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BOLETIN

LA INVESTIGACIÓN SOBRE LA HISTORIA DEUTERONOMISTA


DESDE MARTIN NOTH A NUESTROS DÍAS

José Luis Sicre


Facultad de Teología
Granada

Hace poco más de cincuenta años que publicó Noth su importante obra
sobre las Historias del Deuteronomista y del Cronista1. Desde entonces,
han sido numerosos los libros y artículos que se han dedicado a corrobo‫־‬
rar, atacar o matizar su teoría. Aunque existen boletines bibliográficos
sobre el tema2, no disponemos de ninguno en castellano. Por otra parte,
a pesar de la discusión científica que ha ocasionado, la obra de Noth sólo
es accesible en alemán y en una traducción inglesa de la parte dedicada al
Deuteronomista3. Ya que no está prevista, que yo sepa, una traducción

1 Überlieferungsgeschichtliche Studien. Die sammelnden und bearbeitenden Ge-


schichtswerke irn Alten Testament (Halle 1943).
2 En orden cronológico, la historia de la investigación la han tratado, entre otros:
E. Jenni, "Zwei Jahrzehnte Forschung an den Büchem Josua bis Kónige": ThRu 27
(1961) 1146‫־‬32, 98‫ ;־‬A. N. Radjawane, "Das deuteronomistische Geschichtswerk. Ein
Forschungsbericht": ThRu 38 (1974) 177216‫ ;־‬E. Córtese, "Problemi attuali circa
l’opera deuteronomistica": RivBiblt 26 (1978) 341352‫ ;־‬F. Dissing, "Deuteronomismens
traditionsproblemer. Forskningen fra M. Noth til M. Weinfeld": DTT 44 (1981) 145‫־‬
165; H. Weippert, "Das deuteronomistische Geschichtswerk. Sein Ziel und Ende in der
neueren Forschung": ThRu 50 (1985) 213249‫ ;־‬G. E. Gerbrandt, Kingship According
to the Deuteronornistic History (SBL Diss Ser 87; Atlanta 1986) 118‫ ;־‬M. A. O’Brien,
The Deuteronornistic History Hypothesis: A Reassessment (OBO 92; Gottingen 1989)
344‫ ;־‬E. Córtese, "Theories concerning Dtr: A Possible Rapprochement", en Pentateu-
chai and Deuteronornistic Studies (BETL 94; Louvain 1990) 179190‫ ;־‬S. L. McKenzie,
The Trouble with Kings. The Composition ofKings in the Deuteronornistic History (S VT
XLII; Leiden 1991) 119‫ ;־‬G. N. Knoppers, Two Nations under God. 2 vols. (HSM M
52 y 53; Atlanta 19931994‫ )־‬cf. I, 156‫־‬.
3 M. Noth, The Deuteronornistic History (JSOT Suppl. Ser. 15; Sheffield 1981).

Estudios Bíblicos 54 (1996) 361415‫־‬


362 estudios bíblicos ‫ ־‬J. L. Sicre

castellana del libro, pienso prestar un servicio ofreciendo un amplio


resumen de esa primera parte, que es la que suscitó mayor interés. Para
comprender la novedad de la postura de Noth, comienzo recordando
brevemente las principales teorías anteriores a él. Tras presentar la opi-
nión de Noth indicaré las principales líneas de la investigación posterior.

I. TEORÍAS ANTERIORES A NOTH

Con respecto a la formación de los libros de Josué, Jueces, Samuel y


Reyes, dos son las teorías principales antes de Noth.
a) Hipótesis del origen independiente de los libros. Fue mantenida por
diversos autores del siglo xix (también algunos actuales se orientan en esta
línea). Según ellos, cada uno de estos libros surgió independientemente.
Sólo más tarde, hacia el 622, con motivo de la reforma de Josías, fueron
unidos y reelaborados por el círculo deuteronomista. A esta reelaboración
debió de seguir una segunda, en tiempos del exilio, con pequeños cambios
y adiciones.
b) Hipótesis de los documentos. Formulada en el siglo xix y comienzos
del xx, la defienden autores como Eissfeldt y Hólscher. Para este grupo,
los libros de Josué, Jueces, Samuel y Reyes son continuación de los
documentos J y E (y L para Eissfeldt) del Pentateuco, que no terminaban
con Moisés, sino que seguían hablando de los siglos posteriores. Según
unos, las fuentes del Pentateuco sólo continúan hasta Josué, y hablan en
consecuencia de Hexateuco (Gn, Ex, Lv, Nm, Dt, Jos); otros las proion-
gan hasta Jueces, y hablan de Heptateuco; los que las extienden hasta
Samuel, de Octoteuco; y quienes admiten unidad desde Génesis hasta
Reyes hablan de Eneateuco. En cualquier caso, la mayoría de estos
autores piensa que las fuentes J, E (y L), después de haber sido fundidas
en una sola (J+E), sufrieron retoques por parte de la escuela literaria y
teológica inspirada en el Deuteronomio.

II. LA TEORÍA DE MARTIN NOTH SOBRE EL DEUTERONOMISTA

Frente a los puntos de vista anteriores, Noth propone, en 1943, un


punto de vista completamente nuevo sobre los libros de Deuteronomio-
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 363

Reyes, que paso a resumir, manteniendo (en letra menor) los epígrafes del
autor.

& 1. La tarea

Este primer apartado sirve de introducción global a todo el libro, que


trata en su primera parte de la Historia Deuteronomista (Hdtr), y en la
segunda de la Historia Cronista. Con respecto a la Hdtr, indica que es la
primera colección y reelaboración de tradiciones históricas dentro de la
literatura veterotestamentaria. Por eso, "inaugura un tipo especial en la
literatura". Aparte de esto, nos proporciona gran cantidad de datos sobre
la historia de Israel, sin los cuales nuestro conocimiento de dicha historia
sería muy pobre.
El estudio de dicha Hdtr lo divide en tres partes: a) Estructura global
de la obra; b) Las diversas partes; c) Carácter de la obra.

A. ESTRUCTURA GLOBAL DE LA OBRA

& 2. Indicios de unidad planificada

Todos admiten que en los libros de Jos, Jue, Sm y Re encontramos en


mayor o menor medida la actividad de un autor "deuteronomista", que
recibe este nombre por su cercanía al lenguaje y los conceptos de la ley
del Dt y de sus marcos parenéticos. Pero la idea dominante es que Dtr es
un "redactor" o una serie de redactores que se han limitado a introducir
sus propias ideas en los materiales narrativos preexistentes. Si queremos
profundizar en el trabajo de Dtr, lo mejor es echar una mirada de conjun-
to a sus materiales dentro de los libros Jos-Re, que es donde mejor se
advierte su presencia.
La separación del estrato dtr en dichos libros se consigue gracias a
unos indicios lingüísticos. El lenguaje de Dtr no es nada complicado,
carece de artificio y de finuras; es el hebreo más sencillo. Esta unidad
lingüística es signo de la unidad de la obra, pero a falta de especiales
peculiaridades estilísticas no se le puede otorgar un valor especial.
Más importante para valorar el conjunto es advertir algunas peculiar¡-
dades en la disposición de Jos-Re que reflejan la actividad de Dtr. Ante
todo, Dtr, en todos los momentos importantes de la historia, presenta a los
personajes principales pronunciando un discurso más o menos largo que
intenta interpretar el pasado con mirada retrospectiva, o el futuro, y saca
las consecuencias prácticas para la actividad del hombre. Así, en Jos 1,
364 estudios bíblicos - J. L. Sicre

Josué habla de la tarea inminente de la conquista; en Jos 23, el mismo


Josué cierra una época con un discurso solemne sobre la actitud que se
debe tener en la tierra conquistada. El paso de la época de los Jueces a la
de la monarquía lo subraya Dtr con un largo discurso de Samuel (1 Sm
12), que saca las enseñanzas del pasado y exhorta a un recto compor-
tamiento en el futuro. Por último, cuando se termina de construir el
templo, Salomón tiene un largo discurso en forma de oración (1 Re
8,14ss).
Cuando un discurso no parece lo más apropiado, o cuando no dispone
de un personaje, Dtr introduce reflexiones históricas en forma narrativa.
Es lo que ocurre en Jos 12, cuando termina la conquista, en el
"programa” del libro de los Jueces (Jue 2,llss), y en la reflexión sobre
el final del Reino Norte (2 Re 17,7ss). Este procedimiento de introducir
discursos y reflexiones carece de paralelos exactos en la literatura bíblica.
Es una peculiaridad que tiene mucho peso para la tesis de la planificación
unitaria de Dtr.
A esto se añade que dichos fragmentos contienen los elementos de una
teología de la historia sencilla y unitaria (cf. infra). Baste recordar ahora
la importancia de la obediencia a la voz de Dios, la manifiesta falta de
interés por el culto y la interpretación de la historia a partir de la acción
retributiva de Dios.
Si se habla a menudo de una doble redacción dtr en los libros de Jos-
Re se debe en parte a la idea exacta de que la obra de Dtr ha sido com-
pletada posteriormente en diversos sitios con el mismo estilo (lo cual no
es un argumento contra la unidad originaria de la obra) y en parte a una
datación muy temprana de la "redacción dtr", que obliga a atribuir ciertos
pasajes a un segundo redactor.
Otra forma de atacar la unidad es la reciente tesis de Rudolph, que
separa estrictamente el final dtr del libro de Josué de la introducción dtr
al libro de los Jueces, pensando que existieron independientemente un
libro dtr de Josué y otro libro dtr de los Jueces, que más tarde fueron
unidos y mezclados. Rudolph atribuye al final dtr de Josué Jos 23 + Jue
2,6-10.13.20-22; 3,la.4.6; y a la introducción dtr del libro de los Jueces
1.1- 2.5.23; 3,5; 2,11.12.14-16.18.19. Pero su análisis no se sostiene, y
más que de dos fuentes paralelas debemos ver en estos pasajes el crecí-
miento progresivo del texto. En Dtr, el discurso de Jos 23 continuaba con
el paso a la época de los Jueces (2,6-11.14-16.18.19); más tarde se añadió
24.1- 28, redactado en el mismo estilo, y 2,1-5; y más tarde aún, sin
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 365

colorido dtr, el conglomerado de tradiciones que tenemos en Jue 1 (Jos


24,2933‫ ־‬se añadió más tarde a 24,1-28).
La controversia con Rudolph es detenida porque se trata del único
intento de probar la existencia conjunta de "redacciones dtr" independien-
tes para cada libro y porque el paso de Jos a Jue es el punto más discutí-
ble sobre la unidad de la obra dtr.
Llegamos a la conclusión provisional de que Dtr, usando tradiciones
recibidas, ha presentado en Jos-Re la historia de su pueblo según un plan
unitario y con una estructura adecuada.
La unidad de la obra dtr sólo resulta patente cuando nos fijamos en las
tradiciones que ha empleado, que son muy distintas por su estilo, inten-
ción y origen, y que carecen de relación entre sí. Sólo para breves perío-
dos se advierte una relación entre las tradiciones: conquista (Jos 2ss) o las
grandes obras sobre Saúl y David.
Si hasta ahora no se han sacado las consecuencias pertinentes de estos
datos es porque la investigación estaba dominada por la sombra de la
crítica del Hexateuco, que impulsaba a buscar las mismas fuentes en los
materiales predeuteronomistas. Pero los datos del Pentateuco no pueden
aplicarse a los libros siguientes por el simple hecho de que Gn-Nm no
muestra una redacción dtr. Podemos llegar a la siguiente conclusión:
Dtr no fue sólo un "redactor", sino el autor de una obra histórica que
recopiló y empalmó, de acuerdo con un plan muy pensado, las diversas
tradiciones recibidas. En general, las dejó hablar por sí mismas, limitán-
dose a empalmarlas con textos de unión. Perg también llevó a cabo un
proceso de selección. La.ordenación del material le venía dada en muchos
casos por la tradición, pero otras veces lo ordenó según sus ideas. Los
más cercanos a Dtr son los historiadores de la época helenística y romana
que, usando exposiciones antiguas, escribieron la historia, no de su propia
época, sino de un pasado más o menos remoto.

& 3. El problema del comienzo de la narración

El final de la obra lo tenemos claro en 2 Re 25,27-30, con lo que el


año 562 a. C. constituye el "terminus a quo" para datarla no mucho
después de esa fecha. Por tanto, la Hdtr fue redactada hacia mediados del
siglo vi.
Más complicado es decir dónde comienza el relato. Es claro que Jos
1 no constituye el comienzo, porque hace referencia a la época de Moisés
y a la conquista de Transjordania de forma que las da por tratadas ya en
366 estudios bíblicos - J. L. Sicre

la obra. Pero, ¿hasta dónde hay que remontarse? Generalmente se piensa


que comenzaba con el Génesis, pero es un error manifiesto, porque en
Gn-Nm faltan indicios de reelaboración dtr. El comienzo hay que buscarlo
en el Dt. De hecho, en Dt 31,113‫ ־‬y en partes de Dt 34 encontramos los
elementos de un relato dtr que empalman con Jos 1. Y como en 31,9-13
se hace referencia a "esta ley", se deduce que toda la ley deuteronómica
fue incorporada a la obra narrativa del Dtr. Pero esto no significa que el
Dtr comenzase su historia con la proclamación de la Ley. El primer gran
discurso (Dt 1,1-4,43, en donde 4,1-43 constituye un añadido posterior)
no es una introducción a la ley, sino a toda la obra histórica dtr. En estos
tres capítulos iniciales trata el autor cuestiones capitales para el curso
posterior de su historia. En cuanto a la ley deuteronómica, la recogió
esencialmente en la forma en que ahora la tenemos en 4,44-30,20.

