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Ricardo Prada
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“Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis
no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo
viento es caricia”.
Albert Einstein
De otra parte, el estado de salud es un indicador fundamental del bienestar social así como
una condición imprescindible para el desarrollo económico de un país. La demanda de
servicios de salud es creciente y cada vez más informada. Hoy las entidades de salud se
encuentran inmersas en un entorno donde el cambio es el común denominador y se
desarrollan en un medio donde casi nada es igual.
Al igual que aumentan los niveles de los cambios social y tecnológico, éstos deben también
acelerarse si las instituciones de salud desean continuar siendo sensibles a las demandas de
asistencia sanitaria de la población y a las cambiantes circunstancias económicas y
políticas. Los usuarios están cada vez más informados y son más exigentes. (Pérez, O.
(2007)
Los hospitales proveen servicios logísticos de gran complejidad que presentan múltiples
desafíos. En primer lugar, está el hecho de que cada paciente y patología requiere un
diagnóstico personalizado y una serie de tratamientos también particularizados al caso. Esto
implica que, a diferencia de otros servicios, el flujo que seguirá el paciente no se conoce a
priori ni tampoco los recursos médicos necesarios para su tratamiento, pues rara vez los
casos de atención serán similares.
Influenciados por las ideas y estudios de Fayol y Taylor, los sistemas de salud se
organizaron en niveles jerárquicos, con responsabilidades y competencias definidas para
cada nivel. Este modelo reproducía por lo demás la más antigua tradición hospitalaria desde
su concepción.
Siguiendo con los conceptos de Artaza et al. (2005), al respecto señalan también que:
2. Situación actual
Todas las instituciones se transforman pero el reto que se plantean los directivos y, en
general todas las personas de la entidad es que el cambio organizacional se produzca en la
dirección que interesa a los objetivos de la misma.
Los hospitales son organizaciones sanitarias de muy alta complejidad con pacientes,
patologías, y grados de enfermedad diferentes, por lo que requieren de una atención
logística integral implicando la necesidad de una coordinación de tareas y de procesos en
un orden lógico para conseguir un resultado adecuado. Dentro del hospital las actividades
realizadas repercuten en el cuidado del paciente, bien directamente (actividades clínicas,
quirúrgicas, de diagnóstico) o indirectamente (actividades gestoras, de dirección o de
apoyo, manejo de proveedores, etc). Tanto unas como otras son necesarias para lograr una
atención sanitaria eficaz y eficiente y que cumpla además las expectativas del cliente.
(Cabo, J. et al., 2010)
Una de las características distintivas de la asistencia es que, en muchos casos, el servicio se
produce y se consume al mismo tiempo, por lo que no admite un control de calidad y su
evaluación solo proporciona información para mejorar procesos posteriores.
Esta gestión por procesos tiene por objetivo el análisis periódico de la forma en que se
realizan las actividades y procesos en una institución, en la búsqueda de un mejoramiento u
optimización continua de los resultados que se obtienen como producto de dicha gestión.
Responde a una visión horizontal de la institución, donde el paciente se convierte en eje
esencial en torno del cual se planifican las actuaciones, se toman las decisiones, y se
organizan las actividades; este modelo asegura la atención integral al paciente de manera
más adecuada que las organizaciones que se desarrollan por funciones o áreas, donde es
muy difícil percibir e identificar de forma integrada las necesidades de los pacientes y
coordinar las respuestas de atención y cuidados.
Todo ello se da en un escenario, sin perder de vista que ese producto o resultado tiene como
objetivo central el de satisfacer las expectativas y necesidades de un usuario. Estos
constituyen los elementos para llegar al punto central, que es el cómo mejorar la gestión. La
visión horizontal de la organización, donde el proceso (paciente), es el eje alrededor del
cual se producen las decisiones y las actuaciones de todos los profesionales, permite
conocer de una forma más precisa cuál es el profesional responsable de esa actividad. Tal y
como se observa en la figura 1, los procesos atraviesan transversalmente los anteriores
cimientos organizacionales de tipo funcional, permitiendo que la entidad se acerque de
mejor manera a los requerimientos del cliente, y pueden proporcionar una satisfacción más
elevada.
