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P SICOLOGO
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ASOCIA
Psicología Forense
Actividades Científicas
2021
Sede:
Marcos Paz 451 P.B. (4000) San Miguel de Tucumán República Argentina
E-mail: apfra.argentina@gmail.com
Internet: http://www.apfra.org
Organo de Fiscalización
INDICE TEMATICO
INTRODUCCION
CAPITULO I
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Lic. Álvaro Miguel Jiménez Augier
Trabajador Social, integrante del Gabinete Psicosocial de los Juzga-
dos Civiles en Familia y Sucesiones del Poder Judicial de Tucumán.
CAPITULO II
CAPITULO III
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CAPITULO IV
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“Victimas Secundarias del Delito de Secuestro: pre- 131
sentación del caso AS.”
CAPITULO V
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INTRODUCCION
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CAPITULO I
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Es que no se trata tan sólo de lo que no hacemos sino también de
lo hacemos, pero hacemos mal, abarcando las acciones de los tres
poderes del estado, a través de sus integrantes, pues son de suma
relevancia, bajo pena de incurrir en responsabilidad estatal, es de-
cir, de que el estado argentino responda internacionalmente por
nuestras negligencias; imperativo que alcanza a todas las personas
operadoras, pero, que en ciertos casos, implica obligaciones exacer-
badas, y tal es el caso de la magistratura.
En este punto, traigo a colación las palabras de la Dra. Marisa
Herrera, cuando no habla de la necesidad de conjugar, lo que ella
designa como las tres “C”: conocimiento, compromiso y creatividad;
pues lógicamente, si de impartir justicia se trata, es esencial conocer
el derecho, sin olvidar que está en permanente cambio, y por ello
es esencial la actualización constante, la deconstrucción y construc-
ción de nuevas perspectiva. De la mano de ello, viene el compromi-
so, ya que no alcanza con ser personas catedráticas, compromiso
que equivale a no amoldarnos a la comodidad de un sillón, a salir de
los despachos, y tener contacto con la gente, con la realidad; y es que
el mundo cambió, entonces es impensable mantener una estructura
y razonar judicial del siglo XIX, en pleno siglo XXI.
Finalmente, la creatividad, pues si la realidad nos interpela,
la sociedad espera respuestas eficaces, en tiempo útil (conocido y
siempre vigente adagio de que la justicia que llega tarde no es justi-
cia), de eso se trata la tutela judicial efectiva, eso es una justicia real
y no meramente formal.
En tiempos de pandemia, dictar medidas creativas implicó el uso
inteligente y racional de los medios telemáticos al alcance, de arti-
culaciones interestatales, o inter poderes, de optimizar los recursos
físicos, humanos, y el más caro de todos, el factor tiempo; a pesar de
la falta de adecuación de algunas normas de forma, como ya dijera
antes, tenemos un compendio de normas de derechos de humanos,
que nos avalan.
Por supuesto, en ese transitar, fue clave el acompañamiento,
codo a codo, mano a mano, del equipo técnico forense (integrado
por profesionales de la psicología, psiquiatría, asistencia y trabajo
social), que nos da esa mirada interdisciplinaria tan necesaria, que
llega ahí donde la magistratura no puede, porque –reitero, el dere-
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Referencias
Constitución de la Nación Argentina – (1.994).
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Responsabilidad parental y dinámicas
de co-parentalidad
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Referencias bibliográficas
• Código Civil y Comercial de la Nación (2.015). Editorial Advocatus.
• Gardiner, G. (2.011). Psicología Jurídica. Recorrer lo construido. JVE
Ediciones
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Palabras clave
Pandemia, intervención interdisciplinaria, niñas, niños, adoles-
centes, riesgo.
Introducción
En el contexto actual nos encontramos que la pandemia arrasó
con elementos que eran esenciales al componente social, de orden y
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convivencia, al frustrar y, en otros casos, simplemente aniquilar po-
sicionamientos, rutinas, expectativas. Así la sociedad quedó en un
estado de debilidad, incertidumbre y de potencial caos, en donde los
vínculos se vieron afectados, lo que potenció la casuística, materia
de análisis de nuestro desempeño profesional.
Paradójicamente, ello contribuyó a visibilizar situaciones de ex-
trema vulnerabilidad, particularmente, en los casos de niñas, niños
y adolescentes expuestos a maltrato en sus diferentes expresiones.
Sobresalieron los casos de urgencia, obligando a intervenir perma-
nentemente in situ, lo cual nos llevó a reflexionar acerca de nues-
tra intervención, aproximándonos a un abordaje interdisciplinario,
desde una perspectiva de infancias. Se buscó restituir derechos hu-
manos vulnerados, ya que éstos son el eje y el centro protector de la
dignidad de las personas.
Cabe destacar que el conocimiento de los derechos humanos que
permiten vivir sin violencia, dentro y fuera del hogar, debe ser asu-
mido en las políticas públicas para incidir en estas situaciones, te-
niendo en cuenta las diferentes realidades. En el escenario vigente,
el tema de la problemática intrafamiliar, particularmente respecto
al trato de la niñez y adolescencia, se complicó severamente, en es-
pecial, en aquellos ámbitos y hogares donde no se pudieron satisfa-
cer ni siquiera las necesidades básicas, menos considerar los recau-
dos esenciales contra el Covid-19.
Ante el incremento de denuncias y diversos hechos presentados
por la población, la Corte Suprema de Justicia habilitó guardias en
el marco de las leyes de violencia para restituir derechos vulnera-
dos, brindando protección integral a las víctimas. Esto significó en la
práctica, contar con la disponibilidad de los operadores intervinien-
tes, incorporando al Psicólogo/a como innovación en el trabajo inter-
disciplinario en territorio. En este sentido, el/la Trabajador/a Social
analiza, mensura y advierte sobre las condiciones de vida del grupo
en cuestión, identificando factores de vulnerabilidad y/o riesgo y fac-
tores de protección. Mientras el/la Psicólogo/a, escucha de manera
atenta y respetuosa a la niña, niño y/o adolescente en ese momento.
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sus ojos. Como si los mismos se limitaran a ver cómo es una vivien-
da o cómo se encuentra un niño, en lo que ellos llaman “un ambien-
tal”. Esto conlleva que el/la Trabajador/a Social permanentemente
tenga que aclarar cuál es su función; la cual se encuentra bastante
alejada de ese concepto. De hecho, la presencia de este profesional se
encuentra más cerca de ser los ojos de los justiciables, en cuanto que-
da plasmada la visión que tienen los mismos sobre el proceso judicial
que atraviesan y la situación problema que origina dicho proceso.
Los/as Trabajadores/as Sociales tienen como objetivo realizar una
evaluación diagnóstica social, combinando dos actividades. Por un
lado, ordenar la información obtenida, relacionándola con otras infor-
maciones. Por otro, reflexionar desde las categorías de análisis referi-
das a la problemática central. Es decir, saber comprender y explicar su
desarrollo histórico, sus interrelaciones, causas y consecuencias.
Cabe destacar, que concebimos la evaluación diagnóstica
como una síntesis conceptual sobre la realidad observada, que ne-
cesariamente habrá de incluir un aporte nuevo en el problema estu-
diado. Como toda conclusión, el diagnóstico ha sido llamado “expli-
cativo” ya que vincula la situación problema con el marco teórico, la
explica e interpreta. Es entonces que, si desde el Trabajo Social es
difícil salir de ese concepto de ser “los ojos del Juez”, más difícil es
lograr que sean considerados los aportes de las diversas interven-
ciones interdisciplinarias.
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tán involucrados niñas, niños y/o adolescentes. Esta situación, en el
marco de la pandemia, es la que abrió la puerta para la inclusión del
Psicólogo/a en territorio de forma conjunta con el/la Trabajador/a
Social. En este contexto podemos hacer referencia a tres tipos de
intervenciones que inauguran una nueva modalidad, que incorpora
al Psicólogo en territorio:
En el primer caso a exponer, el Juez solicitó que un Psicólo-
go entrevistara al niño M, consultándole si era su deseo regresar
a la vivienda con su madre, o continuar residiendo con su abuela.
Mientras tanto, el Trabajador Social debía realizar un amplio in-
forme social y vecinal en ambos domicilios. Para poder concretar
la intervención ordenada, un Psicólogo y un Trabajador Social se
constituyeron en el domicilio donde se encontraba el niño M. El
Psicólogo entrevistó al niño, y el Trabajador Social a su abuela, eva-
luando la situación social del grupo familiar.
De ambas entrevistas se desprende que el niño M no quería re-
gresar a la vivienda materna, pero la intervención social dio cuenta
de que la situación en la que se encontraba el niño M junto a su
abuela, no era la más favorable. Motivo por el cual, y pese a que
ambos profesionales no compatibilizaran un acuerdo en los pasos a
seguir, el niño M quedó bajo el cuidado de su abuela, ajustándose
estrictamente a lo ordenado por el Sr. Juez.
Posteriormente, al realizar la intervención en el domicilio de la
progenitora del niño M, el Psicólogo interviniente reflexionó sobre
la coyuntura familiar y la compartió con el Trabajador Social, que
haber dejado al niño M con su abuela, no fue lo adecuado.
Estas medidas surgen de denuncias tales como “inaudita parte”,
donde sin una previa evaluación de la situación, los profesionales
son llevados al campo con una orden puntual del Juez en la forma
de intervenir. Cabe señalar, que el Juez no solicitó un informe inter-
disciplinario sobre la situación del niño M; dio una orden concreta:
que “se pregunte al niño M cuál era su deseo”.
En este sentido, el pensamiento de Kemelmajer de Carlucci ex-
presa que las situaciones de violencia intrafamiliar demandan una
atención especial, requiriendo una intervención urgente. El servicio
de justicia debe responder con celeridad.
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En el tercer caso el Juez requiere, inicialmente, una Evalua-
ción Diagnóstica Social. Por otra parte, debido a la complejidad de
la casuística, ordena la incorporación de un Psicólogo para trabajar
con los niños involucrados en el proceso. Para realizar esta evalua-
ción dos Psicólogos entrevistaron a los niños, lo cual fue fundamen-
tal para elaborar un informe que brindó elementos suficientes para
dar una respuesta pertinente. Ante esta intervención, el Juez impar-
tió un dictamen, ordenando que los profesionales actuantes en el
juicio, continúen trabajando de manera interdisciplinaria mensual-
mente, por el período de un año.
En este último caso se pudo plantear un abordaje interdiscipli-
nario como tal. Se utilizó la entrevista como herramienta principal
para ambas disciplinas, realizándola en conjunto los dos profesio-
nales, aportando cada uno desde su propia experticia. De esta forma
se trató de vislumbrar la dinámica familiar y el lugar que ocupaban
los niños. Se advierte, a partir de la singularidad de este fuero, que
se dan modificaciones constantes, más aún en este contexto de pan-
demia donde la variante de salud y de economía son decisivas.
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BIBLIOGRAFÍA
• Criado, E. (2018). El niño y el derecho a ser oído en el ámbito de la jus-
ticia. Revista APFRA. Año 29 (30).
• Convención de los Derechos del Niño. (1.989).
• Dolto, F. (2019). La Causa de los niños. Paidós.
• Kemelmajer de Carlucci, A. (2002). La medida autosatisfactiva. Instru-
mento eficaz para mitigar los efectos de la violencia intrafamiliar. En
Rubinzal Culzoni, Medidas autosatisfactivas, (dir. Jorge Peyrano).
• Ley 7.264 sobre Violencia Familiar.
• Ley 26.061 de protección integral de los derechos de las niñas, niños y
adolescentes
• Ponce de León, A. (2020). La construcción interdisciplinaria en la in-
vestigación pericial: la ardua tarea de la conformación de equipos en
el ámbito judicial.
• Protocolo Interinstitucional de Aplicación del Sistema de Protección In-
tegral de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes. (Acordada 295/17)
Poder Judicial Tucumán.
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como una taza es una taza, una “mujer debería ser una mujer”,
idéntica a sí misma, pero con un propietario, y se declaró que no
había que andar interrogando demasiado sus quereres y recovecos.
Pero… los tiempos fueron cambiando, las mujeres se revelaron ante
sus supuestos propietarios y patearon al patriarcado. Ya no sólo
enigmáticas, ahora son francamente rebeldes.
Desde ese momento se volvieron más tabú, peligrosas y enigmá-
ticas que nunca. Se tornaron insoportables. De allí que haya que
acallar su enigma ejerciendo violencia sobre ellas hasta el extremo,
muchas veces, de matar al enigma.
Quisiera insistir sobre la afirmación que hace Freud en su libro
Tabú a la virginidad: la mujer es en un todo tabú. Los hombres
se cuidan de las mujeres por el temor a que el contacto con ellas im-
plique un debilitamiento de su fuerza, pero no porque teman conta-
giarse de su femineidad, sino porque se teme de ellas su misteriosa
indefinición.
Y temen allí los hombres ser “incompetentes”, debilitados por la
alteridad que las mujeres conllevan. Incompetentes para circular
por un continente incierto, por ese continente femenino enigmático
donde ningún mapa, ningún GPS funciona. De allí que Lacan afirme
que “un hombre sin ambages” es aquel que no es un vueltero y pue-
de acompañar, sin espantarse, a la mujer, transitar con ella por ese
continente altero. Por eso un hombre sin ambages, sin vueltas, es
aquel que ha logrado superar el tabú a la femineidad y convivir con
lo inconmensurable de la mujer... la que se escabulle siempre, cual
pluma al viento. Pero ¿cómo capturarla? ¿Intentaron apresar una
pluma al viento?... ¡Qué tarea!, en lugar de atraparla y destruirla,
¿no sería mejor, acaso, volar con ella?
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humanidad. Basta recordar a Eva y la manzana tentadora-maldita,
o a la bella y curiosa Pandora esparciendo los males a la humanidad
por no contenerse de abrir la caja prohibida. Mujeres que se abis-
man hacia lo prohibido, hacia lo inconmensurable y desparraman
un mundo de tentaciones.
Es preciso, entonces, localizarla, encontrarla pronto, rápido
¡Busca la mujer!, pero, ¿para qué? ¿para resolver su enigma,
para indagarlo, para cultivarlo... o para acallarlo? Pero ¿dónde
buscarla?, ¿cómo ubicarla si dije que no hay GPS para ello? Si no es
posible develar su enigma ¿cuáles son los beneficios de indagarlo,
cuáles los de cultivarlo o cuáles los de acallarlo (acaso matándola)?
¡"Busca a la mujer”! es una expresión francesa que proviene de
una novela de Alejandro Dumas, un cliché de la literatura popular
detectivesca: no importa cuál sea el problema, una mujer es la clave
para resolverlo.
Se supone pues que, en el trasfondo de una intriga, hay siempre
una mujer. Sin encontrarla no es posible resolver el embrollo. Algu-
nos optan por no resolver la intriga, negando a la mujer y eliminán-
dola. Otros se aventuran al intento de descifrarla e incluso cultivan,
abonan las incógnitas. Vuelan con la mujer con mucha inventiva.
Son los hombres sin ambages.
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A esta altura, conviene diferenciar el goce del placer que en psi-
coanálisis no es lo mismo. El placer es conmensurable, tiene medi-
da; el goce no, es inconmensurable, siempre excesivo.
La femineidad convoca a un goce inefable, algo que va más allá
del placer, algo que no puede ser contabilizado ni localizado del
todo, un enigma a ser develado lo cual no menoscaba el lugar de la
mujer, sino que las coloca en el lugar de la invención pues los velos
están para provocar e insinuar, para seducir, no para ser levantados.
Son los velos de Salomé los que la hacen misteriosa, provocativa y
seductora. Sin los velos Salomé no sería tan cautivante, y ¡vaya el
goce que Salomé despierta con su danza de los siete velos!
Pero…, aun cuando algunas mujeres tomaran el camino de la ma-
ternidad no encontrarán allí la respuesta definitiva para el enigma de
su femineidad. El hijo, a veces, puede aquietar el misterio femenino
pero no apagarlo. Hay una grieta inarreglable entre la mujer y la
madre, y por eso ambas posiciones no conviven sin contradicciones
y conflictos. En suma, la maternidad nunca apacigua el goce de las
mujeres, aun cuando se trató de domesticarlas y amordazarlas impo-
niendo el supuesto instinto materno (que no existe). Para preforma-
tearlas en el perfil de las madres, se instaló ese aberrante y supuesto
instinto materno inexistente, pero mal que le pese al patriarcado, las
mujeres pueden tomar a veces el camino de la maternidad sin dejar
nunca de ser enigmáticas mujeres. Como también pueden ser enig-
máticas mujeres sin tomar el camino de la maternidad. Hace unos
años una encuesta en Argentina señalaba que el 47% de las mujeres
encuestadas pensaba que podía ser feliz sin estar casada.
5.- Violencia y crimen contra las mujeres
Tengo una hipótesis que quisiera destacar ahora. Proviene del
entrecruzamiento del campo jurídico con el psicoanálisis al que me
dedico hace años.
Es la siguiente: Cuando se comete un crimen supuestamente por
celos, en un altísimo porcentaje de casos el hombre celoso ataca a
su compañera, en cambio, la mujer celosa, ataca a la rival.
Fíjense, en ambos casos, ¡la atacada es siempre una mujer!
¿Por qué generalmente es la mujer la atacada en el acto violento
que puede llegar hasta el asesinato? Ese encarnizamiento contra la
mujer tiene que ver con el lugar de enigma y tabú que ocupa.
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carse intentando sondear el corazón femenino, un juguete no tiene
corazón. Lo cual explicaría el éxito de las “muñecas inflables” que
están siempre dispuestas, no cuestionan nada, no se quejan, no son
infieles, nos pertenecerán por siempre y, lo más importante: nos li-
brarán del castigo que es el amor, pues somos castigados por no ha-
ber podido quedarnos solos; la muñeca, el juguete, estará siempre a
nuestro lado, claro que, sin acompañarnos.
Con esto concluyo: el asesinato se produce allí donde se quiere
a la mujer sin escondrijos, de-velada y de-valuada. Pero entonces
ya no es una mujer sino un juguete. Por eso llamo a ese asesinato,
crimen por incompetencia, lo que no desculpabiliza ni desrespon-
sabiliza para nada la intolerancia que el goce de la mujer provoca.
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que somos desde un principio, instaurando 2 ámbitos: el natural y
el cultural. Butler no comparte la separación entre el sexo, entendi-
do como lo biológico y natural, respecto del género, que es cultural.
Es por ello que usa sexo o género indistintamente, toda vez que los
cuerpos están culturalmente construidos.
Si se acepta, como hace el feminismo, como causa única la vio-
lencia de género, no podría existir violencia en parejas del mismo
sexo, concepción que conduce a afirmar que hay un odio en contra
de las mujeres por el solo hecho de ser mujer.
María Jesús Izquierdo en su libro sobre sexo y poder (2001) dice:
“El concepto de género es un sistema de clasificación y por tanto de
exclusión y discriminación de las mujeres”. Retoma las ideas marxis-
tas sobre el trabajo productivo del varón y el reproductivo de la mujer.
En síntesis, el marxismo subrayó cómo vamos construyendo
nuestro modo de conocer y de actuar en el mundo, a través de la
ideología. El existencialismo, por su parte, abonó en la dirección de
señalar que los seres humanos no nacemos ya constituidos, que no
somos naturalezas sino que nos configuramos a partir de nuestra
libertad y de nuestros proyectos.