& 4. El armazón cronológico

Basta leer los libros de los Reyes para advertir la importancia que Dtr
concede a la cronología. Pero este mismo interés se observa en aquellas
partes de la obra que tratan la etapa premonárquica. Este interés perma-
nente por la cronología es un argumento más en favor de la unidad de
autor y del carácter compacto de la Hdtr.
Dtr ha compendiado toda la cronología premonárquica en una cita,
cuando dice en 1 Re 6,1 que el año cuarto de Salomón es el 480 desde la
salida de Egipto. ¿Qué ha movido al autor a indicar este dato sólo en esta
ocasión? Sin duda, la importancia que tiene la fundación del templo para
su forma de ver la historia. Más difícil es decir por qué elige la cifra de
480 años. Quizá porque sumando los datos dispersos de que disponía en
sus fuentes surgía más o menos este bello número redondo.
¿Se confirma en la práctica esta cifra? Noth comienza por la época de
los Jueces, que es donde las cosas parecen más complicadas. El tiempo
entre la primera apostasía y la muerte del último de los "jueces menores"
(Jue 12,15) es fácil de determinar:

3,8 8 años de opresión 5,31 40 años


3,11 40 años de paz 6,1 7 años
3,14 18 años 8,28 40 años
3,30 80 años 9,22 3 años (Abimélec)
4,3 20 años 10,2 23 (Tolá)
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 367

10,3 22 (Yaír) 12,9 7 años (Ibsán)


10,8 18 años de opresión 12,11 10 años (Elón)
12,7 6 años (Jefité) 12,14 8 años (Abdón)

En conjunto, desde la primera apostasía hasta la muerte de Abdón


transcurren 350 años.
Para la época posterior, la situación es más compleja. En Jue 13,1 se
habla de 40 años de opresión filistea. En 15,20; 16,31 se dice que Sansón
fue juez durante 20 años. En 1 Sm 4,18 se atribuyen a Eli 40 años de
judicatura. En 1 Sm 7,2 se indica que han transcurrido 20 años desde la
derrota hasta la victoria sobre los filisteos.
Noth mantiene como dato fundamental la relación entre Jue 13,1 y 1
Sm 7,7: aquí terminan los 40 años de opresión filistea. 1 Sm 4,18b es de
otro autor, que quería poner a Eli en la serie de los jueces; este dato no
debemos tenerlo en cuenta al realizar el cómputo. En cuanto a los 20 años
de Sansón, debemos situarlos en la primera etapa de dominio filisteo,
aunque es discutible que estos capítulos perteneciesen originariamente a
la Hdtr, con lo que las cosas resultan aún más fáciles. Por consiguiente,
la época de los Jueces dura para Dtr 390 años.
Para la etapa de Moisés y del asentamiento en Palestina, Dt 1,3 ofrece
el dato de 40 años. Y la conquista de Cisjordania se desarrolla en 5 años,
como podemos deducir de Jos 14,7 y 14,10.
En cuanto a los años que van desde Saúl hasta el año cuarto de Salo-
món tenemos: 2 años para Saúl (1 Sm 13,1, dato que no es preciso poner
en duda), y 40 años para David (1 Re 2,11). Es decir, desde Saúl hasta
la construcción del templo pasan 46 años.
En resumen:
Moisés y conquista: 45 años
Jueces: 390 años
Desde Saúl al templo 46 años
TOTAL 481 años
No sabemos con certeza a qué se debe esta diferencia de un año. Quizá
a que Dtr identifica el primer año de Salomón con el último de David.
Llama la atención que no indique la duración del ministerio posterior de
Josué y de Samuel (cf. Jos 23,1 y 1 Sm 7,13b. 15.16; 8,1.2, donde cabría
esperar alguna indicación y una referencia a 40 años de paz). Si falta esto
es para mantener ese número de 480 años, lo que demuestra que la Hdtr
368 estudios bíblicos - J. L. Sicre

es unitaria y planeada. Al mismo tiempo, el armazón cronológico demues-


tra que la división posterior en libros no tiene nada que ver con las
divisiones de la obra original y tira por tierra la idea de una reelaboración
dtr independiente de los distintos libros4.

B. LA ESTRUCTURA PARTICULAR DE LA OBRA

En esta larga sección no pretende Noth una exégesis detallada de toda


la obra o de las partes formuladas por Dtr, sino un examen detallado de
los puntos de vista y de los medios de que se sirvió Dtr para estructurar
las tradiciones de que disponía (pp. 2787‫)־‬.

& 5. Historia de la época de Moisés

Es posible que existiesen exposiciones más antiguas sobre la marcha


por el desierto, y por eso Dtr se limita a lo esencial. Muchas veces se dice
que sigue a la fuente E del Hexateuco. Es posible; pero veremos que
algunos de los argumentos que se indican para ello carecen de valor; en
cualquier caso, Dtr formula las cosas con sus propios puntos de vista y
con cierta independencia de sus fuentes. En el discurso introductorio sólo
podemos indicar dónde ha utilizado Dtr fuentes más antiguas.
En la introducción al discurso (1,13‫ ;־‬los versos 45‫ ־‬son añadidos
posteriores) usa una tradición desconocida para nosotros al fijar el lugar
de los hechos.
En la orden de ponerse en marcha (1,68‫)־‬, ni el nombre de Horeb ni
la denominación de los amorreos proceden de E.
En la organización del pueblo (1,9-18), que Dtr enfoca desde el punto
de vista de las futuras empresas y batallas, sus precursores eran Ex
18,13ss y Nm 11,1 lss, pero Dtr formula de manera independiente.
La historia de los exploradores (1,1946‫־‬, suprimiendo vv. 21.31a.33.
37.38.39aa y "las grandes ciudades con murallas hasta el cielo" en v. 28

4 El problema de la cronología en la Hdtr es muy complejo. Sobre los intentos de


explicación anteriores a Noth véase el comentario a Jueces de G. F. Moore, ICC
(Edimburgh 1895) xxxvii-xliii; Η. H. Rowley, From Joseph to Joshua (London 1951)
8698‫ ;־‬E. Jenni, "Zwei Jahrzehnte Forschung": ThRu 27 (1961) 100-102. Estudios
posteriores: G. Sauer, ‫״‬Die chronologischen Angaben in den Büchem Deut bis 2 Kón":
ThZ 24 (1968) 114‫ ;־‬J. Hughes, Secrets of Times: Myth and History in Biblical
Chronology (JSOT Suppl. Ser. 66; Sheffield 1990); W. H. Barnes, Studies in the
Chronology of the Divided Monarchy of Israel (HSM 48; Atlanta 1991).
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 369

y "esta generación perversa" en 35) la cuenta porque anuncia el tema


posterior de la conquista, porque le sirve para justificar los 40 años de
permanencia en el desierto y porque motiva la importancia de Caleb (Jos
14,6-14). En el contenido sigue Nm 13-14, sin que pueda demostrarse una
dependencia y formulando las cosas de manera personal. Dtr hace resonar
aquí por vez primera el tema de la desobediencia y de la mala voluntad
del pueblo con respecto a su Dios.
En la introducción al siguiente apartado sobre la marcha por los territo-
rios de Transjordania (2,1-25; sólo proceden de Dtr los versos 16.8.9aa.
13-17.24aa) se advierte el interés de Dtr por exponer de forma clara el
curso de la historia, con datos precisos que faltan en Nm. Además, le
interesa subrayar que los israelitas no deben atacar estos territorios, ya
que Dios no se los concede (a diferencia de Nm 20,14-21, los edomitas
no se oponen a que crucen su tierra). Resulta extraño que no cuente
ningún suceso entre el paso del Zered y la orden de cruzar el Arnón; esto
confirma que su interés radica en el itinerario.
El pasaje sobre la ocupación de Transjordania (2,26-3,22) lo divide en
tres apartados: 1. derrota de Sijón y Og (2,26-3,7, donde son añadidos
posteriores los vv. 29bB.30b.31.37; 3,2); 2. entrega de su territorio a dos
tribus y media (3,8-17); 3. obligación de estas dos tribus y media de
colaborar en la conquista de Cisjordania (3,18-22). Las secciones sobre
Sijón y Og las ha estructurado de la forma más paralela posible; el trata-
miento conjunto de estos dos reyes y de su derrota es obra de Dtr (Og
sólo aparece en Dtr y en textos posteriores que dependen de él). Cierta-
mente se basa en tradiciones que se han perdido, mientras que sobre Sijón
disponía de Nm 21,21-31.
La alusión de Moisés a su propia muerte y la sucesión de Josué (3,23-
29) justifica la necesidad de exponer una vez más al pueblo la explicación
del Decálogo promulgado en el Horeb, es decir, la Ley deuteronómica.
En el c. 4, donde encontramos una introducción general a la Ley, sólo
proceden de Dt los versos 1.2.5-8.10-14.22.23a.25-28. A continuación
introduce todo el corpus deuteronómico y vuelve a tomar la palabra en
31,1.2.7.8, donde Moisés establece a Josué como sucesor suyo, escribe
la Ley (v. 9aa) y ordena la lectura de la misma cada siete años durante
la fiesta de las Chozas (vv. 10.1 laBb. 12b. 13), si bien esta última disposi-
ción parece que se añadió más tarde (quizá lo hizo el mismo Dtr), ya que
los vv. 24-26 empalman‫׳‬perfectamente con 9aa. Luego, seguía en Dtr el
370 estudios bíblicos ‫ ־‬J. L. Sicre

relato de la muerte de Moisés, que se conserva fragmentariamente en


34,1.4.5.6.
En esta sección final insertaron más tarde unas palabras de Moisés
(32,46.47), y más tarde aún el Canto de Moisés (32,1-43). En ese estadio
final, cuando el Dt quedó unido al Tetrateuco, se añadieron otros textos
más: la historia de la consagración de Josué (31,14.15.23), otros datos
sobre el final de Moisés (32,4834,1-12 ;52‫)*־‬, la introducción al Canto de
Moisés (31,16-22), rompiendo la relación entre 31,14-15.23, y las Bendi-
ciones de Moisés (33,1-29).

& 6. La conquista de Cisjordania

Dtr dispone de una tradición cerrada, detallada, obra de un "reco-


pilador" (Sommier) de hacia el 900 a. C., realizada a partir de relatos
etiológicos y de unos pocos relatos de héroe. Dtr la recoge en bloque,
añade una introducción, un final y otros añadidos y complementos. La
aportación de Dtr es la siguiente:
Introducción (c. 1): es Dtr (los vv. 7-9 son posteriores).
c. 2: (los espías en Jericó): Dtr añade 10b; los otros añadidos en vv.
9-11 son posteriores.
c. 3-4: (paso del Jordán): Dtr añade los vv. 2.3.4b.6.8 (4a es posterior
a Dtr) para subrayar el papel de guía del Arca; añade la palabra
"sacerdote" a la expresión "portadores del Arca" (vv. 13.14.15.17;
4,3.9.10.18); subraya la semejanza de Josué con Moisés (3,7; 4,14; 4,24)
y vuelve a hablar de la participación de las tribus transjordanas (4,12).
c. 5: En 2-9 (circuncisión) añade los vv. 4.6.7.
c. 6: (conquista de Jericó): introduce a los sacerdotes como portadores
del Arca (6a) y como responsables de tocar las trompetas, acto que
interpreta de forma cultual, a diferencia de la antigua tradición
(4aab.6b.8.9a. 12b. 13a. 16añ); al final habla del destino de la ciudad,
anticipando 1 Re 16,34.
c. 7-8: (campaña de Ay y sacrilegio de Acán): no añade casi nada, sólo
8,1a.
8,30-35 (altar en el monte Ebal): es de Dtr y no se basa en ninguna
fuente; este texto depende de Dt 27,2ss, y no a la inversa.
c. 9-11: (Gabaón y campañas del sur y del norte): sólo añade
9,9b8.27bB; 10,25; 11,15.20b. Es probable que a 11,23a siguiese la
tradición de Caleb (14,6aB-15a).
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 371

c. 12: apéndice a la toma de la tierra, estructurado en dos partes


paralelas (Transjordania y Cisjordania), completándolas en 13b-24a con
una lista de ciudades cananeas cuyo origen desconocemos.
Seguía el discurso de despedida de Josué en el c. 23.
Los cc. 13-22: no pertenecían originariamente a Dtr, aunque su lengua-
je y mentalidad son muy parecidos, especialmente en 21,43-22,6. La lista
de ciudades levíticas (21,1-42) y el conflicto con las tribus de Transjorda-
nia (22,7-34) se añadieron todavía más tarde.

& 7. El período de los "Jueces"

Inmediatamente después de Jos 23, continuaba Dtr en Jue 2,6ss, intro-


duciendo un nuevo período de la historia de Israel, la época de los Jueces,
que llegaba hasta 1 Sm 12. Desde el punto de vista de las tradiciones hay
que distinguir entre la época de los héroes individuales y los "Jueces
menores" (Jue 2,6-12,15) y la época del "profeta" Samuel (1 Sm 1-12).
Para, exponer la época anterior a Samuel, Dtr ha utilizado dos bloques
de tradiciones. Uno estaba constituido por una serie de relatos sobre
diversos héroes tribales, reunidos ya probablemente antes de Dtr. El otro
era una lista de "Jueces", utilizada probablemente para datar acontecí-
mientos. La unión de estas historias de héroes con la lista de Jueces es
fundamental dentro de la concepción que Dtr tiene de la época. Lo que le
movió a unirlas fue el hecho de que Jefté formase parte de ambas tradi-
ciones, apareciendo como héroe y como juez. De esta forma, encontró un
motivo para calificar a los restantes héroes de jueces. Inspirándose en la
lista de "Jueces", presentó también a los héroes como personajes impor-
tantes para todo Israel. Si las tradiciones tenían originariamente un sentido
local limitado y hablaban de conflictos de tribus concretas conJenemigos
cercanos, ahora hablan de héroes de todo Israel que libran al pueblo de un
dominio extranjero que amenaza a todas las tribus y traen un período de
paz de cuarenta años.
En definitiva, para exponer la época de los Jueces, Dtr ha recogido el
marco de las tradiciones sobre los Jueces menores y lo ha rellenado con
una serie de relatos de héroes. Al exponer esta época ha querido poner de
relieve, ante todo, la continua apostasía del pueblo. Poco más hay que
añadir en concreto sobreMa primera parte.
La historia de Otniel (Jue 3,7-11) es un misterio hasta ahora no resuel-
to; en conjunto ha sido redactado por Dtr; en comparación con el marco
372 estudios bíblicos - J. L. Sicre

habitual llama la atención la mención del espíritu en 10a y la noticia sobre


la muerte de Otniel (1 Ib).
En la historia de Ehud (3,1230‫)־‬, los w. 12-15a y 30b constituyen el
marco formulado por Dtr. La noticia sobre Sangar pertenecía ya a Dtr,
y por eso en 30b calcula dos períodos de cuarenta años.
La historia de Déboray Barac la ha enmarcado con 4, la.2.3a y 5,3 Ib,
e, inspirándose en 4,5, ha añadido en 4,4b la idea de la judicatura de
Débora. La combinación secundaria de Sisara con el rey Yabín de Jasor
la encontró ya Dtr en su fuente.
Para la historia de Gedeón (6,18,32‫)־‬, compuesta de elementos muy
diversos, ha escrito una extensa introducción, añadiendo la idea de la
opresión madianita (6,1) y presentando a un profeta anónimo que denuncia
la creciente apostasía del pueblo (6,6b10‫)־‬. El final de la historia de
Gedeón va más allá de lo habitual porque sirve también de introducción
a la historia de Abimélec (9,157‫)־‬. A la historia local sobre el efod de
Gedeón ha añadido 8,27b, que anuncia el pecado futuro y las desgracias
posteriores.
La introducción es todavía más amplia en la historia de Jefté (10,6‫־‬
12,6), para indicar que el pecado del pueblo es cada vez mayor. (Dentro
de estos capítulos, 11,12-28 se añadió probablemente después de Dtr.)
Para la segunda parte de la época de los Jueces disponía Dtr del co-
mienzo de la antigua tradición sobre Saúl y David, que utilizó hasta el
momento en que Saúl es proclamado rey. Como el comienzo de la monar-
quía constituye para Dtr un momento capital, recogió las antiguas tradicio-
nes, pero añadió sus propios comentarios, no para corregirlas, sino para
completarlas en los puntos que le parecían esenciales. Wellhausen llevaba
razón al pensar que 1 Sm 7,227‫־‬8,22 + 10,17‫־‬a + 12,125‫ ־‬son dtr por
su lenguaje y contenido.
Después de recoger la primera parte de la Historia del Arca (1 Sm 4,1-
7,1), introduce a Samuel como "juez" en el sentido del libro de los Jueces
(1 Sm 7,2-17), es decir, con capacidad de salvar a su pueblo. Los vv. 13‫־‬
14 acentúan las consecuencias de la victoria de Mispá, y luego se da la
noticia de la actividad judicial de Samuel. Con esto termina para Dtr la
época de los Jueces y sigue la preparación de la época de los Reyes.
Dtr, que enjuicia negativamente la institución de la monarquía, la
presenta como fruto de la mala voluntad del pueblo. En el fondo, el rey
hará lo mismo que hacía el juez; la única diferencia consiste en que se
basará en su propio poder y no en un encargo divino. Sin embargo, Dtr
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 373.