Conseguir una metodología para estandarizar las actividades, que permita una visión de la
cadena asistencial, con el fin de servir de guía de práctica clínica a toda la organización y
poder identificar los costos y la calidad con que estas actividades se realizan, es justamente
el problema.
Su metodología aporta las herramientas necesarias para ello, al facilitar el diseño del
proceso de acuerdo con el entorno y los recursos disponibles, normalizando la actuación y
la transferencia de información de todo el equipo que participa en el mismo (facultativos,
enfermería, personal no asistencial, etc.), permitiendo mejorar la eficiencia, efectividad y
calidad del servicio. Al mismo tiempo, apoya la introducción de forma dinámica de la
experiencia de otros clínicos, integrando en nuestro contexto experiencia, conocimientos,
habilidades y lo que es más importante: sentido común. Permite establecer con mayor
facilidad las cargas de trabajo de un grupo de personas o puestos de trabajo, etc. En el caso
de las instituciones de salud no hay restricción de ningún tipo para su uso: tamaño,
complejidad, tipo de atenciones, etc. (Lorenzo, S., et al.2009)
La gestión por procesos busca reducir la variabilidad innecesaria que aparece habitualmente
cuando se producen o prestan determinados servicios y trata de eliminar las ineficiencias
asociadas a la repetitividad de las acciones o actividades, al consumo inapropiado de
recursos, etc. Según, Mira, J.J. et al. (2011).
Dicha experiencia ha mostrado que los resultados deseados se alcanzan más eficientemente
cuando las actividades y los recursos relacionados se gestionan como un proceso.
Todos estos principios son compatibles con filosofías como la Gestión por Procesos que
busca elevar la satisfacción de los clientes a partir de la gestión, diseño y mejora de los
procesos que constituyen las organizaciones.
Hace algunos años, se identificaba la organización con la estructura más que con los
individuos que la integran. Hoy, en cambio, su principal activo son las personas que la
constituyen. (Artaza, et al., 2005).
Por ello, una organización es el conjunto de personas que la conforman, que interactúan
para el logro de determinados objetivos, que se expresan en resultados. La interacción de
las personas en la institución tiene básicamente tres componentes, las declaraciones
fundamentales, la estructura y la práctica real.
Las declaraciones fundamentales son desarrolladas por Artaza, et al. (2005), como:
• ¿A quiénes sirve? o ¿Hacia quién está dirigida la acción? Red asistencial, usuarios.
• ¿Cómo quiere ser? Son los principios y valores que la inspiran. Este aspecto es cada
vez más relevante, especialmente en las organizaciones más modernas que han
pasado del control burocrático a una acción más descentralizada y con autonomía de
sus profesionales, basados fundamentalmente en aspectos valóricos comunes.
Fuente: Modificación propia del autor sobre gráfica Aranaz-Neurología 2003, pág. 51
Opinan Lorenzo et al (2009), que en las organizaciones sanitarias se aprecia de forma clara
la visión sistémica que define este tipo de gestión: un conjunto de personas, servicios u
organizaciones (proveedores) que solicitan llevar a cabo una serie de actividades (procesos)
para una serie de personas o servicios que reciben los resultados (clientes). Además, la gran
variedad de profesionales y la complejidad de las interrelaciones que se ejecutan en el
mismo, hace que este sistema de gestión sea especialmente adecuado y contenga un mayor
potencial de mejora en dicha organización.
Siguiendo a Artaza (2005), una de las estrategias fallidas para introducir control de gestión
en la práctica clínica hospitalaria, fue la incorporación de directivos del área administrativa,
separados de los equipos clínicos, que no lograron llegar a interactuar o convencer de la
necesidad de racionalizar sus prácticas; por tanto, no produjeron los efectos esperados de
otorgar un mejor servicio y controlar los costos.
No obstante, lo anterior sólo se logra si se involucra a los que de verdad toman las
decisiones que determinan las diferentes acciones hospitalarias, a través de administración
con sentido clínico y con énfasis en el impacto sanitario.
