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SUICIDOLOGIA COMUNITARIA PARA AMÉRICA LATINA

es el trabajo resultante de poner a trabajar los conceptos


emblemáticos de la Suicidología desde una perspectiva
psicosocial en el ámbito de las instituciones y de las
organizaciones de la sociedad; es decir en aquellos escenarios
donde se gesta y se despliega la crisis suicida.
Hay un pasaje del autor de la práctica de las intervenciones
poblacionales a la conceptualización de una Suicidología
Comunitaria partiendo de la premisa del suicidio como
evento bio-psico-socio-cultural. La lógica de esta construcción
epistemológica y metodológica intenta poner en su lugar
el abordaje asistencial individual y la utilización de los
psicofármacos como respuesta a un dolor que requiere de la
reconstrucción del lazo para su elaboración.
Más allá de la mirada crítica se estructuran dos propuestas
académicas para ser desarrolladas en el ámbito investigativo y
psicoterapéutico por un lado y otra que brinda los elementos
para la implementación de programas psicosociales y
comunitarios orientados a la concientización social in situ de
todos los protagonistas sociales del escenario de las crisis.
En ambas propuestas académicas se hace eje en la evaluación
verificable y replicable que permita orientar acciones futuras
en los más diversos contextos donde ésta sea oportuna y que
permita la transferencia de resultados adecuada al manejo de las
crisis suicidas con la participación activa de los actores locales,
de acuerdo a los enclaves culturales que hacen significativos los
intercambios en esa formación colectiva.

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Suicidología Comunitaria
para América Latina

ISBN 978 – 607 – 96454 – 8 - 9

Primera edición, octubre de 2017


© Carlos Martínez
De esta edición:
2017, ALFEPSI Editorial
Latinoamérica
www.alfepsi.org

Diagramación y diseño de carátula:


Sergio Di Leo

Se permite la reproducción parcial o total de este libro siempre y cuando mantenga


el principio ético-político de citar la autoría de las ideas aquí expuestas.
A MIS MAESTROS

Fernando Ulloa,
Ricardo Malfé
Martina Casullo

4
Agradecimientos

A ALFEPSI
por darme la oportunidad de compartir el resultado de estos años de trabajo con la
comunidad de colegas, docentes y sobre todo alumnos que se ocupan de formarse en la
compleja tarea de la transformación de lo humano y por haberme potenciado, desde su
Primer Congreso en Panamá, en una perspectiva disciplinaria latinoamericanista.

A la Lic. Daniela Verónica Martínez


por su colaboración rigurosa y continua en la sistematización y dictado de los Cursos
que conforman las Partes 2 y 3 del presente libro. Por su aporte profesional en las
investigaciones y redacción del material sobre Autolesiones Deliberadas.

A mis hijas Daniela y María Sol


por su acompañamiento afectivo a lo largo de toda esta tarea.

Al Dr. Guillermo Izaguirre Medus


por su escucha y puntualizaciones.

A mis compañeros del Equipo de Intervención en Crisis y Rehabilitación Psicosocial


que cotidianamente me acompañan en mi aprendizaje y producción.

A la Lic. Valeria Roseto


por su colaboración en la crónica testimonial sobre el Hospital de Los Antiguos.

Al escritor riogalleguense Carlos Besoain


por su interés en esta producción y su aporte con la elaboración del Epílogo de la
primera parte.

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Índice

Prólogo (por Marco Eduardo Murueta)................................................................................................................... 8


PARTE I: De las intervenciones poblacionales a la construcción de una suicidología comunitaria....... 13
A. A modo de posicionamiento ético y teórico................................................................................................. 13
B. Programa suicidológico comunitario de acción local................................................................................. 17
B.1. El evento suicida y su construcción paradojal: La posvención.......................................................... 18
B.2. La antinomia Construcción/Destrucción.............................................................................................. 20
B.3. El Programa de Acción Local.................................................................................................................. 21
B.4. El Equipo Local.......................................................................................................................................... 22
B.5. Actitud de los miembros del Equipo hacia la tarea.............................................................................. 23
B.6. El Caso “G”................................................................................................................................................ 23
B.7. Conclusión................................................................................................................................................. 26
C. Servicio hospitalario de intervención en crisis y rehabilitación psicosocial............................................ 27
C.1. Introducción.............................................................................................................................................. 27
C.2. ¿Por qué desde la Psicología Comunitaria?.......................................................................................... 28
C.3. El plan piloto para Río Gallegos............................................................................................................. 29
C.4. El Centro Provincial De Intervención en Crisis y Rehabilitación Psicosocial.................................. 33
C.5: Admisión a los dispositivos del centro de intervención en crisis y rehabilitación psicosocial..... 38
C.6. Funciones del seguimiento telefónico en la intervención en crisis.................................................... 39
C.7. Hospital Reinaldo Bimbi de Los Antiguos (Santa Cruz, Argentina)................................................. 42
C.8. Interacción con la Justicia........................................................................................................................ 46
C.9. Conclusiones............................................................................................................................................. 49
C 10. Epílogo: PRESIONES Y ANESTESIAS. Vida cotidiana en Río Gallegos........................................ 51
C.11. Referencias bibliográficas...................................................................................................................... 55
PARTE II: Curso: Evaluación de riesgo y potencial suicida e inicio del tratamiento psicoterapéutico........ 57
Clase Nº 1: Suicidología y suicidio. Aproximación conceptual..................................................................... 57
A. Introducción................................................................................................................................................. 57
B. Qué es la suicidología.................................................................................................................................. 58
C. La suicidología en Argentina..................................................................................................................... 61
D. Definiciones de suicidio.............................................................................................................................. 62
E. Tipos de suicidio........................................................................................................................................... 69
F. Referencias Bibliográficas............................................................................................................................ 70
Clase Nº 2: Factores protectores, de riesgo e indicadores............................................................................... 71
A. Prejuicios, preconceptos y mitos relacionados con el suicidio............................................................. 71
B. Indicadores y grupos de riesgo.................................................................................................................. 74
C. Indicadores de riesgo suicida: generales, en la familia, en instituciones y formaciones
colectivas en niños, en adolescentes, en ancianos.................................................................................. 77
D. Factores protectores..................................................................................................................................... 79
E. El modelo “Llanto de dolor” de la Escuela de Oxford: un aporte clínico............................................ 81
F. Referencias y Bibliografía............................................................................................................................ 84
Clase Nº 3: Evaluación del riesgo suicida: instrumentos, protocolos y ámbitos......................................... 85
A. Riesgo y vulnerabilidad psíquica.............................................................................................................. 85
B. Cálculo del riesgo......................................................................................................................................... 91
C. Evaluación.................................................................................................................................................... 96
D. Entrevista de evaluación de riesgo (primera parte)............................................................................. 101
E. Referencias bibliográficas.......................................................................................................................... 104

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Clase Nº 4: Evaluación del riesgo suicida: instrumentos, protocolo y ámbitos de intervención............ 105
A. Entrevista de evaluación de riesgo (segunda parte)............................................................................ 105
B. Consentimiento informado....................................................................................................................... 106
C. Ficha de evaluación de riesgo y potencial suicida (AAPS)................................................................. 110
D. Inventario de orientaciones suicidas (ISO 30)....................................................................................... 113
E. Un caso clínico............................................................................................................................................ 120
F. El inventario ISO 30 en contextos institucionales y poblacionales...................................................... 122
G. La evaluación en atención primaria de la salud según sugerencias de la OMS............................... 123
H. La evaluación en el contexto escolar...................................................................................................... 125
I. La evaluación en el tratamiento médico según sugerencias de la OMS............................................. 127
J. Referencias bibliográficas........................................................................................................................... 128
Clase Nº 5: Epidemiología para la prevención............................................................................................... 129
A. Epidemiología............................................................................................................................................ 129
B. Prevención - Posvención........................................................................................................................... 138
C. Construcción - Destrucción...................................................................................................................... 143
D. Resumiendo................................................................................................................................................ 144
E. Referencias bibliográficas.......................................................................................................................... 145
PARTE III: Curso: Suicidio adolescente en el ámbito escolar y abordaje institucional de
producciones autodestructivas............................................................................................................................ 146
Clase Nº 1: Comportamientos suicidas en los adolescentes: perspectivas y articulaciones.................... 146
A. Introducción............................................................................................................................................... 146
B. La conducta suicida en el adolescente.................................................................................................... 147
C. Perspectiva sociodemográfica.................................................................................................................. 147
C. Perspectiva sanitaria................................................................................................................................. 150
D. Perspectiva sanitaria................................................................................................................................. 152
E. Perspectiva psico-socio-cultural.............................................................................................................. 154
G. Articulación de factores de protección y de riesgo............................................................................... 157
H. Referencias bibliográficas......................................................................................................................... 166
Clase Nº 2: Autolesiones deliberadas............................................................................................................... 166
A. Comportamientos autodestructivos indirectos: autolesiones deliberadas....................................... 166
B. Precisiones conceptuales........................................................................................................................... 167
C. Autolesiones deliberadas –dsh–.............................................................................................................. 169
D. Corporalidad y DSH................................................................................................................................. 171
E. Lesión como escritura en el cuerpo......................................................................................................... 173
F. DSH en tanto conducta adictiva............................................................................................................... 175
G. Análisis de fragmentos discursivos........................................................................................................ 175
H. A modo de cierre....................................................................................................................................... 178
I. Referencias bibligráficas............................................................................................................................. 178
Clase Nº 3: Hostigamiento escolar (bullying) y suicidio............................................................................... 179
A. Introducción............................................................................................................................................... 179
B. El hostigamiento escolar o bullying........................................................................................................ 180
C. Investigaciones sobre bullying. Diferentes perspectivas del concepto.............................................. 185
D. Hostigamiento escolar, ideación y comportamientos suicidas........................................................... 192
E. Sugerencias para la acción........................................................................................................................ 194
F. Referencias bibliográficas.......................................................................................................................... 195
Clase Nº 4: Dispositivos de intervención para la construcción de una suicidología comunitaria.......... 195
A. Introducción............................................................................................................................................... 195
B. La intervención suicidológica preventiva y posventiva....................................................................... 197
C. Intervenciones individuales..................................................................................................................... 198
D. La escritura terapéutica............................................................................................................................ 199
E. Intervenciones colectivas.......................................................................................................................... 204
F. El grupo sostén............................................................................................................................................ 206
G. Programa multisectorial de variado alcance (PMVA).......................................................................... 207
H. Programa escolar de identificación, monitoreo y atención del riesgo suicida (PEIMARS)............ 209
I. Programas para el abordaje de la “dinámica Bullying”........................................................................ 210
J. Capacitación y formación de los efectores.............................................................................................. 214
K. Ejemplo de intervención poblacional..................................................................................................... 217
L. Referencias bibliográficas.......................................................................................................................... 219
Acerca del Autor..................................................................................................................................................... 221

7
Prólogo

Por Marco Eduardo Murueta


(UNAM Iztacala, AMAPSI)

Carlos Martínez, destacado psicólogo argentino, es uno de los más


importantes especialistas latinoamericanos en el tema del suicidio.
Tuve el gusto de conocerlo y conversar por primera vez con él en 2008
en Cochabamba, durante la realización del II Congreso Boliviano de
Psicología. Nos vimos después en otros eventos, en particular en 2016,
en Costa Rica, para el V Congreso, y en Lima, en el VI congreso de la
Asociación Latinoamericana para la Formación y la Enseñanza de la Psicolo-
gía (ALFEPSI), en cuyo seno Carlos coordina la Cátedra Latinoamericana
de Suicidología. Agradezco su solicitud para prologar este libro que pro-
pone un estudio y una intervención comunitaria para la prevención y
posvención del suicidio con un enfoque que recoge la literatura mundial
sobre el tema y su fundamentación, pero que constituye una propuesta
claramente latinoamericana.
En América Latina, en términos generales, el número de suicidios
prácticamente se triplicó en los primeros 16 años de este Siglo XXI, y su
tendencia al alza continúa. Por ejemplo, en México, la cifra de suicidios
pasó de 1,955 a 5,718 en 9 años (2003-2012).
Mientras que en los adultos mayores de 60 años la tendencia suicida

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es a la baja, entre los jóvenes de 15 a 35 años el crecimiento es muy no-
torio, especialmente entre 15 y 24 años. La llamada generación milenio,
los “nativos digitales”, tienen más tendencias suicidas que las gene-
raciones anteriores; y cada vez más. En Argentina, al menos de 2012
en adelante hay más suicidios que homicidios. La violencia contra sí
mismo rebasa la violencia hacia a otros.
En América Latina, el país con la tasa más alta de suicidios es Uru-
guay con 16.5 suicidios anuales por cada 100 mil habitantes, seguido
por Cuba con 12.3 y Chile con 11.2. Argentina tiene una tasa de 7.3,
México de 4.0 (2008). Perú, en cambio, es uno de los países con los más
bajos índices de suicidio en el mundo, en el año 2000 la tasa de suicidios
fue de 0.9.
Esos datos lógicamente generan una gran preocupación entre quie-
nes nos dedicamos al cuidado de la salud psicológica en los pueblos
latinoamericanos, a pesar de que dichas cifras están por debajo de los
índices que tienen países ricos como Corea del Sur (28.1), China (22.23),
Japón (21.7), Francia (17.6), Suiza (14.4), Estados Unidos (13.0), Norue-
ga (11.9) o Alemania (11.3 en 2009).
Estados Unidos pasó de 30,484 a 43,000 suicidios en 11 años (2003-
2014). El crecimiento fue de 41%. Porcentaje notoriamente inferior al
casi 200% de incremento que tuvo México en el mismo lapso. En los
países ricos las tasas de suicidio son altas y siguen creciendo, mientras
que en los latinoamericanos eran bajas pero en las últimas décadas cre-
cen de manera cada vez más acelerada. Con esa tendencia, en dos o tres
décadas, los países latinoamericanos rebasarán las cifras de los países
ricos antes mencionados.
El creciente número y tasa de suicidios en todo el mundo, aunado
al crecimiento en las cifras de violencia, depresión y muertes por in-
fartos, por cáncer y otras enfermedades crónico-degenerativas llevan
a la conclusión de que la humanidad está en decadencia, no obstante
los grandes avances tecnológicos y la elevación de los promedios en
la expectativa de vida. Al número de suicidios debe también añadirse
otro gran número de intentos suicidas y de ideación suicida reiterada.
Las personas viven más, en promedio, pero no se sienten tan bien con
la vida como las generaciones anteriores. Muchos jóvenes no quieren
tener hijos porque no les gusta el mundo actual, ni desean responsa-
bilizarse de otra vida. Una cantidad cada vez mayor no quiere tener
pareja estable ni familia. El individualismo se acentúa y se diluyen los
afectos. La soledad, y la gran ansiedad que ésta genera, se compensan
de manera progresiva con sustancias, marcas, bullying y autoagresio-
nes emocionales y corporales hasta llegar al suicidio. Las neurosis y

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psicosis se acentúan en las comunidades, en los reductos familiares y
en las personas.
En ese contexto, el libro de Carlos Martínez constituye una gran he-
rramienta conceptual, social, técnica y práctica para detectar, evaluar el
riesgo e intervenir profesionalmente, en un contexto comunitario, para
contribuir a revertir esa decadencia en que los pueblos latinoamerica-
nos se ven arrastrados porque las élites admiran el economicismo de los
países ricos. Propone la formación de especialistas para la prevención
comunitaria del suicidio, incluye los programas que deben ser realiza-
dos para dicha formación y el análisis de la problemática psicológica
de los adolescentes y la manera de acercarse a ellos para darle sentido
a su vida, sobreponiéndose a las tendencias que el modelo económico,
político, social, cultural y educativo pretende imponerles.
En la Clase No. 1 del Curso para la “Evaluación del riesgo y potencial
suicida e inicio del tratamiento psicoterapéutico”, además de definir a
la Suicidología como “la psicología de los procesos autodestructivos”, y
no solamente de su punto culminante que es el suicidio, llama la aten-
ción que a éste se le concibe no solamente “como una manera de morir,
sino también y, básicamente, una manera de vivir”. Es decir, para los
suicidas, morir es vivir: la muerte es la vida de una vida muerta.
La referencia básica e inicial de toda suicidología es el libro clásico
de Emile Durkheim publicado en 1897, en el cual ilustra el método so-
ciológico al estudiar las variables que se relacionan con el incremento o
decremento de las tasas de suicidios. Además de variables como edad,
sexo, religión, estado civil, con hijos o sin hijos, situación política, Dur-
kheim hace notar que hay más suicidios cuando la luz del día dura
más, lo que implica que los países que adoptan el “horario de verano”
para aprovechar la luz solar y ahorrar electricidad promueven con eso
el crecimiento del número de suicidios y otros fenómenos conexos. Este
autor enfatiza que los protestantes, que predominan en los países an-
glosajones, se suicidan en mayor proporción que los católicos, religión
ésta que es mayoritaria en América Latina y que puede ser parte de la
explicación de los menores índices de suicidio que hasta ahora tienen
respecto a los países anglosajones. Como Max Weber lo hizo en su libro
La ética protestante y el espíritu del capitalismo, también Durkheim obser-
vó la conexión entre esa religión y un marcado individualismo, mien-
tras que los católicos son más proclives a la vida familiar y comunitaria.
También puede verse al revés, las culturas con mayor arraigo familiar y
comunitario podrán acoplarse más con el catolicismo que con el protes-
tantismo, como históricamente ocurrió en América Latina.
El individualismo ha favorecido el enriquecimiento material y el em-

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pobrecimiento emocional y afectivo, de allí la fascinación por lo científi-
co, la técnica, la tecnología y la racionalidad. Es el pensamiento de la mo-
dernidad capitalista, impersonal, que deja atrás al feudalismo medieval
organizado en torno a reyes, señores feudales y siervos, y el trabajo
artesanal. Como lo ha señalado Marx, en esa época también había una
gran opresión y se registraron acciones crueles contra los herejes, pero
cada quien sabía quién o quiénes habían hecho su ropa, su comida, etc.,
de tal manera que existía un arraigo y un sentido de pertenencia, una
personalidad colectiva e individual. La producción en serie, el trabajo
industrial, trajo consigo la despersonalización y la desvinculación afec-
tiva progresivas. Tal como lo representa irónicamente Chaplin en Tiem-
pos modernos y es algo que caracteriza cada vez más ilustrativamente a
la vida del Siglo XXI, como si el libro de Huxley (1932), Un mundo feliz,
estuviera concretándose como premonición independiente de la ironía
de su autor, en complementación con 1984 de Georges Orwell: el Big
Brother; como esa super máquina que observa y evalúa todas las actividades
humanas y diseña técnicamente la vida social, estableciendo un nuevo
estilo de religión tecnológica.
Parte del mundo moderno es la igualdad entre géneros, pero, como
lo advirtió Nietzsche, esa “igualdad” ha significado que las mujeres
hayan ido abandonando su rol central en la familia para tratar de imitar
lo que antes era típico de la masculinidad. En el ánimo de igualdad las
mujeres han sido impulsadas a parecerse cada vez más a los varones,
dados los privilegios históricos de éstos. El efecto ha sido parecido al
de las élites latinoamericanas que menosprecian sus raíces culturales y
su historia para tratar de imitar a los ricos norteamericanos o europeos:
pierden su propia identidad, abandonan muchas cosas valiosas y con-
traen los aspectos más lamentables del que imitan.
Para sostener la economía familiar o de pareja, actualmente se re-
quiere que ambos géneros consigan un trabajo asalariado, lo que, sobre
todo, implica un proporcional abandono de la crianza, independiente-
mente de la doble o triple jornada que padecen las mujeres y del des-
gaste físico y emocional de ambos integrantes de la pareja. Los niveles
de vinculación y arraigo emocional lógicamente disminuyen en los ni-
ños que crecen en ese ambiente, ya no hay barrio ni vecinos para convi-
vir y jugar. Ciudades cada vez más sobrepobladas, donde los crecientes
peligros y riesgos de violencia promueven el encierro de niños conecta-
dos a entretenimientos electrónicos; que exigen atención o marcas para
encontrar un sentido a su existencia. Por lo mismo, la búsqueda adoles-
cente de tatuajes y piercing que en esos contextos les genere identidad
y significado.

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La tercera parte de este libro precisamente se ocupa del “suicidio
adolescente en el ámbito escolar y abordaje institucional de produccio-
nes autodestructivas”. Se enfatiza un abordaje integral, considerando
aspectos biológicos, psicológicos, culturales y sociales, enfatizando los
riesgos y posibilidades que la vida escolar tiene en relación con la ocu-
rrencia y prevención de suicidios.
La propuesta es integrar equipos multidisciplinarios, al cual deno-
minan Grupo Sostén, encargado de aplicar instrumentos para detectar y
valorar los niveles de riesgo o probabilidad de conductas suicidas, ya
que se han identificado los elementos que concurren anticipadamente
para derivar en el acto suicida.
Sin duda, este libro surge como respuesta a la gran necesidad social
de comprender y atender los alarmantes incrementos suicidas. Quienes
lo lean aprehenderán una nueva perspectiva y herramientas técnicas
para la intervención profesional que asuma el reto de tratar de revertir
esas crecientes tendencias. Es evidente que ese reto se asume a contra-
pelo de un sistema social y económico propiciatorio de las mismas, lo
que significa que no basta con intentar atender, prevenir y postvenir los
procesos de autodestrucción, sino que se requiere al mismo tiempo in-
cidir en la opinión pública para contribuir a transformar el diseño social
que ahora padecemos en toda la América Latina y en todo el mundo.
Es un honor contar con la amistad de Carlos Martínez, a quien fe-
licito ampliamente por esta contribución, y desde luego me apresto a
contribuir en todo lo posible para que el libro sea conocido como un
punto de referencia necesario, así como a formar parte del equipo inter-
nacional que participa en la Cátedra Latinoamericana de Suicidología. Los
estudiantes, los docentes y los investigadores de psicología y de otras
disciplinas afines deben tener este texto entre la bibliografía esencial de
las formaciones de grado y posgrado, así como seguir con atención las
aportaciones de la Cátedra especializada en el tema. Están convocados
todos a contribuir a la vida, a no dejar de existir.

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PARTE I

De las intervenciones
poblacionales a la
construcción de una
suicidología comunitaria

A. A modo de posicionamiento ético y teórico

La Suicidología nace comunitaria y centrada en intervenciones psicosocia-


les. Su conceptualización inicial, hace setenta años aproximadamente, plantea
la crisis suicida como una crisis psicológica, mucho más cercana al planteo de
Camus acerca de que el suicidio “es un verdadero problema filosófico” que de
cualquier abordaje médico.
En estas convicciones fundacionales, Edwin Shneidman y Norman Farbe-
row, junto a Robert Litman, crean el primer centro de prevención del suicidio
en 1958, en Los Angeles, California (Chavez Hernández y Leenars, 2010). Sa-
bían que las guerras, en sus múltiples modalidades, y los despidos generan
más suicidios que las enfermedades mentales, que es producto de una reac-
ción más que de una decisión, que en las consumaciones de eventos suicidas
sólo un 15% provenían del campo de la enfermedad mental, que el suicidio
es un acto conciente de autoaniquilación proveniente de un malestar pluridi-
mensional que genera la creencia que ése es el mejor método de resolución de
todos sus problemas (Shneidman, 1985). Diez años más tarde implementan

13
la primera línea telefónica de intervención en crisis y, coherentes con su base
conceptual, habilitan para la intervención a profesionales de distintas discipli-
nas y a voluntarios no profesionales.
De alguna manera preanunciaban también la ambivalencia vacilante que
todo suicidólogo porta en su implicación con mayor o menor grado de reco-
nocimiento: cuánto de académico, cuánto de clínico o científico y cuánto de
humanitario implica esta tarea? Más allá de la subjetividad de quien intervie-
ne, el mismo mensaje ambivalente del suicida, en todo su proceso de gesta-
ción, habilita este múltiple posicionamiento si se quiere aprehender algo de lo
que allí se intenta balbucear.
Es una manera de escuchar “lo que se dice”, incluyendo también en esta
construcción discursiva “lo que se calla”. Tiene además la particularidad de
contextuar a esa persona que enuncia en un determinado entramado repre-
sentacional de lo cultural, lo social y lo político como determinantes encarna-
dos de su subjetividad, siendo generalmente el amor la variable enunciativa
de ese dolor y el autodaño el recurso de alivio que opera como la manifesta-
ción de la internalización de tanta exclusión, frustración y violación sufrida a
través de su historia.
Como emblema de este complejo proceso de construcción de la destrucción
y condensación expresiva de ese dolor, la nota póstuma de alguien que marcó
con su acto una de las instancias inaugurales de las intervenciones en esta
disciplina: “Querida Mary. Te odio. Con amor. George.”
El único acceso a semejante monto de dolor, o psychache, como lo deno-
minó el mismo Shneidman (1993) es la palabra, es decir el discurso en sus
múltiples y variadas expresiones y dimensiones. La Suicidología comunitaria
como concepto y praxis intenta llevar su acción y su intervención hasta los
capilares sociales e institucionales más variados por donde peregrina ávido
de respuestas y de reparación ese dolor subjetivo. Cómo método su desafío
consiste en la identificación y deconstrucción de los montantes de desespe-
ranza y desesperación que generan ese escenario percibido como “sin salida”.
Quien interviene es, a la vez que un analista, un analizante; un recolec-
tor de discursos, un investigador de analizadores, como quien toma provi-
soriamente una posición de externo al discurrir, cierta externalidad operativa
-opuesta a lo ajeno y a la alienación-, para luego volver a zambullirse empáti-
ca y rigurosamente en el torrente discursivo para puntualizar en esa trama de
lo singular, ya sea individual o colectivo.
Desde el emplazamiento de implicación de quien interviene, ciertos temo-
res recurrentes al abordaje de esta problemática no se fundan en lo externo o
en lo ajeno de un discurso o acontecimiento determinado, sino, generalmente,
en lo propio. En la inversión de energía psíquica que conlleva esta dinámica
de intervención en un discurso destructivo individual, grupal, institucional
o social. Esta inmersión en lo discursivo singular implica necesariamente el
recorrido por una genealogía y en tanto tal una identificación de enclaves cul-
turales, modos de vida, valores e intercambios que van gestando la construc-

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ción de lo destructivo. Resulta súmamente importante saber en qué ocasiones
utilizar la lupa y en qué otras el espejo o quizás ambos a la vez.
Es por esto que la Suicidología Comunitaria no tiene nada que ver con
el fetiche de la moda, ni de la supuesta originalidad. Es la recuperación y
adaptación a nuestro entorno próximo de los pilares epistemológicos y meto-
dológicos de una conceptualización que nació vertebrada en la comunidad y
que las lógicas de mercado y ciertos discursos hegemónicos encerraron en un
consultorio individual con diploma universitario dejando el dolor a merced
de los laboratorios y generando que las muertes evitables se sigan sucediendo
y aumentando hasta saturar la repetición de lo mortífero.
La Psicología Comunitaria constituye una nutriente esencial en este proce-
so arquitectónico. La Psicología Comunitaria propende (Def. del Diccionario de
la Real Academia Española: inclinarse por naturaleza, afición o por otro motivo hacia
una determinada cosa. // propenso/a = con tendencia o inclinación a lo que se expresa)
al accionar comunitario, en el sentido de PROmover la vida en la comunidad
tomando conciencia de que las elecciones de ese colectivo se corresponden y
comprometen con elecciones y decisiones singulares co-incidentes. Al mismo
tiempo dePENDE de que ese accionar sea cada vez más autogestivo en la
construcción de identidad, dignidad y proyecto.
Análogamente la Suicidología Comunitaria entrelaza sus intervenciones
para construir y reparar lazos que hagan posible esa vida, en ese contexto, con
esa historia y con sus propios recursos, sean éstos conocidos o ignorados pero
por lo general sabidos. Los discursos cotidianos se transforman en “textos
sintomáticos” que van denunciando “afinidades electivas” (Jameson y Zizek,
2005) sobre las cuales intervenir.
Es pertinente preguntarse por qué esa propensión a la autogestión y por
ende a la dignidad y el bienestar subjetivo no se ocupa más deliberadamente
de aquellas circunstancias donde estos procesos fracasan o ni siquiera se pu-
sieron en marcha. Es así como profesionales -sobre todo de la salud- que nun-
ca estudiaron en sus respectivas currículas universitarias epistemología y epi-
demiología del suicidio como sí lo han hecho con respecto a “enfermedades “
y “patologías” quedan entrampados en el mandato políticamente correcto del
“de eso no se habla”, sobre todo si han devenido en funcionarios públicos.
Ya el “eso” alude a ese ente, fenómeno, amenaza que no sólo es mejor no
nombrarla sino que además es mejor no saber de “eso”. Criterio que obvia-
mente no es similar al que han adoptado los grandes laboratorios multina-
cionales, cuyos resultados están a la vista en las cifras de muertes evitables
(=suicidios) consumadas. La definición del suicidio como muerte evitable es
de la OMS, de la misma manera que la caracterización como grave problema
de Salud Pública. Ésta pendiente epidemiológica, cada vez más pronunciada,
que de acuerdo a la misma fuente llegaría a su pico histórico mundial en el
próximo 2020, muestra la resultante de tantos años de omisión, pereza inte-
lectual, negación o distracción que derivaron favoreciendo negocios, que no
sólo no han producido ningún beneficio, si no que han operado en contra del

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bienestar de los usuarios de los Servicios de Salud produciendo una cantidad
aparentemente incontenible de muertes evitables, más que las guerras o los
accidentes de tránsito.
Paradójicamente, cual factor protector de la vivencia de la gestación suici-
da, el encuentro entre una realidad socio-sanitaria crítica y la disciplina “poco
académica” han permitido, en algunas geografías, el mayor desarrollo de una
Estrategia Comunitaria con eficacia epidemiológica “basada en la evidencia”,
que hoy ocupa un lugar institucional -frágil aún- dentro de algunos Servicios
de Salud latinoamericanos. La que sigue estando en falta es La Academia, o
por lo menos algunas de ellas ya que los principales Manuales de Suicidología
se escribieron en las Universidades más reconocidas del Hemisferio Norte
(Harvard, Chicago y Oxford), siendo ésta última la editora del Manual Inter-
nacional donde se dedican las últimas páginas a desarrollos suicidológicos
latinoamericanos, en momentos que se estaban dictando sendas materias de
Suicidología en Universidades como la Palermo (Buenos Aires - Argentina) y
Tarapacá (Chile)
Estos manuales producen teoría a partir de sus investigaciones realizadas
en sus respectivas poblaciones, si decimos que el suicidio es un evento (Nó
una enfermedad) bio-psico-socio-cultural; ¿podemos transpolar los resulta-
dos e inclusive algunos conceptos a nuestra realidad latinoamericana?. En
este momento hay investigaciones cuyo N está conformado por pobladores
locales, hay intervenciones en terreno local, cuyas conclusiones son solicita-
das luego para capítulos de los manuales del Hemisferio Norte sobre expe-
riencias y manera de pensar y conceptualizar la Suicidología, La OMS incluye
como Revisores Externos a investigadores y referentes latinoamericanos para
evaluar los perfiles de evidencia que se desprenden de estudios europeos y
norteamericanos.
¿No habrá llegado el momento que nuestras Academias nos acompañen en
el desafío de deconstruir, reconstruir, producir y transmitir teoría e instru-
mentos propios? ¿Habrá llegado el momento que nuestras características cul-
turales dejen de estar en los estudios internacionales como la de poblaciones
de inmigrantes o marginales?
Cabe la pregunta si es posible instrumentar y sostener una política nacio-
nal, regional para la Prevención del Suicidio, que es exactamente lo mismo
que crear un instituido que se ocupe del bienestar de nuestros conciudadanos.
¿Es posible la implementación de esta política sin un soporte real y eficaz de
las Universidades? La vida y sus condiciones de sustentabilidad constituyen
algo demasiado importante como para dejársela sólo a los funcionarios o sólo
a los investigadores. Del trabajo conjunto y del estudio y análisis crítico de los
enclaves ya existentes puede surgir la materia prima para un proceso de ins-
titucionalización donde la dialéctica instituyente/instituido pueda empezar a
mostrar sus resultados.
¿Qué nos hace pensar que el Sistema de Salud hegemónico puede dar una
respuesta eficaz a la problemática del suicidio -en todos sus eslabones de ges-

16
tación y desarrollo- cuando el crecimiento de la consumación de suicidios
previsto para el período 2000/2020 es del 50%? Seguramente no es porque se
haya retrasado o detenido el desarrollo de la industria farmacéutica. Quizás
haya que buscar una respuesta por el cambio de condiciones de distribución
del armado capitalista y porque los programas que se aplican no siempre con-
sideran que en estas latitudes hay grandes sectores de la población que viven
por fuera de la cobertura socio-sanitaria oficial o que simplemente les resulta
dificultoso o imposible acceder a ella.
Desde comienzos del siglo pasado científicos de la antropología, la psi-
cología y la psiquiatría percibieron que la relación entre psyché y cultura es
mucho más compleja y fructífera que los análisis de laboratorio o que la siste-
matización aislada del mundo intrapsíquico.
Partiendo de la posición que la interdisciplina no se con-forma con la pre-
sencia de varios profesionales de distintas disciplinas, sino que la INTER-
DISCIPLINA SE HABITA . Es la aproximación incesante a una realidad
poliédrica desde la inestabilidad y la crisis permanente y vacilante de lo mul-
tiparadigmático que deberemos construir nuestros saberes para que cada día
que pasa la comunidad que habitamos sea más vivible.

B. Programa suicidológico
comunitario de acción local

Un instrumento de base empírica orientado a la restauración del bienestar


colectivo.
Suicidología comunitaria denomina la construcción provocativa y el lla-
mado a una articulación tendiente a la apropiación de una disciplina nacida
en la década del 70 en los EEUU y de instrumentos de medición adaptables a
nuestra Región. En este caso, el cuestionario administrable ISO 30, elaborado
en Minesotta y adaptados y validados en la Facultad de Psicología de la Uni-
versidad de Buenos Aires.
Es una manera de hacer propio el conocimiento para que el dolor del seme-
jante no nos resulte extraño.
Es una manera de decir empática y comprometidamente que la vida en
estos contextos -que co-habitamos- puede adquirir una forma digna que sea
posible y sostenible en el tiempo.
Es una manera de pensar que la psyché no es un ente aislado y que como
tal no debe ser abordada aisladamente y mucho menos desde saberes y/o
prácticas que se posicionan hegemónicamente.

17
Siempre y cuando está realidad plurideterminada se vaya entrelazando
como un haciendo, diciendo y pensando junto con otros.
Cuando se conforman equipos de trabajo interdisciplinarios para abordajes
comunitarios suicidológicos, con diferentes trayectorias profesionales y con
poca o nula experiencia en el trabajo suicidológico, es importante hacer un re-
levamiento sobre las creencias personales acerca de la tarea: fantasías, marcos
referenciales, escenas temidas, conceptualizaciones defensivas, resistencias y
potencias que cada uno puede aportar. Si bien el punto de partida siempre es
lo personal, es decir las personas que desarrollarán las acciones y ocuparán
los roles dentro de la participación comunitaria, lo que marcará la permanen-
cia y la convicción de un estilo de trabajo y su eficacia se desprende de un
marco conceptual referencial compartido y acordado en acción, un método
adecuado al contexto en el que se va a intervenir... Pero fundamentalmente
del compromiso que ese equipo sea capaz de desplegar en la intervención.
Frecuentemente ante la demanda de profesionales y operadores sociales
locales se desarrollan Intervenciones Suicidológicas Comunitarias cuyo obje-
tivo reside en la identificación de los casos de riesgo, abordaje de situaciones
de crisis en curso, prevención, posvención y cálculo y comunicación de un
rango de predictibilidad. En este caso se trata de una ciudad ubicada a unos
500 Km. aproximadamente de la ciudad de Buenos Aires.
Como tantas otras ciudades, en esa zona, la gente vive de la actividad agrí-
cola-ganadera y en muy pocos casos de microemprendimientos turísticos. A
la fecha cuenta con aproximadamente 4000 habitantes. Un dato curioso y sig-
nificativo a la vez: en el último censo se registró un descenso en el número de
habitantes del 1,6 %, con respecto al registrado en el censo anterior.
El Programa Comunitario de Acción Local parte de la premisa que un even-
to suicida o parasuicida no es un acontecimiento individual, y mucho menos,
aislado. Ya se ha comprobado empíricamente que mucho más frecuentemente
de lo que se supone, el miembro de una familia que intenta cometer suicidio
o alguna conducta autodestructiva, no siempre es el que tiene riesgo más alto
en los protocolos de evaluación (Martínez, 2007).
De la misma manera, ese mismo evento produce un efecto de irradiación
en el contexto institucional y social que, por lo general deja ver la vulnerabili-
dad de entramados institucionales, funcionarios de la salud y de la educación
y el modo de comunicación de una comunidad, por cómo se tratan estos te-
mas en los medios de comunicación.

B.1. El evento suicida y su construcción paradojal:


La posvención.

El suicidio generalmente no es producto de una decisión espontánea, el


continuum autodestructivo se va gestando en la intimidad del sufrimiento de
una persona y se manifiesta a través de indicadores. Estos indicadores, junto

18
con los factores de riesgo y las condiciones de potencial suicida, permiten
predecir, prever y prevenir tanto los eventos en curso como nuevos aconteci-
mientos autolesivos una vez ocurrido el primer intento.
También cabe afirmar que una intervención no asegura de por sí la inte-
rrupción inmediata de tal producción destructiva y que las primeras construc-
ciones de la intervención en crisis convivirán paradojalmente con las manifes-
taciones de dicha producción.
Posvención es un concepto de la suicidología que se usa para enmarcar
las intervenciones posteriores a un evento autodestructivo, también llamadas
post-intervenciones (Moron, 1992).
Lo más cercano a este concepto en la teoría tradicional de la Prevención es
lo que Caplan (1966) llama prevención terciaria o rehabilitación, que no puede
ser llamada en sentido estricto prevención, ya que en todo caso se trata del
acontecimiento de un evento que no se pudo prevenir.
Moron intenta salvar esta cuestión paradojal definiendo la posvención
como la prevención de la reincidencia. Ambos autores en su lógica hacen va-
ler su posicionamiento ideológico, en tanto la enfermedad (para ellos) o el
evento destructivo son prevenibles o “posvenibles” en la medida que haya
alguien poseedor de un saber legitimado, capaz de llamar y dar a conocer
su intervención como prevención o posvención. Es decir la lógica es la de la
asistencia y la ideología se muestra en la centralidad del protagonismo de las
intervenciones profesionales.
Lo cierto es que existen por doquier distintos tipos de intervenciones efec-
tivas, algunas más otras menos eficaces, que no están validadas en el saber
profesional académico; más aún si tenemos en cuenta que no es ésta una dis-
ciplina abordada y estudiada en los contextos universitarios argentinos en
particular y latinoamericanos en general, a pesar que existe una previsión de
un millón y medio de suicidios anuales en el mundo para el año 2020 (OMS,
2003).
Quizás un aspecto importante de la prevención pase primero por poder
definir epidemiológicamente el riesgo, es decir conocer el problema en su
magnitud, composición y configuración; luego por recolectar esos saberes dis-
persos en la comunidad, procesarlos, sistematizarlos y volverlos a su fuente
como saber de la comunidad válido para intervenciones a nivel local.
Hasta aquí tenemos una contextuación interdependiente que muestra la
ecología de un intercambio de conocimientos que llegan tarde, teniendo en
cuenta la cantidad de años potenciales de vida perdidos, con su consecuente
costo económico y en capital humano, sobre todo si se tiene en cuenta que
las tasas más altas de riesgo y de suicidios consumados se dan entre los ado-
lescentes y jóvenes de 15 a 24 años (Casullo y otros, 2006; Villardón Gallego,
1993).
Una vez producido el evento autodestructivo se puede pensar la posven-
ción como la intervención orientada a brindar insumos para afrontar una pér-
dida afectiva inesperada, tomando conciencia de la crisis, logrando un mejor

19
reconocimiento de los sentimientos de pesar y tristeza, identificando a los
sujetos en riesgo de estructurar un cuadro psicopatológico y reduciendo los
sentimientos de confusión y ansiedad (Casullo, 2000).

B.2. La antinomia Construcción/Destrucción

Es habitual pensar la construcción como el proceso opuesto a la destruc-


ción y quizás semánticamente muchas veces sea así, pero es cierto que tam-
bién hay algunas relaciones por descubrir e instrumentar en el eje de esta
antinomia a favor de un esquema de conocimiento más amplio que posibilite
intervenciones más flexibles y oportunas.
Aplicando la categoría destrucción a la realidad intrapsíquica, se la puede
vincular al constructo agresión como referencia estructural ya que el término
violencia en la literatura científica queda circunscripto a las conductas ina-
daptadas o delictivas (Folino y Escobar Córdoba, 2004).
Un biologista como Hacker (1973) define la agresión como la disposición y
energía inmanentes al hombre que se expresan en formas individuales y co-
lectivas de autoafirmación, aprendidas y transmitidas socialmente, que pue-
den llegar a la crueldad.
Si la destrucción es un proceso, como la construcción. Si ese proceso, trans-
misión o reincidencia se puede interrumpir en un momento dado, eso quiere
decir que hay matices, intensidades y alcances del despliegue de esa inma-
nencia.
Entonces se puede hablar de la construcción del proceso destructivo como
la serie de crisis o tránsitos progresivos que van mojonando un territorio que
se va vulnerabilizando hasta su inconsistencia, cuya cartografía muestra el
avance del riesgo, permitiendo intervenciones calculadas que capitalicen
aquellos enclaves aún no tomados para ser utilizados en un nuevo proceso
que se llamará deconstrucción.
En este sentido la posvención como deconstrucción del proceso destructi-
vo consiste en la desarticulación y resguardo de las instancias más enérgicas
de esa disposición en conflicto con otras instancias del contexto tanto interno
como externo, para luego ser rearticuladas en un nuevo proceso constructivo
con otra dirección y otro sentido.
Si esta dinámica se produce en un contexto clínico, tanto individual, ins-
titucional como social, los primeros enclaves a calcular son aquellos que se
manifiestan en el sistema de creencias y en la economía distributiva de roles,
verdades y ocultamientos.
Por eso la tarea posventiva se lleva a cabo una vez desplegado el conflicto,
consiste en incluir creativamente en la tarea de su resolución los articuladores
necesarios para evitar que el mismo se reproduzca en idénticos términos.
La posvención estaría asegurada cuando la evaluación del desarrollo de

20
los indicadores anuncie que un nuevo conflicto tendrá mayor complejidad y
mejores vías de resolución.
De esta manera quedan de lado conceptos como la rehabilitación en tan-
to recuperación de recursos residuales y la práctica profesional centrada en
cierta moralidad cercana al dogmatismo, dando lugar a una previsibilidad
calculable en el marco de una lógica que para desplegar toda su potencialidad
requiere de parámetros éticos claros y rigurosos.
Desde esta mirada la intervención deja de estar del lado de los efectos de
una muerte para pasar a ubicarse en una particular modalidad de abordar los
conflictos humanos, antes de que éstos pasen a ser insoportables y su solu-
ción, única y final.
Desde la Salud Pública, además de la reducción de gastos, se habilita a
profesionales en su puesto de trabajo habitual para un determinado tipo de
intervención en vez de requerir la presencia del especialista.
En la relación ciencia/sociedad se genera un lenguaje diferente de habili-
tación para la transformación de una realidad, que por creciente no deja de
ser resoluble, por lo tanto más humana, más comprometida, más vital y epis-
temológicamente social, no sólo para la Psicología, sino para todo el conjunto
disciplinario destinado a ocuparse en que la muerte no sea una solución para
muchos seres humanos, sino un evento que marca la contingencia de nuestra
naturaleza.

B.3. El Programa de Acción Local

El Programa de Acción Local es un dispositivo de intervención psicosocial


modulado, orientado a la detección de casos con Riesgo Suicida Alto y Mo-
derado. Los instrumentos utilizados en este abordaje están validados, cien-
tíficamente por el Área de Investigaciones de la Facultad de Psicología de la
Universidad de Buenos Aires, por la práctica adquirida en intervenciones epi-
demiológicas similares, realizadas por la Asociación Argentina de Prevención
del Suicidio (AAPS) en distintas poblaciones y ciudades de nuestra Región y
por formar parte de los modelos teórico-prácticos impartidos en la Cátedra de
Suicidología de la Universidad de Palermo
En reiteradas oportunidades se adaptan a las posibilidades del lugar
dispositivos , elaborando una síntesis de dos programas de intervención crea-
dos por la AAPS: El Multisectorial de Variado Alcance y el Programa Escolar
de Identificación, Monitoreo y Asistencia del Riesgo Suicida; ambos de proba-
da eficacia en Argentina.
El programa incluye módulos de formación de referentes locales, reu-
niones con funcionarios e instituciones significativas de la comunidad, talle-
res con padres y talleres de evaluación y de Grupo Sostén para los sujetos que
se identifican con riesgo alto o moderado. Simultáneamente se implementa

21
una campaña participativa que resalte las características y producciones vita-
les de los adolescentes del lugar, haciendo eje en el concepto de “valores para
la vida” o “capital psíquico”.
Para evaluar la eficacia del Programa, al finalizar las reuniones de
Grupos Sostén, se administra nuevamente el Inventario de Orientaciones Sui-
cidas –ISO 30- (King y Kowalchuk, 1994; Casullo, 1998; Casullo, Liporace y
Bonaldi, 2000). En aquellos casos en que el riesgo sigue siendo alto, se sugiere
una derivación a tratamiento psicoterapéutico, y la continuidad en algún pro-
grama local de contención grupal.
Se ha verificado que en las muestras obtenidas en diversos lugares del
País, la subescala más comprometida es la de “dificultades de afrontamien-
to”, seguida por las subescalas de “baja autoestima” y “desesperanza”. Tales
resultados, además de ganar en predictibilidad, posibilitan elaborar planes de
prevención y posvención más focalizados, en una problemática en la cual el
tiempo también constituye una variable crítica.

B.4. El Equipo Local

El Equipo Local estará conformado por aquellos profesionales y/o agentes


comunitarios, que el equipo determine que pueden formar parte del mismo,
propiciando un acuerdo con quien dirige la intervención.
Es condición indispensable para pertenecer al mismo participar activa-
mente de todas las actividades de la intervención; tanto aquellas que se con-
sideran preparatorias, las que se desarrollan con adolescentes, familias y con
la comunidad en general como de las reuniones del equipo antes, durante
y después de la intervención. Quien no pueda sostener este compromiso no
podrá formar parte del Equipo Local en esta oportunidad, ni en las tareas de
desarrollo del programa y seguimiento vinculadas a esta intervención.
Cada integrante llevará desde el comienzo de la etapa preparatoria su
“Cuaderno de Campo”, dividido en tres partes:
1. Registro: En esta parte se lleva un registro detallado y personalizado, a
la manera de una bitácora, de situaciones detalles y hechos que van transcu-
rriendo durante todo el proceso.
2. Impresiones: Aquí se registran sensaciones, sentimientos y observacio-
nes subjetivas que van ocurriendo en el observador durante su participación,
tanto sea como un conciudadano de la comunidad a la que pertenece, desde
su rol de observador de alguna actividad o desde la coordinación de alguna
parte del proceso. Esta parte es conveniente reconstruirla en alguna pausa de
la actividad o al final del día, en base a las anotaciones que se fueron reali-
zando. Estos registros van a ser tomados en los Talleres de Implicación que se
desarrollarán en el Equipo.
3. Formación: Esta parte irá constituyéndose en el testimonio teórico, de

22
conceptos, análisis y procedimientos desplegados en las distintas reuniones
intraequipo o del equipo con la población. A la manera de apuntes de clase irá
reflejando la evolución teórica del operador desde su entrada al proceso de
intervención hasta su finalización, incluso a través de anotaciones que operen
de ayuda memoria de teorizaciones que habrá que investigar y desarrollar
una vez terminada la intervención.
El método de trabajo adoptado en este proceso comunitario está basado en
los lineamientos teóricos y metodológicos de la Investigación – Acción Parti-
cipativa (Montero, 2006)

B.5. Actitud de los miembros del Equipo hacia la tarea

Las cualidades esperables en los participantes del Equipo Local son las
siguientes:
• Compromiso con la tarea planteada. Sensibilización hacia la misma.
• Participación en el desempeño de la tarea, con voz y voto.
• Comprensión de los fines, de los medios para alcanzarlos (que incluyen
los dos aspectos anteriores) y de los objetivos que llevan hacia esa meta.
• Tener conocimiento del tema de investigación y experiencia en el trabajo
con adolescentes y/o con la comunidad. Conocimiento pormenorizado
de la situación general por parte de los operadores que puedan ser me-
diatizados dialécticamente por el saber popular y la experiencia de la
vivencia cotidiana en esa comunidad.
El acceso a la historia y a la vida de todos los días, en ese contexto, hace que
la condición de Equipo Local se constituya como un valor de pertenencia y de
interpretación de aconteceres propios que los extraños desconocen.
• Coherencia y claridad.
• Aceptación de la participación en el proyecto, asumiendo la disponibili-
dad de tiempo y de acción.
• Producción de la información o de las acciones necesarias para la inves-
tigación
• Iniciar el Cuaderno de Campo con un registro histórico personal de la
problemática en la ciudad y en la zona.

B.6. El Caso “G”

Una aplicación parcial de este dispositivo se analizará bajo la denomina-


ción Caso “G”. La aplicación del Programa Comunitario de Acción Local per-
mitió obtener una muestra de 222 adolescentes, evaluados en un solo día, en
tres establecimientos educativos.

23
Gráfico 1: Distribución Total Por Riesgo

160
146
140 Bajo 146
Medio 55
120
Alto 21
100 Total 222
80

60 55

40
21
20

0
Cantidad

Aquí se puede observar la distribución total por riesgo, de acuerdo a lo que


recurrentemente resulta en las muestras típicas de adolescentes escolarizados
en diversas regiones de la zona, entre un 30 y 40% de adolescentes con riesgo
alto y moderado.
La distribución no es similar si se tiene en cuenta la variable sociodemo-
gráfica por edad

Gráfico 2: RIESGO EDAD CANT.

Distribución Por Edad y Riesgo (Total) Bajo 12 - 15 años 74


16 - 20 años 60
80
74 > 20 años 9
70 Bajo Medio 12 - 15 años 35

60
60 Medio 16 - 20 años 14
Alto > 20 años 4
50
Alto 12 - 15 años 13
40 16 - 20 años 7
35
30 > 20 años 1
Total 217
20
13 14
10 9
7 4
1
0
12-15 años 16 - 20 años > 20 años

Si incluímos las variables Nivel de Riesgo, Género y se realiza el desgloce


por subescalas, la cartografía de riesgo queda mucho más clara y completa.
Este concepto que resulta en la elaboración de un mapa de riesgo de la mues-
tra evaluada, constituye la brújula de las acciones de intervención, posibilita

24
la identificación de grupos de riesgo y orienta en el diseño del dispositivo
clínico comunitario que se va a aplicar a través de los temas tratados en las
reuniones de grupos sostén.

Gráfico 3: Medidas por sexo para puntaje total


y cada subescala

ISO Mujeres Varones Muestra total


X s X s X s
Desesperanza 5,88 2,98 4,25 2,39 5,12 2,84
Baja autoestima 5,81 3,28 4,93 3,07 5,40 3,21
Incapacidad afrontamiento 8,70 2,85 8,55 3,11 8,63 2,97
Soledad 5,07 3,59 4,00 3,01 4,57 3,37
Ideación 3,14 3,66 3,02 3,31 3,08 3,50
Puntaje bruto 28,59 12,35 24,75 10,68 26,81 11,73

10,00
9,00
8,00
7,00
6,00
Desesperanza
5,00
4,00
Baja autoestima
3,00 Incapacidad afrontamiento
2,00 Soledad
1,00
Ideación
0,00
Mujeres Varones Muestra Total

Contrariamente a lo que la mayoría de los adultos manifiestan, los ado-


lescentes sienten alivio al poder hablar libremente de sus preocupaciones y
dificultades, se manifiestan satisfechos de este tipo de intervención y se puede
verificar claramente que no dispara ningún tipo de provocación para las fan-
tasías suicidas subyacentes. Por el contrario si los adultos responsables mani-
fiestan una actitud de compromiso, respeto y contención, se instala en la co-
munidad una nueva manera de considerar y abordar este tipo de emergentes,
con un lugar más claro para el adolescente y sus manifestaciones (Martínez,
2007 –pp. 35/39).
Para la conformación de los grupos sostén por franja etaria se realiza un
análisis cuantitativo por subescala y por edad:

25
Gráfico 4: Datos Escalas por Edad

ISO 12 - 15 años 16 - 20 años > 20 años Muestra total


X s X s X s X s
Desesperanza 5,29 2,80 4,79 2,75 5,44 3,37 5,12 2,82
Baja autoestima 5,63 3,23 5,21 3,02 4,94 3,80 5,42 3,19
Incapacidad afrontamiento 8,72 3,03 8,49 2,80 8,31 3,32 8,60 2,96
Soledad 4,85 3,42 4,26 3,08 3,88 3,98 4,56 3,34
Ideación 3,35 3,45 2,67 3,42 2,56 3,86 3,04 3,47
Puntaje bruto 27,84 11,44 25,41 11,17 25,13 15,31 26,75 11,66

10,00
9,00 Desesperanza
8,00 Baja autoestima
7,00
Incapacidad afrontamiento
6,00
Soledad
5,00
4,00 Ideación
3,00
2,00
1,00
0,00
12 - 15 años 16 - 20 años > 20 años Muestra Total

B.7. Conclusión

Esta metodología de trabajo cuali-cuantitativa y multiparadigmática posi-


bilita, en un lapso no mayor a 60 días, identificar grupos y sujetos en riesgo,
analizar la composición del mismo y elaborar e implementar procedimientos
verificables orientados a la prevención y la posvención del evento suicida,
desde un marco comunitario y participativo.
La dificultad recurrente más difícil de resolver, consiste en la obtención de
la cuota de voluntad política necesaria para el seguimiento de estos progra-
mas e intervenciones. Sorprendentemente otra resistencia a elaborar en estos
contextos la constituye la participación activa y comprometida de profesiona-
les de la salud y de la educación en este tipo de dispositivos de intervención.
Existe una representación social, producto de una cultura aprendida en las
respectivas casas de estudio, que es el paciente quien debe concurrir volun-
tariamente a demandar por su tratamiento. Tal creencia produce un impacto
negativo en la población, si se tiene en cuenta que en Latinoamérica, aproxi-
madamente el 40 % de la población no tiene acceso a los sistemas formales
de atención sanitaria, que las crisis suicidas forman parte del tabú enmude-
cedor que favorece el aislamiento favorecedor de la ideación suicida y que
los Planes Nacionales de Salud Mental -donde los hay-, de los cuales uno de

26
los pilares epidemiológicos lo constituye la prevención del suicidio, están
siendo instrumentados incipientemente aún, como un paliativo eficaz para
disminuir la prevalencia y la incidencia de esta problemática en la población.
Quizás haya llegado la hora en que los profesionales, comprometidos con
nuestra ciudadanía – en el sentido más etimológico del concepto- vayamos a
buscar los bolsones de sufrimiento y de dolor psíquico de las comunidades
que habitamos, como una forma creativa de otorgarle responsabilidad social
a nuestro accionar disciplinario.

C. Servicio hospitalario de intervención en crisis


y rehabilitación psicosocial

C.1. Introducción

Es muy probable que la representación más extendida sobre el suicidio esté


asociada a la imagen de un acto individual, intencional y con un propósito
claro. Sin embargo cada vez más, y sobre todo después de la primera mitad
del siglo pasado, con la estructuración de la Suicidología, este evento de la
vida humana es considerado en toda su complejidad, multideterminación y
evitabilidad.(MARTÍNEZ, 2008)
Si bien para muchos aún hoy sigue vigente la concepción bisecular del sui-
cidio como enfermedad, también es cierto que, cada vez más –y sobre todo
en Latinoamérica- se va pudiendo verificar empíricamente la incidencia de
factores socioculturales y filosóficos en la génesis de la ideación suicida.
A partir de conceptualizar el suicidio como el proceso sistémico de síntesis
de la disposición autodestructiva que, más allá del grado de conciencia de
quien lo exterioriza, está orientado a comunicar la intención de una resolución
al conflicto que le da origen, por medios letales (MARTÍNEZ, 2007a) se ha-
bilita el entramado de acciones posibles para despatologizar la intervención
y crear una serie de interrelaciones psicosociales y comunitarias tendientes
al establecimiento y/o restablecimiento del bienestar individual, vincular e
institucional.
Esta concepción con basamento científico, crítica y expansiva –a la vez que
específica- del desarrollo de la ideación suicida hasta su consumación, permi-

27
te plantearse cómo operan los procesos de vulnerabilización en la producción
del evento; pero al mismo tiempo también habilita el planteo complementario
acerca de los valores, creencias y paradigmas intervinientes en la construc-
ción, tanto del concepto de normalidad como del de sufrimiento y malestar
humano instaurando condiciones de inclusión y modificando o desmitifican-
do las de exclusión, instaladas en una determinada comunidad.

C.2. ¿Por qué desde la Psicología Comunitaria?

Una vez que se ubica al suicidio por fuera de la patología, otorgándole


determinantes biológicos y psicológicos, pero también y fundamentalmente
sociales, culturales y filosóficos, eso quiere decir que no es sólo un tema de
Salud Mental Comunitaria; y mucho menos sólo un problema que se resuelve
con la prescripción de psicofármacos. Se impone entonces una acción hospita-
laria extramuros, coherente con la localización edilicia del Servicio.
Si se toma la definición de Maritza Montero (1984) donde denomina la Psi-
cología Comunitaria como aquella que permite desarrollar, fomentar y man-
tener el control y poder que los individuos pueden ejercer sobre su entor-
no para solucionar los problemas que los aquejan y lograr cambios en esos
ambientes y en la estructura social, el abordaje de la problemática suicida se
ubica dentro de los procesos vitales y modificables en convergencia y sinergia
con los prój(x)imos.
En una lectura de lo antedicho aplicada al dispositivo que nos ocupa hoy
se puede afirmar que en esta ciudad capital y por extensión a otras localidades
de la provincia, aquel que atraviesa una crisis suicida cuenta con sostenes y
recursos diversos en instituciones y organizaciones de la comunidad, además
del dispositivo hospitalario.
Hay un factor mucho más determinante aún y surge de la conceptualiza-
ción de Bennet (1966) acerca del rol del psicólogo comprometido en esta tarea.
Él lo llama “participante-conceptualizador”, dando cuenta de su trabajo como
promotor, tanto como el de profesional e investigador (MONTERO, 1984).
Entre otras vertientes, de allí se desprende uno de los postulados metodo-
lógicos más distintivos y productivos de esta manera de implicarse en la tarea:
la investigación-acción. Si bien no se puede afirmar que el Centro de Interven-
ción en Crisis está sostenido en esta metodología, sí lo han estado experiencias
precursoras, denominadas intervenciones poblacionales (MARTÍNEZ, 2007),
de las cuales el Centro toma su concepción y espíritu fundacional.
Aquí se podría abrir un largo debate sobre si el acuerdo sobre la dinámica
comunitaria conlleva de por sí, automática y necesariamente, el proceso de
desarrollo comunal. También se puede considerar que éste es un resultado de
procesos institucionales, sociales y políticos que se van gestando en la rela-
ción dialéctica entre la investigación y la acción que se retroalimentan mutua
y permanentemente. Esta movilidad incesante provoca y obliga cambios, no

28
sólo en el contexto de desarrollo, sino también en el profesional interviniente.
Quizás en este punto resida una de las mayores dificultades de implemen-
tación de esta modalidad de relación con el objeto de estudio e intervención.
Nadie pasa neutro por este tipo de experiencias. El investigador interviniente
es a la vez interpelado e intervenido por los sujetos y por la problemática que
decidió abordar. Para sostener y profundizar el compromiso profesional en
esta línea y en la premisa ética de “cuidar a los que cuidan”, forma parte de
reuniones y diálogos cotidianos -sin horario ni espacio físico fijo-, el Análisis
de Implicación, en el sentido foucaultiano del concepto Implicación y en la
crítica frankfurteana del Análisis de las Prácticas.
Como ya se vislumbra la interdisciplinariedad está en la misma esencia de
este tipo de abordaje, llevando a su máxima connotación esta manera de vivir
y profesar la práctica: Al ser habitado por la interdisciplinariedad, los compa-
ñeros de equipo pasan a ser sujetos implicados, con historia, con-movidos y
con-frontados diversamente por cada una de las acciones desarrolladas, más
allá del título y cargo que porten.
De la Psicología Comunitaria se desprende esta impronta ya que en su tra-
ma epistemológica vamos a encontrar enclaves de conceptos tales como la
teoría del rol del interaccionismo simbólico, tensión y stress social, concep-
tos de la Psicología Ecológica Transaccional, foco de control, acuñado por el
neoconductismo, desesperanza aprendida de la Psicología Positiva, bienestar,
teoría de la personalidad autoritaria de la Escuela de Frankfurt, teoría de la
alienación del Marxismo y teoría latinoamericana de la dependencia, entre
otras.
Para concluir por ahora con esta escueta enumeración de razones de ¿por
qué desde la Psicología Comunitaria?, las cuales se fueron reproduciendo y
enriqueciendo en el desarrollo mismo de la acción, es importante tener en
cuenta que para romper con los saberes hegemónicos, investigador intervi-
niente y comunidad deben estar del mismo lado en la relación de estudio ya
que ambos cohabitan el mismo entorno (MONTERO, 1984)

C.3. El plan piloto para Río Gallegos

Por tratarse de un Plan piloto a desarrollar en un tiempo acotado (siete


meses), de junio a diciembre de 2011, se eligió un objetivo de desarrollo, eva-
luable cuali-cuantitativamente por la Gestión a cargo.
Se implementó un proceso mixto de capacitación e intervención intersec-
torial, tendiente a la instalación de dispositivos de política sanitaria para la
prevención y posvención del suicidio:
- Clínicos: de prevención, posvención y asistencia
- Comunitarios: de detección temprana, contención e intercambio de sabe-
res.

