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Estudio Bíblico Parabola del Buen Samaritano

Cuando leemos la parábola del buen samaritano, hay algo que


debemos tomar muy en cuenta, y es nuestra cultura que es muy
distinta a la que había en Palestina en el siglo I, y quizás existan
ciertos aspectos de esta parábola que no entendamos, pero lo cierto
es que cuando escuchamos o leemos en esta parábola, no nos
escandalizamos, ni tampoco nos parece que ataque el statu quo
actual de cada uno de nosotros, sin embargo, los que la oyeron de
labios de Jesús en el siglo I sí debieron quedar desconcertados,
porque el mensaje debió chocar con sus expectativas y también
poner en tela de juicio sus límites culturales. Y en esta parábola
aparecen varios personajes, y entre ellos están; el interprete, los
Sacerdotes, los Levitas y los Samaritanos, y el hombre que fue
golpeado, y antes de desglosar el mensaje quiero hablarles un poco
de ellos según el orden de su aparición.
En primer lugar está el hombre que fue golpeado
La parábola dice muy poco acerca de este personaje, solo que fue
golpeado y robado; pero nos proporciona un dato muy importante, y
es que le quitaron la ropa producto de la fuerte paliza que le dieron,
y esto es significativo porque en el siglo I. las personas era fácil de
identificar por su forma de vestir y por su idioma o acento, y en ese
tiempo el Oriente Medio era gobernado por los romanos, que
hablaban latín, esta región estaba helenizada, es decir, tenía una
gran influencia griega, había numerosas ciudades griegas, y el
griego era hablado mucho, pero los eruditos judíos hablaban
hebreo, mientas que los campesinos judíos y la gente común y
corriente de toda la región hablaba arameo. Es por esta razón que
escuchando hablar a alguien o solo con ver su vestidura se podía
identificar quién era, pero debido a que fue golpeado y se había
quedado sin ropa, era imposible saber su nacionalidad, y como
estaba inconsciente y no podía hablar, resultaba imposible
determinar quién era o de dónde era, este personaje es un elemento
clave de esta parábola.
El segundo personaje es el sacerdote
Los sacerdotes judíos eran los que formaban el clero que servía en
el templo de Jerusalén, y dentro del clero había una jerarquía.
Primero estaba el sumo sacerdote, después los principales
sacerdotes. El jefe de la guardia del templo era el más importante de
los principales sacerdotes, y por debajo de él había sacerdotes que
hacían de tesoreros del templo, o de supervisores del templo, o que
se encargaban de los sacerdotes ordinarios, y los sacerdotes
ordinarios eran los que servían en el templo durante una semana
cada 24 semanas; o sea, que en un año cada sacerdote servía en el
templo por dos ocasiones, cada una con una semana de duración.
Muchos también servían en el templo durante las tres festividades
principales del año; por tanto, algunos sacerdotes ordinarios
trabajaban en el templo cinco semanas al año, no todos los
sacerdotes vivían en Jerusalén; muchos de ellos vivían en Jericó,
una ciudad cercana, o en otras ciudades repartidas por Israel. Por
tanto, los que no vivían en Jerusalén tenían que desplazarse allá de
dos a cinco veces al año, algunos de ellos poseían grandes riquezas
y eran considerados como la aristocracia del país, por otra parte,
algunos eran pobres, y tenían un oficio, o trabajaban como escribas
durante la mayor parte del año, cuando no estaban sirviendo en el
templo, no se nos da más detalles sobre el sacerdote de este relato;
pero los que oyeron a Jesús contar esta parábola debieron de
suponer que regresaba a su casa en Jericó tras haber estado una
semana sirviendo en el templo.
