Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Samantha Towle - River Wild
Samantha Towle - River Wild
Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por lo cual no tiene costo alguno.
2
Sinopsis ........................................................................................................................... 5
Nota de la autora ........................................................................................................... 6
Prólogo ............................................................................................................................ 8
1 ...................................................................................................................................... 18
2 ...................................................................................................................................... 26
3 ...................................................................................................................................... 30
4 ...................................................................................................................................... 39
5 ...................................................................................................................................... 47
6 ...................................................................................................................................... 52
7 ...................................................................................................................................... 58
8 ...................................................................................................................................... 65
9 ...................................................................................................................................... 75
10 .................................................................................................................................... 83
11 .................................................................................................................................... 90
12 .................................................................................................................................... 97
13 .................................................................................................................................. 111
14 .................................................................................................................................. 117
3
15 .................................................................................................................................. 127
16 .................................................................................................................................. 140
17 .................................................................................................................................. 154
18 .................................................................................................................................. 165
19 .................................................................................................................................. 174
20 .................................................................................................................................. 185
21 .................................................................................................................................. 193
22 .................................................................................................................................. 199
23 .................................................................................................................................. 208
24 .................................................................................................................................. 214
25 .................................................................................................................................. 221
26 .................................................................................................................................. 227
27 .................................................................................................................................. 233
28 .................................................................................................................................. 245
29 .................................................................................................................................. 251
30 .................................................................................................................................. 259
31 .................................................................................................................................. 266
32 .................................................................................................................................. 272
Epílogo ........................................................................................................................ 277
Sobre la autora............................................................................................................ 286
4
Una ciudad nueva. Una identidad nueva. Embarazada y sola.
Y mi vecino nuevo.
Por primera vez en mi vida, tengo algo que nunca pensé que tendría:
felicidad.
Esperando su momento.
Y se libera.
No lo verás venir.
Pero yo lo haré. 7
Y estaré listo.
—
RIVER
Ocho años
Es domingo.
Es policía.
Pero él no es bueno.
Es malo.
Sé lo que va a pasar.
Pronto me hará entrar.
Me hará cosas.
Lanzo la pelota al aro que cuelga del costado de la pared del garaje.
Me acerco y la recojo.
La lanzo de nuevo.
Golpea.
Odio su voz.
Lo odio.
No.
—Ahora —gruñe.
—Ven aquí.
—Está bien, pero si jugamos a este juego, tienes que prometer que no le
dirás a tu mamá que jugamos.
—Está bien.
—¿Promesa de meñique?
—Promesa de meñique. Entonces, ¿cómo se llama el juego?
—River.
—Mírame, niño.
Empiezo a llorar.
—Mierda, deja de llorar. Solo lloran los bebés. ¿Eres un bebé, River?
—N-no.
—Entonces, deja de actuar como tal. —Su rostro está rojo brillante.
Sus ojos están desorbitados. Sus dedos aprietan mi cara, lastimándome
más—. Harás lo que te diga, niño. Porque, si no lo haces, sabes lo que
pasará.
—N-n-no quiero jugar más este j-juego —susurré—. N-n-no creo que me
guste.
—¿Sabes lo que les pasa a los niños que rompen sus promesas, River?
Miré al suelo. Mi cabello cayó sobre mis ojos. Se mojó por mis lágrimas.
Tomo un respiro.
—No, señor.
—Eso pensé.
—Sí.
Mi silla.
Mi interior se aprieta.
La cama de mamá.
Curvé mis dedos en mi palma hasta que mis uñas comenzaron a lastimar
mi piel.
—Ahora, River.
Caminé hacia la cama y me paré frente a él.
Él sonrió.
—¡No! —grito.
Se pone de pie.
—¿No?
—Y-yo…
14
—River, es hora de jugar, y papi tiene hoy un juego nuevo para nosotros.
—¡No! —grito.
—Yo-yo…
—Yo-yo —se burla—. ¿Tú qué, niño? Habla alto. —Acuna su oreja,
burlándose de mí.
—Eres tan bueno, River. Tan especial. Es hora de jugar un juego nuevo.
—No me gusta que me hayas obligado a hacer eso. —Pasó su mano por mi
cabello, alisándolo—. ¿Ahora serás un chico bueno?
—Sí, señor.
—Yo-yo…
El olor a cerveza…
No puedo respirar…
Estoy asustado…
Que pare…
16
—¡Baja la maldita pistola, pequeña mierda! —me grita, acercándose
un paso.
No sé qué hacer.
No puedo respirar…
—¡No eres mi papá! —grito—. ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio!
¡Bang!
Voy a dejarte.
Pero no puedo.
Frunce el ceño.
Pero no era como si pudiera decir que no. Tenía demasiado miedo
para hacerlo. Y, si le hubiera dicho que no, de todos modos habría tomado
lo que quería.
Hace solo unos días descubrí que estoy embarazada. Por eso
finalmente me voy. Por qué finalmente tengo el coraje de dejarlo.
Pero la conozco.
Nunca más.
Me preparo.
Me estremezco.
—Buena chica.
Te odio.
Solo vete.
No por mí.
—¿No te olvidas de algo? —habla con voz áspera, y arquea las cejas.
Antes de eso, había sido tan maravilloso. No podía creer que este
chico increíble quisiera estar con alguien como yo.
El día que lo hice fue uno de los más aterradores que haya tenido, y
había pasado los últimos siete años teniendo miedo. Estaba aterrorizada de
que me encontrara, y eso sería todo para el bebé y para mí.
El miedo me golpea.
Bueno, de cualquier manera, aún me iré. No voy a pasar otro día aquí
con él. Solo tendré que pensar en algo más.
Y exhalo.
Dios.
Lo sé. Pero no quería que sea así. Quería poder cuidar al bebé yo
misma. Ganar mi propio dinero.
Tiene setenta y tantos años y es la señora más dulce que jamás hayas 26
conocido.
Salto ante cada vehículo que pasa y cada ruido que escucho,
aterrorizada de que uno de esos autos sea el de Neil.
Texas es caliente.
Odio el calor. Ser de piel clara significa que me frio como un pollo al
sol.
Es perfecto.
Y eso es todo.
Lo he hecho.
Lo hice.
29
CARRIE
Mi nuevo hogar.
Hace que el color de mis ojos resalte, y las pecas en mi nariz se vean
más prominentes.
Entonces, sentí que era el destino cuando me topé con una casa de
dos dormitorios completamente amueblada. Los detalles decían que se
encontraba en una calle residencial tranquila y la casa daba a un bosque
abierto, que conducía al río Guadalupe.
Pero luego pensé que no lo había tenido fácil durante la mayor parte
de mi vida y especialmente en los últimos siete años, así que me lo debían.
Caray.
El mapa me dice que la casa que estoy buscando está cerca del final
de la calle sin salida.
Es de un solo piso, lo que será ideal para cuando el bebé esté aquí
gateando; sin escaleras de las que preocuparse.
La casa es perfecta.
Una casa.
Mientras ella no está, cuento el dinero que necesitaré para cubrir los
34
seis meses de alquiler.
Soy libre.
Hay tanto silencio. Nunca había conocido una paz como esta.
Es perfecto.
Es todo.
Así que, sí, las barbas me provocan una sensación cálida por dentro.
Como diría Neil, mi vecino nuevo parece el tipo de chico que mete
en la cárcel todos los días.
Lo siento, mi ex esposo.
Mis ojos se mueven hacia sus manos, y veo un libro en una y un vaso
de algo en la otra. Tiene lo que parece ser una caja de puros bajo el brazo.
Rayos.
—Hola. —Sonrío.
No consigo nada.
Y duros.
Fríos.
Quizás por eso fue grosero conmigo. Quizás vio este moretón en mi
cara y pensó que era alguna clase de problema. Que traería problemas al
vecindario.
No, gracias.
Ha pasado un tiempo desde la última vez que comí, así que tal vez
debería comer algo aquí antes de ir al supermercado.
Dulce Señor, aquí huele a cielo. El aroma del café llena el aire, pero
es el olor a tarta de cereza lo que me llama la atención.
Una camarera pasa a mi lado y agarra los platos que el chico latino,
quien supongo que es el cocinero, acaba de poner en el mostrador de
servicio. Ella los recoge, sonriéndome al pasar.
El moretón.
—No, gracias.
—No tenemos mucha gente nueva por aquí, pero sí muchos turistas
—me dice.
—No, gracias.
—No.
—Mañana —sugiero.
—Estás contratada.
Me rio.
—Por supuesto.
Sonríe.
—¿La, um… la… puerta por la que huiste, te encontró alguna vez?
46
CARRIE
Así que, llevo muchas cosas a casa. No hay autobuses ni taxis locales.