29
A continuación de las tareas de sensibilización, capacitación y puesta en
marcha de los dispositivos, se destinaron los meses siguientes para la su-
pervisión, ajuste de procesos, evaluación y seguimiento. Paralelamente, en la
última etapa, se trabajó en la articulación y consolidación de la Red de actores
comunitarios que debían hacer circular la demanda de atención de la urgencia
hacia los dispositivos sanitarios, conformado por personal profesional capa-
citado a tal efecto.
Tal eslabonamiento de acciones progresivas e inclusivas generó la identifi-
cación de capacidad profesional instalada que, al operar sincrónicamente con
los diversos sectores gubernamentales y de la sociedad civil intervinientes,
mejoraron la eficacia en la búsqueda de la ampliación y crecimiento de los
parámetros de bienestar psicosocial en la población.

Gráfico 5: Todos pueden contribuir

Fundaciones
Sector Comunidades
privado

Familias Individuos

ONGs Medios de
comunicación

Instituciones Profesionales
científicas de la salud mental
Quiénes elaboran las
políticas y gobiernos

De: INVERTIR EN SALUD MENTAL. Esta publicación ha sido preparada por el Departamento de
Salud Mental y Abuso de Sustancias, Organización Mundial de la Salud, Ginebra. Traducción: Dr.
Itzhak Levav. Revisión y correcciones: Sra. Rosa Seminario y Sra. Elvia Bello
© Organización Mundial de la Salud 2004

Además de los lineamientos vigentes de la OMS, también se adaptó la


experiencia capitalizada en una intervención pobacional realizada por la

30
Asociación Argentina de Prevención del Suicidio, en Rosario de la Frontera
– Provincia de Salta, Argentina, ante una demanda por reproducción suicida
adolescente.
El siguiente diseño fue realizado e implementado por la Directora del
Hospital local para abordar la creciente demanda de atención y los diversos
focos de manifestación de la crisis.

Gráfico 6: Organización y control de la posención del suicidio

Psicólogos
Médicos
MESA DE GESTIÓN INTERINSTITUCIONAL LOCAL Asesoría
A. Sociales
Abogados

Consultorio de Atención Prevención y Posvención Mesa de


Niñez y Adolescencia en Intervenciones Gestión Comunitaria
Riesgo (Urgencias 24 hs) Comunitarias Local

Psicólogos Escuelas Centros de salud


Médicos Iglesias agentes sanitarios
A. Sociales Policía Centros deportivos
Abogados Serv. At. a la víctima Centros vecinales
Bomberos Comedores comunitarios
Defensa Civil Clubes deportivos
Municipalidad Escuelas primarias
Legisladores Escuelas secundarias
Concejo Deliberante Escuelas de danzas
Hospital
Medios de comunicación
Voluntariado

Si bien este esquema está diseñado y fue aplicado recurrentemente en con-


textos de crisis suicidas de adolescentes, es adaptable a diferentes contextos
colectivos de variada magnitud y densidad poblacional.
Esta oportunidad, además de sistematizar las experiencias de inter-
venciones poblacionales y comunitarias realizadas a lo largo de más de una
década (MARTÍNEZ, 2007), constituyó el desafío de asumir el compromiso
y la responsabilidad de gestar los cimientos del primer dispositivo público,
específico e integral que actuaría en forma permanente en Argentina, ya que
dependía del Ministerio de Salud de la Provincia de Santa Cruz (Subsecretaría
de Salud Colectiva – Dirección Provincial de Salud Mental).
En ese momento, independientemente de las estadísticas epidemio-
lógicas variables según la fuente de consulta, la Provincia arrastraba una
situación crítica en tasas de suicidios durante largos años. Esta situación se
acrecentaba en la percepción social a través de los titulares de los medios de
comunicación masiva que ubicaban a Santa Cruz como la provincia con la
tasa de suicidios más alta del País.

31
Gráfico 7: Tasas de suicidios de Santa Cruz en relación a la tasa
nacional - Período 2000 - 2013

SUICIDIOS - TASA NACIONAL Y PROVINCIAL


Período 2000/2013
30,00

25,00

20,00

15,00

10,00

5,00

0,00
2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

2008

2009

2010

2011

2012

2013
Tasa/100.000 país Tasa/100.000 provincia

Nota: En 2013 no hay datos estadísticos nacionales consolidados conocidos públicamente. Los datos
provinciales están proporcionados por la Dirección de Estadísticas del Ministerio de Salud Provincial.

En virtud de esta situación se propone un objetivo general consistente en:


“Dar una respuesta socio-comunitaria desde el área de salud, a la problemá-
tica del suicidio en la Provincia de Santa Cruz, a través de un dispositivo de
intervención y asistencia”, a la vez que se realiza una planificación de obje-
tivos específicos, cuyo cumplimiento representan en sí una dimension inter-
vencionista:(MARTÍNEZ, 2012)
Relevamiento de datos y actualización epidemiológica a nivel local con mi-
ras a una proyección provincial posterior.
• Capacitación del personal sanitario.
• Conformación de equipos de crisis.
• Elaboración de un mapa local de riesgo y seguimiento desde la
guardia e intervención del equipo de crisis.
• Instalación de dispositivos inespecíficos e indicados.
• Armado de la Red de contención psicosocial

En los Encuentros correspondientes al Plan Piloto para Río Gallegos, se


desarrolló un Programa de Capacitación Académico para profesionales uni-
versitarios, consistente en el desarrollo de siete unidades conceptuales temá-
ticas correspondientes a las que conformaban el Programa de la Materia In-
troducción a la Suicidología, dictada en la Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de Palermo, de Buenos Aires.
Simultáneamente se instrumentó un programa paralelo y complementario

32
donde se trabajaron aspectos de sensibilización, divulgación y operaciona-
lización con los diversos sectores de la comunidad (Agentes de fuerzas de
Seguridad, de Justicia, de Educación formal, bomberos, ONG`s, personal de
los Programas extracurriculares de Consejo Provincial de Educación y Encla-
ves sociales significativos del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia,
juntas barriales, grupos de padres, cruz roja, Boyscouts, agentes sanitarios,
medios de comunicación, voluntariado, etc.).

C.4. El Centro Provincial De Intervención en Crisis


y Rehabilitación Psicosocial

Después de una evaluación mayoritariamente favorable del desarrollo del


Plan Piloto, el 20 de marzo de 2012 comienza el funcionamiento público del
Centro de referencia, a cargo de un equipo conformado por cuatro profesio-
nales psicólogos: el referente y formador más tres psicólogas elegidas para la
conformación del dispositivo, con una actualización de formación teórica y de
procedimientos realizada en quince días.
Los items evaluados en relación a la conclusion de esa primera etapa fue-
ron los siguientes:
• Aumento de profesionales formados en Suicidología.
• Monitoreo de acciones en gestión.
• Registro de demanda, consulta y seguimiento de usuarios con eventos
autodestructivos (relación entre nivel de consulta y cantidad de suici-
dios) con las correspondientes tablas para tabulación de datos.
• Seguimiento mensual de demandas, a través de video o teleconferencias
con los Servicios de Salud Mental de los Hospitales del interior de la
Provincia.
• Comparación de suicidios consumados en 2011 en relación con años an-
teriores.
• Disminución de los eventos suicidas y comunicación más cuidada en los
medios de comunicación masiva.
• Toma de conocimiento del estado parlamentario de las iniciativas legis-
lativas vinculadas a la temática.
• Intervenciones, con profesionales en formación, en dos escuelas de la
Capital de la Provincia donde se produjeron suicidios de una alumna de
primaria y otra en las que habían acontecido intentos y reiteradas ame-
nazas de alumnos con ideación suicida.
• Intervención de una profesional formada en Suicidología, en la desarti-
culación de una amenaza de suicidio colectivo en una escuela de la Ciu-
dad de Las Heras, con un compromiso hipotético de sectas existentes en
la mencionada localidad.
A la hora de pensar, diseñar e implementar un dispositivo provincial per-

33
manente de este tipo se tomaron en cuenta ciertas variables y verificaciones
generales, al no contar con referencias concretas a nivel provincial, ni nacional:
– En nuestro País en general y en adolescentes en particular, estudios e
intervenciones institucionales y poblacionales venían demostrando re-
currentemente la asociación entre “dificultades de afrontamiento en la
resolución de problemas” con el desarrollo de conflictos y crisis que des-
embocan en actuaciones individuales y colectivas que van desde autole-
siones deliberadas a suicidios frustros y/o consumados.
En el año 2003 se publica un estudio de la Universidad de Alberta - Ca-
nadá (Disponible en [http: //www.ahfmr.ab.ca]) cuyo objetivo consis-
tía en identificar qué tipos de estrategias de prevención del suicidio han
sido evaluadas en las investigaciones, y determinar cuáles de ellas eran
efectivas. Desde el año 1990 se analizaron diez revisiones sistemáticas:
Cerca de treinta tipos de estrategias de prevención del suicidio han sido
evaluadas en la investigación. Las tres revisiones sistemáticas califica-
das como buenas encontraron que los programas de prevención basados
en las escuelas, dirigidos a los estudiantes en riesgo mejoran los factores
protectores y reducen los factores de riesgo y las conductas suicidas.
– Una de las más eficaces formas de intervención en las crisis es previ-
niéndolas, y a su vez una pauta eficiente de prevención lo constituye la
Promoción de la Salud.
Se podría afirmar que una buena manera de no enfermar o no vulnera-
bilizarse es Producir Salud. El proceso de elaboración e implementación
del Programa y del Centro se orientan a atenuar y revertir el proceso
de vulnerabilización a través de la prevención selectiva y posvención en
estadíos lo más tempranos posibles de la evolución del continuum auto-
destructivo.
– Producir Salud a través de la prevención universal, concientizando a la
población en los métodos y/o procedimientos para reducir o eliminar la
exposición a factores vulnerabilizantes, productores de dolor psíquico.
– Si bien el proceso, en el Programa en general y en el Servicio en particular,
no está regido por el paradigma de sanar –porque no está erigido a partir
del concepto de enfermedad-; la Producción de Salud en la prevención
indicada se logrará a través de la posvención específica. Este proceso se
irá complejizando a medida que el participante vaya implicándose en
su pasaje por el Servicio: desde la evaluación de riesgo inicial, el Grupo
Sostén, los talleres, el restablecimiento del lazo, la instalación en un tra-
tamiento psicoterapéutico externo, ya que dentro del Modelo de Inter-
vención en Crisis aplicado no se contempla la posibilidad de tratamiento
individual dentro del dispositivo, y la revisión y/o construcción de su
proyecto de vida inmediato, hasta el descenso en su nivel de riesgo que
posibilite la desactivación del continuum autodestructivo.
Las mencionadas premisas generales se tradujeron en objetivos específi-
cos, adaptados a la realidad de la Provincia y a un naciente Ministerio de

34
Salud, que se estaba separando de su anterior pertenencia al Ministerio de
Asuntos Sociales como Subsecretaría de Salud. Cabe hacer notar que a esta
altura de los acontecimientos inaugurales no había todavía claridad sobre la
diferenciación acerca de la implicancia provincial del entonces Centro y ahora
Servicio. Ha sido motivo de largas reuniones e intercambios una premisa más
que obvia; un Centro en Río Gallegos no era ni sería capaz de revertir el crítico
cuadro situacional de la Provincia respecto a esta problemática. Tal dualidad,
producto de los balbuceos operativos iniciales se notan en la elaboración de
la nómina de objetivos determinantes y los indicadores de eficacia esperables,
tanto de desarrollo como de resultado. De todas maneras con ese marco se
empezó a trabajar buscando:
• Atender el impacto subjetivo de las crisis en la Salud Mental de la pobla-
ción santacruceña.
• Implementar programas de rehabilitación psicosocial para aquellas per-
sonas, grupos, instituciones y/o comunidades que manifiesten emergen-
tes críticos en su Salud Mental, como consecuencia del intento de elabo-
ración de crisis individuales y/o colectivas.
• Capacitar teórica y prácticamente el capital humano directamente impli-
cado en la atención de la población crítica.
• Orientar a las organizaciones de la comunidad en la detección temprana
de los indicadores de la crisis subjetiva en curso, generando un entra-
mado social que opere simbólicamente como malla de contención de la
población a la vez que lo haga como alivio de la demanda a los efectores
específicos del Sistema Público de Salud.
• Relevar y mantener actualizados los registros de los recursos comunita-
rios con los que se cuenta en las diversas áreas geográficas, para satisfa-
cer la demanda explícita o implícita de reinserción de aquellas personas
que han sido afectadas por las consecuencias de una crisis individual
y/o colectiva.
• Medir, en forma periódica, cualitativa y cuantitativamente, la incidencia
de la tarea del Servicio / Programa en los indicadores sensibles del es-
quema sanitario de la Provincia.
A esto habría que sumar la incidencia de la densidad poblacional de me-
nos de un habitante por kilómetro cuadrado –recientemente superado- en una
superficie 243 943 km² de extensión, siendo la segunda provincia más extensa
del país, sólo superada por Buenos Aires. La intransitabilidad de la mayoría
de sus rutas interiores durante el invierno. La comunicación digital crítica
o inexistente con diversos hospitales distantes de la capital de la provincia,
durante gran parte del día. Hasta hace poco un dato significativo en el desa-
rrollo de las gestiones gubernamentales, de la cual la Salud no estuvo exenta,
lo constituyó el enfrentamiento explícito con la Administración Nacional, que
dificultó la implementación y complementación en el desarrollo de proyectos
y programas. En síntesis no estaban dadas las mejores condiciones para dar a
luz un dispositivo psico-socio-sanitario tan sensible como el que nos ocupa.

35
De todas maneras se planificó y se está logrando adecuadamente que el
Servicio, además de asistir en esta localidad, sea Centro de referencia para
las demás localidades de la Provincia, trabajando a la vez en la generación de
recursos varios para su desarrollo autónomo al respecto. En reiteradas opor-
tunidades ante emergentes críticos se ha establecido contacto periódico –de
supervisión por ejemplo- vía skype o telefónica.
Cuenta, además de un sistema de asistencia vincular y grupal, con una
guardia pasiva que articula con el Hospital Regional de Río Gallegos (Nivel
VIII) y especialmente con el Servicio de Salud Mental y el de Tratamiento de
las adicciones.
Ante situaciones de crisis, en otras localidades de la provincia, parte del
equipo se traslada a la localidad correspondiente, orienta a los equipos de sa-
lud e implementa el abordaje socio-comunitario en conjunto con el equipo de
salud del hospital correspondiente, capacitando y supervisando sus acciones,
de acuerdo al siguiente flujograma, acordado intersectorialmente durante el
desarrollo del Plan Piloto:

Gráfico 8: Diagrama de capacitación y supervisión

GUARDIA
HRRG

Centro de Centro de Demanda


adicciones salud mental espontánea

Prevención
universal CENTRO PROVINCIAL Intervenciones
DE INTERVENCIÓN poblacionales
Prevención
EN CRISIS
selectiva
REHABILITACIÓN
Prevención PSICOSOCIAL
indicada

Evaluación de nivel Escuelas y/o Emergencias


de riesgo por ISO 30 población general y catástrofes

Programas de Intervención en
Riesgo cribado crisis (TRIAGE)
Riesgo bajo
moderado o
alto (TRIAGE) Implementación Atención y contención
PEIMARS o PMVA
profesionales
Seguimiento individual intervinientes + prensa
y/o familiar (periódico
Casos
Grupo sostén +
Orientación
rehabilitación
familiar
psicosocial Equipo de SALUD MENTAL local

Equipo de SALUD MENTAL local

36
Las funciones de desarrollo para cumplir con el diseño proyectado se ar-
ticulan en cuatro areas, hoy sostenidas, en forma permanente, por ocho pro-
fesionales: tres psicólogos, dos trabajadoras sociales, una psicopedagoga, una
técnica en psicopedagogía social y un acompañante terapéutico

Intervención en Crisis:
- Individuales y colectivas
- 1ra. etapa: 30 días
- 2da. etapa: 60 a 90 días
- Abordajes: individuales con su entorno, familiares,
grupales, institucionales y sociales

Rehabilitación psicosocial:
- Grupos psicoeducativos para padres, adolescentes y
usuarios en general
- Espacios de interlocución con operadores internos y
externos

Capacitación y Formación:
- Equipo del Servicio
- Equipos de la Provincia
- Equipos externos a la Provincia de Santa Cruz

Prevención Comunitaria e Institucional


- Programa transversal de Prevención y Orientación
- Evaluación de Grupos Críticos
- Talleres Psicoeducativos y de Autocuidado en escuelas
- Detección temprana (Programas escolares extracurriculares y otros espa-
cios comunitarios)

Los perfiles requeridos y en los que son formados los integrantes del equi-
po, adaptados a sus profesiones de origen son:

PERFIL TÉCNICO:
- Manejo de Técnicas de Evaluación
- Intervención en emergencia
- Conducción de procesos grupales (pacientes, familias, asambleas…)
- Aptitudes para la Capacitación de otros profesionales y sectores comuni-
tarios en general
- Orientación de la tarea hacia la Investigación/Acción

PERFIL ACTITUDINAL
- Interés en la Tarea
- Dispuesto/a a un alto nivel de compromiso profesional

37
- Capacidad y deseo de aprender y formarse en la disciplina
- Disponibilidad para trabajar en terreno tanto en Río Gallegos como en el
Interior de la Provincia
- Buena capacidad de trabajo en equipo

Los criterios de ingreso de los usuarios al dispositivo de Crisis se basan en


una evaluación cuantitativa por ISO 30 (Inventario de Orientación Suicida)
(KING, J. y KOWALCHUK, B., 1994; CASULLO, M. et al, 2006 ) y un mapeo
sociodemográfico de la persona en crisis, su familia y entorno, en cortes sin-
crónico y diacrónico (MARTÍNEZ, C., 2007)

C.5: Admisión a los dispositivos del centro de intervención en


crisis y rehabilitación psicosocial

Objetivos:
• Evaluar al usuario en situación de vulnerabilidad y su contexto vincular
e histórico.
• Identificar condiciones de riesgo y las situaciones en las que se pone de
manifiesto.
• Registrar los factores protectores y resilientes que posibiliten y habiliten
un proceso de rehabilitación de sus comportamientos autodestructivos.
• Generar acuerdos mínimos con el usuario, sus acompañantes y los par-
ticipantes del espacio de admisión (generalmente grupal) para generar
adhesión al Tratamiento de Crisis.
• Establecer las pautas de autocuidado personal, de acompañamiento de
sus vínculos significativos y las condiciones de pasaje al Grupo Sostén.
• Completar en todas sus partes la Historia Clínica interna del Centro y
habilitar la concurrencia a Grupo Sostén una vez realizada la evolución
de su desempeño en este espacio.
Duración: desde tres encuentros consecutivos hasta generar las condicio-
nes de agrupabilidad en Grupo Sostén.

Los usuarios para ser aceptados en los grupos de intervención en crisis y


rehabilitación psicosocial del Servicio deben estar eutímicos y estabilizados al
momento de su ingreso.
Las actividades indicadas de manera intensiva durante el período amplio
de Intervención en Crisis consisten en la participación de dos reuniones sema-
nales de Grupos Sostén, Grupo psicoeducativo para adolescentes si pertenece
a ese grupo etario, Grupo para padres, entrevistas vinculares con la familia
y/o referentes afectivos de su vida cotidiana y participación en la Reunión
Comunitaria que se realiza una vez por semana, única actividad abierta para
toda la comunidad. En múltiples situaciones se trabaja con grupos de perte-

38
nencia, tanto en el ámbito escolar, laboral y en algunas oportunidades en el
universitario. Para entrar al dispositivo del Servicio tiene que haber obtenido
puntaje de Riesgo Alto o Moderado y/o manifestar Ideación Suicida persis-
tente con alto potencial en la evaluación cualitativa.
La Evaluación de riesgo se aplica a todo el grupo familiar y/o convivien-
te. En su defecto y, atendiendo a las características singulares subjetivas, se
implementará con todas aquellas personas que el profesional estime signi-
ficativas en el entorno del paciente para evaluar su incidencia e influencia
interpersonal en la configuración del cuadro autodestructivo.
Una vez determinado su nivel y potencial de riesgo, tanto cuantitativo
como cualitativo, se ubica el caso (usuario + entorno significativo) en un tria-
ge de campo adaptado, de cuatro alternativas:
Código rojo: riesgo y/o potencial alto o moderado.
Código amarillo: salida de la etapa aguda de la crisis y en proceso de In-
tervención en Crisis amplio.
Código verde: riesgo y potencial descendido, con tratamiento psicotera-
péutico externo. Si bien el proceso se realiza mayoritariamente de ma-
nera ambulatoria, en esta etapa se espera haber establecido los acuerdos
mínimos para una reinserción vincular funcional y orientada a un desa-
rrollo saludable de su proyecto de vida.
Código celeste: incluye a aquellos usuarios que requieren y están en pro-
ceso de una reinserción psicosocial que amerita de un acompañamiento
en la búsqueda laboral y/o económica por parte del Estado, hasta que la
consiguen y se instalan.
Los usuarios ubicados en código rojo son llamados por el profesional de
guardia del Servicio las veces que se consideren necesarias, durante el día y/o
la noche, cualquier día de la semana; ellos o sus familiares pueden llamar ante
una emergencia imprevista, implementando, de considerarse pertinente, una
consulta presencial del grupo en crisis, en la Guardia de Salud Mental o en la
Guardia General del Hospital Regional.

C.6. Funciones del seguimiento telefónico


en la intervención en crisis

Los manuales internacionales, como el que se tomó como referencia, el de


Karl Slaikeu, adjudican las siguientes funciones al Seguimiento Telefónico:

Contacto psicológico
Para que el usuario se sienta comprendido, aceptado, o para que un aire
de calma comience a reemplazar a la agitación y a la confusión del estado de
crisis, el orientador en su tono de voz necesita ser tranquilizante y calmante.
Además deberá prestar atención a la voz del usuario, en lo que dice y cómo
lo dice.

39
Análisis de las dimensiones del problema
El asistente debe apoyarse en la narración descriptiva del usuario y plan-
tear preguntas abiertas para deducir información acerca de las dimensiones
del problema.

Exploración de posibles soluciones


En muchas ocasiones la táctica del orientador es poner a quien llama a vol-
ver a considerar una solución que se ha intentado sólo de manera endeble, o
que ha sido rechazada demasiado pronto. El objetivo es crear tantas direccio-
nes potenciales como sean posibles en ese contexto con el fin de actuar sobre
las necesidades urgentes.

Asistencia para la realización concreta


Si el riesgo de mortalidad, en ese momento, es bajo y el usuario es capaz de
tomar el acuerdo de los siguientes pasos para el enfrentamiento de su proble-
ma, entonces el orientador destina energía hacia la ayuda a quien llama para
profundizar su adherencia al proceso de Intervención.
Por el contrario, si el riesgo es alto, entonces el orientador deberá de tomar
una actitud directiva, pudiendo llamar a un miembro de la familia o enviar
una unidad de rescate a donde se encuentra el usuario.

Seguimiento
Explicar al paciente los motivos para el seguimiento y proteger la confiden-
cialidad de los contactos telefónicos.

En el caso del procedimiento en el Servicio de Intervención en Crisis del


Hospital Regional de Río Gallegos, ésta práctica se aplica a aquellos usuarios
que, habiendo sido evaluados por el Equipo profesional de manera presen-
cial, se encuentran en el Nivel I del Triage (Código Rojo), es decir Riesgo Sui-
cida ALTO.
Esta Intervención es acotada, directiva y focalizada en el uso de las habi-
lidades aprendidas en el contexto terapéutico. Dada la multicausalidad del
proceso suicida, durante el seguimiento telefónico se despliega o se refuerza
el armado de la red de sostén familiar, institucional y/o interinstitucional.
Está demostrada científicamente la eficacia de la intervención presencial,
complementada por el seguimiento telefónico en el tratamiento de patologías
mentales, en el caso de veteranos de guerra y usuarios que viven en zonas
geográficas alejadas como pueblos originarios por ejemplo.
El objetivo principal del triage, y de los planes hospitalarios de emergencia
es proveer a este limitado y seleccionado grupo de usuarios severamente trau-
matizados un nivel de cuidado que se aproxime lo más cerca posible al nivel
óptimo de atención que reciben pacientes similares en condiciones de servi-
cio normales. (De Guía para manejo de urgencias. Cap II Triage de campo.
Disponible en www.aibarra.org/Apuntes/criticos/Guias/prehospitalario/

40
Triage_de_campo.pdf)
Si bien hay distintos algoritmos de aplicación del triage prehospitalario
y hospitalario, en este caso se tomó el algoritmo CareFlight por ser el más
rápido de realizar en el medio prehospitalario porque sus discriminantes son
cualitativas y no cuantitativas. (GARNER, LEE et al, 2001)
Es preciso establecer que el triage es un proceso dinámico y por ello, los
responsables de efectuarlo deben estar alerta ante las condiciones cambiantes
de los usuarios y de la propia emergencia que puede sustancialmente modifi-
carse imprevistamente.
En este diseño se realizó una translación conceptual no directa de este
algoritmo, aplicada a las implicancias traumáticas de las crisis suicidas. La
psicodinamia del evento y las características del dispositivo permiten abordar
la evaluación cuali-cuantitativamente, con presencia familiar lo más amplia-
da posible y con un equipo entrenado especialmente en esta metodología de
abordaje, dispuesto a implementar una cobertura asistencial y de seguimiento
intensivas.
Las implicancias de este Modelo de Intervención en Crisis (SLAIKEU,
1999), entre otros, marca la impronta de la resolución de los emergentes in
situ, situación de la que también está formado el Equipo.

Gráfico 9: Síntesis del Esquema de abordaje territorial,


en Río Gallegos

ESQUEMA DE TRABAJO EQUIPO DE COMUNIDAD - AÑO 2013

ECPA: Espacio Comunitario


ONGs de Prevención Autogestiva
TERRENO MRG

DETECCIÓN PREVENTORES
ESCUELAS PRECOZ
OTROS
PROGRAMA
EQUIPO DE DE CRIBADO CASOS
PROGRAMA DE ESCUELAS
COMUNIDAD EQUIDAD PRIMARIAS
INTERVENCIÓN ESCOLAR

PRETEAS
ACOMPAÑAMIENTO
COLEGIOS INSTITUCIONAL DISPOSITIVOS
SECUNDARIOS

INTERVENCIONES
FOCALIZADAS

ABORDAJE DE RIESGO EN TERRENO

Este esquema de epistemología en acción y la premisa de la territorialidad


del abordaje requieren inevitablemente de la concepción y articulación inter-
disciplinaria e interinstitucional (MARTÍNEZ, 2009), dando una clara señal
a la Comunidad que el suicidio constituye un evento previsible, predecible

41
y prevenible en cualquier escenario en que se presente el emergente. Si bien
no resulta fácil transformar los prejuicios y preconceptos culturales de una
población y, a veces, mucho menos los de los profesionales de su Sistema de
Salud, un instituyente avalado y sostenido por el Estado puede ser contun-
dente y facilitador de este proceso de humanización del dolor psíquico como
producto relacional y colectivo, estableciendo claramente –y sin ambivalen-
cias- que desde ese sesgo debe ser abordado.

Gráfico 10: Atención de demandas

ATENCIÓN DE DEMANDAS CENTRO DE INTERVENCIÓN EN CRISIS Y REHABILITACIÓN


PSICOSOCIAL EN LA CIUDAD DE RÍO GALLEGOS

CENTRO DE ESCUELAS
JUZGADO
SALUD MENTAL PRIMARIAS

O.V.D COLEGIOS
SECUNDARIOS

DIRECCIÓN DE CENTRO DE
INTERCONSULTAS
COORDINACIÓN DE INTERVENCIÓN TANTO DE PSICÓLOGOS
POL´TICAS DE NIÑEZ Y EN CRISIS Y PARTICULARES Y OTROS
ADOLESCENCIA
REHABILITACIÓN PROFESIONALES
PSICOSOCIAL

DIRECCIÓN PROVINCIAL
ESCUELAS
DE SISTEMAS DE
ESPECIALES
PROTECCIÓN DE
DERECHOS DE
POLICÍA
NIÑAS, NIÑOS Y
ADOLESCENTES ONGs

DEMANDA DERIVACIONES
ESPONTÁNEA DESDE EL INTERIOR
PROVINCIAL

C.7. Hospital Reinaldo Bimbi de Los Antiguos


(Santa Cruz, Argentina)

Se incluye a continuación una crónica testimonial de la Lic. Valeria Roseto,


Coordinadora del Servicio de Psicología del Hospital Reinaldo Bimbi de la

42
localidad de Los Antiguos, donde se implementó el abordaje comunitario de
Intervención en Crisis ante un evento suicida de un adolescente en una es-
cuela primaria local. Esta localidad está ubicada a 1056 Km de distancia de la
Ciudad Capital donde se en encuentra emplazado el Servicio de Intervención
en Crisis. Está en las estribaciones de la Cordillera de Los Andes, cerca de la
frontera con Chile.
Si bien hoy forma parte del anecdotario de antiguos pobladores, reside aún
en la memoria colectiva, la erupción del volcán chileno Hudson, hace 25 años,
que literalmente tapó el poblado de metros de ceniza volcánica con las conse-
cuentes pérdidas millonarias en ganado ovino y en cultivos. Un dato no me-
nor es que la recuperación se produjo a través de la creación de cooperativas.
¿Será este uno de los motivos culturales por el cual, de los 13 hospitales de la
provincia, éste es el que tomó con mayor compromiso y logró mejor desarro-
llo del esquema comunitario para la intervención en las crisis suicidas?
En esta crónica testimonial se decide incluir el documento tal como fue
redactado por la autora, con sus respectivos nombres propios y expresión de
sentimientos porque, en su vertiente histórica, da cuenta de la tarea de Equi-
pos pioneros que se van autonomizando en la construcción del andamiaje
comunitario en zonas recónditas de nuestra geografía

Los Antiguos
DISPOSITIVO GRUPAL CRISÁLIDA

Introducción
“CRISÁLIDA”, es un dispositivo hospitalario de abordaje psicosocial abierto para la comu-
nidad en general, con previa valoración y evaluación ante situación de crisis. Integrada por un
excelente equipo de trabajo, capaz de enfrentar situaciones sociales alarmantes con responsabi-
lidad, compromiso y capacitación frecuente.

Características generales de Los Antiguos


En la localidad, actualmente viven 6.000 habitantes aproximadamente según el censo 2010
que así lo indica, una comunidad pequeña al sur oeste de Argentina en la Provincia de Santa
Cruz, limitando con Chile a tan solo 4 km de distancia.
Se destaca por su producción de fruta fina, Cereza.
El clima es seco, en invierno cuenta con tan solo 8 horas de luz y en verano 17 horas apro-
ximadamente.
El paisaje es muy bello de pre cordillera, ríos y lago. Se suele practicar pesca, destacando a
la trucha patagónica por su sabor y color de carne.
Cuenta con los siguientes establecimientos educativos: un Jardín, dos Escuelas Primarias,
un Secundario y una Sede Virtual de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral (UNPA).
Otras entidades: Municipio local, 1 comisaría, defensoría, 1 Hospital Público Arancelado de
baja complejidad, 5 establecimientos religiosos, 5 radios, 1 canal local, 2 cuarteles de bomberos.
Espacios recreativos: Polideportivo y Gimnasio Municipal, 5 Plazas.

Historia
Desde que se creó el servicio de Salud Mental y Patologías del Consumo en el Hospital Local
año 2010, no se había registrado caso de suicidio o tentativa, hasta que en una de las guardias
de Salud Mental, un 30 de Julio del año 2013, con el suicidio de un joven de 14 años, el Equipo
del Hospital asiste a la familia del joven y se contacta con la referente, en ese momento, de la

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Dirección Provincial de Salud Mental y Patologías del Consumo de la Provincia de Santa Cruz
y con el Equipo del SERVICIO DE INTERVENCIÓN EN CRISIS Y REHABILITACIÓN PSI-
COSOCIAL, de la ciudad de Río Gallegos, quien ofrece inmediatamente un trabajo de acción
comunitaria para la localidad Antiguense. Se organizaron Jornadas intensivas para los días 5 y
6 de agosto de ese mismo año. Se asistió a la comunidad educativa Escuela N 17 Alumnos (7mo
y 6to de la Escuela N 17, donde asistía el joven), a la comunidad docente en general (Escuela Nº
17 “Policía Federal Argentina”, Escuela Rural Nº 1 “Carlos María Moyano”, EPJA Nº8 Primaria,
EPJA Nª15 Secundaria) y se realizó reunión con los padres de la Escuela Nº17. También se rea-
lizó Talleres “Valores por la Vida”, donde se pudo evaluar a los jóvenes de 6to. y 7mo. año con
previo Consentimiento Informado de Evaluación Adolescente por el padre/tutor. Se trabajó
con jóvenes escolarizados de 10 años a 18 años de edad promedio. En esta intensa “Jornada
por la Vida”, se trabajó en terreno con CARLOS MARTINEZ (Lic. en Psicología, especialista en
Suiciología), CLAUDIA ZENIQUEL (Pedagoga Social) y GUSTAVO RUIZ (Acompañante Tera-
péutico). Participó de la misma el Equipo Local integrado por profesionales del Hospital Local
Dr. Reinaldo Bimbi y de la Secretaría de la Niñez y Adolescencia, VALERIA ANALIA ROSETO
(Lic. en Psicología), PATRICIA MARCELA CALETTI (Lic. en Psicología), ADRIAN PERAL-
TA (Médico Esp. En Medicina Familiar), FERNANDO BORDON (Médico Esp. En Medicina
General), PABLO DANIEL OVIEDO (Lic. en Trabajo Social) y MARIA LAURA MARCHIOLI
(Lic. en Psicología) y participó también el equipo de Salud Mental y Patologías del Consumo
del Hospital de Perito Moreno, ARIANA VELASCO ZAMBRANO (Lic. en Psicología), RAÚL
DÍAZ SANTIN (Lic. en Psicología) y MARÍA ANGÉLICA PEREYRA (Terapista Ocupacional).
Se propuso continuar con el trabajo de implementación del Protocolo de Intervención en el
Ámbito Escolar y la articulación de las Instituciones intervinientes, tal como está acordado a
nivel provincial, planteándose las siguientes líneas de acción a trabajar:
a) Tomar conocimiento del Protocolo Provincial de Intervención en el Ámbito Escolar,
Acuerdo 146.
b) Evaluar el riesgo suicida, a los jóvenes que falta en la población escolar. Sistematización
de la evaluación.
c) Aplicación del programa PEIMACS (adaptación local autogestiva del PEIMARS - proto-
colo de intervención que se desarrolla en la Parte Tres de esta publicación)
d) Mediados de noviembre, reevaluación.
e) Devolución a la comunidad.
Finalizando la experiencia con una reunión abierta a la comunidad, se explicó todo lo tra-
bajado hasta el momento y se dio públicamente a conocer las acciones a trabajar, también se
realizó devolución general de la Evaluación de Riesgo de Suicidio que se administró en la Esc.
Nº 17 con alumnos de 6to. y 7mo. año, esta muestra es selectiva, no representativa de la comu-
nidad educativa en general.

A continuación detallamos la Evaluación de Riesgo de Suicidio:


Se han evaluado a 42 adolescentes de 6to. y 7mo. Año de la Escuela Provincial Nº 17 Policía
Federal Argentina de Los Antiguos, Santa Cruz. Voluntariamente los adolescentes acceden a la
evaluación de autoagresión, bullying y riesgo suicida (ISO 30), explicándoles el objetivo de las
mismas. De las 42 personas evaluadas 25 son de sexo masculino y 17 femeninos comprendidos
entre las edades de 10 a 14 años.
Los resultados de la Evaluación de Riesgo Suicida ISO 30 fueron:

Clasificación Cant. % Masc. Fem. Procedencia


de Riesgo Los Ant. Otro
Bajo 33 78 20 13 9 24
Moderado 5 12 2 3 3 2
Alto 4 10 2 2 2 2

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Se establece en esta reunión el compromiso de continuar en contacto con el EQUIPO LO-
CAL y además convocar e informar a las autoridades correspondientes, en ámbito Jurídico la
necesidad de una Defensoría en la localidad de Los Antiguos y en el ámbito Educativo la nece-
sidad de un Equipo Técnico local, destinado para todas las escuelas de la localidad.
Se plantea la necesidad y la urgencia por ayudar a los jóvenes apoyando y actuando en
Red y gestionando espacios de reunión para elaborar acuerdos comunitarios en función del
resguardo para la comunidad.
En base al modelo de trabajo consensuado se trabajó con talleres orientados a fortalecer las
dificultades del sistema de creencias de los adolescentes. Estos talleres se han llevado a cabo en
las escuelas primarias y en la secundaria (con docentes referentes).
Se han evaluado y reevaluado a 131 adolescentes y los resultados fueron:
- Escuela Primaria Nº 17 en la primera evaluación dio: Bajo Riesgo 77%, Moderado 11% y
Alto 14%, en la reevaluación dio: Bajo 78%, Moderado 17%, Alto 5%. Este establecimiento
educativo es en el que suicidó el adolescente de 14 años, que cursaba con sobreedad su
primaria.
- Escuela Primaria Nº 1 en la primera evaluación dio: Bajo riesgo 82%, Moderado 18% y Alto
0%, en la reevaluación dio Bajo Riesgo 88%, moderado 6 % y alto 6%.
- Colegio Secundario en la primer evaluación dio: Bajo Riesgo 83%, Moderado 7% y Alto
10%, en la reevaluación dio: Bajo Riesgo 79%, Moderado 11% y Alto 10 %.
El resultado global de la reevaluación fue: Bajo Riesgo 71%, Moderado 14 % y Alto 15 %.

Conclusión del trabajo en terreno:


- Se logró conformar un equipo de profesionales de sostén para prevenir y prever el riesgo
suicida;
- Este equipo ha logrado soportar la crisis suicida resultante del suicidio de un adolescente
en la localidad;
- Evaluar, dar talleres del PEIMARS y reevaluar el riesgo en los alumnos de la localidad;
- Conocer el nivel de riesgo de los adolescentes evaluados y trabajar sobre sus cualidades
debilitadas;
- Continuar trabajando con los adolescentes y sus familiares que continúan en riesgo;
- Conocer fortalezas y debilidades del equipo.
- Se logró tener en la localidad de Los Antiguos, una Defensoría (Noviembre 2015).

A la huella a la huella….
Vamos dejando las huellas de nuestro andar, hablar del Suicidio en el año 2013 era tabú,
fuimos descubriendo que los prejuicios y preconceptos relacionados con el suicidio resultaron
ser varios, pero de a poco, hablar del tema Suicidio era y sigue siendo necesario, siendo esta la
clave, a nuestro entender, fundamental como actores de SALUD PÚBLICA. Podemos ver que
los jóvenes, los docentes, padres, comunidad en general pueden colaborar con tareas preventi-
vas, identificar riesgo en adolescentes y niños a partir de ciertas pautas que el Equipo de Salud
está brindando a la comunidad en general.
Ya hace 2 años aproximadamente que formamos un Grupo que en un comienzo se llama-
ba “Sostén” y este año se pasó a llamar “Crisálida”. Funciona en el ámbito hospitalario de la
localidad con abordaje psicosocial y a través del modelo de Intervención en Crisis. Hablar de
GRUPO implica hablar de una dinámica de trabajo que fue cambiando… una “transformación”
Crisálida. Hemos notado que en este andar circuló la empatía, el compromiso, la amistad, pa-
rejas, hijos, distancia, casamiento, nacimiento, festejos, pérdidas, enfermedad … y ahí estaba el
grupo para sostener y acompañar. Los coordinadores también hemos vivido una experiencia
que podríamos sintetizarla en la palabra “intensidad”. No nos ha sido una tarea sencilla por los
obstáculos internos (personales de los coordinadores, de los usuarios, saboteadores entre los
mismos integrantes del grupo) y externos (espacio físico, recursos materiales, saboteadores de
salud pública), pero donde podemos dar cuenta de nuestro crecimiento profesional y humano,
los coordinares hasta el momento han sido desde el año 2013: Adrián Peralta (Médico Esp. En
Medicina Familiar); Valeria Roseto (Lic. en Psicología) y en el año 2015 se sumó a la tarea Vale-

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ria Puricelli (Médico Esp. En Medicina Familiar).
Agradecimiento
Estamos inmensamente agradecidos con el Lic. Carlos Martínez quién es nuestro MAES-
TRO, por su compromiso, dedicación, preparación, calidez humana y pasión por lo que hace.
Hemos podido generar una transformación interna en nuestra comunidad. También destaca-
mos la labor de todo su equipo de trabajo por la calidad y calidez que nos han brindado, acom-
pañándonos en nuestra preparación para esta apasionante tarea que es la SALUD. A todos ellos
gracias!

“EL SUICIDIO ES PREVISIBLE Y PREVENIBLE”

C.8. Interacción con la Justicia

Se incluyen a continuación dos documentos emitidos por el Servicio en re-


lación a sendos abordajes interinstitucionales en casos de familia. Se seleccio-
naron estos dos de los tantos producidos en estos años de acción preventiva y
posventiva por tratarse de casos emblemáticos y porque además de explicitar
cómo se pone en funcionamiento el dispositivo clínico-institucional, se inten-
ta ir introduciendo, en enclaves sensibles de la Justicia Provincial, un accionar
diferente a los de los Equipos Forenses y al clásico modelo de intervención
médico-paciente.

Río Gallegos, 18 de marzo de 2013

JUZGADO PROVINCIAL DE PRIMERA INSTANCIA DE FAMILIA Nº DOS


SECRETARIA Nº UNO

Ref: ELEVAR INFORME DE ACTUACIÓN

SR. JUEZ:
Nos dirigimos a Usted a fin de elevar informe de lo actuado en el caso de la Sra M V en
la interacción con sus hijas, durante el período de vigencia de la medida de exclusión del
hogar familiar, que aún continúa.

1. Intervenciones:
Desde el 12/12/2012, fecha en la que hemos tenido la audiencia en ese juzgado se
trabajó interrumpidamente de manera interinstitucional entre este equipo de Intervención
en Crisis y Rehabilitación Psicosocial, la Coordinación de Infancia municipal y el Lic. L C,
terapeuta privado de la Sra. M.V.
Dicha tarea consistió en al menos una reunión semanal de coordinación y articula-
ción entre los diferentes actores de la mencionada intervención, una sesión semanal de
coterapia (conducida por los licenciados Z y M) con la Sra. M. y sus hijas, una entrevista
semanal con las cuatro hermanas D V en el Centro de Intervención en Crisis, entrevistas
individuales con la Sra. M.V, en acuerdo con su terapeuta privado, orientadas a resolución
de momentos críticos, esclarecimiento de información acerca del proceso terapéutico en
marcha y evaluación de los sucesivos pasos progresivos realizados en la intensificación y
el mejoramiento del clima de convivencia entre ella y sus hijas.
Es de destacar que la adhesión del grupo familiar a los tratamientos e intervenciones
establecidos es muy alta, con las obvias variaciones de sujetos y situaciones pero sin ex-

46
cepción. Es importante mencionar en este punto que de las pocas veces que ha surgido
algún problema al respecto, la mayoría de las oportunidades se debió a olvidos, malosen-
tendidos y/o equivocaciones de las operadoras a cargo de las hermanas D V.
Como ya es método del modelo de intervención en crisis implementado en este Cen-
tro, se monitoreó y siguió cotidianamente las implicancias de las intervenciones realizadas
a cargo de la profesional de guardia del equipo.

2. Líneas de Trabajo:
Desde las diferentes intervenciones realizadas se abordaron ejes de trabajo tales como:
La desmitificación de falsas creencias, que estaban instaladas en el imaginario familiar
–y en algunos casos también en el institucional- respecto a la patologización de los víncu-
los, el beneficio de la separación de las hermanas, “la locura de la madre” y la posibilidad
cierta de que el padre pudiera hacerse cargo del cuidado de sus hijas o al menos de algu-
nas de ellas.
Se estableció un señalamiento crítico recurrente sobre la eficacia de la queja en la cul-
tura del asistencialismo como recurso de supervivencia (casa, alimentos, medicamentos,
subsidios para cubrir otros subsidios escasos). Quizás uno de los rasgos más disfunciona-
les de la Sra. M.V en el manejo de la crianza de sus hijas, sea la creencia de su carencia de
autonomía y de recursos para hacerse cargo de su rol materno.
Instalación de una línea de trabajo sobre la identificación y utilización de los recursos
simbólicos propios del grupo familiar tendiente al autosustento –no sólo económico- y la
autodeterminación como recurso vital.
Expresión de sentimientos al interior del núcleo conviviente como forma de ir cons-
truyendo un entramado solidario de respeto y tolerancia mutua como una de las maneras
posibles de paliar los efectos de una historia familiar plagada de violencias físicas, simbó-
licas, estructurales y coyunturales.
Análisis y evaluación de respuestas novedosas egosintónicas y asertivas en la relación
de la madre con su hijas y señalamiento de aquellas intervenciones que por acción u omi-
sión –voluntarias, involuntarias y/o voluntaristas- terminan reproduciendo el modelo y
la cultura de maltrato en que se ha desarrollado mayoritariamente la historia de vida de
este grupo familiar.
Explicitación de las redes de apoyo, existentes y potenciales con que cuenta el grupo
familiar y redireccionamiento de su vínculo con esas redes.
Cuestionamiento y reflexión acerca de la consolidación de la actitud de la madre ha-
cia sus hijas y su entorno en general, pudiendo poner límites, valiéndose del fruto de su
trabajo y de las obligaciones legales del padre de sus hijas, para afrontar sus obligaciones
vitales, en vez de la recurrencia oportunista e incuestionada hacia el asistencialismo del
estado.

3. Conclusiones:
Teniendo en cuenta que la intervención estatal sobre este grupo familiar lleva ya varios
años, se ameritan algunas reflexiones con miras al pronóstico de esta familia y en cuanto
al rumbo de las próximas acciones a realizar:
- ¿Qué es lo que se ha logrado en este grupo familiar con este tiempo y esta modalidad
de intervención?
- ¿Qué es lo que se pudo realizar mejor en la asistencia de estas niñas y adolescentes
con la madre excluida del hogar que no se hubiera podido realizar con la Sra. M.V
conviviendo con sus hijas?
- ¿Cómo se recupera el derecho a la privacidad e intimidad vincular en esta familia?
- ¿Cómo se implementa el resarcimiento material y simbólico de lo dañado en esta
intervención y en otras anteriores?
- ¿Se puede sostener consistentemente que la calidad vincular y operativa de las opera-
doras que pasaron por esta casa y determinaron conductas en estas niñas y adoles-

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centes es más favorable que el de esta madre excluida de su hogar?
- Si la relación entre esta madre y estas hijas era tan disfuncional y perniciosa ¿qué
generó que estas cinco personas hayan vivido con tanto dolor y tanta angustia la
inevitable e impuesta separación que generó la medida adoptada?
En virtud de lo logrado y lo evaluado hasta el momento se estima conveniente con-
tinuar e intensificar la intervención en crisis y rehabilitatoria con esta familia. Sostener y
consolidar el entramado interinstitucional que se ha construido desde diciembre ppdo.
hasta la fecha con miras a obtener el empoderamiento de este grupo conviviente, el for-
talecimiento y esclarecimiento de vínculos solidarios, autónomos y respetuosos entre sus
miembros.
En virtud que, desde este equipo de Intervención en crisis, se evalúa la medida tomada
con la Sra. M.V y sus hijas como un nuevo evento nocivo en la historia vital de este grupo
familiar, se solicita al Sr. Juez el levantamiento de la misma en los tiempos adecuados para
trabajar interaccionalmente con la familia y con los actores institucionales intervinientes
el pasaje a la nueva situación de convivencia, tomando parámetros realistas sin dejar por
fuera la potencialidad de cada uno de sus miembros.
Se deja expresa constancia también que en reiteradas oportunidades en distintos es-
pacios de la intervención en crisis tanto la madre como las hijas manifestaron el deseo de
mantener una audiencia con el Juez a cargo del caso. Cumplimos en hacer llegar esta in-
quietud estimando favorablemente dicha iniciativa, habiéndonos comprometido a acom-
pañarlos en caso que su respuesta sea afirmativa.

Río Gallegos, 2 de diciembre de 2013.

Ref.: Informe de lo actuado en las Intervenciones con G S y P O.

SR. JUEZ
El día 24/10/2013 se presentan ambas en este Centro, presentando la madre un pe-
dido de evaluación urgente por Ideación Suicida para su hija P, firmado por el Dr. F M
– médico cirujano.
Tal como está protocolizada se realiza la evaluación de Riesgo Suicida a ambas, con el
siguiente resultado cuantitativo:
P (hija): Puntaje bruto 42/90; Items críticos 2/6; Riesgo MODERADO
G (madre): Puntaje bruto 53/90; Items críticos 4/6; Riesgo ALTO
P. presenta una relación fusionada con su madre, que en el curso de las pocas entre-
vistas que se pudo tener, obedece a un incentivo constante de su madre y a una manera
de resolver su preocupación por las recurrentes inestabilidades de su progenitora, que
frecuentemente las manifiesta en amenazas y/o intentos autodestructivos. Esta caracterís-
tica vincular se explicita en múltiples situaciones de violencia tanto verbales como físicas.
Las dos referencias más consistentes que manifiesta P. están constituidas por el
colegio y por su vida en Calafate, donde viven su padre, sus abuelos paternos y su her-
mano que vive con una familia que se hizo cargo de su crianza. Se manifiesta preocupada
por la crianza y el vínculo con su madre de su hermana menor L.
En esa oportunidad se le indica que vaya por unos días a Calafate con sus abuelos
paternos para descomprimir la relación violenta con su madre aquí. Su madre manifies-
ta que vaya “a desarrollar su libertinaje” y que se quede allí, que no regrese a vivir con
ella. Pese a lo cual se le indica que a su regreso tome contacto nuevamente con el equipo
del Centro para su inclusión en el Grupo de adolescentes y en la Reunión Multifamiliar
semanal.
En relación al motivo de sus autolesiones, la adolescente manifiesta no soportar la

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carga de los problemas familiares, su angustia y sus ganas de ya no estar más aquí.
En relación a la evaluación de G S, la misma manifiesta haber sido abandonada cuando
era bebé y criada por una familia, que hoy cumple esa función para ella y para su hijo I.
(18 años).
En virtud de su alto riesgo suicida, su violencia explícita y contenida que se manifiesta
hacia sus vínculos más próximos de manera verbal y física, se le indica la inclusión y par-
ticipación en los dispositivos del Centro:
• Grupo Sostén (2 veces por semana)
• Reunión semanal Multifamiliar
• Entrevistas vinculares con sus hijas
• Evaluación de riesgo para L.
• Tratamiento psicoterapéutico individual
• Se la incluye dentro de la pauta de seguimiento telefónico diario.

Luego de múltiples llamadas sin respuesta y citaciones a las que no concurre, se pre-
senta en el Centro el 27/11/2013. Su hija P. concurre acompañada por la Guardia de Coor-
dinación de niñez y adolescencia, ya que tuvo que intervenir debido al despliegue de
una situación violenta entre madre e hija la noche anterior, donde es golpeada por su tío
materno. Luego de la denuncia policial la adolescente pasa la noche en el Hogar de Con-
greso 390.
G. se presenta a la entrevista descalificadora y amenazante para con su hija y hacia
ambos equipos intervinientes.
En la mencionada intervención, que duró cuatro horas y media, en el Centro de In-
tervención en Crisis, participaron los Lics. C B y C M, por la guardia de la dirección de
políticas de infancia, A J y su agente psicosocial. Con posterioridad se le da participación a
la guardia del Centro de Salud Mental: Dra. B y Lic. E B, para que proceda a la evaluación
psicopatológica de G. y establezca un esquema psicofarmacológico que ayude a la estabi-
lización de la paciente, que durante todo ese tiempo intentó diversos modos de agresión
hacia los concurrentes que se iban citando para resolver la situación de P.
En el mencionado lapso se fue interactuando con la adolescente –manteniéndola a
resguardo en un consultorio-, con su padre y madre, con su abuelo paterno, su abuela
materna y su pareja, el tío materno que la golpeó la noche anterior.
Sin autorización de los equipos G convoca al novio de su hija y a la mamá, a los cuales
no se les permitió la interacción con la adolescente, interpretando que dicha participación
constituía un sabotaje a la construcción de la red de sostén que se intentaba realizar por
parte de los equipos intervinientes.
G. manifiesta en todo momento una actitud y manifestaciones explícitas de amenaza
y desafío hacia todos los participantes en la resolución de la crisis. Resulta de particular
atención que en los momentos de diálogos con su hija sus verbalizaciones son denigrantes
y centradas insistentemente en su supuesto comportamiento sexual.

C.9. Conclusiones

Si bien este dispositivo obtuvo en los dos primeros años de su existencia


tres reconocimientos institucionales, de la OMS y de la International Associa-
tion for Suicide Prevención, como único Centro publico, específico e integral
del País, no estuvo ubicado en la grilla organica del Ministerio hasta este úl-
timo año.

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Actualmente el Servicio forma parte del Departamento de Salud Mental
del Hospital Regional de Río Gallegos.
Otra de las conclusions que deja esta experiencia desarrollada hasta el mo-
mento es la ratificación que esta problemática debe ser abordada en equipo y
nó por profesionales individuales. Que debe ser conceptualizada en el marco
de Lo Comunitario -sobre todo porque allí reside su génesis-. Este equipo
debe tener una interlocución permanente, lo mismo que su esquema de ca-
pacitación y su acción incesante de instrumentos institucionales para cuidar
a los que cuidan.
Lo categórico de estas afirmaciones surgen de un resultado proveniente de
la comprobación que al haber pasado por este Servicio aproximadamente dos
mil usuarios y familiares, sin contar los abordajes en terreno del Equipo de
Comunidad, estando todos vinculados a un emergente de alto y/o moderado
riesgo suicida, en todo este tiempo no se ha registrado ningún suicidio consu-
mado entre los usuarios y consultantes.
A pesar de los recaudos tomados con los profesionales del equipo, altamen-
te entrenados, habrá que encontrar la manera en lo sucesivo de minimizar las
variables productoras de condiciones de burn out que empiezan a manifestar-
se con el transcurso del año calendario. La mayor cantidad de profesionales,
con una mayor insistencia en intercambios internos basados en la solidaridad,
la escucha más atenta y diligente de los funcionarios ocupados de la gestión,
serían entre otros, recursos válidos para atenuar el impacto de la inevitable
exigencia de la tarea.
Queda por profundizar, en lo inmediato, el abordaje de instituciones pro-
vinciales con alto grado de emergentes en esta problemática, inclusion en la
tarea preventiva de los sectores migrantes y marginalizados. Una mirada in-
teligente sobre el futuro tendrá que incluir planes de abordaje temprano para
familias que llegan a la provincial en busca de trabajo en mineras, petroleras
y esperanzadas en los nuevos proyectos energéticos.
En fin, si bien este balizado hacia la construcción de un camino orientado a
la Suicidología Comunitaria no parece fácil, no resulta imposible, a juzgar por
los resultados. Si se logran vencer las premisas de la “Ciencia tímida”, al decir
de Almeida-Filho, si se respetan críticamente y se sistematiza el aprendizaje
epistemológico, epidemiológico y metodológico que este avance genera, se
podrá consolidar esta deconstrucción generativa, que a la luz de lo publicado
hasta el momento parece ser patrimonio de la Suicidología Latinoamericana.

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C 10. Epílogo:
PRESIONES Y ANESTESIAS. Vida cotidiana en Río Gallegos
Por Carlos Besoaín1

Río Gallegos, domingo 31 de julio de 2016.


Es mediodía y la luz solar del invierno es tibia y luminosa sobre las venta-
nas.

