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Editores:
Paula Abal Medina
Bruno Fornillo
Gabriela Wyczykier
N U E VA
4 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
5
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
¿El regreso de la patria minera en Bolivia? El sindicalismo revolu-
cionario durante el primer gobierno del Movimiento Al Socialismo
Bruno Fornillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
Introducción
En el último tercio del siglo XX la relación entre capital y trabajo se ha
transformado profundamente como consecuencia de la irrupción de una
nueva lógica mundial que puede ser denominada como capitalismo financie-
ro transnacional. En América Latina, el neoliberalismo conjugó terrorismo
de estado y virulentas represiones con procesos hiper-inflacionarios, altos
niveles de desempleo y precarización del trabajo, amplificando las asime-
trías sociales. La resultante de décadas sostenidas de políticas de “libre
mercado” fue la masificación del trabajador desocupado o empobrecido, con
derechos impedidos y organizaciones sindicales devastadas. Ciertamente,
los sectores subalternos sufrieron el impacto profundo sobre su condición de
trabajadores y, particularmente, en sus relaciones, formas de organización
y modos de politización y disputa social.
Como punto de partida concebimos la forma sindicato como la expresión
legitimada socialmente de existencia colectiva del trabajo. El sindicalis-
mo, aun en su diversidad ideológica, se constituyó en la institucionalidad
privilegiada, cuando no exclusiva, de reconocimiento y visibilización de lo
subalterno.
En nuestro tiempo, como resultante de un proceso de varias décadas,
la forma sindical se encuentra atravesada e interpelada por una realidad
social latinoamericana que la desborda ampliamente. Un proceso complejo
que involucra retirada/cesión sindical; imposibilidad de abarcar conjuntos
de trabajadores que perdieron los rasgos de visibilidad, duración y estabi-
lidad, bajo los cuales se hacía efectiva la representación; y desfasaje entre
las formas sindicales de la periferia local y los movimientos globales de las
empresas multinacionales.
Durante la última década, sin embargo, tuvieron lugar, en varios países
de la región, procesos de recomposición laboral y política que adquieren
cada vez mayor visibilidad y contornos que crecen en nitidez. Dichos
procesos nos permiten reflexionar sobre cómo es desafiada, tensionada,
8 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
Bruno Fornillo
UBA - CONICET. Dr. en Ciencias Sociales (UBA), Geopolítia (Paris VIII).
“Si usted quiere ser diputado tiene que ir a hacer campaña para
que voten por usted, y a todas las clases va a ir a decir: ‘Yo voy a
hacer esto, y quiero hacer esto, esto y esto; y quiero que voten por
mí’. En la federación de mineros la democracia era al revés, las
bases decían: ‘Yo quiero que mi dirigente minero sea él’. Y muchas
veces, ése decía: ‘Yo no puedo compañeros, por favor. No me tomen
en cuenta’. ‘Tiene que ser’. Entonces aquí la democracia era que la
base era la propietaria de las decisiones y el dirigente se convertía
en el portavoz de ellos”. Edgar Ramírez Santiesteban, ex Secretario
General de la COB, actual Director de Archivos Históricos de la
Corporación Minera de Bolivia.
rado, como la vital ciudad de El Alto, lindante a La Paz, o en las zonas rurales
de producción cocalera, en el chapare cochabambino o los yungas paceños.
4 Desde su creación, el 2 de octubre de 1952, la COMIBOL sería la empresa
productiva más grande de Bolivia, hasta mediados de los años ochenta.
Digamos que para 1980 la comercialización de minerales producidos por las
empresas de COMIBOL representaba cerca del 60 por ciento de las exporta-
ciones bolivianas; para fines de la década del noventa, sólo el 5 por ciento. Ya
en el año 2000, la empresa había prácticamente desaparecido, pasó a ser una
adjudicadora de contratos fundamentalmente a grandes empresas extranjeras
y a sectores cooperativistas. Giavarini, María y Costas, Patricia. Huanuni y
la nueva empresa minera. Ministerio de la presidencia, La Paz, 2008 y Soliz
Rada, Andrés. La fortuna del expresidente. Edición del autor, Bolivia, 2005.
5 Los conflictos de baja intensidad que logró encarar fueron protagoniza-
dos por el sector del magisterio urbano y rural, y el sector de salud -todos
dependientes del Estado-, y en general los sectores laborales negociaban
22 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
una estatal minera productiva, los cooperativistas una que sea solamente
administrativa). Eusebio Gironda, asesor técnico de la presidencia, afirmó
que “no aceptan nada, ni el uno ni el otro sector”6, y esta falta de concordia
se expresaría fuertemente en el departamento de Oruro.
Los mineros asalariados de Huanuni detallaron a los recienvenidos que
fue en los socavones del Cerro Posokoni donde una aguerrida asamblea
dispuso la creación de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de
Bolivia, en 1944. Sucede que el distrito minero, capital de la primera sección
municipal de la provincia Pantaleón Dalence, del departamento orureño,
puede dar cuenta de un proceso ininterrumpido de antagonismo político que
no conoció altibajos, aún en los momentos más férreos de la capitalización
minera; recreando el empuje místico clásico de la matriz sindical clasista.
Un alto funcionario del Ministerio de Minería sostuvo que se debe reconocer
a sus obreros puesto que “de no haber sido por ellos hubiera desaparecido
la minería estatizada. Entonces, Huanuni ha sido el último yacimiento que
tenía COMIBOL trabajando y ha servido para reorganizar la minería”.7
El cerro Posokoni, que contiene la reserva de estaño más importante
de Bolivia, presentaba hasta hace poco un condensado de los actores
económico-sociales que se desenvuelven en el área extractiva. La compañía
inglesa Allies tomó a cargo la producción del cerro y de la fundición Vinto en
1999, ofertando casi 30 millones de dólares por ambas. Sin embargo, un mes
después, se supo que el Estado boliviano sólo recibiría 14.7 millones dado
que en equipos, materiales y estaño acumulado sólo tendría un valor de 15.
Luego de un año de entreveros jurídicos, comenzó sus faenas y prometió
invertir 10 millones con el objetivo de introducir tecnología de punta. Sin
embargo, desembolsó sólo dos y las condiciones de los trabajadores, en
todos los aspectos, tendieron a empeorar. A principios de 2002, se supo que
la empresa matriz en Londres, ahora denominada RBG, estaba en total
bancarrota, y que había arrastrado en su crisis a las posesiones locales.
Dada la situación, tras algunas dubitaciones y, antes que nada, gracias a la
movilización de los trabajadores, COMIBOL decidió intervenir Huanuni y
ofertar inmediatamente Vinto, que fue adjudicada a la empresa boliviana
Compañía Minera del Sur, propiedad del entonces presidente, Sánchez de
Lozada. Aunque COMIBOL señaló que el código minero aprobado en el 97
le impedía administrar Huanuni, los trabajadores y un amplio movimiento
departamental, que activó numerosas organizaciones sociales y cívicas
orureñas, la obligaron a quedarse en Huanuni y, a lo largo de todos estos
años, permaneció como la única mina bajo administración directa del
Estado.
en los primeros meses del gobierno de Evo10, alimentada por los sabrosos
ingresos que reporta actualmente el estaño, gracias a la bonanza de los
precios internacionales. En suma, quedó en nada la promesa de 2003, cuando
los obreros de la empresa Huanuni y las cooperativas lucharon juntos por
la reversión estatal de la mina, y sus líderes acordaron con un abrazo en
el Paraninfo de la Universidad Técnica de Oruro pelear por su demanda y
luego discutir el trabajo conjunto del estaño del Posokoni. “Todo eso ha sido
desechado, ahora las posiciones divergentes traen discordia a la localidad
y pueden derivar en consecuencias fatales. Sin embargo, las bases pueden
cambiar este horizonte, mascan la coca juntos en el interior de la mina”, en
palabras de Policarpio Calani, alcalde del poblado de Huanuni.
Efectivamente, la mañana del 5 de octubre de 2006, el distrito minero
de Huanuni amaneció con una serie de dinamitazos que tronaron en las
cercanías del socavón Santa Elena del cerro Posokoni. El sector cooperativo
buscó ocupar las instalaciones estatales que acrecentarían sus parajes en
Huanuni topándose con la resistencia de los asalariados de la FSTMB, y
de esta suerte el pequeño poblado se transformó durante dos días en un
campo de batalla. Evo Morales afirmó: “Mis peores días en ocho meses de
gobierno han sido ayer y anteayer, viendo a nuestros hermanos mineros
metiéndose bala y dinamita”; percibiendo a las claras las dimensiones que
había adquirido el enfrentamiento: 16 mineros muertos, 61 heridos de
gravedad, pérdidas materiales por 10 millones de dólares, además de sumir
en un estado de conmoción a todo el poblado minero y no menos a la socie-
dad boliviana. Tal como señala Dunia Mokrani, se aparecía a la memoria
sindical como un “enfrentamiento fraticida”, cuyo desquicio general hay
que rastrearlo en los efectos que la era neoliberal produjo al disolver la
cohesión política y productiva que caracterizaba al proletariado boliviano,
apenas resguardada por los mil obreros de Huanuni que buscaron revertir
ininterrumpidamente el proceso de capitalización desde el único yacimiento
estatal.11 Una continuidad que podría resaltarse nuevamente. Lo que
tenemos en el Sindicato Mixto de Trabajadores Mineros de Huanuni es
la perseverancia de la estructuración sindical, una fuente de recreación
identitaria y el núcleo clásico de la irradiación obrera.
Un primer atisbo de solución al conflicto, ya que la militarización del
poblado fue inocua, comenzó con la propuesta de crear una empresa social
totalmente estatal que recibiera inversión y contemplara la inmediata
creación de 4.010 fuentes laborales para acoger a los cooperativistas
locales, bajo los alcances de la Ley General del Trabajo. Luego de realizar
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Magdalena Cajías de la Vega 37
LAS ORGANIZACIONES SINDICALES
CAMPESINO-INDÍGENAS Y
LOS PUEBLOS ORIGINARIOS DE BOLIVIA
EN EL PROCESO DE CAMBIO
En enero del año 2011, se cumplieron cinco años del gobierno de Evo
Morales Ayma, primer Presidente indígena de Bolivia, quien ganó en los
últimos años dos elecciones generales (diciembre de 2005, con 53.7 por
ciento de los votos, y diciembre de 2009, con el 63.9 por ciento de los votos)
y un referéndum revocatorio que él mismo convocó ante la arremetida de
la oposición (agosto de 2008, con el 67.4 por ciento de los votos). Además,
puede considerarse que el voto que aprobó la nueva Constitución Política
del Estado Plurinacional de Bolivia, a través de un referéndum (enero de
2009), donde el SI ganó con el 61.4 por ciento de los votos, fue también una
aprobación indirecta a su liderazgo nacional.
Para muchos de sus seguidores esto prueba que el movimiento indígena-
campesino boliviano y los pueblos originarios, que se han constituido en
la principal base social del actual gobierno, han logrado plasmar sus
acumulaciones históricas -expresadas en procesos de resistencia étnica y
cultural, movilización social en torno a demandas sectoriales y capacidad
organizativa y de presión política de carácter más amplio, entre otros- en
una especie de hegemonía practicada a partir del ejercicio del poder político
“desde arriba” y “desde abajo”.
38 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
“Desde arriba”, pues por primera vez en nuestro país decenas de mujeres
y hombres provenientes de los pueblos originarios y las organizaciones
sindicales campesino-indígenas ocupan puestos en la administración
central (Poder Ejecutivo), en la Asamblea Plurinacional de Bolivia (Poder
Legislativo), se aprestan a participar en las elecciones de octubre de 2011
para ocupar cargos en el Poder Judicial, y cuentan con dirigentes políticos
que vienen jugando un papel importante en la toma de decisiones a nivel
nacional y regional.
“Desde abajo”, porque los ahora llamados “movimientos sociales” han
tenido todos estos años un rol gravitante con sus movilizaciones y capacidad
de presión en la defensa del régimen, en el aplastamiento de la oposición
político-regional que en los primeros años del gobierno de Evo Morales
intentó acorralarlo y frustrar el proceso de cambio, así como en la aproba-
ción de la nueva Constitución y diferentes leyes que buscaban legitimar
el cambio.
Por otro lado, esa especie de voluntad hegemónica de “lo indígena”
y lo “sindical-campesino”, se ha venido expresando cotidianamente en
aspectos como el discurso emitido desde las esferas gubernamentales y los
liderazgos indígenas; en la generalización de la utilización intensiva de
símbolos propios de los pueblos originarios; en la construcción de la imagen
de “gobierno indígena” hacia afuera -principalmente como ejemplo para
los pueblos originarios de otros países del subcontinente pero también del
mundo-, y hacia adentro -en relación a los grupos “mestizos” y “blancoides”
a los que normalmente se descalifica-, así como en la puesta en marcha de
políticas públicas a partir de la ideología del “vivir bien”, plasmada en la
Nueva Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia.
Sin embargo, después de que el gobierno decretara un “gasolinazo” en
diciembre de 2010; es decir, la subida de los precios de la gasolina en un
cien por ciento, parecen haberse desatado importantes contradicciones
internas que actuaban subyacentemente hasta ese momento, pues aunque
la medida fue suspendida por la presión de la movilización popular, las
críticas a la conducción del proceso de cambio más importantes han
surgido de las mismas filas del Movimiento al Socialismo (MAS). Entre
los cuestionamientos más llamativos están los que señalan que los movi-
mientos sociales están siendo instrumentalizados por un pequeño grupo
que controla el poder político, que los líderes sociales se han burocratizado
y se ha perdido la capacidad autónoma de movilización y acción en pos de
sus reivindicaciones, además de no practicarse auténticamente la consulta
a los diversos sectores para la toma de decisiones, y de haberse utilizado la
represión en varias oportunidades contra movimientos populares.
Aunque estas últimas consideraciones no son el tema central de este ar-
tículo, las señalamos como referente necesario para enlazar con los objetivos
Magdalena Cajías de la Vega 39
Bibliografía
El juguete rabioso, 15 al 28 de julio, 2001.
Entrevistas
Entrevista a dirigente campero de Achacachi, octubre, 2000.
52 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
Gabriela Wyczykier y Mariana Barattini 53
Gabriela Wyczykier
Doctora en Ciencias Sociales de FLACSO-Argentina, Investigadora
del CONICET, Investigadora-Docente de la Universidad
Nacional de General Sarmiento. gwyczykier@yahoo.com
Mariana Barattini
Magíster en Ciencia Política, Investigadora-Docente de la
Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS), Doctoranda
en Ciencias sociales IDES-UNGS. mbaratti@ungs.edu.ar
Introducción
En el milenio actual hemos asistido en la Argentina a un resurgimiento
de los estudios y discusiones sobre prácticas y acciones sindicales, tanto en
el ámbito académico como en el político. Ello se enmarca en un contexto de
reposicionamiento de los actores sindicales que ha contenido un conjunto
de acciones y demandas en sus diversos niveles organizativos (de primer,
segundo y tercer grado) en torno a distintas problemáticas y con dispares
resultados.
En efecto, se distingue en este período una estrategia de revinculación
estratégica y rearticulación política de la principal central de trabajadores
que agrupa al movimiento obrero argentino (la Confederación General
del Trabajo -CGT-)1 con el primer y segundo gobierno del Frente Para La
Victoria (FPV), así como la reemergencia de disputas laborales encaradas
por organizaciones sindicales de distinto nivel de agregación, entre las que se
aprecian seccionales gremiales, delegados de fábricas y trabajadores de base.
Las empresas por otra parte aprovechan para incentivar estas diferen-
cias.
“La empresa S. se encarga de marcar la diferencia entre los estables
y los contratados, trabajan mucho con esa psicología” (Entrevista
realizada por la autora a Coco, 42 años, delegado de la empresa
Siderar-Morón, noviembre de 2008).
La rotación de los trabajadores genera, por otro lado, serias dificultades
en varias empresas para desarrollar vínculos de compañerismo de cierta
permanencia, así como las estrategias de gestión del personal conspiran
en muchas ocasiones contra la posibilidad de dinamizar estas relaciones.
“Vos entrabas a la empresa y no distinguías cuál era cuál. Lo dis-
tinguías en el trato. Los contratados estaban excluidos de todos los
beneficios que había, en la proveeduría vos podías comprar mercadería
de la empresa. Pero tenía que ser con una lista, con un pedido. Y los
que estábamos por agencia no podíamos. A parte del laburo que hacías,
eras un paria, en todo el sentido de la palabra. Y tus compañeros
también lo veían así, te decían no me voy a encariñar con vos porque
los van a echar a la mierda. Entonces cuando los echaban, no pasaba
nada. Uno se acostumbra a eso y yo tampoco le daba mucha pelota
la verdad a los compañeros contratados (Entrevista realizada por la
autora a Roberto, 31 años, ex trabajador y delegado de sector de Kraft
despedido, diciembre 2009, Buenos Aires).