6. Definición de proceso
La palabra proceso viene del latín “processus”, que significa avance y progreso. (Mallar
M.A. 2010)
Desde una perspectiva organizacional definimos proceso como “el conjunto de actividades
secuenciadas que realizan una transformación de una serie de entradas -inputs-(material,
mano de obra, capital, información, etc.) en los resultados -outputs- deseados (bienes y/o
servicios) añadiendo valor".
En otras palabras, un proceso no es más que la sucesión de pasos y decisiones que se siguen
para realizar una determinada actividad o tarea que, cuando se trabaja desde el enfoque de
gestión de la Calidad Total, deben ir orientados a satisfacer una necesidad de nuestros
clientes internos o externos (paciente/familia/otros colegas/sociedad).
- Definible, debe tener un flujo (una secuencia de actividades), unos métodos para
realizar dichas actividades (los protocolos, procedimientos), un plan de inspección y
control de calidad, y unas metas a conseguir.
Según Beltrán J. et al. (2009), este enfoque conduce a cualquier organización hacia una
serie de actuaciones tales como:
Un conjunto de actividades destinadas a generar valor añadido sobre las entradas para
conseguir un resultado que satisfaga plenamente los requerimientos del cliente.
En el caso concreto de las empresas del sector servicios, donde en general, coincide que el
producto se consume en el momento en el que se produce, se actúa sobre el propio cliente
al que se considera como “sustrato” (entrada) a transformar en producto con valor añadido
al término del proceso de prestación de un servicio (salida).
Por ello, considera Mira (2011), el producto obtenido en el sector servicios se fundamenta
en el mismo cliente, al que se ha aportado el valor añadido con una prestación de servicio
determinada. Así mismo, la información puede ser una entrada al proceso, siendo en este
caso la salida una información actualizada o que aporte un mayor valor añadido.
Y la gestión por procesos implica ‘reordenar los flujos de trabajo de forma que aporten
valor añadido dirigido a aumentar la satisfacción del cliente y a facilitar las tareas de los
profesionales’. (Paneque P. 2002).
En este sentido, un proceso asistencial debe tener una misión claramente definible (el qué,
el para qué y para quién), unas fronteras delimitadas con entradas y salidas concretas,
secuencias de etapas claramente integrables, y debe poder medirse (cantidad, calidad,
costo).
Así, la gestión integral de procesos se basa en la visión del proceso como el devenir del
paciente a través del sistema sanitario y en su deseo de conseguir una atención y respuesta
única a sus necesidades y problemas de salud.
7. Diseño de procesos
El abordaje completo de los procesos asistenciales, una gestión integral que se basa
en los principios básicos antes citados y que, a continuación, se explican más
detalladamente:
- Centrar las actuaciones en el usuario, teniendo en cuenta desde el principio sus
necesidades y expectativas, y midiendo su grado de satisfacción. Por ello, el paso
previo al diseño de un proceso debe ser el conocimiento y la comprensión de las
necesidades y expectativas de quienes van a utilizar los servicios. Esto supone que
el usuario introduce en la definición y medición de la calidad aspectos nuevos que
trascienden los meramente técnicos o científicos. La calidad, así entendida, implica
y mide también un conjunto de relaciones: las que se producen entre profesionales,
usuarios y empresa.
Esta perspectiva proporciona, según Sáez, S. et al (2006), una forma de enfocar el proceso
de atención que favorece un cambio cultural en la organización, dirigido a no olvidar en
ningún momento cuál es el verdadero centro de las actividades: el paciente.
- Implicar a los profesionales en la gestión del proceso del que forman parte,
convirtiéndolos en los motores del cambio y en los protagonistas de los aportes para
la mejora permanente y la integración de innovaciones, la gestión de los recursos, la
organización de las actividades que componen el proceso, los procedimientos
adecuados en cada momento y la mejor entrega de servicios. Integra por tanto la
gestión clínica, y pretende aportar una visión dinámica de la contribución de los
profesionales a la gestión.
