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Asignatura: Neuropsicología. Facultad de Psicología.

Universidad Nacional de Mar del Plata

DESCRIPCIÓN DE ALGUNAS DE LAS PRINCIPALES POSTURAS


ACERCA DEL PROBLEMA MENTE-MATERIA

Juan Ignacio Galli & Hernán López Morales, 2018

INTRODUCCIÓN

El problema mente-materia es, tal vez, uno de los enigmas más antiguos y fascinantes
de la historia del pensamiento occidental. Emergente de la confluencia entre filosofía y
ciencia, el problema de la relación entre mente y materia está presente en los sistemas
filosóficos de las grandes figuras intelectuales, desde los antiguos griegos hasta la
actualidad.
La gran mayoría de ellos (p.e. el dualismo platónico, el hilemorfismo aristotélico, el
dualismo cartesiano, el empirismo británico, el materialismo francés, el evolucionismo
darwinista, el conductismo ontológico) formula una respuesta de evidente cariz ontológico
ante los dos grandes interrogantes que genera el susodicho problema: la existencia de lo
mental y su interacción con el cuerpo/cerebro (Goñi-Sáez & Tirapu-Ustárroz, 2016).
Éste es un problema central de la Psicología en general, y de la Neuropsicología en
particular. Si esta última es entendida como un intento de conocimiento de lo mental a partir
del estudio científico del cerebro, el problema es fundamental para comprender los
fenómenos explicados.
Con elocuencia y enorme fuerza expresiva, Stephen Priest así lo refiere:

¿Eres tú, lector, un objeto físico complicado y nada más que eso? Si
respondes que no: ¿eres una mente? Si respondes que sí: ¿qué son las
mentes? ¿Cuál es exactamente la relación entre la mente y el cuerpo?
¿Eres una mente con un cuerpo o un cuerpo con una mente? ¿Somos
almas inmateriales que sobreviven a la muerte del cuerpo o lo ha
descartado la ciencia moderna? ¿Eres tu propio cerebro? ¿Cómo se
conecta la materia gris -si es que existe tal conexión- con nuestras
emociones y pensamientos íntimos?
Nos caracteriza el no saber lo que somos. El problema más importante con
que nos enfrentamos al tratar de descubrir lo que somos es el problema
mente-cuerpo, es decir, el problema de la enunciación correcta de la
relación entre lo mental y lo físico o entre la mente y el cuerpo. (Priest,
1994: 13).

Siguiendo a Bunge (1985), al enfrentarse al problema mente-materia es posible


adoptar tres posturas diferentes:

1
1) Considerar que es un pseudoproblema.
2) Considerar que es un problema auténtico pero insoluble.
3) Considerar que es un problema soluble.

Quienes adoptan la primera postura niegan que se trate de un auténtico problema en


base a la afirmación de que lo único que puede ser objeto de estudio científico es la
conducta observable o manifiesta. En esta postura es posible incluir al conductismo (p.e.
Watson), la reflexología (p.e. Pavlov) y el positivismo lógico. En la segunda postura se
incluyen aquellos autores (p.e. Hume, Spencer) que reconocen que el problema mente-
materia es, en efecto, un problema genuino pero que se trata de un problema que no puede
ser resuelto. En otras palabras, sostienen que no sabemos ni podremos saber en el futuro
cómo es que los estados o procesos mentales surgen de o se relacionan con el
funcionamiento del sistema nervioso. En la tercera de las posturas podemos incluir a
quienes, a pesar de reconocer las limitaciones y dificultades asociadas al problema mente-
materia, no desisten en su intento por encontrarle una solución.
Dentro de la tercera postura, es posible distinguir dos grandes tradiciones con base en
distintos modelos ónticos de la realidad, al interior de cada uno de los cuales es posible
incluir diferentes variantes:
(1) los monismos: la realidad está compuesta por una única sustancia, entidad o
proceso, que bien puede ser mental (idealismo o mentalismo) o material
(materialismo).
(2) los dualismos: existen dos entidades ontológicas diferentes: lo mental y lo material.

