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1. El derecho financiero
Cada recurso financiero obtenido y utilizado en el Estado debe ceñirse a las normas de
derecho financiero vigentes, atendiendo a la situación de cuya competencia se ocupe, ya
fuese desde la obtención directa de recursos de los contribuyentes a través del poder
financiero en su versión tributaria hasta la gestión programada de dichos recursos por
conducto del instrumento de planificación básico del Estado, que es el presupuesto
general, así como la gestión de sus bienes y derechos y la adquisición de financiamientos,
cuando los ingresos recaudados y los recursos propios no resulten suficientes.
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La suma de cada uno de estos componentes pesa en el apropiado manejo de la actividad
financiera estatal y supone para los funcionarios encargados, responsabilidades añadidas
con consecuencias administrativas, civiles y penales, en caso de cumplirse de manera
descuidada o intencionalmente maliciosa.
Otra definición del derecho financiero es que se trata de la rama del derecho público que
se encarga de regular la actividad financiera del Estado, especialmente lo relacionado con
la generación de sus ingresos y la gestión de su gasto, patrimonio y endeudamiento.
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patrimonio y endeudamiento incluidos, y de la que se encargarán cuatro segmentos
normativos, a saber:
Y esto es así, pues, aunque el Estado puede realizar actividades empresariales lucrativas,
su fin no es solamente la generación de riqueza para acumularla y producir más, como
ocurre con una típica empresa privada, sino que esta actividad empresarial estatal es un
medio por el cual este puede cumplir con su fin primordial, que es la satisfacción del
bienestar común de sus administrados.
Tal como nos indica Ferreiro Lapatza, J. J. (2016), los ingresos y gastos del Estado: “Son un
instrumento, un medio para lograr otros fines. La actividad financiera aparece, así, sin
más, como una actividad instrumental, como una condición para la realización del resto de
las actividades del Estado y como un medio para que este consiga sus fines” (p. 17).
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El Estado existe como garante de libertades y como facilitador del bien común de su
población. A fin de lograr estos objetivos primordiales, debe contar con los fondos
suficientes que le permitan realizarlos, así como emprender aquellos proyectos que logren
llegar a la gran mayoría de sus administrados y permitirles la mejora en sus condiciones de
vida.
Para ello, el Estado hace uso de los recursos obtenidos de sus actividades de recaudación
de tributos u operaciones rentísticas y productivas y, mediante su capacidad
gubernamental instalada, implementa proyectos, programas e inversiones que deben
luego revertir en el progreso de todos los que convivimos en el país.
De esta forma, el Estado como empresa transforma factores de producción y crea riqueza
y valor a su población a través de los bienes y servicios que realiza, lo que se traduce en
infraestructura, salud, educación y seguridad. De hecho, el Estado al realizar este proceso
productivo, está reconociendo a quienes han contribuido en su financiamiento, con
proyectos de utilidad que revierten en su bienestar general.
Para que esta relación jurídica sea mejor entendida y organizada se hace necesaria la
existencia de normas especiales que la regulen, de allí la importancia del derecho
tributario como manifestación jurídica de la relación Estado-contribuyente.
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organizada cómo ha de gastar los recursos provenientes de la actividad de recaudación,
rentas y demás actividades productivas en las que participa.
El derecho presupuestario es, por ende, la herramienta principal de gestión del Estado
para la implementación de sus objetivos estratégicos, toda vez que, a partir de esta
proyección de ingresos y egresos organizados y detallados, el Estado por medio de todos
sus estamentos podrá gestionar los recursos obtenidos para el desarrollo y logro de sus
planes, programas e inversiones.
Sin el Presupuesto General del Estado no habría orden, ni reglas claras de manejo, ni
asignación de recursos para cada una de las actividades de este. Y es que el Estado no
solamente debe realizar obras a favor de su comunidad, sino que debe organizarse
adecuadamente a fin de garantizar su operatividad, así como la consecución efectiva de
las inversiones programadas.
Razón por la cual, el Presupuesto General del Estado no solamente contiene la descripción
de los ingresos proyectados y de los gastos estimados, sino también normas de gestión
presupuestaria e incluso de gestión de recursos humanos y acciones de personal de los
funcionarios que forman parte de la organización estatal.
