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Arqueólogo Subacuático descubriendo un ancla en el fondo
marino de Cobija (Cobija-PCS-06),
Proyecto Cobija Patrimonio Cultural Subacuático

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 Índice

7 La Arqueología Subacuática

19 El sitio arqueológico de Cobija y sus seis mil años de historia

39 Arqueología Subacuática en Cobija

50 Conservación de nuestro patrimonio

55 Palabras finales

56 Citas

58 Bibliografía

En las siguientes páginas encontrarán el fruto
de los primeros esfuerzos de investigación
subacuática en el interesantísimo sitio
arqueológico del puerto de Cobija. Este antiguo
e histórico lugar, ocupado durante milenios por
comunidades indígenas, luego fundado como
puerto por los españoles y refundado por los
Libertadores para servir a la joven República
de Bolivia, representa una enorme fuente de
conocimiento sobre el pasado humano en la costa
del desierto de Atacama. Cobija es el producto
de una historia que entrelazó distintos pueblos
y países, inexorablemente unidos al Océano
Pacífico, legándonos un enorme patrimonio
cultural depositado en este punto de la región de
Antofagasta.
Para poder comprender esta profunda historia,
primero debemos conocer sus vestigios:
localizarlos, estudiarlos e interpretarlos. Solamente
así lograremos la comprensión de amplios aspectos
que no fueron referidos en documentos escritos.
Nuestro principal interés es el conocimiento de
los restos materiales del hombre y la comprensión
Palabras iniciales
de sus actividades en el mar, enmarcando este
trabajo en lo que ha sido denominado Arqueología
Marítima1. En el caso de los restos subacuáticos
de Cobija, nuestro estudio representa un esfuerzo
pionero, destinado primariamente a localizar
e identificar, constituyendo solo el comienzo
de nuestro conocimiento y comprensión de su
Patrimonio Cultural Subacuático (PCS). En el caso
de los restos depositados en tierra, el presente
trabajo pretende difundir el conocimiento que
ha logrado la Arqueología en esta parte de la
costa, especialmente sobre sus ocupaciones más
antiguas, caracterizando también las evidencias de
los siglos posteriores.
De este modo, presentamos un panorama de
su historia, contextualizando nuestros propios
resultados en su secuencia de ocupaciones, la que
está conformada por miles de años de profunda
relación con el Océano Pacífico. La invitación es
a sumergirse en un intrigante pasado humano,
protagonizado por indígenas, españoles, bolivianos
y chilenos, teniendo como escenario un punto
específico de la costa de Atacama: el legendario
puerto de Cobija.
 La costa del desierto de Atacama en Caleta
Buena, Región de Antofagasta, escenario de
una milenaria ocupación humana.

La Arqueología ya sea en tierra o bajo el agua tiene
el propósito de estudiar a los seres humanos y
su sociedad. Esta disciplina se diferencia de otras
ciencias sociales por la fuente de estudio utilizada2,
para un arqueólogo los restos materiales son los de
mayor importancia y valor para reconstruir el pasado.
“La Arqueología Subacuática no es una actividad
autónoma, ni una disciplina arqueológica,
sino una técnica particular al servicio de la
arqueología; técnica que permite a la arqueología
extender su campo de investigación al rico
mundo subacuático”3.
La Arqueología Subacuática es relativamente
nueva y tomó fuerza con la aparición del buceo
autónomo, desarrollado por los franceses J.Y.
Cousteau y E. Gagnan en 1943 y patentado
comercialmente bajo el nombre de Aqua Lung
en 1946. El buceo autónomo abriría un mundo
de posibilidades bajo el agua4. Fue entonces
cuando los primeros buzos empezaron a utilizar
los primitivos modelos comerciales de equipos,
con dos y tres botellas de aire comprimido a la
espalda, y provistas de un regulador de presión
para suministrar aire al “hombre rana”, como se les
conocía familiarmente5. En Chile, la Arqueología
Subacuática se ha hecho presente en las últimas
La Arqueología
Subacuática
dos décadas, tanto en investigaciones científicas
tradicionales como en estudios de impacto
ambiental, cada vez más requeridos por empresas
privadas y estatales. La primera excavación
subacuática se realizó en 1995, específicamente en
los restos del barco español San Martín, naufragado
en la bahía de Mejillones en 1795 (región de
Antofagasta)6.
En la actualidad, la Arqueología Subacuática se
ocupa de la investigación de los restos sumergidos
del pasado, por ejemplo, estructuras terrestres bajo
el agua, naufragios, objetos materiales aislados,
arrojados ó perdidos en el fondo, obras portuarias,
pozos sagrados como los cenotes, zonas de fondeo,
astilleros, y otros tantos que constituyen su base
de estudio principal7. El método es el mismo que
rige en cualquier trabajo arqueológico y sigue
los mismos principios, con la diferencia de que se
realiza bajo el agua. Sin embargo, muchas veces
estos restos son estudiados como parte de un
todo que incluye también aquellos encontrados
en zonas costeras y del intermareal, sin necesidad
de encontrarse sumergidos. Por ejemplo, los
asentamientos indígenas denominados conchales,
varaderos de canoas, así como también restos
de muelles y antiguos puertos8. Este enfoque de
investigación se denomina Arqueología Marítima.
Arqueología Subacuática en Cobija I 7

Hallazgo y registro arqueológico de una
enorme ancla localizada
en la rada de Cobija (Cobija-PCS-06).
8 I Puerto Cobija
Una investigación arqueológica subacuática se
compone de fases sucesivas de trabajo, éstas incluyen
desde la recopilación de antecedentes escritos, hasta
la aplicación de tratamientos de conservación a los
objetos recuperados y el uso de los resultados para
trabajos educativos. En cualquier proyecto de este tipo,
resulta imprescindible recopilar toda la información
sobre la zona de estudio antes de sumergirse. De esta
manera, la primera fase es de documentación y estudio
de fuentes de información, como son la cartografía o
los textos escritos9.
Si bien en tierra los arqueólogos pueden encontrar
vestigios simplemente caminando, por ejemplo
descubriendo cementerios o asentamientos
prehistóricos, la posibilidad de que un arqueólogo
subacuático pueda hacer lo mismo es muy limitada.
Ciertamente, las inspecciones de buceo se realizan
en áreas más acotadas, con una visibilidad reducida y
en condiciones de trabajo más complicadas, factores
que hacen apropiado contar con la ayuda de medios
técnicos auxiliares. De todas maneras, ciertas variables
como la profundidad y las corrientes, inevitablemente
afectan el tipo y modo de búsqueda bajo el agua
(prospección subacuática). La prospección con
equipos de detección electroacústica, como el sonar
de barrido lateral, perfiladores y magnetómetro,
permite rastrear el fondo sin necesidad de sumergirse.
Usando modernos sistemas de radionavegación
y posicionamiento, totalmente automatizados,
se procesará la información a través de distintos
programas informáticos. Esta segunda fase permitirá
observar “anomalías” en el fondo, lo que sugerirá
lugares donde realizar inmersiones de buceo, las que a
su vez posibilitarán una observación directa de lo que
pueda encontrarse sumergido.
Estas búsquedas o prospecciones con instrumentos
de percepción remota generalmente utilizan
econsondas y sonares de barrido lateral. Con las
primeras se conoce la profundidad exacta del fondo
marino y se localizan objetos relativamente grandes.
El sonar de barrido lateral es un instrumento
acústico y funciona registrando “ecos” de objetos
y formaciones sobre el fondo. Este instrumento se
usa generalmente en búsquedas sobre grandes
áreas10. La diferencia entre ambos radica en que
el sonar escanea una franja del fondo, en lugar
de sólo medir la profundidad, éste es útil para
localizar un naufragio en un fondo razonablemente
plano11.Un experimentado operador de sonar
no sólo puede descubrir naufragios, si no que
también otras estructuras sueltas en el fondo. Sin
embargo, existen ciertas limitaciones en los propios
vestigios arqueológicos12, por ejemplo, los objetos
o artefactos pequeños no sobresalen mucho,
resultando prácticamente imposibles de detectar
utilizando un sonar. Otras limitaciones tienen que
ver con el tipo de fondo, por ejemplo si el fondo es
rocoso se corre el riesgo de perder incluso grandes
objetos al caer en la “sombra del sonido”13. Por lo
tanto, normalmente es necesario complementar la
prospección geofísica de sonar con inspecciones
de buceo, orientadas a la observación directa de
las anomalías ú objetivos individualizados con las
técnicas remotas.
La cultura material conformada por
artefactos y otros restos, contiene
elementos diagnósticos que tras ser
debidamente conservados y analizados
por especialistas, ofrecen claves
para asignar el periodo cronológico
y funcionalidad de los yacimientos
investigados (crédito David Letelier).
Arqueología Subacuática en Cobija I 9

