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CAPITULO VI: EDUCACIÓN Y ESPIRITUALIDAD ECOLÓGICA

Apostar por otro estilo de vida

El ser humano “acepta los objetos y las maneras de vida, de la misma forma que le son impuestos por
la idealización y por los productos fabricados en serie, actúa con la emoción de que aquello es lo
racional y lo acertado”. El caso presente de todo el mundo “provoca una situación de inestabilidad e
inseguridad que paralelamente beneficia maneras de egoísmo colectivo”. A medida que más vacío
está el corazón, más requiere objetos para mercar, tener y consumir. Por esa razón el asunto del
deterioro ambiental cuestiona los comportamientos de todos nosotros mismos. La Carta de la Tierra
nos invitaba a todos a dejar atrás una fase de autodestrucción e iniciar otra vez, empero aún no hemos
desarrollado una conciencia mundial que lo realice viable. Que nuestro tiempo sea un despertar frente
a la vida; la resolución de conseguir la sostenibilidad; por el aceleramiento en la contienda por la
justicia y el bienestar y por la alegre festividad de la vida.

Educación para la alianza entre la Humanidad y el ambiente.

Se tiende a integrar una crítica de los mitos de la modernidad basados en el motivo instrumental
(individualismo, competencia, consumismo, mercado sin reglas) y además a recobrar los diversos
niveles del equilibrio ecológico; el interno con uno mismo, el solidario con los otros, el natural con
todos los organismos vivos, el espiritual con Dios. Hay educadores capaces de una ética ecológica, de
forma que apoyen en efecto a crecer en la solidaridad, la responsabilidad y cuidado con base en la
compasión. Esta enseñanza debería producir una “ciudadanía ecológica”. únicamente desde el cultivo
de sólidas virtudes es viable la donación de sí en un comportamiento ecológico. La enseñanza puede
motivar el cuidado del ambiente: eludir la utilización del material plástico y del papel, minimizar el
consumo de agua, dividir los residuos, guisar lo único que se va a ingerir, intentar con cuidado a los
otros organismos vivos, usar transporte público o compartir, sembrar árboles, apagar luces
innecesarias. Los espacios educativos son diferentes: el colegio, el núcleo familiar, los medios de
comunicación, la enseñanza del catecismo, en las parroquias, los seminarios, las diversas
instituciones. En las familias se cultivan los primeros hábitos de amor y cuidado de la vida. El núcleo
familiar es el sitio de la formación integral.

Conversión Ecológica.

Quiero proponer a los cristianos algunas líneas de espiritualidad ecológica que nacen de las
convicciones de nuestra fe, porque lo que el evangelio nos enseña tiene consecuencias en nuestra
forma de pensar, sentir y vivir. A problemas sociales se responde con redes comunitarias, no con la
mera suma de bienes individuales. La conversión ecológica que se requiere para crear un dinamismo
de cambio duradero es también una conversión comunitaria. Dios ha creado el mundo inscribiendo en
él un orden y un dinamismo que el ser humano no tiene derecho a ignorar

Gozo y paz

La espiritualidad cristiana recomienda un modo alternativo de comprender la calidad de vida, y alienta


un estilo de vida profético y contemplativo, capaz de disfrutar profundamente sin obsesionarse por el
consumo. Esto implica eludir la dinámica del dominio y del almacenamiento de placeres. Disfrutan de
lo sencilla. Desarrollan otros placeres y está satisfacción en los encuentros fraternos, en el servicio, en
el despliegue de los carismas, en la melodía y el arte, en el contacto con la naturaleza, en la frase. Se
debe atreverse a dialogar de la totalidad de la vida humana, de la necesidad de alentar, y conjugar
todos los monumentales valores. No es simple desarrollar una sana humildad y una feliz sobriedad si
nos volvemos autónomos, si excluimos de nuestra vida a Dios y nuestro yo ocupa su sitio, si creemos
que nuestra propia subjetividad la que establece lo cual está bien o lo cual está mal. Ni una persona
puede madurar en una feliz sobriedad si no está en tranquilidad consigo mismo. El bienestar interior
de los individuos tiene mucho que ver con el cuidado de la ecología y con el bien común. La reacción
del corazón, Jesús nos enseñaba esta reacción una vez que nos invitaba a observar los lirios del
campo y las aves del cielo; frente a la existencia de un hombre intranquilo “detuvo en él la mirada y lo
amó” Marcos 10, 21.

Amor civil y político

El cuidado de la naturaleza es parte de un estilo de vida que implica capacidad de convivencia y de


comunión. Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos con otros, que tenemos una
responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena de ser buenos y honestos. La
destrucción de todo fundamento de la vida social termina enfrentándonos unos contra otros para
preservar los propios intereses, provoca el surgimiento de nuevas formas de violencia y crueldad e
impide el desarrollo de una verdadera cultura del cuidado del ambiente. El ejemplo de Santa Teresa
de Lisieux nos invita a la práctica del pequeño camino del amor, una palabra amable, una sonrisa, un
pequeño gesto que siembre la paz y la amistad. El amor social es la clave de un auténtico desarrollo:
“Para plasmar una sociedad más humana, más digna de la persona, es necesario revalorizar el amor
en la vida social a nivel político, económico, cultural, haciéndolo la norma constante y suprema de la
acción”

Signos sacramentales y descanso celebrativo.

A través del culto somos invitados a abrazar el mundo en un nivel distinto. El agua, el aceite, el fuego y
los colores son asumidos con toda su fuerza simbólica y se incorporan en la alabanza. La mano que
bendice es instrumento del amor de Dios y reflejo de la cercanía de Jesucristo que vino a
acompañarnos en el camino de la vida. La Eucaristía es de por sí un acto de amor cósmico: “Sí,
cósmico Porque también cuando se celebra sobre el pequeño altar de una iglesia en el campo, La
Eucaristía se celebra, en cierto sentido, sobre el altar del mundo” (Ecclesia de Eucharistia). San Juan
Pablo II.

La Trinidad y la relación entre las criaturas.


El Padre es la fuente última de todo, amoroso y comunicativo de cuantos existe. El Hijo a través del
cual todo ha sido creado, se unió a esta tierra cuando se formó en el seno de María. El Espíritu, lazo
infinito de amor, está íntimamente presente en el corazón del universo animando y suscitando nuevos
caminos. Porque la persona humana más crece, más madura y más se santifica a medida que entre
en relación, cuando sale de sí misma para vivir en comunión con Dios, con los demás y con todas las
criaturas.

Reina de todo lo creado.


María, la madre que cuidó a Jesús, ahora cuida con afecto y dolor materno este mundo herido.
Elevada al cielo, es Madre y Reina de todo lo creado. En la familia santa de Nazaret, se destaca la
figura de San José.

Más allá del sol.


Al final nos encontraremos cara a cara frente a la infinita belleza de Dios. La vida eterna será un
asombro compartido, donde cada criatura, luminosamente transformada, ocupará su lugar y tendrá
algo para aportar a los pobres definitivamente liberados.

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