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2021

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ASOCIA

Año 32 – Nº 33 – Diciembre 2021


ASOCIACION DE PSICOLOGOS FORENSES
DE LA REPUBLICA ARGENTINA

Psicología Forense

Actividades Científicas
2021

Año 32 – Nº 33 – Diciembre 2021

Sede:
Marcos Paz 451 P.B. (4000) San Miguel de Tucumán República Argentina
E-mail: apfra.argentina@gmail.com
Internet: http://www.apfra.org

Revista online: www.menuesqr.com.ar/APFRA_2022/index.html


ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES
DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Presidente Lic. Elina Criado

Vicepresidente Lic. Susana Marta Barrionuevo

Tesorero Lic. Lilia Teresa Rodríguez Fabio

Secretaria General Lic. Mariela Garvich

Secretaria Científica Lic. Julieta Monasterio Figueroa

Vocal Ttitular Lic. Sara de las Mercedes Auatt

Vocal Suplente Lic. Adriana Elvira Madrid

Organo de Fiscalización

Titulares Lic. Mirian Elizabeth Bottino


Lic. María Josefa Galvaliz

Suplente Lic. Nadia Cecilia Diez


ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

INDICE TEMATICO

INTRODUCCION

APFRA a través del tiempo 9


Lic. Elina Criado
Especialista en Psicología Jurídica y Forense. Coordinadora del
Gabinete Psicosocial de los Juzgados Civil en Familia y Sucesiones
del Poder Judicial de la Provincia de Tucumán. Presidente de la
Comisión Directiva de la Asociación de Psicólogos Forenses de la
República Argentina

CAPITULO I

Niñez y Adolescencia en tiempos de pandemia y una 15


justicia a la altura de las circunstancias
Dra. Olga Amigot Solohaga
Jueza de Familia de Primera Instancia en Comisión del Poder Ju-
dicial de la Provincia de Catamarca.

Responsabilidad parental y dinámicas de co-paren- 20


talidad
Julieta Monasterio Figueroa
Licenciada en Psicología. Integrante del Equipo Técnico Forense
para los Juzgados de Familia del Poder Judicial de Catamarca.

Una aproximación a la intervención interdisciplina- 23


ria en tiempos de pandemia
Lic. Elina Criado
Especialista en Psicología Jurídica y Forense, Coordinadora del
Gabinete Psicosocial de los Juzgados Civiles en Familia y Sucesio-
nes del Poder Judicial de Tucumán.
Presidente de la Asociación de Psicólogos Forenses de la República
Argentina.

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Lic. Álvaro Miguel Jiménez Augier
Trabajador Social, integrante del Gabinete Psicosocial de los Juzga-
dos Civiles en Familia y Sucesiones del Poder Judicial de Tucumán.

CAPITULO II

Femicidio y violencia: matar la mujer, matar el enigma 33


Dra. Marta Gerez Ambertín
Dra. en Psicología. Universidad Nacional de Tucumán
Pos Doctora en Psicología Clínica-Mención Psicoanálisis. Pont.
Univ. Cat. de San Pablo-Brasil.

Femicidio, una temática que nos interpela 41


Dra. Susana Maidana
Profesora y Dra. en Filosofía. Profesora Emérita

CAPITULO III

Virtualidad y Lazo social. Efectos del trabajar en la 49


subjetividad
Lic. Susana Barrionuevo
Psicóloga Poder Judicial Tucumán; Vice-Presidente de la Comisión
Directiva de la Asociación de Psicólogos Forenses de la República
Argentina

Algunos aportes sobre el desgaste profesional de los 55


equipos que trabajan con Violencia de Género/Vio-
lencia Doméstica
Lic. María F. Griet y Lic. Fátima B. Forté
Psicóloga y Trabajadora Social, integrantes Oficina de Violencia
Doméstica - Poder Judicial Tucumán.

“Intervención psico-jurídica de la violencia frente a 63


la construcción de nuevas masculinidades”
Lic. Maximiliano Olivera.
Licenciado en Psicología. Integrante del Equipo Técnico de Asisten-
cia a la Violencia-ETAV, del Poder Judicial de Santiago del Estero.

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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

“Atención de Víctimas de Violencia de Género y Se- 77


xual durante la Pandemia en la Provincia de Tucu-
mán” “Notas y consideraciones para la construcción
de un abordaje posible”
Augusto Sosa Padilla Araujo
Psicólogo. Oficina de Asistencia a Víctimas de Delito. Tucumán.

CAPITULO IV

Aproximación empírica al conocimiento de la psico- 99


patía en América del Sur
Elizabeth León Mayer
Psicóloga; Mg. en Ciencias Sociales, Mención Psicología Jurídica;
Dra. en Ciencias de la Salud.
Jorge Oscar Folino
Dr. en Medicina; Especialista en Psiquiatría y en Medicina Legal.
Profesor de Psiquiatría.

Complejidades, limitaciones y necesidad de revisión 116


sobre el acceso a la justicia de niñas y niños prees-
colares víctimas de abuso sexual. La entrevista de
declaración testimonial y la pericia psicológica.
Lic. Denise Benatuil
Coordinadora de la Sala de Entrevistas Especializada. Ministerio
Público Tutelar. Lic. en Psicología, Phd en Psicología.
Lic. Fernanda Mattera
Coordinadora del Equipo Técnico Infanto Juvenil. Ministerio Pu-
blico Tutelar.

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“Victimas Secundarias del Delito de Secuestro: pre- 131
sentación del caso AS.”

Sergio Santamaría Suarez - Verónica Rodríguez


Contreras- Gerardo Hurtado Arriaga - David Ji-
ménez Rodríguez - Ulrik Álvarez Martínez - Zarina
Isabel Melo Fabela.
Área Académica de Psicología del Instituto de Ciencias de la Salud
de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo / Unidad Espe-
cializada en el Combate al Secuestro de la Procuraduría General de
Justicia del Estado de Hidalgo, México.

CAPITULO V

La ética del psicólogo en la ejecución penal 147


Lic. Sara de las Mercedes Auatt.
Especialista en Psicología Jurídica. Psicóloga Forense del Equipo
Interdisciplinario del Juzgado de Ejecución Penal del Poder Judi-
cial de Santiago del Estero. Miembro de la Comisión Directiva de
APFRA.

“El lugar del psicólogo en el acompañamiento de 158


medidas de probation y reglas de conducta”
Domingo Pablo Villarrubia Norri - Solana María
de la Cruz Ávila.
Psicólogos. Gabinete Psicosocial de la Oficina de Control de Proba-
tion y Reglas de Conducta - Poder Judicial de Tucumán.

“Dimes, Diretes y Opiniones VS Prácticas, Discursos 172


y Derechos: a 10 años de la promulgación de la Ley
de Salud Mental de Nación”.
Lic. Diego Martín Peralta
Psicólogo. Dirección Provincial de Salud Penitenciaria. Ministerio
de Justicia y DDHH de la Provincia de Buenos Aires.

8
INTRODUCCION

APFRA a través del tiempo

Lic. Elina Criado


Especialista en Psicología Jurídica y Forense. Coordinadora del Gabi-
nete Psicosocial de los Juzgados Civil en Familia y Sucesiones del Poder
Judicial de la Provincia de Tucumán. Presidente de la Comisión Direc-
tiva de la Asociación de Psicólogos Forenses de la República Argentina

A la fecha han transcurrido 33 años desde aquel 1989 en que


como colofón de la Primera Jornada Nacional de Psicología Foren-
se, que convocara a asesores periciales de todo el país, reuniendo a
quienes hasta entonces trabajaban en compartimientos estancos de
sus respectivas jurisdicciones, derivara en la creación de la Asocia-
ción de Psicólogos Forenses de la República Argentina.
En esta ya larga y fructífera trayectoria APFRA consiguió objeti-
vos de distinta índole, pero todos coadyuvantes al objetivo común
de agrupar a los psicólogos forenses y jerarquizar su rol, estimu-
lando el desarrollo del progreso científico entre los asociados, ve-
lando por el sostenimiento de todo tipo de principios en el ejercicio
profesional con el impulso de una intensa actividad académica, que
incluyó la edición y publicación de riquísimo material científico pu-
blicitado especialmente en la organización de reuniones al efecto,
de cursos, congresos y actividades de investigación, intercambiando
experiencias, propuestas y material bibliográfico dentro del país y
en el extranjero.
Se promovió la integración e interacción con Magistrados, Fun-
cionarios y otros profesionales de la administración de justicia de
distintas jurisdicciones y otras series de organismos públicos y pri-
vados. En este contexto cabe destacar el esfuerzo de muchos años
del Servicio de Psicología del Cuerpo Médico Forense de la Justi-
cia Nacional de la República Argentina para lograr la equiparación
jerárquica de los psicólogos a los médicos forenses, lo que quedo
plasmado de manera formal en el Artículo 60 de la Ley 24.053 allá
por el año 1992.
En este devenir, como hito histórico en el reconocimiento del
trabajo en el ámbito jurisdiccional, que termina conformando el
espacio claro de quienes hacen su aporte a lo que se le ha dado en
llamar la psicología jurídica, debemos traer a colación el año 1992,
en que cinco cargos con la misma jerarquía que los profesionales de
la medicina fueron creados y concursados, por antecedentes y opo-
sición ante la Corte Suprema de Justicia de la República Argentina,
accediendo a los mismos todas profesionales mujeres psicólogas, a
saber: Castelli Perkins, Cejas, Chicatto, Gravenhorst y quien ejer-
ciera durante estos últimos veinte años la Presidencia de APFRA,
Norma Miotto.
No podemos dejar de hacer notar y reconocer la permeabilidad
de los profesionales del Derecho para que este reconocimiento e in-
tegración se produjera; fueron algunos juristas los destacados im-
pulsores de la presencia del psicólogo como auxiliar esencial de la
justicia.
Durante todo este proceso se ha venido atravesando una reali-
dad que muta permanentemente y con ella la modalidad delictual,
que merced a la tarea de una serie de profesionales y organizacio-
nes se ha logrado visibilizar cada vez mas; la temática de los delitos
contra la niñez y la adolescencia, principalmente el abuso en todas
sus formas, la violencia de género con su agravante intrafamiliar, la
irrupción brutal y progresiva del narcotráfico y su influencia letal en
algunas de estas autorías, han venido a potenciar y poner definitiva-
mente en su verdadero valor la presencia de lo que damos en llamar
psicología jurídica y la actividad del profesional psicólogo como un
elemento sustancial para el debido proceso y el esclarecimiento de
la relación causal en toda la temática descripta.
Y llegamos al hoy, en la madurez de APFRA, que hace tiempo
utiliza el concepto de federalismo en el marco de la psicología jurí-
dica, entendiéndose como tal un sistema de relaciones que produce
un particular contenido a través del intercambio de universidades,
colegios profesionales, cuerpos periciales de distintas jurisdicciones
trabajando sobre diferentes realidades, pero siempre inscriptas en

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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

continuo proceso de cambios acordes a la mutación social y al con-


secuente derecho positivo emergente.
Trasladado ya este concepto a la faz de la estructura institucional
y en el noble intento de ampliar la participación y el protagonismo
de todos aquellos que están sumados a la tarea, se tomó la decisión
no menor, incluso diría trascendente, de mudar la cabeza adminis-
trativa, el domicilio legal de APFRA a una provincia del interior del
país, en este caso Tucumán.
Consecuente con la muestra de la firme y profunda causa eficien-
te que llevó a tomar esta decisión imbuida del espíritu generoso de
sus autores, se decidió por Asamblea un cambio de autoridades en
la totalidad de los cargos de la Comisión Directiva, quedando con-
formada la misma de tal manera que tienen representación en la
nueva conducción profesionales de siete provincias argentinas, lo
que deja claro cuál es el espíritu que prima en la nueva etapa que
vive la Asociación.
Habiéndoseme concedido el honor de ejercer la presidencia, de
lo que me siento sumamente honrada atento a la valía de muchos
colegas que podrían haber ocupado este lugar, manifiesto el enorme
compromiso que esta decisión me impone, esperando estar junto
a todo el distinguido equipo que conforma la Comisión Directiva
a la altura de la tarea encomendada y ser merecedores de suceder
a quienes durante largo tiempo hicieran permanente esfuerzo por
darle a esta Asociación un sitial de privilegio tanto a nivel nacional
como internacional.

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12
CAPITULO I
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Niñez y Adolescencia en tiempos de pandemia


y una justicia a la altura de las circunstancias

Dra. Olga Amigot Solohaga


Jueza de Familia de Primera Instancia en Comisión del Poder Judicial
de la Provincia de Catamarca.

Que la pandemia imperante por Covid 19 nos ha atravesado a


todos y todas no hay dudas, en ese inesperado marco nos encon-
tramos de cara con la nueva normalidad, sin conocer aún todas las
secuelas que tal enfermedad nos dejará.
En ese contexto, nuestros niños, niñas y adolescentes ( en adelante
NNA), han debido aceptar un sinfín de imposiciones, desde hábitos de
higiene, educativos, y sociales -tampoco les queda opción-, con gran
pesar en muchos casos debieron encerrarse entre cuatro paredes, y
aquello que un día nos preocupaba, como el tiempo que pasaban frente
una pantalla, se invirtió, y ahora les pedimos que sean “pantalla de-
pendientes”, porque ese es el método que la sociedad encontró para
que estudien y “sociabilicen”. Lógicamente, nada es producto de un ca-
pricho ni se trata de medidas antojadizas, el aislamiento preventivo y
obligatorio (ASPO), devino en una necesidad, pues se planteó como la
única medida útil para prevenir la propagación de éste virus.
Sin perjuicio de ello, también está claro que la crisis -sanitaria-
no afecta a todas las personas en igual magnitud, incluso, recorde-
mos que como si fuese poco y por si necesitaran algún otro estigma
más, se catalogó a la niñez como potenciales transmisores/as del
coronavirus, por su situación de asintomáticos de tal enfermedad.
En esa línea, y en una primera etapa se dijo que NNA, eran las
víctimas más ocultas de la pandemia, pero esto de “ocultas”, siem-
pre me hizo ruido, quizás por aquello de que el virus no les impacta-
ba en su salud física de igual manera que a las personas mayores, o
los llamados grupos de riesgo. Pero si reflexionamos un minuto, no-
tamos que les encerramos, les alejamos de sus pares, de sus afectos,
viviendo una niñez sin alas, entonces concluyo en que, en realidad,
nada es nuevo, y si de víctimas hablamos, no tienen nada de ocultas…
15
Históricamente NNA, integran las denominadas categorías sos-
pechosas, son un grupo vulnerable; más allá del riesgo a la salud y
a la vida que el contagio del nuevo coronavirus implique, para algu-
nos sectores, como sucede con nuestros niños, niñas y adolescentes,
sólo se intensifican males de vieja data.
En todo caso, podemos decir que –quizás- se trate de las víctimas
más silenciosas de la pandemia, y siendo así está en nosotros, como
personas adultas responsables, como operadoras/es del estado, sin
importar el lugar desde el cual nos desempeñemos en la sociedad
permitir que esa voz o voces, resuenen con toda su fuerza, y no dejar
que pasen desapercibidos/as.
Así, y si de viejos males hablamos, entre muchos otros, pensemos
en las consecuencias del encierro, ya hemos empezado a tomar co-
nocimiento de NNA con ataques de pánico, de ansiedad, entre otros
síntomas, como consecuencias de la pandemia.
La ausencia en las aulas, y con ello una afectación directa de
su derecho a la educación, derecho humano si los hay; y ni hablar
del acrecentamiento de la brecha por el acceso limitado a recursos
telemáticos, mientras en algunos hogares cada persona cuenta su
computadora, celular, i-phone, etc., en algunas (muchas) casas ni
siquiera hay agua potable para lavarse las manos, o no alcanza si-
quiera para comprar el alcohol, es impensado esperar que cuenten
con elementos de informática.
Qué decir de la imposibilidad de compartir con sus pares, de so-
ciabilizar, de crear vínculos de pertenencia en la escuela, el club, el
barrio, de tener una niñez “normal”; y, obviamente, con la misma
familia, cuando en incontables supuestos ni siquiera pudieron pasar
tiempo con el progenitor/a no conviviente, con abuelos y abuelas,
tías, tíos, primos y primas, y todo otro referente afectivo, salvo por la
fría pantalla, que no abraza, no besa, no acaricia, no contiene.
En miles de casos, la situación es mucho más grave aún, se en-
cuentran atrapadas/os, hacinados/as, institucionalizados/as, con
hambre, expuestos/as a una violencia magnificada.
Es que, la crisis económica agravó las posibilidades económicas
de muchas personas que sostenían su hogar con trabajos indepen-
dientes, viviendo el día a día, y el estrés, la angustia los puso entre la
espada y la pared, algunos volcándose a las adicciones o a la misma

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violencia, o intensificando la que ya estaba instalada en ese grupo


familiar.
Además, tenemos la realidad que se vive en los hogares de res-
guardo; en lo que las personas cuidadoras debieron tomar licencias
por ser personas de riesgo o porque debían cuidar a sus propias
familias, y entonces transitar la institucionalización se volvió más
complicado, obviamente no es lo misma atención y cuidados pro-
pendidos; y volviendo a lo que ya dije, tampoco se contaba (ni se
cuenta) allí con los medio telemáticos pertinentes para acceder a las
clases on line, o permitir el contacto con el exterior.
Ahora bien, en esta vorágine, en tiendo que la cuestión estuvo y
está en qué hacer con esta realidad que nos interpela, si de una jus-
ticia a la altura de las circunstancias se trata.
A mi entender, y para dar respuestas, normas nos sobran. Sabemos
que estamos en un estado constitucional/convencional de derecho, y
es este el prisma con que debe leerse, entenderse y aplicarse la nor-
mativa vigente, tenemos una serie de tratados de derechos humanos,
con jerarquía constitucional (Convención de los Derechos del Niño,
Convención Americana de Derechos Humanos, Convención de Dere-
chos de Personas con Discapacidad, Convención para la Eliminación
de Toda Forma de Discriminación en Contra de la Mujer, etc., etc.)
cuyos contenidos se nos vienen encima a la hora de actuar, y no per-
miten excusas de ningún tipo, especialmente hablar de vacíos legales.
En ese orden de ideas, baste con mencionar aquí el claro mandato
contenido en el art. 75, inc. 23 de la Constitución Nacional: “Legislar
y promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad
real de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los de-
rechos reconocidos por esta Constitución y por los tratados interna-
cionales vigentes sobre derechos humanos, en particular respecto de
los niños, las mujeres, los ancianos y las personas con discapacidad.
Dictar un régimen de seguridad social especial e integral en protec-
ción del niño en situación de desamparo, desde el embarazo hasta
la finalización del período de enseñanza elemental, y de la madre
durante el embarazo y el tiempo de lactancia.”
El texto es clarísimo, acciones positivas para hacer efectivos esos
mandatos; he ahí el quid de la cuestión, a lo que apunto con ello, es,
de una vez y sin escalas, a pasar de la declamación a la acción.

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Es que no se trata tan sólo de lo que no hacemos sino también de
lo hacemos, pero hacemos mal, abarcando las acciones de los tres
poderes del estado, a través de sus integrantes, pues son de suma
relevancia, bajo pena de incurrir en responsabilidad estatal, es de-
cir, de que el estado argentino responda internacionalmente por
nuestras negligencias; imperativo que alcanza a todas las personas
operadoras, pero, que en ciertos casos, implica obligaciones exacer-
badas, y tal es el caso de la magistratura.
En este punto, traigo a colación las palabras de la Dra. Marisa
Herrera, cuando no habla de la necesidad de conjugar, lo que ella
designa como las tres “C”: conocimiento, compromiso y creatividad;
pues lógicamente, si de impartir justicia se trata, es esencial conocer
el derecho, sin olvidar que está en permanente cambio, y por ello
es esencial la actualización constante, la deconstrucción y construc-
ción de nuevas perspectiva. De la mano de ello, viene el compromi-
so, ya que no alcanza con ser personas catedráticas, compromiso
que equivale a no amoldarnos a la comodidad de un sillón, a salir de
los despachos, y tener contacto con la gente, con la realidad; y es que
el mundo cambió, entonces es impensable mantener una estructura
y razonar judicial del siglo XIX, en pleno siglo XXI.
Finalmente, la creatividad, pues si la realidad nos interpela,
la sociedad espera respuestas eficaces, en tiempo útil (conocido y
siempre vigente adagio de que la justicia que llega tarde no es justi-
cia), de eso se trata la tutela judicial efectiva, eso es una justicia real
y no meramente formal.
En tiempos de pandemia, dictar medidas creativas implicó el uso
inteligente y racional de los medios telemáticos al alcance, de arti-
culaciones interestatales, o inter poderes, de optimizar los recursos
físicos, humanos, y el más caro de todos, el factor tiempo; a pesar de
la falta de adecuación de algunas normas de forma, como ya dijera
antes, tenemos un compendio de normas de derechos de humanos,
que nos avalan.
Por supuesto, en ese transitar, fue clave el acompañamiento,
codo a codo, mano a mano, del equipo técnico forense (integrado
por profesionales de la psicología, psiquiatría, asistencia y trabajo
social), que nos da esa mirada interdisciplinaria tan necesaria, que
llega ahí donde la magistratura no puede, porque –reitero, el dere-

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cho solo no alcanza-; y que permite dar soluciones, como me gusta


llamarles “sastres”, esto es, hechas a la medida de cada familia, de
cada persona, y de sus necesidades.
Porque ese es el camino, para que así el Interés Superior de la
niñez, no sea una frase vacía, por más bonita que suene en un fallo
o resolución, sino que tenga un contenido real, que sea la solución
más perfecta posible para ese o esa NNA.
No escapa al conocimiento general, que la pandemia, con las ca-
racterísticas e impactos que hasta aquí he ido señalando, trajo con-
sigo el incremento de diversos conflictos y procesos judiciales, des-
tacándose los regímenes de comunicación, procesos alimentarios,
medidas excepcionales, y violencia familiar y/o de género.
En ese orden de ideas, ponernos a la altura de las circunstan-
cias, como ya dejé sentado, fue intensificar los esfuerzos, poner en
juego aquéllas tres “c”, porque la protección, el aseguramiento, la
restauración de derechos de nuestra niñez no puede ni debe esperar
jamás, con o sin pandemia.
Para finalizar, me gustaría hacerlo con la siguiente reflexión, y por
qué no a modo de invitación, estoy convencida de que es necesario for-
talecer más que nunca los mecanismos de protección efectiva de los
derechos de NNA, exigiendo políticas públicas transversales con pers-
pectiva de vulnerabilidad, de niñez, de género y con enfoque en dere-
chos humanos, e ir más aún lejos, procurando un cambio en el ámbito
de las relaciones sociales, romper los viejos estereotipos, educar en la
igualdad y los espacios de participación, involucrando a la ciudadanía
en la gestión y articulando acciones y diferentes recursos.
Estamos en el camino ¡No aminoremos la marcha!

Referencias
Constitución de la Nación Argentina – (1.994).

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Responsabilidad parental y dinámicas
de co-parentalidad

Julieta Monasterio Figueroa


Licenciada en Psicología. Integrante del Equipo Técnico Forense para
los Juzgados de Familia del Poder Judicial de Catamarca.

El C.C.y C. establece en su Art. 638: “La responsabilidad parental


es el conjunto de deberes y derechos que corresponden a los proge-
nitores sobre la persona y bienes del hijo, para su protección, desa-
rrollo y formación integral mientras sea menor de edad y no se haya
emancipado” (C.C.y C., 2.015, pag. 135). En el artículo 641, incs. a y
b se establece que el ejercicio de la responsabilidad parental corres-
ponde a ambos progenitores; tanto en caso de convivencia con ambos
como en el caso de cese de la convivencia, divorcio o nulidad del ma-
trimonio.
De este modo, el ejercicio de los roles de cuidado respecto de N.N.y
A.- en las distintas expresiones de la vida en familia - corresponden
a ambos progenitores, buscándose el desempeño compartido o copa-
rentalidad.
Por dinámicas de coparentalidad conceptualizo aquellos intercam-
bios y acuerdos de l@s adult@s que permiten adaptarse a las necesi-
dades de cuidado de sus hij@s, con independencia de la finalización
de la relación afectiva a nivel de la pareja. Las dinámicas de coparen-
talidad requieren habilidades comunicativas e interaccionales que,
en la práctica, se ponen en juego entre padres, madres, progenitores
afines y tod@s l@s adult@s que desempeñan roles de cuidado.
El derecho de los NNyA a los cuidados parentales, implica la con-
tinuidad de los mismos, no obstante la separación de la pareja afec-
tiva, anudándose a la consideración de la continuidad de la familia.
El aspecto dinámico de la coparentalidad alude a la posibilidad de
cambio ante los distintos momentos de la vida familiar y las distintas
necesidades que surgen en el devenir vital de los NNyA.
La coparentalidad requiere que l@s adult@s puedan reconocer las
particularidades del nuevo vínculo, tolerando la frustración y acep-
tando los cambios, crisis, transiciones que surgen luego de la sepa-

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ración de la pareja, el divorcio o el cese de la convivencia. En este


sentido, Gardiner expresa que, ante la ruptura del contrato afectivo
que dio origen a la familia y la consecuente deconstrucción de la or-
ganización familiar, es necesario “…que cada uno de sus integran-
tes pueda reconstruir, luego de sobrepasar la instancia crítica, un
nuevo espacio vincular pero que igualmente se pueda cumplir con
la premisa inicialmente expresada de cuidar, amparar y cubrir las
necesidades básicas de sus miembros que pasan a conformar otro
modelo diferente al originario, sin dejar de ser familia” (Gardiner,
G. 2011, p. 19).
No siempre es posible establecer dinámicas de coparentalidad en
los primeros momentos de la separación, es por ello que los acuerdos
o mediaciones pueden ser diferentes con el transcurso del tiempo.
En l@s adult@s que han podido desarrollar dinámicas de co- pa-
rentalidad se valoran:
Disposición para priorizar las necesidades de l@s hij@s.
Posibilidad de considerar los cambios en las necesidades familia-
res y las necesidades de l@s hij@s.
Capacidad de reconocer y diferenciar los propios conflictos e im-
pactos emocionales.
Capacidad de diálogo y colaboración.
Implicancia entre l@s adult@s en el sostenimiento y continuidad
de roles de cuidado.

La coparentalidad en contexto de pandemia


- El aspecto dinámico de la coparentalidad se puso de relieve a
lo largo de las distintas etapas de aislamiento y cuarentena,
impactando en la vida y organización de las familias.
- Se produjo un cambio contextual que generó particularidades
en las interacciones y los contactos
- El contacto, la presencia, el rol cotidiano en muchas familias
no pudo llevarse a cabo.
- Cobró relevancia el modo en el cual cada adulto y cada familia
pudo organizar una nueva dinámica de cuidados.
- Cada familia tuvo que responder al interrogante acerca del
modo en que se estructuraron los apoyos instrumentales y los
apoyos afectivos: ¿hubo continuidad, transiciones o cese de
cuidados?
21
- L@s adult@s sintieron impactos emocionales, sobrecarga y
demandas crecientes, en un contexto cambiante que requirió
plasticidad y reorganización constante.
Continuamos transitando los cambios generados por la pande-
mia en la cotidianeidad de la familia. Cada familia deberá dar res-
puesta al modo de articular esos cambios con las necesidades de cui-
dado de NNyA, generándose nuevas dinámicas de coparentalidad.

Referencias bibliográficas
• Código Civil y Comercial de la Nación (2.015). Editorial Advocatus.
• Gardiner, G. (2.011). Psicología Jurídica. Recorrer lo construido. JVE
Ediciones

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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Una aproximación a la intervención


interdisciplinaria en tiempos de pandemia

Lic. Elina Criado


Especialista en Psicología Jurídica y Forense, Coordinadora del Gabi-
nete Psicosocial de los Juzgados Civiles en Familia y Sucesiones del Po-
der Judicial de Tucumán.
Presidente de la Asociación de Psicólogos Forenses de la República
Argentina

La pandemia nos enfrentó a nuevos escenarios, lo que nos llevo


a repensar las intervenciones para responder a estas demandas cir-
cunscripta a la praxis en el fuero de familia y desde la experiencia
donde el/la Trabajador/a Social manifiesta su competencia profe-
sional, no así el Psicólogo, que ha sido formado para intervenir en
otro contexto, intervención que responde a las medidas ordenadas
por los jueces en el marco de la Ley de Violencia Familiar, frente a
situaciones donde se encuentran involucrados niñas, niños y ado-
lescentes.
Se expone a modo ilustrativo viñetas de casuísticas acorde a me-
didas extra - ordinarias, en la que interviene el/la Trabajador/ra
Social y la reciente incorporación de Psicólogos/as en las mismas.
El encuadre de abordaje se rige por el marco legal que compren-
de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, la ley Na-
cional 26.061, la Ley 7.264 sobre Violencia Familiar y el Protocolo
Interinstitucional de Aplicación del Sistema de Protección Integral
de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes.

Palabras clave
Pandemia, intervención interdisciplinaria, niñas, niños, adoles-
centes, riesgo.

Introducción
En el contexto actual nos encontramos que la pandemia arrasó
con elementos que eran esenciales al componente social, de orden y

23
convivencia, al frustrar y, en otros casos, simplemente aniquilar po-
sicionamientos, rutinas, expectativas. Así la sociedad quedó en un
estado de debilidad, incertidumbre y de potencial caos, en donde los
vínculos se vieron afectados, lo que potenció la casuística, materia
de análisis de nuestro desempeño profesional.
Paradójicamente, ello contribuyó a visibilizar situaciones de ex-
trema vulnerabilidad, particularmente, en los casos de niñas, niños
y adolescentes expuestos a maltrato en sus diferentes expresiones.
Sobresalieron los casos de urgencia, obligando a intervenir perma-
nentemente in situ, lo cual nos llevó a reflexionar acerca de nues-
tra intervención, aproximándonos a un abordaje interdisciplinario,
desde una perspectiva de infancias. Se buscó restituir derechos hu-
manos vulnerados, ya que éstos son el eje y el centro protector de la
dignidad de las personas.
Cabe destacar que el conocimiento de los derechos humanos que
permiten vivir sin violencia, dentro y fuera del hogar, debe ser asu-
mido en las políticas públicas para incidir en estas situaciones, te-
niendo en cuenta las diferentes realidades. En el escenario vigente,
el tema de la problemática intrafamiliar, particularmente respecto
al trato de la niñez y adolescencia, se complicó severamente, en es-
pecial, en aquellos ámbitos y hogares donde no se pudieron satisfa-
cer ni siquiera las necesidades básicas, menos considerar los recau-
dos esenciales contra el Covid-19.
Ante el incremento de denuncias y diversos hechos presentados
por la población, la Corte Suprema de Justicia habilitó guardias en
el marco de las leyes de violencia para restituir derechos vulnera-
dos, brindando protección integral a las víctimas. Esto significó en la
práctica, contar con la disponibilidad de los operadores intervinien-
tes, incorporando al Psicólogo/a como innovación en el trabajo inter-
disciplinario en territorio. En este sentido, el/la Trabajador/a Social
analiza, mensura y advierte sobre las condiciones de vida del grupo
en cuestión, identificando factores de vulnerabilidad y/o riesgo y fac-
tores de protección. Mientras el/la Psicólogo/a, escucha de manera
atenta y respetuosa a la niña, niño y/o adolescente en ese momento.

El Trabajador Social ¿los ojos del Juez?


Los jueces consideran que los/as Trabajadores/as Sociales son

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sus ojos. Como si los mismos se limitaran a ver cómo es una vivien-
da o cómo se encuentra un niño, en lo que ellos llaman “un ambien-
tal”. Esto conlleva que el/la Trabajador/a Social permanentemente
tenga que aclarar cuál es su función; la cual se encuentra bastante
alejada de ese concepto. De hecho, la presencia de este profesional se
encuentra más cerca de ser los ojos de los justiciables, en cuanto que-
da plasmada la visión que tienen los mismos sobre el proceso judicial
que atraviesan y la situación problema que origina dicho proceso.
Los/as Trabajadores/as Sociales tienen como objetivo realizar una
evaluación diagnóstica social, combinando dos actividades. Por un
lado, ordenar la información obtenida, relacionándola con otras infor-
maciones. Por otro, reflexionar desde las categorías de análisis referi-
das a la problemática central. Es decir, saber comprender y explicar su
desarrollo histórico, sus interrelaciones, causas y consecuencias.
Cabe destacar, que concebimos la evaluación diagnóstica
como una síntesis conceptual sobre la realidad observada, que ne-
cesariamente habrá de incluir un aporte nuevo en el problema estu-
diado. Como toda conclusión, el diagnóstico ha sido llamado “expli-
cativo” ya que vincula la situación problema con el marco teórico, la
explica e interpreta. Es entonces que, si desde el Trabajo Social es
difícil salir de ese concepto de ser “los ojos del Juez”, más difícil es
lograr que sean considerados los aportes de las diversas interven-
ciones interdisciplinarias.

Primeros pasos hacia lo interdisciplinario


La reestructuración del Gabinete Psicosocial en el año 2018, fue
impulsada por los jueces a fin de disponer de una organización fun-
cional y administrativa que les permita actuar con mayor celeridad y
eficiencia. De este modo, se contribuye a la prestación de un servicio
de justicia efectivo y de calidad. Los profesionales de este Gabinete se
plantean como objetivo trabajar bajo una modalidad interdisciplina-
ria, presentando una visión holística sobre el conflicto atravesado por
los justiciables, brindando herramientas al Juez para la construcción
de decisiones judiciales acorde a las realidades sociales.
Al intervenir interdisciplinariamente nos encontramos con dife-
rentes escollos. El primero de ellos es la urgencia con la que debe-
mos trabajar en los procesos judiciales, principalmente, cuando es-

25
tán involucrados niñas, niños y/o adolescentes. Esta situación, en el
marco de la pandemia, es la que abrió la puerta para la inclusión del
Psicólogo/a en territorio de forma conjunta con el/la Trabajador/a
Social. En este contexto podemos hacer referencia a tres tipos de
intervenciones que inauguran una nueva modalidad, que incorpora
al Psicólogo en territorio:
En el primer caso a exponer, el Juez solicitó que un Psicólo-
go entrevistara al niño M, consultándole si era su deseo regresar
a la vivienda con su madre, o continuar residiendo con su abuela.
Mientras tanto, el Trabajador Social debía realizar un amplio in-
forme social y vecinal en ambos domicilios. Para poder concretar
la intervención ordenada, un Psicólogo y un Trabajador Social se
constituyeron en el domicilio donde se encontraba el niño M. El
Psicólogo entrevistó al niño, y el Trabajador Social a su abuela, eva-
luando la situación social del grupo familiar.
De ambas entrevistas se desprende que el niño M no quería re-
gresar a la vivienda materna, pero la intervención social dio cuenta
de que la situación en la que se encontraba el niño M junto a su
abuela, no era la más favorable. Motivo por el cual, y pese a que
ambos profesionales no compatibilizaran un acuerdo en los pasos a
seguir, el niño M quedó bajo el cuidado de su abuela, ajustándose
estrictamente a lo ordenado por el Sr. Juez.
Posteriormente, al realizar la intervención en el domicilio de la
progenitora del niño M, el Psicólogo interviniente reflexionó sobre
la coyuntura familiar y la compartió con el Trabajador Social, que
haber dejado al niño M con su abuela, no fue lo adecuado.
Estas medidas surgen de denuncias tales como “inaudita parte”,
donde sin una previa evaluación de la situación, los profesionales
son llevados al campo con una orden puntual del Juez en la forma
de intervenir. Cabe señalar, que el Juez no solicitó un informe inter-
disciplinario sobre la situación del niño M; dio una orden concreta:
que “se pregunte al niño M cuál era su deseo”.
En este sentido, el pensamiento de Kemelmajer de Carlucci ex-
presa que las situaciones de violencia intrafamiliar demandan una
atención especial, requiriendo una intervención urgente. El servicio
de justicia debe responder con celeridad.

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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

En un segundo caso, la medida que ordenaba el Juez presentaba


algunos cambios que permitían el intercambio entre profesionales.
La misma consignaba que:
I) “Se constituya en el domicilio y que la Trabajadora Social
realice un relevamiento de las condiciones ambientales y sanitarias
en la que vive la niña J, recabando, también, información vecinal
acerca de los tratos y cuidados que recibe. Asimismo, en igual acto,
la Psicóloga mantenga una entrevista personal con la niña J -en
términos y lenguaje sencillos y acordes a su edad- a los fines de co-
nocer cómo se siente, quien la cuida, desde cuando vive allí, se le
haga saber que su abuela ha pedido que vuelva a vivir con ella y que
es importante conocer su opinión”.
II) “Si de la entrevista realizada por la Psicóloga resultare que
es deseo de la niña J continuar al cuidado de su madre y además las
condiciones relevadas por la Trabajadora Social fueran las adecua-
das, así se hará constar.”
III) “Si la niña J manifiesta querer regresar al cuidado de su
abuela o por el contrario manifestara su negativa, pero de la entre-
vista psicológica y/o relevamiento efectuado por la Trabajadora So-
cial resultare que las condiciones son inadecuadas a la salvaguarda
de la integridad psicofísica de la niña J, se procede al retiro de la
misma.”
La primera diferencia que podemos advertir en este pedido es la
posibilidad de evaluar diferentes escenarios entre los profesionales
y no quedar limitados al deseo de la niña. En esta breve referencia,
a modo de ilustración, es importante remarcar que la intervención
social queda limitada a un mero relevamiento, principalmente de
la situación habitacional, y no de la realización de una evaluación
diagnóstica social.
En este caso específico lo manifestado por la niña J era conti-
nuar con su madre, pero, puntualmente la situación ambiental no
era la adecuada. Aquí nos encontramos con otro obstáculo, si bien
los profesionales actuantes tenían más alternativas para actuar, tu-
vieron que referirse solamente a variables específicas, relacionadas
con la “ambiental”. A la vez, la entrevista a la niña se ajustó a lo lite-
ral y no precisamente a ejercer el derecho a ser escuchada, conforme
al Artículo 12.

27
En el tercer caso el Juez requiere, inicialmente, una Evalua-
ción Diagnóstica Social. Por otra parte, debido a la complejidad de
la casuística, ordena la incorporación de un Psicólogo para trabajar
con los niños involucrados en el proceso. Para realizar esta evalua-
ción dos Psicólogos entrevistaron a los niños, lo cual fue fundamen-
tal para elaborar un informe que brindó elementos suficientes para
dar una respuesta pertinente. Ante esta intervención, el Juez impar-
tió un dictamen, ordenando que los profesionales actuantes en el
juicio, continúen trabajando de manera interdisciplinaria mensual-
mente, por el período de un año.
En este último caso se pudo plantear un abordaje interdiscipli-
nario como tal. Se utilizó la entrevista como herramienta principal
para ambas disciplinas, realizándola en conjunto los dos profesio-
nales, aportando cada uno desde su propia experticia. De esta forma
se trató de vislumbrar la dinámica familiar y el lugar que ocupaban
los niños. Se advierte, a partir de la singularidad de este fuero, que
se dan modificaciones constantes, más aún en este contexto de pan-
demia donde la variante de salud y de economía son decisivas.

Por lo tanto, del análisis de las Medidas ordenadas durante la


Pandemia-COVID-19, se llega a las siguientes conclusiones:
a) Si el propósito de las mismas en el domicilio que según se
trate, es lograr modificar algo en el niño, niña o adolescente, en
realidad quedan a expensas del miedo por el efecto sorpresa que
le significa la impronta de la Medida ordenada. Estas situaciones
resultan emocionalmente movilizantes, poniendo en evidencia ma-
nifestaciones sintomáticas, tales como: temblor, tartamudez, llanto,
ahogos, entre otras.
b) Los profesionales, insi tu, en primer término, coinciden en
señalar que en la mayoría de los domicilios a los que se trasladaron
oportunamente, no contaban con un espacio neutro en el que pudie-
ran llevar a cabo la entrevista ordenada con la niña, niño o adoles-
cente. Más aún, no se daban las condiciones mínimas de privacidad
y resguardo esperado, en razón de factores externos, tales como la
presencia de familiares y, en otros casos, la concurrencia de vecinos.
En segundo término, se consideran dichas medidas como in-
vasivas, capaces de producir un impacto negativo a nivel emocional.