Por otro lado, pone especial énfasis y, en cierta medida, obliga a construir el proceso
sobre el trabajo en equipo, aunando personas de diferentes disciplinas, que
desarrollan su actividad en diferentes espacios de atención, en aras de lograr un
proceso de atención coherente e integrada.
Cuando se habla del dueño del proceso, se está refiriendo específicamente al líder con
conocimiento extenso del proceso y capacidad autónoma de toma de decisiones que asegura
el buen desarrollo del mismo, y coordina los distintos estamentos, procurando su mejora y
facilitando la participación de los profesionales.
La definición del proceso la lleva a cabo el propietario o el equipo de proceso, una vez
analizadas y delimitadas las características del problema de salud, que no solamente se ha
de situar en la fase de prevención secundaria, sino que dependiendo de la población
atendida o del proceso a estudio pueden contemplarse aspectos de la prevención primaria,
con lo que tendríamos que, por ejemplo, adecuar las actuaciones entre organizaciones
(Hospital y Centros de Atención Primaria, por ejemplo). En procesos asistenciales de
patologías crónicas o de atención primaria es interesante la descripción integral del proceso
para asegurar la continuidad de cuidados a través del mismo entre niveles asistenciales
(atención primaria, especializada, sociosanitaria, etc.). (Gimeno J. 2006).
Al utilizar la gestión por procesos en una organización debe describirse de forma clara su
misión (es decir, el para qué y por qué existe y para quién se realiza el proceso),
concretando, a continuación, entradas y salidas, e identificando clientes internos,
proveedores del mismo y clientes externos, destinatarios de los servicios, etc. Se puede
medir la cantidad y la calidad de lo producido, el tiempo desde la entrada hasta la salida y
el costo invertido en añadir valor; y, por último, ha de poder asignarse la responsabilidad
del cumplimiento de la misión del proceso a su propietario.
El proceso es un ámbito de actuación que define un curso de acción compuesto por una
serie de etapas orientadas a generar un valor añadido sobre una entrada. Todo ello con el fin
de conseguir una salida que satisfaga plenamente los requerimientos del cliente del mismo,
como consecuencia de las actividades realizadas.
Un proceso es un “que” se hace. No tiene existencia real, pero es un concepto muy útil para
organizar lo que hacemos, medirlo y mejorarlo. En cambio, un procedimiento es la
descripción detallada de las instrucciones operativas para llevar a cabo un proceso o parte
de él; es un “cómo” se hacen las cosas.
Recuperado de http://www.master-calidad.net/2013/02/gestion-por-procesos-en-las.html
Otro tipo de procesos (normalmente se denominan de “soporte”) serían aquellos que sirven
de apoyo a los demás servicios clínicos o procesos clave: laboratorios, cocina, gestión de
personas...Pero estos grupos son virtuales, y los establece cada organización. (Gimeno J.
2006)
Todo proceso incluye una sucesión de actividades que, necesariamente, tienen cada una de
ellas alguna actividad precedente y lógicamente tendrán otra a continuación hasta su final.
Al espacio comprendido entre los límites establecidos para cada proceso, se le denomina
“ámbito del proceso”. Los procesos, a su vez, se subdividen en subprocesos cuando por su
complejidad es aconsejable subdividir el conjunto de actividades que los integran para una
mejor comprensión. (Lorenzo, S. 2009)
Las actuaciones de los procesos, o subprocesos, poseen sus características propias, pero no
deben ser considerados como entidades individuales, unas influyen en otras, y el concepto
de "consecución lógica" de los subprocesos no sólo debe ser entendida en el marco
temporal, también según cada actividad, de forma que no necesariamente se van a
desarrollar todos ellos, y puede que alguno deba repetirse. (Aranaz, 2003, pág. 3)
Hay actividades con valor añadido y actividades repetidas. Hay procesos primarios:
médicos y quirúrgicos, procesos de apoyo (mantenimiento) y procesos de gestión. Los
elementos de un proceso, a nivel sanitario, son los profesionales, los materiales, los equipos
utilizados, y los recursos estructurales.