Si asimilamos al Estado a una economía familiar, en la que los recursos se limitan a los
ingresos generados por los jefes de familia, sin un presupuesto que dicte con cuánto se
cuenta para cubrir las necesidades de funcionamiento del hogar, y de allí en adelante los
usos no primordiales, probablemente, la economía familiar presentaría inconsistencias
graves que podrían degenerar en situaciones de inestabilidad, iliquidez y
sobreendeudamiento.
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tanto para cubrir los gastos de funcionamiento de toda la estructura gubernamental como
los fondos disponibles para los proyectos de inversión.
De igual manera, la Ley del Presupuesto General del Estado sirve de herramienta de
control y rendición de cuenta, obligaciones propias de la actividad estatal en general, ya
que describe la gran mayoría de los gastos permitidos, así como las inversiones que se
deben realizar durante la vigencia anual correspondiente, y constituye el parámetro que
se debe utilizar al momento de verificar la ejecución efectiva de los planes de gobierno.
Por el principio de seguridad jurídica, es requisito sine qua non que existan normas
expresas y aplicables a la administración de tales bienes, rentas, impuestos,
contribuciones y servicios del Estado, para lo cual tanto la Constitución Política de la
República de Panamá como el Código Fiscal, las leyes orgánicas especiales y otras normas
complementarias y procedimentales han demarcado el alcance de las facultades de los
servidores públicos con respecto al uso y disposición de los bienes estatales.
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denominadas de crédito público, o como son conocidas en nuestro país, las normas de
responsabilidad social y fiscal.
Esta normativa constituye un marco de referencia obligatorio para los gestores financieros
del Estado al que deben ceñirse, a fin de garantizar niveles sostenibles de endeudamiento,
procurando que el déficit presupuestario del Estado para la vigencia correspondiente
disminuya o se mantenga en los máximos establecidos.
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En resumen, la finalidad de las normas de responsabilidad social y fiscal es disminuir la
dependencia estatal del endeudamiento con terceros para sufragar los gastos y las
inversiones programadas en el Presupuesto General del Estado para la vigencia
correspondiente.
Por la complejidad que conlleva la gestión integral del Estado, el derecho financiero como
rama del derecho público requiere un estudio y una atención individualizados.
El alcance del derecho financiero viene dado por su definición, por lo que todo en lo que el
Estado esté involucrado, ya sea que implique generación de ingresos o gestión de gastos y
su patrimonio, requiere un tratamiento especial tanto de origen como de gestión,
disposición y rendición de cuentas.
En este sentido, el derecho financiero, si bien se apoya en otras ciencias sociales como la
economía, la estadística, la sicología y la política, con las que mantiene una estrecha
colaboración, no deja de tener un tratamiento único, ya que debe asimilar cada uno de
esos apoyos científicos sociales, en el deber ser del ordenamiento jurídico que lo
compone.
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Y es que el Estado funciona a partir de la delegación de la libertad que sus ciudadanos han
cedido voluntariamente a través de su sistema democrático para el desarrollo y
satisfacción del bien común. Por esta razón, quienes dirigen y gestionan al Estado se
deben a un código de conducta expresamente consagrado en la ley, con disposiciones
claras y de aplicación inmediata, de cuyo cumplimiento efectivo dependerá no solamente
el logro de los objetivos estatales, sino también el surgimiento de responsabilidades
civiles, administrativas y penales para quienes no las cumplan.
Por todo lo anterior, si bien para las actividades financieras en general existen normas que
podrían ser asimilables a la gestión financiera estatal, la especial naturaleza de este
requiere de un tratamiento diferenciado, pues a los riesgos inherentes a las actividades
financieras, en general, se suman las responsabilidades que tienen los interlocutores del
Estado en el manejo y disposición de los bienes y recursos a su cargo, así como el
cumplimiento de los objetivos generales.
Con el derecho tributario se trata de una relación de género a especie, es decir, este es
uno de los ejes más determinantes y con los que se asocia generalmente el desarrollo del
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derecho financiero. Debemos entender que el derecho tributario es el que se encarga de
normar lo concerniente a la generación de ingresos a través de la recaudación tributaria.
Esto es así, pues por definición el derecho financiero regula la actividad financiera estatal,
especialmente la relacionada con sus ingresos y gastos. Y es en el ámbito de los ingresos
del Estado que el derecho tributario toma preponderancia, pues este busca ordenar las
relaciones que se derivan entre el Estado como sujeto activo de la obligación tributaria y
los contribuyentes, en general, como sujeto pasivo.