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c) En virtud de estas observaciones y otras posibles, es dable


inferir que el niño que está inmerso en una problemática familiar,
se debate internamente en un conflicto de lealtad respecto a sus pa-
dres, convirtiéndose en un trofeo de disputa de los mismos. Con-
tienda en la que pareciera subsumirse la condición de sujeto del
niño a una posición de objeto, la que dificulta exponer su deseo y
sentimientos concomitantes a la situación que se plantea y que se
demanda conforme a la Medida a efectuarse.
Estas tareas en las que vamos incursionando nos permiten abor-
dar las diversas situaciones problemáticas, desde lo interdisciplina-
rio. Tarea nada fácil y que oscila entre el trabajo colaborativo y los
procesos de conformación de equipos para comprender la comple-
jidad de las diferentes realidades que llegan a Tribunales. Esto de-
manda formación y actualización continua para que la intervención
sea eficiente. Es así como el equipo va logrando acuerdos de trabajo
y los mismos toman relevancia. Si bien en la praxis las miradas son
distintas, lo esperable es aunar criterios en una conclusión conver-
gente, generando tareas coadyuvantes y no aisladas.
Por lo tanto, se realiza una valoración interdisciplinaria con
aquellos profesionales que al momento del abordaje hayan trabaja-
do, identificando los diferentes factores o elementos que permitan
una lectura situacional, integral y bio-psicosocial de la problemática
del niño en la que está inmerso.
La profusión de actividad que acabamos de presentar, sin duda,
exige una permanente reacomodación de los operadores. Con ello
queremos referirnos, específicamente, a la necesidad de propiciar
un entrenamiento superior para lograr intervenciones más eficaces.
Además, se pretende lograr un estilo que sea lo más empático para los
sujetos en cuestión y lo más eficiente en la búsqueda de resultados.
En definitiva sostenemos que en el trabajo interdisciplinario se
debe actuar con la suficiente sutileza para no superponer análisis
que impliquen la intrusión de una especialidad en el campo de otra,
terminando por desnaturalizar la conclusión. El reconocimiento de
la complejidad de los fenómenos sociales provoca transformaciones
significativas en el modo de conocer la realidad y operar sobre ella.
El trabajo individual, que fue permanentemente la regla, ha sido
sustituido por el trabajo en grupos organizados o equipos de trabajo
con mayor o menor grado de formalización. Las razones son claras,
29
en tanto el equipo permite la división del trabajo, suponiendo ma-
yor productividad y diversidad, la tarea individual es siempre par-
cial y acotada.
Como colofón, “el equipo interdisciplinario se define por la hete-
rogeneidad y la diferencia. La pertenencia disciplinaria es la marca,
la señal y, justamente, esta distinción se constituye en el elemento
fundante del grupo, en tanto es el requisito que deben cumplir los
miembros para ser integrantes del mismo”.
Llegamos a concluir que buscar soluciones a la temática desa-
rrollada exclusivamente en el Derecho positivo es absolutamente
insuficiente atendiendo la cantidad innumerable de elementos de
otra naturaleza que los componen (afectivo, familiares, entre otros)
que tornan imprescindible tomar razón del punto de vista de es-
pecialistas en otras disciplinas que hacen a la cuestión (Psicólogos,
Trabajadores Sociales, Médicos, entre otros) para lograr conceptos
integrales derivados del trabajo interdisciplinario que acerquen al
Juez elementos de valoración realmente útiles para coadyuvar a su
decisión.

BIBLIOGRAFÍA
• Criado, E. (2018). El niño y el derecho a ser oído en el ámbito de la jus-
ticia. Revista APFRA. Año 29 (30).
• Convención de los Derechos del Niño. (1.989).
• Dolto, F. (2019). La Causa de los niños. Paidós.
• Kemelmajer de Carlucci, A. (2002). La medida autosatisfactiva. Instru-
mento eficaz para mitigar los efectos de la violencia intrafamiliar. En
Rubinzal Culzoni, Medidas autosatisfactivas, (dir. Jorge Peyrano).
• Ley 7.264 sobre Violencia Familiar.
• Ley 26.061 de protección integral de los derechos de las niñas, niños y
adolescentes
• Ponce de León, A. (2020). La construcción interdisciplinaria en la in-
vestigación pericial: la ardua tarea de la conformación de equipos en
el ámbito judicial.
• Protocolo Interinstitucional de Aplicación del Sistema de Protección In-
tegral de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes. (Acordada 295/17)
Poder Judicial Tucumán.

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CAPITULO II
32
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Femicidio y violencia: matar la mujer,


matar el enigma

Dra. Marta Gerez Ambertín


Dra. en Psicología. Universidad Nacional de Tucumán
Pos Doctora en Psicología Clínica-Mención Psicoanálisis. Pont. Univ.
Cat. de San Pablo-Brasil.

1.- La mujer como enigma


La mujer es cambiante, cual pluma al viento dice un fragmento
del Rigoletto de Verdi. La mujer encarna un no sé qué..., que la tor-
na codiciable, pero también indescifrable y temida. Lo cambiante,
lo mobile, recorre, como un arco iris, extremos que van de la madre
a la mujer deseada, de la sagrada a la profana, de la angelical a la
diabólica, de la santa a la puta, de la ingenua a la maquiavélica, de la
voluptuosa a la mística: en fin, pasaje de la seductora a la enigmática
y de la irresistible a la insoportable. Toda esa variedad de colores en
ella y, sin embargo... ¡se la quiere reducir a lo monocromático!
¿Será por eso que las matan? Rechazo a ese femicidio/feminici-
dio, ese maltrato con violencia física o psíquica a las mujeres por el
sólo ¿pecado? de ser diferentes y enigmáticas.
Insisto con mi pregunta: ¿por ser tan cambiante, multifacética y
enigmática se mata a las mujeres?, ¿por qué ese mobile la torna tan
insoportable? ¿Qué hay tras ese enigma?
Lo enigmático es aquello cubierto por algún velo, lo que no puede
descubrirse del todo, lo que no es posible descifrar ni develar defi-
nitivamente.
Muchos enigmas no han podido ser descifrados a lo largo de si-
glos, uno de ellos es la mujer.
¿Por qué tan difícil despejar la incógnita que la envuelve?, ¿y si
acaso sólo fuera posible acceder a ella velada y enigmática? ¿Qué im-
plicaría esa intolerancia del lado de los hombres (cuando no también
de las mujeres), que, por no soportar su alteridad, las terminan ma-
tando?, ¿por qué matar al enigma?, ¿acaso por no poder descifrarlo?
Para arribar a destino de lo que propongo, es preciso dar algunas
vueltas por el inefable laberinto femenino del cual, claro está, sólo es
33
posible salir saltando o con algún ardid y mucho ingenio.
Pero desde ya adelanto que el acto violento contra las mujeres, su
asesinato, se produce allí donde se quiere a la mujer sin misterios:
de-velada y de-valuada.

2.- El tabú a la mujer y el rechazo de lo diferente


Sobre esta difícil cuestión del laberinto femenino y la posibilidad
de aceptar la diferencia que la mujer encarna, Freud abre unas pis-
tas valiosísimas en su libro Tabú de la virginidad donde, precisa-
mente la ubicará como enigma y tabú.
Referirá allí al sintagma: “tabú del aislamiento personal”
para aludir al tema de la segregación de las mujeres señalando que,
los seres humanos, se ligan entre ellos más por la aversión a lo di-
ferente que por sus semejanzas. Se compactan o abroquelan entre
sí contra cualquier alteridad. No soportan lo altero, lo cual les pro-
voca sentimientos de ajenidad y odio. Como en el poema de Borges:
No los une el amor sino el espanto.
Se teme de la mujer lo altero, lo Otro y, por eso, se la segrega
como tabú: peligrosa y amenazante.
Se le atribuyen todos los males y por tanto, la solución de los
problemas pasará por su amordazamiento, sometimiento o, cuando
no, su “aniquilación”.
Lo que unifica a los hombres, según Freud, es ese enemigo ex-
terno ubicado en la mujer, la diferente, por lo cual es segregada y
aislada como tabú, por tanto, peligrosa, aunque ¡paradojalmente
seductora!
Ubicarla como tabú es un intento de precaverse de la angustia
que suscitan sus incógnitas, angustias de los hombres y también de
las mujeres por lo que es preciso tomar recaudos ante ese peligro.
Y es que la mujer no es semejante ni siquiera a ella misma. ¿Qué ve
una mujer cuando se mira al espejo? ¡otra mujer! Pablo Picasso lo
reflejó brillantemente en sus cuadros.
Hubo por siglos una manera de evitar el horror de la mujer como
tabú y los enigmas que la misma despierta. ¿Cuál era esa manera?
Considerar que la mujer era una propiedad de los hombres y hacer
de la mujer, su mujer, su objeto, su cosa, una más de sus propieda-
des. Una mujer sería eso que tiene un propietario, “la mujer de”,

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como una taza es una taza, una “mujer debería ser una mujer”,
idéntica a sí misma, pero con un propietario, y se declaró que no
había que andar interrogando demasiado sus quereres y recovecos.
Pero… los tiempos fueron cambiando, las mujeres se revelaron ante
sus supuestos propietarios y patearon al patriarcado. Ya no sólo
enigmáticas, ahora son francamente rebeldes.
Desde ese momento se volvieron más tabú, peligrosas y enigmá-
ticas que nunca. Se tornaron insoportables. De allí que haya que
acallar su enigma ejerciendo violencia sobre ellas hasta el extremo,
muchas veces, de matar al enigma.
Quisiera insistir sobre la afirmación que hace Freud en su libro
Tabú a la virginidad: la mujer es en un todo tabú. Los hombres
se cuidan de las mujeres por el temor a que el contacto con ellas im-
plique un debilitamiento de su fuerza, pero no porque teman conta-
giarse de su femineidad, sino porque se teme de ellas su misteriosa
indefinición.
Y temen allí los hombres ser “incompetentes”, debilitados por la
alteridad que las mujeres conllevan. Incompetentes para circular
por un continente incierto, por ese continente femenino enigmático
donde ningún mapa, ningún GPS funciona. De allí que Lacan afirme
que “un hombre sin ambages” es aquel que no es un vueltero y pue-
de acompañar, sin espantarse, a la mujer, transitar con ella por ese
continente altero. Por eso un hombre sin ambages, sin vueltas, es
aquel que ha logrado superar el tabú a la femineidad y convivir con
lo inconmensurable de la mujer... la que se escabulle siempre, cual
pluma al viento. Pero ¿cómo capturarla? ¿Intentaron apresar una
pluma al viento?... ¡Qué tarea!, en lugar de atraparla y destruirla,
¿no sería mejor, acaso, volar con ella?

3.- ¡Busque a la mujer! ¡Encuentre a la mujer!


La diferencia que encarna la mujer por su insondable enigma la
hace peligrosa al mismo tiempo que seductora. El tabú sobre ella la
hace causa de los desquicios, de las inconsistencias del mundo pero,
¿por qué no?, ofrece también algunas claves para enfrentar esas in-
consistencias.
Los mitos de diversas culturas ubican en la mujer el origen de la
tentación y perdición, no sólo de los hombres, sino también de la

35
humanidad. Basta recordar a Eva y la manzana tentadora-maldita,
o a la bella y curiosa Pandora esparciendo los males a la humanidad
por no contenerse de abrir la caja prohibida. Mujeres que se abis-
man hacia lo prohibido, hacia lo inconmensurable y desparraman
un mundo de tentaciones.
Es preciso, entonces, localizarla, encontrarla pronto, rápido
¡Busca la mujer!, pero, ¿para qué? ¿para resolver su enigma,
para indagarlo, para cultivarlo... o para acallarlo? Pero ¿dónde
buscarla?, ¿cómo ubicarla si dije que no hay GPS para ello? Si no es
posible develar su enigma ¿cuáles son los beneficios de indagarlo,
cuáles los de cultivarlo o cuáles los de acallarlo (acaso matándola)?
¡"Busca a la mujer”! es una expresión francesa que proviene de
una novela de Alejandro Dumas, un cliché de la literatura popular
detectivesca: no importa cuál sea el problema, una mujer es la clave
para resolverlo.
Se supone pues que, en el trasfondo de una intriga, hay siempre
una mujer. Sin encontrarla no es posible resolver el embrollo. Algu-
nos optan por no resolver la intriga, negando a la mujer y eliminán-
dola. Otros se aventuran al intento de descifrarla e incluso cultivan,
abonan las incógnitas. Vuelan con la mujer con mucha inventiva.
Son los hombres sin ambages.

4.- Resolver o indagar el enigma


Entonces, allí donde hay desquicios siempre se busca a las muje-
res como su causa. Por eso la cuestión de las mujeres pone cavilosos
a todes, porque “cual pluma al viento” ¿qué quiere una mujer?
Sin embargo, cultivar el enigma –y no eliminarlo– trae benefi-
cios. Si el deseo de una mujer permanece como interrogante todes
nos beneficiamos en tanto el enigma funciona como incitador a
transitar por el inefable goce femenino –un más allá del placer– que
abre las puertas a lo desconocido. Claro que, admitámoslo, sólo los
valientes se arriesgan a lo desconocido.
Es preciso sostener la cavilación, reconocer que hay un gran enig-
ma y atreverse a cultivar esa parte insondable de toda subjetividad,
al fin de cuentas, algo que abisma en la diversidad de los sexos. Al
pretender eliminarlo se cosifica a la mujer como un bien a poseer y
punto; o, más simple y dramáticamente, se mata, se elimina al enig-

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ma evitándose cualquier interrogante. Se trataría de un crimen por


incompetencia. Un personaje de la escritora George Sand (amante
de Alfred de Musset y de F. Chopin) dice refiriéndose a su marido:
“los escasos arrebatos amorosos de mi marido sólo iban dirigidos
a una bella mujer, no ponía en ellos nada de su alma”. Tampoco
con su amante le iba mejor; dirá de él: “Sólo estaba impresionado
por mi belleza y no se molestaba en descubrir mi corazón. Lo que
había en él no era desdén, era incompetencia”. La ¿explicación? de
esta “incompetencia” –o la negación de ella– la dará Flaubert (uno
de los más grandes escritores franceses) que casi por la misma épo-
ca escribe a su amante: “Cuando os habéis acostado con un hombre,
os queda algo en el corazón, pero a nosotros, nada”. Lo cual tam-
poco es cierto. Creer que las mujeres sólo tienen sexo porque desean
“descubrir” el corazón de su partenaire es una tontería romántica.
Muchas veces lo que desean es sólo sexo... y punto (igual que los
hombres).
Es posible, como lo hacen Freud y Lacan, deshojar la margarita
e interrogar ¿qué quiere una mujer?, ¿quiere a veces?, ¿te quiere a
veces?, ¿te rechaza a veces?, ¿a quiénes quiere?, ¿qué busca? Infini-
tos enigmas que, por no atreverse a indagarlos y cultivarlos, acaban
en matar a la mujer. Desafiado a desatar el famoso Nudo Gordiano
Alejandro Magno simplifica las cosas: lo corta con su espada. Se ce-
lebra ese gesto que es, simplemente, la expresión de su incompeten-
cia. Del mismo modo, más fácil que descifrar el enigma femenino
es matar el enigma. El ¡Mata a la mujer! opera como un empuje, un
imperativo superyoico compulsivo.
El psicoanálisis renuncia a una respuesta redondita sobre lo que
las mujeres desean. Las mujeres devienen, están deviniendo siem-
pre por infinitos caminos e infinitos modos. No nacen hechas a me-
dida, pret-a-porter para cada gusto.... no; así, será preciso interro-
gar los variados deseos y goces que circulan en cada una de ellas.
Pero ¡qué difícil atrapar un deseo cual pluma al viento! Tal vez sólo
con el riesgo y la condición de volar con ellas...
Claro que, los que no pueden soportar lo recóndito, por su in-
competencia la ahogan, la matan, la destruyen. Otros se animan a
internarse en lo recóndito, son los hombres sin ambages.

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A esta altura, conviene diferenciar el goce del placer que en psi-
coanálisis no es lo mismo. El placer es conmensurable, tiene medi-
da; el goce no, es inconmensurable, siempre excesivo.
La femineidad convoca a un goce inefable, algo que va más allá
del placer, algo que no puede ser contabilizado ni localizado del
todo, un enigma a ser develado lo cual no menoscaba el lugar de la
mujer, sino que las coloca en el lugar de la invención pues los velos
están para provocar e insinuar, para seducir, no para ser levantados.
Son los velos de Salomé los que la hacen misteriosa, provocativa y
seductora. Sin los velos Salomé no sería tan cautivante, y ¡vaya el
goce que Salomé despierta con su danza de los siete velos!
Pero…, aun cuando algunas mujeres tomaran el camino de la ma-
ternidad no encontrarán allí la respuesta definitiva para el enigma de
su femineidad. El hijo, a veces, puede aquietar el misterio femenino
pero no apagarlo. Hay una grieta inarreglable entre la mujer y la
madre, y por eso ambas posiciones no conviven sin contradicciones
y conflictos. En suma, la maternidad nunca apacigua el goce de las
mujeres, aun cuando se trató de domesticarlas y amordazarlas impo-
niendo el supuesto instinto materno (que no existe). Para preforma-
tearlas en el perfil de las madres, se instaló ese aberrante y supuesto
instinto materno inexistente, pero mal que le pese al patriarcado, las
mujeres pueden tomar a veces el camino de la maternidad sin dejar
nunca de ser enigmáticas mujeres. Como también pueden ser enig-
máticas mujeres sin tomar el camino de la maternidad. Hace unos
años una encuesta en Argentina señalaba que el 47% de las mujeres
encuestadas pensaba que podía ser feliz sin estar casada.
5.- Violencia y crimen contra las mujeres
Tengo una hipótesis que quisiera destacar ahora. Proviene del
entrecruzamiento del campo jurídico con el psicoanálisis al que me
dedico hace años.
Es la siguiente: Cuando se comete un crimen supuestamente por
celos, en un altísimo porcentaje de casos el hombre celoso ataca a
su compañera, en cambio, la mujer celosa, ataca a la rival.
Fíjense, en ambos casos, ¡la atacada es siempre una mujer!
¿Por qué generalmente es la mujer la atacada en el acto violento
que puede llegar hasta el asesinato? Ese encarnizamiento contra la
mujer tiene que ver con el lugar de enigma y tabú que ocupa.

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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Los hombres celosos matan/atacan a su compañera, no por for-


tachones sino por débiles, están desesperados por saber qué experi-
mentó su amada en los brazos del rival, ¿qué goce pudo provocarle
ese rival que ellos no pudieron provocar? ¿qué es lo que llegó a sen-
tir con ese rival que nunca sintió con él? Pero nadie puede ser dueño
de los deseos y goces de las mujeres. Es un bien que no puede ser
comprado por nadie. Es el conocido: “si no sos mía no serás de na-
die" y, como el incompetente Alejandro Magno, cortan el nudo que
han sido incapaces de “desanudar”.
El problema está en que ella no es nunca toda para nadie. Sus
apetitos siempre se escapan... cual pluma al viento.
¿Y del otro lado, el de las mujeres traicionadas? Atacan o matan
a la rival en acto celoso intentando captar ese goce que la otra mujer
–la rival– pudo obtener y que ellas consideran que no han conocido,
eso que la 'otra' pudo experimentar en los brazos del amado y res-
pecto de lo cual ellas quedan ajenas.
Mientras los hombres descargan todo el furor sobre quienes
creen de su propiedad –por no saber, querer o poder interrogar ni
cultivar el enigma–; las mujeres lo hacen en la “otra” mujer, la rival,
suponiendo que esa otra posee la clave del goce que les falta. Hay
aquí una desculpabilización del infiel que las engañó, porque no se
ensañan con él, atacan a la otra pues suponen que ella guarda un
goce que a la traicionada le está vedado, esa “otra” mujer es también
de una alteridad inalcanzable.
Germen del femicidio/feminicidio, es ese temor/odio a la mujer
desde el lugar de enigma y tabú –pero que es rechazado– y por eso
la violencia, el crimen y la segregación... allí donde eso que se esca-
pa, lo insondable, no puede ser reconocido como parte del ser de
todes, tanto en lo binario como en lo no binario.
Extraña y atroz manera de evitar interrogar al goce femenino
en los crímenes hacia las mujeres. Muchas veces un crimen contra
una mujer es un intento fracasado o una imposibilidad de cultivar
el enigma antes que resolverlo. En una novela japonesa del siglo X
dice el protagonista (acabado latin lover): “las mujeres inteligentes
suelen ser complicadas y (...) obligan a los hombres a estar perpe-
tuamente en guardia”. Por eso el protagonista designa a su com-
pañera perfecta como “un juguete maravilloso”. Nada de compli-

39
carse intentando sondear el corazón femenino, un juguete no tiene
corazón. Lo cual explicaría el éxito de las “muñecas inflables” que
están siempre dispuestas, no cuestionan nada, no se quejan, no son
infieles, nos pertenecerán por siempre y, lo más importante: nos li-
brarán del castigo que es el amor, pues somos castigados por no ha-
ber podido quedarnos solos; la muñeca, el juguete, estará siempre a
nuestro lado, claro que, sin acompañarnos.
Con esto concluyo: el asesinato se produce allí donde se quiere
a la mujer sin escondrijos, de-velada y de-valuada. Pero entonces
ya no es una mujer sino un juguete. Por eso llamo a ese asesinato,
crimen por incompetencia, lo que no desculpabiliza ni desrespon-
sabiliza para nada la intolerancia que el goce de la mujer provoca.

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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Femicidio, una temática que nos interpela

Dra. Susana Maidana


Profesora y Dra. en Filosofía. Profesora Emérita

La violencia contra las mujeres existió desde los orígenes de la


cultura, en algunos momentos fue más despiadada, en otros menos,
pero es un fenómeno global con diversas formas de manifestación y
lugares de expresión: la casa, la calle, las instituciones escolares, el
trabajo, los relatos mediáticos, novelas, shows, etc.
Es por cierto, un problema multidimensional que requiere enfo-
ques pluridisciplinares, en el que dialoguen las perspectivas legal,
social, psicológica, biológica, histórica, política, filosófica, comuni-
cacional, institucional, entre otras.
No deja de sorprender que en los momentos actuales, caracte-
rizados por grandes avances en la defensa de los derechos de las
mujeres, en especial, desde los movimientos de UNA MENOS, los
femicidios sigan acrecentándose. Casi diariamente una muerte es
tapa en los medios.
Rita Segato en Contra-pedagogías de la crueldad denominó,
precisamente, “pedagogías de la crueldad a todos los actos y prácti-
cas que enseñan, habitúan y programan a los sujetos a transmutar lo
vivo y su vitalidad en cosas”. Muestra que la violación, por ejemplo,
es un hecho político propio de la estructura social y la crueldad es
una forma de castigar las “desviaciones” femeninas respecto de los
códigos que se pautan para el rol de “Mujer”. Violencia y patriarcado
se retroalimentan, apoyándose en el mandato de la masculinidad.
No sólo los movimientos feministas manifiestan la fuerza colec-
tiva de las mujeres sino, también, han surgido investigaciones, cá-
tedras centros de estudios, proyectos y programas de investigación
en el seno de las Academias para fundamentar las luchas por los
derechos y se han multiplicado las oficinas y direcciones de la mu-
jer en las instituciones. Sin embargo, la violencia muestra su rostro
más duro con mujeres, travestis, transgénero que son estigmatiza-
das como “anormales, enfermas, diabólicas, anticristos”, sin olvidar
la trata de personas destinada, especialmente, al trabajo sexual. En
41
este contexto de violencia, Susana Trimarco levantó su voz para de-
nunciar su dolor y reclamar justicia, en nuestra provincia
Esta problemática entraña al poder, investigado por Michel Fou-
cault, quien de modo contundente, mostró que el poder se expande
en los intersticios de la realidad, impacta en las instituciones: fami-
lias, cárceles, hospitales, fábricas, escuelas y universidades, organis-
mos gubernamentales y privados, sin excepción.
Por mi parte, desde una mirada filosófica, pretendo responder
a la pregunta sobre qué subyace a la violencia de género en el si-
glo XXI y, especialmente, en momentos en los que observamos el
sufrimiento y la vejación de las mujeres por parte de los talibanes,
sustentados en valores fundamentalistas de corte religioso.
Uno de los núcleos conceptuales de esta problemática es la natu-
ralización de lo social y cultural, que contribuyó a configurar arque-
tipos de varón y mujer, que debían reglar y normatizar las conduc-
tas. Mi estrategia para abordar el tema se estructura en las siguien-
tes partes: 1. Marxismo y existencialismo: precursores del discurso
feminista. 2. La filosofía del lenguaje, como instrumento para des-
montar los relatos binarios y autoritarios. 3. La impronta higienista
de la educación.

1. Marxismo y existencialismo: precursores del discur-


so feminista.
Pretendo señalar cómo la construcción social ha configurado los
roles de varón y mujer, relacionados con discursos de poder machis-
ta. Destaco los aportes de la filosofía contemporánea para desmon-
tar este modelo.
Si bien Marx tenía una concepción natural del hombre al pensar-
lo como una naturaleza sujeta a leyes físicas, planteó que las condi-
ciones materiales de la vida influenciaban el modo de pensar y de
actuar.
El trabajo contribuye, según Marx, a la autorrealización humana,
aunque en la sociedad capitalista el trabajo es un instrumento de
explotación.
El marxismo puso en evidencia que la relación de hombre y mun-
do está mediada por la ideología, que es el espejo a través del cual
vemos el mundo y nos relacionamos con otros seres humanos.

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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

El marxismo fue un disparador del feminismo en la medida en


que los varones se dedicaban al trabajo productivo en el mercado,
mientras que las mujeres se ocupaban del trabajo reproductivo en el
hogar. Modelo que reprodujo las desigualdades.
El existencialismo, por su parte, fue un movimiento filosófico que
surgió en el siglo XX, al calor de 2 guerras mundiales, el nazismo,
el fascismo, la contaminación ambiental, la bomba atómica que lle-
varon a la filosofía a reflexionar sobre el sentido de la vida humana.
Los seres humanos no somos una naturaleza, ni una entidad ya
preformada sino que somos “existencia, palabra compuesta por 2
partículas: “ek” que significa fuera y sistere que significa ser. Somos
seres afuera, no ensimismados, no sustanciales, sino que nos pro-
yectamos, nos lanzamos y arrojamos hacia el mundo y nos relacio-
namos con los útiles y con los otros. Somos temporales, históricos,
cambiantes y permanentemente elegimos y nos hacemos cargo de
nuestras decisiones.
Y, precisamente, Simone de Beauvoir, una precursora del femi-
nismo, se apropió de la noción de existencia para dejar de pensar a
hombre y mujer como naturalezas, subrayando el papel de la liber-
tad. Refiriéndose a ella, Femenías comenta: “Beauvoir procedió a
desmontar y denunciar la lógica de la opresión sexual, y estableció,
como pocas veces se había hecho antes el carácter de constructo cul-
tural del eterno femenino, alineándose no solo con los existencialis-
tas en su rechazo a las esencias, sino también en una línea genealó-
gica, que inicia en el siglo XVII con Poullain de la Barre. “Recuerdo
que Francois Poullain de la Barre fue un cartesiano y precursor del
feminismo con su libro La igualdad de los 2 sexos.
Es el orden social y, fundamentalmente, el poder hegemónico el
que determina los roles “naturales” que debemos cumplir mujeres
y varones y que resuenan en la calle, en los chistes, en los medios
masivos de comunicación. Es por eso que Simone de Beauvoir dice
que no nacemos mujeres sino que nos hacemos mujeres.
Desde otra óptica, comparto con ustedes la visión de Judith But-
ler, inspiradora de las teorías queer, nacida en Cleveland, Ohio y
que sigue el camino de Hegel y Nietzsche. Filósofa disruptiva, crí-
tica, que toma distancia de la pensadora francesa porque decir que
nos hacemos mujeres, significa que nos hacemos de acuerdo a lo

43
que somos desde un principio, instaurando 2 ámbitos: el natural y
el cultural. Butler no comparte la separación entre el sexo, entendi-
do como lo biológico y natural, respecto del género, que es cultural.
Es por ello que usa sexo o género indistintamente, toda vez que los
cuerpos están culturalmente construidos.
Si se acepta, como hace el feminismo, como causa única la vio-
lencia de género, no podría existir violencia en parejas del mismo
sexo, concepción que conduce a afirmar que hay un odio en contra
de las mujeres por el solo hecho de ser mujer.
María Jesús Izquierdo en su libro sobre sexo y poder (2001) dice:
“El concepto de género es un sistema de clasificación y por tanto de
exclusión y discriminación de las mujeres”. Retoma las ideas marxis-
tas sobre el trabajo productivo del varón y el reproductivo de la mujer.
En síntesis, el marxismo subrayó cómo vamos construyendo
nuestro modo de conocer y de actuar en el mundo, a través de la
ideología. El existencialismo, por su parte, abonó en la dirección de
señalar que los seres humanos no nacemos ya constituidos, que no
somos naturalezas sino que nos configuramos a partir de nuestra
libertad y de nuestros proyectos.

2. El lenguaje: centro de la reflexión filosófica.


La filosofía contemporánea tomó al lenguaje como objeto de estu-
dio precisamente porque es un gran estigmatizador y generalizador.
No es casual que desde fines del XIX y comienzos del XX surgiera
la Lingüística de Saussure, la crítica del lenguaje de Nietzsche, el
análisis del lenguaje de Sigmund Freud y, más tarde, la concepción
pragmática de lenguaje de Ludwig Wittgenstein, uno de los pensa-
dores más lúcidos del siglo XX, que puso al descubierto la matriz
homegeneizadora, universalizadora y estigmatizadora del lenguaje,
responsable de la postulación de entidades metafísicas, eternas y
permanentes.
El lenguaje es un gran rotulador, gracias al cual nos comunica-
mos pero también mentimos, ponemos etiquetas: blanco, negro,
gay, judío, gordo, enano, bolita y la lista sigue interminablemente.
Pensar en la carga simbólica de nuestro lenguaje es una intere-
sante forma de aprender a reconocer la diferencia. Saber que no hay
identidades fijas, que no hay una civilización con más y mejores va-

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lores que otras, que no hay una raza elegida, que no hay gente “nor-
mal” y otras “anormales” sino que hay múltiples culturas, cada una
de las cuales tienen sus propios valores, que deben ser respetados.
Comprender un lenguaje, según Wittgenstein, es comprender
una forma de vida y vivimos entre múltiples juegos de lenguaje. No
hay, pues, un lenguaje universal sino múltiples, no hay una familia,
ni una identidad cultural.

3. La impronta de la educación
Otro perfil de análisis es la educación porque tanto la informal
como la formal sostienen concepciones binarias y entidades metafísi-
cas sobre lo que se espera del varón y de la mujer. Instalar la reflexión
sobre el lenguaje es de fundamental importancia porque muestra
cómo el mundo está construido lingüísticamente y no se compone de
una serie de cosas en sí, sin por ello negar la realidad externa.
Las matrices positivistas e higienistas configuraron las nociones
de saber, verdad y poder que han impregnado a la educación en to-
dos sus niveles.
Del positivismo y del evolucionismo surgió la corriente higie-
nista en Argentina en el siglo XIX, aplicado a prácticas sociales en
momentos en que nuestro país miraba hacia Europa, en especial, a
Francia e Inglaterra y, también, a Estados Unidos. En ese momento,
nuestro país era agroexportador y pretendía insertarse en el mundo,
expresando los intereses de la oligarquía terrateniente.
La generación del 80 respondió a esos intereses, pretendiendo
poblar nuestro país con razas europeas, que encarnaban el espíritu
civilizatorio. Su objetivo era crear un país sin caudillos, sin gauchos,
sin inmigrantes, sin enfermos de sífilis, sin pueblos originarios.
Si bien en la actualidad presenciamos rupturas y alejamientos
respecto del positivismo higienista en el mapa conceptual, sin em-
bargo, las neurociencias han ocupado el lugar que en el Siglo XIX te-
nía el Higienismo, reeditando la visión biologicista y naturalizando
lo cultural. Esta interpretación sobre las neurociencias no significa
desconocer sus aportes en el avance del conocimiento del cerebro,
sino alertar sobre las sustancializaciones y pensar que es el cerebro
el que produce nuestras conductas instalando una visión metafísica.
Convertir lo social y cultural en natural conllevó a determinar cuáles

45
eran, por ejemplo, las características fisiognómicas del asesino, del
violador, del loco, del adicto, que más tarde aplicará el nazismo y el
fascismo.
El tutelaje ejercido sobre los cuerpos reedita las normas higie-
nistas del Siglo XIX, vestidas de un nuevo ropaje terminológico. En
este marco, las mujeres pertenecen al mundo del adentro, del hogar
y el hombre, al afuera. Los hombres no lloran, son más fuertes y las
mujeres, más emotivas. Fue Simone de Beauvoir quien desmontó
estas ideas y mostró que no somos naturalmente débiles.
Aún sigue gravitando esa distinción entre la mujer maternal y la
mujer, objeto sexual. Hasta que comenzó a instalarse el reconoci-
miento del trabajo de las amas de casa, pasó mucho tiempo, aunque
todavía falta que el imaginario colectivo se apropie de esta idea.
María Jesús Izquierdo afirma que somos las mujeres quienes de-
bemos cambiar la situación de opresión, sin olvidar la importancia
del estado, en general, y de las políticas públicas.
En el siglo XVIII Mary Wollestonecraft afirmaba que algunas
mujeres se complacían en lustrar las cadenas del sometimiento. La
noción del Príncipe Azul como la salvación se reproduce a escala
global en los medios, en los shows televisivos y es indudable que la
escuela, en todos sus niveles, se encargó de repetir esa imagen de
mujer, de esa Sara que sala la salsa.
Comenta Izquierdo: “Establecer relaciones de reciprocidad nos
pondría en contacto con la precariedad y no nos daría miedo reco-
nocerla, porque reconocer la precariedad no sería asumir relaciones
de poder, sino reconocer que en ciertos aspectos somos precarios y
en otros no”.
Finalmente, considero que el estado, a través de sus políticas pú-
blicas, la educación en todos sus niveles desde el primario al univer-
sitario, sumado a la fuerza colectiva de las mujeres gravitará en la
enorme tarea de desmontar el discurso autoritario y machista, que
conduce a la violencia física y psíquica y que es la usina del dolor, de
la discriminación, del desprecio.

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CAPITULO III
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Virtualidad y Lazo social.


Efectos del trabajar en la subjetividad

Lic. Susana Barrionuevo


Psicóloga Poder Judicial Tucumán; Vice-Presidente de la Comisión Di-
rectiva de la Asociación de Psicólogos Forenses de la República Argentina

Resumen
Se aborda en el presente trabajo las condiciones actuales, el con-
texto en el cual se desarrolla el trabajo judicial, los efectos en la sub-
jetividad de los trabajadores judiciales y en especial de los profesio-
nales psicólogos que desarrollan la tarea abordando el conflicto en
su manera más cruda.
A continuación las acciones posibles que como dispositivo clínico
desde esta área de la psicología institucional podemos dar cuenta al
escuchar el malestar de los sujetos institucionales.
Queda mucho por hacer como compromiso institucional, lo que
será materia del próximo encuentro.

Desarrollo
En la Sociedad del Cansancio uno de sus textos más publicados,
el reconocido filosofo coreano Byung Chul Han advierte acerca de
las condiciones en las que el hombre actual desarrolla su vida y afir-
ma que como producto del capitalismo, el ser humano se ha conver-
tido en un elemento más de consumo.
La nuestra ya no es más la Sociedad que M.Foucault describió
como Sociedad Disciplinaria en “Vigilar y Castigar”. Hoy en la so-
ciedad del rendimiento el hombre ha incorporado el modelo del
rendimiento que lo lleva a una autoexploración sin límites. De ello
dan cuenta los suicidios y las patologías del rendimiento. El exceso
de positividad – ya que a nada puede negarse – lleva a la sociedad
a una vivencia de frustración y hastío, de indiferencia y miedo al
semejante.
Fracasa y enferma a raíz de la autoexigencia de rendimiento ya
que al no poder más esto lo lleva a autorreproches destructivos y a
la autoagresión mediante el consumo desmedido de información y

49
trabajo. En esta guerra librada contra sí mismo la victoria se la lleva
el desgaste laboral.
Así también en “La desaparición de los rituales” Han sostiene
que todo lo mantenía viva a una comunicad como el encuentro con
el otro, el café con amigos, la familia, no logran sostenerse hoy ante
el exceso de comunicación mediatizada por la tecnología. Ya no hay
mirada, se mira una pantalla, pero no hay encuentro real con el otro.
Hay una realidad que es virtual.
El termino virtual proviene del latín “virtus (fuerza o virtud) y es
un adjetivo que en su sentido original hace referencia a aquello que
tiene la virtud de producir un efecto pese a que no lo produce en for-
ma presencial. Esta actualmente asociado a lo que tiene existencia
aparente, opuesto a lo real o físico. Es decir, hablar de presencia de
lo virtual es un oxímoron.
Desde esta posición delimitamos el trabajo clínico donde encon-
tramos como señalamos anteriormente dos cuestiones: la falta de
cuerpo y por efecto la desaparición de los rituales.
Pichon Riviere por otra parte define al vínculo (1985) como la
manera particular en que un sujeto se conecta o relaciona con el
otro o los otros, creando una estructura que es específica para cada
caso y para cada momento. El nuevo interrogante será entonces
cuáles serán las características de este nuevo modo de vincularnos.
Interrogante que dejamos en suspenso ante una nueva manera de
establecer lazos con el semejante.

A propósito del trabajo judicial


Y en este escenario, que lugar le cabe a la Institución Judicial a
la hora de gestionar la vida laboral desde la función de administrar
justicia. ¿Que efectos tiene en tiempos de pandemia en la subjetivi-
dad de los operadores judiciales esta modalidad de trabajo durante
casi dos años de forma virtual?
Baste decir que, si bien nuestro abordaje es desde la singularidad
del caso, hay vivencias que tienen amplia semejanza.
En principio cito a Christopher Dejours psicoanalista y produc-
tor de textos acerca de la clínica del trabajo para quien “trabajar es
llenar la brecha entre lo prescripto y el logro efectivo a través de la
ejecución de la tarea. Es en ese intervalo, en esa brecha que el sujeto

50
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

pone en juego su cuerpo, psique y creatividad y es donde a partir de


la resistencia a la tarea a ser concretada que se inscribe el sufrimien-
to psíquico. Tarea que puede cumplir, muchas veces gracias a la
creatividad, a esa capacidad de inventar nuevos caminos para llegar
al resultado. A través de la intuición, la inteligencia del cuerpo, dice
Dejours es que el trabajador puede cumplir con las prescripciones.
El trabajo adquirirá dimensión de actividad subjetivante en la
medida que esté presente el reconocimiento de parte de quien cono-
ce la tarea, de los colegas sobre todo.
Aludimos al trabajo y su importancia por cuanto es un mediador
de la salud, sostén de identidad, al igual que en determinadas con-
diciones fuente de psicopatología. ¿La pregunta será entonces sobre
el efecto del trabajar en condiciones de “virtualidad” en la Institu-
ción judicial y cuales son las posibilidades en tiempos pandemicos?

Trabajar en Instituciones
Kaes (1989) se refiere al sufrimiento en las Instituciones y advierte
acerca de ciertas dificultades de tipo narcisista en torno a construir la
institución como objeto de pensamiento (Escardo, vita 2016)
Sabemos que las instituciones se inscriben en una determinada
sociedad y cultura, nos preceden, nos sitúan en sus vínculos y dis-
cursos, es decir nos estructuran y con ella establecemos vínculos
que sostienen la identidad.
Así también Kaes sostiene que una parte de nuestro inconsciente
le pertenece a la institución. Es decir al ser lo institucional un sis-
tema de vinculación podemos pensar al sujeto como parte constitu-
yente y a la vez instituyente, y de allí la importancia que reviste la
vida institucional para los que allí trabajamos.
Es más, el sufrimiento psíquico ligado al trabajo es más relevante
en las instituciones del estado que en la actividad privada (Escardo,
Vita 2016). Quizás porque allí se juega más la mirada de los pares y
una estructura mayor- la Institución que muchas veces desfallece en
su función de establecer límites a la demanda social. Confluyendo
además en este tipo de sufrimiento y síndrome de burnaut desde la
subjetividad de los profesionales de la salud la caída de los ideales
que sustenta la profesión. Cabe preguntarnos: ¿Como sostener el
fuego de la vocación sin quemarnos?