Lo primero será conocer la estrategia que tiene la organización para alcanzar la misión o
razón fundamental de su existencia; en su defecto se tendrán que utilizar líneas estratégicas,
objetivos o incluso normativas que orienten la marcha de la organización. Esta estrategia,
de acuerdo a Lorenzo, S. et al (2009), permite identificar con claridad cuáles son los
procesos clave (los que justifican la razón de ser del centro/servicio/unidad y se realizan en
tiempo real con el cliente) y los procesos de soporte que facilitan el funcionamiento.
11. Descripción de un proceso
No todos los procesos que se llevan a cabo en las organizaciones tienen las mismas
características, motivo por el que se pueden clasificar, en función del impacto más o menos
directo sobre el usuario final, de la siguiente forma, de acuerdo a concepto tomado de Guía
de diseño y mejora continua de procesos asistenciales, (2001) :
2.- Clave: Aquellos (planificación táctica) que se realizan en tiempo real con el
cliente externo y son la razón de ser de la organización, los que van a permitir
alcanzar los estratégicos, sobre aquellos que tienen una repercusión directa (ej.:
prestar una atención sanitaria «buena», prestar el servicio sin demoras, prestar
atención sanitaria en consultas, atender urgencias, etc...).
En el sector sanitario los procesos clave se centran en la atención al paciente; la mejora del
proceso necesita la implicación de todos los profesionales y la toma autónoma de decisión,
consensuado entre los mismos, utilizando la evidencia científica a través de documentos
prácticos de uso (guías, vías de práctica clínica), y todo esto desarrollado dentro de un
sistema integrado, según Lorenzo, S., et al (2009).
3.- Procesos de soporte: (gestión de flujos) generan los recursos que precisan los
demás procesos. Son los que facilitan la realización de los anteriores mediante la
aportación de recursos o sistemas de apoyo. Por ej. la información, la seguridad,
tener los equipos a punto, en el sitio adecuado, Hostelería, seguridad,
mantenimiento, etc.
Figura 11: Modelo para agrupar procesos
Además, cualquier proceso puede ser crítico o "core": Aquellos especialmente importantes
para el éxito de la organización ya sea por su importancia estratégica, la importancia para el
cliente o la trascendencia de un fallo en su realización. Aquellos que si fallan se produce un
daño desproporcionado que puede alterar algún proceso estratégico. (Gimeno, J. 2006).
Por ejemplo, el control de la infección nosocomial, ya que además del peligro para el
paciente, un brote desproporcionado o muy grave por negligencia del hospital, en una sala
de pediatría puede desmantelar una labor de años ofreciendo calidad y competencia en el
servicio.
Figura 13. Tipos de procesos.
1. Identificación
2. Descripción
3. Análisis
4. Identificación de áreas problema y sus soluciones
5. Rediseño
6. Aplicación/implementación
7. Evaluación
12.1. Identificación
Dado que el universo de procesos dentro de una organización puede ser muy amplio y
extenso, el trabajo en calidad debe priorizarse y focalizarse en aquellas áreas que
resultan más críticas. ¿Cuáles son las áreas que pudieran considerarse críticas? Éstas
pueden haber sido identificadas por diversos medios: como resultado de un monitoreo
de calidad que muestra indicadores muy alejados del estándar esperado; por los
resultados de encuestas a usuarios; a través de una planificación estratégica y el análisis
FODA (fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas); por observación de los
usuarios internos; entre otros.
Con todo, para decidir “por dónde empezar” o cuáles son los procesos que deben ser
enfrentados en forma prioritaria, pueden aplicarse algunos criterios generales que
ayudan a resolver este punto. Estos son:
• El impacto que dicho aspecto tiene sobre el resultado final: se espera claramente que
tenga una influencia sobre el resultado (con las características esperadas por los
destinatarios) y que esta influencia sea determinante. Cabe señalar que puede tratarse
de procesos operativos, estratégicos o de soporte.
• El tener la mayor certeza posible de que es aquél el proceso deficitario que está
determinando el déficit que queremos corregir (y no un proceso anterior, posterior o
asociado).
