; por ello una
opción adecuada es considerar la enfermedad mental de alguno de los

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progenitores como factor de riesgo en los niños, independientemente
de la patología psiquiátrica de que se trate.
En cuanto a las características psicológicas del menor que pue-
de realizar un acto suicida, se mencionan las siguientes: la disforia,
la agresividad, la hostilidad como manifestaciones de un trastorno del
control de los impulsos. Pueden ser niños con pobre tolerancia a las
frustraciones, incapaces de prorrogar la satisfacción de sus deseos, de-
mandantes de atención y afecto, con intentos de suicidio previos, ma-
nipuladores que asumen el papel de víctima; celosos de los hermanos,
susceptibles y rencorosos. Pueden expresar ideas de morir o suicidas.
Otras veces son rígidos, meticulosos, ordenados, obstinados y per-
feccionistas; tímidos, con pobre autoestima, pasivos, dependientes, etc.
Referente a las enfermedades mentales que pueden producir riesgo
suicida en la infancia se encuentran las afecciones psiquiátricas graves,
como trastornos del humor, esquizofrénicos, de conducta, de adaptación
y de ansiedad, el trastorno incipiente de personalidad y el retraso mental.
Por tanto, la enfermedad mental en el niño es un rasgo importante que
se debe tener presente al evaluar a un menor con otros factores de riesgo.
De igual manera el clima emocional en el cual convive el menor
es de suma importancia. Un hogar roto, con discusiones y peleas fre-
cuentes entre los padres, el maltrato físico al niño o psicológico en
forma de rechazo manifiesto, humillaciones, vejaciones o un hogar
sin normas de conducta coherentes con el papel de cada miembro de
la familia, puede ser un caldo de cultivo para la realización de un acto
suicida. En este sentido, hay que tener en cuenta la presencia de fami-
liares, principalmente padres, hermanos y abuelos con antecedentes
de comportamiento suicida, ya que existe la posibilidad de imitación.
En esta dirección también se debe destacar la existencia de amigos o
compañeros de escuela con dicha conducta, que, por similar mecanis-
mo, pueden predisponer a la realización de este acto.
Contrario a lo que se piensa, la existencia de un motivo no desen-
cadena habitualmente un acto suicida de inmediato, por impulso, sino
que el niño comienza a dar una serie de señales en su conducta que de
manera general se traducen en cambios de todo tipo. Así tendremos
que velar su comportamiento en la casa o la escuela (agresivos o pasi-

19
vos), variación de hábitos alimenticios (perdida o aumento del apetito),
en los hábitos de sueño (insomnio, enuresis, pesadillas, exceso de sue-
ño), de carácter, de ánimo, dificultades en el aprovechamiento docen-
te, en el juego (desinterés, no participación con los amigos habituales),
repartir posesiones valiosas, preocupaciones con la muerte y temas afi-
nes, hacer notas de despedida, etc.
Un niño en el que se observan cambios como los señalados en el
párrafo precedente y que reúna otros factores de riesgo suicida, debe
ser evaluado en breve por personal especializado en salud mental (psi-
cólogos, o psiquiatras infantojuveniles).
Los métodos elegidos por los menores para autodestruirse depen-
den de la disponibilidad de estos, las propias experiencias y circuns-
tancias del momento. Se citan: la ingestión de tabletas, venenos agríco-
las, keroseno, lociones para la piel, precipitación, ahorcamiento, fuego,
cortes de vasos sanguíneos, y disparos con armas de fuego. Por lo ge-
neral, las niñas atentan contra su vida a más temprana edad que los va-
rones, puesto que logran una madurez psicológica antes que éstos. Los
lugares en los que los niños intentan el suicido son generalmente aque-
llos que frecuentan (hogar, escuela, casa de amigos, etc.).
Los adolescentes que intentan el suicidio o se suicidarán se carac-
terizan por tener diversos factores de riesgo para esta conducta, entre
los que se encuentran:

— Provenir de medios familiares con desventaja social y pobreza


educacional.
— Estar más expuestos a situaciones familiares adversas que con-
dicionan una niñez infeliz.
— Presentar mayor psicopatología, incluyendo depresión, abuso de
sustancias y conducta disocial así como baja autoestima, impul-
sividad, desesperanza y rigidez cognitiva.
— Mayor exposición a situaciones de riesgo suicida o eventos vita-
les suicidógenos como las relaciones humanas tumultuosas, los
amores contrariados o problemas con las autoridades policiales.

Intentaré desarrollar cada uno de estos aspectos por separado para


que el lector pueda conocerlos en detalle.

20
I. Factores culturales y sociodemográficos
Los problemas socioeconómicos, los bajos niveles educacionales
y el desempleo son factores de riesgo para el comportamiento suicida,
pues limitan la participación social activa del adolescente, impiden la
satisfacción de las necesidades más elementales y coartan la libertad
de quienes los padecen.
Los factores asociados a la cultura adquieren una importancia
capital en la conducta suicida entre las minorías étnicas, quienes se
ven sometidas a un proceso de colonizaje cultural con pérdida de
su identidad y costumbres y también se hace patente entre los inmi-
grantes.
Entre las razones que pueden contribuir al suicidio de los adoles-
centes de estos grupos poblacionales se encuentran: extrañar la tierra
natal y sus costumbres, problemas con la pareja, infelicidad, baja au-
toestima, carencia de amigos o familiares, el aislamiento social y la
falta de comunicación por las barreras que impone el idioma en caso
que el del país receptor difiera del idioma natal.
Un proceso de este tipo, aunque con menos diferencias, puede desen-
cadenarse en el curso de migraciones internas, cuando se trasladan las
familias, en busca de oportunidades, desde las zonas rurales a las urba-
nas o de las provincias o departamentos a las capitales. La mudanza o
migración interna, puede ser un factor de riesgo de suicidio de impor-
tancia en la adolescencia, principalmente cuando no se logra la adapta-
ción creativa al nuevo entorno.

II. Situación familiar y eventos vitales adversos


La situación de la familia del adolescente suicida garantiza su infe-
licidad e impide su crecimiento emocional, pues son comunes:

— Presencia de padres con trastornos mentales.


— Consumo excesivo de alcohol, abuso de sustancias y otras con-
ductas disociales en algunos de sus miembros.
— Antecedentes familiares de suicidio o intentos de suicidio y per-
misividad o aceptación de esta conducta como forma de afronta-
miento.

21
— Violencia familiar entre sus miembros, incluyendo el abuso físi-
co y sexual.
— Pobre comunicación entre los integrantes de la familia.
— Dificultades para prodigar cuidados a los que los requieren.
— Frecuentes riñas, querellas y otras manifestaciones de agresivi-
dad en las que se involucran los miembros de la familia, convir-
tiéndose en generadores de tensión y agresividad.
— Separación de los progenitores por muerte, separación o di-
vorcio.
— Frecuentes cambios de domicilio a diferentes áreas.
— Rigidez familiar, con dificultades para intercambiar criterios
con las generaciones más jóvenes.
— Situación de hacinamiento, lo que en ocasiones se traduce por
la convivencia de varias generaciones en un reducido espacio,
lo cual impide la intimidad y la soledad creativa de sus miem-
bros.
— Dificultades para demostrar afectos en forma de caricias, besos,
abrazos y otras manifestaciones de ternura.
— Autoritarismo o pérdida de la autoridad entre los progenitores.
— Inconsistencia de la autoridad, permitiendo conductas que han
sido anteriormente reprobadas.
— Incapacidad de los progenitores para escuchar las inquietudes
del adolescente y desconocimiento de las necesidades biopsico-
sociales.
— Incapacidad de apoyar plena y adecuadamente a sus miembros
en situaciones de estrés.
— Exigencias desmedidas o total falta de exigencia con las genera-
ciones más jóvenes.
— Llamadas de atención al adolescente que generalmente adquie-
ren un carácter humillante.
— Si los padres están divorciados pero conviven en el mismo do-
micilio, el adolescente es utilizado como punta de lanza de uno
de ellos contra el otro y se le trata de crear una imagen des-
favorable del progenitor en contra de quien se ha realizado la
alianza.
— Incapacidad para abordar los temas relacionados con la sexua-
lidad del adolescente, la selección vocacional y las necesidades
de independencia.

22
Los elementos abordados con anterioridad son muy frecuentes en
las familias de los adolescentes con riesgo suicida, pero no son los úni-
cos. Es muy posible que usted pueda incrementar esta lista con expe-
riencias conocidas.

III. Psicopatología del adolescente que constituye una predisposición


a cometer suicidio
Se considera que casi la totalidad de las personas que se suicidan
son portadores de una enfermedad mental diagnosticable, lo cual ha
sido ampliamente abordado en las investigaciones realizadas mediante
las autopsias psicológicas. En los adolescentes este postulado también
se cumple y se considera que la mayoría de los que se suicidan pudie-
ron haber padecido algunas de las siguientes enfermedades:

— Depresión.
— Trastornos de Ansiedad.
— Abuso de alcohol.
— Abuso de drogas.
— Trastornos incipientes de la personalidad.
— Trastorno Esquizofrénico.

Se han mencionado y descrito las enfermedades mentales que fre-


cuentemente conllevan suicidio entre los adolescentes, pero sería de
inapreciable utilidad detallar los rasgos o atributos de la personali-
dad del adolescente que pueden facilitar la eclosión de salidas suicidas
emergentes frente a situaciones de riesgo, las que serán abordadas más
adelante.
Los rasgos o atributos de la personalidad del adolescente que se con-
vierten en factores de riesgo para cometer suicidio son los siguientes:

— Inestabilidad del ánimo.


— Conducta agresiva.
— Conducta disocial.
— Elevada impulsividad.
— Rigidez de pensamiento y terquedad de la conducta.
— Pobres habilidades para resolver problemas.

23
— Incapacidad para pensar realistamente.
— Fantasías de grandiosidad alternando con sentimientos de infe-
rioridad.
— Sentimientos de frustración.
— Manifestaciones de angustia ante pequeñas contrariedades.
— Elevada auto exigencia que rebasa los límites razonables.
— Sentimientos de ser rechazado por los demás, incluyendo los
padres u otras figuras significativas.
— Vaga identificación genérica y orientación sexual deficiente.
— Relación ambivalente con los progenitores, otros adultos y amigos.
— Antecedentes de haber realizado una tentativa de suicidio.
— Frecuentes sentimientos de desamparo y desesperanza.
— Frecuentemente se sienten heridos por la más mínima crítica.

Estos son algunos de los rasgos que predominan entre los adoles-
centes que al estar sometidos a las llamadas situaciones de riesgo pue-
den presentar una conducta suicida.
Como es conocido, ellos se ven involucrados en mayor número de
eventos vitales desfavorables que sus pares no suicidas.
Enunciaremos seguidamente aquellas situaciones en las que los
adolescentes vulnerables pueden desembocar en una crisis suicida:

— Situaciones que pueden ser interpretadas a través del prisma del


adolescente como dañinas, peligrosas, conflictivas en extremo,
sin que necesariamente concuerde con la realidad, lo cual sig-
nifica que hechos triviales para adolescentes normales, pueden
tornarse potencialmente suicidógenos en adolescentes vulnera-
bles, quienes los perciben como una amenaza directa a la au-
toimagen o a su dignidad.
— Los problemas familiares que como es reconocido, se constitu-
yen en uno de los motivos fundamentales de la realización de
un acto suicida.
— Separación de amigos, compañeros de clases, novios y novias.
— Muerte de un ser querido u otra persona significativa.
— Conflictos interpersonales o pérdida de relaciones valiosas.
— Problemas disciplinarios en la escuela o situaciones legales por
las que debe responder el adolescente.

24
— Aceptación del suicidio como forma de resolución de proble-
mas entre los amigos o grupo de pertenencia.
— Presión del grupo a cometer suicidio bajo determinadas circuns-
tancias y ante determinadas situaciones.
— Situación de tortura o victimización.
— Fracaso en el desempeño escolar.
— Exigencia elevada de padres y maestros durante el período de
exámenes.
— Embarazo no deseado y embarazo oculto.
— Infección con VIH o padecer una infección de transmisión
sexual.
— Padecer una enfermedad física grave.
— Ser víctima de desastres naturales.
— Violación o abuso sexual, con mayor peligrosidad si se trata de
familiares.
— Estar sometido a amenazas de muerte o golpizas.
— Estar involucrado en una situación de trajín-trajinador en una si-
tuación de régimen interno (escuelas, servicio militar).
— Incumplir con las expectativas depositadas por los padres,
maestros u otras figuras significativas y asumidas por el adoles-
cente como metas alcanzables.

No se pretende agotar todas las situaciones que son de riesgo para


que un adolescente intente contra su vida, pero sin lugar a dudas se han
mencionado las más comunes.
Una vez que un adolescente vulnerable ante una situación psico-
traumática inicia una crisis suicida, es necesario actuar con rapidez y
asumir una postura muy directiva, ya que la característica principal de
este tipo de crisis es que existe la posibilidad que el individuo intente
afrontar la situación problemática mediante la autoagresión. Al exis-
tir esta posibilidad tangible, el afrontamiento de la crisis suicida ten-
drá como objetivo primordial mantener a la persona con vida mientras
dure dicha crisis.
Siguiendo la línea de pensamiento precedente, los factores de ries-
go suicida en la adultez estarán conformados por los que se arrastran
desde la infancia y la adolescencia, más aquellos inherentes a esta eta-
pa de la vida. Como se evidencia, trataremos de llevar a la mente del

25
lector un principio de la prevención de la conducta suicida: la realiza-
ción de un corte longitudinal de la vida del paciente que permita com-
prender por qué determinado motivo, común a muchos sujetos, desen-
cadena un acto de esa naturaleza en unos y no en otros.
Entre los factores de riesgo suicida en el adulto es necesario men-
cionar en primer lugar al alcoholismo. En este periodo de la vida, ad-
quiere categoría de enfermedad lo que hasta entonces fue una cos-
tumbre socialmente aceptable pero, con la reiteración del tóxico, se
convirtió en un consumo perjudicial y/o un mal hábito propiamente
dicho.
Los trastornos depresivos continúan siendo un factor de riesgo en
el adulto, sobre todo si cumplen las características que a continuación
se relacionan:

1. Temática suicida:
— Intentos suicidas previos.
— Antecedentes familiares de conducta autodestructiva.
— Amenazas de suicidio (directas o indirectas)
— Expresión de ideas concretas sobre la ejecución o los prepa-
rativos de un acto suicida.
— Calma inquietante tras un período suicida y de agitación.
— Sueños de autodestrucción, catástrofes.
2. Síntomas y comorbilidad:
— Angustia y agitación.
— Inhibición de las emociones y de la agresividad.
— Fase depresiva que finaliza.
— Nosomanía o enfermedades incurables.
— Comorbilidad por alcoholismo.
3. Entorno:
— Desórdenes familiares en la infancia y la adolescencia.
— Ausencia o pérdida de contactos humanos (aislamiento, desen-
gaño).
— Dificultades financieras o profesionales.
— Ausencia de un objetivo en la vida.

26
Se considera que la asociación de desesperanza, sentimientos de
culpa, inutilidad, delirios diversos con un humor depresivo posee gra-
ve riesgo de suicidio.
En relación con la esquizofrenia en el adulto, se considera que
existen dos grupos de pacientes suicidas:

— 1.er Grupo.—Pacientes con aceptable recuperación y franca re-


gresión de sus síntomas productivos (alucinaciones, delirios)
pero con sentimientos de frustración y desesperanza.
— 2.º Grupo.—Pacientes en los que predomina la angustia, la agi-
tación, las alucinaciones y las ideas delirantes.

También en los esquizofrénicos pueden conllevar riesgo de suici-


dio los efectos secundarios de los neurolépticos, principalmente la de-
presión post-tratamiento con fármacos y la acatisia. Por último, en re-
lación con esta enfermedad, se dice que la autodestrucción es difícil de
predecir y es un peligro que nunca debe ser olvidado.
En la adultez, por lo general, se padecen determinadas enfermeda-
des que aunque no son privativas de esta etapa de la vida, hay que te-
nerlas en cuenta cuando coexisten con otros factores de riesgo. Entre
estas tenemos la enfermedad de Parkinson, la corea de Huntington, la
sífilis terciaria, las endocrinopatías (Addison, Cushing, el hipotiroidis-
mo, el hipertiroidismo, la diabetes mellitas), el carcinoma de cabeza
de páncreas, la anemia perniciosa, las colagenopatías y el SIDA, entre
otras. También constituyen un factor de riesgo los fármacos que nece-
sariamente se utilizan en ciertas como son: clonidina, metildopa, pro-
panolol, amantadina, levodopa, fenotiacinas, butirofenonas, barbitúri-
cos, anticonceptivos orales, digitálicos, disulfiram, benzodiacepinas,
esteroides y otros fármacos prodepresivos.
En la mujer, el síndrome premenstrual —con los cambios hor-
monales que trae consigo— y la menopausia, a la que se añaden fac-
tores socio-psico-culturales como la pérdida de la belleza física, la
capacidad para procrear, la independencia de los hijos, imposibili-
dad de realizar deseos frustrados, competencia de las nuevas gene-
raciones, pueden precipitar un acto suicida junto a otros factores de
riesgo asociados.

27
En los adultos, a diferencia de lo que ocurre en los adolescentes,
existen dos esferas que pueden convertirse en generadoras de conflic-
tos, y que, en determinados sujetos, pueden ser el motivo de un acto
suicida; nos referimos al matrimonio y el trabajo.
Se ha comprobado que un buen funcionamiento matrimonial y la-
boral, puede ser un antídoto contra esta conducta. Se ha demostrado
que puede convertirse en un factor suicidógeno, principalmente del
sexo femenino, una relación matrimonial que no satisfaga las expec-
tativas originales. La mujer soltera tiene menos riesgo de autodestruc-
ción, mientras el hombre casado posee menos riesgo suicida que la
mujer en dicha situación.
El desempleo, sobre todo en el primer año, puede ser un factor pre-
disponerte, así como el fracaso en el ejercicio de una profesión, lo cual
se mide por la insatisfacción laboral (actitud) y por la falta de éxito
(realización), tanto en la culminación eficiente de las tareas como en
los logros económicos; la pérdida de prestigio, de aceptación y realiza-
ción personal, los cuales pueden deberse a déficit de aptitudes, rechazo
vocacional, ocupación monótona y repetitiva, obsolescencia por cam-
bios tecnológicos y tendencias neuróticas autodestructivas que inducen
a cometer errores y a fracasar.
En esta etapa de la vida, el sujeto interactúa más intensamente con
la sociedad y el éxito o fracaso de la interrelación individuo-sociedad
puede, junto con otros factores, evitar o precipitar un intento de suici-
dio o un suicidio consumado. En relación con esto vemos que la des-
moralización, condición mental que se presenta cuando un individuo se
encuentra a sí mismo de manera persistente como incapaz de dominar
situaciones que él —y otras personas— esperan solucionar de forma
adecuada, o experimenta un malestar continuo que no logra explicar
con certeza, puede precipitar un acto suicida, por la carga de desespe-
ranza, desamparo, retraimiento y pérdida de la autoestima que en dicho
estado se presenta.
Otra condición que hay que valorar en el riesgo suicida de un
adulto, es haber realizado un intento suicida previo o un suicidio
frustrado. Estos individuos pueden repetir dichos actos y existen al-
gunos factores que pueden predecirlo como son los que a continua-
ción se relacionan:

28
1) Historia de tratamiento psiquiátrico, ya sea en forma ambulato-
ria u hospitalizada.
2) Poseer una personalidad antisocial.
3) Abusar del alcohol o de las drogas.
4) Escasas condiciones materiales de vida.
5) Desocupación.
6) Antecedentes criminales (lesiones, robos, homicidios).

El suicidio entre los ancianos constituye una significativa causa de


muerte. En la medida en que las personas mayores conforman el seg-
mento de más rápido crecimiento de la población, el número absoluto
de sus suicidios continuará incrementándose y se pronostica que para
el 2030 será el doble, por lo que se hace necesario profundizar en el
conocimiento de los factores de riesgo en la vejez para atenuar en cier-
ta medida dicha predicción.
Es conocido que esta conducta en el anciano tiene los siguientes
rasgos distintivos:

1) Realizan menos intentos de suicidio que los jóvenes. Por cada


anciano suicida lo han intentado cuatro ancianos, mientras que
por cada joven suicida, lo han intentado doscientos jóvenes.
2) Utilizan métodos mortales (el 85% de los suicidios en los hom-
bres ancianos es por ahorcamiento, armas de fuego y precipita-
ción de lugares elevados).
3) Reflejan menos señales de aviso.
4) Dichos actos suicidas son meditados, reflexivos.
5) Pueden asumir la forma de suicidios pasivos (dejarse morir).

Por estas características antes mencionadas se hace necesario que


se conozcan diversos factores de riesgo para esta condición. Se debe
considerar que el envejecimiento trae consigo el abandono de la pro-
fesión o de otros objetivos, la reducción del vigor físico, cambios de
los placeres sensuales y una conciencia de la muerte, desconocida en
etapas previas. El anciano no siempre aporta síntomas porque teme
que le puedan diagnosticar una enfermedad grave o porque asuman
sus quejas como parte del proceso de envejecimiento. Entre los pro-
blemas físicos que el anciano debe afrontar se encuentran la patolo-

29
gía artrítica, que afecta su locomoción; las enfermedades cardiovas-
culares que limitan el ejercicio físico; la enfermedad neurológica que
bloquea las funciones intelectual y el cáncer que ocasiona dependen-
cia y dolor.
Los problemas emocionales incluyen la depresión, que es la más
común de las enfermedades mentales en la vejez y el mejor predictor
del suicidio del anciano. Se considera que dos tercios de los suicidios
geriátricos están asociados con la depresión. Además de ésta y de la
pérdida de autoestima que la determina, se añaden otros factores como
las propias presiones sociales derivadas de la jubilación, dependencia,
muerte de seres queridos, familiares y amigos, la pérdida de la seguri-
dad económica, entre otras.
Como se evidencia, existen suficientes condiciones inherentes a la
vejez que son un caldo de cultivo adecuado para que se manifieste esta
conducta autodestructiva.
El intento suicida en los ancianos es un serio problema, pues en la
generalidad de los casos se trata de verdaderos suicidios frustrados, a
pesar de su alto grado de premeditación y de los métodos utilizados,
que son usualmente son violentos; las causas del intento suicida tie-
nen que ver con el padecimiento de enfermedades pulmonares obstruc-
tivas crónicas, síntomas somáticos intratables, en especial el dolor o
los trastornos gastrointestinales y de la músculopatía esquelética en-
tre los más frecuentes.
Los síntomas somáticos pueden ser un signo de depresión, pues los
ancianos deprimidos tienen la tendencia a restar importancia a la triste-
za, a la que consideran parte «normal» de la vejez, quejándose funda-
mentalmente de los síntomas físicos, de que «algo no anda bien en la
salud», considerándose ellos mismos como enfermos físicos, lo que les
hace frecuentar internistas o médicos de atención primaria, lo que pro-
longa el inicio de un tratamiento antidepresivo eficaz y especifico. Los
médicos que no están familiarizados con esta condición no podrán rea-
lizar el diagnostico precoz y el riesgo de suicidio puede emerger du-
rante la evolución de la «supuesta» enfermedad física.
Otras veces la depresión adquiere una forma de presentación de-
mencial (pseudodemencia depresiva) sobresaliendo la confusión men-

30
tal, la desorientación en tiempo y espacio, la labilidad afectiva e inclu-
so la incontinencia urinaria.
Otro factor de riesgo suicida en la vejez es el maltrato al que son
sometidos muchos ancianos, existiendo una estrecha relación entre éste,
la pobre salud física y la conducta autodestructiva. El maltrato al ancia-
no es provocado por familiares u otros cuidadores con historia de vio-
lencia y conducta antisocial. La enfermedad mental y el abuso de sus-
tancias predispone a los familiares a maltratar a sus ancianos, lo cual se
hace fácilmente reconocible para un clínico alerta, pues se pueden pre-
sentar lesiones en varios estados de evolución o cuando la explicación
de los daños evidenciables es vaga o imprecisa. Otras posibilidades que
pueden ser expresión de maltrato en la vejez son los que siguen:

1) Demora entre el daño o la enfermedad y la búsqueda de aten-


ción médica.
2) Diferencias entre las historias aportadas por el anciano y los
posibles victimarios.
3) Frecuentes visitas a los médicos por exacerbaciones de enfer-
medades crónicas a pesar de tener un plan terapéutico eficaz.
4) Angustia, confusión, depresión, ideas suicidas e intentos de
autodestrucción pueden ser las respuestas de un anciano a los
maltratos físicos o psicológicos.

Una clasificación de los factores de riesgo suicida en el anciano los


divide en:

— Factores médicos:
• Enfermedades crónicas, terminales, dolorosas, invalidantes,
discapacitantes, como la demencia de Alzheimer, la de Par-
kinson, las neoplasias, la diabetes mellitus complicada con
retinopatía o polineuropatía, la insuficiencia cardíaca conges-
tiva, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, etc.
• La hospitalización periódica del anciano, así como ser some-
tido a intervenciones quirúrgicas frecuentes.
• Los tratamientos prodepresivos muy utilizados para contra-
rrestar patologías que padece el anciano (digitálicos, propa-
nolol, indometacina, etc.).

31
• Las enfermedades depresivas principalmente la arteriosclero-
sis, las demencias, el carcinoma de cabeza de páncreas, entre
otras.
— Factores psiquiátricos. Se incluyen las depresiones de cualquier
naturaleza, el abuso de drogas o alcohol, los trastornos crónicos
del sueño, las psicosis delirantes paranoides con gran agitación
y desconfianza, la confusión mental.
— Factores psicológicos. Los ancianos que sufren sentimientos de
soledad e inutilidad, inactivos, aburridos, con falta de proyectos
vitales y con tendencia a revivir el pasado.
— Factores familiares:
a) Pérdida de seres queridos por muertes naturales o por suici-
dio. La viudez durante el primer año es un momento crítico
para el anciano, durante el cual puede ocurrir la llamada au-
todestrucción pasiva, en la que el evento vital desencadena
una depresión y altera el sistema inmunitario, esto facilita la
patología somática, principalmente las infecciones.
b) El abuelo «ping pong» es una condición de riesgo suicida y
se produce con migración forzada del anciano, que es trasla-
dado de un lugar a otro a conveniencia de los familiares y en
detrimento de la privacidad y estabilidad del anciano.
c) El ingreso en un hogar de ancianos en su etapa de adap-
tación o cuando se realiza en contra de la voluntad puede
reactivar situaciones de desamparo previas que precipitan
un acto autodestructivo.
— Factores socio-ambientales:
a) La jubilación.
b) El aislamiento social.
c) La actitud hostil, peyorativa o despreciativa de la sociedad
hacia el anciano.
d) La pérdida de prestigio.

Estos son algunos factores de riesgo que se pueden encontrar en


esta etapa y que al incrementarse el número de ellos, mayor será el
riesgo de que el anciano termine su vida por suicidio.

32
II. Publicar los factores protectores para evitar el suicidio

Los factores protectores personales son aquellos que posee el su-


jeto y que disminuyen o evitan la ocurrencia de un acto suicida. Estos
factores pueden ser adquiridos con la educación familiar hasta que el
sujeto sea capaz de ir desarrollando los propios con la experiencia de
vida y algunos pueden estar condicionados genéticamente, como lo es,
por ejemplo, no tener predisposiciones a desarrollar un trastorno men-
tal grave.
Entre estos factores personales o individuales, se encuentran los si-
guientes:

— No padecer una enfermedad mental suicidógena. Es reconoci-


do que el suicidio y los intentos de suicidio han sido asociados
a las enfermedades psiquiátricas. Según estudios que han em-
pleado el método de autopsias psicológicas de suicidas y entre-
vistas diagnósticas con personas que hicieron serias tentativas
de suicidio al menos entre el 90% al 98% padecía de algún tras-
torno psiquiátrico. Entre los diagnósticos más frecuentemen-
te realizados a las personas que cometen suicidio se encuentran
los trastornos afectivos, la esquizofrenia y el abuso de sustan-
cias. Diversos estudios muestran que el 15% de las personas
con trastorno depresivo recurrente, el 20% de los bipolares, el
10% de los esquizofrénicos y el 18% de los alcohólicos pueden
cometer suicidio. Otras condiciones también han sido diagnosti-
cadas en las personas que han cometido actos suicidas, entre las
que se encuentran los trastornos límites de la personalidad, los
trastornos de ansiedad y los trastornos de estrés postraumático.
— No padecer una enfermedad física que conlleva suicidio. Hay
diversas enfermedades físicas en las que el suicidio puede ser
uno de sus síntomas acompañantes, no tanto por la enfermedad
en si misma sino por las reacciones emocionales que asume el
individuo ante ellas, por la estigmatización y la exclusión que
la sociedad hace de quienes las padecen. Entre estas condicio-
nes mórbidas se encuentran el SIDA, la enfermedad de Parkin-
son, la corea de Huntington, la enfermedad de Addison, la en-
fermedad de Cushing, el hipotiroidismo, el hipertiroidismo, la

33
diabetes mellitus, la sífilis terciaria, el carcinoma de cabeza de
páncreas y otros canceres principalmente en el primer año de su
diagnóstico, la anemia perniciosa, las enfermedades del coláge-
no, entre otras. Recientemente se ha prestado atención al acné
como desencadenante del suicidio en los adolescentes y jóve-
nes que lo padecen., principalmente cuando ocasiona lesiones
severas en cara y espalda, así como la epilepsia invocándose la
comorbilidad asociada a esta patología y a algunos tratamientos
para estas condiciones que se han asociado con un incremento
del riesgo suicida o actos violentos.
— No tener antecedentes personales de conducta suicida pues los
intentos de suicidio son muchas veces recurrentes: entre 14 a
50% de las personas repiten la tentativa y una historia de tenta-
tiva previa es posiblemente el más importante predictor de sui-
cidio consumado. Entre el 10 a 14% de los que han realizado
alguna tentativa acabarán muriendo por suicidio y entre el 30
al 60% de los suicidios son cometidos después de una serie de
tentativas. Entre el 1% al 2% de los que intentan el suicidio se
suicidan en el primer año de vida y entre el 10% al 20% de los
que intentaron el suicidio lo consuman durante el resto de sus
vidas. Se considera que la mitad de las personas que se suici-
dan han realizado una tentativa de suicidio y entre el 20% al
25% de las personas que se suicidaron estaban intoxicados por
alguna sustancia adictiva como el alcohol, marihuana, cocaína,
etc. sustancias.
— Poseer confianza en sí mismo que permita al sujeto tener una
actitud optimista ante la vida, lo cual genera una buena autoes-
tima, auto imagen y suficiencia. Sin embargo el exceso de con-
fianza en sí mismo puede ser una debilidad en el carácter que
conlleve al sujeto a evaluar la realidad de manera distorsionada
y sucumba ante esa realidad que considero podía afrontar con
sus medios no evaluados certeramente.
— Saber buscar ayuda y pedir consejos ante decisiones relevantes
y elegir la persona más adecuada para brindarlos es un factor
protector en tanto en cuanto permite escuchar otros puntos de
vista, encontrar las soluciones más acertadas, construir una red

34
de apoyo con esos consejeros, que generalmente están disponi-
bles para el sujeto, pero al no tener este factor protector, no son
detectados oportunamente, o no se les utiliza, aun cuando se en-
cuentren disponibles para el individuo. Decidir quitarse la única
vida que se tiene, al menos en esta forma corpórea, es una deci-
sión relevante que si es consultada con buenos consejeros, segu-
ramente tomaran las debidas decisiones para evitar que esto su-
ceda. Y entre estos consejeros se encuentran los familiares con
los que el sujeto mantenga estrechos vínculos afectivos, maes-
tros con los que se tengan adecuadas relaciones interpersonales,
el sacerdote o pastor de una congregación religiosa en quien se
tenga confianza plena.
— Aprender a perseverar es un factor protector cuando esa actitud
se asume hacia objetivos elevados y alcanzables por el sujeto,
no así cuando se persevera en lo que no se puede lograr o en lo
que no es prudente continuar haciéndolo. En tal caso se impone
la renuncia como actitud protectora para evitar que la perseve-
rancia se trueque en tozudez, terquedad, obstinación.
— Es un factor protector la capacidad del sujeto para lograr de-
sarrollar una buena adaptación en los diversos ámbitos en los
que interactúa, pues ello incrementa diversos rasgos positivos
del carácter como la sociabilidad, la capacidad de interactuar
con sus pares, la comunicación verbal, la motivación, la acepta-
ción de normas y reglas, etc.
— También se convierte en un factor protector la facultad que ten-
ga el individuo para mantener una razonable calidad de ánimo,
sin exceso de entusiasmo ni pesimismo, así como niveles de ac-
tividad razonables, con creatividad y no una actividad afanosa,
que sea una válvula de escape a conflictos no resueltos o sínto-
ma de una adicción al trabajo.
— Ser receptivos a las experiencias ajenas y a las soluciones exito-
sas son factores protectores y muchas personas no hacen uso de
estos recursos por no etiquetarse de imitadores. Prefieren conti-
nuar buscando soluciones propias, aunque ello signifique mayor
tiempo de sufrimiento sin tener en consideración que no por ser
propias tienen necesariamente que ser adaptativas.