¡Ah, rayos!
¡Doble rayos!
Dejo escapar un grito breve de disgusto cuando veo mis bolsas ahora
aplastadas.
Asqueroso.
¡Fue él!
¡Oh, Dios mío! Ese tipo es… es un… bueno, ¡es un completo tarado!
Me observa con el ceño fruncido. Sus cejas oscuras son como barras
enojadas sobre sus ojos duros.
¡Uff!
Lo juro por Dios, la próxima vez que me diga algo malo, le diré
exactamente lo que pienso de él.
Quizás.
Has pasado los últimos siete años siendo menospreciada y herida por un
hombre.
Ya no más.
Así que, la próxima vez que ese tipo me hable fuera de lugar, recibirá
lo mismo.
51
RIVER
Diez años
Finalmente me mira.
—¿Lo limpiaste?
Asiento de nuevo.
Amo el olor.
—River, no puedes estar peleando en la escuela todo el tiempo.
Me encojo de hombros.
—El niño era un idiota. Dijo que era un bicho raro. —Y que mi mamá
era una asesina de policías y que debería pudrirse en la cárcel.
Todo lo que sabía era que, no quería que se lleven a mi mamá. Pero
tampoco quería ir a la cárcel. Estaba asustado.
—No uses esa palabra —me dice abue—. Y no eres un bicho raro. —
Se inclina hacia adelante para apagar su cigarro en el cenicero que está
sobre la mesita de café—. El director está amenazado con expulsarte.
Me encojo de hombros.
—No.
Ella suspira.
—¿Y cuando hablan mal de mamá? ¿Qué se supone que debo hacer
entonces, no decir nada?
Otro suspiro.
—¿River?
Me clavo las uñas en la piel con más fuerza. Siento que la sangre
corre por mis palmas. Normalmente me calma. Pero esta vez no está
funcionando.
—Oh Dios, River. Lo siento mucho. Pero ahora todo va a estar bien.
Trago pesado.
Asiento.
Asiento nuevamente.
—No —respondo.
—Bien. Vamos a seguir adelante como si todo es normal porque, a
veces, esa es la única forma de salir adelante. Y la normalidad significaría
un castigo por meterse en una pelea en la escuela.
—No uses esa palabra. Y no es una mierda. Es arte. Y tú, River, tienes
demasiada ira dentro de ti. Tienes que aprender a manejar esa ira tuya,
canalizarla, y la mejor manera de hacerlo es trabajar con algo que se pueda
romper fácilmente.
57
CARRIE
Me encanta.
1
Silla Adirondack: butaca al aire libre con amplios reposabrazos, un respaldo alto con listones y un asiento
más alto en la parte delantera que en la trasera.
Sé que el lugar es muy bonito, pero el calor continuo es una pesadilla
para una chica embarazada que odia el calor como yo.
Se supone que debería hacer mucho frío en esta época del año. Pero,
por supuesto, no lo hace. Estoy culpando totalmente al calentamiento
global.
Incluso si son las once y media y estoy más acalorada que el infierno,
por eso estoy sentada afuera con un té helado, intentando refrescarme.
Tuve mi primer ultrasonido mientras estuve allí, que fue más allá de
todo lo que podría haber imaginado. Ver a mi bebé en la pantalla me llenó
el pecho de emociones que ni siquiera sabía que podía sentir. El bebé aún
no parece un bebé y aún tiene el tamaño de un arándano. Eso es lo que dice
el sitio web que estoy siguiendo; traza el crecimiento semanal del bebé en
comparación con una fruta. Pero nunca había sentido amor y un impulso
abrumador de proteger como lo sentí en ese momento, contemplando la
pantalla borrosa en blanco y negro. El doctor Mathers me dio una copia
impresa del ultrasonido. Ocupa un lugar de honor en la repisa sobre la
chimenea en la sala de estar.
Guy, del trabajo, me dijo que mi idiota vecino gruñón se llama River
Wild.
Y dije confusamente:
—¿River?
Y Guy dijo:
—Sí, River Wild. Tu vecino nuevo. Ardiente como Hades. Loco como
Kanye. Y tan cruel como Regina.
Y dije:
—¿Regina?
Y él respondió:
—George.
Entonces, dije:
No he hablado con River desde que pasó por encima de mis cosas, si
se puede llamar hablar; es más como él siendo idiota conmigo. Lo he visto
algunas veces cuando he estado en el jardín. Incluso una vez lo vi en el
supermercado, y me ignoró a quemarropa. Pero no me importa. No quiero
ser su amiga.
Lo que no daría por poder saltar a esa agua fría ahora mismo.
Oh, es un perro.
Creo que es uno de esos perros shih tzu2. Lindo. Aunque parece un
poco desaliñado.
Y tal vez darle agua fresca, para que no necesite beber de la piscina.
—¡Oh, no!
2
Shih Tzu: perro de raza pequeña originaria de Tibet que destaca aparte de por su increíble espectacular
pelaje, por un carácter de lo más cariñosa.
Pensé que todos los perros sabían nadar.
—Oye, está bien —digo con voz calmada mientras extiendo la mano
y agarro al perro. Abrazándolo contra mi pecho, nos mantengo a flote—.
Te tengo. Ahora estás a salvo.
—Bueno, de nada.
Me rio suavemente.
64
CARRIE
Lo miro.
—¿Cuál sería?
¿Pelirroja?
Ah, mi cabello.
Tiene unos pies bastante bonitos. Por qué estoy notando eso, nunca
lo sabré.
Estoy empapada.
No. Sus ojos están clavados firmemente en mis senos sin sujetador.
Cruzo los brazos sobre mis senos y me aclaro la garganta en voz alta.
Idiota.
Imagínate.
Ha sentido dolor.
—Creo que es una de las palabras del idioma inglés mejores y más
versátiles. Lo mismo que joder. Curiosamente, jodida puta es mi dicho
favorito.
3
Puta: en inglés original “cunt” utilizado entre otras formas de insultos y palabras denigrantes además de
su traducción directa.
—Y por favor, deja de llamarme Pelirroja. Mi nombre es Carrie, y lo
sabes, por supuesto, porque te lo dije… bueno, te lo grité hace dos semanas,
desde mi porche, cuando me ignoraste descaradamente.
Pero él no es normal.
Idiota.
—De acuerdo, bueno, entonces nos vamos —digo con enfado, más
que lista para alejarme de él y ponerme algo de ropa seca. Después,
necesito averiguar qué voy a hacer con mi amiguito aquí.
Giro sobre mis talones, lista para cruzar su jardín y volver al mío a
través del hueco en la cerca, cuando su voz me detiene.
Da un paso adelante.
—¿Hay un hueco?
Estás a salvo.
—¿Eso crees?
—Es un perro callejero que acaba de meterse en mi piscina. Así que,
diría que sí, necesita ver a un veterinario.
Su expresión se cierra.
¿Pulgas? ¿Garrapatas?
Pero no veré a este pobre perrito en las calles por unos cuantos
bichos pegados que probablemente ni siquiera tenga.
Rayos.
Por la forma en que va, uno pensaría que le pedí que me lleve a la
clínica.
—Gracias, eso sería genial. Solo tengo que ir rápido a casa y ponerme
ropa seca. ¿Puedo dejar al perro contigo mientras me voy? Solo será unos
minutos. —No quiero llevar las pulgas probables a mi casa antes de tener
la oportunidad de que el perro sea tratado por el veterinario.
Doce años
Sé que no es cierto.
Echo un vistazo al estante donde están todas las cosas que he hecho
para ella. Está empezando a llenarse bastante.
Pongo los ojos en blanco, pero hay una sonrisa en mis labios.
Un oficial de policía.
Doblo mis dedos en mis manos y presiono mis uñas contra mis
palmas. El escozor del dolor ayuda un poco.
—River.
Él me conoce. No lo conozco.
Niño.
Mi abuela podría ser pequeña, ya soy más alto que ella, pero es feroz.
Está muerta.
Muerta.
No.
El cuerpo.
Muerta.
Apuñalada.
Cuerpo.
Mamá.
No.
—River…
No.
Tomo el globo y lo arrojo al estante donde están todas las cosas que
le hice.
Golpea el estante con un golpe rotundo, todos los demás artículos de
vidrio se rompen.
Tomo uno de los tubos de metal que usamos para soplar el vidrio, y
empiezo a balancearlo, golpeando todo lo que puedo.
Muerta.
—E-stá m-muerta.
—Sí.
Estaba en la cárcel por mi culpa. Por lo que había hecho ese día.
—No tienes nada que lamentar. Solo es vidrio. —Pone una mano
debajo de mi barbilla y levanta mis ojos hacia ella—. Todo puede ser
reemplazado.
