Está en la página 1de 4

UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO

FACULTAD DE CIENCIAS AGROPECUARIAS


ESCUELA ACADÉMICA PROFESIONAL DE
INGENIERÍA AGRÍCOLA

RESUMEN
"Capítulo III y IV del libro"
“Ética para amador” de Fernando Savater
CURSO:
ÉTICA, CONVIVENCIA HUMANA Y CIUDADANÍA
DOCENTE:
Dr. Santiago Alberto Uceda Duclós
ESTUDIANTES:
AMAYA NAMOC DAIRY AIRU
ARMAS RODRÍGUEZ PIERO STEFANO
CÁRDENAS GUEVARA CARLOS EDUARDO
FLORES LLAMOGA MARCIA FERNANDA
INOÑAN VALDERA JONATHAN JEAMPHIER
CICLO:
II
2022
CÁPITULO TERCERO

HAZ LO QUE QUIERAS

Decíamos antes que la mayoría de las cosas las hacemos porque nos las mandan, porque se
acostumbra a hacerlas así o porque son un medio para conseguir lo que queremos. Resulta que
en ocasiones importantes, todas estas motivaciones corrientes resultan insatisfactorias.

Libertad es decidir, pero también, darte cuenta de que estás decidiendo y para no dejarte llevar
no tienes más remedio que intentar pensar al menos dos veces lo que vas a hacer. Lo mismo
sucede respecto a las costumbres. Si no pienso lo que hago más que una vez, quizá me baste la
respuesta de que actúo así «porque es costumbre»

En asuntos sin importancia el capricho puede ser aceptable, pero cuando se trata de cosas más
serias dejarnos llevar por él, sin reflexionar, puede resultar muy poco aconsejable, hasta
peligroso. Pero entre las órdenes que se nos dan, entre las costumbres que nos rodean, entre
los caprichos que nos asaltan, tendremos que aprender a elegir por nosotros mismos.

Si queremos profundizar en la moral de verdad, si queremos aprender en serio cómo emplear


bien la libertad que tenemos, más vale dejarse de órdenes, costumbres y caprichos.

«Moral» es el conjunto de comportamientos y normas que tú, yo y algunos de quienes nos


rodean solemos aceptar como válidos; «ética» es la reflexión sobre por qué los consideramos
válidos y la comparación con otras «morales» que tienen personas diferentes.

Para unos, ser bueno significará ser resignado y paciente, pero otros llamarán bueno a la
persona emprendedora, original, que no se acobarda a la hora de decir lo que piensa, aunque
pueda molestar a alguien.

Nos hemos dado cuenta que en la sociedad a la persona “buena”, se le caracteriza de acuerdo a
los puntos de vista; por ejemplo, cierto grupo dirá que el hombre bueno es aquel resignado y
paciente; otro grupo puede decir que el hombre bueno es alguien emprendedor, original y que
dice lo que piensa a pesar que puede incomodar al resto.

«Los congregados en Theleme empleaban su vida, no en atenerse a leyes, reglas o estatutos,


sino en ejecutar su voluntad y libre albedrío. Nadie les despertaba, ni le forzaba a beber, o
comer, ni a nada.» Simplemente ellos hacían lo que querían, si estaba bien o estaba mal, ellos
sólo querían hacer eso.

No es fácil identificar quién es bueno, quién es malo, quién actúa correcto y quién no lo hace.
La frase: “Haz lo que quieras”. ¿Creen que todos lo tomarían de buena manera?, pues no, todos
son libres de hacer lo que piensan y lo que quieren para su vida.
CAPÍTULO CUARTO

DATE LA BUENA VIDA

Muchas veces las personas actúan de acuerdo a lo que escuchan de los demás o les dicen,
dejando de lado lo que uno piensa emplear para su libertad.

Todos somos libres de escoger nuestro camino, no hay que preguntarse si “merece la pena”;
aunque digamos que no queremos saber nada de estos asuntos tan fastidiosos y que te dejen
en paz, también estás queriendo, queriendo no saber nada, queriendo que no te molesten aún
a costa de aborregarte un poco o un mucho.

Una cosa es “hacer lo que quieras” y otra muy diferente es “hacer lo primero que te venga en
gana”; el primero, es realizar lo que a ti te parece que está bien, algo que a ti te guste o aquello
que te hace feliz; en cambio, la segunda frase, se refiere al decir o hacer sin pensar en las
consecuencias que puede ocasionar tus actos ante los demás, un insulto, una palabra o alguna
acción, puede herir los sentimientos de las personas a tu alrededor.

Si nos dicen que hagamos lo que queramos, lo primero que parece oportuno hacer es que
pensemos con detenimiento y a fondo qué es lo que queremos. Sin duda nos apetecen muchas
cosas, a menudo contradictorias, como le pasa a todo el mundo: querer tener una moto, pero
no queremos rompernos la crisma por la carretera, querer tener amigos, pero sin perder nuestra
independencia, querer tener dinero, pero no queremos avasallar al prójimo para conseguirlo,
querer saber cosas y por ello comprender que hay que estudiar, pero también querer
divertirnos.

La ética no es más que el intento racional de averiguar cómo vivir mejor. Si merece la pena
interesarse por la ética es porque nos gusta la buena vida. Sólo quien ha nacido para esclavo o
quien tiene tanto miedo a la muerte que cree que todo da igual se dedica a las lentejas y vive de
cualquier manera.

Para concluir este capítulo de modo más relajado, podemos hablar de una hermosísima película
dirigida e interpretada por Orson Welles: Ciudadano Kane.

Kane es un multimillonario que con pocos escrúpulos ha reunido en su palacio de Xanadú una
enorme colección de todas las cosas hermosas y caras del mundo. Tiene de todo, sin duda, y a
todos los que le rodean les utiliza para sus fines, como simples instrumentos de su ambición. Al
final de su vida, pasea solo por los salones de su mansión, llenos de espejos que le devuelven
mil veces su propia imagen de solitario: sólo su imagen le hace compañía. Al fin muere,
murmurando una palabra: «¡Rosebud!» Un periodista intenta adivinar el significado de este
último gemido, pero no lo logra. En realidad, «Rosebud» es el nombre escrito en un trineo con
el que Kane jugaba cuando niño, en la época en que aún vivía rodeado de afecto y devolviendo
afecto a quienes le rodeaban.

Ese trineo, símbolo de dulces relaciones humanas, era en verdad lo que Kane quería, la buena
vida que había sacrificado para conseguir millones de cosas que en realidad no le servían para
nada. Y sin embargo la mayoría le envidiaba.

«Hombre libre es el que quiere sin la arrogancia de lo arbitrario. Cree en la realidad, es decir, en
el lazo real que une la dualidad real del yo y del tú. Cree en el Destino y cree que el Destino le
necesita... Pues lo que ha de acontecer no acontecerá si no está resuelto a querer lo que es
capaz de querer» (Martin Buber, Yo y tú).

«Ser capaz de prestarse atención a uno mismo es requisito previo para tener la capacidad de
prestar atención a los demás; el sentirse a gusto con uno mismo es la condición necesaria para
relacionarse con otros» (Erich Fromm, Ética y psicoanálisis).

También podría gustarte