La dificultad de ver al otro como un igual y como un sujeto de derechos
semejantes requirió entonces, en las experiencias estudiadas, de la activación
de delegados y trabajadores más comprometidos con revertir este tipo de
situaciones que limitaban la solidaridad en el lugar de trabajo. Ello supuso
aprovechar diferentes instancias de sociabilidad en el espacio productivo, y
por fuera del mismo (como los asados y los partidos de fútbol), para incentivar
70 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
una mayor empatía de parte de los trabajadores efectivos con relación a los
contratados.
En algunas empresas, como en una de la alimentación, camadas de
trabajadores contratados presionaron a la CI (Comisión Interna) para que
generara acciones de apoyo a su situación, en la búsqueda de la efectiviza-
ción laboral. Ello en alguna medida también fue motorizado por algunos
trabajadores y delegados que actuaron como referentes en estos reclamos.
En otras empresas, trabajadores más activos, delegados y CI promo-
vieron acciones para efectivizar a los contratados con vistas a igualar
condiciones de trabajo y remuneración. Algunas de las veces ello obtuvo
resoluciones favorables a los reclamos, y en otras, a pesar de la intervención
del Estado a favor de los trabajadores (como lo demuestra el caso de los
trabajadores de Tenaris-Siat), varios trabajadores eventuales no pudieron
efectivizar su condición laboral.17
Las amenazas de quite de colaboración, la no realización de horas extras,
la presión gremial interna, presentaciones institucionales al Ministerio de
Trabajo en la órbita nacional y provincial, fueron algunas de las medidas
colectivas desarrolladas por las organizaciones gremiales internas. Para
que estas medidas fueran dinamizadas, y las inquietudes por la precariedad
transitaran de la preocupación de un grupo o delegado en particular a ser
una demanda colectiva, se advierte en todas las experiencias un trabajo
de concientización política por parte de los referentes y trabajadores más
“inquietos” con estas condiciones. Algunas de las veces estas inquietudes se
ligaron con tradiciones partidarias de izquierda de algunos de los referentes,
otras, con trayectos de experiencia y trabajo básicamente sindical, mientras
que en otras experiencias se advierten preocupaciones que reconocen
antecedentes más diversos. Pero una condición para que estas inquietudes
se proyectaran como demandas de colectivos basistas ha sido la irrupción
en los espacios productivos, en el milenio actual, de trabajadores jóvenes,
sin experiencia sindical ni de trabajo efectivo muchas de las veces, pero
con actitudes políticas de carácter contestatario y revulsivo, que buscaron
desnaturalizar condiciones de trabajo asumidas como infranqueables.
En esta orientación, en algunos colectivos laborales también se avanzó
18 La Ley de Contrato de Trabajo estipula que las empresas que contraten servicios
de terceros, con vistas a proporcionarlos en la propia empresa, responden solida-
riamente por las obligaciones emergentes de la relación laboral. (Art. 29, según
Ley 24.013). Ello fue el sustento de la acción emprendida en el país, en agosto
de 2010, por el Sindicato de Camioneros, ante la empresa Techint, exigiendo el
blanqueo de aproximadamente 5000 transportistas que trabajaban para esta
empresa de forma tercerizada. Los trabajadores del subterráneo de Buenos Aires
también emprendieron una serie de acciones para igualar condiciones de trabajo
entre tercerizados y efectivos. Véase Arias y Haydar, 2008.
72 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
requerida para ofrecerlo, el sector del que se trate, sumando las diferentes
relaciones contractuales entre el prestador y el demandante.
El sector servicios, con su heterogeneidad y complejidad, comienza a
crecer en Argentina a mediados de los 70, coincidiendo con la instauración
de un nuevo modelo de acumulación que rompe con el perfil industrialista
y proteccionista del período anterior. La apertura comercial y la desregu-
lación coinciden entonces con el proceso de terciarización, fenómeno que
trascendió las fronteras nacionales. Ya para los años 90, el sector servicios
pasó a ser el primer empleador de la economía, a partir de la absorción
de trabajadores desplazados del sector industrial. La incorporación de
nuevas tecnologías al servicio de la producción fue uno de los factores
explicativos de este desplazamiento, hecho que nos lleva a rechazar las tesis
que argumentan el crecimiento del sector servicios como resultante de la
desindustrialización.19 Ahora bien, pese al crecimiento del sector servicios,
la situación de los trabajadores vinculados a él estuvo caracterizada por un
alto grado de desprotección. Según los últimos datos estadísticos, al tomar
el universo de trabajadores precarios de la economía y analizar su lugar de
inserción, puede notarse que el 77% de ellos trabaja en el sector terciario;
más precisamente, el 23% se dedica a actividades de servicio doméstico,
el 18%, a comercio y el 9% se desempeña en las ramas de transporte y
comunicaciones (Santarcángelo y Borroni, 2009, p. 15).20
Ahora bien, el crecimiento del sector servicios en los últimos años
estuvo asociado a la tercerización, mecanismo que permite a las empresas
modificar su estructura de costos, fragmentando el proceso productivo.21 La
19 Entre 2003 y 2008, el sector servicios creció a una tasa promedio anual del
8,03% (un comportamiento similar a la industria manufacturera) y actual-
mente genera el 62% del Producto Interno Bruto (PIB), cerca de USD 12.000
millones de exportaciones (el 16% del total de exportaciones), y emplea al
71% de los trabajadores registrados. Dentro del sector servicios los rubros
de mayor participación son el Comercio (21,1%), Actividades Inmobiliarias
(20,6%) y Transporte Almacenamiento y Comunicaciones (17,8%), que con-
centran aproximadamente el 60% de la producción de servicios. Le siguen en
importancia los servicios de Enseñanza y Salud, Otros servicios y la Inter-
mediación financiera. El tercero de los tres rubros de mayor participación,
transportes, almacenamiento y comunicaciones, creció a una tasa del 6,6%
anual, logrando un PIB de 42.129 millones de pesos (op. cit., p. 10).
20 Estos autores, para cuantificar el fenómeno de la precariedad, realizan un
recorte del universo de asalariados sin aportes a la seguridad social. Está
de más aclarar que el fenómeno de la precariedad supone una complejidad
mayor y que esta definición corresponde a la necesidad de cuantificación.
21 La fragmentación del proceso productivo en diferentes países, llamada
outsourcing, también ha contribuido al desarrollo del comercio internacional
de servicios (Santarcángelo y Borroni, 2009).
74 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
todo eso? Fue muy difícil, pero bueno, logramos hacerlo. Después en el
2005 caemos en cana en una agencia que se llama TRANSICLE. Ya no
empezamos a caer en cana por tener quilombos con la policía, sino por
tener problemas con la patronal” (Entrevista realizada por la autora a
Fausto, 23 años, militante SIMECA, mayo de 2007).
“Al principio era tan lejano el tema del blanqueo, estábamos tan
acostumbrados a estar en negro. El convenio trajo un montón de
discusiones, porque era difícil aceptar la idea de la relación de depen-
dencia, porque estaba el razonamiento de que si me blanqueo en una
empresa no puedo agarrar trabajo en otra. Fue un proceso para que
se transforme en un objetivo colectivo” (Entrevista realizada por la
autora a Fiorela, 25 años, 4 años de encuestadora, febrero de 2008).
Reflexiones finales
a las empresas, al Estado, y a sus propios sindicatos. Otras tantas han sido
señaladas por los mismos trabajadores como estructuras de disciplinamien-
to y control de sus propias bases, atendiendo principalmente los intereses
de las organizaciones sindicales más amplias, y de las empresas. En este
sentido, son espacios de representación y acción colectiva en disputa, pero
que resultan fundamentales al momento de pensar como se redefinen las
relaciones de cooperación y de conflicto entre los trabajadores de base, y
con ámbitos de representación colectiva extra fabriles, y políticos. Y en
esta dirección, resulta para nosotros estimulante reflexionar acerca de
que acontece en estos ámbitos cuando la diversificación contractual ha
instalado en el seno de los espacios productivos situaciones diferentes de
inserción colectiva y política.
En el sector servicios, y en particular en las experiencias gremiales
que abordamos respecto de los trabajadores del SENCUE y el SIMeCa,
el lugar de trabajo como espacio de sociabilidad y socialización política y
configuración identitaria reviste algunas dimensiones que difieren sus-
tancialmente con relación a la industria. En primer lugar, cabe destacar
que se trata de actividades laborales que han crecido acompañando el
incremento en importancia del sector servicios en general en las últimas
décadas, y en lo particular, que carecían de una tradición en la organización
gremial de base, y en la representación sindical más amplia -en el caso
del SIMeCa fundamentalmente-. En este sentido, la construcción de una
organización colectiva que favoreciera la representación político-gremial de
las actividades de estos trabajadores hubo de desarrollarse interpelando a
ciertas tradiciones sindicales y políticas en vistas de la generación de una
experiencia relativamente novedosa, y que contara al mismo tiempo con la
experiencia surgida de la propia construcción de dicha organización. Y ello,
en un primer momento, se desplegó a través del distanciamiento y posicio-
88 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
Bibliografía
Introducción
El capitalismo financiero transnacional se expresa radicalmente en
nuestro país, y más en general en la región, a través del neoliberalismo
que irrumpe a mediados de los 70 con terrorismo de estado y una trans-
formación abrupta y traumática de las relaciones entre capital y trabajo.
Es numerosa y concluyente la investigación que funda el sentido político
de la dictadura como un plan sistemático de exterminio del trabajador
asalariado, organizado sindical y políticamente, figura que se había forta-
lecido en estrecha vinculación con el proceso de industrialización2 y con la
centralidad del peronismo en la vida política nacional.
Hiperinflaciones y desempleo masivo fueron los dispositivos de domina-
ción más significativos que continuaron, profundizaron y consolidaron el
neoliberalismo argentino. La resultante de los años que transcurren entre
1975 y el 2001 compone una nueva morfología del mundo trabajador, que
puede sintetizarse a través de los siguientes rasgos principales:
1 Este proyecto se enmarca en mi actividad como Investigadora asistente
del CONICET (Plan de trabajo 2011 y 2012: Transformaciones recientes
del sindicalismo argentino) y como investigadora del grupo responsable del
Proyecto PICT (2009-2012) Modelos de desarrollo: actores, disputas y nuevos
escenarios en la Argentina contemporánea, dirigido por Maristella Svampa.
2 Ver Basualdo (2001), Battistini (2002), Martucelli y Svampa (1997).
Paula Abal Medina
8 Para un análisis detallado, ver, Neffa (1998), Persia (2011) y Azpiazu y Schorr
(2010).
9 Álvarez Leguizamón (2002), en una investigación muy esclarecedora se
refiere a las transformaciones del Estado a partir de la idea de reemplazo de
la biopolítica por la “foco-política”. De esta forma el Estado actúa sobre las
poblaciones des-fijadas por el capital a partir de una variedad de programas y
políticas que operan sobre segmentos cada vez más minúsculos de la sociedad.
En la Argentina, este viraje se registró en forma virulenta, a partir de la
implementación de programas contra la pobreza, inspirados en las directivas
de Organismos Internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional. La noción de foco-política se aplica para reflexionar sobre el
caso argentino en Abal Medina (2004).
10 Svampa y Pandolfi (2005).
11 Quizás es más adecuado afirmar que la mayor capacidad de representación
sindical residía justamente en la magnitud de estas disputas ideológico-
políticas, dado que ellas preservaban el carácter reversible del sindicalismo:
desde la integración hacia la resistencia-transformación social. Esta reflexión
se profundiza en Abal Medina (2009).
96 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
12 Torre (2004, VIII-XI). Agrega también: “sólo cuando en una sociedad indus-
trial se está en presencia de una clase obrera, por un lado, homogéneamente
articulada como clase social y, por otro, ampliamente incorporada en un
nivel nacional a la comunidad política, se puede hablar de la vigencia del
sindicalismo como fuerza social” (XI).
13 Gilly, (1978, pp60-1).
98 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
20 Walsh (1994).
21 La bibliografía consigna una variedad de clasificaciones que con diversos
matices coexisten al interior de lo que podríamos denominar como sindica-
lismo peronista y que traducen dicho enfrentamiento entre las tendencias
reseñadas: “62 de pie junto a Perón”; “62 Leales Peronistas”; “Independientes”
(peronistas no partidistas); “Combativos (peronistas confrontacionistas)”;
“62. Peronistas vandoristas”; “8. Peronistas expulsados de ‘la 62’”; “Nueva
Corriente de Opinión (peronistas y no peronistas participacionistas)”; CGT
de los Argentinos, CGT Azopardo, etc. La clasificación corresponde a la etapa
1955-1975. Ver Arturo Fernández (1984).
Paula Abal Medina 105
31 Recordemos sólo una parte del comunicado militar anunciado en el marco del
inicio de la dictadura, el 25 de marzo de 1976: “se comunica a la población que
todas las fuentes de producción y lugares de trabajo, estatales y privadas, a
partir de la fecha, serán considerados objetivos de interés militar”. Asimismo,
se decretaron intervenciones militares en la CGT y principales gremios. Se
suspendió la actividad gremial, se eliminó el derecho de huelga y el ejercicio
de cualquier otra medida de fuerza, se derogó el fuero sindical, se sancionó
la ley 21.400 de “seguridad industrial”, destinada a combatir la subversión
fabril. Se ocuparon militarmente establecimientos industriales, se generaron
despidos masivos, persecusiones y desapariciones. Para analizar con mayor
detalle el caudal represivo ,ver, Taiana y Pozzi.
Paula Abal Medina 109
44 Ferrer (2005).
45 Situación que se agravaría intensamente durante el 2002. En porcentajes, en
la medición de octubre de 2001, el desempleo alcanzaba 18.3% y la subocu-
pación demandante, el 10.7%. En mayo de 2002, la desocupación alcanzaría
su pico histórico más elevado: 21.5% y la subocupación treparía al 12.7%.
(Fuente: EPH-INDEC).
46 En octubre de 2001, las personas por debajo de la línea de pobreza alcan-
zaban el 35.4% y por debajo de la línea de indigencia, el 12.2%. En mayo de
2002, 49.7% y 22.7%, respectivamente. En octubre de 2002, 54.3% y 24.7%,
respectivamente. (Fuente: INDEC).
47 Persia (2011).
48 Integrado además por asociaciones de pequeños y medianos empresarios
(como la CAME y Federación Agraria Argentina) y numerosas organizaciones
de derechos humanos.
49 Es el argumento más ejercitado para fundamentar las reformas de flexibi-
lización laboral de la década de los 90 que tendieron a precarizar múltiples
condiciones de trabajo. Esta problemática es analizada con mayor detalle en
Abal Medina (2011a).
Paula Abal Medina 113
“Yo soy de los que piensa que las ideologías de derecha e izquierda
son muy etéreas, no? En la Argentina como está el peronismo, este,
en los países de este continente creo que la derecha y la izquierda es
aleatoria. Porque vos en un proceso de liberación y de reencontrarte
con un proyecto de nación terminan coincidiendo muchos sectores
que, que en otras circunstancias estaríamos a los tiros. Por ejemplo,
vos tenés muchos sectores económicos que bancan al Gobierno ¿Por
qué lo bancan? Porque están haciendo grandes negocios, y bueno ¿qué
hacemos? ¿Los combatimos a todos con una postura dogmática? Porque
más allá de su negocio hay otros sectores que también están haciendo
grandes negocios y que tienen una connotación ideológica tal que no
se bancan una Argentina con equidad” [Julio Piumato -MTA-CGT].
Para los diferentes dirigentes de la CTA el clivaje estructurante es el
de izquierda/derecha. En el caso de la CTA Yasky, aunque son muchos los
dirigentes que provienen de la izquierda no peronista, resulta complemen-
taria del clivaje anterior la revalorización y reconocimiento de una tradición
nacional-popular que con el peronismo expresó su mayor potencial aunque
también límites. De aquí las referencias o identificaciones con un peronismo
de izquierda o con un sindicalismo de liberación y la ponderación de los
momentos de intersección entre extracciones de la izquierda peronista
con el clasismo, con izquierdas nacionalistas y experiencias sindicales
muy radicalizadas como las que proliferaron mediando los 70 en el cordón
industrial del Paraná.
“Aprendí a considerarme peronista de izquierda. Eso aprendí a hacer.
Viví, mamé el peronismo de mi viejo, mi abuelo; mi abuelo fue preso
en el ’55, también secretario general de ATE, hay una historia sindical
en mi familia. Y me contó lo que fue el peronismo, pero nunca lo viví.
A partir del kirchnerismo aprendí qué es el peronismo. Y dentro de
lo que me mostró este proceso político, en ese marco amplio que tiene
este proceso político, se vierten diferentes corrientes ideológicas, puedo
decir que me considero parte de la izquierda peronista. Y es una forma
de actuar, una decisión política de actuar e irrumpir ante el capital…”
[Pablo Reyner -CTA Yasky].