35
— Ser receptivo ante las nuevas evidencias e incorporarlas al re-
pertorio conductual es otro factor protector pues permite al su-
jeto tener más opciones para enfrentar las diversas situaciones
que se presentan en la vida cotidiana.
— Evitar el consumo de sustancias adictivas como el alcohol, la
cocaína y derivados, tabaco, marihuana, éxtasis, heroína, mor-
fina, anfetaminas y otras drogas es un factor protector recono-
cido, pues impide que el sujeto intoxique lo más preciado que
tiene el ser humano que es su conciencia. Por ser el alcohol una
droga legal, disponible, a precios accesibles a la mayor parte de
la población, y considerada la droga portero pues abre la puerta
al consumo de otras drogas, es un factor protector aprender a no
ingerir bebidas alcohólicas.
— Saber expresar a personas confiables los pensamientos doloro-
sos es un factor protector del suicidio, pues el deseo de morir y
la ideación suicida son pensamientos dolorosos que expresados
oportunamente pueden salvar al sujeto que los manifieste. Por
lo general, aprender a expresar pensamientos dolorosos no es
enseñado en la descendencia como se les enseña otros compor-
tamientos adaptativos, pues se considera, erróneamente que el
sujeto, principalmente del sexo masculino, debe ser reservado,
estoico y no quejarse, pues ello es interpretado como una debili-
dad del carácter o de la masculinidad.
— Es un factor protector tener sentido del humor pues tomarse la
vida demasiado en serio es propio de personas rígidas, poco to-
lerantes, preocupadas en exceso, que pasan la mayor parte de su
vida angustiados, tensos. La risa está demostrado que es bene-
ficiosa no solamente para la salud mental sino también para la
salud física, debido a los efectos positivos que tiene sobre di-
versos sistemas del organismo. Tener la capacidad de reírse, in-
cluso de sí mismo, es un característica de la personalidad que
indica madurez y buen manejo de las emociones y elevada au-
toestima antídotos todos de la conducta suicida.
— Tener una visión positiva del futuro personal es un factor pro-
tector del suicidio que está relacionado con la probable satis-
facción de las aspiraciones futuras del sujeto. Ello predispone al

36
optimismo razonable y prepara al sujeto para afrontar con mejor
disposición los eventos vitales a los que tenga que enfrentarse,
lo convierte en protagonista de su futuro, y hace que las cosas
sucedan, sin esperar a que ocurran.
— Aprender a posponer gratificaciones inmediatas por aquellas a
largo plazo que arrojen resultados duraderos es un factor pro-
tector contra las adicciones y contra el suicidio pues permite
que el sujeto aprenda a tolerar frustraciones, las que son motivo
de comportamiento suicida en personas vulnerables.
— Desarrollar el altruismo, la sensibilidad y el sentimiento solida-
rio son factores protectores del suicidio pues estos comporta-
mientos contribuyen a ser empáticos, y a prestar atención a las
necesidades y sufrimientos ajenos, lo que constituye una prueba
de la realidad hacia los propios. No ser feliz, pero hacer feliz a
otros como dijera el Apóstol de Cuba, José Martí, en carta a su
hermana Amelia es un factor protector del suicidio.
— Otro factor protector es desarrollar la generosidad, los buenos
modales, el respeto a su semejante en su persona, costumbres y
opiniones rasgos que contribuye a mantener buenas relaciones
interpersonales, fomentar las amistades y desarrollar redes de
apoyo que en situaciones críticas son de un valor incalculable.
— Pensar positivamente, sin sobrevaloración ni subvaloración
constituye un factor protector pues contribuye a la evaluación
realista de las potencialidades del sujeto, sus fortalezas y debili-
dades. Tener una debilidad no hace débil al sujeto que la posee
pero no reconocerla si lo hace muy vulnerable.
— La búsqueda de enfrentamientos o respuestas disímiles a un
mismo problema es un factor protector contra el suicidio pues
permite al sujeto tener varias opciones o alternativas a elegir lo
cual no ocurre en los sujetos suicidas quienes tienen, por lo ge-
neral, una visión en túnel en la que manejan como única solu-
ción posible la autodestrucción intencionada con el propósito
de morir.
— Saber ser amigo es un factor protector no solamente por los
atributos inherentes al hecho de serlo, sino por el soporte emo-

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cional que significa tenerlos, los que pueden cerciorarse de los
cambios que experimenta el sujeto que presagian la ocurrencia
de un acto suicida.
— El amor al estudio, al trabajo, a los futuros hijos y a la familia se
convierte en un factor protector contra el suicidio por la capaci-
dad de experimentar dicho sentimiento y tener motivaciones ele-
vadas para hacerlo, lo cual denota entrega y responsabilidad.
— Desarrollar una sana desconfianza e incertidumbre frente a lo no
conocido aún, es un factor protector contra el suicidio pues evita
al sujeto exponerse a situaciones para las que aún no está debida-
mente preparado y estas actitudes le permiten conseguirlo.
— No alimentar aquellos rasgos negativos del carácter como la va-
nidad, el egoísmo, la mezquindad, la envidia se convierte en un
factor protector en la medida en que la carencia de estas carac-
terísticas permite establecer y mantener buenas relaciones hu-
manas con otros individuos.
— No alimentar los celos, la timidez, la autosuficiencia, la com-
placencia con lo logrado, la mediocridad, la chapucería, la ter-
quedad y la duda. Quienes no poseen estas características no
aquejan inseguridad y desconfianza, dificultades para establecer
contacto humano y expresar sus criterios, tienen una valoración
realista de sus potencialidades, no son rutinarios y se motivan
por lo que hacen, son capaces de renunciar cuando es necesario
y tienen confianza razonable en sí mismos.
— Evitar la falta de fantasía y proyectos elevados son factores
protectores en la medida que permiten que el sujeto se trace
objetivos que son beneficiosos no solamente para sí mismo,
sino para la familia y la sociedad, lo que conlleva reconoci-
miento en dichos ámbitos, muy necesarios para lograr una ade-
cuada autoestima.
— Es un factor protector contra el suicidio evitar la crítica hirien-
te, el desconocimiento o desvalorización del mérito ajeno, pues
estos comportamiento son más irrespetuosos en quien lo expe-
rimenta que hacia quienes se dirigen. La crítica hiriente, deno-
ta dificultades en el dominio de las emociones negativas, como

38
puede ser el odio o la envidia malsana. El desconocimiento y
desvalorización del mérito ajeno es condición necesaria para el
desconocimiento y desvalorización del mérito propio o carac-
terística habitual de quienes no lo tienen y por tanto no pueden
evaluar los sacrificios que ellos conllevan.
— Evitar la cobardía, la evasión, las habladurías o chismes que son
características muy comunes en las personas que tienen proble-
mas caracterológicos los que ante situaciones conflictivas de la
vida cotidiana son propensos a utilizar mecanismos reactivos
defensivos ineficaces como lo es la autoagresión intencionada
con propósitos autodestructivos.

Los factores protectores familiares son aquellos que posee la fami-


lia y que disminuyen o evitan la ocurrencia de un acto suicida. Entre
estos factores sobresale la educación familiar para conformar una per-
sonalidad antisuicidal. Para lograrlo es necesario que los padres y las
madres:

— Eduquen a la descendencia destacando los éxitos pues habitual-


mente se hace mayor énfasis en los defectos, desaciertos, indis-
ciplinas del comportamiento y no en los éxitos cuando se pre-
sentan teniendo en cuenta que el crecimiento y desarrollo del
ser humano es un constante aprendizaje, no solamente de fun-
ciones sino también de normas de conducta las que se aprenden
por ensayo, aciertos y errores. Destacar los éxitos de ese apren-
dizaje continuo que significa el vivir, puede contribuir induda-
blemente a conformar una imagen positiva de sí mismo.
— No humillar en las llamadas de atención al niño o el adolescen-
te es un factor protector pues contribuye a que no sientan daña-
da su autoestima, lo cual es imprescindible para conformar una
personalidad antisuicidal, pues la baja autoestima es común en
las personas que se deprimen y se autoagreden. Sentirse amado,
tratado con respeto y dignidad son factores protectores del sui-
cidio y otros trastornos del comportamiento.
— No crear sentimientos de inseguridad es un factor protector si
se tiene encuenta que esta provoca vacilación, incertidumbre

39
factores que impiden que la persona que la padece se compor-
te de manera adecuada, que sea dueña de si, de sus emociones,
de sus pensamientos y sus actos. Y ello le hace más vulnerable
que aquellas personas que no le sean provocados tales senti-
mientos.
— Es un factor protector trazar límites a los hijos, pues forman
parte del amor que ellos perciben que se les profesa. Cuando los
hijos son adolescentes, este dejarlos hacer lo que les place aun-
que ello les dañe lo interpretan como falta de amor y de interés
de sus padres hacia ellos, y con frecuencia se comparan con sus
pares a los cuales sus padres si les ponen límites y les exigen lo
que a ellos no les es exigido.
— Fomentar una relación de apoyo es un factor protector pues per-
mite tener una red que sirva de sostén al sujeto en situaciones
críticas, momentos en los que permanecer a solas incrementa
los sentimientos de soledad, la desesperanza y las posibilidades
de realizar un acto suicida.
— Es un factor protector educar a los hijos en la tolerancia y la
aceptación de la enfermedad mental pues ello permite al sujeto
aceptar la enfermedad mental propia si la padeciera, lo cual le
pone en mejores condiciones para lograr una evolución satisfac-
toria o menos incapacitante. La burla, mofa o acoso de los en-
fermos mentales es una actitud que degrada la espiritualidad de
quienes las practican.
— Enseñarles cuando utilizar las fuentes de salud mental y que
ventajas obtendrían de hacerlo oportunamente es un factor pro-
tector pues se evita el sufrimiento y las conductas autodestruc-
tivas. Sin embargo, por lo general le enseñamos a nuestra des-
cendencia que conozcan donde quedan diversos lugares como
la escuela, la casa de los parientes, el mercado, el cine, el teatro,
el hospital, pero no le mostramos donde se encuentra la consul-
ta del equipo de salud mental, el dispensario del psiquiatra, el
psicólogo u otro profesional que pueda ayudarle en momentos
críticos, así como la utilización oportuna de los servicios de in-
tervención en crisis por teléfono, los sitios de la red de redes en
los que existan personas interesadas en ayudar a las personas

40
que desean cometer un acto suicida y otras fortalezas que les
permitan lidiar con los estados anímicos adversos.
— Son también factores protectores no tener familiares suicidas,
pues existe la posibilidad de padecer de una enfermedad mental
condicionada genéticamente en la cual el suicidio es un síntoma
relevante.
— Es un factor protector que la familia no asuma actitudes permi-
sivas hacia el suicidio considerándolo como una solución para
determinados problemas existenciales, como la perdida de una
relación valiosa, la confirmación de una enfermedad terminal
de la que presumiblemente se debe morir, la impotencia sexual,
la infidelidad de la pareja. También se incluyen aquellas creen-
cias en las que se considera el suicidio como una salida honora-
ble a ciertas situaciones o una forma de destruir al enemigo que
debe ser destruido o de alcanzar un estado superior de la perso-
na humana.
— No disponer de armas de fuego en el hogar es un factor protec-
tor del suicidio teniendo en cuenta que la disponibilidad de los
métodos suicidas incrementa el riesgo de hacer uso de ellos con
tales propósitos durante una crisis suicida. La tenencia de un
arma de fuego en el hogar incrementa entre 4 a 10 veces la po-
sibilidad que un adolescente se suicide con dicho método.
— Es un factor protector que la familia elimine los mitos relacio-
nados con el suicidio y los suicidas.
— Es un factor protector contra el suicidio de sus integrantes que
la familia sepa detectar la manera en que las personas en situa-
ción de crisis pueden comunicar sus intenciones suicidas como
por ejemplo:
• Ha amenazado con suicidarse.
• Ha dicho que tiene deseo de matarse.
• Ha dicho que tiene deseos de morirse.
• Ha dicho que los demás se sentirían mejor si el no existiera.
• Ha dicho que es mejor estar muerto que vivo.
• Ha dicho que tenía malas ideas.
• Ha dicho que ya no tendrán que seguir soportándolo.

41
• Ha dicho que no quiere seguir viviendo.
• Ha dicho que para vivir así es preferible estar muerto.
• Ha dicho que ha pensado acabar con su vida.
• Ha dicho que quiere terminar de una vez por todas.
• Ha dicho que la vida no es digna de ser vivida.
• Ha dicho que no quiere seguir siendo una carga para los demás.
• Ha dicho que la vida no valía la pena vivirla.
• Ha dicho que quiere matarse.
• Ha dicho que le gustaría dormirse y no despertar nunca más.
• Ha dicho que está cansado de la vida.
— Es un factor protector que los familiares detecten aquellas situa-
ciones que conllevan riesgo de suicidio para incrementar el apo-
yo familiar durante las mismas
— Es un factor protector que ante cualquier miembro de la familia
que se encuentre inmerso en una situación de riesgo de cometer
suicidio como las señaladas anteriormente, los familiares sepan
realizar «la pregunta salvadora» o lo que es lo mismo, la explo-
ración exhaustiva de la ideación suicida.
— Es un factor protector del suicidio que las familias no adopten
determinados comportamientos como los que se mencionan a
continuación:
1. No tomarlo en serio, actitud sustentada en creencias equi-
vocadas con relación al suicidio, los llamados mitos entre
los que sobresale «el que se quiere matar no lo dice» o «el
que lo va a hacer no lo anda diciendo» y olvidan que con
respecto al suicidio «perro que ladra Sí muerde».
2. Negar la posibilidad de la ocurrencia de un suicidio por
considerar que en su familia eso no puede suceder sin te-
ner en cuenta que el suicidio es una causa de muerte muy
democrática y puede afectar a cualquier individuo, aunque
ocurra más frecuentemente en aquellos que padecen una
enfermedad mental.
3. Retarlo proponiéndole varios métodos suicidas para ver si
se atreve a utilizarlos para matarse sin tener en cuenta que
a las personas que se encuentran inmersos en crisis suicida

42
no se les reta, sino que se les ayuda y se les debe proteger
de sus impulsos autodestructivos.
4. Asumir una actitud nihilista al considerar que tarde o tem-
prano lo logrará, por lo que no hay mucho que hacer, olvi-
dando que la crisis suicida en la que el sujeto puede come-
ter suicidio es de breve duración, minutos, horas o algunos
días y si se le maneja adecuadamente hasta yugularla, el
peligro suicida desaparece.
5. Asumir una actitud permisiva al suponer que cada quien
tiene el derecho de morir como considera que debe mo-
rir sin tener en cuenta que el suicida se encuentra ambi-
valente pues quiere morir si las cosas continúan como es-
tán, pero desea seguir viviendo si se modificaran en cierta
medida.
6. Asumir una actitud solidaria al imaginar que en una cir-
cunstancia similar también hubiera pensado en el suicidio
sin tener en cuenta que lo que es adecuado para una persona
no tiene por qué serlo para otra y que no es lo mismo pen-
sar sobre el suicidio sin estar en crisis suicida que pensar en
el suicidio cuando se está inmerso en este tipo de crisis.
7. Sentir temor por calificarse incapaz de afrontar dicha si-
tuación y pensar que el familiar realizará el acto suicida a
pesar de la ayuda que se le ofrezca sin tener en cuenta que
para estos sujetos el acompañamiento y brindarles la opor-
tunidad de expresar libremente sus emociones y sentimien-
tos puede contribuir a abortar una crisis suicida.
8. Posponer la ayuda por tener otras prioridades y pensar que
el familiar puede esperar sin tener en cuenta que la crisis
suicida constituye una urgencia psiquiátrica que requiere
atención inmediata y remitir oportunamente a los servicios
de salud mental para recibir atención especializada. Recor-
dar que mañana puede ser demasiado tarde para un suicida
en potencia.
9. Considerarlo una forma de llamar la atención, una actitud
teatral que no pasará de eso sin tener en cuenta que el sui-

43
cida, efectivamente, desea llamar la atención de todos pero
no de una manera teatral ni mucho menos, sino para adver-
tirnos que algo no anda bien y que no cuenta con los mecanis-
mos de adaptación eficaces para enfrentarse a una determinada
situación conflictiva.
10. Molestarse por pensar que lo intentan manipular, lo cual
es muy común en personas y profesionales de la salud que
no saben manejar a los individuos en crisis suicida. Y no
son manipuladores sino personas que sufren y que emplean
mecanismos autodestructivos que pueden conllevarles a
perder la vida.
11. Ofrecer ayuda pero en forma amenazante y despectiva por
ejemplo «¡¡¡te voy a llevar al psiquiatra!!!» pues es conoci-
do que entre la población en general hay muchas personas
que rechazan acudir al psiquiatra porque piensan que a este
profesional solamente asisten los que están locos.
12. Perder el tiempo buscando ayuda no especializada o in-
efectiva, dirigiéndose a personas, instituciones u organiza-
ciones no competentes en el manejo de una crisis suicida,
sin tener en cuenta que una crisis suicida es un trastorno
que por lo general aparece en personas que tienen una en-
fermedad mental diagnosticable y tratable, en más del 90%
de los casos.
13. Algunas familias que pertenecen a determinadas congrega-
ciones religiosas cometen el error de considerar los pensa-
mientos suicidas como un síntoma de posesión diabólica o
satánica, lo cual puede retardar o impedir al sujeto el acceso
oportuno a los servicios de salud mental a recibir el trata-
miento especializado, por lo que es una responsabilidad de
los pastores y sacerdotes incrementar la cultura suicidioló-
gica propia y de sus fieles para que aquellos que puedan es-
tar en riesgo de cometer suicidio reciban ayuda médica per-
tinente y opten por la cultura de la vida, no de la muerte.
— Es un factor protector del suicidio que la familia no tenga las
reacciones que a continuación se mencionan ante algunas ma-

44
nifestaciones de la comunicación suicida pues dichas respuestas
familiares impiden su detección oportuna y la probabilidad de
evitar la ocurrencia del suicidio.
1. Si ha amenazado con suicidarse la familia puede reaccio-
nar con incredulidad, menospreciando y desoyendo tales
amenazas, lo cual es un grave error pues la amenaza suici-
da es una de las formas más frecuentes que eligen las per-
sonas para comunicar sus intenciones suicidas antes de rea-
lizarlo.
2. Si dice que tiene deseo de matarse la familia puede respon-
der cometiendo el error de intentar mostrarle las bondades
que depara la vida, lo que precisamente, el suicida no per-
cibe, pues si las percibiera de esa manera no desearía po-
ner fin a su vida. El error consiste en pretender que el sui-
cida observe lo que no es capaz de observar, o lo que es lo
mismo, mostrarle a un invidente cuan azul es el cielo, cuan
verde es la hierba, o cuan roja es la rosa, siendo incapaz de
percibirlo por su condición de ciego.
3. Si dice que tiene deseos de morirse el familiar puede res-
ponder de manera similar a lo expresado con antelación y
considerar que el deseo de morir nunca se convertirá en
el deseo de matarse, sin tener en cuenta que el deseo de
morir es el portal del comportamiento suicida pues indi-
can la inconformidad del sujeto con su propia vida, aquí
y ahora.
4. Si ha dicho que los demás se sentirían mejor si el no exis-
tiera la familia suele responder contradiciéndole y dicién-
dole que ellos no se sentirían bien si eso ocurriera, sin
tener en cuenta el estado anímico que condiciona esa ex-
presión.
5. Si ha dicho que era mejor estar muerto que vivo la fami-
lia puede responder de manera similar a lo expresado en el
acápite precedente
6. Si ha dicho que había pensado acabar con su vida la familia
suele responder con miedo, inseguridad y hostilidad hacia

45
el sujeto por hacerle partícipe de tales ideas que le han qui-
tado la tranquilidad espiritual por lo que para recuperar el
equilibrio perdido comienza a utilizar el mecanismo psico-
lógico de la negación al considerar que eso nunca ocurrirá.
7. Si ha dicho que quería terminar de una vez por todas puede
ser malinterpretado por los familiares por no hacer equiva-
lente esta expresión de los deseos de suicidio y pensar que
se pudo haber referido a concluir alguna otra cosa que no
fuera su propia vida.
8. Si ha dicho que la vida no era digna de ser vivida la familia
puede responder elogiando los propios atributos del sujeto
que le hacen un individuo digno, sin tener en cuenta el es-
tado de ánimo del sujeto.
9. Si ha dicho que no quería seguir siendo una carga para los
demás suele ser malinterpretado por la familia que pueden
intentar convencerlo de lo contrario sin tener en cuenta el
trasfondo depresivo que encierra tal afirmación.
10. Si ha dicho que tenía malas ideas o pensamientos malos la
familia responde creyéndoles pero sin intentar determinar
a qué se refiere cuando dice tener esas malas ideas o malos
pensamientos, asumiendo equivocadamente que no se trata
de ideas suicidas.
11. Si ha dicho que la vida no valía la pena vivirla la familia
puede responder intentando brindarle diversos argumentos
ostensibles en la vida del sujeto que contradicen dicha ex-
presión sin tener en cuenta el estado anímico del sujeto que
le hace percibir su realidad de esa manera.
12. Si ha dicho que quiere matarse la familia puede responder
con hostilidad retándolo, con incredulidad, negándolo y si
ya lo ha repetido muchas veces responder con fastidio y sin
hacerle caso.
13. Si ha dicho que le gustaría dormirse y no despertar nunca
más puede ser malinterpretado por los familiares como sim-
ples deseos de dormir mucho y no como deseos de matarse.

46
14. Si ha dicho que estaba cansado de la vida puede ser inter-
pretado por los familiares como manifestaciones de tedio,
aburrimiento o cansancio real por un estilo de vida ruti-
nario, monótono o con exceso de obligaciones laborales y
muy pocas distracciones y no como deseos de cometer sui-
cidio.
15. Si ha dicho que ya no tendrían que seguir soportándolo los
familiares pueden responder aprobando tal afirmación por
tratarse de un sujeto cuya ausencia del seno familiar pro-
vocaría el alivio que no se puede conseguir debido a sus
trastornos de comportamiento, sin considerar que dicha
afirmación se refiere a cometer suicidio. En otras ocasio-
nes los familiares piensan que, efectivamente, esta persona
se considera insoportable y tratan de sacarle de su error sin
tener en cuenta que esta expresión puede estar causada por
un estado de ánimo adverso.
16. Si ha dicho que no quería seguir viviendo es malinterpreta-
do por la familia como deseos de morir por una causa natu-
ral y no como deseos de cometer suicidio.
17. Si ha dicho que para vivir así era preferible estar muerto y
la respuesta familiar puede ser considerar que desea morir
debido a las circunstancias en las que habitualmente surge
dicha expresión y no tienen en cuenta la posibilidad que lo
intente mediante el suicidio.
— La práctica religiosa es un reconocido factor protector de suici-
dio en la familia, cuando no se padece de una condición mór-
bida grave que invalide al sujeto de su capacidad para discernir
lo que es correcto de lo que no lo es. En la mayoría de las reli-
giones sus adeptos son educados que la decisión sobre la vida
y la muerte son atributos del Ser Supremo, quien decide ambas
cosas. Y los atajos para llegar a su encuentro no son aceptados
puesto que el suicidio se considera un pecado sino, el mayor
de todos pues priva a Dios de disponer de nuestras vidas. Jun-
to a esta actitud punitiva hacia el suicidio, juegan un importan-
te factor protector que en alguna de ellas se prohíbe el consu-
mo de bebidas alcohólicas las que está demostrado, generan

47
dependencia y están involucradas en diversos actos violentos
como los accidentes de vehículos de motor, los delitos de lesio-
nes, los homicidios y los suicidios.
— La estabilidad de la familia es un factor protector contra el sui-
cidio pues genera confianza y seguridad en sus miembros, esta-
biliza emocionalmente a sus integrantes, les permite el desarro-
llo armónico de las cualidades de la personalidad y les sirve de
patrón a imitar a la hora de conformar sus respectivas familias.
Por el contrario, es común las familias monoparentales, disfun-
cionales y caóticas en la historia personal de sujetos que han in-
tentado el suicidio o se han suicidado.

Son factores protectores del suicidio el derecho de las personas al


trabajo y a la educación, a la seguridad social y a la tranquilidad ciuda-
dana pues son condiciones inherentes para gozar de bienestar.
Son factores protectores del suicidio el acceso a los servicios de
salud, pues si esto no es posible las personas que presentan una condi-
ción que los puede conllevar a realizar un acto suicida no pueden ser
diagnosticados y tratados oportunamente.
El tratamiento de las enfermedades mentales cuando se hace oportu-
na y eficazmente se convierte en un factor protector del suicidio ya que
los enfermos mentales se suicidan con más frecuencia que la población
en general. Entre las enfermedades mentales que deben ser reconocidas
precozmente y tratada debidamente se encuentra la depresión, pues una
depresión no suicida puede, además de afectar al sujeto en su totalidad
(en lo físico, lo mental, lo familiar, lo social y lo espiritual) puede con-
vertirse en una depresión suicida y el sujeto terminar con su vida.
Por tanto es un factor protector que los médicos sepan abordar un
sujeto en crisis suicida pues la relación terapéutica con el individuo en
riesgo de cometer suicidio es, como cualquier otra relación terapéutica,
una relación técnica, en la que el terapeuta está dotado de un cuerpo de
conocimientos que le permitirá fomentar una relación empática con el
sujeto que sufre y determinar la existencia de un plan suicida para en-
tonces darse a la tarea de emprender una serie de medidas que logren
mantener al sujeto con vida como objetivo supremo de dicho trata-
miento.

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III. Publicar los mitos y las evidencias relacionadas con el suicidio

Los mitos son criterios culturalmente aceptados y entronizados en


la población que no reflejan la veracidad científica pues se trata de jui-
cios de valor erróneos con respecto al suicidio, a los suicidas y a los
que intentan el suicidio, que deben ser eliminados si se desea colaborar
con este tipo de personas. Con cada mito se intentan justificar determi-
nadas actitudes de quienes los sustentan, las que se convierten en un
freno para la prevención de esta causa de muerte.
Pasemos a enunciar algunos de ellos, no todos, desde luego, y ex-
pondremos los criterios científicos que desde este momento deben pri-
mar en usted para poder hacer efectiva su ayuda en prevenir el suicidio.

1. MITO: El que se quiere matar no lo dice.


Criterio equivocado pues conduce a no prestar atención a las per-
sonas que manifiestan sus ideas suicidas o amenazan con suicidarse.
Criterio científico: De cada diez personas que se suicidan, nueve
de ellas dijeron claramente sus propósitos y la otra dejó entrever sus
intenciones de acabar con su vida.

2. MITO: El que lo dice no lo hace.


Criterio equivocado ya que conduce a minimizar las amenazas sui-
cidas las que pueden ser consideradas erróneamente como chantajes,
manipulaciones, alardes, etc.
Criterio científico: Todo el que se suicida expresó con palabras,
amenazas, gestos o cambios de conducta lo que ocurriría.

3. MITO: Los que intentan el suicidio no desean morir, sólo hacen


el alarde.
Criterio equivocado porque condiciona una actitud de rechazo a
quienes intentan contra su vida, lo que entorpece la ayuda que estos in-
dividuos necesitan.
Criterio científico: Aunque no todos los que intentan el suicidio
desean morir, es un error tildarlos de alardosos, pues son personas a las

49
cuales les han fracasado sus mecanismos útiles de adaptación y no en-
cuentran alternativas, excepto el intentar contra su vida.

