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Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Filosofía y Letras


Desarrollo y Gestión Interculturales
Ciencia Técnica y Cultura 2
Itzel Ariadna Patricio Fajardo
Mayo 2011

La salud y la complejidad

INTRODUCCIÓN

En este texto hablo de la salud como un problema social de tipo complejo y


sistémico. Comienzo caracterizando al sistema médico hegemónico, su visión
corporal y su contexto filosófico e histórico y del papel de la ciencia y la tecnología
en el ámbito de la salud. Expongo por qué la ciencia y la tecnología, en este rubro,
está permeada de intereses políticos y económicos que se reflejan en el enfoque
de las políticas públicas, en los problemas de dependencia tecnológica, de los
consorcios internacionales, del problema del acceso a los servicios y la
desigualdad social que está presente dando un breve esbozo de la industria
farmacéutica en México, después expongo las críticas que hay hacia los métodos,
visiones y concepciones corporales del sistema hegemónico de salud, y hacia su
implícita pretensión de universalidad, para seguir con manifestar la pluralidad de
saberes y de sistemas médicos que existen dando ejemplos de ellos, y finalmente
hablo de las relaciones de poder de corte histórico que subyacen dichas dinámicas
de atención a la salud y algunas reflexiones personales.

Elegí el tema de la salud porque es una cuestión donde atraviesan claramente


problemáticas interculturales, políticas, económicas y de ciencia y tecnología.
También es un rubro que forzosamente nos atañe a todos y que puede dar cuenta
de cómo pueden converger tradición con innovación científica, pluralismo
epistemológico y economía del conocimiento como forma de reivindicación política
y/o identitaria. Y sobre todo, deja ver que ningún sistema médico es suficiente por
sí mismo y que de hecho, en la práctica, se complementan por sí solos.
Mi tesis es que la salud es un problema complejo que no se resuelve solamente
con la ciencia “normal”, requiere de la inclusión de otros sistemas terapéuticos y
visiones de la salud, así como contemplar los aspectos tecnológicos, políticos,
económicos y culturales que la atraviesan. El papel de la ciencia y la tecnología en
la salud y el modelo médico hegemónico se ha quedado muy corto al no tomar en
paralelo otras visiones del cuerpo.

La propuesta es el diálogo de saberes, el pluralismo epistemológico que es al


mismo tiempo una lucha política por el reconocimiento a la diversidad, de
economía del conocimiento, de equidad, de respeto por otras prácticas y
concepciones del mundo, y de aprendizaje de lo distinto.

EL MODELO MÉDICO HEGEMÓNICO

Por Modelo Médico Hegemónico entendemos el conjunto de prácticas, saberes y


teorías generadas por el desarrollo de lo que se conoce como medicina científica,
el cual desde fines del siglo XVIII ha ido logrando dejar como subalternos al
conjunto de prácticas, saberes e ideologías que dominaban en los conjuntos
sociales, hasta lograr identificarse como la única forma de atender la enfermedad,
legitimada tanto por criterios científicos como por el Estado. 1

La noción salud/enfermedad de este modelo tiene sus orígenes en los principios


cartesianos que dieron como resultado el llamado modelo biomédico que
constituye la base conceptual de la medicina alópata moderna. 2

Dicho modelo biomédico, o biologismo, es el factor que garantiza no sólo la


cientificidad del modelo, sino la diferenciación y jerarquización respecto de otros
factores explicativos. De hecho, subordina en términos metodológicos e
ideológicos a los otros niveles explicativos. El aprendizaje se hace a partir de
contenidos biológicos, donde los procesos sociales, culturales o psicológicos son

1
Menéndez, Eduardo, Morir de alcohol. Saber y hegemonía médica, Alianza Editorial Mexicana, México,
1990, pág. 83.
2
Merino González, Erica Carlota, Sistemas curativos yaquis. La identidad del curandero en su sistema médico
ritual, Tesis Licenciatura (Antropología Social), Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa,
2002, pág. 94.
anecdóticos. El médico en su formación de grado y posgrado muy difícilmente
aprende a manejar la enfermedad en otros términos que los de los paradigmas
biológicos.3

Esta es una concepción del cuerpo que lo fragmenta, y que tiene que ver con una
tradición de especializar cada vez más los saberes, así se crean especialidades
médicas muy acotadas: cardiología, oncología, alergología, geriatría, neurología,
odontología etc. Aludiendo al cuerpo como una máquina con partes que pueden
ser arregladas por separado. El tratamiento es sintomático, trata los síntomas de
los padecimientos, y como herramienta tiene modernas tecnologías para
diagnosticar y tratar patologías.