Recolección superficial de material
arqueológico en el sitio S3-4 PV, área
de actividad portuaria asociada al
funcionamiento del ex muelle Fiscal
del Puerto de Valparaíso (1883-1919).
(crédito David Letelier).
10 I Puerto Cobija
Hay varias formas de prospectar con buzos; círculos
concéntricos en torno a un punto de referencia,
ubicado en el centro aproximado del área a revisar,
buceando en círculos con un radio cada vez mayor14,
así como la denominada “prospección en calles”,
sobre la base de un rectángulo marcado con cuatro
boyas, subdividido en líneas paralelas o corredores de
búsqueda15. Generalmente, la coordenada de un punto
en el fondo puede ser obtenida a partir de una boya,
un cabo y un peso que se mantendrá en el fondo16.
Para el arqueólogo, es obviamente deseable poder
visitar el lugar y los objetos que se van a estudiar.
Sin embargo, cuando se debe trabajar a mayores
profundidades ó durante largo tiempo, debe usarse
un robot sumergible equipado con video cámara, a
menudo llamado ROV (Remote Operated Vehicle)17.
El Sonar de barrido lateral y el ROV pueden evidenciar
los objetos que sobresalen en el fondo oceánico
ó lacustre, por el contrario, detectar los restos
arqueológicos bajo el fondo resulta muy complejo.
Sin embargo, existen casos favorables, donde con
ecosonda de baja frecuencia o “perfilador” se pueden
registrar diferencias en la dureza del fondo18, lo que
podría relacionarse con la existencia de algún tipo
de vestigio arqueológico de mayor tamaño bajo los
sedimentos. Por su parte, el magnetómetro detecta las
variaciones del campo magnético, por lo que puede
detectar la existencia de un metal ferroso sumergido19.
Una vez que los restos arqueológicos sumergidos
son encontrados, los arqueólogos subacuáticos
proceden a registrar sus características, desarrollando
tanto descripciones como mediciones, fotografías,
grabaciones y planos, entre otras cosas.
 Tareas de excavación arqueológica
subacuática. Las técnicas de arqueología
empleadas bajo el agua, incluyen la
aspiración y remoción de los sedimentos
del fondo marino, la documentación
exhaustiva, levantamiento cuidadoso,
rotulado y embalaje de cada artefacto a
ser recuperado (crédito David Letelier).
En una fase posterior de la investigación, con una
metodología de trabajo autorizada por el Consejo
de Monumentos Nacionales, los especialistas
desarrollarán una excavación arqueológica. Al
igual que como se realiza en tierra, el arqueólogo
subacuático puede trabajar en cuadrículas, es decir,
unidades de excavación cuadradas dispuestas
en el fondo. La metodología arqueológica de
excavación da especial importancia a la ubicación
de los objetos y sus relaciones espaciales, así como
al descubrimiento sistemático de las capas de
sedimento en las que los restos fueron depositados.
La excavación arqueológica supone normalmente
la remoción ordenada del sedimento para descubrir
los restos ocultos, registrando durante el proceso
cada detalle de los objetos y estructuras que van
apareciendo. En consecuencia, la excavación
corresponde a la fase de trabajo donde se
registra la mayor cantidad de información del
sitio arqueológico20, de tal manera que una vez
concluida, podamos recrearla cuantas veces
sea necesario con la finalidad de interpretar
correctamente el hecho histórico que ha dado lugar
a su formación.
En las excavaciones, es conveniente retirar las capas
de sedimento a mano o por medio de una plana,
mientras que para mantener la visibilidad en el
agua y poder transportar el sedimento, se requiere
Arqueología Subacuática en Cobija I 11
 alguna forma de draga de succión21. Esto funcionará
como la “carretilla” o balde que un arqueólogo
en superficie utiliza para mover la tierra. La draga
o manga de succión está basada en un sencillo
principio físico. Al introducir en el agua un flujo
de corriente, aire ó agua canalizado mediante
una manguera, se produce el efecto Venturi22.
Su uso correcto debe ser como instrumento de
transporte y nunca de excavación, es decir, que sólo
ha de utilizarse para retirar los depósitos sin valor
arqueológico.
Un requisito previo para el arqueólogo subacuático
es ser capaz de trabajar de manera efectiva,
es decir, flotar sin levantar los sedimentos del
fondo, lo que nubla y disminuye la visibilidad
Trabajo de dibujo a escala durante la excavación
del sitio GNL Quintero 1(GNLQ1), un yacimiento
paleontológico sumergido del periodo Pleistoceno
Terminal (~16.000 AP) en la bahía Quintero, en la
costa de Chile Central (crédito David Letelier).
12 I Puerto Cobija
en el agua. Un marco de andamiaje o cuadricula
metálica sobre el área de excavación es una gran
solución23. Sin embargo, otros factores también
relacionados al buceo afectan el trabajo de
excavación arqueológica bajo el agua, por ejemplo
enfriamiento de los buzos y tiempos de buceo
limitados, con los que se controlan los riesgos
asociados a la presión y el nitrógeno.
Los principios básicos de una excavación para
documentar la estratigrafía arqueológica son los
mismos sobre la tierra o bajo el agua. Una
capa directamente depositada sobre otra es
comúnmente más reciente. En términos generales,
las capas de sedimento depositadas en niveles
inferiores resultan más antiguas, conteniendo
generalmente objetos más viejos, mientras que
aquellas de niveles superiores resultan más recientes.
Al observar el orden en el que las diferentes capas se
superponen, se pueden organizar cronológicamente
los acontecimientos pasados24.

Especialmente en un fondo blando, las cosas pesadas

se hunden rápidamente bajo el sedimento, de
modo que objetos de diferentes épocas podrían
ser encontrados en un mismo nivel. Sin embargo,
el objeto pesado al caer y acomodarse en el fondo
dejará una huella25, el “socavón” creado se llenará
nuevamente de sedimentos más recientes, dejando
un claro patrón de estratificación. Por tanto, en una
excavación arqueológica no sólo las “capas normales”
proporcionarán información, los socavones y otros
patrones observados en los sedimentos conformarán
también parte del contexto arqueológico. Éstos
proporcionan la oportunidad de reconstruir
acontecimientos y procesos en determinado sitio26.

Todas estas relaciones entre objetos y sedimentos se

pierden para siempre cuando un sitio subacuático,
por ejemplo un naufragio, es saqueado. El arqueólogo
deberá interpretar los sedimentos y sus relaciones:
¿dónde están los límites de las diferentes capas?,
¿qué capa indica actividad humana? y ¿cuál es la
capa natural de sedimentación?. Finalmente, el
Reconocimiento arqueológico del sitio
registro gráfico de una excavación tiene varias facetas VP_53, los restos de la barca alemana
relacionadas: dibujo, fotografía y filmación. Potsdam, naufragada en Valparaíso en
1891. La identificación de elementos
diagnósticos en la arquitectura y
Bajo el agua es posible dibujar con toda precisión los construcción naval de los pecios o restos
restos arqueológicos, exactamente igual que en una de naufragios permite a los arqueólogos
avanzar en su identificación histórica
excavación terrestre27.
(crédito David Letelier).

Arqueología Subacuática en Cobija I 13

 El registro arqueológico subacuático incluye, entre otras
actividades, la medición y descripción detallada de
diversas características de los hallazgos. En este caso, se
aprecia la uña de una enorme ancla encontrada en Cobija,
Región de Antofagasta (Cobija-PCS-06).
Un importante tipo de sitio arqueológico subacuático
o pecio, corresponde a los restos de embarcaciones
que naufragaron. Un naufragio es a menudo
considerado una “capsula del tiempo”, ya que es
un dramático momento congelado de la historia28.
La excavación de un naufragio conlleva requisitos
específicos, ya que estos restos arqueológicos son
generalmente muy complejos. Las diferentes fases de
decaimiento de la estructuras del naufragio pueden
provocar cambios en los sedimentos relacionados
con el sitio. Esta información puede ser importante
en la comprensión del aspecto original de la nave,
mientras que el conocimiento de la estratificación
en un naufragio permite reconstruir el proceso de
formación de sitio29. El naufragio puede presentar
una depositación ordenada, conformando una
14 I Puerto Cobija
especie de estratigrafía a lo largo del tiempo, ó bien
ser producto de una cuestión de segundos30. Un
análisis de esta estratigrafía puede proporcionar
información sobre el curso del hundimiento, la
construcción original del barco y cómo estaba
equipado a bordo31.
Para la investigación arqueológica subacuática
es necesario tener ciertas habilidades de buceo,
así como una serie de ayudas técnicas. La
documentación, excavación y evaluación del
material a conservar es solo el comienzo, cuando
se debe tratar de interpretar y entender lo que los
naufragios, asentamientos sumergidos y estructuras
hundidas nos dicen, es cuando realmente comienza
lo emocionante de la arqueología.
¿Qué se conserva?
Una pregunta crítica para el Arqueólogo es
el grado de representatividad que tiene el
material preservado en el sitio donde realiza sus
excavaciones: ¿cuánto ha sido destruido con el paso
del tiempo?, ¿cómo era el medio ambiente en el cual
se depositó?. Acá existe una importante diferencia
entre la arqueología terrestre y la subacuática, ya
que una de las mayores ventajas de la segunda es
la mejor conservación del material orgánico bajo el
agua32. Por ejemplo, en los sedimentos del fondo, se
pueden encontrar hasta restos de comida, aserrín
de madera trabajada o prendas de vestir. La buena
preservación del material orgánico en el agua,
proporciona una oportunidad única para estudiar
gran parte de los vestigios que muchas veces se
pierden en tierra.
Las fotografías subacuáticas complementan dicho registro, debiéndose incorporar
escalas métricas como la que vemos dispuesta sobre el ancla (Cobija-PCS-06).
Bajo el agua, el frío, la oscuridad y bajos niveles de
oxígeno son factores que reducen la biodegradación
y contribuyen a la conservación. El agua no produce
deshidratación del material, sino que muchas veces
la sedimentación geológica encapsula y protege
los objetos. Por otra parte, los restos subacuáticos
tienden a presentar menos probabilidades de daños
causados por el hombre en comparación con los
restos terrestres. Por ejemplo, en excavaciones
desarrolladas en Loch Tay (Escocia), un asentamiento
sumergido de la Edad de Bronce, se descubrieron
cerezas y barriles con mantequilla con más de
2500 años de antigüedad33. Un ejemplo aún más
antiguo de restos perfectamente conservados bajo
agua, corresponde a restos humanos prehistóricos
hallados en los agujeros azules de Florida. Los buzos
que llegaron en la década de 1950 a estas cuevas
sumergidas, se encontraron con cráneos
Arqueología Subacuática en Cobija I 15
 El patrimonio cultural subacuático está
conformado por una amplia variedad de restos,
contemplando desde pequeños artefactos hasta
vestigios mayores. En este caso observamos una
antigua botella de gres y parte de un ancla (Cobija-
PCS-07), ambos registrados en Cobija.

16 I Puerto Cobija

La recolección de artefactos
sumergidos solamente puede ser
realizada por arqueólogos que
cuenten con un permiso del Consejo de
Monumentos Nacionales.
en los cuales varias partes del cerebro estaban
conservadas34. Por su parte, en ciertos lagos del sur de
Chile se han encontrado embarcaciones de madera,
como canoas y partes de “dalcas” prehispánicas,
todavía conservadas35. En el puerto de Valparaíso,
las excavaciones arqueológicas subacuáticas han
recuperado distintos tipos de restos del siglo XIX,
por ejemplo, pipas, cabuyería y hasta suelas de
zapato, en muy buen estado de conservación36. Gran
parte de estos artefactos están siendo estudiados y
conservados para futuras exhibiciones en museos
nacionales.
En términos generales, la buena preservación bajo
el agua permite que las condiciones para estudios
estratigráficos sean muy buenas. Sin embargo, bajo
el agua también hay degradación de los restos
arqueológicos37. Por ejemplo, la broma (teredo
navalis) es un gusano que perfora la madera,
existiendo además otros organismos que destruyen
y degradan los materiales orgánicos38. La protección
geológica del sedimento no siempre se produce, ni es
incluso estable en un solo lugar a lo largo del tiempo.
Corrientes marinas y condiciones del viento también
pueden tener efectos significativos en el fondo
del mar.
Una nueva frontera que se debe afrontar está
representada por la posibilidad de efectuar
intervenciones de restauración y conservación
directamente en el agua. Junto a la protección de los
agentes externos (dragados, excavaciones y fondeo de
naves) se puede establecer un programa experimental
de intervenciones de conservación que persigan la
conservación y restauración in situ39.
Arqueología Subacuática en Cobija I 17
Panorámica de la costa desértica al sur de Punta Guasilla,
en las cercanías de Cobija. En ambos sectores los
arqueólogos han recuperado importantes vestigios de las
comunidades prehispánicas que habitaron este litoral.
 El sitio arqueológico de Cobija
y sus seis mil años de historia
La costa del desierto de Atacama fue descubierta
por comunidades nativas miles de años antes del
arribo de los españoles. Aproximadamente, desde
el 8500 AC pequeñas comunidades la recorrieron,
recolectando moluscos, cazando mamíferos y
capturando peces en piscinas naturales50. Estos
grupos también fueron mineros, obteniendo
minerales rojizos, como el óxido de hierro, desde el
comienzo de la secuencia de ocupación51.
En las cercanías de Antofagasta se han encontrado
los sitios donde estas pequeñas comunidades
habitaron, por ejemplo en Quebrada Las Conchas,
ocupaciones acontecidas en torno al 7500 AC52.
Los restos arqueológicos allí recuperados han
permitido comprender, en cierta medida, las
actividades cotidianas de estos antiguos cazadores
y recolectores marinos. Éstos apresaron guanacos,
delfines y lobos marinos, obteniendo productos
alimenticios como sangre, grasa y carne, pero
también huesos, pieles y cueros, materias primas
destinadas a la elaboración de otros artefactos.
Durante las cacerías y posterior procesamiento de
las presas, se valieron de diversos instrumentos, en
muchos casos finamente tallados en ciertos tipos
de piedra, destacando puntas, tajadores, cuchillos
y raspadores.
De igual manera, estas comunidades
recolectaron mariscos, especialmente locos y
lapas, desprendiéndolos de las rocas gracias a
instrumentos confeccionados con huesos de
mamíferos53. Adicionalmente, fueron capaces de
capturar una amplia gama de peces, incluyendo
ciertas especies de aguas más cálidas que las
actuales, como ayanques y corvinas doradas54. No
obstante lo anterior, todavía no se han encontrado
anzuelos de una antigüedad equivalente, de
modo que no conocemos las técnicas de captura
empleadas en estas antiguas ocupaciones.
El sitio arqueológico de Cobija y sus seis mil años de historia I 19

