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La Situació n Demográ fica de Venezuela a Inicios del Tercer Milenio El pasaje de altos a

bajos niveles de mortalidad y natalidad se ha conocido como el proceso de transició n


demográ fica, el cual está relacionado con na serie de transformaciones estructurales
en el á mbito econó mico, social, cultural y político, apeladas, en forma general, como
modernizació n (…). La transició n demográ fica a nivel nacional representa un
promedio de la heterogeneidad de situaciones que se registran a escala sub nacional,
debido a que los cambios de la fecundidad, la mortalidad y la migració n han ocurrido
con distinta amplitud e intensidad, bajo la influencia de factores de diversa naturaleza,
contribuyendo así a la conformació n del patró n actual de distribució n territorial de la
població n. A los fines de considerar las disparidades en los cambios demográ ficos se
ha adoptado la siguiente tipología de las entidades federales segú n la fase de la
transició n, inspirada en la clasificació n propuesta por el CELADE. Las categorías son:
i) entidades en transició n avanzada: este grupo está conformado por el Distrito
Capital, Aragua, Carabobo, Miranda, Nueva Esparta, Lara, Tá chira y Vargas y se
caracteriza por presentar bajas tasas de natalidad (18-21,9 por mil) y niveles de
mortalidad reducidos (menos de 6 por mil); ii) entidades en plena transició n: en esta
etapa se encuentran Anzoá tegui, Bolívar, Cojedes, Falcó n, Guá rico, Mérida, Monagas,
Portuguesa, Sucre, Trujillo, Yaracuy y Zulia, cuyas tasas de natalidad alcanzan valores
moderadamente bajos (22-25,9 por mil) y sus tasas de mortalidad son igualmente
bajas (menos de 6 por mil); iii) entidades en transició n moderada: en este grupo se
incluyen Barinas, Apure, Delta Amacuro y Amazonas, que presentan tasas de natalidad
moderadamente altas (26-36 por mil) y también niveles moderados de mortalidad (6
-10 por mil).

Població n indígena
En el reciente trabajo de B. Regnault sobre La població n indígena y afrodescendiente
en Venezuela se hace referencia a las limitaciones para abordar el tema de la exclusió n
de los afrodescendientes en virtud de que no existe un conteo oficial de este segmento
de població n. Sin embargo, el autor basado en informació n proveniente de la Red de
Organizaciones Afrovenezolanas adoptó una muestra de 10 municipios donde se cree,
sin base estadística, que hay concentració n de població n negra o afrodescendiente,
pero advierte que los resultados obtenidos de esos municipios no podrían ser
expandidos como característicos de toda la població n negra de Venezuela. Esos
municipios fueron seleccionados de acuerdo a tres criterios: i) el criterio fenotípico:
alta presencia de població n con rasgos negroides; ii) criterio histó rico: antiguos
esclavos negros; y, iii) criterio cultural: sobrevivencia de tradiciones musicales de
ancestría africana. Los municipios seleccionados se clasifican en dos grupos: los que se
encuentran pró ximos a centros urbanos,
específicamente cerca del á rea de influencia del A.M. de Caracas y de Maracay; y los
municipios alejados de centros urbanos. El aná lisis efectuado por Regnault arrojó
algunos resultados que son de interés destacar: la red escolar parece contar con una
buena cobertura en los municipios afrodescendientes; las tasas de analfabetismo se
aproximan a la observada en el 2001 por el promedio del país; y, las tasas de asistencia escolar
parecen homogéneas en los municipios seleccionados, alrededor de 90%. El autor además
concluye que “no puede decirse que exista ausencia del sistema escolar desde el punto de vista
institucional [pero] queda por observar si en las escuelas de esos municipios existe referencias
específicas a la historia de los asentamientos afrovenezolanos…”.

En el país coexisten dos modelos de transició n de la fecundidad.