• Los recursos humanos que participan de dicho proceso: es esperable contar con al
menos un grupo de personas dispuestas al cambio, o en su defecto con un líder capaz
de apoyar la gestión del cambio desde la unidad o estructura que se busca intervenir.
12. 2. Descripción
12.3. Análisis
El resultado de esta etapa es muy importante, por lo que deberá incorporarse a la etapa
de análisis, un grupo de personas que incluya a aquellos que efectuaron el
levantamiento, a expertos externos y también a algunos de los actores del proceso. El
análisis debiera permitir evaluar:
Generalmente al realizar este análisis aparecen una serie de posibles soluciones, las
cuales deben ser analizadas cuidadosamente ya que el paso siguiente, que significa
rediseñar el proceso, tiene costos no sólo en términos de recursos sino además conlleva
todo un cambio en funciones, roles y tareas de las personas que participan en el proceso.
Este aspecto no es un tema menor, ya que todo cambio suele generar una resistencia por
parte de quienes tienen que hacerse cargo de él.
Por tal razón, bien vale la pena detenerse en esta etapa que significa elegir la mejor o
mejores alternativas de solución. Para ello, se complementan los párrafos anteriores
tomados de Pepper (2011) con la “Matriz de Errores”, (ver fig. 14), la cual permitirá
relacionar dos variables que inciden en el resultado, por ejemplo la probabilidad de
ocurrencia de un error y el impacto que tiene sobre el resultado del proceso: se deberán
priorizar soluciones para aquellos errores con mayor probabilidad de ocurrencia y mayor
impacto sobre el resultado.
Figura 14: Matriz de errores
En la lluvia de ideas los participantes deben “lanzar” las ideas sin someterlas a un
análisis y juicio previo, en forma espontánea, aportando lo que surge como primera
idea. Uno de los participantes va llenando de contenidos el diagrama. Su revisión se
realiza después que se hayan efectuado todos los aportes, analizando áreas y errores
y buscando el consenso del grupo para establecer prioridades.
Otro elemento que apoya esta etapa es establecer la relación que existe entre el
impacto de la solución propuesta y la factibilidad de realizarla exitosamente. Se
efectúa una puntuación para valorar cada una de las soluciones propuestas para
luego establecer cuál es la que tiene la mejor relación.
12.5. Rediseño
En cualquier caso, esta etapa debe realizarse con mucha acuciosidad a través de un
proceso participativo, donde el diseño pueda corregirse tantas veces como sea
necesario, e idealmente en varios tiempos, es decir en varias sesiones de trabajo, a
objeto de dejar “reposar” las ideas.
Esta etapa deberá concluirse con un nuevo flujograma que muestre las
modificaciones efectuadas al proceso original, la descripción detallada de éstas y el
registro de todo el trabajo realizado y su producto final. El nuevo diseño deberá
quedar documentado en un cuerpo normativo que permita a los actores tener por
escrito aquello que luego implementarán.
12.6. Aplicación/implementación
El éxito de esta etapa está en gran medida determinado por la forma en que se hayan
realizado las fases anteriores, especialmente en lo referido a la participación de los
actores del proceso. Se puede señalar que casi sin excepción, las personas que mejor
conocen los problemas y que pueden aportar con mejores ideas a la solución son los
propios involucrados en la actividad o tarea que se está rediseñando.
Aun cuando éste no fuera el caso, la implementación del rediseño requiere no sólo
del conocimiento de esta nueva forma de “hacer las cosas” que será implantada, sino
del acuerdo de sus ejecutores con la “nueva forma”.
El estar de acuerdo con las modificaciones o cambios a ser llevados a cabo puede
darse en distintos grados, desde el convencimiento absoluto hasta un alto grado de
resistencia; en la realidad seguramente habrá todo el espectro. Lo importante es que
la mayor parte de la gente que aplicará los cambios esté convencida de la necesidad
de desarrollarlos. Para ello es fundamental el rol de los líderes del grupo de trabajo,
quienes pueden aminorar las resistencias que estos cambios provocarán.