En los mismos sitios, estas comunidades efectuaron
ceremonias y rituales, abandonando ciertos
objetos sin funcionalidad práctica conocida, como
aquellos tallados en piedra arenisca con formas
geométricas55. También abandonaron pequeñas
semillas que contienen una sustancia alucinógena56,
las que pudieron haber sido consumidas en
ceremonias chamánicas, evidenciando de manera
indirecta las prácticas religiosas de estos antiguos
cazadores y recolectores marinos del desierto.
Con el paso del tiempo, aunque siguieron cazando
y recolectando, estos grupos se especializaron en
la pesca con anzuelo, razón por la cuál han sido
denominados “pescadores arcaicos”. Esta novedosa
tecnología, confeccionada finamente en concha
20 I Puerto Cobija
Antiguos grupos indígenas representaron peces
y camélidos al norte de Cobija. En esta parte de
la costa, la pesca, caza y recolección fueron base
de la alimentación humana durante milenios.
de choro (Mytilus chilensis), hizo su aparición en la
árida costa de Atacama en torno al 5800 AC57. Los
mencionados pescadores comenzaron a ocupar
nuevas localidades costeras durante esta época,
ampliando su red de asentamientos en el marco de
un modo de vida con cierto grado de sedentarismo.
De esta manera, la porción costera de Atacama
donde no desemboca curso de agua alguno, a
excepción del célebre río Loa, fue intensamente
habitada en torno al 4000 AC58, época también de
las más antiguas ocupaciones conocidas en Cobija59.
Estos antiguos pescadores comenzaron a construir
viviendas permanentes, con pequeños muros
circulares de piedra, dentro de las cuáles se han
observado pisos compactos, conformados con
arena, ceniza y agua marina60. Sobre esta base
amurallada, deben haber construido estructuras
con postes y cueros, usando quizás grandes
costillas de ballena y cueros de lobo marino61.
De esta forma, la costa de Atacama fue el
imponente escenario del florecimiento de una
serie de asentamientos nativos semipermanentes,
conformando un verdadero “patrón aldeano”62. Los
arqueólogos han descubierto estas agrupaciones
de viviendas en las inmediaciones de Cobija,
específicamente en localidades cercanas como
Guasilla y Copaca63. Entre los desechos domésticos
generados por estas comunidades durante su vida
cotidiana, se han descubierto restos de ciertos
peces, los que normalmente habitan en mar abierto,
como por ejemplo el marlín64. De igual modo, se
han encontrado instrumentos de piedra tallada
probablemente usados para trabajar cuero de lobo
marino, lo que hace suponer que estos arcaicos
pescadores ya confeccionaban las tradicionales
balsas de cuero con las que navegaron mar adentro
para pescar y/o cazar ciertos animales65.

Estas comunidades costeras enterraron a sus

muertos bajo las viviendas y en posición extendida,
en algunos casos con máscaras de arcilla, entre el
1800 y el 1500 AC66. En esta época, Caleta Huelén,
asentamiento de pescadores en la desembocadura
del Loa, correspondió a una de las localidades
de mayor concentración de población67. Con
posterioridad al 1500 AC, los pescadores generaron
otra importante transformación tecnológica, los
anzuelos de concha fueron reemplazados por
anzuelos de espina de cactus curvada y anzuelos de
Los arqueólogos han podido estudiar a los
hueso trabajado68. antiguos habitantes de la costa de Atacama,
comprendiendo diversos aspectos de su
cultura. En este caso vemos la ofrenda de
recursos marinos como parte de una ceremonia
funeraria, registrada en un asentamiento
indígena fechado entre los 5710 y 4540 años
antes del presente (Copaca 1).
 Instrumentos de piedra usados por los grupos prehispánicos del área de Cobija para desarrollar sus actividades económicas
cotidianas. Arriba observamos instrumentos filosos, como raederas, cuchillos y puntas, mientras que abajo observamos pesas
líticas, usadas para pescar junto con anzuelos y redes.

