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Elhanan Helpman
1 de Septiembre de 2012
He estudiado comercio internacional e inversiones toda mi vida adulta. La fuente de esta fascinación no
es totalmente clara para mí, excepto por el hecho de que este campo combina muchas partes diversas
de la economía y es rica en temas y métodos. Aunque, me he aventurado de vez en cuando hacia otros
campos, tales como macroeconómicas, economías públicas, crecimiento, y economía política, el reto de
entender la estructura de la especialización internacional nunca dejó mi mente.
No hace falta decir que el comercio a larga distancia juega un importante papel en economías
modernas. Pero ya era una característica destacada del desarrollo económico después de la Revolución
Neolítica, como cazadores-recolectores, evolucionaron hacia sociedades sedentarias que se especializan
en cultivos de alimentos, e incluso aún más con la aparición de ciudades y civilizaciones tempranas.
Caravanas viajaron a lo largo de la Creciente Fértil, comerciando entre Mesopotamia y el Levante hace
tres milenios. Con el tiempo, las rutas comerciales se expandieron a partes distantes de Asia y Europa. El
Imperio Romano administró una extensa red de comercio, la cual vinculó juntos a Europa, Asia del
oeste, y África del norte.
El colapso de la parte occidental del Imperio Romano en el quinto siglo E.C. detuvo muchos de estos
desarrollos. No obstante, el comercio a larga distancia continuó, aunque en menor medida.
Historiadores han documentado en gran detalle la evolución de las comunicaciones y la movilidad de las
personas a través de distantes regiones durante ese periodo, desarrollos que fueron particularmente
pronunciados durante el Imperio Carolingio en el siglo 8. Las importaciones Europeas de especias fueron
reemplazadas entonces por importaciones de medicinas exóticas y nuevas drogas desarrolladas por
farmacología árabe, mientras la seda continuó fluyendo hacia el noroeste de Europa. Para pagar por
estas importaciones, Europa producía una gama bastante limitada de bienes de alto valor y poco
volumen: tejidos, hojalata, espadas francesas, pero principalmente, esclavos Europeos.
La Edad Media, vio una expansión del comercio con el alzamiento de ciudades-estado tales como
Venecia y Genoa, y la llegada de la revolución comercial. El descubrimiento de América por Christopher
Columbus en 1492 y el descubrimiento del paso a las Indias Orientales a través del Cabo de Buena
Esperanza por parte de Vasco da Gama en 1498 tuvo efectos monumentales en la historia mundial y en
el comercio a larga distancia. Historiadores discuten el impacto inmediato de estos descubrimientos
pero nadie duda que los Estados ibéricos de Portugal, Castilla y Aragón se vieran afectados pronto, y el
resto del mundo fue influenciado en los siguientes siglos. Estos eventos fueron particularmente
importantes para países Europeos con acceso al Océano Atlántico, en el cual nuevas oportunidades
comerciales sacudieron el orden político y social y condujo a un nuevo equilibro de poder entre la
nobleza, los mercaderes y la corona.
¿Pero cómo de importantes fueron estos descubrimientos para la integración global de los mercados?
Algunos historiadores argumentan que los mercados del mundo ya estaban integrados antes de la era
del descubrimiento; otros argumentan que la integración empezó en serio sólo después, con la llegada
de la Revolución Industrial. En particular, mientras el descubrimiento del nuevo mundo y el paso a las
indias jugó papel prominente en la evolución de la economía Europea en los siglos por venir, el volumen
del comercio mundial en relación con los ingresos se mantuvo muy pequeño hasta el siglo 19.
La figura 1 muestra la evolución del comercio mundial desde comienzos del siglo 19 hacia principios de
1990. Claramente identifica dos olas de globalización; una empezó en la segunda mitad del siglo 19 y
duró hasta la Primera Guerra Mundial,
Y el segundo que empezó después de la Segunda Guerra Mundial y procedió hasta éste mismo día.
Inicialmente, la participación del comercio en los ingresos era del 2% y superó el 25% en 1992.
Algunos estudios señalan que el crecimiento europeo en el período posterior a 1500 se concentró en los
países con acceso al Océano Atlántico: Gran Bretaña, Francia, Holanda, Portugal y España, países que
comerciaron con el Nuevo Mundo y adquirieron colonias de ultramar. Estas oportunidades comerciales
fortalecieron el poder político de los grupos mercantes y emprendedores y debilitaron el poder de los
monarcas. Como resultado, se ampliaron las restricciones al ejecutivo y los derechos de propiedad se
volvieron más seguros para un segmento más grande de la sociedad. Estas consecuencias involuntarias
de comercio con el Nuevo Mundo permitieron a los comerciantes del Atlántico adelantarse a otros
países europeos.
Aun así, el comercio con el nuevo mundo también tuvo efectos negativos en España, donde instituciones
de Castilla demostraron ser inadecuadas para limitar el poder de Felipe II. El flujo de plata de los
americanos animó a Felipe II a participar en guerras que finalmente se volvieron demasiado caras y
requirieron impuestos internos y grandes préstamos de banqueros extranjeros. Las luchas subsiguientes
entre la Corona y las Cortes debilitaron las instituciones internas, y esto tuvo consecuencias
desafortunadas para el crecimiento económico Español.