12.7. Evaluación
Idealmente junto con la implementación del cambio, se deben establecer metas
evaluables en términos de los resultados esperados, marcados por hitos a través del
tiempo; estos expresan el nivel de conformidad respecto a los objetivos del rediseño.
Todo cambio introducido en una organización debe ser sometido a una evaluación
posterior que permita medir el impacto producido. El hacerlo no sólo valida el
trabajo del equipo de calidad y directivos, sino que es un insumo indispensable para
la gestión. Para esto hay algunas consideraciones a tener en cuenta:
• Debe definirse un equipo externo al grupo que trabajó en el rediseño, que sea
responsable de evaluar el impacto, pero con una metodología definida por el
equipo de trabajo previamente a la implementación. Este diseño de evaluación es
parte integral de la solución propuesta durante la etapa de trabajo.
• Otro elemento o criterio a considerar está dado por el tipo de cambio realizado:
si se trata por ejemplo de evaluar el impacto de una nueva tecnología aplicada en
un proceso, el tiempo requerido seguramente será menor que si se trata de
cambios que involucran modificar conductas de las personas. Aun así hay que
intentar respetar el plazo originalmente trazado, considerando evaluaciones
periódicas para tener la tendencia del impacto a través del tiempo.
Finalmente es importante que los resultados del trabajo en calidad sean
comunicados y difundidos entre los miembros de la organización. Esto debe hacerse
tanto si los resultados son los esperados o si no lo son; lo sustancial es mostrar que
el tema es relevante para la organización, que requiere de la participación de todos
sus integrantes y que los beneficios gratifican a todos.
Para entender estos procesos es necesario apreciar las interrelaciones existentes entre
distintas actividades, analizar cada actividad, definir los puntos de contacto con otros
procesos, así como identificar los subprocesos comprendidos. De esta manera, los
problemas existentes pueden ponerse de manifiesto de forma clara y propiciar el inicio de
acciones de mejora. (Hernández, A., et al., 2009).
Todos los procesos del centro o la Unidad, Servicio o Departamento estarán reflejados en el
mapa de procesos, el cual no es más que una representación gráfica de la organización,
como un zoom que permite observar los procesos que tienen lugar en ella. Por ello es
importante que el mapa de procesos incluya un detalle de las relaciones entre los procesos
identificados y cómo se interrelacionan para facilitar la consecución de los objetivos y la
misión.
Los procesos deben describirse de forma que queden entendidos los pasos que deben darse
para realizarlo satisfactoriamente.
En algunos casos, puede ser interesante la descripción del procedimiento, es decir, una
explicación fase por fase de las actividades que componen el proceso, lo cual supone la
elaboración de un diagrama de flujo.
La mayoría de los procedimientos aboga por un primer paso que comprenda la delimitación
y definición del proceso (bien podría apoyarse en aspectos como caracterización y
clasificación de sistemas productivos) para, posteriormente, identificar las actividades o
procesos (en dependencia del nivel de detalle) y su secuencia hasta producir el resultado
final.
Para representar los procesos se usan los diagramas de flujos y los mapas de procesos. Cabe
anotar que es diferente esquematizar un proceso a través de un diagrama de flujo que
simplemente diagramarlo en una ficha de proceso.
En los diagramas de flujos hay que incluir: la secuencia de actividades y los equipos que
realizan dichas actividades.
Figura 20: Diagrama de Flujo
El mapa de procesos es una representación del diagrama de flujo al que se añaden los
servicios participantes y los indicadores o metas a medir y conseguir en cada punto crítico
del proceso.
De acuerdo a Cabo, J., et al. (2010), para realizar el mapa hay que identificar:
Los mapas de procesos son las vías clínicas. Es decir, el conjunto de actividades
diagnósticas, de tratamiento y organizativas que son específicas para un conjunto
homogéneo de pacientes que presentan la misma condición clínica. En la vía clínica se
especifica la unidad asistencial responsable de la actividad, la duración de la actividad y los
resultados que se desean conseguir.