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lores que otras, que no hay una raza elegida, que no hay gente “nor-
mal” y otras “anormales” sino que hay múltiples culturas, cada una
de las cuales tienen sus propios valores, que deben ser respetados.
Comprender un lenguaje, según Wittgenstein, es comprender
una forma de vida y vivimos entre múltiples juegos de lenguaje. No
hay, pues, un lenguaje universal sino múltiples, no hay una familia,
ni una identidad cultural.
3. La impronta de la educación
Otro perfil de análisis es la educación porque tanto la informal
como la formal sostienen concepciones binarias y entidades metafísi-
cas sobre lo que se espera del varón y de la mujer. Instalar la reflexión
sobre el lenguaje es de fundamental importancia porque muestra
cómo el mundo está construido lingüísticamente y no se compone de
una serie de cosas en sí, sin por ello negar la realidad externa.
Las matrices positivistas e higienistas configuraron las nociones
de saber, verdad y poder que han impregnado a la educación en to-
dos sus niveles.
Del positivismo y del evolucionismo surgió la corriente higie-
nista en Argentina en el siglo XIX, aplicado a prácticas sociales en
momentos en que nuestro país miraba hacia Europa, en especial, a
Francia e Inglaterra y, también, a Estados Unidos. En ese momento,
nuestro país era agroexportador y pretendía insertarse en el mundo,
expresando los intereses de la oligarquía terrateniente.
La generación del 80 respondió a esos intereses, pretendiendo
poblar nuestro país con razas europeas, que encarnaban el espíritu
civilizatorio. Su objetivo era crear un país sin caudillos, sin gauchos,
sin inmigrantes, sin enfermos de sífilis, sin pueblos originarios.
Si bien en la actualidad presenciamos rupturas y alejamientos
respecto del positivismo higienista en el mapa conceptual, sin em-
bargo, las neurociencias han ocupado el lugar que en el Siglo XIX te-
nía el Higienismo, reeditando la visión biologicista y naturalizando
lo cultural. Esta interpretación sobre las neurociencias no significa
desconocer sus aportes en el avance del conocimiento del cerebro,
sino alertar sobre las sustancializaciones y pensar que es el cerebro
el que produce nuestras conductas instalando una visión metafísica.
Convertir lo social y cultural en natural conllevó a determinar cuáles
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eran, por ejemplo, las características fisiognómicas del asesino, del
violador, del loco, del adicto, que más tarde aplicará el nazismo y el
fascismo.
El tutelaje ejercido sobre los cuerpos reedita las normas higie-
nistas del Siglo XIX, vestidas de un nuevo ropaje terminológico. En
este marco, las mujeres pertenecen al mundo del adentro, del hogar
y el hombre, al afuera. Los hombres no lloran, son más fuertes y las
mujeres, más emotivas. Fue Simone de Beauvoir quien desmontó
estas ideas y mostró que no somos naturalmente débiles.
Aún sigue gravitando esa distinción entre la mujer maternal y la
mujer, objeto sexual. Hasta que comenzó a instalarse el reconoci-
miento del trabajo de las amas de casa, pasó mucho tiempo, aunque
todavía falta que el imaginario colectivo se apropie de esta idea.
María Jesús Izquierdo afirma que somos las mujeres quienes de-
bemos cambiar la situación de opresión, sin olvidar la importancia
del estado, en general, y de las políticas públicas.
En el siglo XVIII Mary Wollestonecraft afirmaba que algunas
mujeres se complacían en lustrar las cadenas del sometimiento. La
noción del Príncipe Azul como la salvación se reproduce a escala
global en los medios, en los shows televisivos y es indudable que la
escuela, en todos sus niveles, se encargó de repetir esa imagen de
mujer, de esa Sara que sala la salsa.
Comenta Izquierdo: “Establecer relaciones de reciprocidad nos
pondría en contacto con la precariedad y no nos daría miedo reco-
nocerla, porque reconocer la precariedad no sería asumir relaciones
de poder, sino reconocer que en ciertos aspectos somos precarios y
en otros no”.
Finalmente, considero que el estado, a través de sus políticas pú-
blicas, la educación en todos sus niveles desde el primario al univer-
sitario, sumado a la fuerza colectiva de las mujeres gravitará en la
enorme tarea de desmontar el discurso autoritario y machista, que
conduce a la violencia física y psíquica y que es la usina del dolor, de
la discriminación, del desprecio.
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Resumen
Se aborda en el presente trabajo las condiciones actuales, el con-
texto en el cual se desarrolla el trabajo judicial, los efectos en la sub-
jetividad de los trabajadores judiciales y en especial de los profesio-
nales psicólogos que desarrollan la tarea abordando el conflicto en
su manera más cruda.
A continuación las acciones posibles que como dispositivo clínico
desde esta área de la psicología institucional podemos dar cuenta al
escuchar el malestar de los sujetos institucionales.
Queda mucho por hacer como compromiso institucional, lo que
será materia del próximo encuentro.
Desarrollo
En la Sociedad del Cansancio uno de sus textos más publicados,
el reconocido filosofo coreano Byung Chul Han advierte acerca de
las condiciones en las que el hombre actual desarrolla su vida y afir-
ma que como producto del capitalismo, el ser humano se ha conver-
tido en un elemento más de consumo.
La nuestra ya no es más la Sociedad que M.Foucault describió
como Sociedad Disciplinaria en “Vigilar y Castigar”. Hoy en la so-
ciedad del rendimiento el hombre ha incorporado el modelo del
rendimiento que lo lleva a una autoexploración sin límites. De ello
dan cuenta los suicidios y las patologías del rendimiento. El exceso
de positividad – ya que a nada puede negarse – lleva a la sociedad
a una vivencia de frustración y hastío, de indiferencia y miedo al
semejante.
Fracasa y enferma a raíz de la autoexigencia de rendimiento ya
que al no poder más esto lo lleva a autorreproches destructivos y a
la autoagresión mediante el consumo desmedido de información y
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trabajo. En esta guerra librada contra sí mismo la victoria se la lleva
el desgaste laboral.
Así también en “La desaparición de los rituales” Han sostiene
que todo lo mantenía viva a una comunicad como el encuentro con
el otro, el café con amigos, la familia, no logran sostenerse hoy ante
el exceso de comunicación mediatizada por la tecnología. Ya no hay
mirada, se mira una pantalla, pero no hay encuentro real con el otro.
Hay una realidad que es virtual.
El termino virtual proviene del latín “virtus (fuerza o virtud) y es
un adjetivo que en su sentido original hace referencia a aquello que
tiene la virtud de producir un efecto pese a que no lo produce en for-
ma presencial. Esta actualmente asociado a lo que tiene existencia
aparente, opuesto a lo real o físico. Es decir, hablar de presencia de
lo virtual es un oxímoron.
Desde esta posición delimitamos el trabajo clínico donde encon-
tramos como señalamos anteriormente dos cuestiones: la falta de
cuerpo y por efecto la desaparición de los rituales.
Pichon Riviere por otra parte define al vínculo (1985) como la
manera particular en que un sujeto se conecta o relaciona con el
otro o los otros, creando una estructura que es específica para cada
caso y para cada momento. El nuevo interrogante será entonces
cuáles serán las características de este nuevo modo de vincularnos.
Interrogante que dejamos en suspenso ante una nueva manera de
establecer lazos con el semejante.
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Trabajar en Instituciones
Kaes (1989) se refiere al sufrimiento en las Instituciones y advierte
acerca de ciertas dificultades de tipo narcisista en torno a construir la
institución como objeto de pensamiento (Escardo, vita 2016)
Sabemos que las instituciones se inscriben en una determinada
sociedad y cultura, nos preceden, nos sitúan en sus vínculos y dis-
cursos, es decir nos estructuran y con ella establecemos vínculos
que sostienen la identidad.
Así también Kaes sostiene que una parte de nuestro inconsciente
le pertenece a la institución. Es decir al ser lo institucional un sis-
tema de vinculación podemos pensar al sujeto como parte constitu-
yente y a la vez instituyente, y de allí la importancia que reviste la
vida institucional para los que allí trabajamos.
Es más, el sufrimiento psíquico ligado al trabajo es más relevante
en las instituciones del estado que en la actividad privada (Escardo,
Vita 2016). Quizás porque allí se juega más la mirada de los pares y
una estructura mayor- la Institución que muchas veces desfallece en
su función de establecer límites a la demanda social. Confluyendo
además en este tipo de sufrimiento y síndrome de burnaut desde la
subjetividad de los profesionales de la salud la caída de los ideales
que sustenta la profesión. Cabe preguntarnos: ¿Como sostener el
fuego de la vocación sin quemarnos?
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Lo jurídico y sus efectos en la subjetividad.
Recordemos siguiendo esta línea que es en el espacio jurídico y
en especial el recinto forense donde se hace efectiva la ley en su apli-
cación por parte de la autoridad competente.
En este espacio se le da tratamiento al conflicto psicosocial que
ingresa a la administración de justicia en términos de irreconcilia-
ble y por ser instancia última de apelación.
Por lo cual los sujetos que posibilitan la intervención judicial son
sujetos operadores judiciales y/o jueces representantes de una ley
que también opera sobre ellos en cuanto sujetos de deseo.
¿Cuál es la eficacia de la intervención judicial sobre las proble-
máticas subjetivas al decir de Jorge Degano planteadas en el contex-
to de las relaciones desde la perspectiva de la subjetividad? Y cabe
interrogarnos acerca del efecto en la subjetividad de los operadores
judiciales.
Se trata de un escenario de sufrimiento y dolor, pasiones y pues-
tas en acto, de la violencia de lo no reconocido ni tramitado que
no deja de impactar poniendo en cuestión su eficacia para resolver
situaciones vitales de litigios en trámite.
De allí que las problemáticas que ingresan al sistema de justicia
y luego son “objetivadas” en el expediente son un reflejo fiel sino
versiones que intentan reflejar lo transmitido.
Lo que estaría en cuestión seria la capacidad de todo el sistema
judicial para responder la demanda como petición al Otro de la ley,
ya que el contenido subjetivo no podrá ser atendido por fuera de
alguna auto implicancia o interrogación acerca del sentido de la
demanda. Quedando por ello los sujetos en posición de objetos de
procedimiento.
Es decir que al ser reducido lo humano a un objeto explicable y
programable (Supiot) quedara por fuera la dimensión subjetiva con
resultados reconocidos como pasaje al acto, dolor existencial y efec-
tos en los vínculos sobre todo los más íntimos.
Este apartamiento de la subjetividad –dice Jorge Degano- que
siempre es la propia- tienen un efecto de sesgo traumático en quie-
nes la tramitan y que en la sumatoria cotidiana generan malestar
existencial y desinterés, como así también alejamiento y burocra-
tización de la temática subjetiva como respuesta defensiva ante la
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cual es posible que tanto la frustración como la ansiedad del tiempo
de confinamiento y el miedo obturaran todo posible entendimiento
con el otro, al ser percibido como amenaza para la supervivencia.
El lazo social interrumpido, fragmentado, alterado por la falta de
presencia física y un exceso de virtualidad, precisa una escucha espe-
cifica que favorezca la emergencia de la palabra en su función plena.
Además la conexión con otros colegas para pensar y recrear es-
pacios que posibiliten hacer lazo, son alternativas posibles para sos-
tener el deseo de seguir creando y cuidar nuestro fuego sin quemar-
nos. Interrogar nuestras prácticas instituidas propiciando espacios
de subjetivación en tiempos de incertidumbre es un desafío a seguir
apostando desde la clínica institucional.
Las medidas de cuidado sin embargo son una tarea pendiente
que debe ocupar la agenda institucional. Sostenemos que los posi-
bles daños en la salud a partir de este tipo de trabajo debe ser abor-
dada con la seriedad y la urgencia que el tema merece.
Fuentes Bibliográficas:
• Chul Han, Byung “La Sociedad del cansancio” Ed. Herder. Barcelona,
España 2012
• Chul Han, Byung. “La desaparición de los rituales” Ed. Herder. Barce-
lona, España.2020
• Dejours, Christopher: “Trabajo y Desgaste mental”, “Trabajo vivo” El
sufrimiento en el trabajo” Ed. Topia. 2012
• Escardo, Vita:“Cuidado de cuidadores” síndrome del burnaut: Ed. No-
veduc 2016
• Degano, Jorge “Problemáticas subjetivas del contexto jurídico-forense”
Univ. De Rosario Fac. de Psicología. IV Congreso Internacional de in-
vestigación y práctica profesional en Psicología del Mercosur.
• Greiser, Irene: “Psicoanálisis sin diván” Los fundamentos de practica
analítica en los dispositivos jurídico-asistenciales” Ed. Paidos.2010
• Jasiner Graciela. “Coordinando grupos” Lugar Editorial.2016
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Resumen
En este trabajo se realiza un recorrido bibliográfico sobre lo que
diversos autores sostienen acerca del importante malestar que su-
fren lxs profesionales que se dedican a trabajar con la violencia de
género y que no tiene parangón con otros trabajos institucionales,
sobre todo cuando la recepción es permanente y el efecto de los re-
latos de las víctimas no encuentra un canal adecuado de continencia
y elaboración dentro de las instituciones.
Los grupos profesionales que se desempeñan en estas áreas son
demandados a proteger y solucionar lo que el orden social, y las ins-
tituciones en conjunto, no han logrado hacer. La demanda de lxs
consultantes ante los equipos de atención apunta a pedirle a alguien,
a un dispositivo, a una institución, que lxs ampare del ejercicio de
la crueldad que padecen y que alguien funcione como Ley allí donde
ésta ha fallado. Sin embargo, se observa que, la escucha sostenida en
el tiempo, de narraciones en donde impera lo siniestro y el horror en
las descripciones de lxs consultantes acerca de conductas inenarra-
bles de las que son víctimas, inunda a los equipos de afectos de muy
difícil tramitación que terminan por producir burnout de la tarea.
La constatación del nivel de destrucción que puede producir una
persona genera un profundo desasosiego en el que escucha y una
pérdida de “la esperanza en la naturaleza humana”, lo que tiene un
componente traumático en sí mismo.
El recorrido bibliográfico realizado en este trabajo concluye con
la elaboración de una necesaria propuesta de prevención del desgas-
te profesional en este ámbito.
Palabras clave: Desgaste profesional, burnout, violencia de
Genero.
55
Irene Fridman, Psicóloga, Psicoanalista y especialista en Teorías
de Género, convocada como consultora de la ONU para la OVD de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación, de Santiago del Estero y de
Tucumán, supervisora también al Instituto Nacional de las Mujeres,
la Línea 144 y de la Dirección de Asistencia a la Víctima (DOVIC) del
Ministerio Público Fiscal, ha adquirido una vasta experiencia sobre
la temática y sostiene que trabajar con la violencia de género causa
un malestar importante en las personas que se dedican a esta tarea y
que no tiene parangón con otros trabajos institucionales, sobre todo
cuando la recepción permanente y el consiguiente efecto de los rela-
tos de las víctimas no encuentran un canal adecuado de continencia
y elaboración dentro de las instituciones.
La autora equipara el malestar de estas labores con el que surge
del abordaje de víctimas de terrorismo de estado y tortura desarro-
llando ampliamente el sufrimiento de quien trabaja con la muerte.
Los grupos profesionales que se desempeñan en esta área, ex-
plica, son demandados a proteger y solucionar lo que el orden so-
cial, y las instituciones en conjunto, no han logrado hacer. Tienen
como mandato la protección de los seres humanos de las prácticas
siniestras y destructivas que el mismo orden social ha creado, en
definitiva, quedan inundados de una demanda heroica: proteger a
las personas de las violencias que las mismas instituciones sociales
han instituido y permitido históricamente.
Así, entiende que la demanda de lxs consultantes ante los equi-
pos de atención apunta a pedirle a alguien, a un dispositivo, a una
institución, que lxs ampare del ejercicio de la crueldad que padecen
y que alguien funcione como Ley allí donde ésta ha fallado. Esta
demanda, tanto manifiesta como latente de lxs consultantes y de
la sociedad, pesa sobre lxs integrantes de los equipos en la medida
en que pueden o no satisfacerla, viéndose desbordados por diver-
sos sentimientos contradictorios y generadores de malestar laboral
toda vez que, por diversas razones, no se puede llegar a una exitosa
resolución.
A lo anteriormente descripto, le suma lo que acontece en los dis-
positivos de atención cuando se produce un desenlace fatal de al-
guna consultante ya que, sabemos, es imposible prevenir todas las
acciones de los femicidas. Cuando ocurre un femicidio, por lo gene-
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
ral, los equipos que han atendido a estas víctimas quedan arrasados
de sentimientos de angustia y culpa. Asumen de forma abrumadora
la culpa social por no haber podido evitar este desenlace. Si se ana-
liza en profundidad esta situación, habría que pensar que los equi-
pos son demandados y también inundados de una representación
de asumir la Ley que el femicida no porta, demanda absoluta, in-
cumplible y que deja imbuidos a los equipos de una representación
omnipotente de poder operar allí en donde las legalidades han sido
arrasadas. Los que se erigen en garantes de la ley son los equipos y el
dolor subjetivo que los traspasa, sobreviene por asumir la culpa que
tanto el femicida como la sociedad han transgredido.
La escucha sostenida en el tiempo de narraciones en donde im-
pera lo siniestro y el horror en las descripciones de lxs consultantes
acerca de conductas inenarrables de las que son víctimas, inunda a
los equipos de afectos de muy difícil tramitación que terminan por
producir burnout de la tarea, concluye Fridman. No debe olvidarse
que, en la mayoría de los casos, a una consulta le sigue inmediata-
mente otra sin solución de continuidad ni respiro para su debida
elaboración y tramitación psíquica.
Las narrativas que hacen las víctimas de la violencia padecida,
colocan a los equipos en el lugar de testigos; es decir, de los que
asisten al relato y testimonian por los que no pueden testimoniar;
en algunos casos hasta en los debates orales.
Para Fridman, el momento de mayor padecimiento subjetivo en
lxs profesionales que asisten a las víctimas es cuando estas relatan
las escenas de violencia padecidas. En ese momento, las personas
que se desempeñan en los dispositivos de atención quedan en pre-
sencia del horror que no se puede representar; se asumen como
testigos de la más profunda desligazón tanática que el ser humano
puede llegar a producir: el deseo y el placer del victimario de pro-
ducir dolor en otro ser humano con el que se halla afectivamente
ligado, esto es, el deseo de aniquilar o dañar a quien se ama. Este es
el punto más inelaborable de la escucha. Esta constatación del nivel
de destrucción que puede producir una persona genera un profundo
desasosiego en el que escucha y una pérdida de “la esperanza en la
naturaleza humana”, lo que tiene un componente traumático en sí
mismo, tal como sostiene la autora mencionada.
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Para ella, los actos de violencia intrafamiliar parecen ser la nega-
ción de la vida misma, la solidaridad y la confianza en las personas,
incluso las más cercanas y queridas, por lo que constituyen eventos
traumáticos para la persona que los sufre y afectan también la inte-
gridad psicofísica de los profesionales que los escuchan.