Cada posición sobre la relación mente-materia (o mente-cerebro, puesto que lo


material ha sido con frecuencia reducido a la estructura cerebral), tiene sus presupuestos y
sus grandes consecuencias epistemológicas y hasta antropológicas. A su vez, al
posicionarse en una de las dos tradiciones mencionadas surgen un conjunto de
interrogantes asociados. Como refiere Mario Bunge (1985), si al hablar de mente y materia
se hace referencia a entidades independientes (dualismos):

¿cómo se mantienen unidas y juntas en el mismo organismo vivo? ¿Cómo


establecieron contacto al principio, cómo se separan al final y qué ocurre
después de la descomposición del cerebro? ¿Cómo se las arreglan las dos
entidades para funcionar sincrónicamente? ¿Qué significa decir que los
estados mentales tienen correlatos neurales? ¿Interactuarían esas
entidades? Y si lo hacen, ¿cómo lo hacen? ¿Cuál es la que domina?
(Bunge, 1985: 19).

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Si, por el contrario, la mente y el cerebro no constituyen entidades distintas
(monismos):
¿es, entonces, la mente corpórea? ¿O es que ocurre lo contrario, es decir,
es el cerebro una forma de la mente? ¿O es cada una manifestación de una
substancia simple inaccesible y subyacente (y, por tanto, neutral)? En
cualquier caso, ¿qué es la mente? ¿Una cosa, una colección de estados, un
conjunto de procesos en una cosa, o absolutamente nada? Y, sea lo que
sea, ¿es sólo física, o es algo más? Y, en este último caso —esto es, si la
mente es emergente con respecto al nivel físico— ¿la podemos explicar
científicamente o sólo puede ser descrita utilizando el lenguaje ordinario?
(Bunge, 1985: 19).

Generalmente se dice que percibir, sentir, recordar, pensar, etc., son estados o
procesos mentales. Dado que todo estado es un estado de una cosa y todo proceso ocurre
en una entidad, el eje de la cuestión radica en identificar qué es lo que menta, es decir, cuál
es la cosa que percibe, siente, recuerda, piensa, etc. Éste es, siguiendo a Bunge (1985) el
verdadero núcleo del denominado problema mente-materia: la identificación del sujeto de los
predicados mentales.
Veamos a continuación en qué consiste cada una de estas posturas, y al interior de
cada una de ellas, qué respuesta particular se ha brindado para resolver el problema.

EL PROBLEMA MENTE-MATERIA O MENTE-CEREBRO


Principales posturas

En la Tabla 1 se exponen, resumidas, cinco posturas monistas y cinco posturas


dualistas.

Tabla 1.
Diez concepciones sobre el problema mente-cerebro. φ representa el cerebro (o lo físico) y
la ψ la mente (o lo mental).

MONISMO DUALISMO

Todo es ψ

IDEALISMO, PANPSIQUISMO, φ y ψ son independientes.

M1 FENOMENISMO D1 Nadie ha llegado tan lejos excepto

Berkeley, Fichte, Hegel, Fechner, Mach, L. Wittgenstein.

James, Whitehead, Teilhard de Chardin

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φ y ψ son otros tantos aspectos o
φ y ψ son paralelos o sincrónicos
manifestaciones de una única entidad
PARALELISMO PSICOFÍSICO
MONISMO NEUTRAL
M2 D2 ARMONÍA PREESTABLECIDA.
CONCEPCIÓN DEL DOBLE ASPECTO.
Leibniz, Lotze, Jackson,
Spinoza, James, Russell,
algunos gestaltistas, el joven Freud.
Carnap, Schlick, Feigl.

Nada es ψ
φ afecta o causa (secreta) ψ
MATERIALISMO ELIMINATIVO
M3 D3 EPIFENOMENISMO.
CONDUCTISMO.
Huxley, Vogt, Broad, Ayer, Puccetti
Watson, Skinner, Turing, Rorty, Quine

ψ afecta, causa, anima o controla φ


ψ es físico
ANIMISMO
MATERIALISMO REDUCTIVO
M4 D4 Platón, San Agustín, Tomas
Epicuro, Lucrecio, Hobbes, Lashley,
Smart, Armstrong, Feyerabend de Aquino, Freud, Sperry, Popper,
Toulmin.