se mantiene tan fiel a sus fuentes que presenta al mismo Dios encargando
a Samuel que acepte los deseos del pueblo. De este modo, tiene la posibi-
lidad de introducir la historia de Saúl y Samuel (9,110,16‫)־‬.
En 10,17-27a recoge una tradición de origen desconocido sobre la
elección de Saúl como rey. Y luego sitúa la tradición sobre la victoria en
Yabés de Galaad (10,27b-l 1,15), que responde muy bien a la pregunta
formulada en 11,27a.
En el c. 12, Dtr presenta a Samuel diciendo al pueblo que, a pesar de
haber pecado pidiendo un rey, tiene todavía dos posibilidades: obediencia
y desobediencia, con la repercusión de vida o muerte.
Así pues, Dtr se ha esforzado por completar las antiguas tradiciones
(favorables a la monarquía) con sus juicios negativos sobre esta institu-
ción. Para ello se ha servido de otra tradición antigua sobre la elección de
Saúl, que parecía darle derecho a intervenir introduciendo nuevos datos.
Para introducir todo el conjunto recogió Dtr la antigua historia de
Samuel (1 Sm 1,1-4, la), originariamente una tradición profética cerrada,
que culminaba en 3,1921‫ ;־‬ya antes de Dtr había sido completada con toda
clase de datos sobre la maldad de los Elidas y su destino. Parece que Dtr
sólo añadió algunas notas: la reflexión de 2,25b y 2,3435‫־‬.
Es más difícil decir si la obra de Dtr contenía las historias de Sansón
(Jue 13,216,31‫ )־‬o si fueron añadidas más tarde. En ellas falta todo
indicio de reelaboración dtr; y como en 1 Sm 12,11 falta el nombre de
Sansón, es más probable que se añadiesen posteriormente. En este caso,
a Jue 13,1 seguiría 1 Sm 1,1.
& 8. Saúl, David, Salomón

Para la historia de Saúl y de David disponía Dtr del amplio conjunto


de tradiciones sobre Saúl‫־‬David, formada antes de él a partir de la antigua
tradición de Saúl (1 Sm 9,110,27 + 10,16‫־‬b‫־‬ll,15 + 13-14 + 15 +
16,113‫)־‬, y sobre todo con la Historia de la subida de David al trono (1
Sm 16,14 2 ‫ ־‬Sm 5,25) y la Historia de la Sucesión ([1 Sm 4,lb7‫־‬,l +]
2 Sm 6.7.91 + 20‫ ־‬Re 12‫)־‬.
Para la historia de Saúl, Dtr reprodujo simplemente el resto de la
antigua tradición (1 Sm 13,316,13‫ )־‬y la primera parte de la Historia de
la Subida (1 Sm 16,14ss hasta 2 Sm 2,7). Por lo demás, no tenemos
indicios seguros de que Dtr reelaborase la historia de Saúl (ni siquiera en
13,7b-15a, en 14,4751‫־‬, o en 15,24-31).
374 estudios bíblicos ‫ ־‬J. L. Sicre

En la historia de David, donde a la fórmula introductoria para Esbaal


y David (2 Sm 2,10a. 11) seguía la segunda parte de la Historia de la
Subida, sólo ha intervenido ligeramente en algunos momentos (2 Sm 5,4.5
y cambiando el orden de algunos episodios al final). En la fuente utilizada
por Dtr seguía el final de la historia del Arca y la promesa de Natán. Este
último pasaje no es dtr, porque es inconcebible en Dtr el rechazo de la
construcción del templo y la alta estima de la institución monárquica.
Según Rost, el relato original (contenido en 7,1-7.1 Ib. 16.18-21.25-29) fue
ampliado con los vv. 8-17, y Dt añadió 13a.22-24. Noth está básicamente
de acuerdo con este análisis, atribuyendo también a Dtr Ib.7a ("jueces de
Israel"), llaa.llali.
2 Sm 8 debemos atribuirlo al trabajo de redacción de Dtr, que desea
ofrecernos una panorámica de los éxitos de David en su política exterior
como complemento de lo dicho en 2 Sm 5-7 (David rey de Judá e Israel,
conquista de Jerusalén, traslado del Arca a Jerusalén).
También al final de la historia de David (1 Re 1-2) ha intervenido muy
ligeramente (2,*2.3.4; 2,27b; [2,11 es añadido posterior]).
Al exponer la historia de Salomón, la tarea .dd Dtr era muy distinta,
porque las tradiciones antiguas eran muy diversas a las de Saúl y David.
Dtr cita como fuente el Ubro de la historia de Salomón (1 Re 11,41), que
no son propiamente los Anales del rey, sino una reelaboración de los
mismos. Aunque es posible que Dtr haya cambiado un poco el orden,
todavía se advierte la disposición primitiva de la obra, que hablaba de las
numerosas construcciones de Salomón en la "ciudad de Salomón", de los
trabajos en bronce, de la leva y de la utilización de los nuevos edificios,
con datos sobre los viajes comerciales al Mar Rojo, los tesoros que de allí
se traían y el comercio con carros y caballos. Es posible que el libro
contuviese también otfos datos que Dtr no usó. Además disponía nuestro
autor de una serie de anécdotas sobre Salomón y de diversos materiales.
Ahora bien, el reinado de Salomón situaba a Dtr ante un grave proble-
ma: por una parte, durante ese reinado se consagra el Templo, con lo cual
se llega a un punto culminante de la historia; por otra parte, termina con
la división del Reino. Para abordar estas luces y sombras, Dtr ha dividido
el reinado de Salomón en dos etapas, cada una de las cuales comienza con
una manifestación de Dios en Gabaón (1 Re 3,4-15 y 9,1-9); la primera
parte corresponde a la época en que Salomón agrada a Dios; la segunda,
a su apostasía.
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 375

Dtr comienza su exposición del reinado de Salomón con 3,3 (3,1.2 son
añadidos posteriores), que empalma muy bien con la aparición en Gabaón
(3,4-15), donde Dtr ha intervenido sólo al final de la historia (vv.
14.15ba). A la introducción al reinado pertenecen también los detalles
sobre el sistema administrativo de Salomón (4,1-5,8), tomados de infor-
mes oficiales.
Con un antiguo relato sobre la sabiduría del rey (5,9-14), introduce
directamente la parte principal de la historia de Salomón, la construcción
del Templo. Pero antes de incluir el auténtico relato de la construcción,
habla detenidamente de los preparativos; me parece indudable que 5,15-32
procede de Dtr.
El relato de la construcción lo ha introducido con la noticia cronológica
de los 480 años; luego habla con detalle de la construcción del "Bosque
del Líbano" (7,2-5), mientras que en el caso de los otros edificios sólo
menciona el comienzo de sus fuentes (7,6a.6b.7.8a.8b). A continuación,
basándose en el "Libro de la historia de Salomón", habla de los trabajos
en bronce destinados al Templo (las fuentes hablaban probablemente de
otros trabajos para los restantes edificios, pero Dtr lo omite), de los
objetos de oro del Templo (7,48-50), y concluye con la noticia del trasla-
do de los tesoros del santuario davídico al nuevo Templo (7,51).
En este momento, la tarea más importante para Salomón, de acuerdo
con Dtr, era consagrar el Templo. Para ello recoge la antigua tradición del
Libro de la historia de Salomón (8,laa.2añb.3.5.*6. [7.8] 12.13) y la
completa con una serie de indicaciones que subrayan la importancia del
traslado del Arca, la presencia de todo el pueblo, etc. Pero, sobre todo,
al breve relato primitivo ha añadido la extensa oración, con unas palabras
introductorias del rey (8,14-21) y la oración propiamente dicha (8,22-53;
8,27 y 34b son posteriores), la bendición (8,54-61) y el relato final sobre
la ceremonia cultual (8,62-66).
Despúes de que Salomón ha terminado su obra principal, Dtr hace que
el rey reciba una nueva manifestación divina en Gabaón (9,1-9), que
introduce la segunda parte de la historia. Sigue la historia de la mala
recompensa de Jirán (9,10-14), a la que Dtr provee de marco y con la que
deja caer una primera sombra sobre la imagen de Salomón. Luego sitúa
el episodio sobre la leva (9,15a.20-23; en 15b-19 hay una serie de cosas
fuera de sitio, que probablemente ya estaban así en el Libro de la historia
de Salomón), el resto de las noticias sobre la utilización de los nuevos
edificios (9,24.25), la panorámica sobre las empresas comerciales de
376 estudios bíblicos - J. L. Sicre

Salomón y Jirán (9,26-28 + 10,11.12), que Dtr combina con la visita de


la reina de Saba (10,110.13‫)־‬, los resultados de las empresas comerciales
(10,14-22; los vv. 23-25 parecen añadido posterior) y el comercio con
carros y caballos (10,26-29; el v. 27 es posterior).
Sigue el relato de la apostasía de Salomón, compuesto por Dtr (11,1-
13); el material lo toma de 2 Re 23,13, a partir del cual desarrolla Dtr la
historia de la desviación de Salomón por sus mujeres extranjeras. Esta
apostasía provoca la ira divina y la amenaza de perder el reino. De
acuerdo con el Dt (2,4; 8,25), este castigo debería sobrevenirle al rey de
inmediato; pero, en consideración a su padre David y a Jerusalén, sólo
tendrá lugar después de su muerte y de forma moderada, ya que a los
Davídidas les queda una parte del reino.
A partir de una fuente desconocida, Dtr añade una serie de datos
históricos muy interesantes sobre las dificultades externas e internas del
reinado de Salomón; de acuerdo con su esquema, las sitúa todas en la
breve segunda etapa, aunque se remontan muy atrás (11,21) y sus repercu-
siones son de larga duración (11,25aa). El extraño orden de los vv. 23-25
parece deberse a que Dtr quiso ordenar los acontecimientos cronológica-
mente. Sigue la historia de Jeroboán (11,26-28.40), a la que Dtr añadió
el comienzo de la historia profética "Jeroboán y Ajías de Siló" (11,29añb.
31.36aba.37) y la completó con, una larga justificación de la permanencia
de una tribu —sólo de una tribu5—, terminando con la fórmula conclusi-
va habitual para los reyes (11,41-43).

& 9. La época de los reyes de Israel y Judá

La última parte de la Hdtr se basa en los Anales de los reyes de Israel


y de Judá; sin duda, estos Anales se remontan a los Anales oficiales de los
monarcas israelitas y judíos, pero no se identifican con ellos. Lo que
interesa a Noth en este momento es ver cómo ha utilizado Dtr estos
Anales en su obra. Dtr no quería escribir la historia de cada rey concreto,
sino la de toda la época de los reyes, que había terminado poco antes de
manera catastrófica. A partir de este punto de vista se comprende el juicio
que emite sobre los monarcas. La monarquía tuvo la oportunidad de

5 Dtr piensa en Judá (cf. 11,13 y 32b); en cambio, la historia profética surgida en
Israel pensaba en la tribu de Benjamín, dando por supuesto que Judá seguiría con el
monarca davídida. A esta confusión se debe el cálculo erróneo en los vv. 30.31.36aba.
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 377

mostrarse como un factor positivo en la historia de Israel, pero, de hecho,


sólo sirvió para traer la catástrofe.
Dada su intención, lo primero que Dtr toma de los Anales es el mate-
rial para el marco cronológico. Si prescindimos de esto, sólo ha recogido
otros datos desde puntos de vista muy concretos. La historia de los reyes
de Israel la expone muy brevemente. Algo más recoge de los Anales de
los reyes de Judá, sobre todo los datos referentes al templo de Jerusalén.
Al exponer la historia de la monarquía ha recogido con gran amplitud
relatos proféticos. Los profetas, como "hombres de Dios", aparecen en
ella como oponentes de los reyes, a los que dirigen la Palabra de Dios
cuando han apostatado o están a punto de hacerlo. Amplio espacio ocupan
los ciclos de Elias y Elíseo, ya formados por entonces, y que Dtr distribu-
yó en distintos momentos de su obra. También disponía Dtr del ciclo de
las narraciones de Isaías, e igualmente de una serie de relatos proféticos.
Ante todo debemos mencionar la historia del profeta Ajías de Siló, más
amplia de lo que a menudo se piensa, y que formaba un bloque muy
compacto. Comenzaba con el primer encuentro del profeta y el futuro rey
Jeroboán I (1 Re ll,29al)b-31.36aba.37), contaba cómo se cumplió esta
predicción (12,1-20), cómo Jeroboán olvidó el camino recto instalando los
becerros en Dan y Betel (12,26-31), y terminaba recordando la condena
del profeta cuando lo consultan con motivo de la enfermedad del niño
(14,1-18); de 12,19 se deduce que la historia ya estaba escrita antes del
final del Estado de Israel.
También tenemos la historia del profeta Miqueas ben Yimlá (1 Re
22,2b-37), vinculada actualmente al c. 20 mediante 22,1.2a; en su origen
eran tradiciones independientes, pero Dtr las encontró ya unidas.
Es muy probable que la historia de la unción de Jehú por un discípulo
de Elíseo y de la subida al trono (2 Re 9,1-10,27) no perteneciese al ciclo
de Elias y Elíseo, ya que Elias no aparece para nada, sino que formase
parte de un ciclo de historias sobre intervenciones de los profetas ante los
reyes; a este ciclo pudieron también pertenecer 1 Re 11*; 12*; 14*; (20);
22; 2 Re 9-10; pero es imposible demostrarlo.
Sólo nos resta decir cómo estructuró Dtr su exposición de la historia
de la monarquía a partir de las fuentes de que dispuso.
La historia de Ajías de Siló la interrumpe para introducir un largo
relato sobre el profeta anónimo que condena el altar de Betel (1 Re 13; la
historia se introduce en 12,32-33), y luego continúa con Ajías (14,1-18;
los vv. 14-16 son de Dtr). Después de la noticia final sobre Jeroboán
378 estudios bíblicos - J. L. Sicre