Al respecto, también Eva Giberti, Psicóloga y Trabajadora Social,
Coordinadora del Programa de Las víctimas contra las violencias
a nivel nacional, habla de la tensión emocional que se genera en
lxs trabajadores de los equipos de atención a las violencias por el
contacto continuo con personas emocionalmente demandantes y
que sufren situaciones de violencia interpersonales para las que los
seres humanos no contamos con capacidad, biológica, psicológica o
espiritual, para afrontar sin consecuencias.
Además, retomando a Fridman, a lo que se transmite a través de
la palabra en los relatos de las víctimas se le debe sumar lo que no se
puede transmitir, lo que no tiene palabra, pero por proyección masi-
va se vivencia contratransferencialmente en los equipos. Se produce
una transmisión de los afectos ligados a lo siniestro sin palabras que
se deposita en lxs profesionales. Impactos en la labor profesional
que se materializarán por ejemplo en la redacción automática de
los informes, redacción defensiva y cliché ante la angustia que lxs
inunda, la emergencia de tensión y diferencias entre los integrantes
de los equipos en el proceso mismo de la entrevista, la disminución
y/o pérdida de empatía hacia la persona en situación de violencia y,
en ocasiones, la apropiación por parte del profesional interviniente
de una postura omnipotente frente a ella replicando el discurso vio-
lento del que es víctima.
Las personas que asisten a lxs consultantes son inundadxs, a tra-
vés de los relatos de las víctimas, de las sensaciones que tuvieron
estas en los momentos de mayor violencia, y quedan sumergidos en
afectos de muy difícil tramitación si no tienen el continente adecua-
do, lo que origina el temido desgaste laboral y la aparición de sinto-
matologías de burnout de la tarea, afirma esta autora.
Otra autora reconocida en el ámbito de la violencia de género,
Marie France Hirigoyen, psiquiatra y psicoanalista francesa, plan-
tea que cuando el estrés laboral se vuelve permanente, puede dar
lugar al agotamiento profesional o, como llaman los ingleses, al
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
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ser tratado como desechable y que sean acordes con la delicadeza de
la tarea encomendada, como a nivel de los directivos y de la insti-
tución en lo que se refiere a crear y asegurar condiciones de trabajo
que transmitan un mensaje de preocupación y cuidado de la institu-
ción para con sus equipos de trabajo.
Respecto del “Autocuidado de los profesionales que trabajan en
la erradicación de la violencia de la pareja”, investigadores como
Rodríguez, Cantera (España) y Pereira da Silva (Brasil) sostienen
que el autocuidado cumple la función de desconectar al profesional
con la tarea y la temática, drenar lo que ha recibido en el ámbito
profesional, hacer algo para sentirse mejor y procesar e integrar las
vivencias del ámbito laboral en pos de aceptar la situación y reajus-
tar sus expectativas.
Estos autores enumeran técnicas de autocuidado tales como la
terapia personal, el tiempo de ocio, la actividad física y tiempo para
estar con la familia y amigos como técnicas preponderantes; pero
sin dejar de atender a que el autocuidado no es solo responsabilidad
del profesional, sino que también deben ser asegurado desde la ins-
titución donde el mismo presta servicios.
Jorge Barudy Labrin, en sus textos sobre maltrato Infantil, afir-
ma que es de suma importancia tener siempre presente que el re-
curso fundamental de la prevención y tratamiento de la violencia fa-
miliar es la persona dxl profesional. Por lo tanto, el autor considera
que todo lo que se haga para cuidarlx, reviste una forma de cuidar
también a lxs personas que protege. Un profesional que “se quema”
implica una pérdida importante no sólo en términos económicos
(por lo invertido en su formación académica) sino también por los
años de experiencia y competencia en la problemática, garantía de
una intervención adecuada.
Sin embargo, sostiene que no existe aún suficiente sensibilidad
en la mayoría de las instituciones o instituciones vinculadas al tra-
bajo con la violencia familiar para atender los riesgos psicosociales
que conlleva el trabajo en los equipos de atención. De hecho, si un
profesional manifiesta su malestar o muestra síntomas de desgaste
profesional, suele interpretárselo erróneamente en términos de su
vulnerabilidad individual.
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
Referencias
• Fridman, I. (2019). Violencia de Género y Psicoanálisis. Agonías im-
pensables. Buenos Aires.
• Hirigoyen, M. F. (2014). Todo lo que hay que saber sobre el acoso moral
en el trabajo. España. Paidos.
• Giberti, E. (2017). Mujeres y violencias. Buenos Aires. Noveduc.
• Escardó, V. (2017). Cuidado de los cuidadores. Síndrome de burnout.
Buenos Aires.l Noveduc.
• Tonón, G. (2004). Calidad de vida y desgaste profesional. Buenos Aires.
Espacio.
• Arón, A.M. y Llanos, M.T. (2004). Cuidar a los que cuidan: desgaste
61
profesional y cuidado de los equipos que trabajan violencia. [Archivo
PDF]
• https://docer.com.ar/doc/x0exnx5#.YTgOLdas60w.gmail}
• Goma Rodríguez, I.; Cantera, L.M. y Pereira da Silva, J . (2018). Auto-
cuidado de los profesionales que trabajan en la erradicación de la vio-
lencia de pareja. [Archivo PDF]
• https://www.researchgate.net/publication/323786693_
• Barudy Labrin, J. (1998). El dolor invisible de la infancia. Una lectura
ecosistémica del maltrato infantil. Chile. Paidos.
• Barudy Labrin, J. (1999). Maltrato infantil. Ecología social. Prevención
y reparación. Chile. Galdoc.
• Dirección de Violencia Familiar del Ministerio de Justicia y Gobierno
de la provincia de Córdoba. (2010). Producción colectiva de la planta
de empleados/as . Córdoba.
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
RESÚMEN
En el presente trabajo se desarrolla el inter-juego existente en-
tre la teoría y la praxis en el abordaje psico jurídico que realiza el
Equipo Técnico de Asistencia a la Violencia de Santiago del Estero-
ETAV, dependiente del Gabinete de Psicología Forense del Poder
Judicial de Santia
INTRODUCCIÓN
Abordar la problemática de violencia, requiere precisar el marco
referencial desde el que se derivan los dispositivos que hacen a su
intervención, así como brinda la posibilidad de describir un posicio-
namiento frente al Inter juego discursivo al que arriba el campo ju-
rídico al profesional psicólogo. Un campo dominado por saberes ha-
bilitadores y coactivos frente al hecho social, y más aún, un campo
que se erige como dispositivo regulador de la conducta del hombre.
Tarea más que compleja la del psicólogo forense, en torno a su obje-
to de intervención, el que dista de la objetivación ficcional (Degano,
2017) pretendida por el derecho, a saber, el sujeto psíquico. En este
sentido cabe destacar que el sistema jurídico convoca al psicólogo a
participar de diversas prácticas, desempeñando este una variedad
de roles. Estos se desarrollan en las instituciones vinculadas estre-
chamente a la administración de justicia, sin limitarse el diálogo
entre los saberes exclusivamente a estos contextos, y se impone un
marco interdisciplinar para dirimir los conflictos de diversa natura-
leza, partiendo desde los fueros civil, familia, penal, entre otros. Al
considerar el ejercicio de la disciplina psicológica en este espacio,
debe reconocerse una particularidad de la dinámica del ámbito tri-
bunalicio, y tiene que ver con el atravesamiento discursivo que le es
inherente – el del derecho y el de la piscología-, sobre un mismo ob-
63
jeto de intervención, el sujeto, como lo plantea Gardiner, G. (2003).
Para el discurso positivista, el sujeto de derecho es, todo ente sus-
ceptible de ser sujeto activo o pasivo en una relación jurídica, por lo
que el interés está en reglar y regular los actos que se desprenden
de la misma. Entonces el discurso jurídico inicia la búsqueda de una
verdad real, en la raíz de una pretensión de verdad objetiva, de lo
allí ocurrido. Siguiendo esta línea, y para referir al lugar de la psi-
cología, se toma a Del Popolo (1996), quien define a la Psicología
Jurídica como: “el estudio desde la perspectiva psicológica de con-
ductas complejas y significativas en forma actual o potencial para lo
jurídico, a los efectos de su descripción, análisis, comprensión, cri-
tica y eventual actuación sobre ellas, en función de lo jurídico”. Vale
decir que desde este lugar hay una propuesta en recuperar la dimen-
sión subjetiva (Degano, 2017) dentro del acto procesado. El presen-
te trabajo pretende esclarecer el panorama en torno a un abordaje
posible de la violencia como constructo que sustancia la realidad
de nuestra época, en términos de Morao, M. (2016), cada época en-
cubre los modos particulares en que esta se expresa o se manifiesta.
Siendo objeto del mismo esbozar una reflexión del rol disciplinar de
la psicología frente al abordaje de personas que ejercen violencia.
Entendiendo entonces a nuestra disciplina como ciencia del sen-
tido (Foucault, 1994), vale referir su impronta de análisis ante las
problemáticas de las que se ocupa dentro de la institución jurídica,
por cuanto trabaja con la subjetividad y da cuenta de las leyes que
regulan el comportamiento del sujeto judicializado, atento a su sin-
gularidad y su realidad subjetiva, como válida y determinante de las
conductas que lleva a cabo, y como condicionante, de la forma en
que se vincula con los otros. Se plantea la necesidad en el contex-
to que nos asiste, de contar con dispositivos que hagan frente a las
altas tasas de delitos que se configuran en torno a la violencia, de
los cuales ocupa un lugar significativo en las estadísticas en nuestro
país, la violencia de género. Partiendo del lugar de la violencia con-
tra las mujeres, como lo plantea Miguel Lorente, se considera a ésta
como un problema estructural, ya que no se debe a rasgos singulares
y patológicos de una serie de individuos, sino que entran en juego
rasgos estructurales de una forma cultural de definir las identidades
y las relaciones entre los hombres y las mujeres (Alberdi, I. 2005).
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
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jo preventivo de la problemática de la violencia de género. Dentro
de estos, ocupa lugar central de este análisis, el Equipo Técnico de
Asistencia a la Violencia-ETAV, perteneciente al Gabinete de Psi-
cología Forense del Poder Judicial de Santiago del Estero, que vie-
ne a plantear una respuesta frente a esta conflictiva, orientando su
quehacer en una praxis preventiva, y se desarrollará el dispositivo
sobre el que se encauza su abordaje psico-jurídico en el contexto
epidemiológico sanitario por propagación del Sars Cov-2.
DESARROLLO
1. Violencia como problemática psico-jurídica
Para dar cuenta de la violencia como problemática de análisis
psico jurídica, se debe reconocer su génesis y el modo en que se con-
figura en la dinámica social. En este sentido, el constructo de vio-
lencia responde a una multicausalidad ya que incluye múltiples fac-
tores y sistemas, individual, familiar, comunitario, cultural. Es un
acto que atenta contra la integridad física y psíquica del individuo,
conlleva un sentimiento de coerción y peligro. En este sentido inter-
vienen los modelos de organización familiar, las creencias, variables
culturales, los estereotipos respecto a los supuestos y los roles rela-
cionales, así como las maneras particulares de significar el maltrato
(Psicogénesis y semiología de la violencia familiar, 2013). En térmi-
nos psicoanalíticos, Cohen Imach (2013) dirá que: La violencia aca-
lla la palabra; en lugar de decir, aparecen el golpear y ser golpeado.
Lo real del cuerpo invade lo simbólico, y desaparece en ese instante
todo el entramado que sostiene al sujeto. La fuerza del golpe o de
un insulto aparece sobre el cuerpo de un sujeto, dejando sus marcas
indelebles. (p. 31). Por su parte, Eva Sanz (2015) plantea que cuan-
do hablamos de un acto violento, “nos referimos a fuerza, violentar,
violar, forzar: Siempre es una forma de ejercicio del poder mediante
el empleo de la fuerza, ya sea física, psicológica, económica, o polí-
tica”. Esta forma de entender la problemática da cuenta que se trata
de un fenómeno multicausal, construido en el seno social. Entre es-
tos factores que la determinan, podemos mencionar una forma de
comunicación, que evidenciaría que el sujeto que ejerce violencia
no podría apelar a recursos simbólicos, la violencia aquí no deja de
comunicar algo, una dicotomía en ese hablar sin símbolos, hablar
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
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bólica, y al concepto de género como escenario interceptado por el
patriarcado. En la base de toda conducta discriminatoria se encuen-
tran los estereotipos, entendidos como una visión esquematizada y
socialmente consolidada por la cual, como resultado de una cons-
trucción histórica-cultural, se asignan características, cualidades y
responsabilidades a un colectivo de personas, lo que responde a un
proceso de simplificación del mundo. En torno a la estructura social
que sostiene estas diferencias, “El sistema patriarcal se va reestruc-
trurando a través de las mutaciones social-históricas” (Meler, 2015).
Tomando como marco de referencia la Ley de Protección Integral
a las Mujeres, podemos definir a la violencia simbólica como “La
que, a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos
o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discri-
minación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación
de la mujer en la sociedad.” Ahondando un poco más en este tipo de
violencia, podemos decir que se reproduce partiendo de estructuras
rígidas y verticalistas que propician el establecimiento de roles es-
tereotipados y una marcada diferencia entre varones y mujeres. Por
su parte, el concepto de genero ha permitido comprender el modo
en que los sujetos han construido su sentimiento íntimo de femi-
nidad o masculinidad, y el modo en que esa construcción, que es a
la vez socialhistórica y biográfica, ha contribuido a configurar sus
deseos, sus valores e ideales y sus proyectos de vida (Meler, 2016).
Desde este lugar, se requiere abordar todos estos ejes, atento a que
dichas conductas son aprendidas e influenciadas por diferentes fac-
tores (individuales, sociales, familiares) y que, como tales, se pue-
den reaprender.
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
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en actitudes tales como la obediencia, el castigo o el maltrato, es
que se comienza a gestar y propagar la violencia de género. En esta
línea Cohen Imach (2013), refiere que estos delitos de género tienen
como factor común, el abuso de poder o de la autoridad, que se ins-
taura día a día a través de diferentes mitos y estereotipos sociales
acerca de estos vínculos. Teniendo en cuenta que nos encontramos
inmersos dentro de una cultura patriarcal, constantemente se re-
producen actitudes, roles, prejuicios y estereotipos que responden
a mandatos de una masculinidad tradicional, que acrecienta la des-
igualdad entre los géneros, siendo la mujer quien se encuentra su-
brogada y desvalorizada, mientras que los varones se posicionan en
una constante búsqueda de dominio y control. Así, la Convención
sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación sobre
la Mujer (1985), define la discriminación como toda distinción, ex-
clusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o por
resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio
por la mujer, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de
los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esfe-
ras política, económica, social, cultural y civil. Intervenir sobre las
diferentes formas de discriminación a la que acude la mujer en los
ámbitos en donde se desarrolla, circunscribe un desafío disciplinar.
Al respecto del sujeto violento en su singularidad subjetiva, Espi-
nosa, García y Capetillo (s/f), plantean en este sentido que: Si bien
habla de sí, habla también de su contexto. Por lo que la regulación
de la violencia ha de ser sostenida a nivel social por instancias o ins-
tituciones fincadas en una estructura que permitan la contención de
la agresividad misma, cuya aplicación sería que a través de la ley y
su función reguladora contenga la agresividad que se manifiesta en
expresiones de violencia (s/p). En línea con la propuesta del ETAV,
cabe señalar una distinción fundamental, en torno al abordaje men-
cionado previamente, y tiene que ver con la concepción del sujeto
de intervención, sobre el que se encauza este abordaje, en la con-
cepción estructural del profesional psicólogo, y es la que concierne
entre diferenciar los constructos “hombres violentos” y “hombres
que ejercen violencia”, por cuanto en palabras de Sanz, M. E. (2015),
la primer categoría cataloga el problema como una cuestión del “ser
masculino”, de identidad y, por tanto, aparentemente ajeno a una
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
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manda está mediada por el sistema judicial, y la persona es derivada
por oficinas tales como OMAS – Oficina de Medidas Alternativas y
Sustitutivas a la Prisión Preventiva, Oficina de gestión de Audien-
cias – OGA Genero, Juzgados de Género, Juzgado de Ejecución
Penal, Ministerio Publico Fiscal, Ministerio Publico de la Defensa,
entre otros. En este sentido, y a los fines descriptivos del trabajo, se
delimitarán 2 etapas del proceso referido, destacando que forman
parte de un continuum entre sí. Entonces, la estructuración que ma-
terializa la reeducación buscada consta de una etapa “asistencial”,
donde se establece el encuadre, atento a la presentación del profe-
sional, donde se explican los objetivos que justifican su derivación,
se hace hincapié en las medidas cautelares, y sobre todo, se propicia
el establecimiento de un buen rapport como medio de vencer la re-
sistencia propia del curso de una medida judicialmente impuesta.
Se pretende desactivar los mecanismos de enojo y agresión desde la
mirada del poder y del machismo, es decir que este proceso implica
que los sujetos relaten sus historias de vida, tratando de lograr que
reconozcan la problemática que los aqueja y los posiciona frente a
esta instancia. Se trabaja también con estrategias y consignas que
buscan abordar la problemática de violencia, en torno a su conoci-
miento, internalización y reflexión de lo aprendido a partir de pen-
sar en como se vinculaban con el entorno de forma tal que los llevó
a una denuncia penal, en violencia intrafamiliar o violencia de gé-
nero. La segunda parte del mismo está relacionada más bien al sos-
tenimiento de lo aprendido, desde la motivación al cambio, a partir
del reconocimiento de su responsabilidad en su historia de vida, y
se espera ver como se configura actualmente los nuevos modos de
masculinidad y femineidad aprendidos, por fuera de las pautas tra-
dicionales. Siendo que, a los fines de esta praxis, y entendiendo que
según Bleger (1971), el sujeto es quién configura el espacio de la en-
trevista, de acuerdo a los tiempos de su subjetividad, pueden variar
la cantidad la cantidad de entrevistas, se puede arribar a un prome-
dio de duración que ronda entre los 6 meses a un año. Ahora bien,
en torno a la adaptación que debió llevar adelante el ETAV frente al
Decreto del Poder Ejecutivo nacional, que determinó el ASPO y pos-
teriormente DISPO en Argentina, fue propicio acordar como oficina
un protocolo de atención, configurando lineamientos de trabajo que
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
CONCLUSIÓN
A partir del desarrollo esbozado, se evidencia que las prácticas
psicológicas en el campo jurídico van más allá de la intervención es-
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trictamente punitiva cumpliendo también una función preventiva.