Otro rasgo del modelo hegemónico ha sido su pretensión de ahistoricidad. Para la


práctica médica la enfermedad es en primer lugar un hecho natural, biológico, y no
un hecho social, histórico; la enfermedad evoluciona y no tiene historia.

[…]la epidemiología trabaja con series históricas de corta duración. Se dice que
esta modalidad es producto de la desconfianza en la veracidad de los datos, y de
la necesidad no sólo de explicar los procesos actuales sino sobre todo de
solucionarlos. Sin negar la validez parcial de estas afirmaciones, creo que el
trabajo con series históricas cortas evidencia el dominio de una concepción según
la cual lo biológico no tiene historia. Es considerado una constante con una alta
autonomía respecto de las posibles determinaciones sociales.

Es así como los procesos no biológicos se dejan de lado. La ignorancia de las


series históricas largas impide incluir los procesos históricos sociales que operan
sobre el proceso salud/enfermedad y que no puede ser reducido a un análisis
coyuntural, por más importante que sea la necesidad de encontrar soluciones.

Sin embargo, desde una perspectiva sociológica, el método científico no es más


que uno de los aspectos de los patrones de conducta institucionalizados de la

3
Menéndez, Op. Cit. Pág. 96.
comunidad científica internacional. Y estos patrones son sólo relativamente
estables, característica que permite estudiar su vigencia en una sociedad concreta
y en un periodo determinado, pero que no debe hacer olvidar que están sometidos
al cambio histórico y al pluralismo cultural. 4

CIENCIA Y TECNOLOGÍA EN SALUD

La ciencia y la tecnología están intrínsecamente vinculadas con procesos políticos


y económicos que en gran medida responden a intereses particulares que no
necesariamente son los del grueso de la población.

La tendencia que impone la globalización en el modelo económico actual, es hacia


la menor participación del Estado en todas las actividades económicas, y la
prestación de los servicio de salud no es la excepción, dando paso y
promoviéndose abiertamente una mayor presencia del mecanismo de mercado en
esta actividad.5

El eficientismo económico y la búsqueda de rentabilidad hacen de que la


tecnología se convierta en un instrumento más para la acumulación del capital,
esto en la dinámica de salud, provoca que el desarrollo de la tecnología no sirva
directamente para atender a las necesidades de salud de la población.

Ello se aterriza en una insuficiente cobertura de servicios a los más pobres, déficit
en infraestructura médica básica, una mayor polarización social al enfocar la oferta
a los segmentos de población con mayor poder adquisitivo, un encarecimiento de
los servicios derivado del uso intensivo de tecnologías, medicamentos e insumos
médicos, un mayor nivel de inflación en general y una caída del bienestar social de
la población.6

4
López Piñero, Losé María, Historia de la medicina, Alba libros, Madrid, pág. 45.
5
García Rodríguez, José F., “Bioética, salud pública y tecnología médica”, Salud en Tabasco, enero-agosto,
año/vol. 10, no. 1-2, Secretaría de Salud del Estado de Tabasco, Villahermosa, México, 2004, pág. 243.
6
Ibíd.
Un ejemplo claro es el caso de la industria farmacéutica. En México el grueso de
las ganancias de venta se lo llevan unos cuantos laboratorios trasnacionales, esto
quiere decir que existe una fuerte dependencia tecnológica en ese rubro. Las
políticas de salud, además, invierten muy poco en estrategias de prevención y
educación para la salud, más bien están enfocadas en la medicina curativa, no en
la preventiva. Este enfoque en las políticas públicas de salud privilegia al mercado
de fármacos a pesar de que en la actualidad hay evidencias de que los fármacos
sintéticos tienen efectos negativos colaterales a nivel ambiental, de salud humana
y en la cuestión económica. La industria de la salud está al servicio del capital.

