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Visión
En lo más alto del modelo tenemos el nivel de la Visión. Como sabemos, la visión define el futuro
del producto a largo plazo (que según el producto de que se trate puede ser un período típicamente
de entre uno y varios años): qué problemas va a resolver y para quién los va a resolver. La visión
debe expresar y ayudarnos a entender el valor que nuestro producto aporta a los clientes y cómo
podría diferenciarse de otras soluciones que intentan resolver los mismos problemas.
Una forma de conseguirlo es elaborar de forma colaborativa con los implicados en la organización
un lienzo de visión de producto o un artefacto similar que podamos contrastar con el mercado.
Aunque la visión debe tener una vocación de estabilidad y de referencia a largo plazo esto no quiere
decir que no tenga que revisarse periódicamente (sobre todo en mercados muy dinámicos) digamos
en plazos de 6 meses a un año, para adaptarla a las nuevas condiciones de clientes, competidores,
tecnologías, entorno, etc.
Roadmap
El roadmap es uno de los artefactos principales de la estrategia de producto y define cómo se van a
alcanzar los objetivos plasmados en la visión a lo largo del tiempo (próximos meses-años). El
roadmap despliega y expande la visión en una sucesión de versiones de producto (o, como veremos a
continuación, de backlogs de release).
Especialmente el roadmap interno (dirigido a departamentos y stakeholders de nuestra empresa)
suele ser muy detallado -incluyendo calendarios, proyectos, tecnologías- y constituye una potente
herramienta de planificación y desarrollo. El roadmap no habla (sólo) de features, sino
principalmente de mercados, aplicaciones, personas, problemas, escenarios, valor, capacidades y
diferenciadores clave y objetivos de negocio.
Por el contrario, el roadmap externo va dirigido al mercado, es menos detallado y constituye
esencialmente una herramienta de comunicación y marketing. En cualquier caso, tanto los roadmaps
internos como los externos transmiten una información de prioridades y de disponibilidad.
El roadmap debe centrarse en temas
Desde el punto de vista de planificación de producto, es útil que cada release gire alrededor de
un tema que define un objetivo de negocio, una persona o un problema de cliente.
¿Y por qué es importante? Porque sólo enfocándonos en un tema vamos a poder resolverlo al 100%.
De lo contrario nuestro producto siempre va a quedarse resolviendo el 40% del problema de mucha
gente pero no va a ser excelente para nadie. Y, como sabemos, la gente no tiene “medios
problemas”, sino problemas enteros…
Las técnicas de integración y despliegue continuos típicas de los productos digitales nos permiten ir
liberando un flujo continuo de funciones y características. Pero que algo se “pueda hacer” no quiere
decir que sea lo mejor que “debamos hacer”. Enfocar una release en todas las funciones y
características que satisfacen un objetivo de negocio, una persona o un problema de cliente tienen
ventajas no sólo a la hora de implementar una solución más integrada y consistente, sino a la hora
de comunicarla y venderla. Empaquetando nuestras entregas alrededor de temas estamos
insuflando a nuestro producto una vocación de propósito y foco muy valiosa.
El roadmap no debe ser muy detallado en la descripción de cada release (especialmente las más
alejadas en el tiempo del momento actual) y específicamente en cuanto a la UX, funciones y
características que cada una debe poseer. Todo eso se irá concretando -incluyendo las necesarias
actividades de descubrimiento y validación de producto– cuando se vaya acercando el momento de
entregar cada una de ellas. Lo que sí es importante es que explicite cualquier precedencia y
dependencia entre funciones y características del producto en sus diferentes releases.
El roadmap debe revisarse y actualizarse con mayor frecuencia que la misión (y obviamente,
siempre cuando ésta ha sido modificada). Períodos entre dos y seis meses (incluso menores) son
habituales.