4. MITO: Si de verdad se hubiera querido matar, se hubiera tirado


delante de un tren
Criterio equivocado que refleja la agresividad que generan estos
individuos en quienes no están capacitados para abordarlos.
Criterio científico: Todo suicida se encuentra en una situación ambi-
valente, es decir, con deseos de morir y de vivir. El método elegido para el
suicidio no refleja los deseos de morir de quien lo utiliza, y proporcionar-
le otro de mayor letalidad es calificado como un delito de auxilio al suici-
da (ayudarlo a que lo cometa), penalizado en el Código Penal vigente.

5. MITO: El sujeto que se repone de una crisis suicida no corre pe-


ligro alguno de recaer.
Criterio equivocado que conduce a disminuir las medidas de observa-
ción estricta del sujeto y la evolución sistematizada del riesgo de suicidio.
Criterio científico: Casi la mitad de los que atravesaron por una
crisis suicida y consumaron el suicidio, lo llevaron a cabo durante los
tres primeros meses tras la crisis emocional, cuando todos creían que
el peligro había pasado. Ocurre que cuando la persona mejora, sus mo-
vimientos se hacen más ágiles, está en condiciones de llevar a vías de
hecho las ideas suicidas que aún persisten, y antes, debido a la inactivi-
dad e incapacidad de movimientos ágiles, no podía hacerlo.

6. MITO: Todo el que intenta el suicidio estará en ese peligro toda


la vida.
Criterio equivocado que intenta justificar la sobreprotección hacia
el individuo en algunos casos y el estigma o rechazo por temor a que
se repita.
Criterio científico: Entre el 1% y el 2% de los que intentan el sui-
cidio lo logran durante el primer año después del intento y entre el 10
al 20% lo consumarán en el resto de sus vidas. Una crisis suicida dura
horas, días, raramente semanas, por lo que es importante reconocerla
para su prevención.

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7. MITO: Todo el que se suicida está deprimido.
Criterio equivocado que tiende a hacer sinónimo el suicidio y la
depresión, lo cual no se ajusta a la estricta evidencia.
Criterio científico: Aunque toda persona deprimida tiene posibi-
lidades de realizar un intento de suicidio o un suicidio, no todos los
que lo hacen presentan este desajuste. Pueden padecer esquizofre-
nias, alcoholismo, trastornos del carácter, etc.

8. MITO: Todo el que se suicida es un enfermo mental.


Criterio equivocado que intenta hacer sinónimo el suicidio y la en-
fermedad mental.
Criterio científico: Los enfermos mentales se suicidan con mayor
frecuencia que la población en general, pero no necesariamente hay
que padecer un trastorno mental para hacerlo. Pero no caben dudas
de que todo suicida es una persona que sufre.

9. MITO: El suicidio se hereda.


Criterio equivocado que tiende al nihilismo terapéutico, pues se
cree erróneamente que lo que está determinado por la herencia es im-
posible modificarlo.
Criterio científico: No está demostrado que el suicidio se herede,
aunque se puedan encontrar varios miembros de una misma familia
que hayan terminado sus vidas por suicidio. En estos casos lo hereda-
do es la predisposición a padecer determinada enfermedad mental en la
cual el suicidio es un síntoma principal, como por ejemplo, los trastor-
nos afectivos y las esquizofrenias.

10. MITO: El suicidio no puede ser prevenido pues ocurre por im-
pulso.
Criterio equivocado que limita las acciones preventivas pues si
ocurre de esta manera es imposible pronosticarlo y por tanto prevenir-
lo. Invita a la inercia terapéutica.
Criterio científico: Toda persona antes de cometer un suicidio evi-
dencia una serie de síntomas que han sido definidos como Síndrome

51
Presuicidal, consistente en constricción de los sentimientos y el inte-
lecto, inhibición de la agresividad, la cual ya no es dirigida hacia otras
personas reservándola para sí, y la existencia de fantasías suicidas,
todo lo que puede ser detectado a su debido tiempo y evitar se lleven a
cabo sus propósitos.

11. MITO: Al hablar sobre el suicidio con una persona en este riesgo
se le puede incitar a que lo realice.
Criterio equivocado que infunde temor para abordar la temática del
suicidio en quienes están en riesgo de cometerlo.
Criterio científico: Está demostrado que hablar sobre el suicidio
con una persona en tal riesgo en vez de incitar, provocar o introducir
en su cabeza esa idea, reduce el peligro de cometerlo y puede ser la
única posibilidad que ofrezca el sujeto para el análisis de sus propósi-
tos autodestructivos.

12. MITO: El acercarse a una persona en crisis suicida sin la de-


bida preparación para ello, sólo mediante el sentido común, es
perjudicial y se pierde el tiempo para su abordaje adecuado.
Criterio equivocado que intenta limitar la participación de volunta-
rios en la prevención del suicidio.
Criterio científico: Si el sentido común nos hace asumir una postu-
ra de paciente y atenta escucha, con reales deseos de ayudar al sujeto
en crisis a encontrar otras soluciones que no sean el suicidio, se habrá
iniciado la prevención.

13. MITO: Sólo los psiquiatras pueden prevenir el suicidio.


Criterio equivocado que pretende constituir la prevención del sui-
cidio en un feudo de los psiquiatras.
Criterio científico: Es cierto que los psiquiatras son profesiona-
les experimentados en la detección del riesgo de suicidio y su manejo,
pero no son los únicos que pueden prevenirlo. Cualquiera interesado
en auxiliar a este tipo de personas puede ser un valioso colaborador en
su prevención.

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14. MITO: Los que intentan el suicidio y los que se suicidan son in-
dividuos peligrosos, pues igual que intentan contra sí mismo pue-
den intentar contra los demás.
Criterio equivocado que tiende a generar temor al enfrentamiento a
este tipo de individuos.
Criterio científico: Es homicidio es un acto que generalmente no se
acompaña de suicidio en quienes lo realizan, por tratarse en la generali-
dad de los casos de un acto heteroagresivo. El suicidio, por lo general es un
acto autoagresivo, en el que los impulsos destructivos el sujeto los vierte
contra sí mismo, incluso el suicidio se consideró el homicidio de sí mismo.
Existen ocasiones en las que el suicida, antes de morir, mata a
otros que no desean morir, como en el llamado suicidio ampliado en
depresiones con síntomas psicóticos y en dramas pasionales en los que
el homicida-suicida presenta un trastorno mental generalmente del es-
pectro depresivo.

15. MITO: Una persona que se va a suicidar no emite señales de lo


que va a hacer
Criterio equivocado que pretende desconocer las manifestaciones
prodrómicas del suicidio.
Criterio científico: Todo el que se suicida expresó con palabras,
amenazas, gestos o cambios de conducta lo que ocurriría.

16. MITO: El suicida desea morir.


Criterio equivocado que pretende justificar la muerte por suicidio
de quienes lo cometen y por tanto tarde o temprano lo llevara a cabo.
Criterio científico: El suicida está ambivalente, es decir desea morir
si su vida continúa de la misma manera y desea vivir si se produjeran
pequeños cambios en ella. Si se diagnostica oportunamente esta ambi-
valencia se puede inclinar la balanza hacia la opción de la vida.

17. MITO: El que intenta el suicidio es un cobarde.


Criterio equivocado que pretende evitar el suicidio equiparándolo
con una cualidad negativa de la personalidad.

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Criterio científico: Los que intentan el suicidio no son cobardes
sino personas que sufren.

18. MITO: El que intenta el suicidio es un valiente.


Criterio equivocado que pretende equiparar el suicidio con una
cualidad positiva de la personalidad lo cual entorpece su prevención
pues lo justifica haciéndolo sinónimo de un atributo imitable y que to-
dos desean poseer como es el valor.
Criterio científico: Los que intentan el suicidio no son valientes ni
cobardes, pues la valentía y la cobardía son atributos de la personali-
dad que no se cuantifican o miden según la cantidad de veces que us-
ted se quita la vida o se la respeta.

19. MITO: Sólo los pobres se suicidan.


Criterio equivocado que pretende hacer del suicidio un atributo de
esta clase social, sin tener en consideración que es una causa democrá-
tica de muerte.
Criterio científico: Los pobres también pueden suicidarse aunque
es más probable que mueran de enfermedades infectocontagiosas por
sus condiciones de pobreza

20. MITO: Sólo los ricos se suicidan.


Criterio equivocado que desconoce la posibilidad de que el suici-
dio se presente entre las capas más pobres de la sociedad.
Criterio científico: El suicidio es una causa de muerte que se ob-
serva con mayor frecuencia entre los habitantes de países desarrollados
que en países en subdesarrollo, pero evidentemente los ricos no son los
únicos que se suicidan.

21. MITO: Sólo los viejos se suicidan.


Criterio equivocado que pretende evadir al suicidio como causa de
muerte en las edades tempranas de la vida, como son los niños y ado-
lescentes.

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Criterio científico: Los ancianos realizan menos intentos de auto-
destrucción que los jóvenes y utilizan métodos mortales al intentarlo,
lo cual conlleva al suicidio con más frecuencia.

22. MITO: Los niños no se suicidan.


Criterio equivocado que intenta negar la triste realidad del suicidio
infantil.
Criterio científico: Después que un niño adquiere el concepto de
muerte puede cometer suicidio y de hecho ocurre este acto a estas edades.

23. MITO: Si se reta un suicida no lo realiza.


Criterio equivocado que pretende probar fuerzas con el sujeto en
crisis suicida, desconociendo el peligro que significa su vulnerabilidad.
Criterio científico: Retar al suicida es un acto irresponsable pues
se está frente a una persona vulnerable en situación de crisis cuyos me-
canismos de adaptación han fracasado, predominando precisamente los
deseos de autodestruirse.

24. MITO: Cuando una depresión grave mejora ya no hay riesgo


de suicidio.
Criterio equivocado que ha costado no pocas vidas, pues descono-
ce que en los deprimidos suicidas el componente motor mejora prime-
ro que el componente ideático.
Criterio científico: Casi la mitad de los que atravesaron por una
crisis suicida y consumaron el suicidio, lo llevaron a cabo durante los
tres primeros meses tras la crisis emocional, cuando todos creían que
el peligro había pasado. Ocurre que cuando la persona mejora, sus mo-
vimientos se hacen más ágiles, está en condiciones de llevar a vías de
hecho las ideas suicidas que aún persisten, y antes, debido a la inactivi-
dad e incapacidad de movimientos ágiles, no podía hacerlo.

25. MITO: Los problemas económicos conllevan suicidio.


Criterio equivocado que pretende realizar un enfoque unilateral de
la génesis del suicidio o igualar las actitudes de los individuos que les

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ocasionan dificultades económicas con una consecuencia probable de
esas actitudes, como por ejemplo el suicidio debido a las deudas.
Criterio científico: Los países del África Subsahariana tienen ma-
yores problemas económicos que Japón y Suecia y tienen menores ta-
sas de suicidio que estos países desarrollados.

26. MITO: El suicidio es la puerta falsa.


Criterio equivocado que pretende homologar esta forma de morir
con posibles puertas, es decir, posibles salidas, lo cual es una actitud
permisiva hacia el suicidio, pues las puertas están hechas para ser uti-
lizadas, sea para entrar o salir. Es una manera ingenua de promocionar
esta causa de muerte.
Criterio científico: El suicidio no es una puerta ni falsa ni real,
sino una forma de morir.

27. MITO: Los desengaños amorosos en el adolescente conllevan


suicidio.
Criterio equivocado que pretende justificar con un evento vital tan
común en la adolescencia, el tipo de reacción que pueden tener algu-
nos adolescentes vulnerables.
Criterio científico: La mayoría de los adolescentes que tienen un
desengaño amoroso no cometen suicidio, sino que elaboran el duelo
por la pérdida y comienzan una nueva relación amorosa.

28. MITO: Todos tenemos la posibilidad de suicidarnos.


Criterio equivocado que utilizando la generalización pretende in-
cluir en esta forma de morir a toda la población.
Criterio científico: La mayoría de los individuos que se suicidan
padecían en una enfermedad mental diagnosticable y tratable en el mo-
mento de producirse el deceso.

29. MITO: Los adolescentes se matan cuando les ponen límites.


Criterio equivocado que denota temor a las reacciones de los
adolescentes cuando hay que ejercer la debida autoridad paterna o
materna.

56
Criterio científico: Los límites forman parte del amor y de la edu-
cación. Los adolescentes pueden sentirse muy desgraciados y malque-
ridos cuando no se les ponen límites razonables, pues piensan que no
les importan a sus progenitores.

30. MITO: Si la persona recibe amor no se suicida.


Criterio equivocado que pretende hacer del amor una forma de tra-
tamiento de la crisis suicida.
Criterio científico: A muchos individuos en crisis suicida no les in-
teresa ser amado pues consideran que no lo merecen y se dedican a ve-
lar un descuido de su familiar para cometer suicidio. El amor no es una
terapia reconocida en el arsenal de los profesionales de la salud mental
y la familia debe considerar como una forma de amarlo acercarlo cuan-
to ante a las fuentes de salud mental para recibir tratamiento especiali-
zado que evite su muerte.

31. MITO: Durante la crisis suicida se debe hacer terapia para que
el sujeto vea la vida de manera diferente.
Criterio equivocado que desconoce las características de la crisis
suicida, en la que predomina la ideación suicida. Si el sujeto en cri-
sis suicida pudiera ver la vida de manera diferente no desearía quitarse
la vida. Precisamente, por ser incapaz de verla de la manera que usted
desearía que la viera es que desea suicidarse.
Criterio científico: Evite intentar que el vea lo que es incapaz de
ver en su estado, siendo lo primero, protegerlo de sus impulsos auto-
destructivos para mantenerlo vivo hasta que la crisis suicida cese y sea
permeable a esas sugerencias que habitualmente se desean hacer.

32. MITO: Las creencias religiosas evitan el suicidio.


Criterio equivocado que desconoce las características de la crisis
suicida, y tampoco tiene en cuenta la perturbación mental que pueda
padecer el sujeto y que las creencias religiosas no pueden modificar
sin la presencia de un tratamiento especializado. Considerarlos poseí-
dos del demonio o ideas similares, pueden conllevar la muerte por sui-
cidio del sujeto al retardar la ayuda médica.

57
Criterio científico: Las creencias religiosas son un factor que pro-
tege contra el suicidio cuando no se padecen enfermedades que im-
piden al sujeto su cabal raciocinio. Los sacerdotes, pastores y líderes
religiosos deben estar capacitados en la detección de la crisis suicida
para evitar el suicidio de sus fieles.

IV. Publicar los signos de alarma de una crisis suicida

Una crisis suicida es aquella en la que, una vez agotado los meca-
nismos adaptativos creativos compensatorios del sujeto emergen las in-
tenciones suicidas, existiendo la posibilidad que el sujeto intente resol-
ver la situación problemática mediante la autoagresión requiriendo este
tipo de crisis un manejo apropiado del tiempo, ser directivo y tratar de
mantener a la persona con vida como primordial objetivo. (6, 7)
Una crisis suicida leve es aquella que cumple los siguientes requi-
sitos:

I. Existe una situación crítica y el sujeto experimenta deseos de


morir los cuales pueden evolucionar a manifestar deseos de ma-
tarse pero sin tener pensado en método alguno o pensar en
utilizar varios métodos sin predilección por ninguno de ellos
para realizar el acto de suicidio.
II. Las personas que presentan esta crisis pueden no exteriorizar
manifestaciones de enfermedad mental o padecer de trastor-
nos emocionales leves.
III. Por lo general, las crisis suicidas leves son el resultado de con-
flictos interpersonales en las relaciones de pareja, entre ami-
gos, hermanos o padres e hijos, conflictos laborales o escolares
y por inadaptación a regímenes de internado. (escolar, militar,
prisión, etc.).
IV. Las crisis suicidas leves pueden ser resueltas por los familiares,
los maestros, los amigos y cualquier persona allegada sin nece-
sidad de un entrenamiento mediante la facilitación de la catarsis
del sujeto en crisis a un oído receptivo, el aacompañamiento de
una o varias figuras significativas mientras dure la crisis, el cam-
bio de ambiente y consejos para encontrar soluciones no suicidas.

58
Las crisis suicidas leves pueden agravarse y evolucionar hacia una
crisis suicida moderada.
Una crisis suicida moderada es aquella que cumple los siguientes
requisitos:

I. Presencia de ideación suicida con un método especifico no


planificado
II. El sujeto padece de una enfermedad mental previa que ha re-
querido terapia, tiene antecedentes de intentos de suicidio o ha
realizado un intento de suicidio reciente y persiste en sus pro-
pósitos autodestructivos.
III. Por lo general, las crisis suicidas moderadas son el resultado
de relaciones interpersonales caóticas, (pareja, amigos, herma-
nos o padres e hijos) y por descompensaciones o reacciones
de sujetos portadores de enfermedad mental u orgánica pre-
existente a eventos vitales disímiles (ruptura de una relación
valiosa, abandono, deudas, desempleo, etc.).
IV. Puede cursar con abuso de alcohol u otras sustancias adictivas
que provoquen estados alterados de conciencia.
V. Las crisis suicidas moderadas pueden ser resueltas por volunta-
rios debidamente entrenados, terapeutas, médicos generales, psi-
cólogos y psiquiatras mediante la catarsis del sujeto a un oído
entrenado, acompañamiento terapéutico y de una o varias figuras
significativas mientras dure la crisis, evitar el acceso a los méto-
dos suicidas, consejería profesional, tratamiento psicoterapéu-
tico, individual y familiar, tratamiento psicofarmacológico para
eliminar los síntomas más molestos, cambio de ambiente (inclu-
yendo hospitalización breve, a tiempo parcial, etc.), evolucionar
la idea suicida para detectar precozmente su planificación.

La crisis suicida moderada puede agravarse y la persona que la pa-


dece debe ser remitida al psicólogo, psiquiatra u otro terapeuta con
probada experiencia en el tratamiento de personas suicidas
La crisis suicida grave es aquella que cumple los siguientes requi-
sitos:

I. Presencia de plan suicida o de un suicidio frustrado.

59
II. Evidencia de padecer un Trastorno Mental Grave con profu-
sión de síntomas agudos actuales, sea por brote o crisis de la
propia patología o por falta de adherencia o abandono tera-
péutico.
III. Si se presenta en adolescentes o jóvenes deben ser portado-
res de un trastorno del control de sus impulsos, un trastorno
limítrofe de la personalidad y abuso de sustancias adictivas o
puede ser el resultado de un grave y prolongado acoso, con-
llevando en ocasiones una matanza antes de intentar contra
su vida.
IV. Requiere internamiento en U.I.C. o en una unidad de Suicidio-
logía.
V. La crisis suicida grave solamente debe ser abordada por psicó-
logos, psiquiatras y suicidiólogos de probada experiencia en el
abordaje de personas suicidas.
VI. Las crisis suicidas graves pueden yugularse mediante el ingre-
so en sala de Psiquiatría, la observación profesional y acom-
pañamiento familiar continua durante 24 horas, el tratamiento
psicofarmacológico para eliminar los síntomas más molestos,
evitar el acceso a los métodos suicidas, el tratamiento psicote-
rapéutico individual, grupo y familia, realizar el diagnostico y
tratamiento del Trastorno Mental y la comorbilidad que condi-
cionan la crisis suicida y evolucionar el plan suicida varias ve-
ces al día.

La crisis suicida grave puede empeorar y poner al sujeto en inmi-


nente peligro de muerte por lo que SOLAMENTE DEBE SER TRA-
TADA POR PSIQUIATRAS con probada experiencia en el manejo de
sujetos suicidas pues el individuo en esas condiciones requiere interna-
miento en un servicio de Psiquiatría.
La crisis suicida grave con inminente peligro de muerte por suici-
dio es aquella que cumple los siguientes requisitos:

I. Búsqueda de cualquier medio para cometer suicidio.


II. Búsqueda de cualquier oportunidad para cometer suicidio.
III. Tenaces esfuerzos por evadir la observación de familiares, psi-
quiatras y enfermeras para poder cometer suicidio.

60
IV. Funcionamiento psicótico del sujeto con grave perturbación
de sus facultades mentales, con fenómenos alucinatorios y de-
lirantes que incrementan su decisión suicida.
V. Puede cometer homicidio de seres queridos antes de consumar
el suicidio.

La crisis suicida grave con inminente peligro de muerte puede re-


querir para mantener con vida al sujeto: la fijación química (y mecáni-
ca si necesario), la observación profesional y acompañamiento familiar
continuo durante las 24 horas, tratamiento electroconvulsivo y evolu-
cionar el plan suicida cuantas veces sea necesario

V. Publicar las fuentes de salud mental a las que se pudieran acudir


en caso de situación de crisis suicida

También se deben publicar aquellas instituciones, organizaciones y


líderes naturales a los que acudir para recibir la primera ayuda psicoló-
gica cuando se está en una situación de riesgo de suicidio. Las páginas
web de reconocidas asociaciones de prevención del suicidio en la que se
brindan servicios de ayuda psicológica online, deben ser divulgadas por
los medios.

VI. Divulgar los grupos de riesgo suicida

Los grupos de riesgo de suicidio son aquellos conjuntos de perso-


nas que por sus características particulares tienen mayores posibilida-
des de cometer un acto suicida que los que no están incluidos en ellos.
Por otra parte, el concepto de grupo de riesgo de suicidio tiene varias
ventajas como las que a continuación se relacionan:

— Su número es limitado, lo cual facilita el diagnóstico.


— Incluyen las múltiples posibilidades por las cuales una persona
puede realizar un acto suicida.

En el abordaje de una conducta compleja como es el suicidio, no


debe incrementarse su complejidad, pues se corre el riesgo de no obte-

61
ner los resultados deseados, si se tiene en consideración que la preven-
ción de estos fenómenos medico-sociales, involucran a toda la socie-
dad en su conjunto, y no al sector médico exclusivamente. Simplificar
lo complejo del tema del suicidio es una estrategia que puede contri-
buir a que una mayor cantidad de personas esté en condiciones de de-
tectar y evaluar el riesgo de cometerlo.
Ponemos a consideración de los lectores esta sencilla manera de
abordar el suicidio y su prevención.
Los grupos de riesgo de suicidio son los siguientes:

1) Los deprimidos.
2) Los que han intentado el suicidio.
3) Los que tienen ideas suicidas o amenazan con suicidarse.
4) Los sobrevivientes.
5) Los sujetos vulnerables en situación de crisis. Pasemos a des-
cribirlos someramente.

1) Los deprimidos

La depresión es una enfermedad del estado de ánimo, muy fre-


cuente, la cual afecta al ser humano en su totalidad, ya sea física y
emocionalmente, con repercusión social debido a la merma de la vo-
luntad para satisfacer las demandas habituales de la vida de forma óp-
tima. Es una enfermedad muy difundida en la comunidad y tiene di-
versas formas de presentación. Sus síntomas más frecuentes son la
tristeza, pocos deseos de hacer las cosas, la falta de voluntad, los de-
seos de morir, las quejas somáticas diversas, la ideación suicida, los
actos de suicidios y los trastornos del sueño, el apetito y el descuido
de los hábitos de aseo. En los adolescentes deprimidos los síntomas
más frecuentemente observados son los siguientes:

— Tristeza, aburrimiento, tedio y fastidio.


— Pérdida de los intereses y del placer en las actividades que ante-
riormente lo despertaban.
— Trastornos del hábito de sueño, con insomnio o hipersomnia.

62
— Intranquilidad.
— Falta de concentración.
— Irritabilidad, disforia, malhumor.
— Pérdida de la energía para emprender las tareas cotidianas.
— Sentimientos de cansancio y agotamiento.
— Preocupaciones reiteradas con la música, libros, y juegos rela-
cionados con el tema de la muerte o el suicidio.
— Manifestar deseos de morir.
— Sentirse físicamente enfermos, sin tener una enfermedad orgá-
nica alguna.
— Incremento del uso del alcohol y las drogas.
— Falta de apetito o apetito exagerado.
— Conducta rebelde sin una causa que lo determine.
— Expresar ideas suicidas o elaborar un plan suicida.
— Planificar actos en los que no se calculen de forma realista, las
probabilidades de morir.
— Llanto sin motivo aparente.
— Aislamiento social evitando las compañías de amigos y fami-
liares.
— Pesimismo, desesperanza y culpabilidad.

Algunas particularidades de los cuadros depresivos en los adoles-


centes son las siguientes:

1. Se manifiestan con más frecuencia irritables que tristes.


2. Las fluctuaciones del afecto y la labilidad son más frecuentes
que en el adulto, quien tiene mayor uniformidad en sus expre-
siones anímicas.
3. Los adolescentes tienen la tendencia a presentar más frecuente-
mente exceso de sueño o hipersomnia que insomnio.
4. Tienen mayores posibilidades de manifestar quejas físicas al
sentirse deprimidos.
5. Muestran episodios de violencia y conductas disociales como
manifestación de dicho trastorno anímico con más frecuencia
que en el adulto.
6. Pueden asumir conductas de riesgo como abuso de alcohol y
drogas, conducir vehículos a altas velocidades, sobrios o en es-
tado de embriaguez.

63
7. Es de suma importancia el reconocimiento de la depresión en el
adolescente, pues son más proclives a realizar intentos de suici-
dio que los adultos en condiciones similares.

En los ancianos, la depresión se manifiesta con algunas particulari-


dades. Paso a describirlas:

I. Depresión que se presenta como el envejecimiento normal.


En este caso el anciano muestra disminución del interés por las
cosas que habitualmente lo despertaban, de la vitalidad, de la vo-
luntad; tendencia a revivir el pasado, pérdida de peso, trastornos del
sueño, algunas quejas por falta de memoria, tiende al aislamiento y
permanece la mayor parte del tiempo en su habitación. (Para muchos
este cuadro es propio de la vejez y no una depresión tratable.)

II. Depresión que se presenta como envejecimiento anormal.


En el anciano aparecen diversos grados de desorientación en lugar,
en tiempo y con respecto a sí mismo y a los demás: confunde a las per-
sonas conocidas, es incapaz de reconocer lugares; aparece deterioro de
sus habilidades y costumbres, relajación esfinteriana, esto es, se orina y
defeca sin control alguno, trastornos de la marcha que hacen pensar en
una enfermedad cerebrovascular, trastornos de conducta como negarse
a ingerir alimentos, etc. (Para muchos este cuadro es propio de una de-
mencia con carácter irreversible y no una depresión tratable.)

III. Depresión que se presenta como una enfermedad física, somá-


tica u orgánica.
El anciano se queja de múltiples síntomas físicos, como dolores
de espalda, en las piernas, en el pecho, cefaleas. Puede quejarse tam-
bién de molestias digestivas como digestión lenta, acidez, plenitud es-
tomacal sin haber ingerido alimentos que lo justifiquen; tiende a tomar
laxantes, antiácidos y otros medicamentos para sus molestias gastroin-
testinales; refiere pérdida de la sensación del gusto, falta de apetito y
disminución del peso, problemas cardiovasculares como palpitaciones,
opresión, falta de aire, etcétera. (Para muchos este cuadro es propio de
alguna enfermedad del cuerpo y no una depresión tratable.)

64
IV. Depresión que se presenta como una enfermedad mental no
depresiva.
El anciano se queja de que lo persiguen, que lo vigilan, que le
quieren matar, que todas las personas hablan de él, y al preguntarle
por qué sucede todo eso responde que lo merece por ser «el peor ser
humano que hay en el mundo», «el mayor de todos los pecadores» y
otras expresiones similares que tienen un trasfondo depresivo.

V. Depresión que se presenta como enfermedad mental depresiva.


La Asociación Psiquiátrica Americana (APA) considera que para
realizar el diagnóstico de un Trastorno Depresivo Mayor se requieren
cinco o más de los siguientes síntomas, los que deben estar presentes
por al menos dos semanas de duración y que ello representa un cambio
en el funcionamiento habitual del sujeto:

— Ánimo deprimido la mayor parte del día durante todos los días.
— Marcada reducción del placer o el interés en todas o la mayoría
de las actividades diarias.
— Disminución de peso sin someterse a dieta o ganancia de peso
(del orden de un 5%).
— Insomnio o hipersomnia diarios.
— Agitación psíquica y motora o retardo psicomotor.
— Fatiga o pérdida de energía diariamente.
— Sentimientos de culpa inapropiados, que pueden conducir a de-
lirios de culpa.
— Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse e inde-
cisión la mayor parte del día.
— Pensamientos recurrentes de muerte o de suicidio.

Estos síntomas no deben ser ocasionados por una enfermedad físi-


ca o por abuso de sustancias.
Como se evidencia, no es conveniente atribuir cualquier síntoma
del anciano a su vejez, a los achaques de la misma, a una demencia o
a una enfermedad física, pues puede ser la manifestación de una de-
presión tratable y, por tanto, puede recuperar su vitalidad y el resto de
las funciones comprometidas. Si no se diagnostica adecuadamente, se

65
puede hacer crónica y en el peor de los casos, terminar su vida con el
suicidio.

2) Los que han intentado el suicidio

Según algunos estudios entre 1% a 2 % de los que intentan el suici-


dio se suicidan durante el primer año de haber realizado dicha tentativa
de autoeliminación y entre el 10% a 20% durante el resto de sus vidas.
Se considera que los suicidas y los que intentan el suicidio son poblacio-
nes diferentes, siendo las características de estos últimos las siguientes:

— Pertenecer al sexo femenino.


— Ser adolescentes o jóvenes.
— Los intentos de suicidio adquieren el significado de llamada de
atención, socorro o ayuda y pueden tener un componente impul-
sivo y ambivalente.
— Predominio de enfermedades psiquiátricas como los trastornos
de la personalidad, la dependencia de sustancias, los trastornos de
ansiedad y situacionales.