El habitante de Río Gallegos es un sedentario desarraigado, un contrasenti-


do existencial entonces pulsa y puja en su psiquismo, provocándole una bata-
lla emocional y mental permanente, que lo desgasta y termina por socavar su
voluntad, produciendo envejecimiento y muerte prematuros, por desánimo,
tristeza, decepción y, al fin, debemos decirlo, enojo, que lo lleva al resenti-
miento. He visto muchos riogalleguenses morir con los dientes apretados por
el resentimiento. Desde que nace hasta que mueren tienen su condición física
deteriorada por la exposición al rigor de la intemperie. Y después viene la
adicción a sustancias que adormezcan, a n e s t e s i a s . La generación nacida
durante los años 1940, eligió el consumo de alcohol, por ejemplo. Los más jó-
venes, venidos al mundo durante los años setenta y ochenta del siglo pasado,
gustan también del consumo de alcohol, pero a eso le agregan psicotrópicos,
alucinógenos y heavy metal –y todos sus parientes genéricos– en altos deci-
beles.
La memoria colectiva de Río Gallegos conserva, en su depósito simbólico,
cinco dramas, cuatro decepciones y una tragedia. Los cinco dramas son: el
paulatino proceso de extinción de los miembros de la cultura perteneciente
al llamado Complejo Tehuelche (1885-1963); la persecución política, con en-
carcelamiento, prisión y tortura a los miembros del partido Peronista, luego
de haber sido destituido por un gobierno de facto quien fuera presidente de
la nación, Juan Domingo Perón (1955-1956); los tristes acontecimientos del
pre-conflicto bélico entre Argentina y Chile por el diferendo limítrofe del ca-
nal de Beagle, ubicado entre la Isla Grande de Tierra del Fuego y la Antártida
(1978), y los sucesos ocurridos en la ciudad –uno de sus vecinos, el soldado
Honorio Ortega falleció durante las operaciones bélicas– del conflicto del At-
lántico sur más conocido como Guerra de Malvinas (1982); y la persecución
política, encarcelamiento y desaparición de militantes peronistas, y de otras
fuerzas políticas, debido a otro golpe militar, con la detención incluso de su
gobernador constitucional, Jorge Cepernic (1976-1981) en la prisión militar de
la isla Martín García.
Las cuatro decepciones, sentidas como fracasos colectivos, de todos noso-
tros, son los juicios políticos a dos de sus primeros mandatarios constituciona-
les, con sus posteriores renuncias (Paradelo, en 1960, y Del Val, en 1990-1991):
en el primero de los casos el mandatario era inocente de los cargos que se le

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imputaban y, en el segundo episodio el imputado fue hallado culpable de
los cargos. Y, en el presente, las otras dos decepciones: una que actúa a nivel
subconsciente del colectivo humano y la otra a nivel consciente. La decep-
ción subconsciente es la obtención de un ascenso en la administración pública
provincial sin concursar y, en muchos casos, sin capacidad, por obsecuencia
política o por ser amigo o conocido de tal o cual en el partido gobernante. Re-
cordemos que de un total de 240. 000 habitantes de la provincia de Santa Cruz,
¡60 mil! ocupan un puesto en esta administración, que es la mayor fuente labo-
ral existente, es nuestra industria, es decir nacemos seres humanos, vivimos
como empleados públicos y nos entierran con un sello aferrado en una mano.
Esta administración –que según expertos debiera funcionar con no más
de 1.000 personas–, está amparada y protegida por sucesivos gobiernos para
evitar desórdenes y caos social debido a la desocupación laboral. El empleado
público se sabe un estafador porque gana su sueldo incumpliendo los ho-
rarios y haciéndole trampas al sistema para no ir a trabajar, y sabiendo su
trabajo innecesario. No obstante, una minoría sí cumple con responsabilidad;
esta actitud es la que ordena y hace funcionar a la entidad estatal. Cuando
Santa Cruz se convirtió en provincia, su administración contemplaba el as-
censo por concurso para cada cargo. Las coyunturas electorales y periódicas
se volvieron imperiosas y demandaron la urgencia de prometer un puesto en
la administración pública si acaso el partido gobernante ganaba las eleccio-
nes, legislativas y ejecutivas. Ya en la década de 1980, el ascenso por concurso
casi no tenía vigencia, pero el ingreso en el poder ejecutivo del gobernador
Carlos Kirchner (1991), un gran controlador y un Nyc2, determinó, a su vez,
la penetración en la estructura jerárquica de la administración pública de su
estructura político-partidaria (del Frente Para la Victoria; un órgano despren-
dido del Partido Justicialista). Con esto, los cargos jerárquicos eran, más que
nunca, ocupados por los militantes del Frente, obsecuentes y obedientes a este
jefe supremo. Y así el empleado público no pudo acceder a los cargos admi-
nistrativos y de conducción administrativos por capacidad y conocimiento y
tuvo que soportar jefes ignorantes y vanidosos la mayoría de las veces. Un
acto injusto que lo hizo sentir impotencia y resignación. La decepción cons-
ciente del ciudadano está determinada por la seria posibilidad de que uno de
sus vecinos sea encarcelado, después de haber conducido la presidencia de la
Nación, por probados casos de corrupción política y económica, me refiero a
Cristina Fernández de Kirchner (2016-2017). Y, por último, lo peor de lo peor:
en la memoria colectiva de nuestra comunidad pesa una tragedia: la matanza
de obreros como consecuencia de huelgas que llevaron a cabo en la segunda
década del siglo pasado (1920-1921); el número de muertos es incierto; algu-
nos sostienen que fueron 500 los muertos, otros 1.000 y los más pesimistas
1.500. Estas operaciones matemáticas para determinar el número de asesina-
dos es directamente proporcional al sentimiento de culpa de una sociedad que
fue cómplice de la matanza, por la que no hubo condenados judiciales de la
nación ni exhumación digna de los cadáveres, con el desvelado de sus corres-

52
pondientes identidades y aviso a sus seres queridos, cuyos nietos, en algún
lugar del mundo, aún lo siguen esperando.

El rigor de la intemperie
impide que la gente se reúna para conversar y compartir, alimentos por
ejemplo, al aire libre. La intemperie es corrosiva: descascara, pronto, la pin-
tura de las casas, adhiere una lechosa pátina de polvo en los vidrios de las
ventanas, la intensidad luminosa de su luz solar destiñe la pintura de paredes,
pero, sobre todo, de los techos de las viviendas. La luz solar, de la primavera
y del verano, pica agresivamente sobre la piel, debido a que estamos bajo un
importante agujero en la capa de ozono. El viento, que cuando es intenso lo
llamamos ventarrón, en ocasiones, impide el avance de los transeúntes, alzan-
do piedritas que impactan, a modo de metralla, sobre manos y rostros, obli-
gando a agachar las cabezas. Por eso los cuerpos la mayoría de las veces están
cubiertos con pesados abrigos. Nadie, en un espacio público, muestra su piel,
por eso es pálida cuando se desnudan, en la intimidad. Hay pocos lugares con
césped o pasto para caminar. La única plaza con árboles y pasto de la ciudad
–la plaza San Martín– debe soportar una verdadera invasión de vecinos des-
esperados por retozar al sol en familia durante las estaciones más benignas.
Andar en pata sobre el pasto en un día de sol, sin viento, es solamente un
sueño, un anhelo que puja en el subconsciente y no lo sabemos; esta carencia
se traduce como una insatisfacción inexplicable. La escarcha, congelamiento
de la humedad ambiente, hace arder las orejas cuando comienza a anochecer
y a amanecer. Debido a la enorme producción de calor de las fuentes de ener-
gía que queman gas natural –termo-tanques, calefactores, leños, cocinas–, ya
no nieva, y el alegre acontecimiento de jugar en la nieve no existe. Y como no
hay lagunas congeladas, no se puede andar en trineo y jugar a la chueca, que
era como el fútbol, sólo que un equipo luchaba con otro por meter en un arco
una latita abollada por los golpes de un palo con pinche en una de sus puntas.

En Río Gallegos NO se produce alimento


Los poco más de diez establecimientos de cría de ganado ovino esparcidos
en el sur del territorio provincial, producen lana y carne para exportación; el
consumo interno es bajo en relación a la actividad comercial y financiera inter-
nacional, unas 80 mil unidades para las celebraciones de fin del año cristiano.
Fuera de este caso excepcional, en Santa Cruz no se produce ningún tipo de
alimento vegetal: tubérculos, legumbres y cereales. Hay, en mi opinión, dos
factores: en primer lugar, debido a su extensión territorial –es la segunda pro-
vincia más grande del territorio argentino–, y su exposición a los vientos fríos
que soplan desde el oeste hacia el este, desde el océano Pacífico al Atlántico.
En segundo lugar, por la distribución pública de la tierra, en un proceso que,
desde la presión de las empresas granaderas, constituidas como sociedades
anónimas, monopolizaron la actividad, y por la falta de políticas de estado,
por parte de la sucesivas presidencias, que nunca supieron o quisieron dar

53
solución profunda, y a largo plazo, a los problemas de estos territorios tan
alejados de los centros económicos, culturales y políticos del país. Después
de la matanza en las huelgas obreras, la tierra pública se vendió a bajo precio
en grandes extensiones, creándose así los latifundios ganaderos, conducidos
por sus señores feudales, amos de los destinos de cada trabajador rural, siem-
pre solo y sin familia –esta era la condición para contratarlos–, ganando un
sueldo cuyo monto era impuesto por la patronal y no por el empleado. La
producción de alimentos nos aferra a la tierra. El riogalleguense cosecha en la
cadena monopólica de los supermercados de "La Anónima", empresa dirigida
por los descendientes de los responsables de las muertes de los obreros en los
años 1920 y 1921. Aquí hay una tácita complicidad por parte de los habitantes,
cuando le compran diariamente a la empresa que contribuyó con la matanza.
Una empresa, además, que es reguladora de los precios en toda la provincia, y
destinataria de la mayoría de los sueldos de los empleados públicos. Producir
alimentos, entonces, nos relaciona con la tierra. Al no producirlos, vivimos
colgados en una realidad espacial, determinada por una vida manufacturada,
con precios establecidos que aumentan sin parar y establecidos por unos anó-
nimos de "La Anónima", jugando a la Play 3, y soñando despiertos los sueños
que Hollywood nos transmite por la televisión satelital.

Río Gallegos es una ciudad creada por militares, que la establecieron como
puesto de control de la explotación aurífera de Cabo Vírgenes (1884-1886),
punta continental más austral del continente americano en el estrecho de Ma-
gallanes, y la navegación, sobre todo chilena, de esas aguas del mar Argentino
y del océano Pacífico sur. Estos militares eran criollos, de formación positivis-
ta, liberal y prusiana, el capitalismo y el darwinismo social, en general, deter-
minaron su manera de ver la realidad social de su joven país. Esta ciudad, en
lugar de estar enclavada en una superficie expuesta a los vientos inclementes,
debió haber sido instalada 35 kilómetros hacia el sur-oeste, en el valle del río
Gallegos, entre los parajes Güer Aike y Parlermo Aike. Pero no, no quisieron
que fuera así. Prefirieron, sus creadores, instalarla como puesto castrense, en
uno de los lugares más agrestes del territorio provincial.
Quien esto escribe reside en Río Gallegos. Me acostumbré a sus enormes
desafíos. Y ahora disfruto de una soledad existencial asistida por el afecto y la
compañía de mis seres queridos. Vivo la soledad del inmigrante. La soledad
del que no es Nacido y Criado. La soledad del poeta. La soledad del buscador
de una verdad. Y aún estoy vivo. Cuatro de mis cinco hijos son de aquí. Y aun-
que mi casa es humilde tiene calor de hogar, y sí, es una de las miles y miles de
burbujas donde los riogalleguenses elegimos acondicionarnos para sobrevivir
al rigor de una intemperie, climática y cultural del ancho mundo.

Notas
1. Carlos Besoaín nació en la ciudad de Punta Arenas, República de Chile, en el año 1965. Desde el año 1970
reside en Río Gallegos, capital de la provincia de Santa Cruz. A partir del año 1981 se dedicó a la escritura
de textos en los géneros poesía, novela, cuento, ensayo, artículo periodístico y guión cinematográfico.

54
Sus libros publicados son: Susurros para llevar en la media (poesía:1986); Cama de hierba (poesía:2005);
El arreo (cuento:2006); La nave de la inmensidad (ensayo histórico:2007); El viento hace escribir poemas.
Nueve haikus (poesía:2007); La rueda transparente (poesía:2008). Ha sido galardonado con los siguientes
premios: Primer Premio en el Certamen Literario Provincial Municipalidad de Río Gallegos. Hacia el Se-
gundo Centenario. Género Poesía. Lotería del Sur (1986); Segundo Premio en el Primer Salón Municipal
Poema Ilustrado. Categoría: 21 a 35 años (1992); Primer Premio en el Concurso de Guión del Festival de
Cortometrajes Al Extremo. Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Santa Cruz (2004); Primer Lugar
Selección Mi Primer Libro. Género Poesía. Selección editorial de la Dirección de Cultura de la Municipa-
lidad de Río Gallegos (2005); y Premio Edición. Campaña Nacional de Lectura. Ministerio de Educación,
Ciencia y Tecnología de la Presidencia de la Nación. Provincia de Santa Cruz (2006). Ha sido redactor
en los siguientes medios gráficos: Ventana abierta (1991-2000); Voces & latidos (1997-2000); Temas pen-
dientes (2005); y en el diario El Periódico Austral (2009), donde trabajó como corrector de estilo. En la
actualidad redacta artículos para la revista Núcleo (2008-2010). Durante los años 2004 y 2009 ha dictado
un Taller de Escritura en la por entonces Subsecretaría de Cultura de la provincia de Santa Cruz, hoy
Secretaría de Estado de Cultura; institución donde se desempeñó como asesor en los campos editorial y
literario. El autor puede ser contactado escribiendo al mail carlosbesoainsur@yahoo.com.ar
2. N.y.c.: es decir nacido y criado en Río Gallegos. Esta condición le da al habitante casi un rango aristo-
crático en una cultura que ve con nostalgia el sistema monárquico, inexplicablemente, desplazado a
comienzos del siglo 19. En Río Gallegos ser Nyc es como portar con un gafete que exhibe la siguiente:
“Ciudado, más respeto: yo tengo más derechos que el que viene de afuera”.

C.11. Referencias bibliográficas

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Salud Mental y Toxicomanías, Organización Mundial de la Salud.
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Ginebra. Departamento de Salud Mental y Toxicomanías, Organización Mundial de la Salud.
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UNIVERSIDAD DE ALBERTA – Canadá. Estrategias de Prevención del Suicidio: evidencias desde revisio-
nes sistemáticas

56
PARTE II

Curso: Evaluación de riesgo


y potencial suicida e inicio del
tratamiento psicoterapéutico

Clase Nº 1: Suicidología y suicidio.


Aproximación conceptual

Bibliografía complementaria de consulta

MARTÍNEZ, C. (2007) Introducción a la Suicidología. Teoría, Investigación e Intervenciones. Lugar Edito-


rial. Capítulo 1
BERTOLOTE, J. (2004) Prevención del suicidio: ámbitos de intervención. En World Psychiatry –versión en
español- (edición especial) 2:3 – Diciembre de 2004 –pp. 147-151.

A. Introducción

Usted está comenzando una formación en una disciplina cuyo nombre hace
muy pocos años era considerado un neologismo. Los fundadores la ubicaron
en el campo de la psicología, en tanto estudio de la psiché (alma humana); los
psiquiatras trataron históricamente estos temas como un área más de la psico-
patología, los psicólogos no la reconocen del todo dentro de su praxis, parte

57
del derecho y la medicina tratan al suicidio en tanto tipo de muerte.
Si bien hace siglos que se escribe sobre el tema, es Durkheim (en 1897)
quien publica en París el primer tratado conocido mundialmente: Le suicide;
al año de ser nombrado profesor ordinario de la Universidad de Burdeos.
Desde esta mirada sociológica y académica muchos son los que se han autori-
zado a decir e intervenir sobre el suicidio.
Hoy la propuesta consiste en recuperar el estatuto académico del estudio
del suicidio y su contexto, tomando todo lo que se ha recorrido en este largo
camino. Esta embrionaria disciplina plantea la complejidad de un mapa mul-
tiparadigmático para su abordaje epistemológico. Este desafío implica por lo
menos dos actitudes básicas para llevar adelante la iniciativa: la primera, la
de mantener mente y espíritu abiertos para aprender y entrelazar surcos de
pensamiento sociológico, antropológico, jurídico, de la salud, de las creencias,
de los cálculos, entre otros.
La segunda actitud que a la vez opera como premisa en la construcción de
este modelo de conceptualización, es que el suicidio no es sólo una manera de
morir, sino también, y básicamente, una manera de vivir. En esa grieta para-
dojal que deja abierta la producción del suicida, es donde intentaremos aden-
trarnos para entender la esencia y rumbo del proceso. Si llegamos hasta allí,
intentaremos utilizar nuestro rol profesional, cualquiera sea, para ofrecer una
alternativa de vida digna para quien consulta, lejos de cualquier entusiasmo
por torcer decisiones tomadas en estado subjetivo de libertad y disposición.
Desde dicho marco académico y suicidológico es que comenzamos con este
curso, que deliberadamente es el de Evaluación de Riesgo y Potencial Suicida.
Es mi mayor deseo que estas clases satisfagan su inquietud intelectual, que
en esa comunicación vital que estableceremos a futuro, se vayan entretejiendo
proyectos de trabajo y campos de conocimiento novedosos que resulten útiles
al profesional y a la comunidad, en la búsqueda incesante de canales de cons-
trucción de bienestar, salugénicos para quien escucha y para quien atiende,
intentando entender.-
Bienvenidos.... y a trabajar

B. Qué es la suicidología

La Suicidología es una disciplina que tiene entre sus principales sistema-


tizadores, en la década del ´70 en EE.UU., a Shneidman y Farberow. Actual-
mente hay trabajos de investigación sobre distintos aspectos de la problemá-
tica en casi todo el mundo occidental.
Es importante preguntarse por qué en toda Latinoamérica, este planteo so-
bre una problemática en crecimiento a nivel mundial, no ha tenido aún encla-
ves académicos sistemáticos y curriculares que favorecieran su investigación
y desarrollo.

58
El padre de la Suicidología, Edwin Shneidman, (1985) afirma que “la Sui-
cidología pertenece a la Psicología”.

“Esto es, Suicidología es la ciencia de comportamientos, pensamien-


tos y sentimientos autodestructivos; así como de la misma manera, la
Psicología es la ciencia referida a la mente y sus procesos, sentimientos,
deseos, etc.”
“Sin lugar a dudas, “Suicidología” suena extraño para muchos, pero
sin dudas así sucedió también con la “Psicología” y la “Psiquiatría” en un
principio.”
(Maris y col. 2000)

Para la Escuela Norteamericana

“Suicidología incluye no solamente suicidios consumados e intentos


suicidas, sino también comportamientos autodestructivos, gestos e idea-
ción suicida y parasuicidios”.
(Kreitman, 1977)

En cambio, para la Escuela de Oxford

“La atención se centra más en autolesiones deliberadas, automuti-


laciones y un conjunto de comportamientos y actitudes autodestructivas
relacionadas”.
(Maris, 1992)

El citar textualmente el Manual de Maris, Berman y Silverman (2000), per-


mite resaltar los dichos de uno de los latinoamericanos referente mundial en
este tema, Dr. José Bertolote:

La Suicidología está tan intrínsecamente influida por los factores so-


cioculturales, que cada lugar debe desarrollar políticas y programas de
prevención del suicidio de acuerdo al momento y a las pautas culturales
intervinientes si no se quiere arriesgar a una segura frustración.
(Bertolote, 2004)

En este sentido, la pregunta pertinente sería: ¿Tenemos una Psicología que


dé cuenta de los procesos, deseos y sentimientos por los que atraviesa el
ciudadano medio en este momento?
Ya desde aquí convendría dejar en claro que para distintos niveles de inter-
vención se necesitan diferentes esquemas de conceptualización. Tomando por
ejemplo los factores socioculturales –uno de los múltiples interactuantes en la
gestación de la vivencia suicida-, es importante saber discriminar cómo opera,
impacta y determina este tipo de representación en un paciente individual,

59
en una familia, en un grupo, en una institución, en un municipio, provincia o
Nación.
Resulta reduccionista y por lo tanto irresponsable decir que tal o cual
característica, sociocultural en este caso, influye en un evento suicida, sin
poder dar cuenta de qué es lo que está impactando, de qué manera y con qué
pronóstico presuntivo. No se puede resolver lo que no se conoce.

La Suicidología es la Psicología de los procesos autodestructivos


cuyo icono más representativo y terminal es el suicidio.

En la Asociación Argentina de Prevención del Suicidio, a partir de la


práctica cotidiana, se definió la Suicidología como

La articulación interdisciplinaria, cuyo objeto es dar cuenta de los fac-


tores biológicos, psicológicos, éticos, sociales y culturales que van cons-
truyendo la disposición suicida en sus diferentes estados; orientada a la
creación y sostenimiento de las condiciones de vida dignas de un sujeto y
su entorno significativo.

Se trata del estudio científico de los suicidios, y cuando decimos “cientí-


fico” estamos hablando de estudios de base empírica, repetibles y medibles.

La tarea suicidológica nos compromete permanentemente con lo vital. Se


trata de una tarea eminentemente creativa. Erich Fromm (1975) conceptua-
liza la biofilia como opuesta a la necrofilia (filos = amor, bios = vida; necros
= muerte) y la define como el amor por la vida y lo vivo. Presenta la biofilia
como una actitud comprometida con el crecimiento y el desarrollo tanto en
lo natural como en lo social, lo que coloquialmente se nombra generalmente
como la manifestación del eros freudiano, la generatividad.
Si se piensa en términos psicoanalíticos, en la situación de crisis o en el
evento autodestructivo se produce, en una de sus mayores expresiones, el
despliegue de tánatos como una plataforma escénica/comunicacional de pro-
ducción destructiva. La usina de energía de ese tánatos es eros.

Entonces, volviendo a la pregunta inicial:

La SUICIDOLOGÍA, en principio:
• es el estudio científico de los suicidios
• estudia comportamientos, pensamientos, actitudes y sentimientos au-
todestructivos
• está intrínsecamente influida por los factores socioculturales
• se trata de una articulación interdisciplinaria
• su objeto es dar cuenta de los factores biológicos, psicológicos, éticos,
sociales y culturales que van construyendo la disposición suicida en

60
sus diferentes estados
• es una tarea eminentemente constructiva y creativa
• es una tarea que nos compromete permanentemente con lo vital

C. La suicidología en Argentina

Después de un multitudinario III Congreso Nacional sobre suicidios y pro-


blemáticas asociadas y II Congreso Internacional de Suicidología; el 2007 se
proyectó enmarcado en tres acontecimientos enunciadores del desarrollo inci-
piente de la Suicidología en Argentina.
La conmemoración de los 40 años del Centro de Asistencia al Suicida de
Buenos Aires, primera línea telefónica dedicada al tema en el País, la creación
del Capítulo de Suicidología en la Asociación de Psiquiatras Argentinos y el
inicio del dictado de la materia optativa de grado “Introducción a la Suicido-
logía” en la Carrera de Psicología de la Universidad de Palermo, dan cuenta
de una producción y preocupación profesional creciente que avanza junto con
la toma de conciencia de la problemática y sus implicaciones.
Este hito, precedido por las ocho Jornadas anuales consecutivas de Preven-
ción del Suicidio, organizadas por la Asociación Argentina de Prevención del
Suicidio desde el año 1997, señalizan la construcción de este Espacio durante
las últimas décadas, que cada vez incluye más protagonistas en forma reticu-
lar: voluntarios, terapeutas, docentes, estudiantes, funcionarios, periodistas,
trabajadores sociales, profesionales del derecho, investigadores, sobrevivien-
tes e interesados ocasionales.
Actualmente las intervenciones poblacionales con alcances municipales o
Provinciales -destinadas a la evaluación epidemiológica- se encuentran en pe-
ríodo de experimentación y con gran dispersión en cuanto a las metodologías
usadas.
Una de las explicaciones posibles de este hecho se puede apoyar en la can-
tidad de años en que, ante una mal llamada “epidemia de suicidios” que no-
sotros preferimos denominar como “procesos de reproducción suicida”, se
respondía con la capacitación de un grupo de voluntarios para el armado de
una Línea Telefónica de Ayuda, donde la participación estatal consistía, en
el mejor de los casos, en una contribución filantrópica para que los capacita-
dores pudieran desplazarse desde la Capital a la ciudad que demandaba la
intervención. Paulatina y progresivamente las redes que surgen en auxilio de
las crisis poblacionales en este tema van obteniendo un compromiso mayor
de los distintos Estados tanto municipales, provinciales o nacional.
El diseño de dispositivos de intervención implica junto con un desafío emi-
nentemente creativo, la integración de las disciplinas intervinientes, como así
también la relación entre distintos niveles de atención.
Los escenarios de intervención son múltiples: Consultorio, Grupo áulico,

61
Comunidad educativa (Directivos, Docentes, Padres y Alumnos), Distrito
Escolar, ONG.s, otras Organizaciones, Instituciones, Grupos Sociales, Barrio,
Municipio, Provincia y el Programa Nacional de Prevención del Suicidio, en
cuya elaboración se trabajó multisectorialmente.
Si bien ya se cumplieron más de cuatro décadas de la existencia de organi-
zaciones dedicadas a la prevención del suicidio en Argentina, la tarea investi-
gativa y académica sistematizada, junto con la educación a los profesionales
de la comunicación y el diálogo con los funcionarios políticos va contornean-
do un espacio de producción conceptual y operativa capaz de funcionar efi-
cazmente en el accionar suicidológico.
La formación de nuevas organizaciones no gubernamentales, el compro-
miso de voluntarios mejor capacitados y misiones institucionales con mayor
elaboración y alcance comunitario, posibilita que los sobrevivientes y afec-
tados por la problemática tomen conciencia de la necesidad de ayuda, ge-
nerando acciones locales que van abriendo el surco para identificaciones e
intervenciones más complejas.

D. DEFINICIONES DE SUICIDIO

Antes de seguir adelante con la clase, defina qué es suicidio para usted, te-
niendo en cuenta todos los factores que determinan este tipo de producciones
autodestructivas. Escríbalo e inclúyalo como material de un diálogo con sus
colegas.
Éstas son algunas de las definiciones de las tantas que hay:

Se llama suicidio, toda muerte que resulta, mediata o inmediatamen-


te, de un acto positivo o negativo, realizado por la víctima misma, sabien-
do que debía producir ese resultado (Durkheim, 1897)

Suicidio significa el acto fatal e intento de suicidio el acto no fatal


de autoperjuicio, llevado a cabo con conciente intento autodestructivo, no
obstante vago y ambiguo (Stengel, 1965)

Todo acto por el que un individuo se causa a sí mismo una lesión, o


un daño, con un grado variable de la intención de morir, cualquiera sea
el grado de intención letal o de conocimiento del verdadero móvil (OMS,
1976)

62
El suicidio es un proceso complejo multideterminado. Una manera de
vivir que va construyendo un enigma mortal, por condensación, sobre un
marco representacional existente.

La supremacía de las representaciones mortíferas en desmedro de


las erógenas, originan una nueva articulación de variables contextuales y
subjetivo/estructurales.

El suicidio es un proceso que va mas allá del acto, rompiendo la con-


cepción del hecho consumado

El suicida va anunciando una manera de comunicar esa construcción


laberíntica que, producto de su estrechamiento simbólico, da cuenta de su
atrapamiento en una trama totalizadora para sí y para su contexto. (AAPS,
2003)

Como puede ver no hay un acuerdo total sobre qué es el Suicidio. Se podrá
notar que la intencionalidad, conciencia y letalidad del acto son variables difí-
ciles de acordar para los autores. Hilando más fino podemos afirmar que esta
variabilidad se fundamenta en el tiempo cronológico en que fue elaborada
cada definición, la cultura científica de la que proviene el autor y, por lo tanto,
del marco teórico que le da sustento.
Cuando uno dice “suicidio” piensa que está hablando de lo mismo, y en
realidad, como podemos ver, no está hablando de lo mismo.
Como producto de la relectura sistemática de estos autores y de una re-
flexión acerca de la psicodinamia del proceso en estudio; llegué personalmen-
te a la siguiente definición, sin la pretensión que sea definitiva, abarcativa o
única. El hecho de que esta nueva definición resalte las condiciones sisté-
micas del proceso gestacional, la intensión comunicativa del evento y la
disposición como algo más que la determinación, estimo que la convierten
en un nuevo aporte para pensar esta problemática enraizada en la realidad
bio-psico-socio-cultural de Latinoamérica.

Se podría definir el Suicidio como el proceso sistémico de síntesis de


la disposición autodestructiva que, más allá del grado de conciencia de
quien lo exterioriza, está orientado a comunicar la intención de una reso-
lución al conflicto que le da origen, por medios letales. (Martínez, 2007)

Entonces, deberíamos más bien hablar no del suicidio sino de SUICIDIOS.


Si queremos incluir dentro de nuestro campo de trabajo aquellos intentan-
tes, aquellos que se autolesionan… deberíamos hablar mejor de COMPOR-

63
TAMIENTO SUICIDA y no solamente de suicidio.
La literatura contemporánea aborda el estudio de los comportamientos
suicidas desde una triple categorización:

Ideaciones suicidas: se estudian distintos procesos cognitivos y afec-


tivos que varían desde sentimientos sobre la falta de sentido del oficio de
vivir, la elaboración de planes para quitarse la vida, hasta la existencia de
preocupaciones sistemáticas y delirantes referidas a la autodestrucción.
(Goldney, 1989)

Parasuicidios: comprenden conductas variadas que incluyen desde


gestos e intentos manipuladores hasta intentos fallidos de terminar con la
vida propia. Se hace referencia a actos deliberados que no tienen un final
fatal pero que provocan daños en el propio sujeto que los ejecuta; dichos
actos deben ser poco habituales. Así, por ejemplo, el alcoholismo crónico o
las adicciones graves no se ubican en este rubro.

Suicidios: incluyen todas las muertes que son resultado directo o


indirecto de comportamientos ejecutados por la propia víctima la que es
consciente de la meta a lograr. Algunos autores, (Farberow, 1980) conside-
ran que es importante ocuparse de los denominados “suicidios indirec-
tos”: accidentes de tránsito, huelgas de hambre, el rechazo a tomar una
medicación necesaria.

Esta diferenciación la podemos encontrar en Casullo (2000).

El suicidio generalmente no es producto de una decisión espontánea, el


continuum autodestructivo se va gestando en la intimidad del sufrimiento de
una persona y se manifiesta a través de indicadores. Estos indicadores, junto
con los factores de riesgo y las condiciones de potencial suicida, permiten
predecir, prever y prevenir tanto los eventos en curso como nuevos aconteci-
mientos autolesivos una vez ocurrido el primer intento.
También cabe afirmar que una intervención no asegura de por sí la inte-
rrupción inmediata de tal producción destructiva y que las primeras construc-
ciones de la intervención en crisis convivirán paradojalmente con las manifes-
taciones de dicha producción.

Ahora bien…
¿Es verdaderamente el suicidio un problema? ¿Para quién? ¿A partir de
qué momento? ¿A partir de que alguien lo intenta?

64
Si ponemos a trabajar la temática en nosotros nos encontramos con
que el primer obstáculo a resolver es el desciframiento del quantum con-
flictivo que conlleva en nuestros consultantes la decisión de matarse, que
la mayoría de las veces representa una condensación máxima del no que-
rer o no poder vivir más ASÍ

Aún así, ¿podríamos afirmar con fundamento que durante el silencioso –y


la más de las veces inadvertido– proceso íntimo de gestación de un intento
suicida éste es sólo un problema para quien lo padece?

Para muchos de nosotros, estas pueden parecer preguntas con respuestas


anunciadas, si no, hagamos la prueba de sacarle los signos de interrogación a
las preguntas esbozadas.
Sin embargo la propuesta es otra, desandemos el camino de algunos cues-
tionamientos silenciados que frecuentemente se nos presentifican abrupta-
mente y que terminan manifestándosenos en malestares familiares, en ago-
tamiento personal frente a la tarea o en luchas fraternales en las instituciones
que las conducen a su desaparición física o funcional; poniendo en juego la
destructividad que constituye la materia prima de nuestro trabajo preventi-
vo-asistencial.
En una de las primeras jornadas internas de nuestro equipo de trabajo
todos los integrantes nos propusimos intentar definir desde lo vivencial de
cada uno, ¿Qué es el suicidio? El impacto y el reconocimiento fue muy grande
cuando uno de los miembros respondió: “Es una manera de vivir”.
¿Alguien de nosotros pude afirmar con fundamento que se encuentra exen-
to de algún tipo de compromiso con lo autodestructivo, en cualquiera de sus
manifestaciones? Y si nadie está exento, podemos pensar ¿Cómo se sostiene
vulgarmente hoy, que el suicidio es un problema individual que transcurre en
la intimidad de un aparato psíquico? ¿Qué sucede en el marco familiar? ¿Y en
la escuela? ¿En el grupo de amigos? ¿En el equipo de trabajo?...

Debemos poder pensar el suicidio como un problema comunitario


que hunde sus raíces en la zona medular de producción y metaboliza-
ción de una cultura.

Este planteo (social, comunitario e institucional) no excluye la importancia


y el análisis de las otras dos variables intervinientes: el sujeto y su contexto.
Muy por el contrario, cuando nos permitimos abordar el complejo laberinto
de determinaciones de la ideación, del intento o del acto suicida por cualquie-
ra de las tres puertas antes mencionadas -lo individual, lo familiar o lo comu-
nitario- todo el escenario donde se despliega el drama y a veces la tragedia de
la desesperación y la desesperanza se realza brindando a los operadores ma-
yores posibilidades de intervención desde el campo preventivo y posventivo.
Quizás un aspecto importante de la prevención pase primero por poder de-

65
finir epidemiológicamente el riesgo, es decir conocer el problema en su magni-
tud, composición y configuración; luego por recolectar esos saberes dispersos
en la comunidad, procesarlos, sistematizarlos y volverlos a su fuente como
saber de la comunidad válido para intervenciones a nivel local.
Podríamos, además, justificar la dimensión comunitaria del suicidio en
una ecuación cuantitativa: Por cada suicidio hay 20 intentos (OMS) Y si pen-
samos que cada una de estas personas tiene un promedio de 5 familiares y/o
amigos cercanos (compañeros de trabajo, de escuela), estamos en presencia
de 100 afectados por cada suicidio consumado, que obviamente no son todos
los consumados, los publicados y registrados. A esto le llamamos Pirámide de
Irradiación.
También podríamos fundamentar la relevancia comunitaria de esta proble-
mática por la respuesta que ensayan ciertos referentes sociales, por ejemplo:
- el discurso amarillista de ciertos medios de comunicación social
- el vacío jurídico con que la institución del Derecho mira para otro lado
- la ambivalencia de las iglesias que pendulan entre el castigo y el consuelo
- las posiciones de los gobiernos que responden con su ocultamiento
- o con la indiferencia que obtenemos como respuesta en muchos represen-
tantes del Estado
Pero el verdadero sentido de lo comunitario está en la articulación de la
ecuación simbólica que se da en nuestra tarea clínica entre anhelos, teorías
y posiciones éticas que nos sostienen, nos fraternizan y nos permiten crecer
como humanos y como profesionales más allá de los títulos académicos, y
totalmente perteneciente a la comunidad que da sentido tanto a la produc-
ción del suicida como a la tarea preventiva y posventita de nuestro accionar.
En síntesis, tanto los eventos como nuestra acción forman parte de la misma
cultura.
El resultado operativo de esta ecuación simbólica es la PARTICIPACIÓN.
Frecuentemente sostenemos que no hay Prevención sin Participación. Podría-
mos agregar que no hay participación sin pertenencia. ¿Será éste el principal
rasgo diferencial con nuestros consultantes?

TODA TAREA DE PREVENCIÓN EN LO SOCIAL -QUE PODE-


MOS ASIMILAR A UNA CLÍNICA COMUNITARIA- SUPONE UNA
PRAXIS DE LA CRÍTICA, REFLEJADA EN LA ACTITUD DE PARTI-
CIPACIÓN DE LOS MIEMBROS DE UNA INSTITUCIÓN CON RES-
PECTO A SU COMUNIDAD.
UNA DE LAS CAUSAS DE LA VULNERABILIDAD RELACIO-
NAL LA CONSTITUYE LA PRECARIEDAD ECONOMICO-SOCIAL.
LOS MECANISMOS DE EXCLUSIÓN PRODUCEN RUPTURA DEL
LAZO, DESAMPARO, FRAGILIDAD VINCULAR Y AISLAMIENTO
CREANDO CONDICIONES FAVORECEDORAS PARA LAS CON-
DUCTAS AUTODESTRUCTIVAS Y POR LO TANTO PARA LA MÁS
PARADIGMÁTICA DE ELLAS: EL SUICIDIO.

66
Diaz Loving (2002) propone un modelo BIO PSICO SOCIO CULTURAL para
pensar una relación afectiva desde una perspectiva integral. Es decir piensa al su-
jeto humano en el medio de una multiplicidad de interacciones y determinaciones
que puede modificar con su acción y de las cuales a su vez es su producto.

De la misma manera, pero en un sentido antagónico, el suicida


construye –a partir de sus propias determinaciones– un estilo de ruptura
que, al mismo tiempo que lo va aislando de sus redes sociales de apoyo,
va singularizando ese encuentro tan temido y ansiado a la vez con su
propia destrucción.

Si bien todos los autores hablan de distintos aspectos biológicos, psicoló-


gicos, sociales y culturales, cada modelo teórico relaciona e identifica o in-
tenta identificar las incidencias de un conjunto de variables sobre otras sin
dar cuenta metodológicamente de la interacción. De esta manera la mirada
termina siendo parcial y fragmentaria.
No se articuló, hasta el momento, una visión integradora del desarrollo de
los aspectos destructivos del ser humano. Si bien nos centramos en los facto-
res productores de la destrucción, no podemos desconocer que en la misma
psiché (alma) cohabitan, se relacionan y compensan factores protectores his-
tóricos y coyunturales que hacen que el riesgo y el potencial se presenten de
manera atenuada. Es lo mismo que afirmar que quien tiene tanta intensidad
para morir puede tener también tanta intensidad para vivir y que en ese des-
balanceo de las cargas energéticas (libido) no ha hallado aún una armoniza-
ción adecuada que le permita sobrellevar los problemas por resolver.
Lo cultural tiene que ver con lo histórico, no es lo mismo vivir y crecer en
cualquier ciudad o región latinoamericana, en el siglo XXI, que hacerlo en
Bagdad o Palestina. Es otro el contexto y por lo tanto el sentido del suicidio
es distinto. Muchos intentan resolver esta hiancia a través del discurso moral,
sepultando así lo singular encriptado en el acto.
Apelamos también al tema de la singularidad, no es lo mismo el suicidio
Adolescente, o de UN adolescente. Hay distintas singularidades, por ejemplo
de la franja etárea: no es lo mismo el suicidio adolescente que el suicidio de un
geronte, que son las 2 etapas críticas a nivel mundial.
Por ejemplo, aquellas personas que tienen lesión en el lóbulo frontal, en
general tienen un compromiso bastante importante con la impulsividad y la
violencia. Y así podríamos seguir desgranando indefinidamente los diversos
componentes de estas determinantes.
Siempre están estas 4 variables en juego: lo Biológico, lo Psicológico, lo
social y lo cultural.
Pérez Barrero habla justamente de enfermedades, algunas de ellas termina-
les, como productoras de suicidio.
Entonces, como ya dijimos: No hablamos de “suicidio”, sino de SUICI-
DIOS.

67
Antes de seguir incorporando teoría sería bueno que pueda realizarse las
siguientes preguntas y elaborar una respuesta a partir de su creencia personal:
¿Es una enfermedad el Suicidio?
¿Puede hablarse acerca de una “estructura psicopatológica” del suicida?
¿A qué grupo de enfermedad correspondería en el DSM-IV o en el CIE 10,
por ejemplo?
¿Entra dentro de las Psicosis, de la Neurosis, de las Perversiones?

EL SUICIDIO NO ES UNA ENFERMEDAD. EL SUICIDIO ES UN


EVENTO QUE SE PRODUCE EN EL MARCO DE LA VIDA, DE LA RE-
SOLUCIÓN DE CONFLICTOS, QUE ESTÁ ASOCIADO A DISTINTOS
FACTORES DE RIESGO Y DONDE UNO DE ELLOS PUEDE SER LA
EXISTENCIA DE PSICOPATOLOGÍA.

Con respecto a la mirada desde la psicopatología, se puede hablar de una,


muchas o ninguna estructura psicopatológica asociada al evento suicida. El
suicidio no es una entidad psicopatológica.
La mirada del observador puede asociar este evento de la vida a aspec-
tos fragmentarios de aquellas condiciones que lo generan. Así por ejemplo,
existen múltiples estudios, sobre todo de origen psiquiátrico, ratificando la
relación depresión-suicidio; pero también se debe considerar que en el mis-
mo contexto pueden intervenir otros factores psico-sociopatológicos como así
condiciones contextuales de convivencia intolerables para la dignidad de esa
persona.
En esta misma línea, es pertinente la pregunta si los considerados suicidios
éticos están vinculados a una patología.
En síntesis, sería importante que quede claro al dar cuenta de este evento la
plurideterminación e interrelación, como mínimo, de las 4 variables:
•Determinación de las variables BIOLÓGICAS
• Determinación de las variables PSICOLÓGICAS
• Determinación de las variables SOCIOLÓGICAS
• Determinación de las variables CULTURALES
Otra cuestión en la que debemos hacer hincapié, es que:

EL SUICIDIO NO TIENE CAUSA, TIENE FACTORES ASOCIADOS

El gran desafío de la Suicidología hoy es la predictibilidad.


La predictibilidad está apoyada en la previsión y en la prevención. Si bien
este va a ser tema de nuestra segunda clase, mientras tanto, podemos ir habi-
litando las siguientes preguntas:

¿CÓMO?, ¿CUÁNDO? y ¿DÓNDE? PREVENIR

68
E. TIPOS DE SUICIDIO

Ya dijimos que no hablamos de El Suicidio, sino que nos referimos a Los


Suicidios. Cuando decimos esto estamos aludiendo a que el fenómeno suicida
es un fenómeno complejo, plurideterminado y en el cual distinguimos múlti-
ples factores asociados.
Ahora nos vamos a referir a los Tipos de suicidio tomando los postulados
de diversos autores tales como Edward y Rynearson; Diekstra; Morón y Agus-
ti Guerrero, citados por Alejandro Rocamora Bonilla en su libro “El Hombre
contra sí mismo”:
• El suicidio como forma de encontrarse consigo mismo. Algunos filó-
sofos defienden que sólo después de haber dispuesto de la propia vida,
uno llega a la libertad total. Es como si, tras el intento suicida, se recupe-
rase el dominio sobre sí mismo y sobre las circunstancias adversas que le
rodean. Muchos prefieren hablar de “muerte voluntaria”
• Autoagresividad: es la característica definidora de este tipo de conduc-
tas. Es un acto con intencionalidad de autodestrucción. Es una manera
de aniquilar todo lo “malo” que existe en uno mismo.
• Heteroagresividad: toda conducta suicida, de forma conciente o incon-
ciente, presenta una referencia al entorno. Generalmente intenta culpa-
bilizar a los demás de la decisión de autodestrucción. Es una forma de
agredir a los familiares y amigos por su falta de cariño, valoración y apre-
cio (Edward y Rynearson, 1981; Diekstra, 1985).
• Pedido de Auxilio: quizás sea el sustrato de toda conducta suicida. Su
conducta en definitiva es una petición de auxilio, aunque realizada de
forma extrema y con peligro de la propia vida. Esta significación es la
que legitima las líneas de asistencia urgente por teléfono.
• Función ordálica: es poco frecuente en las conductas suicidas actuales.
Las ordalías “consistían en peligrosas pruebas a las que un individuo era
sometido, o a la que se sometía él mismo, delante de la comunidad, y
cuyo resultado era considerado como un juicio de Dios” (Moron, 1977).
En estos casos la conducta suicida, sería mortal o no, dependiendo de la
voluntad de Dios.
• El suicidio como chantaje: es una forma de conquistar el amor y preo-
cupación de los demás. “Si no volvés conmigo me mato”, “Si no me que-
rés me mato” dicen algunas personas. De hecho, en algunos casos, esta
significación o función de la conducta suicida es muy clara: por ejemplo,
intentos de suicidios provocados con pequeñas dosis de fármacos, pero
haciendo creer a los demás haber ingerido grandes cantidades. En estas
circunstancias siempre se busca un beneficio secundario, conciente o no,
del intento autolítico (Stengel, 1965).
• El suicidio como huida: ante una vivencia insoportable el suicida sola-
mente contempla la muerte como la única “solución válida”. Sería como

69
“la puerta falsa” por donde se intenta salir de la situación dolorosa y
humillante (Vedrinne 1981).
• Reunión mágica: algunas personas lo que intentan con el suicidio no
es escapar de este mundo adverso, sino reunirse con su ser querido en
el otro. No aguantan la separación y pretenden la fusión con la persona
perdida.

Si bien éstos pueden ser descriptos como “Tipos de Suicidio”, en realidad


son diversas escenificaciones de la desesperación y la desesperanza conse-
cuente que dan lugar a este tipo de lecturas por aquellos que están encargados
de intervenir en la situación.

F. Referencias Bibliográficas

BERTOLOTE, J. (2004) Prevención del suicidio: ámbitos de intervención. En World Psychiatry –versión en
español- (edición especial) 2:3 – Diciembre de 2004 –pp. 147-151
CASULLO, M., BONALDI, P. Y FERNÁNDEZ LIPORACE, M. (2000). Comportamientos suicidas en la
adolescencia. Morir antes de la muerte. Buenos Aires. Lugar editorial.
DIAZ LOVING, R, Y SÁNCHEZ ARAGÓN, R. (2002) Psicología del Amor, Una visión integral de la rela-
ción de pareja, México, Facultad de Psicología, UNAM.
FROMM, E. (1975) Anatomía de la destructividad humana. Siglo XXI de España editores s.a. Madrid.
KREITMAN, N. (1977) Parasuicide. New York. Wiley.
MARIS, R. (1992) The relation of nonfatal suicide attempts to completed suicides. En R. W. Maris, A. L.
Berman, J. T. Maltsberger, & R. I. Yufit (Eds.), The Assessment and prediction of suicide (pp 362-380).
New York. Guilford Press.
MARIS, R., BERMAN, A., SILVERMAN, M. Y COL. (2000) Comprehensive texbook of Suicidology. New
York London. Guilford Press.
MARTÍNEZ, C. (2007) Introducción a la Suicidología. Buenos Aires. Lugar Editorial
ROCAMORA BONILLA, A. (1992) El hombre contra sí mismo. Madrid. Ed. Asetes.
SHNEIDMAN, E. (1985) Definition of suicide. New York. Wiley.

70
Clase Nº 2: Factores protectores,
de riesgo e indicadores

Bibliografía complementaria de consulta

BERTOLOTE, J. (2004) Prevención del suicidio: ámbitos de intervención. En World Psychiatry –versión en
español- (edición especial) 2:3 – Diciembre de 2004 –pp. 147-151.
CASULLO, M. M., BONALDI, P. Y FERNÁNDEZ LIPORACE, M. (2000). Comportamientos suicidas en la
adolescencia. Morir antes de la muerte. Buenos Aires. Lugar editorial.
MARTÍNEZ, C. (2007) Introducción a la Suicidología. Teoría, Investigación e Intervenciones. Lugar Edito-
rial. (Capítulos: 1 y 2)

A. Prejuicios, preconceptos y mitos relacionados con el suicidio

A continuación trabajaremos algunos de los prejuicios y preconceptos, o


mitos, existentes en torno al suicidio. Para ello nos basaremos en escritos de
la Dra. María Martina Casullo, el Dr. Pérez Barrero y el Lic. Carlos Martínez.

“Las personas que hablan de suicidio rara vez se suicidan” o “Las perso-
nas que se suicidan no dan señales de que actuarán de esa manera”

Estudios realizados sobre el tema ponen de manifiesto que quienes inten-


tan quitarse la vida revelan historias personales con desajuste emocional y
conductas poco adaptativas; Maris (1981) hace referencia a las carreras sui-
cidas para describir tal proceso. Las personas que se suicidan dan indicios,
advertencias y a menudo hablan de su muerte. Alguien que piensa o habla del
suicidio necesita ayuda.

“Los suicidas sólo desean morir y nadie puede sacarlos de esa idea”

Es muy frecuente que las personas con ideación suicida tengan sentimien-
tos ambivalentes respecto a la propia muerte, aunque manifiesten lo contrario.

“Las personas que quieren terminar con sus vidas, finalmente lo logran. No
hay forma de modificar esa decisión”

Resultados obtenidos mediante la denominada autopsia psicológica (es-


tudios post mortem) permiten establecer que muchos suicidas presentaban

71
problemas de depresión, ansiedad, alcoholismo, dependencia de drogas, to-
das ellas patologías que pueden ser tratadas con eficiencia. En muchos casos
la eliminación de los síntomas hace posible que el paciente pueda pensar de
otra manera.

“Un intento de suicidio implica que la persona siempre tendrá ideas sui-
cidas”

A menudo las tentativas suicidas se dan en períodos altamente estresantes,


que requieren de un trabajo elaborativo de los conflictos que lo provocaron.
De la elaboración de los conflictos se sale fortalecido para afrontar nuevos
compromisos en la vida.

“Si una persona piensa en suicidarse es debido a que la situación por la que
está pasando no permite otra opción”

Investigaciones acerca de las fortalezas yoicas, la resiliencia o los comporta-


mientos humanos ante enfermedades terminales revelan que existe capacidad
para mantener un proyecto de vida aún en situaciones altamente estresantes.
Las circunstancias que los suicidas connotan como límites son superadas por
un amplio sector de la población general.

“Generalmente un hecho intenso de poca importancia lleva a una persona


sana a decidir terminar con su vida”

Esta creencia deja de lado la importancia central que tienen las mediacio-
nes cognitivas en la determinación de las estrategias de afrontamiento que
se ponen en juego. Diversas investigaciones muestran que las personas con
ideaciones o intentos suicidas suelen exhibir una elevada rigidez cognitiva y
ausencia de habilidades sociales (Casullo, 2002).

“Solamente las personas que están muy psicóticas se suicidan”

A pesar de que en numerosos casos de intentos o de suicidios concretados


se verifica la comorbilidad de diferentes psicopatologías, la mayor parte de
ellas no aluden a cuadros psicóticos.

“La tendencia al suicidio es hereditaria. Pasa de una generación a otra”

Esta concepción puede considerarse parcialmente verdadera. Algunos au-


tores (Marusic, Roska & Hughes, 2004) han informado que en alrededor de un
40% de los casos estudiados se encontró que las historias personales incluían
la existencia del suicidio de algún miembro de la familia aunque, por otra par-
te, también se ha podido constatar que muchos casos de intento o de suicidio

72
concretado no se encontraban asociados con antecedentes familiares (Casullo,
Bonaldi & Fernández Liporace, 2000).

“Si se le habla de su deseo de morir a una persona con ideas suicidas o de-
primida puede llevarla a concretar el intento de suicidio o consumarlo”

Preguntarle a una persona con ideas de suicidio directamente sobre su de-


seo de muerte lo alivia, lo saca del aislamiento y le permite hablar de cues-
tiones que en ese momento lo están mortificando, sin poder encontrarle una
salida. Hablar es en sí mismo un remedio y actúa como un freno a la tendencia
impulsiva.
Rara vez la idea de suicidio es novedosa para una persona con depresión, y
con frecuencia agradecen el tener la oportunidad de hablar acerca de ella. Hay
mayor riesgo en evitar el tema pues ello refuerza el sentimiento de vergüenza
por pensar en la muerte. El diálogo puede servir para referirse a algún tema
conflictivo, ayudar a comprenderlo y pensar en formas de resolverlo.

“Si la persona mejora inmediatamente después de una crisis suicida signi-


fica que salió del riesgo”

La mejoría súbita en el medio de una crisis suicida indica, por lo general,


que la persona ha tomado su decisión y llevará adelante su planificación letal.
Salir del riesgo significa poder enfrentar nuevos problemas sin que retor-
nen los pensamientos suicidas y puede tomar muchos meses y/o años.
El bienestar está referenciado al cese del debate interno, por lo general in-
tenso y obturante del proceso de pensamiento, sobre la posibilidad de resol-
ver sus problemas con el suicidio. La idea torturante ha cesado, los cálculos
para llevar adelante el plan ya están realizados y el tiempo que media hasta la
consumación será usado para despedirse de sus vínculos significativos.

“Las personas con conductas autodestructivas buscan llamar la atención”

El llamado de atención es la comunicación de un pedido de ayuda, que


espera una respuesta del interlocutor elegido. Frecuentemente ese tipo de in-
terpretación está al servicio de una excusa o pretexto para no ocuparse del
tema. Del lado de quien emite el mensaje el “llamado de atención” constituye
la única manera posible, en ese momento, de comunicar algo respecto de su
malestar en la intención –a veces ilusoria- de que el otro sabrá decodificarlo.

“La mayor parte de los casos de suicidio se dan en gente de bajo nivel so-
cial, con pocos recursos económicos”

En las últimas décadas se ha comprobado el aumento de las tasas de sui-


cidio entre los más jóvenes (15 a 24 años) y no necesariamente en quienes se

73
ubican en los niveles socioeconómicos más bajos. Investigaciones realizadas
(Flouri & Buchanan, 2002; Zayas, Lester, Cabassa, & Fortuna, 2005) otorgan
mucha importancia a los procesos de aculturación asociados con migraciones
así como a la carencia de apoyo afectivo por parte de las figuras parentales
y a la presencia de normas familiares muy rígidas relativas a las conductas
socialmente aceptables como factores de riesgo.
En la clínica del intento suicida son tan frecuentes las consultas de perso-
nas con escasos recursos económicos, como aquellos que se encuentran en
niveles más altos de la escala social.

“Quien amenaza con quitarse la vida, generalmente no lo concreta”

Numerosos estudios han permitido constatar que por lo menos dos tercios
de los sujetos que intentaron o lograron suicidarse habían comunicado con
anticipación sus intenciones al respecto (Murphy, 1985).

TODO COMPORTAMIENTO AUTODESTRUCTIVO (fantasías,


manifestaciones, gestos, intentos y parasuicidios en general) ES GRA-
VE Y PUEDE SER LETAL, POR LO CUAL DEBE TOMÁRSELO MUY
SERIAMENTE Y BRINDARLE AYUDA PROFESIONAL LO ANTES
POSIBLE

B. Indicadores y grupos de riesgo

Pérez Barrero (2001, 2002) en un relevamiento sobre la literatura suicido-


lógica existente marca la diferencia de concepto -y sus consecuencias operati-
vas- entre indicadores de riesgo y grupos de riesgo.

Los Indicadores de Riesgo Suicida son individuales, pues lo que para al-
gunos es un elemento de riesgo, para otros puede no representar problema
alguno. Además de individuales son generacionales, ya que los factores de
riesgo en la niñez pueden no serlo en la adolescencia, la adultez o la vejez.
Por otra parte están vinculados al género, ya que la mujer tendrá indicadores
de riesgo privativos de su condición y así también lo será para el hombre. Por
último, están condicionados culturalmente, pues los indicadores de riesgo
suicida de determinadas culturas pueden no serlo para otras.

Debido a estas características los INDICADORES DE RIESGO suicida se


pueden calificar como:
• Individuales
• Generacionales

74
• Vinculados al Género
• Condicionados culturalmente

Los Grupos de Riesgo de Suicidio son aquellos conjuntos de personas que


por sus características particulares tienen mayores posibilidades de cometer
un acto suicida que los que no están incluidos en ellos. Por otra parte, el con-
cepto de grupo de riesgo de suicidio tiene varias ventajas como las que a con-
tinuación se relacionan:
• Su número es limitado, lo cual facilita la detección.
• Incluyen las múltiples posibilidades por las cuales una persona puede realizar
un acto suicida.

En la caracterización de los grupos de riesgo Pérez Barrero describe un tipo


de grupo cuya vulnerabilidad puede favorecer la aparición y el desarrollo de
la ideación suicida.
Tal como está presentado, el estudio de este grupo permite articular los
componentes biológicos, psicológicos y sociales.

Los grupos de riesgo de suicidio son los siguientes:

Los deprimidos
Los que han intentado el suicidio
Los que tienen ideas suicidas o amenazan con suicidarse
Los sobrevivientes
Los sujetos vulnerables en situación de crisis

Según algunos estudios entre 1% a 2 % de los que intentan el suicidio se suicidan


durante el primer año de haber realizado dicha tentativa de autoeliminación y entre el
10% a 20% durante el resto de sus vidas.

• Se considera que los suicidas y los que intentan el suicidio son poblaciones
diferentes, siendo las características de estos últimos las siguientes:
.Pertenecer al sexo femenino
.Ser adolescentes o jóvenes
.Los intentos de suicidio adquieren el significado de llamada de atención,
socorro o ayuda y pueden tener un componente impulsivo y ambivalen-
te.
.Predominio de enfermedades psiquiátricas como los trastornos de la
personalidad, la dependencia de sustancias, los trastornos de ansiedad
y situacionales.

• Se consideran sobrevivientes, aquellas personas muy vinculadas afectiva-


mente a una persona que fallece por suicidio, entre los que se incluyen
los familiares, amigos, compañeros e incluso el médico, psiquiatra u otro

75
terapeuta que la asistía.
El duelo por un suicida presenta determinadas características que lo di-
ferencia del resto de los duelos:
- Intensos sentimientos de pérdida
- Pena y tristeza
- Rabia
- Sentimientos de distanciamiento, ansiedad y estigmatización
- Arrepentimiento
- Miedo
- Culpabilidad

• Los sujetos vulnerables en situación de crisis son:


• Los enfermos mentales no deprimidos, principalmente personas que
padecen trastornos mentales esquizofrénicos, alcohólicos y drogade-
pendientes, pacientes con trastornos de ansiedad y de la personalidad,
los que padecen trastornos impulsivos, así como de síndromes orgáni-
cos cerebrales.
• Aquellos individuos que padecen enfermedades físicas terminales,
malignas, dolorosas, incapacitantes o discapacitantes que comprome-
ten sustancialmente la calidad de vida.
• Determinados grupos de individuos como las minorías étnicas, los in-
migrantes que no logran adaptarse al país receptor, los desplazados,
torturados, víctimas de la violencia en cualquiera de sus manifestacio-
nes.
Cuando estos individuos se encuentran sometidos a una situación con-
flictiva o a un evento emocionalmente significativo que rebaza sus ca-
pacidades de resolución de problemas, pueden emerger las tendencias
suicidas.

• Si bien se ha optado en este apartado por incluir el pensamiento de Pé-


rez Barrero, tal cual él lo describe en sus escritos; es importante tener en
cuenta que la interacción entre sujeto en riesgo, grupo de riesgo y facto-
res de riesgo es una conceptualización propia de la epidemiología. Ac-
tualmente estamos trabajando en una articulación científica entre epide-
miología, clínica y suicidología. Algunos lineamientos de estos planteos
sumamente interesantes y operativos desde lo epistemológico formarán
parte del contenido de la Clase Nº5.

Factores Genéticos y Neurobiológicos

“En varios estudios se ha relacionado a las conductas suicidas con


una disfunción del sistema serotoninérgico central que es independiente
del diagnóstico psiquiátrico. Se han hallado niveles bajos de serotonina
y metabolitos en el líquido cefalorraquídeo de pacientes suicidados, y

76
además se ha establecido una relación directa entre los bajos niveles de
serotonina con el escaso control de impulsos, la violencia y letalidad del
acto suicida. Se piensa que aquellos factores que disminuyan la actividad
serotoninérgica, pueden ser relevantes para la conducta suicida, como por
ejemplo: factores genéticos (polimorfismos en el gen de la enzima Trip-
tófano Hidroxilasa-TPH, polimorfismos del gen del receptor 5-HT2A) o
factores bioquímicos (bajos niveles de proteína trasportadora de seroto-
nina (SERT), bajos niveles de proteína MAO en sangre, altos niveles de
receptores 5-HT 1A y 5-HT 2A postsinápticos o bajos niveles de colesterol
en sangre).”
(García de Jalón, E. & Peralta, V.)

Por último, cabe mencionar la clasificación que realiza José Bertolote (2004),
quien haciendo referencia a la bibliografía relativa a los factores de riesgo para
el suicidio y los comportamientos suicidas, se basa en la distinción realizada
por Forster y Wu (2002) de Factores de Riesgo Modificables y Factores de Riesgo No
Modificables para la siguiente sistematización.