“El peronismo fue el peronismo porque hubo una base social que
lo llevó a Perón a distribuir la riqueza, porque si no se distribuía
había paro. Hubo una clase trabajadora lo suficientemente fuerte y
grande para mostrarle a aquel que gobernaba el estado, que fue Perón,
que distribuía o distribuía. Por eso yo preferiría tener el 100% de la
clase trabajadora organizada en diferentes organizaciones para que
haya realmente una puja de poder (…) porque así se puede forjar la
posibilidad de un campo nacional y popular más grande que avance
hacia adelante”.[Pablo Reyner -CTA Yasky].
130 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
73 Disponible en http://www.constituyentesocial.org.ar/IMG/pdf/100preguntas.pdf
132 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
Reflexión final
En Crítica de la razón dialéctica J. P. Sartre aborda los modos múltiples
de relación que tienen lugar en la vida cotidiana, en especial, en el seno
de los sectores subalternos y define diversas socialidades en juego y dis-
tintos modos de estar con otros: la serie, el colectivo, el grupo fusionado, el
grupo estatuido, el grupo institucionalizado. Afirma Sartre (1995) que: “las
determinaciones del discurso nos presentan siempre a la clase demasiado
simplemente, ya sea siempre unida y levantada contra los explotadores, ya
sea desmovilizada provisionalmente”. Rechazando estas dicotomías, Sartre
nos invita a pensar tres estatutos simultáneos de existencia de la clase
trabajadora como dispersión pasiva, aparato institucionalizado y conjunto
de grupos de acción directa.75
La perspectiva sartreana nos permite señalar que mundo trabajador,
sindicalismo y clase obrera no son equivalentes. Esta afirmación suena
como una obviedad, sin embargo, algunas veces parece extraviarse en su
significación y se generan algunas confusiones. Los desfasajes, los hiatos,
son irreductibles, y desde la investigación es imperativo reponerlos y,
fundamentalmente, problematizarlos.
El sindicalismo condensa además estructura (institución) y acción directa,
y no hay pura externidad entre ambas, sí implicación. La acción directa se
nutre de fuerzas heterogénas, a veces embiste hacia adentro, a veces empuja
a la institución hacia fuera. En algunos casos es muy audible, en otros casi
nada. Lo cierto es que en esos movimientos grandilocuentes o infinitesimales
va mutando la institucionalidad sindical.
Aquí definimos los contornos y los trazos gruesos de los modelos sindica-
les y proyectos de sociedad que se asoman en nuestro tiempo actual teniendo
en cuenta el espectro restringido de voces de las principales dirigencias
sindicales que participaron de procesos de resistencia al neoliberalismo pero
tratando de reconstruir la diversidad de perspectivas, concepciones, tradi-
ciones e idearios. Han surgido así diferencias y disidencias significativas en
torno a: concepciones de unidad (unidad de acción, unidad de organización,
75 Sartre, Jean-Paul (1995)
Paula Abal Medina 141
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144 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
Introducción
La instalación del gobierno encabezado por Tabaré Vázquez el 1º de
marzo de 2005, seguido por el de José Mujica a partir del 2010, han colocado
a los sindicatos uruguayos de trabajadores ante una situación inédita.
Por primera vez, el gobierno es ejercido por la fuerza política con la que
el movimiento sindical mantiene un vínculo de histórica hermandad.
A diferencia de lo sucedido en otros países de la región, los sindicatos
uruguayos, no obstante la autonomía y la independencia de clase que han
proclamado y defendido celosamente, nunca dejaron de mantener una
relación privilegiada con los partidos de izquierda. Desde que en 1971 se
fundó el Frente Amplio (FA)1 la gran mayoría de los dirigentes sindicales
1 Inicialmente, el FA fue una coalición electoral basada en un acuerdo pro-
gramático entre los dos viejos partidos marxistas (el Partido Comunista y el
Partido Socialista), la democracia cristiana, algunas fracciones escindidas de
los partidos tradicionales (Nacional y Colorado), y otros grupos de izquierda.
Luego de la dictadura que gobernó el país entre 1973 y 1985, el FA devino
152 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
Hacia fines de la década del 50, se agota el diseño económico del neoba-
tllismo, así como también los modos de regulación y de institucionalización
del conflicto social. Se produce una inflexión en el desarrollo social y político
del país, el nuevo gobierno herrero-ruralista impulsa políticas económicas
que reducen el apoyo a la industria, en favor de los sectores agropecuarios,
y tienden a la contención salarial. Esta inflexión alcanzará un punto
culminante en 1968 cuando la interrupción de los Consejos de Salarios, y
su sustitución por la COPRIN, implican para los sindicatos la pérdida de
injerencia en la fijación de salarios, que pasan a ser fijados por decreto.
En este contexto de crisis y reestructuración del modelo de desarrollo,
en la primera mitad de la década de los 60, se renuevan los intentos,
varias veces fracasados con anterioridad, de concretar la unidad sindical,
desatando un proceso que culmina en 1966 cuando la CNT se transforma
en la central única de trabajadores organizados. Esta adopta como propio el
“Programa de Soluciones a la Crisis”, aprobado por el Congreso del Pueblo
el año anterior (1965). El contenido de este programa evidencia el carácter
nacional y popular que el movimiento sindical incorpora a su accionar, sin
abandonar la dimensión clasista y reivindicativa.
De esta forma, en la etapa previa al golpe de estado, en el espacio de
acción de los trabajadores, aparecen definidos con claridad dos tipos de ob-
jetivos que, si bien separables analíticamente, están totalmente imbricados
en el discurso y el accionar sindical. Por un lado, la acción reivindicativa
en sentido amplio, no sólo salarial, sino también, relativa a las condiciones
de trabajo y la calidad de vida de los trabajadores. Simultáneamente, los
sindicatos, al adoptar el Programa del Congreso del Pueblo, hacen propio
un proyecto nacional de transformación económica y social que vertebra y
otorga un sentido político estratégico a su accionar cotidiano, ordenando los
objetivos inmediatos en el marco de los objetivos de largo plazo, delineando
una política de alianzas sociales y políticas.
Es en ese mismo contexto socio-económico que se concreta también la
unificación de la izquierda política junto a fracciones escindidas de los
partidos tradicionales. En 1971, cinco años después de que la unidad sin-
dical se concretara en la CNT, comunistas, socialistas, demócratacristianos,
blancos y colorados convergen en la fundación del Frente Amplio. Desde
entonces, la vieja hermandad entre sindicatos y partidos de izquierda se
expresa en la relación de cercanías entre la CNT (PIT-CNT desde 1984) y el
FA. Estrictamente, esta relación se desarrolla en dos niveles superpuestos.
Uno, más intenso, de parte de ciertas fracciones del FA que tienen una
implantación sindical importante. Otro, entre la central sindical y el propio
FA que, como tal, no desarrolla una política sindical propia, más allá del
relacionamiento, a nivel general, con los sindicatos.
Luis Alberto Senatore Camerota y Gustavo Mendez Barbato 155
CUADRO Nº 1
Composición de la dirección sindical según tendencias políticas *
MESA REPRESENTATIVA
I CONGRESO(1969) II CONGRESO(1971)
PCU 16 19
INDEPENDIENTES 2 4
MLN/M26 2 3
PSU 1 2
ANARQUISTAS 1
ROE 1 1
GAU 1 -
TOTAL 24 29
* Al momento de la integración de la Mesa Re-
presentativa en cada Congreso de la CNT
CUADRO Nº 2
Composición de la dirección sindical según tendencias políticas *
Luis Eduardo González (1986) discrepa con este enfoque y sostiene que,
al menos desde los años 80, en verdad no existe tal dualismo. A partir de
encuestas que mede las preferencias políticas de los trabajadores sindica-
lizados, constata que efectivamente, a la hora de votar, estos trabajadores
también lo hacen mayoritariamente por los partidos de izquierda. Su
comportamiento político electoral era coherente con sus lealtades sindi-
cales. Lo que sucede es que los trabajadores sindicalizados son, en el total
del electorado, un sector minoritario. González va un paso más adelante
en su razonamiento y señala que, no sólo no hay comportamiento dualista,
sino que:
“(...) los sindicatos han actuado como agentes de socialización política
para la izquierda. La izquierda recluta adherentes y electores a través
de los sindicatos (...) en términos de electorados (...) los sindicatos
hacen a la izquierda, y no al revés” (González 1986).
Los sindicatos han sido un ámbito privilegiado de reclutamiento de
militantes y votantes para la izquierda, un ámbito de socialización política
de izquierda. A través de encuestas, González encuentra que allí donde los
trabajadores no están sindicalizados, el porcentaje de adhesión política de
izquierda desciende, lo cual confirmaría sus afirmaciones anteriores. La
razón de este correlato sindicalización/preferencia ideológica izquierdista
se explicaría por la sencilla razón de que la izquierda ha sido históri-
camente la única oferta que los trabajadores sindicalizados han tenido
en sus organizaciones. En este sentido, lo único que podría revertir esta
identificación sería un cambio en la actitud de automarginación de los
partidos tradicionales respecto a la militancia sindical, lo cual al pluralizar
la oferta ideológica intrasindical rompería el monopolio de izquierda y
podría alterar el carácter de los sindicatos como ámbitos privilegiados de
socialización de la izquierda política. Sin embargo, lo amagues que en ese
sentido se verifican en la transición de los 80 fracasan y desaparecen por
lo que esta posibilidad no se concreta.
A la inversa, en la actualidad las encuestas señalan que los votantes de
izquierda mantienen mejor imagen de los sindicatos. La constante caída
de la imagen que la Central de trabajadores sufre, fundamentalmente a
partir de los 90, es de hecho menos preocupante para los ciudadanos que
se inclinan a votar al Frente Amplio; esto parecería señalarnos la hipótesis
contraria. La izquierda aparece en las nuevas capas de trabajadores como
un agente de socialización sindical. Aquellos grupos de trabajadores que
no votan al FA en las elecciones nacionales, tenderán menos a organizar
un sindicato o a afiliarse en el caso de que ya exista uno. Parafraseando
a González, parecería ser que hoy la izquierda hace a los sindicatos y no
al revés.
160 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
250,000
200,000
150,000
100,000
Total
50,000 Públicos
Privados
0
1985 1987 1990 1993 1996 2001 2003
Luis Alberto Senatore Camerota y Gustavo Mendez Barbato 167
La principal novedad que introduce esta ley es que pone fin al monopolio
del Poder Ejecutivo en la facultad de convocar a los Consejos de Salarios.
Con esta normativa la convocatoria puede ser solicitada por cualquiera de
las tres partes del sistema. A su vez, en la ley se establece que existirán
tres niveles de negociación, que podríamos denominar, el nivel macro
tripartito en los Consejos de Salarios, el nivel meso bipartito a nivel de
rama de actividad, y a nivel micro, negociación por empresa. Los niveles
Luis Alberto Senatore Camerota y Gustavo Mendez Barbato 175
*En la mitad de los casos la delegación del MTSS votó con los empresarios y en la
otra mitad con los trabajadores.
** Cifra mínima, debido a que no encontramos datos de la forma de resolución de los
otros dos convenios. De todos modos, el año 2007 tuvo sólo 8 mesas de negociación,
no hubo ronda de Consejos de Salarios.
120
110
100
90
Públicos
80 Privados
Total
70
2004 2005 2006 2007 2008
La tasa de desempleo en promedio del 2008, para el total del país urbano,
se ubicó en un 7,6%, configurando la cifra más baja de los últimos 18 años
y continuando la tendencia que se manifiesta desde el año 2004, como
muestra el Grafico 4. La disminución del desempleo en 2008 fue mayor en
las mujeres que en los hombres, de todos modos, las mujeres siguen regis-
trando una tasa de desempleo mayor en el total de la población. También
fue mayor la caída del desempleo en los menores de 25 años, sin embargo,
siguen registrando una tasa de desempleo mayor que los mayores de 25
años. La caída del desempleo se debió a la generación de nuevos puestos
de trabajo, ya que el número de activos se mantuvo estable en 2008 con
respecto al año anterior, aumentando tan sólo un 0,6% la cantidad de
personas en edad de trabajar que se ofreció en el mercado laboral.27
17
15
13
11
5
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008
300,000
250,000
200,000
150,000
100,000
Total
50,000 Públicos
Privados
0
1985 1987 1990 1993 1996 2001 2003 2006 2008
Cuadro 5.
PBI Crecimiento Anual Porcentual 2001-2010
2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010*
-3,4 -11 -2,2 12,3 7,5 4,3 7,5 8,5 2,9 6,0*
* Valores Proyectados.
Fuente: Informe de Coyuntura 2004-2005, 2005-2006 y 2009-2010
Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, Universidad
de la República. Disponibles en: http://www.iecon.ccee.edu.uy
25%
20%
15% hombres
Mujeres
10%
5%
0%
Menores de 25 Mayores de 25
Fuente: INE
6. Conclusiones
A lo largo del período considerado, signado por la unificación sindical
(1966) y la fundación del FA (1971) y hasta el presente, constatamos que
entre el FA y el sindicalismo existe una fuerte interconexión directriz; un
Luis Alberto Senatore Camerota y Gustavo Mendez Barbato 189
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Luis Alberto Senatore Camerota y Gustavo Mendez Barbato 191
Presentación
El propósito de este artículo es entregar algunas reflexiones sobre la
situación del sindicalismo en Chile, destacando una serie de movilizaciones
observadas en los últimos años. Lo que ha tenido lugar en nuestro país es un
ciclo de protestas que ha permitido a dicho actor recuperar su protagonismo
social, mostrando interesantes estrategias. Al mismo tiempo, ha conllevado
un replanteamiento de las orientaciones que había seguido desde el “retorno
a la democracia”, que lo habían situado en una posición más bien modera-
da. La importancia de este período va más allá del sindicalismo, pues los
hechos ocurridos han despertado el interés de investigadores por examinar
estos temas, situación que, siendo aún muy acotada, permite visualizar el
surgimiento de nuevos estudios en este campo.
Para dar cuenta de nuestros propósitos vamos a exponer, en primer lugar,
de manera sucinta, el recorrido reciente del sindicalismo en Chile, tratando
de proveer elementos que faciliten el análisis de los actuales procesos.
Asimismo, nos interesa en este apartado vincular nuestra perspectiva de
análisis con estudios que se realizan en América Latina y que contribuyen
a repensar estos tópicos. En segundo lugar, nos centraremos en algunas
experiencias sindicales, tratando de identificar sus aspectos más destacados.
Finalmente, en las conclusiones, se procurará mostrar los desafíos que estos
hechos plantean a los estudios sindicales y al actor sindical.
Con este texto nos hemos planteado aportar al debate, abrir la discu-
sión, sin embargo, los temas pueden ser objeto de una indagación más
minuciosa. En ese sentido, es conveniente considerar que para captar de
194 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
mejor modo procesos que son dinámicos y complejos, los estudios sindicales
deben innovar en sus perspectivas teóricas y metodológicas. Es necesario
reconocer este elemento para dar pasos consistentes en dicho terreno.
en enero del 2008 lo siguiente: “Este año hemos sido sorprendidos lamen-
tablemente con un nivel de trabajo infantil que no se había visto antes.
Hemos constatado en la cuarta región una infracción flagrante en materia
de trabajo infantil, donde se han incorporado a menores de edad en el
proceso productivo. Vimos por ejemplo en la Cuarta Región a altas horas
de la madrugada a niños que estaban haciendo la labor de una especie de
inventario y en Valle del Elqui incluso tuvimos que recurrir a la fuerza
pública para que nos dejaran entrar a fiscalizar” (La Nación, 27/01/2008).
Respecto a la situación de las trabajadoras, el Secretario del sindicato de
Trabajadores Agrícolas Eventuales y Transitorios de Copiapó, Gabriel Pino,
señala que “los trabajadores temporeros estamos sufriendo vejámenes que
se han prolongado por más de 20 años, incluso nuestras compañeras han
sido víctimas de abusos sexuales y lo más grave que ocurrió fue la muerte
de una de las trabajadoras” (La Nación, 30/01/2008).
Estas movilizaciones se asociaron en la prensa nacional al surgimiento
de los “megasindicatos”, que también incluía experiencias en otros secto-
res, como la banca o el retail. Los trabajadores mostraban interesantes
niveles de organización, una fuerza colectiva inusitada, contaban con una
importante base de apoyo y lograban legitimar socialmente sus reivindi-
caciones. La precariedad de las condiciones laborales y salariales, así como
los problemas para organizarse sindicalmente y negociar colectivamente
constituyeron mensajes muy potentes y convincentes. Todo esto hizo crecer
las expectativas en los dirigentes sindicales. Así, Arturo Martínez, presiden-
te de la CUT, sostenía que “hasta hace poco hubo un proceso de progresiva
atomización sindical, en que surgieron muchas confederaciones chicas.
