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verdad’?
Hay muchos científicos que consideran obvio que la ciencia nos proporciona
verdades sobre el mundo y se molestan solo con la sugerencia de que podría
no ser así
Galileo Galilei
Por
Antonio Diéguez
13/09/2022 – 05:00
Pero la definición que sigue siendo más popular es la definición clásica, que es
la que aceptan los filósofos llamados ‘realistas’. Según esta definición, la
verdad consiste en la correspondencia de nuestros enunciados con la realidad.
Esta definición no solo recoge el sentido que solemos darle a la verdad en la
vida diaria, sino que es la que ha centrado el debate en filosofía de la ciencia,
ya sea para asumir que cumple una función importante a la hora de entender el
progreso científico o para rechazar tal cosa.
Pretensiones modestas
Para complicar más el asunto, hay personas que confunden lo que es una
teoría científica con el sentido que damos a la palabra ‘teoría’ en muchos
contextos cotidianos y que la hace casi sinónima de suposición que se elabora
sin demasiado fundamento o incluso sin evidencia alguna, y, que, por lo tanto,
es probablemente falsa (e.g. “tengo la teoría de que Trump es extraterrestre”).
En la ciencia, sin embargo, su significado es el contrario. Designa un conjunto
de enunciados (o de modelos), algunas veces En forma de leyes, que cuentan
con un sólido respaldo en la evidencia empírica, aunque, como todo en la
ciencia, puede ser revisable en función de nuevas evidencias que se vayan
encontrando. Este es el caso, por cierto, de la teoría de la evolución tanto como
lo es de la teoría cuántica.
Tecnología
Más complejas son las cosas si tomamos en cuenta otros fines de la ciencia,
como la comprensión del funcionamiento del mundo o su control tecnológico y
práctico. Podemos obtener una buena comprensión de los fenómenos
mediante modelos que, debido a su grado de abstracción o idealización, son
falsos hablando en sentido estricto (como la ley Boyle-Mariotte sobre los gases,
por ejemplo, o la ley del péndulo de Galileo). Asimismo, podemos obtener un
alto grado de control sobre los fenómenos (aunque habría que ver cuánto) con
hipótesis, modelos o teorías que no consideramos ahora o en su momento
como verdaderos. Podría responderse que estos modelos idealizados no son
estrictamente falsos, sino aproximadamente verdaderos. Por ejemplo, buena
parte de la ingeniería actual se basa en leyes y modelos de la mecánica
newtoniana que podríamos considerar como aproximadamente verdaderos en
ciertas condiciones.
Y lo mismo valdría para la ley del péndulo de Galileo o de la ley de los gases
ideales. Son verdaderas acerca de sistemas ideales que no existen en la
realidad, pero son lo suficientemente parecidos a los sistemas reales que nos
encontramos habitualmente. Sin embargo, no siempre es así. Hay modelos que
solo forzando mucho las cosas podrían considerarse como verdades
aproximadas. Así, el modelo ptolemaico fue una buena herramienta para la
navegación durante siglos, sin embargo, los epiciclos que postulaba no existen.
Además, en ocasiones se aceptan modelos incompatibles para entender
ciertos fenómenos y no pueden ser simultáneamente verdaderos.
Hemos de aceptar, por otro lado, que, si bien la verdad es un valor epistémico
fundamental para la ciencia, no es el único valor epistémico que busca realizar.
La idea de que el único valor epistémico que busca la ciencia es la verdad se
conoce como veritismo, y no todo realista es un veritista. En la ciencia pueden
aceptarse (y aceptar no es creer) modelos que, a pesar de su reconocida
falsedad, o a pesar de no poder establecerse su verdad aproximada, son útiles
para hacer predicciones, para facilitar los cálculos o para comprender ciertos
fenómenos (y en esto tiene razón el instrumentalista).