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PERSPECTIVAS EN EDUCACIÓN

Clase 1: Presentación

Estimados estudiantes:
Hoy comenzamos las clases. Será una manera nueva de encontrarnos por un tiempo, que
implicará una experiencia de trabajo conjunta y diferente a la habitual. El uso del término
experiencia no es azaroso ya que haremos hincapié en ella en el desarrollo de toda la materia. La
experiencia cultural y la experiencia investigativa son fundamentales y podemos decir que han sido
fundacionales en la construcción de nuestra asignatura y en los objetivos a lograr.

Esta asignatura es la primera del actual Plan de


Estudios, que explora el campo educativo y las posibles
inserciones del psicólogo en éste. Por esta razón, la materia
tiene una función introductoria y se construye, como su
nombre lo indica, a partir de distintas perspectivas: la
filosófica, la histórica, la ético-política, las psicologías y el
psicoanálisis.

Como verán en el programa, éste se organiza en torno


a un eje transversal, la Unidad 1, que justamente se
denomina: La experiencia investigativa y que, como un hilo
conductor, atraviesa los contenidos temáticos de las otras tres
unidades que lo componen. Ilustración de edificios y flores en la
ladera de una montaña
¿Por qué darle al término experiencia un valor central en el desarrollo de la materia?

¿Qué entendemos por experiencia?

Obviamente no se trata aquí de la experiencia en un sentido positivista, ni mucho menos de


la experiencia en tanto experimento, fundamental para el desarrollo del pensamiento científico, pero
no en las ciencias sociales y humanas que ponen el acento en una escritura marcada por la
singularidad, el entrecruzamiento de saberes teóricos y campos conceptuales y el diálogo
interdisciplinar.

Contrariamente al sentido común que diría que la experiencia es acumulativa, que “cuanto
más se experimenta más se sabe” o “que la experiencia se hace en la práctica”, como si esta fuera
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un momento a- teórico, vacío de conceptos, John Dewey (1936)1 afirma que la experiencia no es
exclusivamente empírica. La empiria es pensada desde una red de conceptos y una red de
experiencias previas que dan significado a experiencias nuevas. En toda experiencia hay elementos
conceptuales que la organizan. Dewey vincula el hacer y el pensar, de alguna manera separados en
la tradición occidental y aclara que la experiencia misma como tal es incompleta, y por esa razón
es inevitable e irremediable el error. “La íntima conexión entre el obrar y el sufrir es lo que
llamamos experiencia” (1986, p.110).

Caruso y Dussel (1998) sostienen que este modo de pensar la experiencia no sólo liga lo
conceptual y lo empírico, sino que une las acciones y los pensamientos. Lo que hagamos puede
plantear cambios para lo que pensamos y viceversa, lo que experimentamos puede modificar
nuestros conceptos.

En este sentido conviene recordar y subrayar el modo en que Sigmund Freud (1856 -1939)
construye y nos transmite su obra. Sus textos nos muestran una permanente puesta en tensión e
interrogación entre sus construcciones teórico-conceptuales y la práctica clínica. Su escritura
muestra justamente cómo la práctica interpela la teoría que él mismo ha construido. Su posición
ética no es la de verificar, sostener a ultranza sus ideas y demostrarlas, sino todo lo contrario,
modifica sus conceptualizaciones y al mismo tiempo su práctica.

Sobre la experiencia en educación trabajaremos específicamente sobre un texto de Jorge


Larrosa y Carlos Skliar (2016), Experiencia y alteridad en educación, allí se plantea que la
experiencia es "eso que me pasa" y se distinguen tres principios que se dan en toda experiencia.

1- Principio de alteridad o de exterioridad: eso que me pasa supone un acontecimiento


diferente de mí, de lo que soy. Eso que me pasa no es el resultado de mis palabras ni de mis
acciones y por lo tanto tampoco está capturado previamente por ellas.

2- Principio de subjetividad: la experiencia me pasa a mí, el lugar de la experiencia soy yo, es


el sujeto y por lo tanto me transforma y es intransferible.

3- Principio de pasión: la experiencia supone un paso, un pasaje por el sujeto. La experiencia


no se hace de manera activa sino que se la padece, el sujeto es la "superficie de sensibilidad en la
que algo pasa" y eso que pasa deja en él una huella.