En Venezuela se ha podido verificar que la transició n de la fecundidad ha tenido
lugar primero en las á reas má s urbanizadas, favorecidas en mayor medida por las
acciones de transformació n en el á mbito econó mico, social y político, y donde los
estilos de vida modernos exigen una familia de tamañ o reducido. El grado de
urbanizació n del medio donde se habita determina parcialmente la mayoría de los
factores que condicionan las decisiones individuales con relació n a la procreació n,
tales como la existencia de servicios de salud sexual y reproductiva, las oportunidades
de acceso a la educació n y a la salud, los costos y oportunidades econó micas, los
costos de alimentació n y de vivienda, entre otros. Mientras que la TGF para el total del
país comienza a bajar en 1960, no es sino hasta 1974 que la fecundidad de las mujeres
residentes en á reas rurales muestra signos evidentes de descenso, dá ndose en este
caso un rezago de 15 añ os para la modificació n de los patrones reproductivos, lo cual
lleva a que en 1981 existiera una brecha de poco má s de 2 hijos entre las mujeres
urbanas y rurales (Ló pez y Bidegain, 1989). Una disparidad de similar amplitud es
reportada por la ENPOFAM'98 al dar cuenta de un nivel de fecundidad en el orden de
3,7 hijos entre las mujeres que residen en los centros urbanos de menor tamañ o y en
las zonas rurales, mientras que quienes habitan en el A. M. de Caracas alcanzaban en
promedio los 2 hijos(Freitez, 2001). A lo largo de las ú ltimas dos décadas la transició n
ha seguido su curso en todas las entidades del país y las brechas se han reducido en
forma apreciable de modo que tiende a experimentarse cierta convergencia en los
niveles de fecundidad. Sin embargo, todavía es posible encontrar una diferencia de
hasta 2 hijos por mujer al comparar la TGF del Distrito Capital con la del Estado
Apure. Entre las entidades en etapa avanzada de transició n la TGF apenas varía entre
1,9 (Distrito Capital) y 2,6 (Lara) hijos por mujer, de modo que la diferencia es de 0,7
hijos cuando en 1981 se estimaba en 2 hijos. Idéntico grado de disparidad, a un nivel
má s alto, se evidencia entre las entidades en plena transició n mientras que es só lo un
poco má s amplia la brecha en el grupo en transició n moderada.
Actualmente el nivel de fecundidad de las mujeres urbanas en el á mbito nacional está
en el orden de 2,5 hijos y só lo se exceden los 3 hijos en Apure y Delta Amacuro, ya que
en el resto de las entidades la TGF oscila entre 2 y 3 hijos por mujer, con la excepció n
del Distrito Capital cuyo valor es ligeramente inferior a 2. Con las actuales tasas de
fecundidad se esperaría que las mujeres en las zonas rurales de todo el país tengan al
final de su vida reproductiva alrededor de 4 hijos, cifra que supone una diferencia de
1,5 hijos respecto a la TGF de las urbanas. En el á mbito rural no se detecta la
homogeneidad de niveles de fecundidad por entidades federales que se aprecia en el
contexto urbano, al contrario, todavía es posible identificar valores de TGF superiores
a 5 hijos por mujer en Apure, Delta Amacuro y Amazonas y cercanos a 3 hijos en
Vargas, Nueva Esparta y Aragua. Justamente en esas y otras entidades que han tenido
avances en el proceso de transició n la brecha rural-urbana tiende a ser inferior al
promedio nacional, mientras que la misma se estima en casi 2 o má s hijos en aquéllas
entidades má s rezagadas. La educació n es una variable que contribuye a discriminar
bien el patró n de la fecundidad. Las estimaciones provenientes del ú ltimo censo
indican que el nivel de fecundidad entre las mujeres menos instruidas (0 a 3 añ os) se
sitú a en el orden de 3,7 hijos, mientras que al superar el umbral de escolaridad de la
escuela bá sica (10 añ os y má s) la TGF se limita a só lo 2 hijos. Ello significa una brecha
de 1,7 hijos por mujer entre las má s y las menos instruidas. Disparidades de la misma
amplitud o tal vez un poco má s reducidas son apreciadas en las entidades de
transició n má s avanzada ya que en esos casos las mujeres menos instruidas se han
incorporado también a ese proceso de cambio, observá ndose incluso que las menos
instruidas residentes en el Distrito Capital, Aragua, Vargas y Miranda registran una
TGF inferior a la que ostentan las mujeres con una escolaridad de 7 a 9 añ os en la
mayor parte de las entidades en plena transició n. A nivel del conjunto del país, las no
pobres tienen, en promedio, 1,9 hijos frente a 3,5 hijos que estarían alcanzando las
pobres, pero en el caso de las mujeres en situació n de pobreza extrema la TGF excede
a los 5 hijos, cifra que representa una brecha de 3 hijos respecto a las no pobres. Entre
la població n en situació n de extrema pobreza el nú mero promedio de hijos por mujer
alcanza valores por encima de 6, en entidades como Portuguesa, Apure, Amazonas,
Barinas, Monagas y Sucre, cifras comparables a las registradas por Venezuela al
comienzo de la transició n durante los añ os 60. En muchos casos la alta fecundidad
reportada por las pobres en condició n extrema equivale al doble del nivel que
presentan las no pobres.