(14,19-20) siguen los tres reyes judíos contemporáneos de él, y de forma


completa, aunque esto provoque anacronismos (p.e., habla de los enfrenta-
mientos de Asa de Judá con Basa de Israel, aunque todavía no ha hablado
de éste último); esta técnica la mantendrá en los capítulos siguientes.
En el apartado sobre Roboán (14,21-31) ha añadido al nombre de
Jerusalén la expresión típica dtr (v. 21) y una referencia algo extensa a los
pecados cultuales en Judá (vv. 22-24).
Por lo demás, los apartados sobre Roboán, Abías (15,1-8; los vv.
4.5bB.6 son añadidos; 5a [omitiendo el nombre de David] empalmaba con
el v. 3) y Asá (15,9-24; el v. 15 es añadido de Dtr) sólo contienen datos
tomados de los Anales.
En el apartado sobre Nadab (15,25-31.[32]) ha introducido Dtr una
referencia a la amenaza de Ajías a Jeroboán (v. 29-30).
Para Basa (15,33-16,7), ha tomado de la noticia analística contenida en
16,12 la idea de una amenaza de un profeta llamado Jehú y la ha desarro-
liado en 16,1-4 con elementos de la historia de Ajías (14,7.10.11).
En el apartado sobre Ajab (16,29ss), a la introducción y otros datos de
los Anales siguen las historias de Elias, tal como se contaban (1 Re 17-19;
el nombre "Horeb" en 19,8 es probablemente un añadido de Dtr), inte-
rrumpidas por el c. 20. En el c. 21, al anuncio de la muerte de Ajab (v.
19), ha añadido una referencia al final del monarca y de su dinastía (vv.
21.22.24-26; el v. 20 es posterior, igual que el 23), con expresiones
tomadas de la historia de Ajías (14,10.11), igual que ocurre en 16,4. La
historia de Elias contenida en 2 Re l,2-17aa, que originariamente no
contenía el nombre del rey, la aplicó a Ocozías.
Las historias de Elíseo, que tampoco contenían el nombre del rey, las
situó en tiempos de Jorán, recogiéndolas literalmente y en el mismo orden
transmitido (2 Re 3,4-8,15).
En la historia de Jehú (2 Re 9,1-10,27), Dtr sólo ha intervenido repi-
tiendo ligeramente en 9,8b.9 lo dicho en 1 Re 21,21.22, haciendo referen-
cia en 9,36 a 9,10a, y nombrando a Elias en 10,10b; pero, sobre todo,
añadiendo una reflexión en 10,28-33 que justificará las desgracias poste-
riores.
Con los apartados sobre Jotán (15,32-38) y Acaz (16,1-20) pasa Dtr a
exponer las graves tensiones que provocarán a la larga el final del Estado
judío. No sabemos qué le movió a situar en tiempos de Jotán (15,37) los
comienzos de la guerra siro-effaimita, que tuvo lugar en tiempos de Acaz
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 379

(16,5ss); en cualquier caso, en el sometimiento de Jotán a los asirios vio


Dtr un paralelo de la desaparición del Reino Norte.
En los capítulos sobre Josías (22,1-23,30), después de la fórmula
introductoria coloca Dtr el relato del descubrimiento de la Ley (22,3-
23,3), que se basa probablemente en un documento oficial sobre este
acontecimiento; siguen en 23,4-20a las medidas cultuales de Josías,
tomadas de los Anales; 23,20b introduce finalmente el pasaje 23,21-27,
añadido por Dtr; 23,28-30 contiene la noticia final sobre Josías.
Todo lo demás se enfoca desde el punto de vista de la desaparición del
Reino de Judá. Sobre el final propiamente dicho, aparte la fórmula intro-
ductoria a Sedecías (24,18) no tenemos otro material analístico, cosa
comprensible. La exposición de 25,1-26 se basa más bien en el relato de
Baruc sobre el profeta Jeremías (Jer 39-41), pero prescindiendo de todo
lo que se refiere personalmente a Jeremías; lo que hay de más con respec-
to a Jr 39-41 procede claramente de Dtr. El final (25,27-30) lo ha añadido
basándose en sus propios conocimientos.

C. CARÁCTER DE LA OBRA

& 10. Peculiaridad literaria

La finalidad de la minuciosa investigación precedente era mostrar que


no debemos hablar de una "redacción deuteronomista" de una narración
histórica antigua más o menos cerrada, sino que Dtr fue el autor de una
amplia obra histórica, que ha recogido, ordenado, estructurado, sistemati-
zado e interpretado la tradición precedente. Desde este punto de vista
adquieren también nueva luz las partes de la obra redactadas por el mismo
Dtr, que llaman la atención por la reiteración de sus fórmulas, las conti-
nuas referencias a la ley divina, a la necesidad de la obediencia y a las
consecuencias de la desobediencia. Estas exposiciones adquieren todo su
sentido desde un punto de vista literario, no cuando las consideramos obra
de un redactor que se dispone a comentar monótonamente una tradición
preexistente, sino cuando las vemos al servicio de un conjunto formado
por los elementos más dispares, dándoles un sello de unidad literaria y
ayudando a Dtr a estructurar su obra en determinadas etapas.
El que las diversas partes de la obra de Dtr resulten tan distintas unas
de otras se debe a que este autor ha querido respetar las tradiciones y el
material de que disponía. Donde Dtr ha aportado más ha sido en la
380 estudios bíblicos - J. L. Sicre

exposición de la época entre la conquista y la aparición de la monarquía,


donde ha creado la idea de una época de los "Jueces". Por otra parte, Dtr
ha procurado dar a su obra ese sentido de unidad que impresiona todavía
hoy. A su trabajo le debemos en líneas esenciales todo nuestro conocí-
miento de la historia del pueblo de Israel durante su estancia en Palestina.

& 11. Los presupuestos históricos

Dtr compuso su obra a mediados del siglo vi a. C., es decir, en una


época en la que la historia de Israel había llegado a su final, ya que lo que
vino después fue totalmente distinto. Dtr pudo, pues, considerar que había
llegado el momento de coleccionar y reelaborar las tradiciones que aún
quedaban de su pueblo, dando al conjunto una interpretación que juzgase
el curso de la historia a partir de los resultados y que sirviese para enten-
der su propio momento histórico.
Teniendo en cuenta la catástrofe final, Dtr ha expuesto congruentemen-
te la línea creciente de la apoetasía, que se insinúa ya en los comienzos
(Dt l,22ss) y resuena con toda fuerza en la época de los Jueces (Jue
2,1 lss). Según Dtr, un punto culminante se alcanza cuando el pueblo pide
un rey (1 Sm 8,4ss). A partir de ahora, la responsabilidad pasa del pueblo
al monarca, exponiendo la realidad de la apostasía.
Pero entre los presupuestos históricos de la obra de Dtr se encontraba
también lo ocurrido poco antes de este final, en tiempos del rey Josías.
Aquellos acontecimientos reflejan lo que pudo haber sido —pero no fue—
la historia del pueblo; a la Ley encontrada en el Templo concede Dtr un
puesto capital y la convierte en norma de conducta para las relaciones
entre Dios y el pueblo y en medida para juzgar la actividad humana.
En realidad, solo ciertos elementos de la Ley desempeñaron un papel
práctico en tiempos de Josías, los referentes a las medidas cultuales.
Por otra parte, Dtr ve la Ley a la luz del papel histórico desempeñado
por Josías, es decir, en la tarea que le encomienda cumplir al monarca con
respecto a la Ley.

& 12. La actitud ante las tradiciones recibidas

Ante todo, actitud positiva, de enorme respeto, incluso cuando habla-


ban de hechos que no estaban de acuerdo con sus propios puntos de vista.
En segundo lugar, Dtr no sólo ha coleccionado, sino también seleccio-
nado, sobre todo en la época de la monarquía dividida. Es curioso que en
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 381

su obra falta toda referencia a las palabras de los "profetas con obra
escrita"; de aquí podría deducirse que los Anales de los reyes no hablaban
de estos personajes y que todavía no existían colecciones de sus palabras.
Dtr no sólo ha reunido y seleccionado, sino que también ha unido
tradiciones diversas, intentando suavizar las diferencias entre ellas; el
ejemplo más claro es el de la época de los Jueces, donde une dos coleccio-
nes distintas a partir de un personaje común (Jefté), y también al presentar
la conquista nos ofrece un esquema claro y sencillo combinando tradicio-
nes preexistentes. En ocasiones se vio forzado a hacer coincidir tradi-
ciones discrepantes o a rellenar huecos (p.e., en Jos 8,30-35; 2 Sm 7,13a;
1 Re 5,17).
Por último, a veces corrige las tradiciones que reelabora. La mayoría
de las veces se trata de correcciones no pretendidas, pero reales. Una
corrección consciente ha tenido lugar en la historia de la proclamación de
Saúl como rey; pero la corrección afecta más a la valoración del acontecí-
miento que a su desarrollo.

& 13. Principales ideas teológicas

"Dtr no ha compuesto su obra para entretener en horas de aburrimiento


ni para satisfacer el interés por la historia nacional, sino para instruir
sobre el verdadero sentido de la historia de Israel desde la conquista de la
tierra hasta la desaparición del Estado; y, para él, este sentido consiste en
reconocer que Dios ha actuado en la historia de forma manifiesta, respon-
diendo a la apostasía siempre creciente con advertencias y castigos y,
finalmente, cuando éstos se revelaron infructuosos, con la destrucción
total" (p. 100).
Entre los presupuestos teológicos de Dtr se encuentran la especial
vinculación entre Dios y el pueblo, a la que hace referencia cuando
denomina a Israel "pueblo de Dios". Esta relación no la expresa con el
concepto de elección (aunque aparecía en el bloque central de Dtr en su
marco introductorio; cf. Dt 14,2; 7,6), sino con el de "alianza", no en el
sentido originario de establecer un pacto, sino en el de regular las relacio-
nes entre Dios y el pueblo mediante la "Ley". Por eso, la relación especial
de Dios y el pueblo se basa en el Decálogo, cuya auténtica explicación se
encuentra en el Código deuteronómico. Históricamente, esta relación
comienza en el monte Horeb, con la teofanía relacionada con los prodigios
de la salida de Egipto. Y todo esto quedará también vinculado a la con-
quista de la tierra.
382 estudios bíblicos - J. L. Sicre

En una ocasión, Dtr hace también referencia a la intención universal


de la actividad divina, cuando presenta a los "extranjeros" rezando en el
Templo (1 Re 8,41-43) y manifiesta su esperanza de que "todos los pue-
blos de la tierra conozcan y respeten" al Señor (1 Re 8,60).
De acuerdo con sus presupuestos, Dtr ha convertido en punto céntrico
de su exposición de la historia de Israel el tema de la reverencia a Dios,
tal como lo exige la Ley, que encuentra su expresión básica en el Decálo-
go. A causa del papel desempeñado por la ley deuteronómica en tiempos
de Josías, adquirieron especial relieve las prescripciones cultuales. Esto
lleva a Dtr a una postura muy negativa ante el culto: le interesan muy
poco las ceremonias cultuales, los objetos e instituciones del culto. Más
sorprendente todavía es la falta de interés de Dtr por la auténtica actividad
cultual cuando expresa su idea sobre el sentido del Templo de Jerusalén;
en la oración consecratoria de Salomón no se dice nada sobre el Templo
como lugar de sacrificios (aunque ésta era su finalidad primitiva); para
Dtr, el Templo es sólo el lugar hacia el que uno se dirige en oración, el
sitio de la presencia invisible de Dios. Sólo desde un punto de vista
negativo es importante para él el Templo como lugar de sacrificios, en
cuanto que es el único lugar de culto permitido.
No es claro cómo concibió Dtr el cumplimiento de la ley de¡ centraliza-
ción del templo en la etapa anterior a Salomón. De acuerdo con Jos 8,30-
35, parece que consideraba lícitos los sacrificios ofrecidos delante del
Arca, y esto justificaba también los sacrificios ofrecidos en Siló (1 Sm
l,3ss; 2,12ss). El sacrificio de Gedeón estaba justificado por la aparición
del "ángel" (Jue 6,11-24), y lo mismo ocurría con el de Salomón en
Guibeón. Por lo demás, parece que la presencia de un "hombre de Dios"
bastaba, según Dtr, para que el sacrificio fuese lícito; así ocurre en los
casos de Samuel y Elias en el Carmelo. En todo esto, Dtr se ha mantenido
fiel a sus fuentes, sin deformarlas en aras de una idea preconcebida.
Finalmente, habría que preguntar a Dtr qué piensa sobre el curso
posterior de la historia. En principio, igual que los profetas preexílicos,
podría alentar una esperanza sobre el futuro de su pueblo. Pero el hecho
de que no aproveche ninguna ocasión para expresarse de esta forma es
muy significativo: ha visto el juicio de Dios como algo definitivo, y no
deja el menor resquicio a la esperanza, ni siquiera en 2 Re 25,27-30, que
no puede ser interpretado como la alborada de un futuro nuevo. En este
aspecto, Dtr está estrechamente vinculado a la concepción teológica del
Deuteronomio.
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 383

Ni siquiera la referencia casual a la actividad universal de Dios ha


hecho que Dtr dirija su mirada al futuro. Y esto es tanto más curioso
cuanto que personajes temporalmente muy cercanos a él (Deutero-Isaías,
Ezequiel) ponen como finalidad de la actividad futura de Dios que todos
los pueblos la vean y reconozcan al Señor. Todo esto nos ayuda a decir
algo, al menos negativamente, sobre el mundo espiritual al que pertenece
Dtr. Su obra no tiene carácter oficial; ni ha surgido de la esfera espiritual
del sacerdocio, ni enraíza en el mundo ideológico de la vida oficial del
Estado. Los profetas "escritores" han condicionado su idea de que el
juicio de Dios traerá el castigo a Israel, pero Dtr no comparte con ellos
su visión del futuro. Estos rasgos negativos sólo los comparte con Dt.
Pero no hay motivos para pensar que llevase a cabo su obra por encargo
de un individuo o de un grupo. Más bien nos encontramos ante la labor
de un hombre que, por propia iniciativa, a partir de las tradiciones de que
dispone, intenta responder al problema del sentido de la historia, plan-
teado por los acontecimientos que él mismo vivió.
Hasta aquí el resumen de la obra de Noth. Para aclarar y resumir
ciertos puntos añado los dos siguientes apartados.