La he hecho llorar.
Debe odiarme.
Me odio.
—River, detén esos pensamientos ahora mismo —dice las palabras
con firmeza, como si puede ver directamente dentro de mi cabeza—. No te
culpo. Y ciertamente no te odio. Te amo.
82
CARRIE
Siempre pensé que sería bueno tener un perro. No pude tener uno
mientras crecía en hogares de acogida. Y Neil odia los perros.
Suena tan simple cuando lo digo así. Pero, a veces, son las cosas más
simples las que más importan.
Silencio, y luego:
—Eres idiota.
—Eres idiota por pagar los precios que pagaste por toda la mierda
que compraste para el chucho —dice lentamente—. Pudiste haber
comprado toda esa mierda en el supermercado por la mitad de precio.
—Bien. Ahora mismo no tendrá frío. Pero podría tener frío en algún
momento.
—Tiene pelaje, Pelirroja. Para eso está ahí. Y te das cuenta que vives
en Texas.
—Está bien, podría no necesitar el abrigo, pero es lindo. —Es de color
azul pálido con pequeñas imágenes de huesos de perrito—. De todos
modos, siempre es bueno tener cosas solo en caso de emergencia. Ya sabes,
en caso de que llueva cuando salga a pasearlo. En Texas llueve.
Qué sabelotodo.
—¿Qué?
No responde.
Y me molesta.
Pero dejo pasar mi molestia. En realidad no quiero discutir con el
tipo a la una y media de la madrugada.
Se encoge de hombros.
—Gracias —susurro.
Entrecierro la mirada.
—Claramente.
Gruñe.
4
Gremlin: criatura mitológica de naturaleza malévola, popular en la tradición de países de habla inglesa y
surgida probablemente a comienzos del siglo XV.
Me estoy riendo de verdad, por primera vez en mucho tiempo.
89
CARRIE
Esta noche hice un turno doble, ya que una de las camareras dijo que
estaba enferma, y cuando terminé de trabajar, llegué a casa y llevé a Buddy
a dar un paseo. El pobre había estado atrapado dentro todo el día mientras
yo trabajaba. Me detuve en la tienda y compré un envase de helado de
menta con chispas de chocolate, y cobertura de chocolate caliente y
malvaviscos. El bebé está anhelando estas cosas. ¿Qué puedo hacer?
5
Scrooged: titulada “Los Fantasmas Atacan al Jefe” en España y “Los Fantasmas Contraatacan” en
Hispanoamérica; comedia cinematográfica estadounidense de 1988 que moderniza a la vez que parodia el
relato de fantasmas Cuento de Navidad de Charles Dickens.
Mañana es mi día libre, así que iré a la ciudad y haré algunas
compras navideñas.
Son las pequeñas cosas las que más me importan. Las cosas que
nunca antes pude hacer.
Los paneles de la cerca aún están rotos. A pesar de todas las quejas
de River sobre ellos, no los ha arreglado como dijo que lo haría.
Pero entonces, supongo que no tiene por qué ser una habitación rosa
o azul. Puede ser amarilla, verde, lila o incluso blanca con accesorios de
colores para alegrarlo.
—Date prisa, Bud —me digo más a mí que a él, porque lo que he
aprendido con Buddy es que es un perro con su propia mente.
Aleluya.
Me congelo.
—¡Mierda… no me toques!
¿Ese es River?
¿Horquilla o pala?
Grito su nombre.
Ninguna respuesta.
—No me toques. Yo… ¡ah, no! Maldición, duele. —Sus gritos suenan
dolorosamente eróticos.
—Rayos —siseo.
Sé valiente.
Nada.
No responde.
—River.
Gran error.
Duerme desnudo.
CARRIE
Desnudo.
Pero es duro.
Disparo mis ojos a la cara de River. No parece enojado, por una vez.
Mi estómago se hunde.
—¿Qué es eso?
idiota.
—¡Oye! ¡Eso no… es agradable! Vine aquí para salvar tu trasero,
99
—Y aterrizaste en el tuyo.
Se vuelve, toma unos jeans colgados de una silla, y se los pone. Veo
un gran tatuaje enmarcando su espalda, pero no puedo ver qué es porque
lo cubre tirando de una camiseta.
—¿Qué?
¿En serio?
Oh, no.
Me Gustan Tus Bolas está escrito en la parte superior del pijama, y dos
adornos navideños cuelgan debajo de las palabras.
Dispárenme, ahora.
Al momento, me divirtió. Era una de las razones por las que los
compré.
Dejo caer la horquilla y agarro mi pie con ambas manos. Las lágrimas
escociendo en mis ojos.
—¿Estás bien?
—Estoy bien.
—Estás sangrando.
—¿Qué?
Lo miro fijamente.
Lástima.
—Pelirroja, siéntate.
Dulce Jesús.
Me confunde y me sorprende.
Las hormonas del embarazo y verlo desnudo han confundido mi
cerebro.
Ni siquiera supe que puso la tirita; estaba tan distraída por lo que
estaba sintiendo. O lo que no debería estar sintiendo.
Lo esquivo.
—A casa.
104
—Estás descalza.
No lo pienses.
Echo un vistazo a sus pies descalzos. Son enormes. Al igual que su…
—Póntelas.
Dios, es mandón.
Eh.
Me cruzo de brazos.
—No quiero.
Frunzo el ceño.
Suspiro.
—Trece.
—Ah.
Gracioso.
Me detengo al final.
Saco mis pies de sus zapatillas, las recojo y se las ofrezco. Me las
quita.
Me agacho y lo acaricio.
River lo ignora.
Eso me irrita.
—Ya te dije.
—¿Como a quién?
No puedo decirle todas las razones por las que no llamé a la policía.
—Ninguna razón.
Se mete las manos en los bolsillos de sus jeans y camina hacia los
escalones.
—Carrie.
No dice esas palabras en voz alta, pero de alguna manera sé que eso
es lo que quiere decir.
110
CARRIE
Muy desnudo.
River se detiene frente a mí. Lleva una camisa de franela y jeans. Las
mismas botas en sus pies que tenía anoche. Un gorro en la cabeza,
cubriendo ese cabello espeso suyo.
—River.
Le sonrío.
No me devuelve la sonrisa. Ni dice cualquier otra cosa.
Está incómodo.
Tal vez sea porque anoche te agradeció, dice una voz en mi cabeza.
—¿En serio?
—Sí.
—Lástima. Lo más destacado de mi semana fue ver esos pijamas
tuyos.
Tal vez sea porque estás pensando en el hecho de que, cuando lo viste, no
llevaba ningún pijama.
—Sí.
—¿Qué?
—Tu bebé.
Supongo que uno de los dos debería decir algo. Y parece que ese
alguien voy a ser yo.
—Oh.
Una sonrisa toca el borde de sus labios. No es una sonrisa plena, pero
sigue siendo la primera vez que veo que su boca se asemeja a algo parecido.
Noto que tiene unos labios lindos. El labio inferior es un poco más
lleno que el superior.
—Está a treinta minutos en auto desde aquí.
Se mueve sobre sus pies y mete las manos en los bolsillos de sus
jeans.
Eso me ilumina.
Otra vez está siendo amable. Cruel un segundo. Amable al siguiente.
Cristo todopoderoso.
—Ah. El dedo del pie. Sí, está bien. Gracias otra vez por curarme.
Y lo soplaste…
Trago pesado.
Silencio.
—Mi sangre, que dejé en tu piso. Espero que no haya dejado una 117
mancha.
—Date el gusto.
Bueno, a mí. Pero me guardo ese detalle para mí. No necesito darle
más munición para usar contra mí.
Sé que todo el mundo tiene que ver con Mariah y las otras canciones
navideñas alegres, pero para mí, esta historia de nostalgia y melancolía es
la mejor. No sé qué dice eso de mí. Probablemente nada bueno.
Esa es posiblemente una de las razones por las que me encanta tanto.
—¿Así, cómo?
—Como si no me creyeras.
—Oh. Bueno, primero que nada, no soy una chica muy difícil. Y, en
segundo lugar, no me conoces lo suficientemente bien como para hacer ese
tipo de suposiciones. Y, tercero, es exactamente mi tipo de canción. —Triste
como yo.
Pero se rio dos veces contigo, está bien, de ti, en dos días.
—Eres un idiota.
—¿Cuándo?
—Sí, eso.
—¿Por ahora?
Lo miro fijamente.
—Dice que están hechos por un artista local. —Toco la ventana con
el dedo—. Me pregunto cuánto costarán. Me encantaría conseguir algo
para mi árbol. Dios, mira este…
—Oh, calla, Grinch. —Le pongo los ojos en blanco—. ¿Y cuán caros
son?