Durante esta época, las comunidades del interior
de la región, por ejemplo del salar de Atacama,
desarrollaron una importante industria de cuentas
de collar usando conchas del pacífico69, lo que
sugiere tempranos contactos con grupos distantes,
por lo menos desde el 1400 AC70.
Dichos contactos produjeron una serie de cambios
entre las primeras, destacando nuevas formas de
enterrar a los muertos. Los cuerpos dejaron de ser
enterrados bajo las viviendas, para ser dispuestos
en cementerios conformados por agrupaciones
de túmulos. Cada uno de estos montículos de
tierra representó una tumba individual, donde
el cuerpo fue depositado de costado y con las
extremidades flectadas sobre una estera de fibra
vegetal71. La adopción de nuevos ritos funerarios
se relacionó probablemente con transformaciones
en las creencias de las comunidades de pescadores.
Vista panorámica de Cobija y Punta Castilla.
En Cobija, esto habría acontecido entre el 320 AC
y el 350 DC, si consideramos los fechados de sus
cementerios de túmulos72.
Durante esta época, los costeños accedieron al
algodón en estado natural73, siendo transportado a
la costa por las comunidades del interior y por los
propios pescadores que subían al desierto usando
transitados caminos74. Con esta materia prima
tejieron lienzas y redes para pescar, de modo que la
actividad pesquera comenzó a depender, en cierta
medida, de un producto generado por otros grupos
en localidades del interior75. En el caso de Cobija,
las comunidades de pescadores fortalecieron
los vínculos con las comunidades atacameñas,
especialmente del Loa y San Pedro de Atacama,
complementando los recursos costeros con los
recursos agrícolas y ganaderos de tierras altas76.
El sitio arqueológico de Cobija y sus seis mil años de historia I 23
 Volcán Licancabur y río San Pedro en las tierras altas de Atacama.
Este proceso de complementariedad permitió
diversificar la dieta de los pescadores de Cobija.
Además del algodón, fueron regularmente
transportados otros recursos vegetales del interior,
considerando productos agrícolas como el maíz
y la quínoa, así como recursos de recolección
como el chañar y el algarrobo77. En paralelo, estas
comunidades costeras continuaron pescando,
cazando y recolectando, lo que permitió obtener
recursos que fueron transportados a las tierras altas
de Atacama. En torno al 900 DC, dicho proceso de
intercambio y contactos se intensificó de manera
notoria78, arribando a la costa mayor número de
caravanas de llamas cargueras. En esta época,
dichas caravanas también trajeron con mayor
frecuencia, ciertos productos artesanales como
finos objetos metálicos y delicadas cerámicas.
24 I Puerto Cobija
De este modo, entre el 900 y el 1535 DC, en Cobija
habría aumentado notoriamente la población
nativa, situación evidenciada en grandes sitios
arqueológicos habitacionales en asociación con
grandes cementerios79. También resulta posible
cierta migración de los agricultores y ganaderos
de tierras altas a esta parte de la costa. En términos
generales, esta época ha evidenciado una fuerte
integración y complementariedad económica
en Atacama, la que si bien comenzó en periodos
anteriores, se intensificó notoriamente en los
siglos mencionados. En este contexto regional,
las comunidades de pescadores se habrían
valido regularmente de redes de algodón y
anzuelos metálicos para capturar masivamente
ciertas especies como el jurel80. En paralelo,
ciertos segmentos de estos grupos se habrían
especializado como cazadores de lobos marinos,
encargándose también de confeccionar las
legendarias balsas con sus cueros. Esta situación
fue observada y descrita por los primeros españoles
que llegaron a esta parte de la costa, generando
una interesante hipótesis para la Arqueología81.
Estos diestros pescadores fueron incorporados al
Tawantinsuyu en una fecha comprendida entre el
1450 y 1535 DC82. En la organización social Inca,
cada comunidad ocupaba determinada posición
en el sistema decimal administrativo. Cada jefe
de familia (hatun runa) estaba a cargo de una
unidad doméstica, las que fueron organizadas en
grupos de 500 a cargo de un líder de confianza
denominado curaca83. Sobre este nivel, los incas
organizaron a las comunidades en grupos de
“La armada española frente a la costa inglesa” del pintor
holandés Cornelis Claesz van Wieringen (1576-1633).
1.000 y 10.000, definiendo líderes, obligaciones de
trabajo y tributo de productos. La posición ocupada
por las comunidades de pescadores de Cobija en
el sistema Inca resulta todavía desconocida. Sin
embargo, consideramos probable que hayan sido
incorporados en un nivel dependiente de curacas
del interior, especialmente del Loa ó San Pedro
de Atacama.
Los conquistadores españoles llegaron a estas
latitudes durante el siglo XVI, sin embargo, la
verdadera colonización de los pescadores de Cobija
fue realizada solamente a finales de dicho siglo.
Antes de que la Corona intentase su evangelización,
las comunidades nativas mantuvieron un modo
de vida tradicional que fue descrito en las antiguas
crónicas españolas.
El sitio arqueológico de Cobija y sus seis mil años de historia I 25
 Durante la década de 1550, los españoles vieron
con asombro cómo los nativos confeccionaban
balsas inflables usando el cuero de lobos marinos84.
Estos mamíferos eran cazados usando arpones de
cobre, mientras dormían tranquilamente sobre
islotes rocosos, en aquellos días donde no soplaba
el viento. Los cueros eran cortados, luego curtidos
por el interior con una suerte de betún, para
finalmente ser cosidos usando espinas de cactus.
Para inflar la balsa, los nativos usaban una tripa de
lobo a modo de manguera, la que estaba coronada
con un tubo de pluma de ave marina. Cuando la
balsa estaba suficientemente inflada, los nativos
anudaban la tripa para que no escapara aire. Estas
balsas también eran intercambiadas con otros
grupos a lo largo de la costa del desierto.
Los antiguos españoles también describieron que
ciertos grupos se dedicaban exclusivamente a
la caza de toninas, mientras que otros, como ya
mencionamos, a capturar y aprovechar el lobo
marino. Según los europeos esto era posible gracias
a una hábil utilización de las balsas por parte de
cazadores especialistas. Esto también acontecía
con la pesca de ciertos tipos de peces, los que eran
exclusivamente capturados por determinados
grupos de pescadores. Cuando estos morían, los
familiares colocaban sobre sus tumbas todos los
instrumentos que usaban, y al parecer, también los
cráneos de los animales que habían capturado:
“Los que matan lobos no matan otros peces, como
habemos dicho, y los que matan toninas es en
ejercicio. Así que cada género de pescador mata
el género de pescado a que se aficiona y no otro; y
26 I Puerto Cobija
cuando mueren manda que encima de su sepultura
pongan las calavernas y todos los instrumentos de
pescar, ansí redes como harponcillos y anzuelos sin
lengüeta” (Vivar, 1558:12).
Todavía unas décadas más tarde, comenzando
la de 1580, Cobija albergaba una población de
cuatrocientos pescadores nativos85, denominados
despectivamente uros por los españoles, los
cuáles todavía no habían sido encomendados a
ningún europeo, así como tampoco bautizados
o “reducidos” (obligados a vivir en determinado
lugar de manera permanente). En otras
palabras, todavía esta comunidad no había sido
efectivamente incorporada al imperio español,
por lo que continuaban viviendo a su modo
tradicional, fuertemente basado en la pesca. Dichas
prácticas tradicionales consideraban la entrega
de pescado a los caciques de comunidades del
interior de Atacama, lo que probablemente haya
correspondido a la continuación de una tradición
existente durante el Tawantinsuyu:
“En la ensenada de Atacama, ques donde esta el
puerto, hay cuatrocientos indios pescadores uros, que
no son bautizados ni reducidos, ni sirven a nadie,
aunque a los caciques de Atacama dan pescado en
señal de reconocimiento. Es gente muy bruta, no
siembran ni cogen y susténtanse de sólo pescado”
(Lozano de Machuca [1581] 1885: XXV)86.
La anterior situación no pasó desapercibida para las
autoridades españolas, las cuáles decidieron fundar
oficialmente un asentamiento en 1587, llamado
“Santa María Magdalena de Cobija”.
 Dibujo de un indígena de la costa del Océano Pacífico y su balsa de
La fuerza productiva que representaban los
indígenas pescadores fue hábilmente aprovechada
por miembros de la Iglesia Católica y algunos
encomenderos para obtener grandes cantidades
de pescado, el cual era enviado a las ciudades
coloniales del altiplano87. De esta manera, desde la
década de 1590, un importante tráfico de pescado
a cargo de indígenas atacameños, unió el puerto
de Santa María Magdalena de Cobija con la Villa
Imperial de Potosí, utilizando los caminos indígenas
tradicionales que ascendían desde Chiu Chiu a
la altiplanicie88.
cuero de lobo marino (reproducido de Frezier 1712).
Durante el siguiente siglo (XVII), el trabajo
encomendado a las comunidades nativas
consolidó a Cobija como el puerto pesquero que
abastecía a las importantes ciudades españolas del
altiplano. Grandes caravanas de llamas cargueras
transportaron pescado conservado en poca sal
(“frescal”), especialmente para las cuaresmas
católicas89. Este comercio enriqueció a varios
españoles y estuvo dirigido por encomenderos
que recibían el tributo en pescado de los grupos de
pescadores denominados camanchacas90.
El sitio arqueológico de Cobija y sus seis mil años de historia I 27
 Plano de la costa de Atacama entre Cobija y Mejillones, elaborado por los franceses en el siglo XVIII (s/f) (reproducido de Library of
Congress).
Asimismo, comenzaron a arribar numerosos navíos
con productos destinados a Potosí, aumentando
la población del puerto con extranjeros de
paso e incluso esclavos africanos. En paralelo, la
Iglesia Católica desarrolló un continuo trabajo
de evangelización de estos grupos, fundándose
la primera iglesia y arribando sacerdotes que
hablaban la lengua de atacamas y camanchacas91.
En consecuencia, durante este siglo los españoles
llevaron a cabo importantes esfuerzos para
colonizar en términos económicos y religiosos a los
milenarios pescadores de Cobija.
28 I Puerto Cobija
No obstante lo anterior, el puerto español de
Cobija entraría en decadencia durante el siglo XVIII.
Diversas causas como la lejanía respecto a otros
asentamientos, la escasez de agua dulce, impuestos
abusivos sobre el transporte de productos y la
durísima competencia de Arica, generaron el
paulatino abandono de este asentamiento. Los
navíos de contrabandistas europeos comenzaron
a aprovechar la situación para embarcar plata
potosina y desembarcar otros productos, burlando
el monopolio español de comercio en sus colonias
americanas92. De modo que a fines de la década de
 “Demostración del Puerto de Cobixa que se halla al Sur de la Equinocial en 22 grs. 20 min. de latitud y 305 grs. 20 min. de longitud,
en la Costa del Partido de Atacama : Se practicó en 26 de Noviembre del año de 1786 de orden del Sor. Dn. Juan del Pino Manrique”
(reproducido de BVPB).

1780, la población se encontraba reducida a diez
nativos y diez mestizos, mientras que los españoles
habían abandonado el lugar, dejando a su paso
fuertemente diezmada la población de pescadores
indígenas. La decadencia y abandono del puerto se
acrecentó todavía más con el colapso del imperio
español en América. Luego de la Independencia,
un comisionado del Libertador Bolívar viajó a
Cobija en 1825, encontrándose solamente con dos
encomenderos cochabambinos, uno de los cuáles
le señaló que todos sus changos habían muerto en
una epidemia de viruela93.
Por mandato de los libertadores Bolívar y Sucre,
Cobija fue refundado bajo el nombre de “La mar” en
182594, lo anterior para dotar a la naciente República
de Bolivia de una salida al Océano Pacífico.
El refundado puerto comenzó a poblarse de
comerciantes extranjeros, especialmente españoles,
mientras el naciente gobierno boliviano repartía
terrenos para fomentar la emigración a este árido
punto de la costa. Desde Valparaíso comenzaron
a llegar embarcaciones trayendo materiales de
construcción

El sitio arqueológico de Cobija y sus seis mil años de historia I 29


El puerto de La Mar o Cobija en la segunda mitad del siglo XIX
(s/f, autor anónimo).
Botijas coloniales encontradas por buzos locales en el fondo marino de Cobija
en la década de 1980 (cortesía Horacio Larraín).
30 I Puerto Cobija
De esta manera, la población comenzó a crecer
mientras las nuevas edificaciones, entre ellas la de
la aduana, eran lentamente materializadas95. A fines
de la mencionada década, habían sido edificadas
dependencias administrativas, casas de oficiales,
cuarteles y bodegas, descubriéndose además
algunas aguadas. De esta forma, y ya para 1834, el
puerto presentaba un conjunto de rústicas casas
construidas en adobe y madera, donde la mayoría
correspondía a tiendas que ofrecían una amplia
variedad de productos europeos96. La humilde
iglesia colonial, construida con adobes pequeños y
con una pequeña puerta orientada al mar, todavía
se encontraba en pie.
A pesar de los esfuerzos, los comerciantes paceños
seguían prefiriendo el cercano puerto de Arica
en Perú, generándose una fuerte rivalidad con
el de La mar. Esta situación llevó a la escuadra
peruana a atacar e incendiar los edificios
públicos del puerto en 183597. La destrucción
atemorizó a la población y motivó un nuevo
abandono. En los años siguientes, el puerto logró
penosamente mantenerse gracias a los escasos
barcos que comerciaban con Potosí a través suyo.
La reconstrucción de los edificios debió esperar
hasta la década de 1840, cuando nuevamente
creció la población, arribando barcos y arrieros en
una frecuencia mayor98. En este violento periodo
debieron construirse ciertas fortificaciones ideadas
para la defensa contra bombardeos navales. A
pesar de un nuevo ataque peruano, el guano y la
minería lograron fortalecer la economía del puerto,
la que también se consolidó gracias al comercio
con las provincias argentinas de Salta y Jujuy99.