El método de trabajo del Deuteronomista


El complejo análisis de Noth lo esboza Radjawane6 de manera clara
y sistemática distinguiendo: a) tradiciones recogidas por el autor deutero-
nomista sin reelaborarlas; b) fragmentos o versos reelaborados por el Dtr:
c) fragmentos originales del Dtr; d) fragmentos añadidos después de que
el autor terminó su obra. Para no acumular datos demasiado minuciosos
nos limitaremos a los esenciales.
a) Entre las tradiciones recogidas por el Dtr sin reelaborarlas se en-
cuentran:
— el código deuteronómico (Dt 4,4030,20‫;)־‬
— relatos de la conquista (Jos 211‫;)־‬
— narraciones sobre diversos "jueces" (Jue 3,7-12,15, exceptuando
algunos versos procedentes de Dtr);
— infancia de Samuel (1 Sm 1,14‫־‬,la, excluyendo 2,25b.3435‫;)־‬

6 A. N. Radjawane, "Das deuteronomistische Geschichtswerk. Ein Forschungsbe-


richt": ThRu 38 (1974) 177-216, esp. 184-186.
384 estudios bíblicos - J. L. Sicre

— historia del arca (1 Sm 4,lb-7,l);


— tradiciones de Saúl y David (1 Sm 9,1-10,16; 10,27b-11,15);
— continuación de Saúl-David y tradiciones de David (1 Sm 13 hasta
2 Sm 20; 1 Re 12‫;)־‬
— historia de Salomón (1 Re 3-11, exceptuando algunos pasajes y
versos);
— tradiciones proféticas y datos sobre los reyes de Israel y Judá. Entre
ellos tienen especial importancia los relatos sobre Elias y Elíseo, la
revolución de Jehú (2 Re 9-10), la intrvención de Isaías durante el
asedio de Jerusalén por Senaquerib (2 Re 18,17-20,19), el relato del
hallazgo del Libro de la Ley (2 Re 22,3-23,3).
(Hasta el momento en el que el dtr recogió este material, las diver-
sas tradiciones habían tenido una vida independiente, con un enfoque e
intención a veces distinto del que pretendió nuestro autor).
b) Entre los fragmentos o versos reelaborados por el dtr me limito a
indicar 1 Sam 12,1-25 (dirigido actualmente contra la monarquía), 1 Re
2,2-4,27b (reelaboración de las consignas de David a Salomón en su lecho
de muerte) y 1 Re 4,1-5,8 (lista de los empleados de Salomón).
c) Pero el autor dtr no se limité a recoger antiguas tradiciones o a
reelaborar algunos fragmentos.
Según Noth, completó este material con datos propios. Por ejemplo,
al comienzo del Dt (1,1-3,29 y diversos pasajes del c. 4), y al final del
mismo libro (en los cc. 31 y 34). Diferentes capítulos o episodios en
Josué (1,1-6.10-18; 12; 23), Jueces (2,6-16.18.19; 3,7-11.12-153;
6,30-35; 10,6-16, etc.), Samuel (1 Sam 12,1-25, etc.), Reyes (1 Re
8,14-66; 11,1-13.41-43; 2 Re 17,7-333.41; 21,2-16; 25,1-26 etc.).
Sin embargo, lo importante no es que Dtr completase el material
anterior con nuevos datos e interpretaciones. Llevó a cabo una auténtica
labor de composición, engarzando coherentemente los elementos previos
y dando al conjunto un sello muy personal.
d) Con su labor no quedaron terminados definitivamente los libros de
Jos-Re. Más tarde se añadieron otros textos:
— canto y bendiciones de Moisés (Dt 32 y 33);
— reparto de la tierra (Jos 13-22);
— alianza en Siquem (Jos 24);
— primera introducción a Jueces (Jue !,1-2,5);
LA.HISTORIA DEUTERONOM1STA 385

- historia de Sansón y apéndices (Jue 13,2-21,25);


— apéndices sobre David (2 Sm 21-24).

Las ideas capitales de Noth


En resumen, los puntos más revolucionarios de la teoría de Noth son
los siguientes:
1. La historia dtr es obra de un solo autor, no de una escuela.
2. Este autor vivió y trabajó en tiempos del exilio, y redactó su obra
en la provincia de Samaría, cerca de Mispá y Betel, no en Babilonia,
como pensaban otros comentaristas.
3. La historia dtr representa el primer intento serio de historiografía
dentro de Israel; antes del exilio no existió una producción de este carác-
ter, sino simples intentos más o menos logrados. Esto va contra la opi-
nión, tan divulgada, de que la historiografía comienza en Israel durante
el apogeo político-cultural de David y, sobre todo, de Salomón (siglo x).
4. Esta obra histórica comenzaba con una gran introducción teológica,
el libro del Dt, que ofrecía las claves de interpretación y valoración de la
historia: fe en un solo Dios y aceptación de un solo lugar de culto. Más
tarde, el Dt quedó separado de Josué-Reyes. Pero su función originaria no
era la de cerrar los cuatro primeros libros de la Biblia (Tetrateuco), sino
la de abrir teológicamente los siguientes.

III. REACCIONES A LA TEORÍA DE NOTH

Es natural que la teoría de Noth no encontrase plena aceptación entre


los comentaristas. Algunos, como Kraus7, Jepsen, Engnell, Minette de
Tillesse8, Janssen9, Boecker10, Koppel", Hoffmann, Wyatt12,

7 H. J. Kraus, "Gesetz und Geschichte. Zum Geschichtsbild des Deuteronomisten":


EvTh 11 (1951-52) 415-28.
8 G. Minette de Tillesse, "Martin Noth et la ‘Redaktionsgeschichte’ des Livres
historiques", en Aux grands catrefours de la Revelation et de l’Exégése de l’AT
(Louvain 1967) 51-75; id., "Martin Noth e o Deuteronomista (Dtr)": RBBras 4 (1987)
121-168.
9 E. Janssen, Juda in der Exilszeit (FRLANT 69; Gottingen 1956).
10 H. J. Boecker, Die Beurteilung der Anfiinge des Konigtums in den deutero-
nomistischen Abschnitten des 1. Satnuelbuches — Ein Beitrag zum Problem des "deute-
386 estudios bíblicos - J. L. Sicre

Van Seters1113, 12
McKenzie14, la aprueban y a veces defienden con nue-
vos argumentos. Otros, como Hólscher, Eissfeldt15, von Rad, Wester-
mann 16, Würthwein 17, Eynikel 18, la rechazan o discuten. No faltan
quienes aceptan ciertos puntos y rechazan otros. Sería absurdo introducirse
en la maraña de argumentos en favor y en contra. Me limitaré a indicar
los principales argumentos en contra de Noth y las líneas por donde se ha
orientado la investigación con respecto a cuatro temas: elementos previos,
unidad de la obra, lugar de composición y mensaje.

1. Posibles argumentos contra la teoría de Noth


Contra la idea de una obra unitaria, escrita por un solo autor, pueden
aducirse tres argumentos principales.

a) La desproporción entre las partes.


Noth divide la obra en cinco partes, que corresponden a las etapas de
Moisés, Conquista, Jueces (hasta Samuel inclusive), Monarquía unida
(Saúl, David, Salomón) y Monarquía dividida. Dentro de las lógicas

ronottústischen Geschichtswerkes" (WMANT 31; 1969).


11 U. Kóppel, Das deuteronomistische Geschichtswerk und seine Quellen. Die
Absicht der deuteronomistischen Geschichtsdarstellung aufgrund des Vergleichs zwi-
schen Num 21,21-35 und Dtn 2,26-3,3 (EHS XXIII/122 ; Bern-Frankfurt-Las Vegas
1979).
12 N. Wyatt, "The Old Testament Historiography of the Exilic Period": Studia
Theologica 33 (1979) 4567‫־‬.
13 J. van Seters, In Search of History. Historiography in the Ancient World and the
Origins of Biblical History (Yale 1983).
14 S. L. McKenzie, 77te Trouble with Kings. The Composition of Kings in the
Deuteronomistic History (SVT XLII; Leiden 1991). Anteriormente se había mostrado
partidario de la postura de Cross.
15 O. Eissfeldt, Geschichtsschreibung im Alten Testament. Ein kritischer Bericht
über die neueste Literatur dazu (Berlin 1948).
16 C. Westermann, Die Geschichtsbücher des Alten Testaments. Gab es ein deutero-
nomistisches Geschichtswerk? (Theologische Bücherei 87; Gütersloh 1994).
17 E. Würthwein, "Erwágungen zum sog. Deuteronomistischen Geschichtswerk.
Eine Skizze", en id., Studien zum Deuteronomistischen Geschichtswerk (BZAW 227;
(Berlin / New York 1994) 1-11.
18 E. Eynikel, The Reform of King Josiah & the Composition of the Deutero-
nomistic History (OTS 33; Leiden / New York / Cologne 1996).
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 387

variaciones, cabría esperar que se tratase con una amplitud parecida los
distintos períodos. Sin embargo, no ocurre así. Si omitimos los capítulos
que Noth considera añadidos posteriormente, y aplicando la cronología
defendida por Noth, el cuadro resultante es el siguiente.
Moisés 40 años 30 capítulos
Conquista 5 años 13 capítulos
Jueces 390 años 23 capítulos
Monarquía unida 82 años 40 capítulos
Monarquía dividida 345 años 36 capítulos
Prescindamos de la época de Moisés, donde Dtr ha acumulado material
jurídico. Fijándonos en las etapas siguientes, el bocado del león se lo lleva
la etapa de la Conquista, que se realiza en cinco años, pero a la que se
dedican 13 capítulos. Sigue la monarquía unida, a la que se dedican 40
capítulos para exponer lo ocurrido en cuarenta años (aunque habría que
matizar que de los tres reyes —Saúl, David, Salomón — el tratado con más
detenimiento es David; él es, en realidad, el principal personaje de la
historia, al menos por el número de capítulos). Frente a estas etapas, las
de los Jueces y de la monarquía dividida están tratadas mucho más breve-
mente. Sobre todo la última, si tenemos en cuenta que el autor podía
disponer de tradiciones mucho más abundantes y que la cronología (345
años) no es ficticia como la de Jueces (390 años inventados por Dtr).
La desproporción es tan llamativa que cuesta trabajo atribuirla a un
autor que pretende escribir una obra unitaria. Pero en defensa de Noth
pueden aducirse dos argumentos: 1) Dtr estaba condicionado por las
tradiciones de que disponía, muy irregulares para las distintas épocas; 2)
cuando se critica la desproporción de las partes, muchos autores se fijan
en los libros actuales, sin recordar que Noth contaba con la existencia de
numerosos añadidos posteriores (Jos 1321‫ ;־‬Jue 1,1-2,6; 17-21, etc).

b) Problemas literarios.
A lo anterior se une una serie de duplicados que encontramos a lo
largo de la obra: especialmente el paso del río Jordán (Jue 3-4), la instau-
ración de la monarquía (1 Sm 8-12) o la vida de David. Quien concibe
estos libros como un bloque unitario, redactado por un autor o un equipo
de autores, choca aquí con un serio problema. Algunos consideran más
fácil explicar estos duplicados partiendo de la fusión de distintos documen-
tos (básicamente, Yahvista y Elohista). Noth podría indicar en su defensa
388 estudios bíblicos - J. L. Sicre

dos datos: a) esos relatos, con sus duplicados y repeticiones, los encontró
ya así el Dtr, y prefirió respetarlos; b) en ciertos casos, fue el mismo Dtr
quien dio lugar a los duplicados, ofreciendo su propia visión alternativa
(p.e., al contar los orígenes de la monarquía). También debemos tener
presente que ciertos datos que perturban el relato actual proceden de
añadidos tardíos (glosas levíticas, etc.).

c) Problemas teológicos.
Los problemas literarios no son insolubles si admitimos que el autor o
autores quisieron respetar y recoger las diversas tradiciones existentes.
Pero los problemas teológicos son más serios. Especialmente, entre los
libros de Jueces y Reyes encontramos unas diferencias tan notables en el
modo de enjuiciar los hechos que difícilmente pueden admitirse en una
obra unitaria. Jueces usa un esquema (pecado ‫ ־‬castigo ‫ ־‬conversión -
salvación) que se repite cíclicamente. Es el pueblo el que, una vez tras
otra, se rebela contra Dios y lo abandona. En cambio, el libro Reyes ve
a los reyes como principales culpables, y la historia no se repite cíclica-
mente, sino que avanza implacable hacia su final: la destrucción de Jerusa-
lén. Creo que este punto de las diversas teologías sería el más difícil de
explicar para Noth. Así se comprenderán ciertos matices de la investiga-
ción posterior.
La crítica más detallada a la teoría de Noth la ha realizado recien-
temente Westermann. Otras críticas, como la de Würthwein, me resultan
muy superficiales.

2. Modificaciones con respecto a la unidad de la obra


La situación actual ha cambiado bastante desde Noth. Éste veía la
"Historia deuteronomista" como una obra unitaria, compuesta por un solo
autor (reconociendo que más tarde se añadieron bastantes capítulos). Esta
idea la siguen admitiendo algunos autores, como acabamos de ver. Pero
otros muchos defienden la pluralidad de autores. Resulta imposible —e
inútil— reseñar todas las teorías. Algunas, como la de Stahl1Q, que habla
de nueve niveles de redacción dtr*20, no creo que ayuden a comprender

‫ ״‬R. Stahl, Aspekte der Geschichte deuteronomistischer Pieologie. Zur Traditions-


geschichte der Tertmnologie und zur Redaktionsgeschichte der Redekomposition. Tesis
(Jena 1982) [cf. 7Z 108 (1983) 74-75].
20 La Historia básica (DtrH), un nivel profético (DtrP), tres niveles nomistas (DtrN
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 389

mejor esta serie de libros. Es preferible atenerse a alguno de los modelos


siguientes:

a) Dos ediciones, una preexílica y otra exílica21.


El principal representante de esta teoría es Frank Moore Cross, en su
artículo "Los temas del libro de los Reyes y la estructura de la historia
dtr" 22. Le siguen sus discípulos Nelson23 y Friedman 24, y están bá-
sicamente de acuerdo con él Freedman25, Rosenbaum26, Ger-
brandt27, Córtese28, Evans29, Weippert30, Vanoni31, Fanuli32,

1,2,3) y cuatro ‘teológicos’ (DtrTh 1,2,3,4).


21 La idea de dos redacciones de estos libros se encuentra ya en A. Kuenen,
Historisch-kritísche Einleitung in die Bücher des AT hinsichtlich ihrer Entstehung und
Samrnlung. I 2: Die historischen Bücher des AT (Leipzig 1890) 90; G. Wildeboer, De
Letterkonde des Ouden Verbonds (Groningen 1893) 270ss, y en otros. Pero antes de
Noth no se concebía a los deuteronomistas como auténticos autores, sino como simples
redactores.
22 F. M. Cross, "The Themes of the Book of Kings and the Structure of the Deute-
ronomistic History", en Canaanite Myth and Hebrew Epic (Cambridge 1973) 274289‫־‬.
El trabajo file publicado inicialmente en "Perspectives in Jewish Learning": Annual of
the College ofJewish Studies 3 (Chicago 1968) 924‫־‬, pero pocos autores lo conocieron
antes de que apareciese en el volumen de 1973.
23 R. D. Nelson, The Double Redaction of the Deuteronomistic History (JSOT
Suppl. Ser. 18; Sheffield 1981).
24 R. E. Friedman, "From Egypt to Egypt: Dtr1 and Dtr2", en B. Halpern / J. D.
Levenson (eds.), Traditions in Transformation (Winona Lake 1980) 16792‫ ;־‬id., 77te
Exile and Biblical Narrative. Hie Formation of the Deuteronomistic and Priestly Works
(HSM 22; Chico 1981).
25 D. N. Freedman, "Deuteronomic History, The": IDB, Sup (1976) 226228‫־‬.
26 J. Rosenbaum, "Hezekiah’s Reform and the Deuteronomistic Tradition": HThR
72 (1979) 23‫־‬43.
27 G. E. Gerbrandt, Kingship According to the Deuteronomistic History (SBL Diss.
Ser. 87; Atlanta 1986).
28 Inicialmente, en su artículo "Lo schema deuteronomistico per i re di Giuda e
d’Israele": Bib 56 (1975) 3752‫־‬, Enzo Córtese se mostró partidario de seguir la opinión
de Noth frente a la de Cross. Su postura cambia en años posteriores. Véase: "Problemi
attuali circa 1’opera deuteronomistica": RBiblt 26 (1978) 341352‫ ;־‬id., "Gios. 21 e
Giud. 1 (TM o LXX?) e l’4abbottonatura’ del ‘Tetrateuco’ con l’Opera Deuterono-
mística": RBiblt 33 (1985) 375394‫ ;־‬id., Da Mose a Esdra. I libri storici delVAntico
Israele (Bologna 1985); id., "Theories concerning Dtr: A Possible Rapprochement",
en Pentateuchal and Deuteronomistic Studies (BETL 94; Louvain 1990) 179190‫־‬.
29 C. D. Evans, "Naram‫־‬Sin and Jeroboam: The Archetypal Unheilsherrscher in
390 estudios bíblicos - J. L. Sicre

Lohfink3033, 31
Dutcher-Walls
32 34, entre otros. La exposición más detallada
en esta línea es la de Mayes35.
Cross admite la hipótesis fragmentaria de Noth, pero no acepta que la
labor de redacción la llevase a cabo un solo autor y durante el destierro.
En la historia dtr se advierten tres hechos extraños, que requieren explica-
ción:
1) No encontramos una reflexión teológica cuando cae Jerusalén en
manos de los babilonios. Este detalle resulta muy raro, sobre todo si
tenemos en cuenta la extensa digresión del autor dtr cuando cae Samaría
(2 Re 17).
2) El reinado de Josías constituye un anticlimax: es visto con gran
optimismo, lo cual carece de sentido después de que Judá ha quedado
totalmente condenada por Dios en el anterior reinado de Manasés.
3) Si situamos la Historia dtr en el destierro, advertimos un fuerte
contraste con las obras procedentes de esta época (el escrito Sacerdotal,
Deutero-Isaías, etc.), ya que le falta la profunda esperanza que se respira
en estas otras.
La mejor forma —o la única— de explicar estos hechos es admitir dos
ediciones distintas, una anterior al destierro, durante el reinado de Josías,
y otra en el exilio. La primera edición se caracteriza por un marcado
acento de propaganda religioso-política, invitando a la conversión a Judá,
pero también a las tribus del norte, con vistas a restaurar el antiguo reino

Mesopotamian and Biblical Historiography", en W. W. Hallo / J. C. Moyer / L. G.