Factores “fijos” Factores potencialmente modificables


Sexo Acceso a los medios
Edad Trastornos mentales
Raza Enfermedades médicas
Orientación sexual Aislamiento social
Intentos previos Estado civil
Situación laboral
Ansiedad
Desesperanza
Satisfacción vital

C. Indicadores de riesgo suicida: generales, en la familia, en instituciones


y formaciones colectivas en niños, en adolescentes, en ancianos

Podemos mencionar como INDICADORES DE RIESGO SUICIDA, tenien-


do en cuenta las sugerencias de la Organización Mundial de la Salud y la
experiencia de más de una década de trabajo ininterrumpido en la temática y
en diferentes contextos en Argentina los siguientes:

–> Indicadores de Riesgo Generales


• Insomnio crónico
• Intentos previos, propios o de familiares, sobre todo si éstos han sido
silenciados
• Fracaso escolar o académico
• Cambios abruptos en personas débiles o inseguras

77
• Rupturas o quiebres afectivos y/o económicos
• Accidentes reiterados
• Incomunicación o indiferencia familiar
• Enfermedades mentales sin atención o mal atendidas
• Sociopatías: estafadores, delincuentes, homicidas
• Adicciones: ludopatías, alcoholismo, drogadicción, sobre todo en cua-
dros de abstinencia
• Afección a las armas
• Marginación social y aislamiento elegido o forzado
• Enfermedades terminales, dolorosas o discapacitantes
• Amenazas masivas a la dignidad personal: abuso sexual, maltrato físico,
verbal o psicológico, privación de la libertad
• Desequilibrio en neurotransmisores (neurobiológicos)
• Pobres habilidades para resolver problemas (cognitivos)
• Trastornos en el desarrollo de la sexualidad (desarrollo personal)
• Acceso a armas de fuego (ambientales)
• Desempleo, problemas laborales (psicosociales)

–> En la familia:
• Problemas familiares
• Estilos parentales rígidos y autoritarios
• Pérdida de un progenitor
• Antecedentes familiares

–> En Instituciones y Formaciones Colectivas:


• Exceso de competitividad
• Individualismo
• Rápido cambio social
• Escaso apoyo social

–> Indicadores de Riesgo en Adolescentes


• Depresión y desesperanza
• Decepción y culpa ante la imposibilidad de satisfacer las expectativas
parentales
• Antecedentes de suicidio en familiares, amigos y/o compañeros
• Dificultades en la comunicación, tendencia al aislamiento, escasas rela-
ciones interpersonales
• Abuso de sustancias tóxicas
• Autolesiones Deliberadas
• Ideas, fantasías o intentos previos
• Considerar al suicidio como un acto heroico

–> Indicadores de Riesgo en Niños


• Tristeza, depresión y aislamiento

78
• Insomnio. Terrores nocturnos
• Golpearse la cabeza o rascarse compulsivamente hasta lastimarse
• Autolesiones Deliberadas en general
• Actitudes desafiantes y negación del peligro. Exposición permanente a
situaciones de riesgo para la vida propia y ajena
• Accidentes domésticos reiterados: quemarse, golpearse, fracturarse, in-
gerir tóxicos o medicamentos del hogar
• Estar expuesto a situaciones de violencia familiar y/o abuso sexual

D. Factores protectores

Los factores protectores son definidos como aquellas características perso-


nales o elementos del ambiente, o la percepción que se tiene sobre ellos, ca-
paces de disminuir los efectos negativos que el proceso de estrés puede tener
sobre la salud y el bienestar.
Enfocado el asunto desde esta perspectiva, los factores protectores al au-
mentar la tolerancia ante los efectos negativos del estrés, disminuirían la vul-
nerabilidad y la probabilidad de enfermar (Zaldívar Pérez, 2007).

Podemos mencionar como FACTORES PROTECTORES, es decir aque-


llos que proveen protección frente a la ideación suicida y la múltiple gama de
comportamientos autodestructivos – Establecidos por la Organización Mun-
dial de la Salud-, los siguientes:

–> Patrones familiares


• Buena relación con los miembros de la familia
• Apoyo de la Familia
• Paternidad comprometida y consistente
• Factores ambientales adecuados

–> Estilo cognitivo y personalidad


• Buenas habilidades sociales
• Confianza en sí mismo, en su propia situación y logros
• Sentido de valor personal
• Búsqueda de ayuda cuando surgen dificultades, por ejemplo, en el tra-
bajo escolar
• Búsqueda de consejo cuando hay que tomar decisiones importantes
• Receptividad hacia las experiencias y soluciones de otras personas
• Receptividad hacia conocimientos nuevos
• Habilidad para comunicarse con otras personas
• Tener un objetivo en la vida

79
–> Factores culturales y sociodemográficos
• Integración social (por ejemplo participación en deportes, asociaciones
religiosas, clubes y otras actividades)
• Buenas relaciones con sus compañeros
• Sociabilidad con colegas, amigos, vecinos, etc.
• Buenas relaciones con profesores y otros adultos
• Apoyo de personas relevantes. Redes de apoyo psicológico y social
• Valores culturales

Desde una mirada más actual, Casullo (2005) propone cinco categorías de
factores o procesos que conforman el CAPITAL PSÍQUICO personal en tér-
minos de capacidades, habilidades, aptitudes y valores:

–> Capacidades cognitivas para adquirir y usar formas de conocimientos:


• Creatividad
• Curiosidad
• Motivación para aprender
• Sabiduría

–> Capacidades emocionales para desarrollar proyectos, superando obs-


táculos:
• Honestidad
• Autoestima
• Persistencia
• Resiliencia

–> Habilidades cívicas para lograr mejor participación ciudadana:


• Liderazgo
• Lealtad
• Compromiso
• Prudencia

–> Capacidades para establecer vínculos interpersonales:


• Inteligencia emocional
• Amor
• Sentido del humor
• Empatía y altruismo

–> Sistema de valores como metas que orientan los comportamientos:


• Sentido de justicia
• Capacidad para perdonar
• Gratitud
• Espiritualidad

80
E. El modelo “Llanto de dolor” de la Escuela de Oxford:
un aporte clínico

A continuación se incluye una traducción extractada del capítulo 5 del Ma-


nual internacional de suicidio e intento suicida producido por referentes de la
Escuela de Oxford sobre el comportamiento suicida como “llanto de dolor”.
Si bien este modelo no aporta componentes necesariamente cuantificables se
estima pertinente su inclusión por la gran relevancia clínica que el mismo
aporta.

Este modelo trata de identificar las condiciones que predisponen a


una conducta suicida, sin hacer principal foco en sus consecuencias. Sobre
las bases de nuestra revisión de los modelos psicodinámicos, las variables
de la personalidad y los factores cognitivos que fueron asociados con la
conducta suicida, sugerimos que los eventos puntuales estresantes que
preceden a la conducta suicida son aquellos que señalan “derrota”; los
procesos psicológicos particulares que incrementan la vulnerabilidad son
aquellos que señalan que “no hay escape” (por ejemplo la incapacidad
para la resolución de problemas y el déficit en la memoria autobiográfica);
y los procesos psicológicos particulares que llevan a que una crisis se con-
vierta en una crisis suicida son aquellos que señalan que “no hay salida”,
incrementando la desesperanza a través de, por ejemplo, juicios sesgados
acerca del futuro.
(…)
Zilboorg (1937) criticó la postura de ver al instinto de muerte como
explicación del suicidio. Él desarrolló las ideas de Freud argumentando
que la venganza, el miedo, el rencor y las fantasías de huída son usual-
mente los disparadores del suicidio. También sugirió que la mayoría de los
suicidios son actos impulsivos. Su trabajo amplió la mirada sobre los me-
canismos internos para incluir a los factores externos. Menninger (1938)
sugirió que los suicidios poseían tres componentes psicológicos: el deseo
de matar, el deseo de ser matado y el deseo de morir. Litman (1967) coin-
cidió en que la dinámica subyacente al comportamiento suicida involucra
algo más que hostilidad. Sostuvo que los sentimientos de abandono, falta
de sostén y desesperanza deben ser tenidos en cuenta, así como los esta-
dos emocionales de culpa, furia, ansiedad y dependencia.
(…)

LA CONDUCTA SUICIDA COMO UN LLANTO DE DOLOR

Williams (1907) sugiere entender el comportamiento suicida (siendo


el resultado o la vida o la muerte) como un “llanto de dolor”. La conducta
suicida es vista como un intento por escapar de una trampa (“vuelo arres-

81
tado” en términos sociobiológicos), un sentimiento dual de haber sido
vencidos, derrotados y a su vez encerrados o atrapados. Esta sensación de
haber sido derrotados puede surgir de circunstancias externas (por ejem-
plo relaciones personales pobres, desempleo, estrés laboral), o de confu-
siones internas incontrolables. El aspecto importante de ese estrés es que le
indican al sujeto que ha fracasado en algún aspecto importante de su vida.
Esta derrota activa mecanismos psicobiosociales primitivos (antiguos evo-
lutivamente) (…) De todos modos, para disparar una respuesta de derrota
intempestiva en la cual la persona tenderá a darse por vencida, también
es necesario que haya una sensación de estar atrapado en la situación: la
persona cree que no habrá nada que pueda hacer para escapar de aquellos
acontecimientos que le resultan en extremo perturbadores. Por otra parte,
la persona cree que existe una ínfima probabilidad de ser rescatada de la
situación por otras personas o circunstancias; así la conducta suicida es
vista como un “llanto de dolor” que es provocado por una combinación de
circunstancias en las cuales la persona se siente derrotada, donde parecie-
ra que no hay posibilidad de escape o rescate alguno, y donde los medios
por los cuales una persona puede lastimarse a sí mima están disponibles.
¿Cómo es que este modelo cuenta tanto para la auto-agresión no fatal,
como para las conductas suicidas fatales y el suicidio mismo? De acuerdo
a esta teoría, una persona es sensible al grado en el cual hay potencial de
escape de cualquier situación estresora (o sea, potencial para escapar del
estrés exterior o de los propios síntomas de la persona). Cuando el escape
está o parece estar bloqueado, entonces se puede observar un rango de
respuestas, dentro de las cuales una de ellas es la conducta suicida. En las
etapas más tempranas de la secuencia, cuando el potencial de escape es
puesto a prueba pero no eliminado, los intentos por escapar estarán carac-
terizados por altos niveles de actividad, furia y protesta. Esto es análogo a
la respuesta temprana ante pérdidas amenazantes que se observa en ani-
males y humanos (Bowlby, 1969, 1973, 1980).
Así, la conducta suicida menos “grave” es un intento por restablecer
las vías de escape que siguen al fracaso o al rechazo, representando una
“protesta” temprana o fase de reactancia del guión psicobiosocial que si-
gue al abatimiento y a la impotencia amenazante. Los intentos de suicidio
letales y los suicidios llevados a término representan el “llanto de dolor”
de una persona que se siente completamente derrotada, sin vías de escape
y sin posibilidades de ser rescatada. Las personas que tienen estándares
perfeccionistas podrían, por razones que no están por completo claras,
dirigirse directamente a esta fase desesperada de la secuencia. El primer
intento de sus vidas puede ser muy peligroso y terminar en la muerte.
El modelo del “llanto de dolor” enfatiza el factor “reactivo” en la con-
ducta suicida (la forma en que es provocado por una determinada com-
binación de circunstancias), más que el factor “comunicacional” (la forma
en que algunos lo ven como un grito o pedido de ayuda, por ejemplo).

82
Como un animal apresado en una trampa que llora de dolor, el llanto está
provocado por el hecho de estar atrapado y padeciendo dolor. Sólo secun-
dariamente el llanto es un intento por pedir o atraer ayuda; aunque esto
puede ser una consecuencia del incidente, la conducta no está motivada
por, ni depende de sus consecuencias. En términos de la teoría del apren-
dizaje, no es “operante”. Por supuesto que es posible que en algunos ca-
sos de conducta suicida a repetición la respuesta venga a funcionar como
operante; pero parece ser más conveniente y de mayor utilidad hacer foco
en aquellos aspectos relativos a la forma de ser de la persona, su forma de
pensar (cognición) y su entorno, que preceden y provocan tal conducta.

CONCLUSIONES

Se ha encontrado un cierto número de variables psicológicas aso-


ciadas a la conducta suicida: impulsividad, pensamiento dicotomizado,
restricción cognitiva, desesperanza, déficit en la resolución de problemas,
memoria autobiográfica sobre-generalizada y parcialidad en los juicios fu-
turos. Hemos sugerido que lo importante de estas variables es el rol que
juegan en incrementar la probabilidad de que ante ciertos eventos o su-
cesos se reaccione de forma catastrófica. O sea que nos ayudan a com-
prender, en primer lugar, qué elementos de las experiencias de vida sean
con mayor probabilidad los disparadores de dicho comportamiento (su-
gerimos que los sucesos de vida que indican derrotas o frustraciones son
muy importantes en este punto); en segundo lugar, qué mecanismos con-
tribuyen a la sensación de que no hay salida posible a las consecuencias de
esos fracasos (déficits en la memoria que impiden el acceso a estrategias
específicas y útiles usadas en el pasado), y por último, los mecanismos que
subyacen a la creencia de que no habrá posibilidad de rescate en el futuro.
El modelo del “llanto de dolor” enfatiza los aspectos de la persona
y las circunstancias que provocaron el comportamiento en cuestión (las
“condiciones disparadoras”), y explícitamente quita el énfasis al factor
comunicacional del “llanto por ayuda” que ve esa conducta como deter-
minada por sus consecuencias. El “llanto de dolor” puede ser mostrado
primero en su aspecto de “protesta”, puesto que una persona se da cuenta
de que el potencial de escape se está reduciendo y busca retomar el con-
trol. Pero algunos individuos pueden velozmente caer en la fase posterior
de desesperanza en la cual el “guión de fracaso” psicobiosocial es provo-
cado por la percepción de un rechazo o pérdida incontrolables, en la que
la salida o el rescate son vistos como imposibles. Bajo estas circunstancias
la falta de apoyo social y el disponer de motivos letales hacen probable
una conducta extrema de auto-agresión. La intensidad de la conducta en
todas las fases depende no sólo de la severidad de los sucesos que la han
provocado, ni del temperamento (inestabilidad afectiva), ni de la historia
de aprendizaje de los sujetos; sino también de la labilidad de los substra-

83
tos biológicos de la conducta impulsiva y destructiva. Contra estos an-
tecedentes podemos ver cómo el hecho de comprender los mecanismos
psicológicos puede crear un puente vital en la investigación de los factores
sociales y los factores biológicos para ayudarnos en el camino hacia un
conocimiento más profundo de la conducta suicida.
Williams, J. & Pollock, L. (2000)

F. Referencias y Bibliografía

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84
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Clase Nº 3: Evaluación del riesgo suicida:


instrumentos, protocolos y ámbitos

Bibliografía complementaria de consulta:

Paulus, N. (2004). Del concepto de riesgo: Conceptualización del riesgo en Luhmann y Beck. Revista Mad.
Nro. 10. Departamento de Antropología. Universidad de Chile.
MARTÍNEZ, C. (2007) Introducción a la Suicidología. Teoría, Investigación e Intervenciones. Lugar Edito-
rial. (Capítulo 2)

A. Riesgo y vulnerabilidad psíquica

El concepto de Riesgo se desarrolló en el siglo XVI con la expansión del co-


mercio marítimo y la necesidad de asegurar la eventual pérdida de un navío
expuesto a varios peligros: naufragio, robo o desaparición.
La Network for Risk Analysis and Management de Bélgica define el riesgo
como una estimación ponderada entre la aparición o no, de un futuro daño.
Por lo tanto esa probabilidad de que ocurra un acontecimiento perjudicial es
inherente a cualquier actividad humana, lo que equivale a decir que cualquier
humano está expuesto al riesgo.

85
Dicha ponderación se articula en cuatro fases:
• identificación,
• evaluación,
• gestión y
• comunicación de los riesgos
Este concepto es aplicado al ámbito de la Salud Mental siendo transitado y
desarrollado multidisciplinarmente, tal como el fenómeno que nos propone-
mos estudiar: el suicidio, y más particularmente el riesgo suicida.
El riesgo entonces es un valor calculable cuyos márgenes están confor-
mados por la certidumbre donde el valor que toman todas las variables es
conocido, y la incertidumbre, cuando sólo conocemos aproximadamente el
valor que tomará una variable, pero desconocemos con qué nivel de probabi-
lidad. Entre ambos bordes el contexto de riesgo se da cuando las variables no
toman un único valor sino varios, pero la probabilidad de ocurrencia de esos
valores es conocida. Veremos más avanzada la clase cómo se realiza el Cálculo
del Riesgo.
La adaptación del concepto de Riesgo de las ciencias básicas a las ciencias
sociales cuenta entre sus destacados autores a Ulrich Beck y Niklas Luhmann
(Paulus, 2004).

Luhman & Beck en Sociología del Riesgo plantean que

CUANDO SE HACE UNA EVALUACIÓN DE RIESGO, SE TIENE


QUE EVALUAR LOS RIESGOS IMPLICADOS EN SU PROPIA CONCEP-
CIÓN DE RIESGO

Es por eso que debemos detenernos en este punto antes de comenzar a ha-
blar de Intervención y de Evaluación de Riesgo y comenzaremos por definir los
conceptos con los que vamos a trabajar.

La VULNERABILIDAD es de origen genético y producto del apren-


dizaje.
Es endógena, relativamente resistente al cambio
Es latente en tanto no es siempre observable
Está muy relacionada con situaciones de estrés:
A) Sucesos vitales percibidos como no deseados o negativos.
B) Acumulación de sucesos menores. (Lazarus)


Vulnerabilidad y Riesgo no son sinónimos

RIESGO alude a todas aquellas variables empíricamente asociadas


con el aumento de la probabilidad de estructurar una patología o producir
un evento.

86
Conocer dichas variables sirve para predecir tal probabilidad. No nos dice
NADA respecto a los mecanismos mediante los cuales se genera esa patología
o evento. La noción de riesgo remite a variables correlacionales y descriptivas.
Para algunos autores, el único tratamiento efectivo es el que modifica las
situaciones de riesgo (pobreza, marginalidad, violencia familiar).
Los sujetos en riesgo desarrollan una patología si poseen mecanismos o
situaciones vulnerables.

Resumimos lo dicho en el siguiente esquema usando la gráfica y conceptualización


de Martina Casullo:

Estrés

Vulnerabilidad
Resiliencia

Resistencia no implica inmunidad

Los factores que determinan la vulnerabilidad pueden ser:


• Biológicos / Corporales
• Cognitivos
• Afectivos
• Socio - conductuales

Cognitivos Afectivos Conductuales Biológicos

Ansiedad
Disminución del No capacidad para Apego inseguro. Genéticos.
control sobre hechos regulación emocio- Evitación social. Falta de regulación
y situaciones nal neurológica.

Depresión
Autopercepción Dificultad para con- Apego ansioso e Aumento de la sensi-
disfuncional. trolar afectos inseguro bilidad. Hereditarios
Atribuciones causa-
les internas, globales
y estables de hechos
negativos.

87
> Un proceso terapéutico es eficaz si logra revertir el circuito de recurrencia
y recuperación, característica del proceso de vulnerabilidad.
> Si los momentos de recuperación y recurrencia son frecuentes, indican
que siguen operando los factores que ubican al sujeto en situación de
riesgo.
> La menor recurrencia de un trastorno puede indicar la disminución de la
vulnerabilidad.

Beck (en Paulus, 2004) desarrolla su idea de una “Sociedad del Riesgo” la
cual entiende como una fase de la modernidad en la que las amenazas que ha
ido produciendo el desarrollo industrial (políticos, ecológicos, e individuales)
escapa, crecientemente, del control de las instituciones destinadas a su protec-
ción. Esto plantea el problema de la autolimitación de ese desarrollo, así como
la tarea de redefinir los estándares (de responsabilidad, seguridad control,
limitación de daños y distribución de consecuencias de éstos) establecidos
hasta el momento atendiendo a las amenazas potenciales.
En este sentido, Beck caracteriza la “Sociedad del Riesgo” como una socie-
dad que no está asegurada ya que sus riesgos son incuantificables, incontrola-
bles, indeterminables e inatribuibles.
“El potencial transformador de modernidad empieza a resquebrajarse por los “efec-
tos secundarios latentes” que por una parte generalizan los riesgos para la existencia
y, por otra, actualizan lo que era latente. Lo que no vemos ni queremos siempre cambia
el mundo clara y amenazadoramente” (Beck, Op. Cit.).
De acuerdo con esta definición es pertinente hablar de un impacto de con-
diciones sociales en la subjetividad, generando una gama singular de factores
de riesgo y de vulnerabilidad.
El ser humano puesto en un determinado contexto social no puede no ha-
cerse cargo o no vivir de esas normativas sociales. No podemos dejar de lado
las condiciones de subjetividad que el contexto social impone, y eso es muy
importante a tener en cuenta en nuestro quehacer, conocer las sociedades en
las que vamos a evaluar y/o intervenir.

El MOMENTO y el PROCEDIMIENTO con que se decide intervenir


en un contexto de riesgo, están íntimamente vinculados a la concepción
dominante de riesgo que reside y habita en un profesional, equipo y/o
formación institucional. Lo mismo para aquelllos equipos y/o institu-
ciones que deciden (implícita o explícitamente) no intervenir. Su expli-
citación por parte de los responsables favorece la Evaluación de la Im-
plicación.

Sabemos ya que en el caso puntual de la problemática suicida, cada sui-


cidio tiene a su vez, SU PROCESO DE GESTACIÓN; entonces, estaremos
viendo o analizando retrospectivamente, a partir de un hecho consumado, una
historia de riesgo que se vino dando desde hace tiempo (mucho o poco, de-

88
penderá del caso) y por falta de intervención anterior o porque las mismas no
hayan sido adecuadas, se produjo un suicidio, un intento o varios.
Hay toda una historia de la que tendremos que dar cuenta, por lo cual
tendremos que buscar los elementos que den cuenta de esa historia, incluirla
y ver cómo a partir de nuestra inclusión podemos precisar riesgos para hacer
prevención o posvención de ahí en más.
La definición de Beck hace referencia al Riesgo en tanto amenazas de au-
todestrucción de la vida en la tierra a partir del proceso civilizatorio, de mo-
dernización. El riesgo, para este autor, se constituye así como una categoría
conceptual que permite entender daños -en este caso, que afectan a la natu-
raleza-. Podemos pensar la analogía en la temática que estamos analizando.

“Los riesgos no se agotan en consecuencias y daños que ya han tenido


lugar, sino que contienen esencialmente un componente futuro” ”El centro
de la conciencia del riesgo no reside en el presente, sino en el futuro. En la
sociedad del riesgo, el pasado pierde la fuerza de determinación para el
presente…”
(Beck, Op. Cit.)

Las maneras en que se perciben los riesgos, están sujetas a


Procesos Sociales de Definición.

Se tratará entonces de una Atribución Causal, donde la ciencia y la creen-


cia juega un papel de suma importancia.

Se pondrán en juego en dicha conceptualización/atribución diversas ex-


pectativas de daño y amenazas y deberán ser tenidos en cuenta en cada caso
las características sociales, materiales, locales y temporales.

Además de ser constituyente en la forma en la cual se percibe el ries-


go, el elemento social también es definido a partir de esta relación.
En el contexto de las sociedades caracterizadas por el riesgo, la con-
ciencia de éste determina la realidad.
LA DIMENSIÓN COGNITIVA
ES UN ELEMENTO ESENCIAL EN EL RIESGO.

Nos referiremos ahora a las conceptualizaciones de Luhmann respecto del


Riesgo (en Paulus, 2004).

Según sostiene el autor, tanto la distinción entre RIESGO / SEGURIDAD


como la distinción RIESGO / PELIGRO, se constituyen de manera asimétrica ya

89
que en la sociedad moderna no quedan peligros que puedan ser externamente
atribuidos. Exponerse a un peligro constituye un riesgo.
Así visto el riesgo está presente sólo en la medida que las consecuencias
son atribuibles a las decisiones.

La ATRIBUCIÓN es el producto de la OBSERVACIÓN del actuar,


que indica el punto de vista del observador.

Eventuales daños son imputados al entorno –> Peligro


o bien
a eventuales decisiones realizadas en contextos de contingencia.

DECISIÓN: El componente decisional, vinculado íntimamente a la


contingencia, adquiere relevancia en la medida que la perspectiva del pe-
ligro es postergada por la del riesgo.

“Sólo se habla de Riesgo si y en la medida en que las consecuencias pueden atri-


buirse a las decisiones”. Dado que “Toda decisión puede dar lugar a consecuen-
cias no queridas. Lo único que se puede conseguir cambiando de decisión es variar la
distribución de ventajas y desventajas, así como probabilidades e improbabilidades”
(Luhmann, Op. Cit.).
Desde esta perspectiva el riesgo aparece como un aspecto de las decisiones,
las cuales son tomadas en un tiempo presente.
Si tomamos las categorías de probable – improbable y las hacemos pasar por
la variable “tiempo” obtenemos una observación en el presente, una evalua-
ción ex post facto de lo sucedido en el pasado y una previsibilidad hacia el
futuro, siempre ligadas (de acuerdo a este autor) a la calidad de decisiones to-
madas por una persona, grupo o formación colectiva más amplia y compleja.
Además de ratificar y complementar la posición anterior, sobre la “Sociedad
del Riesgo”, esta conceptualización permite establecer parámetros cualitati-
vamente diferenciados en la construcción e implementación de instrumentos
de evaluación e intervención, tanto en lo que hace a su pertinencia temporal
con respecto a una situación considerada de riesgo como en lo atinente a la
amplitud del campo de observación. Habilita la validación de recursos que
ofrezcan previsibilidad, como por ejemplo los estudios epidemiológicos de
prevalencia e incidencia y los análisis cualitativos de “casos”, que además de
orientar en la tarea clínica psicoterapéutica posibilitan la orientación preven-
tiva tanto individual como familiar o comunitaria.
Luhmman al sostener que tanto el esquema riesgo-seguridad como riesgo -
peligro son asimétricos, está diciendo lo mismo que Beck, de otra manera: No
está todo asegurado ni es posible que esté todo asegurado.
Supongamos idealmente que esta disparidad riesgo-seguridad/ riesgo-pe-
ligro se juega a favor de la relación riesgo-seguridad, es decir que haya mas
seguridades que peligros en relación a los riesgos existentes. No siempre tener

90
abundancia de seguridades implica una erradicación de la amenaza, por lo
tanto

Si hay AMENAZA ———> Hay VULNERABILIDAD

Si hay relación entre AMENAZA y VULNERABILIDAD

Hay relación de RIESGO

Todo este desarrollo acerca de las concepciones de Riesgo nos sirve para ir
pensando por qué tenemos que definir riesgo y evaluar el riesgo de una determinada
manera. Manera por la cual sepamos lo que estamos evaluando.

Una vez observado el campo, tenemos que definir cuál es la Contex-


tuación del Riesgo, cuáles son los factores predominantes, y ver qué es lo
que se va a hacer en ese lugar y cómo lo vamos a evaluar.

Por ejemplo,
¿Es lo mismo evaluar riesgo en una Asociación de Prevención del Suicidio que
evaluar riesgo en un Hospital, Sanatorio, Universidad o Comunidad?
En cada caso cambia la demanda. En una institución como la Asociación Ar-
gentina de Prevención del Suicidio, hablar de riesgo supone hablar de riesgo alto
de suicidio. Muy difícilmente si se evalúa riesgo en la Institución se encuentre
con riesgo bajo o moderado, por lo tanto, ya cuando se evalúa hay que tener
una determinada conceptualización de riesgo y determinadas medidas para
atenuarlo. Es decir, que la disparidad entre el paradigma riesgo – peligro y el
paradigma riesgo – seguridad en este punto sea lo menos asimétricos posi-
bles.

B. Cálculo del riesgo

Hablaremos a continuación del CÁLCULO DEL RIESGO, concepto que


da el Centro Regional de Información sobre Desastres de Costa Rica (1998), el cual
define, más ampliamente, tres variables ya trabajadas anteriormente:

AMENAZA (A): probabilidad de que un fenómeno, de origen natural


o humano, se produzca en un determinado tiempo y espacio. Peligro (po-
tencial) de que las vidas o bienes materiales humanos sufran un perjuicio

91
o daño. Posibilidad a la que están expuestos los pobladores de un deter-
minado lugar.

VULNERABILIDAD (V): Una sociedad frágil es vulnerable. Una so-


ciedad vulnerable es menos capaz de absorber las consecuencias de los
desastres de origen natural o humano provocados, ya sea por fenómenos
o accidentes frecuentes y de menor magnitud, por uno de gran magnitud,
por uno de gran intensidad, o por una acumulación de fenómenos de in-
tensidades variadas. La vulnerabilidad es también la debilidad, incapaci-
dad o dificultad para evitar, resistir, sobrevivir y recuperarse, en caso de
desastre.

RIESGO (R): Probabilidad de daños sociales, ambientales y econó-


micos en un lugar dado y durante un tiempo de exposición determinado.
Esquemáticamente hablando, es el resultado de una o varias amenazas en
relación a los factores de vulnerabilidad.
V<>A=R

Como ya vimos, Beck y Luhmann, sostienen que

EL RIESGO ES LA RESULTANTE DE LA RELACIÓN EXISTENTE


ENTRE VULNERABILIDAD Y AMENAZA

Toda la línea ecológica de riesgo va en este sentido y es interesante para


pensar, sobre todo cuando una de la subescalas de la ISO-30, que es uno de los
instrumentos con el que nos vamos a manejar, es capacidad de afrontamiento.
Lo que vamos a ver clínicamente es que por lo general el colapso, la cri-
sis, se desarrolla, en principio, cuando la amenaza es percibida; y segundo,
cuando es percibida como mayor que los recursos que se tiene para defen-
derse de esa amenaza.
Hay pacientes que vienen haciendo un trabajo desde hace años y que es-
tán muy bien, pero hay ciertas representaciones que activan casi automática-
mente su esquema de vulnerabilidad entonces, dentro de todo ese contexto
de bienestar, aparece algo (por lo general estamos hablando de pacientes pos
traumatizados). Todos sabemos lo que cuesta erradicar una representación
traumática en una persona, quizás no la erradiquemos nunca, lo que sí po-
demos hacer es atenuar sus efectos y a veces atenuar sus efectos es llevarla
a su mínima expresión entramando vulnerabilidades con resiliencias, en un
proceso de aprendizaje conciente.

¿QUÉ ES LO QUE PASA CON LA DESTRUCTIVIDAD Y LA VIOLENCIA


EN EL DESPLIEGUE DE LAS CONDUCTAS AUTODESTRUCTIVAS?

92
La conducta autodestructiva no se erradica porque el interjuego de Eros
y Tánatos nos constituye, nos habita permanentemente, es decir, sin Tánatos
no hay Eros para la estructura. El trabajo que se intentará realizar, en todo
caso, será la diversificación de ese Eros, ir posibilitado su consolidación:
Producir una ampliación del campo simbólico.
Uno de los indicadores de riesgo de la conducta autodestructiva es el estre-
chamiento del campo simbólico. Cuando se empieza a trabajar produciendo en
un proceso terapéutico ensanchamiento del campo simbólico existe un mejor
pronóstico.
Hay que tener en cuenta que no siempre tener más recursos es sinónimo
de bienestar, en general, todos los pacientes viven el reencuentro con sus re-
cursos, después de un proceso traumático, como algo peligroso. Porque esos
recursos usados de determinada manera, y articulados de otra manera, son
los que la han llevado a esa situación. La creatividad es sumamente peligrosa
en contextos de vulnerabilidad y es sumamente dañina si el contexto de apli-
cación no es
• Progresivo
• Cuidadoso
• Reforzado
• Revisado

UNA NOTA DE ATENCIÓN CON IMPLICACIONES CLÍNICAS: No


siempre ir al encuentro de un mayor abordaje simbólico, de un mayor anda-
miaje simbólico personal, es tranquilizante. Es más, diría que en principio es
exactamente lo contrario, es amenazante.

Volviendo a la Percepción de Amenaza, esta es netamente singular, por


lo tanto, en la clínica tenemos que intentar entender y preguntarle a nuestros
pacientes o consultantes cómo se constituye esa percepción de amenaza para
ellos. Seguramente esa percepción de amenaza va a tener componentes que
nos pueden parecer irracionales, y no por eso va a dejar de ser amenazante
para esa persona y a tener incidencia en su proceso de construcción del riesgo.

Justamente EVALUAR EL RIESGO es saber


- QUÉ es amenazante,
- POR QUÉ es amenazante
- En QUÉ CONTEXTO lo es

Volviendo sobre el Modelo Ecológico, podemos poner como ejemplo un de-


sastre natural como las inundaciones de Tartagal en la provincia de Salta, en
Argentina.
Tartagal es una ciudad que está a varios metros por debajo del nivel del río, por lo
tanto cuando el río crece se inunda la ciudad, entonces, podemos decir que toda cre-
ciente es amenazante, los sistemas vulnerables están mas en riesgo de desaparecer que

93
los que no lo son y de acuerdo al tipo de defensa que se establezca, el riesgo es mayor o
menor. Si se construye un paredón de dos metros se defiende a la ciudad de la creciente,
pero está mucho mas defendida una ciudad que está por encima del nivel del río que
una que está por debajo con un paredón.
El ser humano se ha preocupado por hacer vivibles ciertos contextos na-
turales, el tema es cuánta preocupación hay, de manera análoga, para hacer
vivibles ciertos contextos ambientales de relación. A veces no es tan sencilla
de llevar a la vida la analogía que reside en el intelecto, sabemos que posible-
mente hay una parte de esa constitución ambiental que si es modificada se
modificará también la respuesta de ese ser humano que habita ese ambiente.
Por más conductista que sea el planteo, sabemos que ocurre así, si se modifica
el estímulo, por lo general se modifica la respuesta. Esa modificación está su-
jeta a la misma complejidad de las relaciones de conducta: El sistema de rela-
ciones no es ni lineal ni unívoco. Su complejidad operatoria se va a manifestar
en el lenguaje, en las articulaciones del Discurso.

Dentro del Modelo Ecológico, el riesgo se define como el resultado de la arti-


culación entre amenaza y vulnerabilidad; en lo netamente humano, subjetivo,
lo que vamos a ver es que es “percepción de...”

- PERCEPCIÓN DE AMENAZA

- PERCEPCIÓN DE VULNERABILIDAD

En general los seres humanos cuando vemos que la amenaza nos sobrepa-
sa y no podemos defendernos tenemos alguna reacción: pánico, escape, de-
fensa. El no tener esa capacidad de respuesta ya es un indicador del vínculo
de la persona con el riesgo.
La cuestión de lo destructivo en lo estructural de la sociedad, de los seres
humanos, de sus producciones, no es patrimonio de la Psicología, estamos
hablando de algo que es una característica inherente a lo humano.

Recordemos, volviendo a Beck, que no hay definición de riesgo que con-


temple todos los aspectos del riesgo. Esto no solamente hay que soportarlo,
además hay que poder dar cuenta de esto.
Es importante, tanto en el pensamiento clínico como en el científico, saber
lo que NO se está haciendo. No se puede explicar todo, pero en función de los
instrumentos que se usen, se va a poder saber qué se logra explicar y qué no.

Entonces, de acuerdo a estos autores, SEGÚN CÓMO CONSTRUYA


LA DEFINICIÓN DE RIESGO, YA ESTOY ASUMIENDO UNA CUO-
TA DE RIESGO -POR LO QUE SE INCLUYE Y POR LO QUE SE DEJA
AFUERA- CON LO CUAL ESTOY DICIENDO QUE NO HAY VERDAD
ABSOLUTA EN LA EVALUACIÓN DE RIESGO.

94
Recordemos lo que afirma José Bertolotte (2004), a lo cual nos hemos refe-
rido en la clase anterior,

–> Las intervenciones no son buenas ni malas en sí


sino en relación a un contexto

Es importante dar cuenta de lo que se incluye y conocer y justificar lo que


deja afuera. En primer lugar, para que no sea amenazante; en segundo lugar,
para que la honestidad intelectual sea la que merece cualquier trabajo profe-
sional, pero además, cuando estamos trabajando con personas, para que ope-
re como ordenador de las reglas de intercambio vincular que se van a dar en
esa interacción.

–> Debemos pensar lo que significa el concepto de riesgo y lo que


significa evaluar riesgo en los contextos donde nos movemos habitual-
mente.

En un contexto donde el riesgo es alto se deben tomar precauciones. Por


ejemplo, por nombrar sólo un detalle, si trabajamos con suicidas en pisos altos
las ventanas deberán estar cerradas. Porque hay una base de ese paradigma
riesgo-peligro que ya se lo conoce, se sabe que va a estar en juego, enton-
ces hay que oponerle ciertas medidas del paradigma riesgo-seguridad, por lo
menos dentro de lo que es controlable con esa persona en ese ámbito. En el
mismo sentido se podría incluir que con cierta población no haya vidrios en
el baño (espejos, etc...) o que si alguien se retira afectado o mal de una reunión
comunitaria, algún coordinador lo acompañe, le posibilite una breve entrevis-
ta y programe un turno para el día siguiente. Quedarán muchas cosas segura-
mente afuera de nuestra evaluación de riesgo, pero sí tiene que estar incluido
que estamos trabajando con una población de alto riesgo.
Si uno no está dispuesto a esto, sería bueno que no ocupe ese lugar, como
si no está dispuesto a poner el cuerpo en una situación de riesgo donde, por
ejemplo, los adolescentes se matan, sería bueno que a esa intervención no asis-
ta y si no se está dispuesto a atender pacientes que están diciendo que se van
a matar y que van a hacer intentos de suicidio durante el tratamiento, sería
bueno que no tome esos pacientes.
Es doloroso trabajar con el dolor, es doloroso trabajar con el sufrimiento,
y es doloroso reconocer la castración, la imposibilidad, y puede suceder que
uno en la propia historia tenga una serie de componentes vitales que lo con-
muevan de determinada manera que le impidan intervenir en estos casos.
¿Qué se hace con un caso así? Se deriva realizando un seguimiento de la
derivación hasta que el paciente está instalado en otro vínculo terapéutico.
Por el propio bien y por el bien del paciente. Si no, estamos generando un
daño, porque el otro está produciendo una demanda, un grito, un pedido, que
espera ser satisfecho de alguna manera.

95
Entonces,

• Debemos cuidar el contexto en el que se va a evaluar para que eco-


lógicamente las amenazas sean tomadas en consideración, sin percibirlas
como inabordables si se tienen los recursos para hacerlo

… además, por una cuestión de planteo ético, si se decide intervenir

• Tiene que tener cierta expectativa en cuanto a las posibilidades de


resolución que su intervención aportará en dicha situación, a partir de
los conocimientos que posee como profesional y el análisis de la propia
implicación.

Todo esto hay que evaluarlo antes, no después.

C. Evaluación

Evaluar no significa necesariamente propiciar la evitación de un acto.


Evaluar, significa, entender qué es lo que pasa y por qué. Y entender qué es
lo que pasa no nos lleva automáticamente al cambio del comportamiento
autodestructivo de esa persona. Nos lo permitirá, si la comunicación es em-
pática y el vínculo se va consolidando con acuerdos parciales y progresivos.

Conducir el proceso de resolución de un problema, implica conocerlo.


Conocer en este caso supone, además de aceptar la existencia de un riesgo,
saber cómo está conformado el mismo en sus variables subjetivas, familiares
–actuales e históricas- y contextuales, tanto en lo que hace al riesgo en sí como
a la potencialidad para que dicha disposición se materialice en una decisión y
acción autodestructiva.
Tomar una decisión de incluir a un sujeto en un grupo o en un programa,
derivar un consultante a una intervención específica o internar un paciente
con riesgo y potencial suicida, hace necesaria la tarea de evaluación por parte
del equipo profesional que interviene, que preferentemente deberá ser inter-
disciplinario.

–>Deben tenerse en cuenta los lineamientos éticos que regulan la práctica profe-
sional en cada uno de nuestros ámbitos de trabajo, siendo responsables de tomar las
precauciones y recaudos necesarios, acordes a la problemática que se decidió abordar.
Los instrumentos o técnicas que se utilizan al momento de llevar a cabo la evaluación
de riesgo y potencial suicida, tal como todas las técnicas, deben ser administrados en
forma responsable.

96
Antes que nada tenemos que tener en cuenta las implicancias que tiene
evaluar de una manera o evaluar de otra.

¿Qué quiere decir EVALUAR?

• EVALUAR SIGNIFICA OTORGARLE UN VALOR A ALGO, VALO-


RAR ALGO O JUSTIPRECIARLO.

Toda evaluación es un proceso mediante el cual, desde un modelo teórico,


se intenta comprender un fenómeno concreto, en sus aspectos manifiestos y
latentes. Para categorizar, comparar, analizar y contrastar se hace necesaria
la utilización de diversos recursos cualitativos y cuantitativos: entrevistas,
guías, cuestionarios y/o escalas, entre otros (Casullo, 2004).
Cuando evaluamos riesgo, estamos interviniendo en alguien que está vivo,
CON TODO LO QUE ELLO IMPLICA, entonces se hace una evaluación pros-
pectiva, es decir, qué es lo que puede pasar y cuál puede ser el alcance de nues-
tras decisiones y métodos.
En primer lugar debemos definir cómo conceptualizaremos el suicidio, o
más precisamente, cómo conceptualizaremos “Riesgo Suicida”.

–> EVALUAR QUIERE DECIR VALORAR UN DETERMINADO FE-


NÓMENO EN FUNCIÓN DE UNA DETERMINADA CONSTRUCCIÓN
TEÓRICA.

Si bien existen varios instrumentos para la medición del riesgo suicida:


Inventario de Beck, Escala de Hamilton, Escala de riesgo suicida de Plutchick,
Escala de California de riego suicida, MAST, SAD PERSONS, entre las más co-
nocidas; algunas miden depresión, adjudicando una correspondencia directa
entre depresión y suicidio. Otras son poco precisas indicando actitudes favo-
recedoras de la conducta suicida pero no su nivel de riesgo (Martínez, 2007).
En Argentina las dos colegas que más han trabajado sistemáticamente so-
bre el tema son Casullo (Casullo: 1998, 2002; Casullo & Fernández Liporace,
1997; Casullo, Bonaldi & Fernández Liporace, 2000; Casullo, Fernández Li-
porace & Contini de González, 2005 y Fernández Liporace & Casullo, 2006) y
Passalacqua (Passalacqua y otros: 1996, 1997, 1998; Passalacqua, 1999 y Me-
nestrina, Passalacqua y otros, 2001), desarrollando y adaptando instrumentos
de evaluación e investigación como la ISO 30 y la Escala ESPA del Rorschach,
que permiten identificar población en riesgo, adolescente y adulta respectiva-
mente (Martínez, 2007).
Este curso se va a centrar en la descripción y desarrollo del Inventario de
Orientaciones Suicidas -ISO 30- de King y Kowalchuk (1994), adaptado a po-
blación adolescente argentina por Casullo (1998) y la Ficha de Evaluación de
Riesgo Suicida, confeccionada por la Asociación Argentina de Prevención del
Suicidio. Estos dos serán los que trabajaremos a partir de la próxima clase.

97
Al ocuparnos de qué es lo que pasa en una persona con la vivencia suicida;
desde nuestro marco teórico –Suicidológico- se va a tener en cuenta el cons-
tructo CONTINUUM AUTODESTRUCTIVO que va desde el gesto hasta la
consumación. El suicidio tiene una construcción paradojal, no solo destruye,
sino que también construye. Construye la destrucción. En la cuestión para-
dojal, en todo ese continuum autodestructivo se va construyendo la idea, el
modo y la intensidad de la destrucción. Se va construyendo la planificación
del evento autodestructivo, hay una construcción de la destrucción.
Se trata de un continuum que va desde la aparición del sentimiento de des-
esperanza hasta la realización del intento suicida.

–> Pueden distinguirse por lo menos 3 fases:

1) Ideación suicida en la que el sujeto piensa en cometer suicidio.


2) Duda o fase de ambivalencia donde el individuo pasa de la idea a plantear-
se la posibilidad de pasar a la acción, como solución a sus conflictos. Suele
ser variable en la duración y en los individuos impulsivos esta fase puede ser
breve o no existir.
3) Decisión, en la que se constituye el pasaje a la acción de lo previamente
planificado.

Mientras más temprana y eficaz sea la intervención del agente sanitario


mejor pronóstico tiene el paciente
y se producirá la disminución de muertes por esta causa.

El acto suicida tiene varios estadios que van desde la consideración de éste
como una opción posible hasta la adopción de la decisión con planes, prepa-
ración previa y aparición de calma repentina.

Las SEÑALES DE PELIGRO del comportamiento suicida que se de-


ben observar son las siguientes:
1) Comportamiento autoagresivo
2) Comportamiento pasivo ante frecuentes agresiones del entorno social
3) Cambios bruscos en los hábitos de comer y dormir
4) Presencia frecuente de desvaloración
5) Miedo a la separación
6) Cambios súbitos en el estado de ánimo
7) Presencia de poco interés hacia el trabajo y hacia la vida en general
8) Pérdida o ausencia de amigos
9) Pérdidas recientes e importantes: afectivas o de status
10) Obsesión con la muerte o pensamientos recurrentes en torno a ella
11) Repartir objetos muy queridos
12) Realización de testamentos o cartas de despedida
13) Presentar sentimientos de desesperanza o desilusión frecuente

98
14) Presencia de deseos de muerte o fantasías de autodestrucción
15) Proferir amenazas suicidas a amigos, familiares u otras personas
16) Presentar desesperación, sentimientos de culpa y temor a perder el
control emocional
17) Presentar fantasías de dormirse y no despertar
18) Adolescentes con problemas sentimentales y dificultades en su comu-
nicación
19) Pérdida de la ilusión por el futuro

La existencia de un número mayor de señales de peligro y/o de factores


de riesgo es directamente proporcional al aumento del riesgo suicida.
Estos aspectos son detectables a través del empleo de técnicas para el diag-
nóstico como:
• la observación (directa e indirecta)
• entrevistas: abiertas, dirigidas y/o semidirigidas
• cuestionarios
• instrumentos/escalas de evaluación, validadas
• encuestas

Estas técnicas exigen para ser eficaces y confiables, algunas condiciones


como precisión y claridad; categorías bien definidas; abordar aspectos principales del
problema; privacidad y discreción, y rol activo del agente sanitario en la utilización
de ellas.

Tendremos que tener en cuenta:

• una escala de letalidad, que tiene que ver con lo mortal que puede resul-
tar el método a utilizar para intentar matarse
• una evaluación de potencial, que tiene que ver con la proximidad del
acceso a los métodos que utilice para matarse
• la existencia de un plan suicida para hacerlo posible

Letalidad, Potencialidad, Posibilidad de rescate y Riesgo son cuatro


elementos para construir una evaluación y tomar una decisión sobre si esa
persona está en riesgo o no.

Debe tenerse en cuenta, a su vez, la calidad y consistencia de los recursos


con los que cuenta la persona para enfrentar las situaciones conflictivas o do-
lorosas que se le presentan o que él o ella sienta como tales.

Al momento de seleccionar las TÉCNICAS DE EVALUACIÓN DE RIESGO


SUICIDA debemos:
- Poder precisar la distribución de riesgo
- Poder precisar las variables con las que se va a trabajar

99
- Asumir que esa definición de riesgo deja afuera variables que implican un
riesgo para nuestra conceptualización e intervención

–> Todo esto debemos tenerlo en cuenta metodológicamente

No debemos olvidar que cuando uno hace una evaluación de riesgo tiene
que considerar los riesgos de su propia concepción de riesgo, y en esa concep-
ción de riesgo se debe considerar también el momento en que se decide “en-
trar” a ese contexto de riesgo.

La evaluación es un instrumento para el desarrollo clínico o investigativo,


pero es un instrumento. Se evalúa para tomar una decisión, para tomar una
determinación, para diseñar una estrategia o elegir una dirección de abor-
daje del problema, para su entendimiento y posterior resolución. Nosotros
evaluamos permanentemente infinidad de situaciones en la vida cotidiana,
aunque realmente no siempre seamos concientes de la instrumentación de esa
evaluación.
En este caso, la evaluación nos ayudará en el sentido de generar un nivel
de protección de quien consulta y de nosotros mismos.
Nos servirá para definir, entre otras cosas:
• si lo puede atender o no
• de qué manera lo podrá atender
• si es necesaria una internación
• si es posible mantener un tratamiento ambulatorio
• si es un paciente adecuado para instrumentar una internación domici-
liaria
• a quién es conveniente llamar
• a quién es conveniente no participar de este tratamiento

Sabremos además cómo está compuesto su riesgo suicida, qué es lo que


se puede hacer y qué no, por el momento. Esto será realizado en una sola
entrevista (de una hora y media o dos horas de duración aproximada), pre-
cisamente por la perentoriedad de la problemática que tratamos y el condi-
cionamiento jurídico que tenemos en una intervención de este tipo. En esa
misma entrevista hay que tomar una determinación y orientar en lo que va a
seguir. Se deberá tener en cuenta la posibilidad de habilitar una infraestructu-
ra comunicacional que le permita a la persona, y/o a sus allegados, ponerse
en contacto con el profesional o con quien se decida que es la persona o insti-
tución pertinente para brindar la ayuda, en caso de que así lo necesite.
Desde el punto de vista jurídico, en este tipo de demanda lo que se exige
que el profesional haga es lo que está obligado a hacer o a administrar, según
la ley. No se le exige al profesional que salve la vida de quien lo consulta, pero
sí, a partir de la toma de conocimiento de la situación de riesgo, se constituye
en responsable de la administración de todo su herramental científico dispo-

100
nible para el cuidado de la vida y la salud de esa persona que lo consulta. El
desconocimiento y/o la desidia en su accionar lo hace pasible de las figuras
jurídicas de mala praxis o abandono de persona.
Para estos pacientes, el darles la posibilidad de que llamen en cualquier
momento es muy aliviante porque tienen donde drenar ese monto de sufri-
miento, tienen ahí la posibilidad de encontrar un interlocutor.
Todas estas son cuestiones propias de la urgencia. Estas intervenciones es-
tán teorizadas y sistematizadas, tienen que ver con la intervención en crisis.
Es una intervención riesgosa, exigente, estresante. Es como cualquier inter-
vención que se hace sobre el dolor, hay un punto de empatía con éste y hay un
monto de satisfacción con su alivio.
No podemos olvidarnos que estamos trabajando con el dolor psíquico, y
que él es aliviado a partir de la presencia efectiva de recursos simbólicos, son
operaciones terapéuticas que no producen eficacia en lo inmediato ni auto-
máticamente, pero que van constituyendo un entramado salugénico en la re-
iteración y el reforzamiento de la presencia simbólica efectiva. Lleva todo un
tiempo de elaboración, instalación y reordenamiento de una multiplicidad de
variables intrapsíquicas, vinculares y contextuales. Esta es una tarea laborio-
sa, artesanal, exigente, creativa y también energizante, pero también la res-
ponsabilidad es grande y los temores operantes son, no sólo los del paciente
sino también los del terapeuta, los cuáles deben ser analizados.

Cuando hablamos de instrumentos de evaluación validados científica-


mente no debemos olvidar que dicha validación es realizada para una pobla-
ción determinada. Por ejemplo, será válida para una determinada franja etaria,
para una ubicación sociodemográfica específica, el lenguaje estará adaptado
a esa población en particular. Se requiere de todo un proceso de validación
científica, siguiendo determinados criterios. Ser muy cuidadosos y rigurosos
en este aspecto va a mejorar el nivel de eficacia de nuestras intervenciones.
Una cosa es hablar de criterios clínicos y otra será hablar de criterios cien-
tíficos.
En cuanto a la propia preservación profesional, la misma pasa por conocer
cómo se desarrolla la dinámica del proceso suicida en una persona. Cuando
esto nos es conocido lo podemos atender. No puede resolver lo que no se en-
tiende o se pasa por alto.

D. Entrevista de evaluación de riesgo (primera parte)

A continuación introduciremos el tema que se continuará y se abordará con mayor


profundidad la próxima clase.

El desarrollo de una buena relación de empatía con el consultante resulta

101
de suma importancia para el inicio de la Entrevista de Evaluación de Riesgo.
Se intentará maximizar los beneficios terapéuticos de la entrevista de eva-
luación. Por ejemplo, motivándolo a revelar sus pensamientos; a clarificar la
naturaleza de su problema; y fundamentalmente se le deberá proporcionar
información realista sobre la posibilidad de ayuda.
Se debe desarrollar una actitud de constante autoevaluación, y estar pre-
parados para observar la propia conducta y sentimientos en relación al con-
sultante o a las situaciones que plantee. Por ejemplo, si genera fuertes sen-
timientos en el entrevistador, sean de rabia, angustia, o sobreprotección, es
importante entender estos sentimientos y el modo en que pueden influenciar
su conducta y toma de decisiones.
Los antecedentes y datos que otros informantes puedan aportar son muy
valiosos. Por ejemplo, eventos estresantes acontecidos recientemente, caracte-
rísticas personales que crean conveniente mencionar, o un posible deterioro o
cambio comportamental observado en el consultante.
En estas entrevistas las personas pueden sentirse particularmente vulnera-
bles. En primer lugar, el consultante puede sentirse menoscabado o avergon-
zado por el hecho de solicitar ayuda por este tema. A su vez, puede tratarse de
la primera vez que esté poniendo en palabras sus pensamientos y sentimien-
tos más difíciles, dolorosos y estresantes.
Resulta sumamente importante que quien/quienes consultan sienta/n que
pueden confiar en el entrevistador. Un modo brusco o indiferente es probable
que sea particularmente dañino, dado que puede traer como consecuencia el
ocultamiento de importante información clínica, además de dificultar el com-
promiso del paciente en el proceso de evaluación o su posterior tratamiento.

Se pueden distinguir tres objetivos en la entrevista:

I. Conocer la existencia de patología psiquiátrica mediante la exploración psi-


copatológica o fisiológica, susceptibles de tratamiento
II. Conocer las circunstancias y motivaciones de la conducta suicida (factores
estresantes o acontecimientos vitales)
III. Evaluar los factores de riesgo/protección para suicidio a corto y largo plazo

–> Hay que intentar determinar desde cuándo ha aparecido la ideación


suicida y comprobar si es pasiva (desea no vivir, estar muerto) o activa (que-
rer matarse). Si es activa, hay que valorar el grado de desesperanza y la ex-
pectativa de muerte, también la persistencia de la ideación suicida y pregun-
tar por la existencia de un plan estructurado de suicidio, los métodos que se
pretenden utilizar y la accesibilidad a dichos métodos. También es necesario
saber qué mecanismos de control tiene el sujeto para no realizarlo, cómo consi-
gue controlar esas ideas suicidas y si están implicadas otras personas en sus
pensamientos de muerte.
En muchos casos, dicha evaluación se lleva a cabo cuando el paciente ya

102
ha realizado un intento. Las características del mismo suelen proporcionar
información muy valiosa sobre el verdadero riesgo o intención autolesiva y
por ello deben ser analizadas cuidadosamente.
Distinguir entre planes inmediatos y de largo plazo es fundamental. Lue-
go de una evaluación, se requerirá realizar algunas acciones de forma inme-
diata, como puede ser la decisión de internación, el acompañamiento perma-
nente por parte de familiares y el armado de la “red de sostén”. Otras acciones
serán menos urgentes.
El pronóstico nunca puede ser realizado con certeza. Aún así, el análisis
de ciertos factores podrá indicar un resultado más probable, sea en el corto o
largo plazo. Estos hechos pueden ser útiles tanto en el manejo a largo plazo
del paciente como en las indicaciones que se realicen tanto a él como a sus
familiares.

–> El Equipo de Salud Mental de Úbeda (Ruiz Sánchez, 2004) plantea el enfo-
que de la conducta suicida y su abordaje teniendo en cuenta 3 variables de la
personalidad del paciente suicida:

• La impulsividad: tendencia a no anticipar adecuadamente la relación


actos-consecuencias.
• La baja capacidad para resolver problemas de tipo emocional y práctico.
• La existencia de significados, actitudes y propósitos subjetivos derrotistas o
inadecuados.

A esto se suma la existencia de factores situacionales que se relacionan con


dichas variables tales como problemas socioeconómicos, soledad, enferme-
dad crónica, entre otras.
Postulan que se debe considerar la conducta suicida como un intento de
solución inadecuada a un problema, desde la perspectiva del paciente.

En cuanto a la ACTITUD TERAPEUTICA ANTE EL PACIENTE SUICI-


DA plantean tres estrategias psicológicas básicas a utilizar de manera progre-
siva:
1. FASE INICIAL: Animar al paciente a expresar sus ideas y sentimientos
con una actitud de escucha no crítica (abreacción y escucha empática).
2. FASE INTERMEDIA: Proponer y analizar con el paciente las dimensio-
nes de su problema y plantearle posibles alternativas a los mismos, re-
cabando su opinión (análisis del problema y propuesta de alternativas).
3. FASE FINAL: Acordar con el paciente y acompañantes un tratamiento,
internación o derivación, según el caso, así como acuerdo de contacto: te-
léfonos y servicios con los que puede contar (compromiso con el paciente
y acompañantes).

103
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104
Clase Nº 4: Evaluación del riesgo suicida:
instrumentos, protocolo y ámbitos de intervención

Bibliografía complementaria de consulta:

MARTÍNEZ, C. (2007) Introducción a la Suicidología. Teoría, Investigación e Intervenciones. Lugar Edito-


rial. (Capítulo 2)

A. Entrevista de evaluación de riesgo (segunda parte)

En las Instituciones privadas y/o no gubernamentales que se ocupan espe-


cíficamente del tema se realiza, con aquellas personas que así lo requieren y
tras convenirlo en forma telefónica, una entrevista de evaluación de riesgo y
potencial suicida y de orientación. Las mismas tienen una duración aproxima-
da de noventa minutos, de la cual el consultante se retira sabiendo su nivel de
riesgo y la composición del mismo, con una orientación precisa para él y sus
acompañantes sobre las acciones inmediatas y mediatas a realizar, y de acuer-
do a su contexto, dónde requerir la atención adecuada. Se puntualiza aquí
este tipo de instituciones porque en la primera parte se ha profundizado en el
accionar de una Institución Pública, cuyas responsabilidades y obligaciones
son otras sobre todo en lo jurídico.
Es condición ineludible que la persona por la cual se pide la entrevista
concurra acompañada por su grupo familiar o, en su defecto, por el grupo
conviviente, amigos o personas cercanas preocupadas por su situación y con
capacidad de tomar decisiones o al menos incentivar a que la orientación se
cumpla. Una vez firmado el Consentimiento Informado el profesional con-
fecciona la Ficha de Evaluación de Riesgo, que luego va a ser complementada
con los resultados del Inventario de Orientaciones Suicidas (ISO 30), para la
estructuración de la orientación.
Entonces, la entrevista se estructura de la siguiente manera:

• Se brinda información al consultante y sus acompañantes de la modali-


dad y procedimiento de la Entrevista de Evaluación y Orientación
• Se firma el Consentimiento Informado
• Se completa la Ficha de Evaluación de Riesgo y Potencial Suicida (AAPS)
• Se completa la ISO 30
• Se informa los resultados de la evaluación: nivel de riesgo y composición
del mismo.

105
• Se orienta sobre las acciones a realizar (mediatas e inmediatas), y el o los
lugares donde requerir la atención adecuada.
• En caso de considerarlo necesario para ser presentado ante otra Institu-
ción, se brinda por escrito la orientación y su justificación, teniendo en
cuenta las normativas respecto del secreto profesional.

B. Consentimiento informado

La ética en estos casos de intervención/evaluación es la misma que la de


cualquier intervención en Salud Mental, con la salvedad de que en este tipo
de casos el profesional está obligado jurídicamente a resguardar la vida de
quien consulta.
Esto no garantiza torcer la voluntad de quien decidió dar fin a su vida, pero
sí responsabiliza en el conocimiento y la instrumentación de todos aquellos recursos
científicos disponibles al servicio de la construcción del bienestar de quien consulta.
El trabajo consiste en transformar el estrechamiento simbólico, producto
del deterioro afectivo y la rigidez cognitiva, factores asociados al continuum
autodestructivo, en la posibilidad de expresión de las fortalezas dormidas,
postergadas o inhibidas que hasta ese momento hicieron que esa vida, vivida
de esa manera, careciera de valor o fuese insoportable.