De esta forma, Cobija o La mar volvió
paulatinamente a repoblarse, alcanzado los
dos mil habitantes en la década de 1850100. El
establecimiento de una ruta de vapores por el
pacífico de Sudamérica también colaboró durante
esta época al desarrollo del histórico puerto.
A pesar de lo anterior, los años finales de la
siguiente década resultaron fatales: un terremoto
y un maremoto en 1868, sumados a una epidemia
de fiebre amarilla en 1869, dejaron nuevamente
casi deshabitada a Cobija101. Sin embargo, el
descubrimiento del Mineral de Caracoles en pleno
desierto en 1870, volvió a dar sentido al comercio
marítimo a través del puerto102. Esto posibilitó el
establecimiento del Banco Nacional de Bolivia
y el regreso de los comerciantes extranjeros.
Con todo, el destino trágico de Cobija volvió a
manifestarse con un terremoto y maremoto que
lo arrasó nuevamente en 1877, posibilitando que
Antofagasta se impusiera en la competencia por
abastecer y comerciar las riquezas de Caracoles.
Estructura probablemente defensiva
registrada en Punta Castilla (Cobija).
Las casas de adobe, especialmente aquellas de los
sectores bajos del puerto, quedarían desplomadas
y desdibujadas hasta resultar casi imperceptibles en
la actualidad.
Luego de pestes, terremotos y maremotos, sería
el turno de la guerra. En 1879, las tropas chilenas
ocuparían el desolado puerto sin resistencia alguna.
La República de Chile no desarrollaría ningún
intento oficial de reconstrucción y repoblamiento.
Antofagasta posibilitaría el comercio marítimo de
esta parte del desierto desde las postrimerías del
siglo XIX, mientras Cobija y sus escasos habitantes
asumirían labores auxiliares para la fundición de
Gatico. De aquí en adelante, las ruinas del histórico
puerto volverían a ser habitadas por una pequeña
comunidad de pescadores, cazadores y recolectores
marítimos, quiénes en la actualidad y con el
auxilio de nuevas tecnologías103, continúan con la
profunda tradición de adaptación y explotación de
los recursos de la costa de Atacama.
El sitio arqueológico de Cobija y sus seis mil años de historia I 31
 Litografías coloreadas de la rada de Cobija a mediados del siglo XIX, sobre originales de los artistas B. Lauvergne (izquierda) y V.
Touchard (derecha) (reproducido de Vaillant 1852).
Vapores naufragados en esta parte de la costa
del desierto
El siglo XIX trajo consigo fuertes cambios
económicos y sociales: el mundo se convirtió
al capitalismo y ciertos países europeos se
transformaron en economías industriales104. Los
buques a vapor permitieron ampliar los mercados,
integrando lugares alejados en dicho sistema
económico y transportando volúmenes cada
vez mayores de mercaderías en sus bodegas.
Sin embargo, los barcos no solo transportaron
productos, después del “explorador” vendrían
buscadores de minerales, constructores de líneas
ferroviarias y telegráficas, además de comerciantes
europeos105. De esta manera, lugares antes alejados y
bastante aislados como Cobija, fueron incorporados
al comercio de escala mundial, atrayendo un buen
número de barcos a su rada, desde los cuales fueron
embarcados y desembarcados recursos, productos
y personas. Los vapores y los ferrocarriles resultaron
ser los protagonistas de esta época.
32 I Puerto Cobija
En Sudamérica, ingleses y estadounidenses
organizaron y desarrollaron líneas de vapores por
la costa del Océano Pacífico durante el siglo XIX.
Esta actividad permitió el crecimiento de puertos
como el de Valparaíso, que prontamente ocuparon
un papel protagónico en las largas rutas, pero
también de puertos intermedios como el de Cobija.
En 1840 se realizó el primer viaje a vapor entre Chile
y Panamá, suscitando la algarabía de los habitantes
de los diversos puertos de la ruta106. Durante 1860
se establecieron viajes semanales que unían los
puertos de Valparaíso y Callao en Perú, con escala en
los diferentes puertos intermedios considerando los
de Bolivia. Toda esta actividad estuvo a cargo de la
línea de vapores Pacific Steam Navigation Company
(P.S.N.C.), de capitales británicos.
En la década de 1870, salían mensualmente 8
vapores desde Valparaíso con destino al Callao,
de los cuáles 3 permitían hacer combinación con
los que desde ahí salían a Panamá107. Asimismo, el
descubrimiento del fabuloso Mineral de Caracoles

motivó el establecimiento de una nueva línea entre
Valparaíso y Cobija, con dos salidas mensuales.
El monopolio de esta compañía en la carrera del
Pacífico le permitió prosperar de forma fabulosa en
tan sólo 30 años108. Actualmente, resulta frecuente
observar fragmentos de la vajilla de esta compañía
en el antiguo puerto de Cobija, muchos de los
cuáles presentan logos y diseños corporativos.
En este contexto, el vapor Lima se dirigía desde el
Callao a Valparaíso, en uno de los viajes semanales
con que la compañía unía ambos puertos, cuando
naufragó al sur de Cobija en 1862109. Dicho vapor
había zarpado de noche desde el puerto de Cobija,
que en esta ruta hacía de punto de recalada,
encallando estrepitosamente en los roqueríos de
los “bajos del lagarto” a causa del impulso dado por
una fuerte marejada. En ese momento, la tripulación
y los pasajeros entraron en un trance de espanto,
confusión y conflicto, acentuado cuando el personal
de servicio comenzó a robar pertenencias desde
los equipajes. Afortunadamente, el desembarco fue
realizado con prisa por lo que no hubo muertes,
La fundición de Gatico en la actualidad.
debiendo permanecer los sobrevivientes cinco días
a la intemperie en la costa desértica. Apenas llegó la
noticia a Cobija, salieron pequeñas embarcaciones
con víveres y agua para auxiliar a los náufragos,
quiénes fueron posteriormente conducidos al
puerto y embarcados rumbo a Valparaíso en
otro vapor.
Algunas décadas después, específicamente en
1898, una gran barca inglesa con un importante
cargamento de carbón mineral, naufragó en las
cercanías de Cobija110. Esta embarcación llamada
Rossabu, venía desde Australia y su destino era la
importante fundición de Gatico. Según la autoridad
marítima, el ancla fue largada en un punto muy
cercano a tierra, no aferrándose al fondo marino, lo
que sumado a un mar con cierta braveza, causaron
su impacto contra la costa. Asimismo, la falta de un
práctico local en un puerto “tan poco frecuentado y
peligroso”, habría colaborado en el siniestro.
La tripulación se salvó en los botes y fue
prontamente atendida.
El sitio arqueológico de Cobija y sus seis mil años de historia I 33
 El antiguo puerto de Cobija y los vestigios materiales
de su historia.

En las páginas anteriores hemos revisado la extensa

secuencia de ocupación humana de Cobija, la cuál
compromete varios miles de años. En la presente
sección queremos centrarnos en el período de su
mayor auge, el cual nos ha legado un importante
sitio arqueológico marítimo. En esta primera parte
describiremos en términos generales los restos que
son posibles de observar en las calles del antiguo
puerto. Más adelante presentaremos los vestigios que
hemos encontrado bajo el agua, depositados por una
importante actividad portuaria acontecida en siglos
pasados.

Las ruinas de Cobija presentan en superficie

numerosos objetos del siglo XIX, especialmente de las
tres décadas de su mayor ocupación humana (1850,
1860 y 1870). Es como si después del último tsunami,
este puerto hubiera quedado virtualmente vacío,
permitiéndonos observar una importante variedad de
artefactos usados cotidianamente por sus antiguos
habitantes. Éstos nos remiten a una época dominada
por Inglaterra, país con fuerte desarrollo industrial y
amplio control del comercio ultra marítimo. Época en
que ciertos objetos básicos, como vajillas y botellas,
además de muchos productos alimenticios, fueron
masivamente fabricados en aquel lejano país, para
luego ser transportados miles de kilómetros en
bodegas de barcos, dejando atrás la era del control
español sobre el comercio en América.

Muros de adobe en las cercanías de la plaza de Cobija.

De esta manera, es muy frecuente observar
objetos de vidrio, de formas y colores diversos,
especialmente fragmentos de botellas, las cuáles
contuvieron una amplia variedad de líquidos, desde
agua gasificada hasta destilados. La mayoría de
los golletes de las botellas, aplicados al resto de la
pieza todavía en estado plástico, nos sugieren una
fuerte ocupación durante el siglo XIX, mientras que
la frecuente presencia de vidrio color violeta, por
ejemplo en vasos y botellas, nos señala la segunda
mitad de dicho siglo111. También en esta época
fue muy frecuente el uso de un material cerámico
denominado gres, compuesto por arcilla refractaria
y feldespato, el que era sometido a dos cocciones
(1250 y 1400º)112. Este material fue masivamente
utilizado para fabricar envases, especialmente
botellas para bebidas alcohólicas, entre las que
destacó el envasado de cerveza europea. En
general, después de 1835 comenzaron a ser
fabricadas con un esmalte de dos colores (café claro
y blanco), lo que se popularizó fuertemente desde
1850 en adelante113.
Por su parte, en el antiguo puerto también fueron
desembarcados los tipos más frecuentes de loza
inglesa del siglo XIX, denominados pearlware,
whiteware e ironstone114. Las diferencias entre
éstos correspondieron al color y dureza de la
pasta, así como a los matices de coloración en el
esmalte transparente aplicado. Distintas técnicas
de decoración fueron aplicadas también a estos
tipos de lozas en las fábricas británicas de la
revolucionaria era industrial. Las diferentes técnicas,
diseños y colores nos señalan que el puerto fue
masivamente ocupado a mediados del siglo XIX,
representando otro lejano mercado donde vender
los frutos de la industrialización de Inglaterra.
Fragmentos coloniales de botija (izquierda) y de azulejo
estilo Pisano (derecha) registrados en Cobija.
El sitio arqueológico de Cobija y sus seis mil años de historia I 35
 Parte baja del sitio arqueológico marítimo de Cobija mostrando
muros derruidos de adobe, al fondo Punta Castilla.
Muchos de los fragmentos de loza que uno puede
observar caminando por las ruinas de Cobija
presentan una decoración impresa en color azul y/o
negro, evidenciando diversos motivos. Esta técnica
fue llamada en Inglaterra transfer print (impresión
por transferencia), la que consistía en estampar un
motivo en la loza usando un papel entintado, al que
a su vez se le había transferido el diseño usando un
molde con tinta. Posteriormente, a la pieza cerámica
se le aplicaba esmalte transparente para ser
sometida a una cocción la cual fijaba la decoración.
En las fábricas británicas de localidades como
Staffordshire, este método permitió la decoración de
grandes cantidades de vajilla en muy poco tiempo,
siendo muy usado durante el siglo XIX.
Ahora bien, los colores observados en Cobija,
es decir motivos en azul y negro, fueron muy
comunes hasta mediados de dicho siglo115,
mientras que los diseños “chinescos”, también
36 I Puerto Cobija
recurrentes en el puerto, fueron masivamente
impresos entre 1816 y 1836116.
En paralelo, también es posible observar otros
fragmentos de loza con una decoración compuesta
por bandas horizontales, las que eran impresas
gracias a un mecanismo deslizante que contenía
la tinta, el cual entraba en contacto con la pieza
montada horizontalmente en un torno117. De
esta manera, las industrias inglesas decoraron
innumerables juegos de vajilla, destacando
formas como cuencos (bowls) y tazones (mugs),
fundamentales en la ceremonia británica del
té, pero también piezas que tuvieron otros usos
como jarras y bacinicas118. Por su parte, los colores
observados en Cobija, por ejemplo bandas en
celeste, azul y negro, fueron fuertemente utilizados
por las industrias británicas desde 1850 en
adelante119.
Esta gran última ocupación del histórico puerto
de Cobija también nos legó una infinidad de
fragmentos de loza decorada con hojas y ramas
en un color azul, que podríamos definir como
difuso, efecto logrado con químicos gaseosos que
diluían la tinta durante la cocción120. Esta técnica
se denominó flow blue, volviéndose popular en
la industria inglesa entre las décadas de 1840 y
1850121. Por otra parte, también es posible observar
fragmentos de loza con sus bordes moldeados
en forma de concha, por ejemplo de ostión,
los que además fueron pintados en verde por
los fabricantes ingleses. Este tipo decorativo se
denomina shell edge y fue intensamente fabricado
en dicho color hasta la década de 1840122.
Por el contrario, numerosos fragmentos no
presentan decoración alguna, fuera de la aplicación
de un esmalte transparente y brillante. Sin
embargo, este tipo de loza blanca, denominada
white granite, resulta altamente significativa para
estimar la antigüedad de la ocupación. Desde 1840
en adelante, esta vajilla fue masivamente exportada
de Inglaterra a Norteamérica, conociéndosela
como “la exportación inglesa por excelencia”,
constituyendo el tipo de loza más popular entre
1850 y 1870123. De esta manera, todos los objetos
mencionados nos hablan de la importancia de
Inglaterra en la Cobija de la época, tanto por los
productos desembarcados como por los propios
barcos. Incluso es posible encontrar fragmentos de
loza corporativa usada a bordo de los mencionados
vapores de la Pacific Steam Navigation Company.
Los restos de estos platos nos muestran un logo de
la compañía, conformado por la bandera inglesa y
la sigla P.S.N.C., encerrado en un círculo de sogas.
Estas evidencias también han sido encontradas en
otros puertos, como en el caso de Valparaíso, donde
se han recuperado en un sitio subacuático124 con
fechas relacionadas a la década de 1880125.
Asimismo, ciertos restos de alfarería, especialmente
aquellos de botijas, nos sugieren una intensa
actividad naviera. Las botijas fueron grandes
contenedores cerámicos utilizados durante la
época colonial y el siglo XIX, en el almacenamiento
y transporte marítimo de diversos productos, como
el aceite de oliva, vino, vinagre, agua, brea, pintura,
manteca, cereales y miel126. En Cobija, además
de los fragmentos de botijas observables en la
superficie, han sido sacadas piezas casi completas
desde el mismo fondo marino, no conociéndose
todavía con certeza el punto exacto desde donde
fueron encontradas127.
En definitiva, una simple caminata por las ruinas de
este legendario puerto nos ha permitido observar
los vestigios cotidianos originados en el contexto
de su más importante ocupación en términos
demográficos: aquella acontecida entre las décadas
de 1850 y 1870. Con excepción de los frecuentes
restos de botijas, algunas de las cuales pudieron
haber sido usadas con anterioridad al siglo XIX,
las evidencias coloniales no resultan fáciles de
observar en las superficies. No obstante lo anterior,
nuestro conocimiento sobre el interesantísimo
sitio arqueológico marítimo del puerto de Cobija
se encuentra en una etapa inicial de desarrollo,
por lo que el futuro podrá depararnos más de una
sorpresa.
El sitio arqueológico de Cobija y sus seis mil años de historia I 37
Momentos antes del descenso al fondo marino de Cobija con equipo fotográfico en mano.