Perdue (eds.), Scripture in Context (Winona Lake 1983) 97125‫־‬.
30 H. Weippert, "Die ‘deuteronomistischen’ Beurteilungen der Kónige von Israel
und Juda und das Problem der Redaktion der Kónigsbücher": Bib 53 (1972) 301339‫־‬.
31 G. Vanoni, "Beobachtungen zu deuteronomistischen Terminologie in 2 Kón
23,2525,30‫"־‬, en N. Lohfink (ed.), Das Deuteronomium. Entstehung, Gestalt und
Botschaft (BETL 68; Leuven 1985) 357362‫־‬.
32 A. Fanuli, "Una grande opera storico-teologica, la storia deuteronomistica":
ParVi 24 (1979) 324335‫ ;־‬id., "La Storia deuteronomistica", en Parola e Vita. Una
introduzione alia Bibbia (Torino 1988) 7286‫־‬.
33 N. Lohfink, "Zur neueren Diskussion über 2 Kón 2223‫"־‬, en id., Das Deutero-
nomium. Entstehung, Gestalt und Botschaft (BETL 68; Leuven 1985) 2448‫־‬.
34 P. Dutcher-Walls, "The Social Location of the Deuteronomists: A Sociological
Study of Factional Politics in Late Pré‫־‬Exilic Judah": JSOT 52 (1991) 7794‫־‬.
35 A. D. H. Mayes, The Story of Israel between Settlement and Exile. A Redact¡ o-
nal Study of Deuterononúsúc History (London 1983).
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 391

davídico. La segunda edición, de tono pesimista, se limita a justificar la


catástrofe.
Sobre los argumentos en favor de una primera edición preexílica ha
vuelto Nelson. Considera de escaso valor la mención del exilio, la fórmula
"hasta el día de hoy", la situación histórica (en el exilio no podrían usarse
las fuentes citadas, y antes del exilio se comprende mejor la tendencia
arcaizante de la obra) y el estilo literario (que tiene mucho en común con
el anterior al exilio).
Los argumentos válidos en favor de la doble redacción serían: la es-
tructura de la historia (que cambia claramente en los últimos capítulos:
no hay un discurso o reflexión equivalente a 2 Re 17; el anuncio del
castigo por los pecados de Manasés es más genérico que el esquema
profecía-cumplimiento usado con anterioridad; los profetas son anónimos);
la Literarkritik, que revela como pasajes secundarios 1 Re 8,44-51; 9,6-9;
parte de 2 Re 17; 21,10-15, parte de 22,15-20, etc.; la promesa dinástica
(en la Historia actual se da una postura ambigua ante la dinastía davídica:
la promesa incondicional está en contraste con el pesimismo final; sólo la
idea de dos redacciones explica esta ambigüedad); la dinámica teológica
de la obra (los dos temas centrales, el pecado de Jeroboán y la promesa
a David, encajan en tiempos de Josías, no en el exilio).
Sobre la teoría de Cross volveremos más adelante, al hablar de la
finalidad de la Hdtr.
b) Tres ediciones, todas del exilio o postexilio.
Mientras Noth trabajaba en sus Estudios, Alfred Jepsen se dedicaba
también a estudiar las fuentes de los libros de los Reyes 30. La guerra le
impidió publicar sus resultados, que no aparecieron hasta 1951. Jepsen
concibe la formación de la obra del modo siguiente. Existían dos docu-
mentos principales: a) una crónica que abarcaba hasta el reinado de
Ezequías (finales del siglo vm), a la que da la sigla S; b) unos Anales
sobre el templo y el culto, quizá de la época de Manasés (primera mitad
del siglo vil), que denomina con la sigla A.
Estos dos documentos independientes fueron unidos hacia el año 580
por un primer redactor sacerdotal (RI), que les añade un comentario
crítico sobre la historia del culto y exige un culto adecuado.*

M A. Jepsen, Die Quellen des Konigsbuches (Halle 1951).


392 estudios bíblicos - J. L. SiCre

Hacia el año 550, un segundo redactor, de mentalidad profética (RII),


añade a la obra numerosos capítulos (la historia de la sucesión, leyendas
de Isaías, tradiciones sobre profetas, tradición benjaminita sobre la con-
quista y la época premonárquica). De este modo, la obra crece enorme-
mente, hasta duplicar las dimensiones de la anterior. Pero lo más impor-
tante es que este segundo redactor da especial relieve a cuatro ideas
teológicas (elección, ley, apostasía, castigo) y convierte toda su obra en
un llamamiento a la conversión.
A finales del siglo vi, un tercer redactor, levita (RUI), hace pequeños
añadidos para justificar las pretensiones de sus hermanos.
La pluralidad de redacciones, todas dentro del exilio o incluso hasta
época postexílica, es defendida también por R. Smend. Sus ideas, esboza-
das en un artículo de 1971 37, las han seguido Dietrich38, Veijola39,
Bickert40, Roth41, Forest¡42, Spieckermann, Levin, Stahl, Vermey-
len.

37 R. Smend, "Das Gesetz und die Vólker: Ein Beitrag zur deuteronomistischen
Redaktionsgeschichte", en Probleme biblischer Theologie. Fs. G. von Rad (München
1971) 494‫־‬509.
38 W. Dietrich, Prophetie und Geschichte. Eine redaktionsgeschichtliche Untersu-
chung zum dtr. Geschichtswerk (FRLANT 108; Gottingen 1972). La recensión más
detallada de esta obra, con amplio resumen, es la de Langlamet en RB 81 (1974) 601‫־‬
606. También expone con detalle su opinión y la critica A. D. H. Mayes, The Story
of Israel between Settlement and Exile: a Redactional Study of the Deuteronomistic
History (London 1983) 113120‫־‬. Otras recensiones: RThotn 75 (1975) 272 (Vesco); BZ
19 (1975) 132 (Rehm); DanTTs 37 (1975) 309ss (Lemche); Prot 30 (1975) 36ss
(Soggin); 7LZ 99 (1974) 181ss (Stoebe); NedTTs 32 (1978) 75ss (Labuschagne); TAik
78 (1973) 149ss (Veijola).
39 T. Veijola, Die ewige Dynastie. David und die Entstehung seiner Dynastie nach
der deuteronomistischen Darstellung (AASF B/193; Helsinki 1975); id., Das Konigtum
in der Beurteilung der deuteronomistischen Historiographie. Eine redaktionsgeschichtli‫־‬
che Untersuchung (AASF B/198; Helsinki 1977).
40 R. Bickert, "Die Geschichte und das Handeln Jahwes. Zur Eigenart einer
deuteronomistischen Offenbarungsauffassung in den Samuelbüchern", en A. H. J.
Gunneweg / O. Kaiser, Textgemass. Aufaatze und Beitriige zur Hermeneutik des Alten
Testaments. Fs. E. Würthwein (Gottingen 1979) 927‫־‬.
41 W. Roth, "The Deuteronomic Rest-Theology. A Redactional Critical Study": BR
21 (1976) 514‫ ;־‬id., "Deuteronomistisches Geschichtswerk/Deuteronomistische Schule":
Theologische Realenzyklopadie 8 (Berlin / New York 1981) 543552‫־‬.
42 F. Foresti, The Rejection of Saul in the Perspective of the Deuteronomistic
School. A Study of 1 Samuel 15 and Related Texts (Rome 1984).
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 393

Smend, en su artículo de 1971, advierte que ciertos pasajes de los


libros de Josué (1,723 ;13,1-6 ;9‫ )־‬y Jueces (2,17.20s.23) consideran que
la conquista de la tierra todavía no está completa. Piensa que dichos
pasajes son complementos a la historia dtr (DtrG), y da a este estrato el
título de Nomista (DtrN), dado el interés de su autor por la ley. Sugiere
que sería interesante seguir estudiando el tema.
Es lo que hace su discípulo Walter Dietrich, que se aplica al estudio
del libro de los Reyes desde esta perspectiva, y encuentra otro estrato dtr,
al que denomina DtrP por el amor de su autor a las tradiciones proféticas.
Con esto tenemos ya tres estratos, que Dietrich data entre los años 580 y
560. La idea de conjunto es como sigue:
Poco después de la caída de Jerusalén se escribe una primera obra
narrativa. Su autor (DtrG) es un historiógrafo, que termina en 2 Re 25,1‫־‬
21 y pretende explicar la catástrofe de Judá y Jerusalén, ofrecer una
"etiología del punto cero". Algo más tarde, DtrP añade las leyendas
proféticas que ha ido elaborando y otros complementos. Para este autor,
lo importante es interpretar los relatos anteriores como el campo de
actuación de la palabra profética. Finalmente, hacia el 561 actúa DtrN,
que comenta los hechos desde un punto de vista legal. Añade un nuevo
final (2 Re 25,2230‫ )־‬que da a la obra un toque de esperanza.
Veijola, otro discípulo de Smend, persigue los tres estratos en los
libros de Samuel. Naturalmente, los encuentra (las tesis doctorales son
capaces de demostrar cualquier cosa), y advierte que cada uno de ellos
tiene su propia imagen de David. DtH, partidario de la monarquía,
presenta a David como un buen siervo de Dios y lo glorifica como padre
de una dinastía eterna. DtP, escéptico ante los reyes, presenta a David
como un hombre pecador y culpable. DtN intenta conciliar estas posturas
opuestas. Comparte con P una actitud crítica ante los reyes, pero espera
con H que la dinastía davídica dure siempre.
Smend, aprovechando los trabajos de sus discípulos, vuelve sobre el
tema posteriormente43. Su idea actual es la siguiente:
DtrH, basándose en diversas fuentes, escribió una historia que empeza-
ba en Dt 1,1 y terminaba en 2 Re 25,30 (en esto corrige a Dietrich, que
ponía el final en 25,21). Esta obra presupone la liberación de Jeconías, y

43 R. Smend, Die Entstehung des Alten Testaments (Stuttgart 1978, 31984), esp.
111-125; id., "Deuteronomistisches Geschichtswerk”: Evangelisches Kirchenlexikon 1
(Gottingen 1986) 821-823.
394 estudios bíblicos - J. L. Sicre

no pudo surgir antes del 550 (nueva diferencia con Dietrich, que situaba
la primera redacción poco después de la caída de Jerusalén).
DtrP introdujo en los libros de Samuel y Reyes una serie de narracio-
nes proféticas y estructuró el curso de la historia de acuerdo con el esque-
ma de "vaticinio ‫ ־‬cumplimiento".
DtrN comentó ambas redacciones aplicando su criterio, inspirado en
las leyes deuteronómicas. Este resultado final es el que podemos llamar
"Obra histórica dtr". Pero las huellas de DtrN se extienden hasta el Tetra-
teuco. Por eso, es posible que DtrN sea el que ha unido el Tetrateuco y
la Historia dtr, formando una gran obra literaria.

c) Intentos de conciliar las escuelas de Cross y Smend.


Cualquier lector atento de las opiniones anteriores advierte que ambas
tienen sus ventajas e inconveniente. Por eso, no extraña que ciertos
autores hayan intentado tomar elementos válidos de ambas teorías para
presentar sus hipótesis. Como simple botón de muestra indico los puntos
de vista de Lohfink y Córtese.
El primero, en un artículo algo denso44, pretende que el Dtr de Noth
(Lohfink lo llama DtrG) usó dos documentos josianos para construir partes
de la Hdtr. Uno de los documentos se encuentra en Dt 1 - Jos 22 y
pretende demostrar el derecho de Israel a poseer la tierra a perpetuidad.
El otro documento era la primera edición de Re de que habla Cross.
Lohfink también encuentra al menos dos autores dtr que retocan la obra
después de DtrG; uno de ellos fue DtrN, pero no el mismo DtrN que Die-
trich identificó en Reyes.
En cuanto a Córtese, resume su estudio45 en las siguientes conclu-
siones, que no traduzco para mayor exactitud:
1) Redactions are not to be confounded with preexisting material which
might already have assumed its literary form earlier. The first redactor of
DtrG united in his work various blocs of tradition and materials concer-
ning the history of Israel, above all chronicles of the court archives and
prophetic legends.

44 N. Lohfink, "Kerygmata des Deuteronomistischen Geschichtswerks", en J.


Jeremías / L. Perlitt (eds.), Die Botschafi und die Boten. Fs. H.W. Wolff (Neukirchen-
Vluyn 1981) 87100‫־‬.
45 E. Córtese, "Theories concerning Dtr: A Possible Rapprochement", en Penta-
teuchal and Deuterononiistic Studies (BETL 94; Louvain 1990) 179190‫־‬.
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 395

2) The possibility is to be admitted of redactions and Deuteronomistic


style in the preexilic and Josianic epoch, alongside the undoubted exilic
redaction. Two points chronologically more distant and psychologically
so diverse constitute a sufficiently solid criterion of differentiation for
separating the texts of DtrG and attributing them to different redactions.
3) This entails, in effect, a return to M. Noth, i.e. appropriately
correcting, not jettisoning his theory on DtrG (and his complementary
view on the Tetrateuch). The exilic redactor of DtrG did not add major
themes to the preexisting work. He simply "reread" the earlier document
from his point of view, in the sad and desillusioned perspective of the
Exile (p. 190).

d) Una labor ininterrumpida a 10 largo de siglos.


