Está en la página 1de 5

Informe de lectura.

Crecimiento y cambio social en Medellín 1900-1930


Maria Alejandra Marulanda Castro
Elite y trabajadoras. Cómo se conformó la industria y el mercado en la ciudad de
Medellín en la primera mitad del siglo XX

Para la primera mitad del siglo XX, la ciudad de Medellín estaba pasando por un auge
industrial bastante interesante. Payne (1986) describe varias historias de cómo se
llevaron a cabo las grandes empresas en la ciudad. Entre ellas se destacan: Coltejer, con
Alejandro Echavarría comprando 10 telares y maquinas en Inglaterra; Compañía
Nacional de Fósforos Olano, con Ricardo Olano viajando a Europa y regresando con
maquinaria y un técnico especializado en el tema de la producción de fósforos,
Elospina, con Eleazar Ospina Gómez, quien producía camas y envió a su hijo a Estados
Unidos a aprender sobre fábricas de camas de hierro, entre otras.

El autor menciona que esta prosperidad fue posible por el panorama politico y de
desarrollo que se encontraba la ciudad y el país a principios del siglo: mejoras en el
transporte, con el Ferrocarril de Antioquia y Amagá, que no solo transportaba personas,
sino tambien tenía la posibilidad de transportar mercancía. O con los primeros
automóviles y camiones; estabilidad política de la República Conservadora, que
posibilitó, entre otras, varias tarifas proteccionistas, lo cual conllevó a que la elite
lograra acceder a una maquinaria barata y materias primas, mientras que gravaban los
bienes de consumo importados. Con el anterior contexto, la industria comienza a ser el
máximo logro de, en palabras de Payne (1986) “una clase comerciante, flexible e
innovadora, que durante los shabia diversificado sus intereses entre la importación, la
minería, la agricultura, la banca y la ganadería” (p.130).

De los puntos más importantes que fortaleció el comercio y la industria se destaca la


producción y venta del café. Para 1932 en Antioquia y Caldas se producía el 46% de la
producción total colombiana. Sin embargo, esta dependencia al mercado cafeteró generó
una base intestable para la industria, ya que estaban sujetos a cómo se encontraba el
mercado internacional del café. Por ejemplo, uego de la Primera Guerra Mundial (que
fue cuando cayeron los precios del café), la industria medellinense perdió mucho dinero
y hubo muchos negocios en bancarrota (Payne, 1986).
Uno de los mercados más fuerte de la industria de la ciudad fue el textil, con la
emblemática empresa Coltejer, la cual para 1905 tenía más de 400 trabajadores y
producía 8.000 yardas de tela por día. También se crean: La compañía de tejidos
Rosellón en Envigado, Tejidos Hernández (1910), Compañía de Tejidos del Hato (lo
que despues sería Fabricato) en 1920 y Tejidos Unión (1919).
Siguiendo a Payne (1986), para los años 20, casi todas las grandes industrias se habían
reorganizado y convertido en sociedades anónimas, lo cual les posibilitó ampliar tanto
las plantas de trabajo como la producción en los años 30.

A la par de la creación de la industria textilera, surgen las industrias de cerveza,


chocolate y cigarrillos. Se destacan, respectivamente, empresas como la Cervecería
Tamayo (con las cervecerías Antioqueña y La Libertad), la Compañía Nacional de
Chocolates y la Compañía de gaseosas Posada Tobón (más adelante Postobón). En este
panorama de auge económico existían: seis fabricas de chocolates, dos de fósforos, tres
de gaseosas, seis de cigarrillos, una de hielo, ocho de velas y jabones, una de galletas y
confites y dos laboratorio farmacéuticos. (Payne, 1986, p.137).

El autor en su texto menciona cómo la introducción de ciertos mercados cambia la


forma de consumo de los paisas en aquella época. Por ejemplo, la practicidad de las
tabletas de chocolate permitían a las mujeres encargadas de los oficios del hogar a
prepararlo mucho más rápido y así poder dedicarse a más cosas de la casa. Cómo las
compañías de tabaco aumentaron el consumo de cigarrillos o que las personas
empezaran a utilizar zapatos con la creación de la Compañía Reysol y la Compañía de
Calzado Triunfo (también debido al aumento de poder adquisitivo), entre otros
ejemplos. A partir de estos casos se podría reflexionar sobre las dinámicas del mercado
y cómo estas impactan en la vida de las personas. No únicamente abriendo paso a
nuevos consumos, sino a nuevas formas de vida. Incluso en varios ejemplos se puede
evidenciar que es la industria quien genera la necesidad de consumo, y no
necesariamente las personas son quienes desarrollan esta necesidad. Considero que es
un punto interesante de pensar teniendo en cuenta esta información.
Estas nuevas industrias y las nuevas dinámicas de consumo impactaban no solo el
ámbito económico con la compra y venta de los productos, sino que también se veían
transformaciones sociales en las clases sociales de la época. Por ejemplo, la élite se
volvía más industrial y relativamente pequeña, conformada por comerciantes y
financistas de Medellín inicialmente. A la larga, según el texto, la elite tenía la
costumbre de unir recursos físicos y humanos en una firma familiar, lo cual da a
entender que entre las mismas familias no solo tenían la capacidad adquisitiva para
crear fabricas, sino que tenían diversos talentos e intereses económicos para que sus
empresas crecieran, una especie de valor agregado a la hora de la creación de sus
negocios.