Hemos revisado una serie de técnicas de búsqueda,
las cuáles son utilizadas para conformar una
determinada metodología, destinada a cumplir
con ciertos objetivos de investigación. Éstos
buscan responder interrogantes específicas
que constituyen un problema de estudio. Es
precisamente este punto el que diferencia los
trabajos de arqueología subacuática de las
búsquedas desarrolladas a cabo por aficionados,
los cuáles de manera ilegal substraen vestigios
culturales sumergidos sin responder preguntas
sobre nuestro pasado. En el caso de la prospección
subacuática pionera que desarrollamos en el
antiguo puerto de Cobija, nuestro objetivo general
correspondió a obtener un panorama de lo que allí
pudiera existir en términos de Patrimonio Cultural
Subacuático. Para lo anterior definimos un área
de estudio y empleamos dos técnicas que nos
permitieron generar un primer acercamiento: datos
locales y geofísica.
El conocimiento local, depositado en diversos
grupos de personas, corresponde a una
importante fuente de información sobre restos
culturales sumergidos en un área específica40. Este
conocimiento puede haber sido generado durante
Arqueología Subacuática
en Cobija
largos años de trabajo, a menudo relacionado con
la explotación comercial de los recursos marinos, o
bien, transmitido localmente en el contexto de su
tradición oral41.
En nuestro país, las comunidades locales de
buzos mariscadores poseen, en muchos casos,
un detallado conocimiento del fondo marino.
En Cobija, la primera etapa de nuestro estudio
correspondió al trabajo desarrollado por un
Antropólogo42 en la propia comunidad (Etnografía).
De esta manera, pudimos obtener información oral
sobre los restos culturales sumergidos en el antiguo
puerto, entregándonos la gente del lugar valiosos
datos relacionados a su ubicación y profundidad.
Esta etapa fue desarrollada los días previos al arribo
del resto del equipo, conformado por arqueólogos
y buzos profesionales, utilizándose entrevistas no
estructuradas con informantes clave. El fruto de
este trabajo fue un listado de datos etnográficos
sobre puntos del fondo marino con posibles
restos patrimoniales, los que posteriormente
fueron inspeccionados mediante buceos. En esta
etapa resultó muy importante la colaboración
de la comunidad local y especialmente ciertos
informantes claves43.
Arqueología Subacuática en Cobija I 39
Don Danilo Araya profundo conocedor del área de Cobija.
Posteriormente, parejas de buzos realizaron varias
inmersiones para inspeccionar personalmente los
lugares del fondo marino señalados por nuestros
colaboradores locales. En varios casos fue posible
registrar los restos sumergidos señalados. En
estos lugares los buzos procedieron a describir,
medir y fotografiar los hallazgos, enviando desde
el fondo marino una boya a la superficie, lo que
nos permitió registrar las coordenadas con un
GPS de alta precisión. Esa información fue luego
procesada con programas computacionales y
representada en un plano digital. Por el contrario,
en otros lugares ciertos factores dificultaron la
observación, por ejemplo una densa cubierta de
vegetación submarina, no permitiendo verificar o
descartar realmente los datos orales sobre vestigios
sumergidos. No obstante lo anterior, la estrategia
etnográfica nos permitió afinar enormemente la
40 I Puerto Cobija
En Cobija realizamos prospección dirigida mediante dat
búsqueda, contándose con ciertas personas de
la comunidad quienes nos acompañaron en los
botes, indicándonos directamente los puntos
donde sumergirnos. Consideramos a los buzos
mariscadores como depositarios de mucho
conocimiento sobre el PCS local, debiéndoselos
incorporar en las investigaciones en la medida de
lo posible.
Por su parte, otra técnica de búsqueda utilizada
tradicionalmente en Arqueología subacuática
corresponde a la inmersión paralela de varios
buzos, los cuales nadan en una misma dirección,
agarrando una soga que los mantiene alineados
y a una distancia regular unos de otros44. Dicho
espaciamiento siempre es menor al límite de
visibilidad, por lo que a ambos lados de la
mencionada soga, los compañeros siempre son
tos etnográficos.
visibles. En nuestro caso, realizamos este tipo de
búsqueda para revisar áreas señaladas también
por los informantes locales, correspondientes a
sectores más bajos y cercanos a la costa. En éstos, la
densa capa de flora submarina constituyó un fuerte
escollo a la observación del fondo.
Una segunda técnica de búsqueda usada en Cobija
correspondió al sonar de barrido lateral. Como ya se
mencionó, este tipo de búsqueda geofísica permite
obtener imágenes (percepción remota), al graficar
la intensidad de retorno del sonido al dispositivo
desde los sedimentos y objetos expuestos en el
fondo marino45. El área que va siendo graficada
con el paso de la embarcación, es controlada por
el operador al regular la altura del sonar mediante
la velocidad de navegación y el largo del cable46.
En términos generales, la embarcación sigue un
El Sonar de Barrido Lateral es retirado del agua.
patrón predeterminado de navegación, compuesto
por líneas paralelas que cubren el área que se
quiere investigar, donde éstas son dispuestas a una
distancia adecuada para que no queden franjas
sin graficar47. Gracias a esta tecnología pudimos
obtener una serie de imágenes del fondo marino en
el antiguo puerto de Cobija.
Para lograr lo anterior y utilizando ciertos
programas computacionales, diseñamos líneas
paralelas de navegación, las que cubrieron el
polígono que definimos como nuestra área de
estudio. El archivo generado fue cargado en un GPS
que permitió navegar sobre estas líneas, llevando
el sonar en el agua detrás de la embarcación y
conectado por un cable. Complementariamente,
instalamos un computador a bordo, mediante el
cuál un operador48 fue recibiendo las imágenes
Arqueología Subacuática en Cobija I 41
Arqueólogos y buzos profesionales preparan equipos de buceo en el sector de la caleta (Cobija).
Arqueólogo Subacuático listo para realizar una inmersión de búsqueda en un punto señalado por informantes locales, atrás se observa Punta Castilla (Cobija).

que entregaba el sonar a través de un programa
específico. Con posterioridad, éstas fueron
procesadas y ordenadas, generando lo que se
denomina un mosaico, con el que fue posible
producir planos del fondo marino de Cobija. En
paralelo, estas imágenes permitieron identificar
anomalías y entregar una coordenada específica
de su ubicación para luego ser inspeccionadas
mediante inmersiones.
Hemos desarrollado el primer estudio de
arqueología subacuática en el histórico puerto de
Cobija, representando solo el comienzo de nuestra
comprensión de tan interesante sitio arqueológico
44 I Puerto Cobija
Imagen generada por el sonar durante
la propia navegación de las transectas en Cobija.
marítimo. El resultado ha sido un primer panorama
sobre su Patrimonio Cultural Subacuático (PCS).
Nuestras líneas de investigación futuras deberán
profundizar en la búsqueda de los restos existentes,
incorporando nuevas técnicas, comprometiendo
todavía más a la comunidad local, realizando
nuevas inmersiones de buceo e involucrando
nuevas fuentes de información como los archivos
coloniales.
Sin embargo, este primer panorama reveló un
área de actividad portuaria representada por
una serie de vestigios subacuáticos directamente
relacionados. Nuestra prospección subacuática
 N
nos permitió descubrir un conjunto de anclas
depositadas en el fondo marino del fondeadero
del antiguo puerto. A continuación presentaremos
la descripción de nuestros principales resultados,
definiendo primero los componentes de este
tipo de artefacto. Un ancla corresponde a un
Mosaico de imágenes del fondo marino de Cobija
generado por el sonar (gentileza Renato Simonetti).
instrumento de hierro forjado, en forma de arpón o
anzuelo doble, compuesto por una barra, llamada
caña, que lleva unos brazos terminados en uña,
dispuestos para aferrarse al fondo del mar y sujetar
la nave49. El extremo de las uñas corresponde a los
denominados “picos de loro”.
Arqueología Subacuática en Cobija I 45
Cobija-PCS-01: ancla de hierro completa, sin cepo y con caña de
sección circular. Esta última presentó una longitud de 128 centímetros,
mientras que la distancia entre los picos de loro correspondió a los
82 centímetros, evidenciando la uña un ancho de 14 centímetros.
Adicionalmente, es posible señalar que la caña presentó cierta
desintegración a la altura del ojo del arganeo. Esta ancla fue registrada a
una profundidad de casi diez metros, en un sector con densa presencia
de Lessonia sp., lo que redujo drásticamente la visibilidad del fondo
marino.

4
5
2
3
8
1
Cobija-PCS-02: este antiguo lastre fue encontrado
a una profundidad de diez metros entre abundante
flora submarina, especialmente Lessonia sp. La N
pieza fue producida en hierro y presentó sección
cuadrangular, su largo correspondió a los 66
centímetros, mientras que su ancho a los 14
centímetros y su altura también a esta última
medida. Este lastre ha sido reutilizado como fondeo
de embarcaciones por los pescadores actuales.