El tercer personaje es el levita
Es cierto que todos los sacerdotes eran levitas, pero no todos los
levitas eran sacerdotes, los levitas eran considerados el clero bajo,
una categoría inferior a la de los sacerdotes, pero al igual que los
sacerdotes, servían en el templo dos semanas al año, en dos
épocas diferentes, había cuatro levitas que tenían un puesto
permanente en el templo: el músico principal, el director del coro, el
portero principal, y el que supervisaba a los levitas que servían en el
templo, algunos levitas eran cantantes y músicos. Otros hacían de
criados en el templo, teniendo a su cargo la limpieza y la
conservación del templo, y ayudaban a los sacerdotes a ponerse y
quitarse sus vestiduras, la policía del templo también estaba
conformada por levitas, ellos montaban guardia en las puertas y en
el patio de los gentiles, y en la entrada de los lugares a los que solo
se permitía ingresar a los sacerdotes, realizaban detenciones y
aplicaban castigos siguiendo instrucciones del Sanedrín, el tribunal
judío de la época, y lo lógico de esto habría sido el suponer que el
levita en el camino de Jericó regresaba a su casa después de una de
sus semanas de servicio en el templo de Jerusalén
El cuarto personaje es el samaritano
los samaritanos eran un pueblo que vivía en Samaria, una zona de
colinas limitada al norte de Galilea y al sur de Judea, ellos
aceptaban los cinco libros de Moisés, pero consideraban que Dios
había escogido el monte Gerizim como lugar de culto, en vez de
Jerusalén, pero en el año 128 a. C ósea, “antiguo testamento” el
templo samaritano del monte Gerizim fue destruido por el ejército
judío, y entre el año 6 y 7 d. C., unos samaritanos esparcieron
huesos humanos en el templo judío, con lo que lo profanaron. Esos
dos sucesos contribuyeron a la profunda guerra que había entre
judíos y samaritanos, es por eso que cuando un judío quería insultar
a otro, lo llamaba samaritano, y a Jesús se lo dijeron una vez ¿No
decimos que tú eres samaritano y que tienes demonio? y fue por
ese ambiente de hostilidad cultural, racial y religiosa que Jesús
contó esta parábola del buen samaritano.
El último personaje es el intérprete de la Ley
aunque no forma parte del relato, fueron sus preguntas las que hizo
que Jesús diera pie a la parábola, porque sin el diálogo entre Jesús
y el intérprete de la Ley, la parábola queda fuera de su contexto
original, y se pierden elementos significativos, “por eso es bueno
que te pregunten” los intérpretes de la Ley eran escribas, eran
expertos en la ley religiosa, intérpretes y maestros de las leyes de
Moisés y estudiaban las cuestiones más espinosas y sutiles de la
Ley y emitían su opinión, ellos eran tenidos en gran estima por sus
conocimientos, y como muestra de respeto, la gente se levantaba
cuando les hacía una pregunta.
Y ahora que conocemos mejor a los personajes, veamos entonces
lo que sucede cuando el intérprete de la Ley le hizo a Jesús una
pregunta en Lucas 10: 25
Y he aquí un intérprete de la Ley se levantó y dijo; para probarle:
Maestro, ¿haciendo que cosa heredaré la vida eterna? el intérprete
lo llamó Maestro, y en otros pasajes se le llama “Rabí” que era el
tratamiento que se daba a los maestros religiosos, así que el
intérprete de la Ley reconoce que Jesús es un Maestro y se lo
demuestra, no solo llamándolo así, sino también poniéndose en pie
al hacerle su pregunta, ahora bien, la cuestión de cómo alcanzar la
vida eterna era un debate entre los judíos del siglo I, ellos se
apoyaban mucho y en lo particular en el cumplimiento de la Ley
como forma de ganarse la vida eterna, así que lo que el intérprete de
la Ley buscaba eran pruebas de que Jesús negara que había que
observar las leyes de Moisés, pero Jesús le dice en el versículo 26…
¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees? Aquel Respondiendo
dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu
alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente, y a tu prójimo como
a ti mismo” y aquí hay algo interesante en el que les pido que me
hagan una tesis sobre porque Jesús le dice al intérprete, que hay
que amar al prójimo como a ti mismo, cuando dijo en Marcos, 8:34,
si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a si mismo…
Como se aprecia en los Evangelios, eso era justo lo que Jesús había
estado enseñando; quizás el intérprete de la Ley se lo había oído
decir. Su respuesta estaba tomada de dos pasajes de las Escrituras:
Levítico 19:18 y Deuteronomio 6:5 y Jesús le dijo al intérprete de la
Ley que tenía razón, que debía hacer eso, que debía cumplir ese
principio de amar a Dios con todo su ser y amar a su prójimo, pero
en la siguiente frase, el intérprete de la Ley buscando la forma de
justificarse ante Dios, le pregunta en el versículo 29. ¿Y quién es mi
prójimo? y es porque el intérprete de la Ley entiende que puede
amar a Dios cumpliendo la Ley; pero eso de “amar a su prójimo” le
parece un poco confuso. Porque para los judíos el “prójimo” está
dentro de los “hijos de su pueblo “es decir…sus paisanos judíos.