Pero hoy el proceso es inverso y se están creando estas organizaciones con
un volumen más grande” (La Nación, 10/07/2007). La atomización sindical
no se ha superado, aunque lo ocurrido abrió el espacio para pensar en la
viabilidad de cambios positivos para los trabajadores y sus organizaciones.
madres para cuidar a sus hijos y la falta de libertad para la acción sindical.
El conflicto no se produce en el marco de una negociación colectiva, como
suele suceder, razón por la cual los empresarios denunciaron el carácter
ilegal de esta paralización.
El paro involucró a más de 1200 trabajadores, se prolongó por casi dos
semanas, y tuvo momentos muy tensos, con toma de carretera, barrica-
das y duros enfrentamientos con carabineros, situación atípica en esta
empresa. Los dirigentes de diferentes sindicatos del holding, a través de
la coordinadora de sindicatos de la empresa, adhirieron a la paralización
señalando la siguiente: “Hacemos un llamado a todos los trabajadores a
continuar expresando su absoluta disconformidad con el trato indigno
de que somos objeto, de las remuneraciones y descuentos injustos y de la
actitud miserable al despedir a dirigentes sindicales y de perseguirlos” (…)
“Queremos que ya no existan despidos masivos e injustificados, queremos
remuneraciones justas, queremos una empresa donde exista verdadera
libertad sindical” (La Nación, 21/08/2007).
La empresa, por su parte, procuró instalar en los medios de comuni-
cación la idea de que la paralización tenía un carácter ilegal, que estaba
influida por intereses políticos, que implicaba romper con el Estado de
Derecho y, consiguientemente, podía conducir a la desestabilización social.
Señalaba también el costo que tendría el conflicto en términos de imagen
e inversiones, aunque los indicadores muestran su sostenido crecimiento
en los últimos años. El gerente industrial de Agrosuper, por ejemplo,
señaló: “nos tienen parada una planta y este es un paro absolutamente
ilegal, porque nosotros no estamos negociando con ellos, no tenemos nada
pendiente” (…) “Aquí hay asesorías externas y todo un movimiento detrás.
Hay gente infiltrada, absolutamente, y al final los que pierden son la misma
gente, porque hay un problema de inseguridad importante” (La Nación,
21/08/2007).
Incluso, el presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, Luis
Schmidt, llegó a comparar este período de agitación social, en que se in-
sertaba el conflicto en Agrosuper, con el escenario político-social vivido en
la Unidad Popular: “Estamos viendo actuaciones que no veíamos hace 30
años, y todos sabemos lo que nos pasó cuando comenzamos a caminar por
ese desfiladero, que usted sabe cómo parte, pero no sabe cómo termina” (La
Nación, 22/08/2007). Y en otra entrevista sostenía: “Es difícil prever esos
conflictos cuando son ilegales. Se supone que existe un período establecido
para negociar, y el resto del tiempo debiera haber tranquilidad y armonía
para producir (…) (La Nación, 26/08/2007). Es decir, las movilizaciones de
los trabajadores generaron una reacción por parte de los empresarios, que
vieron afectadas las condiciones institucionales y sociales que permitieron
el crecimiento de sus negocios.
208 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
Conclusiones
El presente escrito ha procurado avanzar en la reflexión sobre la situa-
ción del sindicalismo en Chile, tratando de describir nuevas tendencias.
Para tal efecto hemos vinculado el análisis con los estudios realizados en
América Latina. Hemos destacado que los trabajadores, pese a las profun-
das dificultades, han desarrollado nuevas formas de acción, reinstalándose
en la sociedad chilena. No han buscado sólo adecuarse a las condiciones po-
líticas y económicas existentes, sino que se han involucrado con propuestas,
de manera crítica y creativa. Así, por ejemplo, los sindicatos de diferentes
empresas (o razones sociales) de un holding, en diferentes sectores, han
negociado en conjunto con la matriz, forzando esta situación por la vía
de organizaciones masivas. Estas experiencias revelan la resistencia de
los trabajadores a la estructura legal instaurada por el régimen militar,
así como a las grandes desigualdades sociales y los contrastes entre las
utilidades de las empresas y los salarios de los trabajadores que, además,
están inmersos en formas muy precarias de trabajo.
Muchos dirigentes han sostenido, a partir de estos casos, que el sindica-
lismo chileno debe continuar imponiendo cambios a través de los hechos.
Sin embargo, esto debe ser objeto de un examen más acabado, considerando
los diferentes factores que inciden en sus posibilidades y limitaciones. A
la vez, hemos expuesto que en algunos sectores se están implementando
estrategias más cercanas a lo que podríamos denominar, preliminarmente,
una diplomacia sindical. Esto es, el desarrollo de relaciones nacionales e
internacionales que permiten aumentar sus recursos, capacidades y poder
de negociación. Y en otros casos, como la experiencia de la Federación
de Trabajadores de Call Center (FETRACALL), se está recién haciendo
un camino en el plano sindical, lo que podría conducir a la utilización de
diferentes recursos. En tal sentido, más que adherir a una estrategia en
particular es factible pensar que dicho actor debe explorar diversas fórmu-
las, que den cuenta de las heterogéneas situaciones en que se encuentran
los trabajadores y sus organizaciones. Esto no implica suprimir el desafío
de la unidad más transversal del sindicalismo, que podría considerarse
creando coordinaciones de distinto tipo.
Las experiencias examinadas presentan algunos elementos comunes.
Se aprecia el desarrollo de organizaciones amplias, que permiten extender
los horizontes de la unidad sindical. Es lo que ocurre con los trabajadores
forestales que crean la Unión de Sindicatos Forestales (USINFA) y, con
los trabajadores de la minería, fundan la Confederación de Trabajadores
del Cobre. Lo mismo sucede en el comercio y en Unilever (donde se ha
conformado una federación sindical), entre otros sectores. Es decir, hay una
disposición favorable por parte de los trabajadores a organizarse colecti-
Antonio Aravena Carrasco 213
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Iram Jácome Rodrigues 219
actuación de ese grupo consistía, por una parte, en pequeños embates que
caracterizaban las luchas obreras en el período 1969/77; por otra parte, en la
crítica a la práctica del sindicalismo populista, previo a 1964. Esos activistas
que forjan su lucha contra el régimen autoritario, siempre presente en el
cotidiano de las empresas durante ese período, aparentemente tienen una
mayor sensibilidad hacia lo que está pasando al interior de la clase traba-
jadora, ya que forman parte de esa reorganización del movimiento obrero
y, además, por lo menos en parte, pertenecen a esa vanguardia, que está
criticando la práctica sindical del período previo a 1964. Del mismo modo, la
acción de pequeños grupos, con su voluntarismo, busca substituir la acción
de masas, como sucedió con la experiencia de un sector de la izquierda que
defendía la lucha armada. Eso lleva a que militantes de los partidos políticos
de izquierda -en una época de clandestinidad-, en su intento por conseguir
una conexión más fuerte con el movimiento de masas, lleguen a las fábricas
y a los barrios de la periferia de las grandes ciudades, particularmente al
área metropolitana de São Paulo.
Ese proceso trae para el sindicalismo dos vertientes distintas, que en el
camino se encuentran durante los acontecimientos de 1978: el patrón de
acción de los sindicalistas de San Bernardo y la organización de base de los
militantes de la Oposición Sindical Metalúrgica de São Paulo. Estos aspec-
tos explican la sensibilidad y creatividad que ambos grupos de trabajadores
tuvieron frente al momento de la eclosión de las huelgas.3
La concepción de esos dos movimientos y sus prácticas crearán las con-
diciones para el surgimiento de un nuevo tipo de acción sindical, conocido
inicialmente como nuevo sindicalismo, en oposición a la actividad sindical
vigente en el período anterior a 1964. Es esa nueva praxis sindical la que,
en buena medida, mostrará su eficacia en la acción de los trabajadores
posterior a 1978, y que da origen al Partido de los Trabajadores (PT) y a la
Central Única de los Trabajadores (CUT).
4 Sobre la política del sindicato durante el período 1978-1983, ver Arnaldo No-
gueira. Modernização conservadora no sindicalismo brasileiro: a experiência
do Sindicato dos Metalúrgicos de São Paulo (1978-1983). Trabajo de Maestría,
presentada al departamento de Ciencias Sociales de la Unicamp, 1990.
5 Hamilton Faria. A experiência operária nos anos de resistência: a oposição
metalúrgica e a dinâmica do movimento operário (1964-1978). Dissertação
de mestrado, Departamento de Ciências Sociais da PUC-SP, 1986.
222 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
lúrgicos de São Paulo que debía realizarse en junio de ese año. La campaña
había comenzado en marzo6 y, de cierta forma, la lista encabezada por el
metalúrgico y activista de la Oposición Sindical, Anísio Batista de Oliveira,
encarnaba la madurez organizativa de la Oposición. Esta era la tercera
elección por la dirección del sindicato en la que había una participación
de la propia Oposición: las dos anteriores fueron durante las disputas de
1967 y 1972. La corriente sindical para ese momento ya tenía un trabajo
significativo al interior de las principales empresas metalúrgicas de la
capital, así lo demuestran los hechos relacionados a la eclosión de huelgas
en São Paulo.
Esos aspectos corroboran la idea de que, en el primer semestre de 1978,
la Oposición era de hecho una referencia relevante desde el punto de vista
sindical y estaba, además, integrada por sectores significativos de trabaja-
dores. En ese contexto, el movimiento paredista de la capital gana mayor
relevancia. Durante los primeros meses de paralizaciones por empresa
en este municipio, por ejemplo, 75 fábricas metalúrgicas se quedaron
sin trabajar. Además, otras sesenta fábricas hicieron un acuerdo con sus
empleados: “Apenas con la amenaza de huelga, la resistencia patronal, que
durante las primeras veinte huelgas se demoraba, en promedio, más de
tres días y medio para aceptar algún acuerdo, se redujo y en las cincuenta
huelgas subsiguientes ese promedio bajó a un día y medio (...)”
Cerca de la mitad de las empresas del sector metalúrgico que hicieron
huelga, o tan sólo amenazaron con paralizar sus actividades, “tenían más
de quinientos obreros; 30% tenían entre doscientos y quinientos obreros;
10% entre cien y doscientos obreros y el resto 10% menos de cien obreros”.7
Estaban dadas las bases para una formulación más estructurada de
esta nueva corriente sindical, que ya venía participando activamente de
las experiencias de los trabajadores a partir del período inmediatamente
posterior a 1964, tanto en el día a día de la fábrica, como en el cotidiano
del barrio.
10 Ver, por ejemplo, entrevista con Paulo Vidal Neto, en la época, presidente
del Sindicato de los Metalúrgicos de São Bernardo do Campo y Diadema, al
diario Opinião de 16 de septiembre de 1974, p. 3.
11 Heloísa de Souza Martins. Igreja e movimento operário no ABC: As raízes do
226 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
El surgimiento de la CUT
Entre el 21 y el 23 de agosto de 1981 en Playa Grande, litoral paulista,
región donde están ubicadas muchas colonias de vacaciones de los sindi-
catos, se realiza la Primera Conferencia Nacional de las Clases Trabaja-
doras (CONCLAT). El evento tuvo un gran impacto frente a la situación
política nacional. Pese a los problemas internos, disputas y divergencias,
la CONCLAT impulsó de manera importante la lucha de los trabajadores
del campo y la ciudad.
En esta conferencia participaron 5.427 delegados que representaban
1.126 entidades sindicales. Además, se hicieron presentes 480 sindicatos
rurales representados por 969 trabajadores, 49 delegados en nombre de
32 asociaciones de funcionarios públicos, 176 asociaciones pre-sindicales
con 875 delegados, 134 representantes de 17 federaciones rurales y 22
delegados representando 4 confederaciones: trabajadores en comunicación,
agricultura, servidores públicos y profesores.14
La I CONCLAT mostró, por un lado, la fuerza organizativa del movi-
miento sindical y, por otro lado, expresó la capacidad política y de decisión
de los trabajadores para influir en el proceso político.
Reflexionando sobre la composición del encuentro, el plenario estuvo
divididp entre los dos principales rivales de tal evento. Por un lado, el
bloque de los combativos; por otro lado, los alineados con el bloque de la
reforma o de la unidad sindical, lo que sería luego crucial para la elección
de la Comisión Pro-CUT y que tenía como objetivo principal llevar a cabo
las resoluciones que habían sido extraídas y preparar, en agosto de 1982,
el Congreso Nacional de las Clases Trabajadoras; el cual crearía la Central
Única de los Trabajadores. La I CONCLAT no logró avances significativos.
Tampoco en lo referido a cuestiones más específicamente sindicales. No
obstante, mantuvo la defensa de la unicidad sindical, así como también la
contribución sindical o el impuesto sindical. Además, en lo relativo a la or-
ganización de los trabajadores en los lugares de producción, se menciona a
la comisión de empresa, o comisión de fábrica, y se define que sus estatutos
deben ser aprobados en la asamblea de los sindicalizados de la empresa.
O sea que no se trataría exactamente de comisiones de fábrica en las que
todos los trabajadores están representados, sean ellos sindicalizados o no,
Consideraciones finales
En resumen, el movimiento sindical brasileño dio un paso importante en
la construcción de sus organismos de representación en un tiempo relativa-
mente corto. Este texto intentó mostrar, de forma concisa, el camino andado
por el sindicalismo desde finales de los años 1960 y comienzos de 1970,
conjuntamente con algunos aspectos de la práctica obrera y laboral en los
locales de trabajo. De otra parte, buscó resaltar el papel desempeñado por la
Iglesia Católica en esa reorganización, así como de los dos principales centros
de irradiación de la práctica obrera y sindical de la época: la Oposición
Sindical Metalúrgica de São Paulo y el Sindicato de los Metalúrgicos de São
Bernardo.
La CUT fue fundada en 1983, dentro de una coyuntura favorable para
el movimiento sindical brasileño, a pesar de la recesión que deprimió al
país al inicio de los años 80. Expresión del sindicalismo que dio inicio a
la ola de huelgas en 1978, con una actuación más conflictiva frente al
Estado y al sector empresarial y representativa de considerables sectores de
trabajadores, la CUT logró en tan sólo 10 años un crecimiento significativo
dentro del movimiento sindical: sin lugar a dudas, es la central sindical más
importante de nuestro país. La CUT participó en los principales sucesos
políticos en el escenario nacional y se convirtió durante esos años en una
interlocutora fundamental de amplios sectores de las clases trabajadoras,
tanto en el ámbito de la sociedad civil como en la esfera política.
La Central Única de Trabajadores surgió para defender un lugar para
los trabajadores en la sociedad brasileña y representó, en cierta medida,
las aspiraciones laborales por los derechos sociales, políticos y económicos.
Habiendo surgido en un período de descenso del régimen autoritario,
la CUT comenzó su proceso de consolidación enfrentando el régimen de
Iram Jácome Rodrigues 231
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234 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
Pedro C. Chadarevian
Economista y Profesor de grado, Magister en Economia
de la Universidad Federal de San Carlos - Campus
Sorocaba. pedro.chadarevian@gmail.com
Introducción
La organización de los trabajadores en sindicatos asistió a un desarrollo
importante a mediados del siglo XIX como manera de contrarrestar un
patrón de acumulación extremadamente liberal, en donde se justificaba
el empleo de niños y mayores hasta que se agotaran sus últimas fuerzas.
La lucha, más allá de mejores sueldos, pronto se situaría alrededor de
mejores condiciones de trabajo y participación en las decisiones de las
empresas. A lo largo del siglo XX, el sindicato se ha vuelto un interlocutor
de los intereses de los trabajadores siempre presente incluso en el debate
político y económico de los países centrales, y muchas veces de algunos de
los países periféricos, sobre todo los latinoamericanos.
Además, el así llamado golden age, los años de oro del capitalismo, com-
prendido entre el pos segunda guerra mundial y los años 1970, representó
un período de importantes conquistas para los trabajadores en estos países,
gracias, entre otros, a un papel activo de los sindicatos en la regulación del
mercado laboral. La flexibilización de estas conquistas, bajo un patrón de
acumulación influenciado por la ideología neoliberal, a partir de los años
1980, no sólo hizo retroceder muchas de estas conquistas, sino que también
resultó en una importante disminución del poder de los sindicatos.