Cobija-PCS-03: esta pieza fue descubierta sobre rocas a una profundidad de diez metros, en un
sector con bastante vegetación subacuática (Lessonia sp.), correspondiendo a un ancla de hierro
sin cepo y con caña de sección circular. La caña se encontró quebrada mientras el cepo, también
quebrado, está depositado en las inmediaciones. El largo de la caña correspondió a los 90 centímetros
en su porción principal, mientras que su porción quebrada midió 38 centímetros. En función de
lo anterior, consideramos que su longitud total rondaría los 128 centímetros. Adicionalmente, sus
uñas presentaron un ancho de 12 centímetros, evidenciando una distancia entre picos de loro de 65
centímetros. Las primeras se encontraron bastante desintegradas. En las cercanías de esta ancla fue
observada una antigua polea de madera. 0 50 100
6
7 Cobija-PCS-04: ancla de hierro sin cepo, con la caña quebrada y una
cruz prominente. Esta pieza fue encontrada sobre un fondo arenoso,
a una profundidad algo mayor a los doce metros, lugar donde existe
abundante flora subacuática (Lessonia sp.). El largo de la porción
remanente de la caña correspondió a los 87 centímetros, mientras que la
distancia entre sus picos de loro a los 110 centímetros.

Cobija-PCS-05: esta ancla fue descubierta a una profundidad de doce

metros entre una tupida vegetación conformada por Lessonia sp., lo que
hizo difícil su cabal observación. Correspondería a un ancla de hierro
que tendría un peso aproximado de dos toneladas. La pieza se conserva
completa y sin cepo, presentando un brazo de 221 centímetros de
largo, una caña de 14 centímetros de ancho, así como 130 centímetros
de distancia entre sus picos de loro. Complementariamente, presentó
sección rectangular y un ancho de uña de 31 centímetros.

Cobija-PCS-06: gran ancla de hierro, del modelo conocido como

“almirantazgo”, fue descubierta en posición de trabajo al costado
de una gran roca isla a la profundidad de 21 metros. La pieza se
encontró completa, presentando una caña de sección rectangular con
una longitud aproximada de 255 centímetros, así como un cepo de
240 centímetros de largo y una distancia entre picos de loro de 160
centímetros. Adicionalmente, esta ancla presentó grandes uñas con
un ancho de 42 centímetros, exhibiendo restos de un paño de cadena,
grillete y mallete enrollado sobre el brazo (de unos 5 centímetros de
ancho). Del otro lado de la roca fue identificado un rollo de cadena.

Cobija-PCS-07: otra gran ancla de hierro, encontrada a 21 metros de

profundidad sobre fondo arenoso, en las cercanías de una gran roca isla
y curiosamente asociada con el ancla anterior. Al igual que esta última
presentó grandes dimensiones, la longitud de su caña correspondió a los
250 centímetros, la distancia entre sus picos de loro a los 187 centímetros
y su ancho de uña a los 51 centímetros. Esta ancla no evidenció cepo,
registrándose eso sí, la presencia de arganeo y también “llave de cepo”
(stock key), donde habría sido instalado uno de dos piezas conformado
por madera o hierro.

Cobija-PCS-08: esta ancla de hierro fue descubierta a diez metros de

profundidad entre rocas y una densa vegetación submarina (Lessonia
sp.). La pieza no presentó cepo mientras que uno de sus brazos resultó
quebrado. La longitud de su caña correspondió a los 141 centímetros,
presentando sección rectangular con dimensiones de siete por ocho
centímetros, mientras que la distancia en sus picos de loro correspondió
200 300 a los 61 centímetros.
Mts.
 Este proyecto pionero de arqueología subacuática nos permitió una
primera aproximación al estudio del patrimonio cultural subacuático
de Cobija, específicamente la caracterización del área con vestigios
sumergidos de su actividad portuaria.
 La protección de nuestro patrimonio
cultural subacuático y terrestre
A nivel internacional, la Conferencia General
de la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO),
desarrollada en París a finales del año 2001, ratificó
la importancia del Patrimonio Cultural Subacuático
(PCS), como parte del patrimonio cultural de
la humanidad y como elemento de particular
importancia en la historia de los pueblos. En dicha
conferencia, se subrayó la importancia de proteger
y preservar este patrimonio, señalándose que la
responsabilidad de esta tarea incumbe a todos
los Estados, aprobándose la Convención sobre la
protección del PCS128.
En esta Convención, todos los restos dejados por el
hombre, que tengan un carácter cultural, histórico
o arqueológico, y que hayan estado bajo el agua,
parcial o totalmente, de forma periódica o continua,
por lo menos durante 100 años, son considerados
Patrimonio Cultural Subacuático (artículo 1°). Entre
éstos se mencionan: sitios, estructuras, edificios,
objetos y restos humanos; buques, aeronaves, otros
medios de transporte o cualquier parte de ellos, su
cargamento u otro contenido y todos los objetos
de carácter prehistórico129. Entre los objetivos y
principios que establece, se señala claramente
que este tipo de patrimonio cultural no debe ser
objeto de explotación comercial, debiéndoselo
recuperar de manera adecuada para garantizar
su conservación en el contexto de trabajos

La excavación arqueológica se realiza de forma controlada y con un alto nivel de registro, tal como se
aprecia en este caso, correspondiente a un proyecto de investigación en la costa norte del país.

50 I Puerto Cobija
autorizados, subrayando que preservarlo en su lugar
de origen debe ser considerada la opción prioritaria
(artículo 2°)130.
En el mismo artículo, la UNESCO señala la importancia
de fortalecer la sensibilización del público en
relación con el Patrimonio Cultural Subacuático.
Un acceso responsable y no perjudicial al PCS en
el propio lugar donde fue encontrado (in situ), con
fines de observación o documentación, deberá ser
alentado para favorecer su reconocimiento y su
protección, exceptuando los casos donde este acceso
sea incompatible con su protección y gestión131.
Cualquier intervención sobre PCS deberá ser dirigida
por Arqueólogos calificados que controlen el trabajo
de manera continua132.
En nuestro país también existen leyes que protegen
el patrimonio arqueológico, de modo que tanto
aquel depositado en tierra como el existente bajo el
agua, deben ser tratados de la manera autorizada.
Dichas regulaciones buscan garantizar un adecuado
tratamiento y destino para todos los vestigios de
nuestro pasado. La Ley de Bases del Medio Ambiente
(19.300) define como parte del medio ambiente a los
elementos socioculturales (artículo 2°), señalando
que los proyectos susceptibles de causar impacto en
éstos deberán someterse al sistema de evaluación
(artículo 10°), requiriéndose la elaboración de un
Estudio de Impacto Ambiental en caso de alterar
monumentos, sitios con valor antropológico,
arqueológico, histórico y pertenecientes al

El saqueo de vestigios arqueológicos constituye un delito en nuestro país. Aquí

vemos la destrucción de un cementerio prehispánico en el área de Cobija.

Conservación de nuestro patrimonio I 51

 patrimonio cultural (artículo 11°). El reglamento
del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental
(D.S. Nº 30 (1997)) define los requerimientos para
obtener los permisos ambientales que permiten
realizar intervenciones sobre monumentos, sitios
arqueológicos, antropológicos o paleontológicos
(artículos 75° y 76°).

La Ley de Monumentos Nacionales (17.288) señala

que son monumentos nacionales todos los restos
arqueológicos existentes en la superficie terrestre
ó bajo ésta, así como en la plataforma submarina
de sus aguas juridiccionales, encontrándose bajo la
protección del Estado, específicamente el Consejo
de Monumentos Nacionales (artículo 1°). Asimismo,
señala que son Monumentos Históricos los lugares,
ruinas, construcciones y objetos que por su calidad
e interés histórico ó antigüedad sean declarados
tales por decreto supremo, dictado a solicitud y
previo acuerdo del Consejo (artículo 9°), quedando
bajo el control y la supervigilancia del Consejo de
Monumentos Nacionales, organismo encargado
de autorizar y definir los procedimientos de
intervención en cada caso (artículo 11°).
Las intervenciones sin autorización, tales como
edificaciones o excavaciones sin permiso, se
Botellas de la segunda mitad del siglo XIX, fabricadas en gres y
encuentran sujetas a multas y paralización de obras
vidrio, sacadas del fondo marino en Cobija.
mediante el uso de la fuerza pública (artículo 12°).

52 I Puerto Cobija
 Fragmentos de distintos tipos decorativos de loza británica del siglo XIX, registrados en la porción
terrestre del sitio (exceptuando los dos a la derecha provenientes del sitio S3 PV, Valparaíso).

El Decreto Supremo 311 (1999) declara Monumento
Histórico a toda traza de existencia humana, con
una antigüedad mayor a 50 años, depositada bajo
el mar territorial o las aguas interiores del país.
Éstas incluyen sitios, estructuras, construcciones,
artefactos, restos humanos, así como restos de
buques, aeronaves, otros vehículos ó algunas de sus
partes, su carga ó su contenido, en conjunto con su
entorno arqueológico y natural. Las excavaciones
y/o prospecciones arqueológicas, antropológicas
y paleontológicas se encuentran reguladas por el
Reglamento de la Ley Nº 17.288, el que también
obliga a las personas naturales o jurídicas a notificar
el descubrimiento de este tipo de restos (artículo 23°).
En consecuencia, para las leyes chilenas, la
extracción de vestigios desde el fondo marino,
por ejemplo desde un naufragio ocurrido hace
más de 50 años, así como su comercialización,
constituyen serios delitos. Las únicas intervenciones
autorizadas corresponden a aquellas desarrolladas
por Arqueólogos especializados, que previamente
han presentado un plan de trabajo al Consejo de
Monumentos Nacionales. No debemos olvidar
que incluso la simple recolección de un objeto
desde el fondo marino debe estar aprobada por
el mencionado organismo. La misma situación
acontece en el caso de los vestigios arqueológicos
depositados en tierra.

Conservación de nuestro patrimonio I 53

57
Palabras finales
En este árido punto de la costa, los seres humanos se relacionaron con el Océano Pacífico durante miles de
años. No obstante lo anterior, nuestras inmersiones en la rada de Cobija solamente nos permitieron localizar
y describir un acotado conjunto de restos, asociados con ocupaciones más recientes e íntimamente ligados a
la era de la revolución industrial y del vapor. Dichos restos correspondieron a un grupo de anclas de diversas
características, las que nos sugirieron un fondeadero específico, obviamente cercano al asentamiento
terrestre, donde variados buques debieron haber arribado y zarpado, trasladando mercancías, materias
primas, pasajeros e ideas. En el puerto en ruinas, los fragmentos legados por las actividades cotidianas de sus
desaparecidos habitantes, correspondientes a restos de vajillas, ropas y botellas (entre otros), nos señalaron
la masiva ocupación acontecida durante la segunda mitad del siglo XIX, especialmente durante sus primeras
décadas.