La falta de respeto por la integridad de las personas y el engaño (por


ejemplo llevar engañada a la persona a realizar la evaluación) se traducen,
muchas veces, en situaciones en las que se expone a los participantes a
experiencias dañinas, perjudiciales o indeseables. Las personas pasan, en
estos casos por experiencias que pueden ser generadoras de diversos gra-
dos de dolor, de miedo, de frustración, sufrimiento, estrés o fracaso.

Se llama CONSENTIMIENTO INFORMADO al acto por el cual el pa-


ciente autoriza la realización de una Evaluación, de un Tratamiento o acuerda
su participación en una investigación.

En el Código de Neuremberg (1946) se establecen requisitos de Consentimien-


to Informado que deben cumplirse toda vez que haya personas que participen
como sujetos de investigación, estos mismos deben ser tenidos en cuenta en el
momento en que se va a llevar a cabo la Evaluación de Riesgo Suicida, así como
el inicio de un tratamiento.
Dichos requisitos son los siguientes:

· Deben hacerlo de manera voluntaria


· Deben tener la capacidad legal para decidir su participación y dar su

106
consentimiento
· Su situación debe ser tal que pueda ser capaz de ejercer una elección
libre, sin intervención de cualquier elemento de fuerza, fraude, enga-
ño, coacción u otra forma de constreñimiento o coerción.
· Deben recibir información completa acerca de los objetivos, la moda-
lidad y los fines de la evaluación (conocimiento y comprensión de
los mismos).
· Se les debe informar acerca de la validación científica, de los instru-
mentos a utilizar
· Dicha información debe serles presentada en un lenguaje que les re-
sulte comprensible.

–> En caso que la evaluación sea realizada en un contexto de investigación, la


persona que acepta participar en dicho proyecto debe ser informada con la mayor cla-
ridad posible acerca de la naturaleza, propósito y condiciones de la investigación en la
que se le solicita que participe. De igual modo se le debe aclarar de qué naturaleza y
qué características tendrá su participación. Una vez que este paso ha sido cumplido,
y sólo entonces, se solicita su conformidad, el consentimiento explícito a participar, el
cual debe quedar documentado por escrito.

Las tres reglas éticas básicas que rigen la relación terapéutica, así como la
investigación con seres humanos –y por extensión a toda relación sanitaria–
son la confidencialidad, la veracidad y el consentimiento informado.
El consentimiento informado aparece como un requisito, a la vez ético y
legal, a ser cumplimentado con el objeto de dejar constancia expresa de que
tanto uno como otro polo de la relación profesional (terapeuta-paciente o con-
sultante, investigador- participante) emprenderán juntos una acción sobre su
psiquismo, de común acuerdo. Se trata de la co-competencia, esto es, estando el
paciente moralmente capacitado para decidir, sin que medie coacción, y con-
tando con toda la información relevante del caso antes de tomar una decisión.

• Un paciente que es evaluado en su riesgo suicida deberá ser informado,


en primer lugar, del resultado de dicha evaluación.
• El profesional debería continuar explicando, en un lenguaje adecuado,
comprensible para el paciente, la severidad del cuadro y su curso pro-
bable, con y sin tratamiento.
• Los pacientes también deben ser informados sobre las alternativas tera-
péuticas disponibles, es decir, sobre los tratamientos que hayan demos-
trado su eficacia, de acuerdo al estado del arte.

Consideramos legítimo que el paciente pueda ejercer su derecho a optar


por el tipo de tratamiento que prefiera, siempre y cuando conozca los poten-
ciales riesgos y beneficios.
El consentimiento informado en psicoterapia reconoce el derecho del pa-

107
ciente adulto, como un ser autónomo y libre, a decidir sobre su propia vida
pero existe una excepción a esta situación que debe ser tenida en cuenta con
sumo cuidado:

EN LAS SITUACIONES DE URGENCIA, EN LAS QUE LA DE-


MORA DEL TRATAMIENTO PUDIERA PONER EN RIESGO LA IN-
TEGRIDAD FÍSICA DEL PACIENTE O DE TERCEROS, TAL COMO
LO CONSAGRA LA LEGISLACIÓN CONTEMPORÁNEA SOBRE SA-
LUD MENTAL, LA DECISIÓN DE INTERNACIÓN PUEDE SER IM-
PLEMENTADA EN FORMA COMPULSIVA.

–> EN CASO DE NO ESTAR CAPACITADO PARA TOMAR DE-


CISIONES, EL CONSENTIMIENTO INFORMADO DEBERÁ SER SO-
LICITADO A LA PERSONA QUE ESTÉ A CARGO DE LA TUTELA DE
LOS DERECHOS DEL PACIENTE. LA MISMA SITUACIÓN SE PRE-
SENTARÁ EN CASO QUE EL CONSULTANTE SEA UN MENOR DE
EDAD.

Dar información a los pacientes sobre su estado de salud mental y sobre la


terapia se traduce en un beneficio muy importante:

Aumenta la adhesión al tratamiento –> Aumenta la efectividad terapéutica

–> Reduce la tasa de abandono


–> Incrementa su participación y compromiso con el tratamiento

Por último, la psicoeducación de los pacientes y de sus familiares y cónyu-


gues ha demostrado ser sumamente útil en el plano sintomatológico y en el
de relación.
El consentimiento informado no implica delegar nuestra responsabilidad
profesional en el paciente sino que nos permite ayudarlo a representarse los
posibles resultados de la intervención, estimando lo más precisamente posi-
ble los costos y beneficios implicados, y fundamentalmente los riesgos, tanto
de la intervención como de su ausencia.

A continuación se presentan modelos de consentimiento informado tanto para la


evaluación en el contexto clínico como para la participación como sujetos en una in-
vestigación.

108
Consentimiento informado (Investigación)

Aceptación de participación voluntaria en el proyecto de investiga-


ción:____________________________________________________________
A cargo de: ______________________________________________________
En:_____________________________________________________________

Al firmar este consentimiento acepto participar de manera voluntaria


en esta investigación. Se me informó que:

• En cualquier momento puedo desistir de participar y retirarme de la


investigación.
• Se resguardará mi identidad como participante y se tomarán los recau-
dos necesarios para garantizar la confidencialidad de mis datos perso-
nales y de mi desempeño.
• Se me brindará toda la información sobre los procedimientos y propósi-
tos de esta investigación antes de mi participación en ella. Esa informa-
ción podrá ser ampliada una vez concluida mi participación.

Se recomienda que figuren los siguientes datos:


- Firma del participante
- Aclaración
- Nº de Documento Nacional de Identidad o documentación semejante
- Lugar y Fecha

Consentimiento informado (Evaluación Clínica)

Por la presente brindo mi consentimiento a ser evaluada/o en forma vo-


luntaria por __________________________ en lo que respecta al riesgo sui-
cida.
Doy fe de haber sido informada/o sobre la validez y confiabilidad
científica de los instrumentos psicotécnicos utilizados para tal fin.

Se recomienda que figuren los siguientes datos:


- Firma del participante
- Aclaración
- Nº de Documento Nacional de Identidad o documentación semejante
- Lugar y Fecha

109
C. Ficha de evaluación de riesgo y potencial suicida (AAPS)

La Ficha de Evaluación de Riesgo y Potencial Suicida orientará la entrevis-


ta con el consultante y su/s acompañante/s y deberá ser completada por el
profesional a medida que se lleva a cabo la misma.
Se debe evaluar si se considera conveniente o no que el o los acompañantes
participen de toda la entrevista o en algún momento particular de la misma.

La Ficha contiene los siguientes datos a consignar por el profesional:

DATOS DE FILIACIÓN

- Nombre Y Apellido
- Sexo
- Edad
- Estado Civil
- Fecha y lugar de Nacimiento
- Domicilio
- Teléfono particular
- Teléfono de un Familiar Significativo
- Estudios Cursados
- Ocupación
- Lugar de trabajo
- Forma de contacto

MOTIVO DE CONSULTA

ANTECEDENTES
(de intentos de suicidio, lesiones o conductas autodestructivas)

- Personales
- Familiares
- De otros significativos

COMPOSICIÓN FAMILIAR

PERSONAS CON LAS QUE VIVE

- Se deberá consignar además las características de la modalidad vincular

PERTENECIOGRAMA

El PERTENECIOGRAMA se refiere a los ámbitos de pertenencia de la persona:

110
educativo, social, laboral, religioso, culturales y otros, si los hubiera.

INDICADORES DE RIESGO

Se indicarán aquellos que se presenten en el consultante y se podrán agre-


gar observaciones al respecto debajo del recuadro.

INDICADORES DE RIESGO GENERALES

- Intentos previos, propios o de familiares, sobre todo si éstos han sido


silenciados.
- Insomnio crónico no resuelto.
- Fracaso escolar o académico.
- Cambios abruptos en personas débiles o inseguras.
- Rupturas o quiebres afectivos y/o económicos.
- Accidentes reiterados.
- Incomunicación o indiferencia familiar.
- Enfermedades mentales sin atención o mal atendidas.
- Sociopatías: estafadores, delincuentes, homicidas.
- Adicciones: al juego compulsivo de apuestas, al alcohol, a las drogas, so-
bre todo en cuadros de abstinencia.
- Afección a las armas.
- Marginación social y aislamiento elegido o forzado.
- Enfermedades terminales (tales como: cáncer o SIDA, entre otras).
- Amenazas masivas a la dignidad personal: abuso sexual, maltrato físico,
verbal o psicológico, privación de la libertad.

INDICADORES DE RIESGO EN ADOLESCENTES

- Depresión y desesperanza.
- Decepción y culpa ante la imposibilidad de satisfacer las expectativas pa-
ternas.
- Antecedentes de suicidio en familiares, amigos y/o compañeros.
- Dificultades en la comunicación, tendencia al aislamiento, escasas relacio-
nes interpersonales.
- Abuso de sustancias tóxicas.
- Cortes o golpes en el cuerpo.
- Ideas, fantasías o intentos previos.
- Considerar al suicidio como un acto heroico.

INDICADORES DE RIESGO EN NIÑOS

- Tristeza, depresión y aislamiento.


- Insomnio. Terrores nocturnos.

111
- Golpes en la cabeza o lesiones reiteradas en otras partes del cuerpo.
- Actitudes desafiantes y negación del peligro. Exposición permanente a
situaciones de riesgo para la vida propia y ajena.
- Accidentes domésticos reiterados: quemaduras golpes, fracturas, ingesta
de tóxicos (lavandina, detergente, perfume, insecticidas) o medicamen-
tos del hogar.
- Exposición a situaciones de violencia familiar y abuso sexual.

PLAN SUICIDA

Se indicarán las especificaciones en cada caso y se consignarán las observa-


ciones que se consideren pertinentes al respecto.

- Mortalidad del método propuesto: revólver, salto, colgarse, ahogarse, cu-


chillo, veneno, pastillas, aspirina.
- Disponibilidad de medios para el método propuesto.
- Detalles específicos y claridad en la organización del plan.
- Especificidad en el tiempo planeado.
- Planes bizarros.
- Ausencia de planes .
- Otros

RED DE SOSTÉN

Si bien tiende a confundirse con el perteneciograma, es importante tener en


cuenta que no todos los espacios a los que estas personas se sienten pertene-
cientes, son percibidos como sostenedores o contenedores.
Frecuentemente la pertenencia resulta la obtención de una credencial,
mientras que una red de sostén está basada en el intercambio de vínculos du-
raderos y significativos en cuanto a lo afectivo.

TRATAMIENTOS

Se consignará aquí si el consultante se encuentra realizando algún tipo de


tratamiento al momento de la entrevista, y se incluirán las observaciones que
se crean pertinentes al respecto.

- Médico Sí No Observaciones
- Psiquiátrico Sí No Observaciones:
- Psicoterapéutico Sí No Observaciones:

Se deberá consignar detalladamente la medicación que está tomando en el


momento de la entrevista, dosis, forma de obtención y administración, perso-
na y lugar de guarda de los medicamentos.

112
ORIENTACIÓN DEL EVALUADOR

De acuerdo a la situación de consulta se pueden incluir elementos de una


anamnesis más detallada, sobre todo si se ve que los datos son poco claros o
que están incidiendo secretos familiares, ocultamientos deliberados, proble-
mas económico-financieros, amorosos o conflictos con la ley.

El entrevistador debe realizar el cálculo adecuado entre el nivel de


riesgo y la potencialidad, que en esta entrevista se visualiza principal-
mente en la pregunta por el PLAN SUICIDA.
A veces un riesgo alto con una potencialidad baja, otorga más tiem-
po para instrumentar intervenciones progresivas, menos drásticas; por el
contrario un riesgo no tan alto y un plan muy elaborado, amerita deci-
siones de cuidado inmediatas, seguras y eficientes, como por ejemplo la
internación, intervención policial o judicial, inclusión o exclusión de algún
miembro de la familia, entre las más frecuentes.

D. Inventario de orientaciones suicidas (ISO 30)

Se trata de un protocolo AUTOADMINISTRABLE, es decir que el con-


sultante debe completarlo haciendo un círculo en la respuesta que considera
más acorde a cómo se ha sentido en los últimos seis meses. Por este motivo la
prueba puede ser administrada de forma individual o colectiva.
El inventario está integrado por 30 ítems que se responden sobre la base de
una escala de cuatro opciones:
0 –> totalmente en desacuerdo
1 –> en parte en desacuerdo
2 –> en parte de acuerdo
3 –> totalmente de acuerdo.
Se sugiere la presencia y disposición del entrevistador para aclarar las du-
das que se puedan suscitar respecto a la modalidad de respuesta o a las dife-
rentes frases (ítems) que puedan resultar confusas. Puede realizarse el primer
ítem junto con el/los consultante/s para asegurarse que han comprendido
correctamente cómo completarlo.
El inventario ISO fue diseñado considerando que los intentos suicidas se
configuran a partir de un sistema de creencias que puede ser evaluado de for-
ma sistemática. Se piensa que el riesgo suicida se conforma progresivamente a
partir de determinadas orientaciones vitales relacionadas con la presencia de
sentimientos de infelicidad que paulatinamente llevan al sujeto a percibir que
el quitarse la vida es la única manera posible de desprenderse de la desespe-
ración y el desánimo (Casullo 1998 y Casullo, Bonaldi & Fernández Liporace,
2000).

113
I S O - 30. (Adaptación Facultad de Psicología - U.B.A.)

Instrucciones: El propósito de este cuestionario es poder tener una idea aproximada de cómo ves ciertas
áreas importantes de tu vida. Tratá de contestar con la mayor sinceridad, pensando en cómo te sentiste
estos últimos seis meses. Ahora lee cuidadosamente cada frase y contestá con sinceridad. Usá una birome
o lápiz para circular la respuesta, por ejemplo: 0 1 2 3. Si decidís cambiar una respuesta, tachá con una
cruz la respuesta original y circulá la nueva respuesta, por ejemplo: 0, 1, 2 o 3.
Las opciones de respuesta son:
0: totalmente en desacuerdo - 1: en parte en desacuerdo - 2: en parte de acuerdo - 3: totalmente de acuerdo.

1 0 1 2 3 Yo debo ser un soñador/a, ya 16 0 1 2 3 Cuando veo a alguien que logró


que estoy siempre esperando lo que yo no tengo, siento que
cosas que no resultan. es injusto.
2 0 1 2 3 Hay muchas posibilidades para
17 0 1 2 3 Aún cuando me siento sin
mí de ser feliz en el futuro.
esperanzas, sé que las cosas
3 0 1 2 3 Generalmente pienso que eventualmente pueden mejorar.
aún los peores sentimientos
desaparecerán. 18 0 1 2 3 Cuando mi vida no transcurre
fácilmente estoy dominado por
4 0 1 2 3 Ante un fracaso, confío en una confusión de sentimientos.
que las personas con las que
me relaciono no perderán las 19 0 1 2 3 Siento como que no pertenezco a
esperanzas en mí.
ningún lado.
5 0 1 2 3 Aquellas personas con las que
me relaciono, no me necesitan 20 0 1 2 3 Pienso en morirme como una
en absoluto. forma de resolver todos mis
problemas.
6 0 1 2 3 Mientras crecía me hicieron
creer que la vida podría ser justa. 21 0 1 2 3 Solía pensar que podía ser
Siento que me mintieron, ya que alguien especial, pero ahora veo
no es justa en absoluto. que no es verdad.
7 0 1 2 3 Mi vida se ha desarrollado
mayormente en las direcciones 22 0 1 2 3 Siento que tengo control sobre
que yo elegí. mi vida.

8 0 1 2 3 Yo debería ser capaz de hacer 23 0 1 2 3 Cuando tengo emociones fuertes


que duren los buenos momentos, mi cuerpo se siente fuera de
pero no puedo. control. Domina mi carácter y no
puedo pararlo.
9 0 1 2 3 Creo que causo problemas a la
gente que está a mi alrededor.
24 0 1 2 3 Cuando fracaso, quiero escon-
10 0 1 2 3 Creo que seré incapaz de derme, desaparecer.
encontrar suficiente coraje como
para enfrentar a la vida. 25 0 1 2 3 Para no sentirse mal o solo/a,
pienso que la solución es
11 0 1 2 3 Tengo las cualidades personales morirse.
que necesito para que me guíen
hacia una vida feliz. 26 0 1 2 3 Nadie me amaría si realmente
me conociese bien.
12 0 1 2 3 Cuando me pasa algo malo sien-
to que mis esperanzas de una
vida mejor son poco reales. 27 0 1 2 3 Es posible que me convierta en la
clase de persona que quiero ser.
13 0 1 2 3 Aún cuando estoy muy enojado/a
por algo, puedo forzarme a mí 28 0 1 2 3 Nunca sentí que estuviera a
mismo a pensar claramente, si punto de hacerme pedazos
lo necesito. (quebrarme).
14 0 1 2 3 Generalmente creo que las per-
29 0 1 2 3 Los buenos sentimientos que la
sonas que son importantes para
mí comprenden mis sentimientos gente tiene acerca de mí son un
bastante bien. error. Es cuestión de tiempo, los
voy a defraudar.
15 0 1 2 3 Para impedir que las cosas
empeoren, creo que suicidarse 30 0 1 2 3 Si mis cosas empeorasen, creo
es la solución. que me mataría.

Nombre:..................................Sexo:.............Edad:..... ADOLESCENTES RESPONDER, TAMBIEN:


Lugar donde vive:.......................................................
Lugar donde nació:..................................................... Colegio/Facultad:........................Año que cursa:.......
Estado Civil:................................................................. Nivel de Educación adulto a cargo:............................
Nivel de Educación alcanzado:................................. Ocupación adulto a cargo:...........................................
Trabaja: SI - NO (Tache lo que no corresponde)
Ocupación:....................................................................

114
El desarrollo de una Orientación Suicida supone una progresión
continua que transcurre por tres etapas:
MIEDO, CRISIS Y RESOLUCIÓN
(King y Kowalchuk, 1994)

• Miedo: existen problemas que no se resuelven y frente a los cuales fallan


las estrategias de afrontamiento y surgen sentimientos depresivos o ac-
tuaciones (acting out).
• Crisis: el suicidio surge como una justificación de solución adecuada que
intenta resolver sentimientos ambivalentes sobre la muerte.
• Resolución: surge el plan suicida o se actúa impulsivamente.

Los autores de esta técnica consideran que el predictor de la conducta sui-


cida es la IDEACIÓN SUICIDA, por lo tanto la prueba empírica va a tener
dos aspectos a considerar en sus resultados:

El Puntaje Bruto
y
La medición de la Ideación Suicida

Los ítems que evalúan tales ideaciones (IS) se denominan CRÍTICOS y las
respuestas a algunos de ellos deben ser analizadas de manera especial, por su
posible significación clínica.

Los ÍTEMS CRÍTICOS son seis y llevan los números 5, 10, 15, 20, 25 y 30
en la escala ISO:

• “Aquellas personas con las que me relaciono, no me necesitan en abso-


luto”
• “Creo que seré incapaz de encontrar suficiente coraje como para enfren-
tar a la vida”
• “Para impedir que las cosas empeoren, creo que suicidarse es la solución”
• “Pienso en morirme como una forma de resolver todos mis problemas”
• “Para no sentirse mal o solo/a, pienso que la solución es morirse”
• “Si mis cosas empeorasen, creo que me mataría”

–> Se consignan en la grilla de evaluación cuando la persona evaluada


les asigna un valor 2 ó 3.

El inventario consta además de otras cuatro subescalas:

- BAJA AUTOESTIMA (BA) (Ítems 1, 6, 11, 16, 21 y 26)

• “Yo debo ser un soñador/a, ya que estoy siempre esperando cosas que

115
no resultan”
• “Mientras crecía me hicieron creer que la vida podría ser justa. Siento que
me mintieron, ya que no es justa en absoluto”
• “Tengo las cualidades personales que necesito para que me guíen hacia
una vida feliz”
• “Cuando veo a alguien que logró lo que yo no tengo, siento que es injus-
to”
• “Solía pensar que podía ser alguien especial, pero ahora veo que no es
verdad”
• “Nadie me amaría si realmente me conociese bien”

- DESESPERANZA (D) (Ítems 2, 7, 12, 17, 22 y 27)

• “Hay muchas posibilidades para mí de ser feliz en el futuro”


• “Mi vida se ha desarrollado mayormente en las direcciones que yo elegí”
• “Cuando me pasa algo malo siento que mis esperanzas de una vida me-
jor son poco reales”
• “Aún cuando me siento sin esperanzas, sé que las cosas eventualmente
pueden mejorar”
• “Siento que tengo control sobre mi vida”
• “Es posible que me convierta en la clase de persona que quiero ser”

– INCAPACIDAD PARA AFRONTAR EMOCIONES (AF) (Ítems 3, 8, 13,


18, 23 Y 28)

• “Generalmente pienso que aún los peores sentimientos desaparecerán”


• “Yo debería ser capaz de hacer que duren los buenos momentos, pero no
puedo”
• “Aún cuando estoy muy enojado/a por algo, puedo forzarme a mí mis-
mo a pensar claramente, si lo necesito”
• “Cuando mi vida no transcurre fácilmente estoy dominado por una con-
fusión de sentimientos”
• “Cuando tengo emociones fuertes mi cuerpo se siente fuera de control.
Domina mi carácter y no puedo pararlo”
• “Nunca sentí que estuviera a punto de hacerme pedazos (quebrarme)”

– SOLEDAD Y AISLAMIENTO SOCIAL (AIS)

• “Ante un fracaso, confío en que las personas con las que me relaciono no
perderán las esperanzas en mí”
• “Creo que causo problemas a la gente que está a mi alrededor”
• “Generalmente creo que las personas que son importantes para mí com-
prenden mis sentimientos bastante bien”
• “Siento como que no pertenezco a ningún lado”

116
• “Cuando fracaso, quiero esconderme, desaparecer”
• “Los buenos sentimientos que la gente tiene acerca de mí son un error. Es
cuestión de tiempo, los voy a defraudar”

Cada ítem de la escala Likert tiene cuatro posibilidades de respuesta :

Respuesta Puntaje
Totalmente en desacuerdo 0
Parcialmente en desacuerdo 1
Parcialmente de acuerdo 2
Totalmente de acuerdo 3
11 de los ítems se puntúan de forma inversa (2 – 3 – 4 – 7 – 11 – 13 - 14 – 17
– 22 – 27 – 28), es decir:

Respuesta Puntaje
Totalmente en desacuerdo 3
Parcialmente en desacuerdo 2
Parcialmente de acuerdo 1
Totalmente de acuerdo 0

CLAVES DE CORRECCIÓN:

• Los puntajes numéricos se suman y se obtiene un PUNTAJE BRUTO o


directo que posibilita la obtención de un índice global de la Orientación Sui-
cida.
• Las puntuaciones brutas totales tienen un valor mínimo de 0 y uno máxi-
mo de 90.

- Baja autoestima: ítems 1, 6, 11, 16, 21, 26


- Desesperanza: ítems 2, 7, 12, 17, 22, 27
- Incapacidad para afrontar emociones: ítems 3, 8, 13, 18, 23, 28
- Soledad y aislamiento social: ítems 4, 9, 14, 19, 24, 29
- Ideación suicida: ítems críticos: 5,10, 15, 20, 25, 30

• ÍTEMS DE PUNTUACIÓN DIRECTA (0, 1, 2, 3)

1 – 5 – 6 – 8 – 9 – 10 – 12 – 15 – 16 – 18 –19 – 20 – 21 – 23 – 24 – 25 – 26 - 29 - 30

117
• ÍTEMS DE PUNTUACIÓN INVERSA (3, 2, 1, 0)

2 – 3 – 4 – 7 – 11 – 13 - 14 – 17 – 22 – 27 - 28

RIESGO

• Cuando el puntaje obtenido es de 0 a 29, con menos de tres ítemes críticos


puntuando 2 o 3, el riesgo es BAJO.
• Si el puntaje bruto resulta entre 30 y 44 y los ítems críticos con puntaje
alto son menos de tres, el riesgo es MODERADO.
• Si resulta que el puntaje se sitúa entre 45 y 90 o los ítemes críticos, pun-
tuando 2 o 3, son tres o más de tres, el riesgo es ALTO.

Entonces:
CLASIFICACIÓN DEL RIESGO SUICIDA

PUNTAJE BRUTO ÍTEMS CRÍTICOS TIPO DE RIESGO

< 30 Y < 3 BAJO

≥ 30 Y < 3 MODERADO

45 o más ó ≥ 3 ALTO

–> Debe tenerse en cuenta que, aún habiendo obtenido un puntaje bruto
bajo, si la persona ha puntuado 3 ítems críticos o más en 2 ó en 3, el riesgo
será ALTO.

Con el mismo instrumento, en diferentes contextos de aplicación, al ser-


vicio de diferentes fines y administrado por operadores con variado nivel de
formación, se puede lograr una evaluación adecuada del riesgo suicida, siem-
pre y cuando los responsables de la tarea se lo propongan y estén formados y
entrenados para ello.
Asimismo se ratifica que el abordaje directo de la problemática, más que
operar como incitante o promovedor de nuevas conductas suicidas, es la con-
dición inicial para un buen planteo preventivo y/o posventivo, atendiendo a
los recaudos que cada población y situación amerita y concientizando a todo
el equipo de intervención en la consideración de las variables intervinientes
en cada crisis.
Cabe destacar que la adolescencia es la franja etaria más disponible, a la
vez que más crítica, donde la identificación y prevención del riesgo suicida
posibilita acciones eficaces, antes que se desplieguen las actuaciones en casca-
da que la identificación provoca.

118
A continuación presentamos una Grilla que puede facilitar la corrección de la ISO
30 para el profesional, permitiendo realizar además el análisis cualitativo de la misma.
Generalmente a esta grilla de distribución de puntajes la llamamos también “Mapa de
Riesgo” o lo que es lo mismo, cómo está compuesto el riesgo.

2 3 Subescalas Totales

Ideación 5 10 15 20 25 30
Suicida (IC)

Baja 1 6 ·11 16 21 26
Autoestima

Desesperanza ·2 ·7 12 ·17 ·22 ·27

Incapacidad ·2 ·7 12 ·17 ·22 ·27


Afrontamiento

Soledad ·3 8 ·13 18 23 ·28


Abatimiento
Aislamiento
Deterioro VS

Puntaje Bruto

(· ítems de puntuación inversa)

Ítems Críticos..........(se consideran aquí sólo aquellos que puntuaron 2 ó 3)

Riesgo......................(bajo – moderado – alto)

En las columnas de la izquierda (indicadas con puntaje 2 y 3) deben indi-


carse los ítems correspondientes a cada subescala que puntuaron 2 ó 3.

• Aquellos ítems que poseen un punto negro a la izquierda puntúan inver-


so (ítems: 2, 3, 4, 7, 11, 13, 14 17, 22, 27, 28), es decir:

3, 2, 1, 0

• En cambio los ítems que puntúan directo (1, 5, 6, 8, 9, 10, 12, 15, 16, 18, 19
20, 21, 23 24, 25, 26, 29 y 30), se puntúan:

0, 1, 2, 3

119
En la columna de la derecha (Totales) debe indicarse el puntaje total corres-
pondiente a cada subescala, sumando aún aquellos ítems que puntuaron 1,
para así obtener la sumatoria del Puntaje Bruto al final, a partir del cual, y
considerándolo conjuntamente con la cantidad de ítems críticos, obtendremos
el Nivel de Riesgo de la persona.

IMPORTANTE
LO QUE DEBE CONSIGNARSE AL MOMENTO DE LA CORRECCIÓN
ES LA PUNTUACIÓN Y NO LA RESPUESTA DEL ENTREVISTADO.

Otra opción para facilitar el análisis cualitativo de la configuración del


Riesgo Suicida es el siguiente cuadro, donde deben indicarse los números de
aquellos ítems (por subescala) que puntúan 2 ó 3:

Subescalas 2 3

Desesperanza

Baja autoestima

Incapacidad para enfrentar emociones

Soledad y aislamiento social

Ideación suicida

E. Un caso clínico

La utilidad del uso de este instrumento en la clínica se muestra en el si-


guiente ejemplo, que no constituye un hecho aislado:
Se evalúa una paciente de 19 años que consulta por reiterados intentos de
suicidio y persitente ideación.
Sociodemográficamente: soltera, secundario terminado, habitante del co-
nurbano bonaerense, con trabajo estable, vive con su madre, la pareja de su
madre y su novio. Están pagando la hipoteca de la casa que adquirieron y
habitan desde hace un año y medio.

120
En la primera entrevista, a la que concurre con su madre, se las evalúa por
ISO 30 con el siguiente resultado:

Paciente Madre

Puntaje bruto 60 30

Ítems críticos 4 5

Riesgo Alto Alto

Se interviene mediante terapia de crisis con sesiones individuales, vincu-


lares, familiares (con familia de origen y ampliada) y tratamiento psicofarma-
cológico, para la adolescente, manteniéndola con acompañamiento familiar
permanente en su domicilio, ya que venía de una mala experiencia en una
internación de cuarenta días, sin resultados favorables a la vista. Su madre
realiza tratamiento psicoanalítico con otro profesional.
A los pocos meses se realiza el re-test con el siguiente resultado:

Paciente Madre

Puntaje bruto 16 26

Ítems críticos 0 1

Riesgo Bajo Bajo

La composición cualitativa del riesgo se dio de la siguiente manera en la


primera evaluación:

Paciente Madre
Ítems que Ítems que Ítems que Ítems que
puntúan 2 puntúan 3 puntúan 2 puntúan 3
BA 6-16-21-26 11 6
D 27 7-12-17-22 12
Af 18 3-8-13-28 8
Ais 9-19-24 24
IS 20-25-30 15 15-20-25-30 10

121
La composición cualitativa del riesgo en el re-test se dio con la siguiente
distribución:

Paciente Madre
Ítems que Ítems que Ítems que Ítems que
puntúan 2 puntúan 3 puntúan 2 puntúan 3
BA 16
D 7 12 7 12
Af 28 8 18-28
Ais 4
IS 30*

(*) El texto del ítem 30 es el siguiente: “Si mis cosas empeorasen, creo que me mataría”

F. El inventario ISO 30 en contextos


institucionales y poblacionales

En la Asociación Argentina de Prevención del Suicidio durante el segun-


do semestre de 2004 se atendieron 51 pacientes manifestando fantasías, ideas
y/o tentativas de suicidio, de los cuales el 21% eran adolescentes entre 12 y 19
años. Del total de esa población adolescente, el 50% presentó riesgo alto, el 29
%, moderado y el 21% restante, bajo.
Si partimos la misma muestra en adolescentes de 12 a 15 años (12% del
total y 43 % de adolescente evaluados), el 66% tiene riesgo alto, el 17% mode-
rado y el otro 17%, riesgo bajo.
La submuestra de 16 a 19 años (16% del total y 57% de adolescentes evalua-
dos), el 37% tiene riesgo alto, el 38% moderado y el 25% restante, bajo riesgo.
Esta evaluación, además de la utilización clínica, ayudó a determinar el
perfil de la consulta en nuestra Institución, que está especializada en la pro-
blemática y que recibe una demanda de alto riesgo. Esto ayudó a ajustar los
programas de capacitación de los profesionales y a diseñar campañas de in-
tervención fuera de la sede institucional, para lograr una detección temprana.
Como esta evaluación se dio en el marco de un aumento de la frecuencia de
la consulta adolescente, permitió verificar que el riesgo suicida en el adoles-
cente, además de ser un valor cuantificable tanto epidemiológicamente como
individual y familiarmente, es un constructo analizable cualitativamente en
su composición, desarrollo y modificación.
Tal como afirman King y Kowalchuk en la fundamentación teórica de su

122
técnica autoadministrable, la construcción progresiva de la ideación suicida
es el producto de un sistema de creencias, que hallan su contexto de inocula-
ción más fecundo en los vínculos familiares y socio-culturales. Al respecto es
muy frecuente ver familias enteras evaluadas y tratadas de la manera arriba
mencionada con un compromiso persistente en la misma subescala de la ISO.
En cuanto a la consulta institucional por ideación, fantasía o tentativa de
suicidio en adolescentes se ve que es menos frecuente en adolescentes tem-
pranos que en adolescentes tardíos, a pesar que los primeros, por lo general
muestran índices de mayor riesgo.
El que el 50% de los consultantes adolescentes presenten alto riesgo por
ISO 30, y un 79% entre alto y moderado, nos indica que cuando se logra que
el adolescente y/o la familia consulte por este tema, es realmente porque hay
un proceso autodestructivo en gestación que más temprano que tarde hará su
manifestación en acto, generalmente bajo la forma de “escalada” en lo perso-
nal y con efecto “cascada” en su ámbito más próximo.
Si bien este estudio presenta de manera resumida la previsibilidad y pre-
dictibilidad del riesgo suicida que posibilita la ISO 30, resta mucho trabajo aún
en la modelización del comportamiento autodestructivo en general y del ado-
lescente en particular. Se está trabajando en la sistematización de la evalua-
ción de ámbitos y recursos como instrumento cualitativo que complemente el
análisis de la composición del riesgo, a la vez que enriquezca la concurrencia
e interrelación con otros instrumentos de evaluación, que puedan ser usados
en los diferentes espacios institucionales por donde transita el adolescente.

G. La evaluación en atención primaria de la salud


según sugerencias de la OMS

La Organización Mundial de la Salud, en el marco de su iniciativa mun-


dial para la Prevención del Suicidio –SUPRE- emitió, a partir del año 2000,
una serie de documentos destinados a distintos sectores y actividades pro-
fesionales, vinculados a la Prevención del Suicidio.

En el documento destinado a los profesionales de Atención Primaria en


Salud (OMS, 2000), se considera estratégica esta intervención ya que:
• por lo general está llevada a cabo por profesionales con un vínculo
estrecho y prolongado con la comunidad
• son articuladores de ésta con el sistema médico asistencial
• en muchos casos se constituyen en la fuente de los primeros cuidados
sanitarios para la población
• al estar insertos en las pautas culturales del lugar, son conocedores de
las redes de sostén y de apoyo psicológico validadas por la población,
para paliar la crisis.

123
Cuando el operador de Atención Primaria en Salud –APS- sospecha la
posibilidad de un comportamiento suicida en quien consulta, debe evaluar
los siguientes factores:
- Estado mental actual y pensamientos actuales sobre la muerte y el sui-
cidio
- Plan suicida actual: potencialidad en cuanto a método y tiempo previs-
tos
- Sistema de apoyo de la persona

La mejor forma de averiguar si las personas tienen pensamientos


suicidas es preguntándolo. Contrario a la creencia popular, hablar del
suicidio no siembra la idea en sus mentes, más bien por el contrario, la
respuesta es de agradecimiento y les permite mostrarse libres de poder
hablar abiertamente acerca de los problemas y la ambivalencia con la
que están luchando.

La OMS destina un apartado especial al modo de interrogar a la persona


en esta instancia. La actitud del entrevistador debe ser empática, mostrando
interés y comprensión. Debe mostrarse con capacidad de poder generar el
clima para que quien consulta se sienta comprendido, en condiciones de
confiabilidad y confidencialidad para poder expresar sus sentimientos ne-
gativos, de soledad e impotencia.
Aún en las situaciones más graves es recomendable no perder de vista
que se trata de una conversación, donde urgencia no siempre es sinónimo
de prisa. Se puede conversar con alguien de situaciones o temas sumamente
urgentes, pero si el diálogo es apresurado, seguramente va a resultar difi-
cultoso crear el clima para que quien consulta exprese emociones y sensa-
ciones que por lo general son confusas, dolorosas, masivas y ambivalentes.

Si la conversación es apresurada o centrada en el protocolo que se


debe completar, es muy probable que el entrevistador pierda datos va-
liosos a la hora de evaluar el estado de la persona que tiene enfrente.

Una vez generadas las condiciones mencionadas, serían indicadas pre-


guntas tales como:
¿Se siente triste?
¿Siente que nadie se preocupa por Usted?
¿Siente que la vida no tiene sentido?
¿Alguien, en su familia o entre sus amigos más queridos,
intentó suicidarse o se suicidó?
¿Usted realizó algún intento de suicidio?

124
SI SE EVALÚA QUE EXISTE ALGÚN RIESGO DE INTENTO SUI-
CIDA O QUE EL POTENCIAL (MÉTODO Y PLAZO DE REALIZA-
CIÓN) ES ALTO, SE INDICA LA DERIVACIÓN A UN SERVICIO DE
PSICOPATOLOGÍA O A UN ESPECIALISTA, ACOMPAÑADO POR
ALGÚN FAMILIAR O PERSONA CERCANA, DE SU ENTORNO.

H. La evaluación en el contexto escolar

En su documento destinado a los docentes y demás personal institucional,


la OMS (2001) sugiere que el mejor enfoque de la prevención del suicidio en
los colegios se basa en un trabajo en equipo entre maestros, médicos, enfer-
meras, psicólogos y trabajadores sociales, en estrecha colaboración con las
organizaciones de la comunidad.
Si bien se acepta vulgarmente que es común que el adolescente tenga ideas
de suicidio y algunas estadísticas tienden a ratificarlo, por lo general están
dispuestos a dialogar con los adultos sobre estos sentimientos. Si no se puede
realizar una evaluación como las descriptas precedentemente, es importante
tener en cuenta que tales ideas se tornan riesgosas si la alternativa suicida
es vista como única salida ante las dificultades o si la misma es considerada
como un acto heroico. En ese caso el interlocutor tendrá que consultar con
otros profesionales y realizar la derivación indicada, donde se identifiquen
por ejemplo los siguientes aspectos.

Identificación de la aflicción:

- cambios abruptos que alteren la cotidianeidad del alumno


- falta de interés en las actividades habituales
- descenso general en las calificaciones
- disminución del compromiso con la escuela y con sus compañeros
- comportamiento inadecuado en clase
- ausencias inexplicadas, repetidas o inasistencia sin permiso
- fumar excesivamente, beber o uso inadecuado de drogas
- participación en incidentes violentos con pares o con la autoridad
La presencia aislada de una de las características mencionadas no cons-
tituye un riesgo en sí, la presencia de varias de estas conductas amerita una
evaluación individual y familiar más detallada.

Evaluación del riesgo de suicidio

Cuando el personal del centro educativo evalúe el riesgo suicida en un


alumno, deberá considerar que estos problemas son siempre multidimensio-

125
nales, por lo tanto el abordaje deberá ser interdisciplinario y no sólo consi-
derando los indicadores de riesgo sino también los protectores.

¿QUÉ HACER ANTE UNA SITUACIÓN DE RIESGO?

1) Trate de usar su mejor capacidad de escuchar y comunicar.


2) Confíe en sus percepciones o hipótesis sobre la posibilidad de que esa
persona tenga conductas auto-destructivas.
3) Sea directo, háblele con franqueza y sinceridad.
4) Pregúntele directamente si ha pensado o está pensado en matarse.
5) Bríndele sostén, aliéntelo para que hable sobre lo que piensa y siente.
6) Permítale que se exprese libremente, no lo juzgue.
7) Manténgase interesado en escuchar, no lo interrumpa.
8) Siempre tome muy seriamente las ideas suicidas, si se trata de un menor
comuníqueselo a un adulto responsable, expresándole que esa es su obli-
gación profesional y que lo hará con el mayor cuidado posible y dentro
del marco de lo que hayan acordado, siempre y cuando tal acuerdo no
vaya en contra de su cuidado.

¿QUÉ NO HACER?

1) No dé consejos, trate de entender los motivos que originan ese estado.


2) No discuta con él o ella sobre el suicidio, no entre en debate sobre si es
correcto o incorrecto, tampoco discuta sobre sus sentimientos. Escuche
sin juzgar.
3) No lo ponga en una situación de reto o desafío para mostrarle que es
incapaz de hacerlo.
4) No permita que le haga jurar que va a mantener el secreto.
5) No trate de arreglárselas solo con la situación.

¿QUÉ ES MUY ACONSEJABLE?

1) Busque la ayuda de alguna organización especializada.


2) En el ámbito escolar busque a un docente, preceptor o decano.
3) Fuera de la escuela: hable con los familiares.
4) Si ya hubo alguna acción de autodaño, acuda lo más pronto posible a
una guardia hospitalaria.
5) Si la persona que intenta suicidarse o se lastima está en algún tratamien-
to por su salud mental, comuníqueselo inmediatamente al profesional
responsable de la conducción del mismo.

Se considera importante que el personal institucional no se atemorice


frente a las manifestaciones de un posible riesgo suicida, que no quede

126
atrapado en sus propios prejuicios y preconceptos y que emprenda la ta-
rea en equipo. Si hay genuino interés y estudio de las características de
las preocupaciones concretas de sus alumnos, ésta es una tarea abordable.
La intensidad, profundidad y duración de estos malestares, generalmente
otorga tiempo para la reflexión y la elaboración de la evaluación. Hay que
evitar que la ideación se convierta en persistente y progresiva y tener en
cuenta que una mejoría súbita puede estar indicando el final del período
de ambivalencia o discusión interna, para pasar a la etapa de concreción
de su plan.

I. La evaluación en el tratamiento médico


según sugerencias de la OMS

La O.M.S. (2000) también estableció cómo identificar pacientes con alto


riesgo suicida a partir de factores individuales y sociodemográficos clínica-
mente útiles para la evaluación:
• Trastornos psiquiátricos (generalmente depresión, alcoholismo y trastor-
nos de la personalidad)
• Enfermedad física (terminal, dolorosa o debilitante, SIDA)
• Intentos suicidas previos
• Historia familiar de suicidio
• Estatus de divorcio, viudez o soltería
• Vivir solo (aislado socialmente)
• Desempleo o retiro
• Pérdida sensible en la infancia
• Si el paciente está bajo tratamiento psiquiátrico, el riesgo es más alto en
los que han sido dados de alta del hospital, más aún si registran intentos
previos.

Resulta útil, también, evaluar los acontecimientos recientes estresantes:


# Separación marital
# Pérdida significativa
# Problemas familiares
# Cambio en el estatus ocupacional o financiero
# Rechazo por parte de una persona importante
# Vergüenza o temor a ser encontrado culpable.
En estos casos el complemento entre una buena entrevista clínica y la apli-
cación de la evaluación por ISO-30 u otras escalas, ayuda a valorar cuantitati-
va y cualitativamente el riesgo verificable en un paciente.
Además de las sugerencias y precauciones referidas a los otros grupos pro-
fesionales, también válidas para éste, resulta importante considerar la negati-
vidad de este tipo de pacientes por lo cual pueden estar tergiversando las res-

127
puestas al médico, manifestando deliberadamente sentimientos y emociones
que no se condicen exactamente con su realidad vital. La pericia y la empatía
del profesional pueden hacer que esa conversación evaluatoria sea fructífera.
Si un paciente está perturbado emocionalmente, con pensamientos sui-
cidas vagos, la oportunidad de comunicar sus pensamientos y sentimientos
ante un profesional que demuestre interés puede ser suficiente para aceptar
su posicionamiento autodestructivo. Desde esta aceptación se hace posible
acordar cómo se va a implementar el tratamiento, su seguimiento, y cómo se
va a articular su red de sostén, en base a vínculos reales, disponibles y com-
prometidos.
Establecer un contrato de “no suicidio” es una técnica útil en la prevención
del suicidio, recomendada y utilizada en otros países y que en nuestro medio
ha resultado efectiva cuando dicho acuerdo va acompañado de un monitoreo
diario y sistemático, hasta que pasa el momento álgido de la crisis, aproxima-
damente entre 60 y 90 días.
Otras personas cercanas al paciente pueden incluirse al negociar el con-
trato. La negociación puede promover discusiones sobre varios temas impor-
tantes. En la mayoría de los casos, los pacientes respetan las promesas que
hacen a su profesional tratante. La contratación es apropiada sólo cuando los
pacientes tienen control sobre sus actos.
En ausencia de un trastorno psiquiátrico severo o un intento de suicidio,
los profesionales pueden iniciar y disponer tratamiento farmacológico, gene-
ralmente con antidepresivos, y terapia psicológica (comportamiento cogniti-
vo). La mayoría de las personas se sienten contenidas al continuar en contacto
con el profesional; este contacto deberá organizarse para satisfacer las necesi-
dades terapéuticas.

NOTA DEL AUTOR:


Si bien se trató de dar cuenta fielmente del texto de la OMS que habla específicamente de tratamiento
médico, ya está demostrado en muchos países de nuestro continente, que la intervención en crisis y su
tratamiento respectivo está a cargo de un equipo, por lo general interdisciplinario, donde la medicación
no es la principal herramienta. El abordaje eficaz, que se apoya y desprende de la “Prevención del Suici-
dio” clásica tiene otros parámetros y recursos ampliamente descriptos en la primera parte de este texto,
referida a la “Suicidología Comunitaria”.

J. Referencias bibliográficas

CASULLO, M. M. (1998). Adolescentes en riesgo. Identificación y orientación psicológica. Paidós. Buenos


Aires
CASULLO, M. M., BONALDI, P. & FERNÁNDEZ LIPORACE, M. (2000). Comportamientos suicidas en la
adolescencia. Morir antes de la muerte. Buenos Aires: Lugar.
KING, J. Y KOWALVCHUK, B (1994). ISO-30. Inventory of suicide orientation. Minesotta: National Com-
puter Systems
MARTÍNEZ, C. (2007) Introducción a la Suicidología. Teoría, Investigación e Intervenciones. Lugar Edito-
rial.
OMS. (2000). Prevención del Suicidio: ¿Cómo iniciar un grupo de sobrevivientes?. Ginebra. Departamento
de Salud Mental y Toxicomanías. Organización Mundial de la Salud.

128
OMS. (2000). Prevención del Suicidio: Un instrumento para médicos generales. Ginebra. Departamento
de Salud Mental y Toxicomanías. Organización Mundial de la Salud. Ginebra. Departamento de Salud
Mental y Toxicomanías. Organización Mundial de la Salud.
OMS. (2000). Prevención del Suicidio: Un instrumento para trabajadores de Atención Primaria en Salud.
Ginebra. Departamento de Salud Mental y Toxicomanías. Organización Mundial de la Salud.
OMS. (2001). Prevención del Suicidio: Un instrumento para docentes y demás personal institucional. Gine-
bra. Departamento de Salud Mental y Toxicomanías. Organización Mundial de la Salud.
CÓDIGO DE NUREMBERG (1946) www.pcb.ub.es/bioeticaidret/archivos/norm/CodigoNuremberg.pdf

Clase Nº 5: Epidemiología para la prevención

Bibliografía complementaria de consulta

MARTÍNEZ, C. (2007) Introducción a la Suicidología. Teoría, Investigación e Intervenciones. Lugar Edito-


rial. (Capítulos: 1, 3 y 5)

A. Epidemiología

A continuación presentamos un extracto conceptual de los cuatro primeros


capítulos de la tercera edición de “Epidemiología”, de Leon Gordis, de gran
relevancia para las temáticas abordadas en este curso.
Si bien hemos sostenido reiteradamente que el suicidio no es una enferme-
dad, del entrecruzamiento epistemológico surge la medicina aportando este
recurso que articula evaluación, intervención y medidas de Salud Pública. La
posibilidad de interrelacionar estas tres instancias, convierten a la epidemio-
logía en un recurso epistemológico y metodológico infaltable a la hora de la
evaluación y planificación en Suicidología.

Abordaje epidemiológico de la enfermedad y la intervención

La epidemiología es el estudio de cómo se distribuyen las enfermedades


en las poblaciones y los factores que influyen o determinan esta distribución.
La premisa que subyace a la epidemiología es que las enfermedades, los
trastornos y la mala salud no se distribuyen de forma aleatoria en una pobla-

129
ción. En cambio, cada uno de nosotros tiene unas ciertas características que
nos predisponen a diferentes enfermedades o nos protegen frente a ellas.

EPIDEMIOLOGÍA = estudio de la distribución y determinantes de los


estados o acontecimientos relacionados con la salud en poblaciones espe-
cíficas y la aplicación de este estudio al control de los problemas sanitarios.

Objetivos de la epidemiología

1. En primer lugar, identificar la etiología o la causa de una enfermedad y


los factores de riesgo, es decir, los factores que aumentan el riesgo de una
persona de sufrir una enfermedad. Crear una base racional para los pro-
gramas de prevención. Si podemos identificar los factores etiológicos o
causales de la enfermedad y reducir o eliminar la exposición a estos fac-
tores, podemos establecer una base para los programas de prevención.
2. Determinar la extensión con que la enfermedad se encuentra en la comu-
nidad. Cuál es el impacto de la enfermedad en la comunidad es esencial
para planificar los servicios e instalaciones sanitarias y para formar a los
futuros profesionales sanitarios.
3. Estudiar la historia natural en términos cuantitativos y el pronóstico de
la enfermedad mientras se obtienen nuevos modos de intervención, para
luego poder comparar y verificar su eficacia o no.
4. Evaluar medidas preventivas y terapéuticas y modos de prestación de
asistencias sanitarias nuevas y ya existentes.
5. Proporcionar la base para obtener normativas públicas sanitarias y to-
mar decisiones legislativas respecto a los problemas ambientales.

La principal función de la epidemiología es encontrar una causa para los


cambios que tienen lugar a lo largo del tiempo en los problemas sanitarios que
se presentan en la comunidad.

Epidemiología y Prevención

Un objetivo importante de la epidemiología es identificar subgrupos de


población con un riesgo elevado de enfermedad. Si podemos identificar a es-
tos grupos podremos dirigir esfuerzos preventivos para una detección tem-
prana de la enfermedad. Además seremos capaces de identificar los factores
específicos o característicos que les pongan en riesgo elevado y después inten-
tar modificar esos factores.
Características como la edad, el sexo o la “raza”, por ejemplo, son no modi-
ficables, aunque pueden permitirnos identificar los grupos de riesgo alto.
Características como la obesidad, la dieta y otros factores del estilo de vida
pueden ser modificables en potencia y proporcionar así una oportunidad de

130
obtener e introducir nuevos programas de prevención dirigidos a reducir o
cambiar exposiciones específicas o factores de riesgo.
Es útil distinguir entre Prevención Primaria y Prevención Secundaria.
• La Prevención Primaria se refiere a una acción realizada para prevenir el
desarrollo de una enfermedad en una persona que está bien y no tiene la
enfermedad en cuestión.
Aunque queremos evitar que la enfermedad se produzca en las poblacio-
nes humanas, carecemos de la información necesaria para poner en mar-
cha una prevención primaria eficaz en muchas enfermedades. A menudo
carecemos de los datos biológicos, clínicos y epidemiológicos sobre los
que basar un programa de prevención primaria.
• La Prevención Secundaria se refiere a la identificación de las personas
que ya han sufrido la enfermedad, en un estadio anterior en la historia
natural de la enfermedad, mediante estudios de cribado y la interven-
ción precoz.
La razón de la prevención secundaria es que si podemos identificar antes
la enfermedad en su historia natural, las medidas de intervención serán
más eficaces.

Dos posibles abordajes preventivos son un abordaje sobre la población o un


abordaje sobre las personas de riesgo alto.
En un abordaje sobre la población se aplica una medida preventiva de for-
ma amplia a toda una población.
Está claro que una medida a aplicar a toda una población deberá ser relati-
vamente barata e incruenta.
Los abordajes sobre la población pueden considerarse abordajes de salud
pública.
En la mayoría de los casos lo ideal es combinar los dos abordajes.

Epidemiología práctica clínica

La epidemiología es crítica no sólo para la salud pública sino para la prác-


tica clínica. La práctica de la medicina depende de datos poblacionales.

- Diagnóstico
- Pronóstico Se basan en la población
- Decisiones Terapéuticas

Abordaje epidemiológico

El razonamiento epidemiológico es un proceso que tiene múltiples pasos.

1. El primer paso es determinar si hay una asociación entre la exposición a

131
un factor o una característica de una persona y la aparición de la enfer-
medad en cuestión.
Esto se realiza estudiando las características de los grupos y de los indi-
viduos.
Si vemos que hay de hecho una asociación entre la exposición y una en-
fermedad, ¿ésta es necesariamente una relación causal? No todas las aso-
ciaciones son causales.
2. El segundo paso es, por tanto, intentar hacer inferencias adecuadas sobre
la posible relación causal a partir de los patrones de las asociaciones que
se han encontrado.

Antes de que intentemos interpretar los datos, debemos asegurarnos de


que éstos son válidos. Al observarse diferencias o variaciones entre grupos o
regiones, si las diferencias son reales entonces nos preguntamos “¿por qué se
han producido?” Aquí es donde la epidemiología comienza su investigación.
No siempre es necesario conocer todos los detalles del mecanismo patogé-
nico para ser capaces de hacer prevención. La falta de conocimiento biológico
sobre la patogenia no debe ser un obstáculo o una excusa para no poner en
marcha servicios preventivos eficaces.

–> Está claro que la prevención no sólo es una parte integral de la salud
pública, sino de la práctica clínica. Incluso el tratamiento de la enfermedad
tiene un componente preventivo importante.
Siempre que tratamos enfermedades estamos previniendo la muerte, pre-
viniendo complicaciones en el paciente o previniendo una constelación de
efectos sobre la familia del paciente. Una gran parte de la dicotomía entre tra-
tamiento y prevención es una ilusión. El tratamiento implica una prevención
secundaria y terciaria, y esta última denota la prevención de complicaciones
tales como la incapacidad.
La epidemiología es una herramienta muy valiosa para conseguir la base
lógica sobre la cual planificar y poner en marcha programas de prevención y
para dirigir investigaciones clínicas que contribuyan al control de la enferme-
dad y a la reducción del sufrimiento humano que le acompaña.

Dinámica de la transmisión de la enfermedad

Las enfermedades no surgen del vacío. Se deben a una interacción entre el


hospedador (una persona), el agente (p. ej. una bacteria) y el ambiente (p. ej.
un suministro de agua contaminada). Casi todas las enfermedades se deben a
la interacción entre factores genéticos y ambientales, de manera que el equili-
brio exacto difiere en diferentes enfermedades.

132
Hospedador

Vector

Agente Ambiente
La tríada epidemiológica de una enfermedad

Para que tal interacción tenga lugar, el hospedador debe ser susceptible.
La susceptibilidad humana está determinada por diferentes factores como el
fondo genético y nutricional y las características inmunitarias. El estado in-
munitario de un individuo está determinado por muchos factores como la
experiencia previa con infecciones naturales y con la vacunación.

Factores que pueden asociarse a un mayor riesgo de


enfermedades humanas.

Características Tipos de Factores


del hospedador agentes y ejemplos ambientales

Edad Biológicos: Temperatura


Sexo Bacterias, virus Humedad
Raza Químicos: Veneno, Altitud
Religión alcohol, humo Hacinamiento
Costumbres Físicos: Traumatismo, Hogar
Ocupación radiación, fuego Vecindario
Perfil genético Nutricionales: Agua
Estado civil Carencia, exceso Leche
Antecedentes familiares Alimento
Enfermedades previas Radiación
Estado de inmunidad Contaminación
Ruido

133
Endémico, epidémico y pandémico

Endémico: se define como presencia de una enfermedad dentro de una re-


gión geográfica dada. También puede referirse a la aparición habitual de una
enfermedad dada dentro de tal región.

Epidémico: se define como la aparición en una comunidad o región de un


grupo de enfermedades de una naturaleza similar, claramente por encima de
la expectativa normal, y procedente de una fuente común o propagada.

Pandémico: se refiere a una epidemia mundial.

Brotes de enfermedad

El brote de la enfermedad puede producirse por:


- exposición única (al vehículo común, p. ej. una comida contaminada
con un microorganismo)
- exposiciones múltiples (periódicas)
- exposición continua

El cuadro epidemiológico que se manifiesta depende de si la exposición es única,


múltiple o continua.

El grado de enfermedad en una población depende del equilibrio entre el


número de personas de esa población que son susceptibles, y por tanto tienen
riesgo de sufrir la enfermedad, y el número de personas que no lo son, o in-
munes, y por tanto no están en riesgo. Pero el equilibrio suele verse alterado
en algún punto entre la inmunidad y la susceptibilidad, y cuando se desplaza
hacia la susceptibilidad aumenta la probabilidad de que se produzca un brote.

Exploración de la ocurrencia de la enfermedad

Cuando aparece una enfermedad ha ocurrido por encima de un nivel en-


démico y deseamos investigar su ocurrencia nos preguntamos:

• ¿Quién fue atacado por la enfermedad?


Las características de los hospedadores humanos están claramente rela-
cionadas con el riesgo de la enfermedad. Factores como el sexo, la edad
y la raza tienen un efecto importante.
• ¿Cuándo apareció la enfermedad?
Ciertas enfermedades se producen con cierta periodicidad. A menudo la
variación anual tiene un patrón estacional. La cuestión del cuándo tam-
bién se plantea al estudiar tendencias en la incidencia de una enferme-
dad con el tiempo.

134
• ¿Dónde surgieron los casos?
La enfermedad no se distribuye de forma aleatoria en el tiempo ni en el
lugar.

–> El riesgo de la enfermedad depende de estos factores.

Medidas de la morbilidad

Incidencia
La incidencia de una enfermedad se define como el número de casos nue-
vos de una enfermedad que se producen durante un período especificado en
una población con riesgo de sufrir la enfermedad.

Incidencia por 1000

Número de casos nuevos de una


enfermedad que se producen durante
un período especificado de tiempo
X 1000
Número de personas con riesgo de sufrir
esa enfermedad durante ese período

–> La elección de 1000 es completamente arbitraria.

El elemento crítico en la definición de la incidencia son los casos nuevos de


la enfermedad.
Dado que la incidencia es una medida de los acontecimientos (es decir, la
transición desde un estado no morboso a uno enfermo), la incidencia es una
medida del riesgo. Este riesgo puede verse en cualquier grupo de población,
como un grupo de una edad particular, varones o mujeres, un grupo ocupa-
cional o un grupo que se ha expuesto a un cierto agente ambiental.
Para que la incidencia sea significativa, cualquier individuo incluido en el de-
nominador debe poder formar parte del grupo que se recuerda en el numerador.
Para que la incidencia sea una medida del riesgo, debemos especificar un
período, y debemos saber que se ha seguido a todos los sujetos del grupo
representados por el denominador durante todo ese período. La elección del
período es arbitraria pero se debe especificar claramente y debe haberse ob-
servado a todos los sujetos incluidos en el cálculo (con riesgo) durante todo el
período. La incidencia calculada del resultado utilizando un período durante
el cual todos los individuos de la población se consideran en riesgo se deno-
mina incidencia acumulada, que es una medida del riesgo.