Sin embargo, aunque esta evolución histórica nos ofrezca ejemplos
concretos del impacto de la acción sindical sobre el bienestar de los tra-
bajadores, el mainstream de la Economía, con fuerte penetración en la
estrategia de políticas laborales de la actualidad, sostiene que los sindicatos
Pedro C. Chadarevian
los años 1950, temía, es cierto, el riesgo de una subida incontrolable de los
ingresos como resultado del poder creciente de los sindicatos; sin embargo,
reconocía la necesidad de regulación del estado para protegerlos de los
abusos de los patrones. En ese entonces, cuando la escuela de Chicago
no había sembrado todavía las raíces de la revolución conservadora en el
pensamiento económico, la oposición ideológica a los sindicatos parecía
carecer de argumentos más convincentes. Era otro el contexto, eran otros
los manuales, y, claro, era otro el Samuelson que denfendía una actitud
colaboradora entre los sindicatos y los patrones, en lugar de la relación
conflictiva predominante (para la cual contribuía, naturalmente, según el
autor, el comportamiento beligerante de los sindicatos (...).8 En fín, hay que
tener en cuenta que una crítica muy radical a la presencia de los sindicatos
en la economía americana, como la que hacía Hayek, le podría costar un
largo período de ostracismo, debido al inegable bienestar resultante de los
años de oro del sindicalismo estadounidense. De hecho, la crítica voraz al
sindicalismo no tenía lugar en plena consolidación del ‘consenso keynesiano’,
cuyas bases teóricas justifican la importancia económica de los movimientos
laborales, como veremos a continuación.
Minería 37,6%
Agricultura 25,2%
75%
70%
65%
60%
55%
50%
45%
40%
35%
0% 5% 10% 15% 20% 25% 30% 35% 40%
Nos gustaría, por fin, destacar el impacto que la acción de los sindicatos
parece generar en el cuadro de jerarquización racial al interior de las
empresas. En Brasil, el reflejo más evidente del racismo en el mercado
laboral es la existencia, y predominancia a lo largo de décadas, de un
nivel elevado de jerarquización racial en su estructura ocupacional y de
clases. En realidad, la probabilidad de que un negro acceda a los puestos
más nobles de la estructura ocupacional es mucho menor en Brasil que en
países como Estados Unidos o Gran Bretaña.18 Para efecto de comparación,
utilizamos aquí, como indicador de este cuadro de división racial del trabajo
(DRT), la proporción de trabajadores negros que se concentran en las
ocupaciones menos prestigiosas (o descalificadas) del mercado laboral:
las de servicios. Son ocupaciones que no permiten en general muchas
oportunidades de mobilidad social, y que mantienen al trabajador aislado
de las decisiones estratégicas más importantes de la empresa (como ocurre
con las ocupaciones técnicas o de gestión y directivas). Evidentemente,
cada sector tiene, en función de su composición orgánica del capital, una
18 Fue lo que pude constatar por medio de la creación de nuevos indicadores de
desigualdad racial, en un estudio que fue recientemente publicado en Brasil.
Pedro C. Chadarevian. “Para medir as desigualdades raciais no mercado de
trabalho”. En: Revista de Economia Política, v. 31, n. 2, 2011.
Pedro C. Chadarevian 251
Conclusiones
Contrariamente a lo que han sostenido los economistas conservadores,
por medio de análisis fundamentados mucho más en opciones ideológicas
Pedro C. Chadarevian 253
Introducción
La reciente trayectoria política en diversos países de América Latina
ha incitado el análisis sociológico acerca del impacto que han tenido los
gobiernos del campo popular y progresista1, elegidos por voto directo, sobre
la relación Estado – sociedad.
Posteriormente, a la década de 1990, época caracterizada por el predomi-
nio del llamado “neoliberalismo”, cuyos preceptos anunciaban la restricción
del papel del Estado como inductor en la economía y en las políticas sociales
compensatorias, un conjunto de partidos de oposición de diversos matices e
ideologías-“centro-izquierda”, “nacionalista” o “popular”- comenzaron a ganar
las elecciones, apoyados por organizaciones populares que se movían en la
onda de la crisis de aquel modelo.
1 Es difícil definir el carácter de los gobiernos a los cuales hacemos referencia,
dada la heterogeneidad de sus propuestas y las diversas situaciones que los
llevaran al mando del Estado. Sin embargo, nos referimos, aún de forma
imprecisa, a los gobernantes provenientes de partidos y movimiento que
encarnaron en una época una oposición ideológica al pensamiento “neoliberal”
manteniendo en la práctica, en algunas ocasiones, una relación contradictoria
con esa herencia, pero apoyados de diversas maneras por una base social
organizada de carácter popular. Con este corte ideológico un tanto impreciso
fueron elegidos Lula y Dilma Russef en Brasil; Néstor Kirchner y Cristina
Kirchner (Argentina); Hugo Chávez (Venezuela); Evo Morales (Bolivia);
Rafael Correa (Ecuador); Michelle Bachelet (Chile); Tabaré Vásquez y José
Mujica (Uruguay) y Fernando Lugo (Paraguay).
Mario Henrique Ladosky
3 Las denuncias de corrupción que envolvían a los altos mandos del gobierno
Collor resultaron en una amplia movilización de la sociedad que, junto con
la CUT y otros movimientos, cumplió un papel importante en la defensa de
la ética en la política y llevó al impeachment del Presidente Collor y a la
posesión de su vice, Itamar Franco como Presidente de la República.
Mario Henrique Ladosky 259
él, la opción tomada fue de prudencia en los cambios para un nuevo modelo
de desarrollo, manteniendo aspectos centrales de la política económica de
FHC, señalado en la “Carta al Pueblo Brasilero”4 en la que se aludía al
mantenimiento del superávit primario en las cuentas públicas, al cumpli-
miento de las metas de inflación y al cumplimiento de contratos con los
acreedores internos y externos.
El informe del equipo de transición recalcó el grave cuadro de la crisis
por la cual atravesaba el país, pero también consintió que: “la inestabilidad
actual cuestiona los propios avances que se obtuvieron con la estabilización
de la moneda, el control relativo de la inflación y un marco institucional
y federativo fortalecido por la responsabilidad fiscal. Esos han sido los
progresos que deben ser acreditados en buena medida al gobierno que se
cierra, conquistados con el esfuerzo de todos los brasileños. No hacemos
tabula rasa de los últimos ocho años, no compartimos la visión de aquellos
que creen que todo debe ser reinventado. Por eso, hemos insistido con toda
la pedagogía que en nuestro gobierno no habrá medidas exóticas, recisión
de contratos o condescendencia con la irresponsabilidad fiscal. Hemos dicho
también que no pretendemos provocar burbujas de crecimiento económico
a partir de una permisividad peligrosa con la inflación” (Palocci, 2007, pp.
45-46).
Tales posturas sorprendieron tanto a los opositores de Lula, sobre todo
parlamentares del PSDB y del PFL (actual DEM), como también a la base
histórica de sostenimiento social del PT. Fue como si de un momento para
otro los papeles se hubieran invertido: algunos teniendo por “obligación”
criticar medidas que ya habían sido adoptadas y que antes apoyaban; otros,
apoyando justamente aquello que anteriormente era más criticado. En esta
situación de desconcierto se fueron configurando bloques de apoyo y de
oposición al gobierno Lula en el Congreso Nacional, mezclando en cada uno
de los campos parlamentares espectros político-ideológicos y trayectorias
totalmente distintas. Simplificando el escenario, había parlamentares tanto
de partidos de “derecha” como de “izquierda” en cada uno de los bloques. De
esta manera se perdió el sentido de hablar de “derecha” o de “izquierda”.
ritmo en 2003 (reducción del 15,2%, pasando de R$980 para R$831), lo que
demuestra la tendencia de caída que ya venía aconteciendo (Filgueiras y
Pinto, 2004; Frei Betto, 2007).
La continuidad de la política económica de FHC durante el gobierno
Lula es un consenso en todos los análisis, cualquiera sea la perspectiva
utilizada. Sin embargo, si no fue hecha una mudanza radical y socialista,
como era esperado, el gobierno Lula apuntó diferencias significativas con
relación a su antecesor, fortaleciendo el papel inductor del Estado y la elabo-
ración de políticas públicas dirigidas al mercado interno. En otras palabras,
diríamos que hubo una substitución de una lógica liberal por otra de corte
keynesiana. Los indicadores económicos y sociales positivos tardaron en
aparecer, pero cuando se concretizaron se consolidó una posición política
confortable para el gobierno, a pesar de los ataques de la oposición.
De ese modo, durante los primeros años del gobierno Lula había
sectores de la CUT que, por un lado, proponían una postura más radical
alrededor de las antiguas reivindicaciones del movimiento queriendo
que fueran atendidas con prontitud; por otro lado, aquellos sectores
que ofrecían un apoyo crítico y experimentaban la angustia de estar en
una cuerda floja al defender y al mismo tiempo presionar al gobierno;
también estaban quienes adoptaron un apoyo incondicional al gobierno
independientemente de las dificultades que les fueron impuestas a los
trabajadores. En fin, se produjo una tensión entre las diferentes co-
rrientes políticas de la CUT propiciada por las diferentes perspectivas y
expectativas que acompañaron el ritmo de los acontecimientos durante
el mandato. La política contradictoria del gobierno Lula tuvo un fuerte
impacto sobre la CUT, colocando a la Central en una situación vergonzosa
frente a la base.
Así como ocurrió con parlamentarios de la oposición, las primeras
medidas del gobierno Lula dejaron perplejos a la sociedad y a los dirigentes
y militantes de la CUT. En el transcurso del primer año de mandato del
Presidente Lula, en 2003, se complicaba el escenario a medida que se
mantenía elevada la tasa de interés y el superávit primario de las cuentas
públicas, sin demostrar algún resultado positivo frente a la caída de la in-
flación, al mejoramiento del nivel de empleo y de la renta y a las condiciones
que justificaron el apoyo de la CUT en 2002.
El 8º Congreso Nacional de la CUT, realizado en 2003, definió apoyar al
gobierno manteniendo los principios que siempre guiaron a la CUT: defensa
de la autonomía y la independencia frente al gobierno, participación del
Foro Nacional del Trabajo (FNT) –espacio tripartito creado para debatir la
reforma sindical y laboral, entre otros temas.
Pero el punto esencial de conflicto durante el 8º CONCUT giró en torno
a qué posición debería adoptar la CUT frente al tema de la reforma de
la seguridad social para los servidores públicos, debatida en el Congreso
Nacional. Esta fue una gran prueba para la relación entre el gobierno y la
base de apoyo de la CUT (Melleiro y Radermacher, 2007). La controversia
interna con el gobierno Lula se exacerbaría, al final de ese año, con la
aprobación de la reforma de la seguridad social en el Congreso Nacional y
con la expulsión de los parlamentares petistas que votaron en contra de la
enmienda constitucional.
En función de la insatisfacción con relación a los rumbos del gobierno
y de la postura de la CUT, en 2004, se da por primera vez en la historia de
la entidad la deserción de una de las tendencias. Cerca de 1800 dirigentes
y militantes sindicales y de otros movimientos participaron del Encuentro
Sindical Nacional en Luiziana (GO) y fundaron la Coordinación Nacional
Mario Henrique Ladosky 265
50,2 %
24,4 % 26,3 %
17,9 %
14,3 %
9,9 %
La CUT acertó al participar del proceso, buscando garantizar una propuesta que
considerara sus principales posiciones históricas
La Cut no tuvo las condiciones para viabilizar una propuesta que contemplara
sus posiciones históricas, dada la composición del FNT.
La CUT se equivocó al aceptar formar parte de una negociación con otros
actores sociales, en lugar de presentar su propuesta al FNT.
La CUT hace muchas concesiones para que el FNT tenga una propuesta de
reforma sindical.
La CUT fue transparente al hacer el boletín de todas las reuniones temáticas,
posibilitando que los interesados acompañaran e intervinieran.
No tengo condiciones para hacer una evaluación con las informaciones con las
que dispongo.
Indagados sobre “cuáles alternativas usted considera que deben ser pri-
oritarias
La reforMapara componer la reforma sindical”, los delegados del 9º CONCUT
sindicaL en pedazos
dieron un mensaje muy claro: La principal prioridad, señalada por el 64,8%
de losA delegados,
pesar de lafueimportancia de lasen
la organización discusiones
el local de en el FNT
trabajo, y del debate
seguida por el
sobre
“fin el corporativismo
de las y la posibilidad
prácticas antisindicales” de democratización
(59,6%); de las relaciones
por el fin de la intervención del
de trabajo
Estado en Brasil,
y la Justicia enlalareforma sindical
organización fracasó.
libre de los trabajadores (55,3%) y
por laAlgunos mecanismos
“obligatoriedad de incentivo
de negociación vigentesenenellasector
colectiva actual estructura
público sindi-
y privado”
cal, como
(52,6%). Laspordos
ejemplo la sentencia
últimas de laque
alternativas contribución sindical,
los delegados prevalecieron
indicaron fueron
sobre
“el lasimpuesto
fin del propuestas por cambios.
sindical” (50,2%)Esto
y el no significa,
“sindicato sin embargo,
único quede
con criterios la
estructura sindical(30,2%).
representatividad” se ha mantenido intacta o inalterada. La acción sindical
deEslaperceptible
CUT ha provocado
que paracambios en aspectos
los delegados referentes
la reforma sindicala ladebería
estructura
ga-
corporativa, de igual manera que un corporativismo transformado
rantizar un fortalecimiento organizativo y de poder de negociación sindical, par-
dejando en segundo plano aspectos de la actual estructura que, pese a
también ser una intervención del Estado, no son percibidos necesariamente
como “maléficos”. Por esto creemos que el fin del impuesto sindical y los
criterios de representatividad fueron los puntos que fueron menos men-
cionados por los delegados.
Las opiniones de los delegados al 9º CONCUT son coherentes con las
de los delegados al 8º CONCUT (2003), cuando se iniciaban los primeros
272 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
64,8 %
52,6 % 55,3 %
50,2 % 59,6 %
30,2 %
Sin embargo, tal vez el dato más interesante del Ministerio de Trabajo
sea la alteración de las entidades no afiliadas a ninguna central sindical,
reflejo de la embestida de las centrales sindicales sobre estas entidades
buscando su adhesión. En 2008, tan sólo el 47% de los sindicatos habían
indicado la afiliación a alguna central sindical. En 2009, los datos presen-
tados mostraron que llegó al 55,0% el porcentaje de sindicatos que han
tenido alguna afiliación a centrales sindicales. Todavía continúa un campo
enorme que debe ser disputado por las centrales, en la medida en que el
45,0% (3781 sindicatos) no pertenecen a ninguno de sus cuadros.
Consideraciones finales
Iniciamos este artículo situando la relación entre el gobierno Lula y la
CUT, en medio de experiencias de las relaciones que han establecido entre
gobiernos de carácter “popular”, de “izquierda”, y los movimientos sindicales
en América Latina en los últimos años.
El “caso brasileño” ilustra contradicciones y tensas relaciones (am-
biguas muchas veces en la relación entre central sindical y gobierno de
un mismo campo político-ideológico), así como también evidencia que es
posible obtener conquistas sociales y laborales, aunque se deba pagar un
tributo alto como una herencia neoliberal que estuvo vigente durante toda
278 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
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Mario Henrique Ladosky 281
Blanca S. Fernández
Licenciada en Ciencia Política por la
Universidad de Buenos Aires (2006).
Maester en Estudios Latinoamericanos por la
Universidad de San Martín(Argentina).
blancasoledadfernandez@gmail.com
2003). Dicho giro ocurre respecto de una historia larga y se observa a partir
de la confluencia de las transformaciones producidas en el rol del Estado,
en el sistema productivo y en las formas de organización e identidad de
los actores colectivos.
La memoria de larga duración en la historia oficial de la sociedad
ecuatoriana se remite a la constitución de la República y la hegemonía del
sistema de hacienda, un sistema en el cual se entrelazan los principales
ejes de dominación política y económica en el país. A pesar de las diferentes
modalidades que coexistieron, en términos generales dicho sistema se basó
en el cobro de una renta (ya sea en especies o en trabajo) a las comunidades
campesinas que habitaban dentro o en los alrededores de la propiedad lati-
fundista, a cambio del uso precario de una porción de tierra (el huasipungo)
o de los recursos que de allí pudieran extraerse (Guerrero y Ospina, 2003).
Según señala Agustín Cueva, en este sistema de producción, que caracterizó
la formación socio-económica del Ecuador, el modo de producción capitalista
dependiente y dominante articuló de manera contradictoria y subordinada
a otras formas de producción social no capitalistas “que coexisten como
remanentes históricos refuncionalizados por el capital” (Cueva en Ibarra,
1984). El debate de los años 60 respecto del carácter feudal o capitalista de
un Ecuador basado en una economía de hacienda, queda saldado con los
aportes de Andrés Guerrero:
raba que el partido les ofrecía una forma de organización que cohesionaría
su lucha, así como la introducción de la huelga como instrumento eficaz.
Además contaban con la colaboración de los intelectuales urbanos tanto
para la redacción y presentación del pliego de peticiones, como para el
asesoramiento y acompañamiento jurídico, en los casos de demandas
legales. Estos elementos permiten sostener que “ese fue el inicio de un
desplazamiento conceptual en los campesinos indígenas, que ahora se
apartaban de la búsqueda de soluciones locales, encaminándose hacia lo
que en realidad eran los problemas estructurales mucho más amplios”
(Becker, 1999 p. 56). Si retomamos la cronología construida por la CONAIE,
el desplazamiento no es sólo conceptual, sino también operativo: como
decíamos, se pasa de rebeliones aisladas a la lucha organizada.