Tal ha sido nuestra primera impresión, que consideramos pionera aunque preliminar, nacida del esfuerzo
por localizar vestigios sumergidos en un antiguo puerto, transformado en imponente sitio arqueológico.
De esta manera, más que responder nuestras inquietudes, ésta nos ha entregado nuevas interrogantes,
mostrándonos un camino futuro constituido por múltiples sendas. Creemos que la prospección subacuática
del área debe ser profundizada y complementada. Las fuentes documentales, en particular aquellas del
Período Colonial, deben ser sistemáticamente exploradas para obtener datos de naufragios que permitan
afinar la búsqueda. Igualmente, consideramos que deben ampliarse las excavaciones arqueológicas en
determinados sectores del puerto para mejorar nuestra comprensión sobre sus ocupaciones coloniales y
republicanas, todo en el marco de proyectos de investigación con problemas de estudio específicos.

En definitiva, consideramos que la región de Antofagasta posee un invaluable sitio arqueológico en el

antiguo puerto de Cobija, el que representa un importante patrimonio cultural marítimo, conformado
tanto por vestigios terrestres como subacuáticos. Su puesta en valor deberá contemplar metodologías
terrestres y subacuáticas, fundamentándose en tres etapas esenciales: su investigación, conservación y
difusión educacional133. Este trabajo no debiera considerarse algo lejano si tomamos en cuenta la amenaza
de conservación representada por la potencial construcción de una termoeléctrica en sus inmediaciones.
El desafío de su puesta en valor queda entonces planteado, su punto de partida no es otro que el profundo
conocimiento de los elementos que lo componen (investigación), para desde ahí fortalecer medidas
de conservación y de difusión educacional. En este sentido, esperamos que el presente trabajo haya
representado su puntapié inicial.

Palabras finales I 55
 1
Muckelroy 1978:4. 42
El Antropólogo Manuel Escobar. 77
Castro et al., 2012:105.
2
Adams y Rönnby, 1996:10. 43
Especialmete Danilo Araya. 78
Ibíd.
3
Gianfrotta y Pomey, 1981:8. 44
Bowens, 2009:98 79
Ibíd., página 107.
4
Ivars y Rodríguez, 1987:28. 45
Ibíd., página107. 80
García-Albarido, 2012:125.
5
Ibíd., página 30. 46
Ibíd. 81
Cfr. García-Albarido 2012.
6
Carabias, 2005:128. 47
Ibíd., página 109. 82
Berenguer, 2004:167.
7
Martín-Bueno, 2003:28. 48
El ingeniero Renato Simonetti. 83
Murra, 1989:151.
8
Álvarez, 2004:1151-1157. 49
RAE, ver http://lema.rae.es/ 84
Vivar, 1558:10.
9
Green, 2004:14. drae/?val=ancla 85
Aunque la ubicación de la
10
Ibíd., página 77. 50
Llagostera, 1992:87. “ensenada de Atacama” es un tema
11
Bowens, 2009:107. 51
Salazar et al., 2010:19. abierto a la discusión.
12
Rönnby, 2003:18. 52
Llagostera 1979. 86
Castro et al., 2012:108.
13
Bowens, 2009:108 53
Ibíd. 87
Ibíd., página 109.
14
Green, 2004:55. 54
Ibíd., página 314. 88
Aldunate et al., 2010:343.
15
Ibíd., páginas 51 a 53. 55
Llagostera, 1992:91. 89
Castro et al., 2012:109.
16
Bowens, 2009:101. 56
Llagostera, 1979:314. 90
Aldunate et al., 2010:344.
17
Green, 2004:58. 57
Llagostera, 1992:91. 91
Ibíd., página 343.
18
Bowens, 2009:109. 58
Ibíd., página 92. 92
Castro et al., 2012:111.
19
Ibíd., página 111. 59
Exceptuando Copaca 1, capa 9 93
Cajías, 2007:101.
20
Ibíd., página 141. (Castro et al., 2012:102). 94
Ibíd., página 102.
21
Rönnby, 2003:19. 60
Castro et al., 2012:103. 95
Ibíd., página 111.
22
Bowens, 2009:144. 61
Tal como fue observado en épocas 96
Castro et al., 2012:117.
23
Green , 2004:238. coloniales. 97
Cajías, 2007:125.
24
Bowens, 2009:58; Green, 2004:244. 62
Llagostera, 1992:95. 98
Ibíd., página 133.
25
Rönnby, 2003:19. 63
Castro et al., 2012:103. 99
Castro et al., 2012:116.
26
Ibíd., página 20. 64
Ibíd. 100
Cajías, 2007:133.
27
León Amores, 2003:120. 65
García-Albarido, 2012:123 y Castro 101
Castro et al., 2012:120.
28
Cederlund, 1999:62. et al., 2012:103. 102
García-Albarido et al. 2008.
29
Rönnby, 2003:21. 66
Llagostera, 1989:69. 103
Escobar, 2008:87.
30
Muckelroy, 1980:26. 67
Llagostera, 1992:95. 104
Hobsbawm, 1975:41-45.
31
Ibíd., página 27. 68
Llagostera, 1989:70. 105
Ibíd., páginas 62 a 64.
32
Rönnby, 2003:10. 69
Núñez et al., 2005:303. 106
Tornero, 1872:200.
33
Muckelroy, 1978:156. 70
Ibíd., página 299. 107
Ibíd., página 201.
34
Rönnby, 2003:13. 71
Moragas, 1980:153. 108
Ibíd.
35
Lira, 2008:21-24. 72
Castro et al., 2012:104. 109
Vidal Gormaz 1901.
36
Carabias, 2011:5. 73
Sinclaire, 2008:81. 110
Ibíd.
37
Ferrari y Adams, 1990:139-151. 74
Castro et al., 2012:104. 111
García-Albarido et al., 2008:129.
38
Bowens, 2009:32. 75
Sin desconsiderar la posibilidad de 112
González y Pedrotta 2006.
39
Rönnby 2003. su cultivo en la costa y la existencia 113
García-Albarido, 2012b:11.
40
Green, 2004:84. de ciertos topónimos relacionados. 114
Stelle, 2001(1989).
41
Ibíd., página 85. 76
Varela et al. 2009. 115
Samford, 1997:20.

58 I Puerto Cobija
56
116
Ibíd., página 6.
117
Samford 2000.
118
Miller, 1991:6.
119
Carpentier y Rickard (2001:128) en
Samford 2003.
120
Stelle, 2001(1989).
121
Samford, 1997:24.
122
Miller, 1991:6.
123
Ibíd.
124
Excavaciones realizadas por Diego
Carabias (Arka Consultores S.A.).
125
García-Albarido, 2012b:99.
126
Rice, 2002:447 y Ortiz-Troncoso,
1992:76.
127
Tal como señala Horacio Larraín,
ver http://eco-antropologia.
blogspot.com/2008/08/bente-
bittmann-sus-fotografas-de.html
128
UNESCO, Actas de la Conferencia
General, 2002:53.
129
Ibíd., página 54.
130
Ibíd.
131
Ibíd.
132
Ibíd., página 64.
133
Devia, 2008:86.

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Bibliografía I 59
 Agradecimientos
Los autores queremos agradecer el apoyo brindado por el Arqueólogo Diego Carabias A. y el Ingeniero
Renato Simonetti V., de ARKA Consultores S.A., quienes colaboraron enormemente con la campaña de
prospección subacuática, fortaleciendo el proyecto con la elaboraron de planos y entrega de material
fotográfico de sus propios trabajos en Valparaíso.

De igual forma, queremos agradecer enormemente la colaboración de los investigadores del proyecto
FONDECYT 1100951, Victoria Castro, Varinia Varela, y Carlos Aldunate, quienes generosamente nos
permitieron citar manuscritos inéditos de dicho proyecto, además de poder publicar algunas fotografías
específicas.

También queremos agradecer el enorme apoyo en terreno que nos brindó nuestro querido amigo el
Antropólogo Manuel Escobar, quien realizó el levantamiento de información etnográfica en Cobija.
Tampoco queremos terminar este libro sin agradecer al equipo que colaboró activamente en la prospección
subacuática, especialmente nuestro colega Camilo Robles, pero también a Jaime Widow, Luis Amaro y David
Letelier. Finalmente, agradecemos a Horacio Larraín por autorizarnos a publicar las fotografías de las botijas
sacadas del agua en Cobija.

Créditos
Créditos figuras: Library of Congress, EEUU, figura 24 (http://www.loc.gov/item/90682689/); Biblioteca Virtual
del Patrimonio Bibliográfico, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, España, figura 25 (http://bvpb.mcu.
es/es/consulta/registro.cmd?control=BVPB20110010805)
Créditos fotográficos: Proyecto Cobija Patrimonio Cultural Subacuático y Francisco García-Albarido,
exceptuando las que se indican en leyenda.

Colaboraron Obra financiada por

ARKA S.A. http://arqueologiadecobija.cl Proyecto Fondart regional 10043,

Conservación y difusión del
Patrimonio Cultural.
Antofagasta

60 I Puerto Cobija
Los Autores
Francisco García-Albarido Guede: Arqueólogo (Universidad de Chile) y buzo deportivo. Por más de una
década ha colaborado en diversos proyectos de investigación FONDECYT y ha trabajado como Consultor en
Arqueología en el marco del Sistema de Evaluación Ambiental, especializándose en la Arqueología Histórica
de Atacama y en el análisis de colecciones y objetos recuperados tanto en sitios terrestres como subacuáticos
(coloniales y republicanos). Es coautor del libro “El mineral de Caracoles. Arqueología e Historia de un distrito
minero de la Región de Antofagasta (1870-1989)” (CNCA 2008), así como de artículos especializados en
revistas nacionales y extranjeras.

En el presente libro es autor de las secciones: El sitio arqueológico de Cobija y sus seis mil años de historia;
Arqueología Subacuática en Cobija; Palabras iniciales y Palabras finales.

Eduardo Roa Brynildsen: Bachelor of Arts with Major in Archaeology (Södertörns Högskola, Suecia),
Diplomado en Gestión de Proyectos Culturales (Universidad de Estocolmo), Buzo Comercial Internacional
(IMCA/ADC) y Buzo Especialista (Armada de Chile). Profesional con doce años de experiencia en estudios
de Arqueología Subacuática, desempeñándose tanto en el ámbito de la investigación científica como en
la consultoría privada. Ha participado en reconocidos proyectos para instituciones como el Institute of
Nautical Archaeology (INA EEUU), Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQUA España), Centro de
Arqueología Subacuática Catalunya (CAS España), Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH España),
Museo Vasa y Museo Marítimo Nacional (Suecia), Fundación Terra firme (Colombia), Instituto Colombiano de
Antropología e historia (ICANH) y ARKA Chile.

En el presente libro es autor de la sección La Arqueología Subacuática.

Créditos I 61