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Secreto Masónico. http://groups.google.com/group/secreto-asonico/browse_thread/thread/56511d2cbd312cbb
"divinidades extranjeras." Consagró en particular unos templos a Astarté, "la abominación de
los sidonios" y a Milkom, "el horror de los amonitas." Según el canon místico, siempre han
existido sobre la Tierra una serie de hombres santos que han accedido al trato íntimo con la
seidad. De ellos, el que alcanza la posición más alta entre sus contemporáneos es el enclave de
su época, siendo los demás intermediarios. El enclave es un individuo misterioso que,
desconocido y nada conspicuo, se mezcla con la humanidad.
La geometría secreta con la que fue erigido por Hiram había sido heredada por el propio
arquitecto, cuyo probable origen es develado por Heckethorne en su libro Las sociedades
secretas de todos los tiempos y países. Según Heckethorne, Hiram habría sido descendiente
directo de la línea de Caín, lo cual podría explicar la creencia de que el templo había sido
realizado por demonios, o elementales, sobre los que tanto Hiram como el propio Salomón
ejercían cierto control. Pero ocurrió que la Reina de Saba se enamoró de Hiram, el arquitecto
del templo, éste cayó en desgracia ante los ojos del rey y, finalmente, murió asesinado.
Esto no quiere decir que el rey tenga algo que ver con tal asesinato. Sin embargo, antes
de morir dijo Hiram que tendría muchos descendientes que completarían su trabajo, es decir,
que construirían otros templos humanos. Y, en este sentido, son muchos los estudiosos que
están convencidos de que esos descendientes fueron los templarios, ya que ellos mismos se
consideraban los arquitectos y custodios de la "ciencia más secreta." De cualquier forma es esta
una cuestión muy confusa también, pues dice Michel Lamy al respecto:
"El arquitecto Hiram, según la leyenda, murió a manos de unos compañeros celosos a
quienes había negado la divulgación de determinados secretos. Como consecuencia de la
desaparición de Hiram, Salomón envió a nueve maestros en su busca. Nueve maestros, como los
nueve primeros templarios, en busca del arquitecto de los secretos."
En aquella época se creía que el Templo de Jerusalén unía el Cielo y la Tierra y que los
ritos que allí se desarrollaban reforzaban está asociación; por tanto, cualquier desviación en el
servicio del templo podía tener consecuencias catastróficas.
Se creía, en efecto, que bajo la roca fluían las aguas subterráneas, fuerzas del caos que
no cesaban de amenazar con engullir el mundo ordenado.
La función del Templo era, supuestamente, mantener a raya a aquellas fuerzas. Han sido
muchos los exégetas que han tratado de reconstruir teóricamente la estructura del Templo. Es
el caso del franciscano normando Nicolás de Lyre o el filósofo François Vatable. Incluso el
mismo Isaac Newton, subyugado por la magia de la visión de Ezequiel donde se apuntaban las
medidas del Templo de Jerusalén, hizo alarde de erudición como teólogo, filósofo, físico y
matemático exponiendo sus resultados en Solomon´s Temple.
Su intención, dado el carácter simbólico del templo, era conocer su forma para averiguar
su significado. Pero ni siquiera un gigante del pensamiento como él, artífice de la Física clásica y
de la mecánica celeste, pudo descifrar el mensaje mistérico subyacente en esa misteriosa forma
arquitectónica. Y es que la sabiduría que el rey Salomón plasmó en la construcción del Templo
parece estar más allá de las mediciones y los cálculos matemáticos. Los que más se han
acercado a esa fuente que inspiró a Salomón son los Masones, cuyos Rituales dejan entrever un
conocimiento Esotérico milenario comparable al que configuró el Templo. En cada escuela de
pensamiento Esotérico, Filosófico y Místico como lo es la escuela de los Rosa Cruces o en la
Masonería, siempre se encuentran dos columnas, las cuales hacen referencia a la eterna
dualidad de las energías del Cosmos, energías que tienen su representación totalmente
científica en todo cuanto existe. Son las dos columnas simbólicas del templo de Salomón, una
de nombre Jakín, J, y la otra Boaz, B, siendo Salomón símbolo de la consciencia, y el templo, del
cuerpo denso. Jakín representa el aspecto masculino de la Seidad, y Boaz el aspecto femenino
de la misma, es decir, el hombre y la mujer.
