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ENDERLE PEÑA, CARLOS ENRIQUE

NO. DE CTA. 4 – 0211886 - 0


ECONOMÍA Y COMUNICACIÓN
20 DE JULIO DE 2002

REPORTE DE LECTURA DE LOS CAPITULOS XXI Y XXII DE EL CAPITAL


DE KARL MARX

El proceso de acumulación del capital supone su proceso de circulación. El capitalista que produce
el plusvalor, es decir, el que directamente succiona de los obreros trabajo impago y lo fija en
mercancías, es por cierto el primer apropiador, pero en modo alguno, el propietario último de ese
plusvalor. Posteriormente tiene que compartirlo con capitalistas que desempeñan otras funciones
en el conjunto de la producción social, con los terratenientes, etc. El plusvalor se escinde en varias
partes.

CAP. XXI REPRODUCCIÓN SIMPLE

Todo proceso social de producción es al mismo tiempo proceso de reproducción. Ninguna


sociedad puede producir sin reconvertir continuamente una parte de su productos en medios de
producción o elementos de la nueva producción.
El plusvalor asume la forma de un rédito devengado por el capital en cuanto al incremento
periódico del valor del capital o el fruto periódico del capital que se procesa.
Si al capitalista este rédito sólo le sirve como fondo de consumo o lo gasta tan periódicamente
como lo obtiene, se verifica, siempre que las demás condiciones se mantengan iguales, una
reproducción simple.
La introducción al proceso de producción es la compra de la fuerza de trabajo por un tiempo
determinado, pero al obrero sólo se le paga después que su fuerza de trabajo ha actuado y cuando
ya ha realizado en mercancías tanto su propio valor como el plusvalor.
El capital variable, pues, no es más que una forma histórica particular bajo la que se manifiesta el
fondo de medios de subsistencia o fondo de trabajo que el trabajador requiere para su
autoconservación y reproducción, fondo éste, que, en todos los sistemas de la producción social,
tiene siempre que producir y reproducir.
El valor de capital adelantado, dividido por el plusvalor consumido anualmente, da el número de
años, o el número de periodos de reproducción, luego de cuyo transcurso el capital adelantado en
un primer momento ha sido consumido por el capitalista y, por tanto, ha sido desaparecido.
La mera continuidad del proceso de producción, o la reproducción simple, al cabo de un periodo
más breve o más dilatado transforma necesariamente todo capital en capital acumulado o plusvalor
capitalizado.
El supuesto originario para la transformación del dinero era que en el mercado se enfrentaran
como comprador y vendedor el poseedor de valor o dinero y el poseedor de la sustancia creadora
de valor; es decir, el poseedor de los medios de producción y el poseedor de la fuerza de trabajo.
La reproducción simple reproduce y perpetúa ese punto de partida del proceso como resultado del
mismo. Por otra parte, el trabajo del obrero antes de ingresar al proceso ya se ha convertido en
ajeno, ha sido apropiado por el capitalista y se ha incorporado al capital, dicho trabajo se objetiva
constantemente durante el proceso, en producto ajeno. El trabajo del obrero no solamente se
transforma en mercancía, además es capital. El obrero mismo produce constantemente la riqueza
objetiva como capital, como poder que le es ajeno, que lo domina y lo explota, y el capitalista
constantemente produce la fuerza de trabajo como fuente subjetiva y abstracta de riqueza, produce
al trabajador como asalariado.
El capitalista intercambia una parte de su capital, el capital variable, por fuerza de trabajo e
incorpora ésta, como fuerza viva de valorización, a sus medios inanimados de producción. Por su
parte, el obrero gasta en medios de subsistencia, gracias a los cuales se conserva y se reproduce
a sí mismo, el dinero obtenido a cambio de su fuerza de trabajo, mientras que el proceso de
trabajo, durante el cual consume medios de producción transformándolos en productos, constituye
su consumo productivo y, a la vez, el consumo de su fuerza de trabajo por el capitalista.