El derecho tributario, por ende, es la rama del derecho financiero con la que el ciudadano
de a pie puede más fácilmente identificar su alcance, pues ilustra la obligación que tiene
toda persona residente en Panamá de contribuir con el Estado para el sostenimiento,
tanto del funcionamiento de su organización como de la gran mayoría de los servicios
básicos que son de responsabilidad primaria del Estado, como educación, salud,
infraestructura y seguridad básica.
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Tanto en el caso del derecho bancario como en el del mercado de valores, la interacción
del derecho financiero con ambas ramas debe entenderse a partir de dos relaciones que
interactúan simultáneamente en ambos mercados regulados de manera diferenciada: el
Estado como supervisor y también como usuario.
De esta relación también se derivan los procesos de ingreso al mercado, como lo son el
otorgamiento de licencias, seguimiento y control de su comportamiento como empresas
supervisadas y, finalmente, su cese de operaciones en el mercado, ya fuese por
liquidaciones voluntarias o forzosas. El Estado por cada una de estas actividades genera
ingresos por otorgamiento de licencias, autorizaciones, inspecciones y aplicaciones de
sanciones.
Por otro lado, el Estado, como usuario del mercado bancario, participa activamente a
través de la adquisición de productos bancarios tanto de naturaleza pasiva (cuentas de
ahorros, cuentas corrientes, depósitos a plazo fijo) como de naturaleza activa (préstamos,
líneas de créditos, adelantos o como deudor cedido en caso de líneas de descuentos o
apertura de cartas de créditos). Por estas actividades, el Estado puede percibir ingresos
provenientes de intereses compensatorios por dinero depositado, mientras que al adquirir
obligaciones contractuales deberá pagar intereses compensatorios y hasta comisiones.
Así mismo, en el mercado de valores, el Estado participa activamente tanto como emisor
de títulos de deuda a corto plazo (letras, pagarés) o a largo plazo (bonos, bonos
soberanos, etc.) y, de igual manera, puede participar en calidad de inversor mediante la
adquisición de emisiones de terceros de títulos valores y otros activos financieros. Por
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estas actividades, el Estado puede percibir ingresos provenientes de rendimientos de
inversiones por ventas o pago de intereses, y en el caso de sus títulos emitidos, el Estado
logra recaudar del público inversor financiamientos a mejores condiciones de las que
podría obtener a través de obligaciones contractuales de crédito, todo ello con la
correspondiente obligación del pago de intereses convenidos y los gastos asociados a la
emisión.
Tanto “poder” como “financiero” son conceptos que relacionados en una sola idea
producen una construcción con impacto significativo. Cada uno por sí solo representa un
factor que involucra capacidad de hacer (poder) y la forma de lograrlo (dinero).
Ahora bien, la capacidad del Estado de actuar proviene de las normas positivas aplicables
en todas sus manifestaciones (Constitución, tratados internacionales, leyes, reglamentos),
mientras que los recursos financieros se originan ya sea de fuentes propias, tales como
recaudatorias (impuestos, tasas y contribuciones), productivas (explotación de sus activos)
y dispositivas (venta de sus activos), así como de fuentes externas (nacionales e
internacionales). Y a partir de la generación y obtención de estos recursos financieros, el
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Estado deberá procurar el logro de sus objetivos mediante la programación periódica del
gasto público y la inversión.
Abordaremos, entonces, el origen del poder financiero estatal en todas sus formas, su
alcance, desarrollo, efectos y controles, así como las relaciones que se derivan de su
ejercicio.
En cuanto al poder financiero, debemos entender que se trata de la capacidad legal que
detenta el Estado para realizar actividades financieras, tales como la generación de
ingresos ya fuese por actividad de recaudación, rentística o productiva, incluso por medio
de endeudamiento, así como a la gestión de sus gastos de funcionamiento e inversión.
Facultad de los entes públicos para desarrollar la actividad pública con sometimiento
a la ley y al resto del ordenamiento jurídico. El poder financiero es el poder para
regular el ingreso y el gasto público.
*…+
En la actualidad, el poder financiero se concibe como el conjunto de competencias
constitucionales y de potestades administrativas de que disponen los entes públicos
territoriales e institucionales para desarrollar la actividad financiera de obtención de
ingresos y ordenación de gastos y pagos (pp. 11-12).
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1.2.2. Distribución funcional del poder financiero en
Panamá
A nivel nacional, el poder financiero es ejercido principalmente por los Órganos Legislativo
y Ejecutivo.
En lo que concierne a la distribución del poder financiero a nivel local, este descansa en
los municipios a través de sus consejos municipales y el alcalde.