ψ es un conjunto de funciones φ y ψ interactúan


(actividades) cerebrales emergentes
INTERACCIONISMO
M5 MATERIALISMO EMERGENTISTA D5
Diderot, Darwin, Cajal, Descartes, McDougall, Penfield,

Scheneirla, Hebb, Bindra Eccles, Popper, Margolis.

Como puede observarse en la Tabla 1, dentro del monismo y del dualismo pueden
incluirse, principalmente, cinco doctrinas diferenciadas. Por lo general se sostiene que dos
posiciones dentro del monismo (materialismo reductivo y materialismo emergentista) y dos
dentro del dualismo (paralelismo e interaccionismo) son las que cuentan con mayores
desarrollos, argumentos a favor y defensores en la actualidad, por lo que van a ser
descriptas con mayor detalle a continuación. No se incluye dentro de estas posiciones al
materialismo eliminativo (cuya expresión es el conductismo radical) ya que no sólo niega la
existencia de estados y sucesos mentales, sino que también se opone al estudio del sistema

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nervioso como forma de explicar la conducta. Siguiendo a Skinner (1974) se procede
erróneamente al intentar buscar las causas de la conducta estudiando al cerebro, en lugar
de buscarlas en el mundo exterior.

1. MONISMO

1.1. MATERIALISMO NIVELADOR (reductivo o fisicalista): Sostiene que los estados,


sucesos o procesos mentales son estados, sucesos o procesos físicos que ocurren en el
cerebro (SNC). La mente es el cerebro, y este último es entendido como un sistema físico
que sólo difiere de otros sistemas físicos por su nivel de complejidad. Los conceptos mente
y cerebro hacen referencia a una misma y única entidad que presenta, al igual que toda
entidad real, una estructura exclusivamente física. Por tanto, no niegan la existencia de la
mente, aunque consideran que no se trata de una entidad independiente. El carácter
nivelador de esta posición está dado por la propensión a reducir o nivelar los estados,
sucesos o procesos mentales, a los físicos.

1.2. MATERIALISMO EMERGENTISTA: En consonancia con el materialismo nivelador no


niega la existencia de la mente, aunque sostiene que los estados (o sucesos o procesos)
mentales son estados (o sucesos o procesos) del sistema nervioso central o de alguna de
sus partes. Sin embargo, a diferencia de la doctrina anterior, el materialismo emergentista
sostiene que el SNC no constituye simplemente un sistema físico más complejo que otros
sistemas físicos, sino que constituye un biosistema: una cosa o entidad compleja con
propiedades y leyes propias de los seres vivos, algunas de las cuales son particulares del
SNC y no se comparten con otros biosistemas. En este sentido, las funciones mentales
serían propiedades del SNC, emergentes respecto al nivel físico, aunque no reductibles a
procesos puramente físicos (Bunge, 1985).
Para analizar la posición materialista emergentista es necesario considerar dos
conceptos centrales: sistema y emergencia. Un sistema puede ser definido como un
conjunto de elementos o componentes interdependientes, con leyes y propiedades
particulares que pertenecen al conjunto y no a sus elementos constitutivos. Según la
hipótesis sistemista, el cerebro no es un conjunto de unidades aisladas y autosuficientes
(atomismo) ni tampoco una “gelatina homogénea” (holismo), sino que constituye un sistema
de subsistemas (o de órganos) especializados (Bunge, 1979). Por tanto, las propiedades
mentales del SNC son propiedades sistémicas emergentes o, en otras palabras,
propiedades que surgen en base al funcionamiento del SNC como biosistema sólo en
aquellos animales que cuentan con un sistema nervioso extremadamente complejo y
plástico. En esta línea, la física, la química e incluso la biología, si bien necesarias, no son