3) Los que tienen ideas suicidas o amenazan con suicidarse

Tener ideas suicidas no necesariamente conlleva riesgo de cometer


un suicidio, pues en múltiples investigaciones se ha encontrado un gru-
po de individuos que durante sus vidas han tenido este tipo de pensa-
mientos y jamás han realizado una autoagresión. Sin embargo, cuando
la idea suicida se presenta como un síntoma de una enfermedad mental
con una elevada tendencia suicida, con una frecuencia creciente, una
detallada planificación y en circunstancias que facilitan que se lleve a
cabo, el riesgo de cometer suicidio es muy elevado.
En la población existe el criterio erróneo que si se le pregunta a
una persona en riesgo suicida si ha pensado matarse, se le puede incitar
a que lo ejecute. El criterio científico demostrado es que hablar sobre
el suicidio con una persona en riesgo en lugar de incitarlo, provocarlo,
inducirlo, o introducirle en su cabeza esa idea, se reduce el riesgo de

66
cometerlo, ya que puede ser la única y última posibilidad que ofrezca
el individuo para que conozcamos cómo pensaba. Cuando la respuesta
sea afirmativa, hay que observar una secuencia de preguntas que será
abordada más adelante.

4) Los sobrevivientes

Se consideran sobrevivientes, aquellas personas muy vinculadas


afectivamente a una persona que fallece por suicidio, entre los que se
incluyen los familiares, amigos, compañeros e incluso el médico, psi-
quiatra u otro terapeuta que la asistía.
El duelo por un suicida presenta determinadas características que lo
diferencia del resto de los duelos. Es imposible presentar un cuadro clí-
nico típico del sobreviviente de un suicidio, pero son comunes los in-
tensos sentimientos de pérdida, acompañados de pena y tristeza, rabia
por hacerle responsable, en cierta medida, de lo sucedido, sentimientos
de distanciamiento, ansiedad, culpabilidad, estigmatización, etc.
Puede manifestarse el horror por el posible arrepentimiento tardío,
cuando ya las fuerzas flaquearon lo suficiente para evitar la muerte y
no poder evitarla deseándolo en esos últimos instantes.
El miedo es una emoción presente en la casi totalidad de los fami-
liares del suicida y está referido a sí mismo, a su posible vulnerabilidad
de cometer suicidio o a padecer una enfermedad mental que lo conlle-
ve. Este temor se extiende a los más jóvenes, a los que pueden comen-
zar a sobreprotegerse con la esperanza de evitar que ellos también co-
metan un acto suicida.
La culpabilidad es otra manifestación frecuente en los familiares del
suicida y se explica por la imposibilidad de evitar la muerte del ser que-
rido, por no haber detectado oportunamente las señales que presagiaban
lo que ocurriría, por no atender las llamadas de atención del sujeto, las
que habitualmente consisten en amenazas, gestos o intentos suicidas pre-
vios, así como no haber logrado la confianza del sujeto para que les ma-
nifestara sus ideas suicidas. Otras veces la culpabilidad la ocasiona el no
haber tomado una medida a tiempo, a pesar de reconocer las manifesta-
ciones de un deterioro de la salud mental que podían terminar en un acto

67
de suicidio. Cuando la culpabilidad es insoportable, el familiar también
puede realizar un acto suicida para expiar dicha culpa.

5) Los sujetos vulnerables en situación de crisis

Este grupo está conformado principalmente por los enfermos


mentales no deprimidos, entre los cuales se encuentran los esquizo-
frénicos, los alcohólicos y otros drogodependientes, los trastornos de
ansiedad y de la personalidad, los que padecen trastornos del impuso,
así como los síndromes orgánicos cerebrales, por sólo citar algunos.
Se incluyen además aquellos individuos que padecen enferme-
dades físicas terminales, malignas, dolorosas, incapacitantes o dis-
capacitantes que comprometen sustancialmente la calidad de vida.
Entre ellas cabe mencionar las endocrinopatías, las enfermedades
degenerativas del Sistema Nerviosos Central, el Síndrome de Inmu-
nodeficiencia Adquirida, la corea de Huntington, la enfermedad de
Addison, la enfermedad de Cushing, el hipotiroidismo, el hipertiroi-
dismo, la diabetes mellitas, la sífilis terciaria, el carcinoma de cabe-
za de páncreas y otros canceres principalmente en el primer año de
su diagnóstico, la anemia perniciosa, las enfermedades del colágeno,
entre otras.
Son vulnerables también determinados grupos de individuos como
las minorías étnicas, los inmigrantes que no logran adaptarse al país
receptor, los desplazados, torturados, víctimas de la violencia en cual-
quiera de sus manifestaciones.
Cuando estos individuos se encuentran sometidos a una situación
conflictiva o a un evento emocionalmente significativo que rebasa sus
capacidades de resolución de problemas, pueden emerger las tenden-
cias suicidas.
Entre estas situaciones tenemos las siguientes:

I. En la infancia:
— Presenciar acontecimientos dolorosos (violencia familiar)
Ruptura familiar

68
— Muerte de ser querido que brindaba apoyo emocional Con-
vivir con un enfermo mental como único pariente Llama-
das de atención de carácter humillante.
II. En la adolescencia:
— Amores contrariados.
— Malas relaciones con figuras significativas (padre, madre o
maestros).
— Excesivas expectativas de los progenitores que sobrepasan
las capacidades del adolescente.
— Embarazo no deseado.
— Embarazo oculto.
— Los periodos de exámenes.
— Amigos con comportamiento suicida o que aprueban la so-
lución suicida.
— Desengaños amorosos.
— Fenómeno trajín.
— Llamadas de atención de carácter humillante.
— Acoso o abuso sexual por parte de figuras significativas.
— Pérdida de figuras significativas por separación, muerte o
abandono.
— Periodos de exámenes.
— Períodos de adaptación a regímenes militares e internados
educacionales.
— Conciencia de enfermedad mental grave.
III. En la adultez:
— Desempleo (durante el primer año).
— Esposa competitiva en determinadas culturas machistas.
— Escándalos sexuales en personalidades públicas (políticos,
religiosos, etc.).
— Quiebras financieras.
— Hospitalización psiquiátrica reciente.
— Egreso hospitalario por enfermedad mental grave.
IV. En la vejez:
— Período inicial de la institucionalización.

69
— Viudez durante el primer año en el hombre y durante el se-
gundo año en la mujer.
— Estar sometido a maltratos físicos y psicológicos.
— Enfermedades físicas que deterioran el sueño (insomnio
crónico).
— Asistencia a la pérdida de las facultades mentales.

VII. Divulgar medidas sencillas que permita a la población saber


qué hacer en caso de detectar un sujeto con riesgo de suicidio

— Preguntar siempre a la persona en situación de riesgo suicida si


ha pensado en cometer suicidio.
— Si la respuesta es afirmativa, evitar el acceso a cualquier méto-
do que pueda dañarlo.
— Nunca dejarlo a solas mientras persistan las ideas suicidas.
— Avisar a otras personas significativas para el sujeto que contri-
buyan a evitar la ocurrencia de un acto suicida.
— Acercarlo a las fuentes de salud a recibir atención especializada.

La Internet es otro medio que ha contribuido al desarrollo vertigi-


noso de las comunicaciones y tal expansión ha permitido que se pue-
dan realizar diversas acciones entre los usuarios de la red de redes,
como también se le conoce las cuales no eran posibles con otras técni-
cas de comunicación previas.
En la actualidad mediante la Internet, las personas que tienen acce-
so a dicha tecnología, pueden comunicarse con sus seres queridos que
se encuentran distantes, sus amigos o conocidos, con organizaciones,
instituciones y también con desconocidos mediante determinados si-
tios a los que se puede acceder para conversar, chatear o expresar sus
opiniones en determinados foros.
Para hacer uso de esta forma avanzada de comunicación se nece-
sitan determinados medios que, por lo general, solo están presentes en
aquellos lugares donde existe cierto desarrollo económico y social y
que los individuos hayan cubierto sus necesidades básicas para poder
dedicarse a este tipo de comunicación. Se infiere entonces que es muy
poco probable que sea la Internet el medio de comunicación principal

70
entre los negros de una tribu africana o de los indios de una tribu del
Orinoco.
La Internet es de una utilidad nada despreciable aunque tiene sus
inconvenientes por la posibilidad de acceder a ella cualquier persona.
Este es un medio de difusión masivo, mucho más que los tradicio-
nales, pues las televisoras de algunos países solamente se observan en
el país en las que se originan, o las emisoras de radio solo son escucha-
das hasta donde llegue la potencia de sus transmisores. Esto no ocurre
con la Internet que ha globalizado las comunicaciones y si es empleada
de una manera razonable, inteligente, adecuada, se globalizará lo razo-
nable, lo inteligente y adecuado. Pero si es utilizado con fines sórdi-
dos, enfermizos y mezquinos se globalizará la sordidez, la enfermedad
y la mezquindad.
Por tanto, la Internet ha ofrecido nuevas posibilidades en la pre-
vención del suicidio y existen diversas organizaciones encargadas de
diseminar sus puntos de vista, unos más científicos que otros, acerca
de la forma de evitar esta causa de muerte.
Es posible mediant,e la utilización profesional de la Internet rea-
lizar consultas e intervenciones en situación de crisis suicida cuando
el presunto suicida recaba ayuda a través de este medio con resultados
satisfactorios en muchos casos. (Perez Barrero SA, Psicoterapia en la
Internet. Inédito).
Se realizan congresos de Psiquiatría online en los que en la temá-
tica de urgencias psiquiátricas se incluyen el suicidio y su interven-
ción. Asimismo, aparecen libros electrónicos sobre la prevención del
suicidio.
Las principales organizaciones de salud cuentan en sus páginas
con investigaciones en las que el tema del suicidio y su prevención son
obligados así como en revistas y boletines electrónicos en las cuales
han sido publicados múltiples artículos sobre dicha temática.
La búsqueda de datos y cualquier otra información sobre el tema
se facilita extraordinariamente cuando se accede a la Internet.
Sin embargo, no todo es ventajoso, pues las primeras manifesta-
ciones de suicidios a través de Internet fueron detectadas a fines de los

71
años 90 y se han extendido, alcanzando en los últimos tiempos cifras
alarmantes en varios países.
El termino Cybersuicidio se refiere precisamente a la Influencia
de la información sobre suicidio aparecida en Internet en la incidencia
de los suicidios en quienes navegan en la red de redes. Se pueden en-
contrar juegos suicidas, chistes suicidas y música para suicidas de pre-
ferencia rock metálico. Uno de los grupos más activos es alt. suicide.
Holiday (ash) aparecido en la década de los 80, para aquellos que quie-
ren discutir las opciones suicidas y para los que consideran el suicidio
como una posibilidad abierta a todos. Se describen los métodos suici-
das, desde los más conocidos y eficaces hasta los más frívolos, llegan-
do a más de 40. Pueden aparecer notas suicidas y anuncios incitando al
suicidio.
En un reciente despacho de prensa anunciaba el arresto de un es-
tadounidense de 26 años que planeaba a través de Internet un suici-
dio colectivo para el 14 de febrero o Día de San Valentín. Gerald Krien
que así se llama el promotor del suicidio masivo, fue descubierto y de-
tenido por la policía bajo la acusación de «instigación al suicidio».
A través del correo electrónico, este individuo logró convencer
al menos a 32 personas, entre estadounidenses y canadienses, para
que todos se mataran al mismo tiempo en una suerte de ritual. Krien
fue descubierto cuando una mujer que de inicio aceptó la idea de un
suicidio colectivo, denunció la trama, espantada por la confesión de
otra participante quien pensaba asesinar a sus dos hijos antes de ma-
tarse.
Se extienden en la Internet los mensajes de personas desajustadas
que desean cometer suicidio y en vez de ser ayudadas a salir de la cri-
sis suicida se les persuade para que realicen dicho acto o se les invi-
ta a unirse a otros que han pensado de manera similar con frases como
«Necesito alguien que muera conmigo», «Deseo suicidarme acompa-
ñado» «Si estas convencido de morir, nosotros te llevaremos hasta la
muerte» y otras expresiones similares.
Recientemente se ha informado la ocurrencia de varios episodios
de suicidios colectivos en Japón. En la isla septentrional japonesa de
Hokkaido cuatro jóvenes acabaron con su vida inhalando monóxido

72
de carbono de seis hornillos en el interior de un vehículo. Otras nue-
ve personas acabaron con su vida en las provincias de Kanagawa y
Shizuoka, en el sur y oeste de Japón, respectivamente.
En la provincia de Tochigi, al norte de Tokio al menos siete indivi-
duos se suicidaron inhalando monóxido de carbono en dos grupos se-
parados de tres y cuatro personas en un aparente «pacto de muerte».
Otro suicidio con similares características incluía a tres hombres y una
mujer quienes fueron encontrados dentro de un automóvil en la ciudad
turística de Nikko, también en Tochigi. El último pacto suicida de esta
serie ocurrió en Ninomiya, localidad de Tochigi, cuando dos hombres
y una mujer murieron tras inhalar monóxido de carbono desprendido
por varios hornillos de carbón.
La asfixia colectiva ha causado en los últimos cinco meses medio
centenar de muertos en Japón, principalmente jóvenes quienes sue-
len acordar el lugar y momento del suicidio por Internet; después aca-
ban con su vida en un automóvil cerrado y con las ventanas selladas en
cuyo interior encienden los braseros que producen el mortal monóxido
de carbono.
En el 2003, 34 personas murieron de esta manera, alcanzado los 55
en el 2004 y los 91 en el 2005.
En Zamora, España, tres jóvenes pactaron el suicidio pero fue-
ron descubiertos antes de cometerlo por dos periodistas que según
los medios noticiosos «se introdujeron en un foro de salud y se con-
virtieron en dos anónimas participantes que hicieron creer a sus com-
pañeros cibernéticos que a ellas también les rondaba esa misma idea
por la cabeza».
Los expertos advierten que Internet de forma aislada no puede ser
culpado de incitar al suicidio, pero destacaron que la intensidad de al-
gunas salas de conversación (chateo) sobre suicidios podía empeorar el
estado psicológico de los implicados.
Estos episodios de suicidios colectivos suicidios utilizando la In-
ternet han sido considerados como pactos suicidas pero a juicio del au-
tor del presente artículo no cumplen todos los requisitos tradicionales
para ser considerados como tal pues un pacto suicida, por definición,
es el acuerdo mutuo entre dos o más personas para morir juntos al mis-

73
mo tiempo, usualmente en el mismo lugar y mediante el mismo mé-
todo. Generalmente se trata de parejas muy vinculadas afectivamen-
te como cónyuges, familiares o miembros de una misma organización
política o secta religiosa.
En tales casos no existe ese vínculo afectivo previo entre los parti-
cipantes, muchos no se conocen, nunca se han visto ni tienen historias
en común antes de conectarse a través de la Red. Algunos se encuen-
tran en locaciones distantes en el momento de cometer el acto de suici-
dio, mientras que otros se pueden reunir por primera y última vez para
llevar a cabo el suicidio colectivo. Nos encontramos ante nuevas ca-
racterísticas del pacto suicida, que difieren de las que tradicionalmente
se han descrito en los pactos suicidas.
Típicamente, según reporta Rajagopal, ambos miembros emplean el
mismo método. De vez en cuando, ambos compañeros pueden utilizar
métodos múltiples para asegurar la muerte. Alrededor de la mitad tie-
nen desórdenes psiquiátricos y un tercio tienen enfermedades físicas.
En una comparación internacional de esta forma de suicidio, los
pactos entre esposos fueron encontrados predominantemente en los Es-
tados Unidos e Inglaterra; entre los amantes en Japón, y entre los ami-
gos en India.
La relación entre las víctimas de los pactos suicidas típicamente es
exclusiva, aislada de otros, y el disparador inmediato para el pacto es ge-
neralmente una amenaza a la continuación de la relación, por ejemplo,
muerte inminente de un miembro por una enfermedad física incurable.
Los pactos suicidas también se han asociado a un desorden psi-
quiátrico raro llamado «follie à deux» (locura de dos). En esta condi-
ción, dos personas comparten la misma o una similar creencia deliran-
te. La relación entre la gente con este desorden psicopático también se
enreda y se aísla generalmente del resto de la sociedad. Tal como en
algunos pactos suicidas donde una persona instiga al plan, en la locura
de dos, la delusión característicamente es impuesta por el miembro do-
minante de la relación a la otra persona.
Mientras que los pactos suicidas son usualmente observados entre
los esposos, la locura de dos es más común entre las hermanas, gene-
ralmente solteronas.

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Estas características tradicionales distan notablemente de las que
se observan en los actuales pactos suicidas que utilizan la Internet para
estos fines autodestructivos. Entre las nuevas manifestaciones de los
pactos suicidas se incluyen las siguientes:

— Los futuros suicidas provienen de países con elevados niveles


de desarrollo de las fuerzas productivas.
— Todos los cómplices en el pacto suicida tienen acceso a Internet
y fue a través de este medio de comunicación que tuvieron su
primer contacto a distancia.
— Por lo general los participantes en el pacto suicida no tienen
otros vínculos entre ellos que no sea a través de la Red de Redes.
— Existe una personalidad dominante que es la que propone el
pacto suicida y es quien se encarga de realizar la labor de prose-
litismo, quien sugiere el cómo, cuando y donde se ha de realizar
el suicidio colectivo.
— Pueden participar del suicidio colectivo personas muy distantes
geográficamente unas de otras.
— Por lo general participan del suicidio colectivo adolescentes y
jóvenes de ambos sexos.
— El diagnóstico más probable en estos dominadores del grupo se-
ría el de Trastorno de la Personalidad principalmente Trastorno
Paranoide, Limite de la Personalidad o Narcisista aunque pudie-
ran encontrarse casos de verdaderas psicosis delirantes.
— El diagnóstico más probable entre los dominados sería el de Tras-
tornos de la Personalidad principalmente pasivo-dependientes,
histriónico o sujetos que abusan de sustancias adictivas así
como individuos deprimidos por cualquier causa, incluyendo la
enfermedad física.
— Todos los participantes del pacto suicida son sujetos vulnerables
y ninguno de ellos goza de una buena salud mental.

Los suicidiólogos nos enfrentamos al nuevo desafío que significan


los pactos suicidas mediante el uso de la Internet. Para disminuir las
posibilidades de estos sucesos se sugiere que se tengan en considera-
ción las siguientes medidas que a continuación se proponen:

1. Incrementar la comunicación oral en las familias.

75
2. Establecer relaciones paterno-filiales basadas en el afecto no en
la satisfacción de bienes materiales única y exclusivamente.
3. Supervisar los sitios que visitan los adolescentes en Internet
y si se descubre que están visitando foros relacionados con el
tema de la muerte o la incitación al suicidio pedir ayuda pro-
fesional urgente.
4. Publicar en la Internet los factores de riesgo para el suicidio.
5. Publicar en la Red los factores protectores para evitar el suicidio.
6. Publicar en la Internet los mitos y las evidencias relacionadas
con el suicidio.
7. Publicar en la Red de Redes los signos de alarma de una crisis
suicida.
8. Publicar en la Internet las fuentes de salud mental a las que se
pudieran acudir en caso de situación de crisis suicida.
9. Divulgar en el ciberespacio los grupos de riesgo suicidio.
10. Divulgar medidas sencillas que permita a la población saber
qué hacer en caso de detectar un sujeto con riesgo de suicidio
como las que a continuación se relacionan:
— Preguntar siempre a la persona en situación de riesgo suici-
da si ha pensado en el suicidio.
— Si la respuesta es afirmativa, evitar el acceso a cualquier
método que pueda dañarlo.
— Nunca dejarlo a solas mientras persistan las ideas suicidas.
— Avisar a otras personas significativas para el sujeto que
contribuyan a evitar la ocurrencia de un acto suicida.
— Acercarlo a las fuentes de salud a recibir atención especia-
lizada.
11. Que la legislación de cada país adopte severas sanciones a los
que cometan el delito de incitación al suicidio.
12. Educar a la población en la denuncia oportuna a las autorida-
des de actos de este u otro tipo que puedan conspirar contra la
integridad física de la persona humana.
13. Establecer contratos para el uso de la Internet que obliguen al
usuario a respetar una cláusula que prohíba su utilización en
la incitación al suicidio. La violación de dicho contrato con-
llevaría a la denuncia inmediata a las autoridades para que se
tomen las sanciones legales correspondientes con el infractor.

76
14. Educar a la población en el principio siguiente: la libertad
conlleva responsabilidad pues la libertad sin responsabilidad
no es libertad sino libertinaje.

El correo electrónico puede ser un medio propicio para que los


adolescentes que tienen acceso a este tipo de tecnología puedan co-
municar sus intenciones suicidas eligiendo a desconocidos cuyos si-
tios o profesiones tienen relación con la salud mental ya que les resul-
ta menos costoso este tipo de consulta virtual que la consulta real, les
ocasiona menos angustiante establecer comunicación con una compu-
tadora que con un ser humano y la familia permanece al margen de la
relación terapéutica virtual. Y sobre todo, ellos van a la relación vir-
tual por decisión propia, no los llevan en contra de su voluntad como
habitualmente sucede en la relación terapéutica real.
A continuación varios mensajes de situaciones de este tipo referi-
das a los adolescentes:

CASO 1:
Que pena molestarlo, es que estuve viendo algunas de las preguntas y
respuestas que se exponen en su página Web, yo realmente me siento tre-
mendamente confundida, estoy diagnosticada con depresión severa y pa-
rece que también tengo trastorno límite de personalidad, pero aún la psi-
cóloga que me atiende tiene que valorarlo, me enviaron al psiquiatra, pero
tengo la cita hasta marzo de este año para que me valore. le cuento mis
antecedentes porque supongo que es importante que los sepa para poder
darme una respuesta, he tenido pensamientos suicidas desde que era una
niña de escuela, nunca he tenido miedo de hacerlo, pero soy muy creyente
en mi Dios, y pues me da miedo que de verdad Dios no me perdone si lo
hago y por eso no lo he hecho, el punto es que estoy agotada, cansada de
estar viviendo tengo ahora 19 años y siento que mi vida es como un cas-
tigo porque siento que vine al mundo solo a sufrir, y soy una persona con
insight positivo, e inteligencia intrapersonal, por lo que entiendo cuando
estoy bien con lo que pienso y cuando no. El punto es que tengo miedo de
un día no pensarlo más y suicidarme estoy con un psicólogo, pero cuando
me dan esas crisis no lo pienso mucho, incluso a veces me corto pero no
para hacerme daño, sino para quitarme el enojo que siento o golpeo una
pared con toda mi fuerza, en fin no sé qué hacer para no pensar en esas

77
cosas no sé cómo ser fuerte y no dejarme vencer porque en realidad a ve-
ces siento que voy a caer... que me aconseja???

Otras veces no son los propios adolescentes en riesgo de suicidio


quienes establecen la relación terapéutica virtual, sino algún amigo
quien pide consejos para poder ayudarlos.

CASO 2:
Hola me llamo Ana Rosa, soy una chica española, tengo un primo que
se ha intentado suicidar ya dos veces, y está con la idea de seguir hasta
que lo consiga. Mi mensaje es porque no sé lo que hacer, me siento total-
mente impotente, y al no ver ninguna Asociación como está en España,
me dirijo a ustedes a ver si me pueden ayudar en algo. Mi e- mail es…
Por favor si ustedes pueden ayudarme en algo se lo agradecería enorme-
mente. Un saludo

CASO 3:
Hola me llamo Adrián, tengo 16 años y necesito su ayuda. He visto y
leído una página de Internet escrita por usted y en la que aparecía su direc-
ción. La página trataba sobre el suicidio en adolescentes, el problema es que
yo tengo una amiga de 18 años que lleva unos días con intención de suici-
darse, al principio era en plan coña pero luego me he dado cuenta de que no
¿qué puedo hacer? Ayúdeme por favor También decirle que encaja en todos
los aspectos de la página: suicidio por amor, problemas familiares, el novio
la ha dejado, piensa que no le importa a nadie, problemas con su familia,
problemas con amigos.... Gracias

CASO 4:
Mi nombre es Pablo, encontré su correo por casualidad consultando do-
cumentos de la pastoral Juvenil en un artículo que habla sobre el suicidio.
Quiero comentarle que afortunadamente yo ya no pienso en el suicidio como
una salida a mis problemas y que gracias a Dios pues he superado la mayo-
ría de los inconvenientes que me quitaban el sueño por las noches; todo esto
gracias a una maravillosa persona que pues realmente me ayudo a seguir
adelante en el momento apropiado. Debido al impulso que me brindo esta
persona pues he tenido ciertos «bajones» en mi estado de ánimo pero he sa-
bido contrarrestarlos; realmente yo no soy el motivo por el cual le escribo,

78
sin embargo creo que es conveniente que sepa estos detalles ya que debido
a lo que he descrito anteriormente me he enfocado en la ayuda para aquellas
personas que necesitan una pequeña esperanza para seguir adelante. Recien-
temente conocí a un joven (en la comunidad a la que asisto), este joven tie-
ne muchos problemas en su casa debido a que se ha declarado abiertamente
como homosexual y pues el impacto causado en sus padres, como se imagi-
nara, fue bastante fuerte. Debido a esto los padres lo llevan a sesiones para
«curarlo» de esto; en lo particular con otro compañero nos dimos a la tarea
de investigar desde que nos enteramos de esto y pues no estoy de acuerdo
en lo que los padres de este muchacho le hacen. El siempre había dicho que
todo estaba bien, y que no le importaban los comentarios de las demás per-
sonas (algo que casi olvido es que el joven tiene menos de 18 años), sin em-
bargo como podrá imaginarse ahora que el empezó a abrirse un poco pues
salen a relucir sus verdaderos sentimientos y por el momento el joven ha de-
sarrollado una baja autoestima, un cierto rechazo hacia la mayoría de perso-
nas (en especial por sus padres, debido a que no lo aceptan), un rechazo ha-
cia Dios (ya que lo culpa de su situación), y pues sus momentos de depresión
me preocupan pues creo que si esto sigue puede llegar a contemplar, si es
que no lo ha hecho, la posibilidad del suicidio. Quiero ayudarlo, sin embargo
no sé cómo hacerlo, por lo que, en este punto creo que es buena idea pedir
una ayuda más preparada y un punto de vista distinto; ya que el psicólogo o
psiquiatra que emplean los padres está convencido que es una enfermedad.
PD. Creo que algo importante es que los padres lo han aprisionado por te-
mor a que tenga una relación oculta, así que incluso lo dejan asistir poco a la
comunidad (al menos por lo que el cuenta, eso es lo que creo).

CASO 5:
Hola. Me llamo R, tengo catorce años y quiero suicidarme.
La razón? que amo a la persona de mi vida. Y él no lo sabe...pero no
pudo más...llevo 3 años igual, quiero acabar con esto ya, nadie me entiende,
nadie entiende como este, pero él lo es para mí todo. TODO. Si...creerá us-
ted que soy una estúpida niñata que solo quiere llamar la atención, pero he
tenido muchos novios y ninguno...ninguno ha sido como él. Una sensación
horrible...porque yo por el daría mi vida. Ayúdame o acabaré con esto, por-
que eres mi última esperanza.

En otras ocasiones no son los adolescentes ni sus amigos sino los


propios padres quienes se comunican con estos sitios al no saber qué
hacer en tales casos

79
CASO 6:
Doctor:
Estamos desesperados con mi hijo, trato de matarse consumiendo pasti-
llas, en estos momentos está en el hospital naval hasta el lunes 20 de abril,
pero manifiesta que no quiere venirse a la casa, la razón fue un engaño de la
novia, él está haciendo el servicio militar en Valparaíso, y somos de Santiago
de chile, ¿es bueno cambiarnos de comuna? , ¿Dejarlo en Valparaíso en casa
de una hermana por unos días? , son preguntas que uno se hace, ¿cuál será
la mejor forma de tratarlo? El tuvo una infancia muy mala con su padre, un
alcohólico, donde vio que su padre le pegaba a su madre, el tiene 19 años,
ahora yo tengo mi pareja, me acompañó, habló con él y se apegó a él, con-
versó y se comprometió que nunca más lo haría. Se apoyó en él, ¿es bueno
que se siga hablando con él y nos vamos con mi pareja a vivir y el con noso-
tros? Son preguntas que una se hace, como se debe tratar, como se debe ac-
tuar frente a él, será bueno que me vea llorar, por favor si me puede ayudar,
Sin otro particular, se despide una madre desesperada, gracias doctor.

CASO 7:
Estimado Dr.
Tengo una niña de quince años que intento suicidarse hace tres meses,
hace casi un mes se fugo de la escuela, todo empezó cuando en el mes de
mayo se suicido su novio. El día de ayer ella amaneció pensando que está-
bamos en mayo y lloraba diciendo que no quería ir al entierro de su novio y
que le dijéramos que no estaba muerto, el episodio paso en aprox. una hora,
se quedó dormida y al despertar no recordaba nada. Lo malo es que el día de
hoy, repentinamente se quedo como absorta y después empezó nuevamente
a pensar que estábamos en el mes de mayo y que su novio está vivo, es decir
que no está muerto y que le habían dicho que en diciembre viene de visita.
La estamos llevando al psiquiatra y al psicólogo y le están dando un
medicamento que se llama Lexapro.
Si se siguen dando los periodos en que no está en tiempo presente, no
podrá seguir una rutina... Que debo hacer? Gracias.

CASO 8:
Buenas tardes ayer mi hermanos de 21 años se tomo tres cajas de di-
ferentes antibióticos nosotros creemos que cuando empezó a sentirse mal
llamo a mi mama para decirle lo que había hecho y cuando entramos a su

80
cuarto lo encontramos estaba en el piso inconsciente. Mi hermano es una
persona mitómana, vivió con mis abuelos y no con sus padres en la casa
donde vive una tía quien le hace la vida imposible se la pasa atacándolo tie-
ne el autoestima bajo, el dice que nadie lo apoya ni entiende claro nosotros
hablamos mucho con él para que mejore pero no hace caso más bien dice
eso que no lo apoyamos, el tuvo un bebé ahorita tiene 1 mes y la mama de
la novia se la pasa insultándolo y diciéndole que él no sirve para nada y co-
sas así. La novia termino con él. El no habla con nadie sobre cómo se sien-
te y cuando nos dice algo siempre es mentira, mi mama le hizo cita con un
psicólogo pero él no quiere ir entonces quisiera saber que podemos hacer?
como tenemos que tratarlo? ya que no acepta la ayuda que le estamos ofre-
ciendo? me da miedo que lo vuelva a intentar y que esta vez no corra con la
misma suerte que ayer. Gracias.