—¿Cómo lo sabes?
—Lo dice en la etiqueta de precio. —Levanta la barbilla en su
dirección.
Siguiendo su gesto con mis ojos, miro hacia atrás al tren y veo una
pequeña etiqueta marrón de precio colgando de él. No lo vi antes. Tiene
razón. Son cincuenta dólares.
Suspiro.
—Está bien, entremos. —Le abro la puerta porque tiene las manos
ocupadas y lo dejo pasar antes de entrar.
Mi estómago ruge.
Presiono mi mano sobre él. Desayuné no hace mucho. Pero este bebé
es codicioso. Voy a estar rodando al final de este embarazo si el bebé tiene
algo que ver con eso.
—River, siempre es bueno verte. ¿Qué tienes hoy para mí? —Asiente
hacia la caja.
—Hola. —Sonrío.
—Hola.
—Es un placer conocerte, Carrie. Soy Ellie. Soy dueña de este buen
lugar.
Una sonrisa toca los labios de Ellie. Casi como una sonrisa de
complicidad.
Me sonríe amablemente.
—Bastante.
—River conoce los tipos de árboles. Solía venir cada Navidad para
elegir uno con su mamá. Mary era toda una belleza. Podría haber sido
modelo en las pasarelas, pero luego… bueno, sí, y luego, después de que
Mary se fue, por supuesto, él vendría con su abuela. Pero eso se detuvo
cuando Greta falleció. Greta era una verdadera amiga para mí. —Suspira
con tristeza—. Después de que ella se fue, River dejó de comprar un árbol
de Navidad. Tal vez puedas convencerlo de que consiga uno otra vez.
La preocupación me inunda.
Mis ojos siguen el sonido de la voz hacia una mujer, que parece tener
mi edad, tal vez unos años más joven. Es muy bonita. Largo cabello oscuro
recogido en uno de esos moños desordenados que nunca he podido
perfeccionar. Grandes ojos marrones bordeados de largas pestañas negras,
colocados en una cara en forma de corazón. Y una inocencia en ella que me
dice que solo ha conocido cosas buenas en su vida.
Me hace sentir mal por ella. Pero también es bueno saber que no solo
me ignora a mí. Estaba empezando a preguntarme, ya que estaba siendo
tan amable con Ellie. Bueno, tan amable como puede ser River. 124
Le doy a Macy una mirada comprensiva. Una mirada solidaria.
Haciéndole saber que no está sola en el grosero trato malhumorado de
River. Somos hermanas en esto.
—Escuché —gruñe.
Su ceja se levanta.
—¿Me conoces?
Y sonrío aún más amplio. No por ser idiota. Sino porque estoy
orgullosa de mí. No retrocedí ante su mirada intensa, y créeme, el tipo tiene
una mirada que podría volver a congelar los casquetes polares derretidos
125
en la Antártida.
Y me las arreglé para hacer que un oso gruñón como River sea
amable con alguien.
—Lo siento, Ellie. Entonces, los dejo para que hagan lo suyo. —Hago
un gesto hacia la caja que aún está en el mostrador, sin abrir, y la mano de
River ahora descansando protectoramente en la parte superior—. Saldré
con Macy y escogeré mi árbol. Ah, y, Ellie, ¿tienes algún otro adorno para
árbol además de los que tienes en la ventana? Me encantan mucho, pero
están un poco fuera de mi rango de precios.
126
CARRIE
Y Macy no era la más amigable de las chicas. Pero creo que tal vez
me vio con River y tuvo una idea equivocada de nosotros. Probablemente
estaba un poco celosa. Y River no es el más amable de los hombres.
Encajarían perfectamente.
—Te das cuenta que ese perro no entiende ni una puta palabra de lo
que acabas de decir.
River apoya el árbol contra la pared y me mira con Buddy. Niega con
la cabeza.
—¿Qué?
Ah.
—¿En serio?
—Sí. En serio.
—Fantástico —murmuro.
Ah.
—Córtalo. O bótalo.
—¡No voy a botarlo! —digo, horrorizada.
—Sí. —Suspiro.
River saca una navaja suiza del bolsillo de sus jeans. Saca el cuchillo
y comienza a cortar la cuerda del árbol.
—Sí.
Titubeo un poco.
Me rio de eso.
—No, no lo fue. De todos modos, iba hasta allí. Solo te llevé conmigo 131
porque estás embarazada, y aunque sea un imbécil o no, mi abuela se
levantaría de su lugar de descanso y vendría a patearme el culo por dejar
a una mujer embarazada acarreando un árbol de Navidad.
Por su abuela.
—Respeto. Cierto. —Asiento—. Fuiste amable con Macy, bueno,
después de pedirte que lo seas.
Sonrío ampliamente.
—Quizás lo haga.
—No.
—Esto y aquello.
—Suena vago.
—Lo es.
—Trabajo en la cafetería.
—Pensaste mal.
—¿Por qué?
—Porque no es de tu incumbencia.
—Estás siendo grosero, River.
—Seguro que no. —Pongo los ojos en blanco—. Y te das cuenta que,
al ofrecerte a podar mi árbol…
—No. Me ofrezco a podar este árbol porque eres la mitad del tamaño
de él y estás embarazada; por lo tanto, no vas a subir ninguna escalera.
—Bueno… no.
Suspiro.
—Bien.
Voy a buscar mis tijeras de podar del armario debajo del fregadero
donde guardo mis cosas de jardinería y se las llevo a River.
—Café. Negro.
¿Lo ha pensado? Ha dicho algunas cosas bruscas, pero nada tan malo
como eso.
—Solo si quieres.
—Está bien.
Ahora me siento un poco estúpida. Pero comencé esto, así que tengo
que seguir adelante. Me froto las manos.
—Gracioso.
—No me van los amigos, Carrie. —Su voz ahora es más baja—. Pero,
si lo hiciera, entonces serías lo más parecido que tengo a uno.
—Adiós —llamo.
El tren de vidrio.
¿Él…?
136
Seguramente no…
—Carrie, ¿qué pasa? ¿El bebé está bien? —Sus ojos preocupados se
dirigen a mi estómago y vuelven a mi cara.
Lo miro. 137
—Sí. Chu-chú.
—Ja, ja.
—¿Por qué?
—No lo haría.
—¿Por qué?
Suspira.
—¿Qué?
—Gracias. Por el tren. Es bonito.
—No. Prefiero que me saquen los dientes con unos alicates que ir a
esa puta pérdida de tiempo y dinero.
—Qué divertido para ti. —Su voz es tan seca como el aire.
—Dientes. Alicates.
Vino.
Mi interior se ilumina.
—Lástima.
Me rio suavemente.
Se ríe.
Sus ojos se ven diferentes esta noche. Tienen una inquietud que solo
he visto una vez antes, ayer, cuando vino a hablar conmigo.
—Sí. River.
—Bueno, las cosas cambian. De todos modos, solo vine para hacerles
saber adónde voy en caso que se lo preguntaran.
—No puedo creer que hayas invitado al bicho raro del pueblo al
desfile de Navidad con nosotros.
—No él; eso es seguro. Sabía que eran vecinos, pero no me di cuenta
que eran amigos. ¿Sabías esto, Sadie? —Le da una mirada acusadora.
142
—No veo el problema aquí. ¿Y qué pasa si soy amiga de él?
—¿Fue qué?
Pobre River.
No es que maté a Neil. Pero hubo momentos en los que quise hacerlo.
O tal vez nada la impulsó en absoluto, excepto que solo era una
persona mala. Hay muchas de esas en el mundo.
Estoy parada aquí, sin saber qué hacer con esta sobrecarga de
información. No es como si pudiera ir allí y fingir que no lo sé.
Definitivamente yo no lo haría.
Me meto las manos en mis bolsillos y aparto una piedra pequeña de 145
una patada.
—¿Fruta?
—Sí.
—Un higo.
—También asqueroso.
—Las manzanas están bien como frutas. Sin embargo, saben mejor
en jugo.
—¿Seguro?
Otra mirada.
—Sí.
—Sí.
147
—Recibimos muchos turistas aquí, pero no muchos residentes
nuevos. ¿Qué te trajo a Canyon Lake? —Se mueve para apoyarse en la roca
a mi lado.
Se ríe.
Lo miro. Sus ojos son verdes. Un color bonito, pero no son ojos
amables.
Oh.
¿Qué?
Brad se ríe.
—No creo que sea asunto mío o tuyo. —Dios sabe cómo me las
arreglo para mantener mi voz firme.
Brad sonríe como si estuviera feliz con la bomba que acaba de lanzar.
Me devuelve la mirada.
Se marchó.
150
—¡River! —grito, corriendo tras él.