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suficientes para conocer las propiedades mentales emergentes y las leyes específicas del
SNC, dado que este último es un sistema complejo con múltiples niveles que debe, por
tanto, ser estudiado con el auxilio de todas las ciencias. La concepción sistemista y
emergentista sugiere como estrategia de investigación la de estudiar el cerebro como
totalidad y, a la vez, todos sus subsistemas, sus modos de articulación, y sus relaciones con
otros sistemas y subsistemas orgánicos no neurales (como el sistema endócrino) (Bunge,
1985).
Si bien el materialismo emergentista constituye una superación a las limitaciones
ontológicas y epistemológicas del materialismo reductivo (Bunge, 2007) -en tanto que este
último no da cuenta de los rasgos específicos que posee lo mental y deposita sus
esperanzas en la física como fundamento para la explicación de lo mental- no resuelve el
problema dado que no es propiamente una teoría, sino que se trata de una hipótesis
programática –a la vez científica y filosófica- que sólo proporciona un andamiaje para la
investigación científica de los problemas ligados a la relación entre lo mental y la materia
(Bunge, 1985).

2. DUALISMO

2.1. PARALELISMO: Esta posición, al tratarse de un dualismo, defiende la existencia de


dos conjuntos de entidades, sucesos o procesos distintos: por un lado, los estados o
procesos mentales y, por el otro, los estados y los procesos fisiológicos. Según esta
doctrina, a todo estado mental le corresponde un proceso fisiológico (por lo que no sería
posible la existencia de estados mentales desprovistos de correlatos o contrapartes físicas),
pero la recíproca no es necesariamente verdadera (por tanto, existen procesos fisiológicos
que ocurren en el SNC, pero sin un correlato o contraparte mental). La actuación de ambos
conjuntos (mente y materia) se da en paralelo y de manera sincrónica, aunque no se
establece la existencia de interacciones reales entre los mismos (Goñi-Saéz & Tirapú-
Ustárroz, 2016). La tesis del paralelismo o sincronismo, sostiene Bunge (1985), no
representa un intento de solución al problema sino que establece un supuesto, ya que
precisamente lo que se busca determinar es cuáles son las peculiaridades de lo mental y
cuáles son los mecanismos que explican la existencia de secuencias “paralelas” o
“sincrónicas” de estados fisiológicos y mentales. Argumentar que los fenómenos mentales y
los fenómenos fisiológicos son paralelos o sincrónicos resulta insuficiente a menos que se
especifique con suficiente claridad conceptual qué se entiende por estados o procesos
mentales y cuál es la naturaleza de la relación entre los mismos.

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2.2. DUALISMO INTERACCIONISTA: La mente y el cerebro son dos sustancias diferentes
y autónomas que tienen la potencialidad de interactuar entre sí. Por tanto, afirma que la
mente puede actuar sobre determinados estados y procesos fisiológicos y, recíprocamente,
el cerebro puede actuar sobre determinados estados y procesos mentales. Supone, por
consiguiente, la existencia de relaciones causales entre ambas instancias.
Si bien la primera formulación sistemática de esta propuesta se la debemos al filósofo
francés René Descartes, su actualización contemporánea ha sido articulada por el filósofo
de la ciencia Karl Popper y el neurofisiólogo John Eccles, cuya minuciosa descripción se
encuentra publicada en el libro titulado The Self and Its Brain [El yo y su cerebro] de 1980,
en el que defienden el dualismo psicofísico y el interaccionismo. Veamos a continuación,
una breve descripción de ambas posturas:

2.2.1. Karl Popper: Mundos 1, 2 y 3.


Según Popper, el problema mente-cerebro se plantea en términos de relación
entre los mundos. Plantea la existencia de tres mundos en constante interacción
(Figura 1): El Mundo 3 (ocupado por todos los productos de la mente humana: obras
de arte, tecnologías, teorías científicas, lenguaje humano), que en cuanto creado
disfruta de autonomía, actúa sobre el Mundo 2 (el mundo de los estados mentales,
incluyendo entre ellos los estados, sucesos y procesos de conciencia, las
disposiciones psicológicas y los estados inconscientes) y, a través del Mundo 2 (la
mente, la conciencia) sobre el Mundo 1 (el mundo físico, el universo de las entidades
físicas). La interacción (mente-cerebro) entre los mundos se puede describir tanto
como causación descendente o acción de arriba abajo (influjo del yo sobre el Mundo
1) como causación ascendente o acción de abajo arriba (influjo del Mundo 1 sobre el
yo).
Siguiendo a Popper (citado por Nogueira, 2010), un dolor de muelas es un
estado físico y a la vez mental: si tengo un dolor de muelas ello mismo es una
justificación para asistir a una consulta odontológica, lo que lleva a un conjunto de
acciones y movimientos físicos del cuerpo, siendo los estados mentales los que
explican la acción y el movimiento de ese cuerpo. Este ejemplo permite situar la
interacción entre los mundos 1 y 2, pero también juega un rol importante el mundo 3,
con la cristalización de una herencia socio-cultural, compuesta por sustratos
materiales, sistemas teóricos, mitos explicativos, etc.