51
Lo jurídico y sus efectos en la subjetividad.
Recordemos siguiendo esta línea que es en el espacio jurídico y
en especial el recinto forense donde se hace efectiva la ley en su apli-
cación por parte de la autoridad competente.
En este espacio se le da tratamiento al conflicto psicosocial que
ingresa a la administración de justicia en términos de irreconcilia-
ble y por ser instancia última de apelación.
Por lo cual los sujetos que posibilitan la intervención judicial son
sujetos operadores judiciales y/o jueces representantes de una ley
que también opera sobre ellos en cuanto sujetos de deseo.
¿Cuál es la eficacia de la intervención judicial sobre las proble-
máticas subjetivas al decir de Jorge Degano planteadas en el contex-
to de las relaciones desde la perspectiva de la subjetividad? Y cabe
interrogarnos acerca del efecto en la subjetividad de los operadores
judiciales.
Se trata de un escenario de sufrimiento y dolor, pasiones y pues-
tas en acto, de la violencia de lo no reconocido ni tramitado que
no deja de impactar poniendo en cuestión su eficacia para resolver
situaciones vitales de litigios en trámite.
De allí que las problemáticas que ingresan al sistema de justicia
y luego son “objetivadas” en el expediente son un reflejo fiel sino
versiones que intentan reflejar lo transmitido.
Lo que estaría en cuestión seria la capacidad de todo el sistema
judicial para responder la demanda como petición al Otro de la ley,
ya que el contenido subjetivo no podrá ser atendido por fuera de
alguna auto implicancia o interrogación acerca del sentido de la
demanda. Quedando por ello los sujetos en posición de objetos de
procedimiento.
Es decir que al ser reducido lo humano a un objeto explicable y
programable (Supiot) quedara por fuera la dimensión subjetiva con
resultados reconocidos como pasaje al acto, dolor existencial y efec-
tos en los vínculos sobre todo los más íntimos.
Este apartamiento de la subjetividad –dice Jorge Degano- que
siempre es la propia- tienen un efecto de sesgo traumático en quie-
nes la tramitan y que en la sumatoria cotidiana generan malestar
existencial y desinterés, como así también alejamiento y burocra-
tización de la temática subjetiva como respuesta defensiva ante la

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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

angustia del conflicto en tratamiento. Apareciendo la salida de la


escena como la única solución ya que la subjetividad en riesgo ame-
naza la propia.
Estas problemáticas subjetivas que en el trámite de la causa son
derivadas al espacio psi quienes desde el campo de la salud pueden
dar otro tratamiento a la subjetividad, es quien brindara al juez esa
mirada que orientara a decisiones más ajustadas a la causa en tra-
tamiento.
Demanda que si bien nunca será atendida en su real dimensión
posibilitará alguna apertura al desplegamiento de la subjetividad.
Esta escucha sostenida de los desórdenes de personalidad y violen-
cia sostenida en los vínculos tiene sus efectos en la subjetividad de
quien escucha, ya sea por efecto vicario, ya que no puede tramitarse
por vía de la palabra tantas veces.

Trabajo, sufrimiento psíquico y alternativas posibles:


algunas experiencias
El desgaste profesional entonces como resultado de estas ope-
ratorias sobre la subjetividad necesita de alguien desde la función
coordinación de equipos de salud que sepa escuchar y contenga las
ansiedades, pueda habitar un lugar de alojamiento del otro propi-
ciando la escucha y la posibilidad de pensar juntos posibilitando
acciones de cuidado sobre los equipos de trabajo. Desde nuestra in-
tervención en el campo del trabajo judicial podemos sostener que el
alojamiento subjetivo hace a la función coordinación, una función
asimétrica que pueda mostrar en acto ese lugar.
Si la pandemia puso en evidencia los miedos, el efecto de lo trau-
mático se reflejó en las vivencias de desamparo subjetivo, la vulne-
rabilidad y la angustia ante la posibilidad de la muerte. Es por ello
que desde nuestra actividad clínica como psicólogas instituciona-
les el generar dispositivos de escucha del sufrimiento psíquico que
alojen la emergencia subjetiva como lo es una pandemia permitió
repensar las practicas. Entre ellas el generar espacios compartidos
mediante plataforma zoom permitiéndonos escuchar el malestar de
los equipos era lo posible.
Lo recurrente como demanda fue el malestar en el lazo con el se-
mejante. Todo lazo está abierto al malentendido (Greiser, I.) por lo

53
cual es posible que tanto la frustración como la ansiedad del tiempo
de confinamiento y el miedo obturaran todo posible entendimiento
con el otro, al ser percibido como amenaza para la supervivencia.
El lazo social interrumpido, fragmentado, alterado por la falta de
presencia física y un exceso de virtualidad, precisa una escucha espe-
cifica que favorezca la emergencia de la palabra en su función plena.
Además la conexión con otros colegas para pensar y recrear es-
pacios que posibiliten hacer lazo, son alternativas posibles para sos-
tener el deseo de seguir creando y cuidar nuestro fuego sin quemar-
nos. Interrogar nuestras prácticas instituidas propiciando espacios
de subjetivación en tiempos de incertidumbre es un desafío a seguir
apostando desde la clínica institucional.
Las medidas de cuidado sin embargo son una tarea pendiente
que debe ocupar la agenda institucional. Sostenemos que los posi-
bles daños en la salud a partir de este tipo de trabajo debe ser abor-
dada con la seriedad y la urgencia que el tema merece.

Fuentes Bibliográficas:
• Chul Han, Byung “La Sociedad del cansancio” Ed. Herder. Barcelona,
España 2012
• Chul Han, Byung. “La desaparición de los rituales” Ed. Herder. Barce-
lona, España.2020
• Dejours, Christopher: “Trabajo y Desgaste mental”, “Trabajo vivo” El
sufrimiento en el trabajo” Ed. Topia. 2012
• Escardo, Vita:“Cuidado de cuidadores” síndrome del burnaut: Ed. No-
veduc 2016
• Degano, Jorge “Problemáticas subjetivas del contexto jurídico-forense”
Univ. De Rosario Fac. de Psicología. IV Congreso Internacional de in-
vestigación y práctica profesional en Psicología del Mercosur.
• Greiser, Irene: “Psicoanálisis sin diván” Los fundamentos de practica
analítica en los dispositivos jurídico-asistenciales” Ed. Paidos.2010
• Jasiner Graciela. “Coordinando grupos” Lugar Editorial.2016

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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Algunos aportes sobre el desgaste profesional


de los equipos que trabajan con Violencia
de Género/Violencia Doméstica

Lic. María F. Griet y Lic. Fátima B. Forté


Psicóloga y Trabajadora Social, integrantes Oficina de Violencia Do-
méstica - Poder Judicial Tucumán.

Resumen
En este trabajo se realiza un recorrido bibliográfico sobre lo que
diversos autores sostienen acerca del importante malestar que su-
fren lxs profesionales que se dedican a trabajar con la violencia de
género y que no tiene parangón con otros trabajos institucionales,
sobre todo cuando la recepción es permanente y el efecto de los re-
latos de las víctimas no encuentra un canal adecuado de continencia
y elaboración dentro de las instituciones.
Los grupos profesionales que se desempeñan en estas áreas son
demandados a proteger y solucionar lo que el orden social, y las ins-
tituciones en conjunto, no han logrado hacer. La demanda de lxs
consultantes ante los equipos de atención apunta a pedirle a alguien,
a un dispositivo, a una institución, que lxs ampare del ejercicio de
la crueldad que padecen y que alguien funcione como Ley allí donde
ésta ha fallado. Sin embargo, se observa que, la escucha sostenida en
el tiempo, de narraciones en donde impera lo siniestro y el horror en
las descripciones de lxs consultantes acerca de conductas inenarra-
bles de las que son víctimas, inunda a los equipos de afectos de muy
difícil tramitación que terminan por producir burnout de la tarea.
La constatación del nivel de destrucción que puede producir una
persona genera un profundo desasosiego en el que escucha y una
pérdida de “la esperanza en la naturaleza humana”, lo que tiene un
componente traumático en sí mismo.
El recorrido bibliográfico realizado en este trabajo concluye con
la elaboración de una necesaria propuesta de prevención del desgas-
te profesional en este ámbito.
Palabras clave: Desgaste profesional, burnout, violencia de
Genero.

55
Irene Fridman, Psicóloga, Psicoanalista y especialista en Teorías
de Género, convocada como consultora de la ONU para la OVD de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación, de Santiago del Estero y de
Tucumán, supervisora también al Instituto Nacional de las Mujeres,
la Línea 144 y de la Dirección de Asistencia a la Víctima (DOVIC) del
Ministerio Público Fiscal, ha adquirido una vasta experiencia sobre
la temática y sostiene que trabajar con la violencia de género causa
un malestar importante en las personas que se dedican a esta tarea y
que no tiene parangón con otros trabajos institucionales, sobre todo
cuando la recepción permanente y el consiguiente efecto de los rela-
tos de las víctimas no encuentran un canal adecuado de continencia
y elaboración dentro de las instituciones.
La autora equipara el malestar de estas labores con el que surge
del abordaje de víctimas de terrorismo de estado y tortura desarro-
llando ampliamente el sufrimiento de quien trabaja con la muerte.
Los grupos profesionales que se desempeñan en esta área, ex-
plica, son demandados a proteger y solucionar lo que el orden so-
cial, y las instituciones en conjunto, no han logrado hacer. Tienen
como mandato la protección de los seres humanos de las prácticas
siniestras y destructivas que el mismo orden social ha creado, en
definitiva, quedan inundados de una demanda heroica: proteger a
las personas de las violencias que las mismas instituciones sociales
han instituido y permitido históricamente.
Así, entiende que la demanda de lxs consultantes ante los equi-
pos de atención apunta a pedirle a alguien, a un dispositivo, a una
institución, que lxs ampare del ejercicio de la crueldad que padecen
y que alguien funcione como Ley allí donde ésta ha fallado. Esta
demanda, tanto manifiesta como latente de lxs consultantes y de
la sociedad, pesa sobre lxs integrantes de los equipos en la medida
en que pueden o no satisfacerla, viéndose desbordados por diver-
sos sentimientos contradictorios y generadores de malestar laboral
toda vez que, por diversas razones, no se puede llegar a una exitosa
resolución.
A lo anteriormente descripto, le suma lo que acontece en los dis-
positivos de atención cuando se produce un desenlace fatal de al-
guna consultante ya que, sabemos, es imposible prevenir todas las
acciones de los femicidas. Cuando ocurre un femicidio, por lo gene-

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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

ral, los equipos que han atendido a estas víctimas quedan arrasados
de sentimientos de angustia y culpa. Asumen de forma abrumadora
la culpa social por no haber podido evitar este desenlace. Si se ana-
liza en profundidad esta situación, habría que pensar que los equi-
pos son demandados y también inundados de una representación
de asumir la Ley que el femicida no porta, demanda absoluta, in-
cumplible y que deja imbuidos a los equipos de una representación
omnipotente de poder operar allí en donde las legalidades han sido
arrasadas. Los que se erigen en garantes de la ley son los equipos y el
dolor subjetivo que los traspasa, sobreviene por asumir la culpa que
tanto el femicida como la sociedad han transgredido.
La escucha sostenida en el tiempo de narraciones en donde im-
pera lo siniestro y el horror en las descripciones de lxs consultantes
acerca de conductas inenarrables de las que son víctimas, inunda a
los equipos de afectos de muy difícil tramitación que terminan por
producir burnout de la tarea, concluye Fridman. No debe olvidarse
que, en la mayoría de los casos, a una consulta le sigue inmediata-
mente otra sin solución de continuidad ni respiro para su debida
elaboración y tramitación psíquica.
Las narrativas que hacen las víctimas de la violencia padecida,
colocan a los equipos en el lugar de testigos; es decir, de los que
asisten al relato y testimonian por los que no pueden testimoniar;
en algunos casos hasta en los debates orales.
Para Fridman, el momento de mayor padecimiento subjetivo en
lxs profesionales que asisten a las víctimas es cuando estas relatan
las escenas de violencia padecidas. En ese momento, las personas
que se desempeñan en los dispositivos de atención quedan en pre-
sencia del horror que no se puede representar; se asumen como
testigos de la más profunda desligazón tanática que el ser humano
puede llegar a producir: el deseo y el placer del victimario de pro-
ducir dolor en otro ser humano con el que se halla afectivamente
ligado, esto es, el deseo de aniquilar o dañar a quien se ama. Este es
el punto más inelaborable de la escucha. Esta constatación del nivel
de destrucción que puede producir una persona genera un profundo
desasosiego en el que escucha y una pérdida de “la esperanza en la
naturaleza humana”, lo que tiene un componente traumático en sí
mismo, tal como sostiene la autora mencionada.

57
Para ella, los actos de violencia intrafamiliar parecen ser la nega-
ción de la vida misma, la solidaridad y la confianza en las personas,
incluso las más cercanas y queridas, por lo que constituyen eventos
traumáticos para la persona que los sufre y afectan también la inte-
gridad psicofísica de los profesionales que los escuchan.
Al respecto, también Eva Giberti, Psicóloga y Trabajadora Social,
Coordinadora del Programa de Las víctimas contra las violencias
a nivel nacional, habla de la tensión emocional que se genera en
lxs trabajadores de los equipos de atención a las violencias por el
contacto continuo con personas emocionalmente demandantes y
que sufren situaciones de violencia interpersonales para las que los
seres humanos no contamos con capacidad, biológica, psicológica o
espiritual, para afrontar sin consecuencias.
Además, retomando a Fridman, a lo que se transmite a través de
la palabra en los relatos de las víctimas se le debe sumar lo que no se
puede transmitir, lo que no tiene palabra, pero por proyección masi-
va se vivencia contratransferencialmente en los equipos. Se produce
una transmisión de los afectos ligados a lo siniestro sin palabras que
se deposita en lxs profesionales. Impactos en la labor profesional
que se materializarán por ejemplo en la redacción automática de
los informes, redacción defensiva y cliché ante la angustia que lxs
inunda, la emergencia de tensión y diferencias entre los integrantes
de los equipos en el proceso mismo de la entrevista, la disminución
y/o pérdida de empatía hacia la persona en situación de violencia y,
en ocasiones, la apropiación por parte del profesional interviniente
de una postura omnipotente frente a ella replicando el discurso vio-
lento del que es víctima.
Las personas que asisten a lxs consultantes son inundadxs, a tra-
vés de los relatos de las víctimas, de las sensaciones que tuvieron
estas en los momentos de mayor violencia, y quedan sumergidos en
afectos de muy difícil tramitación si no tienen el continente adecua-
do, lo que origina el temido desgaste laboral y la aparición de sinto-
matologías de burnout de la tarea, afirma esta autora.
Otra autora reconocida en el ámbito de la violencia de género,
Marie France Hirigoyen, psiquiatra y psicoanalista francesa, plan-
tea que cuando el estrés laboral se vuelve permanente, puede dar
lugar al agotamiento profesional o, como llaman los ingleses, al

58
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

bournout, el que no es otra cosa más que la consecuencia del agota-


miento físico y psicológico derivado de la implicación a largo plazo
en situaciones profesionales muy exigentes a nivel emocional.
Para Vita Escardó, autora del libro “Cuidado de los cuidadores.
Síndrome de burnout”, uno de los argumentos que utilizan quienes
promueven la prevención de burnout consiste en afirmar que el sín-
drome disminuye los niveles de producción y la calidad de las inter-
venciones, ya que los trabajadores se ven afectados y por lo tanto
producen menos o se ven obligados a abandonar la tarea por causas
médicas, sin posibilidad de ser despedidos. Asimismo, se corre el
riesgo de incurrir en conductas o tratos de intolerancia, lo que po-
dría configurar abordajes revictimizantes por parte de los equipos
interdisciplinarios.
Esta autora agrega que el burnout es efecto del malestar insti-
tucional debido a las condiciones laborales que implica el sistema
neoliberal y destaca que, suponer que solamente la base de la pirá-
mide es afectada por el sufrimiento es ilusorio ya que todos los es-
tamentos se ven presionados por las exigencias de un sistema rígido
y paradójico. Para ella, optimizar las relaciones de liderazgo y de
colaboración es una tarea preventiva.
Hoy por hoy, se identifican cuatro tipos de estresores en el ám-
bito laboral considerados desencadenantes o potenciadores del sín-
drome, según plantea Graciela Tonon en su libro “Calidad de vida
y desgaste profesional”: los del ambiente físico del trabajo y conte-
nidos del puesto; los del desempeño de roles , relaciones interper-
sonales y desarrollo de la carrera profesional; aquellos relacionados
con las nuevas tecnologías utilizadas en el trabajo cotidiano y aque-
llas fuentes extraorganizacionales que influyen en el desempeño la-
boral como las relaciones familia-trabajo.
Se hace necesario entonces, en la actualidad, favorecer prácticas
laborales que se ajusten a estos cambios de paradigmas profesiona-
les y aspectos éticos de la tarea, tal como plantea Escardó.
Arón y Llanos, profesionales chilenas, en su texto “Cuidar a los
que cuidan: desgaste profesional y cuidado de los equipos que tra-
bajan con violencia” sugieren que deben asegurarse estrategias pro-
tectoras para estos equipos tanto a nivel del autocuidado, es decir,
que cada profesional exija condiciones de trabajo que no impliquen

59
ser tratado como desechable y que sean acordes con la delicadeza de
la tarea encomendada, como a nivel de los directivos y de la insti-
tución en lo que se refiere a crear y asegurar condiciones de trabajo
que transmitan un mensaje de preocupación y cuidado de la institu-
ción para con sus equipos de trabajo.
Respecto del “Autocuidado de los profesionales que trabajan en
la erradicación de la violencia de la pareja”, investigadores como
Rodríguez, Cantera (España) y Pereira da Silva (Brasil) sostienen
que el autocuidado cumple la función de desconectar al profesional
con la tarea y la temática, drenar lo que ha recibido en el ámbito
profesional, hacer algo para sentirse mejor y procesar e integrar las
vivencias del ámbito laboral en pos de aceptar la situación y reajus-
tar sus expectativas.
Estos autores enumeran técnicas de autocuidado tales como la
terapia personal, el tiempo de ocio, la actividad física y tiempo para
estar con la familia y amigos como técnicas preponderantes; pero
sin dejar de atender a que el autocuidado no es solo responsabilidad
del profesional, sino que también deben ser asegurado desde la ins-
titución donde el mismo presta servicios.
Jorge Barudy Labrin, en sus textos sobre maltrato Infantil, afir-
ma que es de suma importancia tener siempre presente que el re-
curso fundamental de la prevención y tratamiento de la violencia fa-
miliar es la persona dxl profesional. Por lo tanto, el autor considera
que todo lo que se haga para cuidarlx, reviste una forma de cuidar
también a lxs personas que protege. Un profesional que “se quema”
implica una pérdida importante no sólo en términos económicos
(por lo invertido en su formación académica) sino también por los
años de experiencia y competencia en la problemática, garantía de
una intervención adecuada.
Sin embargo, sostiene que no existe aún suficiente sensibilidad
en la mayoría de las instituciones o instituciones vinculadas al tra-
bajo con la violencia familiar para atender los riesgos psicosociales
que conlleva el trabajo en los equipos de atención. De hecho, si un
profesional manifiesta su malestar o muestra síntomas de desgaste
profesional, suele interpretárselo erróneamente en términos de su
vulnerabilidad individual.

60
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Una producción colectiva de los trabajadores de la Dirección de


Violencia Familiar del Ministerio de Justicia de Córdoba ya plantea-
ba en el año 2010 que es responsabilidad del estado proteger a los
trabajadores de su permanente exposición a situaciones de riesgo
psicosocial sugiriendo, además, condiciones diferenciales en térmi-
nos de derechos tales como un sistema jubilatorio especial, descan-
sos extra, supervisión externa, abordaje psicoterapéutico, etc.
Volviendo a Fridman, ella plantea retomar la premisa feminista
de “lo personal es político” y postular que el cuidado de la salud
mental y física de lxs profesionales que se desempeñan en esta tarea
es un deber político que tiene que ser incluido dentro de las políticas
del estado, ya que contar con equipos preparados en esta labor, que
se mantengan a lo largo del tiempo, profundizando su saber y expe-
riencia es una labor política que permitiría ir socavando las premi-
sas más violentas del patriarcado.

Referencias
• Fridman, I. (2019). Violencia de Género y Psicoanálisis. Agonías im-
pensables. Buenos Aires.
• Hirigoyen, M. F. (2014). Todo lo que hay que saber sobre el acoso moral
en el trabajo. España. Paidos.
• Giberti, E. (2017). Mujeres y violencias. Buenos Aires. Noveduc.
• Escardó, V. (2017). Cuidado de los cuidadores. Síndrome de burnout.
Buenos Aires.l Noveduc.
• Tonón, G. (2004). Calidad de vida y desgaste profesional. Buenos Aires.
Espacio.
• Arón, A.M. y Llanos, M.T. (2004). Cuidar a los que cuidan: desgaste

61
profesional y cuidado de los equipos que trabajan violencia. [Archivo
PDF]
• https://docer.com.ar/doc/x0exnx5#.YTgOLdas60w.gmail}
• Goma Rodríguez, I.; Cantera, L.M. y Pereira da Silva, J . (2018). Auto-
cuidado de los profesionales que trabajan en la erradicación de la vio-
lencia de pareja. [Archivo PDF]
• https://www.researchgate.net/publication/323786693_
• Barudy Labrin, J. (1998). El dolor invisible de la infancia. Una lectura
ecosistémica del maltrato infantil. Chile. Paidos.
• Barudy Labrin, J. (1999). Maltrato infantil. Ecología social. Prevención
y reparación. Chile. Galdoc.
• Dirección de Violencia Familiar del Ministerio de Justicia y Gobierno
de la provincia de Córdoba. (2010). Producción colectiva de la planta
de empleados/as . Córdoba.

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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

“Intervención psico-jurídica de la violencia


frente a la construcción de nuevas masculinidades”

Lic. Maximiliano Olivera.


Licenciado en Psicología. Integrante del Equipo Técnico de Asistencia a
la Violencia-ETAV, del Poder Judicial de Santiago del Estero.

RESÚMEN
En el presente trabajo se desarrolla el inter-juego existente en-
tre la teoría y la praxis en el abordaje psico jurídico que realiza el
Equipo Técnico de Asistencia a la Violencia de Santiago del Estero-
ETAV, dependiente del Gabinete de Psicología Forense del Poder
Judicial de Santia

INTRODUCCIÓN
Abordar la problemática de violencia, requiere precisar el marco
referencial desde el que se derivan los dispositivos que hacen a su
intervención, así como brinda la posibilidad de describir un posicio-
namiento frente al Inter juego discursivo al que arriba el campo ju-
rídico al profesional psicólogo. Un campo dominado por saberes ha-
bilitadores y coactivos frente al hecho social, y más aún, un campo
que se erige como dispositivo regulador de la conducta del hombre.
Tarea más que compleja la del psicólogo forense, en torno a su obje-
to de intervención, el que dista de la objetivación ficcional (Degano,
2017) pretendida por el derecho, a saber, el sujeto psíquico. En este
sentido cabe destacar que el sistema jurídico convoca al psicólogo a
participar de diversas prácticas, desempeñando este una variedad
de roles. Estos se desarrollan en las instituciones vinculadas estre-
chamente a la administración de justicia, sin limitarse el diálogo
entre los saberes exclusivamente a estos contextos, y se impone un
marco interdisciplinar para dirimir los conflictos de diversa natura-
leza, partiendo desde los fueros civil, familia, penal, entre otros. Al
considerar el ejercicio de la disciplina psicológica en este espacio,
debe reconocerse una particularidad de la dinámica del ámbito tri-
bunalicio, y tiene que ver con el atravesamiento discursivo que le es
inherente – el del derecho y el de la piscología-, sobre un mismo ob-

63
jeto de intervención, el sujeto, como lo plantea Gardiner, G. (2003).
Para el discurso positivista, el sujeto de derecho es, todo ente sus-
ceptible de ser sujeto activo o pasivo en una relación jurídica, por lo
que el interés está en reglar y regular los actos que se desprenden
de la misma. Entonces el discurso jurídico inicia la búsqueda de una
verdad real, en la raíz de una pretensión de verdad objetiva, de lo
allí ocurrido. Siguiendo esta línea, y para referir al lugar de la psi-
cología, se toma a Del Popolo (1996), quien define a la Psicología
Jurídica como: “el estudio desde la perspectiva psicológica de con-
ductas complejas y significativas en forma actual o potencial para lo
jurídico, a los efectos de su descripción, análisis, comprensión, cri-
tica y eventual actuación sobre ellas, en función de lo jurídico”. Vale
decir que desde este lugar hay una propuesta en recuperar la dimen-
sión subjetiva (Degano, 2017) dentro del acto procesado. El presen-
te trabajo pretende esclarecer el panorama en torno a un abordaje
posible de la violencia como constructo que sustancia la realidad
de nuestra época, en términos de Morao, M. (2016), cada época en-
cubre los modos particulares en que esta se expresa o se manifiesta.
Siendo objeto del mismo esbozar una reflexión del rol disciplinar de
la psicología frente al abordaje de personas que ejercen violencia.
Entendiendo entonces a nuestra disciplina como ciencia del sen-
tido (Foucault, 1994), vale referir su impronta de análisis ante las
problemáticas de las que se ocupa dentro de la institución jurídica,
por cuanto trabaja con la subjetividad y da cuenta de las leyes que
regulan el comportamiento del sujeto judicializado, atento a su sin-
gularidad y su realidad subjetiva, como válida y determinante de las
conductas que lleva a cabo, y como condicionante, de la forma en
que se vincula con los otros. Se plantea la necesidad en el contex-
to que nos asiste, de contar con dispositivos que hagan frente a las
altas tasas de delitos que se configuran en torno a la violencia, de
los cuales ocupa un lugar significativo en las estadísticas en nuestro
país, la violencia de género. Partiendo del lugar de la violencia con-
tra las mujeres, como lo plantea Miguel Lorente, se considera a ésta
como un problema estructural, ya que no se debe a rasgos singulares
y patológicos de una serie de individuos, sino que entran en juego
rasgos estructurales de una forma cultural de definir las identidades
y las relaciones entre los hombres y las mujeres (Alberdi, I. 2005).

64
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

En esta línea, resulta pertinente considerar los protocolos a los que


adhiere el psicólogo para materializar su praxis, desde donde apela
a las legislaciones en materia de derechos humanos, desde las que se
puede vislumbrar también un posicionamiento en torno al entendi-
miento de las problemáticas. En estos términos, para un desarrollo
ético de esta problemática, cabe analizar la misma como un proble-
ma de derechos humanos (CEPAL, 1996). Tal y como lo considera
la Organización de Naciones Unidas, se concibe la construcción del
paradigma de derechos humanos desde los supuestos desde los que
parten los derechos civiles y políticos, atento a su espacio en la vida
pública, habiendo quedado relegado de este andamiaje lo que con-
cierne al orden privado, más aún en el orden del sistema familiar:
Las relaciones de género se consideren un espacio de expresión de
la desigualdad; además, han planteado la necesidad de hacer una
nueva lectura de las esferas pública y privada y, por lo tanto, del
ámbito en que se enmarcan los derechos humanos (CEPAL 1996, p
14). El acto violento transgrede así el orden de las relaciones huma-
nas y se impone como un comportamiento no reflexivo, como una
estrategia de poder a través de la intimidación y la imposición (Ve-
lásquez, 2004). Características que se implican en la construcción
del lazo social, y que se presenta como síntoma para una interpreta-
ción psico jurídica, volviéndose entonces la violencia un constructo
social legitimado por una parte, y por otra, evidencia su génesis en
la diferencia social entre hombres y mujeres, adentrándonos en un
sistema patriarcal que ahonda esta discriminación sustancial. Tal
es así, que la impronta de un trabajo que considere como variable
de implicación y análisis al género, debe dar cuenta que “la histo-
ria humana se ha caracterizado por la dominación social masculina
(Bourdieu 1998; como se citó en Meler 2016), lo que requiere adver-
tir que un proceso de intervención se adentraría sobre un sujeto que
forma parte de este legado patriarcal. Siguiendo esta línea, atento a
esta dinámica desde la que resulta el abordaje del fenómeno de la
violencia, se hace necesario para el psicólogo, como profesional de
la salud mental, generar intervenciones desde el campo jurídico que
acompañen las herramientas coactivas que emanan del entramado
judicial. En función de las legislaciones vigentes en esta materia,
se visibilizan en el plano regional, dispositivos abocados al traba-

65
jo preventivo de la problemática de la violencia de género. Dentro
de estos, ocupa lugar central de este análisis, el Equipo Técnico de
Asistencia a la Violencia-ETAV, perteneciente al Gabinete de Psi-
cología Forense del Poder Judicial de Santiago del Estero, que vie-
ne a plantear una respuesta frente a esta conflictiva, orientando su
quehacer en una praxis preventiva, y se desarrollará el dispositivo
sobre el que se encauza su abordaje psico-jurídico en el contexto
epidemiológico sanitario por propagación del Sars Cov-2.

DESARROLLO
1. Violencia como problemática psico-jurídica
Para dar cuenta de la violencia como problemática de análisis
psico jurídica, se debe reconocer su génesis y el modo en que se con-
figura en la dinámica social. En este sentido, el constructo de vio-
lencia responde a una multicausalidad ya que incluye múltiples fac-
tores y sistemas, individual, familiar, comunitario, cultural. Es un
acto que atenta contra la integridad física y psíquica del individuo,
conlleva un sentimiento de coerción y peligro. En este sentido inter-
vienen los modelos de organización familiar, las creencias, variables
culturales, los estereotipos respecto a los supuestos y los roles rela-
cionales, así como las maneras particulares de significar el maltrato
(Psicogénesis y semiología de la violencia familiar, 2013). En térmi-
nos psicoanalíticos, Cohen Imach (2013) dirá que: La violencia aca-
lla la palabra; en lugar de decir, aparecen el golpear y ser golpeado.
Lo real del cuerpo invade lo simbólico, y desaparece en ese instante
todo el entramado que sostiene al sujeto. La fuerza del golpe o de
un insulto aparece sobre el cuerpo de un sujeto, dejando sus marcas
indelebles. (p. 31). Por su parte, Eva Sanz (2015) plantea que cuan-
do hablamos de un acto violento, “nos referimos a fuerza, violentar,
violar, forzar: Siempre es una forma de ejercicio del poder mediante
el empleo de la fuerza, ya sea física, psicológica, económica, o polí-
tica”. Esta forma de entender la problemática da cuenta que se trata
de un fenómeno multicausal, construido en el seno social. Entre es-
tos factores que la determinan, podemos mencionar una forma de
comunicación, que evidenciaría que el sujeto que ejerce violencia
no podría apelar a recursos simbólicos, la violencia aquí no deja de
comunicar algo, una dicotomía en ese hablar sin símbolos, hablar

66
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

en el ejercicio de una acción. Siguiendo a Dolto 1988 (como se citó


en Cohen Imach 2013) todo hecho de violencia tiene su génesis en
la ausencia de palabras para expresar un desacuerdo. Frente a esta
conflictiva, el sujeto no puede apelar a recursos simbólicos, y es el
cuerpo, en tanto objeto, el que mediatiza el triunfar, el aguantar y el
sufrir. En cuanto a la definición de violencia de género, la ONU plan-
tea que: Constituye una manifestación de relaciones de poder histó-
ricamente desiguales entre el hombre y la mujer que han conducido
a la dominación de la mujer y a la discriminación en su contra por
parte del hombre e impedido el adelanto pleno de la mujer, y que la
violencia contra la mujer es uno de los mecanismos sociales funda-
mentales por los que se fuerza a la mujer a una situación de subordi-
nación respecto del hombre” - Declaración de las Naciones Unidas
(1993) Según la Ley Nacional 26.485, la violencia de genero se defi-
ne como toda conducta, acción u omisión, que, de manera directa o
indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en
una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, in-
tegridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como
así también su seguridad personal. Quedan comprendidas las per-
petradas desde el Estado o por sus agentes. Se considera violencia
indirecta, a los efectos de la misma, toda conducta, acción omisión,
disposición, criterio o práctica discriminatoria que ponga a la mujer
en desventaja con respecto al varón. Asimismo, podemos conside-
rar la influencia del proceso de socialización sobre su incidencia,
por cuanto la violencia es entendida desde teorías psicosociológicas
como un aprendizaje en su entorno, el sujeto se ha visto rodeado de
estos patrones de conducta a lo largo de su historia, internalizán-
dolos, naturalizándolos. En esta misma línea, una tercera postura
nos habla también de la violencia como una forma de relación del
sujeto con el medio, tomando como punto de partida el informe de
la IV Conferencia de Beijing de 1995, por cuanto se origina en las
desigualdades, en una consideración devaluada de la mujer frente
a siglos de dominación masculina y en la existencia de una cultura
de violencia como medio para resolver conflictos. Pautar el sosteni-
miento de conductas culturalmente legitimadas, requiere establecer
algunos parámetros que influyen en su andamiaje. Se referirá a los
conceptos de estereotipos como materialización de la violencia sim-

67
bólica, y al concepto de género como escenario interceptado por el
patriarcado. En la base de toda conducta discriminatoria se encuen-
tran los estereotipos, entendidos como una visión esquematizada y
socialmente consolidada por la cual, como resultado de una cons-
trucción histórica-cultural, se asignan características, cualidades y
responsabilidades a un colectivo de personas, lo que responde a un
proceso de simplificación del mundo. En torno a la estructura social
que sostiene estas diferencias, “El sistema patriarcal se va reestruc-
trurando a través de las mutaciones social-históricas” (Meler, 2015).
Tomando como marco de referencia la Ley de Protección Integral
a las Mujeres, podemos definir a la violencia simbólica como “La
que, a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos
o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discri-
minación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación
de la mujer en la sociedad.” Ahondando un poco más en este tipo de
violencia, podemos decir que se reproduce partiendo de estructuras
rígidas y verticalistas que propician el establecimiento de roles es-
tereotipados y una marcada diferencia entre varones y mujeres. Por
su parte, el concepto de genero ha permitido comprender el modo
en que los sujetos han construido su sentimiento íntimo de femi-
nidad o masculinidad, y el modo en que esa construcción, que es a
la vez socialhistórica y biográfica, ha contribuido a configurar sus
deseos, sus valores e ideales y sus proyectos de vida (Meler, 2016).
Desde este lugar, se requiere abordar todos estos ejes, atento a que
dichas conductas son aprendidas e influenciadas por diferentes fac-
tores (individuales, sociales, familiares) y que, como tales, se pue-
den reaprender.

2. Dispositivo de abordaje – Construcción de nuevas


Masculinidades
Nuestro país cuenta con diversos dispositivos y protocolos de
actuación en torno a esta problemática, desde los tres poderes del
estado, a saber, el marco normativo que emana del sistema legis-
lativo, las políticas públicas que se configuran por el ejecutivo y la
regulación que tiene a cargo el sistema de justicia. Atento a ello, a su
vez puede ser trabajada tanto desde la contención y asesoramiento
a la víctima o victimas implicadas, como la atención al victimario.

68
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

En función de la sanción de la Ley de Prevención de Violencia de


Genero en nuestro país, se institucionalizaron dependencias a nivel
nacional a cargo de un abordaje victimológico dentro de esta línea,
tal como la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) dependiente de la
Corte Suprema de Justicia; así como a nivel provincial encontramos
organismos que además llevan a cargo tareas investigativas, de for-
mación y capacitación, de intervención y prevención, de abordaje de
dispositivos como por ejemplo la Ley Micaela y la interrelación de la
Educación Sexual Integral (ESI). Así también, existen organismos
dedicados a la atención de personas que ejercen violencia, y se toma
como referencia de este trabajo, el Equipo Técnico de Asistencia a
la Violencia, en la provincia de Santiago del Estero. El dispositivo
del E.T.A.V., deriva principalmente del posicionamiento que toma
el Poder Judicial de la provincia en torno a políticas de prevención
y erradicación de la violencia de género, dentro de las cuales, dando
lugar a la Ley 26.485, de Protección Integral para prevenir, sancio-
nar y erradicar la violencia contra las mujeres, en su artículo 10°, in-
ciso 7, refiere a Programas de reeducación destinados a los hombres
que ejercen violencia. Atendiendo a la complejidad desde la que re-
sulta el planteamiento de este fenómeno, se requiere de un abordaje
multidisciplinar del mismo para poder intervenir y trabajar en su
prevención. Si bien este trabajo se centrará en la praxis psicológica
del ETAV, se debe reconocer que la dinámica de atención dentro del
Poder Judicial, también se acompaña del diálogo con profesionales
del campo del derecho, del trabajo social, así como el intercambio
necesario con funcionarios y magistrados. Siguiendo esta línea, es
preciso tomar partido como profesionales en el área de salud men-
tal para generar intervenciones desde el campo jurídico que acom-
pañen las herramientas coactivas que emanan del sistema jurídico.
Tal es así que se plantea un abordaje asistencial, que tiene como
objetivo la reeducación de los agresores en violencia de género,
apuntando a la deconstrucción de discursos patriarcales, que pueda
ahondar en su historia de vida, así como la prevención de delitos
en la configuración de la familia, que interpele las construcciones
sobre el vínculo de pareja, la problemática del género y los modos
de comunicación aprehendidos. En función de las estadísticas que
lleva adelante la oficina, en la mayoría de los casos, se visibiliza que

69
en actitudes tales como la obediencia, el castigo o el maltrato, es
que se comienza a gestar y propagar la violencia de género. En esta
línea Cohen Imach (2013), refiere que estos delitos de género tienen
como factor común, el abuso de poder o de la autoridad, que se ins-
taura día a día a través de diferentes mitos y estereotipos sociales
acerca de estos vínculos. Teniendo en cuenta que nos encontramos
inmersos dentro de una cultura patriarcal, constantemente se re-
producen actitudes, roles, prejuicios y estereotipos que responden
a mandatos de una masculinidad tradicional, que acrecienta la des-
igualdad entre los géneros, siendo la mujer quien se encuentra su-
brogada y desvalorizada, mientras que los varones se posicionan en
una constante búsqueda de dominio y control. Así, la Convención
sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación sobre
la Mujer (1985), define la discriminación como toda distinción, ex-
clusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o por
resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio
por la mujer, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de
los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esfe-
ras política, económica, social, cultural y civil. Intervenir sobre las
diferentes formas de discriminación a la que acude la mujer en los
ámbitos en donde se desarrolla, circunscribe un desafío disciplinar.
Al respecto del sujeto violento en su singularidad subjetiva, Espi-
nosa, García y Capetillo (s/f), plantean en este sentido que: Si bien
habla de sí, habla también de su contexto. Por lo que la regulación
de la violencia ha de ser sostenida a nivel social por instancias o ins-
tituciones fincadas en una estructura que permitan la contención de
la agresividad misma, cuya aplicación sería que a través de la ley y
su función reguladora contenga la agresividad que se manifiesta en
expresiones de violencia (s/p). En línea con la propuesta del ETAV,
cabe señalar una distinción fundamental, en torno al abordaje men-
cionado previamente, y tiene que ver con la concepción del sujeto
de intervención, sobre el que se encauza este abordaje, en la con-
cepción estructural del profesional psicólogo, y es la que concierne
entre diferenciar los constructos “hombres violentos” y “hombres
que ejercen violencia”, por cuanto en palabras de Sanz, M. E. (2015),
la primer categoría cataloga el problema como una cuestión del “ser
masculino”, de identidad y, por tanto, aparentemente ajeno a una

70
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

responsabilidad propia. Contrastando con ésta, la segunda catego-


ría en cuanto a la insistencia de “hombres que ejercen violencia”,
supone una propuesta en la que se incluye la violencia como un pro-
ceso aprendido, no ya de identidad. Este señalamiento posibilita un
cambio de posicionamiento subjetivo en tanto que pueden reapren-
derse nuevos modos de vinculación en la pareja, la familia y con los
otros sociales.