Mierda.
—River…
—Maldita sea, sabía que no debí haber venido esta noche. —Sus ojos
se clavan en los míos, amplios y furiosos—. Sabía que pasaría algo como
esto. No debiste presionarme para que venga, y no debí dejarte.
Su mirada es inquebrantable.
—Sí.
—¡Eres una sucia puta mentirosa! Bueno, si quieres ser una maldita puta,
¡te trataré como a una!
—Tiene razón. No soy alguien con quien quieras estar. —Su voz está
llena de autodesprecio, y eso me entristece más de lo que puedo explicar. 152
—Entonces, ¿qué me estás diciendo? —La melancolía comienza a
invadir mi corazón porque ya lo sé.
—Maldición, finalmente.
153
RIVER
Dieciséis años
Bueno, casi.
154
¿Quién lo hubiera pensado?
Pero no me muevo.
Pero esta es Chloe, y ella sabe quién soy, pero aún parece quererme.
Vamos, River. Hombre, mierda, entra allí. Pareces el bicho raro que te
acusan de ser, parado aquí en la puerta.
—¡Viniste!
Me sonríe.
—Sí —digo.
—Mejor subimos.
156
Me agarra de la mano, me lleva junto a la gente y sube la escalera de
caracol hasta el segundo piso. La sigo por el pasillo hasta lo que supongo
que es su habitación. Es de color rosa con una gran cama con dosel, y hay
fotos pegadas a las paredes, de sus amigos ella y aún algunas de Brad.
Esa es su cama.
Su cama.
Tranquilízate, River.
Apretando mis manos, me acerco y me siento a su lado.
—¿River?
—¿Sí?
—Mírame.
—¿Te gusto?
—¿Sí?
Lo que tú hiciste.
—Bueno, sabes que estaba con Brad, y sabes cómo puede ser él…
pero siempre pensé que eras sexy.
Trago pesado.
Acerca sus labios a mi oído.
A pesar de que tenía una idea bastante clara de que eso era lo que
quería de mí, por el tono de sus mensajes y la forma en que me trajo
directamente aquí, escuchar la forma en que casualmente me acaba de
pedir que la folle me sorprende.
Luego, me besa.
—No. Lo juro.
—Tócame, River.
Y, Dios, se siente bien. Cálido y suave. Como nada que haya sentido
antes.
—Sí.
Agarro mis pantalones del suelo y saco el condón de mi bolsillo.
Miro mi polla.
—¿Eso es un problema?
—Ponte el condón.
—Sí, señora.
Dios, esto es todo. Finalmente voy a tener sexo con una chica.
Trepo sobre ella, mi cuerpo flotando sobre el suyo. Mis caderas entre
sus piernas abiertas.
Oh mierda, no…
—River.
—¿Sí? 160
—¿Acabas de… correrte?
—¿Qué?
Mi cabeza gira y veo al maldito Brad Thurlow saliendo de su armario
con su teléfono celular en la mano.
Me mira, riendo.
—¿Qué carajo?
—¿Sí?
—¿Acabas de correrte?
—Brad, dijiste que volveríamos a estar juntos si hacía esto por ti.
Cocaína.
Es adicta a la coca.
—A lo mejor sí lo estoy. Pero nunca seré tan jodido como tú. ¿Cómo
fue ver a tu mamá liquidar a mi tío?
Maricón de mierda.
—Me escuchaste.
Aléjate, River.
Aléjate.
Soltando mis dedos, me obligo a apartarme de él y caminar hacia la
puerta. La desbloqueo y la abro de un tirón, dejando mi sangre por todo el
pomo, pero no me importa.
Nunca más volveré a ser tan estúpido para confiar en una chica.
164
CARRIE
¡Tengo auto!
Y no, no iré allí. River es hoy en día un tema prohibido para mí.
Y me detengo en seco.
¿Qué rayos está haciendo aquí? ¿Y por qué está trabajando detrás del
mostrador?
A medida que avanzo por los pasillos, empiezo a tomar cosas de los
estantes al azar, y las dejo caer en la canasta.
Uf.
River.
—Pelirroja.
El sonido de su voz es como la lluvia bienvenida en un día caluroso.
También odio eso. Odio la forma en que intensifica el dolor en mi pecho.
Me alejo de él.
Camino al otro lado de la tienda hasta que no hay ningún otro lugar
adónde ir, y me encuentro parada entre adornos de vidrio en exhibición.
Tan hermosos.
—Sí.
—Carrie.
—¿Qué?
—Eso es… bueno para ti. —Me impido a poner los ojos en blanco
como en realidad quiero hacer. Estoy a punto de alejarme cuando se me
ocurre algo—. ¿River hizo los adornos navideños que vendieron aquí en
diciembre pasado?
Sabía que me encantó, me lo dio y ni una sola vez dijo que lo había
creado. Ni siquiera quería que supiera que era quien me lo había dado.
¿Por qué?
—Bueno… fue agradable verte otra vez… —no, para nada—, pero
tengo que terminar mis compras.
—Bueno… felicitaciones.
—Gracias.
—No tengo hijos, así que no lo sabría, pero escuché que ser madre
soltera es muy difícil —dice, en voz baja, de modo que solo yo pueda
escuchar—. Y tendría mucho sentido si estuvieras buscando un papá para
tu bebé… pero, bueno, River no es tu chico. Él… no está disponible, si sabes
a qué me refiero. —La mirada que me lanza me hace saber exactamente a
qué se refiere.
No quiere ser mi amigo. Pero no tiene ningún problema en ser súper mejores
amigos con beneficios de Macy. O lo que sean.
—Oh, bien. Estoy tan contenta de que nos entendamos. —Me da una
sonrisa afable, pero no hay nada agradable en ella—. Te dejo con tus
compras, a menos que haya algo más en lo que necesites ayuda.
—Fabuloso. Bueno, ciao por ahora. —Me saluda con sus dedos, y con
un movimiento rápido de su cabello, se aleja.
Uf.
—Pelirroja.
—Está bien. Carrie. —Su voz suena más callada de lo normal. Menos
seguro.
Bien.
—¿Esto es todo?
—Sí.
—Entonces, lo marcaré.
172
—Has eso.
Puedo verlo poniendo mis cosas en una bolsa de papel por mí. Casi
termina, y luego me largo de aquí.
Las hormonas del embarazo. Solo son las hormonas del embarazo.
Finalmente miro su rostro por primera vez desde que entré aquí.
Echo una manta sobre mis sentimientos y aliso mi rostro hasta lucir 173
impasible.
—Por nada. —Su voz es baja—. Pero yo, eh… —Se mueve sobre sus
pies. Si no lo conociera mejor, pensaría que estaba nervioso—. Solo… solo
tienes que pensar en el bebé.
—Puedo ayudarte.
Ah.
—¿Por qué estabas mirando eso? —Levanto mis ojos a los suyos.
Su expresión decae.
—Oh —murmura con una voz aún más callada que antes.
—Yo… hum… —Se mueve sobre sus pies. Pasa una mano por su
cabello. Suspira. Se detiene y me mira—. Lo siento. —Las palabras salen
corriendo de él—. Esa noche fui un puto imbécil. Estaba enojado con Brad.
Me desquité contigo, y no debí haberlo hecho. Estos últimos meses han
sido… —Mira hacia el cielo como si está buscando las palabras allí—.
Aburridos.
—¿Aburridos?
Ah.
—Oh. Cierto.
Sí. Oh.
—Porque eres mi mejor amiga, Pelirroja —dice en voz baja, sus ojos
recorriendo el suelo bajo nuestros pies—. Mi única amiga.
—Está bien.
—¿Está bien?
—¿No?
—No.
Me doy cuenta que aún lo estoy mirando directo a los ojos, así que
aparto la mirada.
—¿Se recuperó?
—¿Qué? 180
No paso por alto la nota cautelosa en su voz.
—Ah —dice.
—Macy lo sabe.
Frunce el ceño.
—Trabaja en la tienda y sabe que no debe contarle a la gente.
Sus ojos se mueven hacia el maletero y las latas de pintura que están
dentro.
—¿Vas a pintar?
181
—Sí. Estoy decorando la habitación del bebé.
Finalmente me mira.
—¿Quieres ayuda?
—Por supuesto.
Veo que River también ha traído las brochas y las sábanas que dejé
en la sala de estar. Ya abrió el paquete de sábanas y está colocando la
última.
Eso fue…
Niego con la cabeza. Puedo sentir las lágrimas brotando de mis ojos.
Ni siquiera sé por qué me emociono.
—Quiero decir, podría haber sido un gas o… ¡no! —Me rio al sentir
otra patada. Una fuerte patada saludable.
—Oh —susurra.