Prevalencia
La prevalencia se define como el número de personas afectadas presente en

135
la población en un momento especificado dividido por el número de personas
en la población en ese momento.

Prevalencia por 1000

Número de casos de una


enfermedad presentes en la población en
un momento especificado
X 1000
Número de personas en la población
en ese tiempo especificado

–> ¿Cuál es la diferencia entre incidencia y prevalencia?


La prevalencia puede verse como un corte de la población en un momento
dado en el cual se determina quién tiene la enfermedad y quién no. Pero al
hacerlo así, no estamos determinando cuándo se produjo la enfermedad.
Cuando estudiamos una comunidad para calcular la prevalencia de una
enfermedad, generalmente no tenemos en cuenta la duración de la enferme-
dad.
Si deseamos medir el riesgo, debemos utilizar la incidencia, porque al con-
trario que la prevalencia, comprende sólo casos nuevos o acontecimientos y
un período especificado durante el cual se produjeron esos acontecimientos.
• Prevalencia puntual: es la prevalencia de la enfermedad en un momento
dado.
• Prevalencia de período: calcula cuántas personas han tenido la enferme-
dad en un momento dado durante un cierto período. Algunas personas
pueden haber presentado la enfermedad y otras pueden haberla tenido
antes y fallecido o haberse curado durante ese período. El punto impor-
tante es que toda persona representada en el numerador tuvo una enfer-
medad en algún momento durante el período especificado.
Cuando sólo se habla de Prevalencia, se hace referencia a la prevalencia puntual.

Relación entre la incidencia y la prevalencia

La incidencia es una medida del riesgo y la prevalencia no, porque no tie-


ne en cuenta la duración de la enfermedad. Pero hay una relación importante
entre ambas: en una situación en estado estable, en la que las tasas no cambian
y la inmigración es igual a la emigración, se aplica la siguiente ecuación:

Prevalencia = Incidencia x Duración de la enfermedad

Calidad de vida

La mayoría de las enfermedades tienen un impacto importante sobre los

136
sujetos afectados que está por encima y más allá de la mortalidad. Enferme-
dades que pueden no ser mortales pueden asociarse a un sufrimiento e inca-
pacidad considerables. Por esta razón también es importante considerar el
impacto de una enfermedad midiendo su efecto sobre la calidad de vida, in-
cluso aunque tales medidas no sean de hecho medidas de la ocurrencia de la
enfermedad.
Aunque existe una controversia considerable sobre qué medidas de la ca-
lidad de vida son más adecuadas y válidas, existe un acuerdo general en que
tales medidas pueden utilizarse razonablemente para planificar programas
terapéuticos a corto plazo en grupos de pacientes. A tales pacientes se les pue-
de evaluar durante un período de meses para determinar los efectos del trata-
miento sobre la calidad de vida que ellos mismos manifiestan.
Las medidas de la calidad de vida también se utilizan para establecer prio-
ridades en el caso de recursos sanitarios escasos.
La importancia dada por los pacientes a las diferentes medidas de calidad
de vida varían según las poblaciones y los diferentes pacientes, con lo cual si-
gue siendo difícil medirla y obtener límites válidos que sean útiles para poder
comparar datos.

Tasas de Mortalidad

La tasa anual de muerte o mortalidad por todas las causas se expresa de la


siguiente manera:

Mortalidad anual por todas las causas (por 1000 habitantes) =

Nº total de muertes por todas las causas en 1 año


X 1000
Nº de personas en la población en la mitad del año

Para que una tasa tenga sentido, cualquiera en el grupo representado por
el denominador debe tener la posibilidad de entrar en el grupo representado
por el numerador.
Si estamos interesados, podemos calcular la tasa para un grupo específico,
por ejemplo la mortalidad en niños menores de 10 años:

Mortalidad anual por todas las causas en niños menores de 10 años (por 1000
habitantes) =

Nº de muertes por todas las causas en 1 año


en niños menores de 10 años
X 1000
Nº de niños en la población de menores
de 10 años de edad en la mitad del año

137
Cuando se limita la tasa se habla de tasa específica. Entonces se convierte
en una tasa de mortalidad específica para la edad. También puede realizarse
lo mismo limitando la tasa a mortalidad por una enfermedad específica, etc.

–> También en estos casos debe especificarse el tiempo. El período seleccio-


nado puede ser arbitrario pero debe especificarse con precisión.

Tasa de letalidad

Una tasa de letalidad se calcula de la siguiente manera:

Tasa de letalidad (porcentaje):

Nº de sujetos que fallecen durante un período de tiempo


especificado tras el inicio o diagnóstico de una enfermedad
X 100
Nº de individuos con la enfermedad especificada

¿Cuál es la diferencia entre la mortalidad y la letalidad?

En la mortalidad el denominador representa toda la población en riesgo


de fallecer de la enfermedad, incluidos los que tienen la enfermedad y los
que no la tienen (pero que tienen riesgo de padecer la enfermedad), pero en
la letalidad el denominador se limita a los que ya tienen la enfermedad. Tam-
bién puede utilizarse para medir cualquier beneficio del nuevo tratamiento:
a medida que el tratamiento mejora es de esperar que la letalidad disminuya.
El numerador de una letalidad debería limitarse de forma ideal a muertes
por esa enfermedad. Pero no siempre es fácil distinguir entre muertes por esa
enfermedad y muertes por otras causas.
(Gordis, 2005)

B. Prevención - Posvención

El gran desafío de la Suicidología hoy es la predictibilidad.


SI NO HAY PREDICTIBILIDAD NO PUEDE HABER PREVENCIÓN

La Prevención está basada sobre la Previsión.


Entonces:
PREVISIÓN: PREDICCIÓN: PREVENCIÓN:
Instrumentos Evaluación de Instrumentos
para prever riesgo para prevenir

EL SUICIDIO ES PREVISIBLE Y PREVENIBLE

138
El gran desafío hoy de la Suicidología es cómo se generan elementos de
predictibilidad y además, si dijimos que sus determinantes eran biopsicoso-
cioculturales, los instrumentos van a tener que estar muy asociados al lugar
donde se los implemente. Porque no es lo mismo prever una conducta en un
contexto, donde los valores están estructurados de determinada manera, a un
lugar donde la misma conducta signifique exactamente lo contrario.

Teniendo en cuenta la previsión que la Organización Mundial de la Salud


publicó en el Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud en 2003, que para el
año 2020 habrá un millón y medio de suicidios anuales en el mundo, no pode-
mos pasar por alto el tema de la PREVENCIÓN.
A continuación se presentan diferentes definiciones de PREVENCIÓN

Prevención Rescate autorreflexivo, una recuperación conciente que


psicoanalítica deviene en un intento de no repetir aquellas situaciones
(Cecilia que, aunque determinadas inconcientemente, pueden
Moise) concientizarse para no quedar cristalizadas en la forma-
ción de síntomas. La prevención debe permitir dar mayor
importancia al presente, debe habilitar para el aquí y el
ahora. Compartir soluciones innovadoras, partiendo del
estímulo de la propia creatividad.
Propuesta: lograr que la población en riesgo pueda coope-
rar en la transformación de una situación generadora de
malestar, evitando la cronificación y la violencia que sue-
le producir el sistema asistencial. Evitar que se produzca
una situación traumática capaz de desencadenar una pa-
tología posterior.
Modelo psicoanalítico preventivo. No considera posible
prevenir la aparición de una enfermedad o síntoma. Pero
sí sostiene que resultan previsibles las consecuencias que
una situación específica puede generar en determinado
psiquismo. Aporta en la delimitación de las diversas si-
tuaciones sociales que originan la aparición de malestar /
enfermedad.

Prevención Prevenir es ayudar a recuperar lo que está contenido en


= Atención las formas de enfermar y de curar de una comunidad. Fa-
Primaria de la cilitar recursos para el desarrollo de acciones de autocui-
salud dado, es desarrollar programas de promoción creados por
(Mirta Videla) la misma comunidad, es poner al alcance de los que más
lo necesitan la información necesaria que les permita cui-
darse y saber a qué tienen derecho. Favorecer el desarrollo
de un saber social y una participación conciente y creativa
que permita la resolución comunitaria de conflictos.

139
Modelos Prevención como desanudamiento de las situaciones pro-
posibles de blema, no normativizante: Es coherente con la concepción
acciones participativa integral en salud. Se basa en marcos concep-
preventivas tuales no positivistas, en los que la construcción del cono-
(Alicia cimiento es permanente y se da en la acción. Se dirige a
Stolkiner) facilitar procesos en los cuales se develan y enuncian con-
flictos y el problema a abordar se considera sintomático.
Su objetivo es lograr que las poblaciones afectadas o de
riesgo puedan operar en la transformación de situaciones
generadoras de malestar, modificando su situación social
y tendiendo a desanudar su trabazón sintomático - social.
La participación tiende a restituir los lazos de solidaridad
social y permitir una posición activa frente a situaciones
que, de ser vividas en forma individual y pasiva, poten-
cian su carácter patologizante.
Prevención normativa: reconoce sus orígenes en la psico-
higiene tradicional (control de las enfermedades infecto
contagiosas). Regir científicamente el orden social.

Prevención Centra su interés en el grueso de la población no sintomáti-


integral ca, enfocando los esfuerzos en una intervención a mediano y
largo plazo sobre los factores de riesgo y los factores protecti-
vos que actúan, respectivamente, propiciando o impidiendo
la aparición del fenómeno adictivo (en este caso, aplicado al
suicidio). Por esto la acción preventiva se orienta a incentivar
fenómenos culturales e interpersonales propicios al afian-
zamiento de actitudes, valores y estrategias comunicativas
que favorezcan la neutralización de los factores de riesgo y
la aparición de factores protectivos, recurriendo para ello a
metodologías que apoyan el incremento del protagonismo
social, el desarrollo personal y grupal, la amistad, la solidari-
dad, el diálogo y la convivencia. Prevenir es ayudar a mejorar
la capacidad de grupos y comunidades para movilizar redes
de solidaridad, para diseñar y construir de manera conjunta
su futuro, fortaleciendo los valores ciudadanos. La identidad
cultural y los recursos para el manejo del conflicto, la preven-
ción debe inscribirse en el campo de la cultura

La prevencion Tres niveles:


del suicidio 1. antes de la crisis y la tentativa (prevención primaria o
en la practica preintervención)
(Pierre 2. durante la crisis suicida (prevención-intervención)
Moron) 3. después de la crisis (prevención de la reincidencia,
post-intervención o prevención terciaria)

140
Prevencion y Primaria: reducir la incidencia de nuevos casos a nivel
Posvencion poblacional o comunitario. Solo ésta puede considerarse
(Casullo) estrictamente prevención.
Secundaria: ubica los sujetos en riesgo.
Terciaria: Rehabilitación. Sólo es posible prevenir las se-
cuelas o consecuencias derivadas. Es posvención o inter-
vención en crisis.
Acciones preventivas:
1. Universal, dirigida a toda la población
2. Selectiva, dirigida a proteger a individuos en riesgo
3. Indicada, dirigida a sujetos con alto riesgo, con signos y
síntomas de un trastorno inminente. Ej: orientación a es-
colares sobre suicidio en escuelas o centros comunitarios.

Asociación Para la Asociación Argentina de Prevención del Suicidio,


Argentina de la posvención consiste en la deconstrucción del proceso
Prevención destructivo; produciendo la desarticulación y acotamiento
del Suicidio de las instancias emblemáticas de la disposición suicida,
- Posvención- generando la identificación y desarrollo de las potencia-
lidades vitales que hasta ese momento han permanecido
postergadas y erosionadas, rearticulándolas en un nuevo
proceso constructivo.

Un aspecto importante de la prevención consiste primero en poder definir


epidemiológicamente el riesgo, es decir conocer el problema en su magnitud,
composición y configuración; luego, en recolectar esos saberes dispersos en la
comunidad, procesarlos, sistematizarlos y volverlos a su fuente como saber de
la comunidad válido para intervenciones a nivel local.
Hasta aquí tenemos una contextuación interdependiente que muestra la
ecología de un intercambio de conocimiento que llega tarde, teniendo en
cuenta la cantidad de años potenciales de vida perdidos, con su consecuente
costo económico y en capital humano, sobre todo si tenemos en cuenta que las
tasas más altas de riesgo se dan entre los adolescentes.

Una vez producido el evento autodestructivo se puede pensar la posven-


ción como la intervención orientada a brindar insumos para afrontar una pér-
dida inesperada, tomando conciencia de la crisis, logrando un mejor recono-
cimiento de los sentimientos de pesar y tristeza, identificando a los sujetos
en riesgo y reduciendo los sentimientos de confusión y ansiedad (Casullo,
Bonaldi y Fernández Liporace, 2000).
(Martínez, 2007, p. 22)

141
Autopsia Psicológica

Se trata de un método para dilucidar muertes dudosas, su procedimiento


se focaliza en la clarificación de la naturaleza del óbito, desde los aspectos
psicológicos.
La misma se ha definido como la reconstrucción de la vida de la perso-
na fallecida, enfatizando aspectos como estilo de vida, personalidad, estrés
reciente, enfermedad mental y comunicación de ideas de muerte. La infor-
mación es recogida a través de entrevistas a personas allegadas y revisión de
documentos.
También fue definida como la caracterización retrospectiva de la persona-
lidad y la vida de una persona ya fallecida, utilizando un método indirecto o
diferencial, obteniendo información del occiso a través de terceras personas
que en vida lo conocieron íntimamente.
En Uruguay se utilizó en la década del 80 para investigar casos inusuales
de suicidio.
Se busca identificar precozmente elementos que permitan diseñar accio-
nes sanitarias oportunas en la prevención del suicidio y elaborar protocolos
de entrevistas para ser utilizadas por los profesionales de la salud en la inves-
tigación de los indicadores de riesgo, adaptados a los aspectos más prevalen-
tes en un medio determinado.
Dos objetivos de esta técnica, que destaca B. Ebert en una publicación de
1991 es que la Autopsia Psicológica permite obtener la información sufi-
ciente para evaluar los datos de diversos intentos de suicidio, con el fin de
prevenir nuevos intentos en grupos de riesgo y la letalidad de los mismos; y
que la misma termina constituyendo un recurso terapéutico para la familia
y los amigos del occiso.
La entrevista y la investigación en general son mecanismos terapéuticos,
ya que permiten comunicar pensamientos y sentimientos sobre la persona
fallecida, como así también la percepción que cada uno tiene sobre su muerte,
que por lo general es de culpa, dolor, vergüenza y resentimiento, entre otras.

Teniendo en cuenta la definición de POSVENCIÓN, trabajada al


inicio de esta clase, se puede pensar la Autopsia Psicológica como un
instrumento posventivo para el entorno de la persona suicidada, y pre-
ventivo de nuevos eventos en el marco epidemiológico, a nivel comuni-
tario.

Entonces se trata de un instrumento preventivo y posventivo, a la vez


que pericial. Y su eficacia y eficiencia son directamente proporcionales a los
resguardos de validez y confiabilidad que implemente el equipo de inter-
vención.
(Martínez, 2007, Cap. 5)

142
C. Construcción - Destrucción

Tanto si hablamos de construcción como de destrucción nos estamos re-


firiendo a procesos. Y si pensamos en términos de Realidad Intrapsíquica,
podemos pensar la destrucción en términos de agresión.

Un biologista como Hacker (1973) define la agresión como la dispo-


sición y energía inmanentes al hombre que se expresan en formas indivi-
duales y colectivas de autoafirmación, aprendidas y transmitidas social-
mente, que pueden llegar a la crueldad.
Si la destrucción es un proceso, como la construcción. Si ese proceso,
transmisión o reincidencia se puede interrumpir en un momento dado,
eso quiere decir que hay matices, intensidades y alcances del despliegue
de esa inmanencia.
Entonces se puede hablar de la Construcción del Proceso Destruc-
tivo como la serie de crisis o tránsitos progresivos que van mojonando
un territorio que se va vulnerabilizando hasta su inconsistencia, cuya
cartografía muestra el avance del riesgo, permitiendo intervenciones
calculadas que capitalicen aquellos enclaves aún no tomados para ser
utilizados en un nuevo proceso que se llamará DECONSTRUCCIÓN.
En este sentido, la posvención como deconstrucción del proceso des-
tructivo consiste en la desarticulación y resguardo de las instancias más
enérgicas de esa disposición en conflicto con otras instancias del contexto,
tanto interno como externo, para luego ser rearticuladas en un nuevo pro-
ceso constructivo con otra dirección y otro sentido.
Si esta dinámica se produce en un contexto clínico, tanto individual,
institucional como social, los primeros enclaves a calcular son aquellos
que se manifiestan en el sistema de creencias y en la economía distributi-
va de roles, verdades y ocultamientos.
Por eso la tarea posventiva se lleva a cabo una vez desplegado el con-
flicto y consiste en incluir creativamente en la tarea de su resolución los
articuladores necesarios para evitar que el mismo se reproduzca en tér-
minos idénticos.
La POSVENCIÓN estaría asegurada cuando la evaluación del desa-
rrollo de los indicadores anuncia que un nuevo conflicto tendrá mayor
complejidad y mejores vías de resolución.
De esta manera quedan de lado conceptos como la rehabilitación en
tanto recuperación de recursos residuales, la práctica profesional centrada
en cierta moralidad cercana al dogmatismo (de cualquier signo), dando
lugar a una previsibilidad calculable en el marco de una lógica que, para
desplegar toda su potencialidad requiere de parámetros científicos y éticos,
claros y rigurosos.
Desde esta mirada la intervención deja de estar del lado de los efec-

143
tos de una muerte para pasar a ubicarse en una particular modalidad
de abordar los conflictos humanos, antes de que éstos pasen a ser
insoportables y la solución, única y final
(Martínez, 2007, p. 22-23)

D. Resumiendo...

El éxito en la prevención de la conducta suicida depende del grado en que


se alcancen las cuatro condiciones siguientes:

1. Reunión de información científicamente fiable sobre la conducta suici-


da, la eficacia de los proyectos de intervención y prevención y sobre las
metodologías efectivas para la implementación de tales proyectos en di-
ferentes situaciones socio-económicas y culturales.
2. El perfeccionamiento de los servicios que tratan con personas suicidas o
personas con alto riesgo para el suicidio.
3. La provisión efectiva de información y preparación de las organizacio-
nes implicadas y el público en general.
4. La creación de servicios especiales para los grupos de alto riesgo.

PREVENCIÓN PRIMARIA

1. Educación Sanitaria para Profesionales de la Salud y Profesores.


2. Evaluación Diagnóstica.
3. Tratamiento Preciso.
4. Información en los Medios de Comunicación.
5. Programas Específicos para los Grupos de Riesgo.
6. Centros de Apoyo en las Situaciones de Crisis Psicológicas y Sociales.

PREVENCIÓN SECUNDARIA

1. Favorecer mecanismos intrapsíquicos personales y capacidad de


afrontamiento para las disfunciones sociales.
2. Intervenir rápida y eficazmente en las manifestaciones agudas.
3. Manejo adecuado de la psicofarmacología y psicoterapias.

PREVENCIÓN TERCIARIA

Revertir Secuelas de la Enfermedad. Rehabilitación de la Incapacidad.


–> Adecuado seguimiento posterior al alta de tratamiento de la familia y
del enfermo en los Cuidados Primarios y por los agentes sociales.

144
E. Referencias bibliográficas

CASULLO, M. M. (1998). Adolescentes en riesgo. Identificación y orientación psicológica. Paidós. Buenos


Aires.
CASULLO, M. M., BONALDI, P. & FERNÁNDEZ LIPORACE, M. (2000). Comportamientos suicidas en la
adolescencia. Morir antes de la muerte. Buenos Aires: Lugar.
EBERT, B. (1991). Guide to Conducting a Psichological Autopsy. En K. Anchor. The Handbook of Medical
Psychoterapy. 249-256.
GORDIS, L. (2005) Epidemiología. Tercera Edición. Elsevier España.
HACKER, F. (1973). Agresión. Barcelona. Ed. Grijalbo.
MARTÍNEZ, C. (2007) Introducción a la Suicidología. Teoría, Investigación e Intervenciones. Lugar Edito-
rial.
PASSALACQUA, A. et al. (1997) Investigación sobre Suicidio y Rorschach. En Investigaciones en Psicolo-
gía. Revista del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Psicología, Año 2, N° 1, págs 73-87.

145
PARTE III

Curso: Suicidio adolescente


en el ámbito escolar y
abordaje institucional de
producciones autodestructivas

Clase Nº 1: Comportamientos suicidas en los


adolescentes: perspectivas y articulaciones

A. Introducción

Nos disponemos a comenzar un curso de formación en la conceptualiza-


ción y abordaje de los comportamientos autodestructivos, más prevalentes
hoy entre los adolescentes con los cuales convivimos.
Estas manifestaciones, muchas veces magnificadas y otras ocultadas por
los medios de comunicación, organismos gubernamentales, funcionarios e
instituciones; además de revelar la frecuencia creciente de los eventos, denota
al mismo tiempo, en muchos casos, una cierta pereza intelectual y moral en
los responsables, que conduce casi inevitablemente a la falta de respuesta so-
cial eficaz ante las mismas.
La naturalización, el desinterés o la punición, pretendidamente moralizan-
te de los que deberían dar respuesta, no hace más que excluir aún más a un
adolescente, generalmente en “carne viva” en su psiquismo en transforma-

146
ción y dolido por lo que no entiende, no acepta o no percibe.
Este lado destructivo que estalla como respuesta inadecuada hacia sí y
hacia los otros, no es más que el envés de un potencial vital oculto siempre
dispuesto a interactuar con aquel que se manifiesta disponible a interpretarlo
adecuadamente.
De ese complejo y riquísimo entramado libidinal vamos a tratar de ocu-
parnos a lo largo de estas cuatro clases teóricas y sus respectivas guías de en-
trenamiento. La idea es ir construyendo un aporte salugénico, favorecedor de
intercambios productivos entre adulto y adolescentes. Generadores de bienes-
tar para ambas partes. Es por eso que el desarrollo conceptual de la teoría va
a estar generalmente íntimamente relacionada al concepto de intervención, el
de riesgo va estar dependiente del factor protector que lo atenúe o neutralice
y la vulnerabilidad implícita en esta etapa de la vida de todo ser humano, va
a estar asociada a las estrategias de afrontamiento que le posibiliten atravesar
los procesos críticos como desafíos en los cuales es posible construir un aporte.

B. La conducta suicida en el adolescente

Cuando hablamos de conductas suicidas no nos referimos sólo al suicidio


consumado sino también a la ideación suicida, a las amenazas o a las tentati-
vas. La mayoría de los autores coinciden en considerar estas conductas como
un continuo. Desde esta perspectiva jerárquica, la ideación suicida constituye
el primer eslabón o nivel de menor gravedad. A continuación, y por orden de
severidad, le siguen las amenazas, las tentativas de suicidio, diferenciando
entre leves y graves, y finalmente el suicidio consumado.
No obstante, a pesar de que generalmente los deseos de morir y las amena-
zas anteceden a las tentativas y éstas a su vez preceden en muchos casos a los
suicidios consumados, es probable, tal como apuntan algunos de los autores,
que este modelo no sea aplicable a todos los casos ya que en algunas personas
la conducta suicida podría haber surgido de un modo no jerárquico.
Por otra parte, la ideación suicida es un tipo de respuesta o reacción muy ha-
bitual durante la infancia y la adolescencia. Tal es la magnitud de su prevalen-
cia en niños y adolescentes que, en algunos países, como por ejemplo Estados
Unidos, empiezan a considerarla como algo normal. Y es que ciertamente las
cifras que se aportan son muy elevadas.
La gravedad de la ideación suicida reside en su persistencia y/o estabili-
dad temporal.

C. Perspectiva sociodemográfica

El suicidio en la adolescencia constituye una de las tres primeras causas de

147
muerte en la mayoría de los países. Diversas investigaciones se han ocupado
de averiguar acerca de los factores que los adolescentes ubican como causales
de su intención suicida. Según los resultados de varias de ellas, algunos son:
• La inestabilidad familiar por peleas o incomunicación
• La pérdida de un ser querido
• El aislamiento social
• Los sentimientos de soledad y de fracaso
• El estado de desesperación y desesperanza
De lo que se desprende que

En los estudios realizados en adolescentes, se verificó que los suici-


dios son la consecuencia de una progresiva ruptura de los lazos sociales,
de la alienación, el aislamiento y la soledad.

Otros autores sitúan dicha problemática adolescente en función de los


cambios propios de dicha etapa evolutiva.
Se observa en estos adolescentes la presencia constante de sentimien-
tos de depresión, desesperanza y/o desesperación, que hacen que se sien-
ta incapaz de resolver problemas, quedando en una situación “sin salida”,
abriéndose la posibilidad del suicidio o el comportamiento autodestructivo
en general como resolución o escape.
Bonaldi (1998) plantea dicha situación como los efectos de un debilita-
miento cada vez mayor de los lazos sociales sufrido por los jóvenes.
En Argentina, según un estudio realizado por Altieri (en Martínez,
2007), que abarca el período 1980-2004, pudo observarse la alta incidencia en
la juventud de las muertes violentas en general y del suicidio en este caso
particular. En este caso y en los siguientes cuadros el propósito es mostrar una
evolución longitudinal consolidada, en el pasaje de siglo, durante 24 años. No
hay una pretensión de actualidad estadística, ya que la misma ameritaría otro
tipo de estudio.
Tasa de mortalidad por suicidio por 100 mil, VARONES,
grupos de edad seleccionados
25.0

15-19
20.0 20-24
25-29
15.0

10.0

5.0

0.0
1980-84 1985-89 1990-94 1995-99 2000-04

148
Tasa de mortalidad por suicidio por 100 mil, MUJERES,
grupos de edad seleccionados
25.0

15-19
20.0 20-24
25-29
15.0

10.0

5.0

0.0
1980-84 1985-89 1990-94 1995-99 2000-04

En los varones, el grupo de mayor riesgo era el de 20 a 24 años y resulta


preocupante el crecimiento progresivo de las tasas de suicidio de los jóvenes
de 15 a 19 años. En las mujeres, en cambio, el grupo de mayor riesgo era el
de 15 a 19 años y se observan valores similares entre adolescentes y jóvenes
adultas. Las tasas de suicidio son sensiblemente inferiores a la de los varones
Preocupa, a su vez, el hecho de que en ambos sexos es llamativo el aumen-
to en la tasa de suicidio de los adolescentes entre 10 y 14 años. Según indica la
autora fue el grupo con mayores incrementos del período y el que presenta la
menor diferencia por sexo.
De alguna manera, esta ejemplificación, ratifica la importancia de analizar
la problemática como proceso histórico-cultural determinada temporalmente,
ya sea que este análisis se realice desde lo individual o desde lo social. Lo im-
portante es no perder de vista el marco contextual.

Suicidio como Fenómeno Social

Durkheim plantea el suicidio en tanto fenómeno social, partiendo de la an-


tinomia hombre-sociedad. El autor distingue distintos tipos de suicidios don-
de, en algunos de ellos, podemos encuadrar muchos de los suicidios llevados
a cabo por adolescentes: el suicidio egoísta, el altruista y el anómico.

• El suicidio egoísta resulta del fracaso en la integración de la persona en


la sociedad, generando en ella malestar y sufrimiento, acrecentando los
sentimientos de soledad y abandono que pueden conducirlo al suicidio.
Ejemplo de esto son los suicidios de aquellos jóvenes que, por ejemplo, por haber
obtenido bajas calificaciones en la escuela y no poder soportar tal frustración
deciden terminar con sus vidas (suicidio típico en los jóvenes japoneses) (Korn-
blit, Mendes Diz & Adaszko, 2006).

149
• El suicidio altruista resulta de un predominio de los intereses y necesi-
dades del grupo social por sobre los de la persona, quien en esta “adap-
tación excesiva” a la sociedad provoca un anulamiento de sus propias
demandas y necesidades en función de las de su grupo de pertenencia.
Ejemplo de este tipo de suicidios son los acaecidos tras un episodio que conmueve
fuertemente la sensibilidad de algunos jóvenes, particularmente mujeres, identi-
ficadas con una figura mediática (Ibid.).

• El suicidio anómico resulta de la ruptura provocada en la dupla hom-


bre-sociedad a partir de cambios que conllevan la pérdida o transforma-
ción de las normas y valores sociales generando sentimientos de males-
tar, de pérdida de identidad y desasosiego. Tal es el caso de los suicidios en
cadena ocurridos en Gobernador Gálvez, provincia de Santa Fe, en 1989 o en la
localidad de Las Heras, Provincia de Santa Cruz, donde 12 jóvenes se suicidaron
entre 1997 y 1999 (Guerriero, 2005 en Op. Cit.).

C. Perspectiva sanitaria

Según el Programa Nacional de Salud Integral en la Adolescencia, realiza-


do por el Dr. Gustavo Girard y su equipo, desde el Ministerio de Salud de la
Nación en Argentina, correspondería más hablar de adolescencias que de “la
adolescencia” como si se tratara de un grupo homogéneo.
Como se mencionó anteriormente, José Bertolote, referente de la Suicido-
logía mundial, plantea que la Suicidología está tan intrínsecamente influida
por los factores socioculturales, que cada lugar debe desarrollar políticas y
programas de prevención del suicidio de acuerdo al momento y a las pautas
culturales intervinientes si no se quiere arriesgar a una segura frustración
(Bertolote, 2004).

Siguiendo este mismo enfoque, esta perspectiva resalta que es suma-


mente importante que los programas, intervenciones y acciones que se
realicen en los diferentes lugares tengan en cuenta los aspectos culturales,
socioeconómicos y geográficos en los cuales están insertos.

Por esto resulta de vital importancia conocer datos locales como: pobla-
ción, escolaridad, ocupación, necesidades básicas insatisfechas, fecundidad,
entre otros, a los efectos de poder adecuar las estrategias que se implementa-
rán.
En el caso puntual del adolescente, quien particularmente se encuentra en
permanente interacción con su núcleo social primario -la familia y la comuni-
dad que lo rodea-, toda estrategia preventiva y posventiva deberá realizarse
con un enfoque participativo, familiar y comunitario, haciendo énfasis en la
PREVENCIÓN PRIMORDIAL Y PRIMARIA.

150
Prevención primordial significa no sólo la detección temprana y el
control de los factores de riesgo, sino el fortalecimiento de la capacidad
de desarrollo integral de las personas como mecanismo protector funda-
mental. Esto implica que en los sistemas formales de servicios de Salud, la
capacitación y la investigación deben inscribirse en una concepción sani-
taria y social con la participación de la comunidad, especialmente la de los
adolescentes y sus familias.

Para ello es necesario tanto la integración de las diferentes disciplinas en los
Equipos de Salud cuanto la participación de los diferentes sectores: Desarrollo
Humano, Educación, Justicia, Trabajo, Deportes, Medios de Comunicación,
Instituciones Religiosas, de la Infancia. Así, la salud integral vista como un
elemento inseparable del bienestar y como componente indispensable para el
desarrollo, pasa a ser un objetivo de todos.

GLOSARIO DE ESTA PERSPECTIVA

Factor de Riesgo: Característica detectable en individuos o grupos (no es


necesariamente el factor causal,) asociada con una mayor probabilidad de su-
frir un daño en la salud.
Factores Protectores: Recursos personales o sociales que atenúan o neutra-
lizan el impacto de riesgo.
Resiliencia: La capacidad de un individuo o grupo de surgir fortalecido
después de vivir una circunstancia adversa y/o de riesgo.
Atención Integral de la Salud: Esfuerzos organizados de carácter interdis-
ciplinario e intersectorial para ofrecer respuestas adecuadas a las exigencias
de una salud integral.
Interdisciplina: Interacción de profesionales de diferentes áreas de lo Es-
tatal que, con un objetivo común y compromiso personal enfocan desde dife-
rentes ópticas un problema complejo.
Estilos de Vida: Integran el comportamiento individual con el contexto
cultural que lo modela y determina. Se conforma por aspectos materiales, so-
ciales e ideológicos. Se caracteriza por ciertas manifestaciones de la cultura
material como vivienda, alimentación, vestimenta y tecnología. Se manifiesta
en determinadas formas y estructuras organizativas, como la familia, los gru-
pos de parentesco, las redes sociales de apoyo, las instituciones o asociaciones
políticas o religiosas. Y se expresa en el conjunto de las ideas, valores y creen-
cias que determinan o modelan el proceso salud - enfermedad y las respuestas
o comportamientos adaptativos frente a distintos sucesos de la vida.

151
D. Perspectiva sanitaria

La adolescencia es una de las etapas de transición y transformación por


excelencia; el pasaje de la niñez a la adultez constituye un momento clave en
el desarrollo vital de toda persona. Es en esta etapa donde se dan cambios
de gran relevancia estructural: cognitivos, físicos, psicológicos, ambientales,
relacionales, etc. Entre otros, cabe destacar la finalización de la escolaridad, la
decisión vocacional y la salida laboral, la elección del partenaire sexual y toda
una serie de transformaciones vinculadas a la identidad, a la vez que tienen
lugar modificaciones significativas en los diferentes vínculos mantenidos has-
ta ese momento.
Como en toda crisis, las transformaciones y procesos se suceden -muchas
veces- dejando a la persona, en este caso al adolescente, en un estado de vul-
nerabilidad expuesta, es decir, a merced de situaciones de riesgo tanto en lo
referido a su salud física como mental. A su vez se constituye en una posi-
bilidad para dar lugar al cambio y al despliegue de los propios recursos. En
la superación de esta transición intervendrán múltiples factores tales como
la historia personal y familiar, la maduración psico-física, la situación psico-
social, su personalidad y su red socio-afectiva. Las influencias culturales del
contexto ofrecen modelos de roles sociales y ocupacionales a los que se puede aspirar
y también proveen o no, de los recursos y medios para alcanzarlos (Crockett, 1997 en
Casullo, 2002).

Las nuevas configuraciones de la economía mundial en general, y del mer-


cado laboral en particular, han producido un incremento de las situaciones de
riesgo y marginalidad a la vez que generan cada vez mayores dificultades en
lo que hace a la construcción de un proyecto de vida propio, y más aún en las
posibilidades de llevarlo a cabo.

Los adolescentes y adultos jóvenes viven mayores situaciones de frus-


tración que los conducen a interesarse por símbolos más superficiales del
mundo adulto como el consumo de alcohol y drogas, comportamientos
sexuales no protegidos, actividades delictivas. Frente a situaciones frus-
trantes, una salida posible es la ideación, el intento o la concreción de actos
suicidas (Casullo, 2002).

King y Kowalchuk (1994), autores del Inventario sobre Orientaciones Sui-


cidas (ISO-30), el cual se trabaja en el Módulo de Evaluación de Riesgo y Po-
tencial Suicida -Parte Dos de esta publicación-, señalan que entre los adoles-
centes suicidas se encuentran distorsiones cognitivas de importancia:
• Procesamiento irregular de la información
• Rigidez
• Magnificación (exageración de las circunstancias y su implicación)

152
• Abstracción selectiva (aplicación de un concepto simple al análisis de
una situación excluyendo otros)
• Personalización (se asume que la información siempre está referida al
sujeto que la procesa)

En un estudio realizado por la doctora Casullo y equipo con estudiantes


adolescentes con alto riesgo suicida, se pudieron encontrar características
cognitivas significativas:
- RIGIDEZ. Incapacidad para recibir información nueva y posiciones
extremas frente a la resolución de situaciones problemáticas.
- INTOLERANCIA a las situaciones inciertas.
- POSICIONES EXTREMAS frente a la resolución de problemas.
- HIPERGENERALIZACIONES
- TENDENCIA AL AISLAMIENTO (Casullo, 1998)

En el artículo del 2002, la Dra. Casullo y equipo hacen referencia a otros


estudios realizados con mujeres adolescentes donde se destacan también las
siguientes características:
- Pobres habilidades para resolver problemas
- Tendencia al aislamiento y la soledad
- Marcada incapacidad para pedir ayuda y apoyo afectivo

Dicho estudio ha permitido verificar la presencia de ciertas características


en adolescentes con probable riesgo suicida que deben tenerse presentes:

• Rigidez cognitiva para afrontar y resolver situaciones problemáticas


• Limitadas posibilidades para dialogar acerca de temas personales que
preocupan
• Presencia de fantasías relacionadas con volver a ser niños, rechazo a
vivir la etapa presente y temor a crecer
• Tendencia al aislamiento y prevalencia de sentimientos de soledad
• Control de sentimientos de agresión e impulsividad
• Indicadores de ansiedad y depresión
• Miedo al futuro relacionado con fantasías de muerte

–> También corresponde destacar la presencia de vínculos conflictivos con padres,


madres y otras figuras adultas.

153
E. Perspectiva psico-socio-cultural

El significado del suicidio está estrechamente ligado a la evolución


del concepto de muerte en el niño y en el adolescente.
La tendencia a la actuación, ligada por algunos autores a un frecuente
malestar ante el propio cuerpo; la necesidad de conocimiento de sí mismo
con cierta manipulación de la idea de muerte para superar la angustia
metafísica frecuente a esta edad; la necesidad de renuncia al mundo de la
infancia, de donde surgen tendencias de tipo depresivas; el acondiciona-
miento pulsional ligado a la intelectualización y a las racionalizaciones, lo
que no quiere decir que la agresividad no tenga necesidad de expresarse,
a menudo bajo una forma vuelta contra el sujeto mismo. Son todas carac-
terísticas comunes a la adolescencia y su evolución.
(Moron en Lebovici, 1985)

Si bien muchos referentes de la psiquiatría y la psicopatología vigente si-


túan la conducta suicida como un síntoma de la depresión y ésta última cons-
tituye un Factor de Riesgo importante, existen posiciones encontradas, tanto
entre los psiquiatras como entre los suicidólogos en general, en cuanto a la
asociación del suicidio con la depresión.
Algunos estudios sostienen que la conducta suicida aparece consistente-
mente asociada con la depresión, mientras que otros sostienen que los adoles-
centes y niños que manifiestan comportamientos suicidas no poseen muchas
veces ni un trastorno depresivo ni aún sintomatología depresiva.
Los diferentes resultados obtenidos en los estudios realizados en torno a
esta asociación (suicidio-depresión) dan cuenta de que algunos sujetos pue-
den desarrollar conductas suicidas en ausencia de sintomatología depresiva.
Incluso forma parte de la revisión del DSM-IV la inclusión de una nueva cate-
goría diagnóstica, independiente, que incluya tanto la ideación suicida como
las conductas autolesivas, bajo la denominación “Trastornos suicidas en la niñez
y la adolescencia”.
Queda así planteada la necesidad de investigar, pensar y abordar la proble-
mática suicida per se, independientemente de la presencia de una alteración
del estado de ánimo u otro trastorno mental.

Características Familiares del Adolescente Suicida

Tanto los niños como los adolescentes que presentan comportamientos au-
todestructivos (intentos o suicidios consumados, como su expresión más ex-
trema), generalmente provienen de familias fragmentadas y/o disgregadas.
Observándose importantes problemas de comunicación donde priman el au-
toritarismo, la indiferencia o desinterés, la hostilidad, la incomprensión y la
falta o el exceso de límites y de atención.

154
En forma recurrente existen antecedentes familiares de adicciones (alco-
holismo, drogadicción), trastornos mentales e intentos de suicidio o compor-
tamientos hétero y auto agresivos-destructivos por parte de otros miembros
de la familia. En estos casos, el comportamiento suicida puede ser analizado
como una conducta aprendida por imitación de familia o allegados.
Entre las mujeres se manifiesta mayor conflicto con la figura materna mien-
tras que entre los hombres se observa mayor dificultad con la figura paterna.
Es frecuente la ausencia de una referencia de este tipo. En ocasiones los con-
flictos vinculares se extienden también entre los hermanos.
La ausencia de una de las figuras parentales -por muerte, separación o
abandono- también es una característica recurrente en estas configuraciones
familiares. Varios estudios plantean como característica significativa la falta
de soporte familiar.

Características Personales

Teniendo en cuenta la discusión referida en la introducción de este aparta-


do, consideraremos las características planteadas por ambas posturas, ya que
la verificación evaluatoria y clínica permite afirmar que ambas son valiosas a
la hora de identificar y abordar el suicidio adolescente.
Generalmente los adolescentes que manifiestan comportamientos suicidas
son pesimistas, ansiosos, de tonalidad afectiva depresiva (humor triste) y con
una fuerte tendencia a la idealización. Frecuentemente presentan dificultades
interpersonales en el seno familiar y en el ámbito escolar, no pudiendo comu-
nicar sus sentimientos ni preocupaciones.
Muchas veces estos adolescentes (también los niños) forman parte como
víctimas-victimarios de la dinámica del Bullying u Hostigamiento Escolar
(tema que se desarrollará en profundidad en la clase Nº3 de este curso) y mu-
chos de ellos se muestran retraídos.
Es común el consumo excesivo de alcohol, tabaco y drogas psicoactivas.
Algunos de ellos suelen manifestar comportamientos en forma agresiva, vio-
lenta e inestable, refiriendo sentimientos de aburrimiento, insatisfacción y
menosprecio. Pueden presentar problemas de tipo sexual tales como impo-
tencia, frigidez, insatisfacción, desilusión y/o culpabilidad y angustia frente a
manifestaciones homosexuales propias o de conocidos.
Algunos presentan un diagnóstico psiquiátrico a partir de la concreción de
un primer intento de suicidio.

Está comprobado que luego de un primer intento de suicidio existe


un riesgo aumentado de repetición, especialmente durante el primer año
posterior al intento.

Algunas de las características significativas halladas entre aquellos que re-


inciden son:

155
# Tendencias depresivas: aburrimiento permanente, ansiedad, ausencia de
dinamismo y de tenacidad
# Dificultades escolares graves y trastornos del carácter y del comporta-
miento (en algunos casos presencia de diagnóstico psiquiátrico)
# Algún miembro de la familia con problemas de alcoholismo
# Relaciones familiares perturbadas
# Indiferencia del padre y hostilidad por parte de la madre
# Indiferencia por parte de hermanos y/o hermanas.
# La autoridad paterna es considerada por estos sujetos como poco satis-
factoria (por exceso o por defecto)

Drogas y Suicidio

Existen diferentes concepciones acerca de si la drogadicción es o no un


equivalente al intento suicida, en tanto conducta autodestructiva. Similar dis-
cusión se suscita en lo referente a las Autolesiones Deliberadas (DSH), tema
que se abordará en la próxima clase de este curso.

En el Tratado de psiquiatría del niño y el adolescente (Lebovici, 1985) se


hace referencia a tres momentos diferentes en la relación toxicomanía - intento
de suicidio, los cuales adquirirían una significación particular en cada uno de
estos momentos.

1. Cuando el intento de suicidio precede o acompaña al inicio del consumo


de drogas. Tienen una misma significación.
2. Segundo período (llamado por los autores “luna de miel”), el toxicóma-
no no intenta suicidarse, la droga parece calmar todas sus necesidades.
3. Toxicomanía y Suicidio aparecen como profundamente dependientes el
uno del otro en tanto la una (la toxicomanía) es la evitación de la otra (el
suicidio). A su vez mantienen un mismo significado, autodestructivo.

El paso al acto suicida parecería referir un estado anterior de riesgo.

Es esencial que el adolescente pueda hablar del suicidio y sus ideas y


confiar en alguien que lo escuche.
Toda tentativa de suicidio o toda expresión de la idea de suicidio
constituye una llamada y ofrece la posibilidad de entrar en contacto con
el adolescente y realizar una auténtica prevención de la recaída (posven-
ción).

–> HASTA AQUI SE DA CUENTA DE DISTINTAS PERSPECTIVAS DE
CONCEPTUALIZACIÓN SIN ÁNIMO DE AGOTARLAS. INTENTARE-
MOS RESCATAR SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS ENTRE LAS DIVER-
SAS PERSPECTIVAS PRESENTADAS DE MANERA INTRODUCTORIA,

156
PARA PASAR A ANALIZAR ALGUNOS ASPECTOS PUNTUALES SIG-
NIFICATIVOS DEL ACONTECER ADOLESCENTE, DESDE NUESTRA
PERSPECTIVA…

G. Articulación de factores de protección y de riesgo

No todas las personas –sean niños, adolescentes, adultos o ancianos– res-


ponden de la misma manera frente a situaciones similares. Ante una misma
situación o escenario que resulta amenazante, no todos desarrollarán necesa-
riamente una respuesta patológica, indeseable o desadaptativa.
Existen diferentes variables que entran en interjuego determinando el des-
enlace, según aminoren los efectos nocivos o los acrecienten, pudiéndoles dar
un tratamiento adecuado o aumentando el riesgo.
Es en este punto donde una adecuada intervención podrá dar lugar a un
reforzamiento de los factores protectores o salugénicos y/o disminuir y neu-
tralizar aquellos factores de riesgo presentes. Las intervenciones podrán hacer
foco en algunas de las siguientes variables intervinientes, dependiendo de la
articulación que se diseñe o construya, la eficacia en el resultado de la misma:
Algunas de las principales variables a tener en cuenta, son:
• Características propias
Genéticas
Biológicas
Psicológicas
• Características ambientales
Familia
Contexto social
• Y la influencia que sobre ellas pueda ejercer la presencia de factores protectores
y de riesgo.

Antes de continuar con el presente desarrollo consideramos importante


precisar algunos conceptos desde esta perspectiva.

La vulnerabilidad alude a una dimensión continua del comporta-


miento que se mueve desde una adaptación más exitosa al estrés, a una
menos exitosa. Vale la pena recordar que es de de origen genético y pro-
ducto del aprendizaje. Es endógena y relativamente resistente al cambio.
Los factores que pueden determinar su nivel en una persona están dados
por factores genéticos, cognitivos, afectivos, sociales, ambientales y con-
ductuales, entre otros.
No siempre es observable, se mantiene latente; la misma se hace vi-
sible cuando frente a sucesos vitales percibidos como estresantes (no de-

157
seados o negativos) se da una intensificación de la reacción que resulta en
conductas desadaptativas.

Una situación (o indicador) de riesgo será aquella que comprometa


la salud psíquica y el bienestar psicológico de la persona o que le genere
sentimientos, conductas o cogniciones patológicas o indeseables. La no-
ción de riesgo alude a todas aquellas variables empíricamente asociadas
con el aumento de la probabilidad de estructurar una patología. Los suje-
tos en riesgo desarrollan una patología si poseen un alto grado de vulne-
rabilidad.
Conocer dichas variables sirve para predecir tal probabilidad. No nos
dice NADA respecto a los mecanismos mediante los cuales se genera esa
patología. La noción de riesgo remite a variables correlacionales y descrip-
tivas.

Los Factores Protectores o Salugénicos son definidos como aquellas


características personales o elementos del ambiente, o la percepción que
se tiene sobre ellos, capaces de disminuir los efectos negativos que el pro-
ceso de estrés (o distrés) puede tener sobre la salud y el bienestar. Desde
esta perspectiva, los factores protectores al aumentar la tolerancia ante los
efectos negativos del estrés (o distrés), disminuirían la vulnerabilidad y la
probabilidad de enfermar.

Rutter (en Kotliarenco, Cáceres & Fontecilla, 1997) plantea que los Factores
Protectores no constituyen en sí mismos experiencias positivas o benéficas.
Los mismo pueden incluso no constituir un suceso agradable.
Según refieren Casullo & Fernández Liporace en su estudio sobre Estrate-
gias de Afrontamiento en Adolescentes (2001), existen varios autores, entre
los que se encuentra Rutter, que sostienen que los factores de riesgo y los protec-
tores no deben ser abordados como extremos opuestos de una dimensión única sino
en tanto conceptos diferentes. Se trata pues, de variables independientes que afectan
directamente algunos comportamientos humanos, pero que, a la vez, pueden tener
efectos moderadores sobre la relación existente entre situaciones de riesgo y conductas
específicas.

Entonces:

Vulnerabilidad/Protección –> operan indirectamente y tienen efectos sólo


en virtud de su interacción con la variable de riesgo por lo cual no deben ser
pensados como atributos permanentes; aunque un factor protector puede no
constituir una experiencia, sino ser una cualidad o característica individual de
la persona. Vulnerabilidad y protección constituyen el polo negativo o positi-

158
vo de un mismo concepto (Rutter, Op. Cit.).
Ambos polos deben ser pensados en su dinamismo en tanto procesos que
acontecen en un momento y circunstancia determinados, los cuales, a su vez,
poseen toda una trayectoria.

En cuanto a los Factores de Riesgo, algunos autores distinguen entre Varia-


bles de Riesgo Proximales y Variables de Riesgo Distales. Resumimos en el siguien-
te cuadro algunas de sus puntualizaciones al respecto:

Variables de Riesgo Distales

• No afectan directamente al sujeto


• Actúan a través de mediadores
• Tendrían un efecto sobre algunos de los procesos o comportamientos que
ocurren a nivel proximal
• No existe una relación causal con los resultados, sino que resultan pro-
babilísticamente posibles –> el nexo entre una variable distal y su conse-
cuencia no es inevitable
• Son también llamados Macrosociales

En cambio, las Variables de Riesgo Proximales interactúan directamente


con el sujeto.

Mecanismos mediadores en los procesos de riesgo y protección

Rutter da cuenta de diversos mecanismos de mediación entre variables,


que actuarían como predictores en los procesos protectores. A través de un
efecto catalizador indirecto de una variable sobre otra, se modificarían los re-
sultados de la interacción de la última con un factor de riesgo.
Este autor destaca cuatro de ellos que resumimos a continuación:

1. Los que reducen el impacto del riesgo, a través de dos maneras:


• Alterando el significado que éste tiene para el adolescente, es decir,
modificando la valoración que esa persona hace de una determinada
situación de riesgo mediante la modificación del proceso cognitivo. El
ejemplo que utilizan los autores es la inoculación por la exposición con-
trolada a la situación estresante facilitando así una adaptación exitosa.
• Modificando su participación en la situación de riesgo. Por ejemplo me-
diante la supervisión del adolescente para evitar su participación en ta-
les situaciones y/o brindándoles retroalimentación acerca de cómo ellos
están manejando dicha situación.
2. Los que reducen la probabilidad de las reacciones negativas en cadena,
los que se dan luego de haber estado expuesto a la situación de riesgo y
que perpetúan los efectos del mismo.

159
3. Los que promueven el establecimiento y mantención de la autoestima
y autoeficacia. De éstos, según los autores, las experiencias más relevan-
tes son las relaciones afectivas seguras y armónicas, y el éxito en tareas
que son importantes para la persona.
4. Las experiencias o momentos claves en la vida de una persona, que
son capaces de crear oportunidades de desarrollo adaptativo, y que
marcan continuidad en la trayectoria vital del individuo

La importancia de la distinción entre Variables de Riesgo Distales y Proxi-


males se hace visible al momento de la planificación de una estrategia de in-
tervención: para un adecuado planteo de los objetivos, para prever la posible
magnitud de su alcance y sus limitaciones. A la vez debe tenerse en cuenta el
Contexto Macrosocial en el que se lleva a cabo tal intervención. No será lo
mismo una intervención que se lleve a cabo en un lugar con elevado Riesgo
Distal, por más que exista una menor cantidad de Variables de Riesgo Proxi-
mal interactuando, y esto debe ser tenido en cuenta al momento de la planifi-
cación, aún cuando no se pueda intervenir a nivel Macrosocial.
Otro concepto de suma importancia a definir y tener en cuenta al momento
de elaborar y planificar estrategias de intervención, preventivas y posventivas
con adolescentes es el de Afrontamiento. Tomaremos la definición que dan
Lazarus & Folkman (1986).

Las Estrategias de Afrontamiento son aquellos esfuerzos (pensa-


mientos, sentimientos y acciones) orientados a operar con las demandas
del entorno, percibido como problemático, independientemente de su re-
sultado. No puede decirse que una estrategia sea mejor o peor para afron-
tar una determinada circunstancia; tal consideración en cuanto a la adap-
tatividad de una estrategia podrá realizarse sólo en función del contexto
específico en el que se dé la misma.
No debe confundirse afrontamiento con dominio sobre la situación;
en muchas circunstancias, donde no puede haber tal dominio, el afronta-
miento puede manifestarse como aquellos comportamientos que permi-
tan tolerar, minimizar, aceptar o incluso ignorar tal estresor.
–> Entonces, el mejor afrontamiento será el que le permita a la persona
modificar su relación con el entorno mejorándolo.

Existen otras posturas que plantean que las personas, independientemente


de la situación puntual a la que se enfrentan, llegarían a establecer formas
relativamente estables de afrontamiento.
El estrés psicológico está dado por una situación percibida como desbor-
dante por la persona en relación a los propios recursos, donde la misma se
siente expuesta a una situación de riesgo, percibida como peligro. Es decir, en
dicho proceso interviene una evaluación cognitiva.
Tanto cuando hablamos de estrés como cuando hablamos de afrontamiento,

160
tenemos que pensar en términos relacionales. En ambas definiciones se tienen
en cuenta tanto las características del sujeto como la naturaleza del medio.
En el trabajo citado sobre Estrés y Procesos Cognitivos, los autores plantean
que para que una situación sea percibida como amenazante, dañina o desafiante
entrarán en juego las siguientes propiedades:
• La novedad de la situación
• La incertidumbre: del acontecimiento y de su temporalidad
• Su inminencia
• Su duración
• Su ambigüedad
• Y su cronología dentro del ciclo vital (en este curso nos centraremos en la etapa
adolescente)

El estrés como tal es inevitable en la vida de toda persona. Lo que nos


interesa puntualmente aquí es la forma en que los adolescentes afrontan las
situaciones consideradas como estresantes para poder planificar estrategias
de intervención acordes a sus necesidades, centrando el interés en aquellas
situaciones que ellos perciben como desbordantes. Y, en este sentido, el estu-
dio descriptivo-comparativo realizado por la Dra. Casullo y la Dra. Fernandez
Liporace (2001), mencionado anteriormente, constituye un gran aporte. Tal
como mencionan las autoras, y como se indicó al inicio de esta clase, no pode-
mos pensar tales estrategias sin conocer las características culturales especí-
ficas de la población donde realizaremos la intervención.
Tal como destacan las investigadoras, la importancia puntual de esta etapa
del desarrollo vital, la adolescencia, es que en ella se desarrollan competencias
psicosociales importantes, una de las cuales está relacionada con el afronta-
miento.
La Escala de Afrontamiento para Adolescentes (ACS) -en la versión castellana
editada por TEA en 1997- está integrada por 18 factores. Según tal investiga-
ción, en las muestras tomadas en Argentina (Buenos Aires, Tucumán y Pata-
gonia) se lograron situar cuatro factores centrales que explican el 54% de la
varianza. A continuación los enumeramos:

Escala de Afrontamiento para Adolescentes Cuatro factores centrales


(ACS)

1. Buscar apoyo social Factor 1:


2. Concentrarse en resolver problemas Esforzarse y buscar distrac-
3. Esforzarse y tener éxito ciones
4. Preocuparse, atemorizarse
5. Comprometerse en una relación personal Factor 2:
de tipo íntimo Buscar apoyo en amigos o
6. Buscar pertenencia profesionales
7. Ilusionarse

161
8. No afrontamiento Factor 3:
9. Reducción de la tensión Alejamiento con caracterís-
1. Acción social ticas intrapunitivas
2. Ignorar el problema
3. Autoinculparse Factor 4:
4. Reservarlo para sí No afrontar el problema e
5. Buscar apoyo espiritual ilusionarse
6. Fijarse en lo positivo
7. Buscar ayuda profesional
8. Buscar diversiones relajantes
9. Distracción física mediante actividades de-
portivas

Acorde con estudios realizados en otras poblaciones –con características


socioculturales disímiles-, las autoras hallaron que mujeres y varones no
afrontan de la misma manera situaciones que vivencian como estresantes o
problemáticas, así como tampoco lo hacen los habitantes de diferentes contex-
tos socioculturales. Concluyen sugiriendo que si se planifica un programa de
atención primaria y educación para la salud, deben tenerse en cuenta objeti-
vos y estrategias diferentes según:

# Género
# Edad (divididos por grupos de edad)
# Creencias y valores culturales

El Afrontamiento supone siempre una personalidad en acción en


situaciones de estrés. No puede considerárselo en forma aislada sino en
tanto expresión de un estilo o estructura de personalidad, fruto de una
historia individual de aprendizajes y en permanente vinculación con
contextos específicos.
(Bolger en Casullo & Fernández Liporace, 2001)

Dentro de los Factores Protectores debemos mencionar la Resiliencia


La resiliencia en psicología ha sido definida por varios autores, toma-
remos algunas de ellas extraídas de un trabajo publicado por la Organiza-
ción Panamericana de la Salud –O.P.S.- (1998) que consideramos pueden
enriquecer el desarrollo de esta clase:

• Capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la


vida, superarlas e, inclusive, ser transformado por ellas (Grotberg).
• La resiliencia distingue dos componentes: la resistencia frente a la des-
trucción; es decir, la capacidad de proteger la propia integridad bajo
presión; por otra parte, más allá de la resistencia, es la capacidad de

162
forjar un comportamiento vital positivo pese a circunstancias difíciles
(Vanistendael).
• La resiliencia se ha caracterizado como un conjunto de procesos sociales
e intrapsíquicos que posibilitan tener una vida “sana” en un medio in-
sano. Estos procesos se realizan a través del tiempo, dando afortunadas
combinaciones entre los atributos del niño y su ambiente familiar, social
y cultural. Así la resiliencia no puede ser pensada como un atributo con
que los niños nacen o que los niños adquieren durante su desarrollo,
sino que se trata de un proceso que caracteriza un complejo sistema so-
cial, en un momento determinado del tiempo (Rutter).
• Concepto genérico que se refiere a una amplia gama de factores de ries-
go y su relación con los resultados de la competencia. Puede ser produc-
to de una conjunción entre los factores ambientales y el temperamento,
y un tipo de habilidad cognitiva que tienen algunos niños aún cuando
sean muy pequeños (Osborn).

La primer definición corresponde a Edith Grotberg, quien plantea además


que los niños toman factores de resiliencia de cuatro fuentes que se visualizan
en las expresiones verbales de los sujetos (niños, adolescentes o adultos) con
características resilientes:
- “Yo tengo” en mi entorno social.
- “Yo soy” y “yo estoy”, hablan de las fortalezas intrapsíquicas y condicio-
nes personales.
- “Yo puedo”, concierne a las habilidades en las relaciones con los otros.

Tengo
Personas alrededor en quienes confío y que me quieren incondicionalmen-
te.
Personas que me ponen límites para que aprenda a evitar los peligros.
Personas que me muestran por medio de su conducta la manera correcta
de proceder.
Personas que quieren que aprenda a desenvolverme solo.
Personas que me ayudan cuando estoy enfermo o en peligro, o cuando
necesito aprender.

Soy
Alguien por quien los otros sienten aprecio y cariño.
Feliz cuando hago algo bueno para los demás y les demuestro mi afecto.
Respetuoso de mí mismo y del prójimo.

Estoy
Dispuesto a responsabilizarme de mis actos.
Seguro de que todo saldrá bien.

163
Puedo
Hablar sobre cosas que me asustan o me inquietan.
Buscar la manera de resolver mis problemas.
Controlarme cuando tengo ganas de hacer algo peligroso o que no está
bien.
Buscar el momento apropiado para hablar con alguien o actuar.
Encontrar a alguien que me ayude cuando lo necesito.

–> Entonces, la resiliencia constituye un potencial humano que no puede


ser concebido por fuera de la situación específica y puntual de riesgo
en la que se la analiza y/o evalúa . Al igual que el afrontamiento, debe
ser pensada en su carácter relacional (interactivo y dinámico).