Re trabajaremos estas ideas en los seminarios y prácticos de la materia.


1 John Dewey (1859–1952) puede ser considerado el filósofo de la educación más influyente del siglo XX en los Estados Unidos
(EEUU). Adhirió al pragmatismo, al movimiento filosófico desarrollado en los EEUU durante el siglo XIX, como una propuesta
filosófica alternativa a la entonces dominante filosofía alemana. Fue precursor con sus ideas de la escuela activa o escuela nueva.
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Proponemos entonces hacer en el cursado de esta materia una experiencia que por un lado
será una experiencia investigativa y por otro lado una experiencia cultural.

1 - Como experiencia investigativa:

El campo de la educación no está dado, se construirá en tanto problema; se interpelará,


comprenderá, resignificará y reformulará siempre como problema, desde una perspectiva
etnográfico-hermenéutica.

La bibliografía que encuentren y lean en la Unidad


1, les permitirá comprender estos enfoques. Brevemente
los introducimos en el tema:

1a- La etnografía, tal como se enuncia en el


prólogo del libro de Guber (2014) La etnografía. Método,
campo y reflexividad, consiste en animarse a abandonar
la comodidad de la oficina, podríamos agregar del aula, y
meter los pies en el barro del terreno a fin de entender
cómo vive y piensa, siente y cree un grupo humano. La
etnografía brinda a quienes indagan la vida social, no
sólo a los sociólogos y antropólogos, una potencia de
comprensión que no ofrecen otros recursos disponibles
en el repertorio de métodos de las ciencias sociales.

La etnografía como un método abierto de


investigación en un terreno es el conjunto de actividades
que suele designarse como “trabajo de campo”. Este se
centra en la experiencia investigativa a partir de la
Ilustración de edificios unidos por caminos y observación participante, las entrevistas y el análisis
rodeados por árboles
de documentos. Es inherente a estas técnicas de
recolección de datos la escritura, es decir, narrar los movimientos que se suceden en los encuentros
que se transforman en notas de campo -bitácora2- y las vivencias se transforman, a partir de la
escritura-narrativa, en experiencia investigativa. Este registro de campo, será fuente de indicios,

2 Cuaderno de bitácora: Mar. Libro en que se apunta el rumbo, velocidad, maniobras y demás accidentes de la navegación. En la
marina mercante, se conoce con el nombre de cuaderno de bitácora al libro en el que los marinos, en sus respectivas guardias,
registraban los datos de lo acontecido. Etimológicamente procede del latín habitaculum-de hábito habeo; indoeuropeo ghabh, dar,
recibir. Antiguamente se decía bitácula > bitácora.
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señales, detalles, trazos, pliegues, gestos que producirán sentidos -diferentes de los previos-. Es
decir, que no se trata de una experiencia de constatación de sentidos previos, ni búsquedas de
evidencias para confirmar teorías. El Trabajo de Campo, parafraseando a Guber, es trabajo con las
personas con las que tratamos de entender-nos, y es desde este campo que tiene que
reconfigurarse/resignificarse la teoría.

1b- La hermenéutica es originariamente la interpretación de textos, especialmente los textos


sagrados en los que se pretende encontrar una verdad última y absoluta. La perspectiva
hermenéutica que tomamos aquí es diferente, ya que no busca un último sentido, ni ninguna
esencia, tal como señala Cullen (1997) en Críticas de las razones de educar, cuando dice “No se
trata de preguntarnos qué es la educación en lo esencial, sencillamente porque no existen los
nombres propios, es decir los que corresponden naturalmente a las cosas. (…) Reflexionamos
sabiendo que antiguamente la rosa estaba junto con su nombre; nosotros en cambio tenemos los
nombres desnudos”3 (p.18).