6
Olive: una de su traducción al español es “aceituna”, por su conversación previa.
—Nada. Me haces reír.
Olive patea una vez más, atrayendo sus ojos de vuelta a mi bulto.
—Real.
—Sí. —Sus ojos parpadean hacia abajo y luego vuelven a los míos
para quedarse ahí—. No era real. Hasta ahora.
River levantó la alfombra vieja y lijó y barnizó las tablas del suelo.
Se ve asombroso. Conseguí una alfombra blanca peluda para el suelo, en
la que a Buddy le ha gustado dormir.
Hubo una razón por la que la madre de River le disparó ese día a su
esposo. Y algo me dice que esa razón fue River.
—¿Pelirroja?
El sonido de la voz de River me hace girar la cabeza.
Tiene una caja en sus manos, y una bolsa pequeña de papel marrón
encima de ella.
Le sonrío.
187
—¿Quieres compartir? —pregunto, sabiendo cuál será su respuesta.
Su nariz se arruga.
—No. Y aún no puedo creer que te comas los bebés de frutas que te
traigo. Es jodidamente asqueroso, Pelirroja.
—No soy jodidamente lindo —se queja—. Los conejitos son lindos.
Los cachorritos y los gatitos son lindos. No lo soy, definitivamente.
—Cierto. Eres más como un oso. Pero un lindo oso esponjoso, uno
que le arrancará la cabeza a cualquiera si se acerca demasiado.
—¿Se supone que debo hacerlo? Nunca dijiste que era para mí.
Dijiste que era un regalo. —Le sonrío dulcemente.
—Es una lámpara —me dice, como si tuviese que explicarlo—. Para
el bebé. Pero, si no te gusta, está bien. No me ofenderé.
188
—¿Qué no me gusta? —Arrastro mis ojos de la lámpara y lo miro—
. Me encanta, River. Muchísimo. Gracias.
Las puntas de sus orejas están rojas. Eso es lo que indica que está
nervioso o avergonzado.
Asiento, observándola.
Enciende el interruptor, y cobra vida. No es que ya no estuviera viva
con la mezcla de colores. Debe haber cuarenta globos de vidrio diferentes,
todos de tamaños diferentes, colgados de alambres delgados de los
accesorios de metal, donde las luces resplandecen, iluminando los
múltiples colores. Hay numerosos tonos de rojos, verdes, amarillos,
naranjas y azules.
Se acerca a mí.
Ninguno de los dos somos personas táctiles. Pero quiero que sepa lo
mucho que significa esto para mí. Que se tomara el tiempo para hacer esto 189
por Olive.
Casi.
En mi mejilla.
En mi quijada.
—Carrie.
Como si importara.
Como si yo importo.
191
Entonces, Olive decide empezar a patear. Y quiero decir, patea
fuerte. River lo siente.
—¿Niña? —cuestiono.
—Definitivamente.
192
CARRIE
Es tan raro.
Y yo tampoco.
Pero aún me voy a dormir todas las noches con la sensación de sus
labios en los míos.
Le sonrío.
—Gracias a Dios.
—Había uno que vi en línea. The Nuna. Tiene tela gris… lo encontré.
—Aplaudo de alegría. Se ve tan bien como lo hizo en línea—. Es realmente
bueno. —Costoso. Pero merece la pena—. ¿Qué opinas?
195
Ninguna respuesta.
—¿Y?
—Nada.
Y no me gusta. Me preocupa.
Miro por encima del hombro en esa dirección, intentando ver qué es
lo que lo agitó tanto.
—¿Viste a alguien? ¿De tu… pasado, tal vez? —pregunto en voz baja.
—¿Dónde quieres esto? —La voz ronca de River viene detrás de mí.
198
RIVER
Por eso sigo viviendo en esa puta casa. ¿Por qué no pude mudarme
después de la muerte de la abuela? 199
Porque es el único lugar en el que me he sentido verdaderamente
seguro después de que ese bastardo enfermo de padrastro mató todos los
sentimientos de seguridad que tenía.
Me quitó todo.
Se parecen a ti y a mí.
Siempre pienso en ellos como los personajes del libro Las Brujas de
Roald Dahl.
Por supuesto que lo hacen. Pero todo lo que eso significa es que, o
aún no se ha cometido un crimen, o no han sido capturados.
Aunque él no me vio.
Estúpido marica.
Puedo sentir la ira corriendo por mis venas. Le doy una calada larga
a mi cigarro, doblo mis dedos en la palma de mi otra mano, clavo mis uñas
en la piel hasta que siento que se rompe. El pequeño hilo de sangre me
calma un poco.
Accedí, curioso.
Fue entonces cuando Marcus me dijo que había un trabajo que podía
hacer por ellos.
Marcus suspira.
—Lo sé.
Una figura sombría se acerca a la casa, con las manos metidas en los
bolsillos.
Intento no mirarme.
—Te dije que estaría vigilando. —Me doy la vuelta y cierro la puerta
del baño detrás de mí, bloqueándola—. Y no escuchaste. Entonces, es hora
de que tú y yo tengamos la segunda parte de nuestra pequeña charla.
Solo mirando.
—Es tu culpa, River. Me obligas a hacer esto. Eres tan hermoso. No puedo
evitarlo. Ahora, cállate. Solo dolerá por un minuto.
Y no siento nada.
Maricón de mierda.
A diferencia de la vida de dolor que les diste a esos dos niños, pienso
mientras deslizo el cortador sobre la punta de su dedo.
207
CARRIE
Suspiro.
River.
Me levanto del sofá y, por segunda vez esta noche, lo estoy mirando
por la ventana.
Por lo general, nunca cuestiono a River sobre algo que tenga que ver
con su vida porque no quiero que se entrometa en mi vida, pero por alguna
razón esta noche, estoy harta de los secretos.
Trago pesado.
Un escenario violento.
—No pasó nada. Estoy bien. —Se echa hacia atrás y se saca la
camiseta por la cabeza. La amontona en una bola y la arroja a la basura.
—¿Sí?
Suspira.
Levanto la barbilla.
Doy otro paso atrás, lista para dar la vuelta y salir de aquí.
Y avanzo un paso.
Espero.
Con el corazón en mi garganta. Con palpitaciones feroces en el
pecho. La sangre rugiendo en mis oídos.
213
CARRIE
Ya no soy Annie.
Soy Carrie.
Nada.
Y, desde que salí de su casa hace más de una hora, no he hecho nada
más que acostarme en mi sofá (de lado, por supuesto, porque si me acuesto
de espaldas, probablemente nunca me volvería a levantar) y comer pretzels
cubiertos de chocolate mientras escucho música triste. Incluso Buddy no
pudo soportar mi fiesta de autocompasión y se fue trotando a mi
habitación.
—Estoy bien.
Doy otro paso hacia la puerta hasta que estoy cerca de ella. Puedo
escucharlo respirar del otro lado.
No sé si quiere que lo escuche o no. Pero son esas palabras las que
me hacen alcanzar la puerta y abrirla.
Se ve terrible.
Y no me gusta ni un poco.
Levanta sus ojos de nuevo a los míos. Tienen una mirada suplicante.
—Está bien. —Trago pesado, preparándome para lo que sea que esté
a punto de salir de su boca. 217
—Está bien —repite, moviéndose en su asiento—. No estoy seguro
por dónde empezar.
—No, no lo soy. Pero quiero serlo. —Levanta sus ojos hacia los míos.
La emoción en ellos es casi abrumadora—. Yo… yo también me preocupo
por ti, ¿sabes?
Me mira.
Respiro profundamente.
Pienso en la niña que llevo dentro y sé que no hay nada que no haría
para protegerla. Pero, ¿iría hasta ese punto por los hijos de otras personas
como él?
—Pero no es posible que puedas detener todas las cosas malas que
suceden —digo en voz baja.
—No, no puedo. Pero puedo impedir más cosas que si solo me quedo
sentado sin hacer nada. Y, si puedo salvar a un solo niño de soportar los
horrores de ese tipo de abuso, entonces vale la pena.
—Te estás preguntando por qué hago esto —dice en voz baja—. Por
qué querría ayudar a evitar que los hijos de otras personas resulten
lastimados.
Dios, no.
Sabía que le había pasado algo malo. La idea de que hubiera sido
esto pasó por mi mente… pero oírlo decir…
—¿Es por eso que tu mamá lo mató? ¿Se enteró que te estaba
haciendo daño y le disparó? —Sé que haría lo mismo si fuera mi hijo.
Mató a su padrastro.
Las lágrimas llenan mis ojos y corren por mis mejillas. Las aparto con
mi muñeca.