Pero ¿hay otros? Los gentiles no eran considerados “prójimos”
pero en Levítico 19:34 dice: “como a un natural de vosotros tendréis
al extranjero que more entre vosotros, y lo amaras como a ti mismo;
porque extranjero fuiste en tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro
Dios” y es en respuesta a esa pregunta: ¿Quién es mi prójimo?
Jesús cuenta la parábola, y le dice en el versículo 30…un hombre
descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los
cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron dejándole medio
muerto” La distancia hasta Jericó era de unos 27 kilómetros, en
bajada, desde Jerusalén, que está a unos 800 metros de altitud,
hasta Jericó, a 240 metros por debajo del nivel del mar, por un
camino que tenía fama de peligroso a causa de los ladrones. En
Oriente Medio, lo normal era que los bandidos golpearan a sus
víctimas solo si estas se resistían; y probablemente eso fue lo que
hizo el hombre en cuestión, pues le quitaron la ropa, lo golpearon y
lo abandonaron en el camino dejándolo inconsciente, y medio
muerto. Y la palabra “Medio muerto” para los judíos equivale
“próximo a la muerte” o “a punto de morir” “pero aconteció que
descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole paso de largo,
vs, 30” Es probable que el sacerdote volviera de una de sus
semanas de servicio en el templo. Por su categoría social, y
seguramente iba montado en un burro y podría haber llevado a
Jericó al hombre herido, pero el caso era que no tenía forma de
saber quién era, o de qué nacionalidad era, puesto que estaba
inconsciente y además desnudo, y la ley musaica obligaba al
sacerdote a ayudar a un compatriota judío, pero no a un extranjero,
y dadas las circunstancias no podía determinar si el herido era lo
uno o lo otro. Además, el sacerdote no sabía si el hombre estaba
muerto o vivo y, según la Ley, si tocaba un cadáver o se acercaba a
uno quedaría ceremonialmente impuro. Si se acercaba a menos de
unos dos metros, y el hombre estaba muerto, el sacerdote quedaría
contaminado, y para purificarse le haría falta una semana de ritos
religiosos, en la que tendría que comprar un animal para sacrificar.
