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"Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los
judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios
como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con
él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de
nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer
siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del
Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios" (Juan 3:1-5)
(Juan 3:1-5) Jesús le estaba diciendo a Nicodemo, que para entrar en el Reino, es decir,
para ser salvo, era menester nacer de nuevo. Esto implica regeneración del Espíritu,
muerte a la vida de muerte eterna, y un consiguiente nuevo nacimiento en la Palabra, es
decir, en Cristo.
Jesús le estaba diciendo a Nicodemo, lo mismo que Pedro dice en su epístola universal.
Es decir, que para ser un verdadero cristiano, consecuentemente, hijo de Dios (Juan 1:
12, 13), es preciso NACER DEL AGUA. Esa agua, otra vez, no es agua física, sino que
es la simiente incorruptible: la Palabra de Dios, es decir, el Verbo de Dios, es decir,
CRISTO.
Tanto Jesús, como Pedro, están hablando de lo que es una verdadera conversión, y
consecuente salvación: entrada en la vida eterna. Esto es el verdadero cristianismo. Es
un acto enteramente divino, sin la participación humana.
"Si alguno está EN CRISTO, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas
son hechas nuevas" (2 Corintios 5:17)
"EN CRISTO": Sólo esas dos palabras constituyen una afirmación profundísima acerca
de la redención del creyente:
b) La aceptación divina hacia el individuo, por medio del Único en quien Dios se ha
complacido.
c) La seguridad futura del creyente en Aquél que es la resurrección hacia la vida eterna,
y el único garante de la herencia del creyente en el cielo (Ro. 8:17).
"NUEVA CRIATURA": Los cristianos somos nuevas criaturas; esto es, por el hecho de
haber nacido de lo Alto o de Dios (Juan 1:12-13; 3:3,5; Ef. 2:1-3; Tit.3:5; 1 Pe. 1:23; 1
Jn. 2:29; 3:6,9; 5:4, etc.).
Somos una nueva creación, por haber sido justificados por la fe (Ro.5:1) por haber sido
todos nuestros pecados perdonados, por haber sido pagados por la muerte substitutiva
de Cristo (Gl. 6:15; Ef.4:24)
"LAS COSAS VIEJAS PASARON": Cuando una persona ha nacido de nuevo, es decir,
ha sido regenerada, los sistemas de valores, las prioridades, las creencias, los asuntos y
planes de la vida vieja, son cosa del pasado. El pecado ya no controla a esa nueva
persona, cumpliéndose:
"Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la
gracia" (Ro. 8:14), y también:
"Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios
permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios" (1 Juan 3:9).
"TODAS SON HECHAS NUEVAS": La gramática griega aquí indica que la condición
nueva es continua y continuada, así como realista y práctica. La nueva percepción
espiritual que el creyente tiene de todas las cosas, es una realidad constante para él,
porque ahora vive en la eternidad, y para la eternidad (Col. 3:1-3; Ef. 2:6), no para lo
estrictamente temporal y pasajero.
Esta manera de vivir, que siempre es por el poder divino, por el Espíritu, es lo que
Santiago enseña en su epístola, cuando habla acerca de una transformación como la que
es producida por la verdadera fe, la cual produce obras conforme a esa fe (Stg. 2:14-25).
FIN