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COVID-19

Un coronavirus que no había sido identificado antes, denominado en forma


provisional 2019-nCoV (un acrónimo de 2019 novel coronavirus) y después
renombrado coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-
2, severe acute respiratory syndrome coronavirus 2), surgió en el centro de China en
diciembre de 2019. La enfermedad causada por este virus se ha llamado COVID-19
(una sigla de coronavirus disease 2019). El virus infeccioso afectó de manera inicial a
individuos en la ciudad de Wuhan, sobre todo a personas que trabajaban o
frecuentaban ciertos mercados de animales. Al principio, se pensaba que el virus se
propagaba desde los animales (quizá murciélagos o pangolines) a las personas; sin
embargo, pronto comenzaron a identificarse personas afectadas que no habían estado
expuestas a mercados de animales, lo que indicaba que ocurría transmisión de
persona a persona. Además, algunos estudios indican que el virus permanece estable
durante varias horas o días en aerosoles y en superficies; por tanto, las personas
pueden adquirir el virus a través del aire o después de tocar objetos contaminados.
Debido a las numerosas incógnitas sobre este nuevo coronavirus y la rapidez
con que sucede su propagación, los profesionales de la salud y los epidemiólogos
están muy preocupados. El 30 de enero de 2020, la Organización Mundial de la Salud
declaró que COVID-19 era una urgencia sanitaria mundial y el 11 de marzo de 2020
anunció oficialmente que COVID-19 es una pandemia (epidemia mundial).

Micrografía electrónica de la transmisión coloreada de un corte a través de un grupo de


coronavirus (crédito: Alfred Pasieka/Science Photo Library/Alamy Stock Photo).

Los coronavirus comprenden un grupo principal de virus de animales comunes


que típicamente infecta a mamíferos y aves. El nombre coronavirus (latín corona, que
significa corona o una apariencia de halo) proviene de la forma del virus cuando se lo
observa con el microscopio electrónico. Se ha determinado que menos de 10
coronavirus causan enfermedades en humanos; sin embargo, en el siglo XXI, algunos
coronavirus emergentes causaron enfermedades graves y contagiosas, en especial
neumonía u otras enfermedades respiratorias. Dos de las enfermedades por
coronavirus más importantes son el síndrome respiratorio agudo grave (SARS), que se
informó de manera inicial en Asia en 2003 y afectó a más de 8000 personas (con 774
muertes) y el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS), que se informó por
primera vez en Arabia Saudita en 2012 y afectó a más de 2500 personas (incluidas al
menos 860 muertes).
A fines de marzo de 2020, el COVID-19 ya se confirmó en más de 470.000
personas en todo el mundo, y ya fallecieron alrededor de 21.000 personas. Más de
81.000 personas se infectaron en China, con más de 3.200 muertes. Sin embargo,
como resultado de las cuarentenas y las restricciones del movimiento personal, el
ritmo de la infección en China se redujo en forma drástica. Para mala fortuna, a raíz de
la facilidad y rapidez de los viajes aéreos, se han reportado más de 390.000 casos
(incluidas más de 18.000 muertes) en más de 160 países (excluida China), entre los
que están Estados Unidos, Australia, Canadá, Japón, Francia y Alemania. También se
produjeron brotes importantes en Corea del Sur, Irán, España e Italia. En particular,

FUENTE: https://accessmedicina.mhmedical.com Marzo, 2020


Italia se ha convertido en el país más afectado fuera de China, con más de 74.000
casos y 7.500 muertes (que sobrepasa al total de óbitos por COVID-19 en China). El
número de decesos en España (más de 3.600 muertes) también ya superó el número
de muertes en China. Además, el ritmo de las nuevas infecciones por coronavirus en
Estados Unidos, sobre todo en la Ciudad de Nueva York, ha ido en aumento. Como
resultado, muchos países han ordenado cierres de seguridad y cerrado sus fronteras,
y se alienta a las personas (en particular a las personas con mayor riesgo, como las
personas de edad avanzada) a la cuarentena. En estos momentos se implementan
medidas urgentes en Estados Unidos, en toda Europa y en otros lugares en un intento
por detener el ritmo de propagación del virus por parte de la comunidad. Además, se
han detectado brotes en varios cruceros, lo que genera serias dificultades logísticas.
Las personas infectadas por COVID-19 muestran un amplio espectro de
síntomas, que van desde una enfermedad leve similar al resfriado o la gripe hasta una
dificultad respiratoria grave e incluso la muerte. Los síntomas típicos incluyen tos,
fiebre, acortamiento de la respiración y dificultades para respirar. Aunque son
necesarias más determinaciones, los síntomas han aparecido en tan solo 2 días o
hasta 14 días después de la exposición al coronavirus. Este rango es similar al que se
observa con el periodo de incubación de los virus MERS; sin embargo, el COVID-19
es diferente del coronavirus que causa MERS o SARS. A pesar de esto, los análisis
genéticos preliminares sugieren que el nuevo virus surgió de un virus relacionado con
el SARS.
La posibilidad de contraer el COVID-19 es baja para las personas que no están
ubicadas en un área donde se experimenta propagación del COVID-19, o para
aquellos que no han viajado desde una de dichas áreas o no han estado en contacto
cercano con alguien que se siente mal. El riesgo se vuelve más grave para aquellos
que se encuentran en un área donde se experimenta un brote del COVID-19; dichas
personas deben seguir los consejos emitidos por las autoridades sanitarias nacionales
y locales. Aunque el COVID-19 sólo causa una enfermedad leve en la mayoría de las
personas, el virus puede enfermar de gravedad a algunos individuos y en un
porcentaje menor de casos, la enfermedad es fatal. Las personas mayores y aquéllas
con afecciones médicas preexistentes (como presión arterial alta, problemas cardiacos
o diabetes) son más vulnerables. Las recomendaciones estándar para prevenir la
propagación de la infección incluyen lavarse las manos con regularidad y cubrirse la
boca y la nariz al toser y estornudar. También es importante evitar el contacto cercano
con cualquier persona que presente síntomas de enfermedades respiratorias, en
especial tos y estornudos.
En la actualidad no existe una vacuna ni tratamiento antiviral específico para
prevenir o tratar la infección por el COVID-19. La única metodología probada para
prevenir la infección es evitar la exposición al virus; por tanto, las personas no
infectadas (a excepción de los profesionales de la salud con la protección debida)
deben evitar el contacto con personas afectadas. En general, las personas infectadas
por COVID-19 deben recibir un tratamiento de apoyo en función de su presentación
clínica, es decir, para ayudar a aliviar los síntomas en casos relativamente leves o
para garantizar la función respiratoria en los casos más graves.

REFERENCIAS
Liu S.-L., Saif L., Emerging viruses without borders: The Wuhan coronavirus, Viruses,
12(2):130, 2020 DOI: 10.3390/v12020130
Munster V. J. et al., A novel coronavirus emerging in China —Key questions for impact
assessment, N. Engl. J. Med., 382:692–694, 2020 DOI: 10.1056/nejmp2000929
Paules C. I., Marston H. D., Fauci A. S., Coronavirus infections —More than just the common
cold, JAMA, 323(8):707–708, 2020 DOI: 10.1001/jama.2020.0757
Perlman S., Another decade, another coronavirus, N. Engl. J. Med., 382:760–762, 2020 DOI:
10.1056/nejme2001126

FUENTE: https://accessmedicina.mhmedical.com Marzo, 2020

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