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A menudo, se fuerza al obrero a convertir su consumo individual en un mero incidente del proceso
de producción. En este caso él se suministra medios de subsistencia para mantener en
funcionamiento su fuerza de trabajo. El hecho de que el obrero efectúe ese consumo en provecho
de sí mismo y no para complacer al capitalista, no hace cambiar nada en la naturaleza del asunto.
Mediante la conversión de una parte del capital en fuerza de trabajo, el capitalista transforma una
parte de su capital en capital variable y valoriza así su capital global. Incorpora la fuerza de trabajo
a sus medios de producción. Consume productivamente la fuerza de trabajo al hacer que el obrero,
mediante su trabajo, consuma productivamente los medios de producción. El consumo individual
de la clase obrera es la operación por la cual los medios de subsistencia enajenados a cambio de
fuerza de trabajo, se reconvierten en fuerza de trabajo nuevamente explotable por el capital, es la
producción y reproducción de su medio de producción más necesario: el obrero mismo.
El consumo individual del obrero es improductivo para sí mismo, puesto que únicamente reproduce
al individuo lleno de necesidades, es productivo para el capitalista y para el Estado, puesto que es
producción de la fuerza que produce la riqueza ajena.
Anteriormente, cuando le parecía necesario, el capital hacía valer por medio de leyes coercitivas su
derecho de propiedad sobre el obrero libre.
Potter distingue entre dos clases de maquinaria. Una es inanimada, la otra es viva. La maquinaria
muerta no sólo se deteriora y desvaloriza cada día, sino que una gran parte de su masa existente
envejece constantemente debido al progreso tecnológico. La maquinaria viva, por el contrario,
cuanto mayor es su duración, cuanto más acumulada en ella la destreza de generaciones y
generaciones, más se perfecciona.
El proceso capitalista de reproducción, pues, reproduce por su propio desenvolvimiento la escisión
entre la fuerza de trabajo y condiciones de trabajo. Reproduce y perpetúa las condiciones de
explotación del obrero.
Ya no es una casualidad que el capitalista y el obrero se enfrenten en el mercado como comprador
y vendedor. Es el doble recurso del propio proceso lo que incesantemente vuelve arrojar al uno en
el mercado, como vendedor de su fuerza trabajo, y transforma siempre su propio producto en el
medio de compra del otro.
El proceso capitalista de producción, considerado en su interdependencia o como proceso de
reproducción, pues, no sólo produce mercancías y plusvalor, sino que produce y reproduce la
relación capitalista misma; por un lado el capitalista, por la otra el asalariado.

CAP. XXII
TRANSFORMACIÓN DEL PLUSVALOR EN CAPITAL

El empleo del plusvalor como capital, o la reconversión de plusvalor en capital, es lo que se


denomina acumulación del capital.
Supongamos que un capital asciende a 10,000 y su parte constitutiva variable a 2,000. Si la tasa
del plusvalor es de 100%, ese capital producirá en cierto periodo, por ejemplo un año, un plusvalor
de 2,000. Una parte de los 2,000 tiene que transformarse en capital constante, la otra en capital
variable; la primera en los factores objetivos del proceso laboral, en material de trabajo y medios de
trabajo, la segunda en su factor subjetivo, en la fuerza de trabajo.
Al plusvalor de 2,000 transformado en capital suplementario denominémoslo pluscapital n° 1.
Supongamos que su división en componentes constante y variable siga siendo la misma que en el
caso del capital originario, y que otro tanto ocurra con la tasa del plusvalor 100%; ya conocemos,
además, el método por el cual este capital de 2,000 produce un plusvalor de 400. Este plusvalor se
convertirá a su vez en pluscapital n° 2 de 400, y así, sucesivamente.
Sin duda el capitalista, que antes compraba fuerza de trabajo con una parte del capital originario,
ahora reitera esa compra con una parte del pluscapital, y nuevamente extrae plustrabajo de la
fuerza de trabajo y, por ende, produce de nuevo plusvalor. Pero ahora compra al obrero con el
producto o valor de productos propio de éste y del que lo ha despojado antes sin equivalente.
Originariamente, el proceso capitalista de producción se limitaba a transformar en capital, y por
tanto en fuente de plusvalor, una suma de valor que pertenecía no sabemos por qué motivos al
poseedor del dinero.

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El dinero mismo, o hablando materialmente, los medios de producción y de subsistencia, esto es,
la sustancia del nuevo capital, es el producto del proceso que succiona trabajo ajeno impago. El
capital ha producido capital.
La ley de apropiación o ley de la propiedad privada, ley que se funda en la producción y en la
circulación de mercancías, se trastrueca, obedeciendo a su dialéctica propia, interna e inevilable,
en su contrario directo. La relación de intercambio entre el obrero y el capitalista se convierte en
nada más que una apariencia correspondiente al proceso de circulación, en una mera forma que es
contraria al contenido mismo y que no hace más que mistificarlo. La compra y venta constante de
la fuerza de trabajo es la forma. El contenido consiste en que el capitalista cambia sin cesar una
parte del trabajo ajeno ya objetivado, del que se apropia constantemente sin equivalente, por una
cantidad cada vez mayor de trabajo vivo ajeno. Originariamente, el derecho de propiedad aparecía
ante nosotros como si estuviera fundado en el trabajo propio. La propiedad aparece ahora, de parte
del capitalista, como el derecho a apropiarse de su propio producto. La escisión entre propiedad y
trabajo se convierte en la consecuencia necesaria.

Concepción errónea, por parte de la economía política, de la reproducción en escala


ampliada.
Así como las mercancías que el capitalista compra con una parte del plusvalor para su propio
consumo no le sirven como medios de producción y de valorización, el trabajo que adquiere para la
satisfacción de sus necesidades naturales no es trabajo productivo.
Rescatar el dinero de la circulación sería precisamente lo contrario de valorizarlo como capital, y
acumular mercancías para atesorarlas, pura necedad. La acumulación de mercancías en grandes
cantidades es el resultado de que la circulación se ha estancado o de la sobreproducción.
La economía clásica acierta cuando pone de relieve, como rasgo característico del proceso de
acumulación, el consumo del plusproducto por trabajadores productivos en vez de por
improductivos. Pero también no hay mayor error que el que repiten siguiendo a Adam Smith
Ricardo y todos los economistas posteriores, cuando afirman que “la parte del rédito de la que se
dice que se agrega al capital, es consumida por los trabajadores productivos”. Según esta
representación, todo el plusvalor que se transforma en capital se convertiría en capital variable. Por
el contrario se distribuye al igual que el valor adelantado originariamente en capital constante y
capital variable, en medios de producción y fuerza de trabajo.

