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PLASTICO

El plástico es un material constituido por compuestos


orgánicos o sintéticos que tienen la propiedad de ser
maleables y por tanto pueden ser moldeados en objetos
sólidos de diversas formas. Los plásticos son
normalmente polímeros orgánicos de alto peso
molecular. Usualmente son sintetizados, comúnmente a
partir de derivados químicos del petróleo
(petroquímicos). Sin embargo, también existen, un
número muy pequeño de plásticos hechos a partir de
fuentes renovables, tales como el ácido poli
láctico derivado del almidón de maíz o
la celulosa derivada del algodón. También existen
plásticos producidos por bacterias como
los polihidroxialcanoatos. El plástico está clasificado de la
siguiente manera: PET O PETE Tereftalato de polietileno,
HDPE Polietileno de alta densidad, PVC Policloruro, LDPE
Polietileno de baja densidad, PP Polipropileno, PS
Poliestireno, OTROS Mezclas de plástico.
Algunas propiedades físicas y químicas del plástico son:
Fisicas: Aislante acústico, Aislante eléctrico, Aislante
térmico, Baja densidad y Impermeabilidad
Químicas: Resistentes a ataques de ácidos y bases, No
se oxida, Resisten, Se degradan

En el comportamiento ambiental del plástico las cifras


oficiales señalan que más del 85% de las toneladas de
residuos derivados de productos fabricados con plástico
nunca han pasado por un contenedor de reciclaje. Buena
parte de estos productos que no se reciclan quedan
como potenciales agentes contaminantes del ecosistema.
O se eliminan mediante procesos no recomendados lo
que facilita la emisión de gases contaminantes a la
atmósfera o se arrojan a espacios naturales o vertederos
aumentando el volumen de materiales sin procesar. Al
permanecer innecesariamente en el entorno, estos
residuos dañan la fauna y las especies que lo habitan.
Hoy en día solo el 9% de todo el plástico que hemos
producido y consumido hasta la actualidad a nivel
mundial se ha reciclado, el 12% se ha incinerado, y la
gran mayoría, el 79%, ha terminado en vertederos o en
el medio ambiente. Los objetos de plástico también
pueden llegar al mar desde vertederos, por el agua que
fluye por los mismos. Además, también
encontramos plásticos en el mar que proceden de
vertidos de basura deliberados, de vertidos accidentales
desde barcos, o de los efluentes de las estaciones
depuradoras y plantas de tratamiento de aguas
residuales. El 80% de los residuos que encontramos en
el mar proviene de tierra, mientras que el 20% restante
de la actividad marítima.
Hay pocos estudios sobre la producción de plásticos, lo
que también afecta al clima y la calidad del aire. Sin
embargo, un estudio publicado recientemente en Nature
Sustainability, los investigadores revelan que la huella de
carbono global de los plásticos se ha duplicado desde
1995, alcanzando 2.000 millones de toneladas de CO2
equivalente (CO2e) en 2015. Esto representa el 4,5 por
ciento de las emisiones globales de gases de efecto
invernadero, y es más de lo que se pensaba
anteriormente. Durante el mismo período, la huella de
salud global de los plásticos por la contaminación del aire
por partículas finas aumentó en un 70 por ciento, lo que
provocó aproximadamente 2,2 millones de años de vida
ajustados por discapacidad en 2015.
Cuando un envase, bolsa o botella de plástico cae al
suelo, rápidamente se produce la liberación de
sustancias tóxicas que van a dañar sus propiedades. Y
no solo eso, lo más probable es que se acaben filtrando
por el subsuelo, afectando así a las aguas subterráneas y
nutrientes del suelo.
Como consecuencia todas las especies que se alimenten
de esa agua o de las plantas que crecen en él, acabarán
dañadas.
Ya sabíamos que había fragmentos minúsculos de este
material que llegaban a los mares, donde podían ser
ingeridos por la fauna marina yendo así a parar a los
alimentos que consumimos los humanos. Pero ahora
resulta, lo cual quizá sea más alarmante, que un estudio
reciente ha dado a entender que también es habitual que
las partículas o las fibras de plástico se encuentren en el
agua potable.
¿Hasta qué punto deberíamos preocuparnos?

El estudio lo llevaron a cabo varios investigadores


universitarios, pero en vez de ser revisado por otros
investigadores en una revista científica, lo encargó y lo
publicó una empresa de medios de comunicación. Esto quiere
decir que necesitamos más estudios antes de que podamos
estar seguros de que las micropartículas de plástico en verdad
están tan extendidas como indica el nuevo trabajo. Desde
luego, cabe la posibilidad de que muchas muestras de agua
potable contengan plástico, dado que se trata de un material
de lo más común que pasa al medio ambiente con mucha
frecuencia en forma de basura así como de
las fibras procedentes de las prendas de vestir confeccionadas
con materiales artificiales. Seguramente los tratamientos
potabilizadores no consiguen eliminar las partículas. Por
ejemplo, las técnicas de sedimentación consisten en permitir
que las motas de arcilla, limo o materia orgánica se depositen
en el fondo de un tanque de purificación. Muchas
micropartículas de plástico son menos densas que el agua, así
que flotan y no se pueden eliminar.

Pero lo que tampoco sabemos es qué ocurre con esos micro


fragmentos una vez que están en el intestino. Podría ser que
pasasen a través del cuerpo sin ser absorbidos, igual que la
fibra no digerible de los alimentos. Sin embargo, cuanto más
pequeños sean, más probable es que lleguen al torrente
sanguíneo e incluso a las células.

El estudio en cuestión buscaba partículas de plástico mayores


de 2,5 micras, que son unas 10 veces más pequeñas que las
células que revisten el intestino. Las nanopartículas de 0,1
micras o menos es más probable que penetren en las células,
pero no sabemos si están presentes en el agua potable
porque los investigadores no las buscaron.

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