3. Intervención en situación de ASPO y DISPO


La propagación del Covid-19 en nuestro país, nos arribó a nuevas
formas de relacionarnos en los diversos estamentos del sistema so-
cial, por lo que también los vínculos, la organización familiar, y las
instituciones debieron adaptarse a las medidas de distanciamiento
social, preventivo y obligatorio. Un reflejo de esto lo encontramos
en los escritos de Padilla Araujo (2021), “La coyuntura sanitaria
(…) junto a la virtualidad e internet, instauraron lo remoto como el
rasgo del momento”. Por otra parte, las estadísticas de organismos
oficiales revelan el anverso de esta realidad virtual, por cuanto “En
contextos de emergencia aumentan los riesgos de violencia contra
las mujeres y las niñas, especialmente violencia doméstica, debido
al aumento de tensiones en el hogar y pueden también aumentare
el aislamiento de las mujeres”, (Género y el Covid19 en América La-
tina y el Caribe, ONU Mujeres, 2020). Así mismo, este informe de
ONU Mujeres (2020), revela que las consecuencias económicas de
la pandemia pudieron generar barreras adicionales para a la hora de
dejar una pareja violenta (…)”. Lo que nos arriba a pensar las formas
en que estas tenciones aumentaron a raíz del ASPO. En este sentido,
el ETAV se encauzó en el desafío de duplicar su campo de acción,
dado que el contexto así lo requería, adaptando su sistema de aten-
ción en la modalidad remota, lo que implicó que los profesionales
puedan desarrollar sus tareas en función de flexibilidad de espacios
de actuación, por fuera de la institución tribunalicia, así como la uti-
lización de las nuevas tecnologías, lo que abrió paso al interrogan-
te, ¿cómo sostener un abordaje psicológico desde esta virtualidad
a la que fuimos sometidos? El proceso de reeducación, así definido
como proceso implica una dinámica específica. Es preciso delimitar
que en este caso se trata de un espacio jurídico, por lo tanto, la de-

71
manda está mediada por el sistema judicial, y la persona es derivada
por oficinas tales como OMAS – Oficina de Medidas Alternativas y
Sustitutivas a la Prisión Preventiva, Oficina de gestión de Audien-
cias – OGA Genero, Juzgados de Género, Juzgado de Ejecución
Penal, Ministerio Publico Fiscal, Ministerio Publico de la Defensa,
entre otros. En este sentido, y a los fines descriptivos del trabajo, se
delimitarán 2 etapas del proceso referido, destacando que forman
parte de un continuum entre sí. Entonces, la estructuración que ma-
terializa la reeducación buscada consta de una etapa “asistencial”,
donde se establece el encuadre, atento a la presentación del profe-
sional, donde se explican los objetivos que justifican su derivación,
se hace hincapié en las medidas cautelares, y sobre todo, se propicia
el establecimiento de un buen rapport como medio de vencer la re-
sistencia propia del curso de una medida judicialmente impuesta.
Se pretende desactivar los mecanismos de enojo y agresión desde la
mirada del poder y del machismo, es decir que este proceso implica
que los sujetos relaten sus historias de vida, tratando de lograr que
reconozcan la problemática que los aqueja y los posiciona frente a
esta instancia. Se trabaja también con estrategias y consignas que
buscan abordar la problemática de violencia, en torno a su conoci-
miento, internalización y reflexión de lo aprendido a partir de pen-
sar en como se vinculaban con el entorno de forma tal que los llevó
a una denuncia penal, en violencia intrafamiliar o violencia de gé-
nero. La segunda parte del mismo está relacionada más bien al sos-
tenimiento de lo aprendido, desde la motivación al cambio, a partir
del reconocimiento de su responsabilidad en su historia de vida, y
se espera ver como se configura actualmente los nuevos modos de
masculinidad y femineidad aprendidos, por fuera de las pautas tra-
dicionales. Siendo que, a los fines de esta praxis, y entendiendo que
según Bleger (1971), el sujeto es quién configura el espacio de la en-
trevista, de acuerdo a los tiempos de su subjetividad, pueden variar
la cantidad la cantidad de entrevistas, se puede arribar a un prome-
dio de duración que ronda entre los 6 meses a un año. Ahora bien,
en torno a la adaptación que debió llevar adelante el ETAV frente al
Decreto del Poder Ejecutivo nacional, que determinó el ASPO y pos-
teriormente DISPO en Argentina, fue propicio acordar como oficina
un protocolo de atención, configurando lineamientos de trabajo que

72
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

respeten en primera medida la jornada laboral, con la posibilidad de


horarios flexibles para los profesionales, como así también conside-
rando un margen para la atención según la posibilidad del asistido.

Esta protocolarización estableció:


● Seguimiento de todos los casos en curso, arbitrando medios
para conseguir el contacto telefónico de los mismos.
● Establecimiento de un sistema de recepción y distribución de
nuevos oficios.
● La atención telefónica como recurso para el desarrollo de las
entrevistas. o Cada asistente (psicólogo del ETAV), se encarga de
acordar los turnos con sus respectivos asistidos, quiénes deben es-
tar atentos a la espera de la llamada, realizando hasta un máximo
de cuatro/cinco intentos en diferentes oportunidades en caso de no
responder, evaluando los motivos de los mismos; caso contrario se
informaba el incumplimiento de la medida cautelar a la oficina de-
rivante. Esto a su vez, en algunos casos pone en juego la respon-
sabilidad y el compromiso de los asistidos, al no ser ellos quienes
busquen contactarse.
● Reuniones de supervisión de casos, a través de una platafor-
ma virtual, mediante la cual se desarrolla un seguimiento y
se proponen líneas de acción, especialmente en casos que se
tornan complejos.
● Adaptación de un sistema virtual de envío de informes a las
oficinas correspondientes.
● Ampliación de red de telefonía dentro de la oficina por parte
del Poder Judicial, para el desarrollo de entrevistas telefóni-
cas, mediando el DNU proclamando el distanciamiento social
preventivo y obligatorio, que propició la división de los psicó-
logos en burbujas.
● Las estadísticas del ETAV dentro del período enero a julio 2021,
dan cuenta de un total de 305 casos derivados para iniciar el
proceso.

CONCLUSIÓN
A partir del desarrollo esbozado, se evidencia que las prácticas
psicológicas en el campo jurídico van más allá de la intervención es-

73
trictamente punitiva cumpliendo también una función preventiva.
En este sentido las estadísticas referidas, vienen a dar cuenta de la
gran demanda del abordaje del ETAV dentro del Poder Judicial de
la provincia, como un medio para hacer frente a la problemática de
violencia intrafamiliar y violencia de genero. La violencia hacia la
mujer en la actualidad se plantea como una pandemia debido a los
altos índices de casos proporcionados por los organismos oficiales,
y se puede inferir que las características esenciales que refleja esta
problemática son la asimetría de poder entre los géneros y los rasgos
estructurales sociales que definen las identidades y relaciones entre
los géneros. El abordaje que nuestro país realiza ante la violencia de
genero toma en cuenta los tres poderes del Estado, discriminando
el marco normativo que emana del sistema legislativo (constituido
por tratados internacionales, leyes nacionales y provinciales), las
políticas públicas que se configuran por el ejecutivo y la regulación
que tiene a cargo el sistema de justicia. La ley nacional 26.485 con-
templa en su Art. 10 la importancia de los programas de reeduca-
ción destinados a aquellas personas que ejercen violencia donde los
objetivos primordiales se dirigen a la deconstrucción de estructuras
y discursos patriarcales, como también a la prevención de delitos de
violencia de género y violencia doméstica. Sobre los avatares que
enfrenta la modalidad remota en el abordaje de personas que ejer-
cen violencia, configura como síntesis de su aplicabilidad, que si es
posible desarrollar el proceso asistencial y de reeducación, con algu-
nas limitaciones, derivadas de los dispositivos telefónicos, la señal
y el internet. Así también se visibiliza que es una alternativa óptima
para hacer frente a la emergencia sanitaria, evitando la prolifera-
ción de contagios por el traslado de personas a la oficina, aunque
no permanente, justamente por las mismas desventajas. Así mismo,
puede considerarse a la asistencia telefónica como una herramien-
ta para optimizar la continuidad del Proceso, en tanto las medidas
sanitarias permitan la atención presencial, en aquellas personas
con domicilio en el interior. Desde este lugar, como profesionales
psicólogos, estamos llamados por la reigambre de la profesión en
línea con la ética que le es inherente, a considerar el rol dentro del
abordaje en las instituciones de justicia, aproximándonos a un otor-
gamiento de la palabra, posibilitando la emergencia del sentido, que

74
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

está en la praxis misma este requerimiento de condición para lo que


es convocado. Entonces, el dispositivo erigido por el ETAV hace pre-
ciso desde la intervención de los profesionales de la salud mental,
en injerencia a esta responsabilidad frente al sujeto destinatario de
la intervención, aquella persona que ejerce violencia, se determine
un abordaje y una lectura en esos términos desde la dimensión de la
singularidad, posibilitando la emergencia de la subjetividad interpe-
lada, habilitando la posibilidad de hablar, reflexionar y cuestionar los
patrones de conductas adquiridos e internalizados, y a partir de ello,
lograr poner en palabras aquello que comunicaba a través de conduc-
tas violentas, reconstruir su historia de vida, y generar un compromi-
so de cambio, desde el reconocimiento de su responsabilidad.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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nostico”. Bs As: Paidós. Degano, J. (2017).
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cas en las instituciones jurídicas. Anuario de investigaciones, XXIV. Del
Popolo, Juan, H. (1996). Psicología Judicial. Mendoza: Ediciones Jurí-
dicas Cuyo. Espinosa, García y Capetillo (s/f). Psicoanálisis y violencia
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PB.pdf https://psicoanalitica.uv.mx/index.php/Psicoanalitica/article/
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• Construir puentes en psicología jurídica: reflexiones acerca del queha-
cer pericial. Bs. As: Ediciones JVE. Ley Nacional N° 26.485 (2009).
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contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones in-
terpersonales. 1 de abril de 2009. D.O. No. 31632. Meler, I (2016).
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M. (2016) Violencia y radicalización. Una lectura del odio en psicoaná-
lisis. Olivos: Grama Ediciones. ONU Mujeres (2020).

75
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• Violencia de género: un problema de derechos humanos. CEPAL. Sanz,
M. E. et al (2015).
• Violencia masculina en Argentina. Bs. As: Ed. Dunken. Sosa Padilla
Araujo, A, et al (2021).
• Estúpido y sensual amor. La pasión amorosa es un afecto que engaña.
Bs As: La Docta Ignorancia.

76
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

“Atención de Víctimas de Violencia de Género y Sexual


durante la Pandemia en la Provincia de Tucumán”
“Notas y consideraciones para la construcción
de un abordaje posible”

Augusto Sosa Padilla Araujo


Psicólogo. Oficina de Asistencia a Víctimas de Delito. Tucumán.

Introducción
La Pandemia por el Covid 19 modificó la vida, tal como la cono-
cíamos. De un día para el otro no se pudo salir, dada la presencia de
un enemigo invisible que no discriminaba en su ataque. Esta impo-
sibilidad con el exterior exigió a los sujetos volcarse a lo interior de
nuestras casas, familias, sí mismo.
Al principio del ASPO (Aislamiento social preventivo y obligato-
rio) se advertía un cálculo colectivo equilibrado con esfuerzos indivi-
duales. Aplausos desde los balcones, consignas solidarias en las redes
sociales, etc. Curioso es el ser humano, pues de sus obras siempre se
ve el esplendor al inicio, más el tiempo siempre lo degrada.
En el contexto de la pandemia, la administración de justicia no
estuvo ajena a la suspensión social. Al principio estuvo paralizada,
como toda la sociedad, sin embargo, con el correr de los días se fue
organizando para retornar en su servicio. Como se podrá advertir
más adelante, si bien el Covid alteró y modificó la vida, los delitos
de violencia (sexual, de género) no disminuyeron, sino incluso se
potenciaron.
Ante esta situación, la atención de las víctimas de estos delitos
se volvió una cuestión prioritaria. ¿Qué abordaje es posible, en un
escenario donde prima la virtualidad y la atención remota?
A los fines de responder la pregunta precedente, primero se rea-
lizarán ciertas definiciones conceptuales que permiten orientar el
texto. Luego se presentarán datos sobre los casos de violencia du-
rante el año 2020, se describirá la atención de víctimas de delitos
en la Provincia de Tucumán, culminando con reflexiones sobre la
metodología de trabajo en el contexto actual.

77
Desarrollo
Definiciones
Respecto al Abuso Sexual en la Infancia, se debe advertir que
es un fenómeno complejo que exige un abordaje y respuesta integra-
les. Asimismo, a raíz de la dificultad intrínseca que plantea, es muy
fácil caer en lugares comunes a la hora de pensarlo. Por este motivo,
considero fundamental despejar algunas cuestiones que pueden in-
ducir a errores y lograr, por otro lado, construir una definición que
brinde herramientas clínicas y conceptuales sobre el tema.
En este punto, Irene Intebi (2018), hace el siguiente recorrido:
- El ASI NO es sinónimo de violación: la segunda se caracteri-
za por la imprevisibilidad y utilización de la fuerza física, mientras
que en el ASI el observableclínico es la existencia previa de un vín-
culo de confianza, de autoridad o de poder desde el cual se abusa. La
autora refiere que la victimización es “un proceso gradual de sexua-
lización de los vínculos preexistente que comienza sin previo avi-
so”; siendo crónico, repetido y a partir de un proceso de intromisión
gradual en la intimidad de la víctima. La violación, en cambio, suele
presentarse como un episodio único, violento e impredecible;
- El ASI NO es sinónimo de incesto: la distinción recae entre
los ASI intrafamiliares, donde el agresor es miembro de la familia, y
extrafamiliares, realizadas por personas ajenas al grupo familiar. En
este sentido, Intebi adscribe a la denominación de incesto en aque-
llos actos abusivos ocurridos entre familiares que, por las pautas so-
cioculturales y las leyes de un determinado grupo social, no tienen
permitidas las relaciones sexuales ni a los vínculos de parejas;
- El ASI NO es sinónimo de penetración genital: el ASI no se
reduce a la penetración, sino que incluye actos sin contacto físico
como comentarios, exhibicionismo del agresor y de material porno-
gráfico, voyeurismo; o también otros contactos físicos, por ejemplo,
tocamientos y frotamientos, estimulación de genitales, penetración
con objetos, masturbación del adulto y/o de la víctima;
- El ASI NO ocurre únicamente entre un NNyA y un adulto:
esta indicación refiere a los casos en los que el agresor no es un adul-
to, sino abusos cometidos por adolescentes. Según la autora, estos
pueden representar desde el 25% al 40% del total de las agresiones;
- El ASI NO es algo que cometan solo los varones: Intebi se-

78
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

ñala que las agresiones sexuales realizadas por mujeres a NNyA re-
presentan entre un 10% y 15% de los casos notificados. Asimismo,
indica algunas dificultades en el registro de estos casos, las cuales
obedecen a estereotipos de género, mayor vergüenza su revelamien-
to y que las mujeres tienen mayor permisividad y más oportunida-
des para tener contacto físico con los niños a su cuidado.
- Contar con pruebas de que ha ocurrido un ASI NO garantiza
el castigo: el proceso penal no siempre avanza según las necesidades
de reparación que pueden tener las víctimas, es decir, por un lado,
está el tiempo del proceso (que requiere de la reunión de pruebas,
identificación del agresor, derecho a la defensa, etc) y, por el otro, el
tiempo subjetivo de la víctima. Este punto es esencial, debiéndose
considerar que las dificultades del proceso no deben llevar necesa-
riamente a considerar que el ASI no existió, sino a pensar y elaborar
instrumentos que permitan a la víctima el acceso a la Justicia. Ade-
más, a la par del proceso penal se pueden dictar medidas de protec-
ción, las que dependen de los servicios específicos.
A partir de estas distinciones aportadas por la autora, podemos
advertir entonces:
El ASI como la involucración de un NNyA en actividades sexua-
les que no llega a comprender totalmente, a las cuales no está en
condiciones de dar consentimiento informado y que transgreden las
leyes o restricciones sociales. Éste se manifiesta en actividades en-
tre un niño y otra persona que, por su edad o por su desarrollo, se
encuentra en posición de responsabilidad, confianza o poder. Estas
actividades - cuyo fin es gratificar o satisfacer las necesidades de
la otra persona- abarcan pero no se limitan a la inducción a que
un niño se involucre en cualquier tipo de actividad sexual ilegal, la
explotación de niños a través de la prostitución o de otras formas
de prácticas sexuales ilegales y la explotación de niños en la produc-
ción de materiales y exhibiciones pornográficas.
Por otro lado, estará la Violación. La violación será circuns-
cripta al abuso sexual en la edad adulta; caracterizada por el uso
de la imprevisibilidad y utilización de la fuerza física, conteniendo
un componente aleccionador que va del victimario dirigido hacia la
víctima. De esta forma, se aísla a la violación como crimen de po-
der, términos que propone Rita Segato. Es importante señalar que

79
la búsqueda de aleccionar a la otra sexualidad o corporalidad hace
que la violación sea el crimen de poder más ejemplificador. En “Las
estructuras elementales de la violencia” (2010), Segato afirma que
la violación puede ser entendida como castigo o venganza contra
una mujer (entendido como el otro sexo) que salió de su lugar, de
su posición de subordinada. El abandono de lugar está vinculado a
la mostración de signos de una socialidad y sexualidad autónoma,
lejos de la protección activa de otro hombre. “La violación se percibe
como un acto disciplinador y vengador contra una mujer genérica-
mente abordada” (Segato, 2010, pág. 31). Asimismo, la otra cara del
crimen de poder está situado del lado de una masculindad fragiliza-
da: el agente violento reconfirma su estatus, su masculinidad en la
comisión de su acto. La singularidad de esta situación es que el acto
está realizado también para otros: es el caso del ejercicio violento en
grupo, en donde los integrantes de “la manada” otorgan un estatus
de masculinidad al agente violento.
En cuanto los delitos de Violencia de Género, se deben desta-
car el trasfondo normativo que rige al respecto: Ley de Protección
contra la Violencia Familiar (n° 24.417), Ley de Protección Integral
para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer en
los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales (n°
26.485), Ley de Femicidio (n° 26.791), como también la Convención
interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia
contra la mujer (Convención de Belem do Pará).
En este asunto, se debe remarcar que las leyes 26.845 y 24.417
no legislan en materia punitiva. Para tal efecto, se encuentra la Ley
26.791, la cual introduce una modificación el Código Penal, precisa-
mente el artículo 80 (homicidio); articulándose la violencia de gé-
nero y doméstica.
En la lectura de la Ley 26.791 se advierte que la reclusión será
perpetua cuando se matare al ascendiente, descendiente, cónyuge,
ex cónyuge, o a la persona con quien se haya mantenido una rela-
ción de pareja. Por otra parte, en su inciso 4, también se incluye
la circunstancia de que el acto se realice por placer, codicia, odio
racial, religioso, de género o a la orientación sexual, identidad de gé-
nero o su expresión. Asimismo, se agregan los incisos 11 y 12 al men-
cionado artículo que especifican el agravamiento de la pena cuando

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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

se mate a una mujer y el hecho sea perpetrado por un hombre con


violencia de género mediante, y al que matare con el propósito de
producir sufrimiento a una persona con la que se mantiene o ha
mantenido una relación en los términos ya mencionados, respecti-
vamente. Desde la letra de esta Ley, se advierte entonces que la vio-
lencia de género y doméstica se incluyen el Código Penal no como
actos típicos, sino como circunstancias que califican tipos legales ya
existentes.
En función del contenido legislativo mencionado, deviene impor-
tante reflexionar que los legisladores al definir “violencia de género”
habrían entendido que estaría circunscripta a la violencia contra la
mujer, y no a la dirigida contra el género masculino. En consecuen-
cia, habría que entender que cuando se habla de violencia
de género, se refiere a violencia contra la mujer perpetra-
da por razón de su género. A esta definición del legislador, ha-
bría que agregar: el marco de una relación patriarcal natura-
lizada, realizada por un sujeto hegemónico normativizado
contra Otras corporalidades y sexualidades, donde la vio-
lencia es un instrumento aleccionador y disciplinador.
Por último, resulta necesario definir qué es una Víctima. Pro-
visoriamente, se puede decir que víctima es la persona que sufre o
padece las consecuencias de un hecho delictivo. En este sentido, se
pueden diferenciar víctimas directas (el afectado que padeció en sí
misma el delito) y víctimas indirectas (personas ligadas, familiares
por ejemplo). Otra cuestión a despejar es la Victimización, que
se refiere al impacto directo del delito sobre la víctima, como a las
consecuencias sociales, judiciales u otras que se produzcan con pos-
terioridad. Las consecuencias, a su vez, pueden ser primarias, re-
sultadas del hecho delictivo propiamente tal y que afectan las áreas
psicológicas, físicas, laborales, etc.; y secundarias, aquellas que se
producen cuando la víctima afronta una nueva situación de vulnera-
ción de sus derechos, ligadas principalmente al acceso a la justicia,
tratos irrespetuosos de parte de los operadores estatales, etc.
Situaciones de violencia durante el Aislamiento Social Preventivo
y Obligatorio La información brindada por la línea 144 es elocuente.

81
En la imagen precedente, se puede advertir claramente que las
denuncias aumentaron significativamente desde el mes de Abril (en
Marzo del 2020 se decreta el ASPO), sosteniéndose el aumento en
los meses siguientes. Este primer panorama demuestra que la irrup-
ción del ASPO estuvo acompañado por mayor número de denuncias
por situaciones de violencia.

82
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Asimismo, el promedio diario de denuncias aumentó sensible-


mente durante los meses del Aislamiento más duro. Se advierte el
pico durante el mes de Abril, con 326 denuncias diarias, mientras
que en el mes de Marzo fueron de 267, apenas una más respecto al
mes de Febrero.

A través de la línea 144, en Tucumán se hicieron 557 intervencio-


nes por Violencia de Género, lo cual constituye el 3% a nivel nacio-

83
nal, ocupando el 5° puesto junto a la Provincia de Córdoba. Adelante
se encuentran la Provincia de Buenos Aires, la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, la Provincia de Santa Fe y la Provincia de Mendoza.

En el gráfico precedente, se advierte claramente cómo durante el


ASPO se produjo un aumento de denuncias por situaciones de vio-
lencia. Desde la muestra realizada (del 20 de marzo al 31 de agosto
del 2020), hubo un aumento del 20% de denuncias efectuadas.

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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Por último, quizás el gráfico más ejemplificador: en comparación


a los mismos meses del año anterior, hay aumentos sumamente sig-
nificativos, con la particularidad de que durante el mes de Marzo,
hay más denuncias en el año 2019 que en el 2020. Entonces, surge
de manera notable la incidencia de la Pandemia y el ASPO en las
situaciones de Violencia de Género.
Por último, para terminar este apartado con datos más actualiza-
dos y sensibles a la Provincia de Tucumán, destacar que del informe
estadístico de la Oficina de Violencia Doméstica de la CSJT surge un
aumento significativo, casi del 50%, entre las denuncias tomadas
comparando el 2019 y el 2020.

Oficina de Asistencia a Víctimas de Delitos


La Oficina de Asistencia a Víctimas de Delitos (OAVD) tiene un
papel preponderante en la administración de justicia penal en la
Provincia de Tucumán. Esta situación obedece a la letra del Código

85
Procesal Penal vigente desde setiembre del 2020. En este digesto, se
destaca principalmente los artículos 83, 225 y 227.
El artículo 83 consigna cuales son los derechos de las víctimas
que afrontan un proceso penal; rescatando el trato digno y respe-
tuoso para tratar de reducir las molestias derivadas del proceso, el
respeto a su intimidad y la posibilidad de requerir medidas de pro-
tección para su seguridad y la de sus familias.
El artículo 225, refiere a las particularidades que se deben con-
siderar para tomar la declaración a víctimas de delitos contra la in-
tegridad sexual y de violencia. Mientras que el artículo 227, refiere:
“Tratándose de víctimas o testigos de abusos físicos o sexuales
que fueren niñas, niños, adolescentes o se trate de personas que pa-
decieren una disminución de su capacidad mental o intelectual, o
víctimas de delitos contra la integridad sexual, su testimonio se re-
cibirá mediante una única entrevista de declaración testimonial que
será dispuesta por la fiscalía, a fin de evitar la victimización secun-
daria o revictimización y asegurar la obtención de pruebas válidas
para la investigación y el juicio. (…) La entrevista de la declaración
testimonial se llevará a cabo por profesionales pertenecientes a la
Corte Suprema y mediante el uso de la cámara de observación por
sistema de circuito cerrado de televisión o mediante el uso de Cáma-
ra Gesell. (…) A los fines de evitar la generación de victimi-
zación secundaria en este tipo de procesos, el Fiscal con-
vocará a la Oficina de Atención a las Víctimas a los fines
de que tome contacto con la víctima o al testigo a los fines
de que le puedan explicar de qué se trata la declaración, el
procedimiento que se seguirá y el tiempo que aproximada-
mente demorará. Especialmente si se tratan de niña, niño
y adolescente o persona que padeciere una disminución
de su capacidad mental o intelectual, se usará el lenguaje
adecuado a su edad y desarrollo. A la vez, al tomar cono-
cimiento de su estado emocional y las eventuales caracte-
rísticas que posee, podrá informar a las partes, de manera
verbal, en la audiencia preliminar sobre su conveniencia y
condiciones en que debería realizarse.”
Esto se articula con otro instrumento, el “Protocolo interinsti-
tucional para la atención de niños, niñas y adolescentes víctimas o

86
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

testigos de abuso sexual infantil o violencia”; que establece normas


prácticas para el abordaje y la investigación de ASI y los delitos de
violencia. Hasta Setiembre del año 2020, el Protocolo era un ele-
mento anexado a las disposiciones del Código Procesal Penal de Tu-
cumán, en virtud de lo ordenado por la Corte Suprema de Justicia
de Tucumán. Ahora bien, en la fecha mencionada anteriormente,
entró en vigencia en toda la Provincia el Nuevo Código Procesal Pe-
nal (Ley 8.933), en donde se incorpora las partes pertinentes del
Protocolo en su Letra.
En los años previos al 2015, durante la Investigación Penal se
realizaban prácticas que no eran acordes a los principios y están-
dares que resguardan a las infancias. Su advertencia hizo necesario
la formulación del Protocolo y, posteriormente, su incorporación al
NCPP. Estas normas no solo observan los derechos de las víctimas,
sino también las del imputado, en materia de producción de prue-
bas. Se destaca entonces el carácter esencialmente investigativo, y
el espíritu de protección de los derechos de la víctima y del acusado.
Actualmente, dada la coexistencia del Régimen Conclusional (Fuero
Penal específico para aquellos casos iniciados antes de Setiembre
del año 2020) previsto por la Corte Suprema de Justicia, y el NCPP,
el Protocolo sigue siendo operativo (El NCPP introduce cuestiones
que sólo hacen a las actuaciones de los operadores durante el pro-
ceso penal, para lo demás se sigue considerando lo manifestado por
el Protocolo).
Este marco jurídico (Nuevo Código Procesal Penal, Régimen
Conclusional, Protocolo interinstitucional para la atención de niños,
niñas y adolescentes víctimas o testigos de abuso sexual infantil o
violencia), constituye el suelo sobre el cual la OAVD se erige. En este
punto, su intervención es muy específica: tomar contacto con las
víctimas en vista de la Declaración Testimonial. Esta delimi-
tación, si bien tiene alcance operativo, es solamente normativa ya
que la OAVD extiende su abordaje a otras esferas (acompañamiento
en audiencias, articulaciones con dispositivos de salud, entre otros).
Respecto a la Declaración Testimonial, cabe remarcar que ello
es un acto muy singular. La intervención de la OAVD, previa a la
medida de Entrevista de Declaración Testimonial, se realiza a fin de
informar sobre el encuadre de la EDT, detectar dificultades y faci-

87
litadores, para establecer si es que se encuentran dadas las condi-
ciones para que se realice la Entrevista. Esta intervención constitu-
ye un análisis preliminar y provisorio, sin perjuicio del que realice
oportunamente el profesional que lleve a cabo la EDT durante la
Audiencia Preliminar.
Ahora bien, ¿cuál es la naturaleza de estas intervenciones? ¿A qué
necesidad obedecen? No son preguntas ociosas, sino que se debe te-
ner claro que el interés está centrado en que el remedio no sea más
lesivo que la enfermedad. Se considera que las personas víctimas
de un delito contra la integridad sexual, de abuso físico, o NNyA y
personas con discapacidad mental o intelectual, presentan mayor
vulnerabilidad y las intervenciones requieren de mayor cuidado. En
consecuencia, debe propiciarse un abordaje pensado y calculado en
pos de la persona con la que se trabaje.
La Entrevista de Declaración Testimonial es la medida propia-
mente dicha; llevada a cabo, en esta Provincia, por un psicólogo del
Gabinete de la Corte Suprema de Justicia. Una vez establecidas las
preguntas en la planificación previa, constatado que la persona en
cuestión podrá afrontar la medida, se procede a su realización.
Lo precedente lleva a otra cuestión central: ¿qué es declarar? De-
clarar no es hablar. Por ejemplo, un niño de tres años, que haya
recibido mucha estimulación en su grupo familiar, puede hablar
muy bien, pero ¿podrá precisar en tiempo y espacio su vivencia de
cómo un tercero abuso intrusiva y violentamente su cuerpo? La de-
claración como prueba apunta a obtener, en el relato de la víctima,
cómo, cuándo, dónde y quién hizo un determinado acto.
Entonces, declarar no es poder hablar, sino poder expre-
sar las coordenadas temporales y espaciales de un hecho
o acto que se investiga, juntamente con la indicación del
agente que lo hizo. En todo ello se juegan, imprescindiblemente,
funciones psíquicas que, llegado al caso, se podrán apoyar mediante
el uso de tecnologías adecuadas, siempre que no se contamine el
relato, como el caso de los niños más pequeños, discapacidades in-
telectuales o mentales, etc.
Este orden de ideas, permite pensar un abordaje posible en el
escenario de la virtualidad, la pandemia y la distancia.

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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Asistencia a Víctimas durante la pandemia: reflexiones teóricas y


relato de una experiencia
En el marco de la emergencia sanitaria, como se habrá visto, los
delitos no cesaron. A raíz de ello, desde la OAVD se abordaron los
casos mediante comunicaciones telefónicas en sus distintas moda-
lidades (mensajes de Whatsapp, videollamadas, llamadas telefóni-
cas). Este tipo de intervención produjo sin dudas mayor celeridad
para el contacto. Asimismo, se realizan articulaciones con referen-
tes de otras instituciones locales, como los CAPS, Dirección de Fa-
milia, Observatorios, etc.
Al principio del texto, se definió a la víctima como la persona que
es afectada por el delito. En este momento, esa definición resulta
insuficiente. El psicoanálisis, marco teórico al que adhiero, no con-
templa a la “víctima” dentro de su vocabulario, tampoco al término
“violencia”. En consecuencia, hay que construirlos.
El vocablo violencia puede encontrarse en Freud en la obra “El
porqué de la guerra” (1993). En este texto Freud responde una carta
que le escribe Einstein, quien consulta las razones que lleva al géne-
ro humano al campo de batalla. Freud, de acuerdo a la traducción de
Biblioteca Nueva, escribe “Comienza usted con la relación entre el
derecho y el poder: he aquí, por cierto, el punto de partido más ade-
cuado para nuestra investigación. ¿Puedo sustituir la palabra “po-
der” por el término, más rotundo y más duro, “fuerza”? Derecho y
fuerza son hoy para nosotros antagónicos, pero no es difícil demos-
trar que el primero surgió de la segunda, y retrocediendo hasta los
orígenes arcaicos de la Humanidad para observar cómo se produjo
este fenómeno, la solución del enigma se nos presenta sin esfuerzo.”
(p.3207)
Ahora bien, en la traducción realizada por Amorrortu surge: “¿Es-
toy autorizado a sustituir la palabra “poder” por “violencia” (Gewalt),
más dura y estridente? Derecho y violencia son hoy opuestos para
nosotros” (Freud, 2012, pág. 187/188). Freud entabla el vínculo exis-
tente entre violencia (fuerza) y derecho, tal el desarrollo propuesto
por la filosofía contractualista, principalmente por Hobbes.
Por parte de Lacan, en el Seminario 5 se encontraría lo que se po-
dría considerar como la única definición clara de lo que él entiende
por violencia: “No es la palabra, incluso es exactamente lo contra-

89
rio. Lo que puede producirse en una relación interhumana es o la
violencia o la palabra” (Lacan, 2003, pág. 468). Esta definición que
parece simple, abre muchas cuestiones a desarrollar.
En primer lugar, advertir nuevamente que la violencia no es un
concepto propiamente analítico. Vale destacar que Silvia Bleichmar
(2011) sitúa en cambio la pertinencia de los pares agresión-agresi-
vidad y sadismo-pulsion de muerte como propiamente analíticos.
En la definición del párrafo precedente, se advierte que la violencia
aparece como fenómeno relativo a lo humano, en tanto es el único
viviente que habría accedido a la estructura de la palabra. Entonces,
se podría pensar que la violencia pertenece al drama humano en
tanto accedió al lenguaje, y se produce cuando no impera la palabra.
Ahora bien, si la violencia es lo contrario a la palabra y si prescinde
de ella, es imposible de reprimir, en tanto sólo se puede reprimir lo
que accedió a la estructura de la palabra.
Retomando la definición lacaniana, la violencia estaría vinculada
con la agresión, lo cual no es lo mismo que la agresividad. En el es-
crito “La agresividad en psicoanálisis” (2005), Lacan refiere que la
agresividad se manifiesta en una experiencia que es subjetiva por su
constitución misma, es decir, pertenece al campo del lenguaje. En la
tesis II del mismo escrito sostiene que la agresividad es dada como
intención de agresión; afirmando que la intención podrá ser leída en
su sentido simbólico en sus síntomas, en las fallas en el discurso; lo
que permitiría pensar a la agresividad como interpretable. Mientras
que la agresión sería del orden behaviourista, de una conducta po-
sible de ser medida.
Otra herramienta conceptual para pensar la violencia es la pul-
sión de muerte. La agresividad debe pensarse como experiencia
subjetiva y correspondería a una tensión intersubjetiva, mientras
que la pulsión de muerte está más allá del principio de placer. Se-
ñala Bleichmar (2011) que la pulsión precisamente por su desregu-
lación no permite su inclusión; estando al servicio de la destrucción
del yo y, en consecuencia, pensar que la violencia se trata de la in-
tencionalidad destructiva de la pulsión sería perder de vista los as-
pectos específicos de lo pulsional y de lo yoico. Se puede decir que la
intencionalidad no puede estar nunca en la pulsión, y es por eso que
la pulsión no podría ser agresiva, a lo sumo puede ser vivida como

90
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

una agresión por el yo, que transforma en mensaje aquello que no


lo es. La autora reflexiona sobre el concepto de pulsión de muerte
en la obra de Freud y diferencia dos definiciones: la primera como
retorno a lo inorgánico, la cual critica y descarta en preferencia de
una segunda, la pulsión de muerte como sexualidad desligada.
“Hay que seguir conservando el concepto de pulsión de muerte
para todo lo desligado y para pensar las adicciones, compulsiones
y demás (…) es la forma con la que podemos denominar y cercar el
carácter desarticulado y compulsivo de la pulsión sexual cuando no
está ligada (…) pone en el centro precisamente el carácter destructi-
vo de la sexualidad disgregada”. (Bleichmar, 2011, pág. 138).
Por otro lado, respecto a víctima, se puede realizar un ejercicio
similar. La víctima, no aparece en la literatura psicoanalítica, sin
embargo, sí puede ser pensada. Freud refiere un hallazgo particular
de su clínica: aquellos que se consideran a sí mismos como excepcio-
nes (Varios tipos de carácter descubiertos en la labor analítica. En
Obras Completas, 1993). En este sentido, sobre una desgracia con-
creta, algunos organizan su modo de vida exigiendo resarcimientos,
sea a sus familias, a los aventajados, a las Instituciones o al Estado
mismo. Se trata de una posición subjetiva de algunas personas que
tienen derecho a excusarse de posteriores requerimientos y a recla-
mar privilegios sobre los demás. Las personas descriptas se conducen
como “excepciones” al orden social por haber sido perjudicados en
algún ámbito primariamente. Dice Freud que el reclamo los indivi-
duos que se auto declaran damnificados radica en que ellos no son los
responsables de los males y desgracias que les toca vivir, lo que nos
lleva al terreno de la victimización. Se produce una autorización en
la obtención de un derecho imprescriptible a tener lo que se desea.
Ahora bien, el sujeto exceptuado se declara sin oportunidades y
no respeta las reglas que rigen para los no perjudicados. Una per-
sona cualquiera puede asumir la posición de una existencia tempra-
namente desdichada y sentirse prejuzgada, luego es víctima de una
injusticia y presentará distintas formas de autolegitimación para
exceptuarse de la Ley. De esta forma, se disuelve la responsabili-
dad en la vida que se elige llevar por ser una víctima de la sociedad;
pudiéndose llegar dar vuelta la rosca: la víctima, en su búsqueda de
compensación, puede advenir victimario.

91
Todo este rodeo conceptual sirve para precisar que las personas
que se encuentran en litis judicial están atravesando un momen-
to difícil en sus vidas; siendo que la intervención jurídica se realiza
en esos períodos tan singulares de la vida (divorcios, adopciones,
daños, delitos, etc). En este sentido, el proceso judicial es la super-
ficie de los conflictos entre las personas litigantes, que, con sus su-
frimientos, apuestan a una resolución por vía judicial cuando algo
de la legalidad se perdió.
El trabajo con las víctimas puede abrir otro espacio distinto al
judicial, y propiciar el surgimiento de otros elementos. En conse-
cuencia, se abre aquí la posibilidad de escuchar la Otra dimensión
del sujeto, aquellos elementos inconcientes, que quedan por fuera
de los emergentes que constituyen al conflicto judicial, pero sin em-
bargo nuclean al mismo en su verdad. De esta manera, una inter-
vención con las víctimas de delitos es también una intervención clí-
nica y, más que ofrecer certezas (lo que busca el Derecho), también
puede instalar hipótesis y preguntas que ofrezcan a los sujetos otro
horizonte.
Con base a lo precedente, el momento de pensar la intervención
con las Víctimas, lo que requiere de sumo cuidado es el marco de la
intervención: garantizar la debida confidencialidad y privacidad de
la tarea, evitar la superposición de operadores, promover su acceso
a la Justicia, articular con dispositivos clínicos que puedan alojar el
sufrimiento y causar otra dimensión en sus vidas.
Irene Intebi (2018) refiere que junto a la penalización del ASI,
se deben realizar tareas de Protección y Reparación, cuestiones que
pueden ser extendidas a toda víctima de delitos. La protección es-
tará brindada por los Organismos Proteccionales, pudiéndose dar
medidas y actuaciones de distintas órdenes, como apoyo y asistencia
material, regularización laboral y escolar, etc, y a partir de diferentes
dispositivos: Observatorio de la Mujer, Oficina de Fortalecimiento
Familiar, Oficina de Derechos Humanos, Gabinetes Pedagógicos, etc.
La Reparación, por otra parte, es más bien singular y un enfoque
clínico; siendo un trabajo que sigue la lógica del uno por uno. Ello
no quita que las actuaciones proteccionales y penales puedan ser re-
paradoras, sino que, pensar la Reparación como un tercer elemento
distinto, es situar la importancia de una mirada clínica.

92
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

En este sentido, la complejidad de los casos, requiere muchas


veces de intervenciones interdisciplinarias. Sin embargo, la inter-
disciplinariedad no es suficiente, pues puede propiciar un escenario
de superposiciones técnicas. Entonces, a la interdisciplina hay
que sumarle la clínica: no perder de foco que “víctima” es una
posición subjetiva en personas sufrientes y que hay que producir un
movimiento que pueda arrancarlos de ese lugar, al mismo tiempo
que se puedan atender las exigencias procesales.
Por ejemplo, un caso de un niño con Autismo de Kanner es vícti-
ma de delito y presenta una situación actual con severas dificultades
para comunicarse. En el contacto realizado con el referente adulto,
ya se pudo desprender de las complicaciones para que se realice la
EDT; evitando de esta forma el comparendo de ese niño, indicando
al Fiscal que realice otras medidas de investigación distintas a la
testimonial de la víctima.
Por otro lado, también podrían resultar casos en los que no se
advierten dificultades a priori, sin embargo, por el mismo proceso
de comparecer ante los tribunales, saber que el acusado está en el
mismo lugar, conocer nuevas caras (Fiscal, abogados, psicólogos,
operadores judiciales), etc, la persona desista de hacer la EDT en ese
momento. En función de ello, es importante remarcar nuevamente
que esta medida es investigativa y especialísima, por lo que se debe
hacer fuera de toda coacción.
Asimismo, en el contexto sanitario imperante, se suman otras
particularidades: la exposición al virus por la circulación, las me-
didas de restricción, etc. La situación pandémica es otro elemen-
to a considerar, una nueva cara del malestar subjetivo. Niños que
pueden hablar mas no declarar, mujeres arrasadas subjetivamente
por los golpes de sus parejas, citados por la exigencia judicial sin
importar las condiciones sanitarias, mucho menos subjetiva; este es
un escenario común. Es importante, cabe aclarar, la solución
punitiva, pero sin un trato digno se castiga también a la
víctima.
En este contexto, en estas escenas, mejor dicho, una diferencia
cualitativa puede ser el acompañamiento a las personas sufrientes.
No obstante, por la emergencia sanitaria, surge necesaria-
mente el oxímoron: acompañamiento distante. Pero acaso,

93
¿un trabajo de este tipo necesariamente debe ser presencial? Pre-
sencia/ausencia, cercanía/distancia, son categorías espaciales, si se
lo piensa reducido a ese enfoque claramente no se lo puede hacer;
mas hacerlo así sería de una reducción brutal. El lazo de acom-
pañamiento es de efecto transferencial o no lo es, y ahí no
importa si se está físicamente con el sufriente o a kilómetros de dis-
tancia. Si no hay un efecto transferencial, el acompañamiento sólo
es en términos referencial; sin poder visualizar este rasgo, por más
compañía que se haga, se cae en un proceso de revictimización.