Estructura demográ fica.


En el curso de su proceso de transició n demográ fica la població n venezolana ha
experimentado cambios notables en la estructura por edad y sexo. Identificar esas
variaciones en cada contexto nacional y sub nacional es de gran importancia para el
diseñ o de políticas sectoriales (educació n, salud, empleo, seguridad social, entre
otras) dirigidas a satisfacer las demandas de los diferentes grupos de població n. En la
medida que se transita a una fase avanzada del proceso de cambio demográ fico,
disminuye el ritmo de crecimiento de los nacimientos y hay menor presió n sobre los
requerimientos de atenció n materno-infantil; pero, a su vez, las demandas por
servicios gerontoló gicos tienden a crecer. Igualmente en el sector educació n hay que
considerar las variaciones en el ritmo de crecimiento de la població n en edad escolar y
los esfuerzos de política que deben efectuarse para atender la demanda de los grupos
excluidos. En el á mbito del mercado de trabajo también se sienten cada vez má s las
presiones por las demandas de empleo ejercidas por los nuevos contingentes de
personas que pasan a formar parte del grupo de població n en edad de trabajar, donde
se está concentrando casi dos tercios de la població n total. La pirá mide de la població n
de Venezuela mostraba en 1961 una base amplia, típica de unapoblació n en expansió n
demográ fica producto de las altas tasas de fecundidad y del descenso de la mortalidad
iniciado con anterioridad a los añ os '50, donde los menores de 15 añ os representaban
casi 46% y las personas de 65 y má s apenas constituían el 2,6%. Segú n los resultados
del Censo 2001, ya se está alcanzando una estructura por edad relativamente madura.
De poco má s de 23 millones de personas empadronadas, 7,6 y 1,1 millones
corresponden, respectivamente, a los menores de 15 añ os y a los adultos mayores.
Como consecuencia de una mortalidad baja y del franco descenso experimentado por
la fecundidad comienza a producirse la rectangularizació n del tercio inferior de la
pirá mide, el cual revela un envejecimiento por la base que se expresa en la reducció n
del peso de los menores de 15 añ os (33%). La proporció n de los adultos mayores
todavía no excede el 5%. De acuerdo con las proyecciones y estimaciones
demográ ficas basadas en el ú ltimo empadronamiento, la població n de Venezuela para
el añ o 2005 se estima en el orden de 26,6 millones, de los cuales el 31% y 5%,
respectivamente corresponden a los grupos de 0 a 14 y de 65 y má s añ os, mientras
que el peso de la població n en edad de trabajar ya se aproxima a 64%. La estructura
demográ fica a nivel nacional no es sino una expresió n promedio de las diversas
estructuras que coexisten en el país, correspondientes a poblaciones que está n má s o
menos avanzadas en los procesos de cambio demográ fico. En efecto, la població n en
pobreza extrema muestra una pirá mide de una base muy amplia que bien podría
asemejarse a la que tenía Venezuela hace cuatro décadas . Una comparació n similar
en el caso de la població n rural indicaría, en ese sentido, un rezago de dos décadas. Se
trata, por tanto, de poblaciones má s desfavorecidas que se han incorporado má s
tardíamente al proceso de transició n y cuya pirá mide da cuenta de una estructura
muy joven, situació n opuesta a la que refleja la pirá mide de la població n no pobre, la
cual acusa un estrechamiento marcado de su base, producto de la disminució n
sostenida de la fecundidad durante varias décadas.
La carga demográ fica juvenil es muy alta entre los pobres y los residentes
en zonas rurales, semejante a la que registraba el conjunto del país hace
dos décadas.
La relació n de dependencia demográ fica juvenil bien puede contribuir a mostrar esas
disparidades al registrar cuá l es el volumen de població n menor de 15 añ os que
depende de cada 100 personas en edad de trabajar. A nivel del conjunto de la
població n urbana de Venezuela dicho indicador se estima en 52 por cada 100,
mientras que se eleva a 71 por cada 100 entre la població n rural. Variaciones aun má s
pronunciadas se muestran al discriminar segú n la condició n de pobreza, al calcularse