Los diferentes organismos referentes en salud citados en la presente clase,


tanto a nivel nacional como internacional, toman en consideración diferentes
Factores Protectores, de acuerdo a la perspectiva desde la cual se posicionan.
A continuación presentamos resumidas todos ellos.

Factores Protectores presentes en el Micro Ambiente

– Buen funcionamiento familiar y de sus referentes. Padres competentes.


– Atención, afecto y apoyo emocional.
– Relación cálida con al menos un cuidador primario.
– Ayuda mutua y actitudes solidarias.
– Posibilidad de contar en la adultez con apoyo social del cónyuge, familia
u otras figuras.
– Educación para la salud y el autocuidado.
– Buena utilización del tiempo libre, desarrollo de la creatividad y el inge-
nio, ocio bien programado.

Factores Protectores presentes en el Macro Ambiente



– La participación y el compromiso social.
– Educación formal y no formal.
– Educación para el cuidado del medio ambiente.
– Oportunidad laboral apropiada.
– Acceso a servicios de salud de buena calidad.
– Redes sociales solidarias.
– Respeto a los derechos de cada ciudadano.
– Una legislación adecuada (laboral, educativa, sanitaria y penal).

Algunos autores se ocuparon de especificar las características psicosociales


halladas en los niños y niñas resilientes:

164
• Nivel Socio-económico más alto
• Género femenino en el caso de los prepúberes, y género masculino en
etapas posteriores de desarrollo
• Ausencia de déficit orgánico
• Temperamento fácil
• Menor edad al momento del trauma
• Ausencia de separaciones o pérdidas tempranas

Caracterísitcas Psicológicas:

• Mayor Coeficiente Intelectual y habilidades de resolución de problemas


• Mejores estilos de afrontamiento
• Motivación al logro autogestionada [task related self efficacy]
• Autonomía y locus de control interno
• Empatía, conocimiento y manejo adecuado de relaciones interpersonales
• Voluntad y capacidad de planificación
• Sentido del humor positivo
• Mayor tendencia al acercamiento
• Mayor autoestima
• Menor tendencia a sentimientos de desesperanza
• Mayor autonomía e independencia
• Capacidad de pensamiento crítico
• Habilidades de afrontamiento que, además de otras ya mencionadas,
incluyen orientación hacia las tareas, mejor manejo económico, menor
tendencia a la evitación de los problemas, a la vez que menor tendencia
al fatalismo

Otros autores utilizan el concepto de “Mandala de la resiliencia”, el cual se


compone de las siguientes caracterísitcas:

• Introspección [insight]
• Independencia
• Capacidad de relacionarse (de establecer lazos íntimos y satisfactorios)
• Iniciativa
• Humor
• Creatividad
• Moralidad (capacidad de discriminar entre lo bueno y lo malo y com-
prometerse con valores)

165
H. Referencias bibliográficas

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Nueva.

Clase Nº 2: Autolesiones deliberadas

A. Comportamientos autodestructivos indirectos:


autolesiones deliberadas

La Suicidología estudia los comportamientos, pensamientos y sentimien-


tos autodestructivos. Se ocupa tanto de los suicidios consumados como de los
intentos, la ideación suicida y los comportamientos autodestructivos indirec-
tos (Indirect Self Destruvtive Behavior -ISDB-).

Podemos realizar la siguiente sistematización de las diferentes Escuelas:

166
• La Escuela Norteamericana, centra su estudio no solamente en los sui-
cidios consumados e intentos suicidas, sino también en los comporta-
mientos autodestructivos, gestos e ideación suicida y parasuicidios,
haciendo especial énfasis en el abuso de sustancias (Martínez, C., 2007).

• En Europa, la Escuela de Oxford centra más su atención en las autole-


siones deliberadas, las automutilaciones y un conjunto de comporta-
mientos y actitudes autodestructivas relacionadas (Maris, 1992).

• En Latinoamérica la investigación científica y los desarrollos teóricos en


Suicidología son cada vez mayores, lo cual resulta alentador teniendo
en cuenta lo que manifiesta José Bertolote, referente de la Organización
Mundial de la Salud, en cuanto a la importancia del conocimiento de
los factores socioculturales específicos de cada lugar, para el desarro-
llo de programas de prevención del suicidio eficaces (Bertolote, 2004).

Desde nuestro enfoque se destaca la tarea suicidológica desde su compro-


miso con lo vital: “Una disciplina orientada a determinar los factores protec-
tores apropiados para una comunidad en ese momento particular y no sólo
a detectar factores de riesgo, promueve una tarea salugénica y preventiva,
antes de dar lugar a los dispositivos posventivos y asistenciales” (Martínez,
C., Op. Cit.).

Desarrollos actuales de investigación sobre autolesiones deliberadas en


nuestro país apuntan a dar lugar a futuros desarrollos preventivos que com-
prometan al cuerpo con lo expresivo, lo creativo y lo constructivo, como alter-
nativa vital al proceso autodestructivo.

B. Precisiones conceptuales

Los suicidios y las conductas autodestructivas tienden a compartir algunos


rasgos y estados, pero no otros.
Existen diferentes definiciones conceptuales según el enfoque y la orien-
tación de los autores, por lo tanto no existe por el momento una clasificación
conceptual acordada universalmente. Aún así pueden precisarse algunos con-
ceptos fundamentales que nos permitirán utilizar un mismo marco concep-
tual desde donde poder abordar la problemática autolesiva en general.

167
Los ISDB (Indirect Self Destructive Behavior) son definidos por Farbe-
row (en Maris, Berman & Silverman, 2000) como aquellos comportamien-
tos autoagresivos en los que no hay intención suicida ni conciencia o ex-
pectativa de suicidio. Estos comportamientos conforman un continuum
lineal o continuum autodestructivo (Adam, 1985), aumentando el nivel de
riesgo de muerte con cada repetición.

En la literatura estos comportamientos son considerados tanto síntomas,


que se presentan en pacientes con diferentes cuadros psicopatológicos (de-
presiones mayores, trastornos borderline de la personalidad, trastornos de
pánico y algunos trastornos esquizofrénicos) como así también, se los estudia
en tanto síndromes independientes (Maris, Berman & Silverman, Op. Cit.).
De hecho, algunos autores adhieren a que se considere los ISDB como ca-
tegoría diagnóstica independiente en la próxima revisión del Manual DSM
IV, bajo la denominación “Auto-Mutilación Repetitiva”, diferenciándola así de
las automutilaciones que se desencadenan en otros cuadros pisicopatológicos
establecidos.
En las personas con ISDB prevalece el foco en el AQUÍ y AHORA, en la
búsqueda de sensaciones de placer y/o de alivio. El daño, en estos casos, sur-
ge como una forma de defensa.

–> Ignorando algunos importantes matices de clasificación, los


Comportamientos Autodestructivos indirectos –ISDB- incluyen:

El fumar excesivo
El alcoholismo
La práctica de deportes de alto riesgo
La búsqueda de situaciones estresantes
Ocupaciones o trabajos peligrosos
Algunos “desórdenes” alimenticios y sexuales
El incumplimiento de indicaciones médicas
El sometimiento a múltiples cirugías
Las apuestas compulsivas /jugadores compulsivos
Las enfermedades psicosomáticas
Las automutilaciones
La drogadicción
La propensión o tendencia a sufrir accidentes
E inclusive el exceso de trabajo crónico

Muchos comportamientos autodestructivos no son manifiestos, ex-


plícitos o intencionales. La mayor parte son parciales, crónicos, de larga
duración, e incluso inconcientes.

168
Debemos ser muy cuidadosos y no ver todo comportamiento humano
como autodestructivo. Por otra parte, tampoco podemos permitirnos dejar
de lado los comportamientos crónicos y acumulativos, parcialmente autodes-
tructivos, los cuales podemos observar en muchos de nosotros.

Las autolesiones sin clara decisión de suicidio, son llamados también


Parasuicidios o Conductas Parasuicidas, aunque en esta denominación
quedarían también incluidas las sobredosis de sustancias (no así las adic-
ciones crónicas).

Los Pasaruicidios, entonces, constituyen:

“…una acción o acto no letal en el cual un individuo se autolesiona deli-


beradamente, se daña o ingiere alguna sustancia en exceso respecto de las
dosis prescriptas” (Kreitman, en Maris, Berman & Silverman, Op. Cit.).

“… conductas variadas que incluyen desde gestos e intentos manipuladores


hasta intentos fallidos de terminar con la vida propia. Se hace referencia a actos
deliberados que no tienen un final fatal pero que provocan daños en el
propio sujeto que los ejecuta; dichos actos deben ser poco habituales. Así, por
ejemplo, el alcoholismo crónico o las adicciones graves no se ubican en este rubro”
(Casullo, Bonaldi & Fernández Liporace, 2000).

Las Autolesiones Deliberadas (Deliberate Self Harm –DSH), consti-


tuyen una de las formas de Comportamientos Autodestructivos Indirectos
(ISDB); son definidas como alteraciones o destrucciones directas y deli-
beradas del cuerpo sin intención suicida conciente.

C. Autolesiones deliberadas –dsh–

Las DSH pueden ser extremas, aunque las más comunes, según la litera-
tura, son los cortes en las muñecas y las quemaduras con cigarrillos en los
brazos.
En cuanto a los piercings, la acción en estos casos afirmaría el control sobre
el propio cuerpo y podría conducir a un estado de conciencia trascendente y
realzar la sensación de bienestar.
Maris, Berman y Silverman sostienen que la función y la meta de estos
comportamientos autolesivos es, tanto la disminución de la tensión u otra
afección intensa, como la disminución de la sensación de alienación o el in-
tento de terminar con la disociación.
La acción de cortarse parece tener significados especiales para muchas de

169
las personas que se autolesionan. Cuando la persona experimenta odio, de-
presión, frustración, rechazo, abandono y tensión, la idea del corte en el cuer-
po puede advenir y, asociada a ella, la idea de consuelo.

La EXPERIENCIA de DOLOR varía:

• Algunas personas describen absoluta o relativa "analgesia".


• Para algunos la experiencia va acompañada de una sensación de alivio,
como si se reafirmasen en esa confirmación de la propia capacidad de
tener sensaciones físicas, la cual les asegura que aún están vivos.
• Otros describen un sentimiento de autoconfianza (“empowerment”)
cuando se sienten abrumados por el sentimiento de impotencia.

Cuando la rabia o tensión se tornan abrumadoras, hay una transición hacia


un estado de despersonalización, descrito como insensible e irreal. La perso-
na se retrae completamente y permanece absorta hasta que el corte en el cuer-
po pone fin a ese estado y el individuo siente nuevamente control sobre sí.
DSH: Proceso

Rabia o tensión
abrumadora

Estado de Completo retraimiento


despenalización
(insensible e irreal)
AUTOLESIÓN

Sentimiento de
control sobre sí

El alcance y profundidad de las heridas son generalmente limitados y la


persona para cuando sangró lo suficiente.

MUCHOS DE ESTOS COMPORTAMIENTOS SE INICIAN COMO MECANISMOS


DE AFRONTAMIENTO Y POR SU REPETICIÓN Y RESULTADOS, ALGUNOS SE
VUELVEN HABITUALES Y HASTA ADICTIVOS.

170
D. Corporalidad y DSH

Desde el marco teórico Fenomenológico, el cuerpo es la primera intencio-


nalidad y es a través del mismo que se habita el mundo. El cuerpo es la expe-
riencia primaria del mundo y, tal como afirma Zaner (1964), el ser es siempre
corporalidad. Las personas nos movemos constantemente entre los dos polos:
“tener un cuerpo” y “ser un cuerpo”. Merleau Ponty (1957) afirma que este
último constituye la conciencia encarnada en cuanto ser-al-mundo.

–> La corporalidad constituye una estructura permanente del ser y en


tanto tal nos permite analizarlo a través de sus realizaciones.

Tomando la noción de “cuerpo vivido” de dicho autor podemos plan-


tear que, en los casos de personas que se autolesionan, podríamos hablar
de una corporalidad restrictiva, donde sólo a través de la autolesión es
posible aliviar sentimientos intensos, expresar-se, reapropiarse del propio
cuerpo o hasta confirmar la propia existencia, para poder habitar y expe-
rimentar el mundo. Quedando así, el sujeto, atrapado en el entramado del
continuum autodestructivo.

Las autolesiones son modos morbosos de autoayuda; es la búsqueda de


liberación de ciertos pensamientos o sensaciones, no con el fin de terminar
con la propia vida, sino como la forma hallada para poder continuar con ella.
Se trataría así de una modalidad restrictiva de existencia, donde la propia
experiencia de vivir se vuelve obstaculizante.
Varias investigaciones han demostrado que el haber sufrido abusos sexua-
les y maltratos constituye un predictor significativo de DSH y suicidio, gene-
rando un sentimiento de culpabilidad, vergüenza, y sensación permanente de
suciedad y odio al cuerpo. En efecto, el ultraje sufrido en edades tempranas
produce graves consecuencias, especialmente en los sentimientos respecto al
propio cuerpo.
En estas historias de vida, marcadas por la pregnancia de un “otro” abusi-
vo, se van sedimentando las huellas de esa intromisión en la propia corporali-
dad, configurándose un estilo de comportamiento que, en lugar de posibilitar
la palabra, imprime la marca de la acción en tanto lesión.
Precisamente en este punto caben los aportes de la fenomenología de la
corporalidad. En tanto el sujeto es inseparable de su cuerpo, posee marcas
como modos familiares de habitar el mundo y su historia de vida se halla sedi-
mentada en su corporalidad. Es así que se van determinando qué y cómo son
las cosas y, fundamentalmente, qué experiencia tenemos o podemos tener de
ellas.
En muchos casos, como ya se dijo, es referido un cierto estado de deses-
tabilización o despersonalización al que la autolesión vendría a poner fin.
Asociado a este sentimiento es recurrente el temor a “pasarse del otro lado”, a

171
traspasar cierta frontera que podría dejarlos frente a la posibilidad misma de
la muerte. Incluso, en algunos casos, la conducta autolesiva se interrumpe
recién al ver fluir la sangre, no sintiendo dolor físico sino posteriormente.

La búsqueda del límite en el propio cuerpo podría considerarse también


una respuesta frente a la presencia excesiva o abusiva de un familiar o perso-
na significativa. Precisamente Le Breton (2002) señala que «... el cuerpo en tanto
encarna al hombre, es la marca del individuo, su frontera, de alguna manera el tope
que lo distingue de los otros. Es la huella más tangible del actor en cuanto se distien-
den los vínculos sociales y la trama simbólica que provee significaciones y valores»; el
cuerpo es «el lugar y el tiempo del límite, de la separación».

• El cuerpo en su ambigüedad, es el lugar del corte, del distanciamiento


y la diferenciación, pero al mismo tiempo es quien posibilita el acerca-
miento y contacto con el otro.

Como bien dice el autor, el hombre en su existir pone en juego una suma
de gestos eficaces y, además de las palabras, dirige hacia los otros un conjunto
de rituales corporales que cuentan con la adhesión de éstos…

¿No podríamos pensar que estas lesiones –consideradas en tanto ges-


tos suicidas-, constituyen pautas comportamentales y comunicacionales
aprendidas -y eficaces- que ponen en evidencia cierto “estilo” de relacio-
narse con el mundo y los otros, expresión de la dinámica familiar?

Demetrio Barcia (2000) destaca que en la propia biografía del sujeto se van
configurando ciertos límites del existir, estableciéndose así conductas o tipos
personales que se estabilizan como modos de ser. En este sentido, el otro, en
tanto co-autor de la propia existencia (Rovaletti), aparece facilitando, validando
y tornando habituales ciertas modalidades de expresión, comunicación e inte-
rrelación subjetiva, pero en estos casos restrictivas, que se realizan en forma
repetitiva, obturando otras posibilidades.
Merleau-Ponty, por su parte, considera al hábito como un saber del cuer-
po, ejemplo de una “inteligencia concreta” o “inteligencia práctica” provisto
de un modo de comprensión que no está centrado en la representación. De
este modo, el hábito indisociablemente corporal y espiritual, y en estos casos
auto-lesivo, reside en el cuerpo como mediador de un mundo que se torna
hostil y dolorosamente insoportable.
Estas autolesiones constituyen, de este modo, un cuerpo hábito, una me-
moria encarnada –una “memoria hábito” diría Bergson–, que vuelve a ac-
tualizarse cada vez que se presentan situaciones críticas, ante las cuales se
responde dañando y aliviando a la vez.
La habitualidad de las lesiones deviene ahora adicción, asociándose en al-
gunos casos a comportamientos alcohólicos o dependientes a sustancias psi-

172
coactivas.
No debemos olvidar que, el cuerpo en su ambigüedad, es el lugar del
corte, del distanciamiento y la diferenciación, pero al mismo tiempo es
quien posibilita el acercamiento y el contacto con el otro.

Entonces, desde la perspectiva fenomenológica, la lesión parece


inscribirse como “corte” en la experiencia vivida del cuerpo, en un doble
sentido: corte en cuanto lesión y corte en cuanto interrupción de esa ex-
periencia. De este modo, se configura un modo de ser-en-el-mundo, por
momentos intolerable, desbordante, y absolutamente riesgoso.
Le Breton (2007) afirma que “…el aprendizaje de las modalidades corpora-
les de la relación del individuo con el mundo no se detiene en la infancia, prosigue
durante toda la vida…”.
Podemos pensar, entonces, la importancia de la búsqueda de otros
usos posibles del cuerpo que posibiliten experiencias de alivio desde lo
creativo, lo expresivo y fundamentalmente lo vital; otros modos que pue-
dan resultar eficaces, de los cuales poder apropiarse e incluso habituarse.

E. Lesión como escritura en el cuerpo

Tal como sostiene Merleau Ponty, es a través del cuerpo como apertura que
habitamos un mundo, lo intencionamos; pero es también a través de la pala-
bra, como uno de los usos posibles de éste, que nos expresamos y comunica-
mos con los otros. Cuando esta posibilidad de simbolización falla, en estos
casos aparece la lesión como escritura en el cuerpo, como intento de liberación
de tensión o búsqueda de sí.

Si, citando a dicho autor, la palabra no traduce un pensamiento sino


que lo realiza, si la significación devora los signos, la lesión condensa y rea-
liza el propio modo de existencia del sujeto.

Si el cuerpo es fuente de significados, “donador de sentidos” a nivel pura-


mente vivido y anterior a cualquier simbolización (o pensamiento concep-
tual), el yo-cuerpo realiza la existencia y expresa en el comportamiento una
significación (Callieri). En estos sujetos con DSH, la existencia se realiza a tra-
vés de la lesión. El cuerpo, campo de expresión y de relación, se realiza en el
corte, en la quemadura, en la redundancia de tatuajes y/o piercings como un
comportamiento significativo y no como una idea que se traduce en el cuer-
po. El comportamiento autolesivo, deviene así realización y expresión de la
propia existencia.

173
Los cortes surgen, entonces, en determinados momentos como un
único modo de sostenerse ligado a la vida. Cuando ésta se torna insopor-
table, el sujeto queda atrapado y no puede sino abandonarse al continuum
autodestructivo, como único modo de comportamiento posible.

En tanto uso fallido del cuerpo, las lesiones pueden llegar hasta el daño
permanente o el fin de la propia existencia, poniendo en riesgo la continuidad
de la vida.
Sin embargo, no podemos dejar de mencionar que las mismas pueden ser
consideradas como usos corporales temporalmente “exitosos” -o eficaces-,
en tanto viene asociada a esta experiencia, en la mayoría de los casos, una
sensación de alivio y de recaptación del propio cuerpo en situaciones de des-
personalización.
Algunos autores relacionan este paliativo con la liberación de endorfinas que
inducirían a su vez a la repetición de la conducta.
En muchos casos la autolesión aparece como un “descanso del sufrimien-
to”, donde la experiencia del vivir se torna insoportable y lo único que permi-
te poner fin o coto a ese padecimiento, al menos temporariamente, es el corte,
la quemadura, el golpe y en ciertos casos hasta la amputación, propiciados en
el propio cuerpo.

En este sentido se orientan las clasificaciones propuestas para los actos


autolesivos, tales como el “Tipo catártico”, el “Tipo con propósito terapéutico”
y la “Automutilación reintegrativa”, los cuales dan idea de cierta eficacia para
el individuo. Los autores coinciden en que estas conductas de autoagresión
corporal permiten un fluir de las emociones y un alivio del dolor o malestar
psíquico intenso, llevándolos a una sensación de bienestar transitoria que an-
tecede a fuertes sentimientos de vergüenza y culpa.
Además, dichas lesiones permiten la reconexión con el propio cuerpo, re-
estableciendo en cierta forma el límite entre lo externo y la propia persona.

H. Lang recurre al carácter dialéctico de la defensa, en cuanto se presenta


como empobrecimiento pero también es una tentativa de resguardar al sí mis-
mo. El síntoma aparece como ambivalente, es a la vez patológico y al mismo
tiempo preserva al sujeto de una infelicidad mayor. Así en el caso de patolo-
gías obsesivas, Jaspers habla de “mecanismos contra reguladores” frente a
la inseguridad, el miedo y el desorden, y Lang las denomina “conductas de
seguridad adicionales” en cuanto permiten mantener el orden a pesar de los
propios deseos de destrucción (Rovaletti, 2005).

No podemos hablar en estos casos de un sujeto que elige o decide com-


portarse de una determinada manera, sino más precisamente de un sujeto
atrapado en ese modo restrictivo de existencia.

174
F. DSH en tanto conducta adictiva

¿Es posible pensar las DSH en tanto conducta adictiva?

Sí, en tanto la adicción es definida como el “proceso por el cual un comporta-


miento puede permitir a la vez producir placer y descartar o atenuar una sensación
de malestar interno”, siendo empleada como una imposibilidad repetitiva de
controlar este comportamiento y su prosecución, a pesar de conocer sus con-
secuencias negativas (Bayle, Chignon & Ades, cit. en André, Beavides & Can-
chy-Girominni, 1996).

Hay aquí una particular utilización del cuerpo que constituye no una ex-
presión de la problemática inconsciente sino de una debilidad en la inscrip-
ción simbólica del cuerpo. “El objeto de la adicción sirve de prótesis a una elabora-
ción corporal no alcanzada y permite hacer frente a la interiorización de una imagen
pesimizada del cuerpo y evitar así la confrontación a toda representación intolerable”
(Idem.).

En el caso de las DSH, en lugar de existir un objeto externo que se


ingiere o incorpora, o se deja de ingerir (como en el caso de la anorexia),
lo adictivo lo constituye la lesión misma (el comportamiento lesivo), es
decir el corte, la mutilación concretada en el propio cuerpo.

La adicción está íntimamente relacionada con el sentimiento de vacío, la


pérdida de identidad y la angustia, a los que se intentan borrar implicando
para ello al cuerpo en una búsqueda patológica de estimulaciones, intentan-
do producir una transformación de las sensaciones y el estado psíquico del
sujeto.

G. Análisis de fragmentos discursivos

Tras explorar, detectar y analizar los relatos subjetivos y reflexivos de per-


sonas con autolesiones-deliberadas, en el marco de una investigación realiza-
da en nuestro país –próxima a ser publicada-, se pudieron identificar algunos
patrones discursivos que pueden ser de utilidad tanto para la identificación,
el tratamiento, así como la prevención de la problemática en cuestión.
Para la realización de dicha investigación se utilizaron muestras discursi-
vas provenientes de diversas fuentes, tales como
• Actas de Grupos Sostén
• Fichas de Evaluación de Riesgo y Potencial -tomadas oportunamente en

175
Entrevistas de Orientación y Evaluación de Riesgo Suicida en la Asocia-
ción Argentina de Prevención del Suicidio-
• Foros en Internet y
• Encuesta sobre Autolesiones elaborada para tal fin

La misma toma en cuenta las experiencias vividas de la corporalidad y las


representaciones asociadas a estos eventos autolesivos, identificando aque-
llos patrones que dan cuenta de ciertos rasgos de esta corporalidad restricti-
va.
A continuación se muestran algunos de los resultados hallados:
◊ Se reitera el pedido de ayuda para afrontar de manera diferente (a la au-
tolesión) situaciones de similares características.
◊ Existe una manifestación de alivio al saber que existen otras personas
que conviven con la misma problemática, en contraste con el sentimiento
de locura, que se expresa en algunos de los casos analizados. A su vez se
observa la predisposición y tendencia a dar consejos a quienes se encuen-
tran en una situación similar a la propia
◊ El sentimiento de vergüenza y arrepentimiento por autolesionarse y por
las consecuentes cicatrices, así como su ocultamiento y el sentimiento
posterior de culpabilidad.
◊ En los diversos registros, la autolesión se manifiesta como un comporta-
miento adictivo, en expresiones tales como “no poder parar” o “no poder
dejarlo”. Coincidentemente con la bibliografía, muchos se iniciarían como
mecanismos de afrontamiento, donde el alivio y desahogo se logran con
lesiones cada vez más profundas y severas, derivando, en algunos ca-
sos, en la consumación de intentos de suicidio (con intención de muerte),
también llamados suicidios frustros.
◊ La autolesión aparece como respuesta a un “no poder con la vida”, asocia-
da a la idea de “solución”, “alivio”, “desahogo”, “relajamiento” y “placer”;
constituyéndose así en un uso temporalmente “exitoso” -o eficaz- del
cuerpo.
◊ El sentimiento de temor frente a las propias consumaciones autolesivas
también se reitera en el material analizado, asociándose las mismas a la
idea de “debilidad”.
◊ La idea de “superación” del continuum autolesivo aparece como un “lo-
gro” a ser obtenido, como un signo de fortaleza y decisión.
◊ En tan sólo un caso aparece el orgullo por el daño y las cicatrices.
◊ La autolesión es referida como un pedido de ayuda, un “llamado de
atención”, frente a la imposibilidad de hacerlo de otra manera, confi-
gurándose un estilo de comportamiento que, en lugar de posibilitar la
palabra, imprime la marca de la acción en tanto lesión. Se observa una
dificultad o falla en la simbolización y expresión de las experiencias.
◊ Son referidas como una “forma de exteriorizar el dolor” y/o de tener
control sobre él, y los propios sentimientos en general; destacándose en-

176
tre ellos el dolor, la tristeza, la rabia, la frustración y la soledad por sobre
el resto; surgiendo así como “un dolor controlable”.
◊ Las cicatrices en algunos casos son referidas como recordatorios tanto
del dolor sufrido como de la solución momentánea, posible de volver a
intencionar.
◊ Se reitera la representación de un espacio corporal exterior (en el cual
se padece de un “dolor externo”, referido como tangible y controlable,
provocado por la lesión) y un espacio interno, donde el dolor se tor-
na abrumador e incontrolable. Cabe destacar que la autolesión emerge
como posibilidad de poseer y controlar el propio cuerpo.
◊ Las zonas privilegiadas para consumar la autolesión, en forma de cortes
y/o raspaduras, son los brazos y los muslos. En sólo pocos casos de los
estudiados en la citada investigación aparecen los golpes en la cabeza.
◊ Se reitera en el material analizado la preocupación por las oscilaciones
en el peso y la alteración de las conductas alimenticias, relacionadas a
problemas estéticos: falta de apetito, imposibilidad de ingerir alimentos,
adelgazamiento o problemas de alimentación en general.
◊ Se presenta también la alteración en los ciclos de sueño, tales como el
insomnio o la imposibilidad de permanecer despierto durante el día.
◊ En lo vincular-relacional se manifiestan dificultades de comunicación y
de relación en el seno familiar, a lo que se añaden las rupturas y quie-
bres afectivos con la pareja.
◊ En el núcleo familiar se reiteran los antecedentes de patología mental
como de conductas heteroagresivas y autolesivas -incluyendo intentos y
suicidios consumados-.
◊ El tema de los límites se presenta como un temor a traspasarlos, como
una carencia de los mismos desde la crianza, o en referencia a relaciones
intersubjetivas actuales, donde se presentan situaciones tanto de simbio-
sis como de separación, frente a las cuales no se sabe cómo establecer
precisamente “límites”.
◊ El contexto en el que se consuma la autolesión es de soledad. Frente al
recurrente sentimiento de incomprensión, los foros aparecen como luga-
res de contención, compañía y comprensión. Aunque no se poseen datos
acerca de su efectividad terapéutica o preventiva.

Como ya dijimos anteriormente, cabe recordar que:


No se trata entonces de un sujeto que elige comportarse de una deter-
minada manera, sino de un sujeto atrapado en ese modo restrictivo de
existencia donde la condición principal pareciera ser la inevitabilidad de
la conducta autolesiva.

Los autores coinciden en que estas conductas de autoagresión corpo-


ral permiten un fluir de las emociones y un alivio del dolor o malestar
psíquico intenso, llevándolos a una sensación de bienestar transitoria

177
que antecede a fuertes sentimientos de vergüenza y culpa.
Además, dichas lesiones permiten la reconexión con el propio cuer-
po, reestableciendo en cierta forma el límite entre lo externo y la propia
persona.

H. A modo de cierre

El rol activo de los educadores y agentes de salud resulta imprescindible


en el habilitar y facilitar estos otros usos posibles del cuerpo (y la palabra),
en la apertura de espacios colectivos donde la expresión creativa: corporal,
oral y/o escrita sean posibles. Habilitar canales de expresión, de orienta-
ción, consulta y contención, acordes a los momentos específicos y las necesidades
subjetivas, resulta un desafío en la Prevención y la Posvención de estas con-
ductas. Donde aquellos sentimientos insoportables, situaciones abrumadoras,
impotencias, angustias, miedos y demás sentimientos recurrentes puedan de-
venir en un discurrir diferente.

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ZANER, R. (1964): The problem of embodiment, Nijhoff, Der Haag.

178
Clase Nº 3: Hostigamiento escolar (bullying)
y suicidio

A. Introducción

El Hostigamiento Escolar, o dinámica del Bullying, es una problemática de


larga existencia pero que recién en las últimas décadas se fue haciendo más
conocida en el ámbito social en general (con ayuda de los medios de comuni-
cación masiva), y conceptualizada e investigada en el ámbito de la Psicología
y la Educación en particular.
Tanto a nivel nacional como internacional son conocidos los eventos ocu-
rridos en torno de esta problemática en el contexto escolar, que terminaron en
masacres de alumnos, docentes y autoridades escolares. En Argentina el caso
que aún se recuerda, por inaugural y emblemático a la manera de analizador,
fue el ocurrido en 2004, en Carmen de Patagones, en la provincia de Chubut,
en la Patagonia.
Pero no se trata de hechos aislados sino, muy por el contrario, son com-
portamientos violentos que ocurren a diario, en muchos casos en forma silen-
ciada. Es por este motivo que Guillermo Pérez Algorta, psicólogo y profesor
universitario uruguayo, que ha investigado y escrito sobre el tema, y cuyos
aportes, desarrollados en su capítulo de “Introducción a la Suicidología”, for-
man parte esencial de la presente clase, la denomina “Violencia a bajo ruido”
(en Martínez, 2007).
Es de suma importancia el conocimiento de esta problemática, y puntual-
mente de sus indicadores, para posibilitar llevar a cabo una tarea mancomu-
nada entre padres, maestros, agentes de salud mental y otros adultos en lo
que hace a la prevención, identificación y el adecuado abordaje.

179
B. El hostigamiento escolar o bullying

Tal como se dijo, el Hostigamiento Escolar constituye una forma de vio-


lencia. La misma se caracteriza por darse en forma repetida y duradera en el
tiempo sobre uno o varios estudiantes, quienes son victimizadas, hostigados.
Hablamos de violencia en tanto el perpetrador busca infringir a otra persona un
daño y ésta última está motivada en evitar dicha acción (Anderson & Brushman,
2002).
La violencia surge como respuesta en el ser humano al sentirse involucra-
do en una situación de peligro. Cuando la misma comienza a constituirse en
un patrón de comportamiento frente a estímulos cada vez menos específicos
la intervención debe ser amplia en cuanto al espectro institucional y específi-
ca en cuanto a la metodología.
Esta modalidad puede escalar en intensidad si se tiene en cuenta el efecto
nocivo que genera en la víctima y, peor aún, si se estabiliza en el tiempo.
Puede observarse dicho patrón de conducta en edades muy tempranas –
aún pre-escolares-, pero dada la actitud generalmente pasiva de educadores,
padres y demás adultos en contacto con el niño, no se le presta la adecuada
atención ni se lo llega a identificar a tiempo en muchos casos.

La importancia de la identificación temprana radica en que:

• La agresividad en el niño se cristalizaría a partir de los ocho años.


• Los niños que a esta edad presentan conductas violentas, con regulari-
dad tienen una elevada probabilidad de continuar siendo violentos du-
rante la adolescencia y la vida adulta.
• Su desarrollo puede ser descrito como una “trayectoria” o “carrera an-
tisocial”, en la que el niño presenta conductas de severo oposicionismo
y agresividad en la etapa pre-escolar y escolar.
• Esta carrera antisocial puede incluso llegar a la delincuencia juvenil.

Este patrón comportamental se pone de manifiesto bajo diferentes formas


o modalidades:
◊ Directas, como peleas, amenazas, agresiones físicas de diversa índole,
destrucción material intencional, crueldad y vandalismo;
◊ Indirectas, como gestos, comentarios irónicos, difusión de chismes o ex-
clusión intencional de un grupo.

Las acciones de maltrato social buscarían aislar al individuo del grupo, da-
ñando su estatus dentro del mismo e inhibiendo las acciones anti-bullyng del co-
lectivo. Esto último se considera una forma de bullyng indirecto. El hostiga-
miento puede asumir cualquiera de las formas de maltrato y, en general, incluye
varias de estas formas actuando al mismo tiempo (Barg, en Martínez, en prensa).

180
Esta dinámica deriva en ciertos casos en la ideación y/o consumación ho-
micida y/o suicida, que como ya hemos manifestado en cursos anteriores
son evolutivamente análogas y estructuralmente similares.

Cuando hablamos del Hostigamiento Escolar debemos remitirnos, así


como en la problemática suicida, a la interacción de múltiples factores:
• Comportamiento agresivo de inicio precoz
• Ser víctima de malos tratos o abuso físico y/o sexual
• Exposición a la violencia en el hogar y/o la comunidad
• Factores genéticos
• Exposición a la violencia en medios de difusión
• Uso de drogas
• Presencia de armas de fuego en la casa o acceso facilitado a ellas
• Combinación de factores de estrés socioeconómico en la familia
• Separación matrimonial, divorcio, padre/madre soltero, desempleo, fal-
ta de apoyo por parte de la familia y aislamiento social
• Daño cerebral y ciertos trastornos mentales

El rol que tienen en este punto los medios de comunicación masiva,


reflejando la realidad a la manera en que lo hacen en la actualidad, en un
contexto de violencia e impunidad, como el que habitamos hoy en muchas
de nuestros lugares de residencia, es de suma importancia dada la canti-
dad de horas que pasa un niño frente al televisor.

Tal como puede observarse, la gran mayoría de los factores enumerados


en el listado anterior coinciden con los factores de riesgo de suicidio traba-
jados en la primera clase de este curso. Es por ello que ambas problemáticas
están estrechamente relacionadas y debemos prestar especial atención al
identificar alguna de ellas.
De hecho, fue justamente a partir de suicidios consumados por adolescen-
tes que se comenzó a investigar la dinámica del Hostigamiento Escolar. Par-
ticularmente en los países nórdicos: Noruega, Suecia y Finlandia, y posterior-
mente en Estados Unidos y algunos países de Asia y América Latina.
La presencia de uno o dos de los factores antes mencionados pone al niño
en situación de riesgo para el desarrollo de conductas violentas hétero y/o
auto-agresivas. A mayor presencia de factores, mayor será el riesgo.
Existen investigaciones que demuestran la eficacia en la reducción del
riesgo de manifestar comportamientos violentos, trabajando específicamente
en la eliminación o minimización de los factores de riesgo.

Ya en este punto son varios los paralelismos que podemos trazar en-
tre la problemática que nos ocupa en la presente clase, el Hostigamiento
Escolar, y el Suicidio Adolescente, trabajado en la primera de nuestras
clases.

181
Entre los niños y adolescentes la forma más frecuente en la que se
pone de manifiesto la violencia es la “intimidación”, “hostigamiento” o “bu-
llying”, que es definido como un comportamiento que conlleva
1. un ataque o un daño causado intencionalmente,
2. el cual puede ser físico o psicológico,
3. que se da en sucesivas ocasiones (no una sola vez)
4. implicando a los mismos protagonistas
5. generado por el más fuerte hacia el más débil, en el cual se observa un
desequilibrio de poder físico, psicológico y social.

Resulta importante tener en cuenta las particularidades de esta dinámica


para no confundirla con aquellos comportamientos agresivos aislados (pe-
leas, insultos, entre otros), que se llevan a cabo generalmente entre los niños y
adolescentes en el ámbito escolar.
Tal como dijimos en la introducción de esta clase, el Bullying no constituye
un hecho aislado en el contexto escolar. Según indican las investigaciones,
hasta un 50% de los niños son intimidados en algún momento durante sus
años escolares y por lo menos un 10% sería intimidado con regularidad.

El hostigamiento se da tanto en forma física como verbal y es en este


punto donde podemos situar las diferencias en que se manifiesta esta pro-
blemática en cuanto al género de los niños.
• Entre los varones la intimidación se da tanto a niñas como a niños, bajo
la forma de amenazas o en forma física. Es decir, los niños y adolescentes hos-
tigan a mujeres y varones por igual.
• Las mujeres, en cambio, hostigan generalmente en forma verbal, siendo
usualmente una niña su sujeto de agresión.
• Los niños y adolescentes intimidados experimentan un alto sufrimiento,
lo cual interfiere en forma dramática con su desarrollo social y emocio-
nal, al igual que con su rendimiento académico. Muchas de las víctimas
de intimidación han intentado o llegado a suicidarse, como formas de
cortar con la persecución y el castigo. En otras ocasiones han emprendi-
do actos de venganza contra sus hostigadores, con consecuencias nefas-
tas para los propios chicos, sus familias y la comunidad escolar.

Se han realizado varias investigaciones para llegar a establecer el perfil de


estos niños hostigados, lográndose identificar algunos rasgos característicos
que a continuación se detallan.
Estos niños suelen ser:
· Pasivos
· Temerosos
· Con pocos amigos
· En general son menores que quien/quienes los hostigan, lo que li-
mita su capacidad de responder a los agresores.

182
Los niños y adolescentes que hostigan cobran fuerza al controlar y domi-
nar a otros y, muchas veces, han sido víctimas de abuso físico o de intimida-
ción. Los hostigadores, también llamados “bullies”, pueden estar deprimidos,
llenos de rabia, influenciados por acontecimientos que se suceden en la escue-
la o en su hogar.

Se ha observado que la mayor frecuencia de episodios de hostiga-


miento se da dentro del ámbito escolar o en las adyacencias de dichas
instituciones, por lo que el entrenamiento al personal docente y no do-
cente se vuelve una pieza clave en el intento de abordar este tipo de
conductas inapropiadas.
Asimismo es importante sensibilizar a los agentes de salud comu-
nitarios, para que puedan detectar con rapidez niños y adolescentes que
puedan estar implicados en esta dinámica, con la finalidad de aportarles
las estrategias necesarias para resolver los problemas derivados de la
misma.

MEDIOS, VIDEOJUEGOS Y VIOLENCIA

Cuando hablamos de violencia se hace referencia primordialmente a dos


grandes tipos de factores que estarían en juego en su origen/etiología:

– Factores Biológicos
– Factores Socioculturales

Pese a la gran cantidad de estudios realizados en el campo de la genética


y la bioquímica, en este sentido aún no se ha podido determinar su posible
etiología.
Se ha prestado particular atención también al papel del aprendizaje de este
tipo de conductas y, particularmente, a la influencia de los medios masivos de
comunicación y los videojuegos violentos.

Muy diversos estudios señalan la relación entre el uso de videojuegos y


un aumento de los índices de violencia en la adolescencia.

Se calcula que los niños en Estados Unidos dedican la mayor cantidad de


tiempo del día (6.30 horas, aproximadamente) al consumo de los medios de
comunicación (incluyendo Internet y los videojuegos), constituyéndose así en
la actividad que mayor cantidad de tiempo les insume, después de dormir.
Se sabe también que los videojuegos resultan adictivos, insumiendo cada vez
mayor cantidad de tiempo con el objetivo de superar los propios récords.

Sabiendo que el aprendizaje de los niños se lleva a cabo mediante la obser-

183
vación y la imitación, y teniendo en cuenta la no discriminación entre fantasía
y realidad en edades tempranas, podemos ya pensar la nocividad y los costos
relacionales, afectivos y en su mundo interno en general, que pueden acarrear
este tipo de actividades a este nivel.
En la mayoría de los videojuegos violentos el jugador es el agresor, quien
será recompensado por aquellos comportamientos violentos que logren el ob-
jetivo de herir o directamente eliminar al enemigo –sea cual fuere-. Las imá-
genes logradas son cada vez más reales y el mensaje que prima es la reso-
lución del conflicto o problema mediante la puesta en marcha de conductas
sumamente violentas. De hecho existen videojuegos que consisten en hostigar
y agredir a compañeros de clase, claramente mostrando la problemática del
Hostigamiento Escolar –Bullying- entre los chicos.

La exposición a la violencia conlleva una sensación subjetiva creciente de:


• Hostilidad en el medio
• Expectativas de que los demás se comportarán de manera agresiva
• Desensibilización ante el dolor de otros y
• Aumento de la probabilidad de respuesta agresiva ante un estímulo

A partir de estudios realizados con el objetivo de determinar las conse-


cuencias físicas y psíquicas de dicha presentación de violencia, se han podi-
do determinar las siguientes:
◊ Aumento del comportamiento agresivo
◊ Desensibilización a la violencia
◊ Sensación de miedo
◊ Depresión
◊ Presencia de pesadillas y alteraciones del patrón de sueño

Finalmente, se puede considerar que los niños aprenden a resolver situacio-


nes de forma agresiva, lo cual puede alterar sus estructuras básicas de la persona-
lidad, conduciendo a pensamientos más hostiles hacia el entorno que los rodea y a
la alteración de las interacciones sociales.

Ejemplo de esto son también las masacres ocurridas en colegios de Estados


Unidos, por emulación a este tipo de videojuegos.

Los tres factores de riesgo identificados en este sentido son:


1) Sexo masculino del jugador
2) Tiempo pasado frente a la pantalla
3) Jugar fuera de las casas

¿CÓMO MINIMIZAR EL RIESGO?

El control del consumo de videojuegos por parte de los niños debe ser rea-

184
lizado por los padres o tutores. Una prohibición total de jugar a videojuegos
no suele ser posible, e incluso se podría considerar perjudicial, ya que algunos
de ellos estimulan la creatividad y la coordinación.
Aún así, el tiempo de juego debe ser limitado, ya que los videojuegos no
promueven el trabajo de equipo sino la acción autónoma. Asimismo, promue-
ven estilos de vida sedentarios, con hábitos de alimentación pobres y obesi-
dad.
En este sentido se han desarrollado escalas que valoran el contenido del
juego, clasificándolo por edades.
Un factor importante en la prevención de violencia en niños y adolescen-
tes lo constituyen:
• La presencia de los padres y educadores como interlocutores válidos
• La facilitación de expresión de sentimientos en el ámbito educativo
• La educación y el ejercicio de la solidaridad relacional en distintos ám-
bitos
• La expresión de la potencia física y creativa en espacios socialmente pau-
tados y permitidos
• El entrenamiento cognitivo en la creación de diversidad de respuestas
frente a los problemas
(García Blanco, et. al., 2005)

C. Investigaciones sobre bullying.


Diferentes perspectivas del concepto

Históricamente el hostigamiento entre pares era visto como algo positivo,


ya que se lo consideraba una oportunidad que permitía alcanzar el endureci-
miento necesario para afrontar los avatares de la vida. Vivir la experiencia de
estar sometido a alguien con más poder, otra de las características definitorias
de la dinámica, era propiciado por instituciones educativas de prestigio.

El Hostigamiento Escolar como fenómeno sistémico

En un comienzo, el hostigamiento escolar era visto como un fenómeno diá-


dico, conformado sólo por “el hostigador” y “la víctima”. Gracias a la inves-
tigación sistemática, como ser observaciones de campo, esta opinión ha ido
cambiando, complejizando el fenómeno tras la introducción de otros actores
fundamentales en el sostenimiento de la dinámica.

Del lado de los hostigadores ellos son:


• “Los secuaces”, que no inician el hostigamiento pero luego sí toman un
rol activo.
• Un grupo de “sostén” del hostigador, que si bien no tiene una partici-

185
pación directa, con su presencia y muchas veces con su aliento, refuerza
activamente el comportamiento violento.

Del lado de la víctima, también encontramos actores significativos:


• “Posibles defensores” que están en total desacuerdo con el hostigador
pero no toman acciones al respecto.
• “Los defensores”, quienes sí salen en defensa de la víctima
• Un grupo importante de “espectadores pasivos”, que presencian los he-
chos sin llevar a cabo ninguna acción.
En el siguiente apartado detallaremos los diferentes “roles” de esta dinámica con
mayor detalle.

Los actores que encarnan estos roles son niños y adolescentes. Por ende
aquí se ensayan los primeros comportamientos violentos, los cuales luego
serán muy difíciles de erradicar del repertorio de conducta.

Principales Características de Víctimas y Hostigadores

Ya hemos hablado brevemente del perfil de los niños víctimas del hostiga-
miento escolar. Aquí nos referiremos más detalladamente al tema.
Dentro de lo que se denomina dinámica del bullying, y su mantenimiento
y desarrollo en el tiempo, como esbozamos anteriormente, pueden identifi-
carse varios roles además de los de hostigador y víctima.
Olweus (2003) describe por lo menos ocho roles que se dan en la situación
de hostigamiento:
1) El hostigador
2) La víctima
3) El secuaz
4) El seguidor
5) El seguidor pasivo
6) El espectador
7) El posible defensor
8) El defensor

A su vez distingue dos tipos de víctimas:


• El de mayor frecuencia es el tipo de víctima pasiva o sumisa, que repre-
sentaría el 80-85 % de todas las situaciones, quienes no reaccionan de
forma activa frente a la agresión.
• Por otra parte, se encuentran las víctimas provocativas, también denomi-
nadas víctimas agresivas u hostigadores-víctimas, en las cuales algún rasgo
de su comportamiento podría explicitar la respuesta de hostigamiento.

El autor citado señala enfáticamente que la forma de reacción de la clase es


totalmente diferente en uno o en otro caso.

186
Como características más prevalentes de las VÍCTIMAS se pueden desta-
car las siguientes:
• Suelen ser personas débiles, inseguras, ansiosas, cautas, sensibles, tími-
das, introvertidas y con bajos niveles de autoestima.
• Generalmente con escasas redes sociales dentro de la clase y de la insti-
tución.
• Un marcado sentimiento de incontrolabilidad sobre el ambiente, lo
cual se manifiesta como impotencia, desesperanza y niveles de ansie-
dad anticipatoria muy elevadas.
• La experimentación de miedos intensos, por ejemplo al ir a la escuela o
al participar en actividades grupales.
• Temores de inadecuación personal y de rechazo las lleva muchas veces
a situaciones de aislamiento social. Esto a su vez obtura la posibilidad
de desarrollar habilidades sociales-interpersonales efectivas.
• Son menos populares que otros y poseen habilidades limitadas para ob-
tener éxito y aceptación.
• Serían sujetos físicamente más débiles.
• Estas dificultades se potencian en situaciones de estrés elevado, por
ejemplo cuando interactúan con un hostigador. Perciben a los demás
como más capaces en el manejo de estas situaciones, lo que alimenta el
crecimiento de un autoconcepto negativo.
• Poseen un estilo atribucional interno, de modo que terminan culpándo-
se a sí mismas por sus problemas sociales, desarrollando manierismos
físicos asociados a la depresión y a veces llevan a cabo acciones autodes-
tructivas, entre ellas, como ya se dijo, comportamientos suicidas.
• En general se observa la presencia de familiares que están sobreinvo-
lucrados en la toma de decisiones y actividades lo cual profundiza su
sensación de ineficacia. Y son niños o adolescentes que pasan la mayor
parte del tiempo dentro de sus casas.
• El comportamiento de los padres suele ser sobreprotector, generando al-
tos niveles de dependencia y apego.
• En muchos casos existe un rasgo físico, como el usar lentes, ser más
gordo, más flaco, tartamudo, o cualquier otro, que los hace diferentes de
los otros miembros del grupo o la clase y que es explotado por el hostiga-
dor, aunque estas características no funcionarían como causales de dicho
comportamiento.

Por su parte, los HOSTIGADORES son caracterizados como:


• Chicos muy reactivos, que se enojan frente a la mínima provocación y
recurren a la fuerza física y a las amenazas verbales rápidamente, bus-
cando de esta manera controlar su entorno.
• Poseen escasas habilidades (sociales) de negociación para obtener satis-
facción a sus deseos en un marco de integración social pero serían muy
habilidosos en producir daño explotando los puntos vulnerables de los

187
demás.
• Suelen ser impulsivos y agresivos.
• Tienden a tener poca empatía por los problemas de otros.
• Un estilo atribucional externo muy marcado.
• Perciben en forma inapropiada intenciones hostiles en las acciones neu-
tras de los otros.
• En general toman contacto con grupos agresivos, viendo en la violencia
la única manera de preservar su autoimagen.
• Dan especial relevancia a la imagen física para mantener un sentimiento
de poder y control.
• Poseerían, sobre todo en el caso de los varones, cierta superioridad a
nivel físico.
• En ocasiones puede tratarse de repetidores, lo cual supondría una dife-
rencia de edad en comparación a los otros alumnos.
• Aunque no puede asociarse el desempeño de este rol con un bajo rendi-
miento académico, suelen carecer de interés en la escuela.
• Su integración al grupo no sería muy buena, pero sí notoriamente mejor
que en el caso de las víctimas.
• Se focalizan en pensamientos agresivos exhibiendo acciones rígidas y
obsesivas.
• Se considera que provienen de hogares con más problemas familiares
que lo usual, con carencia de lazos familiares fuertes, donde están ex-
puestos a sufrir abusos emocionales y físicos.
• Sus padres no suelen ser buenos modelos en cuanto a la resolución cons-
tructiva de problemas. Los procedimientos disciplinares en sus casas son
inconsistentes, muy poco monitoreados (usualmente los padres no saben
dónde ni con quién paran).

Con el tiempo estos chicos generan resentimiento y frustración en el gru-


po de pares, perdiendo el liderazgo del que alguna vez gozaron, generando una
tendencia a un aislamiento progresivo que aumenta la probabilidad de encuen-
tro con grupos más problemáticos (conductas delictivas y/o uso de sustancias,
entre otros).

En lo que respecta a las consecuencias del desempeño del rol de hostiga-


dor, a nivel social, cabe destacar la frecuencia con la que estas personas en-
cuentran dificultosa su inserción en ámbitos sociales, educativos y labora-
les. Muchos, posteriormente, se convertirían en desempleados, abandonarían
el sistema educativo o terminarían cometiendo actos ilegales.

Tal como se dijo en el apartado correspondiente a la Articulación de Facto-


res, de Protección y de Riesgo, en la Clase Nº1 –sobre Suicidio Adolescente-,
destacamos aquí la importancia de dicha articulación a la hora de pensar la
problemática, sea tanto del Suicidio como del Hostigamiento Escolar.

188
Reiterando entonces lo dicho en aquella primer clase de este curso:
• No todas las personas responderán de la misma manera frente a situacio-
nes similares. Ante una misma situación o escenario que resulta amena-
zante, no todos desarrollarán necesariamente una respuesta patológica,
indeseable o desadaptativa.
• Existen diferentes variables que entran en interjuego determinando el
desenlace, según aminoren los efectos nocivos o los acrecienten, pudién-
doles dar un tratamiento adecuado o aumentando el riesgo.
• Es en este punto donde una adecuada intervención podrá dar lugar a un
reforzamiento de los factores protectores o salugénicos y/o disminuir y
neutralizar aquellos factores de riesgo presentes. Las diferentes interven-
ciones podrán hacer foco en algunas de las variables intervinientes
• Dependiendo de la articulación que se diseñe o construya, la consecuente
eficacia en el resultado de la misma.

Teniendo en cuenta estos puntos de suma importancia podemos afir-


mar que los mismos factores identificados como “de riesgo”, al ser ade-
cuadamente detectados, podrán convertirse en factores “de protección”,
siempre y cuando se produzcan las intervenciones específicas para el
desarrollo de determinadas competencias.

Actualmente existen enfoques de intervención en este sentido, como los


programas de intervención basados en el paradigma del Positive Youth Deve-
lopment (Durlak citado por Barg, Op. Cit.), en el cual no se busca un abordaje de
la patología específica sino la obtención de resultados universales, medibles a través de
indicadores cuanti y cualitativos.

En concreto, se persigue:
. un incremento del comportamiento pro-social
. el logro académico
. la inclusión grupal y
. la auto-regulación emocional

... a la vez que se busca


. disminuir el comportamiento agresivo y
. los conflictos con pares.

Para hacerlo se parte de un enfoque sistémico con un abordaje multi-nivel en


distintos escenarios, apoyándose en el supuesto de que los cambios en determinado
nivel se potencian y sostienen con los realizados en otro.

A nivel individual, se busca desarrollar


. la auto-conciencia
. el manejo autónomo

189
. la responsabilidad en la toma de decisiones y
. las habilidades sociales.

A nivel sistémico
. mejorar las prácticas de aula y el clima educativo
. la relación familia-escuela
. las normas del centro de estudios y
. el vínculo con instituciones significativas para la comunidad.

Al desarrollar este “paraguas” de recursos de los individuos, sus familias y comu-


nidades, se fortalecen los factores de protección que funcionan como agentes de pre-
vención inespecífica para una serie de conductas de riesgo, como el comportamiento
agresivo, la conducta suicida y otras (Barg. Op. Cit.).

Cabe recordar aquí también que, aún pudiendo delinear los rasgos
generales más salientes que pueden observarse en los diferentes actores
(roles) de esta dinámica, para la detección temprana de la misma debemos
analizar con mucha atención cada caso en particular.

VARIABLES de PERSONALIDAD ASOCIADAS


(Realizado a partir de Fuensanta, 2001)

Se han estudiado y logrado determinar, mediante el cuestionario de Ey-


senck, ciertas variables de personalidad asociadas a cada patrón de conducta
implicado en la dinámica del Hostigamiento Escolar:
– El hostigador muestra alta tendencia al psicoticismo
– Las víctimas, alta tendencia a la introversión y baja autoestima.

Como puede observarse, los individuos de cada lado de la secuencia pa-


recen reunir una serie de características personales que propician el manteni-
miento de dicha dinámica.
Como en los últimos años, las aproximaciones explicativas a la agresivi-
dad humana han derivado hacia modelos interactivos persona-situación, los
cuales incorporan variables personales junto con variables situacionales y de
solución de tareas, así como las interacciones potenciales entre este conjunto
de variables. El planteamiento actual presenta un Modelo Explicativo Inte-
ractivo Y Complejo.

Se consideran entonces los elementos


- Biológicos
- De personalidad
- Situacionales y
- De aprendizaje.

190
En este marco situamos nuestro enfoque, y es por ello que –coincidiendo
con la mayoría de los autores trabajados en la presente clase- se incluyen las
variables de socialización así como de autoestima.

Finalmente, cabe mencionar otra característica de interés que la investigación ha


puesto de manifiesto, se trata de la configuración de un CÍRCULO VÍCTIMA-HOS-
TIGADOR:
“Se ha demostrado a nivel de las ciencias sociales que frecuentemente los que sufren
procesos intensos de victimización terminan por convertirse en agresores. Esto podría
darse en el hostigamiento incluso a través de un eje intergeneracional. Por ejemplo,
los chicos que son víctimas de agresión y maltrato por parte de sus padres podrían ser
hostigadores en la escuela. O dentro de la misma institución educativa habría chicos
que ocupen ambos roles de hostigador/víctima” (Xin Ma, Stewin, Mah, 2001).

Por ende podemos pensar que una de las consecuencias más pato-
lógicas del hostigamiento para sus participantes, más allá del impacto
directo que tiene sobre ellos, reside en que la misma genera sus propias
condiciones de autoperpetuación de la dinámica.

Hostigamiento Escolar y Salud Mental

Desde un punto de vista sanitario, existe pleno consenso en la comuni-


dad científica que ser hostigador, víctima, u hostigador-víctima (“bully-vic-
tim”) conlleva un alto riesgo de desarrollar trastornos mentales.
Pese a que se sigue discutiendo sobre si antecedentes psicopatológicos
pueden ser los causantes del hostigamiento, o si es el hostigamiento un pre-
cursor de problemas psicopatológicos, existen variados estudios que lograron
determinar que :
• Los comportamientos psicopatológicos -incluyendo problemas sociales,
agresión y problemas de comportamiento externalizantes-, son conse-
cuencia más que causa de las experiencias de hostigamiento.
• La dinámica bullying se asociaría con severos problemas emocionales y
de conducta. Para ambos sexos la dinámica bullying y un soporte social
defectuoso contribuirían en forma significativa e independiente a tener
una mala salud mental.
• Los hostigadores- victimas (“bully-víctims”) puntuarían más alto en com-
portamientos externalizantes e hiperactividad, y ellos mismos reporta-
rían sentimientos de ineficacia y problemas interpersonales.
• Las víctimas presentarían más comportamientos internalizantes, así
como síntomas psicosomáticos y reportarían anhedonia.
• La ansiedad, la depresión y síntomas psicosomáticos serían más frecuen-
tes entre hostigadores–víctimas e igual de común entre hostigadores y vícti-
mas.

191
• El uso excesivo de alcohol y otras drogas tendría mayor prevalencia en
los hostigadores, siguiéndoles los hostigadores–víctimas.
• Las víctimas serían más ansiosas y los hostigadores igual o menos ansiosos
que sus pares.
• La dinámica bullying se asociaría con un incremento en síntomas psico-
somáticos y especialmente aquellos estudiantes que son definidos como
hostigadores–víctimas son quienes presentan el mayor número de sínto-
mas psicológicos y psicosomáticos.
• La dinámica bullying no sólo se asocia con síntomas psiquiátricos concu-
rrentes sino que también con futuros síntomas psiquiátricos.

La probabilidad de tener dificultades en la adolescencia se incre-


menta si el chico se vio envuelto en la dinámica bullying en los años de
escuela elemental.

LA DINÁMICA BULLYING DEBE SER VISTA COMO UN INDI-


CADOR DE RIESGO DE VARIOS DESÓRDENES MENTALES EN LA
ADOLESCENCIA.

D. Hostigamiento escolar, ideación y comportamientos suicidas

Diversas investigaciones han abordado la asociación Hostigamiento Escolar


e Ideación y Comportamientos Suicidas dadas las consecuencias ya consabidas
que derivan de estas alteraciones.
De hecho, en la actualidad, existe una denominación específica para iden-
tificar a aquellos niños y adolescentes víctimas de bullying que llegan a come-
ter suicidio: los “Bullycide”.
A continuación se exponen algunos de los resultados de dichas investiga-
ciones, que consideramos de gran importancia para el abordaje de esta pro-
blemática en el ámbito educativo, clínico y social en general.
• Las víctimas manifiestan niveles más altos de ideación que las no-víctimas.
• Existe un incremento en la ideación suicida tanto en víctimas como hosti-
gadores.
• Resulta más probable que las víctimas de hostigamiento escolar tengan
un intento de suicidio, que aquellos sujetos neutros a la dinámica.
• El incremento en el riesgo de intentos suicidas se ha logrado demostrar
tanto en las víctimas como en los hostigadores.
• Se ha comprobado la asociación entre hostigamiento, depresión, ideación
e intentos suicidas.
• Los hostigadores presentan un mayor riesgo que las víctimas tanto de
ideación como intentos suicidas.