Conclusión
Como se pudo ver, durante la situación de la Pandemia los deli-
tos de violencia de género y sexuales no disminuyeron, sino que se
mantuvieron y aumentaron. La Pandemia no solo alteró las formas
de las relaciones sociales, sino principalmente es una fuente de ma-
lestar. Las tensiones y angustias redundaron efectivamente en actos
delictivos. Las personas que sufrieron estos actos fueron una más de
las caras mortíferas del contexto sanitario.
Las intervenciones con ellos debieron reinventarse, pero espe-
cialmente en su forma. Se abrió un territorio inexplorado (entre-
vistas por teléfonos, video llamadas, etc), sin embargo el camino
siempre obedeció a una luz ética. El escenario virtual o presencial,
respecto a las intervenciones, es accesorio. Lo fundamental en el
abordaje con víctimas de delitos es la clínica.
Decir clínica es enfatizar una ética de trabajo por sobre una es-
tética procesal. “Víctima” es una categoría jurídica, construida en la
escena judicial y sanitaria. Los protocolos y guías de buenas prácti-
cas, las normas, los operadores judiciales, se dirigen principalmente
a la resolución del conflicto, y está bien que así lo sea. No obstante,
procurando un rápido esclarecimiento, puede propiciarse una “re-
victimización”; signando nuevamente a esa persona en el lugar de
víctima. En este punto, un trabajo de reparación apunta a lograr que
el sujeto pueda elaborar su vivencia, desligándose de las ataduras
de la repetición y la fijeza del trauma; trabajo que puede ser logrado
solo desde una ética que no procure necesariamente hacer el bien,
sino un bien hacer en pos de esa subjetividad.

94
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Bibliografía
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95
96
CAPITULO IV
98
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Aproximación empírica al conocimiento


de la psicopatía en América del Sur

Elizabeth León Mayer


Psicóloga. Mg. en Ciencias Sociales, Mención Psicología Jurídi-
ca; Dra. en Ciencias de la Salud.
Jorge Oscar Folino
Dr. en Medicina; Especialista en Psiquiatría y en Medicina Legal.
Profesor de Psiquiatría.

Introducción
La psicopatía está tan intrínsecamente relacionada con las trans-
gresiones y con la violencia que constituye uno de los constructos
clínicos más importantes en la interfaz del derecho y la salud men-
tal (Monahan, 2006). Su verificación en el ámbito familiar permite
comprender procesos violentos colmados de acciones sutiles y en-
mascaradas que confunden a las víctimas y aniquilan sus resisten-
cias (León-Mayer, Folino, Taborda, & Hare, 2016). En el ámbito la-
boral se asocia con manipulaciones maquiavélicas y diversas formas
de acoso (Hirigoyen, 1999) y en el criminológico se relaciona con
violencia instrumental, manipulación en las instituciones peniten-
ciarias y menos predisposición a la desistencia delictiva (Vaughn,
Howard, & Delisi, 2008).
Semejante relevancia social estimuló la búsqueda de evidencias
empíricas que informaran adecuadamente las prácticas de los pro-
fesionales de la salud mental. El conocimiento específico se produjo
tempranamente con la confluencia de varias ideas de las tradiciones
psiquiátricas francesas, alemanas y anglo-americanas (Herpertz &
Sass, 2000) y se potenció con el desarrollo de medidas en las últimas
dos décadas del S XX, especialmente Hare Psychopathy Checklist-
Revised -PCL-R- (Robert D Hare, 1990, 2003) que paulatinamente
se convirtiera en la regla de oro para el diagnóstico (Edens, Skeem,
Cruise, & Cauffman, 2001).
En este artículo nos proponemos transmitir la revisión de los
aportes producidos desde las líneas de investigación que iniciára-
mos en la Argentina y en Chile.

99
Período preliminar y contexto
Las últimas dos décadas del Siglo XX se caracterizaron, en lo que
respecta al conocimiento de la psicopatía en América del Sur, por
la carencia de investigaciones empíricas. Una simple búsqueda bi-
bliográfica con los filtros de Argentina y Chile, para el período 1980-
1999 y el MeSH que incluye psicopatía o psychopathy en LILACS y
en PubMed, produce dos resultados en la primera y uno en la se-
gunda. Durante ese período, tanto en la Argentina como en Chile se
utilizaba el constructo con su configuración clínico fenomenológica
de origen europeo y norteamericano pero no se producían investi-
gaciones específicas.
El ingreso de la estrategia sistematizada para el diagnóstico de
psicopatía se produjo cercanamente a la publicación de la versión
de 1991 de la Hare Psychopathy Checklist Revised (Robert D Hare,
1991), cuando el segundo autor toma contacto con el trabajo de Hare
durante el XVIII International Congress on Law and Mental Health,
en Vancouver, pero no es hasta fines de la década de 1990 cuando
se inician las investigaciones empíricas con las versiones traducidas
al español y autorizadas para la investigación tanto en la Argentina
como en Chile.

Método
Este artículo es una revisión tradicional que contempla nuestras
publicaciones en revistas científicas indexadas y no indexadas, tesis
y libros y, también, algunas presentaciones en congresos sobre in-
vestigaciones aún en curso.
Independientemente de haber investigado otros subtemas y con
otros instrumentos relacionados con la psicopatía, en esta revisión
priorizaremos aquellas investigaciones realizadas con el Hare PCL-
R (Robert D Hare, 1991, 2003) y el SRP-SF (Paulhus, Neumann,
& Hare, 2016), por lo que a continuación introducimos una breve
descripción de ambas medidas. Los instrumentos fueron traducidos
del inglés al español y retro traducidos del español al inglés y, final-
mente, las versiones argentina y chilena fueron autorizadas por los
autores de las versiones originales para investigación.
La editorial, Multi-Health Systems Inc., poseedora del derecho
de publicación, no hizo acuerdo con nosotros para publicar nuestras

100
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

versiones y comercializarlas en el mundo hispano; nosotros pusi-


mos las normas y los demás hallazgos a disposición de la comunidad
científica en nuestros artículos. En cambio, en España se publicó
una versión que comercializa TEA y expone que para la corrección
de la prueba es necesario acceder al sistema de corrección por Inter-
net de TEA Ediciones (Rorbert D Hare, 2013).
Hare Psychopathy Checklist Revised -PCL-R- (Robert D Hare,
2003).
El PCL-R es un instrumento de primordial uso forense que requie-
re obtener información de entrevista semiestructurada y de múltiples
otras fuentes, como registros, historias clínicas o entrevistas a ter-
ceros. Consta de 20 ítems con amplias definiciones operativas. Los
ítems se agrupan en cuatro factores. El factor “Interpersonal”, que
concentra los aspectos de la forma de relación del sujeto con otras
personas. El factor “Afectivo”, que abarca principalmente aspectos de
la resonancia afectiva de la persona frente a los diferentes aconteci-
mientos en su vida y la calidad de su vinculación con los demás. El
factor “Estilo de vida”, que focaliza en aspectos del patrón conduc-
tual tales como la irresponsabilidad, la impulsividad y la necesidad
de estimulación. Finalmente, el factor “Antisocial” que es el que capta
la versatilidad criminal de la psicopatía y otras exteriorizaciones. El
instrumento es considerado, desde hace tiempo, el estándar de eva-
luación de la psicopatía (Blackburn, 1999; Edens et al., 2001).
Self Reported Psychopathy - Short Form -SRP-III-SF- (Paulhus
et al., 2016).
El SRP-SF es una versión abreviada del Self Reported Psycho-
pathy Inventory que sigue el modelo factorial del PCL-R (Neumann
S & Salekin, 2006; Williams & Paulhus, 2004). El cuestionario ex-
plora la imagen que la persona tiene de sí mismo considerando base
las mismas dimensiones que se exploran con el PCL-R. Consta de
29 ítems que están distribuidos en cuatro factores y las alternativas
de respuestas se movilizan en una escala de 5 puntos que va desde 1
(muy en desacuerdo) hasta 5 (muy de acuerdo).

Resultados
En este apartado expondremos principales hallazgos de la revi-
sión agrupados en los siguientes temas: a) confiabilidad de los ins-

101
trumentos de evaluación de psicopatía; b) validez de los instrumen-
tos de evaluación de psicopatía; c) la población carcelaria masculina
y la psicopatía; d) la población carcelaria femenina y la psicopatía;
e) la psicopatía y la valoración del riesgo de violencia; d) el discurso
psicopático. Finalmente, haremos una breve mención a otros estu-
dios que, aunque relacionados con la psicopatía, quedan fuera del
foco que nos propusimos en este artículo.

a) confiabilidad de los instrumentos de evaluación de


psicopatía
Pusimos a prueba la confiabilidad del PCL-R en diversos estu-
dios, con diferentes muestras y con diferentes coautores y en dife-
rentes países. En todos ellos obtuvimos resultados del coeficiente de
correlación intraclase -CCI- en el rango de excelente (Fleiss, 1986),
es decir igual o mayor que 0,75. Entre estos estudios se cuentan el
realizado desde el Servicio Penitenciario de la Provincia de Buenos
Aires, Argentina, con tres evaluadores en muestra psiquiátrico fo-
rense libre de síntomas psicótico-productivos y de discapacidad in-
telectual, cuyos resultados para el total y para cada factor fueron
0,89 y superiores (Folino, Astorga, Sifuentes, Ranze, & Tenaglia,
2003); también el realizado desde el Poder Judicial de la Provincia
de Buenos Aires con dos evaluadores en muestra de penados, cuyos
resultados para el total y los factores fueron mayores de 0,97 (Folino
& Castillo, 2006). Los estudios en Chile expusieron también resulta-
dos de acuerdo entre evaluadores medido con CCI, y con kappa de
Cohen para el diagnóstico categórico, en el rango de excelente, tanto
en los realizados en población de varones penados (León-Mayer, Cor-
tés Olavarría, & Folino, 2014), como en mujeres penadas (Rocuant-
Salinas, Mayer, Folino, & Hare, 2019). Los estudios en Ecuador tam-
bién mostraron la misma tendencia en general y fueron realizados en
el Instituto de Criminología, Criminalística e Intervención Psicosocial
Familiar de la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Políticas y Socia-
les de la Universidad de Cuenca, con personas que no se encontraban
privadas de libertad (Ochoa et al., 2017).
Si bien estimamos también otros indicadores que sostuvieron la
confiabilidad del PCL-R, destacamos aquí los hallazgos de altos va-
lores en los indicadores de congruencia interna con el modelo alfa

102
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

de Cronbach. Con ese modelo obtuvimos resultados en el rango de


excelente para los factores y para el total, tanto en los estudios de
la Argentina, de Chile y de Ecuador (Folino et al., 2003; Folino &
Castillo, 2006; León-Mayer, Cortés Olavarría, et al., 2014; Ochoa et
al., 2017; Rocuant-Salinas et al., 2019).
Las investigaciones en mujeres penadas también produjeron re-
sultados que sostienen la confiabilidad del PCL-R y pusieron a dis-
ponibilidad de la comunidad científica normas para ese tipo de po-
blación en Chile (Rocuant-Salinas et al., 2019).
En los estudios que utilizamos el SRP-SF nos planteamos el de-
safío de explorar la alternativa de alcanzar el conocimiento sobre
rasgos psicopáticos a través de cuestionario auto informado por
primera vez en América Latina. Los cuestionarios auto informa-
dos podrían ser considerados de poca utilidad en la evaluación de
personas con rasgos psicopáticos, dada su tendencia a informar de
acuerdo con la deseabilidad social. Sin embargo, moderando las ex-
pectativas de completa honestidad bajo determinadas consideracio-
nes, es posible obtener información preliminar o complementaria
de valor para el diagnóstico. En el primer estudio hallamos que la
congruencia interna y otros parámetros de la homogeneidad fue-
ron apropiados para un instrumento auto informado, sin embargo,
la correlación inter-ítem resultó baja, lo que agregó cierta cautela
y una avenida para producir ajustes en algún ítem (León-Mayer,
Neuman, Hare, & Folino, 2013).

b) validez de los instrumentos de evaluación de psico-


patía
Pusimos a prueba la validez del PCL-R a través de diversas es-
trategias y encontramos evidencias que permitieron sostener su
validez de constructo, convergente, concurrente, discriminante y
predictiva.
De los hallazgos, destacamos en este apartado las altas y signi-
ficativas correlaciones halladas con el Child and Adolescent Taxon
Scale (Quinsey, Harris, Rice, & Cormier, 1999)y con el Lifestyle
Criminality Screening Form-Revised (Walters, 1998) en población
penada de la Argentina y la validación por criterio externo en pobla-
ción penada de Chile. En Chile se contrastó el diagnóstico del PCL-R

103
realizado a ciegas y el criterio externo conformado por el diagnós-
tico basado en evaluación clínica que habían realizado los psicólo-
gos penitenciarios experimentados y conocedores de los casos y se
obtuvo un valor kappa de a 0,80 (p < 0,001); asimismo, se verificó
que los casos categorizados como psicópatas con el PCL-R tuvie-
ron significativamente mayor probabilidad de ser reincidentes que
los casos no psicópatas (OR = 12,8; 95% IC = 5; 33) (León-Mayer,
2009; León-Mayer, Asún Salazar, & Folino, 2010).
Por otra parte, destacamos el interesante patrón de correlación
entre el PCL-R y el SRP-III-SF en población penada chilena: de
acuerdo a lo esperable por su condición de cuestionario auto-infor-
mado, los puntajes totales del SRP III-SF correlacionaron positiva y
moderadamente con el PCL-R (León-Mayer, Folino, & Hare, 2014).
Al estratificar a los sujetos con altos y bajos puntajes en el PCL-R,
se verificó que mientras en el subgrupo con puntajes altos (≥30) la
correlación resultó baja, en el subgrupo de puntajes bajos (< 30)
la correlación resultó nuevamente moderada y significativa (León-
Mayer, Folino, et al., 2014). En el mismo estudio fue muy relevante
el hallazgo de altas y significativas correlaciones del IM-P (Kosson,
Forth, Steuerwald, & Kirkhart, 1997) con el PCL-R; la correlación
con el total del PCL-R fue de 0,75 y con los factores tuvieron un ran-
go de 0,66 a 0,79 (León-Mayer, Folino, et al., 2014). La puntuación
del IM-P se realiza por un observador independiente del evalua-
dor que sigue el lineamiento del PCL-R y se basa en el desempeño
observable del sujeto, por lo que resulta una prueba rigurosa de la
validez convergente. Similar procedimiento se realizó en población
carcelaria femenina de Chile, y se obtuvieron resultados que sostu-
vieron la validez concurrente con el IM-P y que permitieron veri-
ficar la esperable asimetría con el diagnóstico trastorno antisocial
de la personalidad -TAP-, específicamente, mientras el 92% de las
mujeres diagnosticadas psicópatas según el PCL R tuvieron también
el diagnóstico de TAP, sólo el 26% de las que tuvieron el diagnóstico
de TAP, tuvieron también el diagnóstico de psicópata según PCL-R
(Rocuant-Salinas et al., 2019).
Contemplando la tradicionalmente reconocida asociación entre
psicopatía y comportamiento violento, el PCL-R fue puesto a prueba
en su validez predictiva en estudio de seguimiento durante 1.290

104
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

días en promedio (rango, 1 – 3.488 días) (Folino, 2015). En ese estu-


dio, con el valor total del PCL-R se obtuvo un área bajo la curva ROC
de 0,60 y con el Factor 4 (Antisocialidad) se obtuvo el valor más
alto, de 0,62; por otra parte, utilizando el puntaje de corte de 30,
recomendado por el manual para el diagnóstico categórico de psico-
patía, se obtuvo un poder predictivo positivo de 0,68; por último, a
pesar de esa tendencia predictiva, en el artículo se previene que los
resultados con no fueron tan robustos como en tempranas informa-
ciones de la literatura (G T Harris, Rice, & Cormier, 1991; Salekin,
Rogers, & Sewell, 1996) y coincidieron con los reportes de últimas
investigaciones en que el mayor peso de la eficacia predictiva re-
cae en los factores 3 y 4. En el estudio se discute la posibilidad que
el efecto de los factores personales hubieran sido modificados por
inestabilidades socioeconómicas y políticas, como la que sufriera la
Argentina sobre el cambio de milenio y que los hallazgos orientan
buscar medidas preventivas dirigidas a factores criminogenéticos
diferentes a las características de personalidad (Andrews & Bonta,
2003; Bonta, Law, & Hanson, 1998; Yang, Wong, & Coid, 2010).
Párrafo aparte merecen las investigaciones que utilizando mode-
los de ecuaciones estructurales latentes permitieron poner a prueba
la validez del constructo y de la estructura de cuatro factores del
PCL-R y del SRP-SF en diferentes poblaciones. El análisis factorial
confirmatorio permitió verificar que las altas correlaciones entre los
factores orientan a sostener que el modelo de cuatro factores es un
modelo adecuado y que los ítems del PCL-R efectivamente son pa-
rámetros subordinados que aportan al constructo de psicopatia. El
primer modelo de este tipo se hizo con población carcerlaria chile-
na (n = 206) y los datos tuvieron un buen ajuste al modelo (Índice
de Tucker y Lewis -TLI- = 0,96; Raíz cuadrada media del error de
aproximación -RMSEA- = 0,04) (León-Mayer, 2012; León-Mayer,
Folino, Neuman, & Hare, 2015).
Tal como era esperado para un instrumento auto informado, el
análisis factorial confirmatorio con el SRP-SF mostró cargas desde
los ítems al factor levemente más bajas que con el PCL-R; de todas
maneras resultaron significativas y el modelo tuvo un ajuste acep-
table a los datos (TLI = 0.94; RMSEA = 0.04) (León-Mayer, 2012;
León-Mayer et al., 2015).

105
En tanto el PCL-R y los instrumentos derivados no son exacta-
mente equivalentes, los hallazgos obtenidos pusieron de manifiesto
la robustez del modelo de cuatro factores y su compatibilidad tanto
con la tradición clínica como con la conceptualización empírica de
la psicopatía: las dimensiones de la personalidad psicopática medi-
das por los factores reflejan facetas de personalidad antisocial y sub
controlada, que incluye la presentación engañosa de sí mismo, la
tendencia a la mentira, la falta de remordimientos y sentimientos de
culpa, y la irresponsabilidad y la versatilidad criminal (León-Mayer
et al., 2015).

c) la población carcelaria masculina y la psicopatía


Los estudios posibilitaron estimar por primera vez en la región la
prevalencia de psicopatía y de trastorno antisocial de la personali-
dad en la población carcelaria de varones, junto a otras característi-
cas cuya descripción trasciende el objetivo de este artículo.
Las muestras de Argentina y de Chile fueron representativas de
las poblaciones de penados de sus respectivas regiones y en ambas
se obtuvo una distribución normal de los puntajes PCL-R. La pre-
valencia de psicopatía según el puntaje de corte de 30 con el PCL-R
fue del 15% y la de trastorno antisocial de la personalidad según el
DSM IV (American Psychiatric Association, 2000) fue del 53 % en la
Argentina (Folino, 2003b; Folino & Hare, 2005). En Chile, la preva-
lencia fue del 13% y del 67% respectivamente (León-Mayer, Cortés
Olavarría, et al., 2014). La dimensión y la caracterización de la psi-
copatía encontrada al comparar ambas muestras fue tan grande que
permitió agregarlas y formular normas a partir de una población
mayor que las que habían sido utilizadas previamente en América
Latina (León-Mayer, Hare, & Folino, 2018). La distribución bina-
cional tuvo notable similitud con la del pool de muestras de América
del Norte (Robert D Hare, 2003) y el hallazgo orientó a sostener
aún más la confiabilidad y la validez transcultural del instrumento
(León-Mayer et al., 2018).

d) la población carcelaria femenina y la psicopatía


La indagación de la psicopatía en mujeres se realizó en población
de penadas y de sobreseídas por inimputabilidad por haber come-

106
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

tido filicidio en instituciones de la Argentina y en población general


de penadas en cárceles de Chile.
En las mujeres que habían cometido filicidio (n = 47) la dimen-
sión psicopática se verificó con menos magnitud que en otras po-
blaciones carcelarias: la media del total de PCL-R fue de 12.67 (DE
6,45) y el 6.4% obtuvo 25 o más (Folino, Almirón, Domenech, Ricci,
& López Ramos, 2006; Folino, Almirón, & Ricci, 2007). En Chile,
el estudio se hizo con una muestra aleatoria (n = 210) de la pobla-
ción general de penadas y se halló que la prevalencia de psicopatía
fue del 11,9% y de trastorno antisocial de la personalidad del 43,8%
(Rocuant-Salinas et al., 2019).
Interesantemente, la investigación en las mujeres permitió de-
tectar algunos aspectos diferenciales dependientes del género. Se
detectó que datos obtenidos con algunos ítems del SRP-SF no per-
mitían obtener la información al nivel esperado y, entonces, se for-
muló una versión modificada según perspectiva de género. Al poner
a prueba la estructura factorial del PCL-R y del SRP-SF mediante
modelo de ecuaciones estructurales, se sostuvo la estructura facto-
rial del PCL-R y del SRP-SF tanto en su versión original como en
su versión modificada según perspectiva de género ( para el PCL-R,
CFI = 0,97; RMSEA = 0,04; para el SRP-SF, CFI = 0,92; RMSEA
= 0,05 y para la versión modificada, CFI = 0,92, RMSEA = 0,06)
(Rocuant-Salinas et al., 2019).
e) la psicopatía y la valoración del riesgo de violencia
Las decisiones judiciales en casos de violencia familiar, medidas
de protección y medidas de seguridad, entre otros, requieren la in-
tegración del conocimiento del Derecho con conocimientos perti-
nentes aportados por las ciencias de la salud mental y el comporta-
miento y, específicamente, aportes sobre la violencia y la psicopatía
(León-Mayer, Folino, et al., 2016; Ochoa et al., 2016). La psicopatía,
sea considerada en su integridad o en alguna de sus facetas, cuen-
ta con un espacio específico en los instrumentos de valoración del
riesgo de violencia que fueron utilizados tempranamente en el pro-
grama de evaluación de riesgo de reincidencia de la Provincia de
Buenos Aires (Folino, 2005; Folino, Marengo, Marchiano, & Ascazi-
bar, 2004). Entre tales instrumentos se destacan el HCR-20 (Webs-
ter, Douglas, Eaves, & Hart, 1997)(Folino, 2003a); el SARA (Kropp,

107
Hart, Webster, & Eaves, 1995)(Folino, 2004), el VRAG (Quinsey et
al., 1999)(Folino, 2015).
Las evidencias locales pusieron de manifiesto la eficacia predic-
tiva significativa de VRAG y de las valoraciones de riesgo con el jui-
cio profesional estructurado según HCR-20 cuando se contempló la
probabilidad de recidiva acumulada a lo largo del tiempo de segui-
miento (M =1290 días; rango 1 – 3488 días), tanto para la recidiva
general como para la recidiva violenta; los resultados con PCL-R
coincidieron con reportes foráneos (Grant T. Harris, Rice, Quinsey,
& Cormier, 2015; Rice, Harris, & Lang, 2013) en que el mayor peso
de la eficacia predictiva recae en los factores 3 y 4 (Folino, 2015).
Otras evidencias consistentes con la eficacia predictiva de los instru-
mentos se obtuvieron con estudio intramuros en hospital psiquiá-
trico forense de Brasil (de Borba Telles, Folino, & Taborda, 2009,
2012) y con estudio en hombres imputados por violencia contra la
pareja en Córdoba (Arbach-Lucioni & Folino, 2021).
En este apartado corresponde complementar la información de
la investigación sobre riesgo de violencia en mujeres que habían co-
metido filicidio mencionado más arriba. La valoración de riesgo y
los resultados de seguimiento a lo largo de un año permitieron sos-
tener que esa población detentaba bajo riesgo de recidiva violenta
general y que eran susceptibles de beneficiarse más con servicios de
salud mental y de rehabilitación en ambientes sin grandes medidas
de seguridad (Folino et al., 2007).

d) el discurso psicopático
El discurso psicopático fue indagado mediante metodología cua-
litativa a partir de la comunicación que personas penadas, y con
diagnóstico de personalidad psicopática, produjeron en ocasión de
las entrevistas diagnósticas. El análisis fue guiado por la búsqueda
de respuesta al siguiente amplio interrogante: ¿Qué características
tiene el discurso del psicópata? Presuponíamos encontrar elemen-
tos comunicacionales que reflejaran rasgos, actitudes y comporta-
mientos típicos del psicópata y, además, teníamos la expectativa de
hallar matices y detalles que contribuyeran a enriquecer la ilustra-
ción disponible sobre el discurso psicopático.
Si bien la investigación aún se está realizando, ya fueron presen-

108
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

tados hallazgos, entre los que se destaca el estilo de distorsión de


contenidos a través de la evitación o alteración de la precisión co-
municacional y mediante tácticas de atenuación del disvalor, utili-
zando diminutivos, eufemismos y minimización e instrumentando
mentiras detectables en aseveraciones inconsistentes y contradicto-
rias (León-Mayer, Fernández-Busse, Dal Bello, Escudero, & Folino,
2016; León-Mayer, Fernández Busse, Escudero, Dal Bello, & Folino,
2017)
e) otros estudios relacionados con la psicopatía
Al sólo efecto de poder guiar a los interesados hacia las publi-
caciones de otros estudios que no sintetizamos aquí, mencionamos
que hicimos estudios sobre rasgos de psicopatía y su medición con el
PCL:YV (Forth, Kosson, & Hare, 2003), tanto en Chile (D. P. Zúñiga
& Mayer, 2008; D. Zúñiga, Vinet, & León Mayer, 2011) como en la
Argentina (Folino, Domenech, Gutierrez, & Lescano, 2009; Gutie-
rrez, Wiese, Castillo, & Folino, 2012; Wiese, Cálcena, Aramayo Cri-
niti, Catanesi, & Folino, 2019). Asimismo, desarrollamos estudios
con el PCL:SV (Hart, Cox, & Hare, 1995) que, además de adicionar
evidencias sobre sus propiedades psicométricas, abrieron posibi-
lidades de dimensionamiento del constructo psicopático en otras
poblaciones (León-Mayer, Folino, et al., 2014; León-Mayer et al.,
2013). Por último, también quedan a disposición trabajos sobre as-
pectos teóricos y empíricos relacionados con la psicopatía y las con-
diciones expuestas en el estándar de inimputabilidad (Folino, 1994;
Folino & Urrutia, 2001).

Discusión
El objetivo de este artículo fue transmitir la revisión de los aportes
producidos desde las líneas de investigación que iniciáramos en la
Argentina y en Chile. La revisión da cuenta un desarrollo en el conoci-
miento regional sobre psicopatía que tiene implicancias directas para
la práctica profesional en el ámbito forense. Los profesionales de la
salud mental pueden disponer de evidencias que respalden la utiliza-
ción de instrumentos para la evaluación de psicopatía y para integrar
los hallazgos en evaluaciones más amplias, como son las destinadas a
valorar el riesgo de reiteración de comportamientos violentos.

109
Respecto al aporte general al conocimiento, las publicaciones
revisadas contribuyen al reconocimiento transcultural de la psico-
patía y a su mejor medición, pero tienen la limitación de no haber
avanzado en otros temas, como, por ejemplo, los correlatos neuro-
funcionales, las trayectorias desde el período infanto-juvenil y las
estrategias de intervención. Tales temas forman parte de una heu-
rística desafiante para la región y, también para el mundo, pues esa
investigación específica es aún relativamente reciente y geográfica-
mente muy dispar. La región de América Latina está necesitada de
producción científica y de sistematización y puesta a prueba de las
prácticas profesionales (Goldstein, Houck, & Folino, 2015). En lo
que respecta a la heurística, podemos agregar que está muy avan-
zado el manuscrito sobre la investigación de psicopatía en varones
penados por delitos de lesa humanidad en Chile.
Por último, motivados por las dificultades que conlleva el estudio
de la dimensión psicopática en cada caso y por las trascendentes
consecuencias que pueden tener tanto el diagnóstico como el error
diagnóstico, queremos compartir nuestra convicción que su estudio
debe ser afrontado con la máxima cautela y solvente capacitación
específica.

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centes chilenos. Terapia Psicológica, 29(1), 25–31.

115
Complejidades, limitaciones y necesidad de revisión
sobre el acceso a la justicia de niñas y niños preescolares
víctimas de abuso sexual. La entrevista de declaración
testimonial y la pericia psicológica.

Lic. Denise Benatuil


Coordinadora de la Sala de Entrevistas Especializada. Ministerio Públi-
co Tutelar. Lic. en Psicología, Phd en Psicología.
Lic. Fernanda Mattera
Coordinadora del Equipo Técnico Infanto Juvenil. Ministerio Publico
Tutelar.

1. Introducción:
El acceso a la justicia de los niños/niñas preescolares ha sido
siempre un gran desafío para los operadores judiciales, como para
los psicólogos forenses que debemos intervenir con ellos (toma de
declaración, pericia psicológica), durante el proceso judicial que
están atravesando por ser posibles víctimas de un delito contra la
integridad sexual.
En las últimas décadas se ha ido avanzando en la sanción de nor-
mativas jurídicas atinentes a evitar que el tránsito por la justicia sea
un proceso revictimizante y a partir de la Ley. 25.852 que incorpora
el art. 250 bis al CPPN, se establecen los lineamientos para preser-
var a los NNyA de antiguos modelos interrogatorios en los cuales
quedaban posicionados como objeto de prueba. Sin embargo, aún
encontramos que el grupo etario comprendido en la edad preescolar
se presenta como una de las mayores complejidades porque debi-
do a las limitaciones lingüísticas y madurativas propias de su etapa
evolutiva, en muchas ocasiones no pueden satisfacer la demanda de
un sistema judicial que no contempla perspectiva de niñez.
Resulta esencial poder adaptar los procedimientos, para que es-
tos puedan respetar las posibilidades que los niños/as tienen y que
sus limitaciones no sean un impedimento para poder acceder a la
justicia. Para ello necesitamos efectuar una revisión sobre las varia-
bles que deben ser modificadas y trabajar en la implementación de

116
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

herramientas que no solamente favorezcan la adaptación del niño/a


al encuadre judicial, sino fundamentalmente en programas de capa-
citación a los operadores judiciales para que puedan comprender y
contemplar que no se les puede exigir el mismo tratamiento que un
sujeto adulto.

2. Entrevista preliminar de evaluación de capacidad:


Al recibir un requerimiento para efectuar una declaración testi-
monial y prueba pericial a un niño/niña en etapa preescolar (3 a 6
años), se establece que previamente se debe efectuar la evaluación
del desarrollo lingüístico, madurativo y cognitivo que posee, para
determinar si la capacidad es suficiente para poder acceder a la en-
trevista investigativa forense y/o evaluación pericial psicológica.
De acuerdo a lo establecido en el Protocolo de actuación peri-
cial de niños, niñas y adolescentes en temáticas de ASI y/o maltrato
infantil (Norry y Mattera, 2020) si bien se establece un límite de
que los menores de 2 años (más- menos seis meses) no presentan
el desarrollo madurativo biológico necesario que se requiere para
participar del proceso, el mismo siempre es orientativo, debiéndose
analizar específicamente cada caso en particular porque la madu-
ración de cada niño/a es diferente y responde a múltiples factores
que pueden influir estimulando o interfiriendo un normal desarro-
llo. Podemos encontrar niños/as que a los 2 1/2 años tienen un
desarrollo lingüístico superior al esperable para su etapa evolutiva
y por el contrario otros de mayor edad que aún no logran la articu-
lación correcta de fonemas y la emisión de ciertos vocablos resulta
ininteligible.
Las variables que se deben analizar en esta entrevista, la cual es
efectuada por la dupla de psicólogos que va a intervenir en la toma
de declaración y en la pericia psicológica, aborda los siguientes ejes,
determinar el desarrollo madurativo afectivo y el desarrollo de la
capacidad lingüística y mnésica.

a) Desarrollo madurativo afectivo:


La primera variable que se analiza es si el niño/niña tiene desa-
rrollado el proceso de separación necesario de su referente afectivo
(madre-padre-familiar a cargo) para poder ingresar solo/a a la sala

117
de entrevistas especializada y/o al consultorio donde se desarrolla-
ra la prueba pericial.
Nos podemos encontrar con tres alternativas posibles:
Buen desapego: es cuando luego de la mínima intervención
para poder establecer un rapport logra separarse del referente afec-
tivo sin la necesidad de tener que implementar estrategias específi-
cas para favorecer el desapego.
Desapego con dificultades: es cuando comienza a manifestar
cierta angustia o ansiedad ante la separación, en este caso se pueden
utilizar diferentes estrategias como ser una mayor intervención del
perro de terapia para asistencia judicial.
El programa de “Perros de Terapia para Asistencia Judicial”
(Res AGT N° 176/2020), implementado en la Sala de Entrevistas
(SEE) del Ministerio Público Tutelar, tiene como objetivo principal
trabajar sobre los aspectos cognitivos y emocionales del niño o niña
que deben prestar declaración testimonial en la SEE. La función prin-
cipal como “Perro de Terapia para Asistencia Judicial” es colaborar
en el acompañamiento y contención emocional del niño/a durante la
etapa previa a una entrevista de declaración testimonial. El instructor
canino y la Licenciada en Psicología que llevará a cabo la entrevis-
ta, acompañan al niño/niña en este primer encuentro con el Perro.
Como resultado de esta interacción se genera un clima de empatía
que contribuye a disminuir el estrés de transitar por un proceso ju-
dicial, canalizando la ansiedad y angustia, favoreciendo el desapego.
Imposibilidad de lograr el desapego: cuando a pesar de
haber utilizado todas las herramientas para lograr el desapego, el
niño/niña sigue manifestando resistencia o presentando moviliza-
ción emocional, se utiliza como último recurso que ingrese en un
primer momento con su referente afectivo para ir logrando en for-
ma vincular que pueda ir consiguiendo la confianza y el rapport ne-
cesario hasta lograr la separación de su progenitora/or. Cuando esto
no es posible se debe tener presente que frente a la actitud resisten-
cial de un niño/niña, toda la bibliografía referida a la evaluación
psicológica infantil, desaconseja insistir o presionar al mismo si no
muestra signos de disponibilidad para la evaluación y se determina
que no está en condiciones de realizar los procedimientos solicitado
(ADEIP).

118
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

b) Desarrollo lingüístico
La segunda variable que se analiza es la adquisición del lengua-
je que presenta porque se requiere de una capacidad lingüística en
que la evocación que realiza pueda ser compresible, porque se debe
evitar el riesgo de interpretar erróneamente el significado de los vo-
cablos que emite.
En la entrevista preliminar se le realizan preguntas sencillas para
poder evaluar el grado de comprensión que posee y la posibilidad de
emitir un enunciado, cuando logra realizar oraciones compuestas
por varias palabras, el nivel de articulación de los fonemas es ade-
cuado y comprensible, logra expresar sentimientos e ideas y descri-
bir objetos, presenta un desarrollo óptimo para la realización de la
entrevista y pericia psicológica.
Cuando presenta una dislalia simple (dificultad en la articulación
de un fonema) y los enunciados que emite están formados por tres
o cuatro palabras, se intenta realizar la toma de declaración, advir-
tiéndoles previamente al organismo jurisdiccional las limitaciones
que podrían surgir.
Finalmente se determina que el niño/niña no posee el desarro-
llo necesario para acceder a los procedimientos solicitados, cuando,
solamente emite onomatopeyas, holofrase (palabra que implica el
significado de todo un enunciado), sus enunciados se corresponden
aún a la etapa del habla telegráfica (dos palabras forman toda una
oración), o si presenta una dislalia generalizada (dificultad de arti-
cular todos los fonemas) lo cual genera el riesgo de interpretar en
forma errónea lo que el niño/niña desea transmitir.
En algunas ocasiones que se advierte un desarrollo lingüístico li-
mitado para acceder a la toma de declaración, se intenta efectuar la
pericia psicológica en la cual a través de las técnicas proyectivas lúdi-
cas se busca explorar sobre el estado psicoemocional del niño/niña y
dar respuesta a los puntos periciales solicitados, lo cual en ocasiones
es factible y en otras no es posible porque el material brindado resulta
insuficiente para poder responder con rigurosidad científica.

C) Desarrollo Mnésico
La tercera variable que se analiza y que tiene gran relevancia para
la entrevista de Declaración testimonial, es la capacidad de evoca-

119
ción. A partir de los 2 años, comienza el desarrollo de la memoria
de conocimiento, la cual permite la codificación, el almacenamiento
y posterior recuperación.
En la etapa pre escolar, lo que debemos relevar es la capacidad de
evocación - recuperar un estímulo o acontecimiento cuando el mismo
no está perceptivamente presente-. Se evalúa tanto la capacidad de
evocar recuerdos de la memoria de corto plazo como la de largo plazo,
para ello se pueden utilizar preguntas simples como por ejemplo en el
caso de la Memoria de corto plazo, que ha desayunado o como ha llega-
do hasta el lugar de la entrevista y en la de largo plazo como ha festeja-
do su último cumpleaños o que ha realizado en sus últimas vacaciones.
En esta etapa, debemos considerar que está en los inicios del de-
sarrollo la memoria episódica entendiendo la misma como el re-
cuerdo de un hecho o acontecimiento que paso en un tiempo y lugar
específico. Y es frecuente que aún se encuentre muy poco desarro-
llada la memoria autobiográfica: información relacionada con uno
mismo (recuerdo de acontecimientos significativos para la propia
persona) (Juárez López & Sala Berga, 2011).
Siendo muy frecuente en esta etapa el predominio de la memoria
semántica -sistema de conocimiento general que se adquiere con el
transcurso del tiempo y no está relacionado con los acontecimientos
en el momento del aprendizaje; ideas y conceptos que se extraen del
conocimiento común (Tulving, 1972), teniendo un papel fundamen-
tal la adquisición del lenguaje para su desarrollo.
Finalmente, si bien no puede generalizarse, los niños en etapa
pre escolar, suelen describir las cosas de forma más breve, con me-
nos detalles, pero con exactitud.

3. Declaración Testimonial:
Con la promulgación de la ley Nº 25852 del Código Procesal Penal
de la Nación (CPPN), han quedado claramente establecidas las condi-
ciones bajo las cuales deberá relevarse la prueba. El art. 250 bis de la
mencionada Ley establece como debe ser el procedimiento para entre-
vistar a víctimas de Abuso sexual en la infancia menores de 16 años.
“El acto se llevará a cabo en un gabinete acondiciona-
do con los implementos adecuados a la edad y etapa evo-
lutiva del menor”.
120
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

En los chicos y chicas de edad pre escolar, es muy importante


dedicar el tiempo necesario para lograr el desapego, utilizando di-
ferentes estrategias y recursos tal como fuera explicitado anterior-
mente. En nuestra experiencia, los perros de asistencia judicial han
sido de gran ayuda para favorecer el proceso de separación de la
figura adulta significativa en esta franja etaria. Incluso el niño/niña
puede conocer la sala y el dispositivo acompañado por el Canino.
Asimismo, es importante cuidar la instancia previa, evitando tiem-
pos de espera muy prolongados desde la llegada del pre escolar has-
ta el inicio de la entrevista, intentando evitar la presencia de muchas
personas en la sala de espera (operadores judiciales, peritos, etc.)
y principalmente evitar todo contacto con la persona denunciada/
imputada en ese momento.
El espacio en el cual se llevará a cabo la entrevista también es
muy relevante, si bien es aconsejable que sea un espacio neutro, sin
elementos distractores (juguetes, decoración, etc) es importante
que a la vez sea cálido y cómodo para la niña/niño que deberá rea-
lizar la entrevista. Es recomendable que, en la medida de lo posible,
el mobiliario esté adaptado a la etapa psicoevolutiva, contando por
ejemplo con mesita y sillas bajas.

