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Valor y plusvalía
IV. Plusvalía y capitalismo
El proceso de acumulación
V. La acumulación y el ejército de reserva
1. La reproducción simple
Supongamos que toda la industria está dividida en dos grandes ramas: en la I se producen
medios de producción y en la II se producen artículos de consumo. Para que se cumplan las condiciones
de la Reproducción Simple, el capital constante usado debe ser igual a la producción total de la rama de
bienes de producción, y el consumo combinado de capitalistas y obreros debe ser igual a la producción
total de la rama de artículos de consumo. El valor del capital constante usado en la rama de artículos de
consumo debe ser igual al valor de las mercancías consumidas por los obreros y capitalistas dedicados a
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Camila Olivera, 893905
Juan Camilo Gutman, 898791
producir medios de producción, esta puede llamarse, la condición básica de la Reproducción Simple. La
producción total de medios de producción y de artículos de consumo conforman la oferta social de
mercancías. El ingreso se divide en tres categorías: el ingreso del capitalista que éste debe gastar en
medios de producción si ha de mantener su posición como capitalista, el ingreso del capitalista que éste
es libre de gastar en el consumo (plusvalía) y el ingreso del trabajador (salario), esto constituye la
demanda total de mercancías.
En la Reproducción Simple el fin último que persigue el capitalista son los valores de uso. Este
supuesto implica la abstracción de lo más esencial en el capitalista: su interés en ampliar su capital.
Realiza esto convirtiendo una parte de su plusvalía en capital adicional. Su capital acrecentado le
permite entonces apropiarse aún más plusvalía, que a su vez convierte en capital adicional, y así
sucesivamente. Este es el proceso conocido como acumulación del capital; constituye la fuerza motriz
del desarrollo capitalista. El capitalista, como lo observa Marx, tiene una pasión por la riqueza como tal,
siendo este un efecto del mecanismo social del que es parte. La forma de circulación D- M-D', es,
objetivamente, un proceso de expansión del valor. Este hecho se refleja en el fin subjetivo del
capitalista. El deseo del capitalista de aumentar el valor que controla (de acumular capital) proviene de
su posición especial en una forma particular de organización de la producción social.
El capital tiene una sola cualidad, la de poseer magnitud. Un capitalista puede distinguirse de
otro solamente por la magnitud del capital que representa. El éxito en la sociedad capitalista, por lo
tanto, consiste en aumentar el capital propio. La mayor cantidad de plusvalía y también, por lo mismo, el
mayor poder de acumulación corresponde al capitalista que emplea los métodos técnicos más
avanzados y eficientes; en consecuencia, el afán de perfeccionamiento es general. Pero los nuevos y
mejores métodos de producción exigen mayores desembolsos de capital. El desarrollo de la producción
capitalista hace necesario aumentar constantemente la cantidad de capital desembolsado y la
competencia hace que cada capitalista individual sienta las lo obliga a acrecentar constantemente su
capital a fin de conservarlo.
Por ahora nos interesa investigar los efectos de la cantidad acrecentada del capital variable, o lo
que viene a ser lo mismo, la demanda acrecentada de fuerza de trabajo, que va implícita en el proceso
de acumulación. Para este fin podemos tomar simplemente las relaciones cuantitativas de oferta y
demanda que son necesarias para mantener el equilibrio de la Reproducción Ampliada.
Las exigencias del capital que se acumula pueden exceder el aumento de la fuerza de trabajo o
del número de trabajadores; la demanda de trabajadores puede exceder la oferta y, por consiguiente,
los salarios pueden subir. Tarde o temprano se llegará a un punto en que las exigencias de la
acumulación empiecen a sobrepasar la oferta de trabajo acostumbrada y, por lo tanto, tenga lugar una
elevación de salarios.
La solución de Marx a este problema gira alrededor de su famoso concepto del “ejército de
reserva del trabajo”, o como también lo llamó, la “población excedente relativa”. El ejército de reserva
consiste de obreros desocupados que, mediante su competencia activa en el mercado de trabajo,
ejercen una presión constante, hacia abajo, en el nivel del salario. El ejército industrial de reserva
durante los períodos de estancamiento y de prosperidad media, gravita sobre el ejército activo de
trabajo; durante los períodos de sobreproducción y paroxismo, pone freno a sus pretensiones. La
población excedente relativa es, por lo tanto, el pivote sobre el cual opera la ley de la demanda y oferta
de trabajo. El ejército de reserva se recluta principalmente entre aquellos que han sido desplazados por
la maquinaria.
Los capitalistas individuales, cada cual, da por supuesto el nivel de los salarios y procura obtener
las mayores ventajas posibles. Al introducir maquinaria, por lo tanto, no hace más que tratar de reducir
su nómina de pagos. El efecto neto de esta conducta general de los capitalistas, sin embargo, es el de
provocar el desempleo, que a su vez actúa sobre el nivel del salario mismo. En términos del movimiento
del capital social total, la mecanización significa un alza en la composición orgánica del capital, es decir,
un aumento en los gastos de los capitalistas en maquinaria y materiales, a expensas del trabajo.