A diferencia de las ciencias naturales, en el que los objetos importantes de investigación no cambian con
el tiempo, generalmente en las ciencias sociales y en economía particularmente, los objetos de
investigación se remodelan con el tiempo. En este sentido, el comercio internacional no es una
excepción. Cuando los países y regiones se transforman como resultado de cambios económicos,
tecnológicos, políticos o institucionales, la naturaleza del comercio extranjero y sus causas y
consecuencias, también cambian. Además, tales cambios no son raros en la perspectiva histórica, pero a
menudo frecuentes. Como resultado, el pensamiento de este tema ha sido repetidamente adaptado a
varias circunstancias. Y este motivo ha sido central en mi pensamiento sobre este tema.
La historia del pensamiento sobre el comercio internacional, con su interacción entre teoría y evidencia,
es fascinante. La cadena de teorización, investigación empírica que confirma partes de la teoría y
contradice otras, y la actualización de la teoría en vista de nuevas evidencias, ha impulsado los avances
en esta investigación durante dos siglos. Además este patrón ha sido inevitable en vista de la naturaleza
cambiante de las interacciones del comercio internacional. En otras palabras, Las teorías que habían
sido adecuadas en un momento dado se volvieron menos apropiadas a medida que las economías
nacionales -y con ellas los patrones de especialización internacional- cambiaron.
Dos paradigmas mayores de comercio extranjero que fueron desarrollados en principios de los siglos 19
y 20, respectivamente -el primero por David Ricardo en Inglaterra, el segundo por Eli Heckscher y Bertil
Ohlin en Suecia- dominaron el campo por muchos años. Cada uno cultivado en el contexto de su tiempo;
el primero explicó los flujos comerciales por las diferencias en la productividad laboral entre países,
mientras que los segundos explicaban el comercio exterior por diferencias en la dotación de factores. En
cada caso, las causas hipotéticas de éstos sirvieron a su propósito, y se aplicaron a una gran cantidad de
problemas, tales como ganancias de comercio internacional, el conflicto de intereses entre diferentes
grupos de la sociedad en cuanto a la conveniencia de mercados abierto, el impacto de las políticas de
comercio -incluyendo acuerdos de libre comercio y negociaciones de comercio multilateral– y la relación
entre comercio internacional y crecimiento económico
Si bien estos enfoques tienen muchos méritos, demostraron ser inadecuados para abordar una serie de
fenómenos que se volvieron especialmente destacados en el período posterior a la Segunda Guerra
Mundial. Esto llevó a la primera mayor revolución en la teoría del comercio durante mi vida profesional,
y al desarrollo de lo que entonces se denominó la 'nueva' teoría del comercio. La motivación para esta
revolución fue empírica, y los nuevos modelos de comercio -que enfatizan las economías de escala y la
competencia monopolística- desencadenaron nuevos trabajos empíricos. Sin embargo, a medida que la
naturaleza del comercio mundial siguió cambiando y nuevos conjuntos de datos estuvieron disponibles
en 1990, la insuficiencia de los modelos teóricos de 1980 se hizo visible. Como resultado, una segunda
revolución tomo lugar a principios del año 2000, esta vez centrándose en características de firmas
individuales y cómo se comprometían en transacciones internacionales. Este acercamiento permitió a
investigadores explicar nuevos patrones de especialización internacional que emergieron desde 1980,
incluyendo los papeles principales interpretados por corporaciones multinacionales en la conformación
de especialización internacional, y patrones de externalización y deslocalización en la economía mundial.
La figura 2 muestra la evolución del comercio en bienes intermedios y servicios comerciales con
respecto al comercio total de mercancías. Muestra claramente que el comercio en servicios intermedios
y comerciales ha crecido mucho más rápido que el comercio de mercancías desde 1980. Esto es un
reflejo del crecimiento de la especialización vertical internacional, a medida que las empresas obtienen
cada vez más insumos intermedios y servicios comerciales en países extranjeros.
La figura 3 muestra datos de la deslocalización de bienes y servicios. Entre los principales países de
deslocalización, Irlanda deslocaliza el 71 % de sus insumos intermedios y el 33 % de los servicios. Por
otro lado, Japón deslocaliza poco el 9% de los insumos intermedios y el 2% de los servicios. Esta
variación a través de países refleja una compleja
red internacional de cadenas de suministros y la ubicación de diferentes países en esta cadena. Además,
la variación en la participación de las exportaciones en el sector manufacturero también es muy grande.
Ahora entendemos mejor por qué solo una pequeña fracción de firmas exporta e incluso una fracción
aún más pequeña de compañías se dedica a la inversión extranjera directa, por qué los exportadores son
más grandes y más productivos que los no exportadores y por qué pagan sueldos mas altos, por qué las
multinacionales son más grandes y más productivas que las exportadoras, cómo afecta el comercio
exterior a los atractivos salariales de las inversiones extranjeras directas, y lo que está impulsando las
cadenas de suministro globales. Todas estas cuestiones tienen importantes implicaciones para los
niveles de vida en todo el mundo y para el grado en que el nivel de vida de un país depende de la
evolución económica de otros países.
He tenido mucha suerte al elegir estudiar comercio internacional e inversión en un momento en que la
economía mundial ha estado cambiando rápidamente y la investigación ha progresado a pasos
agigantados, persiguiendo los acontecimientos mundiales. Y aún más afortunados de recibir el Premio
Onassis por participar en este viaje.