“En la etapa del debate la persona menor de dieciocho


(18) años, sólo será entrevistada por un/a psicólogo/a es-
pecialista en niños, niñas y/o adolescentes designado/a
por el tribunal que ordene la medida, no pudiendo en nin-
gún caso ser interrogado en forma directa por dicho tri-
bunal o las partes”.

Es sumamente importante que la persona que lleve a cabo la en-


trevista, sea un/una psicólogo/a especializado en la temática, con
perspectiva de niñez y experiencia de trabajo con pre escolares.

“Las alternativas del acto podrán ser seguidas desde


el exterior del recinto a través de vidrio espejado, mi-
crófono, equipo de video o cualquier otro medio técnico
con que se cuente. El tribunal hará saber al profesional a
cargo de la entrevista las inquietudes propuestas por las

121
partes, así como las que surgieren durante el transcur-
so del acto. Las mismas serán transmitidas teniendo en
cuenta las características del hecho y el estado emocional
de la víctima o testigo”.
Si bien pueden utilizarse diferentes espacios para llevar a cabo
la entrevista, particularmente en nuestro caso trabajamos con dos
salas (una de entrevistas y otra de observación) y transmisión por
circuito cerrado de audio y video, lo cual presenta algunas ventajas
en este grupo etario:
• Se evita el vidrio espejado, que suele ser un factor distractor
para los pre escolares.
• Mejora la calidad de audio y video, muy relevante cuando los
niños y las niñas hablan bajo, de modo poco comprensible,
deambulan etc.
• Permite la trasmisión de las preguntas de las partes intervi-
nientes mediante un sistema de micrófono-auricular, evitan-
do que el/la profesional deba dejar solo/a al pre escolar para
salir a relevar las preguntas. Acotando los tiempos de espera,
evitando incrementar la dispersión ya propia de la etapa de
deambulación.

3.1 La Entrevista de Declaración Testimonial


La misma tiene un formato validado y protocolizado internacio-
nalmente, el cual es común a todas la edades y regiones, pero re-
quiere algunas adaptaciones acordes a la etapa psicoevolutiva y las
particularidades culturales.
Las técnicas más eficaces de entrevista son: el protocolo NICHD, la
Entrevista Cognitiva y la versión actual del protocolo RATAC-NCAC.
En nuestro país se utiliza mayormente el protocolo National Ins-
titute of Child Health and Human Development (NICHD). Se trata
de una entrevista por etapas, con reglas específicas, las cuales deben
ser suficientemente claras y sostenidas por el entrevistador para evi-
tar la interferencia en el relato de la víctima y a su vez flexible para
poder adaptarlo al momento psicoevolutivo, desarrollo madurativo
y estado psicoemocional del NNyA. El protocolo de entrevista posee
cuatro etapas bien delimitadas, las mismas poseen algunas especi-
ficidades.
122
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a) Fase introductoria: establecimiento de confianza /


Rapport
Esta etapa es de gran relevancia y será fundamental que el niño/
niña se sienta cómodo para poder llevar adelante la entrevista.
Es importante la presentación del entrevistador y del espacio,
informándole acerca de la videograbación del proceso. Si no se ha
hecho con anterioridad, sería importante dedicar tiempo a conocer
el lugar.
Posteriormente se deberán establecer las Reglas de base de la en-
trevista.
Para ello es relevante realizar la prueba de la verdad, y corroborar
que el niño/niña entiende que es la verdad (utilizando un ejemplo
concreto, ej. “si yo te digo que este lápiz es azul es verdad o mentira”)
aclararle que vale decir “no sé”, que puede autocorregirse y corregir
al entrevistador/a, siendo de gran relevancia por el efecto autoridad
que puede tener la figura del entrevistador/a para el niño/niña.
b) Fase de Transición: Afianzamiento del Rapport y en-
trenamiento de habilidades cognitivas.
Se recomienda abordar una temática familiar para el niño/niña,
como la composición de su familia o la escuela/sala a la que asiste.
De esta forma a la par que el niño/niña entra en confianza, se va
realizando un muestreo del lenguaje expresivo y se pone a prueba
la capacidad de evocación, con temáticas alejadas al objeto de la en-
trevista.
Esta etapa brindará tanto al entrevistador/a como a los operado-
res judiciales presentes una guía del lenguaje expresivo (vocabula-
rio) y comprensivo del entrevistado/a.
c) Fase Sustantiva: Introducción el tema.
Dependiendo de la edad podrá ser introducido de distintos mo-
dos. Siempre es recomendable intentar un relato libre. Para ello el
entrevistador/a debiera tener en forma previa un guión con dife-
rentes alternativas para llegar al tema que se quiere investigar (por
ejemplo: ¿con quién vive y si sabe a qué se debe el cambio de centro
de vida?, ¿si sabe por qué está acá? etc.). En pre escolares es funda-
mental tener estructurada mentalmente diferentes vías de acceso
a la temática que se quiere investigar, ya que es frecuente que las
niñas/niños no lo evoquen en forma autónoma, y los tiempos de
123
atención son cortos, por lo tanto, la entrevista debiera ser lo más
breve posible.
Luego del relato libre, vendrá la etapa de las preguntas clarifi-
cadoras, pero en esta etapa del desarrollo psicoevolutivo, es funda-
mental ser cuidadoso con el lenguaje y el tipo de preguntas que se
realicen. Los pre escolares suelen entender más palabras de las que
utilizan, conocer más de las que comprenden.
La fiabilidad de los relatos de los niños/as tiene que ver más con
las habilidades del entrevistador que con limitaciones naturales de
sus capacidades cognitivas, con una metodología adecuada y una co-
rrecta intervención por parte de los/as profesionales, los niños/as son
capaces de aportar testimonios válidos y fiables (Bruck & Ceci, 1999).
Es fundamental que tanto el psicólogo como los operadores judi-
ciales tengan perspectiva de niñez y por lo tanto sepan que es posi-
ble y esperable en una niña/ niño de edad pre escolar y que no. No se
puede esperar presión temporal (horario, fechas, días de la semana,
año), es difícil precisar vínculos de parentesco, o poder hacer apre-
ciaciones comparativas como alto/bajo; grande/pequeño.
Siempre son preferibles las preguntas abiertas (iniciadas con ad-
verbios cómo: qué, quién, cuándo, dónde, por qué y cómo) ya que no
predisponen a ningún contenido específico de información y por ello
son poco sugestivas. La superioridad de las preguntas abiertas se
basa en que exigen tareas de recuerdo libre, por lo que el niño/ niña
trata de recordar y brindar más detalles (Juárez López, 2021). En
cambio, las preguntas cerradas implican tareas de reconocimiento y
ejercen mayor presión en el entrevistado con relación a lo que ha de
responder. En consecuencia, las preguntas abiertas suelen propor-
cionar más información y menos errores que las preguntas cerradas. 
Las niñas y los niños pre escolares son muy influenciables, por
ello se debe intentar evitar preguntas que aporten información, mi-
nimizar el efecto de autoridad del adulto. La condición de adulto
suele equipararse a figura de autoridad y poder sobre niños y niñas,
ya que desde la socialización se les enseña a hacer caso, respetar y
obedecerles. Esta posición puede llevar a que, en el afán por agra-
dar, se tornen aquiescentes. 
Se debe tratar de optar por las preguntas que ayudan a los niños
a utilizar al máximo sus capacidades cognitivas, lingüísticas, comu-
124
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

nicativas y memorísticas para describir sus propias experiencias


con precisión y aportar información. Algunos ejemplos serían: ¿Qué
pasó? ¿Qué hiciste? ¿Fue de día o de noche? ¿Te dijo algo? ¿recor-
das algo más? Es importante en esta etapa del desarrollo psicoevo-
lutivo evitar repetir preguntas, ya que puede ser leído por el niño/
niña como que se espera otra respuesta y puede modificarla solo por
el afán de agradar o ser condescendiente con el entrevistador/a.
Recapitulando, antes de los 3 años, es difícil que se pueda obte-
ner un relato (etapa de la amnesia infantil). Entre los 3 y 6 años de
edad se puede llegar a obtener una declaración, pero adquieren gran
relevancia las buenas prácticas y el control de la técnica de entrevis-
ta para poder detectar posibles contaminaciones.
Es sabido que no existe un síndrome de abuso sexual infantil
característico, ni síntomas patognomónicos, nos encontramos con
que el relato del niño/a tiene la trascendencia de ser, en muchos
casos, la única prueba incriminatoria con la que se cuenta (Quero
s/f). Por ello es muy importante atenuar las expectativas, que ge-
nera una Entrevista de Declaración Testimonial en la investigación
judicial, entendiendo que no siempre se obtendrá un relato y en tal
caso no debería ser el único elemento de prueba (Sternberg, Lamb,
Hershkowitz, et. al 1997).

d) Fase de Cierre.
En esta etapa se intenta restablecer un tono emocional positivo.
Para ello retomará algún tema neutral. Habitualmente en esta etapa
se motiva al entrevistado/a para que pregunte o exprese sus pre-
ocupaciones sobre el procedimiento judicial y se le agradecerá su
participación en el proceso de entrevista.
Cabe señalar que es frecuente que llegada esta etapa los niños/
niñas pre escolares estén cansados e inquietos. Es por ello que mu-
chas veces hacemos un breve cierre y agradecimiento y les ofrece-
mos salir de la sala de entrevistas y poder volver a interactuar/jugar
con el perro de asistencia judicial otorgando la posibilidad de
neutralizar la movilización emocional que genera evocar
un hecho traumático.

125
4) Pericia psicológica:
Desarrollo madurativo cognitivo
Poder acceder a la prueba pericial psicológica requiere de un su-
ficiente desarrollo cognitivo como para poder comprender las con-
signas y realizarlas.
En esta etapa etaria en el cual se están desarrollando las fun-
ciones cognitivas se requiere fundamentalmente que la atención y
concentración hayan alcanzado la estabilidad necesaria para poder
ejecutar una acción. Cuando aún se encuentran muy arraigados a
la etapa de deambulación se dificulta porque logran iniciar una
técnica, pero rápidamente la dejan y comienzan a buscar nuevos
estímulos.
En la planificación de las técnicas que se van administrar se debe
considerar que las consignas que se van a brindar deben ser muy
claras y precisas, y debido al foco atencional breve que aún poseen,
no deberían requerirle de un gran tiempo de ejecución porque es
probable que el niño/niña se fatigue y abandone la misma.

Modalidad de abordaje pericial


Técnicas gráficas: si bien los pequeños suelen responder rápi-
damente a la consigna gráfica, cuando se encuentra aún en la etapa
del garabateo, al no haber simbolismo descriptivo, el cual es necesa-
rio a los fines de la peritación, no debieran administrarse.
Si se advierte que ya alcanzó el primer desarrollo psicoevolutivo
gráfico, habiendo alcanzado y/o superado la etapa del cefalópodo,
se habilita la posibilidad de realizar técnicas gráficas, pero siempre
se debe tener presente ciertos recaudos al momento de efectuar un
correcto análisis e interpretación de estos:
• Siempre se debe preguntar e identificar sobre el contenido
que busco representar en cada parte del dibujo.
• No se deben realizar interpretaciones aisladas sobre el simbo-
lismo descriptivo.
• Tener mucho cuidado de no caer en sesgos interpretativos.

Técnicas proyectivas lúdicas:


CAT-A: Se puede administrar si tiene la capacidad madurativa

126
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necesaria para poder realizarlo, porque no solamente debe poseer


riqueza lingüística para poder desarrollar el relato y no quedarse en
breves descripciones del estímulo, sino que debe poseer capacidad
simbólica para el armado de la historia y estabilidad atencional para
poder completar la totalidad de la técnica.
Hora de Juego: cuando son muy pequeños, con poco desa-
rrollo del lenguaje, suele ser un juego meramente exploratorio, al
no haber desarrollo aún la función simbólica, solamente podremos
tener información acerca de componentes emocionales (tranquilo,
ansioso, interactúa con el profesional, juego de descarga con marca-
da hostilidad, no muestra interés por el juego, etc).
Hora de juego postraumático: adquiere particular valor
diagnostico pericial si el desarrollo del juego revela componentes
traumáticos, en los cuales se reitera en forma compulsiva una mis-
ma temática, lo cual nos permite descubrir temas relacionados con
posibles eventos disruptivos y analizar los sentimientos asociados
que expresa, como las conductas que despliega (hipervigilancia, an-
gustia, miedo, ansiedad, conductas erotizadas conductas autodes-
tructivas). 

Vicisitudes en la articulación de las diferentes pruebas


Muchas veces sucede que en la declaración testimonial los ni-
ños/niñas más pequeños no logran adecuarse a los requerimientos
de una entrevista informativa porque no es el método más propicio
para favorecer la evocación de un recuerdo traumático en esa etapa
evolutiva.
Muchas variables influyen desde el ambiente de la sala con el
mínimo inmobiliario para evitar factores de dispersión, saber que
están las cámaras y/o espejo y que lo están grabando, o por saber
que sus palabras pueden tener consecuencias para su entorno, lo
cual sumado a presiones familiares con las cuales a veces llegan,
desencadenan reacciones defensivas que limitan la posibilidad de
evocar un relato.
A través de una técnica proyectiva lúdica el niño/niña se encuen-
tra en un ámbito más acorde a su etapa evolutiva, el consultorio
adaptado a sus necesidades y sin la presencia de cámaras o espejos
que puedan promover una mayor inhibición.

127
El juego como medio regio para favorecer la proyección de sus
vivencias y sentimientos, permite que en ocasiones puedan brindar
información acerca de los hechos investigados que no han podido
dar en la instancia de la declaración testimonial, por ejemplo puede
ocurrir que en el Juego de interrelaciones Familiares u Hora de Jue-
go, surge la figura del supuesto agresor con sentimientos asociados
hacia el mismo y a partir de allí logra brindar datos que podrían ser
relevantes para la investigación en curso.
Las diferentes alternativas con las cuales nos podemos encontrar
en la articulación de ambas pruebas son las siguientes:
• Hay relato en la declaración testimonial. Se detectan impron-
tas traumáticas asociadas a posible victimización sexual en la
pericia.
• No hay relato en la declaración testimonial. Se detectan im-
prontas traumáticas asociadas a posible victimización sexual
en la pericia.
• No hay relato en la declaración testimonial. Surge el relato en
la instancia pericial.
Cada niño/niña es único/a y no todos/as tienen la posibilidad de
al ser tan pequeños/as poder satisfacer las expectativas que el siste-
ma judicial presenta sobre ellos/ellas.
Es el sistema de justicia el que debe adaptarse a sus posibilida-
des, saber respetar sus tiempos como sus silencios y entender que
en ocasiones se requerirá de un trabajo de maduración y/o elabo-
ración para estar preparados para poder participar activamente
del proceso, contemplando la posibilidad también que esto nunca
pueda llegar a suceder, es entonces cuando la presión no debiera
caer en el niño/niña y se debiera avanzar a través de otras pruebas
e instancias.

5) Consideraciones Finales:
Como operadores del sistema judicial, debemos bregar para con-
seguir que se revean las practicas actuales que no favorecen el acce-
so a la justicia de los niños/niñas en etapa preescolar, y trabajar en
el desarrollo de procedimientos que contemplen las particularida-
des específicas, por el nivel de desarrollo y madurez que posee este
grupo etario.
128
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Por último, dejamos algunos lineamientos sobre acciones que


consideramos se debieran analizar para poder avanzar en un siste-
ma inclusivo para todos:

Se deben respetar sus tiempos, posibilidades y capacidades, lo



cual hace necesaria la revisión de los procesos judiciales en los
cuales debe participar.
Se requiere de operadores judiciales especializados y capaci-

tados para el trabajo con niños y niñas preescolares.
Los ámbitos y dependencias judiciales deben estar adaptados a

las necesidades específicas que requieren para su edad, siendo
un entorno amigable que favorezca su adaptación al encuadre.
La incorporación del perro de asistencia judicial resulta una he-

rramienta de gran valor para el trabajo con niños/as pequeños.
Se deben establecer criterios comunes de actuación que con-

templen los derechos de la niñez, de este modo podrá garanti-
zarse que el acceso a la justicia se adapte y sea accesible para
todos ellos.

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130
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

“Victimas Secundarias del Delito de Secuestro:


presentación del caso AS.”

Sergio Santamaría Suarez - Verónica Rodríguez Con-


treras- Gerardo Hurtado Arriaga - David Jiménez Ro-
dríguez - Ulrik Álvarez Martínez - Zarina Isabel Melo
Fabela.
Área Académica de Psicología del Instituto de Ciencias de la Sa-
lud de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo / Unidad
Especializada en el Combate al Secuestro de la Procuraduría Ge-
neral de Justicia del Estado de Hidalgo, México.

Victimas Secundarias del Delito de Secuestro: presen-


tación del caso AS

Resumen
Se inicia con la etimología de la palabra víctima, algunas delimi-
taciones, para luego pasar a la definición jurídica en su uso clásico,
se enuncian algunos de los trabajos representativos del concepto, las
principales nosologías que dan cuenta de la tipología, se enfatizan
los beneficios previstos en la definición de víctima de acuerdo a la
ley general de atención a víctimas 2020, en México. Se hace la pro-
puesta de cómo se debe entender el concepto de víctima secundaria
del delito de secuestro; son aquellas personas cercanas (psicológica-
mente) a la víctima primaria directa, que son afectadas en el mismo
lugar y en el mismo tiempo en que ocurre el secuestro. Finalmente
se presenta el caso denominado (AS) con el objetivo de dar voz y
visibilidad a la víctima secundaria del delito de secuestro y a su sin-
tomatología: desvanecimiento, angustia, depresión, desesperanza,
reducción en el interés por actividades cotidianas, distanciamiento
psicológico respecto a sus familiares vivos y aislamiento social. Los
autores del presente trabajo quisimos dar voz y visibilidad a la vícti-
ma secundaria del delito de secuestro, porque pensamos que dicha
experiencia de una madre a quien mediante el secuestro le han arre-
batado a una hija, merece un destino diferente al olvido.
Palabras clave: Secuestro, Psicología, Victima Secundaria

131
Abstrac
It starts with the etymology of the word “victim”, some delimi-
tations, to then move on to the legal definition in its classical use;
some of the representative works of the concept are mentioned, the
principal nosologies that refer to the typology, emphasizing the ex-
pected benefits in the definition of the victim according to the Ley
General de Atención a Víctimas 2020 in Mexico. A proposal is made
regarding how the secondary victim of the kidnapping crime con-
cept has to be understood; they are those people (psychologically)
close to the direct primary victim, who are affected in the same pla-
ce and at the same time where the kidnapping occurs. Finally, the
case denominated (AS) is presented with the object of giving voice
and visibility to the secondary victim of the kidnapping crime and
its symptomatology: fainting, anguish, depression, hopelessness,
loss of interest in everyday activities, psychological distancing in
respect to live relatives, and social isolation. The authors of the pre-
sent work wanted to give voice and visibility to the secondary victim
of the kidnapping crime because we think that the experience of a
mother who, through the kidnapping, has been separated from her
daughter, deserves a different fate than forgetting.
Keywords: Kidnapping, Psychology, Secondary victim.

Desarrollo
El concepto de víctima deriva del latín víctima: 1) persona o ani-
mal sacrificado o destinado al sacrificio, 2) el que padece por culpa
ajena o por causa fortuita, 3) persona que se expone a un grave ries-
go en obsequio de otra. (Gran diccionario enciclopedico ilustrado,
1988). Se observa que en los tres casos la víctima está destinada al
sacrificio, está expuesta a sufrir un daño contra su voluntad, pero
también puede exponerse por voluntad propia, siendo posible que el
daño recibido pueda ser producto de la mala fortuna o por la acción
de un tercero.
Laguna (2008) menciona que “victima”, designa a la persona
o animal sacrificado o que se designa al sacrificio, a diferencia del
“victimario o victimizador”, que alude al sirviente de los antiguos
sacerdotes gentiles, que encendía el fuego, ataba a las víctimas al ara
y las sujetaba en el acto del sacrificio.

132
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Desde el campo jurídico, en el Diccionario Panhispánico del es-


pañol jurídico (2020), define a la víctima como la persona que sufre
los efectos del delito, no solo el sujeto pasivo o titular del bien ju-
rídico, que es la víctima más directa, sino también otros perjudi-
cados materiales o morales, directos o indirectos, como familiares,
herederos, la empresa, sus integrantes y acreedores, etc. Es decir, se
distingue entre victima directa del delito y victima indirecta.
Bedú (1975) citado en Laguna (2008), considera que una perso-
na es víctima cuando cualquiera de sus derechos ha sido violado por
actos deliberados o maliciosos. Es la persona sobre la que recae la
acción crimina y sufre en sí misma, en sus bienes o en sus derechos
las consecuencias nocivas de la acción. Neuman (1984) citado en
Laguna (2008), postula que la víctima es el ser humano que padece
daño en los bienes jurídicamente protegidos, por la acción de otros
e incluso por accidentes debidos a factores humanos, mecánicos o
naturales.
El código nacional de procedimientos penales (2019), en México.
Señala:
Artículo 108. Víctima u ofendido. Para los efectos de este Código,
se considera víctima del delito al sujeto pasivo que resiente direc-
tamente sobre su persona la afectación producida por la conducta
delictiva. Asimismo, se considerará ofendido a la persona física o
moral titular del bien jurídico lesionado o puesto en peligro por la
acción u omisión prevista en la ley penal como delito.
En los delitos cuya consecuencia fuera la muerte de la víctima o
en el caso en que ésta no pudiera ejercer personalmente los dere-
chos que este Código le otorga, se considerarán como ofendidos, en
el siguiente orden, el o la cónyuge, la concubina o concubinario, el
conviviente, los parientes por consanguinidad en la línea recta as-
cendente o descendente sin limitación de grado, por afinidad y civil,
o cualquier otra persona que tenga relación afectiva con la víctima.
La víctima u ofendido, en términos de la Constitución y demás
ordenamientos aplicables, tendrá todos los derechos y prerrogativas
que en éstas se le reconocen.
Artículo 109. Derechos de la víctima u ofendido

133
En los procedimientos previstos en este Código, la víctima u
ofendido tendrán los siguientes derechos:
I. A ser informado de los derechos que en su favor le reconoce
la Constitución; II. A que el Ministerio Público y sus auxiliares, así
como el Órgano jurisdiccional le faciliten el acceso a la justicia y les
presten los servicios que constitucionalmente tienen encomenda-
dos con legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad, profesionalis-
mo, eficiencia y eficacia y con la debida diligencia; III. A contar con
información sobre los derechos que en su beneficio existan, como
ser atendidos por personal del mismo sexo, o del sexo que la víctima
elija, cuando así lo requieran y recibir desde la comisión del deli-
to atención médica y psicológica de urgencia, así como asistencia
jurídica a través de un Asesor jurídico; IV. A comunicarse, inme-
diatamente después de haberse cometido el delito con un familiar,
e incluso con su Asesor jurídico; V. A ser informado, cuando así lo
solicite, del desarrollo del procedimiento penal por su Asesor jurí-
dico, el Ministerio Público y/o, en su caso, por el Juez o Tribunal;
VI. A ser tratado con respeto y dignidad; VII. A contar con un Ase-
sor jurídico gratuito en cualquier etapa del procedimiento, en los
términos de la legislación aplicable; VIII. A recibir trato sin discri-
minación a fin de evitar que se atente contra la dignidad humana
y se anulen o menoscaben sus derechos y libertades, por lo que la
protección de sus derechos se hará sin distinción alguna; IX. A ac-
ceder a la justicia de manera pronta, gratuita e imparcial respecto
de sus denuncias o querellas; X. A participar en los mecanismos al-
ternativos de solución de controversias; XI. A recibir gratuitamente
la asistencia de un intérprete o traductor desde la denuncia hasta la
conclusión del procedimiento penal, cuando la víctima u ofendido
pertenezca a un grupo étnico o pueblo indígena o no conozca o no
comprenda el idioma español; XII. En caso de tener alguna disca-
pacidad, a que se realicen los ajustes al procedimiento penal que
sean necesarios para salvaguardar sus derechos; XIII. A que se le
proporcione asistencia migratoria cuando tenga otra nacionalidad;
XIV. A que se le reciban todos los datos o elementos de prueba per-
tinentes con los que cuente, tanto en la investigación como en el
proceso, a que se desahoguen las diligencias correspondientes, y a
intervenir en el juicio e interponer los recursos en los términos que

134
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

establece este Código; XV. A intervenir en todo el procedimiento


por sí o a través de su Asesor jurídico, conforme lo dispuesto en
este Código; XVI. A que se le provea protección cuando exista riesgo
para su vida o integridad personal; XVII. A solicitar la realización
de actos de investigación que en su caso correspondan, salvo que el
Ministerio Público considere que no es necesario, debiendo fundar y
motivar su negativa; XVIII. A recibir atención médica y psicológica
o a ser canalizado a instituciones que le proporcionen estos servi-
cios, así como a recibir protección especial de su integridad física y
psíquica cuando así lo solicite, o cuando se trate de delitos que así
lo requieran; XIX. A solicitar medidas de protección, providencias
precautorias y medidas cautelares; XX. A solicitar el traslado de la
autoridad al lugar en donde se encuentre, para ser interrogada o
participar en el acto para el cual fue citada, cuando por su edad,
enfermedad grave o por alguna otra imposibilidad física o psicoló-
gica se dificulte su comparecencia, a cuyo fin deberá requerir la dis-
pensa, por sí o por un tercero, con anticipación; XXI. A impugnar
por sí o por medio de su representante, las omisiones o negligencia
que cometa el Ministerio Público en el desempeño de sus funciones
de investigación, en los términos previstos en este Código y en las
demás disposiciones legales aplicables; XXII. A tener acceso a los
registros de la investigación durante el procedimiento, así como a
obtener copia gratuita de éstos, salvo que la información esté sujeta
a reserva así determinada por el Órgano jurisdiccional; XXIII. A ser
restituido en sus derechos, cuando éstos estén acreditados; XXIV. A
que se le garantice la reparación del daño durante el procedimiento
en cualquiera de las formas previstas en este Código; XXV. A que se
le repare el daño causado por la comisión del delito, pudiendo soli-
citarlo directamente al Órgano jurisdiccional, sin perjuicio de que el
Ministerio Público lo solicite; XXVI. Al resguardo de su identidad y
demás datos personales cuando sean menores de edad, se trate de
delitos de violación contra la libertad y el normal desarrollo psico-
sexual, violencia familiar, secuestro, trata de personas o cuando a
juicio del Órgano jurisdiccional sea necesario para su protección,
salvaguardando en todo caso los derechos de la defensa; XXVII. A
ser notificado del desistimiento de la acción penal y de todas las re-
soluciones que finalicen el procedimiento, de conformidad con las

135
reglas que establece este Código; XXVIII. A solicitar la reapertura
del proceso cuando se haya decretado su suspensión, y XXIX. Los
demás que establezcan este Código y otras leyes aplicables.
En el caso de que las víctimas sean personas menores de diecio-
cho años, el Órgano jurisdiccional o el Ministerio Público tendrán
en cuenta los principios del interés superior de los niños o adoles-
centes, la prevalencia de sus derechos, su protección integral y los
derechos consagrados en la Constitución, en los Tratados, así como
los previstos en el presente Código.
Para los delitos que impliquen violencia contra las mujeres, se
deberán observar todos los derechos que en su favor establece la
Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia
y demás disposiciones aplicables.
La ley general de víctimas (2020), en el artículo 4 denomina víc-
timas directas a aquellas personas físicas que hayan sufrido algún
daño o menoscabo económico, físico, mental, emocional, o en ge-
neral cualquier puesta en peligro o lesión a sus bienes jurídicos o
derechos como consecuencia de la comisión de un delito o violacio-
nes a sus derechos humanos reconocidos en la constitución y en los
tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea Parte.
Para Manzanera (2002), “víctima” tiene un significado más am-
plio, representa al individuo que se sacrifica a sí mismo, o que es
inmolado en cualquier forma. Mendelsonhn dice que “es la perso-
nalidad del individuo o de la colectividad en la medida en que está
afectada por las consecuencias sociales de sufrimiento, determina-
do por factores de origen muy diverso, físico, psíquico, económico,
político o social; así como el ambiente natural o técnico”. En tanto,
Echeburúa (2004) propone que es todo ser humano que sufre un
malestar emocional a causa del daño intencionado provocado por
otro ser humano. En este sentido, Laguna (2008), define víctima
como la persona que padece un daño por culpa propia, ajena o por
causa fortuita.
El concepto de víctima se ha ido modificando, considerándose
en la actualidad factores de origen, tipos, clasificaciones, categorías,
procedimiento, programas y un sin fin de temas que dieron origen a
la disciplina denominada victimología.
Mendelshon citado en Laguna (2008), propone la siguiente cla-

136
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

sificación fundamentada en una correlación inversa entre la culpa-


bilidad del agresor y el ofendido:
• Enteramente inocente o ideal: no ha hecho nada para des-
encadenar la acción criminal que sufre. Sería una víctima in-
consciente, y propone como ejemplo al niño.
• Víctima por ignorancia o víctima de menor culpabilidad: da
un impulso no deliberado al delito, e irreflexivamente provoca
su propia victimización al facilitar la actuación del criminal.
• Víctima voluntaria o tan culpable como el infractor: existe co-
laboración con el victimario, como por ejemplo en la eutana-
sia, en casos de pareja suicida, o en la ruleta rusa.
• Víctima provocadora o más culpable que el infractor: incita
con su conducta al hecho criminal, siendo su provocación de-
cisiva, o bien determina el accidente por falta de control en sí
mismo.
• Víctima agresora única culpable: bien infractora (que comete
una infracción, convirtiéndose en víctima el victimario como
en la legítima defensa), bien simuladora (que acusa falsamen-
te y sostiene la acusación por venganza, chantaje...) o bien
imaginaria (que inventa su propia condición de víctima).

Neuman (1984), también citado en Laguna (2008), clasifica:


• Víctimas individuales, distinguiendo a su vez entre aquellas
que adoptan una actitud culposa o dolosa frente al proceso de
victimización y las que carecen de tal actitud.
• Víctimas familiares, entre las que se encuentran los niños y
las mujeres maltratadas, así como todas aquellas víctimas de
delito en el contexto familiar.
• Víctimas colectivas, encuadrando en este perfil a la comuni-
dad como nación con respecto a delitos como la rebelión y
la sedición, y a la comunidad social frente al genocidio, los
delitos económicos y el terrorismo, y a otros grupos sociales
victimizados por el propio sistema penal (tortura, excesos en
materia de prisión preventiva, etc.)
• Víctimas sociales, como pueden ser los minusválidos, ancianos
o minorías étnicas victimizadas por el propio sistema social.

137
El protocolo nacional de actuación para la atención a víctimas
de secuestro (2017), define los siguientes roles de los participantes:
• Víctima directa: Persona física que ha sufrido el daño o me-
noscabo de sus derechos producto de una violación de dere-
chos humanos o de la comisión de un delito.
• Víctima indirecta: Los familiares o aquellas personas físicas a
cargo de la víctima directa con quien exista una relación inme-
diata, que proporcionan información para los actos de inves-
tigación que realiza el investigador, así como la colaboración
para la negociación.
Landrove Díaz (1998), citado en Laguna (2008) menciona los siguien-
tes tipos de víctima:
1. Víctimas no participantes o fungibles Son también las deno-
minadas enteramente inocentes o ideales. La victimización se distri-
buye en este caso de forma aleatoria y por tanto todos los miembros
de la colectividad somos potenciales víctimas. El acto delictivo es in-
dependiente de la intervención consciente o inconsciente de la vícti-
ma. En este sentido se distinguirse entre víctimas accidentales, que
tan solo se encontraban en un lugar poco adecuado en un momento
desafortunado, por azar se cruzan en el camino del delincuente y las
víctimas indiscriminadas, caracterizadas por la ausencia absoluta
de vínculo con el infractor, por ejemplo, en el terrorismo.
2. Víctimas participantes o infungibles, la víctima sí que des-
empeña un cierto papel en la génesis del delito, ya sea omitiendo las
precauciones más elementales y facilitando su comisión, ya sea pro-
vocando el acto delictivo. En esta categoría también encontramos a
las denominadas víctimas alternativas, que deliberadamente se co-
locan en posición de serlo, quedando en manos del azar el llegar a
convertirse en víctimas, y por último las víctimas voluntarias, son el
resultado de su propia instigación o de un pacto asumido libremen-
te (ej: eutanasia, supuestos de homicidio-suicidio o la mutilación
con objeto de, en el pasado, librarse del servicio militar u obtener
alguna compensación de tipo económico).
3. Víctimas familiares. Esta categoría tiene en cuenta la rela-
ción previa entre la víctima y el autor del delito. Se trata de una es-
pecial condición que entra en los supuestos de vulnerabilidad con-
vivencial o doméstica.
138
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

4. Víctimas colectivas, son todas aquellas víctimas de delitos


que lesionan o ponen en peligro bienes jurídicos cuyo titular no es
la persona natural. Las relaciones entre víctima y delincuente se ca-
racterizan por la despersonalización, la colectividad y el anonimato.
Este tipo de relación la encontramos en los delitos financieros, frau-
des y delitos informáticos de los que personas jurídicas, colectivida-
des enteras o el Estado mismo pueden ser víctimas. También se ha
denominado a este tipo víctima oculta, por la elevada cifra negra.
5. Víctimas especialmente vulnerables. Ciertamente, la proba-
bilidad de convertirse en víctima no está distribuida de forma ho-
mogénea entre todos los sujetos. Determinados factores de predis-
posición o vulnerabilidad aumentan el riesgo de ser victimizado.
6. Víctimas simbólicas o líder. En este caso, la victimización
tiene lugar con objeto de lesionar un determinado sistema de valo-
res, un partido político o una ideología a la que la víctima pertenece
y de la que constituye un elemento representativo.
7. Falsas víctimas Esta categoría comprende a todas aquellas
falsas víctimas que, por diversas razones, denuncian un delito que
nunca tuvo lugar. Son víctimas simuladoras o víctimas imaginarias
que erróneamente consideran haber sido objeto de un acto delictivo.
Después de revisar los tipos de víctimas, ponemos a su conside-
ración, la inclusión de un tipo: victimas secundarias del delito de
secuestro, su característica principal es que son afectadas al mismo
tiempo que la víctima primaria. La afectación es en tiempo real y se
distingue de la “traumatización secundaria” de la víctima secunda-
ria en que la víctima primaria y la secundaria no están en estrecho
contacto (Garcia Pablos, 1993, Cambell 2005), pero si están vivien-
do en tiempo real y de forma paralela, el mismo evento delictivo.

Caso: AS
Antecedente; el activo es casado y padre de un bebé de meses, asis-
te a una fiesta y ahí conoce a la víctima (soltera y sin hijos, en ese
momento menor de edad) pregunta por ella a sus amigos y posterior-
mente propicia el acercamiento a manera de encuentros casuales.
El activo mantuvo una relación de noviazgo con la víctima por
8 meses, compartían relaciones sexuales voluntarias, consumo de
alcohol y cannabis. después de compartir un fin de semana juntos, el

139
activo decide llevar a cabo el secuestro para obtener el dinero que le
permita hacer frente a sus problemas económicos previamente ad-
quiridos y asociadas a su estilo de vida (deudas a tarjetas de banco
y departamentales, todas sobregiradas); privando de la libertad a su
novia y encerrándola en el mismo domicilio dónde compartieron el
fin de semana (la casa de él), la mata y luego la entierra en el jardín,
hace llamadas telefónicas a la mamá de la víctima primaria para so-
licitar dinero a manera de rescate. Durante la detención el activo co-
menta su modo de vida y el modo de operación con el que privó de la
vida a su víctima, pero poco después asegura que todo lo que dijo en
su declaración fue resultado de maltrato y tortura por parte de los
servidores públicos ministerio público y agentes de investigación:
ahora queda en duda el debido proceso en la detención del activo,
y ya no importa tanto el hecho de que él mantuviera una relación
de noviazgo con la víctima y que fuera la última persona que tuvo
contacto con ella, que señalara la forma en que la privó de la vida, el
objeto material que utilizó, el lugar donde se encontraba el cuerpo
sin vida de la víctima, que dicho lugar fuese la propia casa del activo
y que ahí mismo se encontrara el utensilio con el cuál la asesino,
ahora el probable responsable se apega a la presunción de inocencia
hasta que se le compruebe lo contrario, se apega al derecho a guar-
dar silencio y solicita el apoyo de la CNDH. La madre de la víctima
primaria, quién en este caso se convierte en la víctima secundaria,
encara a los comisionados de derechos humanos y les pregunta:…”
¿y los derechos humanos de mi hija? ¿ella ya está muerta y esa per-
sona a la que ustedes protegen en sus derechos humanos la mató a
pesar de que era su novia y supuestamente la amaba? ¿la mató y
la enterró en su casa? ¿allí en su casa estaba el utensilio con el que
la mató?” (sic) termina preguntando…”¿yo puedo ser ante ustedes
la representante de mi hija muerta y pedirles a ustedes Comisión
Nacional de los Derechos Humanos que me apoyen para hacer va-
ler los derechos humanos de mi hija? ella era menor de edad, tenía
un proyecto de vida que ahora está trunco, ustedes CNDH pueden
ayudarme a proteger los derechos humanos de mi hija, para que
su muerte no sea en vano, ustedes pueden apoyarme para salva-
guardar mis derechos humanos, saben que como madre tuve que
denunciar la desaparición de mi hija, tuve que contestar las llama-
140
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

das donde me pidieron una cantidad de dinero que jamás he visto


en mi vida, tuve que negociar, tuve que hacer diversos actos de in-
vestigación para ayudar a saber dónde estaba mi hija, tuve que ir
a la exhumación del cuerpo en el lugar donde su asesino la enterró,
tuve que ir al servicio médico forense a reconocer el cuerpo de mi
hija después de cuatro meses que estuvo enterrada, y ahora tengo
que soportar todos los procedimientos que la autoridad señala si
es que quiero justicia para mi hija muerta (comparecencias e inte-
rrogatorios entre otros) las burlas degradantes de quien mató a mi
hija, ese joven se ríe burlonamente cada vez que me ve en la sala
de oralidad, las amenazas de su familia que me llamó por teléfono
para decirme que ya dejará todo por la paz y mejor cuidara a mis
otras hijas que aún estaban vivas…” (sic)
Resolución del caso: se logra la captura del victimario, quien en
su primera declaración confiesa que la mato y aporta detalles para la
localización del cuerpo… se exhuma a la víctima, el caso es llevado a
juicio como secuestro agravado por homicidio, el fallo es condena-
torio, con pena de 120 años de cárcel, sin derecho a los beneficios de
libertad anticipada.
Sintomatología referida: desvanecimiento, angustia, depresión,
desesperanza, reducción del interés por actividades cotidianas,
distanciamiento psicológico con sus familiares vivos y aislamiento
social.

Conclusiones:
1 - En el caso AS, se trata de una víctima primaria o directa, que
podemos clasificar como víctima por ignorancia, de menor culpa-
bilidad que su victimario, que irreflexivamente provocó su propia
victimización al facilitar la actuación del criminal, es una víctima
individual.
2 - Los autores de este trabajo proponemos la tipología de vic-
tima secundaria del delito de secuestro, entendiendo que la carac-
terística principal es que la afectación de la víctima secundaria, se
da de forma paralela a la víctima primaria, es decir, en tiempo real,
comparten el evento sin estar estrechamente en contacto, pero si en
la misma escena psicológica (tiempo y lugar) en que ocurre el delito.
3 - la víctima secundaria del caso AS: manifiesta que no compren-
141
de por qué la CNDH, se inclina en velar por los Derechos Humanos
del señalado como probable responsable del secuestro (activo), en
contraposición a la indefensión e invisibilización que experimenta,
el dolor inherente causado por la pérdida de la vida de su hija, deri-
vada del secuestro.
4 - Los síntomas psicológicos que refiere la víctima secundaria
(angustia, depresión, desesperanza, reducción en el interés por acti-
vidades cotidianas, distanciamiento psicológico respecto a sus hijas
vivas y aislamiento social) están asociados a un sufrimiento psico-
lógico permanente y a una alteración emocional severa y crónica,
al evocar involuntariamente, en su vida cotidiana, acontecimientos
asociados al hecho criminal.
5 - Escuchar a la víctima secundaria del caso AS, nos hace su-
poner que sus vivencias merecen un destino diferente al olvido y la
indiferencia, los autores del presente trabajo tuvimos como objetivo
dar voz y visibilidad a la víctima secundaria del delito de secuestro.