En este sentido las estadísticas referidas, vienen a dar cuenta de la
gran demanda del abordaje del ETAV dentro del Poder Judicial de
la provincia, como un medio para hacer frente a la problemática de
violencia intrafamiliar y violencia de genero. La violencia hacia la
mujer en la actualidad se plantea como una pandemia debido a los
altos índices de casos proporcionados por los organismos oficiales,
y se puede inferir que las características esenciales que refleja esta
problemática son la asimetría de poder entre los géneros y los rasgos
estructurales sociales que definen las identidades y relaciones entre
los géneros. El abordaje que nuestro país realiza ante la violencia de
genero toma en cuenta los tres poderes del Estado, discriminando
el marco normativo que emana del sistema legislativo (constituido
por tratados internacionales, leyes nacionales y provinciales), las
políticas públicas que se configuran por el ejecutivo y la regulación
que tiene a cargo el sistema de justicia. La ley nacional 26.485 con-
templa en su Art. 10 la importancia de los programas de reeduca-
ción destinados a aquellas personas que ejercen violencia donde los
objetivos primordiales se dirigen a la deconstrucción de estructuras
y discursos patriarcales, como también a la prevención de delitos de
violencia de género y violencia doméstica. Sobre los avatares que
enfrenta la modalidad remota en el abordaje de personas que ejer-
cen violencia, configura como síntesis de su aplicabilidad, que si es
posible desarrollar el proceso asistencial y de reeducación, con algu-
nas limitaciones, derivadas de los dispositivos telefónicos, la señal
y el internet. Así también se visibiliza que es una alternativa óptima
para hacer frente a la emergencia sanitaria, evitando la prolifera-
ción de contagios por el traslado de personas a la oficina, aunque
no permanente, justamente por las mismas desventajas. Así mismo,
puede considerarse a la asistencia telefónica como una herramien-
ta para optimizar la continuidad del Proceso, en tanto las medidas
sanitarias permitan la atención presencial, en aquellas personas
con domicilio en el interior. Desde este lugar, como profesionales
psicólogos, estamos llamados por la reigambre de la profesión en
línea con la ética que le es inherente, a considerar el rol dentro del
abordaje en las instituciones de justicia, aproximándonos a un otor-
gamiento de la palabra, posibilitando la emergencia del sentido, que
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
• Cohen Imach, S (2013)
• “Mujeres maltratadas en la actualidad. Apuntes desde la clínica y diag-
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• Estúpido y sensual amor. La pasión amorosa es un afecto que engaña.
Bs As: La Docta Ignorancia.
76
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
Introducción
La Pandemia por el Covid 19 modificó la vida, tal como la cono-
cíamos. De un día para el otro no se pudo salir, dada la presencia de
un enemigo invisible que no discriminaba en su ataque. Esta impo-
sibilidad con el exterior exigió a los sujetos volcarse a lo interior de
nuestras casas, familias, sí mismo.
Al principio del ASPO (Aislamiento social preventivo y obligato-
rio) se advertía un cálculo colectivo equilibrado con esfuerzos indivi-
duales. Aplausos desde los balcones, consignas solidarias en las redes
sociales, etc. Curioso es el ser humano, pues de sus obras siempre se
ve el esplendor al inicio, más el tiempo siempre lo degrada.
En el contexto de la pandemia, la administración de justicia no
estuvo ajena a la suspensión social. Al principio estuvo paralizada,
como toda la sociedad, sin embargo, con el correr de los días se fue
organizando para retornar en su servicio. Como se podrá advertir
más adelante, si bien el Covid alteró y modificó la vida, los delitos
de violencia (sexual, de género) no disminuyeron, sino incluso se
potenciaron.
Ante esta situación, la atención de las víctimas de estos delitos
se volvió una cuestión prioritaria. ¿Qué abordaje es posible, en un
escenario donde prima la virtualidad y la atención remota?
A los fines de responder la pregunta precedente, primero se rea-
lizarán ciertas definiciones conceptuales que permiten orientar el
texto. Luego se presentarán datos sobre los casos de violencia du-
rante el año 2020, se describirá la atención de víctimas de delitos
en la Provincia de Tucumán, culminando con reflexiones sobre la
metodología de trabajo en el contexto actual.
77
Desarrollo
Definiciones
Respecto al Abuso Sexual en la Infancia, se debe advertir que
es un fenómeno complejo que exige un abordaje y respuesta integra-
les. Asimismo, a raíz de la dificultad intrínseca que plantea, es muy
fácil caer en lugares comunes a la hora de pensarlo. Por este motivo,
considero fundamental despejar algunas cuestiones que pueden in-
ducir a errores y lograr, por otro lado, construir una definición que
brinde herramientas clínicas y conceptuales sobre el tema.
En este punto, Irene Intebi (2018), hace el siguiente recorrido:
- El ASI NO es sinónimo de violación: la segunda se caracteri-
za por la imprevisibilidad y utilización de la fuerza física, mientras
que en el ASI el observableclínico es la existencia previa de un vín-
culo de confianza, de autoridad o de poder desde el cual se abusa. La
autora refiere que la victimización es “un proceso gradual de sexua-
lización de los vínculos preexistente que comienza sin previo avi-
so”; siendo crónico, repetido y a partir de un proceso de intromisión
gradual en la intimidad de la víctima. La violación, en cambio, suele
presentarse como un episodio único, violento e impredecible;
- El ASI NO es sinónimo de incesto: la distinción recae entre
los ASI intrafamiliares, donde el agresor es miembro de la familia, y
extrafamiliares, realizadas por personas ajenas al grupo familiar. En
este sentido, Intebi adscribe a la denominación de incesto en aque-
llos actos abusivos ocurridos entre familiares que, por las pautas so-
cioculturales y las leyes de un determinado grupo social, no tienen
permitidas las relaciones sexuales ni a los vínculos de parejas;
- El ASI NO es sinónimo de penetración genital: el ASI no se
reduce a la penetración, sino que incluye actos sin contacto físico
como comentarios, exhibicionismo del agresor y de material porno-
gráfico, voyeurismo; o también otros contactos físicos, por ejemplo,
tocamientos y frotamientos, estimulación de genitales, penetración
con objetos, masturbación del adulto y/o de la víctima;
- El ASI NO ocurre únicamente entre un NNyA y un adulto:
esta indicación refiere a los casos en los que el agresor no es un adul-
to, sino abusos cometidos por adolescentes. Según la autora, estos
pueden representar desde el 25% al 40% del total de las agresiones;
- El ASI NO es algo que cometan solo los varones: Intebi se-
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
ñala que las agresiones sexuales realizadas por mujeres a NNyA re-
presentan entre un 10% y 15% de los casos notificados. Asimismo,
indica algunas dificultades en el registro de estos casos, las cuales
obedecen a estereotipos de género, mayor vergüenza su revelamien-
to y que las mujeres tienen mayor permisividad y más oportunida-
des para tener contacto físico con los niños a su cuidado.
- Contar con pruebas de que ha ocurrido un ASI NO garantiza
el castigo: el proceso penal no siempre avanza según las necesidades
de reparación que pueden tener las víctimas, es decir, por un lado,
está el tiempo del proceso (que requiere de la reunión de pruebas,
identificación del agresor, derecho a la defensa, etc) y, por el otro, el
tiempo subjetivo de la víctima. Este punto es esencial, debiéndose
considerar que las dificultades del proceso no deben llevar necesa-
riamente a considerar que el ASI no existió, sino a pensar y elaborar
instrumentos que permitan a la víctima el acceso a la Justicia. Ade-
más, a la par del proceso penal se pueden dictar medidas de protec-
ción, las que dependen de los servicios específicos.
A partir de estas distinciones aportadas por la autora, podemos
advertir entonces:
El ASI como la involucración de un NNyA en actividades sexua-
les que no llega a comprender totalmente, a las cuales no está en
condiciones de dar consentimiento informado y que transgreden las
leyes o restricciones sociales. Éste se manifiesta en actividades en-
tre un niño y otra persona que, por su edad o por su desarrollo, se
encuentra en posición de responsabilidad, confianza o poder. Estas
actividades - cuyo fin es gratificar o satisfacer las necesidades de
la otra persona- abarcan pero no se limitan a la inducción a que
un niño se involucre en cualquier tipo de actividad sexual ilegal, la
explotación de niños a través de la prostitución o de otras formas
de prácticas sexuales ilegales y la explotación de niños en la produc-
ción de materiales y exhibiciones pornográficas.
Por otro lado, estará la Violación. La violación será circuns-
cripta al abuso sexual en la edad adulta; caracterizada por el uso
de la imprevisibilidad y utilización de la fuerza física, conteniendo
un componente aleccionador que va del victimario dirigido hacia la
víctima. De esta forma, se aísla a la violación como crimen de po-
der, términos que propone Rita Segato. Es importante señalar que
79
la búsqueda de aleccionar a la otra sexualidad o corporalidad hace
que la violación sea el crimen de poder más ejemplificador. En “Las
estructuras elementales de la violencia” (2010), Segato afirma que
la violación puede ser entendida como castigo o venganza contra
una mujer (entendido como el otro sexo) que salió de su lugar, de
su posición de subordinada. El abandono de lugar está vinculado a
la mostración de signos de una socialidad y sexualidad autónoma,
lejos de la protección activa de otro hombre. “La violación se percibe
como un acto disciplinador y vengador contra una mujer genérica-
mente abordada” (Segato, 2010, pág. 31). Asimismo, la otra cara del
crimen de poder está situado del lado de una masculindad fragiliza-
da: el agente violento reconfirma su estatus, su masculinidad en la
comisión de su acto. La singularidad de esta situación es que el acto
está realizado también para otros: es el caso del ejercicio violento en
grupo, en donde los integrantes de “la manada” otorgan un estatus
de masculinidad al agente violento.
En cuanto los delitos de Violencia de Género, se deben desta-
car el trasfondo normativo que rige al respecto: Ley de Protección
contra la Violencia Familiar (n° 24.417), Ley de Protección Integral
para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer en
los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales (n°
26.485), Ley de Femicidio (n° 26.791), como también la Convención
interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia
contra la mujer (Convención de Belem do Pará).
En este asunto, se debe remarcar que las leyes 26.845 y 24.417
no legislan en materia punitiva. Para tal efecto, se encuentra la Ley
26.791, la cual introduce una modificación el Código Penal, precisa-
mente el artículo 80 (homicidio); articulándose la violencia de gé-
nero y doméstica.
En la lectura de la Ley 26.791 se advierte que la reclusión será
perpetua cuando se matare al ascendiente, descendiente, cónyuge,
ex cónyuge, o a la persona con quien se haya mantenido una rela-
ción de pareja. Por otra parte, en su inciso 4, también se incluye
la circunstancia de que el acto se realice por placer, codicia, odio
racial, religioso, de género o a la orientación sexual, identidad de gé-
nero o su expresión. Asimismo, se agregan los incisos 11 y 12 al men-
cionado artículo que especifican el agravamiento de la pena cuando
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
81
En la imagen precedente, se puede advertir claramente que las
denuncias aumentaron significativamente desde el mes de Abril (en
Marzo del 2020 se decreta el ASPO), sosteniéndose el aumento en
los meses siguientes. Este primer panorama demuestra que la irrup-
ción del ASPO estuvo acompañado por mayor número de denuncias
por situaciones de violencia.
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
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nal, ocupando el 5° puesto junto a la Provincia de Córdoba. Adelante
se encuentran la Provincia de Buenos Aires, la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, la Provincia de Santa Fe y la Provincia de Mendoza.
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Procesal Penal vigente desde setiembre del 2020. En este digesto, se
destaca principalmente los artículos 83, 225 y 227.
El artículo 83 consigna cuales son los derechos de las víctimas
que afrontan un proceso penal; rescatando el trato digno y respe-
tuoso para tratar de reducir las molestias derivadas del proceso, el
respeto a su intimidad y la posibilidad de requerir medidas de pro-
tección para su seguridad y la de sus familias.
El artículo 225, refiere a las particularidades que se deben con-
siderar para tomar la declaración a víctimas de delitos contra la in-
tegridad sexual y de violencia. Mientras que el artículo 227, refiere:
“Tratándose de víctimas o testigos de abusos físicos o sexuales
que fueren niñas, niños, adolescentes o se trate de personas que pa-
decieren una disminución de su capacidad mental o intelectual, o
víctimas de delitos contra la integridad sexual, su testimonio se re-
cibirá mediante una única entrevista de declaración testimonial que
será dispuesta por la fiscalía, a fin de evitar la victimización secun-
daria o revictimización y asegurar la obtención de pruebas válidas
para la investigación y el juicio. (…) La entrevista de la declaración
testimonial se llevará a cabo por profesionales pertenecientes a la
Corte Suprema y mediante el uso de la cámara de observación por
sistema de circuito cerrado de televisión o mediante el uso de Cáma-
ra Gesell. (…) A los fines de evitar la generación de victimi-
zación secundaria en este tipo de procesos, el Fiscal con-
vocará a la Oficina de Atención a las Víctimas a los fines
de que tome contacto con la víctima o al testigo a los fines
de que le puedan explicar de qué se trata la declaración, el
procedimiento que se seguirá y el tiempo que aproximada-
mente demorará. Especialmente si se tratan de niña, niño
y adolescente o persona que padeciere una disminución
de su capacidad mental o intelectual, se usará el lenguaje
adecuado a su edad y desarrollo. A la vez, al tomar cono-
cimiento de su estado emocional y las eventuales caracte-
rísticas que posee, podrá informar a las partes, de manera
verbal, en la audiencia preliminar sobre su conveniencia y
condiciones en que debería realizarse.”
Esto se articula con otro instrumento, el “Protocolo interinsti-
tucional para la atención de niños, niñas y adolescentes víctimas o
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
87
litadores, para establecer si es que se encuentran dadas las condi-
ciones para que se realice la Entrevista. Esta intervención constitu-
ye un análisis preliminar y provisorio, sin perjuicio del que realice
oportunamente el profesional que lleve a cabo la EDT durante la
Audiencia Preliminar.
Ahora bien, ¿cuál es la naturaleza de estas intervenciones? ¿A qué
necesidad obedecen? No son preguntas ociosas, sino que se debe te-
ner claro que el interés está centrado en que el remedio no sea más
lesivo que la enfermedad. Se considera que las personas víctimas
de un delito contra la integridad sexual, de abuso físico, o NNyA y
personas con discapacidad mental o intelectual, presentan mayor
vulnerabilidad y las intervenciones requieren de mayor cuidado. En
consecuencia, debe propiciarse un abordaje pensado y calculado en
pos de la persona con la que se trabaje.
La Entrevista de Declaración Testimonial es la medida propia-
mente dicha; llevada a cabo, en esta Provincia, por un psicólogo del
Gabinete de la Corte Suprema de Justicia. Una vez establecidas las
preguntas en la planificación previa, constatado que la persona en
cuestión podrá afrontar la medida, se procede a su realización.
Lo precedente lleva a otra cuestión central: ¿qué es declarar? De-
clarar no es hablar. Por ejemplo, un niño de tres años, que haya
recibido mucha estimulación en su grupo familiar, puede hablar
muy bien, pero ¿podrá precisar en tiempo y espacio su vivencia de
cómo un tercero abuso intrusiva y violentamente su cuerpo? La de-
claración como prueba apunta a obtener, en el relato de la víctima,
cómo, cuándo, dónde y quién hizo un determinado acto.
Entonces, declarar no es poder hablar, sino poder expre-
sar las coordenadas temporales y espaciales de un hecho
o acto que se investiga, juntamente con la indicación del
agente que lo hizo. En todo ello se juegan, imprescindiblemente,
funciones psíquicas que, llegado al caso, se podrán apoyar mediante
el uso de tecnologías adecuadas, siempre que no se contamine el
relato, como el caso de los niños más pequeños, discapacidades in-
telectuales o mentales, etc.
Este orden de ideas, permite pensar un abordaje posible en el
escenario de la virtualidad, la pandemia y la distancia.
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
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rio. Lo que puede producirse en una relación interhumana es o la
violencia o la palabra” (Lacan, 2003, pág. 468). Esta definición que
parece simple, abre muchas cuestiones a desarrollar.
En primer lugar, advertir nuevamente que la violencia no es un
concepto propiamente analítico. Vale destacar que Silvia Bleichmar
(2011) sitúa en cambio la pertinencia de los pares agresión-agresi-
vidad y sadismo-pulsion de muerte como propiamente analíticos.
En la definición del párrafo precedente, se advierte que la violencia
aparece como fenómeno relativo a lo humano, en tanto es el único
viviente que habría accedido a la estructura de la palabra. Entonces,
se podría pensar que la violencia pertenece al drama humano en
tanto accedió al lenguaje, y se produce cuando no impera la palabra.
Ahora bien, si la violencia es lo contrario a la palabra y si prescinde
de ella, es imposible de reprimir, en tanto sólo se puede reprimir lo
que accedió a la estructura de la palabra.
Retomando la definición lacaniana, la violencia estaría vinculada
con la agresión, lo cual no es lo mismo que la agresividad. En el es-
crito “La agresividad en psicoanálisis” (2005), Lacan refiere que la
agresividad se manifiesta en una experiencia que es subjetiva por su
constitución misma, es decir, pertenece al campo del lenguaje. En la
tesis II del mismo escrito sostiene que la agresividad es dada como
intención de agresión; afirmando que la intención podrá ser leída en
su sentido simbólico en sus síntomas, en las fallas en el discurso; lo
que permitiría pensar a la agresividad como interpretable. Mientras
que la agresión sería del orden behaviourista, de una conducta po-
sible de ser medida.
Otra herramienta conceptual para pensar la violencia es la pul-
sión de muerte. La agresividad debe pensarse como experiencia
subjetiva y correspondería a una tensión intersubjetiva, mientras
que la pulsión de muerte está más allá del principio de placer. Se-
ñala Bleichmar (2011) que la pulsión precisamente por su desregu-
lación no permite su inclusión; estando al servicio de la destrucción
del yo y, en consecuencia, pensar que la violencia se trata de la in-
tencionalidad destructiva de la pulsión sería perder de vista los as-
pectos específicos de lo pulsional y de lo yoico. Se puede decir que la
intencionalidad no puede estar nunca en la pulsión, y es por eso que
la pulsión no podría ser agresiva, a lo sumo puede ser vivida como
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
91
Todo este rodeo conceptual sirve para precisar que las personas
que se encuentran en litis judicial están atravesando un momen-
to difícil en sus vidas; siendo que la intervención jurídica se realiza
en esos períodos tan singulares de la vida (divorcios, adopciones,
daños, delitos, etc). En este sentido, el proceso judicial es la super-
ficie de los conflictos entre las personas litigantes, que, con sus su-
frimientos, apuestan a una resolución por vía judicial cuando algo
de la legalidad se perdió.
El trabajo con las víctimas puede abrir otro espacio distinto al
judicial, y propiciar el surgimiento de otros elementos. En conse-
cuencia, se abre aquí la posibilidad de escuchar la Otra dimensión
del sujeto, aquellos elementos inconcientes, que quedan por fuera
de los emergentes que constituyen al conflicto judicial, pero sin em-
bargo nuclean al mismo en su verdad. De esta manera, una inter-
vención con las víctimas de delitos es también una intervención clí-
nica y, más que ofrecer certezas (lo que busca el Derecho), también
puede instalar hipótesis y preguntas que ofrezcan a los sujetos otro
horizonte.
Con base a lo precedente, el momento de pensar la intervención
con las Víctimas, lo que requiere de sumo cuidado es el marco de la
intervención: garantizar la debida confidencialidad y privacidad de
la tarea, evitar la superposición de operadores, promover su acceso
a la Justicia, articular con dispositivos clínicos que puedan alojar el
sufrimiento y causar otra dimensión en sus vidas.
Irene Intebi (2018) refiere que junto a la penalización del ASI,
se deben realizar tareas de Protección y Reparación, cuestiones que
pueden ser extendidas a toda víctima de delitos. La protección es-
tará brindada por los Organismos Proteccionales, pudiéndose dar
medidas y actuaciones de distintas órdenes, como apoyo y asistencia
material, regularización laboral y escolar, etc, y a partir de diferentes
dispositivos: Observatorio de la Mujer, Oficina de Fortalecimiento
Familiar, Oficina de Derechos Humanos, Gabinetes Pedagógicos, etc.