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Figura 1.
Interacciones recíprocas de los mundos propuestos por Popper (adaptado de
Nogueira, 2010).

2.2.2. John Eccles: La mente autoconsciente


Situando al neurobiólogo J. C. Eccles dentro del dualismo interaccionista,
revalidado, según él, desde la fisiología y anatomía cerebral, podemos resumir su
pensamiento, de la siguiente manera:
“En este esquema, se considera que los fenómenos conscientes interactúan
con los aspectos fisicoquímicos y fisiológicos del cerebro, gobernándolos en
gran medida. Obviamente, también se produce la relación inversa, por lo
que se concibe una interacción mutua entre las propiedades fisiológicas y
mentales. Aun así, la interpretación presente tendería a restaurar a la mente
en su vieja posición prestigiosa sobre la materia, en el sentido de que los
fenómenos mentales trascienden claramente los fenómenos de la fisiología
y la bioquímica” (Popper & Eccles, 1980: 420).

El pensamiento de Eccles podría estructurarse en torno a tres tesis


fundamentales:
(1) Existe una “causación ascendente/descendente” entre la mente y el cerebro.
Para Eccles, es posible comprobar la acción de la mente autoconsciente sobre la
maquinaria cerebral en fenómenos tales como los movimientos voluntarios, evocaciones
de recuerdos, la percepción consciente en la existencia de la imaginación creadora, la
toma de decisiones, etc.
(2) La estructura de esta causación bidireccional se resuelve en un gobierno de
la mente sobre el cerebro. Este gobierno halla su plasmación en la llamada “unidad de
la experiencia consciente”. El gobierno de la mente autoconsciente sobre el cerebro se
ha de entender en su papel de controlador e intérprete de los sucesos cerebrales. Este

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gobierno se realiza por el carácter fundamentalmente activo de la mente autoconsciente
con respecto a la maquinaria cerebral. La mente actúa sobre los módulos neuronales.
(3) Se afirma una trascendencia de lo mental sobre lo físico que implica una
separación o una gran autonomía de la mente con respecto al cerebro. J. C. Eccles
piensa en la existencia y el funcionamiento de la mente autoconsciente con gran
autonomía con respecto al cerebro. Esta autonomía lo lleva a Eccles a conjeturar acerca
de la no localización espacial de la mente autoconsciente. Otro punto relacionado con la
autonomía de la mente autoconsciente es el de su origen. Eccles rechaza el origen
emergentista de la mente autoconsciente con respecto al cerebro, y admite la idea de la
creación sobrenatural que da razón no sólo del origen de la mente autoconsciente, sino
también de su unicidad e inmortalidad.

Si hubiera que resumir las ideas tanto del neurólogo J. C. Eccles como las del
epistemólogo K. R. Popper, aun habiendo diferencias, se podría decir que: (a) la mente no
es el cerebro; (b) el cerebro no basta para dar razón de los fenómenos mentales; (c) hay en
el hombre, además de la estructura cerebral, otra realidad de naturaleza distinta, no
orgánica, no material, a la que se debe el carácter único de lo humano.

¿CÓMO EXPLICAN LA CONDUCTA Y LA MENTACIÓN LAS PRINCIPALES POSTURAS


CON RESPECTO AL PROBLEMA MENTE-MATERIA?

En la Tabla 2, se exponen las explicaciones, con respecto a la conducta y a la


mentación, que refieren las principales posturas con respecto al problema mente-materia o
mente-cerebro.

Tabla 2.
Diez tipos de explicación de la conducta y de la mentación (Adaptada de Bunge, 1985).