Referencias:
• Campbell, R, y Raja, Sh. (2005) El asalto sexual y victimización secun-
daria de mujeres veteranas: experiencias de búsqueda de ayuda con el
sistema social militar y civil. Psicología de la mujer trimestral. 29, 97-
106.
• Código Nacional de Procedimientos Penales (2019). http://www.sep.
gob.mx/work/models/sep1/Resource/15112/1/images/codigo_nacio-
nal_procedimientos_penales_01_2019.pdf
• Diccionario panhispánico del español jurídico (2020). https://dpej.
rae.es/lema/v%C3%ADctima
• Echeburúa, E. (2004). file:///F:/Dialnet-VictimasDelTerrorismo-
YDeSecuestros-5733953.pdf
• Gran diccionario enciclopédico ilustrado. (1988). víctima (3 ed.).
México: selecciones del Readers digest. http://ISBN Tomo 12:
9682800862
• Laguna, S. (2008). Manual de victimología. http://ISBN: 8469084380
• Ley general de víctimas (2020). http://www.diputados.gob.mx/Leyes-
Biblio/pdf/LGV_061120.pdf
• Manzanera, L. (2002). Victimología estudio de la víctima. Porrúa.
http://ISBN: 9700731553
• Protocolo Nacional de actuación atención a víctimas de secuestro
(2017). http://www.coahuilatransparente.gob.mx/disp/documen-

142
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

tos_disp/Protocolo%20Nacional%20de%20Actuaci%C3%B3n_
Atenci%C3%B3n%20a%20V%C3%ADctimas%20de%20Secuestro..pdf

Apéndice
De la revisión del caso dio origen al blues del feminicidio que se
presenta a continuación:

Blues del feminicidio


Se inicia en el corazón del hombre cuando su mente es pequeña
se inicia en el corazón del hombre cuando su mente se hace pe-
queña
él puede hacer un gran daño…
creyó que podía tomar de ella su libertad, su amor y su cuerpo
creyó que podía tomar de ella su libertad, su amor y su cuerpo
Pero de ella solo puedo llevarse un recuerdo muerto…
Con el alma extraviada, su cuerpo insatisfecho y su mente sin
razón
Con el alma extraviada, su cuerpo insatisfecho y su mente sin
razón
él no se da cuenta que está matando al amor, él está enterrando su pro-
pio corazón…

143
144
CAPITULO V
146
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

La ética del psicólogo en la ejecución penal

Lic. Sara de las Mercedes Auatt.


Especialista en Psicología Jurídica. Psicóloga Forense del Equipo In-
terdisciplinario del Juzgado de Ejecución Penal del Poder Judicial de
Santiago del Estero. Miembro de la Comisión Directiva de APFRA.

Precisamente porque algo ha quedado anudado con algo seme-


jante a la palabra, el discurso puede desanudarlo (Lacan, 1999).

Abstract:
En este trabajo de revisión teórico – práctica se intenta reflexio-
nar sobre los constructos teóricos y la práctica profesional del psicó-
logo en el ámbito de la justicia y su compromiso con la ética en torno
a su tarea específica. Se toma en cuenta el quehacer de la psicología
dentro del Juzgado de Ejecución Penal y la relevancia que adquiere
su aporte a las decisiones judiciales inherentes a la etapa de cum-
plimiento de la condena de un sujeto que ha cometido un delito y
busca acogerse a algún beneficio previsto por la ley. La articulación
de los discursos y conceptos tomados del ámbito del derecho por
la psicología, pueden producir confusiones y errores en su práctica
sobre los que se busca reflexionar y estar advertidos, para no dejar
de lado lo esencial de su objeto de estudio. Esto no lleva a trabajar el
concepto de peligrosidad como posible como un imaginario posible
de predecir desde la concepción extrema del positivismo, al igual
que las herramientas de medición, cuantificación y clasificaciones
con las que se busca obtener respuestas categóricas y de certeza ab-
soluta sobre la subjetividad. También se considera la articulación
interdisciplinaria dentro de la justicia y su relevancia ética dada la
gravedad de las consecuencias que produce la falta de su existencia
en un contexto actual atravesado por la virtualidad que limita ma-
yores condiciones de posibilidad.

Palabras claves: psicología jurídica – ejecución penal – ética


profesional

147
Desarrollo
La práctica psicológica en el ámbito jurídico observa una notable
variedad de modos de intervención, que siempre están en corres-
pondencia con la solicitud de la justicia acerca de un saber enfocado
en esta disciplina tanto bajo la modalidad presencial como virtual
que nos toca vivir en el contexto actual. Es menester señalar si se
pretende hacer una revisión teórica de sus aportes, la valiosa cola-
boración que la disciplina psicológica brinda a las diferentes deci-
siones judiciales, entre ellas las que debe tomar el magistrado en el
Juzgado de Ejecución Penal, lugar donde se atienden las demandas
de sujetos que se encuentran cumpliendo una condena por diversos
delitos y están en condiciones de acceder a algún beneficio previsto
por la Ley 24660 de Ejecución Penal y su modificatoria en vigencia
a partir del mes de agosto del año 2017, la ley 27375 que aspira a
concretar el objetivo de revisión del sistema carcelario, limitando
las excarcelaciones y las salidas transitorias a los condenados por
delitos graves en todo el territorio nacional.
De este modo, a partir de la reforma de la Ley 24660 en los deli-
tos contra la integridad sexual se establece que antes de adoptar una
decisión, el juez deberá tomar conocimiento directo del condena-
do y escuchar si desea hacer alguna manifestación, agregando que
también en esta oportunidad se requerirá un Informe del Equipo
Interdisciplinario del Juzgado de Ejecución Penal y se notificara a
la víctima o representante legal, quien será escuchada y podrá pro-
poner peritos especialistas a su cargo, quienes estarán facultados a
presentar su propio informe.
El artículo 1° de la Ley 27375 establece en su primer párrafo que
“la ejecución de la pena privativa de libertad, en todas sus modalida-
des, tiene por finalidad lograr que el condenado adquiera la capaci-
dad de respetar y comprender la ley, así como también la gravedad
de sus actos y de la sanción impuesta, procurando su adecuada rein-
serción social, promoviendo la comprensión y el apoyo de la socie-
dad, que será parte de la rehabilitación mediante el control directo e
indirecto”, y en el segundo párrafo que el condenado debe ser asis-
tido bajo tratamiento interdisciplinario psicológico, sociológico, pe-
dagógico y psiquiátrico desde una perspectiva integral que resulten

148
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

apropiados para la finalidad enunciada.


En el Artículo 2º de la nueva ley establece las características
del tratamiento del condenado el que deberá ser programado, in-
dividualizado y obligatorio respecto de las normas que regulan la
convivencia, la disciplina y el trabajo. Toda actividad que la integre
tendrá carácter voluntario. Deberá atenderse a las condiciones per-
sonales del condenado, y a sus intereses y necesidades durante la
internación y al momento del egreso. El desempeño del condenado,
que pueda resultar relevante respecto de la ejecución de la pena,
deberá ser registrado e informado para su evaluación”.

El régimen Penitenciario queda definido en el art 3° de la men-


cionada Ley con una característica esencial de Progresividad por el
que se deberá procurar limitar la permanencia del condenado en
establecimientos cerrados y promover en lo posible y conforme su
evolución favorable su incorporación a instituciones abiertas, se-
miabiertas, o a secciones separadas regidas por el principio de au-
todisciplina.
El tratamiento penitenciario se desarrolla en el marco del régi-
men progresivo, fraccionado en periodos:
a) Periodo de Observación.
b) Periodo de Tratamiento.
c) Período de Prueba.
d) Período de Libertad Condicional.

Las acciones a adoptar para su desarrollo deberán estar dirigi-


das a lograr el interés, la comprensión y la activa participación del
interno. La ausencia de ello será un obstáculo para el cumplimiento
de la pena y los beneficios que esta ley acuerda”.
En el artículo 4º se establece que “Las decisiones operativas para
el desarrollo de la progresividad del régimen penitenciario, reuni-
dos todos los requisitos legales y reglamentarios pertinentes, serán
tomados por el responsable del organismo técnico criminológico
del establecimiento, en lo concerniente al periodo de observación,
planificación del tratamiento, su verificación y su actualización; El
director del establecimiento en el avance del interno y la progre-
149
sividad o su eventual retroceso, en los periodos de tratamiento y
prueba.
Por otra parte es Competencia del Juez de Ejecución intervenir
en las siguientes situaciones:
a) Cuando proceda el traslado del interno a un establecimiento
de otra jurisdicción;
b) Cuando el interno se encuentre en el período de prueba y
deba resolverse la incorporación, suspensión o revocación de:
1. Salidas transitorias;
2. Régimen de semilibertad;
3. Cuando corresponda la incorporación al periodo de libertad
condicional.
c) Cuando, excepcionalmente, el condenado pudiera ser pro-
movido a cualquier fase del periodo de tratamiento que mejor se
adecue a sus condiciones personales, de acuerdo con los resultados
de los estudios técnico – criminológicos. Esta resolución deberá ser
fundada.

En el Artículo 8°, 9,10 y 11 de la mencionada Ley se define El


Periodo de Observación el que consiste en el estudio médico,
psicológico y social del interno y de la formulación del diagnóstico
y pronóstico criminológicos a cargo del organismo técnico – crimi-
nológico. Ello deberá ser asentado en una historia criminológica ac-
tualizada con toda la información referida a la ejecución de la pena y
del tratamiento instaurado, debidamente foliada y rubricada. La co-
laboración del condenado es necesaria para proyectar y desarrollar
su tratamiento, contando con su aceptación y activa participación.
Se debe indicar la fase de periodo de tratamiento que se propone
para incorporar al condenado y el establecimiento, sección o grupo
al que debe ser destinado y determinar el tiempo mínimo para ve-
rificar los resultados del tratamiento, y proceder a su actualización
si fuera menester. El Período de Tratamiento será progresivo y
tendrá por objeto acrecentar la confianza depositada en el interno
y la atribución de responsabilidades. En la medida que lo permita
la mayor o menor especialidad del establecimiento penitenciario, el
periodo de tratamiento podrá ser fraccionado en fases; Socializa-
150
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

ción, Consolidación, Confianza, que importen para el conde-


nado una paulatina atenuación de las restricciones inherentes a la
pena. Estas fases podrían incluir el cambio de sección o grupo den-
tro del establecimiento o su traslado a otro. El ingreso a las diversas
fases deberá ser propuesto por el organismo técnico-criminológico.
Las fases previstas en el periodo de tratamiento incorporan al
condenado de manera progresiva en el Período de Prueba que
comprende el traslado a un establecimiento penitenciario abierto o
sección independiente de éste, que se base en un principio de auto
- disciplina, incorporándolo sucesivamente a la posibilidad de obte-
ner salidas transitorias del mismo y al régimen de la semilibertad.
Según el Artículo N° 16, sustituido por el Artículo 13 de la Ley N°
27375 B.O. 28/07/2017 las Salidas Transitorias, según la dura-
ción acordada, el motivo que las fundamente y el nivel de confianza
que se adopte, podrán ser:
I. Por el tiempo:
a) Salidas hasta 12 (doce) horas;
b) Salidas hasta 24 (veinticuatro) horas;
c) Salidas en casos excepcionales, hasta 72 (setenta y dos) horas.
II. Por el motivo:
a) Para afianzar y mejorar los lazos familiares y sociales;
b) Para cursar estudios de educación general básica, media, po-
limodal, superior, profesional y académica de grado o de los
regímenes especiales previstos en la legislación vigente;
c) Para participar en programas específicos de prelibertad ante
la inminencia del egreso por libertad condicional, asistida o
por agotamiento de condena.
III. Por el nivel de confianza:
a) Acompañado por un empleado que en ningún caso irá uniformado;
b) Confiado a la tuición de un familiar o persona responsable;
c) Bajo palabra de honor.
En todos estos supuestos, sin perjuicio de lo dispuesto en los in-
cisos b) y c) del apartado III, las salidas transitorias serán su-
pervisadas por un profesional del servicio social.
El artículo N° 18 de la reforma de la Ley establece que la Semi-
libertad permitirá al condenado trabajar fuera del establecimiento
151
sin supervisión continua, en iguales condiciones a las de la vida li-
bre, incluso salario y seguridad social, regresando al alojamiento
asignado al final de cada jornada laboral.
Para ello deberá tener asegurado, con carácter previo una ade-
cuada ocupación o trabajo, reunir los requisitos del artículo 17 y no
encontrarse comprendido en las excepciones del artículo N° 56 bis.
Será alojado en una institución regida por el principio de autodis-
ciplina, siendo su trabajo diurno y en días domingo o feriado y en
modo alguno dificultará el retorno del condenado a su alojamiento.
Esta incorporación a la semilibertad, incluirá una salida transitoria
semanal.
El último paso previsto es el Período de Libertad Condicio-
nal para el cumplimiento del cual es importante destacar la inter-
vención del equipo interdisciplinario en las opiniones que posibili-
tan la toma de decisiones del juez de ejecución penal o juez compe-
tente, quien es el que concede la libertad condicional al condenado
que reúna los requisitos fijados por el Código Penal, previo los infor-
mes fundados del organismo técnico – criminológico y del consejo
correccional del establecimiento.
Las normas de carácter ético para proteger la práctica del psicó-
logo y establecer orientaciones profesionales en el ámbito de la psi-
cología jurídica y su creciente desarrollo son a los fines de cumplir
con su rol esencial promover una actitud firme y comprometida con
el ser humano que se encuentra involucrado en un proceso judicial
y sus condiciones dentro de esta rama del saber. Con tal propósito
existe un Código de Ética de la Asociación de Psicólogos Forenses de
la República Argentina (APFRA) que acuerda con el preámbulo de
la FEPUSE (Federación de Psicólogos de la República Argentina).
Los profesionales que la integran, asumen el compromiso de propi-
ciar para el ser humano y para la sociedad en que están inmersos la
vigencia plena de los Derechos Humanos y del sistema democrático
en la búsqueda permanente de la libertad, la justicia social y la dig-
nidad, como valores fundamentales que se traduzcan en un hombre
y una sociedad protagonista, critica y solidaria.
La naturaleza, competencia y obligaciones del perito psicólogo,
pueden hacerse extensivas para el psicólogo en el ámbito de ejecu-

152
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

ción penal, entre las más importantes, que los peritos psicólogos y
los psicólogos jurídicos son asesores del juez y auxiliares de la justi-
cia, lo que no implica subalternación, sino acción de un tercero que
colabora en la investigación de los hechos. Tienen autonomía en sus
acciones y en la especificidad de sus conocimientos. Sus prácticas
se efectúan en la intimidad de un vínculo dialogal con el otro, en el
cual necesita recurrir a ideas e intervenciones específicas para cada
situación particular, formulando hipótesis que están sujetas a refu-
tación. Además, debe poseer capacidad jurídica para cumplir una
misión a pedido del juez quien deberá oírlo antes de sustituirlo, de-
biendo concurrir en el proceso oral y proporcionar los elementos
contundentes al sustento de sus conclusiones afirmadas en su dic-
tamen final.
Dicho informe deberá contener los antecedentes de conducta,
concepto y dictámenes criminológicos desde el comienzo de la eje-
cución de la pena, siendo responsabilidad del patronato de liberados
la asistencia eficaz del liberado, la cual también podrá ser cumplida
por un servicio social competente, pero en ningún caso por los or-
ganismos policiales o de seguridad. El condenado deberá participar
con un plazo de tiempo no menor de sesenta a noventa días de un
programa intensivo de preparación para su retorno a la vida libre,
según lo previsto en el art. 30° de la ley, siendo el mismo elaborado
por profesionales del servicio social en coordinación con el patrona-
to de liberados promoviendo acciones para mejorar su reinserción
social. La intervención de los equipos interdisciplinarios del juzga-
do de ejecución penal cobra una gran relevancia en este período ya
que la tarea interdisciplinaria en la realización de las evaluaciones
pertinentes que a requerimiento del juez de ejecución penal sean
necesarias realizar, será una herramienta que podrá facilitar el pa-
saje del condenado a la vida en libertad logrando una reinserción
social favorable.
En contraposición con ello, el derecho opera sobre el discurso
del texto legal, que reduce al sujeto a su inclusión en estructuras
normalizadoras sustentadas como ideal científico en su búsqueda
de verdad objetiva. Lacan ubica al psicoanálisis como escolta de la
ciencia, ese sujeto que la ciencia no escucha es el sujeto que escucha
153
el psicoanálisis. Se trata entonces desde la psicología, de la búsque-
da de la verdad subjetiva y de posibilitar a la ciencia la inclusión
del sujeto que desde la estructura del lenguaje que lo atraviesa nos
habla de su acto, dando cuenta de su posición frente a la Ley, de su
lugar ante el deseo y el otro social que le posibilitará subjetivar su
falta.
De este modo se plantea el compromiso ético e institucional del
psicólogo, que debe superar las limitaciones y sus formas instru-
mentales de procedimiento a través de carpetas, expedientes y lega-
jos institucionales, que no coinciden necesariamente con los sujetos
a los que se refieren, sustituyen y finalmente representan. Desde la
ética de la disciplina psicológica dentro de las instituciones jurídi-
cas, se debe promover la creación de espacios de reflexión sobre la
práctica profesional, sus implicancias, consecuencias y efectos ope-
rativos, ayudando a desempeñar las prácticas profesionales desde
una posición activa, llevando a cabo intervenciones, creando y pro-
duciendo nuevas modalidades de encuentro de aquello que busca-
mos, esto es, la palabra del sujeto en el marco de las instituciones
jurídicas (Degano, 2018).
La ética profesional del Psicólogo Jurídico en todos los ámbitos
de su quehacer, involucra a través de una sólida formación especí-
fica en esta área, la posibilidad de diferenciar conceptos que no son
propios de su disciplina, y que vienen incorporados desde el dere-
cho. Uno de ellos es el de “peligrosidad” que suele ser considerado
por los juristas como algo medible y clasificable en el valor predic-
tivo que se le atribuye. En tal sentido tiene una especial importan-
cia para el quehacer del psicólogo en la ejecución penal dado que el
magistrado en su pedido hacia la psicología puede transitar estas
concepciones clásicas positivistas que estigmatizan al sujeto que fue
autor de un delito y cumple su condena como un futuro potencial
delincuente. La justicia, en tal caso, no escucha al sujeto, sino busca
respuestas que resulten más ciertas y contundentes para no enfren-
tar la angustia de la incertidumbre y evitar mirar sus propias debili-
dades. Por lo tanto, se espera de la psicología que escuche al sujeto,
y pueda diferenciar ambos discursos, rescatando la dimensión sub-
jetiva particular única del caso por caso. Además de la responsabili-
154
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

dad que le cabe a cada una de las partes involucradas en un proceso


judicial en cuanto a la posibilidad de mantener los logros alcanza-
dos durante el régimen de progresividad de la pena, para que éstos
se vean acrecentados durante la etapa de reinserción social.
Algo similar ocurre con el manejo excesivo de instrumentos de
evaluación de riesgo de violencia, en donde se puede perder de vis-
ta al sujeto y los cambios producidos durante el cumplimiento de
su condena. En esta tarea el expediente judicial se torna una he-
rramienta informativa de mucho valor para poder integrar los dife-
rentes enfoques y momentos que fueron registrados de manera in-
terdisciplinaria por los profesionales del establecimiento penalicio,
entre los que tendrán especial importancia, entre otros:

- Los Informes Criminológicos: en relación al “concepto”


del que goza el interno y las recomendaciones de tratamiento
y su evolución.
- Los Informes Psicológicos: que son relevantes en cuanto
a su disposición e interés de cumplir con las pautas del trata-
miento penitenciario y su diagnóstico, cuidándose en ellos el
psicólogo de los riesgos de etiquetar a la persona en su paso
por las diferentes instituciones.
- Los Informes Sociales: que darán cuenta del entorno fami-
liar y social del interno para evaluar en qué medida el sujeto
será capaz de producir modificaciones en su comportamiento,
contando no solo con sus propios recursos, sino con el apoyo
favorable del contexto al que pertenece.

En algunas ocasiones sus circunstancias y conducta actual de un


interno, distan mucho de las que inicialmente tenía cuando cometió
el delito, variando también las condiciones de su medio social y per-
sonal, siendo capaz de reflexionar y hacerse responsable de la falta
cometida. En tal caso, la pena privativa de libertad, habrá cumplido
su finalidad escencial, tanto en lo que hace a la readaptación so-
cial del condenado, como en el compromiso y apoyo que se requiere
para ello de toda la sociedad. Esto se establece con la incorporación
de la Argentina al Derecho Internacional de los Derechos Humanos
155
en la Reforma Constitucional de 1994.
A modo de conclusión:
La interdisciplina nos ofrece la posibilidad de repensar la discri-
minación de normas y conceptos como los señalados que son toma-
dos del derecho en entrecruzamiento con la psicología jurídica, que
son necesarios para no perder de vista las diferencias en el objeto
de estudio de ambas disciplinas. Sobre todo si desde la psicología se
tiene como marco de fundamentación teórica el psicoánalisis, con el
cual la mirada hacia la criminológica moviliza el pensamiento crí-
tico, que difiere mucho de la tendencia a incurrir en valoraciones
excesivamente cuantificables de sus resultados.
De lo contrario, los mismos se ven despojados de otros datos
que lo enriquezcan y otorguen algún significado en relación con la
historia de vida del sujeto, lo cual constituye una falta ética grave
del psicólogo, ante la cual es necesario estar advertido en el ámbito
jurídico, especialmente en la tarea específica que se cumple en un
Juzgado de Ejecución Penal. El trabajo intrdisciplinario es necesa-
rio en la práctica jurídica, de modo tal que lo asistencial y lo judicial
deben unificarse y no ir por caminos separados, como ocurría en el
paradigma positivista anterior.
El Dr. Carlos Rozansky afirma que si no hay trabajo interdisci-
plinario estamos ante un problema que produce tres consecuencias:
1) Se aumenta el riesgo en quien debe tomar las decisiones que
solo se pueden tomar en articulación con otras disciplinas “que son
pares” al juez.
2) El no escuchar al otro produce una mayor revictimización.
3) La falta de una perspectiva unificada del caso crea una situa-
ción de impunidad frente al delito cometido por un sujeto.

La acción ética del psicólogo jurídico consiste en repensar sus


prácticas desde determinadas acciones destructivas del sistema,
que posibilite una “intervención psicológica” que contribuye a las
buenas prácticas en interdisciplina.

156
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Referencias Bibliografías:
• Di Nella, Y. (2021) La peligrosidad del sistema de Ejecución Penal.
Por una vuelta al sujeto de la clínica criminológica. En Apostillas sobre
Control Social y Derechos Humanos (ISNN 2718- 6229). http://www.
adalqui.org.ar
• Dobon, J. (“001) El sujeto en el laberinto del discurso. En lo público, lo
privado y lo íntimo. Argentina. Letra Viva.
• Lacan, J. (1999). Las formaciones del inconsciente. Bs. As. El Semina-
rio 5. Ed. Paidós.
• Ley de Ejecución Penal 24660 y su Reforma Ley N° 27375.
• Yesurón, M.R. (2013) La función del Psicólogo en el ámbito Penitencia-
rio. V Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional
en Psicología. XX Jornadas de investigación. Noveno encuentro de In-
vestigadores del Mercosur. Facultad de Psicología de la UBA. Bs. As.

157
“El lugar del psicólogo en el acompañamiento
de medidas de probation y reglas de conducta”

Domingo Pablo Villarrubia Norri - Solana María de la


Cruz Ávila.
Psicólogos. Gabinete Psicosocial de la Oficina de Control de Pro-
bation y Reglas de Conducta - Poder Judicial de Tucumán.

Se presentan en este trabajo algunas reflexiones realizadas desde


el equipo interdisciplinario de la Oficina de Control de Probation y
Reglas de Conducta del poder Judicial de Tucumán contemplando
los profundos desafíos profesionales, procesales, sociales y subje-
tivos que implica actualmente el diseño y puesta en marcha de los
seguimientos tanto en el caso de medidas de suspensión de juicio a
prueba como en las reglas que se ordenan en el marco de las conde-
nas condicionales.
El trabajo de la Oficina de Control de Probation y Reglas de Con-
ducta se encuentra enmarcado en la Ley Nacional N° 24316 cuyo
Artículo 1° incorpora el artículo 27 bis Acerca de las condenas de
ejecución condicional al Código Penal. Expresa que: “Al suspender
condicionalmente la ejecución de la pena, el Tribunal deberá dispo-
ner que, durante un plazo que fijará entre dos y cuatro años según
la gravedad del delito, el condenado cumpla todas o alguna de las
siguientes reglas de conducta, en tanto resulten adecuadas para pre-
venir la comisión de nuevos delitos:

1. Fijar residencia y someterse al cuidado de un patronato;


2. Abstenerse de concurrir a determinados lugares o de relacio-
narse con determinadas personas.;
3. Abstenerse de usar estupefacientes o de abusar de bebidas al-
cohólicas.
4. Asistir a la escolaridad primaria, si no la tuviere cumplida;
5. Realizar estudios o prácticas necesarios para su capacitación
laboral o profesional;
6. Someterse a un tratamiento médico o psicológico, previo in-
forme que acredite su necesidad y eficacia;

158
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

7. Adoptar oficio, arte, industria o profesión, adecuado a su ca-


pacidad;
8. Realizar trabajos no remunerados en favor del Estado o de
instituciones de bien público, fuera de sus horarios habituales de
trabajo”.
Aclara a su vez que estas podrán ser modificadas por el Tribunal
según resulte conveniente al caso y en caso de incumplimiento po-
drá disponer que no se compute tiempo transcurrido e incluso re-
vocar la condicionalidad de la condena, teniendo el condenado que
cumplir la totalidad de la pena de prisión impuesta en la sentencia.

En el TÍTULO XIII Artículo 3º Acerca de la Suspensión del Jui-


cio a Prueba (Probation) de la misma ley se incorpora el artículo 76
bis al Código Penal. Allí se señala que: “El imputado de un delito de
acción pública reprimido con pena de reclusión o prisión cuyo máxi-
mo no exceda de tres años, podrá solicitar la suspensión del juicio a
prueba. También podrá solicitar la suspensión del juicio a prueba si
el máximo de la pena de reclusión o prisión aplicable no excediera
de tres años. Deberá ofrecer hacerse cargo de la reparación del daño
en la medida de lo posible, sin que ello implique confesión ni reco-
nocimiento de la responsabilidad civil correspondiente.
El juez decidirá sobre la razonabilidad del ofrecimiento. La par-
te damnificada podrá aceptar o no la reparación ofrecida, y en este
último caso, si la realización del juicio se suspendiere, tendrá habi-
litada la acción civil correspondiente”.

En el Artículo 4° se agrega que: “El tiempo de la suspensión del


juicio será fijado por el Tribunal entre uno y tres años, según la gra-
vedad del delito. “...Si durante el tiempo fijado por el Tribunal el
imputado no comete un delito, repara los daños en la medida ofre-
cida y cumple con las reglas de conducta establecidas, se extinguirá
la acción penal. En caso contrario, se llevará a cabo el juicio y si el
imputado fuere absuelto se le devolverán los bienes abandonados
en favor del Estado y la multa pagada, pero no podrá pretender el
reintegro de las reparaciones cumplidas”. “...La suspensión de un
juicio a prueba podrá ser concedida por segunda vez si el nuevo deli-
to ha sido cometido después de haber transcurrido ocho años”. “No

159
se admitirá una nueva suspensión de juicio respecto de quien hu-
biese incumplido las reglas impuestas en una suspensión anterior”.

Por su parte, el Nuevo Código Procesal Penal de Tucumán (Ley


Provincial N°8933) en su Sección 2da Art. 35 plantea (entre otras
condiciones) la no presunción de culpabilidad para acceder a esta
medida. El juez resolverá sobre el cumplimiento de las exigencias
legales, la procedencia del instituto, razonabilidad de la oferta de
reparación de los daños por parte del imputado, reglas de conducta,
posible cumplimiento de las tareas comunitarias y de suspensión y
plazo de cumplimiento de aquellas. En caso contrario, rechazará la
suspensión y ordenará la continuación del proceso. Si en el plazo
estipulado no comete nuevo delito, y cumple las reglas impuestas,
se extingue la acción, dictándose el sobreseimiento. El control del
cumplimiento de las condiciones y reglas impuestas al imputado,
es competencia del juez de ejecución contando con el apoyo de la
oficina de control de acuerdos y reglas de conducta. Es aquí donde
aparecen los primeros indicios de nuestra función, auxiliando desde
nuestras intervenciones al juez de ejecución en el control y segui-
miento de las condiciones mencionadas.

Acerca del origen de la Oficina de Control


La oficina de Control de Probation y Reglas de conducta, se crea
hacia fines de 2019 en Tucumán, constituida tan solo por dos per-
sonas: una funcionaria judicial a cargo y un administrativo que ab-
sorben desde ese momento, el grueso de la tarea administrativa que
venía desarrollándose desde las diferentes salas penales en mate-
ria de probation. Simultáneamente se ordena que el Patronato de
Internos y Liberados dependiente, en nuestra provincia, del Poder
Ejecutivo deje de intervenir en los seguimientos de Probation como
soporte interdisciplinario al Poder Judicial. En septiembre de 2020,
con la puesta en marcha del Nuevo Código Procesal Penal de Tucu-
mán (NCPPT), algunos profesionales psicólogos y trabajadores so-
ciales que veníamos abocados al seguimiento de medidas tutelares
de adolescentes en conflicto con la Ley Penal desde los extinguidos
juzgados de menores, fuimos convocados a formar parte del Gabi-
nete Psicosocial de la Oficina de Gestión de Audiencias (OGA), se-

160
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

gún reza nuestra acordada. Dicho gabinete hasta ahora no ha sido


incorporado formalmente al organigrama de la OGA. Desde aquel
momento entonces pasamos a formar parte de la Oficina de Control
de Probation y reglas de conducta, dependiente de la OGA. En ese
momento además se suman nueve administrativos con diferentes
cargos jerárquicos, sin experiencias previas de trabajo articulado
con gabinete técnico, y algunos casos, tampoco en legajos de sus-
pensión de juicios a prueba.
El Gabinete Psicosocial quedó supeditado exclusivamente a esta
oficina, sin que haya sido programada nuestra incorporación. Ante
esto se dispara nuestro primer interrogante:
¿Cuál es la función del gabinete psicosocial, en los procesos de
suspensión de juicio a prueba y control de pautas de conducta de
condenas condicionales?.
Es en los intentos de respuesta a esta pregunta que se da (sin acto
formal ni claridad en el organigrama de pertenencia), por consti-
tuido (podría decirse que de hecho, no fundado formalmente hasta
ahora) el espacio, posibilitando las intervenciones que realizamos
actualmente. Esta pregunta continúa flotando en la cotidianidad de
nuestra oficina, quedando el gabinete como un anexo de la misma,
con total libertad de acción en nuestro hacer, lo cual, lejos de sim-
plificar la tarea, -u ordenar la misma- nos lanza a pensar y re pensar
nuestra función hasta el día de hoy considerando que el material es-
pecífico acerca de prácticas en el acompañamiento de las Probation
desde el discurso de la psicología, o desde la salud mental, y la prác-
tica forense es muy escaso. Es por este motivo que compartir esta
experiencia, tiene también como objetivos anexos los de plantear
interrogantes y desafíos así como también recolectar sugerencias,
consejos, sentidos que nos ayuden a arrojar luz en la empresa en la
que nos encontramos involucrados.
Algunos aportes del psicoanálisis nos permiten acceder a un
posicionamiento, que se va repensando en cada vuelta. Eva Ler-
ner (2002), dice que “la práctica no es transmisible desde el saber
teórico; si bien la práctica no es sin conceptos previos, tampoco es
la aplicación de una teoría. La teoría avanza sobre la experiencia
misma del análisis. Práctica y teoría no se separan en tanto hay un
analizante. Podríamos decir que esta experiencia no se transmite

161
por el solo relato de la clínica; es legible en el modo en que se lleva
a cabo la clínica de un texto. No podemos nombrar la experiencia
como constituyente de una maestría, ni suponerle al buen teórico
del psicoanálisis un saber hacer en su práctica cotidiana. No puede
ser relatada cabalmente ni por el analista ni por el analizante, más
que como experiencia de una falta. Es siempre un nuevo decir para
el cual el analista nunca está prevenido”. Es así que podemos con-
siderar lo que no es, ya que en las intervenciones del gabinete no se
piensa un analista en la dirección de la cura, ni puede ser nombrado
como tal. Lo rico de este aporte, es considerar en medio de la vorá-
gine administrativa que implican estos procesos, la idea de que en
cada espacio de encuentro y escucha con una persona que ocupa el
lugar de probado/condenado, habrá un nuevo decir; para el que ha-
brá que estar desprevenido. Este posicionamiento procura poder es-
cuchar, las particularidades de cada caso, el posicionamiento de los
beneficiarios en relación a su realidad judicial y en el mejor de los
casos, -o tal vez el menor de ellos- a un sujeto que habla. Es a partir
de esto que podemos comenzar a pensar los criterios de evaluación.

Entrecruzamiento de discursos
Otra cuestión imprescindible a considerar es el entrecruzamien-
to de discursos en juego, en el que el rigor psicopatologizante de la
justicia demanda en muchas ocasiones vorazmente la intervención.
Esto se encuentra presente también en otros discursos de la cultu-
ra. Casanova (2021), en su trabajo “Los tres imposibles freudianos”,
dice: “Lacan no trabaja directamente un concepto de ‘lazo social’, lo
refiere pero de manera difusa en relación a los discursos. A su vez,
en el Seminario 17, establece lo que se conocen como Los cuatros
discursos: del amo, de la histeria, el universitario y el discurso del
analista. Igualmente a lo largo de toda la enseñanza hace alusión a
“discursos” que no quedan directamente contenidos en estos cuatro
discursos establecidos. Así habla del discurso de la ciencia, del dis-
curso de la religión, del discurso capitalista o del discurso delirante,
cuestión que se deja leer claramente en el Seminario 3, cualquiera
de estos discursos también aluden cuestiones relativas al lazo social.
Pero a lo largo de toda la enseñanza de Lacan, los virajes, los
cambios de axiomáticas, es lo que nos va a ir permitiendo reflexio-

162
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

nar acerca de las herramientas teóricas y clínicas para pensar los


discursos y el lazo social. Es ahí donde se puede pensar un particular
de la modalidad del lazo social que cada sujeto puede establecer.
Quedará así, la idea del ‘lazo social’ como articulados a quienes
pueden ejercer el lenguaje articulado. Pero también están esos otros
discursos, como por ejemplo el discurso capitalista que tan visio-
nariamente el mismísimo Lacan pudo legarnos para poder pensar
nuestra época.
Los discursos, éstos y los otros también, son discursos que esta-
blecen modalidades de lazos que no necesitan pronunciarse explíci-
tamente, que sin ser evidentes, sin necesidades de expresarlos con
palabras, conducen nuestra acción y mueven las agujas de nuestro
cuerpo. La vida se nos hace comprensible por nuestra inserción en
un discurso y la cultura implica un orden social determinado.
Un sujeto puede entrar en conflicto y sufrir o padecer el modo de
articularse al discurso que lo determina.
El discurso se constituye en una estructura, con lugares a ocupar;
podemos decir también que los lugares arman lazos y que los lazos
son vínculos libidinales”.

Podemos considerar además de que el discurso discurso jurídico,


se encuentra en estos procesos con otros discursos, y su articulación
no puede pensarse sin los giros necesarios en la práctica; haciendo
la diferencia entre un trabajo que podría reducirse a un tratamiento
compulsivamente administrativo y un trabajo que tome el desafío de
embarcarse en la construcción y articulación con otros discursos po-
sibles. Es aquí donde se puede pensar lo psicosocial puesto en juego.
Este proceso no puede concebirse sin mal estar en cada uno de
los giros, Habrá que poner a trabajar los discursos, cambiando su
lugar en cada caso y, como señala Alicia Alvarez (2006), estar adver-
tidos de que el discurso del psicoanálisis no debe ocupar el lugar del
amo. La autora además de pronunciarse como practicante del psi-
coanálisis, nos advierte que este no es una concepción del universo.
La intervención del equipo interdisciplinario, implica una eva-
luación en el inicio de la medida, una vez resuelta la misma, por el
juez, y autorizada por este. De dicha evaluación se desprende la mo-
dalidad del seguimiento posterior, y posibles derivaciones clínicas,

163
y ocupacionales, con el objetivo de que el probado logre cumplir con
el proceso. Dicha intervención siempre será desde luego de natura-
leza no vinculante.
En el proceso se produce entonces de manera indiscutible, un
encuentro de diferentes discursos, e instituciones, sumado al propio
del beneficiario quien acarrea un discurso que lo determina, padece.
También hay que considerar que cada juez/a, tiene una visión parti-
cular y diferente de cada proceso.

Acerca de la “reinserción social”


Un gran porcentaje de la población en la que se implementan
las medidas de probation o condena condicional se enmarca en lo
que se puede entender como de escasos recursos y alto grado de
vulnerabilidad socio penal (Corach, siguiendo a Zafaronni). Por tal
motivo se habla comúnmente del objetivo de las mismas como el de
generar condiciones de “Reinserción social”.
Este concepto presenta múltiples aristas y no se debe considerar
como algo sobreentendido.
En términos generales, el proceso y consecuencia de reinsertar
o reinsertarse se conoce como reinserción. Sería la acción de volver
a formar parte de un conjunto o grupo que, por algún motivo, se
había abandonado. El adjetivo “social”, por último, está vinculado
a la sociedad (el conjunto de seres humanos que comparten cultura
e historia).
El modelo de reinserción social para la ejecución de las penas
de prisión tuvo sus primeras manifestaciones en el movimiento de
protección de los Derechos Humanos posterior a la segunda guerra
mundial (Declaración Universal de los derechos Humanos de 1948,
Reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos de 1955, ambas
de Naciones Unidas).
La referencia explícita a la reinserción social como fin de la pena
se introduce en leyes europeas en la década de los 70. La reinserción
social vendría a 7 significar la vuelta a la sociedad de una persona
que ha cumplido la pena con posibilidades suficientes para llevar
una vida de respeto a los bienes jurídicos de los demás ciudadanos.
En la misma década comenzaron las críticas a este modelo peni-
tenciario. Se comenzó entonces a hablar del Mito de la reinserción

164
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

social, el derecho a no ser resocializado, de la imposibilidad e hipo-


cresía del tratamiento, de la pretensión paradójica de educar para la
libertad en ausencia de la misma; de la falta de sentido tratar de inte-
grar al delincuente en una sociedad injusta, criminológica: no habría
pues que resocializar al individuo sino a la sociedad que lo produce.
Muñoz Conde señala que resocializar al delincuente sin cuestio-
nar el conjunto social normativo al que se pretende incorporarlo,
significa pura y simplemente aceptar como perfecto el orden social
vigente, sin cuestionar ninguna de sus estructuras, ni siquiera aqué-
llas directamente relacionadas al delito cometido. Zaffaroni habla
de las Ideologías Re: Re-cuperación, Re-educación, Re-socializa-
ción, Re-orientación, Re-habilitación, Re-forma. Son teorías acerca
de la modificación de las conductas “enfermas”, “peligrosas” o “des-
viadas”, desarrolladas respecto a la interrogación sobre el campo de
la pena o la cura, preguntándose acerca del sentido de las mismas, el
o los efectos sobre el condenado, sus consecuencias esperadas y no
esperadas, los determinantes no jurídicos que operan en su admi-
nistración, etc., y con la intención de la aplicación de tratamientos
específicos y con resultados o efectos esperables.