192
• Tomando en cuenta la variable género se han encontrado mayores punta-
jes en depresión y suicidabilidad en mujeres participantes en la dinámica
bullying que en varones.

En conclusión, se puede afirmar que tanto el ser víctimas como el ser


hostigadores constituyen potenciales factores de riesgo para el desarrollo
de depresión y suicidio en adolescentes.

Si bien en nuestro país no se han llevado a cabo estudios específicos


sobre la relación hostigamiento escolar y suicidio, lo que sí se sabe del
análisis de muestras no representativas de adolescentes, es que hosti-
gadores, víctimas y hostigadores-víctimas, presentan diferencias signi-
ficativas en cuanto a la presencia de síntomas depresivos, entre ellos la
ideación suicida, respecto de aquellos adolescentes neutros al hostiga-
miento.

Las víctimas presentan un riesgo mayor que los hostigadores. Los


hostigadores-victimas siguen el mismo patrón, no mostrando diferencias
significativas con las víctimas (Pérez Algorta, 2004).

En cuanto a los desarrollos realizados sobre esta temática en nuestra re-


gión, cabe destacar el realizado por nuestro colega, Guillermo Pérez Algorta,
junto con un equipo de profesionales del Uruguay, conformando en 2006 el
Espacio PsicoEducativo Todo-Bien quienes han realizado un esfuerzo pione-
ro en esta línea de investigación e intervención logrando, entre otras cosas, la
puesta en funcionamiento de una herramienta electrónica de sensibilización,
información y discusión en la web. También en Perú encontramos la incansa-
ble y sistemática tarea de nuestro colega Carozzo Campos a través del “Ob-
servatorio sobre la Violencia y la Convivencia en la Escuela”.

Si bien históricamente se han elaborado modelos teóricos señalando que


los procesos psicológicos individuales que darían origen tanto a los impulsos
agresivos como a la conducta suicida serían los mismos; recientemente, Lubell
y Vetter (2006), a partir de la investigación sobre factores de riesgo y factores
de protección, han postulado un modelo de dos etapas para dar cuenta de la
relación entre auto y hetero agresión:
• En una primera etapa, distintos estresores y sucesos traumáticos generan
las condiciones para el surgimiento de los impulsos agresivos.
• En una segunda etapa, factores individuales, familiares y sociales de-
terminan si ese impulso es dirigido contra si mismo, contra los otros o
contra ambos.

Aunque no abundan, existen programas de prevención y asistencia


para cada una de las problemáticas desarrolladas en el presente aparta-

193
do. Pero todavía resultan muy escasos aquellos abordajes que busquen
intervenir en forma conjunta, pese a la cantidad y diversidad de eviden-
cia empírica a nivel mundial que demuestra la relación entre comporta-
miento agresivo, particularmente bullying, y conducta suicida.

Por esta razón, coincidimos con lo expuesto por los colegas uruguayos en
la necesidad de construir modelos que den cuenta de ambas vertientes del
comportamiento agresivo, y que permitan entender dichas conductas en el
marco de las trayectorias evolutivas de los sujetos.

E. Sugerencias para la acción

De todos los desarrollos y datos analizados en la presente clase surge como


imperativa la necesidad de crear y establecer programas y políticas escolares
tendientes a prevenir e intervenir en situaciones de hostigamiento.
Tomando los desarrollos y actividades promovidas por los colegas ya men-
cionados, dedicados al estudio, abordaje y capacitación en la problemática del
Hostigamiento Escolar, destacamos las de:

Sensibilización:
• Familiarizarse con la temática.
• Adquirir conocimientos y experiencia mediante la participación de jor-
nadas, charlas u otros.
• Formar a padres y profesores en la detección de signos tempranos de
hostigamiento y demás ejes temáticos de la problemática.
• Convencer a los principales actores educativos (equipo directivo, perso-
nal docente y no docente, alumnos) que ante esta problemática hay que
actuar.

Diagnóstico:
• Análisis de la realidad del centro (por ejemplo mediante la aplicación de
cuestionarios) teniendo en cuenta la visión de los actores de la Institu-
ción.
• Tratar de responder a interrogantes del tipo de:
- ¿Hasta que punto está instaurada la problemática?
- ¿Cómo afecta la convivencia dentro del Centro?
- ¿Cuáles son las formas más recurrentes de hostigamiento?

Y, por último, aquellas requeridas para…


194
Fijar acuerdos:
• Formar un equipo representativo de todos los actores institucionales
para trabajar en una filosofía y enfoque general sobre el tema, teniendo
discusiones y debates regulares.
• Establecer a través del mismo, reglas claras para proceder en la instaura-
ción de posibles programas.
• Realizar un análisis situacional del Centro respecto a la temática.

F. Referencias bibliográficas

ANDERSON, C. & BUSHMAN, B. (2002): “Human aggression”. Annu. Rev. Psychol 53, 27 – 51.
BARG, G. en MARTÍNEZ, C. (en prensa): Desarrollos en Suicidología. Lugar Editorial.
FUENSANTA, C. R. (2001): “Variables de personalidad asociadas en la dinámica bullying (agresores versus
víctimas) en niños y niñas de 10 a 15 años”. Anales de Psicología, Universidad de Murcia. Vol. 17, Nº1,
37 – 43.
GARCÍA BLANCO, et. al., (2005): “Educación en la violencia, influencia de videojuegos o programación
violenta en niños y adolescentes”. Interpsiquis, Madrid. En www.psiquiatria.com/congreso/2005/ur-
gencias_psiq/articulos/19940/
LUBELL, K.M. Y VETTER, J.B. (2006). Suicide and youth violence prevention: The promise of an integrated
approach. Aggresion and Violent Behavior; 11, 167-175.
MARTÍNEZ, C. (2007) Introducción a la Suicidología. Buenos Aires. Lugar Editorial.
OLWEUS, D. (2003). A profile of Bullyng at school. Educational Leadership, 60 (6), 12-17.
PÉREZ ALGORTA G. (2004): “Dinámica Bullying y Psicopatología en Adolescentes”. Revista de la Socie-
dad de Psiquiatría Biológica del Uruguay 3, 15 – 25.
XIN MA, STEWIN, L. L. Y MAH, D. L. (2001). Bullying in school: nature, effects and remedies. Research
Papers in Education, 16 (3): 247 – 270.

Clase Nº 4: Dispositivos de intervención para la


construcción de una suicidología comunitaria

A. Introducción

El concepto de Intervención es tan multifacético como el concepto de suici-


dio y queda definitivamente connotado y operativizado por el sesgo que se le
decida dar desde su definición.
En este sentido y al efecto de este módulo vamos a tomar en cuenta algu-
nos aspectos característicos que posibiliten pensar y realizar la intervención

195
desde una clara conciencia de qué se quiere realizar y qué se está produciendo
cuando un operador calificado, está produciendo una acción sobre un sujeto
(individual, grupal o social), en un determinado contexto.
En principio hay cuatro características de la intervención que no se pueden
obviar:
1. Es una ACCIÓN
2. Se desarrolla en un LUGAR específico y diferencialmente connotado
3. Generalmente lo realiza un EQUIPO
4. Su función es producir un CORTE

Si bien hay bibliografía que marca el destino de la intervención como una


manera de volver a un estado previo a la crisis o la enfermedad, la clínica –en
todos sus niveles- demuestra que la etapa post intervención, aún siendo crí-
tica, marca un salto cualitativo y prospectivo, a no ser que la misma esté mal
conducida o se haya aplicado un criterio equívoco de intervención.
Es por esto que toda intervención, esencialmente en su función de corte,
marca una interposición en el devenir del malestar donde la posición intervi-
niente del operador no es neutra y por ende no puede ser ingenua, y mucho
menos dogmática.
Para hacer conciente este posicionamiento propongo la reflexión conjunta
del equipo sobre tres aspectos previos a la intervención:
1. Análisis de Pertinencia (Debo intervenir? Para qué?)
2. Análisis de Capacidad (Puedo intervenir? Cómo? Dónde?)
3. Análisis de Implicación (Deseo intervenir? Con qué recursos?)

Teniendo en cuenta que un concepto asociado al de la crisis es el de su


transitoriedad, se convertirán también en determinantes de la resolución, la
planificación de la continuidad y el seguimiento de la intervención.
Intentar definir una clínica comunitaria para el abordaje de las crisis suici-
das supone hablar de una intervención encarnada en la crisis y de una clínica
tradicional en crisis.
Supone a la vez el manejo de ejes tales como proximidad-distancia, urgen-
cia-pausa, dolor-bienestar, acontecer social-sufrimiento individual, poder-ex-
clusión, vulnerabilización-fortalecimiento, entre otros.
Ante los nuevos enunciados, síntomas, emergentes y condiciones de enun-
ciación se instala una demanda de revisión de los dispositivos tradicionales
de atención y acompañamiento, construidos desde un supuesto soporte de
poder dogmático de ciertos lugares profesionales.
En definitiva una crisis de este tipo que se manifiesta públicamente, re-
presenta el escenario donde se muestra dramáticamente la supremacía de las
amenazas por sobre la percepción de recursos, que acontece en un determina-
do colectivo social.
Una intervención en este escenario requiere de operaciones calculadas en
base a los tres términos de la ecuación institucional: universal/instituido, par-

196
ticular/instituyente y singular/institucionalización.
El, los o algún suicidio viene a quebrar el equilibrio inestable entre la
aquiescencia inerte, y a veces inerme, de lo instituido y la potencialidad diná-
mica del instituyente, abriendo la grieta, por lo general estrecha, para generar
las condiciones adecuadas de la institucionalización de algún dispositivo ten-
diente a la reparación de la trama social.
Lourau (1978) propone un principio de equivalencia que ubique lo estatal
y lo institucional, no sólo como objeto de investigación, sino también como
instrumento de la misma. Al posicionar estas instancias como analizadores
sociales, develadores de verdades y ocultamientos, inclusiones y exclusiones
a través de una historia particular, se puede emprender el desafío de la pro-
ducción de bienestar, construyendo redes sociales contenedoras, como una
forma posible de clínica comunitaria.
Con estos mínimos pero fundamentales recaudos operativos estimo que
ya podemos estar dispuestos y preparados a encarar esta parte del módulo
con el ánimo de que la diversidad de intervenciones aquí expuestas, son sólo
una muestra de nuestra experiencia en el tema y que la misma pretende ser
una fuente de insumos para provocar la creatividad de los participantes para
el diseño de las intervenciones más apropiadas a cada circunstancia que le
toque intervenir.

B. La intervención suicidológica preventiva y posventiva

Tomando como referencia a Bertolote (2004) podemos afirmar que las in-
tervenciones para la prevención del suicidio generalmente se enmarcan en las
siguientes seis principales medidas:
• La reducción del acceso a los métodos y medios de suicidio.
• El tratamiento de las personas que sufren trastornos mentales.
• El perfeccionamiento de la manera en la que se presenta el suicidio en los
medios de comunicación.
• Formación específica del personal sanitario de asistencia primaria.
• Programas escolares
• Uso de líneas telefónicas de orientación disponibles las 24 horas y de
centros de crisis.

Coincidimos con el autor en que “dado que el suicidio está influido de manera in-
trínseca por los factores socioculturales, no hay seguridad de que las medidas que
funcionan en un área geográfica vayan a hacerlo también en otra (…) el ˝tras-
plante directo˝ de las políticas y programas de prevención del suicidio sin una conside-
ración plena de todos los factores relacionados va a dar lugar a resultados frustrantes”.

197
Tal como se vio en la primera clase de este Curso, no podemos hablar cien-
tíficamente de causas de suicidio; en el abordaje de esta problemática nos refe-
rimos entonces a Factores de Riesgo Asociados. Los estudios epidemiológicos
brindan resultados sobre los factores fijos y sobre otros potencialmente mo-
dificables, íntimamente vinculados a condiciones culturales y contextuales, a
estudiar en cada caso.
La bibliografía internacional coincide en establecer como Factores de Ries-
go Universales:
· la edad
· el género
· la raza
· la orientación sexual y
· los intentos previos

Al momento de diseñar una intervención posible debemos entonces


recordar que, una variable constituida como factor de riesgo en un lugar, no
quiere decir que vaya a serlo de la misma manera en otro colectivo. Para ello
debemos realizar la medición apropiada y ajustada al sitio en el que realiza-
remos dicha intervención. De la misma manera que lo que hoy es válido para
un determinado contexto cultural no necesariamente lo consolida como factor
fijo en el paso de los años, ya que estamos hablando de productos cognitivos
individuales y colectivos que están en permanente movilidad, dada su alta
relatividad axiológica.
Podemos definir la Intervención Suicidológica de la siguiente manera:

"LA INTERVENCIÓN SUICIDOLÓGICA ES AQUELLA ACCIÓN,


O GRUPO DE ACCIONES, PREVENTIVAS, POSVENTIVAS Y ASISTEN-
CIALES, DISEÑADAS Y EJECUTADAS POR UN PROFESIONAL ESPE-
CIALIZADO QUE, BASADO EN LOS CONCEPTOS SUICIDOLÓGICOS,
PRODUCE UN CAMBIO SUBJETIVO EN ÉL O LOS SUJETOS DE UNA
RED DE PERTENENCIA, CUANDO SE HA PUESTO EN MARCHA EL
PROCESO SUICIDA"

C. Intervenciones individuales

Los 10 aspectos a tener en cuenta en la dirección de dicho proceso serán


tema de un curso aparte dedicado especialmente a ese tema, donde a partir
de material clínico concreto de pacientes tratados y rehabilitados, se irán des-
plegando los 10 pasos propuestos para la evolución de tratamiento, que hasta
ahora y desde hace ya unos cuantos años ha resultado ser eficaz en nuestra
práctica clínica.
En virtud de ello y atendiendo a la extensión y objetivo del presente

198
curso se tomó un tipo de intervención, relativamente novedosa en nuestro
País que, como otras, demuestran la importancia de la expresividad como
recurso rehabilitatorio en el trato del intento suicida, sobre todo cuando la
misma está orientada a construir y reforzar la red de sostén del paciente, de
la cual puede empezar a valerse para empezar y/o retomar una circulación
simbólica restringida o rota por la emergencia del acto autodestructivo.

D. La escritura terapéutica

A continuación se expone un ejemplo de abordaje clínico individual de la


Crisis Suicida utilizando las herramientas del Cuento Terapéutico.

Mónica Bruder (2004) define el Cuento Terapéutico como todo aquel


cuento escrito por un sujeto partiendo de la situación traumática más do-
lorosa que haya vivido y cuyo conflicto concluye con final “feliz” o posi-
tivo.

Es notable cómo lo propuesto por la autora en el mencionado trabajo coin-


cide con el desarrollo del proceso suicida que describen King y Kowalchuk
(1994):

Cuento: Introducción Conflicto Resolución


Cond. Suicida: Miedo Crisis Resolución

Esta equivalencia de pasos en los procesos abre toda una gama de posibili-
dades de investigaciones experimentales con pacientes con ideación o tentati-
va suicida ya que hay un punto nodal en el que se tocan:
Conflicto / Crisis

y en sus respectivas Resoluciones toman caminos opuestos:


–> uno hacia la simbolización
–> el otro hacia el acting

Si bien investigadores de esta temática aluden al proceso de desplazamien-


to, a la distancia entre el yo narrativo y el personaje o a la relación trauma
– narración en tercera persona, hay una dimensión particular a considerar
en estos estudios que es el Estrechamiento Simbólico con el que acuden a la
consulta este tipo de pacientes, que por lo general son traídos por familiares,
amigos o compañeros.
Veremos en breve cómo en una exploración realizada con una paciente, la
gran connotación autorreferencial que tiñe todo el proceso terapéutico, sobre
todo en sus primeras etapas, hace dificultoso en primer lugar la aceptación

199
de la propuesta de escribir, por considerarla fuera del marco de la urgencia
subjetiva; hace casi imposible ese desplazamiento simbólico inherente a la na-
rración por su estado conmocional, duradero en el tiempo.
En una perspectiva longitudinal y aceptando como punto de partida la in-
clusión de la escritura en el tratamiento con la búsqueda activa de que llegue
a ser terapéutica, se estima auspicioso el resultado de la aceptación de dicha
técnica y sus producidos como indicador de la evolución del paciente y su
contexto en el proceso de rehabilitación en curso.

Otro punto de convergencia conceptual hallado entre Cuento Terapéutico y


Proceso Deconstructivo o rehabilitatorio del intento y la ideación suicida es:
La implicación de un mañana esperanzado
apoyado en una idea de proyecto a concretar.

Esto último constituye uno de los principales objetivos de la inter-


vención preventiva o asistencial en conductas autodestructivas, ya que
si se tiene en cuenta que la misma es la resultante de una particular
ecuación estructural entre eros y tánatos, parte de la resolución de esa
ecuación es la reducción de la manifestación tanática a favor del desa-
rrollo de aspectos creativos sanos que se manifiesten en la generación de
un proyecto posible de ser llevado a cabo por el paciente.

Así planteado este recurso terapéutico, podría aportar insumos para la re-
solución de la conflictiva autodestructiva punto por punto del planteo teóri-
co que nos ocupa:
• AUTOESTIMA: logro de un producto terminado, con final feliz en la
narración y en la operación de lograr el cuento.
• DESESPERANZA: generación de un proyecto indicativo de un futuro
esperanzador.
• AFRONTAMIENTO: resolución de las dificultades internas y metodo-
lógicas que supone la realización de un producto escrito y la aceptación
de su lógica.
• AISLAMIENTO Y DETERIORO DE LOS VÍNCULOS SOCIALES: el
despliegue simbólico requerido en la construcción de un texto, además
de operar elaborativamente en la reconstrucción del lazo lingüistico crea
las bases afectivas para el restablecimiento de los lazos vinculares.

El Caso Testigo: ELLA

Ella tiene 21 años. Es la hermana del medio de tres hermanos que hoy
cuentan con 26 y 20 años respectivamente. Su padre es sindicalista, su mamá
es ama de casa, viven en el Gran Buenos Aires.
Consultan estando Ella internada en un hospital privado de la Ciudad de

200
Buenos Aires, después de su cuarto intento de suicidio, acontecido durante el
mes de diciembre (dos dias antes de navidad), arrojándose a las vías ante el
paso del tren en un cruce cercano a su casa. Los otros tres intentos los había
realizado con pastillas, en el lapso de un año, cada vez con mayor gravedad.
Después de cada intento tuvo su correspondiente internación psiquiátrica,
sólo que en esta última estuvo en Terapia Intensiva con coma farmacológico,
debido a la importancia de las lesiones físicas.
Después de ser evaluado su riesgo suicida cuantitativa y cualitativamente,
y el de toda su familia, en el mes de febrero se la acepta en tratamiento y se la
traslada de institución para comenzar con su proceso de rehabilitación.
Iniciado ya el tratamiento correspondiente, Ella comienza a ver mejorar su
estado físico de forma notoria: le sacan los cuatro tutores que se usaron para
que suelden sendas fracturas en una de sus piernas, con lo cual también cesan
las infecciones recurrentes que allí se generaban; le colocan los dientes que le
faltaban, cesa su amenorrea y sus análisis clínicos dieron bien por primera vez
desde el mes de diciembre.
Se podría decir que en ese momento está en curso fundamentalmente su
patología psíquica, cuya principal causa ella establece en años de relaciones
incestuosas con su hermano menor. El diagnóstico por DSM IV producido
por la Institución de origen es: Síndrome Depresivo Mayor, Trastorno Límite de la
Personalidad, Familia Disfuncional.
En reiteradas oportunidades se le propone que escriba una historieta para
la revista de la institución de medio camino en la que habitaba, en cuya con-
fección participa realizando dibujos. Durante un tiempo la negativa a esta
invitación fue sistemática.

La exploración
En un día que tenía sesión, Ella recibe a su terapeuta en el pasillo de la Ins-
titución manifestando, casi eufórica, que estaba angustiada llevándose ambas
manos a su abdomen, el que ha crecido significativamente durante su tiempo
de internación.
Ya en el consultorio se le propone que escriba en el papel que se le provee,
lo más detalladamente posible, aquello que siente, tanto física como emocio-
nalmente.
El registro textual es el siguiente:

Lista de las cosas que tengo


- me duele la boca del estómago
- siento asco a la comida
- me duele la cabeza
- me siento incómoda en grupo, es como que me ausento a propósito.

A continuación se le pide que, en otra hoja, escriba un relato significativo


para ella, con una extensión no menor a diez renglones, siendo la transcrip-

201
ción textual la siguiente, con excepción del nombre:

“Estaba ahí, yo, recién salida del vientre en los brazos de mi mamá. No en-
tendía nada, por lo tanto lloré hasta que mi mamá me dio de beber el pecho. Luego
vino un hombre raro con bigotes, con una nena más grande que yo, ya caminaba
y todo. Yo los miraba con cara de desconfianza. Estaba con mamá y no quería
despegarme de ella. Entonces el hombre habló: - Hola “Ella”, ¿cómo estás?, y yo
lo miraba y no entendía nada de nada. Al pasar el tiempo resultaron ser mi papá
y mi hermana.
Terminando el tema, después de tomar la leche me dormí en los brazos del
hombre raro con bigotes, que era mi papá”

Al finalizar la escritura, se pregunta cómo era para ella ese final del cuento.
“Bueno”, responde.
Después de los catorce minutos que le insumió escribir los exactos diez
renglones en la hoja de papel suministrada por su terapeuta, se indaga sobre
la sintomatología descripta al comienzo de la sesión.
• Refiere que el dolor en la boca del estómago le dijeron que era una de
las manifestaciones de la angustia, que en este caso no cabe duda que es
angustia, aunque no sabe muy bien con qué puede estar relacionada. Ese
dolor de estómago no tiene nada que ver con el asco a la comida, que es
igual que el que tenía en su primera internación, y dice que es lo que hace
que actualmente no esté cenando. Ese asco a la comida, es sólo sensación
de asco y no está asociada a ninguna idea.
• Con respecto a su incomodidad para con su grupo de compañeros más
cercanos en la internación, expresa que ella quería estar en la charla pero
que le costaba mucho.
Dadas las particulares características de esta paciente en ese momento de
su programa de rehabilitación, se le pide que escriba el cronograma de acti-
vidades para el fin de semana, desde que termina la sesión –sábado a las 17
horas- hasta el domingo por la noche. A continuación se presenta dicha infor-
mación sólo a modo ilustrativo:

17.00 hs – Estoy con mis padres. Salir a pasear


21.00 hs - Llega el Acompañante y estoy con mis compañeros en el come-
dor
24.00 hs - Irme a dormir
Domingo:
8.00 hs – Levantarme y desayunar
9.30 hs - Ir a la plaza
12.00 hs – Comer
14.00 hs - Salir a pasear con mi Acompañante
17.00 hs - Salir con mis padres
21.00 hs – Irse a dormir

202
Después de una hora de sesión, al ser interrogada por los síntomas inicia-
les, refiere que había disminuido el dolor de cabeza y que el dolor de estó-
mago se había transformado en un “revoltijo”, más asociado a la cantidad de
mate que ingería por día -actividad que estaba realizando a la llegada de su
terapeuta a la Institución- que a la angustia.

Conclusiones
Si bien se realizó una adaptación de la técnica de Cuento Terapéutico, aten-
diendo a las limitaciones contextuales, la presente exploración posibilitó lle-
gar a ciertas conclusiones las cuales presentamos a continuación.
• Ella, que hasta ese momento se había negado sistemáticamente a escri-
bir, ante una situación aguda y la propuesta repentina de su terapeuta,
acepta escribir. Lo cual, si bien no posibilitó medir su situación subjetiva
pre-test, ofreció un breve inventario de malestares que definían ese mo-
mento agudo; también, en vista de los resultados obtenidos en esa inter-
vención, abrió el camino para instalar en su programa de rehabilitación
una actividad de escritura terapéutica, vinculada al Taller de Revista del
cual participa.
• Permitió a la vez constatar el deterioro de su grafía. Lo que hubiera sido
casi imperceptible en el contexto de un tratamiento tradicional.
• Modificó, en una sesión de una hora, dos síntomas físicos descriptos
como componentes de su situación aguda: disminuyó el dolor de cabeza
y el dolor de estomago se transformó en “revoltijo”, situación también
constatable en su cambio de actitud general y en la expresión de su ros-
tro, al final de la sesión.
• Después de la redacción de su texto se le pide un proyecto de actividades
para lo que queda de su fin de semana atendiendo a que en los últimos
días había pasado largas horas en la cama. Incluye salidas con su Acom-
pañante Terapéutico y sobre todo la participación con sus compañeros,
después de la cena en el comedor cantando y bailando; actividad de la
que se había retirado hacía aproximadamente unos quince días antes.

Es decir que, si bien no se pudo realizar una medición sistematizada de la evolu-


ción y resultados de la presente exploración, existen manifestaciones convergentes
desde distintos aspectos de la paciente que hacen alusión a su bienestar pos-test, por
lo menos en grado de intención.

Más allá de la fragilidad científica de los datos obtenidos, esta explora-


ción empírica brinda la posibilidad de planificar la aplicación de esta técnica
a pacientes con intento suicida en el marco de su rehabilitación, con diversos
objetivos terapéuticos.

203
E. Intervenciones colectivas

Si bien los psicodinamismos autodestructivos incidentes en los contextos


colectivos son los mismos que los que operan en los procesos individuales, no
son tratables de igual manera, con el mismo método. Respetando los niveles
de análisis, teniendo en cuenta el efecto de amplificación y entramado de las
producciones colectivas, se impone una redefinición de las variables a atender
prioritariamente en los marcos grupales, institucionales y/o sociales (pobla-
cionales).
Es muy probable que la representación más extendida sobre el suici-
dio esté asociada a la imagen de un acto
–> individual,
–> intencional
–> y con un propósito claro
Sin embargo cada vez más, y sobre todo después de la primera mitad del
siglo pasado, con la estructuración de la Suicidología, a partir de estudios
científicos desarrollados por Schneidman y Farberow (1961, 1985); este evento
de la vida humana es considerado en toda su complejidad, multidetermina-
ción y evitabilidad.
Un escenario donde se visualiza la multiplicidad de aspectos incidentes en
esta problemática, es justamente en la diversidad de las definiciones de suici-
dio, que se han ido elaborando a lo largo del tiempo, a medida que se han ido
profundizando y haciendo más específicos los estudios empíricos, filosóficos
y/o epidemiológicos. Un recorrido sintético y esclarecedor es el que propor-
ciona Rocamora Bonilla (1992).
Aquí a modo de ejemplo se seleccionan sólo tres:
• Se llama suicidio, toda muerte que resulta, mediata o inmediatamente,
de un acto positivo o negativo, realizado por la víctima misma, sabiendo
que debía producir ese resultado (Durkheim, 1897)
• Todo acto por el que un individuo se causa a sí mismo una lesión, o un
daño, con un grado variable de la intención de morir, cualquiera sea el
grado de intención letal o de conocimiento del verdadero móvil (OMS,
1976)
• El suicidio es el proceso sistémico de síntesis de la disposición autodes-
tructiva que, más allá del grado de conciencia de quien lo exterioriza,
está orientado a comunicar la intención de una resolución al conflicto
que le da origen, por medios letales. (Martínez, 2007)

En un breve análisis de estas tres miradas sobre el fenómeno que nos ocu-
pa, se podrá observar por ejemplo tres sesgos diferentes y pertinentes:
◊ Sociológico
◊ Sanitario y
◊ Clínico

204
– Que
. En un caso se habla de muerte
. En otro de daño o lesión
. Y en el último, de un proceso.
– Que a medida que se pretende dar lugar a los estudios más actuales sobre
el tema, la variable “intencionalidad” es menos categórica.
– Que ya desde Durkheim es tan suicidio matarse como dejarse morir.
– Que la Organización Mundial de la Salud no condiciona el grado de co-
nocimiento del actuante para considerar un acto como suicidio.
– Que en la última definición, que pretende ser la síntesis de un recorrido
teórico-clínico, se incluye la variable subjetiva vinculada a la necesidad
de comunicar y de resolver un problema, vivenciado como sin salida
para quien tiene que afrontarlo.
Hay autores, como Estruch y Cardús (1982) que postulan que en reali-
dad el suicidio es concebido como una solución para quien lo intenta, y que
el verdadero problema sobreviene sobre aquellos que lo sobreviven.

Estas consideraciones preliminares habilitan a considerar el suicidio como


un problema mucho más allá de lo individual.
Incluso se podría sostener que una concepción individualista y/o intimista de
la problemática, debe ser considerada decididamente como reduccionista.

A modo de introducción del siguiente planteo a desarrollar se postulará:

SI NO HAY PREDICTIBILIDAD NO PUEDE HABER PREVENCIÓN,


la Prevención está basada sobre la Previsión.

Entonces repetimos:
PREVISIÓN: PREDICCIÓN: PREVENCIÓN:
Instrumentos Evaluación de Instrumentos
para prever riesgo para prevenir

EL SUICIDIO ES PREVISIBLE Y PREVENIBLE,


por lo tanto las muertes por suicidios son evitables.

Como ya se dijo: intentar definir una clínica comunitaria para el abordaje


de las crisis suicidas supone hablar de una intervención encarnada en la crisis
y de una clínica tradicional en crisis.
Supone a la vez el manejo de determinados ejes, entre otros los siguientes:

• Proximidad-Distancia
• Urgencia-Pausa

205
• Dolor-Bienestar
• Acontecer Social - Sufrimiento Individual
• Poder – Exclusión
• Vulnerabilización – Fortalecimiento

Ante los nuevos enunciados, síntomas, emergentes y condiciones de


enunciación se impone la revisión de los dispositivos tradicionales de aten-
ción y acompañamiento.
En definitiva una crisis de este tipo que se manifiesta públicamente,
representa el escenario donde se muestra dramáticamente la supremacía de
las amenazas por sobre la percepción de recursos, que acontece en un deter-
minado colectivo social.

Una intervención en este escenario requiere


de operaciones calculadas y evaluadas en su eficacia.

A continuación veremos algunos dispositivos y programas de intervención


colectivos.

F. El grupo sostén

Los Grupos Sostén son un dispositivo grupal que, si bien están destina-
dos a adolescentes y adultos con ideas, fantasías y/o tentativas de suicidio,
también reciben la consulta de familiares y amigos de personas que se han
suicidado y de organizaciones preocupadas por esta problemática.

Los objetivos de estos grupos son:


- Evaluar el riesgo y la potencialidad suicida
- Determinar la fortaleza de los factores vitales del consultante y su entor-
no
- Asistir a la población en riesgo de intento o de consumar un suicidio
- Generar una red de sostén y prevención para el implicado y su familia
- Orientar a los actores sociales que tratan con población de riesgo


Coordinación:

Estos grupos son coordinados por profesionales -universitarios y no uni-


versitarios- especialmente formados en esta tarea.

206
Dinámica:

Etapa preparatoria
• Se evalúa la pertinencia de este tipo de ayuda para el consultante
• Se realiza un trabajo de orientación para él y su familia
• Se lo asesora sobre otras alternativas para abordar el conflicto
Si se evalúa que el consultante puede realizar el trabajo de sostén en los grupos,
pasa por una Etapa Intermedia.

Etapa Expresiva

Se realiza una primera aproximación de esclarecimiento con uno de los


coordinadores, para pasar luego a la tarea semanal con el grupo y sus coordi-
nadores.

Este trabajo se lleva a cabo en ámbitos comunitarios.


El Grupo Sostén opera como un Laboratorio de Convivencia tendiente a
la reconstrucción del lazo, siendo su escenario imaginario más particularizado el
sesgo social de las relaciones que se despliegan en el espacio grupal.
El rol del coordinador de estos grupos comunitarios, lejos de consolidarse
en una función interpretativa a la manera de un grupo terapéutico, consiste
en dar la palabra a los integrantes, subrayar o puntuar aquellos aspectos favo-
recedores de la articulación de un discurso grupal y a través de estos recursos
expresivos de los integrantes, ir amalgamando la sociabilidad del grupo como
un espacio confiable para la manifestación y posterior discusión de las fanta-
sías individuales.
Esta tarea se complementa con la disponibilidad del coordinador y de los
miembros del grupo para ser llamados por aquellos integrantes que en el es-
pacio que media entre una reunión y la próxima, se sienten amenazados por
sus fantasías e ideaciones.

G. Programa multisectorial de variado alcance (PMVA)

Cuando la demanda a nivel local por alta frecuencia de suicidios implica


un abordaje poblacional y comunitario, resulta sumamente importante la
progresividad y gradualidad en la dosificación de la intervención por parte de
quien la conduce, sobre todo teniendo en cuenta que los escenarios más fre-
cuentes para este tipo de intervención lo constituyen provincias o municipios.
El PMVA se trata de un Programa Modulado por sectores interac-
tuantes, usando como técnica de evaluación e identificación el Inventario de
Orientaciones Suicidas –ISO 30– (Casullo, Bonaldi & Fernández Liporace,
2000), que al tratarse de un cuestionario autoadministrable posibilita una ad-

207
ministración masiva en muy corto tiempo.

Efectores de este Programa:

• NIVEL I: Profesionales de la Salud


Están a cargo de la evaluación, derivación y/o asistencia de los pacientes con
eventos suicidas.

• NIVEL II: Profesionales de la Educación


Son los principales detectores de las situaciones de riesgo en el estableci-
miento educativo y operan como favorecedores y sostenedores de las accio-
nes de prevención y posvención en ese contexto.

• NIVEL III: Agentes Sanitarios


Son los que están a cargo de la Prevención Primaria y de algunos aspectos de
la Secundaria, ya que por lo general están distribuidos en todo el territorio
provincial o municipal. Sus tareas requieren que los funcionarios facili-
ten los medios para una formación ad-hoc, sencilla, clara y focalizada,
destinada a este personal.

• NIVEL IV: Operadores Telefónicos


Son los encargados de cumplir con los turnos de guardia de la Línea de
Atención al Suicida, en el caso que exista previamente.

• NIVEL V: Relevamiento Epidemiológico y Seguimiento del Programa


Está a cargo de equipos interdisciplinarios, capacitados en la problemática
del suicidio, con formación epidemiológica.
Sus objetivos son:
- Monitoreo y seguimiento del programa en cada uno de sus niveles
- Incorporación de información adecuada en el diseño de campañas masivas
de prevención primaria para la población general
Por ejemplo, antes de instrumentar cualquier campaña de Promoción
y/o Prevención, sobre todo si ésta es específica o indicada, deberán ocu-
parse de tener capacitados los niveles I y II del Programa, ya que son
quienes van a recibir la demanda de orientación y asistencia.

Si esta articulación no es tenida en cuenta, el Programa podría revertir


en un efecto “boomerang”, o simplemente esterilizarse, comprometiendo la
eficacia de futuras intervenciones.

208
H. Programa escolar de identificación, monitoreo
y atención del riesgo suicida (PEIMARS)

Con respecto al abordaje institucional en escuelas y establecimientos edu-


cativos, en general hay algunos criterios ya establecidos de acuerdo a la deli-
mitación de la forma y a la extensión del campo de intervención.
Son mejor aceptadas, en general, las intervenciones en contextos amplia-
dos como por ejemplo Distritos Escolares o Direcciones Generales de Escue-
las, que las intervenciones aisladas por establecimiento.
De esta manera se evita la exposición y estigmatización de una determina-
da comunidad educativa y se reconoce, por parte de las autoridades, la emer-
gencia de la crisis como la manifestación de un problema que puede afectar o
irradiarse a todo su ámbito de incumbencia.
Esta modalidad también tiene incidencia sobre la forma de intervención
porque posibilita capacitar al personal docente, analizando su implicación en
la resolución de la crisis; de otra manera muchos docentes se ven forzados a
intervenir ante el hecho consumado, sin herramientas conceptuales, con el
consabido desgaste que a su vez tiene repercusiones en el ámbito de los lazos
sociales institucionales.
A continuación se detallan las diferentes etapas del Programa.

a. Etapa de Preparación

• Duración: 4 horas
• Jornada de información, diagramación y planificación para docentes,
equipos y autoridades escolares.
• Grupos de reflexión sobre normativas OMS para el personal docente.

B. Etapa de Pre-intervención (Identificación)

• Duración: de acuerdo a la población a evaluar


• Administración de ISO 30 y Pruebas Complementarias a los grupos asig-
nados al PEIMARS y al grupo control.
• Selección de casos.
• Distribución por grupos de Riesgo: Alto – Moderado – Bajo

C. Etapa de Intervención (Monitoreo y Atención)

• Duración: 10 reuniones
• Una o dos reuniones por semana de Grupo Sostén para alumnos con
riesgo Alto y Moderado.
• Paralelamente se pueden instrumentar entrevistas y reuniones para pa-
dres, de los chicos en riesgo o por grupo aúlico.

209
Ejes temáticos de las Reuniones de Grupo Sostén:

◊ Mitos y Prejuicios (1 reunión)


◊ Indicadores de riesgo y Factores Protectores (1 reunión)
◊ Historia Personal de Pertenencia y Participación (2 reuniones)
◊ Redes de Apoyo Psicológico y Social (2 reuniones)
◊ Autoestima (1 reunión)
◊ Estrategias de Afrontamiento (1 reunión)
◊ Capital Psíquico y Valor de la Vida (2 reuniones)

Mientras que se desarrolla esta parte del Programa con reuniones de Grupo
Sostén, los alumnos que obtuvieron Riesgo Bajo diseñan e instrumentan la
Campaña Institucional de sensibilización sobre el Valor de la Vida.

D. Etapa de Post-intervención (Evaluación de Eficacia)

• Duración: de acuerdo a población a evaluar


• Administración de ISO-30 y Pruebas Complementarias.
• Misma población y asignación que en Etapa de Pre-intervención.
• Derivación de casos a tratamiento.

E. Etapa de Comunicación y Planificación de seguimiento

• Duración: 4 horas
• Jornada con docentes, equipos y autoridades escolares:
• Comunicación de resultados
• Diseño de actividades escolares de seguimiento del Programa
• Afrontamiento de nuevos casos

Los profesionales del Distrito interesados, pueden participar junto


con el Equipo de Intervención en las cinco etapas, como forma de capa-
citarse para poder intervenir cuando finalice el desarrollo del Programa.

I. Programas para el abordaje de la “dinámica Bullying”

La clase pasada hemos desarrollado las especificidades de la Dinámica Bu-


llying y su asociación y paralelismos con la problemática suicida infantil y
adolescente.
Como bien dijimos, resulta de suma importancia su detección y abordaje
temprano.
Hemos ya mencionado los múltiples Factores de Riesgo asociados.

210
Existen programas específicos de prevención e intervención de la “diná-
mica bullying”. En el presente apartado nos ocuparemos puntualmente de
algunos de sus lineamientos y propuestas de abordaje e intervención.
Si bien la mayor frecuencia de episodios de hostigamiento se da dentro
del ámbito escolar o en las adyacencias de dichas instituciones, cabe destacar
–nuevamente- la importancia del trabajo mancomunado y articulado entre
padres, maestros, agentes de salud mental y otros adultos e instituciones
implicadas.
Los programas antes mencionados han sido desarrollados y evaluados si-
guiendo criterios metodológicos científicos de máximo rigor, y han demostra-
do ser eficaces y fácilmente replicables.

Los programas abarcan


• El entrenamiento a maestros en habilidades y técnicas para prevenir e
intervenir en situaciones de violencia en el ámbito escolar
• El entrenamiento a padres en métodos de disciplina no violenta y pro-
moción de conductas prosociales en sus hijos
• El entrenamiento a niños y adolescentes en el adecuado control de si
mismos y la adquisición de estrategias no violentas para la resolución de
conflictos interpersonales y habilidades sociales.

Se diferencian tres niveles:

1. La Institución Educativa y sus diferentes actores: autoridades, plantel


docente y no docente, padres y estudiantes. En este nivel se promueve
la construcción y posterior adherencia de todos ellos a un plan anti-bu-
llying.
Se lleva a cabo el entrenamiento en la detección de niños y adolescentes
implicados en la dinámica y se promueve una postura de alerta frente a
las situaciones y sitios que elevan el riesgo de ocurrencia de la dinámica.
Se establecen pautas para trabajar con las familias de los niños hostiga-
dores y víctimas y se brinda información a los padres acerca de la “diná-
mica bullying”, cómo saber y qué hacer si su hijo está involucrado.
Se lleva a cabo la construcción de una política institucional que sea di-
suasiva de esta dinámica y que la aborde eficazmente. Y, por último, se
realiza la correspondiente evaluación del programa a nivel institucional.

2. El Aula. Aquí se discute lo que es el rol de hostigador y víctima y se lleva


a la práctica la educación anti-bullying mediante:
. El establecimiento de reglas básicas anti-bullying
. La comprensión de las conductas que son consideradas bullying
. La Promoción de la empatía con las víctimas
. Establecimiento de la responsabilidad de las personas que son observa-
dores de la dinámica

211
. La Inclusión de los individuos que tienden a ser aislados
. La evaluación del programa a nivel del aula

3. Los niños y adolescentes implicados en la dinámica. En este nivel se


brinda la ayuda necesaria para lograr un buen ajuste al ámbito escolar.
Se debe brindar:
. La ayuda necesaria para el niño víctima: consolidar su seguridad, desa-
rrollo de estrategias de afrontamiento y atención a las secuelas emocio-
nales (pérdida de autoestima, abandono escolar, etc.)
. La ayuda necesaria para el niño hostigador: la no tolerancia y sanción
de su comportamiento, desarrollar estrategias no violentas de resolu-
ción de problemas y el abordaje de las circunstancias personales (rabia,
frustración) y familiares (reforzamiento de la violencia, padres ausen-
tes, etc.) y atención a las secuelas emocionales.
. La evaluación del programa a nivel individual

Los Programas “Anti-Bullying” han demostrado una reducción


de hasta el 50% en el número de incidentes de hostigamiento.

A modo de ejemplo, y continuando con lo desarrollado en la clase anterior,


se presentan los aportes realizados por Guillermo Pérez Algorta (2007).

A. Justificación del Programa

¿POR QUÉ ES IMPORTANTE RESPONDER AL HOSTIGAMIENTO?


– El hostigamiento daña.
– Nadie merece ser víctima de hostigamiento.
– Todos tenemos derecho a ser tratados con respeto.
– Los alumnos que son hostigadores necesitan aprender diferentes formas
de comportarse.
– La escuela tiene la responsabilidad de responder efectiva y prontamente
frente al hostigamiento.

B. Objetivos

– Que todas las autoridades, profesores y personal no docente, alumnos y


padres tengan conocimiento de lo que es el hostigamiento.
– Que todas las autoridades, profesores y personal no docente, conozcan
las políticas relacionadas al hostigamiento y se actúe de acuerdo a ellas
cuando el hostigamiento ocurra.
– Que todos los alumnos y padres sepan cuáles son las políticas escolares
en relación al hostigamiento y qué deben hacer si el hostigamiento ocu-
rre.
– Que los alumnos y padres estén seguros de que van a ser contenidos en

212
caso de reportar casos de hostigamiento.
– El hostigamiento no va a ser tolerado.

C. Contenidos

– Comunicar claros mensajes de que el hostigamiento no va a ser tolerado


y va a ser sancionado con severidad (en el caso de que su centro adhiera
a un programa de tolerancia cero).
– Las reglas deben ser claras y específicas en cuanto a las consecuencias.
– Tener un procedimiento que habilite a hablar en forma anónima.
– Generar instancias formativas para las familias sobre el tema.
– Ayudar a tratar las dificultades de socialización que llevan al hostiga-
miento.
– Una educación contenedora y el entrenamiento en habilidades sociales,
resolución de problemas, entrenamiento en empatía y construcción de la
autoestima deben ser trabajados en forma sostenida.

D. Estrategias de acción

– Acciones Institucionales
• Programas de Tolerancia Cero (por ejemplo).
Dado que la mayoría de los hostigamientos en las escuelas ocurren durante
los recreos se presenta un ejemplo de Resoluciones en cuanto a recreos y
cortes
• Asegurarse de que se cuenta con una adecuada supervisión de estos
espacios.
• Entrenarse en cómo intervenir temprana, rápida y efectivamente.
• Intervenir frente a las sospechas (es mejor temprano que tarde).
• Consistentes respuestas e incondicional apoyo de las víctimas o de
las potenciales víctimas se conforma en un mensaje claro de no acep-
tación del hostigamiento.
• Los hostigadores potenciales deben saber que siempre se utilizará el
poder (autoridades de la escuela, profesores, padres).
• Los profesores que intervienen deben: imponer consecuencias al
hostigador, hablar en nombre de la víctima y modelar una respuesta
asertiva, y reportar el incidente al docente responsable y a los padres
de los estudiantes implicados.
– Acciones Sobre los Grupos
• Programas de convivencia (por ejemplo).
– Acciones Sobre los Individuos
• Intervenciones especiales con las víctimas.
• Intervenciones especiales con los hostigadores.
– Acciones Sobre el Entorno

213
Ejemplo de trabajo en cooperación casa-escuela:
• La escuela es responsable de informar a las familias de la magnitud
y causas del problema.
• Aumentar la comunicación hasta resolverlos.
• Tener una comunicación abierta sobre el tema.
• Buscar la cooperación y diseñar estrategias para resolver el problema.
• Cuando un padre sospecha que su hijo es hostigador colaborará re-
forzando conductas cooperativas, estableciendo un buen sistema de
control del comportamiento, no aplicando consecuencias violentas
o punitivas por sus conductas. Siendo claros de que no se tolera ese
comportamiento.

E. Seguimiento y Evaluación de Resultados Obtenidos

– Evaluación y Análisis FODA (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y


Amenazas).
– Re-planificación o re-programación en caso de ser necesario

Generalmente se requiere de mucho esfuerzo y voluntad real de trabajo en dicho


abordaje por parte de las instituciones educativas y los actores implicados para lograr
resultados concretos en este sentido. Más allá de las medidas institucionales o a nivel
de aula que puedan implementarse se considera de suma importancia la evaluación de
la presencia de ideación e intentos suicidas en aquellos chicos que encarnan alguno de
los roles de la dinámica. Del mismo modo, en situaciones de consulta clínica, donde el
emergente ha sido la presencia de tal ideación o intentos, se sugiere evaluar sistemá-
ticamente si dicho niño y adolescente está jugando alguno de los roles de la dinámica
bullying, lo cual permitirá activar una serie de medidas tendientes a minimizar el
impacto dañino que dicho fenómeno acarrea en el desarrollo de niños y adolescentes.

J. Capacitación y formación de los efectores

Una vez establecidos


√ Objetivos
√ Plazos
√ Recursos y
√ Acciones
de un Programa Preventivo y/o Posventivo, se estima conveniente la diagra-
mación de un Programa de Capacitación que brinde los elementos concep-
tuales para la orientación e implementación de las acciones a nivel regional y
local.
Así como antes se remarcó la importancia del consenso en la fijación de
los lineamientos generales del Programa, en esta etapa ayudaría significativa-

214
mente la realización participativa de un FODA (Cuadro de Fortalezas, Debi-
lidades, Oportunidades y Amenazas), al igual que se estableció en el abordaje
de la Dinámica Bullying, que posibilite identificar cartográficamente la exis-
tencia y/o ausencia de recursos regionales y locales para el trazado de una
estrategia posible, de acuerdo al contexto en el cual va a ser llevada a cabo.

Resulta de suma importancia que en las intervenciones poblacionales


donde se pudo aplicar esta metodología, surgieron reconocimientos de re-
cursos que hasta ese momento no habían sido tenidos en cuenta. Al mismo
tiempo emergieron desconfianzas, recelos y dificultades de incumbencias
que se intentaron resolver en el transcurso del proceso de Capacitación y
Formación, explicitando que la persistencia de esos vallados y exclusio-
nes restaría eficacia al accionar del conjunto, manteniendo inmodificable o
acrecentando el padecer de la comunidad de la que ellos mismos forman
parte.

La Organización Mundial de la Salud junto al reconocimiento del suicidio


como un grave problema de Salud Pública, ha sugerido normas claras del rol
de los distintos sectores involucrados en la tarea de prevención (OMS, 2000,
2001) como parte del SUPRE, su iniciativa mundial para la prevención del
suicidio.
Este conjunto de lineamientos, articulados con los disponibles en las ins-
tituciones participantes y las premisas generales del Programa, formarán la
materia prima para la confección de un cronograma de capacitación destina-
do, por lo menos, a los siguientes efectores:

Salud

• Médicos: de atención primaria, emergentólogos, clínicos generales y pe-


diatras, médicos de familia, comunitarios y especialistas
• Psicólogos en todas sus especialidades
• Trabajadores Sociales
• Personal Técnico Auxiliar y de Enfermería

Educación

• Acordando con autoridades nacionales, provinciales y municipales, so-


bre los programas en vigencia, llevar la capacitación desde los niveles
distritales por rama, a los establecimientos educativos en particular.
• Participación de las Universidades con sus respectivos recursos de do-
cencia e investigación.

215
Fuerzas Armadas y de seguridad

• Con una doble finalidad, por un lado atender a los altos índices de even-
tos suicidas que acontecen al interior de sus organizaciones y por otro,
instruir y entrenar al personal que va a ser requerido por la comunidad
en su función de cuidado del orden y la seguridad.

Justicia

• Instrucción a los profesionales forenses para la utilización de la Autopsia


Psicológica, no sólo como instrumento pericial, sino como recurso de in-
vestigación “ex post facto” para el establecimiento de pautas preventivas
específicas.
• Información a jueces y fiscales sobre las posibilidades concretas de eva-
luación y rehabilitación para personas violentas contra sí y contra terce-
ros.

Iglesia

• Información y capacitación de los miembros del clero acerca de los psico-


dinamismos propios del proceso autodestructivo, para ser incluidos en
su tarea pastoral como forma de colaboración en la detección, orienta-
ción y derivación de las personas en riesgo.

Medios de comunicación

• Establecimiento de acuerdos precisos sobre la modalidad y los límites


que deben respetarse en la información sobre eventos suicidas, creando
clara conciencia sobre la responsabilidad social que compete a este sector
en la formación de la sensibilidad social sobre esos acontecimientos.
• Informar y participar a los institutos de formación de periodistas, sobre
todo en la formación de periodismo científico, acerca de la existencia y
los fundamentos del Programa Local, Regional o Nacional de Prevención
del Suicidio.

Comunidad en general

• Promover la formación de redes comunitarias, con grupos de reflexión


y orientación, sistemáticos, coordinados por profesionales y voluntarios
entrenados en la evaluación, identificación y derivación de las personas
en riesgo a los recursos sanitarios locales.
• Diseñar lineamientos para la instrumentación de campañas de informa-
ción y sensibilización como tareas de atención primaria de la salud, que
facilite la detección de grupos de riesgo, como primera medida de pre-

216
vención general inespecífica.
• Revisar los programas de formación de los voluntarios telefónicos, ac-
tualizando sus contenidos y adecuando sus intervenciones a una parti-
cipación activa y protagónica en el conocimiento y cumplimiento de las
normas de este Programa. Promover en aquellos voluntarios que se sien-
tan motivados y estén capacitados, la extensión de su labor telefónica a
tareas de promoción y prevención comunitaria.

Desde un basamento científico para una programación de la prevención


a nivel local, regional o nacional, es deseable tener en cuenta algunas pre-
misas ya estudiadas en otras partes del mundo. Esbozamos a continuación
algunos ejemplos de las mismas:

◊ Diferenciación de estudios sobre mortalidad por suicidio de los destina-


dos a establecer prevalencia e impacto del riesgo suicida por existencia
de factores de riesgo e intentos.
◊ Realización de estudios por asignación aleatoria y grupo control.
◊ Diferenciación de factores de riesgo, fijos y variables.
◊ Diseño de estudios incluyendo en las variables, la incidencia tanto de
factores de riesgo como de factores protectores.
◊ Cálculo del Riesgo Atribuible en la Población, determinando la variación
de la tasa de mortalidad ante la eliminación concreta de un factor concre-
to que se presume como causal de suicidio.
◊ Fundamentación del diseño de las intervenciones en los resultados de los
estudios exploratorios.
◊ Revisión y análisis de los estudios que arrojen resultados negativos o no
esperados con miras a diseñar intervenciones posibles de ser aplicadas a
toda la población.
◊ Precisión de los objetivos específicos y de los indicadores de éxito en la
evaluación de la eficacia de las intervenciones.

K. Ejemplo de intervención poblacional

A modo de ejemplo presentamos una intervención realizada a partir de la


solicitud de la Secretaría de Salud y Acción Social de un municipio ubicado
dentro de la Provincia de Buenos Aires, a unos 500 kilómetros de la Capital
Federal (C.A.B.A.).
Dicha intervención se llevó a cabo en una de las seis localidades compren-
didas por dicho municipio, donde en el último año se habían conocido dos
suicidios consumados por adolescentes y uno en el año anterior; además de
la preocupación creciente por eventos autodestructivos e ideación suicida en
niños y adolescentes de dicha comunidad.

217
Una primera instancia de la intervención la constituyeron las primeras co-
municaciones establecidas entre el Equipo de intervención de la Asociación
Argentina de Prevención del Suicidio y la Institución Estatal de la cual surgía
la demanda de intervención.
Estos primeros contactos ya formaron parte de la intervención. Es allí don-
de el Equipo toma conocimiento –indirectamente, en una primera instancia–, en-
tre otras cosas de:
• La población general con la que trabajará
• La población objetivo de intervención
• Sus posibles interlocutores locales
• Las características del lugar –geográficas, económicas, sociales, etc.-
• Las acciones realizadas previamente para el abordaje de la problemática
–en caso que haya habido alguna-

A su vez se delimitan en forma conjunta:


• Los objetivos de la intervención
• Los alcances y limitaciones que tendrá la misma.

En este caso, inicialmente las comunicaciones fueron establecidas por co-


rreo electrónico, necesitándose luego, para mayor precisión y entendimiento,
un contacto más directo con los interlocutores vía telefónica.
En dicha comunidad se presentaba la preocupación, como en muchas loca-
lidades de la Argentina, por las insuficientes posibilidades laborales a futuro y
las actividades que realizan los niños y adolescentes fuera del ámbito escolar,
además del creciente abandono de la escuela.
Las propuestas, generalmente escasas y limitadas, no convocaban al grue-
so de la población, quedando gran parte de ellos expuestos a situaciones de
riesgo (entre las cuales están el consumo de alcohol y drogas), con pocos ám-
bitos de recreación diferenciados para adultos, adolescentes y niños.
La frase que repetían las autoridades locales era “los chicos no quieren hacer
nada”.
Presentaremos algunas particularidades de dicha Intervención, sabiendo
que quedarán por fuera muchas otras que exceden la posibilidad de detallar-
las debidamente en el contexto de esta clase.
Tras extensas comunicaciones se logró establecer la Población Objetivo
de la intervención, que estaría constituida por los adolescentes de la comuni-
dad, los cuales serían convocados en un espacio recreativo, fuera del escolar,
común a todos. Por otra parte, se establecieron los Objetivos Generales y
Particulares de la misma.
Se diseñó entonces un programa ad-hoc de JORNADAS de EVALUACIÓN
del RIESGO SUICIDA ADOLESCENTE y CAPACITACIÓN en PREVENCIÓN y
POSVENCIÓN del SUICIDIO a llevarse a cabo en dos días con la intervención
en la localidad de un Equipo Profesional especializado y entrenado a tal fin.

218
Dichas Jornadas incluyeron, entre otras, las siguientes actividades:
• REUNIÓN de COORDINACIÓN con las autoridades locales
• REUNIÓN con el EQUIPO LOCAL e INICIO de la CAPACITACIÓN
• TALLER “El Valor de la Vida” y EVALUACIÓN del Riesgo Suicida con
ISO-30 de ADOLESCENTES de Escuela Secundaria Básica (-ESB-) y la
misma actividad con ADOLESCENTES de Polimodal y de Escuela Noc-
turna.
• La evaluación de los resultados y planificación por parte del Equipo
AAPS
• ESPACIO PSICOEDUCATIVO para: PROFESIONALES de la SALUD Y
ATENCIÓN PRIMARIA, ONG´S, EDUCADORES, OPERADORES SO-
CIALES Y FUNCIONARIOS
• REUNIÓN con EQUIPO LOCAL para la revisión de resultados y la con-
formación de estrategias de abordaje
• ESPACIO para PADRES y ORGANIZACIONES de la COMUNIDAD
bajo la premisa: “EL SUICIDIO ES PREVISIBLE Y PREVENIBLE”
• REUNIÓN CON MEDIOS de COMUNICACIÓN sobre NORMATIVAS
de la ORGANIZACIÓN MUNDIAL de la SALUD
• Y un CIERRE de las JORNADAS con la pintada de un gran mural co-
lectivo con los Niños y Adolescentes de dicha comunidad, bajo el lema
“Valorá tu Vida” (elegido por ellos mismos).

L. Referencias bibliográficas

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BRUDER, M. (2004). Implicancias del cuento terapéutico en el bienestar psicológico y
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DURKHEIM, E. (1987). El Suicidio. México, Coyoacán, 2000.
ESTRUCH, J., CARDÚS, S. (1982). Los Suicidios. Barcelona. Editorial Herder
FARBEROW, N. Y SHNEIDMAN, E. (1961) The cry for help. New York. Mc Graw Hill.
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Ginebra. Departamento de Salud Mental y Toxicomanías, Organización
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ROCAMORA BONILLA, A. (1992) El hombre contra sí mismo. Madrid. Ed. Asetes.
SHNEIDMAN, E. (1985). Definition of suicide. New York. Wiley

220
Acerca del Autor

CARLOS MARTÍNEZ es Licenciado en Psicología de la Universidad de


Buenos Aires. Ejerció la docencia universitaria en las cátedras de Psicología
Institucional y Psicología Política de la UBA y como profesor titular de Intro-
ducción a la Suicidología en la Universidad de Palermo - Buenos Aires. En
2010 fue Profesor del Primer Diplomado Internacional En Suicidología: “Pre-
vención Del Suicidio En Niños Y Adolescentes”, en la Ciudad de Medellín
– Colombia; organizado por la Fundación Universitaria Luis Amigó, en con-
junto con la Asociación Argentina De Prevención Del Suicidio. Actualmente
dicta un Seminario sobre “La Consultoría Psicosocial” en la Universidad Tec-
nológica Nacional - Sede Río Gallegos - Santa Cruz - Argentina.
Fue Presidente de la Asociación Argentina de Prevención del Suicidio des-
de su fundación y por sucesivos períodos. Presidió múltiples eventos nacio-
nales y regionales vinculados a la temática y lo nombran asesor científico del
Capítulo de Suicidología de la Asociación de Psiquiatras Argentinos.
Publicó múltiples artículos en revistas científicas y capítulos en libros na-
cionales, latinoamericanos y europeos. En 2007 publica su primer libro “Intro-
ducción a la Suicidología” Ed. Lugar - Buenos Aires.
Integró el Consejo de Expertos del Ministerio de Salud de la Nación en Ar-
gentina desde donde se produjeron documentos normativos para la preven-
ción y asistencia del intento suicida adolescente y otros aspectos de la práctica
profesional relacionadas con el abordaje de la problemática del suicidio.
Asesoró y elaboró guías de trabajo psicosocial en el abordaje de las crisis
suicidas para organizaciones gubernamentales y no gubernamentales de di-
versos países lo que posibilitó su inclusión como consultor en documentos
recientes de la Organización Mundial de la Salud sobre el tema.
En 2012 reconocimiento de la OMS e International Association for Suici-
de Prevention a su trayectoria y en 2013 se extiende el mismo al Centro de
Intervención en Crisis y Rehabilitación Psicosocial – Ministerio de Salud de la
Provincia de Santa Cruz, como Primer Centro Público, Específico e Integral de
la República Argentina en Prevención del Suicidio.

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