Es la teoría propuesta por Weinfeld, gran conocedor de la literatura
deuteronomista46. Admite una historiografía dtr desde tiempos de Eze-
quías hasta después de la caída de Jerusalén, y se muestra escéptico en
cuanto a la posibilidad de distinguir la naturaleza y amplitud de dos
estratos (preexílico y exílico). No habla de autor dtr sino de "escribas
deuteronómicos" (deuteronomic scribes).

3. Nuevas propuestas con respecto a los elementos previos


La idea de que el o los deuteronomistas utilizaron "fragmentos" ya
existentes la admiten muchos autores actuales. Parte de la investigación de
los últimos años se ha centrado en su estudio. Pero conviene advertir que
algunos autores abandonan la hipótesis fragmentaria para inclinarse por la
documentaría. No se refieren a los documentos clásicos, J y E, sino a una
especie de "historias predeuteronomistas" de diversa extensión y origen,
o a bloques más amplios que los concebidos por Noth.
Tunyogi piensa que el Dt en su forma primitiva (fuese la que fuese) y
Jos 1-11 formaban una obra escrita a final de la dinastía de los Omridas
con vistas a exterminar a los cananeos que quedaban en Israel 47.

46 M. Weinfeld, "The Emergence of the Deuteronomic Movement. The Historical


Antecedents", en N. Lohfink (ed.), Das Deuteronomium. Entstehung, Gestalt und
Botschaft, o. c., 76-98.
47 A. C. Tunyogi, "The Book of the Conquest": JBL 84 (1965) 374-80.
396 estudios bíblicos - J. L. Sicre

Lohfink, como acabamos de ver, acepta la existencia de una obra algo


más amplia, desde Dt 1 hasta Jos 22, que expondría el don de la ley y de
la conquista, los dos temas que interesaban a Josías. Esta opinión la acepta
y fundamenta Braulik48, y la recoge Moenikes49.
Más difundida se encuentra la idea de considerar un bloque originario
los capítulos que van desde Jos 24 hasta 1 Sm 12, una historia que co-
mienza con la alianza de Siquem y termina con la instauración de la
monarquía, abarcando todo el período de los jueces. La idea se remonta
como mínimo a Burney (1918) y reaparece en los Ultimos tiempos50.
Tiene la ventaja de llamar la atención sobre la importancia de las tradicio-
nes centradas en la serranía de Effaín.
Pasando a la época de la monarquía, Campbell51 descubre en los
libros de Samuel y en los diez primeros capítulos de 1 Re un documento
del siglo ix, de origen profético, centrado en el importante período que
va desde sus orígenes hasta la división del reino. La existencia de una
Historia Profética subyacente a los libros de Samuel y utilizada más tarde
por el editor dtr la defiende McCarter en su comentario a Samuel 52; y
McKenzie descubre la continuación de esa Historia Profética en los libros
de los Reyes 53.
En línea parecida, Provan54 admite una historia desde los orígenes

48 G. Braulik, "Zur deuteronomistischen Konzeption von Freiheit und Frieden"


(SVT 36; Leiden 1985) 29-39.
49 A. Moenikes, "Zur Redaktionsgeschichte des sogenannten deuteronomistischen
Geschichtswerk": ZAW 104 (1992) 333-348.
50 C. Brekelmans, "Joshua XXIV: its place and function" (SVT 43; Leiden 1991)
1-9; A. Rofé, "Ephraimite versus Deuteronomistic History", en Storia e Traditioni di
Israele. Scritti in Onore di J. A. Soggin (Brescia 1991) 221-235 [de este bloque excluye
Jue 1,1-3,11 y las tradiciones sobre Sansón].
51 A. F. Campbell, Of Prophets and Kings. A Late Ninth-Century Document (1 Sam
1-2 Kings 10) (CBQ Monographs Series 17; Washington 1986); id., The Study
Companion To Old Testatnent Literature. An Approach to the Writings ofPre-Exilic and
Exilic Israel (Wilmington 1989) 139-251.
52 P. K. McCarter, / Satrnel (AB 8; Garden City 1980); 11 Satnuel (AB 9; 1984).
53 S. L. McKenzie, "The Prophetic History and the Redaction of Kings": HAR 9
(1985) 203-20; id., The Chronicler’s Use of the Deuteronomistic History (HSM 33;
Atlanta 1985). Sin embargo, en 1991 McKenzie parece conceder mucha más importan-
cia a la actividad de Dtr, volviendo a la postura de Noth. Cf. The Trouble with Kings.
The Composition of Kings in the Deuteronomistic History (SVT 42; Leiden 1991).
54 I. W. Provan, Hezekiah and the Books of Kings. A Contribution to the Debate
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 397

de la monarquía hasta el reinado de Ezequías, pero la atribuye al primer


editor dtr, que escribe en tiempos de Josías. Su punto de vista sigue la
teoría de Cross, pero introduciendo una modificación importante, ya que
excluye de la primera edición de la Hdtr los libros del Dt, Jos y Jue55.
También ha influido bastante la opinión de H. Weippert; según él, en
tiempos de Ezequías se escribió una historia que iba desde Josafat hasta
Acaz; en tiempos de Josías, esta historia fue ampliada con los reinados
desde Roboán hasta Josías.
Podríamos incluir igualmente en este apartado a B. Peckham 56, que
concibe a Dtr2 como un autor que comenta las historias anteriores (J, Dtr1,
E, P).
Desde el punto de vista de la teoría de Noth, el peligro de todas estas
opiniones consiste en que, cuanto más amplían los documentos previos,
menos espacio queda a la actividad de Dtr; éste deja de ser verdadero
autor para volver a convertirse en lo que había sido para la investigación
precedente: un simple editor de antiguas tradiciones, que retoca en deter-
minados momentos.
En el extremo opuesto, más en consonancia con la postura de Noth,
hay autores que niegan en muchos casos la existencia de fragmentos
previos, con lo que la actividad de Dtr como verdadero autor queda
mucho más clara. De hecho, uno de los puntos discutibles de la teoría de
Noth es que defiende la idea de Dtr como verdadero autor, no mero
redactor; pero, en el fondo, su labor se reduce muchas veces a la de mero
recopilador y organizador de tradiciones previas ya escritas. Una visión
muy distinta de Dtr es la que aparece en autores como Hoffmann 57, o

about the Composition of the Deuteronomistic History (BZAW 172; Berlin / New York
1988).
55 La idea de que la Hdtr no contenía inicialmente los libros de Dt, Jos, Jue la
defendió ya antes, pero sin justificarla, O. H. Steck, Israel und das gewaltsame
Geschick der Propheten. Zur Überlieferung des deuteronomistischen Geschichtsbildes
im AT, Judentum und Urchristentum (WMANT 23; Neukirchen-Vluyn 1967).
56 B. Peckham, "The Composition of Deuteronomy 5-11", en The Word of the Lord
Shall Go Forth. Homenaje a D. N. Freedman (Winona Lake 1983) 217-240; id., "The
Composition of Joshua 3-4": CBQ 46 (1984) 413-431; id., The Composition of the
Deuteronomistic History (HSM 35; Atlanta 1985); id., "The Deuteronomistic History
of Saul and David": ZAW 97 (1985) 190-209.
57 H. D. Hoffmann, Reform und Reformen. Untersuchungen zu einern Grundthema
der deuteronomistischen Geschichtsschreibung (ATANT 66; Zürich 1980).
398 estudios bíblicos - J. L. Sicre

Van Seters; los materiales previos se reducen a una mínima parte, o


incluso se niegan expresamente, y la labor de Dtr como autor aparece con
toda claridad.

4. Modificaciones con respecto al lugar de composición


Aunque Noth relega el tratamiento de este tema a una nota de la pág.
110 de sus Estudios, ha sido una cuestión muy debatida. Para él, el Dtr
escribe en Palestina. Y aduce estos motivos: 1) sólo allí resultan fácil men-
te accesibles los numerosos fragmentos recogidos en la obra; 2) Dtr mués-
tra un gran conocimiento de las tradiciones locales en torno a Betel y
Mizpá; 3) la ausencia de esperanza, que se explica mejor entre los que
permanecieron en la tierra.
A estos argumentos, Janssen añadió otros cuatro: 1) la obra pone en
guardia contra la idolatría de los dioses cananeos, cosa que no tiene
sentido entre los desterrados en Babilonia; 2) en la oración de Salomón (1
Re 8) se hace referencia al Templo como lugar de oración, no de sacrifi-
cios, y esto refleja la situación de los que permanecieron en Palestina, que
podían ver las ruinas del Templo; 3) los términos que emplea para referir-
se a la destrucción de Judá no contienen una referencia a los desterrados,
sino a la situación de los que quedaron en el país; 4) la obra habla de los
desterrados, pero sólo de forma ocasional, sin convertirlos en punto
central.
La idea de que Dtr escribió en Palestina la aceptaron Wolff, Von Rad,
Steck, Dietrich. Sin embargo, muchos advierten la debilidad de los argu-
mentos y se inclinan por situarla en Babilonia. Entre los motivos aducidos
podemos indicar los siguientes. Para Nicholson, en 1 Re 8,29.30.35.42.44
se ora "en dirección a Jerusalén", y esto presupone que nos encontramos
entre los exiliados. En 1 Re 8,30.34.36.39.43.45.49 se pide a Dios que
"escuche desde el cielo"; con esta teología se sugiere que el Señor puede
escuchar al que ore en cualquier lugar, y se piensa en la situación de los
desterrados. Por último, Dt 4,291 ;30,1-6 ;31‫ ־‬Re 8,46-50 se dirig
claramente a los exiliados.
Soggin indica que 1 Re 8,46-51; 1 Re 9,7-8; 2 Re 17,14ss; 21,10-15
tienen como tema la expulsión de la tierra y suponen que el autor escribe
desde la perspectiva del exilio, no en Palestina.
Pohlmann, que admite todo estos argumentos anteriores, añade que ‫־‬
todo el capítulo 2 Re 25 es inconcebible en Palestina, ya que presenta el
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 399

corte con Judá y Jerusalén; la salvación sólo puede esperarse entre los
desterrados, y así queda claro en la liberación de Yehoyakín.
Esta discusión entre Palestina y Babilonia se resuelve fácilmente en la
hipótesis de Cross, ya que la primera edición tiene lugar en la tierra,
mientras la segunda acontece en el destierro. Sin embargo, ¿qué lugar de
destierro? Generalmente se piensa en Babilonia. Pero Friedman sugiere la
posibilidad de que fuese en Egipto, y la idea no me parece descabellada.
En cualquier caso, la obra tendría que haber llegado más tarde a Babilo-
nia, donde se habría añadido la noticia de la liberación de Yehoyakín.

5. Modificaciones con respecto a la finalidad de la obra


Noth nos deja con mal sabor de boca. La historia de Dtr sólo pretende
demostrar el justo juicio de Dios, que castiga los continuos pecados del
pueblo. No cabe esperanza para el futuro. Esta visión ha sido criticada
desde distintas perspectivas. Ofrezco las opiniones más interesantes.

a) Gerhard von Rad.


Pocos años después de publicarse la obra de Noth, Von Rad expresa
su punto de vista en un breve pero importante artículo sobre "La teología
deuteronomística de la historia en los libros de los Reyes" 58. Según Von
Rad, Dtr parte de la doble catástrofe experimentada por Israel en el 720
y por Judá en el 586. Lo importante es explicarla, y para el autor la clave
radica en la falta de obediencia, que provoca el castigo. En la historiogra-
fía dtr se advierte una correspondencia entre la palabra del Señor y la
historia, en el sentido de que la palabra pronunciada por Dios alcanza su
meta, se cumple. Este esquema de "vaticinio-cumplimiento" se encuentra
al menos once veces en los libros de los Reyes, generalmente castigando.
Es lo que advertimos en el destino del Reino Norte (Israel), a causa de
unas culpas que comienzan con el primer rey, Jeroboán.
Pero en el Sur no ocurre lo mismo. Dios se muestra muy indulgente
con Judá. ¿A qué se debe esto? La respuesta es clara: "en consideración
a David" (cf. 1 Re 11,13.32.36; 15,4; 2 Re 8,19), idea que se basa en la

58 G. von Rad, "Die deuteronomistische Geschichtstheologie in den Kónigsbü-


chem", en Deuteronomium-Studien (FRLANT 40; Gottingen 1947) 52-64 (trad. cast,
en Estudios sobre el Antiguo Testamento (Salamanca 1975) 177-189].
400 estudios bíblicos - J. L. Sicre

promesa de Natán (2 Sm 7; cf. también 1 Re 2,4; 8,20.25; 9,5) y que


impulsa al dtr a convertir a este rey en un personaje modelo59.
De este modo, en la historia dtr la palabra de Dios actúa de dos for-
mas: a) como ley, juzgando y aniquilando; b) como evangelio, salvando
y perdonando. ¿Cuál de estas dos palabras se impuso al final? La respues-
ta la tenemos en la liberación de Jeconías (2 Re 25,27-30). "Este pasaje
debe ser entendido por cualquier lector como una indicación de que los
descendientes de David no habían llegado a un final irrevocable" (p. 189).

b) Hans Walter Wolff.


Años más tarde, en 1961, volvía sobre el tema Hans Walter Wolff, en
su famoso artículo "El kerygma de la obra histórica deuteronomista" 60.
En contra de Noth, no cree que el autor de la historia dtr se haya tomado
tanta molestia sólo para decir a sus contemporáneos que todo está termina-
do. Pero tampoco está de acuerdo con Von Rad en la interpretación tan
optimista de los versos finales (2 Re 25,27-30) como un mensaje incondi-
cional de salvación. Para Wolff, Dtr no pretende destruir la esperanza ni
infundirla incondicionalmente, sino llamar a la conversión.
De hecho, el esquema de toda la obra es el mismo que aparece con
frecuencia en el libro de los Jueces, con sus ciclos de pecado - castigo -
conversión - salvación (cf. Jue 3,7-9). Aparentemente, este esquema no
vuelve a utilizarse en el resto de la obra. Pero esta impresión es falsa.
Toda la época monárquica, desde Saúl hasta Sedecías, constituye el primer
paso (pecado) de un nuevo ciclo; la destrucción de Jerusalén y el destierro
es el segundo (castigo). El autor pretende que sus contemporáneos den
ahora el tercero (conversión), para que Dios realice el cuarto (salvación).
Wolff demuestra que el verbo "convertirse" (süb) aparece en pasajes
decisivos como 1 Sm 7,3; 2 Re 17,13; 23,25 y, sobre todo, en el mo-
mentó capital de la oración de Salomón al dedicar el templo (1 Re 8,46-

59 Véase 1 Re 3,3; 9,4; 11,4.6.33.38; 14,8; 15,3.5.11; 2 Re 14,3; 16,2; 18,3;


21,7; 22,2. Según von Rad, Dtr no podía basarse en la Historia de la sucesión para
convertir a David en modelo, ya que ésta lo presenta de forma muy humana, con
grandes fallos. Dtr recoge una tradición mesiánica que se encuentra ya en el Sal 132
y en Isaías.
60 H. W. Wolff, "Das Kerygma des deuteronomistischen Geschichtswerk": ZAW
73 (1961) 171-186 = Gesmmnelte Studien zum AT (München 1964) 308-324.
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 401

53). Otros pasajes importantísimos son Dt 4,2931‫ ־‬y 30,1-10, pero Wolff
los considera posteriores a Dtr.
Según Wolff, los rasgos que caracterizan la conversión para Dtr son
éstos: 1) una orientación exclusiva a Dios en la oración (Jue 2,16; 1 Sm
12,19; 1 Re 8,47); 2) escuchar la voz de Dios que se transmite a través
de Moisés y los profetas y que exige como algo esencial la renuncia a los
dioses paganos; 3) ausencia de aspectos cultuales y rituales; 4) en Dt 4,19-
31; 30,1-10 aparece más como fruto del castigo que como acción humana;
la conversión se basa en la promesa y la misericordia de Dios, como
ocurre en Oseas y Jeremías.

c) Frank Moore Cross.