Nos dice Valdettaro (2015) en su libro, Epistemología


de la comunicación. Una introducción crítica, que
trabajaremos en esta unidad, que “el problema de toda
hermenéutica, es tratar de procurar una interpretación “objetiva
y cierta” del objeto, que tiende a establecer que existe un
significado correcto y único de las cosas, que además no es
evidente, sino que está oculto en el interior más profundo de
los fenómenos. Esto supone que habría una esencia o telos a
descubrir o develar” (p.117).
Ilustración de escena nocturna con
edificios, montañas y plantas

Sin embargo, si bien en la actualidad, subsisten estos criterios esencialistas, la modernidad


fue progresivamente despojándose de estos y en la actualidad la “hermenéutica intenta establecer
criterios que garanticen la validez de la interpretación bajo el supuesto de que los significados de los
objetos bajo estudio no son unitarios ni universales, y de que no hay motivos escondidos sino que,
al contrario es posible reconstruirlos en las distintas prácticas y conversaciones sociales” (p.118).

Para finalizar este punto les dejamos unas citas de Adorno (1956) del capítulo “El ensayo
como forma” de su texto Notas de literatura, que trabajaremos también a lo largo del año.

3 Cullen hace referencia y parafrasea en este párrafo a Ecco, U.( 1985) El nombre de la rosa, Barcelona: Lumen.
Pueden ver la película para comprender a qué se refiere Cullen en su libro que trabajaremos a lo largo del año.
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Dice Adorno (1956)

que la medida de la objetividad no es la verificación de tesis sentadas mediante su examen o


comprobación repetida, sino la experiencia humana individual que se mantiene reunida en la esperanza
y en la desilusión (…) A nadie se le habría entonces ocurrido considerar irrelevantes y rechazar como
accidentales e irracionales las comunicaciones de una experiencia sólo porque son las suyas y porque no
son sin más susceptibles de generalización (1965:17/8).

Es decir que “el ensayo se abstiene de reducirlo todo a un principio, (y lo hace) acentuando
lo parcial frente a lo total, en su carácter fragmentario (…) el ensayo no apunta a una construcción
cerrada, deductiva o inductiva” (1965:19). Y continúa: “El ensayo retrocede espantado ante la
violencia del dogma de que el resultado de la abstracción, el concepto atemporal e invariable
reclama dignidad ontológica en vez del individuo subyacente y aferrado por él” (1965:20).

2 - Como experiencia cultural:

Los aportes de Donald Winnicott (1896-1971), pediatra y psicoanalista inglés, son


fundamentales en relación a esta temática y es él quien hace hincapié en la experiencia cultural
como lo que nos humaniza y subjetiviza.

En Realidad y juego (1971), en el capítulo “La ubicación de la experiencia cultural”, se


preocupa por la ubicación en el aparato psíquico para esas cosas de la vida “que nos hacen sentir
vivos” (p.149), se pregunta si ese sitio que él busca es el que Freud llamaba sublimación, al que sin
embargo, no le había reservado ubicación precisa en su topografía mental, e insiste en que sólo
respondiendo a esa pregunta se entenderá en qué consiste la vida, ya que en ese lugar nos
encontramos durante la mayor parte del tiempo, cuando experimentamos vivir.

Winnicott, sostiene que el punto de partida de la constitución del sujeto es el niño recién
arrojado al mundo, que esforzada y creativamente, debe ir construyendo sus fronteras y,
paradójicamente, consolando su soledad. El niño espera a la madre y, en la demora, crea. Esa
frontera de transición es nombrada como tercera zona o espacio potencial, y allí pertenecen los
objetos transicionales, la manta, el peluche, el juego, la literatura, la cultura en general.

El objeto transicional abre un espacio entre el niño y la madre y se caracteriza porque no es ni


de uno ni del Otro, está en esa frontera no asignable y es lo que le permite a ese objeto separado del
cuerpo de la madre circular entre el niño y el Otro. La importancia del objeto transicional se percibe
justamente cuando éste falta como en el caso de niños graves y nos permite vislumbrar que sin dicho
objeto no hay construcción de ficción posible.
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Ese lugar de las experiencias culturales que Winnicott llamó espacio potencial o tercera
zona, no se hace de una vez y para siempre.