La Reparación, por otra parte, es más bien singular y un enfoque
clínico; siendo un trabajo que sigue la lógica del uno por uno. Ello
no quita que las actuaciones proteccionales y penales puedan ser re-
paradoras, sino que, pensar la Reparación como un tercer elemento
distinto, es situar la importancia de una mirada clínica.
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
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¿un trabajo de este tipo necesariamente debe ser presencial? Pre-
sencia/ausencia, cercanía/distancia, son categorías espaciales, si se
lo piensa reducido a ese enfoque claramente no se lo puede hacer;
mas hacerlo así sería de una reducción brutal. El lazo de acom-
pañamiento es de efecto transferencial o no lo es, y ahí no
importa si se está físicamente con el sufriente o a kilómetros de dis-
tancia. Si no hay un efecto transferencial, el acompañamiento sólo
es en términos referencial; sin poder visualizar este rasgo, por más
compañía que se haga, se cae en un proceso de revictimización.
Conclusión
Como se pudo ver, durante la situación de la Pandemia los deli-
tos de violencia de género y sexuales no disminuyeron, sino que se
mantuvieron y aumentaron. La Pandemia no solo alteró las formas
de las relaciones sociales, sino principalmente es una fuente de ma-
lestar. Las tensiones y angustias redundaron efectivamente en actos
delictivos. Las personas que sufrieron estos actos fueron una más de
las caras mortíferas del contexto sanitario.
Las intervenciones con ellos debieron reinventarse, pero espe-
cialmente en su forma. Se abrió un territorio inexplorado (entre-
vistas por teléfonos, video llamadas, etc), sin embargo el camino
siempre obedeció a una luz ética. El escenario virtual o presencial,
respecto a las intervenciones, es accesorio. Lo fundamental en el
abordaje con víctimas de delitos es la clínica.
Decir clínica es enfatizar una ética de trabajo por sobre una es-
tética procesal. “Víctima” es una categoría jurídica, construida en la
escena judicial y sanitaria. Los protocolos y guías de buenas prácti-
cas, las normas, los operadores judiciales, se dirigen principalmente
a la resolución del conflicto, y está bien que así lo sea. No obstante,
procurando un rápido esclarecimiento, puede propiciarse una “re-
victimización”; signando nuevamente a esa persona en el lugar de
víctima. En este punto, un trabajo de reparación apunta a lograr que
el sujeto pueda elaborar su vivencia, desligándose de las ataduras
de la repetición y la fijeza del trauma; trabajo que puede ser logrado
solo desde una ética que no procure necesariamente hacer el bien,
sino un bien hacer en pos de esa subjetividad.
94
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
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Sancionar y Erradicar la Violencia contra La Mujer - “Convención de
Belem do Pará”.
Introducción
La psicopatía está tan intrínsecamente relacionada con las trans-
gresiones y con la violencia que constituye uno de los constructos
clínicos más importantes en la interfaz del derecho y la salud men-
tal (Monahan, 2006). Su verificación en el ámbito familiar permite
comprender procesos violentos colmados de acciones sutiles y en-
mascaradas que confunden a las víctimas y aniquilan sus resisten-
cias (León-Mayer, Folino, Taborda, & Hare, 2016). En el ámbito la-
boral se asocia con manipulaciones maquiavélicas y diversas formas
de acoso (Hirigoyen, 1999) y en el criminológico se relaciona con
violencia instrumental, manipulación en las instituciones peniten-
ciarias y menos predisposición a la desistencia delictiva (Vaughn,
Howard, & Delisi, 2008).
Semejante relevancia social estimuló la búsqueda de evidencias
empíricas que informaran adecuadamente las prácticas de los pro-
fesionales de la salud mental. El conocimiento específico se produjo
tempranamente con la confluencia de varias ideas de las tradiciones
psiquiátricas francesas, alemanas y anglo-americanas (Herpertz &
Sass, 2000) y se potenció con el desarrollo de medidas en las últimas
dos décadas del S XX, especialmente Hare Psychopathy Checklist-
Revised -PCL-R- (Robert D Hare, 1990, 2003) que paulatinamente
se convirtiera en la regla de oro para el diagnóstico (Edens, Skeem,
Cruise, & Cauffman, 2001).
En este artículo nos proponemos transmitir la revisión de los
aportes producidos desde las líneas de investigación que iniciára-
mos en la Argentina y en Chile.
99
Período preliminar y contexto
Las últimas dos décadas del Siglo XX se caracterizaron, en lo que
respecta al conocimiento de la psicopatía en América del Sur, por
la carencia de investigaciones empíricas. Una simple búsqueda bi-
bliográfica con los filtros de Argentina y Chile, para el período 1980-
1999 y el MeSH que incluye psicopatía o psychopathy en LILACS y
en PubMed, produce dos resultados en la primera y uno en la se-
gunda. Durante ese período, tanto en la Argentina como en Chile se
utilizaba el constructo con su configuración clínico fenomenológica
de origen europeo y norteamericano pero no se producían investi-
gaciones específicas.
El ingreso de la estrategia sistematizada para el diagnóstico de
psicopatía se produjo cercanamente a la publicación de la versión
de 1991 de la Hare Psychopathy Checklist Revised (Robert D Hare,
1991), cuando el segundo autor toma contacto con el trabajo de Hare
durante el XVIII International Congress on Law and Mental Health,
en Vancouver, pero no es hasta fines de la década de 1990 cuando
se inician las investigaciones empíricas con las versiones traducidas
al español y autorizadas para la investigación tanto en la Argentina
como en Chile.
Método
Este artículo es una revisión tradicional que contempla nuestras
publicaciones en revistas científicas indexadas y no indexadas, tesis
y libros y, también, algunas presentaciones en congresos sobre in-
vestigaciones aún en curso.
Independientemente de haber investigado otros subtemas y con
otros instrumentos relacionados con la psicopatía, en esta revisión
priorizaremos aquellas investigaciones realizadas con el Hare PCL-
R (Robert D Hare, 1991, 2003) y el SRP-SF (Paulhus, Neumann,
& Hare, 2016), por lo que a continuación introducimos una breve
descripción de ambas medidas. Los instrumentos fueron traducidos
del inglés al español y retro traducidos del español al inglés y, final-
mente, las versiones argentina y chilena fueron autorizadas por los
autores de las versiones originales para investigación.
La editorial, Multi-Health Systems Inc., poseedora del derecho
de publicación, no hizo acuerdo con nosotros para publicar nuestras
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
Resultados
En este apartado expondremos principales hallazgos de la revi-
sión agrupados en los siguientes temas: a) confiabilidad de los ins-
101
trumentos de evaluación de psicopatía; b) validez de los instrumen-
tos de evaluación de psicopatía; c) la población carcelaria masculina
y la psicopatía; d) la población carcelaria femenina y la psicopatía;
e) la psicopatía y la valoración del riesgo de violencia; d) el discurso
psicopático. Finalmente, haremos una breve mención a otros estu-
dios que, aunque relacionados con la psicopatía, quedan fuera del
foco que nos propusimos en este artículo.
102
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
103
realizado a ciegas y el criterio externo conformado por el diagnós-
tico basado en evaluación clínica que habían realizado los psicólo-
gos penitenciarios experimentados y conocedores de los casos y se
obtuvo un valor kappa de a 0,80 (p < 0,001); asimismo, se verificó
que los casos categorizados como psicópatas con el PCL-R tuvie-
ron significativamente mayor probabilidad de ser reincidentes que
los casos no psicópatas (OR = 12,8; 95% IC = 5; 33) (León-Mayer,
2009; León-Mayer, Asún Salazar, & Folino, 2010).
Por otra parte, destacamos el interesante patrón de correlación
entre el PCL-R y el SRP-III-SF en población penada chilena: de
acuerdo a lo esperable por su condición de cuestionario auto-infor-
mado, los puntajes totales del SRP III-SF correlacionaron positiva y
moderadamente con el PCL-R (León-Mayer, Folino, & Hare, 2014).
Al estratificar a los sujetos con altos y bajos puntajes en el PCL-R,
se verificó que mientras en el subgrupo con puntajes altos (≥30) la
correlación resultó baja, en el subgrupo de puntajes bajos (< 30)
la correlación resultó nuevamente moderada y significativa (León-
Mayer, Folino, et al., 2014). En el mismo estudio fue muy relevante
el hallazgo de altas y significativas correlaciones del IM-P (Kosson,
Forth, Steuerwald, & Kirkhart, 1997) con el PCL-R; la correlación
con el total del PCL-R fue de 0,75 y con los factores tuvieron un ran-
go de 0,66 a 0,79 (León-Mayer, Folino, et al., 2014). La puntuación
del IM-P se realiza por un observador independiente del evalua-
dor que sigue el lineamiento del PCL-R y se basa en el desempeño
observable del sujeto, por lo que resulta una prueba rigurosa de la
validez convergente. Similar procedimiento se realizó en población
carcelaria femenina de Chile, y se obtuvieron resultados que sostu-
vieron la validez concurrente con el IM-P y que permitieron veri-
ficar la esperable asimetría con el diagnóstico trastorno antisocial
de la personalidad -TAP-, específicamente, mientras el 92% de las
mujeres diagnosticadas psicópatas según el PCL R tuvieron también
el diagnóstico de TAP, sólo el 26% de las que tuvieron el diagnóstico
de TAP, tuvieron también el diagnóstico de psicópata según PCL-R
(Rocuant-Salinas et al., 2019).
Contemplando la tradicionalmente reconocida asociación entre
psicopatía y comportamiento violento, el PCL-R fue puesto a prueba
en su validez predictiva en estudio de seguimiento durante 1.290
104
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
105
En tanto el PCL-R y los instrumentos derivados no son exacta-
mente equivalentes, los hallazgos obtenidos pusieron de manifiesto
la robustez del modelo de cuatro factores y su compatibilidad tanto
con la tradición clínica como con la conceptualización empírica de
la psicopatía: las dimensiones de la personalidad psicopática medi-
das por los factores reflejan facetas de personalidad antisocial y sub
controlada, que incluye la presentación engañosa de sí mismo, la
tendencia a la mentira, la falta de remordimientos y sentimientos de
culpa, y la irresponsabilidad y la versatilidad criminal (León-Mayer
et al., 2015).
106
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
107
Hart, Webster, & Eaves, 1995)(Folino, 2004), el VRAG (Quinsey et
al., 1999)(Folino, 2015).
Las evidencias locales pusieron de manifiesto la eficacia predic-
tiva significativa de VRAG y de las valoraciones de riesgo con el jui-
cio profesional estructurado según HCR-20 cuando se contempló la
probabilidad de recidiva acumulada a lo largo del tiempo de segui-
miento (M =1290 días; rango 1 – 3488 días), tanto para la recidiva
general como para la recidiva violenta; los resultados con PCL-R
coincidieron con reportes foráneos (Grant T. Harris, Rice, Quinsey,
& Cormier, 2015; Rice, Harris, & Lang, 2013) en que el mayor peso
de la eficacia predictiva recae en los factores 3 y 4 (Folino, 2015).
Otras evidencias consistentes con la eficacia predictiva de los instru-
mentos se obtuvieron con estudio intramuros en hospital psiquiá-
trico forense de Brasil (de Borba Telles, Folino, & Taborda, 2009,
2012) y con estudio en hombres imputados por violencia contra la
pareja en Córdoba (Arbach-Lucioni & Folino, 2021).
En este apartado corresponde complementar la información de
la investigación sobre riesgo de violencia en mujeres que habían co-
metido filicidio mencionado más arriba. La valoración de riesgo y
los resultados de seguimiento a lo largo de un año permitieron sos-
tener que esa población detentaba bajo riesgo de recidiva violenta
general y que eran susceptibles de beneficiarse más con servicios de
salud mental y de rehabilitación en ambientes sin grandes medidas
de seguridad (Folino et al., 2007).
d) el discurso psicopático
El discurso psicopático fue indagado mediante metodología cua-
litativa a partir de la comunicación que personas penadas, y con
diagnóstico de personalidad psicopática, produjeron en ocasión de
las entrevistas diagnósticas. El análisis fue guiado por la búsqueda
de respuesta al siguiente amplio interrogante: ¿Qué características
tiene el discurso del psicópata? Presuponíamos encontrar elemen-
tos comunicacionales que reflejaran rasgos, actitudes y comporta-
mientos típicos del psicópata y, además, teníamos la expectativa de
hallar matices y detalles que contribuyeran a enriquecer la ilustra-
ción disponible sobre el discurso psicopático.
Si bien la investigación aún se está realizando, ya fueron presen-
108
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
Discusión
El objetivo de este artículo fue transmitir la revisión de los aportes
producidos desde las líneas de investigación que iniciáramos en la
Argentina y en Chile. La revisión da cuenta un desarrollo en el conoci-
miento regional sobre psicopatía que tiene implicancias directas para
la práctica profesional en el ámbito forense. Los profesionales de la
salud mental pueden disponer de evidencias que respalden la utiliza-
ción de instrumentos para la evaluación de psicopatía y para integrar
los hallazgos en evaluaciones más amplias, como son las destinadas a
valorar el riesgo de reiteración de comportamientos violentos.
109
Respecto al aporte general al conocimiento, las publicaciones
revisadas contribuyen al reconocimiento transcultural de la psico-
patía y a su mejor medición, pero tienen la limitación de no haber
avanzado en otros temas, como, por ejemplo, los correlatos neuro-
funcionales, las trayectorias desde el período infanto-juvenil y las
estrategias de intervención. Tales temas forman parte de una heu-
rística desafiante para la región y, también para el mundo, pues esa
investigación específica es aún relativamente reciente y geográfica-
mente muy dispar. La región de América Latina está necesitada de
producción científica y de sistematización y puesta a prueba de las
prácticas profesionales (Goldstein, Houck, & Folino, 2015). En lo
que respecta a la heurística, podemos agregar que está muy avan-
zado el manuscrito sobre la investigación de psicopatía en varones
penados por delitos de lesa humanidad en Chile.
Por último, motivados por las dificultades que conlleva el estudio
de la dimensión psicopática en cada caso y por las trascendentes
consecuencias que pueden tener tanto el diagnóstico como el error
diagnóstico, queremos compartir nuestra convicción que su estudio
debe ser afrontado con la máxima cautela y solvente capacitación
específica.
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115
Complejidades, limitaciones y necesidad de revisión
sobre el acceso a la justicia de niñas y niños preescolares
víctimas de abuso sexual. La entrevista de declaración
testimonial y la pericia psicológica.
1. Introducción:
El acceso a la justicia de los niños/niñas preescolares ha sido
siempre un gran desafío para los operadores judiciales, como para
los psicólogos forenses que debemos intervenir con ellos (toma de
declaración, pericia psicológica), durante el proceso judicial que
están atravesando por ser posibles víctimas de un delito contra la
integridad sexual.
En las últimas décadas se ha ido avanzando en la sanción de nor-
mativas jurídicas atinentes a evitar que el tránsito por la justicia sea
un proceso revictimizante y a partir de la Ley. 25.852 que incorpora
el art. 250 bis al CPPN, se establecen los lineamientos para preser-
var a los NNyA de antiguos modelos interrogatorios en los cuales
quedaban posicionados como objeto de prueba. Sin embargo, aún
encontramos que el grupo etario comprendido en la edad preescolar
se presenta como una de las mayores complejidades porque debi-
do a las limitaciones lingüísticas y madurativas propias de su etapa
evolutiva, en muchas ocasiones no pueden satisfacer la demanda de
un sistema judicial que no contempla perspectiva de niñez.
Resulta esencial poder adaptar los procedimientos, para que es-
tos puedan respetar las posibilidades que los niños/as tienen y que
sus limitaciones no sean un impedimento para poder acceder a la
justicia. Para ello necesitamos efectuar una revisión sobre las varia-
bles que deben ser modificadas y trabajar en la implementación de
116
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
117
de entrevistas especializada y/o al consultorio donde se desarrolla-
ra la prueba pericial.
Nos podemos encontrar con tres alternativas posibles:
Buen desapego: es cuando luego de la mínima intervención
para poder establecer un rapport logra separarse del referente afec-
tivo sin la necesidad de tener que implementar estrategias específi-
cas para favorecer el desapego.
Desapego con dificultades: es cuando comienza a manifestar
cierta angustia o ansiedad ante la separación, en este caso se pueden
utilizar diferentes estrategias como ser una mayor intervención del
perro de terapia para asistencia judicial.
El programa de “Perros de Terapia para Asistencia Judicial”
(Res AGT N° 176/2020), implementado en la Sala de Entrevistas
(SEE) del Ministerio Público Tutelar, tiene como objetivo principal
trabajar sobre los aspectos cognitivos y emocionales del niño o niña
que deben prestar declaración testimonial en la SEE. La función prin-
cipal como “Perro de Terapia para Asistencia Judicial” es colaborar
en el acompañamiento y contención emocional del niño/a durante la
etapa previa a una entrevista de declaración testimonial. El instructor
canino y la Licenciada en Psicología que llevará a cabo la entrevis-
ta, acompañan al niño/niña en este primer encuentro con el Perro.
Como resultado de esta interacción se genera un clima de empatía
que contribuye a disminuir el estrés de transitar por un proceso ju-
dicial, canalizando la ansiedad y angustia, favoreciendo el desapego.
Imposibilidad de lograr el desapego: cuando a pesar de
haber utilizado todas las herramientas para lograr el desapego, el
niño/niña sigue manifestando resistencia o presentando moviliza-
ción emocional, se utiliza como último recurso que ingrese en un
primer momento con su referente afectivo para ir logrando en for-
ma vincular que pueda ir consiguiendo la confianza y el rapport ne-
cesario hasta lograr la separación de su progenitora/or. Cuando esto
no es posible se debe tener presente que frente a la actitud resisten-
cial de un niño/niña, toda la bibliografía referida a la evaluación
psicológica infantil, desaconseja insistir o presionar al mismo si no
muestra signos de disponibilidad para la evaluación y se determina
que no está en condiciones de realizar los procedimientos solicitado
(ADEIP).
118
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
b) Desarrollo lingüístico
La segunda variable que se analiza es la adquisición del lengua-
je que presenta porque se requiere de una capacidad lingüística en
que la evocación que realiza pueda ser compresible, porque se debe
evitar el riesgo de interpretar erróneamente el significado de los vo-
cablos que emite.
En la entrevista preliminar se le realizan preguntas sencillas para
poder evaluar el grado de comprensión que posee y la posibilidad de
emitir un enunciado, cuando logra realizar oraciones compuestas
por varias palabras, el nivel de articulación de los fonemas es ade-
cuado y comprensible, logra expresar sentimientos e ideas y descri-
bir objetos, presenta un desarrollo óptimo para la realización de la
entrevista y pericia psicológica.
Cuando presenta una dislalia simple (dificultad en la articulación
de un fonema) y los enunciados que emite están formados por tres
o cuatro palabras, se intenta realizar la toma de declaración, advir-
tiéndoles previamente al organismo jurisdiccional las limitaciones
que podrían surgir.