Durante ese tiempo no podría recaudar ningún diezmo, ni comer de
ello, ni él, ni su familia, ni sus criados, porque si el hombre estaba
inconsciente, y el sacerdote lo tocaba, y el hombre moría poco
después, el sacerdote tendría que rasgar o romper su ropa, o sea,
que luego tendría que comprar ropa nueva para sustituirla. Así que
ayudar a ese hombre no identificable podía salirle caro. Al final, por
el motivo que fuera, decidió pasar de largo por el otro lado del
camino para guardar las distancias con él. “Así mismo un levita,
llegando cerca de aquel lugar, y viéndole pasó de largo, ver, 32” el
levita, que probablemente regresaba a su casa después de servir
una semana en el templo, pues él hace lo mismo que el sacerdote, y
decide no ayudar, lo más seguro es que el levita fuera consciente de
que el sacerdote había pasado al lado del hombre herido, y por ser
de una clase social inferior a la del sacerdote, posiblemente iba a
pie. Aunque tal vez no habría podido llevar al hombre a ningún sitio,
le podría haber administrado los primeros auxilios, pues no estaba
sujeto a las mismas leyes de pureza que el sacerdote, de que tenía
que conservarse puro durante su semana de servicio en el templo,
ya que no estaba sujeto a esa obligación, pero por lo que dice la
parábola, es posible que se acercara al hombre, porque el sacerdote
lo vio y pasó de largo, pero el levita “llegando cerca de aquel lugar”
lo vio y pasó de largo, y no se dice el motivo por el que pasó de
largo; pero es posible que, sabiendo que el sacerdote, que conocía
mejor las leyes y obligaciones religiosas, no había hecho nada,
supuso que lo mejor era no hacer nada él tampoco. Una
intervención suya se habría podido interpretar como una crítica de
la concepción de la Ley del sacerdote, y se habría podido
considerar como un insulto para el sacerdote, también es posible
que no prestara ayuda porque temía por su propia seguridad. Los
bandidos podrían estar cerca, y si se quedaba un rato ayudando al
moribundo, podía terminar igual que él. Fueran cuales fueran sus
razonamientos, el levita, que era la segunda persona del templo,
llegó…vio…y pasó de largo…y en este punto del relato, los oyentes
originales y el interprete pensarían que la siguiente persona que
hallaría al hombre sería un judío no religioso, esto había sido para
ellos lógico, considerando que se iba en orden decreciente de
categoría social: sacerdote, levita y laico, pero Jesús fue mucho
más allá de lo que ellos podían esperar, porque la tercera persona
que hace su aparición es un samaritano despreciado, un enemigo, y
el asunto se pone peor cuando Jesús cuenta todo lo que este hace
por el moribundo, cosas que los religiosos, el sacerdote y el levita,
personas que servían en el templo, tenían que hacer, pero no
hicieron, por eso…Si eres Sacerdote…se un Sacerdote… el ver, 33-
34 dice, “pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de y
viéndole, fue movido a misericordia” y acercándose, vendó sus
heridas, echándole aceite y vino; poniéndole en su cabalgadura, le
llevó a el mesón y cuidó de él” el samaritano, era un mercader que
transportaba vino y aceite y que tenía consigo al menos un animal,
probablemente un burro, y se compadeció del hombre golpeado.
Primero cura sus heridas., y lo qué utiliza para eso no es el servicio
de ambulancia de la localidad no tiene un botiquín, él quizás, como
comerciante, llevaba alguna tela, y tal vez se quita la túnica de lino
que lleva como ropa interior y usa eso, o se quita el turbante y lo
usa como venda. Y echa vino y aceite en las heridas para limpiarlas,
desinfectarlas y curarlas, además de eso, monta al hombre sobre su
propio animal y lo lleva a una posada, supongo que en Jericó. El
sacerdote podría haber llevado al hombre a Jericó para que lo
atendieran. El levita podría haberle prestado al menos los primeros
auxilios. Sin embargo, es el samaritano quien hace lo que ni el
sacerdote ni el levita quisieron hacer, por eso…Si eres Sacerdote…
se un Sacerdote…porque el samaritano lleva al malherido a un
mesón y lo cuida allá. el samaritano se arriesgó mucho al entrar a la
ciudad con un judío (si era un judío) moribundo sobre su asno; los
parientes del herido podrían haberle echado a él la culpa de lo
ocurrido, y haberse desquitado con él. Por su propia seguridad,
habría sido más prudente dejar al hombre cerca de la ciudad o a las
puertas de la misma; pero él lo llevó a la posada y pasó la noche
cuidándolo. Y eso no fue todo lo que hizo, porque el ver 35 dice que
“al otro día saco dos denarios y los dio al mesonero, y dijo:
Cuídemelo, y todo lo que gaste demás, yo te lo pagaré cuando
regrese” y al terminar la parábola, Jesús le pregunta al intérprete de
la Ley: ¿Quién pues de estos tres te parece que fue el prójimo del
que cayó en manos de los ladrones? Y en ver 37 el intérprete de la
Ley dijo: el que uso de misericordia con él, y Jesús le dice… Ve y
haz tú lo mismo” recordemos que la pregunta del intérprete de la
Ley era: ¿Quién es mi prójimo? Jesús no le respondió de la forma
concreta que él quería, sino que contó una parábola y luego le
preguntó quién se había portado como prójimo del hombre asaltado.