Sus ojos, enrojecidos por la emoción, miran los míos, diciéndome sin
palabras que necesita que crea eso. Si no es otra cosa, necesita que yo crea
eso.
Aprieto su mano y él levanta sus ojos hacia los míos. Están mojados
por las lágrimas y mi corazón se aprieta dolorosamente.
—Debí haber dicho algo. Decir la verdad. Pero no lo hice. Hice lo que
me había dicho y me quedé callado. Nunca dije la verdad, y entró en ese
infierno y nunca salió.
—No soy bueno, Carrie. —Se mira las manos extendidas sobre los
muslos—. Hay una oscuridad dentro de mí.
—No. Hay un superviviente dentro de ti, que hace lo que tiene que
hacer. Eres una persona buena, River. Aquí, donde cuenta. —Presiono mi
mano contra su pecho, sobre su corazón—. Puedes decirme lo que quieras,
pero sé lo que veo. Y veo a un hombre bueno.
—No voy a mentir y decir que lo que haces… cómo… lidias con estos
enfermos no me asusta un poco porque lo hace. Pero no viví tu vida.
¿Quién puede decir que no sentiría lo mismo si fuera tú? Créeme; hubo
noches en las que me acosté en la cama y soñé con matar a Neil, mi ex…
—explico, y me doy cuenta que es la primera vez que le digo a River su
nombre—. Me ayudaría a superar los días realmente malos.
223
—Pero esa es la diferencia entre tú y yo. Yo lo habría matado. —Fija
sus ojos en los míos—. Quiero matarlo por lastimarte. Disfruté esta noche
cuando lastimé a ese maldito enfermo. Me gusta saber que les he impuesto
algún tipo de castigo… hacerles saber solo un ápice del dolor que le
provocaron a un niño inocente. Eso no me convierte en un hombre bueno.
Pero River me está mostrando que no solo hay blanco y negro. 224
Hay gris en todos sus tonos distintos.
Supongo que es por eso por lo que algunos estados aún tienen
castigos corporales.
Deja escapar un suspiro que suena tan lleno de alivio que me duele
el pecho.
—Gracias —susurra.
—¿Por qué?
—Rubio.
—Annie.
—¿Pelirroja?
—Sí.
—¿Estás bien?
Levanto la cabeza.
—¿Estás segura?
—Sí. Solo son Braxton Hicks.
Lo miró, sorprendida.
—Carrie… —sus ojos miran mis pies—, ¿acabas de… hacerte pis?
7
Juego de palabras en el idioma original; leek, que significa puerros, y leaked, que significa fuga, escape o
gotera.
—Oh, lo capto. Solo estoy esperando a que tú lo hagas.
Oh.
Oh, Dios.
—No de acuerdo con ese charco en el suelo. Parece que Olive está
lista para hacer una entrada.
—No es gracioso.
—¿Por qué?
—Lo has llamado Buddy. —Es la primera vez que lo llama Buddy.
Siento lágrimas llenar mis ojos. Estoy siendo estúpida.
—Sí.
Soy idiota.
—¿Estás bien?
—¿Mejor? —comprueba.
Lo miro.
Su expresión se suaviza.
—No lo tengas. Estoy aquí. Voy a estar contigo en cada paso del
camino.
—Está bien. Pero, ¿puedes hacer la parte del dolor? No estoy muy
interesada en eso. —Ofrezco una sonrisa débil.
Abre la puerta, y se baja del auto. Levanta el capó, y veo salir humo.
—No, no lo hice.
—Sí, lo hiciste.
—Muy bien. Y diles que se den prisa, porque creo que Olive se está
impacientando, ¡y no quiero dar a luz en un auto en la carretera!
—¿Cómo estás?
Lo miro fijamente.
—¡Dulce niño Jesús! ¡Duele! —Las lágrimas escuecen en mis ojos. 235
Aferro el antebrazo de River, que es lo más cercano a mí, y aprieto
fuerte. Me cubre la mano con la suya, sosteniéndola y frotándome la
pierna.
—¿Qué? —jadea.
Lo miro fijamente.
—Está bien. Voy a llamar al 911 otra vez. A ver si esta ambulancia
está más cerca de llegar aquí. —Acaba de sacar su teléfono cuando oigo
una sirena. 236
—La ambulancia está aquí —dice River, que parece tan aliviado
como un hombre que acaba de recibir un indulto de última hora antes de
ir a la silla eléctrica.
—Sí.
—Es difícil llevar la cuenta. Pero vienen muy seguidas. Y siento que
necesito empujar.
—Adelante.
—Tengo dos. Chicos. Así que, se cómo es. Bien, Carrie, ¿crees que
puedes moverte? Necesitamos llevarte a la ambulancia.
—Está bien. Eso significa que tendré que examinarte aquí. Necesito
ver cuán dilatada estás.
Sacude la cabeza.
—Muy bien.
—Papá, necesito que vayas al otro lado del auto y te pongas detrás
de Carrie. Con los brazos debajo de sus axilas, ayuda a colocarla lo más
cómodamente posible.
Y yo tampoco.
River viene al otro lado del auto y abre la puerta detrás de mí. Me
ayuda a pasar a una posición tumbada. Pero no se aleja. Se queda allí,
arrodillado en el suelo junto al auto. Su cabeza junto a la mía. Su mano
apartando el cabello de mi cara.
—Carrie, estás usando una falda, lo que hace que mi trabajo sea más
fácil. Pero voy a tener que quitarte las bragas, para poder ver qué está
pasando ahí abajo. ¿Está bien?
—No puedo creer que esto esté sucediendo —le digo a River.
—Sí, es bueno.
Está más entusiasmada por esto que yo. Pero claro, no es ella quién
tiene que sacar a un bebé de su vagina.
—Claro.
Hope sabía de lo que hablaba cuando dijo que ayudaría. Porque estar
cerca de él ahora mismo ya está ayudando.
—Se refería al sexo del bebé. —Pongo los ojos en blanco—. Y no, no
sabemos el sexo —le digo a Hope.
—S-í —jadeo.
Dios Santo, creo que me estoy muriendo. Duele más que nada que haya
sentido antes.
Asiento.
—Puedes hacerlo —dice Hope—. Pon los pies aquí. —Coloca cada
pie contra el interior de mi auto—. Ahora, cuando empujes, no irás a
ninguna parte.
—Lo sé. Pero lo tienes. Eres una mujer fuerte y poderosa. Puedes
hacer esto. Apuesto a que podrías traer a este bebé hasta dormida.
—Té, y es un trato.
Mis dos pies están encajados contra el interior del auto. Mis piernas
abiertas. Mi dignidad se esfumó al momento en que este bebé decidió hacer
una aparición temprana.
—Puedes hacer esto porque tienes que hacerlo. Olive necesita que
empujes. Necesita tu ayuda para venir al mundo. Así que tienes que
aguantar, y hacer todo lo necesario para superar esto.
Puedes.
—¡JODIDO JESUCRISTO!
Podremos.
Con ese pensamiento, empujo tan fuerte como puedo. Apretando los
dientes, empujo tan fuerte como puedo, gritando de dolor.
—¡MIIIEEERRRDDDAAA!
Mi bebé llorando.
Mi niña.
Una hija.
Miro a mi hija.
—¿Tú crees?
Tal vez sea la emoción abrumadora del momento o tal vez solo una
necesidad simple, pero levanto la boca hacia él, y le doy un beso suave en
los labios.
—Gracias —susurro.
—¿Por qué?
—Por estar aquí. Por ser tú —repito las palabras que me dijo la noche
que aprendimos a confiar el uno en el otro. 243
—Un par de minutos, chicos… —dice Hope reapareciendo, llevando
mi atención a ella—, y luego trasladaremos a mamá y bebé a la ambulancia
y las llevaremos a las dos al hospital.
244
CARRIE
Es increíble.
Ha estado en esta tierra durante dos meses, y han sido los mejores
meses de toda mi vida.
Odio a Neil por todo, excepto por ella. Es la única cosa por la que le
estoy agradecida.
Porque es perfecta.
Nunca podría haber imaginado la vida que tengo ahora con Hope. Y
River.
Era como si conociera mis pensamientos sin que tenga que decir una
palabra.
A veces, siento que es la otra mitad de mi alma. La parte que no sabía 246
que me faltaba, hasta que lo miré a los ojos y lo vi. Al verdadero él.
Y entonces lo perderé.
—¿Cómo está mi dulce niña? —pregunta Sadie con voz dulce—. Has
crecido desde la última vez que te vi.
Eso fue hace dos días. Sadie ha sido una visitante habitual en mi casa
desde la llegada de Hope. Está loca por los bebés. Y adora a Hope.
—Lo sé. Dijiste que salieron a dar un paseo porque Hope estaba 248
siendo quisquillosa.