Finalmente se determina que el niño/niña no posee el desarro-
llo necesario para acceder a los procedimientos solicitados, cuando,
solamente emite onomatopeyas, holofrase (palabra que implica el
significado de todo un enunciado), sus enunciados se corresponden
aún a la etapa del habla telegráfica (dos palabras forman toda una
oración), o si presenta una dislalia generalizada (dificultad de arti-
cular todos los fonemas) lo cual genera el riesgo de interpretar en
forma errónea lo que el niño/niña desea transmitir.
En algunas ocasiones que se advierte un desarrollo lingüístico li-
mitado para acceder a la toma de declaración, se intenta efectuar la
pericia psicológica en la cual a través de las técnicas proyectivas lúdi-
cas se busca explorar sobre el estado psicoemocional del niño/niña y
dar respuesta a los puntos periciales solicitados, lo cual en ocasiones
es factible y en otras no es posible porque el material brindado resulta
insuficiente para poder responder con rigurosidad científica.
C) Desarrollo Mnésico
La tercera variable que se analiza y que tiene gran relevancia para
la entrevista de Declaración testimonial, es la capacidad de evoca-
119
ción. A partir de los 2 años, comienza el desarrollo de la memoria
de conocimiento, la cual permite la codificación, el almacenamiento
y posterior recuperación.
En la etapa pre escolar, lo que debemos relevar es la capacidad de
evocación - recuperar un estímulo o acontecimiento cuando el mismo
no está perceptivamente presente-. Se evalúa tanto la capacidad de
evocar recuerdos de la memoria de corto plazo como la de largo plazo,
para ello se pueden utilizar preguntas simples como por ejemplo en el
caso de la Memoria de corto plazo, que ha desayunado o como ha llega-
do hasta el lugar de la entrevista y en la de largo plazo como ha festeja-
do su último cumpleaños o que ha realizado en sus últimas vacaciones.
En esta etapa, debemos considerar que está en los inicios del de-
sarrollo la memoria episódica entendiendo la misma como el re-
cuerdo de un hecho o acontecimiento que paso en un tiempo y lugar
específico. Y es frecuente que aún se encuentre muy poco desarro-
llada la memoria autobiográfica: información relacionada con uno
mismo (recuerdo de acontecimientos significativos para la propia
persona) (Juárez López & Sala Berga, 2011).
Siendo muy frecuente en esta etapa el predominio de la memoria
semántica -sistema de conocimiento general que se adquiere con el
transcurso del tiempo y no está relacionado con los acontecimientos
en el momento del aprendizaje; ideas y conceptos que se extraen del
conocimiento común (Tulving, 1972), teniendo un papel fundamen-
tal la adquisición del lenguaje para su desarrollo.
Finalmente, si bien no puede generalizarse, los niños en etapa
pre escolar, suelen describir las cosas de forma más breve, con me-
nos detalles, pero con exactitud.
3. Declaración Testimonial:
Con la promulgación de la ley Nº 25852 del Código Procesal Penal
de la Nación (CPPN), han quedado claramente establecidas las condi-
ciones bajo las cuales deberá relevarse la prueba. El art. 250 bis de la
mencionada Ley establece como debe ser el procedimiento para entre-
vistar a víctimas de Abuso sexual en la infancia menores de 16 años.
“El acto se llevará a cabo en un gabinete acondiciona-
do con los implementos adecuados a la edad y etapa evo-
lutiva del menor”.
120
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
121
partes, así como las que surgieren durante el transcur-
so del acto. Las mismas serán transmitidas teniendo en
cuenta las características del hecho y el estado emocional
de la víctima o testigo”.
Si bien pueden utilizarse diferentes espacios para llevar a cabo
la entrevista, particularmente en nuestro caso trabajamos con dos
salas (una de entrevistas y otra de observación) y transmisión por
circuito cerrado de audio y video, lo cual presenta algunas ventajas
en este grupo etario:
• Se evita el vidrio espejado, que suele ser un factor distractor
para los pre escolares.
• Mejora la calidad de audio y video, muy relevante cuando los
niños y las niñas hablan bajo, de modo poco comprensible,
deambulan etc.
• Permite la trasmisión de las preguntas de las partes intervi-
nientes mediante un sistema de micrófono-auricular, evitan-
do que el/la profesional deba dejar solo/a al pre escolar para
salir a relevar las preguntas. Acotando los tiempos de espera,
evitando incrementar la dispersión ya propia de la etapa de
deambulación.
d) Fase de Cierre.
En esta etapa se intenta restablecer un tono emocional positivo.
Para ello retomará algún tema neutral. Habitualmente en esta etapa
se motiva al entrevistado/a para que pregunte o exprese sus pre-
ocupaciones sobre el procedimiento judicial y se le agradecerá su
participación en el proceso de entrevista.
Cabe señalar que es frecuente que llegada esta etapa los niños/
niñas pre escolares estén cansados e inquietos. Es por ello que mu-
chas veces hacemos un breve cierre y agradecimiento y les ofrece-
mos salir de la sala de entrevistas y poder volver a interactuar/jugar
con el perro de asistencia judicial otorgando la posibilidad de
neutralizar la movilización emocional que genera evocar
un hecho traumático.
125
4) Pericia psicológica:
Desarrollo madurativo cognitivo
Poder acceder a la prueba pericial psicológica requiere de un su-
ficiente desarrollo cognitivo como para poder comprender las con-
signas y realizarlas.
En esta etapa etaria en el cual se están desarrollando las fun-
ciones cognitivas se requiere fundamentalmente que la atención y
concentración hayan alcanzado la estabilidad necesaria para poder
ejecutar una acción. Cuando aún se encuentran muy arraigados a
la etapa de deambulación se dificulta porque logran iniciar una
técnica, pero rápidamente la dejan y comienzan a buscar nuevos
estímulos.
En la planificación de las técnicas que se van administrar se debe
considerar que las consignas que se van a brindar deben ser muy
claras y precisas, y debido al foco atencional breve que aún poseen,
no deberían requerirle de un gran tiempo de ejecución porque es
probable que el niño/niña se fatigue y abandone la misma.
126
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
127
El juego como medio regio para favorecer la proyección de sus
vivencias y sentimientos, permite que en ocasiones puedan brindar
información acerca de los hechos investigados que no han podido
dar en la instancia de la declaración testimonial, por ejemplo puede
ocurrir que en el Juego de interrelaciones Familiares u Hora de Jue-
go, surge la figura del supuesto agresor con sentimientos asociados
hacia el mismo y a partir de allí logra brindar datos que podrían ser
relevantes para la investigación en curso.
Las diferentes alternativas con las cuales nos podemos encontrar
en la articulación de ambas pruebas son las siguientes:
• Hay relato en la declaración testimonial. Se detectan impron-
tas traumáticas asociadas a posible victimización sexual en la
pericia.
• No hay relato en la declaración testimonial. Se detectan im-
prontas traumáticas asociadas a posible victimización sexual
en la pericia.
• No hay relato en la declaración testimonial. Surge el relato en
la instancia pericial.
Cada niño/niña es único/a y no todos/as tienen la posibilidad de
al ser tan pequeños/as poder satisfacer las expectativas que el siste-
ma judicial presenta sobre ellos/ellas.
Es el sistema de justicia el que debe adaptarse a sus posibilida-
des, saber respetar sus tiempos como sus silencios y entender que
en ocasiones se requerirá de un trabajo de maduración y/o elabo-
ración para estar preparados para poder participar activamente
del proceso, contemplando la posibilidad también que esto nunca
pueda llegar a suceder, es entonces cuando la presión no debiera
caer en el niño/niña y se debiera avanzar a través de otras pruebas
e instancias.
5) Consideraciones Finales:
Como operadores del sistema judicial, debemos bregar para con-
seguir que se revean las practicas actuales que no favorecen el acce-
so a la justicia de los niños/niñas en etapa preescolar, y trabajar en
el desarrollo de procedimientos que contemplen las particularida-
des específicas, por el nivel de desarrollo y madurez que posee este
grupo etario.
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
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130
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
Resumen
Se inicia con la etimología de la palabra víctima, algunas delimi-
taciones, para luego pasar a la definición jurídica en su uso clásico,
se enuncian algunos de los trabajos representativos del concepto, las
principales nosologías que dan cuenta de la tipología, se enfatizan
los beneficios previstos en la definición de víctima de acuerdo a la
ley general de atención a víctimas 2020, en México. Se hace la pro-
puesta de cómo se debe entender el concepto de víctima secundaria
del delito de secuestro; son aquellas personas cercanas (psicológica-
mente) a la víctima primaria directa, que son afectadas en el mismo
lugar y en el mismo tiempo en que ocurre el secuestro. Finalmente
se presenta el caso denominado (AS) con el objetivo de dar voz y
visibilidad a la víctima secundaria del delito de secuestro y a su sin-
tomatología: desvanecimiento, angustia, depresión, desesperanza,
reducción en el interés por actividades cotidianas, distanciamiento
psicológico respecto a sus familiares vivos y aislamiento social. Los
autores del presente trabajo quisimos dar voz y visibilidad a la vícti-
ma secundaria del delito de secuestro, porque pensamos que dicha
experiencia de una madre a quien mediante el secuestro le han arre-
batado a una hija, merece un destino diferente al olvido.
Palabras clave: Secuestro, Psicología, Victima Secundaria
131
Abstrac
It starts with the etymology of the word “victim”, some delimi-
tations, to then move on to the legal definition in its classical use;
some of the representative works of the concept are mentioned, the
principal nosologies that refer to the typology, emphasizing the ex-
pected benefits in the definition of the victim according to the Ley
General de Atención a Víctimas 2020 in Mexico. A proposal is made
regarding how the secondary victim of the kidnapping crime con-
cept has to be understood; they are those people (psychologically)
close to the direct primary victim, who are affected in the same pla-
ce and at the same time where the kidnapping occurs. Finally, the
case denominated (AS) is presented with the object of giving voice
and visibility to the secondary victim of the kidnapping crime and
its symptomatology: fainting, anguish, depression, hopelessness,
loss of interest in everyday activities, psychological distancing in
respect to live relatives, and social isolation. The authors of the pre-
sent work wanted to give voice and visibility to the secondary victim
of the kidnapping crime because we think that the experience of a
mother who, through the kidnapping, has been separated from her
daughter, deserves a different fate than forgetting.
Keywords: Kidnapping, Psychology, Secondary victim.
Desarrollo
El concepto de víctima deriva del latín víctima: 1) persona o ani-
mal sacrificado o destinado al sacrificio, 2) el que padece por culpa
ajena o por causa fortuita, 3) persona que se expone a un grave ries-
go en obsequio de otra. (Gran diccionario enciclopedico ilustrado,
1988). Se observa que en los tres casos la víctima está destinada al
sacrificio, está expuesta a sufrir un daño contra su voluntad, pero
también puede exponerse por voluntad propia, siendo posible que el
daño recibido pueda ser producto de la mala fortuna o por la acción
de un tercero.
Laguna (2008) menciona que “victima”, designa a la persona
o animal sacrificado o que se designa al sacrificio, a diferencia del
“victimario o victimizador”, que alude al sirviente de los antiguos
sacerdotes gentiles, que encendía el fuego, ataba a las víctimas al ara
y las sujetaba en el acto del sacrificio.
132
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
133
En los procedimientos previstos en este Código, la víctima u
ofendido tendrán los siguientes derechos:
I. A ser informado de los derechos que en su favor le reconoce
la Constitución; II. A que el Ministerio Público y sus auxiliares, así
como el Órgano jurisdiccional le faciliten el acceso a la justicia y les
presten los servicios que constitucionalmente tienen encomenda-
dos con legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad, profesionalis-
mo, eficiencia y eficacia y con la debida diligencia; III. A contar con
información sobre los derechos que en su beneficio existan, como
ser atendidos por personal del mismo sexo, o del sexo que la víctima
elija, cuando así lo requieran y recibir desde la comisión del deli-
to atención médica y psicológica de urgencia, así como asistencia
jurídica a través de un Asesor jurídico; IV. A comunicarse, inme-
diatamente después de haberse cometido el delito con un familiar,
e incluso con su Asesor jurídico; V. A ser informado, cuando así lo
solicite, del desarrollo del procedimiento penal por su Asesor jurí-
dico, el Ministerio Público y/o, en su caso, por el Juez o Tribunal;
VI. A ser tratado con respeto y dignidad; VII. A contar con un Ase-
sor jurídico gratuito en cualquier etapa del procedimiento, en los
términos de la legislación aplicable; VIII. A recibir trato sin discri-
minación a fin de evitar que se atente contra la dignidad humana
y se anulen o menoscaben sus derechos y libertades, por lo que la
protección de sus derechos se hará sin distinción alguna; IX. A ac-
ceder a la justicia de manera pronta, gratuita e imparcial respecto
de sus denuncias o querellas; X. A participar en los mecanismos al-
ternativos de solución de controversias; XI. A recibir gratuitamente
la asistencia de un intérprete o traductor desde la denuncia hasta la
conclusión del procedimiento penal, cuando la víctima u ofendido
pertenezca a un grupo étnico o pueblo indígena o no conozca o no
comprenda el idioma español; XII. En caso de tener alguna disca-
pacidad, a que se realicen los ajustes al procedimiento penal que
sean necesarios para salvaguardar sus derechos; XIII. A que se le
proporcione asistencia migratoria cuando tenga otra nacionalidad;
XIV. A que se le reciban todos los datos o elementos de prueba per-
tinentes con los que cuente, tanto en la investigación como en el
proceso, a que se desahoguen las diligencias correspondientes, y a
intervenir en el juicio e interponer los recursos en los términos que
134
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
135
reglas que establece este Código; XXVIII. A solicitar la reapertura
del proceso cuando se haya decretado su suspensión, y XXIX. Los
demás que establezcan este Código y otras leyes aplicables.
En el caso de que las víctimas sean personas menores de diecio-
cho años, el Órgano jurisdiccional o el Ministerio Público tendrán
en cuenta los principios del interés superior de los niños o adoles-
centes, la prevalencia de sus derechos, su protección integral y los
derechos consagrados en la Constitución, en los Tratados, así como
los previstos en el presente Código.
Para los delitos que impliquen violencia contra las mujeres, se
deberán observar todos los derechos que en su favor establece la
Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia
y demás disposiciones aplicables.
La ley general de víctimas (2020), en el artículo 4 denomina víc-
timas directas a aquellas personas físicas que hayan sufrido algún
daño o menoscabo económico, físico, mental, emocional, o en ge-
neral cualquier puesta en peligro o lesión a sus bienes jurídicos o
derechos como consecuencia de la comisión de un delito o violacio-
nes a sus derechos humanos reconocidos en la constitución y en los
tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea Parte.
Para Manzanera (2002), “víctima” tiene un significado más am-
plio, representa al individuo que se sacrifica a sí mismo, o que es
inmolado en cualquier forma. Mendelsonhn dice que “es la perso-
nalidad del individuo o de la colectividad en la medida en que está
afectada por las consecuencias sociales de sufrimiento, determina-
do por factores de origen muy diverso, físico, psíquico, económico,
político o social; así como el ambiente natural o técnico”. En tanto,
Echeburúa (2004) propone que es todo ser humano que sufre un
malestar emocional a causa del daño intencionado provocado por
otro ser humano. En este sentido, Laguna (2008), define víctima
como la persona que padece un daño por culpa propia, ajena o por
causa fortuita.
El concepto de víctima se ha ido modificando, considerándose
en la actualidad factores de origen, tipos, clasificaciones, categorías,
procedimiento, programas y un sin fin de temas que dieron origen a
la disciplina denominada victimología.
Mendelshon citado en Laguna (2008), propone la siguiente cla-
136
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
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El protocolo nacional de actuación para la atención a víctimas
de secuestro (2017), define los siguientes roles de los participantes:
• Víctima directa: Persona física que ha sufrido el daño o me-
noscabo de sus derechos producto de una violación de dere-
chos humanos o de la comisión de un delito.
• Víctima indirecta: Los familiares o aquellas personas físicas a
cargo de la víctima directa con quien exista una relación inme-
diata, que proporcionan información para los actos de inves-
tigación que realiza el investigador, así como la colaboración
para la negociación.
Landrove Díaz (1998), citado en Laguna (2008) menciona los siguien-
tes tipos de víctima:
1. Víctimas no participantes o fungibles Son también las deno-
minadas enteramente inocentes o ideales. La victimización se distri-
buye en este caso de forma aleatoria y por tanto todos los miembros
de la colectividad somos potenciales víctimas. El acto delictivo es in-
dependiente de la intervención consciente o inconsciente de la vícti-
ma. En este sentido se distinguirse entre víctimas accidentales, que
tan solo se encontraban en un lugar poco adecuado en un momento
desafortunado, por azar se cruzan en el camino del delincuente y las
víctimas indiscriminadas, caracterizadas por la ausencia absoluta
de vínculo con el infractor, por ejemplo, en el terrorismo.
2. Víctimas participantes o infungibles, la víctima sí que des-
empeña un cierto papel en la génesis del delito, ya sea omitiendo las
precauciones más elementales y facilitando su comisión, ya sea pro-
vocando el acto delictivo. En esta categoría también encontramos a
las denominadas víctimas alternativas, que deliberadamente se co-
locan en posición de serlo, quedando en manos del azar el llegar a
convertirse en víctimas, y por último las víctimas voluntarias, son el
resultado de su propia instigación o de un pacto asumido libremen-
te (ej: eutanasia, supuestos de homicidio-suicidio o la mutilación
con objeto de, en el pasado, librarse del servicio militar u obtener
alguna compensación de tipo económico).
3. Víctimas familiares. Esta categoría tiene en cuenta la rela-
ción previa entre la víctima y el autor del delito. Se trata de una es-
pecial condición que entra en los supuestos de vulnerabilidad con-
vivencial o doméstica.
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
Caso: AS
Antecedente; el activo es casado y padre de un bebé de meses, asis-
te a una fiesta y ahí conoce a la víctima (soltera y sin hijos, en ese
momento menor de edad) pregunta por ella a sus amigos y posterior-
mente propicia el acercamiento a manera de encuentros casuales.
