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Evolución política,
partidos y conflictos. El Estatuto Real de 1834 y las constituciones de 1837 y 1845.
La primera guerra carlista se inició en 1833 con la muerte de Fernando VII y la auto
proclamación de Carlos como rey, en oposición a la hija de Fernando VII, Isabel,
proclamada como heredera por las Cortes. En esta guerra hubo dos bandos. El primero de
ellos fue el de los isabelinos, que apoyaban el liberalismo y la monarquía constitucional. El
otro bando fue el de los carlistas, compuesto por absolutistas que defendían el Antiguo
Régimen. La guerra duró desde 1833 hasta 1839, cuando terminó con la firma del Convenio
de Vergara, un acuerdo de reconciliación entre ambas partes, pero con victoria liberal.
La regencia de Espartero (1840-1843). Espartero fue un líder que destacó por ser muy
autoritario, y perdió el apoyo de los progresistas por decisiones como el Bombardeo de
Barcelona con el fin de sofocar los altercados por su política económica y el cierre de las
cortes, lo que causó un pronunciamiento de los generales O'Donnell y Narváez que echó a
Espartero del gobierno.
La segunda etapa fue el Bienio Progresista (1854-1856). Este bienio empezó con el
pronunciamiento militar (Vicalvarada) dirigido por O’Donnell y Serrano, contrarios a la deriva
autoritaria y conservadora del gobierno anterior. Isabel II volvió a nombrar jefe de gobierno
al progresista Espartero. En 1856, por el aumento de la conflictividad social y la hostilidad
de los moderados y liberales a Espartero, se produjo el golpe contrarrevolucionario de
O’Donnell, con el que se volvió al Moderantismo (1856-1868), en la que se alternaron en el
poder el partido moderado, de Narváez y la Unión Liberal (O´Donnell). Desde 1866 el
régimen entró en crisis, año en el que los líderes progresistas y demócratas firmaron el
Pacto de Ostende para derrocar a Isabel II y establecer un sistema democrático. En 1868
triunfó la Revolución Gloriosa, que provocó el exilio de Isabel II y el comienzo del Sexenio
Democrático.
La desamortización de Mendizábal (1836). Esta afectó a los bienes del clero, con el fin de
obtener ingresos para fortalecer el ejército isabelino, en el marco de la primera guerra
carlista. Estas desamortizaciones empeoraron las relaciones entre liberales y la Iglesia.
La desamortización de Madoz (1855). En esta desamortización se concluyó la venta de
bienes del clero y se pusieron también a la venta tierras de los ayuntamientos,
concretamente de dos tipos, los bienes comunales (aprovechados por todos los vecinos) y
propios (ingresos a particulares). Los ingresos se invirtieron en el desarrollo de
infraestructuras ferroviarias.
La sociedad de clases estaba jerarquizada, siendo tres sus principales grupos. La clase
alta, quien concentraba el poder político y económico. La componían la alta burguesía y la
antigua nobleza. La clase media urbana aumentó durante el siglo XIX, estando formada por
profesionales liberales, comerciantes y funcionarios, pero no alcanzó el peso social que
tenía en otros países. Por último, las clases populares constituían la mayoría de la
población, estando compuesta por jornaleros, el proletariado, los criados,etc., con
condiciones de vida muy precarias (largas jornadas de trabajo, bajos salarios, pobreza..),
aunque las condiciones de vida del proletariado mejoraron poco a poco gracias a la presión
del movimiento obrero.