—No, quiero decir, sí lo estaba. Pero no es por eso por lo que vine al
restaurante a verte.
Nunca había visto nada así entre ellos. Apenas le habla, para ser honestos.
Creo.
—Bueno… quería preguntarle a Sadie si… —No creo que quiera oír
esto. ¿Sería infantil de mi parte meterme los dedos en los oídos ahora mismo?—,
cuidaría de Hope esta noche mientras te llevo a cenar.
¿Qué?
—¿Qué?
—Sí.
—¿Por qué?
—¿Qué?
—¿Esto?
Me inclino hacia atrás para mirarlo a los ojos. El brillo del deseo es
inconfundible. Todo mi cuerpo se calienta. Si alguien pusiese una cerilla a
mi lado ahora mismo, se incendiaría.
Presiono nuestras mejillas juntas, y pongo mis labios contra su oído: 250
—Y, si tú eres un chico bueno, quizá te deje marcar un “home run”.
En una cita.
Es de la vieja usanza.
Me hace sonreír.
River ha dejado muy claro que le gusta cómo me veo esta noche.
Nos lleva a nuestra mesa, que está junto a la ventana, con vistas a un
patio.
Responde de inmediato.
—Cierto. —Sonrío.
Levanto un hombro.
—No creo que lo haga, Pelirroja. Porque estoy muy seguro que
quiero ser más que tu amigo. Pensé que tú también.
—Sabes que sí. No estaría aquí esta noche si no es así. Pero también
sé que estás cambiando de tema.
—Idiota. —Sonrío.
—Muy bien.
—Probablemente no —admito.
—Espero que no sea por eso por lo que estás aquí conmigo.
—¿Así es cómo me ves? ¿No como un diablo, sino como algo cómodo
256
y sin sorpresas?
—Buena salvada.
Parpadeo juguetonamente.
Él también sonríe.
Lo amo.
258
CARRIE
—¿Bailas conmigo?
Él asiente.
—A mí también. —Acerca su rostro al mío, rozando su nariz contra
mi mejilla, haciéndome estremecer. Me dice al oído—: Pero tú me gustas
más.
El tipo de beso profundo que llega hasta el alma, hace enroscar los
dedos de tus pies y te hace enloquecer.
Gime en mi boca.
—Date la vuelta —dice con esa sexy voz grave que tiene.
Me hace retroceder, sin romper nuestro beso ni una sola vez, hasta
que la parte trasera de mis piernas choca con su cama.
Inhalo.
Sacude la cabeza.
Pasa su dedo entre mis labios. Luego, desliza su dedo dentro de mí.
Toma mi boca con la suya. Pruebo mi sabor en él. Nunca había hecho
eso con un hombre: saborearme en sus labios. Es enloquecedoramente
erótico. Siento que podría volver a correrme. O tal vez es él quien me hace 263
sentir así.
—Por favor —es todo lo que puedo decir. Deseo a este hombre más
que el próximo aliento en mis pulmones. Estoy hambrienta por él.
—Repite eso.
—No estoy apretada —me burlo, sabiendo lo que quiere que diga.
—Pelirroja…
—Dime que estás cerca, Carrie. Porque no voy a durar mucho más.
Te sientes demasiado bien.
—Estoy cerca —jadeo—. Solo sigue haciendo… eso… justo… ahí. Sí,
oh, sí… ¡por favor! —Soy golpeada por un orgasmo más fuerte que el
primero.
Mis músculos internos se contraen alrededor de él, apretándolo.
Le sonrío.
—¿Qué? —susurro.
—Te amo —dice. Las palabras son dichas de manera tan sencilla…
pero con tanto significado.
—Quiero que estemos juntos. Tú, Hope y yo. Quiero que seamos una
familia.
—¿Seguro que no puedo tentarte otra vez? —Me dedica una sonrisa
sexy, retirando la sábana para mostrarme su impresionante y
ridículamente caliente cuerpo.
—No en mi cama.
Él sonríe.
—Será en diez.
Sonríe ampliamente.
—Vamos, Budster.
Me veo feliz.
Sabes, una vez escuché un dicho que decía: “El amor es como un río,
nunca termina de fluir pero se hace más grande con el tiempo”.
—Hola, Annie.
271
CARRIE
Aquí en mi casa.
Hope.
Es mi único pensamiento.
—No fue fácil. —Su voz es como agujas que atraviesan mi piel. Cada
sílaba es una agonía al escucharla—. Te he estado buscando desde el día
en que te fuiste. De hecho, he estado buscando por todo el país. Un
movimiento inteligente, venir a Texas, Annie. En realidad, no se me habría
ocurrido buscarte aquí, sabiendo que odias el calor. Eres más brillante de
lo que creí. Pero entonces tuve suerte y me topé con un artículo de prensa
en Internet sobre una mujer que dio a luz a una bebé en su auto en la orilla
de la carretera. Con una foto de la mujer acompañando el artículo. ¿Y quién
era esa mujer, Annie?
Yo.
Sabe lo de Hope.
—Yo —susurro.
Deja de pasearse.
Y eso me aterra más que cualquier ira que pueda dirigir hacia mí.
—No. No. ¡No! ¡No debía ser así! ¡Tú eres mía! ¡Siempre has sido
mía! ¡Estábamos destinados a pasar nuestra vida juntos! ¡Era mi bebé el
que debías tener! —La saliva vuela fuera de su boca. Sus ojos se desorbitan.
Parece maniático. Como un perro rabioso.
Mi corazón se detiene.
—¿Y la bebé?
No.
Dios, no.
Me disparó.
—Lamento que tenga que ser así, Annie. Pero no me has dejado otra
opción. Pero esto es bueno, ves. Podemos estar juntos en la muerte. Ambos
renaceremos en el cielo. Estarás limpia otra vez.
—Carrie, cariño, está bien. Todo va a estar bien. Estoy aquí. Te tengo.
Voy a llamar a una ambulancia. Solo aguanta, nena. Te amo, Carrie.
Maldita sea, te amo demasiado. No me dejes. Por favor.
Te amo, le digo con los ojos. Y a Hope. Tanto, muchísimo. Cuida de ella
por mí. Dile que la amo todos los días.
Intento respirar una vez más. Para darme un segundo más con él.
Y entonces…
RIVER
Un año después
Hope juega con los juguetes que cuelgan del arco del cochecito y
parlotea para sí en un idioma que solo ella conoce.
La pongo en el césped.
La observo, sonriendo.
Giro la cabeza y miro a la única persona que hace que las cosas sean
mucho más llevaderas.
—Hola.
Me rio de la idea.
Las amo a su madre y a ella de una manera que nunca creí posible.
Y, gracias al sacrificio que mi mamá hizo por mí, ahora puedo estar
aquí con ellas, siendo el papá de Hope y viviendo la increíble vida
maravillosa que tenemos juntos. 279
—¡Mada! —grita Hope felizmente cuando ve a su mamá. Se acerca
contoneándose a Carrie, que la toma en sus brazos y le besa la cabeza.
Después de haber estado tan cerca de perderla ese día cuando ese
maldito enfermo de su ex le disparó… viéndola morir allí mismo en mis
brazos… fue el peor momento de toda mi vida.
Sin embargo, fue duro para Carrie tener que ver su antigua casa y
recordar lo que había pasado allí cada vez que salía de nuestro hogar.
Pero dijo que no. Quería que nos quedáramos. Fue inflexible al
respecto.
Sabía que en parte lo hacía por mí, consciente de que sería difícil para
mí dejar mi casa.
Pero también sabía que intentaba evitar que ese hijo de puta le
quitara algo más de lo que ya le había quitado.
Pero sé que tener a Carrie conmigo, viva y sana, es lo único que 282
importa ahora.
Así que, el día que ella despertó del coma, le cerré la puerta
definitivamente.
Y, para ello, necesitaba sanar. Tenía que aplastar los demonios que
permitía que aún me atormenten.
—Llevaremos más para más tarde. Y tal vez tengas suerte y también
lo lama de ti.
—Pelirroja…
—River.
—¿En serio?
—En serio.
285
Samantha Towle es una de las
autoras más vendidas del New York
Times, USA Today y Wall Street Journal.
Comenzó su primera novela en 2008
mientras estaba de baja por maternidad.
Terminó el manuscrito cinco meses
después y no ha dejado de escribir desde
entonces.
Todos han sido escritos con melodías de The Killers, Kings of Leon,
Adele, The Doors, Oasis, Fleetwood Mac, Lana Del Rey y más de sus
músicos favoritos. 286
Originaria de Hull y graduada de la Universidad de Salford, vive
con su esposo, Craig, en East Yorkshire con su hijo y su hija.
287