Para mayo de 1930 los socialistas empiezan a reunirse de manera más
orgánica con los activistas en sus chozas, colaborando en la organización
y redacción de sus demandas, dando cuenta de un “proceso lento, que
combina una serie de estrategias, entre alzamientos y negociaciones, com-
portamientos clasistas y étnicos” (Ramón Valarezo y Gámez Barahoma,
1993 pp. 203-204). Así organizaron la huelga entre diciembre de 1930 y
enero de 1931, entre cuyas demandas se incluía la “devolución” de tierras
a los trabajadores. Sin embargo, la reforma agraria no formó parte de aquel
pliego de peticiones:
“141 indígenas de Cayambe iniciaron una caminata hasta Quito con el fin
de presentar sus peticiones directamente al gobierno” (Becker, 1999 p. 69).
La caminata hasta Quito (un tipo de acción común que hoy despliega la
CONAIE), se tornó estrategia de lucha de las organizaciones de la Sierra
en este contexto. Transito Amaguaña, una de las lideresas de Cayambe, hizo
veintiséis caminatas hasta Quito. Una vez allí, para resolver los problemas
de alojamiento y comida, además de las barreras culturales y lingüísticas,
los líderes acudían a las organizaciones urbanas de izquierda.
Para noviembre de 1935, finalmente se organiza una Conferencia de
Cabecillas indígenas en la Casa del Obrero en Quito. El pliego de las die-
cisiete demandas que fue publicado convocaba también a “unir u organizar
a los indios para la defensa de sus intereses de clase y como nacionalidades
oprimidas” (Becker, 2004). Además de reconocer que como “obreros agríco-
las” debían unirse con la “clase obrera industrial”, el pliego señalaba que
Los indios trabajadores tienen además algo que les diferencia de los
demás obreros y campesinos blancos, mestizos, negros y mulatos: los
indios tienen lenguas que hablan solo ellos (…) ropas y costumbres
propias, pertenecen a razas propias y a nacionalidades o pueblos que
hace más de cuatrocientos años vivían libres sin estar sometidos como
hoy a los blancos y mestizos. Es por esto que los indios han sido por
más de cuatro siglos sometidos a una gran opresión de todo su pueblo
o nacionalidad, despreciados como si fueran de una raza inferior(…)
Por todo esto es muy corriente que los indios peones de hacienda, los
campesinos se organicen aparte de los blancos, mestizos, mulatos y
negros. Sin embargo, los peones obreros indios nunca deben considerar
como sus enemigos los obreros o campesinos blancos, mestizos, negros
o mulatos porque ellos son también explotados por hacendados, capi-
talistas y oprimidos por las autoridades (Becker, 2004 p.138).
Perú en 1941). Algunos autores han apuntado que la FEI “cuando nace en
1944, lo hace precisamente bajo una concepción exclusivamente de clase,
excluyendo una problemática étnica” (Trujillo, 1992 p. 381). Esto da lugar a
un relato historiográfico lineal, a la hora de analizar el actual movimiento
indígena del Ecuador. En dicha interpretación, se “pasa” desde una primera
etapa de influencia clasista, hacia la formación de organizaciones étnicas
en los años 70 -que es lo que algunos autores llamarán etnogénesis y que la
misma CONAIE recupera en los marcos de su “historia media”-; para luego
“pasar a” las “nacionalidades étnicas” en las décadas del ochenta y noventa.
Sin entrar aquí en el detalle de cada una de estas “etapas”, consideramos
que todos estos elementos se encontraban de alguna manera vigentes en
el proceso que dio origen a la FEI. Cuando Guerrero (1993) desluce a la
FEI “como un organismo (…) controlado por el PC, no toma en cuenta que
los mismos indígenas tenían una voz activa en la formación ideológica del
partido” (Becker, 2007).
El primer objetivo que figura en el Estatuto de la FEI es el de “realizar
la emancipación económica de los indios ecuatorianos”, con lo cual puede
sostenerse que la organización se basaba en el carácter étnico del campesi-
no serrano para caracterizar su composición. Según Mercedes Prieto (1978),
“la FEI creyó que la etnicidad no excluía ni entraba en contradicción con
el desarrollo económico. Aunque la FEI planteaba la lucha de clases, no
ignoró la presencia del racismo y la importancia de componentes étnicos
en una lucha campesino-indígena”. Al referir su composición, el Estatuto
señala a “los sindicatos, comunas, cooperativas, instituciones culturales y
defensivas indígenas, así como tribus”. En el artículo 22, la organización
adhiere a la CTE pero en el siguiente artículo indica que “la insignia de la
FEI es la bandera ecuatoriana en uno de cuyos costados estará pintada una
hoz, entrelazada con un machete y un martillo sobre los que descansará un
libro”. Si no se tiene presente el acumulado de luchas y experiencias previo,
esto puede ser interpretado como una clara injerencia de los partidos
de la izquierda marxista en la formación de dicha organización. Dichas
interpretaciones no podrían explicar que la primera Secretaria General
de la FEI fuera Dolores Cacuango: mujer, indígena y oriunda de Cayambe,
al mismo tiempo que tesorera y miembro del buró del PC. En este sentido,
coincidimos con aquellas interpretaciones que complejizan los componentes
identitarios.
Becker afirma que la FEI surge “de una perspectiva subalterna y no-
gubernamental (…) [y que] siempre mantuvo su base social en las luchas de
los huasipungueros por la tierra” (Becker, 2007 p.138). Como observamos,
efectivamente sus bases se encontraban en las haciendas estatales de
la Junta Central de Asistencia Pública (luego Social), en las zonas de
302 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
9 Esta ley promovía el libre mercado de las tierras, incluidas las comunitarias
(permitiendo la división de tierras comunales), suprimía el IERAC (Instituto
Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización) y creaba el Instituto de
308 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
12 Como señala Mario Unda (2011), “la ley de Minería “rebaja” la consulta
previa, permite modificar la prelación del agua para el consumo humano y
desconsiderar los derechos de la naturaleza si el presidente considera que se
trata de un proyecto estratégico para el país”.
13 Según Pablo Ospina (2010), los nudos críticos de la Ley son la concentración
de las concesiones de agua (que aunque es peor que la de tierras no es abor-
dado en el proyecto de ley), y la centralización de atribuciones en la Secretaría
Nacional de Aguas (por ejemplo para fijar tarifas y entregar las concesiones).
14 El gremio docente se movilizará contra la evaluación, y los profesores y
314 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
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322 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
contra los desarmados inconformes de Oaxaca no resultó difícil pero el caso del
narcotráfico es diferente y Calderón puede estar metiéndose, como Bush, en
problema mayor del pensado, pues hasta ahora no hay ningún caso en que el
Ejército haya derrotado al narco, ni siquiera el Ejército norteamericano en ese
centro de producción de opio que es Afganistán. (…) La guerra contra los capos
de droga en México se inició como una guerra básicamente norteamericana.
Por razones internas, al principio de los 1970, el presidente Richard Nixon
-después de haber presionado a Díaz Ordaz con la “Operación Intercepción”-
lanzó una espectacular pero poco eficaz ofensiva en contra de los proveedores
externos de sustancias prohibidas. Sin embargo, el combate a la demanda de
esas drogas dentro de Estados Unidos -única forma de realmente cegar la
oferta- sigue sin ganarse.” Meyer Lorenzo, Reforma, 18 de enero 2007.
Edur Velasco Arregui 327
por la industria en los estados colindantes con los Estados Unidos aumentó
su peso específico del 18% al 40%, dando lugar a grandes ciudades con una
notable densidad de fuerza de trabajo industrial por habitante.
Población Total de
Ciudad o Zona Estado al que Porcentaje de
la Ciudad o Zona
Metropolitana pertenece población latina
Metropolitana
ZM Laredo Texas 236.091 94,8
ZM Bronsville Texas 396.371 86,1
Mc Allen Texas 775.225 90,5
Eagle Pass Texas 27.183 94,9
Del Rio Texas 36.676 78,6
Calexico California 38.827 75,7
Alburquerque Nuevo Mexico 887.100 45,3
ZM El Paso Texas 801.447 81,8
ZM San Antonio Texas 2.143.300 53,5
ZM Tucson Arizona 980.556 33,7
ZM San Diego California 3.095.110 31,3
ZM Los Angeles California 12.829.540 44,8
La Frontera entre Estados Unidos y México es, por tanto, una construc-
ción social muy reciente. Todavía durante los años veinte del siglo pasado,
cientos de miles de mexicanos ingresaron de manera legal y pacífica a
Estados Unidos, aunque después fueron deportados sin justificación legal
alguna. Durante casi un siglo, mientras se construía la hegemonía capita-
lista sobre el territorio de América del Norte, no había barreras a su avance
sin límites. Fue un acontecimiento social, la Revolución Mexicana, la que
construyó la frontera. Ironía de la historia, fueron los mexicanos, con sus
límites a la hegemonía capitalista contenidos en las leyes revolucionarias y
un pueblo rearmado alrededor de un programa político comunalista (social
y comunitario) quienes construyeron la primera barrera. Segunda ironía,
la primera barrera no fue para restringir el movimiento de personas, sino
el libre movimiento del capital hacia los territorios sociales del Sur, hacia
el espacio de acumulación de capital conocido como México. La frontera es,
por tanto, la expresión de dos formas de hegemonía capitalista. Y la clase
obrera mexicana, desde el siglo XX, dependiendo de las circunstancias, optó
por una o por otra, permaneciendo dentro de México o migrando hacia los
Estados Unidos.
Tal vez eso contribuya a explicar que estas dos formas de pobreza, la que
existe entre la comunidad latina dentro de Estados Unidos, y la que padece
el pueblo mexicano dentro de su territorio, convivan de manera ordenada,
dentro de lo que cabe, y no terminen en un colapso de La Línea, como se
conoce por los habitantes del Norte a la línea fronteriza entre México y
Estados Unidos, similar al del Muro de Berlín, con millones de mexicanos
agolpados en los puentes fronterizos, en un mismo día, para alejarse de la
miseria acumulada durante tres décadas de estancamiento económico en
el pasado inmediato.
Dado el tremendo diferencial, en términos de ingreso, entre ser pobre
en un lado y ser pobre en el otro, debe existir algo más, que no explican los
simples ingresos monetarios para comprender la reticencia a migrar de una
buena parte de los trabajadores mexicanos, dada su contrastable pobreza
relativa. La crisis desatada en el otoño del 2008 arroja luz sobre las líneas
de fuerza existentes en cada lado de la frontera. En los Estados Unidos,
la crisis económica ha transcurrido en condiciones de reforzamiento de la
hegemonía de las grandes corporaciones. Y la clase obrera latina en general
que vive dentro de los Estados Unidos, y la mexicana en particular, lo perci-
ben en el deterioro de sus condiciones de vida y trabajo. En contraste, en el
caso de México, el desempleo masivo y el empobrecimiento sin precedente
de su población, coinciden con una profunda crisis de autoridad, y con un
peso notable y cada vez mayor de la informalidad, que no es sino la forma
espontánea en la que millones de mexicanos rompen con la línea global de
respeto irrestricto de la propiedad privada.
Edur Velasco Arregui 333
Las remesas, en una tercera paradoja, son la savia que alimenta dos
procesos contradictorios. Por un lado, financia, en parte, la migración
de nuevos miembros de la familia hacia los Estados Unidos. Pero, en un
segundo ámbito, las remesas son fundamentales para nutrir la economía
no capitalista, las actividades artesanales y alternativas dentro y fuera
del mercado, de sus familias en México. Muchas familias pobres logran a
partir de las remesas construir una economía familiar, pequeños o micro
establecimientos, que les permiten subsistir sin engancharse como peones
asalariados en las modernas plantas o en los grandes establecimientos
que el Tratado de Libre Comercio ha creado en las ciudades de México.
Las remesas alimentan, nutren, al México que nunca fue incorporado
en las cláusulas del NAFTA. La Migración encuentra en las remesas su
propio antídoto, siempre y cuando la burguesía mexicana no destruya el
metabolismo de la economía alternativa que existe en México.
Si una buena parte de la clase obrera mexicana no migra hacia los
Estados Unidos, es porque el capitalismo mexicano no los ha podido
subsumir como sí lo hace con los mexicanos que entran a territorio nor-
teamericano. Carece el capitalismo mexicano de la composición orgánica
necesaria para ejercer un control tan potente y severo como el que atenaza
a los trabajadores norteamericanos, sean nativos o nacidos en el extranjero.
Como lo mencionaba un compañero albañil mexicano: “En México no lleva
uno tantos kilos de herramienta en la cintura cuando se sube al andamio, ni
la grúa va tras de ti a tal velocidad como el más cruel de los supervisores.”
Mientras existan dos formas de hegemonía tan contrastantes en los dos
lados de la frontera, la Línea tardará en colapsarse.
La Frontera Norte, como territorio estratégico de la acumulación de
capital en la América Septentrional, tiene pocas reglas, muchas de ellas no
escritas, y las que existen son trastocadas. Los trabajadores que encallan en
sus arenas, no importa en muchos casos si en el lado sur o en el lado norte,
tendrán que asumir que esta fue una región de presidios desde los tiempos
coloniales, en la que sus habitantes carecían de calidad de ciudadanos.
Es por ello que en las próximas páginas reconstruiremos los esfuerzos
sostenidos por parte del Bloque Industrializador dominante, para erradicar
a toda propuesta civilizatoria que concediera derechos a los trabajadores,
y mucho menos que les permitiese organizarse como sujetos autónomos,
en los Estados del Sudoeste de Estados Unidos y en los Estados del Norte
de México. Desde casi un siglo atrás, las élites fronterizas, mexicana y
estadounidense, decidieron excluir a los plebeyos como interlocutores
dentro de su desreglado territorio. Con los rebeldes su ira no tiene límites.
334 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
capital del Estado, Denver, exigiendo castigo a los asesinos de las familias
mineras. El conflicto fue aplastado con el envio de tropas federales y la
presencia de Comisiones del Congreso para investigar los sucesos. Miles de
huelguistas fueron despedidos y la sindicalización de los mineros del carbón
en el Sudoeste de los Estados Unidos, permaneció vedada.
Transcurridos los años, en la primera década del siglo XXI, la tasa de
sindicalización, o de densidad sindical como también se le conoce, en los
Estados del Sudoeste de los Estados Unidos es una de las más bajas de toda
la nación. En Texas, la densidad sindical es de tan sólo el 3.1% de los tra-
bajadores del sector privado. En Nuevo México la densidad sindical abarca
también a tan sólo tres de cada cien trabajadores en los establecimientos
privados y en Arizona, la densidad sindical implica que tan sólo 3.6 de cada
cien trabajadores esta organizado sindicalmente. Incluso en el progresista
estado de California, la densidad de sindicalización es superior en la región
norte, el área de la Bahía de San Francisco, con una tasa de sindicalización
del 10% entre los trabajadores del sector privado. En la región sur, en el
área metropolitana de San Diego, la tasa de sindicalización desciende al
7.5 por ciento. Entre el total de los trabajadores industriales del Estado
de California, tan sólo 6 de cada cien esta organizado sindicalmente frente
al promedio nacional de 13 de cada cien. (Union Membership: Data on
California and the US, UCLA, 2005)
7 Por ejemplo, en los años 60 del siglo XX, los cortadores de caña de azúcar de
Tamaulipas, sufrieron la violencia policial como consecuencia de participar
en paros, manifestaciones y huelgas obreras agrícolas. El ambiente político
en la región sur de Tamaulipas se desarrolló bajo una fuerte represión
gubernamental. Entre los ejemplos más graves se encuentran el asesinato
en el año de 1966 de tres jóvenes campesinos, a manos de pistoleros de los
terratenientes de la zona local, en el ejido el Abra de Ciudad Mante, por un
problema de posesión de tierras; en las zonas rurales de los municipios de
Villa de González y Estación Manuel el ejército y policía realizaron tareas de
“guardias blancas” a favor de los ricos terratenientes Arturo B. De la Garza
y otros más de ascendencia estadounidense.” Informe Dr. Ignacio Carrillo
338 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
como una “zona especial”, la vigencia de la Ley Federal del Trabajo creada
al calor del ascenso del movimiento revolucionario en México durante las
primeras décadas del siglo XX, y que a pesar de todos los esfuerzos de la
derecha mexicana, no ha podido ser modificada para introducir todos los
criterios flexibilizadores propicios para la manufactura global.
han encabezado el gobierno municipal del antiguo Paso del Norte, dando
lugar a una dinastía que a partir del control político de la ciudad fronteriza
realiza maniobras estratégicas en el terreno federal. De Juárez parten
muchas campañas político-electorales que le garantizan al PAN un buen
número de diputados federales en el centro-norte del país.
En las elecciones del 2 de julio del año 2000, un verdadero laboratorio de
la hegemonía política empresarial, el PAN obtuvo una victoria contundente.