CRÍTICAS

Este enfoque, basado en los fármacos que en gran parte atienden primero al
capital y después a los síntomas y no a las causas, -aunado al problema del
acceso a los servicios- no satisface las demandas de la población

Si examinamos el volumen de venta por clases terapéutica, podemos tener una


idea de los patrones generales de prescripción médica, teniendo en cuenta que
existe una gran proporción de venta directa a través de los farmacéuticos, o
autoprescripción en sus distintas variedades. El primer gran rubro lo ocupa el
conjunto de drogas agrupadas bajo el rubro de “Digestivo y Metabolismo” con el
21.4% del mercado total; el segundo rubro de “antiinfecciosos” con el 20.5% […] el
tercero y cuarto lugar “aparato respiratorio” y “sistema nervioso central. […] En
primer lugar, tenemos que la mayoría de los (fármacos del rubro) “Digestivo y
Metabolismo” son antiácidos, anticolinérgicos y otro tipo de paliativos; es decir, son
fundamentalmente sintomáticos.”7

Es por eso que los modelos médicos subalternos han subsistido, coexistido y en
muchos casos fortalecido en las prácticas de la población:

7
Crevenna, Pedro B.; Soria, Víctor; Alcocer, Jorge; Vega, Ernesto, Las trasnacionales de la salud. El
caso de la industria farmacéutica en México, Ediciones Taller Libro Abierto, 1ª. ed., México, 1983,
pág. 63.
Al atender a muchos pacientes [me di cuenta que] la explicación biologista y la
atomización llegaban a una frontera sin retorno. Fue cuando identifiqué la
necesidad de articular otros saberes, rebasar mi parcela de conocimiento que se
hacía obsoleta ante la complejidad de las circunstancias de nuestros tiempos.
Ése fue un salto en el cambio de actitud con el saber, aceptar que había que
construir las explicaciones en el campo de la salud con nuevos elementos, que no
fuera un círculo de los elogios mutuos sobre la razón y la verdad absoluta.8

Cuenta el acupuntor Sergio López Ramos. Por su parte, Funtowicz y Ravetz


hablan de lo mismo, la necesidad de desfragmentar las problemáticas y de
observarlas desde la complejidad

La cosmovisión reduccionista analítica que divide a los sistemas en elementos


cada vez más pequeños, estudiados por especialidades cada vez más esotéricas,
es reemplazado por un enfoque sistémico, sintético y humanístico. Reconocer a
los sistemas naturales reales como complejos y dinámicos implica moverse hacia
una ciencia cuya base es la impredictibilidad, el control incompleto y una pluralidad
de perspectivas legítimas.”9

¿Y acaso el cuerpo no es un sistema natural real, complejo y dinámico? Claro que


lo es. Por ello las propuestas no sólo de abordarlo desde la complejidad, sino de
concebir al cuerpo de una manera distinta

Los industriales y científicos nos prometieron que ese siglo traería la posibilidad
para un futuro más alentador; se acabó el siglo y la promesa no se ha cumplido,
sólo existen nuevas formas de construcción corporal que cuestionan las lecturas y
diagnósticos vigentes de la medicina alópata. Los trabajadores de la salud sólo
buscaron nuevos fármacos e instrumentos sofisticados para aplicar una medicina
remedial, pero la sorpresa fue mayúscula: no encontraron las respuestas, sólo

8
López Ramos, Sergio, Prensa, cuerpo y salud en el siglo XIX mexicano (1840-1900), 1ª. edición, CEAPAC,
México, 2000, pág. 15.
9
Funtowicz, Silvio; Ravetz, Jerome, La ciencia posnormal. Ciencia con la gente, Centro Editor de América
Latina, Buenos Aires, 1993, pág. 23.
destellos y sombras que dejan entrever que el ser humano no es sólo cromosomas
y la materialización de un cuerpo.”10

Y los antropólogos se dan cuenta que hay que tomar en cuenta las concepciones

culturales de la salud y la enfermedad:

“En los hechos, las formas que asume la morbilidad son mucho más amplias y
complejas. No sólo al exterior se verifican otros eventos de morbilidad (pensados y
vividos como tales por las poblaciones, como son las enfermedades
“tradicionales”) que el modelo no podría captar, salvo modificando sus criterios
clasificatorios, sino que los mismos recursos técnicos de que se dispone en las
unidades médicas rurales lleva a que se formulen diagnósticos presuntivos o muy
vagos de enfermedades reconocidas por la medicina científica: es éste el caso de
la disentería amibiana, sobre cuya ocurrencia efectiva sólo puede dar sanción el
examen de laboratorio. Por lo demás, la escasa preparación del médico restringe
sensiblemente su labor cuando se enfrenta a padecimientos psicológicos y, en
general, ante la enfermedad mental.”11

Con esto quiero decir que la atención a la salud ya no debe verse como un
problema que puede resolverse con la ciencia normal: con la investigación médica,
biomédica y farmacéutica, con la clásica visión de fragmentar al cuerpo y súper
especializar a los médicos en cardiólogos, gastroenterólogos, ortopedistas,
dentistas, otorrinolaringólogos, oncólogos, psicólogos, etcétera. Porque el propio
ser humano es de lo más complejo que existe. Su cuerpo, nuestro cuerpo, no
puede acotarse sólo a eso. Se queda muy corta una visión tan fragmentada y
racional, como si el cuerpo fuera una máquina a la que quitándole, poniéndole y
cambiándole las piezas, se arreglara. Dejando de lado los orígenes de los
padecimientos, la relación entre los órganos, las emociones, los conflictos, la
cultura y los hábitos del sujeto.