Los adultos también utilizan este medio para comunicar sus sufri-
mientos como a continuación se muestra:

CASO 9:
Estimado Sergio:
Bueno haber como se lo resumo todo un poco, porque estaría toda la
noche escribiendo.
Primero mi problema esencial es que no sé qué hago en esta vida,
que pinto en ella, pienso que estoy demás, que soy un parasito en casa
de mi hermano, cuando yo antes me podía valer sin ningún tipo de pro-
blema.
Mi vida ha cambiado tanto que ya no es mi vida, es como una autenti-
ca pesadilla, de estar viviendo en Madrid, en mi casa, con mi independen-
cia tanto económica como personal, ahora he pasado a vivir a un pueblo de
mala muerte, donde mi sexualidad no se comprende.
Después de estar trabajando siete días a la semana doce horas diarias,
para conseguir todo lo que tenia, me cambie de trabajo y todo cambio mi si-
tuación económica había cambiado mucho, mi independencia económica se
había mermado bastante.
Otras de las razones por las que estoy así es que en el amor lo doy todo
y más y mis últimas parejas no han sido lo que yo buscaba, eso no me di
cuenta en su momento. Una de mis parejas me maltrataba tanto física como
psicológicamente y tuve que acabar con denuncia y todo, y la última pareja

81
estaba super enamorado de ella y cuando me dejo se me vino todo el mundo
encima, entre en una espiral en lo único que pensaba era en llorar y recor-
dar a mi anterior pareja e intentar suicidarme, quitarme del medio para no
seguir sintiendo ese dolor tan grande cada vez que entraba en mi casa y me
recordaba a mi pareja.
Tuve un intento de suicidio frustrado y hará dos meses tuve otro por
cuestiones amorosas otra vez, me sentí otra vez derrumbado y hundido y no
entendía el porque me estaba pasando otra vez eso, volver otra vez a lo mis-
mo, a la soledad, aunque este con mi familia, a la tristeza de no ser querido
y rechazado.
Mas o menos esta es mi historia bastante resumida, lo que no quiero es
aburrirle.
Muchas gracias por dedicarme tiempo.
Un saludo.

CASO 10:
Prof. Dr. Sergio Andrés Pérez Barrero, antes que nada le extiendo una
disculpa por escribirle. Pero me encuentro en una situación un poco delica-
da y agradecería mucho de su ayuda y/o consejos.
Mi nombre es E., soy una joven de 26 años, vivo en un municipio de
México, en un lugar muy tranquilo donde realmente no hay mucho por ha-
cer más allá de ir a tomar un café o al cine.
Le describo la situación como sigue: Mi novio tiene 26 años hace
aprox. diez años su hermano mayor se suicido en este mes de junio, a últi-
mas fechas él se ha mostrado muy deprimido, pensativo, callado, le cambia
el humor muy fácilmente, yo intento todo lo que está a mi alcance para ha-
cerlo disfrutar, distraerlo y reír, él no habla conmigo, ni con su familia res-
pecto a lo que está sintiendo, o pensando y es muy común verlo caminar
de un lado a otro como meditando algo, aprox. Hace una semana lo lleva-
mos a con su siquiatra, el cual le receto una serie de medicamentos de los
cuales uno es controlado y según tengo entendido es para ayudarle a conci-
liar el sueño. El temor tanto de sus padres como mío es que vaya a cometer
una locura, procuramos que no este solo o salga a la calle sin compañía ya
que alguna vez tuvo problemas con las drogas y en sus momento estuvo en
rehabilitación, en momentos se muestra agitado e irritable, y en otros pare-
ciera no recordar lo que dijo o hizo. La verdad es que yo quiero ayudarlo
pero no sé cómo...

82
Usted que me recomendaría, sé que él no es él cuando se pone así y por
eso paso por alto hasta cierto grado sus agresiones verbales...
Gracias de antemano y espero pueda ayudarme.

CASO 11:
Hola, hace días que solamente tengo deseos de morir, son unos deseos
que no se van, en los momentos en que lloro desconsoladamente y quedo
sin fuerzas pero con un dolor inexplicable es cuando reacciono y serena-
mente pienso mas en morir, no es miedo es una sensación de vacío, desgana
que me supera apenas puedo con mi cuerpo, ni tan siquiera respirar, REAL-
MENTE QUIERO MORIRME, ESTOY MUY CANSADA DE SEGUIR,
MIRO A MI ALREDEDOR Y NADA ME CONSUELA.

CASO 12:
Dr. Sergio
He conocido a través de Internet varios métodos suicidas. No paro de tener
esos pensamientos. Lo veo todo negativo, no tengo motivación acerca de nada,
no tengo amigos, tengo 25 años. Llevo con la depresión desde los 16 años. No
sé qué hacer. Quizás la única forma seria desaparecer, así no le estorbaría a na-
die. Ya intente suicidarme una vez pero no funciono, fue un impulso, ya no po-
día más.
Me siento ahora igual. Todo me desborda. Un saludo

CASO 13:
Tengo ganas matarme.... pero no tengo el valor de hacerlo... me parece
de locos lo que estoy escribiendo, pero es como me siento... ya salí a cami-
nar un poco...y ya estoy de regreso... no es la primera vez que lo pienso....
ya lo había pensado antes, años pasados como desde 2009 por ahí... pero
para aquel entonces solo lo manifestaba «me voy a matar» ahora, como??
Tal vez tomándome muchas pastillas, nunca lo he pensado, cuando??? No
me atrevo a matarme así, que no sé cuándo pero si sé que tiene que ser un
día que mi hijo menor este con su tía o algo así, total un día, hace tiempo,
que también tenía ganas de matarme, le pregunte a ella que si a mí me pa-
saba algo, si ella se encargaba de el nene y ella dijo «pues claro» ella tie-
ne mucho dinero y lo adora y D. La adora a ella, ella nunca me pregunto
porque le decía eso ni nada, dio por terminada la conversación. Bueno y la

83
otra pregunta, pues soy un cero a la izquierda, los ceros a la izquierda no
valen nada. Y así ya termina mi vida.

CASO 14:
Estimado Dr. Sergio Andrés Pérez:
Mi hija intento suicidarse hace un mes, se lanzo de la azotea de un
edificio, salvo la vida pero su cara sufrió graves daños, entre ellos la pér-
dida de su ojo izquierdo, está sumamente agresiva y deprimida, conti-
nua con la idea de no querer vivir, yo no sé qué hacer, ella tiene delirios
de persecución y cree que nos lee el pensamiento y que le queremos ha-
cer daño, supongo que necesita atención siquiátrica, el problema es que
NO quiere la ayuda, no sé cómo llevarla con un siquiatra o terapeuta o lo
que sea porque se niega rotundamente y se pone muy violenta y agresiva,
temo por su vida, sospecho que lo va a volver a intentar cuando ya esté
mejor porque lo ha dicho...
No sé qué hacer, conseguí este contacto en Internet, yo vivo en México,
tal vez usted ni es de acá, pero deme un consejo por favor.
Muchas gracias y me pongo a sus órdenes. Es muy urgente.
Saludos.

CASO 15:
Antes que nada me presentare soy M. V. Mi hijo mayor de 20 años con
10 meses se suicidó el 14 de mayo 2011. Estoy con el corazón hecho trizas
y sangrando a flor de piel de dolor, con la más grande de las tristezas, mu-
cha desesperación, muchas culpas, un infinito vacío, un dolor atroz, estoy
muerta en vida soy un alma en pena, perdón ni siquiera se su nombre y me
atrevo a escribir estoy fatal mi mundo es negro no puedo más estoy hun-
dida en el más profundo y oscuro pantano donde quiero salir y me hundo
mas creo que ya no tengo posibilidades de salir, que la única solución es la
muerte ya no puedo con semejante dolor tengo otro hijo de 19 años que no
quiere hablar conmigo ni que me acerque a él y siento que no tengo nada
que hacer aquí tengo mi esposo pero sé que el podrá seguir sin mi me die-
ron esta dirección y me atrevo a escribir porque tal vez me diga algo que
pueda ayudarme a seguir si es que se puede estoy más triste cada día más
hundida en la desesperación en el dolor y la tristeza bueno espero que al
menos entienda mi dolor y pueda contestarme. De ante mano muchas gra-
cias DIOS lo bendiga.

84
CASO 16:
Prof. Dr. Andrés Pérez Barrero, tiene un mensaje de uno de nuestros
usuarios. Cuando más pasa el tiempo, más tengo ese deseo de desapare-
cer, porque llevo una vida que no quiero. Lo único que me sostiene viva es
mi bebe de 8 meses, porque si me voy lo dejo solo, quién lo cuidara como
yo??? Pero si sigo acá, le hace daño a él, y no quiero, porque no quiero se-
guir viva. No soy feliz. Busco ayuda porque estoy desesperada y sola. Na-
die me entiende.
Muchas gracias por leer el mensaje.

http://www.psicologia-online.com

Como se puede observar, el correo electrónico se ha convertido en


un medio socorrido por muchas personas para comunicar sus intencio-
nes suicidas o la de sus seres queridos, buscando ayuda contra esos im-
pulsos autodestructivos.
Tener en la red de redes la dirección de correo electrónico de los
suicidiólogos y realizar consultas gratuitas a quienes recaban ayuda
en situación de crisis puede ser otra opción salvadora que contrarreste
aquellos sitios que promocionan el suicidio y a aquellas personalidades
desajustadas que convidan al suicidio colectivo a sujetos vulnerables.

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3

Prevención, intervención y rehabilitación


de la conducta suicida
Jesús Guerra Plaza y Mikel Haranburu Oiharbide

Introducción

Según los últimos datos, hechos públicos en el 2011 por el Institu-


to Nacional de Estadística (INE), en el 2009 se suicidaron en nuestro
país 3429 personas (más de nueve personas al día), de los cuales 2666
(77,74%) fueron varones y 763 (22,25%) mujeres.
En el mismo período de tiempo el número de víctimas mortales en
accidentes de tráfico en España fue de 2588, 2010 hombres y 578 mu-
jeres (lo que supone unas 7 personas al día), y el número de víctimas
mortales por violencia de género fue de 55 mujeres (1). Debido a va-
rias causas (endurecimiento de sanciones, mayores controles y con-
cienciación, carnet por puntos, incluso la crisis económica (2), etc.)
han bajado las muertes en carretera un 60% en la última década. Aun-
que las muertes por violencia de género no han bajado en la misma
proporción se ha conseguido una cierta estabilización. Sin embargo,
la tasa de suicidios, junto con el aumento de trastornos psiquiátricos y
psicológicos, ha seguido aumentado, superando las tasas de otras pro-
blemáticas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que
cada año se suicida un millón de personas en el mundo, y es una de las

89
tres principales causas de muerte en adolescentes y adultos jóvenes, y
la décima en la población general, habiendo aumentado su tasa en los
últimos 50 años el 60%.
Aunque todavía queda mucho por hacer, esta mayor preocupación
ha promovido el establecimiento de protocolos de actuación en casi to-
dos los estamentos del Sistema Nacional de Salud en España (SNS) (3).
Por otro lado, al ser el suicidio una conducta socialmente estig-
matizada, altera de forma importante el entorno de los allegados,
que se convierten, así también, en víctimas y dependiendo de otras
muchas circunstancias, la atribución de una cierta voluntariedad, lo
hace especialmente doloroso y culpabilizante para las personas cer-
canas y familiares. Las repercusiones no sólo son emocionales, sino
que también pueden llegar a ser sociales y económicas. Dependien-
do de la cercanía de la relación, las secuelas de haber sufrido el suici-
dio de un allegado pueden llegar a constituirse en un Trastorno de
Estrés Postraumático (4). Las muertes por suicidio de niños y ado-
lescentes, afortunadamente, no son muy frecuentes, pero son espe-
cialmente dolorosas para la sociedad, más allá de la propia familia
(5). También la muerte por suicidio de ancianos y de enfermos men-
tales, y, en general, de cualquier persona, estigmatiza a su entorno
más cercano. El lugar y la situación donde se suicida una persona
queda marcado; si es una casa ya no se puede vivir en ella y nadie la
quiere comprar cuando se entera de lo sucedido, además de que pue-
de ser un acontecimiento potencialmente peligroso para otras perso-
nas; un suicida puede ser un homicida, y el suicidio puede ser la cul-
minación de otras agresiones mortales.
El suicidio, pues, ya ocupa un lugar importante en las causas de
muerte no natural. Además, si aplicamos una aproximación del índi-
ce Dunbar, se podrían multiplicar por cuatro o por cinco los allegados
cercanos a ese millón que calcula la OMS, que van a estar influidos de
forma importante con estos acontecimientos, hasta el punto de nece-
sitar algún tipo de tratamiento médico y psicológico. Actualmente, el
número de suicidios tiende a estar entre las quince primeras causas de
muerte en el mundo; a veces ocupa un lugar más alto en este luctuo-
so ranking, y su tendencia es ascendente, aunque no siempre se detecta
con nitidez y su casuística queda muchas veces oculta en el registro de

90
defunciones (6), estimándose que por cada muerte por suicidio se pro-
ducen entre 10 y 20 intentos.
Por todo esto, es necesario que los profesionales sanitarios y otros
agentes implicados en los servicios sociales, policías, bomberos, profe-
sores, cuidadores, incluso ciudadanos de la calle, se vayan dotando de
protocolos y herramientas en todos los niveles de actuación (primario,
secundario y terciario), para en la medida de sus posibilidades paliar la
incidencia al alza de la conducta suicida. En el cuadro de la página si-
guiente (cuadro n.º 1) se establece un esquema de las pautas de actua-
ción en los tres niveles.

Prevención e intervención primaria

¿Se puede predecir la conducta suicida? ¿Se puede evitar? Aunque


esta conducta, como toda conducta humana, es compleja e intervienen
en ella muchas variables con distinta importancia, hay algunos indicado-
res que nos pueden orientar hacia su detección y prevención. Algunas po-
blaciones pueden considerarse como de riesgo y algunas circunstancias
como factores, o posibles desencadenantes, de futuras conductas suicidas.
Entre ellas destacan las enfermedades mentales, especialmente la
depresión y la esquizofrenia. Los trastornos de personalidad, especial-
mente el trastorno límite y el antisocial, y enfermedades físicas crónicas
invalidantes, que producen vulnerabilidad biológica y/o psicológica.
También desde el punto de vista contextual algunas circunstancias
estresantes en las relaciones personales y familiares (divorcios, sepa-
raciones, pérdidas de pareja, etc.), en aspectos laborales y económicos
(pérdida de estatus, paro, etc.), crisis vitales, cambios repentinos de re-
sidencia y bienestar, etc., pueden disparar la conducta suicida.
De forma imprevista, muchas veces, la tendencia suicida se detecta
con la primera tentativa. Si queda en grado de frustración o tentativa,
con mayor o menor letalidad, al menos existe la posibilidad de interve-
nir para que no vuelva a ocurrir.
Por lo general, siempre hay señales anteriores. Otra cosa es que el
receptor esté capacitado o preparado para detectarlas. La señal más im-

91
Cuadro n.º 1

92
Prevención, Intervención y Rehabilitación de la Conducta Suicida:
Actuaciones a nivel primario, secundario y terciario

PRIMARIA SECUNDARIA TERCIARIA

Antes de conocerse las tentativas. Al ser rescatado de una tentativa. Después de ser rescatado
de una tentativa.
PREVENCIÓN —Detectar conductas y pensamientos de riesgo. —Adherencia y seguimiento del —Seguimiento.
—Diagnóstico de enfermedades y trastornos de riesgo: De- tratamiento médico y psicoló- —Acompañamiento.
presión, personalidad, etc. gico —Ayuda emocional.
—Programas educativos.
—Medios de comunicación.
—Screening.
INTERVENCIÓN —Cursos formativos para profesionales y agentes implica- —Técnicas de rescate. —Secuelas.
dos. —Tratamiento en fase aguda: —Estrés Postraumático.
—Modificar o eliminar conductas patógenas o de riesgo: • Médico. —Rehabilitación.
Ideaciones, autolesiones, conductas de riesgo detectadas. • Psicológico. (En supervivientes y alle-
—Instaurar conductas saludables. gados)
—Abordaje de casos detectados y de riesgo.
Objetivos Aumentar la calidad de vida y el bienestar en general de po- Anular la posibilidad de intentos Cuidar/Consolar/Recu-
generales blaciones riesgo. futuros. perar.
Prevención del suicidio.
Objetivos Disminución de la incidencia de intentos (casos nuevos). Disminución de la prevalencia de Disminución de las secue-
clínicos los intentos (duración/ tasa). las y posibles intentos.
Enfoque/ Colectivo/Individual. Individual. Individual.
Actuación
portante es la ideación suicida. Por sí misma, ya merece toda una serie
de estrategias para su detección o cribado (Screening). Simón y Sanchis
(7), utilizando el Inventario Clínico para Adolescentes (MACI) de Mi-
llon, encontraron 65 casos en una población de 1194 adolescentes
(5,44%) con índices significativos de ideación suicida. Estas personas
también puntuaron significativamente en introversión, pesimismo, inhi-
bición, baja autoestima, impulsividad, afecto depresivo e inclinación al
abuso de sustancias. Estos autores señalan el marco escolar como uno
de los más apropiados, junto con los servicios de atención primaria sa-
nitarios, para detectar de forma preventiva las ideaciones y las conduc-
tas suicidas, y, asimismo, se le ha indicado como el contexto más idó-
neo para instaurar programas educativos en relación con conductas en
general más saludables.
Por sí misma la ideación suicida, aunque siempre se debe tener en
cuenta, puede ser sólo un indicador del intento del manejo del sufri-
miento que siente el sujeto por múltiples motivos y señalaría un riesgo
bajo, si no va acompañada de algún otro gesto. En la cadencia suicida
la ideación puede ir seguida de algún otro tipo de conducta, que ésta ya
sí, si la detectamos, nos tiene que preocupar más. Por lo general, se tra-
tará de algún preparativo de material, acopio de sustancias, escritos de
despedida o de explicación de sus motivos e intencionalidad, etc. Estas
conductas suelen ir acompañadas de manifestaciones verbales sobre la
intencionalidad de una posterior autolisis.
Como medidas preventivas se aconseja hablar de las preocupacio-
nes, de la muerte; acompañar, y vigilar. El poner nombre a las emocio-
nes las desactiva. Freemann y Reinecke (4) señalan que la diferencia
entre un riesgo alto, medio o bajo de suicidio depende del número de
alternativas que encuentre el sujeto para manejar su sufrimiento. Ob-
viamente, la muerte es una opción, pero no es la única. Al fin y al cabo
siempre la tenemos y puede esperar. Es tarea del terapeuta encontrar
otras opciones que sean más atractivas que la inevitable muerte, y que
pueda retrasar y postergar la autolisis.
También a nivel preventivo es muy importante el eco que tengan las
conductas suicidas en los medios de comunicación (8). Es conocida la
tendencia de los medios a centrarse principalmente en acontecimientos
negativos más que en los positivos, especialmente si generan algún tipo

93
de morbo. Los suicidios de personas importantes o populares, así como
las noticias sensacionalistas pueden tener una consecuencia imitativa en
personas vulnerables; es lo que se conoce como Efecto Yukiko, estrella
japonesa de rock que con su suicidio arrastró a numerosos adolescentes.
Por esto, los suicidiólogos han elaborado una serie de pautas para los pe-
riodistas con el objeto de que, sin coartar la libertad de expresión, infor-
men con responsabilidad de estos sucesos traumáticos.
En general, en todo tipo de medio de comunicación, se recomienda
informar sobre suicidios de forma discreta, breve y sin profusión de de-
talles. Si es prensa escrita no debe ocupar la noticia un lugar destacado;
debe ir insertada en hojas interiores, nunca en portada ni en la última pá-
gina, sin fotografías, sin detalles sobre los métodos o las sustancias uti-
lizadas, sin atribuir a la persona cualidades meritorias por lo que ha he-
cho, y tratando el acontecimiento con expresiones de condolencia para la
familia y para la sociedad en general, si es una persona conocida.
En la sección de salud de la prensa se pueden publicar con cierta
periodicidad los factores de riesgo, los factores protectores, así como
las conductas de seguridad a desarrollar por las personas y los allega-
dos ante la posibilidad de la conducta suicida.
Como pautas de intervención primaria se recomienda el entrena-
miento y formación de los agentes sociales y sanitarios implicados
(policías, bomberos, emergencistas, médicos, psicólogos, etc.) para
afrontar y detectar los gestos y conductas suicidas en todos sus nive-
les de actuación (rutinarios, urgencias, emergencias). Así, en 1999, la
OMS lanzó el programa SUPRE (Prevención del suicidio) dirigido a
todos aquellos profesionales relevantes en la prevención, detección y
tratamiento de la conducta suicida (9), para que sepan proceder en tér-
minos de negociación dialogada.

Intervención y prevención secundaria: Tratamiento

La intervención terapéutica comenzará en el nivel asistencial


(Atención primaria, Servicio de Urgencias, Servicio especializado) en
el que se detecte la intencionalidad suicida. Por lo general, la perso-
na se presenta acompañada por un allegado, aunque también es posi-

94
ble que la persona haya sido rescatada de un intento frustrado por los
servicios de emergencias (policía, bomberos, sanitarios), ya que sue-
len ser los primeros en enfrentarse con esta situación. La situación de
rescate puede ser muy peligrosa para la persona y para el equipo de
rescate, y puede frustrarse muy fácilmente. Es una situación altamen-
te estresante y angustiosa que puede descoordinar la ayuda y hacerla
fracasar. Es necesario reaccionar eficientemente en una situación muy
poco amigable y con un tiempo muy escaso. Conscientes de ello nues-
tro equipo de trabajo ha desarrollado una serie de herramientas y pro-
tocolos de actuación para poder manejar con el mayor éxito posible la
amenaza de un intento de suicidio (10, 11).
En el sistema sanitario, la Atención Primaria es muy importante para
la detección temprana de la conducta suicida. Se sabe que el 75% de las
personas que han intentado suicidarse contactaron con su médico en el
año anterior y que el 45% lo visitó en el mes precedente. En Atención
primaria básicamente se trata de ser capaces de detectar las ideaciones y
factores de riesgo para poder derivar adecuadamente a los servicios es-
pecializados de psiquiatría y psicología clínica. Para ello se trata de ir
elaborando protocolos de detección del suicidio que en este nivel se es-
tablece con unas pocas preguntas clave sobre ideaciones y posibles pre-
parativos de autolisis que sean capaces de detectar el posible riesgo (13);
no se aconseja aquí el uso de cuestionarios o inventarios específicos ya
que por su complejidad y necesidad de tiempo desbordaría el servicio,
dejando esta tarea para los servicios especializados. Además, es reco-
mendable una exploración clínica para detectar posibles autolesiones. La
tarea fundamental es saber derivar en función del nivel de riesgo (bajo,
medio, alto) y de las secuelas detectadas. También con una escucha acti-
va se puede aliviar la ansiedad dando sentido a las ideaciones en una fase
leve. Hablar sobre la muerte y el suicidio no elimina su riesgo de forma
total, pero no lo aumenta y puede disminuirlo. Se puede llegar a dar un
nombre a la emoción negativa, que está provocando la desesperanza y el
desconsuelo, dándole sentido y desactivándola, se puede también ganar
tiempo, establecer un contrato de postergación de la autolisis y negociar
un compromiso con la vida, aportando alguna ganancia real.
En el siguiente nivel sanitario se encontrarían los servicios de ur-
gencias, que por lo general en nuestro país, están sobresaturados de-
bido al excesivo uso inapropiado que se hace de ellos. Se han conver-

95
tido en una especie de ambulatorio express donde el paciente espera
recibir la atención de su enfermedad o dolencia de una manera rápida
y completa, sin tener que esperar su turno en los ambulatorios asigna-
dos. Esto hace que resulte a veces difícil discriminar las verdaderas ur-
gencias de las que no lo son. En este sentido, en estos servicios es es-
pecialmente difícil detectar conductas y cogniciones suicidas. Por lo
general, aparecerá el paciente acompañado de un allegado o en una
ambulancia después de un intento o de un episodio preocupante en re-
lación al suicidio. Se deberá establecer un triaje para valorar el nivel de
gravedad y priorizar su atención.
En los servicios de urgencias hospitalarios se pueden seguir man-
teniendo los objetivos planteados en los servicios de atención prima-
ria, además del de curar las secuelas si ha habido intento de suicidio, y
derivar adecuadamente a los servicios especializados médicos y/o qui-
rúrgicos generales, o especializados de salud mental, ya que muchos
intentos de suicidio cursan con dolor y enfermedades crónicas y termi-
nales (cáncer, sida, etc.); asimismo, las discapacidades y la pérdida de
autonomía son aspectos vulnerabilizantes que predisponen al suicidio,
especialmente importante en las personas mayores de 65 años.
Ya en los servicios especializados el abordaje debe ser multidisci-
plinar, psiquiátrico y psicológico. El primer objetivo es estabilizar al
paciente mediante el manejo farmacológico de la disfunción del siste-
ma serotoninérgico central, si se detecta. En la fase aguda es necesa-
rio el tratamiento médico especializado, para posteriormente abordar
el problema con intervenciones psicoterapéuticas. Dentro de los distin-
tos modelos o acercamientos psicoterapéuticos generales, ya que esta-
mos considerando episodios de crisis, se aconsejan las intervenciones
breves de tiempo limitado (entre 15-20 sesiones de 50 minutos, con
frecuencia semanal) que decidirá el psicólogo clínico o el psiquiatra
dependiendo de sus habilidades y entrenamientos específicos. Los ni-
veles de evidencia utilizados por el SNS recomiendan las intervencio-
nes provenientes del modelo cognitivo-conductual, y, posteriormente,
en todo caso, profundizar la terapia con otros modelos según las nece-
sidades del paciente de forma más personalizada.
La aplicación del modelo cognitivo-conductual es inversamente
proporcional al grado de deterioro, de patología o de dificultad cogni-

96
tiva del paciente; así en niños o personas cognitivamente limitadas se
tenderá a utilizar técnicas de modificación de la conducta y en sujetos
más complejos intelectualmente se puede hacer el abordaje con técni-
cas de intervención cognitivas.

Prevención e intervención terciaria: Rehabilitación

Aunque para muchos sujetos la superación de una crisis suicida les


inmuniza a largo plazo, sin embargo, la conducta suicida puede con-
vertirse en crónica. Pueden seguir presentándose en el futuro ideacio-
nes y gestos suicidas, por lo que en la rehabilitación es necesario pla-
nificar fases de seguimiento y evaluación, sobre todo si se mantienen
antiguas conductas, que como las adicciones, pueden ser nuevamente
disparadores de conducta autodestructiva. En este sentido es importan-
te darle al sujeto un repertorio de conductas que pueda utilizar como
balsa de salvamento o kit de supervivencia en caso necesario. Entre to-
das las medidas destaca el ser capaz de detectar ideaciones disfuncio-
nales y también ser capaz de activar una serie de conductas de apoyo y
ayuda como tener preparados una serie de números de teléfono (emer-
gencias: 112, teléfono de la esperanza Atención en crisis: 902 500 002,
centros de salud más cercanos, etc.)
La implicación de familiares y allegados es fundamental. La culpa
y la vergüenza son las emociones dominantes en los supervivientes y
allegados de los intentos de suicidio. Para ello, se tiene que desestig-
matizar y desculpabilizar la conducta suicida en el entorno más cerca-
no, considerando que es un riesgo cierto pero que puede estar contro-
lado.
También cada vez son más frecuentes las asociaciones y redes so-
ciales de apoyo a víctimas y allegados, que como Alcohólicos Anóni-
mos, reducen la vulnerabilidad, reducen la soledad, mejoran el estado
de ánimo, crean actividades alternativas y nuevas amistades.
Se han descrito las secuelas del suicidio en supervivientes y allega-
dos como un episodio de Estrés Postraumático, equivalente al descrito
en otros tipos de victimización, por lo que se recomienda en los casos
necesarios medidas psicoterapéuticas. Una de las características más im-

97
portantes de este síndrome es la instauración de un sentido de vulnera-
bilidad que no formaba parte anteriormente del bagaje cognitivo de la
persona. Un nuevo cambio de creencias que les hace especialmente sen-
sibles a situaciones y contextos que anteriormente controlaban porque
creían en una predictibilidad mayor de los acontecimientos. Por esto, se
produce un aumento de fobias y de ansiedad generalizada, junto con otra
sintomatología que incluye depresión, insomnio, aislamiento social, baja
autoestima, ideación suicida, mayor agresividad, reverberación de los re-
cuerdos traumáticos, y la incorporación de patrones de abuso de sustan-
cias y alcoholismo, que necesitarán un abordaje terapéutico específico.