El activo mantuvo una relación de noviazgo con la víctima por
8 meses, compartían relaciones sexuales voluntarias, consumo de
alcohol y cannabis. después de compartir un fin de semana juntos, el
139
activo decide llevar a cabo el secuestro para obtener el dinero que le
permita hacer frente a sus problemas económicos previamente ad-
quiridos y asociadas a su estilo de vida (deudas a tarjetas de banco
y departamentales, todas sobregiradas); privando de la libertad a su
novia y encerrándola en el mismo domicilio dónde compartieron el
fin de semana (la casa de él), la mata y luego la entierra en el jardín,
hace llamadas telefónicas a la mamá de la víctima primaria para so-
licitar dinero a manera de rescate. Durante la detención el activo co-
menta su modo de vida y el modo de operación con el que privó de la
vida a su víctima, pero poco después asegura que todo lo que dijo en
su declaración fue resultado de maltrato y tortura por parte de los
servidores públicos ministerio público y agentes de investigación:
ahora queda en duda el debido proceso en la detención del activo,
y ya no importa tanto el hecho de que él mantuviera una relación
de noviazgo con la víctima y que fuera la última persona que tuvo
contacto con ella, que señalara la forma en que la privó de la vida, el
objeto material que utilizó, el lugar donde se encontraba el cuerpo
sin vida de la víctima, que dicho lugar fuese la propia casa del activo
y que ahí mismo se encontrara el utensilio con el cuál la asesino,
ahora el probable responsable se apega a la presunción de inocencia
hasta que se le compruebe lo contrario, se apega al derecho a guar-
dar silencio y solicita el apoyo de la CNDH. La madre de la víctima
primaria, quién en este caso se convierte en la víctima secundaria,
encara a los comisionados de derechos humanos y les pregunta:…”
¿y los derechos humanos de mi hija? ¿ella ya está muerta y esa per-
sona a la que ustedes protegen en sus derechos humanos la mató a
pesar de que era su novia y supuestamente la amaba? ¿la mató y
la enterró en su casa? ¿allí en su casa estaba el utensilio con el que
la mató?” (sic) termina preguntando…”¿yo puedo ser ante ustedes
la representante de mi hija muerta y pedirles a ustedes Comisión
Nacional de los Derechos Humanos que me apoyen para hacer va-
ler los derechos humanos de mi hija? ella era menor de edad, tenía
un proyecto de vida que ahora está trunco, ustedes CNDH pueden
ayudarme a proteger los derechos humanos de mi hija, para que
su muerte no sea en vano, ustedes pueden apoyarme para salva-
guardar mis derechos humanos, saben que como madre tuve que
denunciar la desaparición de mi hija, tuve que contestar las llama-
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
Conclusiones:
1 - En el caso AS, se trata de una víctima primaria o directa, que
podemos clasificar como víctima por ignorancia, de menor culpa-
bilidad que su victimario, que irreflexivamente provocó su propia
victimización al facilitar la actuación del criminal, es una víctima
individual.
2 - Los autores de este trabajo proponemos la tipología de vic-
tima secundaria del delito de secuestro, entendiendo que la carac-
terística principal es que la afectación de la víctima secundaria, se
da de forma paralela a la víctima primaria, es decir, en tiempo real,
comparten el evento sin estar estrechamente en contacto, pero si en
la misma escena psicológica (tiempo y lugar) en que ocurre el delito.
3 - la víctima secundaria del caso AS: manifiesta que no compren-
141
de por qué la CNDH, se inclina en velar por los Derechos Humanos
del señalado como probable responsable del secuestro (activo), en
contraposición a la indefensión e invisibilización que experimenta,
el dolor inherente causado por la pérdida de la vida de su hija, deri-
vada del secuestro.
4 - Los síntomas psicológicos que refiere la víctima secundaria
(angustia, depresión, desesperanza, reducción en el interés por acti-
vidades cotidianas, distanciamiento psicológico respecto a sus hijas
vivas y aislamiento social) están asociados a un sufrimiento psico-
lógico permanente y a una alteración emocional severa y crónica,
al evocar involuntariamente, en su vida cotidiana, acontecimientos
asociados al hecho criminal.
5 - Escuchar a la víctima secundaria del caso AS, nos hace su-
poner que sus vivencias merecen un destino diferente al olvido y la
indiferencia, los autores del presente trabajo tuvimos como objetivo
dar voz y visibilidad a la víctima secundaria del delito de secuestro.
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142
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
tos_disp/Protocolo%20Nacional%20de%20Actuaci%C3%B3n_
Atenci%C3%B3n%20a%20V%C3%ADctimas%20de%20Secuestro..pdf
Apéndice
De la revisión del caso dio origen al blues del feminicidio que se
presenta a continuación:
143
144
CAPITULO V
146
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
Abstract:
En este trabajo de revisión teórico – práctica se intenta reflexio-
nar sobre los constructos teóricos y la práctica profesional del psicó-
logo en el ámbito de la justicia y su compromiso con la ética en torno
a su tarea específica. Se toma en cuenta el quehacer de la psicología
dentro del Juzgado de Ejecución Penal y la relevancia que adquiere
su aporte a las decisiones judiciales inherentes a la etapa de cum-
plimiento de la condena de un sujeto que ha cometido un delito y
busca acogerse a algún beneficio previsto por la ley. La articulación
de los discursos y conceptos tomados del ámbito del derecho por
la psicología, pueden producir confusiones y errores en su práctica
sobre los que se busca reflexionar y estar advertidos, para no dejar
de lado lo esencial de su objeto de estudio. Esto no lleva a trabajar el
concepto de peligrosidad como posible como un imaginario posible
de predecir desde la concepción extrema del positivismo, al igual
que las herramientas de medición, cuantificación y clasificaciones
con las que se busca obtener respuestas categóricas y de certeza ab-
soluta sobre la subjetividad. También se considera la articulación
interdisciplinaria dentro de la justicia y su relevancia ética dada la
gravedad de las consecuencias que produce la falta de su existencia
en un contexto actual atravesado por la virtualidad que limita ma-
yores condiciones de posibilidad.
147
Desarrollo
La práctica psicológica en el ámbito jurídico observa una notable
variedad de modos de intervención, que siempre están en corres-
pondencia con la solicitud de la justicia acerca de un saber enfocado
en esta disciplina tanto bajo la modalidad presencial como virtual
que nos toca vivir en el contexto actual. Es menester señalar si se
pretende hacer una revisión teórica de sus aportes, la valiosa cola-
boración que la disciplina psicológica brinda a las diferentes deci-
siones judiciales, entre ellas las que debe tomar el magistrado en el
Juzgado de Ejecución Penal, lugar donde se atienden las demandas
de sujetos que se encuentran cumpliendo una condena por diversos
delitos y están en condiciones de acceder a algún beneficio previsto
por la Ley 24660 de Ejecución Penal y su modificatoria en vigencia
a partir del mes de agosto del año 2017, la ley 27375 que aspira a
concretar el objetivo de revisión del sistema carcelario, limitando
las excarcelaciones y las salidas transitorias a los condenados por
delitos graves en todo el territorio nacional.
De este modo, a partir de la reforma de la Ley 24660 en los deli-
tos contra la integridad sexual se establece que antes de adoptar una
decisión, el juez deberá tomar conocimiento directo del condena-
do y escuchar si desea hacer alguna manifestación, agregando que
también en esta oportunidad se requerirá un Informe del Equipo
Interdisciplinario del Juzgado de Ejecución Penal y se notificara a
la víctima o representante legal, quien será escuchada y podrá pro-
poner peritos especialistas a su cargo, quienes estarán facultados a
presentar su propio informe.
El artículo 1° de la Ley 27375 establece en su primer párrafo que
“la ejecución de la pena privativa de libertad, en todas sus modalida-
des, tiene por finalidad lograr que el condenado adquiera la capaci-
dad de respetar y comprender la ley, así como también la gravedad
de sus actos y de la sanción impuesta, procurando su adecuada rein-
serción social, promoviendo la comprensión y el apoyo de la socie-
dad, que será parte de la rehabilitación mediante el control directo e
indirecto”, y en el segundo párrafo que el condenado debe ser asis-
tido bajo tratamiento interdisciplinario psicológico, sociológico, pe-
dagógico y psiquiátrico desde una perspectiva integral que resulten
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
ción penal, entre las más importantes, que los peritos psicólogos y
los psicólogos jurídicos son asesores del juez y auxiliares de la justi-
cia, lo que no implica subalternación, sino acción de un tercero que
colabora en la investigación de los hechos. Tienen autonomía en sus
acciones y en la especificidad de sus conocimientos. Sus prácticas
se efectúan en la intimidad de un vínculo dialogal con el otro, en el
cual necesita recurrir a ideas e intervenciones específicas para cada
situación particular, formulando hipótesis que están sujetas a refu-
tación. Además, debe poseer capacidad jurídica para cumplir una
misión a pedido del juez quien deberá oírlo antes de sustituirlo, de-
biendo concurrir en el proceso oral y proporcionar los elementos
contundentes al sustento de sus conclusiones afirmadas en su dic-
tamen final.
Dicho informe deberá contener los antecedentes de conducta,
concepto y dictámenes criminológicos desde el comienzo de la eje-
cución de la pena, siendo responsabilidad del patronato de liberados
la asistencia eficaz del liberado, la cual también podrá ser cumplida
por un servicio social competente, pero en ningún caso por los or-
ganismos policiales o de seguridad. El condenado deberá participar
con un plazo de tiempo no menor de sesenta a noventa días de un
programa intensivo de preparación para su retorno a la vida libre,
según lo previsto en el art. 30° de la ley, siendo el mismo elaborado
por profesionales del servicio social en coordinación con el patrona-
to de liberados promoviendo acciones para mejorar su reinserción
social. La intervención de los equipos interdisciplinarios del juzga-
do de ejecución penal cobra una gran relevancia en este período ya
que la tarea interdisciplinaria en la realización de las evaluaciones
pertinentes que a requerimiento del juez de ejecución penal sean
necesarias realizar, será una herramienta que podrá facilitar el pa-
saje del condenado a la vida en libertad logrando una reinserción
social favorable.
En contraposición con ello, el derecho opera sobre el discurso
del texto legal, que reduce al sujeto a su inclusión en estructuras
normalizadoras sustentadas como ideal científico en su búsqueda
de verdad objetiva. Lacan ubica al psicoanálisis como escolta de la
ciencia, ese sujeto que la ciencia no escucha es el sujeto que escucha
153
el psicoanálisis. Se trata entonces desde la psicología, de la búsque-
da de la verdad subjetiva y de posibilitar a la ciencia la inclusión
del sujeto que desde la estructura del lenguaje que lo atraviesa nos
habla de su acto, dando cuenta de su posición frente a la Ley, de su
lugar ante el deseo y el otro social que le posibilitará subjetivar su
falta.
De este modo se plantea el compromiso ético e institucional del
psicólogo, que debe superar las limitaciones y sus formas instru-
mentales de procedimiento a través de carpetas, expedientes y lega-
jos institucionales, que no coinciden necesariamente con los sujetos
a los que se refieren, sustituyen y finalmente representan. Desde la
ética de la disciplina psicológica dentro de las instituciones jurídi-
cas, se debe promover la creación de espacios de reflexión sobre la
práctica profesional, sus implicancias, consecuencias y efectos ope-
rativos, ayudando a desempeñar las prácticas profesionales desde
una posición activa, llevando a cabo intervenciones, creando y pro-
duciendo nuevas modalidades de encuentro de aquello que busca-
mos, esto es, la palabra del sujeto en el marco de las instituciones
jurídicas (Degano, 2018).
La ética profesional del Psicólogo Jurídico en todos los ámbitos
de su quehacer, involucra a través de una sólida formación especí-
fica en esta área, la posibilidad de diferenciar conceptos que no son
propios de su disciplina, y que vienen incorporados desde el dere-
cho. Uno de ellos es el de “peligrosidad” que suele ser considerado
por los juristas como algo medible y clasificable en el valor predic-
tivo que se le atribuye. En tal sentido tiene una especial importan-
cia para el quehacer del psicólogo en la ejecución penal dado que el
magistrado en su pedido hacia la psicología puede transitar estas
concepciones clásicas positivistas que estigmatizan al sujeto que fue
autor de un delito y cumple su condena como un futuro potencial
delincuente. La justicia, en tal caso, no escucha al sujeto, sino busca
respuestas que resulten más ciertas y contundentes para no enfren-
tar la angustia de la incertidumbre y evitar mirar sus propias debili-
dades. Por lo tanto, se espera de la psicología que escuche al sujeto,
y pueda diferenciar ambos discursos, rescatando la dimensión sub-
jetiva particular única del caso por caso. Además de la responsabili-
154
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
156
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
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157
“El lugar del psicólogo en el acompañamiento
de medidas de probation y reglas de conducta”
158
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
159
se admitirá una nueva suspensión de juicio respecto de quien hu-
biese incumplido las reglas impuestas en una suspensión anterior”.
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161
por el solo relato de la clínica; es legible en el modo en que se lleva
a cabo la clínica de un texto. No podemos nombrar la experiencia
como constituyente de una maestría, ni suponerle al buen teórico
del psicoanálisis un saber hacer en su práctica cotidiana. No puede
ser relatada cabalmente ni por el analista ni por el analizante, más
que como experiencia de una falta. Es siempre un nuevo decir para
el cual el analista nunca está prevenido”. Es así que podemos con-
siderar lo que no es, ya que en las intervenciones del gabinete no se
piensa un analista en la dirección de la cura, ni puede ser nombrado
como tal. Lo rico de este aporte, es considerar en medio de la vorá-
gine administrativa que implican estos procesos, la idea de que en
cada espacio de encuentro y escucha con una persona que ocupa el
lugar de probado/condenado, habrá un nuevo decir; para el que ha-
brá que estar desprevenido. Este posicionamiento procura poder es-
cuchar, las particularidades de cada caso, el posicionamiento de los
beneficiarios en relación a su realidad judicial y en el mejor de los
casos, -o tal vez el menor de ellos- a un sujeto que habla. Es a partir
de esto que podemos comenzar a pensar los criterios de evaluación.
Entrecruzamiento de discursos
Otra cuestión imprescindible a considerar es el entrecruzamien-
to de discursos en juego, en el que el rigor psicopatologizante de la
justicia demanda en muchas ocasiones vorazmente la intervención.
Esto se encuentra presente también en otros discursos de la cultu-
ra. Casanova (2021), en su trabajo “Los tres imposibles freudianos”,
dice: “Lacan no trabaja directamente un concepto de ‘lazo social’, lo
refiere pero de manera difusa en relación a los discursos. A su vez,
en el Seminario 17, establece lo que se conocen como Los cuatros
discursos: del amo, de la histeria, el universitario y el discurso del
analista. Igualmente a lo largo de toda la enseñanza hace alusión a
“discursos” que no quedan directamente contenidos en estos cuatro
discursos establecidos. Así habla del discurso de la ciencia, del dis-
curso de la religión, del discurso capitalista o del discurso delirante,
cuestión que se deja leer claramente en el Seminario 3, cualquiera
de estos discursos también aluden cuestiones relativas al lazo social.
Pero a lo largo de toda la enseñanza de Lacan, los virajes, los
cambios de axiomáticas, es lo que nos va a ir permitiendo reflexio-
162
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163
y ocupacionales, con el objetivo de que el probado logre cumplir con
el proceso. Dicha intervención siempre será desde luego de natura-
leza no vinculante.
En el proceso se produce entonces de manera indiscutible, un
encuentro de diferentes discursos, e instituciones, sumado al propio
del beneficiario quien acarrea un discurso que lo determina, padece.
También hay que considerar que cada juez/a, tiene una visión parti-
cular y diferente de cada proceso.
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
165
Constructo Ideacional Neutro: basado en el supuesto de que en
algún momento el joven estuvo inserto en la sociedad o en alguno
de los contextos sociales generales o de sus instituciones formales y
salió de ella. Se construye una idea de la reinserción social para los
jóvenes basado en que la conducta infractora y su judicialización,
interrumpió dicha participación/inserción. La reinserción social
apuntaría a restituir esa participación, esos lazos, a través de méto-
dos que no vayan contra lo normativo.
En las últimas décadas podemos situar tres paradigmas que pro-
curar superar al anterior, pero que -tal como afirma Degano-, se en-
trecruzan, superponen y entran en tensión, sugiriendo pensar que
el Paradigma que ordena nuestras prácticas actuales, no es otro que
el Paradigma de la Ambigüedad.
166
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
167
la persona podrá sentirse más apuntalada, no debiendo centrar sus
esfuerzos más que en el cumplimiento de lo dispuesto.”
169
de obtener la adecuación -el “traje a medida”- que requiere cada
proceso particular.
La evaluación interdisciplinaria, vendría a presentar la consi-
deración de los discursos presentes en el proceso, con el malestar
propio del malentendido del lenguaje, -discursos no articulados-; ya
que además de la complejidad de los discursos mencionados, en el
equipo los profesionales cuentan con diferentes líneas de formación
teórica.
La evaluación clínica, vendrá a aportar el acotamiento de lo po-
sible en cada caso en particular. Consideramos que esto constituye
una diferencia sustancial con los otros modelos, ya que no siempre
se podrá alcanzar el ideal propuesto por el modelo integral inclusivo
descrito por Irene Corach, ni tampoco se podrá alcanzar la implica-
ción subjetiva o el reposicionamiento del sujeto ante la ley, limitán-
donos en algunos casos a la reducción de Riesgos y Daños.
Es en este punto donde podemos considerar como pretexto, la
medida indicada por el juez, de un texto a definir por el sujeto si es
que este aparece; solo posible y no garantizable, si se considera el
aporte clínico.
Para finalizar, compartimos con ustedes un recorte del Capítulo
X de El Principito, que resuena en nuestra práctica cotidiana y nos
hace pensar en nuestros posibles aportes como disciplina auxiliar
de la justicia: “Porque el rey cuidaba especialmente que su autori-
dad fuera respetada. No toleraba la desobediencia. Era un monarca
absoluto. Pero, como era muy bueno, impartía órdenes razonables.
“Si yo ordenara – decía habitualmente - si yo ordenara a un general
convertirse en ave marina, y si el general no obedeciera, no sería la
culpa del general. Sería mi culpa.”- “Debe exigirse de cada uno lo
que cada uno puede dar - prosiguió el rey. - La autoridad se funda-
menta en primer lugar en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire
al mar, hará la revolución. Yo tengo el derecho de exigir obediencia
porque mis órdenes son razonables. Los adultos son muy extraños,
se dijo a sí mismo el principito durante su viaje”.
170
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
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Prohibición- Prólogo
171
“Dimes, Diretes y Opiniones VS Prácticas,
Discursos y Derechos: a 10 años de la promulgación
de la Ley de Salud Mental de Nación”.
INTRODUCCIÓN
Asombrado y desilusionado… Así me quedé cuando recibí el link
de una de las tantas notas de Infobae, escrita con motivo de los 10
años de promulgación de la Ley Nacional de Salud Mental N°26657.
Asombrado por el título y los dichos que se encuentran en el cuerpo
de la nota… Desilusionado porque se sigue facilitando a la opinión
pública, la ilusión de una opinión personal (o de varias o, peor aún,
su selectividad por parte de alguien, uno, que escribe sobre lo que
elige de los dichos de otros), jerarquizada falazmente como alega-
to de discurso universal. Angustiado por la “caída” (¿?) de ciertos
“ideales” (¿o idealizaciones erráticas?), producto de confiar y seguir
confiando, en que la salud es salud para todos, lejos (muy lejos) de
perdernos en los discursos y más cerca de poner manos a la obra
para lograr ese objetivo... Iluminado por el espíritu de la Ley, por
todos quienes fueron y son mis mentores e invitado a la acción y al
poder decir, por mi compromiso ético y deontológico con el ejercicio
de la profesión y con el orgullo de ser agente de salud que pertenece
a equipos de salud, escribo esta suerte de construcción crítica con
aproximación científica. Gracias a todo ello y a todos ellos.