POSICIÓN MONISTA
FILOSOFÍA EXPLICACIÓN DE LA EXPLICACIÓN DE LA
DE LA MENTE CONDUCTA MENTACIÓN
Actividad autónoma y
Manifestación de las obras
espontánea de la mente,
de un espíritu (individual o
IDEALISMO explicable por medio de
universal). No necesita
leyes que sólo utilizan
leyes.
predicados mentalistas.
La conducta y la mentación son manifestaciones de las
obras de un ser que no es material ni mental, que es
MONISMO NEUTRAL
explicable con un conjunto único de leyes junto con dos
proyecciones o traducciones

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Resultado de estímulos. Por
MATERIALISMO tanto, la podemos describir La mentación no existe, por
ELIMINATIVO con leyes del tipo E-R (sin tanto no debe ser explicada
que intervenga el SNC).
Resultado motor de los
METERIALISMO procesos físicos del SNC.
Actividad física del SNC.
REDUCTIVO Por tanto se puede explicar
en términos físicos.
Actividad biológica de los
Resultado de procesos
subsistemas plásticos del
MATERIALIMO biológicos del SNC, por
SNC, por tanto explicable
EMERGENTISTA tanto se puede explicar con
con la ayuda de leyes
la ayuda de leyes biológicas.
biológicas.
POSICIÓN DUALISTA
Los procesos biológicos se Los procesos mentales se
pueden explicar en términos pueden explicar en términos
AUTONOMISMO
puramente fisiológicos, más puramente mentalista, más
posibles términos teológicos. posibles términos teológicos.
Existencia de estados y procesos fisiológicos y mentales. A
PARALELISMO todo estado mental le corresponde un proceso fisiológico,
pero la recíproca no es necesariamente verdadera.
Efecto no motor de la
EPIFENOMENALISMO Resultado motor del SNC.
actividad del SNC.
Resultado motor de los Inexplicable, excepto,
ANIMISMO procesos mentales posiblemente, por procesos
(tendencias, deseos). sobrenaturales.
Autónoma, aunque está
Bajo control dual del cuerpo
influenciada por procesos
INTERACCIONISMO y de la mente. Sólo se
corporales. Inexplicable para
puede explicar parcialmente.
la ciencia.

COMENTARIOS FINALES

El problema mente-materia -o el conjunto de preguntas que giran en torno a la


naturaleza de lo mental y su relación con el cuerpo- constituye uno de los desafíos centrales
del pensamiento occidental y representa una de las brechas más importantes en nuestra
comprensión del mundo natural (Ludwig, 2007). Parte de las dificultades se relacionan con
que el hecho de que tomar postura ante tal problema tiene fuertes implicancias para nuestra
concepción del ser humano: ¿somos el producto de nuestra biología y nuestra cultura,
unidos al mundo natural y, a la vez, atravesados por circunstancias sociales?, ¿o tenemos
una mente inmaterial con sus propias leyes, lo que nos convierte en algo diferente y
separado del mundo natural, especial entre todos los animales?

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La conducta y la mentación son actividades de sistemas que atraviesan diversos
niveles de lo real, niveles que van desde el físico hasta el social. Por tanto, ninguna ciencia
que se ocupe de un solo nivel podrá explicarlas. Siempre que el objeto de estudio es un
sistema con múltiples niveles, lo única estrategia que parece fructífera es adoptar un
enfoque multidisciplinar que abarque todos los niveles intervinientes y sus relaciones
(Bunge, 1985). Wilhelm Wundt alertó, hace más de un siglo, sobre los riesgos de recurrir
exclusivamente a la fisiología como clave explicativa en detrimento de la ciencia psicológica:

Nadie tomará en serio, como una explicación científica, las fantasías


del determinismo fisiológico de una mecánica de las moléculas
cerebrales. En vez de seguir el camino de la investigación
psicológica, se contenta con la indicación de una ciencia imaginaria
del futuro, que por su propia naturaleza nunca podrá concretizarse
(Wundt, 1886: 401).