Actualmente coexisten tres ideas principales acerca de


la reinserción:
Constructo Ideacional Positivo: desde esta posición, se aboga por
el uso de conceptos distintos al de reinserción social. Se parte del su-
puesto de que los jóvenes nunca han salido de la sociedad. El delito
no constituiria un mecanismo de exclusión, sino que funciona como
transgresión a la normatividad. Mantendría al joven dentro de la
sociedad a partir de esa propia conducta no normativa, por tanto, la
sanción o penalización de la conducta se configura como un meca-
nismo que sigue manteniendo al infractor “dentro de” la sociedad,
al estar supeditado a la supervisión institucional del Estado.
Constructo Ideacional Negativo: representa un discurso desde la
otra vereda: “hay quienes nunca han estado insertos”. Se aboga en-
tonces por el uso, de otro concepto: “integración social”. Cabe des-
tacar que en el sentido práctico, el uso de ambos términos se plasma
en operatorias similares.

165
Constructo Ideacional Neutro: basado en el supuesto de que en
algún momento el joven estuvo inserto en la sociedad o en alguno
de los contextos sociales generales o de sus instituciones formales y
salió de ella. Se construye una idea de la reinserción social para los
jóvenes basado en que la conducta infractora y su judicialización,
interrumpió dicha participación/inserción. La reinserción social
apuntaría a restituir esa participación, esos lazos, a través de méto-
dos que no vayan contra lo normativo.
En las últimas décadas podemos situar tres paradigmas que pro-
curar superar al anterior, pero que -tal como afirma Degano-, se en-
trecruzan, superponen y entran en tensión, sugiriendo pensar que
el Paradigma que ordena nuestras prácticas actuales, no es otro que
el Paradigma de la Ambigüedad.

Paradigma 1: vagancia, vicios morales, delincuencia, malas


costumbres y demás rasgos circunscritos a ciertos grupos sociales
marginales causan el encierro (única estrategia de intervención) del
“desviado” en instituciones del Estado (cárceles, hogares de meno-
res, psiquiátricos) con el objetivo de garantizar el orden y control del
cuerpo social.
Paradigma 2: fallas en el proceso de socialización primaria
pueden y deben ser resueltas en las instituciones de la Cultura, fo-
mentándose procesos que tiendan a la “rehabilitación” y “resociali-
zación” del individuo para su posterior reinserción social. La ejecu-
ción de la pena un objetivo: lograr una especie de “socialización de
reemplazo” (Shculer-Springorum, 1972), dirigida a corregir o “relle-
nar” esas falencias en la socialización y así habilitar al sujeto para
su retorno a la comunidad. Se procurará entonces la elaboración
durante la internación de un nuevo proyecto de vida, vinculado al
Trabajo, la Educación, el Arte y/o el Deporte, anclajes sociales le-
gitimados que darían cuenta de su recuperación. 9 Paradigma 3:
inclusión social como horizonte, centrado fundamentalmente en el
campo social y ampliando sus intervenciones más allá del sujeto y
sus grupos de pertenencia-referencia. Se sustenta en el Paradigma
de los Derechos Humanos, considerando que las condiciones que
llevan a un sujeto a delinquir, se vincularía con la vulneración de
derechos sociales y humanos, orientando las intervenciones a la

166
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

restitución y reforzamiento de los mismos. La Ley de salud Mental


26657, la Ley 26061 de protección Integral de Derechos NNyA por
ejemplo, son reflejo de este enfoque.
En el caso de nuestra oficina y su dependencia del fuero penal del
poder judicial, la reinserción sería un ideal a alcanzar, excediendo
ampliamente las posibilidades del marco de seguimiento y cumpli-
miento de la medida de prueba / condena.
En este sentido se puede pensar como objetivo básico desde nues-
tra tarea cotidiana, que el probado/condenado logre el cumplimien-
to de la medida que determina el juez, lo cual no será en ningún caso
suficiente y resulta absolutamente carente de garantía en relación a
la reinserción social de los sujetos que atraviesan el proceso.
La doctoranda Irene Corach (CONICET) en su trabajo acerca del
tema Sanción y Responsabilidad en el sistema de probation, pro-
pone, en consonancia con el Espìritu de la Ley Nacional de Salud
Mental 26657, que el abordaje requiere necesariamente una mira-
da interdisciplinaria que contemple las contingencias de los indivi-
duos y de su contexto social. La autora señala que de otra manera
no se logra la optimización de los recursos disponibles al mencio-
nado proceso. Desde esta mirada, propiciando un beneficio para el
sistema judicial, el beneficiario y su contexto, propone el “Modelo
Integral Inclusivo” cuyo principal objetivo es “favorecer condiciones
para el cumplimiento de la medida ordenada por el juez”:
“El espíritu de este tipo de dispositivo requiere del trabajo inter-
disciplinario, porque centra su interés en los modos en que la co-
munidad hace lugar al probando para que cumpla del mejor modo
posible las reglas de conducta establecidas. Sin restarle responsabi-
lidad al beneficiario por su acatamiento, reconoce que en materia de
probation el concepto de corresponsabilidad social cobra importan-
cia vital. El trabajo de los profesionales de las diversas disciplinas
en este 10 modelo, apunta a la elaboración y superación de las difi-
cultades que se presenten, en el trabajo tanto con el probando como
con los representantes de la comunidad que en cada caso participen.
(...) la comunidad genera las condiciones de posibilidad para que la
persona beneficiada con una probation acceda con las menores di-
ficultades posibles al cumplimiento de las reglas impuestas, segura-
mente el grado de cumplimiento de la medida se verá acrecentado y

167
la persona podrá sentirse más apuntalada, no debiendo centrar sus
esfuerzos más que en el cumplimiento de lo dispuesto.”

Del cumplimiento es responsable el sujeto “probado /


condenado”
En relación al seguimiento de las medidas pueden entenderse
distintas concepciones de acuerdo a cada caso y a cada autoridad
que resuelve el mismo. Se desprende de lo anterior la necesidad de
propender en nuestras intervenciones, a posibilitar un reposiciona-
miento del sujeto ante la ley penal, ante su propia situación judicial,
favoreciendo, en la medida de las posibilidades, la aparición de un
sujeto, poniendo en juego las condiciones que dieron por resultado
la situación penal que atraviesa. En caso de no contar con recursos
subjetivos para tal fin, planteamos como objetivo la reducción de
riesgos y daños a determinar en cada caso en particular.

La reducción de riesgos y daños


Este concepto lo podemos pensar desde los aportes de la Asocia-
ción de Reducción de Riesgos y Daños de La Argentina. Disminuir
el daño de la patología asociada. En términos sanitarios implica no
la obtención de la cura, sino evitar o prevenir un deterioro mayor.
Incluido en el juramento hipocrático de la medicina; primum non
nocere, primero no dañar.
La evaluación que realizamos de los probados / condenados se
encuentra amparada bajo el secreto profesional, quedando a consi-
deración su ampliación cuando el juez interviniente así lo considere,
en cumplimiento de los Lineamientos de APFRA y del NCPPT LEY:
8.933, 1,1, art.°2, inc.5) el cual insta a respetar el derecho a la intimi-
dad y a la privacidad del imputado sólo pudiendo restringirse estos
derechos con autorización del juez competente.
Aunque esto no sea comúnmente incluido en los informes que
realizamos, en las entrevistas psicológicas llevadas a cabo con los
sujetos que llegan a iniciar el proceso a la Oficina de Control de Pro-
bation y Reglas de Conducta se pueden diferenciar tres modalidades
de vivencia subjetiva acerca de las medidas que el/la juez/a ordena:
puede ser vivenciada subjetivamente como beneficio, como castigo,
o en el peor de los casos con indiferencia lo cual suele estar íntima-
168
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

mente relacionado al contexto de vulneración socio penal que men-


cionamos anteriormente.
Partimos de la consideración de que el seguimiento administra-
tivo y burocratizado, sin valoración ni atención de las contingencias
particulares y sociales de cada probado atentaría seriamente contra
las posibilidades de cumplimiento de la medida.
A su vez, el incumplimiento puede ser vivenciado nocivamente
por los probados, potenciando el deterioro de la situación judicial
particular de cada caso. Coincidimos con Corach en la fundamental
importancia del abordaje interdisciplinario al inicio de la medida, y
en el mejor de los casos -nos encontramos procurando su inclusión
en el proceso-, poder realizar una primera evaluación de las condi-
ciones -tanto subjetivas como objetivas- y elaboración de propuesta
a partir de las mismas, que sea no vinculante y que se ejecute en el
momento previo a la resolución por parte del/la juez/a intervinien-
te. Consideramos que en esta intervención deberían articularse los
discursos del derecho, de la psicología y del trabajo social.

Intentos de concluir: En la construcción de un abordaje


posible...
Al interior del equipo técnico: Nos encontramos en pleno dise-
ño, marchas y contramarchas de modalidades de trabajo con el fin
de que las mismas nos permitan realizar evaluaciones y acompaña-
mientos de medidas desde lecturas interdisciplinarias genuinas.
Dentro del proceso penal: Como mencionamos, nos encontra-
mos en la búsqueda de la forma oportuna para introducir la ins-
tancia de valoración y elaboración de informes interdisciplinarios
no vinculantes que permita que 12 los/as magistrados/as realicen
definiciones más apropiadas al caso a caso en el momento de su re-
solución. Consideramos que esto evitaría en considerable medida el
desgaste burocrático de cada medida, así como también favorecer
condiciones que posibiliten la implicación y participación activa de
los beneficiarios en el cumplimiento de las medidas ordenadas.
En este sentido, para favorecer el diseño del seguimiento, se hace
necesario que en la resolución se habilite a la oficina de Probation y
reglas de conducta, a modificar la implementación de las medidas,
-no su esencia- considerando las particularidades de cada caso a fin

169
de obtener la adecuación -el “traje a medida”- que requiere cada
proceso particular.
La evaluación interdisciplinaria, vendría a presentar la consi-
deración de los discursos presentes en el proceso, con el malestar
propio del malentendido del lenguaje, -discursos no articulados-; ya
que además de la complejidad de los discursos mencionados, en el
equipo los profesionales cuentan con diferentes líneas de formación
teórica.
La evaluación clínica, vendrá a aportar el acotamiento de lo po-
sible en cada caso en particular. Consideramos que esto constituye
una diferencia sustancial con los otros modelos, ya que no siempre
se podrá alcanzar el ideal propuesto por el modelo integral inclusivo
descrito por Irene Corach, ni tampoco se podrá alcanzar la implica-
ción subjetiva o el reposicionamiento del sujeto ante la ley, limitán-
donos en algunos casos a la reducción de Riesgos y Daños.
Es en este punto donde podemos considerar como pretexto, la
medida indicada por el juez, de un texto a definir por el sujeto si es
que este aparece; solo posible y no garantizable, si se considera el
aporte clínico.
Para finalizar, compartimos con ustedes un recorte del Capítulo
X de El Principito, que resuena en nuestra práctica cotidiana y nos
hace pensar en nuestros posibles aportes como disciplina auxiliar
de la justicia: “Porque el rey cuidaba especialmente que su autori-
dad fuera respetada. No toleraba la desobediencia. Era un monarca
absoluto. Pero, como era muy bueno, impartía órdenes razonables.
“Si yo ordenara – decía habitualmente - si yo ordenara a un general
convertirse en ave marina, y si el general no obedeciera, no sería la
culpa del general. Sería mi culpa.”- “Debe exigirse de cada uno lo
que cada uno puede dar - prosiguió el rey. - La autoridad se funda-
menta en primer lugar en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire
al mar, hará la revolución. Yo tengo el derecho de exigir obediencia
porque mis órdenes son razonables. Los adultos son muy extraños,
se dijo a sí mismo el principito durante su viaje”.

170
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Bibliografía
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2. Buenos Aires.
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Curso: El Síntoma como respuesta ante los Tres Imposibles Freudia-
nos: Curar, Educar y Gobernar- Facultad de Psicología, Secretaría de
Extensión- Universidad Nacional de Tucumán
• Corach, I. (2010 – 2012) Sanción y Responsabilidad en el sistema de
probation. Beca de Posgrado Tipo II del CONICET
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Los cuatro discursos en Lacan.
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un Oficio o Experiencia de una Falta? Escuela Freudiana de Buenos Ai-
res- Grupo de Trabajo en el Marco de Convergencia.
• Ley Nacional N° 24316.
• Ley Nacional de Salud Mental Nº 26657
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• ONU (1948) Declaración Universal de los derechos Humanos
• ONU (1955) Reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos
• Saint-Exupéry A. (2004) El principito. Capítulo X. Ed. El gato de Ho-
jalata
• Zaffaroni, E. R. (2003) Las Drogas, entre el fracaso y los daños de la
Prohibición- Prólogo

171
“Dimes, Diretes y Opiniones VS Prácticas,
Discursos y Derechos: a 10 años de la promulgación
de la Ley de Salud Mental de Nación”.

Lic. Diego Martín Peralta


Psicólogo. Dirección Provincial de Salud Penitenciaria. Ministerio de
Justicia y DDHH de la Provincia de Buenos Aires.

“…deje el escritorio y el lugar cómodo en que lee, salte el


muro y venga a poner el cuerpo, mantenga la inquietud y en-
tre, donde estamos con los que padecen, donde hacemos prác-
ticas y teorías y buscamos dispositivos desde donde se crea
el cambio, con transformadores de leyes y no aferrado a nor-
mativas legales cual realismo mágico. Para cambiar la salud
mental hay que convivir con los que
sufren” (Fernando Ulloa)

INTRODUCCIÓN
Asombrado y desilusionado… Así me quedé cuando recibí el link
de una de las tantas notas de Infobae, escrita con motivo de los 10
años de promulgación de la Ley Nacional de Salud Mental N°26657.
Asombrado por el título y los dichos que se encuentran en el cuerpo
de la nota… Desilusionado porque se sigue facilitando a la opinión
pública, la ilusión de una opinión personal (o de varias o, peor aún,
su selectividad por parte de alguien, uno, que escribe sobre lo que
elige de los dichos de otros), jerarquizada falazmente como alega-
to de discurso universal. Angustiado por la “caída” (¿?) de ciertos
“ideales” (¿o idealizaciones erráticas?), producto de confiar y seguir
confiando, en que la salud es salud para todos, lejos (muy lejos) de
perdernos en los discursos y más cerca de poner manos a la obra
para lograr ese objetivo... Iluminado por el espíritu de la Ley, por
todos quienes fueron y son mis mentores e invitado a la acción y al
poder decir, por mi compromiso ético y deontológico con el ejercicio
de la profesión y con el orgullo de ser agente de salud que pertenece
a equipos de salud, escribo esta suerte de construcción crítica con
aproximación científica. Gracias a todo ello y a todos ellos.
Comencemos por el título de la publicación: “La rara Ley de Sa-
lud Mental argentina que recela de la psiquiatría y la niega como
172
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

ciencia médica” y señalemos que, la Ley de Salud Mental, NO es


rara, es una Ley que debe ser interpretada, como todas, en el es-
píritu de sus considerandos y en el contexto de su necesidad. Que
desde la promulgación a la regulación (e incluso después de ella)
de una Ley, “pasa mucha agua bajo el puente”, es una verdad de
Perogrullo; pero, si el espíritu que la impulsa es claro y se la califica
de “rara”, será porque “hace ruido” frente a un statu quo que “em-
pezó” a tambalear (me permito el beneficio de la duda). De hecho,
NO recela de la psiquiatría y NO la niega como ciencia médica. ¡Qué
siniestro pensar que el ejercicio profesional, frente al sufrimiento de
personas con patología mental, es patrimonio de uno solo! ¡Cuánta
retrogresión en años de construcción de una concepción de las ac-
ciones promotoras de salud, para erradicar la “suposición” de que,
a un síntoma, le corresponde una patología, un único diagnóstico y
un único tratamiento!... ¿Quiénes manifestaban / manifiestan más
certeza en su rigidez de pensamiento? ¿Los mal llamados psicóticos
o neuróticos graves o los nombrados por la ciencia “agentes sani-
tarios” que intervenían / intervienen en ese juego “uno a uno”? Y
pensé que el lecho de Procusto era solo un mito…
Por mi parte, NO puedo pensar, mi trabajo sólo y por mi cuenta,
sino en equipo con otros agentes de otras disciplinas, que, aún dife-
rentes (felizmente diferentes) podamos buscar acuerdos, para tras-
cender desde nuestras pretensiones, conocimientos y experiencias
(de campo y personales) al “más allá” del padecimiento: visibilizar
un horizonte más sano, para quien no lo puede ver. Es trabajoso, es
penoso, es arduo, es complicado, pero NO existe otra manera que
resignar lo propio y resignificar lo ajeno, para que, gracias a un equi-
po de trabajadores de salud, cada quien pueda conocer el benepláci-
to del acceso a la propia gestión de la salud.
Sigue el copete de la nota: “La norma aprobada en 2010 equi-
para en varios aspectos al psiquiatra con el psicólogo, el terapista
ocupacional o la asistente social. En su articulado, la práctica psi-
quiátrica es objeto de las peores sospechas y el órgano revisor está
formado por ONG de DDHH. Psiquiatras consultados por Infobae
afirman que los más perjudicados son los pacientes”. Siempre los
más perjudicados son los pacientes, toda vez que NO hay equipo,
toda vez que los intereses personales están por encima de los prin-
cipios de la APS, toda vez que en la pelea encarnizada por ver quién
tira la piedra más lejos (por ser discreto), nos olvidamos que la salud
173
NO es una competencia de saberes, sino que todos los que nos sen-
timos convocados para la atención de la gente, deberíamos recordar
y priorizar nuestras competencias y ponerlas en común, para “saber
hacer” para el paciente. Y valga recordar que, en un equipo de tra-
bajo, nadie se equipara a nadie. Todo lo contrario: todos se pueden
y deben complementar con todos. NO da lo mismo un profesional
que otro, por más que valga mucho su enfoque y opinión respecto de
una práctica de intervención; y, mucho menos, ninguno es más que
el otro, porque cada uno ES con el otro. ¡Cómo seguir siendo ciegos
ya avanzado el siglo XXI y no poder correr el velo que impide lo
especular! ¡Cómo NO entender de una buena vez por todas, que los
que vienen en busca de salud, necesitan un entramado de saberes
y acciones que NO se limitan a la sapiencia de uno solo! Angustia y
duele (mucho) que “la revisión” haya suplantado a la tan necesitada
supervisión… NO sé cuál es el argumento que hace que la “prácti-
ca psiquiátrica sea objeto de las peores sospechas…” Pero, en todo
caso, todas las prácticas de todas las profesiones que intervienen
en las acciones sanitarias, también deben serlo, porque el fracaso
del tratamiento, NO siempre es del paciente que “no adhiere”, como
tampoco es de uno solo de los profesionales, que NO puso el ingre-
diente justo para que la masa leude… ¿Y las condiciones de contex-
to? Esas nos atraviesan a todos… ¿Y si hacemos ateneos en los que de
verdad se hable del paciente y su padecimiento, sin importar quién
lo lleva adelante, sino con el interés puesto en su esencia? ¿Dónde
quedó entonces la viabilidad de la ética? ¿O siempre la aprendí y
me la enseñaron mal, cuando anotaba conclusiones que decían que
“la ética en su fundamento y en su concreción, apunta siempre al
corazón del ser” de cada uno?... Retumba el mareo, pero estoy de
acuerdo: si fallamos, los más perjudicados son los pacientes.

INTENTANDO SALIR DEL ASOMBRO…


ES un esfuerzo tomar la distancia necesaria, esa que anhelamos
constantemente, como distancia óptima y, dar un paso al costado de
la movilización afectiva, para relanzarla hacia el destino que tiene
que tener: intervenir el padecimiento con acciones sanitarias, pen-
sadas más allá de la propia acción. Pero haré el intento, para salir
del estupor, mientras siga tomando paso a paso, algunas viñetas de
la nota publicada y en cuestión, con la sola intención de revisar el
espíritu de la “tan intrincada” (¿?) Ley.
174
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

“Vos olvidate de que sos médica…” “…eso me dijo mi jefa, que era
psicóloga. ‘Acá somos todos iguales’…” (declaraciones de una psi-
quiatra del Servicio de Salud Mental de un Hospital Público). NO
puedo observar quién dijo qué cosa, pero el horror de lo publicado,
creo que será compartido por muchos. Entiendo que, si así se dijo,
así se debería haber denunciado. YA lo dije: el espíritu de la Ley,
jamás desdibujaría la posibilidad de ser de cada quien. Todo lo con-
trario. Y menos, aún, derrumbaría el edificio que cada profesional
construyó, conforme el propio deseo, porque si algo se propone, es
convocar a diferentes profesiones para que tomen semejante tarea a
cargo. ¿Hasta cuándo vamos a dejar que otros repitan sin concien-
cia crítica? ¿No era ese el primer paso para contrariar la patología,
cuando de tanto repetir síntoma, se cristaliza la funcionalidad? Con-
ciencia crítica sería: convocar, configurar, limitar, interpelar, plani-
ficar, intervenir estratégicamente, supervisar, garantizar y sí, soste-
ner que somos todos iguales en materia de derechos, pero, nunca,
si pretendemos estar por encima de los derechos de los otros. Es
más, espabilemos la flojera: convengamos que proclamar derechos,
implica asumir obligaciones y, por ende, tener responsabilidades o,
lo que es lo mismo, tener capacidad de respuesta. Y, por lo tanto, la
respuesta DEBE ser criteriosa y ajustada a la rigurosidad científica,
porque así la requiere toda demanda de atención de la salud. El que
padece NO pide ayuda a un amigo o a un vecino y no porque no se la
puedan dar, sino porque más allá de la empatía, cada quién aporta
sus herramientas y, en el caso del equipo profesional, se le supone
el saber suficiente para desovillar la maraña del dolor: sí, la rela-
ción, entonces, es diferente, es asimétrica y somos responsables (y,
en este sentido, SÍ, asumamos ser iguales).
Sigue la publicación: “La atención en salud mental”, dice el artí-
culo 5, debe estar “a cargo de un equipo interdisciplinario integra-
do por profesionales, técnicos y otros trabajadores capacitados”
en las áreas “de psicología, psiquiatría, trabajo social, enfermería,
terapia ocupacional y otras disciplinas o campos pertinentes”. Así
y todo, uno de los declarantes “…afirma que estas personas no están
capacitadas para tomar decisiones, por ejemplo, de internación.
‘Por su formación, dicho con todo respeto, desconocen lo que es la
psicopatología; pueden formar parte de un equipo interdisciplina-
rio, pero no diagnosticar’…” Cabe aclarar que, la formación profe-
sional del psicólogo, no solamente está validada por las Universi-

175
dades que ofrecen la alternativa, sino que también, cuentan con la
acreditación de la CONEAU y, en sus currículas, se encuentran los
programas de enseñanza pertinentes con toda la psicopatología, la
semiología, el diagnóstico y el tratamiento, que cualquier paciente
con afectación en la esfera de su salud mental, requiere. Es más: NO
es posible este tipo de abordaje, si no es con horas de prácticas ins-
titucionales supervisadas, si no se contempla en contexto comunita-
rio y si no se tiene en cuenta en un marco de derechos. Habría que
indagar qué es lo que ocurre en la formación de grado y posgrado
de las otras disciplinas mencionadas, pero se observa que esos otros
profesionales de la salud, cuentan con tramos de formación específi-
ca en salud mental y comunitaria, de modo que puedan formar par-
te de un equipo en el que, cada quien, desde su incumbencia, estaría
habilitado a tomar una decisión al respecto. Claro está, una vez más,
que las diferencias en esas decisiones, NO quedarían superadas por
una cuestión de sufragio, tal como también se sugiere entre las de-
claraciones de la nota, sino por el entramado de los acuerdos a los
cuales el equipo DEBE llegar, porque se lo DEBE a la gente.
Sí, estoy de acuerdo en que “…el problema no es la interdiscipli-
nariedad…” pero la normativa cuestionada, no está por encima de
la normativa del ejercicio profesional de cada integrante del equipo
de salud, ni mucho menos, por encima de la incumbencia de cada
quien. Todo lo contrario: frente a la aseveración respecto del pro-
blema, señalado como “…la indeterminación de las incumbencias
de cada especialidad…”, la propuesta esencial, radica en que la de-
terminación de la salud mental de una persona, no quede librada al
azar o a la suerte que corra en manos de una sola opinión. Es deses-
perante lidiar con la realidad que, al día de hoy (lamentablemente),
muestra en forma virulenta, el prototipo incuestionable del “loco
peligroso”. Y no sé qué es lo que más desespera: si la viralización de
semejante figura o la de la aceptación acrítica de lo que se muestra…
Vicisitudes de un imaginario cultural que ya no quiero ni imaginar…
¿De qué otro modo explicar que un psicólogo no imparte tratamien-
tos farmacológicos? ¡Si sabemos perfectamente que, a veces, no es
posible abordar por la palabra un descontrol de manifestaciones
conductuales! Nada se puede hacer solamente por la palabra, frente
a una catatonía o a un verdadero descontrol de impulsos. Pero sí, en
una intervención conjunta, donde al menos dos profesionales (pue-
den ser más y es recomendable), frente a la necesidad de interna-

176
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

enfermedad tiene una única causa de riesgo, por eso los agentes de
salud mental y quienes se precien de serlo, debemos estar formados
en la lectura de las diversas situaciones de riesgo por las que todos
nos encontramos condicionados, porque, no todos, contamos con
las mismas estrategias y oportunidades de afrontamiento de lo ad-
verso. En la enfermedad mental, puede haber compromiso estruc-
tural y/o funcional, razón por la cual, seguimos afirmando que no
todas las categorías diagnósticas que figuran en cualquiera de las
clasificaciones internacionales, tienen raigambre exclusivamente
física. Incluso, cuando así ocurre, también el abordaje interdisci-
plinario con compromiso en la rehabilitación, ofrece muy buenos
resultados y muy buenos pronósticos, pasibles de ser sostenidos
en el tiempo. Pero, de hecho, las disfuncionalidades, nos proveen
de otros tantos sentidos, que son esa letra justa para ir elaborando
(siempre) las respuestas que necesita el paciente, no las que qui-
siera el profesional, el equipo de salud, la familia y el otro social,
“eterno juez” de todas y cada una de nuestras acciones… Y a esta
altura me pregunto: ¿se trata realmente de un juicio? ¿O se trata de
inculpar a algunos por la poca o nula capacidad de respuesta o, lo
que es lo mismo, la irresponsabilidad de otros (muchos)? Y retomo,
entonces, una pregunta que no me pertenece: ¿se trata de negar la
enfermedad mental? ¿O de elegir a “uno” para señalarlo y dejarle la
marca como al “chivo expiatorio”? Figura arcaica y paradójicamente
actual y funcional, que toma vida “en la inmediatez de lo mediático”,
fundamentalmente en lo virulento de las redes sociales.
“Es una ley que demoniza al psiquiatra… cuando recomienda
que la medicación no sea dada como castigo sino sólo con fines tera-
péuticos… O sea, presupone que los psiquiatras damos medicación
para castigo” “¡Cómo puede una ley del Congreso decir eso! Raya
con lo delirante…”, descarga indignado otro de los entrevistados. Lo
mismo digo: si se entiende así, es plenamente indignante. Pero el
Artículo 12 (cuestionado literalmente en la publicación), pretende
limitar prácticas antiquísimas que revisten carácter vigente… Accio-
nes no sólo denunciadas en publicaciones oficiales de organismos
públicos, provinciales, nacionales e internacionales, quienes desde
adentro de las instituciones totales han dado cuenta de ellas, sino,
sorpresivamente confirmada por algunos de los que incursionamos
en dispositivos cerrados, donde, lo terapéutico era necesario, pero
no configuraba el fin u objetivo institucional… Es redundante, pero

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ción, por ejemplo, sean capaces de dar la respuesta que necesita la
persona que sufre y suscribirla al pie, para cuidar una intervención
coherente. ¿Suena muy ideal? No. Aunque eso es lo que escucho.
Pero escuchando mejor o “más allá de lo dicho” y develando entre
líneas, lo que se observa, generalmente, es compatible con un res-
guardo de los profesionales que tienen que intervenir, frente a la
exigencia de trabajo que les comporta la tarea. Sí: un escape por la
tangente o un “vase” o “mutis por el foro”, tal como leíamos (leía-
mos…) en las obras literarias que grandes mentores han concretado
en el arte del teatro, para indicar el momento en el que alguien salía
de escena. Y otra vez, sin actores en la escena, el que pierde es el que
padece…
Pero mal que les pese a algunos (a muchos), todos los profesio-
nales de la salud mental, tenemos la obligación de formarnos en el
abordaje de todos los aspectos que la problemática implica, desde
la consideración del caso por caso y su historia en contexto, has-
ta le necesidad del asesoramiento judicial de una inhabilitación o
incapacidad e, incluso, la declaración de una internación involun-
taria, que dicho al paso, es considerada en la letra de la ley, como
un recurso más, cuando otros no son posibles. ¡Cuánta mala inter-
pretación cada vez que se escucha que, para la ley “…psicólogo y
psiquiatra son equivalentes e intercambiables…”! Lejos, muy lejos
del espíritu del articulado. Y cuánta falta de lectura e interpretación,
toda vez que una de las entrevistadas asegura que “…en concreto, la
ley le quita preeminencia en el diagnóstico y tratamiento de la en-
fermedad mental al profesional médico; habilita a un psicólogo a
diagnosticar psicopatologías, a medicar, a internar y a externar”.
Y si así fue, el ejercicio de ese profesional de la psicología, debería
haber sido puesto a consideración, en principio, de un Tribunal de
Disciplina y/o de la instancia judicial competente.
Sigue el texto: “…No se trata de ignorar los casos de mala pra-
xis pero de ahí a negar la enfermedad psiquiátrica hay un abismo
que el espíritu de la Ley desconoce…” Argumento que promueve la
desazón… Justamente, el reconocimiento tanto de la enfermedad
como de la salud mental, son los observables a partir de los cuales,
se erige el espíritu de la Ley. Increíble que se practique reduccionis-
mo al movimiento de la antipsiquiatría y se lo interprete como a una
desmentida (evidentemente a modo defensivo) del psiquiatra y de la
enfermedad mental y peor, aún, de su etiología. Obviamente no toda

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cabe recordar, que ya se señaló la importancia de un tratamiento


farmacológico y, ante todo, cuando cualquier observador, advierte
la remisión signo sintomática y, en el mejor de los casos, la esta-
bilización de la enfermedad y el reequilibrio del proceso de salud
mental, porque ese tratamiento, estuvo acompañado por otros pro-
fesionales que aportaron los saberes que les incumben y pudieron
diseñar un dispositivo alternativo, como respuesta a una necesidad
emergente, que pudo tomar forma de demanda y facilitar la referen-
cia a quien o a quienes, en algún momento, dejaron de tenerla. En
los términos de la Ley, nadie demoniza a nadie, pero pareciera terri-
ble o hasta “una idea loca”, que, semejante articulado, venga a dejar
en evidencia la histórica (y triste) posibilidad, de haber sostenido al
demonio en la peligrosidad del loco…

BUSCANDO ALTERNATIVAS…
“En consonancia con los conceptos -o preconceptos- de la an-
tipsiquiatría, la Ley 26657 determina también que los hospitales
psiquiátricos deben desaparecer y ser sustituidos por instituciones
comunitarias o dispositivos intermedios. Es lo que se llama des-
manicomialización…” Sí, algo así, se propone concretamente en el
Artículo 11, pero no por suponer “…la violación de derechos… o la
mala atención…” en la práctica de la psiquiatría. Insisto: este pro-
blema es tierra de todos y no se puede suponer solo a una disciplina.
En todo caso, cada agente de salud que quiera intervenir, debería
hacerlo, revisando, en principio, todas las omisiones, que, desde la
historia de la práctica profesional, perpetuaron tantas acciones de-
leznables sobre quienes más nos necesitaron. Esas áreas de vacan-
cia que otros agentes sanitarios dejamos a la deriva, obviamente,
pueden llegar a ser “mal administradas” por quienes hicieron algo
con el sufrimiento, pero desde el desconocimiento; o, en el peor de
los casos, por ser zonas no mensuradas, son teñidas de gris y pau-
latinamente transformadas en peligrosos agujeros negros… Así las
cosas, la propuesta de una sustitución paradójicamente insidiosa,
de instituciones cerradas por dispositivos que reúnan los ajustes ne-
cesarios para el tratamiento debido de la enfermedad mental, es una
propuesta altamente superadora que quedó registrada en la letra
de la Ley: porque son propuestas que tenemos a mano, corrientes,
cotidianas, pero que en su economía (desde donde se las mire), re-
sultan falsamente “costosas”, sólo por una consideración, a la ligera,
179
del exhaustivo trabajo que requieren… Pero más allá de los “costos”,
los “velos”, las excusas y la controversia que genera esta cuestión
en particular (diría que es el punto más álgido del articulado), esos
dispositivos existen y se sostienen (a duras penas y a todo pulmón)
desde antes del 2010. Es más, muchos Proyectos de Extensión Uni-
versitaria dependientes de la UNLP (un ejemplo conocido, entre
otras tantas), que convocan a varias Facultades, han hecho eco de la
situación y promovieron otra expresión y expansión de estos dispo-
sitivos, tomando como base de operaciones al Hospital Interzonal
de Agudos y Crónicos Dr. Alejandro Korn, ubicado en la localidad de
Melchor Romero (Partido de La Plata). Es desde la institución, tam-
bién, que se promueve un salto cualitativo en materia de extensión
a la comunidad, no sólo por contar en sus instalaciones con un Ser-
vicio de Rehabilitación Psicosocial, sino, porque “por fuera de sus
márgenes”, tomaron entidad la Casa de Pre Alta, inaugurada fuera
de los “márgenes” del citado Hospital el 10 de diciembre de 1987;
el Centro de Día Enrique Pichon-Rivière; y el Centro de Día Franco
Basaglia; todos ubicados en diferentes casas del casco urbano de La
Plata, todos con ofrecimiento de coordinación de Casas de Convi-
vencia, todos con el propósito de que, cada quien, tienda a la meta
de la autogestión. Entonces: o no estaría entendiendo el cuestiona-
miento publicado o estaría validando el argumento que presenté…
Los entrevistados siguen insistiendo: “…Todo lo ambulatorio y
los modelos autogestionados es fabuloso, para pacientes que se
encuentran estables, pero en muchas patologías tienen que ser
asistidos. Lo próximo son los pacientes a la calle o a los penales
porque el resultado es criminalizar las patologías psiquiátricas…”
Creo que más allá de las digresiones permitidas, no sería pertinen-
te seguir redundando tanto y no lo digo por miedo a plantear una
“meta argumentación”, sino para no caer en el rodeo de los enun-
ciados acríticos o en las terribles hipérboles en las que, a veces, “se
pierden” las ideas o en el giro sobre el propio eje, como el perro que
insiste en morderse la cola. Definitivamente, el espíritu de la Ley no
es visibilizado y, encima de ello, es tergiversado: la piedra fundante
del articulado, es, justamente, evitar la criminalización de la enfer-
medad mental: ¿recuerdan? La meta se enfoca seriamente en la de-
construcción de la tipología del “loco peligroso”. La acción se centra
en la circulación de la palabra. El lazo social, no es un hilo o una cin-
ta que “ata”, sino una red simbólica que contiene, precisamente, lo
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que las personas que padecen, no retienen, por eso su lógica se ma-
nifiesta a modo de una “melodía desencadenada” y, en eso, intentan
“modelar su fantasma”. Y sumo otra cuestión que pienso: ¿será que
muchas de las detracciones o muchas de las negaciones generadas
por el articulado, devendrán de “eso que no se logra” cuando no po-
demos confrontar con el propio fantasma?... Un planteo, para poder
pensarnos, frente a lo que se declara en la nota publicada: “…lo de
los derechos humanos es verso. Son idiotas útiles los que levantan
esas banderas, porque detrás sólo hay ajuste”. Categorías arcaicas
para referirse a los que intelectualmente “no encajaban” en la nor-
ma, son utilizadas con el mismo despecho para definir a quienes
creemos en que es saludable “versar” (y seguir versando) sobre lo
que nos corresponde, ni más ni menos, porque resulta inherente al
ser humano: el derecho a la salud y el derecho a vivir en comunidad,
entre tantos.
Pero la nota se pierde en “versos” tales como: “…Para la nueva
ley, la internación involuntaria de un paciente es sinónimo de pri-
vación ilegítima de la libertad…” “…Defienden al paciente como si
fuera un preso…” “…La internación está sospechada desde el va-
mos como algo contrario al derecho…y no en favor de la salud del
paciente y de su entorno familiar y social…” “…Las prevenciones
contra la internación perjudican al paciente pero también a la fa-
milia, a la que la ley pone en el lugar de monstruo si tramita la
internación…” Entiendo el enojo, pero la internación en sí misma,
no constituye privación ilegítima de la libertad, ya se dijo que es
una intervención contemplada en los términos de la Ley; ni, mucho
menos, transforma al paciente en un “preso”: ya es suficiente con
estar “preso” de su dolencia; no es contraria al derecho, es más, el
derecho la contempla; y frente a una internación, la Ley no pone
a la familia en el lugar de un monstruo que la tramita, porque la
internación misma, termina de configurarse en el monstruo para
esa familia: ¿quién no la quisiera negar cuando se propone para al-
guien del propio entorno?... Vuelvo al mismo planteo. Necesitamos:
consideración del imperativo ético (ese que apunta al corazón del
ser), apelación al trabajo interdisciplinario, enfoque en la necesi-
dad de todos los que padecen (incluso la familia), búsqueda de un
lugar para la demanda, planificación estratégica de un abordaje de
la situación, diseño de un tratamiento (y un trato) oportuno y per-
tinente, seguimiento, supervisión, formación (sobre todo), ajuste a
181
la realidad y necesidad imperiosa de una interpretación coherente
del articulado, entre tantas otras acciones que, evidentemente, “en-
carecen” la solución… De más está decir, que, lo que más “cuesta” es
lograr un buen registro y no me refiero exclusivamente al registro de
la “evolución” del paciente en la historia clínica (aunque en muchos
casos el “equipo” de trabajo deja bastante que desear, como equipo
y en el registro en sí mismo), sino a la redacción escrita de todas y
cada una de las intervenciones que se discutieron y se consideraron
en la estrategia de planificación de la situación: ese paso a paso, que
asegura la lógica del buen tratamiento (y, repito, la del buen trato)
y que incluye a quien padece, a la familia, a otros que fueron y otros
que serán parte del contexto y facilitadores del texto que, “el loco
peligroso”, necesita para “conectarse” con lo que le era ajeno y hasta
ominoso, para desligarse de la “atadura” de la institucionalización,
para volver a identificarse, para poder restituirse, para tender a la
autogestión continua (aunque requiera ser asistida) y para poder
verse o, mejor, para “versar” sobre sí, como persona con derechos.
No se trata de rendir cuentas (como también se declaró en la nota),
se trata de dar fe de lo posible, “con el criterio y rigor científico que
cada caso amerita”, tal como respondemos, en equipo, ante los in-
numerables (e interminables) avatares, que recibimos frente a las
conclusiones que formulamos, respecto de la salud y, en particular,
de la salud mental.
Muchas más son las argumentaciones y contra argumentaciones
que ameritan ser puestas en forma en esta presentación, pero tal vez
se convierta en lo que no pretende ser… Sólo agregar, que, eventual-
mente, hay algunas expresiones (a lo largo del texto publicado) que
tienen sus razones y con las que se puede elaborar un acuerdo, pero
siempre superador de la tensión generada por la mera diferencia. Se
tratará, entonces, de aprender, definitiva y seriamente, a intervenir
en la emergencia y ello no implica la interdicción del que sufre, todo
lo contrario: implica interpelar eso que nos limita, lo que nos ensor-
dece, lo que nos enceguece, lo que nos hace “perder el tacto” y nos
encierra en una única dirección, la nuestra. Seguramente estemos
“en un limbo” (tal como declararon los entrevistados) y tal vez hasta
seamos partícipes de “esos delirios” y “esas alucinaciones” o, peor,
los queramos “aplacar” o “apagar” porque no los entendemos y ha-
cemos el esfuerzo de “darles” un sentido (“taponarlos”, en fin), por-
que no sabemos qué hacer… Ergo (ya anticipado): este problema es
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tierra de todos. No nos sobran recursos, no contamos con suficien-


tes alternativas y mucho menos con el presupuesto que todo esto
requiere, pero mientras haya profesionales para quienes tengan por
norte el derecho a la salud mental, nos podremos embarcar en esa
semejante y “costosa” empresa, con la certeza de que hay destinos
posibles.

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