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podían surgir de la materia no viva y que tales procesos eran comunes y regulares. Se planteó la
hipótesis de que ciertas formas, como las pulgas, podrían surgir de materia inanimada como el
polvo, o que los gusanos podrían surgir de la carne muerta. La doctrina de la generación
espontánea fue sintetizada coherentemente por Aristóteles, quien compiló y amplió el trabajo de
los filósofos naturales anteriores y las diversas explicaciones antiguas sobre la aparición de los
organismos. La generación espontánea fue tomada como un hecho científico durante dos
milenios. Aunque desafiado en los siglos XVII y XVIII por los experimentos de Francesco Redi y
Lazzaro Spallanzani, no fue desacreditado hasta el trabajo del químico francés Louis Pasteur y el
físico irlandés John Tyndall a mediados del siglo XIX.
La generación espontánea significa tanto los supuestos procesos por los cuales diferentes tipos de
vida pueden surgir repetidamente de fuentes específicas distintas de las semillas, los huevos o los
progenitores, como los principios teóricos presentados en apoyo de tales fenómenos. Crucial para
esta doctrina son las ideas de que la vida proviene de la no vida y que no se necesita ningún
agente causal, como un padre. Los supuestos ejemplos incluían la generación estacional de
ratones y otros animales a partir del lodo del Nilo, la aparición de pulgas a partir de materia
inanimada como el polvo o la aparición de gusanos en la carne muerta. Estas ideas tienen algo en
común con la hipótesis moderna del origen de la vida, que afirma que la vida surgió hace unos
cuatro mil millones de años a partir de materiales no vivos, durante un lapso de millones de años,
y posteriormente se diversificó en todos los formas que ahora existen.