Quien mantenga la idea de dos ediciones de la Historia dtr, una preexí-
lica y otra exílica, encontrará un enfoque bastante adecuado del mensaje
en la teoría de Cross. Ciertamente, la edición anterior al. exilio debía de
estar marcada por un espíritu muy distinto. No es lo mismo escribir la
historia del pueblo en un momento de optimismo y euforia nacional que
escribirla cuando todas las esperanzas se han hundido.
La primera edición desarrolla dos temas principales. El primero pode-
mos sintetizarlo en la frase: "Este proceder llevó al pecado a la dinastía
de Jeroboán y motivó su destrucción y exterminio de la tierra" (1 Re
13,14). El segundo se sintetiza en esta otra: "En consideración a mi siervo
David y a Jerusalén, mi ciudad elegida" (1 Re 11,13).
"Por consiguiente, el historiador dtr contrasta dos temas: el pecado de
Jeroboán y la fidelidad de David, que culmina en Josías. Jeroboán llevó
a Israel a la idolatría y a la destrucción, como habían avisado los profetas.
En Josías, que purificó el templo fundado por David y puso punto final
al santuario fundado por Jeroboán; en Josías, que buscó al Señor de todo
corazón, debían cumplirse las promesas hechas a David (...). Estos dos
temas parecen reflejar dos principios teológicos, uno procedente de la
antigua teología deuteronómica de la alianza, que considera la destrucción
de la dinastía y del pueblo como consecuencia inevitable de la apostasía,
y otro tomado de la ideología regia de Judá: las eternas promesas hechas
a David (...). De hecho, la yuxtaposición de los dos temas, amenaza y
promesa, proporcionan la plataforma para la reforma de Josías. La histo-
ria dtr, en la medida en que estos temas reflejan sus principales intereses,
puede ser considerada una obra de propaganda de la reforma de Josías y
un programa imperialista. El documento habla en particular al Norte,
402 estudios bíblicos - J. L. Sicre

invitando a Israel a volver a Judá y a Jerusalén, único santuario legítimo


de Yahvé, afirmando las pretensiones de la antigua dinastía davídica sobre
todo Israel. Y habla también, con igual o más énfasis, a Judá. La restaura-
ción de la antigua grandeza depende de que la nación vuelva a la alianza
con Yahvé y de que el rey se entregue de todo corazón a imitar a David,
el siervo del Señor” (p. 284).
Durante el exilio, este grupo de libros fue reelaborado. La situación
había cambiado mucho con respecto a la época de Josías. La esperanza de
volver a los tiempos gloriosos de David se había desvanecido. El ideal de
conversión y de observancia del pacto con Dios se agotó tras la batalla de
Meguiddo (año 609). Y sobrevino la catástrofe. Un autor del exilio se
sintió obligado a justificar este terrible castigo de Dios y a sacar las
últimas lecciones de la historia.
Con este fin reelaboró la obra anterior. Ante todo, añadió la noticia de
la muerte de Josías (2 Re 23,29-30) y los datos sobre los monarcas
posteriores (2 Re 23,31-25,30).
En segundo lugar, reelaboró ciertos pasajes, sobre todo el que habla
de Manasés (2 Re 21). En 21,10-15 leemos unas palabras escritas induda-
blemente desde la perspectiva del destierro: "Yo voy a traer sobre Jerusa-
lén y Judá tal catástrofe que, al que la oiga, le retumbarán los oídos ..."
También en otros momentos de la historia se introdujeron claras referen-
cias al desastre y al exilio; por ejemplo, en Dt 4,27-31; 28,36s.63-68;
29,27; 30,1-10; Jos 23,11-13.15s; 1 Sm 12,251 ;‫ ־‬Re 2,4; 6,11-13;
8,25b.46-53; 9,4-9; 2 Re 17,19; 20,17s.
Se trata de retoques ligeros, pero con un importante cambio de enfo-
que. Cross está de acuerdo con Noth en que para el autor dtr del exilio no
hay esperanza. Los textos importantes sobre la conversión, en los que
insiste Wolff, son prácticamente todos de la primera edición, preexílica.
Con las opiniones de estos tres autores no quedan agotadas todas las
posibilidades. Brueggemann, por ejemplo, se inclina por la postura de
Wolff y la completa61. Mejía y otros prefieren la de Von Rad62. Pero

61 W. Brueggemann, "The Kerygma of the Deuteronomistic Historian": Interpr 22


(1968) 387402‫־‬. Tras recordar las opiniones de Noth, Von Rad y Wolff, indica que
pretende desarrollar el punto de vista de éste último, colocando junto al tema de la
conversión el del "bien" (tób), que podría traducirse por "amistad" (friendship); en el
trasfondo de esta "amistad" es como hay que entender la llamada a la conversión y el
fundamento de la teología dtr. "It is this graciousness that supports the call for repen-
tance. It urges Israel to find meaning in the Exile. It opens Israel toward a joyous
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 403

estas ideas son las más importantes y las que más pueden ayudarnos a
profundizar en la Hdtr. Como opinión independiente, Hoffmann cree que
la intención de Dtr es escribir una historia de los reformadores y las
reformas cultuales, que tiene como programa la reforma del culto.

6. Posturas independientes
Indico, por último, la postura de tres autores que ofrecen un punto de
vista tan personal que resulta difícil encardinarlos en cualquiera de los
apartados anteriores.
El primero es Polzin, que desde hace años se dedica a comentar estos
libros62
63, faltando aún su estudio de Reyes. Las reacciones han sido muy
diversas: desde la ignorancia al entusiasmo, pasando por simples alusiones
a pie de página. Personalmente, reconozco haber encontrado en estas
obras sugerencias de enorme valor.
Una extensa visión de conjunto la ofrece también Van Seters64. Ya

future. Without this motif Dtr theology may be dismissed as legalistic, judgmental,
retribution theology" (388ss). El término tob ha aparecido en documentos árameos
relacionados con tratados y leyes internacionales; en ellos se usa para hablar de estas
relaciones de alianza. En la época del exilio, Dtr lo usa "(a) to indicate that 587
happened because Israel was not ‘good’ toward Yahweh, (b) to affirm that Yahweh still
shows ‘good’ to Israel, and therefore (c) to urge Israel to repent in light of Yahweh’s
continuing ‘goodness’. The debacle of 587 happened because Israel violated her
‘friendship’ with Yahweh. There is hope for the future because Yahweh still wills
‘friendship’ with Israel" (389).
62 J. Mejia, "The Aim of the Deuteronomic Historian: A Reappraisal", en Procee-
dings of the Sixth World Congress ofJewish Studies. Vol. I (Jerusalem 1977), 291298‫־‬.
Una lectura esperanzadora de la Hdtr la defienden también H. Muszynski, "Kerygmat
o zbawieniu w deuteronomistycznym dziele historycznym" (El kerigma salvifico en la
obra histórica dtr): Studia Theologica Varsaviensia 20 (1982) 524‫ ;־‬R. Albertz, "Die
Intention und die Tráger des Deuteronomistischen Geschichtswerks", en R. Albertz et
al. (eds.), Schopfung und Befreiung. Fs. C. Westermann (Stuttgart 1989) 3753‫ ;־‬E.
Zenger, "Die deuteronomistische Interpretation der Rehabilitierung Jojachins": BZ NF
12 (1968) 16‫־‬30.
63 R. Polzin, Moses and the Deuteronotnist; A Literary study of the Deuteronomic
History. I: Deuteronomium, Joshua, Judges (New York 1980); id., Samuel and the
Deuteronotnist. A Literary Study on the Deuteronomic History. Part Two: 1 Samuel
(San Francisco 1989); id., David and the Deuteronotnist. A Literary Study of the
Deuteronotnic History. Part Three: 2 Satnuel (Blootnington & Indianapolis 1993); id.,
"Reporting Speech in the Book of Deuteronomy. Toward a compositional Analysis of
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64 J. van Seters, In Search of History. Historiography in the Ancient World and the
404 estudios bíblicos - J. L. Sicre

que resulta imposible resumir sus análisis, indico algunas de sus ideas más
importantes con respecto al tema:
Frente al convencimiento bastante extendido de que los libros de
Samuel contienen obras precedentes (Historia de Saúl, Subida de David
al trono, Historia de la sucesión), que muchos consideran el punto culmi-
nante de la historiografía durante el reino unido, Van Seters considera
estas obras como creación del autor deuteronomista. En cuanto a la
Historia de la Sucesión, se trata de una obra postdeuteronomista, de
mediados del siglo vi a. C.
Niega la existencia de "colecciones" (Sammelwerlcen) como hipotético
estadio intermedio en el desarrollo de la historiografía; estas colecciones
sólo surgen cuando existe un amplio interés historiográfico y se intenta
crear una continuidad histórica a través de un período de tiempo. Fue el
autor deuteronomista quien coleccionó el material y le dio el orden crono-
lógico que ahora posee en Dt - 2 Re.
La postura de Van Seters supone un paso adelante con respecto a la de
Noth. Admite la existencia de un autor deuteronomista, pero le concede
más importancia que el mismo Noth. "El genio de la historia dtr consiste
en que intentó una amplia integración de géneros para exponer en una sola
obra todo el fundamento de la sociedad israelita" (p. 357). En esto se
observa un claro paralelismo con Heródoto, igual que en la forma de
combinar historias populares gracias a un entramado cronológico o a un
género histórico específico. La comparación con Heródoto sugiere también
que en la prosa narrativa histórica antigua se usaban diversas técnicas
literarias para crear un sentido de unidad dentro de una obra larga y
compleja.
"La desgracia del deuteronomista consistió en que, a diferencia de
Heródoto, permaneció en el anonimato, y su obra fue dividida en una
serie de libros canónicos o, peor aún, ha sido diseccionada por los estu-
diosos modernos en numerosas colecciones y redacciones" (p. 359).
Una lectura también atípica, pero no tan sistemática, la ofrece Eslin-
ger65. Con sus propias palabras: "This book... offers a new perspective
on the ‘Deuteronomistic History’. Drawing on key concepts from modern
literary theory and a sub-discipline, narrátology, my studies of these

Origins of Biblical History (Yale 1983) 209-362.


65 L. Eslinger, Into the Hands of the Living God (JSOT Suppl. Ser. 84; Sheffield
1989).
LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 405

books have led me to an unorthodox (some may say eccentric) reading of


these narratives". La obra estudia varios capítulos selectos, entre ellos Jue
1-2; 1 Sm 12; 1 Re 8; 2 Re 17. Aunque se inclina por la unidad de autor,
no quiere que su postura se confunda simplemente con la de Noth.
Termino con un autor que ha dedicado también un aipplio estudio al
tema, O’Brien66. Lo que presenta como nuevo resultado de su investiga-
ción es la división de la Historia dtr en tres períodos, cada uno de ellos
marcado por diferentes formas de liderazgo: 1) Israel bajo Moisés y
Josué; 2) Israel desde los jueces a la monarquía; 3) Israel bajo los profetas
y los reyes. A su vez, las distintas etapas están marcadas por períodos de
transición, que subrayan momentos importantes en el desarrollo de la
historia.
De este plan conceptual se deduce claramente, según O’Brien, la
intención del autor de la obra: "promover la reforma deuteronómica que
lleva a cabo el rey Josías" (p. 44). Al apoyar la política del monarca, la
historia dtr se convierte también en una legitimación de la monarquía y,
en concreto, de la dinastía davídica. (En este sentido coincide básicamente
con Cross y su escuela.)
El trabajo de O’Brien es muy denso y asombrosamente documentado,
pero muy claro en su exposición y muy pedagógico al ofrecer desde el
comienzo los resultados. Sin embargo, parece que se ha dejado llevar por
un esquema preconcebido, olvidando por completo la realidad literaria de
la obra. De este modo, los bloques pierden su peculiaridad en beneficio
de un esquema artificial.

IV. EL INFLUJO DE NOTH

La diversidad de opiniones puede causar la impresión de que el influjo


de Noth ha sido muy relativo. Sin embargo, no es cierto. Han sido sus
Estudios los que han provocado esta intensa preocupación por los libros
que van desde el Dt hasta 2 Reyes. Sólo por eso permanecerán como un
hito fundamental en la historia de la exégesis67.

66 M. A. O’Brien, The Deuteronomistic History Hypothesis: A Reassessment (OBO


92; Gottingen 1989).
67 Una valoración de la teoría de Noth, incluyendo el análisis de cada libro de la
Historia dtr, se encuentra en la obra editada por S. L. McKenzie / Μ. P. Graham, The
406 estudios bíblicos - J. L. Sicre

De las opiniones reseñadas, la que quizás permanece más fiel a Noth


es la de Smend y su escuela. Todos ellos se mueven en la época del
exilio, que era la defendida por Noth. La pluralidad de redacciones
durante ese período puede interpretarse como simple profundización en
esos añadidos posteriores que también Noth admitía.
No sé hasta qué punto estaría de acuerdo Noth con quienes siguen su
línea hasta el extremo; es decir, los que atribuyen una labor cada vez
mayor a Dtr como autor, suprimiendo en muchos casos los fragmentos
anteriores (Van Seters, Hoffmann). Pienso que Noth era muy sensible a
los planteamientos del análisis de fuentes (Literarkritik), y no habría
atribuido fácilmente al mismo autor capítulos con unas diferencias tan
marcadas desde eí punto de vista literario. La teoría de los fragmentos
ayuda a comprender mejor esa diversidad de estilos, aunque a veces se ha
exagerado este tema.
La postura más distante de Noth es la de Cross y su escuela. Noth
repite insistentemente en sus Estudios que no hubo una primera redacción
preexílica. Por otra parte, quien admite la teoría de Cross no puede
identificarla sin más con la de Noth. Especialmente en la versión de
Nelson y Mayes hay diferencias importantes. Cuantos más textos se
atribuyen a Dtr2 más peligro cabe de que cambie la imagen de Dtr1. Por
ejemplo, Noth considera los discursos de despedida de Josué (Jos 23) y
Samuel (1 Sm 12) como uno de los argumentos que demuestran la unidad
literaria de la obra. Mayes atribuye ambos discursos a Dtr2; en conse-
cuencia, Dtr1 no tuvo esa idea clara de marcar las distintas etapas con
discursos de despedida o reflexiones. Sin embargo, Noth era más modesto
en sus ideas de lo que a veces se piensa. Quizá no habría rechazado
tajantemente una teoría que, en su visión final, coincide muchísimo con
la suya.

History of Israel’s Traditions. The Heritage of Martin Noth (JSOT Suppl. Ser. 182;
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LA HISTORIA DEUTERONOMISTA 407

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