Comencemos por el título de la publicación: “La rara Ley de Sa-
lud Mental argentina que recela de la psiquiatría y la niega como
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
“Vos olvidate de que sos médica…” “…eso me dijo mi jefa, que era
psicóloga. ‘Acá somos todos iguales’…” (declaraciones de una psi-
quiatra del Servicio de Salud Mental de un Hospital Público). NO
puedo observar quién dijo qué cosa, pero el horror de lo publicado,
creo que será compartido por muchos. Entiendo que, si así se dijo,
así se debería haber denunciado. YA lo dije: el espíritu de la Ley,
jamás desdibujaría la posibilidad de ser de cada quien. Todo lo con-
trario. Y menos, aún, derrumbaría el edificio que cada profesional
construyó, conforme el propio deseo, porque si algo se propone, es
convocar a diferentes profesiones para que tomen semejante tarea a
cargo. ¿Hasta cuándo vamos a dejar que otros repitan sin concien-
cia crítica? ¿No era ese el primer paso para contrariar la patología,
cuando de tanto repetir síntoma, se cristaliza la funcionalidad? Con-
ciencia crítica sería: convocar, configurar, limitar, interpelar, plani-
ficar, intervenir estratégicamente, supervisar, garantizar y sí, soste-
ner que somos todos iguales en materia de derechos, pero, nunca,
si pretendemos estar por encima de los derechos de los otros. Es
más, espabilemos la flojera: convengamos que proclamar derechos,
implica asumir obligaciones y, por ende, tener responsabilidades o,
lo que es lo mismo, tener capacidad de respuesta. Y, por lo tanto, la
respuesta DEBE ser criteriosa y ajustada a la rigurosidad científica,
porque así la requiere toda demanda de atención de la salud. El que
padece NO pide ayuda a un amigo o a un vecino y no porque no se la
puedan dar, sino porque más allá de la empatía, cada quién aporta
sus herramientas y, en el caso del equipo profesional, se le supone
el saber suficiente para desovillar la maraña del dolor: sí, la rela-
ción, entonces, es diferente, es asimétrica y somos responsables (y,
en este sentido, SÍ, asumamos ser iguales).
Sigue la publicación: “La atención en salud mental”, dice el artí-
culo 5, debe estar “a cargo de un equipo interdisciplinario integra-
do por profesionales, técnicos y otros trabajadores capacitados”
en las áreas “de psicología, psiquiatría, trabajo social, enfermería,
terapia ocupacional y otras disciplinas o campos pertinentes”. Así
y todo, uno de los declarantes “…afirma que estas personas no están
capacitadas para tomar decisiones, por ejemplo, de internación.
‘Por su formación, dicho con todo respeto, desconocen lo que es la
psicopatología; pueden formar parte de un equipo interdisciplina-
rio, pero no diagnosticar’…” Cabe aclarar que, la formación profe-
sional del psicólogo, no solamente está validada por las Universi-
175
dades que ofrecen la alternativa, sino que también, cuentan con la
acreditación de la CONEAU y, en sus currículas, se encuentran los
programas de enseñanza pertinentes con toda la psicopatología, la
semiología, el diagnóstico y el tratamiento, que cualquier paciente
con afectación en la esfera de su salud mental, requiere. Es más: NO
es posible este tipo de abordaje, si no es con horas de prácticas ins-
titucionales supervisadas, si no se contempla en contexto comunita-
rio y si no se tiene en cuenta en un marco de derechos. Habría que
indagar qué es lo que ocurre en la formación de grado y posgrado
de las otras disciplinas mencionadas, pero se observa que esos otros
profesionales de la salud, cuentan con tramos de formación específi-
ca en salud mental y comunitaria, de modo que puedan formar par-
te de un equipo en el que, cada quien, desde su incumbencia, estaría
habilitado a tomar una decisión al respecto. Claro está, una vez más,
que las diferencias en esas decisiones, NO quedarían superadas por
una cuestión de sufragio, tal como también se sugiere entre las de-
claraciones de la nota, sino por el entramado de los acuerdos a los
cuales el equipo DEBE llegar, porque se lo DEBE a la gente.
Sí, estoy de acuerdo en que “…el problema no es la interdiscipli-
nariedad…” pero la normativa cuestionada, no está por encima de
la normativa del ejercicio profesional de cada integrante del equipo
de salud, ni mucho menos, por encima de la incumbencia de cada
quien. Todo lo contrario: frente a la aseveración respecto del pro-
blema, señalado como “…la indeterminación de las incumbencias
de cada especialidad…”, la propuesta esencial, radica en que la de-
terminación de la salud mental de una persona, no quede librada al
azar o a la suerte que corra en manos de una sola opinión. Es deses-
perante lidiar con la realidad que, al día de hoy (lamentablemente),
muestra en forma virulenta, el prototipo incuestionable del “loco
peligroso”. Y no sé qué es lo que más desespera: si la viralización de
semejante figura o la de la aceptación acrítica de lo que se muestra…
Vicisitudes de un imaginario cultural que ya no quiero ni imaginar…
¿De qué otro modo explicar que un psicólogo no imparte tratamien-
tos farmacológicos? ¡Si sabemos perfectamente que, a veces, no es
posible abordar por la palabra un descontrol de manifestaciones
conductuales! Nada se puede hacer solamente por la palabra, frente
a una catatonía o a un verdadero descontrol de impulsos. Pero sí, en
una intervención conjunta, donde al menos dos profesionales (pue-
den ser más y es recomendable), frente a la necesidad de interna-
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enfermedad tiene una única causa de riesgo, por eso los agentes de
salud mental y quienes se precien de serlo, debemos estar formados
en la lectura de las diversas situaciones de riesgo por las que todos
nos encontramos condicionados, porque, no todos, contamos con
las mismas estrategias y oportunidades de afrontamiento de lo ad-
verso. En la enfermedad mental, puede haber compromiso estruc-
tural y/o funcional, razón por la cual, seguimos afirmando que no
todas las categorías diagnósticas que figuran en cualquiera de las
clasificaciones internacionales, tienen raigambre exclusivamente
física. Incluso, cuando así ocurre, también el abordaje interdisci-
plinario con compromiso en la rehabilitación, ofrece muy buenos
resultados y muy buenos pronósticos, pasibles de ser sostenidos
en el tiempo. Pero, de hecho, las disfuncionalidades, nos proveen
de otros tantos sentidos, que son esa letra justa para ir elaborando
(siempre) las respuestas que necesita el paciente, no las que qui-
siera el profesional, el equipo de salud, la familia y el otro social,
“eterno juez” de todas y cada una de nuestras acciones… Y a esta
altura me pregunto: ¿se trata realmente de un juicio? ¿O se trata de
inculpar a algunos por la poca o nula capacidad de respuesta o, lo
que es lo mismo, la irresponsabilidad de otros (muchos)? Y retomo,
entonces, una pregunta que no me pertenece: ¿se trata de negar la
enfermedad mental? ¿O de elegir a “uno” para señalarlo y dejarle la
marca como al “chivo expiatorio”? Figura arcaica y paradójicamente
actual y funcional, que toma vida “en la inmediatez de lo mediático”,
fundamentalmente en lo virulento de las redes sociales.
“Es una ley que demoniza al psiquiatra… cuando recomienda
que la medicación no sea dada como castigo sino sólo con fines tera-
péuticos… O sea, presupone que los psiquiatras damos medicación
para castigo” “¡Cómo puede una ley del Congreso decir eso! Raya
con lo delirante…”, descarga indignado otro de los entrevistados. Lo
mismo digo: si se entiende así, es plenamente indignante. Pero el
Artículo 12 (cuestionado literalmente en la publicación), pretende
limitar prácticas antiquísimas que revisten carácter vigente… Accio-
nes no sólo denunciadas en publicaciones oficiales de organismos
públicos, provinciales, nacionales e internacionales, quienes desde
adentro de las instituciones totales han dado cuenta de ellas, sino,
sorpresivamente confirmada por algunos de los que incursionamos
en dispositivos cerrados, donde, lo terapéutico era necesario, pero
no configuraba el fin u objetivo institucional… Es redundante, pero
177
ción, por ejemplo, sean capaces de dar la respuesta que necesita la
persona que sufre y suscribirla al pie, para cuidar una intervención
coherente. ¿Suena muy ideal? No. Aunque eso es lo que escucho.
Pero escuchando mejor o “más allá de lo dicho” y develando entre
líneas, lo que se observa, generalmente, es compatible con un res-
guardo de los profesionales que tienen que intervenir, frente a la
exigencia de trabajo que les comporta la tarea. Sí: un escape por la
tangente o un “vase” o “mutis por el foro”, tal como leíamos (leía-
mos…) en las obras literarias que grandes mentores han concretado
en el arte del teatro, para indicar el momento en el que alguien salía
de escena. Y otra vez, sin actores en la escena, el que pierde es el que
padece…
Pero mal que les pese a algunos (a muchos), todos los profesio-
nales de la salud mental, tenemos la obligación de formarnos en el
abordaje de todos los aspectos que la problemática implica, desde
la consideración del caso por caso y su historia en contexto, has-
ta le necesidad del asesoramiento judicial de una inhabilitación o
incapacidad e, incluso, la declaración de una internación involun-
taria, que dicho al paso, es considerada en la letra de la ley, como
un recurso más, cuando otros no son posibles. ¡Cuánta mala inter-
pretación cada vez que se escucha que, para la ley “…psicólogo y
psiquiatra son equivalentes e intercambiables…”! Lejos, muy lejos
del espíritu del articulado. Y cuánta falta de lectura e interpretación,
toda vez que una de las entrevistadas asegura que “…en concreto, la
ley le quita preeminencia en el diagnóstico y tratamiento de la en-
fermedad mental al profesional médico; habilita a un psicólogo a
diagnosticar psicopatologías, a medicar, a internar y a externar”.
Y si así fue, el ejercicio de ese profesional de la psicología, debería
haber sido puesto a consideración, en principio, de un Tribunal de
Disciplina y/o de la instancia judicial competente.
Sigue el texto: “…No se trata de ignorar los casos de mala pra-
xis pero de ahí a negar la enfermedad psiquiátrica hay un abismo
que el espíritu de la Ley desconoce…” Argumento que promueve la
desazón… Justamente, el reconocimiento tanto de la enfermedad
como de la salud mental, son los observables a partir de los cuales,
se erige el espíritu de la Ley. Increíble que se practique reduccionis-
mo al movimiento de la antipsiquiatría y se lo interprete como a una
desmentida (evidentemente a modo defensivo) del psiquiatra y de la
enfermedad mental y peor, aún, de su etiología. Obviamente no toda
178
ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
BUSCANDO ALTERNATIVAS…
“En consonancia con los conceptos -o preconceptos- de la an-
tipsiquiatría, la Ley 26657 determina también que los hospitales
psiquiátricos deben desaparecer y ser sustituidos por instituciones
comunitarias o dispositivos intermedios. Es lo que se llama des-
manicomialización…” Sí, algo así, se propone concretamente en el
Artículo 11, pero no por suponer “…la violación de derechos… o la
mala atención…” en la práctica de la psiquiatría. Insisto: este pro-
blema es tierra de todos y no se puede suponer solo a una disciplina.
En todo caso, cada agente de salud que quiera intervenir, debería
hacerlo, revisando, en principio, todas las omisiones, que, desde la
historia de la práctica profesional, perpetuaron tantas acciones de-
leznables sobre quienes más nos necesitaron. Esas áreas de vacan-
cia que otros agentes sanitarios dejamos a la deriva, obviamente,
pueden llegar a ser “mal administradas” por quienes hicieron algo
con el sufrimiento, pero desde el desconocimiento; o, en el peor de
los casos, por ser zonas no mensuradas, son teñidas de gris y pau-
latinamente transformadas en peligrosos agujeros negros… Así las
cosas, la propuesta de una sustitución paradójicamente insidiosa,
de instituciones cerradas por dispositivos que reúnan los ajustes ne-
cesarios para el tratamiento debido de la enfermedad mental, es una
propuesta altamente superadora que quedó registrada en la letra
de la Ley: porque son propuestas que tenemos a mano, corrientes,
cotidianas, pero que en su economía (desde donde se las mire), re-
sultan falsamente “costosas”, sólo por una consideración, a la ligera,
179
del exhaustivo trabajo que requieren… Pero más allá de los “costos”,
los “velos”, las excusas y la controversia que genera esta cuestión
en particular (diría que es el punto más álgido del articulado), esos
dispositivos existen y se sostienen (a duras penas y a todo pulmón)
desde antes del 2010. Es más, muchos Proyectos de Extensión Uni-
versitaria dependientes de la UNLP (un ejemplo conocido, entre
otras tantas), que convocan a varias Facultades, han hecho eco de la
situación y promovieron otra expresión y expansión de estos dispo-
sitivos, tomando como base de operaciones al Hospital Interzonal
de Agudos y Crónicos Dr. Alejandro Korn, ubicado en la localidad de
Melchor Romero (Partido de La Plata). Es desde la institución, tam-
bién, que se promueve un salto cualitativo en materia de extensión
a la comunidad, no sólo por contar en sus instalaciones con un Ser-
vicio de Rehabilitación Psicosocial, sino, porque “por fuera de sus
márgenes”, tomaron entidad la Casa de Pre Alta, inaugurada fuera
de los “márgenes” del citado Hospital el 10 de diciembre de 1987;
el Centro de Día Enrique Pichon-Rivière; y el Centro de Día Franco
Basaglia; todos ubicados en diferentes casas del casco urbano de La
Plata, todos con ofrecimiento de coordinación de Casas de Convi-
vencia, todos con el propósito de que, cada quien, tienda a la meta
de la autogestión. Entonces: o no estaría entendiendo el cuestiona-
miento publicado o estaría validando el argumento que presenté…
Los entrevistados siguen insistiendo: “…Todo lo ambulatorio y
los modelos autogestionados es fabuloso, para pacientes que se
encuentran estables, pero en muchas patologías tienen que ser
asistidos. Lo próximo son los pacientes a la calle o a los penales
porque el resultado es criminalizar las patologías psiquiátricas…”
Creo que más allá de las digresiones permitidas, no sería pertinen-
te seguir redundando tanto y no lo digo por miedo a plantear una
“meta argumentación”, sino para no caer en el rodeo de los enun-
ciados acríticos o en las terribles hipérboles en las que, a veces, “se
pierden” las ideas o en el giro sobre el propio eje, como el perro que
insiste en morderse la cola. Definitivamente, el espíritu de la Ley no
es visibilizado y, encima de ello, es tergiversado: la piedra fundante
del articulado, es, justamente, evitar la criminalización de la enfer-
medad mental: ¿recuerdan? La meta se enfoca seriamente en la de-
construcción de la tipología del “loco peligroso”. La acción se centra
en la circulación de la palabra. El lazo social, no es un hilo o una cin-
ta que “ata”, sino una red simbólica que contiene, precisamente, lo
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
que las personas que padecen, no retienen, por eso su lógica se ma-
nifiesta a modo de una “melodía desencadenada” y, en eso, intentan
“modelar su fantasma”. Y sumo otra cuestión que pienso: ¿será que
muchas de las detracciones o muchas de las negaciones generadas
por el articulado, devendrán de “eso que no se logra” cuando no po-
demos confrontar con el propio fantasma?... Un planteo, para poder
pensarnos, frente a lo que se declara en la nota publicada: “…lo de
los derechos humanos es verso. Son idiotas útiles los que levantan
esas banderas, porque detrás sólo hay ajuste”. Categorías arcaicas
para referirse a los que intelectualmente “no encajaban” en la nor-
ma, son utilizadas con el mismo despecho para definir a quienes
creemos en que es saludable “versar” (y seguir versando) sobre lo
que nos corresponde, ni más ni menos, porque resulta inherente al
ser humano: el derecho a la salud y el derecho a vivir en comunidad,
entre tantos.
Pero la nota se pierde en “versos” tales como: “…Para la nueva
ley, la internación involuntaria de un paciente es sinónimo de pri-
vación ilegítima de la libertad…” “…Defienden al paciente como si
fuera un preso…” “…La internación está sospechada desde el va-
mos como algo contrario al derecho…y no en favor de la salud del
paciente y de su entorno familiar y social…” “…Las prevenciones
contra la internación perjudican al paciente pero también a la fa-
milia, a la que la ley pone en el lugar de monstruo si tramita la
internación…” Entiendo el enojo, pero la internación en sí misma,
no constituye privación ilegítima de la libertad, ya se dijo que es
una intervención contemplada en los términos de la Ley; ni, mucho
menos, transforma al paciente en un “preso”: ya es suficiente con
estar “preso” de su dolencia; no es contraria al derecho, es más, el
derecho la contempla; y frente a una internación, la Ley no pone
a la familia en el lugar de un monstruo que la tramita, porque la
internación misma, termina de configurarse en el monstruo para
esa familia: ¿quién no la quisiera negar cuando se propone para al-
guien del propio entorno?... Vuelvo al mismo planteo. Necesitamos:
consideración del imperativo ético (ese que apunta al corazón del
ser), apelación al trabajo interdisciplinario, enfoque en la necesi-
dad de todos los que padecen (incluso la familia), búsqueda de un
lugar para la demanda, planificación estratégica de un abordaje de
la situación, diseño de un tratamiento (y un trato) oportuno y per-
tinente, seguimiento, supervisión, formación (sobre todo), ajuste a
181
la realidad y necesidad imperiosa de una interpretación coherente
del articulado, entre tantas otras acciones que, evidentemente, “en-
carecen” la solución… De más está decir, que, lo que más “cuesta” es
lograr un buen registro y no me refiero exclusivamente al registro de
la “evolución” del paciente en la historia clínica (aunque en muchos
casos el “equipo” de trabajo deja bastante que desear, como equipo
y en el registro en sí mismo), sino a la redacción escrita de todas y
cada una de las intervenciones que se discutieron y se consideraron
en la estrategia de planificación de la situación: ese paso a paso, que
asegura la lógica del buen tratamiento (y, repito, la del buen trato)
y que incluye a quien padece, a la familia, a otros que fueron y otros
que serán parte del contexto y facilitadores del texto que, “el loco
peligroso”, necesita para “conectarse” con lo que le era ajeno y hasta
ominoso, para desligarse de la “atadura” de la institucionalización,
para volver a identificarse, para poder restituirse, para tender a la
autogestión continua (aunque requiera ser asistida) y para poder
verse o, mejor, para “versar” sobre sí, como persona con derechos.
No se trata de rendir cuentas (como también se declaró en la nota),
se trata de dar fe de lo posible, “con el criterio y rigor científico que
cada caso amerita”, tal como respondemos, en equipo, ante los in-
numerables (e interminables) avatares, que recibimos frente a las
conclusiones que formulamos, respecto de la salud y, en particular,
de la salud mental.
Muchas más son las argumentaciones y contra argumentaciones
que ameritan ser puestas en forma en esta presentación, pero tal vez
se convierta en lo que no pretende ser… Sólo agregar, que, eventual-
mente, hay algunas expresiones (a lo largo del texto publicado) que
tienen sus razones y con las que se puede elaborar un acuerdo, pero
siempre superador de la tensión generada por la mera diferencia. Se
tratará, entonces, de aprender, definitiva y seriamente, a intervenir
en la emergencia y ello no implica la interdicción del que sufre, todo
lo contrario: implica interpelar eso que nos limita, lo que nos ensor-
dece, lo que nos enceguece, lo que nos hace “perder el tacto” y nos
encierra en una única dirección, la nuestra. Seguramente estemos
“en un limbo” (tal como declararon los entrevistados) y tal vez hasta
seamos partícipes de “esos delirios” y “esas alucinaciones” o, peor,
los queramos “aplacar” o “apagar” porque no los entendemos y ha-
cemos el esfuerzo de “darles” un sentido (“taponarlos”, en fin), por-
que no sabemos qué hacer… Ergo (ya anticipado): este problema es
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ASOCIACIÓN DE PSICÓLOGOS FORENSES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
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