Graciela Montes (2000) en su bello ensayo La frontera indómita nos dice:

Se trata de un territorio en constante conquista, nunca conquistado del todo, en permanente


hacerse. La literatura, como el arte en general, como la cultura, como toda marca humana,
está instalada en esa frontera. Una frontera espesa, que contiene de todo, que no pertenece
al adentro, a las puras subjetividades, ni al afuera, o mundo objetivo (p.52).
Esta frontera es un territorio necesario y saludable, el único en el que nos sentimos realmente
vivos, el único en el que brilla el breve rayo de sol de los versos de Quasimodo, el único donde se
pueden desarrollar nuestros juegos antes de la llegada del lobo. Si ese territorio de frontera se
angosta, sino podemos habitarlo, no nos queda más que la pura subjetividad y, por ende la
locura, o la mera acomodación al afuera que es una forma de muerte (p. 52).

Siguiendo a Montes, podríamos decir que ensanchar esa frontera no sólo nos “hace sentir
vivos”, como señala Winnicott, sino que, tal como ocurre con Sherezada, en Las mil y una noche
permite demorar la muerte durante mil y una noches,

fabricando con sabiduría y paciencia, una red de resistencia contra la ferocidad del rey
Schariar, cuando, a pura palabra, impide que el alfanje caiga en su nuca y la degüelle, como
antes a cada una de las pobres esposas por un día de ese revanchista implacable (Montes,
2000, p.16).

Dice Enrique Lynch (1987) que la tradición ha puesto en Sheherezade el arquetipo del
cuentero. La prodigiosa inventiva, la seducción, la trama, la ceremonia del cuento y el inevitable
enlace que lo une con los otros cuentos. Sin embargo la lección de Sheherezade, nos “invita a
comprobar cómo de hecho la verdad se disemina en innumerables cuentos” (p. 14).

Ilustración de mujeres flotando delante de edificios, acompañada por el texto


“Cuentos de mujeres que contaban cuentos”
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Para finalizar estas ideas introductorias a nuestra materia los invitamos a leer un breve
párrafo Giorgio Agamben (2011) en Infancia e Historia

En la actualidad, cualquier discurso sobre la experiencia debe partir de la constatación de que


ya no es algo realizable. Pues así como fue privado de su biografía, al hombre contemporáneo
se le ha expropiado de su experiencia: más bien la incapacidad de tener y transmitir
experiencias quizás sea uno de los pocos datos ciertos de que dispone sobre sí mismo. Benjamín,
ya en 1933 había diagnosticado esa “pobreza de experiencia” de la época moderna, señalaba
sus causas en la catástrofe de la guerra mundial, de cuyos campos de batallas “la gente
regresaba en enmudecida…no más rica, si no más pobre en experiencias compartibles.

Porque jamás ha habido experiencias tan desmentidas como la guerra de trincheras, las
económicas por la inflación, las corporales por el hambre, las morales por el tirano. Una
generación que había ido a la escuela en tranvías tirados por caballos estaba parada bajo el
cielo en un paisaje en el cual las nubes seguían siendo iguales y en cuyo centro, estaba el frágil
y minúsculo cuerpo humano.

Sin embargo hoy sabemos que para efectuar la destrucción de la experiencia no se necesita en
absoluto de una catástrofe y que para ello basta sencillamente con la experiencia en una gran
ciudad. Pues la jornada del hombre contemporáneo casi no contiene nada que todavía no se
pueda traducir en experiencias: ni la lectura del diario, tan rica en noticias que lo contemplan
desde una inalcanzable lejanía, ni los minutos pasados en el auto en un interminable
embotellamiento, tampoco el viaje a los infiernos en subterráneo, ni la manifestación que de
improviso bloquean la calle, ni la niebla de los gases lacrimógenos que se disipa lentamente
entre los edificios del centro, ni siquiera los breves disparos del revolver retumbando en alguna
parte, tampoco la cola frente a las ventanillas en una oficina o la visita al país de Jauja del
supermercado. El hombre moderno vuelve a su casa extenuado por un fárrago de
acontecimientos- divertidos o tediosos, insólitos o comunes, atroces o placenteros- sin que
ninguno de ellos se haya convertido en experiencia (pp.7-8).

¿Cuál es la nueva experiencia cultural e investigativa que haremos estos meses de


aislamiento social? Es la pregunta inicial que les dejamos en esta breve presentación de la materia.

