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Gracias a sus textos se puede saber que aún desterrado seguía conviviendo en los
grupos de su clase, donde le fuese aceptado. Se le ha presentado en diversas
ocasiones como poeta por sus textos escritos en verso. Se le atribuían diversos
poemas, obras literarias sátiras y elegías. Con el tiempo sus textos se fueron perdiendo
y se decía de él solo quedaba los textos en los que de él escribieron. En general no
mucho de lo que existe -que se dice ser de Jenófanes- es fiable, al igual que con los
pitagóricos, pero aquí es más por cuestiones del azar.
Es por esto por lo que Jenófanes sirve como perfecto ejemplo para darnos cuenta lo
difícil que es lindar filósofos y sus ideas, tanto tiempo pasó desde que él habitó la tierra
y mucho han sido modificados sus textos que hay que ir con cuidad para saber que es
lo verdadero. Algo de lo que si se puede estar seguro es de su desvalorización por su
escritura en prosa, sin embargo, Empédocles y Parménides también escribían de ese
modo y a ellos no se les puso trabas para considerarlos filósofos. Pero volviendo a lo
anterior de lo difícil que es lindar ideas filosóficas del pasado nos dice el texto que el
conjunto de textos que se tiene de Jenófanes no es de un texto unitario, sino, que son
extractos de diversas composiciones como lo son las elegías, las sátiras o los poemas
y además todos compuestos en distintas partes de su vida.
Lo que se sabe del dios de Jenófanes es que es uno y que no es semejante al humano
y es corpóreo. Sin embargo, a pesar de su corporeidad prescinde de ella en su
actuación, es inmóvil porque le es inadecuado moverse y le es innecesario. Esta falta
de precisión es lo que ha hecho complejo el estudio de la divinidad de Jenófanes. Se
ha considerado que el dios de Jenófnes fue el punto de partida de la teoría parmenídea
sobre el ser, lo que dio pie a la tradición de que Jenófanes fundó la escuela eleática.