que la relació n está en el orden de 40 por cada 100 entre la població n no pobre y
asciende a 71 y 101, entre los pobres y los que está n en pobreza extrema,
respectivamente. La incorporació n de las regiones al proceso de cambio
demográ ficoha ocurrido en diferentes momentos y a ritmos distintos, en razó n de las
disparidades espaciales en el proceso de desarrollo econó mico y social. De ese modo,
entre las entidades má s avanzadas en la transició n, se ha alcanzado actualmente una
estructura demográ fica relativamente madura. Consecuentemente, todo ese grupo de
entidades presenta una participació n relativamente superior de personas de 15 a 64
añ os, por lo tanto la razó n de dependencia demográ fica se encuentra entre las má s
bajas del país. En el Distrito Capital se estima que hay 49dependientes por cada 100
personas en edad de trabajar, mientras que esa relació n varía entre 54 y 57 por cada
100 en Vargas, Miranda, Aragua y Carabobo y asciende a 59-61 por cada 100 en Nueva
Esparta, Lara y Tá chira. En el grupo de entidades en plena transició n el peso de los
menores de 15 añ os se sitú a entre 33 y 38% y la participació n de la població n
potencialmente activa se encuentra alrededor de 58-62%. En este grupo se
encuentran los estados Falcó n, Cojedes, Monagas, Trujillo, Guá rico, Portuguesa, Sucre
y Yaracuy, donde el nú mero de dependientes potenciales en funció n de la edad llega a
ser de 65-72 por cada 100 personas de 15 a 64 añ os. Ademá s incluye a los estados
Zulia, Anzoá tegui y Mérida donde las relaciones de dependencia son aú n un poco má s
bajas (61-64). Finalmente, está el grupo de entidades en transició n moderada
integrado por Apure, Amazonas, Delta Amacuro y Barinas. Estas entidades se
caracterizan por presentar una estructura demográ fica relativamente joven, donde el
porcentaje de menores de 15 añ os varía entre 38% y 42% y, por tanto, alcanzan las
relaciones de dependencia demográ fica má s altas de todo el país, de 73 a 84
dependientes por cada 100 personas en edades activas. En las poblaciones urbanas los
valores de la dependencia juvenil son má s bajos cuanto mayor ha sido la reducció n de
la fecundidad y entre la població n rural los índices son siempre superiores a los
presentados por la població n urbana sin mostrar una tendencia claramente definida
por entidad federal de acuerdo a la etapa de la transició n demográ fica. Magnitudes
aú n má s dispares en dicho indicador se registran a nivel sub nacional al considerar la
condició n de pobreza. Entre la població n en situació n de extrema pobreza la
dependencia juvenil oscila entre 90 y 118 menores de 15 añ os por cada 100 de 15 a
64 añ os. Respecto a la població n pobre el valor de este índice varía entre 42 y 82 por
cada 100. El á rea de residencia en combinació n con la condició n de pobreza ayuda a
identificar mejor las poblaciones donde el segmento de los menores de 15 añ os tiende
a constituir una carga demográ fica apreciable respecto a la població n en edades
potencialmente activas. Como se vio antes, la població n en extrema pobreza es la que
muestra la estructura demográ fica má s joven y, en consecuencia, la dependencia
juvenil má s alta, pero ese índice es visiblemente mayor aun si esa població n habita en
zonas rurales. En esos casos la dependencia juvenil alcanza valores de 120 a 125 por
cada 100 en los estados Tá chira, Mérida y Monagas, y de 110 a 117 en Vargas, Apure,
Delta Amacuro, Portuguesa. Sucre y Trujillo. Por su parte la població n indígena
presenta una estructura demográ fica eminentemente joven producto de una
mortalidad alta y de una fecundidad también alta que recién pareciera haber iniciado
su descenso. Esta característica bien se refleja en la amplia base de su pirá mide por
edad, la cual corresponde a la de una població n de tipo expansiva. La informació n
proveniente del Censo Indígena 2001 revela que de los 178.343 habitantes en
asentamientos no tradicionales poco má s de la mitad son menores de 15 añ os y
apenas el 3% se concentra en el grupo etario de 65 y má s. En consecuencia, la carga
demográ fica del componente juvenil resulta bastante elevada. Por cada 100 personas
en edades potencialmente activas se contabilizan 93 menores de 15 añ os.