Nuestra propuesta en principio es: pasar del “fárrago de acontecimientos” a la escritura de


una experiencia, desafiando lo expuesto por Agamben. Probablemente las condiciones que nos
tocan vivir, detengan la acción y podamos hacer una experiencia diferente. Experiencia al decir de
Miquel Bassols (2020) de aislamiento social sí, lo que no significa: aislamiento subjetivo.

En este sentido, retomamos la noción freireana en torno a lo inédito viable, entendiendo que
estamos atravesando una situación límite como producto del avance necrófilo de las políticas
neoliberales. Dussel (2020) sostiene que es la naturaleza la que hoy nos interpela y que se
manifiesta como un signo del final de la Modernidad y como anuncio de una Nueva Edad del
Mundo. El desafío se constituye en que:
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partiendo de la experiencia de la necro-cultura de los últimos cinco siglos, debamos ante todo afirmar la
Vida por sobre el capital, por sobre el colonialismo, por sobre el patriarcalismo y por sobre muchas
otras limitaciones que destruyen las condiciones universales de la reproducción de esa Vida en la Tierra.
Esto debiera ser logrado pacientemente en el largo plazo del Siglo XXI que solo estamos comenzando. En
el silencio de nuestro retiro exigido por los gobiernos para no contagiarnos de ese signo apocalíptico
[…] tomemos un tiempo en pensar sobre el destino de la Humanidad en el futuro (Dussel, 2020).

El inédito viable implica la percepción del futuro como abierto a una posibilidad aún no
vivenciada pero que es posible empezar a materializar. Kohan (2020) plantea que lo inédito viable
significa que el porvenir no fue aún experimentado como tal y, al mismo tiempo, que él no es
negativamente utópico, sino afirmativamente posible, realizable, exigible. De esta forma, la
educación nos puede posibilitar, a través de la comprensión crítica, reflexiva y dialógica de lo que
estamos siendo, una transformación de aquello que nos hace ser lo que estamos siendo
(consumidores, individualistas) para que podamos ser de otra manera. Para que podamos estar en el
mundo y con el mundo de otra manera, es decir, más próximos con las necesarias acciones
solidarias que afirman la vida y problematizando las imposiciones de las lógicas instituidas que nos
hacen estar siendo lo que raramente pensamos y cuestionamos.

Saludos cordiales y codo a codo nos disponemos al trabajo.

Ilustración abstracta, como marco del texto “Y en esos cuentos vivió para siempre”
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Fuentes bibliográficas

Los textos que utilizamos para armar el presente escrito fueron:

Adorno, T. (1956). El ensayo como forma, en Notas de literatura. Akal.

Agamben, G. (2011). Infancia e historia. Buenos Aires: Adriana Hidalgo.

Cullen, C. (1997). Críticas de las razones de educar. Buenos Aires: Paidós.

Dewey, J. (1916/2004). Democracia y educación. Una introducción a la filosofía de la educación.


Madrid: Morata.

Dewey, J. (1934/2008). El arte como experiencia. Barcelona: Paidós.

Dussel, E. (2020). Cuando la Naturaleza jaquea la orgullosa modernidad. Recuperado de:


http://viajederetornosigloxxi.blogspot.com/2020/04/cuando-la-naturaleza-jaquea1-la.html?m=1

Guber, R. (2014). La etnografía. Método, campo y reflexividad: Siglo XXI.

Kohan, W. (2020). Paulo Freire más que nunca. Una biografía filosófica. Buenos Aires: CLACSO.

Larrosa, J. Skliar, C. (2016). Experiencia y alteridad en educación. Rosario: Homo Sapiens.

Montes, G. (2000). La frontera indómita: en torno a la construcción del espacio poético. Buenos Aires:
Fondo de Cultura Económica.

Valdettaro, S (2015). Epistemología de la comunicación. Una introducción crítica. UNR editora.

Winnicott, D. (1971/1994). Realidad y juego. Barcelona: Gedisa.

Acompañamos el escrito por ilustraciones de Claudia Legnazzi tomadas del cuento Había una vez
de María Teresa Andruetto, que se inspira en Las mil y una noches para crear historias de mujeres que
cuentan historias:

Andruetto, M. T. (2017). Había una vez. Ilustrado por Legnazzi, C. Buenos Aires: Calibroscopio.

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