Bibliografía

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tuto Nacional Estadística; 2009. Disponible en: http://www.ine.es/jaxi/
tabla.do
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European data. The Lancet 2011; 378: 124-125.
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lidad para el Sistema Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad, Polí-
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workers_span ish.pdf

98
(9) Organización Mundial de la Salud. Prevención del suicidio: un instru-
mento para policías, bomberos y otros socorristas de primera línea. [In-
ternet]. Ginebra: Departamento de Salud Mental y Abusos de Sustan-
cias; 2009. Disponible en: http://www.who.int/entity/mental_health/
media/primaryhealthcare_workers_span ish.pdf
(10) Guerra, J.; Lerma, A.; Haranburu, M.: Técnicas Psicológicas de rescate
en intentos de suicidio, Emergencias 2010; 22: 301-306.
(11) Guerra, J.; Lerma, A.; Haranburu, M.; Escalante, M.: Psicología de
emergencias: ¿Qué se puede hacer ante una amenaza de suicidio?
Protocolo psicológico de actuación, INTERPSIQUIS. -1; (2010) En:
psiquiatria.com.
(12) Tejedor MC, Díaz A, Masip C. Programa de prevención de la conducta
suicida. Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya, Hospi-
tal Santa Creu i Sant Pau, Centre Psicoteràpia Barcelona-Serveis Salut
Mental. [Internet] ( consultado 27-04-2009). Disponible en: http://www.
suicidioprevencion.com/

99
4

Protocolo psicológico de actuación


ante intentos de suicidio
Jesús Guerra Plaza y Mikel Haranburu Oiharbide

Introducción

La anulación del intento es el objetivo prioritario al enfrentarnos a


una amenaza de suicidio. Si conseguimos rescatar a la persona, por su
alto riesgo de reincidencia, habrá posteriormente que estudiar en pro-
fundidad el caso, y abordar su futuro tratamiento y seguimiento (1, 2).
En este momento posterior es especialmente importante el tomar las
medidas oportunas de prevención ante el riesgo de nuevas tentativas
(3,4), ya que aunque el porcentaje es muy pequeño algunas personas lo
vuelven a intentar nada más ser rescatadas.
Son escasos los trabajos que se han ocupado de las formas más
adecuadas de intervenir en el momento concreto de la amenaza de sui-
cidio (5, 6, 7). Cada intento de suicidio es único, dificultando la aplica-
ción de técnicas concretas, y obligando a una gran parte de improvisa-
ción en cada situación.
Hay que ser conscientes de que el riesgo de fracasar es muy alto.
Tenemos que asumir que la persona está en una situación extrema, y
que la única posibilidad que está contemplando en ese momento es la
de desaparecer. Debido a que la situación es altamente estresante y ab-

101
sorbente, siendo muy fácil el desbordamiento por la tensión del mo-
mento, parece conveniente tener previstas una serie de pautas de actua-
ción a modo de «protocolo». Tenemos que pensar antes de intervenir
cómo debemos actuar, para manejar mejor nuestra conducta y ser más
eficaces. Además, desde un punto de vista legal y también moral, será
una garantía para todo profesional de que se ha actuado correctamente,
independientemente del resultado final, ya que ante cualquier reclama-
ción o demanda facilitará la adecuada defensa y evitará en caso de fra-
caso una excesiva autoculpabilización.
Para empezar podemos distinguir entre el intento de suicidio pro-
piamente dicho y la tentativa. En el primero la persona está decidida a
consumar la autolisis, y por diversas circunstancias ajenas no se produ-
ce; en la segunda no existe verdadera voluntad de perder la vida sino
más bien la de llamar la atención sobre sí misma o sobre algún proble-
ma relacionado (8); el poder detectar a tiempo esta diferencia puede ser
determinante a la hora de abordar el intento de rescate (9). El primero
es mucho más peligroso para el contexto donde se produce la acción y
las posibilidades de fracaso son muy altas, mientras en el segundo, si
el sujeto está consciente, se trata de encontrar y anular los «disparado-
res» de la acción; esto no es sencillo pero es posible.
Cuando la persona quiere verdaderamente acabar con su vida elige
un método que será difícilmente interrumpido: autolisis muy violenta,
con aislamiento, en contexto privado, etc. Casos especialmente graves
son los que podríamos definir como de doble suicidio; en ellos la per-
sona elige varios métodos simultáneamente, por ejemplo, intoxicación
y ahorcamiento, para garantizar el resultado. En otros casos el método
elegido tiene un componente público en el que la persona, además de
suicidarse, desea trasladar un mensaje o una reivindicación a la socie-
dad o a determinadas personas, como suele ser el caso de las personas
que amenazan con lanzarse al vacío. En estos casos, bien por la necesi-
dad de comunicarse o por asegurarse de su verdadera intencionalidad,
el sujeto se da un cierto tiempo que puede ser aprovechado por los
equipos de rescate. Hasta que se consuma el suicidio la actitud de la
persona es ambivalente, por un lado quiere morir (dejar de sufrir) pero
por otro quiere vivir (eso sí, de otra manera). Es con la parte del querer
vivir con la que los rescatadores debemos asociarnos y conseguir que
la balanza se incline del lado de la vida.

102
Pero, ¿Por qué quiere acabar con su propia vida una persona? Aun-
que es difícil generalizar podríamos decir que ya no tiene más esperan-
zas o expectativas, o también, que sufre de un miedo o de un dolor in-
superable. El desaparecer para siempre le compensa a seguir con vida y
tener que enfrentarse con los problemas, que le han conducido a esa si-
tuación tan extrema. Para suicidarse la persona acepta que la muerte es
la única solución que le queda, y que ya no encuentra alternativas váli-
das y prefiere abandonar. Por tanto, antes de la muerte biológica final,
se ha producido la muerte psicológica (emocional y cognitiva), y quizás
también ya se ha producido la muerte social, y la persona no encuentra
afectos y apoyos sociales suficientes (10).
También en el abordaje de la conducta suicida hay que tener en
cuenta la comorbilidad con trastornos psiquiátricos y psicológicos, cer-
canos a la depresión, y los estados anímicos asociados tales como la tris-
teza, la desesperanza, la culpa, etc., junto con algunos trastornos de per-
sonalidad, especialmente el trastorno límite de la personalidad, y otras
enfermedades y trastornos psiquiátricos, además de la posible asocia-
ción con el uso y abuso de drogas y sustancias estupefacientes. Detectar
el riesgo de suicidio es un objetivo básico de la prevención. Algunos in-
dicadores pueden ser las ideaciones autolíticas en pacientes oncológicos
terminales (11, 12), y si ya se ha producido algún intento (1), se sabe que
el suicida siempre avisa de una u otra manera.

Intervención psicológica

Por lo general, nos acercaremos a la escena como miembros de la


dotación de un recurso de emergencias (ambulancia, bomberos, patru-
lla policial). Desde la notificación del aviso hasta la proximidad física
del suceso podremos y deberemos utilizar los rotativos luminosos y la
sirena para llegar lo antes posible al lugar del suceso. Sin embargo, en
estos supuestos de amenazas suicidas, ya en las proximidades debere-
mos apagar y silenciar estos dispositivos, ya que pueden ser un factor
estresante añadido. Antes de actuar deberemos analizar la distancia y
accesibilidad a la persona que amenaza con suicidarse. Por lo general,
esta persona es desconocida para nosotros. También deberemos tener en
cuenta las particularidades de la situación, y el peligro para el contexto.

103
Una primera decisión a tomar es quién liderará la negociación. Aquí
no hay criterios profesionales o de categorías. Puede asumir la negocia-
ción aquella persona que forme parte de los equipos intervinientes, o no,
que se sienta tranquila y capacitada, y crea que puede manejar la situa-
ción con éxito. Se recomienda que la negociación solo la lleve a cabo un
interlocutor, ya que si son varias personas las que intervienen, aún con
buena fe, pueden caer en contradicciones y debilidades que puede uti-
lizar la persona que amenaza con suicidarse. No obstante, también es
aconsejable que esté otro negociador «en la sombra», por si la primera
vía de negociación quedara agotada y tuviera que asumir el relevo.
La intervención psicológica se produce básicamente a través de la
palabra. Se suele decir que hay palabras que matan, pero también hay
palabras que sanan. Pero también tiene influencia la conducta no ver-
bal y la paraverbal (la forma en que nos expresamos, las palabras que
utilizamos, etc.), incluso es importante respirar tranquilo, para tranqui-
lizarnos y transmitir tranquilidad.
Aunque el orden puede cambiar, es aconsejable seguir los siguien-
tes pasos:

1. Toda actuación de emergencia deberá comenzar con «asegurar


la escena», garantizando la seguridad del equipo interviniente y
del contexto. Hay que tener en cuenta que muy probablemente
una persona que está amenazando con suicidarse está centrada
exclusivamente en su objetivo suicida, y no le importa producir
otros daños colaterales, incluso homicidios. También es intere-
sante «acomodar la escena» para facilitar el desarrollo de las
conversaciones y evitar interferencias.
2. Para nuestra actuación no podemos perder mucho tiempo, pero
deberemos recabar el máximo de información relevante: posi-
bles causas, datos sociodemográficos, nombre, actividad pro-
fesional, incluso gustos y preferencias. Esta información nos
resultará muy útil para poder utilizarla posteriormente en la
«negociación». Un predictor importante es si ha tenido intentos
de suicidio previos, y cuál fue su tipología y desarrollo. Si pue-
de ser, nos podría acompañar discretamente una persona que le
conozca y que nos pueda ir informando (pinganillo) de las par-

104
ticularidades de la persona. En la medida que desde el centro
coordinador de emergencias tengan acceso a la historia clínica
del paciente nos podrán proporcionar la información que soli-
citemos. Por otro lado, no se aconseja la mediación directa de
terceras personas, conocidas de la persona o no.
3. Tenemos que prestar atención a la comunicación verbal y a la
no verbal. No se trata de «razonar»; posiblemente la persona
tenga «buenas razones» para acabar con su vida. El objetivo
es «ganar tiempo» para intentar cambiar su estado emocional y
para controlar su impulsividad. Hay que ser conscientes de que
nos vamos a enfrentar a una decisión que tiene muchas proba-
bilidades de ser la conclusión de su última crisis.
4. Las pautas de actuación serán las siguientes: Primero, persona-
lizar, saber cómo se llama y presentarnos. Segundo, establecer
contacto verbal y, si puede ser, visual: nuestra «arma» es la pa-
labra, hablar hasta que pueda haber un contacto físico que ga-
rantice el éxito de la acción; con palabras podemos compren-
der y transformar la realidad. Tercero, deberemos establecer una
pre-evaluación del caso en función de las variables sociodemo-
gráficas y del método elegido de autolisis, y conocer la motiva-
ción, posibles causas, antecedentes, etc.; en función de todos es-
tos indicadores podremos utilizar unas técnicas u otras (13).
5. No debe faltar el sentido común pero, como hemos indicado
anteriormente, la situación se puede volver muy estresante, por
ello, debemos adoptar unas pautas de actuación. Algunas de las
pautas vendrían reflejadas en las siguientes técnicas:
a. Debemos ser empáticos, con una actitud de respeto e inte-
rés, incluso con calidez y afecto. Irnos aproximando len-
tamente, pidiendo permiso, si no nos lo da o nos dice que
retrocedamos en ese momento le obedecemos aunque más
tarde lo volvamos a intentar, no forzar la situación, permi-
tiendo llorar (relajación) y enfadarse, pero no permitir gritar
(descontrol emocional) ni conductas autolesivas.
b. Utilizar la distracción: con preguntas del tipo ¿te encuentras
bien?, ¿tienes frío?, ¿quieres algo? Si nos solicita algo que

105
está a nuestro alcance en ese momento se lo facilitamos (un
cigarro, un móvil, algo de ropa, alimento, bebida, etc.). Es-
tas preguntas pueden cambiar el foco de atención suicida y
hacerle sentirse atendido y cuidado. Recientemente ha su-
cedido lo que podríamos denominar el «caso Spiderman»:
En Tailandia un bombero disfrazado del «Hombre araña»
rescató a un pequeño de 8 años que padecía de autismo. El
niño salió al balcón, aparentemente, para saltar al vacío. La
madre comentó que su hijo era un gran aficionado a los su-
per héroes, por lo que un bombero se disfrazó del Hombre
Araña, y el niño sorprendentemente se echó a sus brazos
apenas le vio.
c. En caso necesario hacer explícito el control emocional, de-
cir suavemente y varias veces: ¡tranquilo!, también pode-
mos acompañar estas palabras con las manos o gestos tran-
quilizadores.
d. Podemos y debemos hablar sobre el suicidio que quiere eje-
cutar. Le deberemos preguntar el por qué de su conducta
con preguntas directas y cortas: esto hace explícita la situa-
ción, la objetiviza para la persona y la tranquiliza; también
nos ayuda a valorar el riesgo.
e. Utilizar la técnica de la «escucha activa», (nosotros utiliza-
remos frases cortas, no debemos hablar más que la perso-
na): Debe hablar la persona y notar que le atendemos (re-
petir parte de sus palabras): entonces, ¿paso eso…? ¿esto
es lo que crees? ¿qué piensas? ¿qué pasó?, «te entiendo», el
silencio bien administrado también actúa.
f. Hablar en positivo: «Te vamos a ayudar», «tienes derecho
a sentirte mal». No decir frases negativas: «No pienses en
eso», «no llores», «no lo hagas», etc. Hablando en positivo
focalizamos la acción futura hacia la solucción de la situa-
ción, hablando en negativo solo cortamos la acción pero no
indicamos hacia donde queremos dirigir la conducta.
g. Atender a su conducta no verbal; a veces puede ser hieráti-
ca o estereotipada; si es lesiva decir de forma segura: ¡Pién-

106
salo!, con ello intentaremos romper su cadena de pensa-
miento autodestructivo.
h. Con toda seguridad la persona está pensando y percibien-
do la realidad y a sí mismo de forma distorsionada y perju-
dicial. En relación con las «distorsiones cognitivas», por la
falta de tiempo y la dificultad del momento puede ser muy
difícil evaluarlas, pero si por su lenguaje las podemos in-
tuir, trataríamos de reconducirlas (14). La técnica consiste
en «contrastar paradójicamente» sus creencias o distorsio-
nes, por ejemplo, ¿siempre ha sido así? ¿recuerdas algún
momento que no haya sido así?
i. Es especialmente interesante «crear ambivalencias»: pon-
derar aspectos positivos y negativos de la acción suicida.
Despertar motivaciones tanto positivas como negativas: las
consecuencias del suicidio harán sufrir a determinadas per-
sonas, quizás las más queridas, pero también puede existir
la posibilidad de que con esta conducta se dé satisfacción a
un enemigo. Le podemos preguntar: ¿Se resolverán los pro-
blemas? ¿Sufrirán otras personas? ¿No hay otra salida?, ha-
cerle ver que además su conducta podría no tener las con-
secuencias esperadas, por ejemplo, quedarse con secuelas
físicas irreversibles (tetrapléjico).
j. Si es posible llegar a un momento más calmado y dialogan-
te podríamos profundizar en lo que estamos viviendo en ese
momento ¿Cómo se convierte la adversidad en ventaja? Está
viviendo una crisis, pero esto no es negativo en sí mismo,
también puede ser una oportunidad de crecer y de aprender,
los problemas no se resuelven desapareciendo, la vida puede
ofrecer otra oportunidad, pero primero hay que dársela.
k. Siempre pedir permiso, irse ganando la confianza e irse acer-
cando despacio. La persona marca los tiempos y los ritmos.
l. Es importante el «ganar tiempo» (no poner límite, tenemos
todo el tiempo del mundo): ¿quieres que hable con alguien?
¿Necesitas algo? ¿Sabes que han preguntado por ti? ¿Qué
dirán tus hijos cuando se enteren?

107
m. Trasmitirle que le entendemos, sobre todo su estado emo-
cional, aunque no compartimos su decisión final, que no se
sienta juzgado o prejuzgado.
n. Intentar cambiar sus emociones (14): Con toda seguridad
parte de una emoción negativa (tristeza y/o ira) que ali-
menta la autoagresividad. El procedimiento sería cambiar-
lo a «heteroagresividad verbal» (echar la agresividad fuera,
aunque no directamente contra alguien), en este sentido sin
que se descontrole se le puede permitir, ignorándolos, insul-
tos o palabras mal sonantes y de aquí a emociones positivas
o neutras: «calma», «lo vamos a pensar mejor».
o. Si le ayudamos a verbalizar sus pensamientos y miedos, las
emociones van perdiendo fuerza. Se produce este «efecto
paradójico» cuando se les da un nombre a las emociones.
p. Negociar posibles salidas compatibles con la vida. Ofrecer-
le ganancias reales y posibles que puedan ser interesantes
para la persona a cambio de la desestimación de su conduc-
ta: «Te pondremos en contacto con esa persona», «te vamos
a ayudar a que no se vuelva a dar esa situación», «¿qué po-
demos hacer por ti?, etc. Se han descrito algunos casos rea-
les en los que un rescatador prometió un beso y en otro caso
se comprometió a llevarle al baile, si la persona suicida de-
ponía su actitud (15).
q. La situación quedará resuelta con la contención física. Si
se consigue el rescate, debería ser trasladado, y en caso ne-
cesario sedado, por una UVI móvil a un centro hospitalario
para su estudio y tratamiento, así como para su posterior se-
guimiento. Hay que tener en cuenta que las personas resca-
tadas se encontrarán bajo un fuerte shock emocional, y, por
lo general, suelen mostrar un extremo agotamiento físico y
psicológico, llegando, incluso, en muchos casos a apenas
mantenerse de pie.
r. En el rescate también sufre, y necesita posteriormente re-
cuperarse, el equipo profesional. Algunas técnicas psicoló-
gicas descritas para la recuperación y el autocuidado profe-

108
sional son el «defusing» y el «debriefing» (16). La primera
es un primer desahogo espontáneo y natural entre profesio-
nales, después de haber vivido una situación extrema; la se-
gunda necesita de una mayor planificación y ejecución por
parte de psicólogos clínicos y personal profesional especia-
lizado. De todas maneras no está de más desear «suerte» a
los profesionales intervinientes y aprender de los errores.

Conclusiones

Por lo general, la intervención de rescate en un intento de sui-


cidio es muy compleja, ya que influyen factores situacionales del
contexto, características premórbidas y disparadores de la conduc-
ta suicida en la persona afectada. Todo ello puede vivenciarse de una
manera estresante por el equipo de emergencias; los miembros del
equipo pueden resultar fácilmente absorbidos y desbordados por la
situación, ya que no tienen mucho tiempo para pensar y actuar. En
este sentido, el contar en esos momentos con un «protocolo de actua-
ción» que marque unas pautas de conducta de lo que se puede, y, so-
bre todo, lo que no se debe hacer, puede ayudar a controlar la situa-
ción, y con ello aumentar el éxito de la intervención y garantizar su
adecuación. Se trata de ir intuyendo rápidamente, de todas las técni-
cas de intervención propuestas, cuáles se pueden aplicar y pueden te-
ner más éxito en la intervención.

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estrés por incidente crítico y prevenir el desgaste psíquico y el desgaste
por empatía. En: Parada E. (Coord.). Psicología y Emergencia. Bilbao:
Editorial Desclée de Brouwer, 2008.

Anexo. Un caso real de intento de suicidio

Una noche de verano el equipo de emergencias de Osakidetza-


Servicio Vasco de Salud de Bilbao recibió un aviso del centro coor-
dinador en el que se indicaba que se debía acudir al puente de La Sal-
ve donde una persona supuestamente intentaba suicidarse (el preaviso

110
había sido dado por el vigilante de seguridad del museo Guggenheim,
que había observado a una persona por fuera de la barandilla de los ac-
cesos al puente).
Al acercarnos a la escena, establecimos el primer contacto visual
de la situación y comprobamos que se trataba de un varón de media-
na edad, que ya estaba rodeado de fuerzas de seguridad (Ertzaintza),
y que estaban hablando con él. Por lo que en este primer contacto
supimos el nombre del paciente. Pudimos observar que la persona
estaba situada por fuera de la barandilla de la pasarela que comuni-
ca el puente de La Salve con el museo, a una altura en caída libre de
unos 15 metros, apoyándose por los pies en un pequeño filo anexo a
la estructura, sin agarrarse a ninguna otra parte y que expresaba su
deseo de tirarse; además, se podía observar que no mostraba con-
ducta agresiva.
Una vez valorada la escena de forma visual, pasamos a establecer
contacto verbal con el paciente. Nos acercamos lentamente, el médi-
co del equipo se presentó (nombre y cargo) y le pidió permiso para
acercarse a donde estaba situado, a lo que accedió el paciente, estan-
do en todo momento muy pendiente de que nadie más se acercase a
su «círculo vital».
Una vez al lado del paciente (unos dos metros) el médico comenzó
a establecer contacto verbal y visual directo con él, preguntándole la
edad (50 años) y los motivos que tenía para llegar a esta situación. El
paciente que en ningún momento se mostró agresivo, refirió que tenía
una enfermedad cardiológica terminal, que estaba polimedicado, que
esto le había sumido en una depresión por la que llevaba tiempo sien-
do tratado (varios ingresos previos en psiquiatría con intento de auto-
lisis), y además expresó su situación de aislamiento social (no tenía
amigos) y familiar (mala relación con su madre con la que vivía), y de
dificultades económicas y laborales (percibía una escasa pensión por
incapacidad laboral).
A partir de estos datos se comienza una estrategia de distracción
propiamente dicha, haciendo referencia a los siguientes aspectos:

1. Intentar rebatir con argumentos médicos la situación terminal


de su enfermedad.

111
2. Hacer referencias a que alguien de su entorno, quizás su madre
(aunque se lleva mal con ella) puede sufrir por su decisión.
3. Se le pregunta si tiene frío, si desea algo. Responde que desea
fumar, pero sólo permite que sea el médico (del sexo femenino)
quien invada su espacio, acercándole el tabaco y dándole fuego.
4. Se le dice que si lo ha pensado bien, que si no ve un pequeño
resquicio de luz en su situación, que la decisión que ha toma-
do en caso de no matarse por la caída le puede llevar a una si-
tuación mucho peor de la que quiere evitar (quedarse tetraplé-
jico, por ejemplo).
5. Durante la conversación se le dice varias veces que se agarre
a la barandilla, que esta situación nos da vértigo a los sanita-
rios, e incluso que venga a nuestro lado, lo que en todo mo-
mento rechaza.
6. Se le pregunta si en realidad no ve alternativas, o si existe al-
gún «deseo» que quisiera hacer realidad, a lo que contesta que
le hubiese gustado tener una «novia». Una vez encontrado
este pequeño resquicio se intenta darle vueltas al argumento,
para conseguir la distracción del paciente.
7. Poco a poco se consigue que el paciente no preste atención
al resto del personal cercano, y un ertzaina, apoyando verbal-
mente el último argumento, se va acercando lentamente, has-
ta lograr de forma rápida y contundente agarrar físicamente al
paciente, y, con ayuda de otros dos, arrastrarlo al otro lado de
la barandilla.
8. Una vez en el suelo fue sujetado por varios ertzainas, ya que
el paciente oponía alguna resistencia, pero no se mostraba
agresivo, y comenzó a llorar.
9. Tras un breve consuelo verbal, y acompañado en todo mo-
mento por la ertzaintza, se le retira de la escena y se le acerca
a la ambulancia para su traslado al centro hospitalario de refe-
rencia.
10. Una vez en la ambulancia se le valora de nuevo, comproban-
do que no está agresivo y que es colaborador. Comienza a ha-

112
blar y a expresar su situación, por lo que se decide su traslado
sin sedación. Atendiéndole durante el traslado nos comunica
que hace unas 10 horas ha ingerido unos 20 comprimidos de
digoxina, por lo que al llegar al hospital se informa rápida-
mente a los médicos que le van a acoger.

En resumen, las pautas de actuación, algunas psicológicas, han


sido las siguientes:

1. Valoración primaria de la situación de forma visual: valorar el


lugar de la escena, peligrosidad para los intervinientes y para
el paciente, características del paciente, valorar sobre todo la
agresividad y la impulsividad.
2. Presentarse y pedir permiso para acercarse.
3. Establecer contacto verbal-visual directo, invadiendo, pero con
precaución, su «círculo vital».
4. Maniobras de distracción propiamente dichas hasta lograr cap-
tar su atención, focalizándola en temas de interés para el pa-
ciente. Dejarle hablar. Es importante que la persona hable (más
que nosotros) y que note que le atendemos con empatía y aten-
ción. Mientras hable con tranquilidad la situación está estabi-
lizada. Estas técnicas están dirigidas a encontrar su «Talón de
Aquiles».
5. Durante estos momentos hay un acercamiento paulatino de los
rescatadores, que pueden «agarrar» físicamente al paciente de
forma rápida y contundente.
6. Valoración posterior, sedación si es preciso y traslado al centro
hospitalario de referencia.

113
5

El abordaje por teléfono


de las amenazas de suicidio
Jesús Guerra Plaza y Mikel Haranburu Oiharbide

Introducción

En los últimos años han aumentado cuantitativamente en nuestro


entorno las tentativas y suicidios consumados y, desde un punto de vis-
ta cualitativo, es considerable el impacto de estos actos sobre conoci-
dos y allegados, estigmatizando el entorno personal y físico. Esto se
manifiesta cada vez más en un mayor interés por la conducta suicida
en nuestra sociedad y en los medios de comunicación.
En estos momentos el número de suicidios detectados en Espa-
ña supera ya, por ejemplo, el número de fallecimientos por accidente
de coche. Esta mayor preocupación sobre la conducta suicida ha con-
ducido a desarrollar protocolos y pautas de actuación en el SNS en el
ámbito de Atención Primaria, en Urgencias Hospitalarias y en los Ser-
vicios Especializados de Psiquiatría. También en el ámbito de los Ser-
vicios de Emergencias ha surgido esta necesidad, ya que muchas veces
son estos equipos los primeros en enfrentarse con una tentativa o con
una amenaza. Es por ello necesario que también se desarrollen proto-
colos y pautas de actuación que impidan que las tentativas o los inten-
tos se conviertan en suicidios reales.

115
Por otro lado, aunque el suicidio parece enmarcarse en el ámbito
privado, no es así, y es necesario que la sociedad y sus instituciones
sean garantes de la vida en general de las personas y, por ello, ante
el conocimiento de que se va a producir una autolisis actúen para
evitarla.
Las personas que tienen un sufrimiento importante pueden pensar
en la muerte como una solución; ésta es, sin embargo, solo una de las
posibles salidas pero no la única. Evitar un suicidio es muy importan-
te, ya que se sabe que la probabilidad de que lo vuelva a intentar baja
de forma exponencial. No es cierto el mito de que si una persona lo ha
intentado lo seguirá intentando hasta que lo consiga. Se sabe que solo
entre el 1% y 2% de los que sobreviven a un intento de suicidio mue-
ren por autolisis durante el siguiente año, y entre el 10% y 20% de és-
tos acabarán suicidándose en algún momento de su vida (1, 2, 3).
Otro aspecto determinante para valorar la importancia del tema son
las víctimas colaterales que genera el suicidio de una persona. Detrás de
cada suicidio hay una familia, grupos de compañeros y allegados que
se pueden sentir marcados por el suicidio de una persona, incluso algu-
nos se sentirán culpables o directamente relacionados con lo ocurrido.
Según el conocido índice Dunbar, se estima que cada persona tiene un
círculo cercano de relaciones sociales de aproximadamente 150 perso-
nas; hipotéticamente al menos una décima parte podrían considerarse
afectados de forma intensa. Cada suicidio provoca, además, daños eco-
nómicos, más o menos difíciles de evaluar, y, sobre todo, estigmatiza el
entorno donde se produce y a los familiares más cercanos.
Como se ha señalado anteriormente, según el INE (Instituto Nacio-
nal de Estadística), en el 2009 se suicidaron en España 3429 personas
(más de nueve personas al día) (4). Estos datos son bastante estables a
través de los años, ya que, salvo excepciones, no hay campañas de pre-
vención ni programas de intervención, aunque poco a poco la sociedad se
va sensibilizando; así el Senado español ha aprobado en enero de 2013,
una moción por la que se insta al Gobierno a activar políticas orientadas a
la concienciación social sobre el problema del suicidio, así como a poten-
ciar la salud mental en Atención Primaria (Núm. exp. 662/000057).
Para situar la importancia de este dato lo podemos comparar con
otros indicadores de problemáticas que preocupan a la sociedad, con-

116
cretamente con el número de víctimas en accidentes de tráfico que en
España durante dicho año fueron de 2588, 2010 hombres y 578 muje-
res (lo que supone unas 7 personas al día), (en España la tendencia de
esta casuística está a la baja en los últimos años, por la mayor sensi-
bilización, por la mejora de carreteras y automóviles, por el endureci-
miento penal de las infracciones, por el carnet por puntos, incluso por
la crisis económica(5)), o con el número de víctimas mortales por vio-
lencia de género que ese año fue de 55 en nuestro país. Objetivamen-
te, el número de víctimas de suicidio es mayor, teniendo, además, en
cuenta que los datos que manejamos son los suicidios que se detectan
claramente, pero se sabe que muchos casos se quedan enmascarados,
y por diversas razones son considerados como accidentes o, incluso,
muertes naturales.
La edad en la que aparecen más casos de suicidios en ambos sexos
es en el rango de los 35 a 49 años, con un repunte entre los 75 a 79,
únicamente en los hombres.
La tasa de suicidio por 100.000 habitantes fue 11,760 para los va-
rones y 3,281 para las mujeres. Estos valores se consideran medios en
los hombres y bajos en las mujeres comparados con otros países. Espa-
ña ocupa un lugar intermedio en el conjunto mundial.
Según el INE los métodos de suicidio más frecuentes fueron:

1. Ahorcamiento: 50%.
2. Precipitarse al vacío: 20%.
3. Intoxicación con fármacos o sustancias: 8%.
4. Disparo de armas: 6%.
5. Ahogamiento: 4%.
6. Arrojarse a un coche o tren en movimiento: 3%.
7. Objeto punzante: 2%.

En todos los métodos hay mayor proporción de varones que muje-


res, aunque en intoxicación hay menos diferencia entre los grupos. El
perfil de la persona tipo que consuma un suicidio es un varón, mayor
de 65 años, y el principal método utilizado es el ahorcamiento. Sin em-
bargo, en los intentos de suicidio no consumados prevalecen las muje-
res, de edad joven, que utilizan algún método de intoxicación.

117
Un predictor importante de nuevos intentos es el grado de letali-
dad de las tentativas anteriores de suicidio y por lo general se relaciona
con lo cruento de la acción. La utilización de métodos diferentes a la
intoxicación por medicamentos, concretamente el ahorcamiento, está
fuertemente relacionado con un posterior suicidio consumado.
Entre los factores de riesgo más importantes se han citado sobre
todo la depresión; la OMS asume un grado de asociación situada entre
el 65-90% entre la depresión y el suicidio; asimismo, observa una aso-
ciación situada entre el 25-50% entre el trastorno bipolar y la esquizo-
frenia y el suicidio; otros trastornos asociados con el suicidio, aunque
con menor intensidad, son la anorexia, trastornos de ansiedad, trastor-
nos de personalidad (límite y antisocial) y como precipitante el abuso
de alcohol, drogas ilegales y otras sustancias. Entre los aspectos psi-
cológicos se han asociado las siguientes variables: la impulsividad, el
pensamiento dicotómico, la rigidez cognitiva, la desesperanza, la difi-
cultad de resolución de problemas, la sobregeneralización en el recuer-
do autobiográfico y el perfeccionismo. Estos factores varían en función
de la edad, aunque hay dos de especial importancia, la desesperanza
como factor básico y la rigidez cognitiva, como principal distorsión
cognitiva. Otros factores que pueden influir son el haber sido víctima
de abusos y/o maltratos, acosos y la orientación homosexual (6).
Aparte de los determinantes biológicos y/o heredados también son
importantes el padecer dolor crónico, fuerte y persistente, discapacida-
des, pérdidas de movilidad, o padecer enfermedades graves como cán-
cer, sida, etc. (7,8). Los factores estresantes y las pérdidas, así como
la falta de apoyo social suficiente o la pérdida de empleo, pueden ser
considerados como precipitantes, y no como causas directas.
Otros aspectos a tener en cuenta son la religión, como factor pro-
tector, y el factor imitación o contagio que se puede producir dentro
de grupos (sub)culturales o en relación con los medios de comunica-
ción. Capítulo aparte merece el fenómeno del suicidio colectivo. Más
frecuente en Japón y en culturas orientales donde el suicidio tiene
otras connotaciones de salida honorable para afrontar algunos proble-
mas. De forma preocupante se ha detectado el uso de Internet y de las
nuevas tecnologías para promover métodos y conductas de suicidio
colegiadas (9).

