Está en la página 1de 3

historia de la calle de la Quemada

Doña Beatriz de Espinosa era una hermosa joven que llegó a la Nueva
España en el año de 1550 acompañando a su padre, un comerciante
acaudalado español de nombre Don Gonzalo de Espinosa y Guevara. Al
llegar contaba con 20 años de edad y se dice de ella que se destacaba
tanto por su extraordinaria belleza como por sus nobles virtudes.
Al poco tiempo de llegar, menos de un año, en una reunión dada en
palacio por el Virrey Don Luis de Velasco, conoció a quien sería el amor
de su vida. Un joven italiano de origen noble llamado Martín de Scúpoli,
quien ostentaba el título de Marqués de Pinamonte y Franteschelo.
El amor de Beatriz fue recíprocamente correspondido por Martín, hasta
el punto de rayar en lo enfermizo por aquello de los celos de este joven,
los cuales lo llevaron en repetidas ocasiones a sostener serios
altercados con aquellos que osaron pretender la mano de su amada.
Afligida por los celos excesivos de Martin y temerosa de que el amor
que este joven decía sentir por ella no fuera tan profundo y verdadero,
sino el apasionamiento de un hombre deslumbrado por su belleza, la
impulsaron a infligirse un doloroso martirio que pondría a prueba el amor
de su enamorado.
Decidida a inmolar su belleza tomó un brasero ardiente y se infligió
dolorosas quemaduras que desfiguraron su rostro. A los gritos de
lamento acudió Fray Marcos de Jesús quien asomaba a la casa de la
joven en esos momentos y quien le prestó los primeros auxilios.
Martin supo por boca de Fray Marcos lo sucedido y pronto acudió a su
encuentro. Al llegar a casa la encontró con el rostro cubierto por un
manto blanco que tan solo desvelaba su traslúcida mirada. Al verla,
Martin se sumergió en lo profundo de sus ojos para descubrir en la
pureza de su alma el tesoro más precioso, un amor aprueba de todo.
Superado el trastorno, los dos se unieron en matrimonio y a través de su
amor lograron lo que pocos logran en la vida, una felicidad tranquila y
serena…
Leyenda de la calle del Indio Triste

Dicen que por la que hoy es la calle Gante en el Centro Histórico de la


ciudad, vivía una familia venida de España, muy muy adinerada y de unas
costumbres muy recatadas, como se estilaba en esa época.Esta familia
tenía a su servicio, muchísimos criados para atender todas y cada una de
las necesidades de la gran casona, entre esos sirvientes estaba un hombre
indígena alto y fornido, cuyo nombre nadie conocía, pues todo el mundo le
decía “el Indio”.

Un día llegó desde España, la hermosa hija mayor de la rica familia, joven
que estaba educándose en Europa. Al encontrarse de vacaciones, decidió
pasar la temporada con su familia aquí en la Villa de León. Al llegar a su
ostentosa casona y encontrarse con el Indio, sufrieron la desdicha de
quedar profundamente enamorados uno del otro al verse por primera vez,
por lo que iniciaron una tormentosa relación secreta que tuvo como
resultado un embarazo.

Cuando los padres se enteraron fue tanto su enojo y desilusión que, al Indio
lo mandaron golpear severamente hasta dejarlo desfallecido y lo botaron
como trapo viejo a la calle quitándole además el trabajo.

A la hermosa hija cuya ilusión se había desmoronado, la encerraron en un


cuarto frío y obscuro en un rincón de la casa, ocultándola para que ni la
servidumbre la viera, los padres se dedicaron a decir a sus amistades que
la hija había vuelto repentinamente a España.

El Indio moribundo por la golpiza y melancólico por no saber nada de su


amada, se sentó arrastras y triste a las afueras de la casona por semanas
enteras sin moverse, con la esperanza de volver a verla, pues él sabía que
era mentira que su amor estaba lejos de él.

El tiempo pasó y el Indio triste seguía sentado, hasta que un día lo


encontraron muerto, seguramente murió de las heridas de la golpiza, del
hambre y la tristeza que no lo dejaban y, más seguramente murió de amor
por su amada.
La joven murió también con el fruto del amor prohibido en su vientre. Al no
poder darle a su padre Cristiana sepultura, la emparedaron en su casa para
seguir guardando su vergonzoso secreto.

También podría gustarte