El predominio de las mujeres es abiertamente mayor en las poblaciones


no pobres y pobres de las zonas urbanas y los hombres predominan entre
la població n rural cualquiera sea la condició n de pobreza.
Segú n el Censo 2001, 11 millones 651 mil habitantes son mujeres y representan
50,5% de la població n total, mientras que el 49,5% restante, equivalente a 11 millones
402 mil, corresponde a la població n masculina. Esa diferencia se expresa en una
relació n de Segú n el Censo 2001, 11 millones 651 mil habitantes son mujeres y
representan 50,5% de la població n total, mientras que el 49,5% restante, equivalente
a 11 millones 402 mil, corresponde a la població n masculina. Esa diferencia se expresa
en una relació n desde todas las entidades del país, pero es aun má s acentuado en el
Distrito Capital, Miranda, Tá chira y Mérida. La relació n hombre/mujer muestra
variaciones segú n la condició n de pobreza de la població n. A nivel nacional se estima
que entre la població n no pobre hay 95 hombres por cada 100 mujeres, mientras que
entre los pobres hay un equilibrio en la participació n de los componentes masculino y
femenino. Ese no es el caso de la població n en pobreza extrema donde es evidente el
predominio de los hombres, como lo revela un índice de 105 por 100. A nivel sub
nacional se constata que en todas las entidades federales hay una presencia mayor de
las mujeres entre la població n no pobre, sin embargo, en el caso de la població n pobre
las situaciones varían. Índices de masculinidad inferiores a 100 son observados en el
Distrito Capital, Vargas, Miranda, Aragua, Carabobo, Nueva Esparta, Tá chira y Mérida.

Resumen de Indicadores Demográ ficos

Indicadores Demográ ficos Valor Añ o

Població n total 26.577.423 2005

Hombres 13.347.732 2005


Tasa media anual de crecimiento 2,2 1990-2002

Relación de masculinidad (por 100) 98 2001

Població n urbana (porcentaje) 88,4 2001

Población rural (porcentaje) 11,6 2001

Població n menor de 15 añ os (porcentaje) 33,1 2001

Población de 15 a 64 años (porcentaje) 62,0 2001

Població n de 65 añ os y má s (porcentaje) 4,9 2001

Poblacion de dependencia demográfica (por 100) 61,2 2001

Relació n de dependencia demográ fica (por 100) 61.2 2001

Relació n de dependencia juvenil (por 100) 53,4 2001

Area urbana 52,0 2001

Area rural 71,0 2001

No pobre 40,0 2001

Pobre extremo 101,0 2001

Población indígena total 511.329 2001

Població n en comunidades indígenas 178.343 2001

Relación de masculinidad (por 100) 107,5 2001

Relació n de dependencia demográ fica (por 100) 99,2 2001

Relación de dependencia juvenil (por 100) 93,2 2001

Esperanza de vida al nacer 73.3 2002

Hombres 70,82002

Mujeres 76,6 2002

Tasa global de fecundidad 2,6 2001


Area urbana 2,5 2001

Area rural 4,0 2001

Poblacion indígena 5,9 2001

Tasa de fecundidad adolecente (por100) 89 2001

Á rea urbana 84 2001

Área rural 172 2001 2001

Població n indígena 5,9 2001

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