En la votación para presidente de la República, el foxismo arrancó en
Ciudad Juárez 209,416 votos de un total de 409,661 votos válidos, esto es,
un 51.1% del total, casi diez puntos por arriba de lo que fue el resultado a
nivel nacional. En las mismas votaciones del 2 de julio, pero en lo que se
refiere a diputados federales, la coalición panista conquistó el triunfo en las
tres diputaciones federales, con un margen amplio de decenas de miles de
votos con respecto al conjunto de los candidatos priístas. (Instituto Federal
Electoral, Resultados Electorales, año 2000).
El ascenso electoral de la derecha en las grandes ciudades de México
no es un hecho sin precedentes que se presente de manera sorpresiva e
inesperada. Fue la consecuencia de la incapacidad de las fuerzas de izquierda
para desafiar al capitalismo salvaje que ha dominado el acelerado proceso
de urbanización del país de las últimas tres décadas. El resultado ha sido
ciudades privatizadas, sin espacios comunitarios, y en donde el monopolio
de las grandes empresas se extiende a todos los terrenos de la vida social,
a la educación y a la cultura. En un artículo publicado en el año de 1985
señalaba que la estrategia política del PAN no era inocua: “Estamos en
presencia de un nuevo bloque conservador en el país capaz de disputar el
poder(...)De acuerdo a los resultados electorales de 1982, el PAN emerge como
un partido urbano, las zonas panistas emergen en dos grandes franjas en el
país, en el centro occidente, y en el norte, en los estados fronterizos” (Velasco
y Sigg, 1985, El Cotidiano Nº4, páginas 5-7). La tesis sobre la capacidad del
Partido de Acción Nacional para construir “la transición a la democracia”
sobre la base de su hegemonía en las ciudades pareciera confirmarse al
obtener una alta proporción de sus votos en las zonas metropolitanas de
Guadalajara, Monterrey, Puebla, León y Ciudad Juárez, las cinco ciudades
más importantes del país, detrás de la Ciudad de México.
Para entender las victorias electorales de la derecha en las ciudades
obreras de la franja norte es necesario considerar las implicaciones políticas
de la masiva migración interna de la fuerza de trabajo, que no deja de pesar
de manera decisiva, dado que los ciudadanos mexicanos que se encuentran
fuera de su localidad, sólo en una pequeña proporción pueden votar en
las famosas casillas especiales, que sólo permiten 750 votos, y en donde,
rápidamente se agotan los votos disponibles, dejando también a millones de
personas sin posibilidad de votar. En las elecciones del 2006, se instalaron
Edur Velasco Arregui 343
contrarían entre aquellas con una menor tasa por cada cien trabajadores,
por debajo del promedio nacional. Los datos concentrados por las clínicas
del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) para los seis Estados de
la Frontera Norte, en el año 2009, reportarían 334 trabajadores muertos
como consecuencia de riesgos de trabajo.
Para ocultar la verdadera siniestralidad, el número de accidentes de
trabajo por cada cien trabajadores existente en la Franja Fronteriza de
México con Estados Unidos, las empresas han construido una red paralela
de seguros y hospitales privados, de forma tal de que los accidentes en
las maquilas no queden registrados por el Instituto Mexicano del Seguro
Social: “El sector maquilador local prefiere desembolsar unos 32.5 millones
de dólares al año en servicios de salud para sus trabajadores -su principal
activo-, a tener que arriesgar su integridad, pese a que pagan el servicio
del Instituto Mexicano del Seguro Social. Para la industria maquiladora
es preferible invertir en médicos y enfermeras para los centros de trabajo,
así como en pólizas de seguro de gastos médicos mayores para darle la
vuelta al IMSS”, dice Pablo Castro, contralor de Small Parts una empresa
maquiladora que emplea a más de 200 personas. De acuerdo a cifras de
la Asociación de Maquiladoras (AMAC), la industria eroga en pólizas de
seguros de gastos médicos mayores, 18 millones 971 mil dólares anuales.
Mientras que por la contratación del servicio de doctores y enfermeras
para atender a los trabajadores dentro de las plantas, las compañías en su
conjunto, gastan un total de 13 millones 610 mil dólares anuales como pago
de nómina.” (El Norte, Octubre 2005).
A partir de la existencia de estos mecanismos es como las empresas
maquiladoras logran mostrar una tasa de riesgos de trabajo totalmente
inverosímil, dada la ausencia de inspección laboral de las autoridades, la
escasa inversión en medidas de higiene y seguridad y el fuerte predominio
de trabajo eventual predominante en las plantas: “En lo que va del año el
Instituto Mexicano del Seguro Social ha registrado 5 mil 400 riesgos de
trabajo, de los cuales 300 casos han dejado secuelas permanentes en los
trabajadores, informó José Luís Tirado Medina, jefe de los Servicios de
Salud en el Trabajo. La plaza laboral de Ciudad Juárez registró una tasa
de 1.5 por ciento de trabajadores accidentados por cada 100 empleados
contratados durante 2005, “la cifra más baja de todo el país. El funcionario
del IMSS recordó que durante 2004 la oficina de los servicios de salud en el
trabajo registró 5 mil 800 riesgos calificados como de trabajo. Los riesgos de
trabajo disminuyeron un 8 por ciento con relación al 2004, aseguró Tirado.
Mientras que en el Estado de México es de 2.5 a 3.0 por ciento trabajadores
accidentados, dijo Tirado Medina. “Se disminuyó poco con relación a los
años pasados, pero la meta de la Organización Internacional del Trabajo,
346 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
establece que las organizaciones que tienen menos de dos riesgos de trabajo
son empresas de calidad mundial”, indicó.” (El Norte, Noviembre del 2005).
En realidad, la maquiladora ha logrado injertar en los procesos de
trabajo con una fuerte presencia de las tecnologías de la información e
incluso de la robótica, el uso de los mecanismos más coercitivos y brutales:
un enlace del chip con el látigo. Es por ello que cuando se produce un acci-
dente fatal dentro de sus instalaciones no es poco frecuente que impidan
el paso de los servicios médicos de salud. Tal fue el caso del técnico de
mantenimiento Héctor Joel Pérez Helguera, con siete años de antigüedad
en la maquiladora Ansell- Edmont de Ciudad Juárez, de 42 años de edad,
quien murió como resultado de las heridas producidas que le ocasionó una
máquina robotizada que intentaba reparar. La máquina lo golpeó en la cara
y pecho con tal fuerza que le fracturó todas las costillas, colapsó y desgarró
sus pulmones, hígado, corazón y otros órganos. Los directivos de la empresa
declararon que realizarían una profunda investigación del accidente a la
vez que expresaron sus condolencias a la familia del trabajador. (Diario de
Juárez 12 de mayo 2007). “Es probable que nunca lleguemos a saber si la
muerte de Joel se debió a una imprudencia de su parte, como por ejemplo
una falta de seguimiento a los procedimientos de operación de la máquina,
o a una falla grave en los sistemas de seguridad de Ansell-Edmont. Sin
embargo, sería aconsejable que la empresa informará a los demás tra-
bajadores y a los ciudadanos sobre los resultados de su investigación del
accidente.” señalaron en su momento compañeros y ciudadanos, casi con un
temor reverencial, estremecidos por la vulnerabilidad de los trabajadores
frente a la operación sin control de los poderosos sistemas de producción.
Según los nuevos manuales del IMSS, sólo si la empresa acepta firmar el
formato respectivo en donde reconoce un fallo en la operación de la ma-
quinaria o equipo, el accidente aparece como industrial, en caso contrario
es un deceso consecuencia de la imprudencia del trabajador, y no entra en
las estadísticas como riesgo de trabajo fatal.13
Tratado de Libre Comercio de América del Norte han hecho de México uno
de los países, junto con China de mayor siniestralidad en el trabajo, con
una guerra brutal en el piso de fábrica.15
tres lustros de la firma del TLC, en el año de 2008, desde antes del inicio
de la crisis, el conflicto laboral a nivel de demandas individuales ante las
no muy prestigiadas JLCA, se había disparado. En 2008, el número de
conflictos laborales en los estados fronterizos ascendió a 50 mil casos, sin
siquiera incluir de nuevo la Ciudad de Monterrey, cuya dinámica industrial
no escapa ya a la maquilización de su producción manufacturera. En cuyo
caso, el número de conflictos laborales en la franja maquiladora del país
se habría multiplicado por tres en un período de poco más de una década.
Es probable, además, que el número de discrepancias graves en materia
laboral sea mucho mayor que el reflejado en el número de juicios ante las
JLCA. Por lo general, los trabajadores recurren a la Junta solo como una
última instancia y no sin tener grandes dudas sobre su imparcialidad y
rigor jurídico.
No obstante, el que los trabajadores se vuelvan respondones, y lo mani-
fiesten yéndose a juicio en los tribunales laborales refleja un fracaso de la
política de relaciones laborales de la industria maquiladora que siempre
prefirió los arreglos informales por fuera de los tribunales y sin considerar
los mínimos establecidos en la Ley Federal del Trabajo. No deja de ser una
ironía que justo en el momento en que la STPS pretende reformar la LFT
es cuando los trabajadores industriales del Norte del país están recurriendo
más a sus limitadas pero valiosas virtudes. Por otra parte refleja también
el hecho de que la ausencia de sindicatos reales, con presencia en el piso
de fábrica, lejos de facilitar la resolución de conflictos los acrecienta. Es en
aquellas ciudades con mayor presencia sindical, como Matamoros, donde
los conflictos individuales de trabajo ante las JLCA son menos recurrentes
dado que la presencia de los sindicatos facilita la resolución y conciliación
antes de tener que dirimirlos ante los tribunales.
De manera aún imperceptible, una corriente en sentido contrario a la
desesperanza sembrada desde arriba, empieza a emerger en las ciudades
fronterizas. En ciudad Juárez, el CISO denuncia las desapariciones de
cientos de ciudadanos a cargo del Ejército. Las organizaciones campesi-
nas en el curso de los últimos años han tomado en diversas ocasiones los
puentes en protesta de la política agrícola que condena al país al desabasto
y dependencia, repudiando la siembra de maíz transgénico. Transportistas
y agricultores se han organizado para denunciar una política energética que
los condena a pagar un diesel encarecido, incluso por encima del precio que se
paga por dicho combustible en los Estados Unidos. La huelga de los mineros
de Cananea se hermana con las luchas de los padres de la Guardería ABC
de Sonora. Un nuevo tono, gestos de indignada vehemencia, una actitud
desafiante configuran el nuevo rostro de la frontera norte de México. Son
parte de la larga marcha de la indignación hacia la protesta social.
Edur Velasco Arregui 351
400
Feminicidios
300
194
200
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49 48 42 47 52 52 63 49 61
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En este gran escenario del infierno global, los intentos de organizar a los
trabajadores en sindicatos, empresa por empresa, desplegados por grupos
de organizadores, en la mayoría de los casos con apoyo de redes sociales
y sindicatos de otras regiones no han dado lugar a muchos resultados. La
forma sindical de negociación institucionalizada y estable no encaja en este
escenario de guerra.
354 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
dice que debido a que los trabajadores tienen que esperar usualmente uno
o dos meses para conseguir un empleo la rotación de personal es muy baja
en las maquiladoras de Matamoros y Reynosa.” (Bloom, 2001, p. 2) Mientras
que otras ciudades fronterizas como Ciudad Juárez o Tijuana la rotación
de personal mensual es muy alta, en Matamoros y Reynosa se ha reducido
por debajo de un dígito al año.
Pero en lo que se refiere a la protección de los trabajadores frente a
la presencia permanente de sustancias tóxicas o de graves riesgos de
trabajo, la organización sindical es permisiva hasta la complicidad con las
empresas: “Trabajadores entrevistados para esta historia mencionaron
repetidamente que usualmente temen abogar por mejores condiciones y
compensación porque ellos creen que los sindicatos pueden tomar repre-
salias al ponerlos en listas negras cuando vean sus nombres en las listas
de empleos. Inclusive algunos trabajadores dijeron que sus trabajos son
tan vulnerables en las plantas, aun cuando pertenezcan a un sindicato,
pueden enfrentar “medidas disciplinarias” por parte de la compañía si
van al hospital debido a alguna lesión relacionada con el trabajo antes de
recibir permiso del doctor de la planta.22 Los trabajadores dicen que esto
22 Alma estuvo empleada en una maquiladora en Reynosa por tres años soldando
componentes electrónicos con materiales basados en plomo, hasta que se enfermó
de los pulmones y no pudo continuar trabajando. Le tomó tres meses recuperarse
y durante ese tiempo no recibió ningún tipo de compensación por lo que ella
consideraba una enfermedad relacionada con el trabajo. Cuando regresó a su
sindicato para conseguir un nuevo empleo, fue enviada a una compañía diferente
, soldando de nuevo. Convencida de que moriría si continuaba exponiéndose a
los vapores como resultado de su trabajo tomó la difícil decisión de renunciar
permanentemente a las maquiladoras. Desde que dejó de trabajar en las plantas
ensambladoras Alma ha aprendido que ella debió haber sido protegida por las
leyes mexicanas de seguridad ambiental en el trabajo. Pero no fue así. La primera
maquiladora en la que ella trabajó tenía ventilación insuficiente --solamente
pequeños ventiladores al frente de los trabajadores que estaban supuestamente
para soplar el humo fuera de sus caras. La segunda maquiladora en la que trabajó
no fue mejor que la anterior. El esposo de Alma tiene un buen trabajo en una
maquiladora que le paga el equivalente a más o menos US $10 diarios, pero ella
nos cuenta que él también enfrenta riesgos de salud en su trabajo. En la planta
donde él trabaja ha habido gente que se ha pelado la piel de las manos debido a
cadenas descubiertas en la máquina al cargarla con tela.
Alma menciona otros accidentes de los que ha escuchado, y al hablar con gente
en su barrio es aparente que todos conocen muchas historias de accidentes de
trabajo en maquiladoras. Por supuesto, todo esto te hace pensar, ¿qué están
haciendo los sindicatos por los trabajadores en términos de seguridad en las
plantas, salarios y otros problemas? Bloom Greg Trabajadores y Sindicatos
en la Frontera con Tamaulipas, Frontera Norte Sur, CFO, Texas, 2001.
358 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
es debido a que las compañías no reportan las lesiones que son tratadas en
la enfermería de la planta. Solo lesiones que son reportadas fuera de las
plantas, en hospitales, son incluidas en los reportes oficiales de accidentes.”
(Bloom, 2001, p. 4)
A raíz de las prácticas sindicales tradicionales o subordinadas, verda-
deros “contratos de protección” de los patrones transnacionales dirigidos
a evitar un proceso de autorganización genuino de los trabajadores para
construir una coalición social capaz de reivindicar sus derechos, a lo largo
de las últimas tres décadas han existido muchos intentos, en la mayor parte
de ellos con una amplia solidaridad nacional e internacional, para organizar
de manera independiente a los trabajadores de la franja fronteriza. Sony
Electronics ( Magnéticos de México) Matamoros Garment, Han Young, Duro
Bag y otros conflictos derivados de intentos de sindicalización democrática
que no alcanzaron la magnitud de estas grandes plantas, algunas de ellas
con mas de dos mil trabajadores, son la demostración de la frágil táctica
de pretender organizar a los trabajadores maquileros a través de obtener
el reconocimiento legal de las representaciones obreras independientes
por parte de las autoridades. “A pesar de la lucha obrera en los recintos de
trabajo, y de la fuerte presión ejercida por las organizaciones binacionales”-
las empresas maquiladoras han derrotado a los intentos de sindicalización
independiente- “aun y cuando hayan tenido que recurrir en no pocos casos
a cerrar los centros de trabajo.” (Méndez, Luís, 2005, p. 67)
La represión en la región fronteriza no ha retrocedido en intensidad.
