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RESUMEN SOBRE RIESGOS LABORALES EN UN TALLER DE AUTOMOCIÓN

El trabajo es un derecho constitucional a través del cual buscamos satisfacer una serie de necesidades que van
desde la supervivencia hasta el desarrollo profesional personal y social. Sin embargo, dependiendo de las
condiciones en que se realiza puede representar un peligro para nuestra salud que es necesario identificar y
controlar. Como consecuencia de los riesgos laborales se producen accidentes de trabajo y enfermedades
profesionales que suponen un alto coste social y económico. Las estadísticas de los últimos años muestran como
diariamente mueren tres personas en España a causa de accidentes laborales. Si nos centramos en el sector de la
reparación de automóviles los datos indican que cada 15 días un trabajador pierde la vida, además si se considera
el coste económico que supone la pérdida de producción y de clientela, los gastos de personal de sustitución, los
daños materiales, retrasos en el suministro y deterioro de la imagen; las pérdidas totales en España por este
concepto superan los 12 mil millones de euros anuales. Estos datos por sí solos son suficientemente alarmantes
como para que trabajadores y empresarios realicen un esfuerzo común para reducir los riesgos laborales.

Por otra parte tanto la Constitución Española como el Estatuto de los Trabajadores reconocen el derecho a la
protección de la salud, y la integridad física en el trabajo, en concreto la Ley de prevención de riesgos laborales,
nacida de la necesidad de armonizar las legislaciones sobre seguridad y salud en el trabajo de los países de la
Unión Europea, que regula y reglamenta estos derechos en el ámbito laboral español. Según dicha ley, la
prevención es responsabilidad tanto de empresarios como de trabajadores de tal forma que el empresario deberá
garantizar la seguridad y salud de los trabajadores a su servicio en todos los aspectos relacionados con el trabajo.
El trabajador deberá velar según sus posibilidades por su seguridad y su salud, y por las de aquellas otras
personas a las que pueda afectar su actividad profesional.

Algunos de los aspectos más comunes a tener en cuenta para minimizar los riesgos existentes en los talleres de
reparación de vehículos son el incremento de la seguridad del personal, y la disminución de la accidentalidad
pueden conseguirse con unas condiciones ambientales adecuadas entre las que se requiere una iluminación
suficiente y una apropiado sistema de climatización, ventilación y extracción local acorde con los trabajos que se
vayan a realizar. Así mismo los puestos de cada trabajador deben estar suficientemente dimensionados con
pasillos de anchura apropiada y suelos antideslizantes y resistentes; además el suministro de energía eléctrica y
aire comprimido debe disponerse lo más cerca posible del lugar de trabajo.
Los factores o agentes de riesgo pueden ser de muy diversa naturaleza. Se analizarán los más importantes y los
que presentan una incidencia superior dentro del taller de reparación, es decir, mecánicos, sonoros, radiaciones,
fuentes de calor, electricidad y riesgos químicos.

Los agentes de riesgo mecánicos son, fundamentalmente, los elementos móviles de transmisión de movimiento,
las esquirlas, salpicaduras y las proyecciones del material trabajado, e incluso los elementos o partículas
desprendidas de la propia máquina. Estos agentes provocan daños en forma de cortes, golpes, contusiones o
atravesamiento de cuerpos extraños. Los riesgos derivados de su uso se minimizan considerablemente
empleando las herramientas de la forma correcta y para el trabajo para el cual fueron diseñadas, y utilizando los
equipos de protección individual necesarios para cada una de
las actividades.

El nivel de ruido y el tiempo de exposición al mismo pueden ocasionar una pérdida de audición de la que el
afectado no es consciente hasta que resulta irreparable. Un buen mantenimiento de máquinas, herramientas y la
protección de los oídos mediante cascos o tapones auditivos evita en gran medida este riesgo.
Las radiaciones más frecuentes en un taller de carrocería y pintura son las de tipo no ionizante, que pueden
producir quemaduras y daños en los ojos y en la piel si no se evita su exposición directa a ellas. Asimismo los
destellos ocasionados por la soldadura pueden provocar, además de daños en la piel, ceguera parcial o total por
un periodo de tiempo variable en función de la exposición al riesgo.
Un gran número de las operaciones del taller tienen asociadas fuentes de calor cuyo contacto directo o indirecto
podrían originar quemaduras de diversa índole, dependiendo de la intensidad y duración de la exposición o
contacto. El riesgo de quemaduras se elimina evitando la exposición directa a este tipo de energía y utilizando
elementos de protección personal adecuados como guantes, monos y pantallas entre otros.

La electricidad es otro de los agentes de riesgo y tiene como principal peligro la electrocución por contacto
directo o indirecto. En este sentido las conexiones dispuestas en todo el taller deberán tener cubiertas las partes
en tensión con materiales aislantes. Estarán protegidas con interruptores diferenciales y se realizarán por medio
de clavijas normalizadas para detenerse. Igualmente debe tenerse cuidado en la utilización de las máquinas y
herramientas eléctricas, especialmente en su desconexión.

Los agentes químicos perjudiciales para la salud son muy numerosos en el taller. Estos agentes penetran en el
organismo produciendo desde simples irritaciones de ojos y mucosas hasta enfermedades muy graves en función
del agente tóxico y de la cantidad absorbida. La lista de productos químicos en el taller es muy extensa:
disolventes, catalizadores, adhesivos, humos de soldadura, polvos de distintas materias… Todos ellos pueden
penetrar en el organismo a través de las vías respiratorias, la piel o los ojos si no se utilizan los equipos de
protección individual y colectiva necesarios en el taller.

Hay diversos condicionantes para que se materialice el riesgo de incendio y explosión en las actividades de
reparación del automóvil. Existe una gran cantidad de productos combustibles susceptibles de provocar
incendios o explosiones de gran magnitud. Esto convierte a este recinto en un lugar de alto riesgo, donde la
mejor manera de prevenir es la formación de los propios operarios sobre los riesgos existentes en los trabajos
que se realizan. Por último, independientemente de un buen sistema de prevención de incendios, el taller deberá
estar dotado de los medios de protección pertinentes, compuestos por el número necesario de extintores y bocas
de incendio, así como de otros elementos de protección auxiliares como son los detectores.

Según se ha podido apreciar los riesgos laborales son intrínsecos al trabajo pero pueden ser minimizados con un
plan de prevención adecuado, y por eso deben de respetarse y hacer lo posible por detectarlos, analizarlos,
evaluarlos y eliminarlos, o en su defecto, minimizarlos.

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