Cada proceso lleva implícito una serie de actividades. Se desarrolla un mapa global del
proceso identificando los distintos servicios funcionales que intervienen en el proceso y sus
interrelaciones, para posteriormente realizar el flujograma del proceso y se describen las
tareas que se realizan durante el mismo, tareas que llevan asociados recursos humanos y
estructurales, tiempo y materiales.
- Costos.
- Flujo informativo.
Figura 23: Mapa de procesos
Con el propósito de chequear que el diagrama o mapa esté completo, existe otro
grupo de preguntas que también pueden ayudar a esclarecer ciertos aspectos:
- ¿Todos los implicados están de acuerdo en que ese es el proceso tal como es?
En este paso juegan un papel muy importante los miembros del equipo e
involucrados de los procesos, siendo estos los ejecutantes de todas y cada una de las
actividades objeto de análisis. Debe quedar claro que se necesita la descripción tal
como sucede en la realidad de los procesos.
- Despilfarros
- Inventarios excesivos
- Actividades innecesarias
- Reprocesos
- Esperas
Esta última fase empieza por la identificación de las oportunidades de mejora, a
partir del análisis que suscitan los pasos anteriores, y es la entrada de la mejora de
los procesos.
Los procesos no se pueden medir de forma general, sino que hay que efectuarlo en
diferentes aspectos de los mismos. Para ello Gimeno, J. (2006) propone que se definan
criterios e indicadores para cada proceso y, en función de la información disponible,
establecer estándares de calidad que posibiliten saber en qué medida el dato del indicador
refleja si “hacemos bien lo correcto”. Las dimensiones que pueden ser medidas en un
proceso pueden abarcar la cantidad de cosas que se hacen (por ejemplo, actividad
asistencial), la calidad técnica (requisitos técnicos, demoras, indicadores centinela), la
calidad percibida (resultados de encuestas) o el costo del proceso.
Criterio: Qué se desea obtener, objetivo. Es aquella condición que debe cumplir la práctica
clínica para ser considerada de calidad.
Gimeno, J. (2006) propone también entender como el nivel o niveles esperados de éxito, o
las especificaciones según las cuales puede evaluarse la actuación clínica. Por un ejemplo:
la Infección del Tracto Urinario nosocomial se asocia a la atención del sondaje urinario, por
lo tanto se debe conseguir el mínimo irreducible en enfermos ingresados.
Indicador: Es una medida cuantitativa que puede usarse como guía para controlar y valorar
la calidad de las actividades, es decir la forma particular (normalmente numérica) en la que
se mide o evalúa un criterio. Puede haber más de un indicador para cada criterio. Siguiendo
con el ejemplo anterior tendríamos dos:
Siguiendo con el ejemplo del apartado anterior, el estándar del primer criterio (Incidencia
Acumulada) sería de 0,7 a 3,9 % de los enfermos ingresados según factores de riesgo, y
global de alrededor del 1%. Y para el segundo (Densidad de Incidencia) se situaría entre 3
y 5 por 1000 enfermos-día.
18. Referencias
5. Blay C. (1996). Actuación ante los pacientes de trato difícil. FMC; 4: 243-250
Recuperado el 5 de julio de 2013 de
http://www.cfnavarra.es/salud/anales/textos/vol24/suple2/suple8a.html
6. Cabo, J., et al. (2010). Gestión sanitaria integral: Pública y privada. (1° ed.).
Centro de estudios financieros. Madrid.
7. Castiella H. J. et al. (2008) La gestión por procesos como una nueva alternativa a
la hospitalización tradicional. Recuperado el 5 de julio de 2013 de
www.fundacionpfizer.org/docs/pdf/.../hospitalizaciontradicional.pdf
11. Gimeno, J. (2006). Gestión clínica: Gobierno Clínico. Ediciones Díaz de Santos.
Madrid
17. Mallar, M.A. (2010). La gestión por procesos: un enfoque de gestión eficiente.
Visión futuro vol.13 no.1 Universidad Nacional de Misiones. Facultad de Ciencias
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Recuperado el 5 de julio de 2013 de
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?pid=S1668-
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http://aprendeenlinea.udea.edu.co/lms/moodle/file.php/615/Gerencia_quinto_semest
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