La militarización es pródiga en historias aciagas. Incluso en contra de
las escasas secciones de los sindicatos nacionales de industria como el
Petrolero. En Mayo del 2007, 38 trabajadores petroleros de la sección 49
del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana fueron
desparecidos en la Ciudad de Cadereyta, Nuevo León.23
23 “El 16 de mayo del año 2007 la sección 49 del STPRM realizó su asamblea de
revisión contractual(…) Al final hubo un convivió y a la salida, ya de noche, ante
la mirada de muchos agremiados, varios hombres con armas largas, uniformes
negros sin insignias, granadas al cinto y chalecos antibalas, abordaron a cuatro
de ellos, los esposaron, y los subieron a camionetas; nunca más aparecieron. Sus
nombres: Víctor Manuel Mendoza, Jorge Alejandro Hernández Faz, David Sánchez
Torres y Félix Sánchez Torres. Esa misma noche, otros comandos llegaron en
varios vehículos a casa de David Vega, hermano del dirigente. Cerraron la calle
y entraron a la vivienda. La policía municipal esperó media hora después de
la partida de los comandos para llegar al lugar de los hechos. Al día siguiente,
17 de mayo, Hilario Vega recibió una llamada desde el celular de David. Eran
los secuestradores. Con palabras altisonantes le dijeron que se entregara para
negociar o, de lo contrario, le mandarían la cabeza de su hermano. Hilario fue solo
al lugar de la cita. También se lo llevaron. Tres días después, el 20 de mayo, fueron
levantados el ex alcalde de Cadereyta José Luis Lozano, un regidor y otro jubilado
Edur Velasco Arregui 359
del sindicato petrolero. Las familias no dieron aviso inmediato a las autoridades
porque pensaban que era un secuestro común, y que las llamarían para pedirles
el rescate. Pero el 4 de julio leyeron en la prensa –el diario El Mañana de Reynosa
que el Ejército había “reventado” una casa donde mantenían secuestradas a varias
personas y que las había rescatado en esa ciudad. Se publicaron los nombres de
los petroleros y del ex alcalde neoleonenses, supuestamente rescatados. Pero éstos
“nunca fueron presentados” Según Josué Hilario Vega Estrada, hijo de Hilario
Vega Zamarripa –secretario general de dicha sección y uno de los desaparecidos–,
todo comenzó cuando el 16 de mayo del año pasado los integrantes de la sección
se reunieron, por la tarde, en las instalaciones del sindicato. El propósito: discutir
sobre la constitución de un comité de huelga.” La Jornada, dos de junio del 2008.
24 Entramos aquí a un nuevo terreno dada la enorme dificultad que ha existido
en la franja maquiladora para incorporar la disensión que brota desde la
fábrica. La resistencia como táctica, cómo la fortaleza de los subordinados,
se confronta con sus propias limitaciones al trasladar el conflicto en espiral,
hacia un nuevo nivel dónde se agota. Para el desarrollo de esta discusión es
de gran interés el trabajo escrito por Paula Abal Medina en “Notas sobre
la noción de resistencia en Michel de Certeau”(Abal Medina:2007b) Las
coaliciones informales, uniones, han estado en el proceso de rebelión y autoor-
ganización de los obreros maquiladores desde hace por lo menos dos décadas.
Esa fue la experiencia del Sindicato Independiente de Trabajadores Traba-
360 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
empleados, pero ayer por la noche dio a conocer el despido de todo el turno
nocturno. La Federación Regional de Trabajadores del Norte fue rebasada
por los acontecimientos, lo mismo que las instancias de conciliación como
la Junta Local (estatal) de Conciliación y Arbitraje.
Otra expresión de la resistencia obrera, a partir de coaliciones
sumergidas, que son capaces de acciones de resistencia súbitas,
aunque muy bien organizadas, es la experiencia del pasado otoño
en la planta maquiladora Sharp, de capital japonés, cuando 300
trabajadores suspendieron actividades el día 29 de septiembre, con
lo que paralizaron dos de las principales líneas de producción de
ensambles de televisiones. Los trabajadores inconformes que durante
todo el día mantuvieron una manifestación de protesta pacifica, exigiendo
la nivelación salarial de acuerdo al mercado “no maquilador”, incremento
salarial para este año, el aumento en los salarios que les correspondía
en el 2009 y su retroactivo, porcentaje de evaluaciones anuales definidas
considerando la inflación y el desempleo, así como definir el alza salarial
para promociones.25 (El Mexicano, 30 de septiembre del 2010)
Bibliografía
Presentación
Las características principales de las transformaciones sociales contem-
poráneas que se vienen registrando desde hace poco más de dos décadas,
tanto en los países de capitalismo avanzado, como en América Latina son:
el papel de agente remercantilizador de servicios sociales y territorios
por parte del Estado y refuerzo de sus componentes policiales y penales;
la desregulación de los flujos financieros, la flexibilización del mercado
laboral y de las relaciones de trabajo, la reducción de las protecciones
sociales y celebración moralizante de la responsabilidad individual. Hoy la
experiencia de estas transformaciones, que Pierre Bourdieu ha denominado
la invasión neoliberal, están cultural y políticamente desacreditadas pero
sin que una fuerza sociopolítica de alcance internacional se configure en
una alternativa viable.
De cara a enfrentar la invasión neoliberal es preciso pensar el papel
de las organizaciones de los trabajadores y, en especial, de los que se
encuentran sometidos a alta rotabilidad del empleo y deslaboralización.
El bombardeo mediático y político ha logrado hacer desaparecer en gran
medida la imagen del trabajador del imaginario colectivo y reemplazarla
por la del consumidor, haciendo crecer un conjunto borroso y desolador de
sujetos vulnerables, despojados de las garantías laborales y otras posibili-
taban la integración social.
En este texto no pretendemos plantear caminos de problematización
tentativos (y a menudo especulativos) sobre estos temas. Para poder tener
368 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
Sin entrar en más detalles sobre los orígenes de las nuevas formas de
organización de la producción1, podemos deducir una primera dimensión
para la conformación de sujetos del trabajo y de posibilidades para la
acción, que se constituye en la tensión entre mundo del trabajo y ciudada-
nía. En este punto, debemos tener en cuenta que si bien en los años 60 la
Volvo no contaba con emigrantes dentro de las fronteras suecas para hacer
funcionar sus cadenas, el intenso proceso de internacionalización de los
procesos productivos desde principios de los años 70, se ha apoyado entre
otros factores en el desigual desarrollo de la ciudadanía laboral entre los
países de capitalismo avanzado más desarrollados y los de menor desarrollo
económico, donde los trabajadores no alcanzaron el poder de resistencia
y de conquistas que en aquellos. Donde además se logran reunir otras
condiciones (infraestructura, fuerza de trabajo suficientemente calificada,
menor protección al medio ambiente, entre otras) que permiten producir
un producto o parte de él a menor costo, con una calidad semejante a
la del lugar de origen de la planta matriz y con baja resistencia de los
trabajadores.
De esta manera, nos encontramos que las nuevas formas de organización
de la producción tienen como una de sus principales características haber
generado las condiciones técnicas y organizativas para la fragmentación
de los procesos productivos, propiciando una de las mayores tendencias de
la reestructuración productiva, denominada deslocalización productiva o
descentramiento productivo, que conjuga un conjunto complejo de trans-
formaciones en las que aún nos encontramos involucrados: basadas en
innovaciones organizativas del trabajo en grupo; en las posibilidades en las
nuevas tecnologías de la información disponible; en la gran relevancia que
hoy juegan el diseño de productos, bienes y servicios; en una vinculación
casi directa entre producción, distribución y consumo; y en el objetivo de
destruir la figura del obrero-masa de la gran fábrica (Castillo, 2000 p. 55).
La fragmentación del proceso productivo se traduce en la transición de
la gran fábrica hacia las pequeñas unidades productivas, independientes
pero coordinadas. Aunque los procesos de trabajo sean controlados por pe-
queños y medianos empresarios, y aun por los trabajadores, subcontratados
por las grandes firmas, son estas las que se reservan la centralización de
las funciones del control de proceso de valorización y con el del proceso
productivo en su conjunto.
En esta dirección identificamos, ya desde finales de los años 90, el
resultado del proceso que comenzara a finales de los 60, y que empiezan
4. Organización en red
El reto que enfrenta el movimiento de los trabajadores es conseguir inte-
grar una pluralidad de realidades y de relaciones individuales y colectivas
de trabajo, dispersas a lo largo de las redes de territorios, en una economía
cada vez más integrada, que tiende hacia denominadores comunes de
inestabilidad e incertidumbre, y desde donde se vienen gestando luchas
por la consecución de derechos laborales y humanos mínimos y se pueden
vislumbrar búsquedas de los trabajadores por un mayor control de los
procesos productivos, y con esto, sobre sus propias vidas.
La forma de organización tiene que ver consecuentemente con la cons-
titución de redes, en parte yuxtapuestas a las empresas red. Se está en
la búsqueda de las bases de agrupación local funcionando a nivel global;
engendrando mecanismos de conexión e interrelación (Ronda, 2002, p. 25).
La posibilidad de concebir una forma de organización en red parte
de entender que las grandes corporaciones no desaparecen en tiempos
de creciente flexibilidad externa, las pequeñas y medianas empresas se
han convertido en subcontratistas de aquellas, en condiciones de trabajo
diferentes de las grandes. Mientras que en las grandes la introducción
de formas de organización del trabajo contemplan el involucramiento
negociado o no de los trabajadores en el proceso laboral, en las pequeñas
y medianas empresas, en casos como el colombiano, priman relaciones
Juan Carlos Celis Ospina 379
Bibliografía
Entrevista
Pablo Masciangelo: Dirigente de Central de Trabajadores de Argentina
(CTA) en la provincia de Buenos Aires (Porto Alegre el 24 de
enero de 2003).
Julián Gindin 385
Julián Gindin
Investigador del Núcleo de investigaciones y Estudios del trabajo
(NUPET-IUPERJ), Doctorando del programa de Sociología del Instituto
Universitário de Pesquisas de Rio de Janeiro (IUPERJ-UCAM) y
Profesor de la Universidad Candido Mendes (UCAM). jgindin@iuperj.br
cuenta “el ascendiente y la autoridad moral de que deben gozar, en las bases
del magisterio, los candidatos a los cargos superiores de la administración
escolar” (art. 55).
8 El reglamento establece que las federaciones docentes nombraran uno de los
tres miembros de las Comisiones Distritales encargadas de la calificación
de los docentes, y uno de cuatro miembros de los tribunales encargados de
evaluar los ascensos dentro de la carrera docente. Los concursos de ascenso
con presencia sindical son conocidos como “institucionalizaciones”.
Julián Gindin 391
COB, frente a una gestión que representaba la ‘derecha’ del MNR. Si bien
no contamos con información sobre la dinámica gremial en los restantes
años del período, luego del golpe de 1964 los docentes bolivianos vuelven
a ir a la huelga en 1968.
Con una articulación mucho más sólida entre los sindicatos y el gobierno
que en Bolivia, la huelga de finales de la década del ‘50, en el Distrito
Federal mexicano, promovida por maestros disidentes, acabó con sus prin-
cipales dirigentes presos. La conducción nacional del SNTE y el gobierno
pudieron procesar el conflicto y reinstalar el status quo anterior al conflicto
(Loyo, 1979).
Las primeras huelgas estaduales (provinciales) promovidas por las
entidades de base de la CPPB se realizaron en Minas Gerais (1959) y poco
después en São Paulo (1963). Estos movimientos fueron menos radicaliza-
dos que en los otros países y la incipiente experiencia gremial fue abortada
por la dictadura militar de 1964.
En Argentina, en 1957 y 1958 los docentes se lanzan a grandes huelgas
en la ciudad de Buenos Aires y las provincias de Buenos Aires y Santa
Fe, para realizar en 1960 el primer paro nacional docente. En este país,
la realización de un paro nacional expresa mayor madurez gremial que
en otros países, porque los gobiernos sub-nacionales eran importantes
empleadores del magisterio. A partir de 1969, se realizarían nuevamente
grandes huelgas docentes en algunas provincias (en Mendoza, Santa Fe,
etc.) y una serie de paralizaciones nacionales.
En Chile y Venezuela, este fenómeno aparece en 1968 y 1969, pero tiene
el mismo carácter. En 1968, los docentes chilenos fueron a una huelga
nacional que tuvo un gran saldo organizativo: los militantes docentes de
la Democracia Cristiana dejaron de alentar la formación de Colegio de
Profesores y se sumaron a la FEDECH para constituir el Sindicato Único
de Trabajadores de la Educación (SUTE), en 1970. La FVM en Venezuela,
que actuaba como la federación única, identificada con el régimen, se había
mantenido pasiva en términos laborales por una década. Un grupo liderado
por el viejo dirigente docente Luis Beltrán Prieto Figueroa se separa en
1967 de Acción Democrática y forma el Movimiento Electoral del Pueblo
(1967),14 un movimiento político ubicado a la izquierda de los partidos del
régimen (AD y COPEI). En 1969, llevando a Isaac Olivera como candidato,
el MEP gana las elecciones de la FVM. Ese mismo año, se realiza la primera
huelga nacional del magisterio venezolano, que termina con la firma de la
primera acta convenio.
No es un dato menor que fuera en este período cuando se promulgaron
instrumentos legales que regulan con bastante precisión el trabajo docente
16 Ver Marin Boscan (2005) sobre los derechos sindicales en el sector público en
Venezuela.
402 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas
Consideraciones finales
Como argumenté, si bien había pocos incentivos para que los gobiernos
avancen en el control de las organizaciones docentes en la primera mitad
del siglo XX, sí podía ser importante para algunos gobiernos movilizar al
magisterio. Esto podía significar algún tipo de negociación con los cuadros
del gremio que garantizase espacios de poder a las entidades docentes. Este
fue particularmente el caso del PRM, AD y el MNR, en países básicamente
rurales como México, Venezuela y Bolivia. En este sentido, el “co-gobierno”
del sistema educativo boliviano, las acusaciones a las federaciones docentes
efectuadas por los funcionarios del actual gobierno venezolano y las denun-
cias de “colonización” de la SEP mexicana por el sindicato de trabajadores
de la educación tendrían una misma base, que mostré para los casos de
México y Bolivia: la relación corporativista entre sindicatos y gobierno
establecida en las décadas de 1940 y 1950, básicamente vía el otorgamiento
al sindicato de mecanismos de control sobre la carrera docente.
Las grandes diferencias visibles actualmente entre los casos de Vene-
zuela, Bolivia y México dependerían básicamente de la historia política
y sindical de las décadas siguientes. En Venezuela la dependencia de los
dirigentes sindicales de los partidos políticos (desde 1958), la confrontación
con el gobierno a fines de los ‘60 y la fragmentación sindical de la década
del ‘80 licuaron las posibilidades de constituir una organización discipli-
nada y relativamente autónoma que capitalice y potencie los mecanismos
institucionales que le garantizaban cierto poder sobre la carrera docente
y el sistema educativo (como pasó en México). En Bolivia, las organizacio-
nes docentes, al menos las de docentes urbanos y fundamentalmente la
federación de La Paz, habrían acompañado a la COB en su enfrentamiento
con los gobiernos militares. Posteriormente, los docentes no fueron tan
desarticulados después de 1985 como lo fueron los restantes gremios, y
particularmente los mineros. En los contextos políticos favorables, como en
el actual gobierno de Evo Morales, se recrea parcialmente el “co-gobierno”.
Julián Gindin 405
Argentina fue, junto a los países recién señalados, otro caso de incorpo-
ración de la clase trabajadora vía un partido o movimiento político. Interesa
tomar nota de que el último intento de regular el espacio de actuación de las
entidades docentes -como parte del conjunto de entidades profesionales, en
el período 1953-55- suponía también la participación de las organizaciones
en el control de la carrera (Adamovsky, 2006). Sin embargo, como indiqué,
las tentativas promovidas por el peronismo tuvieron tropiezos y acabaron
fallando. Esta sería la clave para entender el ambiente más liberal y menos
regulado en el que operaron las organizaciones docentes argentinas. La
historia del gremialismo docente en Argentina guarda -en este sentido
específico- puntos de contacto con las situaciones de Chile y Brasil.
Es a finales de la década del ‘50 cuando aparecen ciertas condiciones
para la organización de verdaderos sindicatos docentes. Con “verdaderos
sindicatos” me refiero a organizaciones cuya capacidad de presión y ne-
gociación se basa en la adhesión y la capacidad de movilizar a su base de
representación. Que las movilizaciones aparezcan justamente en los lugares
de mayor concentración (La Paz, ciudad de México, Buenos Aires, São
Paulo) me parece elocuente. Esta situación se generalizaría en las décadas
siguientes y se vería amplificada en los ‘80: una amplia desvalorización
salarial, el fin de las dictaduras militares en Argentina, Bolivia y Brasil
y cierta apertura política en Chile y México constituyeron importantes
incentivos. No hay que dejar de considerar que ni las crisis fiscales de la
década del ’80 ni la agenda de reformas neoliberales de los ’90 supusieron,
salvo excepciones relativamente puntuales, ni acabar con la estabilidad
laboral del núcleo del gremio (los docentes titulares) ni reducir los planteles
docentes.
En este último período aparecen propuestas en las que en algunas oca-
siones puede verse con claridad la atmosfera más democrática y garantista
y en otras el sentido o la consecuencia es debilitar el poder de negociación
del trabajo docente organizado. El peso de cada aspecto depende de la
coyuntura política. Estas dos vertientes no son siempre contradictorias y,
en un sentido amplio, todavía transitamos este período.
Bibliografía
ADAMOVSKY, Ezequiel, (2006), “El régimen peronista y la Confederación
General de Profesionales: orígenes intelectuales e itinerario de
un proyecto frustrado (1953-1955)”, Desarrollo Económico, 46,
No 182, 245-265. Buenos Aires, Argentina.
406 La forma sindical en Latinoamérica miradas contemporáneas