División del plusvalor en capital y rédito

La teoría de la abstinencia
El capitalista consume como rédito una parte del plusvalor y emplea o acumula otra parte como
capital. La magnitud de la acumulación depende de cómo se divida el plusvalor entre el fondo de
acumulación y el consumo, entre el capital y el rédito.
Para el capitalista, el producto del trabajo ajeno que él adquiere sin cambiarlo por equivalente de
ningún tipo, se le presenta como incremento periódico de su patrimonio privado, resulta también
natural que la división de este plusvalor o plusproducto en capital suplementario y fondo de
consumo está mediada por un acto voluntario ejecutado por el capitalista. El capitalista constriñe
implacablemente a la humanidad a producir por producir, las leyes inmanentes del modo capitalista
de producción, que imponen a todo capitalista individual la competencia como ley coercitiva
externa, lo obligan a expandir constantemente su capital para conservarlo. Mientras que el
capitalista clásico estigmatizaba el consumo individual como pecado contra su función y como un
“abstenerse” de la acumulación, el capitalista modernizado está ya en condiciones de concebir la
acumulación como “renunciamiento” a su afán de disfrute.
El capitalista no se enriquece como sí lo hacía el atesorador en proporción a su trabajo personal y
a su no consumo individual, sino en la medida en que succiona fuerza de trabajo ajeno e impone al
obrero el renunciamiento a todos los disfrutes de la vida.
William Senior aseveró “sustituyo la palabra capital, considerado como instrumento de producción,
por la palabra abstinencia”. Al economista vulgar nunca le ha pasado por la cabeza la sencilla
reflexión de que todo acto humano puede concebirse como “abstinencia” del acto contrario. Comer
es abstenerse de ayunar, andar es abstenerse de estar quieto, holgazanear es abstenerse de
trabajar, etc.

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Circunstancias que, independientemente de la división proporcional del plusvalor en capital
y rédito, determinan el volumen de la acumulación: grado de explotación de la fuerza de
trabajo; fuerza productiva del trabajo; magnitud del capital adelantado; diferencia creciente
entre el capital empleado y el consumido
Como se recordará, la tasa del plusvalor depende en primera instancia del grado de explotación a
que se halle sometida la fuerza de trabajo. En el movimiento práctico del capital, empero, también
se produce plusvalor mediante le reducción violenta del salario por debajo del valor de la fuerza de
trabajo. Se ha mostrado cual es el papel que desempeña actualmente en la formación del plusvalor
y por tanto del fondo de acumulación del capital, el robo directo que se perpetra contra el fondo de
consumo necesario del obrero.
Otro grado importante en la acumulación del capital es el grado de productividad del trabajo social.
El valor del capital variable pone en movimiento más fuerza de trabajo y por tanto más trabajo. El
mismo valor de capital constante se presenta en más medios de producción, esto es, en más
medios de trabajo, material de trabajo y materias auxiliares, suministra más elementos formadores
de producto y asimismo más elementos formadores de valor, o absorbedores de trabajo. Por ende,
si el valor del pluscapital se mantiene sin cambio, e incluso si disminuye, se opera una acumulación
acelerada. No sólo se amplía materialmente la escala de la reproducción, sino que la producción
del plusvalor se acrecienta más rápidamente que el valor del pluscapital.
El desarrollo de la fuerza productiva se ve acompañado, al propio tiempo, por la depreciación
parcial de los capitales en funciones. En la medida en que esa depreciación se vuelve más aguda
por la competencia, su peso principal recae sobre el obrero, con cuya explotación redoblada el
capitalista procura resarcirse.
Conservar el valor viejo mientras crea el nuevo, es un don natural del trabajo vivo. Al aumentar la
eficacia, el volumen y el valor de sus medios de producción, o sea con la acumulación que
acompaña el desarrollo su fuerza productiva, el trabajo conserva y perpetúa, pues, bajo formas
siempre nuevas, un valor de capital en crecimiento incesante. Esta fuerza natural del trabajo se
manifiesta como facultad de autoconservación del capital que se lo ha incorporado.
La magnitud del plusvalor producido y por tanto la acumulación están determinadas por la
magnitud del capital adelantado.
Con el acrecentamiento del capital, aumenta la diferencia entre el capital empleado y el consumido.
En otras palabras: crece la masa del valor y la masa material de los medios de trabajo locales.

El llamado fondo de trabajo


La economía clásica gustó siempre de concebir el capital social como una magnitud fija cuyo grado
de eficacia también sería fijo. Tanto Bentham como Malthus, James Mill, MacCulloch y otros,
utilizaron el dogma con finalidades apologéticas, y en particular para presentar como una magnitud
fija una parte del capital, el capital variable, o sea, el que se convierte en fuerza de trabajo.

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