El intérprete de la Ley quería una respuesta simple, como: «Tu
prójimo es todo paisano judío, así como cualquiera que se haya
convertido al judaísmo y todo extranjero que viva entre ustedes, y si
al intérprete de la Ley le hubieran dado una lista así, habría sabido
exactamente a quién la Ley le mandaba que amara. Pero la parábola
de Jesús demostró que no se puede hacer una listita que reduzca
las personas que estamos obligados a amar o que debemos
considerar nuestro prójimo. Jesús aclaró que el prójimo son las
personas necesitadas que Dios pone en nuestro camino, y puede
que el hombre que fue golpeado y dado por muerto no fuera
«legalmente» el prójimo de los dos religiosos; no era posible
saberlo. Pero el levita y el sacerdote estaban más preocupados por
la ley religiosa, los rituales y el deber, que por obrar con
misericordia y bondad. fue el samaritano, la persona que los
oyentes menos se esperaban que hiciera su aparición, el que se
conmovió, y no solo se conmovió en el sentido de que sintió el
deseo de ayudar, sino que su compasión lo impulsó a la acción. Y
eso tuvo su costo. El samaritano se arriesgó al detenerse a cuidar
del hombre malherido en un lugar donde lo habrían podido atacar
también a él. No sabía si los ladrones seguían en las inmediaciones.
Gastó vino y aceite. Rasgó una tela o algunas de sus prendas para
vendar las heridas del hombre que ni siquiera conocía, lo
transportaron, y pasó la noche atendiéndolo y a la mañana dejó
dinero para que lo cuidaran. Todo eso fueron costosos actos de
amor, y lo último que le dijo Jesús al intérprete de la Ley fue: “Ve y
haz tú lo mismo” en pocas palabras…recupera la identidad de quien
eres…y comienza a comportarte y actuar como un sacerdote… y
concluyo este mensaje con una poderosa cita…en /Reyes, 17:25-28
que dice…“y aconteció al principio, cuando comenzaron habitar allí,
que no temiendo ellos a Jehová, envió Jehová contra ellos leones
que los mataban, Dijeron pues al rey de Asiria, las gente que tu
trasladaste y pusiste en las ciudades de samaria, no conocen la ley
del Dios de aquella tierra, y él ha echado leones en medio de ellos, y
he aquí que los leones los matan, porque no conocen la ley del Dios
de la tierra. Y el rey de Asiria mando diciendo: llevad allí algunos de
los sacerdotes que trajiste de allá, y valla y habite allí, y les enseñe
la ley del Dios del país. Y vino uno de los sacerdotes que habían
llevado cautivo de samaria, y habito en Bet-el, y les enseño como
habían de temer a Jehová” en medio de todos estos pueblos que
estaban en cautividad habían samaritanos, y fue un sacerdote de
Israel quien enseño a estos pueblos, incluyendo a los samaritanos
como habían de temer a Dios, por lo tanto el Samaritano de esta
historia saco lo que normalmente usaba un Sacerdote, el aceite para
Ungir y el vino para la libación, en pocas palabras el Samaritano
recordó que era un Sacerdote, y actuó como un Sacerdote…porque
cuando tu sabes quién eres…actuaras basado en lo que tu dice que
eres…
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