Actualmente, el ámbito científico, en su afán de volver más parsimonioso el mundo


sensible, es propenso a caer en peligrosos reduccionismos que podrían representar un
peligro inminente para la compresión del mundo en general, y en particular, para integrar la
polaridad entre mente y materia. La psicología no está exenta de ello: “el peligro potencial
del reduccionismo representado por la biologización desmesurada de la psicología puede
significar un franco retroceso de la ciencia, aunque esté disfrazado de alta tecnología”
(Álvarez González, 2009, p. 45). Expresión de ello es el libro The Astonishing Hypothesis
(1994), de Francis Crick, quien plantea:

Tú, tus alegrías y tus penas, tus recuerdos y tus ambiciones, tu


sentido de la identidad personal y libre albedrío, de hecho, no son
más que un vasto conjunto de células nerviosas y sus moléculas
asociadas (p. 3).

En la misma línea, Paul Churchland (1988):

Nuestras explicaciones sobre los comportamientos de unos y de


otros van a recurrir a, por ejemplo, nuestros estados
neurofarmacológicos, nuestra actividad neural en áreas anatómicas
específicas y a otros estados que sean relevantes para nuestra
teoría (Churchland, 1988: 81-82).

¿Podemos acaso reducir la condición humana a una serie de conexiones neurales?


¿Qué limitaciones y alcances tiene sostener una posición así? ¿Acaso es preferible poner
en suspenso la resolución del problema en pos del avance de la ciencia? Si mantener una

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postura así permite no sólo el avance de la ciencia, sino también la resolución –al menos
tentativa- de problemas humanos y sociales, ¿resulta preferible optar por ello?
El éxito de los denodados esfuerzos por conocer en profundidad la naturaleza y
funcionamiento del sistema nervioso y su relación con lo mental depende, en parte, del
desarrollo de investigaciones en las ciencias sociales y las humanidades que ofrezcan un
marco general desde el cual pueda ser interpretado el gran cúmulo de datos disponible. Las
técnicas más precisas para la exploración de cómo funciona el sistema nervioso estarán
completas cuando sus resultados se analicen en el contexto de la vida psicosocial,
integrando tanto los conocimientos estrictamente neurobiológicos como el conocimiento de
que disponemos –por cierto, escaso- sobre las interrelaciones entre la biología y la cultura
(Álvarez González, 2009). Por tanto, el problema mente-materia está lejos de ser resuelto,
pero debe mantenerse vívido el intento de darle una solución, al menos parcial y provisoria,
que ofrezca una franca oposición tanto a las posiciones que niegan o ignoran las leyes
comunes a todas las ciencias, así como a los reduccionismos disfrazados de parsimonia.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Álvarez González, M. A. (2009). Datos blandos para ciencias duras. El camino de la


psicología a las neurociencias. Buenos Aires: Paidós.
Bunge, M. (1985). El problema mente-cerebro. Un enfoque psicobiológico. Madrid: Tecnos.
Bunge, M. (2007). Blushing and the philosophy of mind. Journal of Physiology - Paris,
101(4–6), 247–256.
Bunge, M. (1979). Capítulo 4. La mente. En: Mario Bunge: Tratado de Filosofía. Ontología II:
Un mundo de sistemas. Buenos Aires: Gedisa Editorial.
Churchland, P. M. (1988) Matter and counsciousness. Cambridge: MIT Press.
Crick, F. (1995). The astonishing hypothesis. The scientific search for the soul. New York:
Touchstone,
Goñi-Sáez, F. & Tirapu-Ustárroz, J. (2016). El problema mente-cerebro (I): fundamentos
ontoepistemológicos. Revista de Neurología, 63(3), 130-139.
Litwig, K. (2007). Chapter 1. The Mind-Body Problem: An overview. En S. P. Stich & T. A.
Warfield (Eds.), The Blackwell Guide to Philosophy of Mind (pp. 1–46). Oxford:
Blackwell Publishing Ltd.
Nogueira, G. (2010). El problema mente-materia. Ficha de circulación interna, Cátedra
Neuropsicología, Facultad de Psicología, Universidad Nacional de Mar del Plata.
Popper, K. R. & Eccles, J. C. (1980). El yo y su cerebro. Barcelona: Labor.
Priest, S. (1994). Teorías filosóficas de la mente. Madrid: Cátedra.
Skinner, B. F. (1974). About behaviorism. New York: Knopf.

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