Junto a la eliminación del trabajo por la maquinaria, las crisis y las depresiones toman su lugar
como mecanismo capitalista específico para reconstruir el ejército de reserva cada vez que éste se ha
reducido a proporciones peligrosamente pequeñas. En la fase de prosperidad del ciclo económico el
Empleo Industrial gana a expensas del Ejército de Reserva; por otra parte, a la crisis y la depresión
corresponde una contracción del Empleo Industrial mientras el Ejército de Reserva crece. El sistema de
producción incluye tanto el Empleo Industrial como el Ejército de Reserva. El sistema contiene en sí un
mecanismo para regular el nivel de los salarios y, por lo tanto, para mantener el de las ganancias.
Los cambios en los métodos de producción son considerados, en la teoría de Marx, como
condiciones necesarias para prolongar la existencia de la producción capitalista. Pues es principalmente
por medio de las innovaciones tecnológicas para economizar trabajo, como se recluta el ejército de
reserva, y sólo por la existencia continua del ejército de reserva pueden sobrevivir la plusvalía y la clase
que ella sostiene.
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VI. La tendencia decreciente de la tasa de ganancia
La tendencia decreciente de la tasa de ganancia tiene que ver con el crecimiento sostenido de la
composición orgánica del capital producto del continuo crecimiento de la productividad del trabajo. Esto
constituye un obstáculo al desarrollo indefinido de la producción capitalista que no obstante puede ser
balanceado o contrarrestado por tendencias que se le oponen. La tasa de ganancia es, según Marx, la
fuerza impulsora de la producción capitalista. He aquí la importancia de este asunto.
Marx menciona seis causas que contrarrestan y anulan la ley general de la tasa de ganancia;
Sweezy desarrolla cinco: el abaratamiento de los elementos del capital constante, el aumento de la
intensidad de explotación, la depresión de los salarios por debajo de su valor, la sobrepoblación relativa
y el comercio exterior. La primera mantiene baja la composición orgánica del capital, en tanto esta es
una expresión de valor. Las siguientes cuatro elevan la tasa de plusvalía.
Luego bajo §3, sección titulada “Una crítica a la ley”, Sweezy se pregunta si será correcto
suponer que la tasa de plusvalía permanece invariable mientras crece sostenidamente la
composición orgánica del capital, lo cual implica un crecimiento sostenido de la productividad del
trabajo. De aquí resulta que lo normal será que la composición orgánica del capital y la tasa de
plusvalía se muevan en el mismo sentido y, por lo tanto, que la tasa de ganancia crezca o se
deprima dependerá de cual de los dos componentes de la tasa de ganancia crezca más.
Por último, Sweezy menciona más fuerzas a tener en cuenta: los sindicatos y l acción del
Estado a favor de los trabajadores, tendientes a deprimir la tasa de ganancia; las organizaciones
patronales, la exportación de capital, la formación de monopolios y la acción del Estado a favor del
capital, tendientes a elevar la tasa de ganancia. Agrega que, del mismo modo que el tratamiento de
Marx de este tema no fue ni sistemático ni completo, la lista que propuso de fuerzas a también
tenerse en cuenta no agota los factores que influyen en la tasa de ganancia.
Crisis y Depresiones
VIII. La naturaleza de las crisis capitalistas
Un rasgo necesario para una sociedad es tener una moneda o medio de cambio
aceptado. Con esto, es posible pasar de una forma de cambio M-M (trueque) a la forma M-D-M
(producción simple de mercancías). Dicha transición permite ahorrar tiempo ya que el productor
ya no se encuentra sujeto a encontrar en el mercado a otra persona que tenga lo que él
necesita y necesite lo que él tiene.
Existe la posibilidad de que, en dicha forma de organizarse la producción (M-D-M), se
produzca una crisis; esta consiste en una interrupción en el proceso de la circulación trayendo
como consecuencia existencias de mercancías invendibles y necesidades insatisfechas (Crisis
de sobreproducción).
Bajo la producción simple de mercancías, si bien la crisis de sobreproducción es
posible, es más bien improbable que suceda.
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2. La ley de Say
Este análisis se realizó bajo el supuesto que las mercancías se venden a su precio de
equilibrio. Pero si se abandonara dicho supuesto, surgiría una nueva causa de descenso de la
tasa de ganancia del capitalista.
Marx plantea que, al competir los capitalistas en el mercado por la fuerza de trabajo, los
salarios aumentan. Es decir que, el ejército de reserva disminuye y los salarios aumentan.
Ahora, si todos los demás factores permanecen iguales, la plusvalía (trabajo no pagado)
disminuye en proporción. Esto provocaría una reacción, caracterizada por una restricción de la
actividad inversionista, que trae como resultado la crisis. En otras palabras, las causas de las
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crisis Marx se la atribuye a la reducción del ejército de reserva y el alza de salarios que traen
aparejado una disminución de la tasa de ganancia.
Por otra parte, Marx consideraba a la crisis como una fase del desarrollo capitalista; es
decir, la interpretaba como algo más que “malos tiempos”. De esta forma, la crisis consiste en
el mecanismo necesario para remedar los resultados negativos derivados de un periodo
caracterizado por un ritmo elevado de acumulación.