118
Objetivo general

Nuestro equipo está formado por varios psicólogos, médicos y


emergencistas. Nuestro trabajo se centra en desarrollar técnicas psico-
lógicas de intervención para abordar la fase aguda de una amenaza de
suicidio en el mismo momento en que se está produciendo la tentativa.
Hasta el momento los mayores esfuerzos del SNS en España se
han centrado en desarrollar actuaciones principalmente en tres mar-
cos: Atención Primaria, Urgencias y Servicio especializado (Psi-
quiatría). Tal y como viene recogido en la Guía de Práctica Clínica
de Prevención y Tratamiento de la Conducta Suicida. I. Evaluación
y Tratamiento (2010) de las Guías de Práctica Clínica en el SNS del
Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad de España (6). Tam-
bién en población general se ha trabajado en aspectos de prevención
y detección de la conducta suicida (10), pero muy poco en el aborda-
je agudo de la situación de amenaza cuando se produce. Quizás, en
parte, esto es debido al apoyo casi exclusivo que hacen los sistemas
sanitarios en el tratamiento biológico y farmacológico, olvidando los
aspectos psicológicos y del comportamiento, que les desorientan y la
tendencia es a derivarlos lo antes posible cuando se presenta un caso
con estas características.
Es importante señalar que la prevención y la detección del suici-
dio, especialmente en los niños y en los jóvenes, no solo es una tarea
de las instituciones sino de toda la sociedad: de la familia, de los pro-
fesores y de los maestros, incluso de los amigos y compañeros en el
ámbito más cercano, junto con los profesionales sanitarios, sociales
y los medios de comunicación se puede hacer una labor preventiva
muy importante.
Por lo general, son los servicios sanitarios de emergencias y los
servicios de seguridad los primeros en encarar la situación de amenaza
de suicidio cuando se manifiesta públicamente. Al ser la situación al-
tamente estresante, desconcertante, incluso peligrosa para el contexto,
parece aconsejable establecer, a forma de protocolo de actuación, una
serie de pautas, claves, para intentar afrontar la situación con éxito.
Siendo conscientes de la importancia de la palabra como método
de intervención para producir cambios en la conducta hemos desarro-

119
llado un Protocolo psicológico de actuación en caso de intentos de sui-
cidio (11,12). No se trata de aplicarlo en su integridad, sino, ya que la
situación va a ser muy tensa, tener una serie de pautas sobre lo que se
puede o no se puede decir, y lo que se puede o no dejar hacer, para fo-
calizar el intento de rescate. Se trata de hablar y actuar de forma segura
y contundente apoyando a la persona para que desista de su actitud sui-
cida. Remitimos al lector interesado a la bibliografía citada (11,12).

Objetivo específico

En el presente trabajo nos planteamos aportar una serie de herra-


mientas para detectar e intervenir en los casos de emergencias al re-
cibir llamadas telefónicas de auxilio o de ayuda o de emergencias en
general (número telefónico de emergencias: 112). No se trata de usar
todas o de que sea un guión a seguir paso a paso, sino, siendo cons-
cientes de la premura de tiempo, del sobresalto emocional del resca-
tador, de la situación estresante se trata de poder utilizar sin dilación,
casi automáticamente, algún tipo de interacción verbal que pueda ca-
nalizar la amenaza hacia su resolución positiva.
Según datos del Teléfono de la Esperanza, en España se atendieron
1.567 llamadas en el 2012 en las que se manifestaron explícitamente al-
guna intención de suicidio; esto supone un 30 % más de casos que en el
año anterior (13). Conscientes de la importancia de este medio para pres-
tar ayuda psicológica inmediata, la compañía catalana de asistencia sani-
taria Acció Salut, del grupo Institut Ergos, ha puesto en marcha el primer
servicio de teleasistencia psicológica para trabajadores con problemas
emocionales. El servicio se denomina Emotion online y surge con la fi-
nalidad de prestar apoyo a las empresas u organizaciones que quieran
ofrecer a sus trabajadores ayuda psicológica en casos como estrés, de-
presión, mobbing, trastornos por consumo de sustancias, ideación e in-
tentos de suicidio, entre otros problemas. A través de esta línea de asis-
tencia, un equipo de psicólogos presta un servicio «totalmente anónimo
y confidencial» a los trabajadores que así lo requieran (14).
Por paradójico que pueda parecer algunas personas que han deci-
dido suicidarse llaman por teléfono o desde un móvil para informar
de su intencionalidad a otras personas, más o menos conocidas, o a

120
los servicios de emergencias o ayuda telefónica. Aunque se ha descri-
to que el auténtico suicida elige un lugar y una situación de aislamien-
to en la que no pueda ser fácilmente localizable, y elige un método de
autolisis muy letal, algunas personas comunican su intencionalidad y
no precisamente como una amenaza para ser rescatados. Por lo gene-
ral son personas que pasan por una situación extrema de aislamiento y
soledad. Es lo que hemos definido en otra parte como «muerte social»
(11,12). Se ha especulado con las motivaciones que subyacen a esta
conducta, algunas de las conclusiones que se han ofrecido es que pue-
de ser un «acto fedatario» ya que la persona parece necesitar comuni-
carse con alguien para enviar un mensaje o para no morir en una com-
pleta soledad.
Este tipo de intervención a distancia es muy difícil, mucho más,
si cabe, que la actuación «cara a cara». Pero la incorporación por este
medio de estrategias psicoterapéuticas en distintos ámbitos clínicos
nos anima a profundizar en ellas (15). Somos conscientes de la di-
ficultad de resolver satisfactoriamente la situación y de la facilidad
de fracasar. Debemos tomárnoslo como un reto, aunque también ne-
cesitaremos de mucha suerte. Como en la situación «in situ» el úni-
co medio que podemos utilizar para postergar el intento suicida es la
palabra, nuestra actitud y nuestra forma de comunicarnos. Aunque
estamos todavía más limitados, ya que no tenemos contacto visual y
perdemos toda la información y capacidad de intervención que ten-
dríamos de encontrarnos en el lugar de los hechos. Se trata de utili-
zar la palabra con el mayor éxito posible, saber qué se puede y qué
no se puede decir, cómo decirlo y qué transmitirle, para controlar la
impulsividad e intentar retrasar el intento suicida. Lo más importan-
te es ganar tiempo para posibilitar que algún equipo de rescate pueda
intervenir directamente.
Es una situación límite en la que es muy difícil razonar lógicamen-
te. Nuestro objetivo es distraer, tranquilizar, buscar compromisos en
una negociación en la que tenemos que buscar algo que realmente desee
o necesite la persona, y que estemos en condiciones de facilitar y por lo
que sea capaz de no seguir con su conducta suicida. Por ejemplo, garan-
tizarle que le vamos a ayudar más concretamente a resolver el problema
que plantea, que le vamos a buscar la persona de contacto o el profe-
sional más adecuado. La palabra, bien utilizada, es un arma que puede

121
ser muy efectiva, pero hay que saber utilizarla. También está muy limi-
tada, ya que tenemos poco tiempo y se necesitan muchos conocimien-
tos previos en general, y sobre el caso concreto en particular, además de
mucha habilidad, ya que la dificultad principal es que no podemos ver
directamente a la persona. Sabemos que no podemos razonar ni conven-
cer, sólo apoyar, crear disonancias cognitivas, paradojas, ambivalencias,
para aminorar el impulso y para postergar el intento.
Sabemos que si alguien se quiere realmente suicidar es muy difícil
intervenir y evitarlo. La persona busca un lugar aislado, inaccesible, y
desde allí consuma su conducta. Tiene para ello una gran cantidad de
medios, muchos de ellos cruentos y letales. Cuando alguien amenaza
públicamente con un suicidio o lo está comunicando, junto con el ries-
go de una autolisis, aparece algún tipo de mensaje para alguien concre-
to o para la sociedad en general. Hay que saber canalizar y reorientar
esta necesidad de comunicación (16,17).
La situación es en sí misma estresante. La tensión, el estrés produ-
ce ansiedad y ésta desorganiza el comportamiento y el pensamiento. Por
esto, es muy importante haber desarrollado y haberse entrenado en un
protocolo de actuación ante situaciones críticas, no sólo suicidios, también
secuestros, catástrofes, sucesos imprevistos, accidentes múltiples, etc.
La clave es entender que la persona está sufriendo; por un lado
quiere morir como una alternativa para dejar de sufrir, pero también
quiere comunicarse, dejar un mensaje a alguien en concreto o a la so-
ciedad en general (aquí es donde nos tenemos que apoyar), el suicidio
es una posibilidad, no la única, para acabar con el sufrimiento.
Aunque no todos los puntos tienen que darse en el mismo orden
que se describen, la siguiente cadencia puede ayudar al receptor de la
llamada para poder empezar a controlar la situación:

Procedimiento

1. Recibir llamada de emergencia (112).


2. Detectar si es una emergencia psicológica, para derivar la llama-
da al psicólogo/a de guardia, si lo hubiera, o al experto en negociación.

122
3. Tutear o trato cercano y familiar, voz cálida, transmitirle que es-
tamos de su parte. A veces los protocolos de gestión de emergencias
estipulan que se hable de Vd., en estos casos de amenazas de suicidio
nos parece distante y contraproducente.
4. Transmitir tranquilidad haciendo grave nuestro tono de voz (as-
pectos de comunicación paraverbal).
5. Debemos respirar diafragmáticamente (cogiendo el aire con
el vientre y llevarlo a los pulmones), lenta y acompasadamente, para
tranquilizarnos y transmitir tranquilidad al interlocutor.
6. Irle preguntando y dejarle hablar; si no se le entiende, pedirle
que se tranquilice, que hable más despacio. Mientras hable el tiempo
está a nuestro favor. Focalizar la conversación con preguntas breves
sobre lo que acaba de decirnos y que queremos potenciar, ignorando lo
que queremos desactivar. Por ejemplo, si dice: No me quiere nadie, a
nadie le intereso, podemos decirle: ¿tienes familia, tienes novio/a?
7. Si nos desborda pedir ayuda a un compañero o a alguien más
experto.
8. Preguntarle por su nombre, y si lo consideramos, y podemos,
presentarnos (nombre familiar y ocupación en ese momento).
9. Focalizar el problema; algunas de las preguntas que podemos
hacer serían las siguientes: ¿Qué quieres?, ¿te puedo ayudar?, ¿te en-
cuentras bien?, cuéntame qué te pasa, ¿quieres algo?, ¿quieres que lla-
me a alguien?, ¿quieres hablar con alguien?, etc. Con ello lo que pre-
tendemos es definir el problema, si es o no una tentativa de suicidio.
Evaluar la letalidad y peligrosidad de los hechos. Buscar posibles sali-
das o soluciones.
10. Otras preguntas pueden ir orientadas para recabar datos:

a. Sexo, edad, nivel cultural, nivel ocupacional, etc.


b. Intentar localizarle: pueblo, zona, calle, etc., para transmitirlo a
las patrullas de policía para que intenten el rescate directo.

11. Otras preguntas van en la dirección de conseguir su distrac-


ción o desconexión momentánea con lo que le hace sufrir. Si es posible

123
sería interesante identificar aspectos positivos: gustos, distracciones,
ocio, redes sociales. Esta información nos puede resultar útil para ne-
gociar un compromiso o una salida. En un caso real un rescatador in-
corporó el tema de la música a la conversación con una mujer que ha-
bía quedado aturdida después de caer a un balcón (18).
12. Que hable de lo que le preocupa (sin juzgar, con empatía y ca-
lidez). Para poder sopesar los problemas en su justa medida y desacti-
var la emocionalidad asociada. Todo esto nos ayudará a evaluar su au-
toestima, sus expectativas, su nivel de comprensión, también si está
bajo los efectos del alcohol o de alguna droga.
13. Desahogo emocional: permitir llorar (decirle: llora tranqui-
lo, te encontrarás mejor; no decirle: ¿por qué lloras?, no llores), no
permitir descontrol emocional (autolesiones, gritos, etc.,) (decirle:
tranquilo, calma, respira profunda y lentamente; nunca debemos gri-
tarle, ni contestarle en espejo). Ignorar los insultos o palabras mal
sonantes.
14. Hablar en positivo, contraargumentar los aspectos negativos de
su decisión: es peor lo que vas a hacer, tú eres capaz de solucionar ese
problema, podrías quedarte tetrapléjico o inválido.
15. Aunque es difícil y se necesita mucho entrenamiento, si es po-
sible, sería interesante que pudiéramos detectar disonancias cognitivas
que pueden estar incidiendo en la tentativa (19). Esta parte de la in-
tervención se basa en la técnica cognitiva-conductual conocida como
reestructuración cognitiva, que consiste, a partir de la presentación de
pautas de pensamiento y las correspondientes emociones asociadas,
en establecer una exposición contrastada de pensamientos alternati-
vos, más ajustados, para que decaiga la conducta suicida. El objetivo
es crearle ambivalencia, para hacerle entender que no es tan extremo
lo que piensa, ni que se va a resolver con desaparecer, y con todo ello
potenciar el efecto paradójico que encontramos cuando se da nombre a
una emoción negativa, que se desactiva.
16. Llegar a un compromiso real, que estemos dispuestos a cum-
plir, para retrasar la autolisis: te pondremos en contacto con esa perso-
na pero tienes que decir dónde estás, ya estamos en camino, te vamos a
ayudar, tranquilo.

124
17. No debemos dejar el teléfono hasta que tengamos constancia
de que el aviso se ha resuelto en una dirección o en otra. Si estamos
en el teléfono de emergencias, y el trabajo de otros compañeros lo per-
mite, abrir los altavoces para que otro compañero pueda ayudarnos a
evaluar la intervención más eficaz e incluso a suplir la negociación si
nuestra vía se agota.
Ganar tiempo es muy importante ¿Cuánto tiempo tenemos para ne-
gociar? Mientras se le involucre en hablar se está ganando tiempo y
posponiendo la decisión de suicidarse.
Hay que tener en cuenta que en algunas situaciones el «hablar»
está muy limitado o tiene pocas posibilidades de éxito, por ejemplo en
casos de intoxicación, drogas, alcoholismo, de enfermedad mental o
bajo los efectos de medicación potente, de estar emocionalmente muy
alterado, etc.
Hay que ser conscientes de que los intentos de suicidio se resuel-
ven finalmente con el control físico de la persona, por lo que una par-
te importante de nuestra interacción se tiene que centrar en localizarle
para conseguir su contención física por parte de los rescatadores en el
lugar.
Para concluir unas breves palabras relacionadas con el abor-
daje del posible desgaste psicológico de los profesionales una vez
solucionada de una u otra forma la situación suicida. Aunque este
apartado merece unas consideraciones aparte, referirnos que se han
descrito dos técnicas terapéuticas de aireación y recuperación post-
traumática (20,21), para establecer la recuperación emocional y aní-
mica de los rescatadores:

a. Defusing: El equipo habla de forma espontánea sobre lo suce-


dido, analizando e intentando dar sentido a lo acontecido.
b. Debriefing: Terapia de apoyo al equipo dirigido por psicotera-
peutas.

Como personas los rescatadores también sufren y se queman, sobre


todo si no se consigue evitar el suicidio, por lo que no es positivo que
se lleven a casa el impacto crudo de los acontecimientos.

125
Conclusiones

La conducta suicida merece su consideración y estudio por par-


te de los profesionales sociales y sanitarios. El sufrimiento que pue-
de ocasionar la consumación del acto suicida es mucho mayor que el
falso consuelo que puede conllevar la desaparición física de una per-
sona. Es labor de toda la sociedad detectar las ideaciones suicidas y
el sufrimiento asociado para valorar la peligrosidad de la conducta
futura. Una vez declarada la tentativa o amenaza son los profesiona-
les de emergencias y de seguridad los que asumen el protagonismo
de intentar evitar y postergar el intento. Posteriormente, dentro de
los distintos servicios del SNS, se podrá estabilizar emocional y aní-
micamente a la persona para hacer irreversible su compromiso con
la vida.
En situación de emergencias la intervención en adultos se centra
básicamente en crear ambivalencia para potenciar el efecto paradójico;
poner un nombre a las emociones las desactiva, con niños se centra bá-
sicamente en la distracción.
La conceptualización general es equivalente a la negociación que
podríamos establecer en el caso de un secuestro con rehenes, donde el
rehén es la propia persona que pretende suicidarse. Se trata de estable-
cer un protocolo y unas pautas de negociación que se perciban como
justas y puedan servir para postergar y evitar la tentativa suicida.

Bibliografía

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Oriente, Santiago de Cuba; 1996.
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126
(6) Grupo de trabajo de la Guía de Práctica Clínica de Prevención y Trata-
miento de la Conducta Suicida. I. Evaluación y Tratamiento. Plan de Ca-
lidad para el Sistema Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad, Polí-
tica Social e Igualdad. Axencia de Avaliación de Tecnoloxías Sanitarias
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(Coord.) Manual de urgencias psiquiátricas. Barcelona: Masson, 2003.
(8) García de Jalón E, Peralta V. Suicidio y riesgo de suicidio. Anales sis
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(Publicado 29/07/2007).
(10) Tejedor C, et al.: Programa de prevención de la conducta suicida del
sector Dreta de L’Eixample. Departament de Salut. Generalitat de Cata-
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(11) Guerra, J.; Lerma, A.; Haranburu, M.: Técnicas Psicológicas de rescate
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(12) Guerra, J.; Lerma, A.; Haranburu, M.; Escalante, M.: Psicología de emer-
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(13) EFE. Las llamadas anunciando suicidios subieron un 30%. Datos del te-
léfono de la esperanza. Diariovasco.com 2013; (Publicado 05/09/2013).
(14) INFOCOPONLINE. Revista del Consejo General de la Psicología en
España. 2013. (Publicado 02/10/2013) http://www.infocop.es/view_
article.asp?id=4701&cat=43
(15) Mohr, DC.; Ho, J.; Duffecy, J. et al. Effect of Telephone-Administered
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the American Medical Association 2012; 307 (21):2278-2285.
(16) Stengel E. Selbstmord und Selbstmordversuche. Psychiatrie der Genwart,
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(17) Hendin H, et al.: Recognizing and Responding to a Suicide Crisis. Journal
of Suicide and Life Threatening Behavior 2001; 31: 115-128.
(18) Osorio, S. La mujer cayó a un balcón. Elcorreo.com 2012; (Publicado
09/06/2012).
(19) Freemann A, Reinecke MA. Terapia cognitiva aplicada a la conducta
suicida. Bilbao: Editorial Desclée de Brouwer, 1995.
(20) Parada E. (Coord.). Psicología y Emergencia. Bilbao: Editorial Desclée
de Brouwer, 2008.
(21) Fernández JM. Apoyo psicológico en situaciones de emergencia. Ma-
drid: Editorial Pirámide, 2006.

127
Anexo. Caso real de llamada de ayuda de un suicida

Nos referiremos a continuación al relato de un caso real dramático


e impactante (con nombres y localizaciones cambiadas) que, a pesar de
los esfuerzos encomiables del operador de emergencias, no se pudo re-
solver satisfactoriamente.
Se trata de una llamada efectuada al teléfono de Emergencias 112
SOS DEIAK en una tarde de noviembre de 2008, por parte de un va-
rón de unos 45 años, Víctor, desde su teléfono móvil.
Con voz fatigada y adormilada, posiblemente bajo los efectos de
alguna sustancia, indicó, en primer lugar, que estaba intentando con-
tactar con una mujer de nombre Arantza con la que al parecer había
convivido 3 meses y con la que había roto la relación hacía unos días.
Su intención era hablar con la mujer, siendo imposible hacerlo por-
que ella no abría la puerta, en su voz se manifestaba su pérdida de es-
peranza. Con actitud desesperada informó que tenía un cuchillo en la
mano y que tenía intenciones de clavárselo.
Asimismo, informó que el día anterior le habían conseguido res-
catar de un intento previo, llevándole al psiquiátrico, por el mismo
motivo, por querer hablar con Arantza, y haber ingerido dos cajas de
Tranxilium, dándole al día siguiente el alta hospitalaria.
Aparentemente colaborativo aporta toda la información que se le
solicita. Durante la conversación deja patente en varias ocasiones que
quiere acabar con su vida arrojándose al tren y que esta vez nadie le va
a librar. Solicita que el propio interlocutor se comunique con su ex-pa-
reja, que le diga que la quiere de verdad y que ha sido muy feliz a su
lado.
Víctor va caminando, hablando por el móvil, hacia una estación
de tren. El operador es capaz de recoger numerosos datos personales:
identidad, antecedentes, identidad de la ex-pareja, de los padres y de
un hermano, así como la descripción de su recorrido hasta el encuen-
tro con el tren; estos últimos datos son enviados a una patrulla de la
Ertzaintza (Policía Vasca) que se aproximó al lugar de los hechos y
que va a presenciar de lejos el fatal desenlace.

128
El operador intenta conseguir la distracción, la postergación del
objetivo suicida, intenta empatizar, que se tranquilice, con escucha ac-
tiva, intentando que hable de sus preocupaciones y sufrimiento. Pese
al gran esfuerzo y profesionalidad del operador, el desenlace no fue el
deseado.
Víctor, después de estar esperando al tren, escondido junto a la es-
tación, se arrojó a las vías y murió arrollado. Su última palabra fue un
«nooooooooooo». El sonido del traqueteo del tren se mezclaba con las
llamadas del operador diciendo: Víctor, Víctor, en la grabación proto-
colaria de SOS DEIAK.
Momentos más tarde fue confirmado por la patrulla de la Ertzaintza
el arrollamiento y la muerte.

129
6

Ciberemergencias:
la conducta suicida en Internet
Jesús Guerra Plaza y Mikel Haranburu Oiharbide

Introducción

Internet, como otras muchas herramientas humanas, debe estar a


nuestro servicio, para sacar lo mejor de nosotros y detectar y erradi-
car los aspectos negativos que también albergamos, para prevenirlos y
para cambiarlos. Es, pues, una herramienta versátil, flexible, fluida, a
la que podemos recurrir y que es imprescindible hoy día en el mundo
occidental con sus múltiples aplicaciones, informaciones, en definitiva
contactos con el mundo exterior.
Con el uso masivo de la red de redes han aparecido también mu-
chos peligros y desajustes, tanto internos (dependencias en su uso abu-
sivo, efectos colaterales: aislamiento, percepciones irreales, falta de
sociabilidad, etc.), como externos (amenazas, acosos, estafas, distor-
siones, etc.). De forma preocupante también aparece el fenómeno del
suicidio. Éste es un problema estigmatizado que empieza a preocupar a
la sociedad actual, y que, por lo tanto, se va sensibilizando en su detec-
ción y prevención. No en vano el suicidio es la primera causa de muer-
te no natural en Europa, por encima incluso de las muertes producidas
por los accidentes de tráfico, y, según la OMS, es la segunda causa de

131
muerte en jóvenes (1). En España en 2010 se suicidaron 3158 perso-
nas, 2468 hombres y 690 mujeres (2).
La gran variedad de relaciones que han ido surgiendo entre inter-
net y la conducta suicida nos obliga a sistematizar en este trabajo los
contenidos que aparecen frecuentemente. Aunque, por la cantidad de
información disponible, es imposible que sea exhaustivo, vamos a ha-
cer a continuación un recorrido por algunos de los contenidos que po-
demos encontrar en relación al suicidio, para prevenirlo y también de-
tectar inducciones delictivas.
Al formar parte de nuestras vidas cotidianas, internet incorpora una
nueva dimensión a la conducta suicida. Por ello, los profesionales de la
salud mental, debemos tenerlo muy en cuenta en el tratamiento y se-
guimiento de los problemas de salud mental. Junto con las cuestiones
sobre las ideaciones, gestos suicidas, preparaciones de ejecución de
suicidios, etc., debemos también indagar si nuestros pacientes frecuen-
tan este tipo de páginas web y con qué objetivo.
En principio, con el uso masivo de internet en nuestras vidas se
producen varios efectos, entre ellos podríamos citar:

1. Aumenta la cantidad de estímulos a disposición del usuario,


tanto positivos como potencialmente negativos.
2. Aumenta la percepción de irrealidad y de falta de control sobre
la verdad de lo que está pasando, efecto de observar la realidad
a través de una pantalla (TV, ordenador, etc.,).
3. Se puede utilizar como una herramienta perversa para amena-
zar, producir acoso, extorsión, etc.

En relación con el suicidio, según Moreno y Blanco (3), existen


más de 20 millones de páginas webs y blogs que hablan sobre el sui-
cidio, de las cuales más de 10 millones de blogs y más de 500.000
con información de promoción del suicidio. Paradójicamente, estos
autores se refieren a que menos de la mitad de estas páginas en in-
ternet se preocupan de prevenirlo, y la mayoría pretenden fomentar-
lo, promoviendo métodos, música y chistes suicidas, vendiendo kits
para suicidarse y animando irresponsablemente al suicidio individual
o colectivo.

132
También encontramos foros, direcciones twitter y páginas de cha-
teo para promover los suicidios, como se ha reflejado por numerosos
trabajos (4,5). Por la importancia de esta herramienta se debería loca-
lizar físicamente al servidor, comunicarlo y hacer un seguimiento por
parte de la policía que con el permiso judicial correspondiente debería
cerrar estas páginas, ya que esta conducta en el Código Penal Español
(Artículo 143: Inducción y cooperación al suicidio), y probablemente
en el de otros países, es presuntamente constitutiva de delito por parte
de los administradores de la página.

El suicidio como espectáculo

Entramos en Google en castellano y tecleamos «suicidio e inter-


net». En el primer enlace aparece la noticia del suicidio de un joven
sueco delante de su webcam y que ha sido observado por un gran nú-
mero de personas. Parece ser que, posteriormente, este video es colga-
do en una página de contenidos lúdicos y de entretenimiento (¡) y es
visionado por miles de observadores (6).
El suceso ocurrió el 11 de noviembre de 2010. Un joven sueco
de 21 años se suicida en directo delante de la webcam de su orde-
nador ante cientos de espectadores. Deja una nota en la que no rela-
ta el motivo de su decisión, no parece estar mal, dice que quiere a su
familia, que no le van mal las cosas, que si renace que no sea en ese
lugar. Parece ser que tomó tranquilizantes y alcohol, estuvo chatean-
do y pidiendo instrucciones de cómo suicidarse. Algunas personas le
intentaron convencer de la barbaridad que iba a hacer, otras le die-
ron ideas que él siguió al pie de la letra: podría utilizar el cordón de
su ordenador para ahorcarse. Posiblemente la mayoría no se lo creía
y lo tomó como un juego, ¡un gran sentido de irrealidad emana de las
pequeñas pantallas!, ¡estamos tan acostumbrados a las series de tele-
visión y a las películas con muchos tiros y muertos! Curiosamente,
los servicios de rescate tardan muy poco en aparecer (minuto y me-
dio en el video), intentan la reanimación, parece ser que con ningún
resultado.
No conocemos antecedentes, posibles tentativas anteriores, moti-
vaciones, etc. Sabemos que cuando alguien quiere realmente suicidar-

133
se busca una situación de aislamiento y de inaccesibilidad, e inicia un
proceso letal irreversible. En este caso no se cumplen ninguna de am-
bas premisas: se suicida públicamente y de una forma poco letal, aun-
que en este caso sí parecería que fue efectiva: se ata con un cordón en
el cuello y se deja caer estando los pies todo el tiempo en contacto con
el suelo, parece que hace esfuerzos para que el peso de su cuerpo aca-
be ahogándole. ¿Quería realmente matarse? ¿Qué mensaje y a quién
quería enviar? ¿Es una broma de mal gusto? ¿Estaba sufriendo alguna
alteración?
Esta noticia se deja en una página de videos descargables (Do-
gguie) que se denomina de curiosidades, humor, rarezas y más, con
múltiples enlaces y secciones de distinto contenido (eróticos, relacio-
nes, chistes, pasatiempos, etc.).
Además es posible votar, dejar comentarios, etc. A 643 personas
les gusta, 126 personas dejan comentarios, la mayoría breves, diría de
sorpresa, abundan los de incredulidad, de espectáculo, parecido al de
«a que no te tiras» que algunos dicen a la persona que amenaza con
precipitarse al vacío, «fake» (falso) dicen otros; algunos análisis por-
menorizados argumentan sobre su verdad o falsedad, a favor, en con-
tra, entendiéndolo, rechazándolo, hasta se detecta algún caso de intento
fallido entre los comentaristas; se producen procesos de identificación
con la persona, se expresa consuelo para él y sus familiares, expresión
de sentimientos y emociones a favor y en contra, posible futura inten-
cionalidad, vulnerabilidad, incluso oraciones, otros piden más links
para ver más casos, otro escribe una carta de despedida diciendo que a
lo mejor hará lo mismo, etc.
Hablar de la muerte y del suicidio con las personas que sufren
ideaciones o deseos suicidas es positivo ya que les ayuda a clarifi-
carse, y también a dimensionar el problema por parte de la persona
que escucha activamente y con ganas de ayudar, siempre que se lleve
a cabo por personas expertas y también por allegados para que pue-
dan dar la voz de alerta en los servicios sanitarios. Si es un profesio-
nal experto sanitario puede utilizar alguna de las técnicas terapéuti-
cas como la reestructuración cognitiva, terapias de apoyo, etc. Pero
en este caso es sólo morbo insano y no parece que tengan aplica-
ción terapéutica de ninguna manera; al contrario, puede considerarse

134
como un factor de riesgo para personas vulnerables que lo visualicen
sin protección. En primer lugar, no hay un moderador sanitario que
administre los contenidos y cualquiera puede decir cualquier cosa;
en segundo lugar, se contestan entre ellos, frecuentemente con suma
irresponsabilidad.
Estas páginas deberían ser censuradas por su administrador ya que
pueden producir imitaciones, remover emociones y vivencias sin la
lona de seguridad que puede ofrecer un profesional sanitario, la familia
o amigos conscientes.
Hay que tener en cuenta que generalmente el visionado de estos vi-
deos es individual y en solitario, y las conductas de vulnerabilidad son
en gran medida imprevisibles.
Tanto si fuera una broma construida como si es un caso real, no se
puede hacer espectáculo del suicidio (ni de otros problemas con sufri-
miento, enfermedades mentales, etc.). Tanto si el video es verdadero
como si está manipulado, e independientemente del tipo de intenciona-
lidad con el que se ha grabado, no se debe hacer público.