Por eso, si no fuera por el poder de la dualidad, por el poder del binario, no sería posible
la existencia diferenciada de todo cuanto Es en el Universo tal como la ciencia lo ha llegado a
conceptuar y a conocer.
La dualidad permite que podamos conocernos; es la ley del contraste llamada la ley de
los contrarios, que más que contrarios, son complementarios. La dualidad dentro de la
evolución se manifiesta como energía, materia según la ciencia, o espíritu, materia como dirían
los filósofos. No podemos separar lo uno de lo otro. Por eso no se debe decir espíritu y materia,
energía y materia, o materia y energía, porque la materia como ya lo demostró la ciencia actual
no es más que energía coagulada, condensada, cristalizada, mientras que la energía es la misma
materia pero en un grado mayor de sutilización o de vibración, que la hace intangible
relativamente a los sentidos físicos.
Gracias a que existe un principio femenino en todo lo masculino y uno masculino en
todo lo femenino, se hace posible la evolución que es movimiento. Si en el hombre no existiera
el principio femenino escondido en sus hormonas, en su alma y en su lenguaje, no desearía, ni
se enamoraría, ni amaría a la mujer, ni ella lo haría del hombre, porque el alma en la mujer es
de naturaleza masculina, es ánimus, mientras que el alma del hombre es de naturaleza
femenina, es ALMA.
Debido a esta ley renacemos unas veces como hombre y otras como mujer. Por eso los
hombres y las mujeres nos enamoramos permanentemente y gracias a esa misma ley se tiene
la posibilidad de que en la naturaleza lo masculino fecunde a lo femenino. Es una pleamar y una
bajamar; es un plus y un minus, es la eterna dualidad, es el ritmo eterno de las cosas.
Por esa acción binaria es posible que dos especies puedan dar como resultado la
generación progresiva de la misma, para que ésta pueda continuar su proceso evolutivo. Es el
milagro maravilloso de los aspectos masculino y femenino de la Seidad, tanto en la naturaleza
formal como en la naturaleza humana.
Divino aquel varón que aprenda a admirar en todas las mujeres siempre lo bello, lo
espiritual, lo divino; admirarlas tal como se admiraría lo más santo de la vida, tal como lo es la
madre para su hijo pequeño, para quien, guardando las proporciones, ella es dios.
Pero el ser humano ha perdido el sentido espiritual hacia la otra columna de la
existencia: las damas hacia el varón y viceversa, y por eso el sufrimiento de la humanidad,
porque se mira a la otra polaridad de la Vida como un instrumento de placer, lo que lleva a la
humanidad a los odios, a las enfermedades y al sufrimiento.
Divino momento, aunque inconsciente, el de los niños que viven en su paraíso, porque
no han conocido todavía esa fuerza tremenda del instinto psicosexual que se despierta en el
adolescente y le convierte en un ser gallardo, majestuoso, prepotente, que admira a la belleza
femenina, que ve a todas las adolescentes como diosas en su ideal, siendo así mismo él para las
jovencitas.
Pobres adultos que por el desconocimiento del misterio santo de la vida que es la
energía procreadora, al abusar de ella pierden el paraíso, la armonía, el magnetismo agradable
que muestran los jóvenes y las jovencitas, esa lucidez que permite comprender rápidamente las
diferentes situaciones, y la plasticidad que tienen sus cuerpos para acomodarse a las
situaciones de su diario vivir.
Como ilustración de esta herencia espiritual, tenemos los Pilares de la Masonería, las
Columnas J y B; Columnas de Sabiduría y rigor del cabalístico Árbol de la Vida, que
corresponden a los pilares del mismo nombre que sostenían al pórtico del Templo de Salomón
y que Hiram-Abiff había hecho forjar en bronce.