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Es meritorio aclarar que por mandato constitucional tanto el poder financiero nacional
como el local están sujetos al control y fiscalización de la Contraloría General de la
República y la jurisdicción y competencia del Tribunal de Cuentas.
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Cada uno de estos numerales citados son calificados como leyes orgánicas.
Incluso, una vez aprobadas por la Asamblea Nacional, el trámite de sanción, promulgación
e implementación de estas leyes orgánicas corresponde al Órgano Ejecutivo.
Ahora bien, en el caso del poder financiero local, el artículo 242 de la CPRP establece las
funciones del Consejo Municipal, que incluye la aprobación de su presupuesto de rentas y
gastos, así como la aprobación y eliminación de impuestos, contribuciones, derechos y
tasas y la fiscalización de la administración municipal.
Mientras tanto, el artículo 243 de la CPRP dicta como algunas de las funciones del alcalde:
presentar los acuerdos de presupuesto de rentas y gastos y ordenar los gastos locales.
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El artículo 280 de la CPRP señala entre las funciones de la Contraloría General de la
República, llevar las cuentas nacionales, incluida la deuda interna y externa, fiscalizar
todos los actos de manejo de fondos y otros bienes públicos, examinar, intervenir y
fenecer las cuentas de los funcionarios que manejen o custodien fondos y otros bienes
públicos, realizar inspecciones o investigaciones para determinar la corrección de las
operaciones que afecten patrimonios públicos, recabar informes sobre gestión fiscal de las
dependencias públicas, establecer los métodos de contabilidad de las entidades públicas e
informar a la Asamblea Nacional sobre viabilidad de solicitudes de créditos
suplementarios o extraordinarios, entre otras (Art. 280, Constitución Política de la
República de Panamá, 2015).
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Este sistema resulta muy atractivo para el establecimiento de empresas o domicilios
fiscales de personas naturales extranjeras cuyas fuentes de ingresos provienen en todo o
principalmente del exterior.
Ahora bien, en cuanto a la organización local del sistema tributario panameño, este se
divide primordialmente por circunscripciones territoriales y competencias legales.
Asimismo, de acuerdo con los artículos 2, 3, 4 y 5 del CPT se describe y se definen los
conceptos de tributos y sus clases, entendiéndose por tributos las prestaciones
pecuniarias que el Estado exige en ejercicio de su potestad tributaria y como consecuencia
de la realización del hecho imponible previsto en la ley, al que esta vincula el deber de
contribuir con el objeto de satisfacer necesidades públicas (Art.2, Ley 76, 2019).
El CPT clasifica a los tributos en impuestos, tasas y contribuciones especiales, y los define
como sigue:
Los impuestos son tributos cuya obligación tiene como hecho generador una conducta
descrita por la ley, que obliga al contribuyente sin una contraprestación estatal
individualizada relativa a este (Art. 3, Ley 76, 2019).
Por su parte, las tasas son tributos cuya obligación tiene como hecho generador la
prestación efectiva de un servicio por una entidad pública o el aprovechamiento de un
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bien público individualizado, o que se refiera, afecte o beneficie de modo particular al
obligado tributario o contribuyente y cuyo monto debe corresponder al costo o
mantenimiento del servicio (Art. 4, Ley 76, 2019).
Las contribuciones especiales, por su lado, son tributos cuya obligación tiene como hecho
generador beneficios especiales derivados de la realización de obras públicas o de la
prestación o ampliación de servicios públicos y por contribuciones especiales a la
seguridad social (Art. 5, Ley 76, 2019).
Mientras tanto, cuando un contribuyente paga el peaje o tasa por el uso de autopistas o
corredores viales, recibe el beneficio inmediato de acortar distancias y reducir tiempo por
el uso de una infraestructura vial alternativa al sistema vial existente.
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servicio público prestado por una empresa privada concesionada, la tasa recibe el nombre de
precio público.
En el caso de las contribuciones especiales, los fondos recaudados por la actividad tributaria
deben ser utilizados específicamente para el objeto de la recaudación, ya sea para su
financiamiento, o por el costo de la obligación.
En el caso de las tasas, estas serán cobradas por la entidad o concesionario estatal encargado
de gestionar el bien o servicio público utilizado por el contribuyente.
Y tratándose de contribuciones especiales la de seguridad social, la CPT en su artículo 5 asigna tal
capacidad a la Caja de Seguro Social.
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