El suicidio asistido y/o grabado fortuitamente

Algunos suicidios se han grabado y posteriormente se han difundi-


do, también por internet. Algunos para dar testimonio de una demanda
judicial, como en el caso de la petición de eutanasia por parte de Ra-
món Sampedro, tetrapléjico y encamado durante muchos años después
de un accidente, dramatizada en la película «Mar adentro». Otros sui-
cidios han sido recogidos por azar en distintas dependencias policia-
les, o han sido grabados por los servicios de emergencias o por cáma-
ras públicas y pueden ser utilizados para ser analizados por expertos en
contextos jurídicos y/o profesionales. Pero el suicidio no puede con-
vertirse en un espectáculo mórbido. Las amenazas y gestos de suicidio
hay que tomarlos siempre en serio. La vida es muy valiosa y, en defini-
tiva, es lo único que verdaderamente tenemos, no sabemos cómo pue-
de ser interpretado ni los peligros que puede producir el visionado de
un material como éste en niños, personas jóvenes, enfermos mentales,
personas vulnerables, etc.

135
Podríamos preguntarnos, si la inducción al suicidio es delito, ¿po-
dría considerarse también un delito la transmisión pública e indiscrimi-
nada de un video con contenidos suicidas?
A veces el suicidio puede ser presentado como parte de un men-
saje social. Los suicidas «puros» se suicidan aislada y letalmente. Son
personas que quieren morir porque ya no aguantan más y su motiva-
ción única es acabar con el sufrimiento. Un suicida que se manifies-
ta públicamente, por ejemplo, amenazando con suicidarse lanzándose
de un puente, o quemándose a lo bonzo, quiere, además de, probable-
mente, morir, enviar un mensaje, por lo que puede buscar también su
difusión por internet. Estos supuestos suicidios públicos han sido uti-
lizados como forma de protesta política en muchas ocasiones, y no
pueden abordarse desde un punto de vista psicopatológico. Como es
el caso del senador Elósegui que se lanzó en llamas ante el dictador
Franco en el frontón de Anoeta de San Sebastián en 1970, y cuyo ob-
jetivo final no era morir, aunque asumiera el riesgo, en sus propias pa-
labras no quería morir ni matar con ese gesto, sólo llevar el fuego que
destruyó Guernika ante los ojos de quien lo provocó, que paradójica-
mente parece que no se percató del incidente.
Frecuentemente, hasta el último momento, las actitudes hacia la
vida y la muerte son ambiguas y ambivalentes en las amenazas de sui-
cidio. Los mensajes irán dirigidos a alguien concreto o a la sociedad en
general. Quiere que su último aliento tenga algún sentido añadido para
alguien. En estos casos, creemos que equipos de expertos y deontólo-
gos deberían asesorar al poder judicial para permitir o no su difusión
pública.

La prevención del suicidio: Internet como ayuda para evitarlo

Si detectamos que alguien se quiere suicidar, ¿puede ayudar inter-


net? Internet también puede ser una herramienta de ayuda. Cuando nos
encontramos con un amigo, allegado o familiar que está preocupado
por el autocontrol y sentido de las ideaciones suicidas y de la conduc-
ta suicida, mientras nos calmamos y pedimos ayuda profesional, es in-
teresante buscar en la red algún tipo de información o consejo que nos

136
pueda ayudar. La página sobre la prevención del suicidio promovida
por el Gobierno de Cataluña y coordinada por un equipo de profesio-
nales de salud mental del Hospital Santa Creu i Sant Pau y el Centre
Psicoteràpia Barcelona-Serveis Salut Mental (Eixample Dreta de Bar-
celona) es un buen ejemplo (7). Conduce, paso a paso, antes, durante
y después de los intentos de suicidio, con evaluaciones para sopesar la
gravedad, con medidas de contención, con consejos, con actuaciones,
con teléfonos y herramientas útiles.
En estas páginas aparecen buenos indicadores para que los padres,
tutores, allegados, y cualquier persona que quiera ayudar, puedan ha-
cer una primera evaluación sobre la posible gravedad de las conductas
y de los pensamientos, y puedan pedir ayuda más experta.
Internet es una ventana al mundo mucho más flexible y fluida que
otros medios como libros, teléfonos de ayuda etc. Además, ¡siempre
está ahí! Hay tanta información en internet, que se está volviendo una
práctica habitual y necesaria que cuando alguien tiene un problema,
ya sea un diagnóstico grave sobre su propia salud o cualquier otro tipo
de preocupación, lo introduzca en un buscador y empiece a conocer y
profundizar, mucho más rápido que la lectura de un libro o que pregun-
tar a un experto conocido. Pero debido a la gran cantidad de informa-
ción depositada en internet, muchas veces contradictorias o ambiguas,
para que las páginas web puedan ser realmente útiles, además de ofre-
cer información sobre el tema, deben proporcionar formas de contacto
con profesionales expertos. Los teléfonos de ayuda y de emergencias
pueden ser complementados por herramientas de internet como foros,
chats o el correo electrónico. Moreno y Blanco (3) citan un estudio que
comparó distintos medios de petición de ayuda ante crisis suicidas. Los
datos arrojaron que 4426 personas utilizaron líneas telefónicas, 373 pi-
dieron ayuda online a expertos en páginas especializadas y 954 soli-
citaron ayuda a través de foros especializados en los que la respuesta
no es en tiempo real. Esto refleja que junto con métodos necesarios y
asentados, como los teléfonos de ayuda, las nuevas tecnologías aportan
también herramientas que cubren de forma variada la prevención del
suicidio, ya que permiten de forma anónima reflejar las preocupacio-
nes, dan tiempo suficiente para madurar respuestas, emociones, y per-
miten apoyar emocionalmente sin temor a sentirse reconocidos y toda-
vía más vulnerables.

137
Efectos colaterales de Internet

Su accesibilidad y versatilidad le puede hacer también una herra-


mienta «cuestionable y peligrosa». La gran capacidad de interconexión
social, el anonimato, también la capacidad de mentir y simular, le ha-
cen un instrumento con el que se debe poner especial atención sobre
todo con públicos infantiles, juveniles e inmaduros (8).
Algunos expertos han recomendado el uso de normas y guías para
aumentar la seguridad de los usuarios más desprotegidos en internet (9).
En menores de edad desde luego los padres tienen mucho que decir y
hacer, en adolescentes y adultos jóvenes estando cercanos, pidiendo
permiso, siendo comprensivos con su sufrimiento y preocupaciones,
no ignorándoles ni minusvalorándoles, intentando no invadir su espa-
cio íntimo, ya que serían rechazados, pero deben aproximarse con cui-
dado y responsablemente.
Se ha reflexionado sobre el efecto y la influencia imitativa de los
medios de comunicación social, incluido internet, sobre el suicidio.
No parece que se pueda establecer una relación directa de causa-efecto
y que alguien se vaya a suicidar únicamente porque tenga noticias de
suicidios, si no está previamente vulnerabilizado. Puede recoger mé-
todos e ideas de suicidio en los medios, pero cuando ya ha pensado o
ideado suicidarse de alguna manera. No obstante, podría haber una re-
lación preocupante si una persona excesivamente vulnerable tiene co-
nocimiento del suicidio de una persona muy importante para él, al-
guien famoso o popular. La imitación de los héroes, conocido como
«efecto Werther» por la célebre novela de Goethe, puede ser potencia-
do por redes sociales y de comunicación en personas vulnerables. Este
efecto parece presente más en las tentativas que en los intentos reales,
donde junto con la vulnerabilidad también se da un importante sentido
de irrealidad (10).
En todo caso, los medios de comunicación serios, sin menoscabar
la libertad de expresión, deben ajustarse a unas pautas deontológicas
de publicación de los suicidios (11) para evitar un indeseable efecto
dominó. El peligro de la prensa sensacionalista cuyos pilares son el
morbo y la rentabilidad es evidente, sobre todo cuando abusan de la
sobreexposición de la noticia en casos llamativos o de famosos. Una

138
cosa es la realidad y otra la comunicación social de la misma. Las in-
formaciones sensibles no deben causar más daño del que ya han pro-
ducido. Siempre se debe contar la verdad, no mentir o disfrazarla,
pero sopesando los efectos que puede causar su transmisión (noticias
breves, no detalladas, sin más información de la necesaria, no colo-
cadas en primeras o últimas páginas (lugares preferentes), no poner,
si no es necesario, la palabra suicidio en el titular de la noticia, sin
fotos, pensando en quien la puede leer, sin valoraciones ni justifica-
ciones, no crear estigmatizaciones ni etiquetajes (decir mejor muer-
te por suicidio que sólo suicidio), mostrar solidaridad y consuelo
por familiares y allegados, indicar la posibilidad de comunicarse con
los servicios de emergencia en caso de preocupación excesiva por lo
ocurrido, dar más detalles del rescate y de sus pormenores si el resul-
tado ha sido positivo, si es posible, dar pautas para detectar ideacio-
nes e intencionalidades suicidas, etc. Dejar el verdadero análisis a los
clínicos y expertos que lo desarrollarán en los medios profesionales y
científicos adecuados. Sirva el siguiente ejemplo de los efectos para-
dójicos que nos podemos encontrar en este tema tan delicado. En oc-
tubre de 2012 apareció en los medios de comunicación la noticia de
la muerte violenta en su domicilio de un anciano que vivía solo. El
cadáver fue descubierto por un familiar al día siguiente. La primera
hipótesis policial fue que había sido víctima de un asalto para robar-
le. Ante el aumento de la delincuencia en la zona los vecinos se mos-
traban preocupados y alarmados. Paradójicamente, la confirmación
de que en realidad había sido un suicidio, dentro del desasosiego,
tranquilizó a su entorno (12). Las noticias deben ser siempre veraces
pero deben transmitirse adecuadamente siguiendo pautas deontoló-
gicas de no crear más daño del que ya se ha producido en la realidad
que trata de reflejar. Viejo principio instaurado por Hipócrates y que
sigue teniendo vigencia.
Parece claro que no deben aparecer todos y cada uno de los suici-
dios que se van produciendo (uno cada tres días en el País Vasco, nue-
ve cada día en todo el estado, un millón al año en el mundo) ya que se
produciría alarma social, como pasó en Viena cuando se publicaron to-
dos los casos de suicidios en el metro durante años (13), aunque lue-
go se redujo por la publicación de una guía para tratar adecuadamente
este tema.

139
Elegir aquellos suicidios que pueden interesar a la ciudadanía a
veces es complejo y siempre se deben transmitir estas noticias con la
cautela y el rigor necesarios (seguir en la medida de lo posible las re-
comendaciones de la OMS, ya indicadas).
Parece inevitable publicar los suicidios de famosos o gente conoci-
da ya que al llevar una vida pública también se hace pública su muerte,
cualquiera que sea la causa.
En relación con los suicidios por desahucio, en la medida que se
dan en el contexto de la actual crisis económica, y que su conocimien-
to genera alarma social solidaria, sí que parece que se debería publicar
cada caso; como sucede, por ejemplo, en los casos de muertes por vio-
lencia de género. (No para ensalzar esta salida personal sino para pro-
teger a personas que están en la misma situación y podrían plantearse
lo mismo). De hecho de los miles de desahucios que se han producido
solo hay tres o cuatro suicidios. Esto indica que hay factores previos
vulnerabilizadores y disparadores ambientales estresantes (life events).
Las personas que van a ser desahuciadas reciben apoyo y son arropa-
das solidariamente.
En otros casos también es inevitable porque llaman mucho la aten-
ción social como es el caso de suicidios de niños o por acoso laboral,
escolar, o en casos de suicidios colectivos o en empresas, ya que nos
indican que se deben tomar medidas preventivas y toda la sociedad
debe estar sensibilizada.
Otros casos pasan más desapercibidos, tales como los suicidios
de ancianos, de enfermos mentales y terminales, casos dudosos que
se consideran accidentes o negligencias y que no se publican como
suicidios.
En todo caso se trata de compaginar el derecho de libertad de ex-
presión, el derecho de información y las consecuencias que puede
tener una noticia en la población, sobre todo en grupos de riesgo o
vulnerables en el tema del suicidio. Por lo que no se debe abusar in-
necesariamente del supuesto de suicidio en series ficticias de TV o
cine, ya que pueden tener un impacto descontrolado o de contagio.
También es importante no dar muchos detalles de cómo hacerlo, por-
que podrían dar ideas a personas vulnerables. Por ejemplo, si están

140
pensando en un método que no les haga mucho daño sería contrapro-
ducente que reciban información de una serie de pastillas sedantes,
fáciles de conseguir y de efectos rápidos. Hay que tener en cuenta
que junto con el deseo de dejar de sufrir por un método rápido como
es el suicidio, actúa también el instinto de vida; si el método elegido
produce dolor cambiará las sensaciones somáticas contingentes, las
percepciones subjetivas y la idea suicida. Será, pues, más eficaz un
método indoloro.
En la España actual de la crisis económica y de los desahucios los
medios de comunicación recogen suicidios por estos motivos que pro-
mueven la solidaridad social. En este contexto social aparece el efec-
to conocido como Papageno (14). Éste es un personaje de la ópera de
Mozart denominada «La flauta mágica». Es el hombre pájaro. Se de-
dica a vivir pacíficamente y dejar vivir. Sólo aspira a vivir el día a día,
ser feliz, no es malicioso, ni se aprovecha de los demás, ni vive amar-
gado. Se gana la vida cazando pájaros y quiere encontrar a Papagena,
casarse y tener muchos hijos en su nido de amor. En el tema del suici-
dio se referiría a una persona que ante el conocimiento del suicidio de
otra persona le produce empatía, contagio positivo, pero no como el
«efecto Werther» o de contagio negativo o imitación suicida, sino de
solidaridad y apoyo, se identifica con la víctima y se posiciona contra
las causas que puede considerar injustas.
Es, por lo general, una persona resiliente, que aprende y crece con
la adversidad, en este caso de los demás, en lugar de dejarse vencer.
Como el caso que ocurrió a principios de noviembre de 2012, en el
que todas las portadas de los periódicos y los titulares de la televisión
informaron del suicido de una mujer en Barakaldo (Bizkaia, España),
precipitándose desde el balcón de su domicilio, cuando la comitiva ju-
dicial iba a proceder a su desahucio por impagos en la hipoteca que te-
nía contraída con una entidad bancaria (15). En la España de la crisis
económica y con un repunte del número de suicidios por esta causa, el
informar de suicidios con la crudeza de la desesperanza busca el efec-
to de cambiar la legislación y evitar el desahucio, que desgraciadamen-
te empieza a ser muy frecuente y habitual. Esta cruda información no
sólo no produce un efecto imitativo, sino que provoca el efecto de em-
patía y solidaridad con las víctimas y la indignación con el sistema fi-
nanciero, para que se produzca el cambio legislativo tan necesario que

141
al menos no agudice esta situación y que parece que finalmente se va a
poner en marcha.
No obstante, siempre se debe tener mucho cuidado con la divul-
gación de suicidios y conducta violenta en los medios de comunica-
ción. Así, recientemente, se decidió finalizar una conocida y popu-
lar serie de televisión contextualizada en los servicios médicos de
un hospital, después de 300 capítulos y que fue emitida durante casi
trece años. Para el final se grabaron, al menos, dos finales uno fe-
liz (que permitía seguir con la serie en un futuro) y otro dramático
y violento que fue el que finalmente se emitió y que cerró definiti-
vamente la serie. Se especuló con acabar la serie con el suicidio del
protagonista principal (16). Una alternativa que nos hubiera pareci-
do muy peligrosa debido a la figura empática y carismática del pro-
tagonista. Aunque el final fue violento, afortunadamente se desechó
el suicidio. La violencia y el suicidio por imitación son factores a te-
ner en cuenta en poblaciones vulnerables y de riesgo, que están di-
fuminadas en la población general y que pueden visionar las escenas
indiscriminadamente, por lo tanto parece totalmente desaconsejable
abusar de la exposición al suicidio en los medios generales de divul-
gación social (11).

Ciberacoso

Internet también puede ser una herramienta para producir acoso y


violencia de varias maneras cada vez más sorprendentes. Se ha juzga-
do en Holanda a unos adolescentes por incitar a otro a asesinar a una
joven, y tanto el motivo como las incitaciones se hicieron pública-
mente a través de la red social de Facebook. El ciberacoso se ha pues-
to tristemente de moda con distintas modalidades entre iguales y tam-
bién por la facilidad con la que se puede producir el acoso por parte de
adultos a jóvenes y a niños (17).
Y en esto llegó el sexting, como modalidad del ciberacoso. Con un
móvil personal que tiene incorporados, además del SMS, acceso a in-
ternet, correo electrónico, whatsapp, cámara de video y una cámara fo-
tográfica sale cada joven y adolescente a la calle como una parte más
de su indumentaria. Una herramienta que se ha convertido en impres-

142
cindible en las interacciones sociales del día a día, y que pasa también
al ámbito privado. Los jóvenes graban e intercambian fotos e imáge-
nes propias de todo tipo, incluso con contenidos íntimos y eróticos, en
principio para uso privado, pero que en un momento determinado pue-
den ser difundidos públicamente sin su consentimiento. Se produce en-
tonces un verdadero «choque de trenes» entre valores y costumbres,
viejos y modernos, con todas sus contradicciones y desajustes. Convi-
ve una cultura de la máxima permisibilidad, casi sin límites, con valo-
res éticos y sociales ancestrales. Algunos jóvenes se sienten acosados,
manipulados, avergonzados y finalmente optan por el suicidio como
una salida a su sufrimiento. Es el caso de Amanda Todd, una chica de
15 años canadiense que accedió delante de una webcam a mostrar sus
pechos. El interlocutor la fotografió y extendió la foto por la red. A
partir de aquí se sintió acosada por multitud de personas y compañe-
ros, tanto en la red como físicamente, lo que la llevó a un estado depre-
sivo y ansioso. Finalmente, por el mismo medio de la WebCam, expli-
có, presentando a la cámara cartulinas escritas, lo que había pasado y
anunció su intención de suicidarse, lo que materializó un mes después
de la distribución de su video (18).

Cibersuicidio

Este concepto engloba las relaciones entre suicidio e internet. La


gran fluidez de internet le hace que esté presente de forma inmedia-
ta en cantidad de cuestiones. Nos podemos encontrar con personas
buscando métodos, más o menos rápidos e indoloros, de acabar con
sus vidas. Especialmente cócteles y sustancias farmacológicas, de fá-
cil acceso, que combinadas en cantidad y cualidad pueden ocasionar
la muerte. También encontramos a otras personas buscando ayuda. Ya
no se busca ayuda de forma preferente, como antaño, en el entorno de
padres y profesores, tampoco en el de compañeros y amigos sentidos.
Enmascarados con otra identidad, los sufrimientos y las dudas quedan
parapetados en el anonimato.
Algunos especialistas creen que antes de navegar por internet la
decisión de suicidarse ya está tomada y que su uso sólo es una conse-
cuencia de su accesibilidad actual, lo mismo que antes se escribían no-

143
tas de despedida o se avisaba a alguien, ahora se utiliza la red para co-
municarse a todos los niveles. Sin embargo, hay que tener en cuenta
que su mayor fluidez hace que internet potencie con más facilidad los
efectos suicidas. No es una herramienta inocente. El «efecto de irreali-
dad» que se produce al observar la vida a través de una pantalla, sea de
televisión o de ordenador, es un factor añadido a tener en cuenta.
Además, últimamente ha aparecido un fenómeno muy preocu-
pante: utilizar la red para promover suicidios colegiados, o bien que-
dando en un sitio físico concreto, teniendo incluso que viajar para
ello, y poniéndose de acuerdo; o, lo que todavía es más peligroso,
coordinar los suicidios a distancia para que se produzcan al mismo
tiempo aunque en lugares distintos, lo que hace muy difícil intercep-
tarlos (17). Aunque a estas conductas se las ha denominado «pactos
suicidas» tienen poco que ver con lo que se conocía hasta el momen-
to como tal (19), en el que personas del mismo entorno familiar y/o
afectivo, agobiados por problemas y limitaciones que consideraban
insuperables, decidían poner fin a sus vidas todos juntos. Así parejas
de ancianos en los cuales uno tenía que cuidar del otro, que padecía
algún tipo de demencia grave e irreversible sin los apoyos sociales
suficientes, decidían morir juntos, considerándolo, incluso, como el
último gesto de amor.
Por lo general, estos nuevos «pactos suicidas» planificados por in-
ternet los protagonizan jóvenes, que sufren desequilibrios mentales y/o
enfermedades físicas, pero también hay otras variables importantes de
vulnerabilidad que son aprovechadas por sectas y depredadores, tales
como el aislamiento social. Es el caso de los denominados hikikomori,
personas que le dedican mucho tiempo a juegos en internet, con pér-
dida del sentido de realidad, potenciado por un sentido infantil de la
muerte por su escaso contacto con la misma y por la banalización en
los juegos virtuales donde los personajes tienen varias vidas o las pue-
den acumular si realizan determinadas tareas.
Surgen, entonces, pactos para ponerse de acuerdo y facilitarse la
muerte colegiada. Una muerte que, quizás, no se atreven a provocar
en solitario. Aunque no se conocen con anterioridad sintonizan rápida-
mente y se ponen de acuerdo en métodos, calendario y otros aspectos
relacionados con la acción suicida que planifican.

144
Aunque es difícil conocer datos concretos sobre este tipo de suici-
dio parece que es en Japón donde se describen más casos. En este país
oriental la muerte se maneja culturalmente de forma distinta al mundo
cristiano occidental. Según algunos datos entre 80 y 100 japoneses se
suicidan todos los días. Hasta hace poco el suicidio era una salida ho-
norable para resolver determinados problemas, e incluso los kamika-
zes como una forma suicida de estrategia militar tienen una tradición
y honorabilidad importante en esa cultura. En este sentido el concepto
de vida y de suicidio o pérdida de la vida tienen aquí particularidades
culturales. Algunos padres de familia, desbordados por problemas eco-
nómicos, prefieren acabar con sus vidas ya que garantizan indemniza-
ciones y apoyos sociales que de otra manera no tendrían. Llegan a la
conclusión de que son más útiles muertos, una vez que han cumplido
con su ciclo vital y que creen que ya no pueden aportar nada más es-
tando vivos.
Otros suicidios colectivos planificados, o no, por internet todavía
son más preocupantes. Se trata de los cometidos por sectas entre sus
acólitos. Muerte de familias completas siguiendo los dictados de un lí-
der diabólico.
También es incomprensible la actitud macabra de algunos depre-
dadores que no quieren suicidarse pero, fascinados por el suicidio, ani-
man y facilitan que otros lo hagan. En algunos casos creando páginas
webs con esta intencionalidad, vendiendo «kits» de suicidio, o ponién-
dose en contacto por correo electrónico con potenciales suicidas. Es el
caso de William Melchert- Dinkel, un enfermero del Estado de Min-
nesota (USA), que fue juzgado y condenado en 2011 por la inducción
al suicidio de dos jóvenes, aunque la policía cree que está implicado en
más casos (20). En este caso mantuvo múltiples y reiterados contactos
con personas que manifestaban su intencionalidad suicida, y con iden-
tidad falsa (nombre, edad, sexo), incluso confabulando falsos pactos
suicidas, les asesoró sobre distintos métodos, básicamente el ahorca-
miento, para que pudieran acabar con sus vidas, como si fueran casos
de eutanasia.
¿Cuál era su motivación? ¿Es un sádico que disfrutaba empujan-
do a sus víctimas a la muerte?, o, ya que habían tomado esa decisión,
como argumentaba en el juicio, se limitó a acompañarles y asesorarles

145
ejerciendo su libertad de expresión. ¿Por qué no intentó ir en la direc-
ción opuesta de evitar el suicidio? ¿Hasta dónde puede llegar la liber-
tad de expresión?, ya que éste fue el argumento que utilizó su defensa.
Obviamente, el límite es la comisión de un delito, pero ¿Cuándo
podemos fehacientemente demostrar que se ha producido un delito ba-
sado en una interacción verbal? En este caso se encontraron correos
incitando al suicidio, se demostró que simulaba varias identidades,
y llegó incluso, con identidad de mujer, a falsamente coaligarse para
también suicidarse. Desde el punto de vista psicológico cuesta dar sen-
tido y llegar a entender este tipo de conducta. Parece como si alberga-
ra dentro de sí un odio inmenso hacia la humanidad, o unas ansias de
controlar a los demás para sentirse importante hasta límites perversos.
Es un tipo de estrategia que utilizan los depredadores cuando cazan en
la naturaleza. Los leones y otros felinos seleccionan dentro de un gru-
po de herbívoros a aquellos ejemplares más débiles (enfermos, crías,
hembras parturientas, etc.) para desencadenar contra ellos de forma se-
lectiva e intensa su calculado ataque.

Ciberemergencias y prevención del suicidio en Internet

Desde los servicios profesionales y de emergencias, sanitarios y


sociales, podemos tomar varias medidas concretas para la prevención
del suicidio. Más pasivamente, dejar en páginas oficiales psicológi-
cas, por ejemplo del Colegio Oficial de Psicólogos, en páginas oficia-
les sanitarias, por ejemplo de Emergencias de Osakidetza (Servicio
Vasco de Salud), en páginas oficiales de servicios y prestaciones, por
ejemplo de ayuntamientos, diputaciones, universidades, gobiernos au-
tonómicos y central, distintas policías, etc., enlaces para enviar men-
sajes de petición de ayuda que luego pueden ser canalizados adecua-
damente hacia los servicios especializados. Estas demandas pueden
ser contestadas por expertos vía correo electrónico, dando unos pri-
meros consejos y guiando las actuaciones de afectados y familiares,
apoyando emocionalmente y dando pautas de conducta, intentando
dar sistemas de contención de la conducta suicida, y derivando hacia
centros psiquiátricos y sanitarios donde la persona pueda ser atendida
adecuada y eficazmente.

146
Actualmente, también la popular red social Facebook ha lanzado
una nueva herramienta de prevención, aunque solo en Estados Uni-
dos, con un chat online con la posibilidad de conectar con expertos que
pueden ayudar. En España al poner la palabra suicidio en Google, apa-
rece el teléfono de la esperanza en primer lugar y el mensaje ¿necesitas
ayuda? Sin embargo, no aparece ningún link. Éste podría incorporarse
ya que (21) muchas personas, sobre todo jóvenes, prefieren un me-
dio en el que no tengan que hablar verbalmente y que les permita más
tiempo para madurar sus respuestas, pudiendo escribirlas. Esta inicia-
tiva parece que se va extendiendo por varios países. Estos link pueden
suponer la diferencia entre la vida o la muerte, ya que el expresar pú-
blicamente que se está pensando en la posibilidad de matarse puede
constituir el primer paso para salir de esta crisis.
De todas maneras uno de los objetivos principales de estas he-
rramientas en la red es conectar a la persona con servicios sanitarios
próximos a su localización en el mundo real que le puedan ayudar a
afrontar este problema.
Más activamente, de la misma manera que la policía hace un segui-
miento de internet para detectar ciberdelitos, se debería crear y gestionar
por las instituciones sanitarias un servicio de ciberemergencias para detec-
tar esta problemática e intentar derivarla hacia el mundo real donde espe-
cialistas, profesionales y personas sensibilizadas pudiesen contener la con-
ducta suicida, canalizarla, desactivarla y buscar salidas para las personas
que manifiestan este tipo de sufrimiento. También se aconseja que se esta-
blezcan en todos los centros educativos, laborales, ONGs, asociaciones te-
rapéuticas y centros de salud en atención primaria protocolos de detección
de la ideación y de la conducta suicida, pasando una breve escala de criba-
do, quizás también con otros problemas (22). Internet no solo proporciona
a los profesionales numerosas herramientas relacionadas con la preven-
ción y ayuda al suicidio, como libros electrónicos, guías de utilidad clíni-
ca, cursos y congresos online, artículos, revistas, etc., sino también la posi-
bilidad de cooperar cada uno desde su ciudad o pueblo, y desde su puesto
de trabajo, utilizando páginas y herramientas institucionales. Un paso más
sería coordinarlas de tal manera que se pudiera dar un servicio preventivo
allí donde físicamente se necesitase. Debemos concienciarnos, en palabras
de Pérez-Barrero (23), de que el suicidio es la muerte de todos y que to-
dos, especialmente los profesionales sanitarios, debemos acometerlo.

147
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(23) Pérez Barrero SA. «El suicidio: una muerte de todos». V Congreso Pa-
namericano Infantojuvenil en el Palacio de Convenciones, La Habana
(Cuba) del 23 al 27 de Abril del 2012.

149
Para entender por qué un paciente ha intentado suicidarse, algunos terapeutas
se preguntan ¿Por qué yo no me quiero suicidar? La vida, a pesar de todo,
todavía merece la pena. Tengo esperanza, motivos por los que vivir, a pesar del
sufrimiento. Del placer, disfrutar; del dolor, aprender, dice una antigua máxima.
Vivir es sufrir, sobrevivir es lograr encontrar sentido al sufrimiento.
Cuando el sufrimiento o el dolor se vuelven insoportables, cuando se pierde
el sentido de la vida y de uno mismo, muchas personas se confiesan muertos
vivientes y prefieren que el destino o la suerte decidan por ellos.
Prevenir el suicidio se ha convertido en una de las primeras preocupaciones
de los responsables y profesionales sociales y sanitarios. En el libro que
presentamos los autores proponemos distintas estrategias y abordajes para
prevenir el suicidio, que ya es la primera causa de muerte no natural en las
sociedades occidentales y la cuarta causa de muerte en valores absolutos.

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