Al la elite construir una industria fuerte y una diversificación de mercados, se generó en


la ciudad un crecimiento y formación temprana de una clase trabajadora. En su mayoría
eran mujeres jóvenes, algunas provenían de Medellin y otras venían de pueblos en busca
de una mejor calidad de vida en términos económicos. Las distintas acciones que se
adelantaron por el voto contaron con el respaldo de las organizaciones desde sus
distintas tendencias. En las movilizaciones y demandas por la paz, también hubo una
participación destacada de las mujeres. Mientras que los hombres, que se registran
2.287 hombres para 1916, ocupaban cargos como albañiles, carpinteros y sastres.
Adicionalmente, era muy comun ver el fenómeno del trabajo infantil, a pesar de la
prohibición legal que existía en la epoca. Cerca del 9% de los trabajadores eran niños
menores de 15 años.

La gran empleabilidad de mujeres en estos años tiene mucho sentido si se considera que
la mano de obra de las mujeres era, en gran medida, barata a comparación de la de los
hombres. Según Payne (1986), para 1923 la proporción del trabajo era de 3 a 1, en
donde se puede evidenciar lo mucho que sobrepasaban las mujeres a los hombres en
materia del trabajo. En 1919, para las mujeres el salario era, en promedio, 54 centavos,
mientras que el de los hombres era el doble o un poco más. A partir de este dato se
pueden esbozar las dinamicas laborales entre hombres y mujeres, la desigualdad
económica y la brecha salarial. Sin embargo, para ambos géneros el salario que recibían
era muy bajo, teniendo en cuenta que la jornada laboral iba de 8 a 10 horas diarias, la
seguridad social era poca y las variaciones de la industria generaban desempleo, como
la crisis económica post-guerra que conllevó al despido de cientos de trabajadores en las
fabricas de Medellín.

Este crecimiento de la clase obrera no se evidenció únicamente en términos laborales,


sino que comienza a constituirse como clase trabajadora, un proletario explotado que
dio mucho de qué hablar en la opinión pública de ese entonces. Por un lado estaban los
periódicos adscritos a una ideología socialista, quienes criticaban fuertemente los
grupos que recibían a los trabajadores, los ayudaban con educación y les inculcaban la
religión católica (como Acción Social Católica). En sus notas periodísticas, aparecían
críticas hacia estas organizaciones, dando a entender que las intenciones de estas eran
“mantener a las clases pobres en la ignorancia de sus derechos y poder así vivir a costa
de esas clases” (El Luchador, Medellín, enero 15, 1992, así como se citó en Payne,
1986). Por otra parte, la prensa conversadora incitaba a una “unidad religiosa”, en donde
se mencionaba que la clase pobre abrabaza el sentimiento profundo del catolicismo, y se
condenaba a la vez las propagandas de las masas populares (haciendo referencia a las
campañas de las personas con ideas socialistas) afirmando de que sus ideas terminarían
en funestos resultados. (El Colombiano, Medellín, marzo 14, 1912, así como se citó en
Payne, 1986). Aquí se evidencia entonces una disputa entre las visiones que se tenía de
la clase obrera en Medellín, en donde tuvo espacio de confrontación en los medios de
comunicación de este tiempo.

Ahora bien, cabría preguntarse entonces cómo se manifestaba realmente esta clase
obrera. Una manera de evidenciar esta manifestación es la huelga. Las huelgas que se
vivieron en el Valle de Aburrá fueron muy importantes para la clase obrera. Si bien las
asociaciones de los trabajadores no fueron tan fuertes como en Bogotá o en
Barranquilla, sí es importante analizar que, a pesar del pensamiento conservador tan
arraigado que había en la ciudad, hubo huelgas protestas importantes en materia de
derechos laborales. Entre ellas se destacan: la huelga de mujeres en la Fábrica de
Hilados y Tejidos de Bello, en donde pararon de trabajar y se unieron para exigir
mejores condiciones laborales, como un pago más alto. Finalmente consiguieron lo que
pedían, entre todo una subida del salario en un 40% Es en esta huelga en donde estaba
Betsabe Espinal. También se evidenciaron huelgas de los trabajadores del Ferrocarril de
Antioquia en 1934 y de Cooltejer en 1935. Payne (1986) afirma que este es un
fenómeno que debe ser más estudiado.
El crecimiento económico de Medellín fue impulsado por la creación de industrias y
mercados de los comerciantes y familias con capital económico, humano y técnico
quienes generaban empresa y a la vez creaban necesidades de consumo. Pero la clase
trabajadora de la ciudad, impulsada mayoritariamente por mujeres jóvenes también
cumplió un papel sumamente importante en el desarrollo económico, social y cultural
de la capital antioqueña.

Referencia
PAYNE, CONSTANTINE. (1986). Crecimiento y cambio social en Medellín 1900-
1930. Revista de estudios sociales FAES, nº 1

También podría gustarte