10
López Ramos, Sergio (Coord.), Lo corporal y lo psicosomático. Reflexiones y aproximaciones I,
Plaza y Valdés, CEAPAC, 1ª. ed., Edo. de México, 2002, pág. 15.
11
Zolla, Carlos (et. al)”Medicina tradicional y enfermedad”, en Campos, Roberto (Comp.), La
antropología médica en México, Tomo 2, Instituto Mora, UAM, México 1992, pág. 84.
PLURALIDAD DE SABERES, PLURALIDAD DE SISTEMAS

Por modelos médicos, incluido el hegemónico, entendemos aquellas


construcciones que a partir de determinados rasgos estructurales suponen la
consideración no sólo de la producción teórica, técnica e ideológica de las
instituciones específicas – incluidos los “curadores”-, sino también la participación
en todas estas dimensiones de los conjuntos sociales implicados en su
funcionamiento.12

Existe toda una diversidad de saberes y de sistemas médicos en nuestro país. La


medicina tradicional indígena mexicana engloba a los sistemas terapéuticos que
tienen sus raíces en las culturas prehispánicas, sistemas que tienen sus
particularidades y que, claro está, se han ido transformando a lo largo del tiempo
por múltiples motivos como toda práctica social o cultural.

En ella se encuentran curanderos, parteras, hueseros, hierberos, temazcaleros,


sobadores, chupadores, principalmente. Tiene enfermedades que no son
reconocidas por el sistema médico hegemónico, como son: el mal de ojo,
empacho, susto, caída de mollera, disentería, aires, daño (brujería). “Se trata de
enfermedades percibidas y vividas como tales por varios millones de mexicanos y
latinoamericanos habitantes del campo, la ciudad y, sobre todo en los últimos
tiempos, de los cinturones suburbanos.”13

Por ejemplo, “según los huaves las enfermedades se distinguen en: enfermedades
de Dios, enfermedades leves muy a menudo de carácter epidémico; narangic
“hecho por alguien”, enfermedad grave producida por vicisitudes causadas por una
acción humana (voluntaria o involuntaria) o por un nexo con un difunto; niing ahliy
“donde está”, enfermedad también bastante grave que afecta al tono14. Existen
también estados patológicos que escapan a esta catalogación (como el mal de
ojo) y que se podrían colocar en una cuarta categoría de contornos no muy
definidos ya que resulta de una exclusión y de un agrupamiento residual. (…) no

12
Op. Cit. Menéndez, pág. 85.
13
Op. Cit. Campos
14
Puede ser traducido como alma.
parece oportuno distinguir las enfermedades según su mayor o menor ubicación
en la nosología moderna, ya que el sistema huave es global e incorpora(…)
también a esta última.15

De hecho hay líneas muy delgadas entre la medicina alópata o hegemónica y la


tradicional, ya que no constituyen cuerpos rígidos y se mezclan en la práctica.
Como dice Carlos Zolla, las enfermedades de dios no impide incluir en ella
padecimientos que han pasado a ser de la exclusiva competencia del médico. La
percepción que se tiene, los procedimientos diagnósticos y las estrategias
preventivas o curativas, poseen una génesis diversa, un notable dinamismo y una
indudable vigencia.16

Otro tipo de cosmovisiones sí son más claramente alejadas de la hegemónica:

El agua contiene un ser que es su virtud, su fuerza, al igual que la tierra, los
bosques, las altas montañas y todo. Nosotros decimos que la fuerza roba la
energía de los seres humanos. Nos roba nuestra fuerza y nos debilita. Para que
esto no ocurra hay que hablar a la tierra (o al agua), hay que emprender esta
acción (…) para que nuestro espíritu no se quede allí”17

Como ya dije, la medicina tradicional mexicana es un genérico y tiene sus


particularidades:

A los terapeutas en Hueyapan se les conoce con diferentes designaciones. En


general, se les da el nombre de curanderos y en náhuatl de tepahtianih. (…) los
hueyapeños se refieren a ellos también por medio de la enfermedad que tratan,
como las señoras que levantan sombras o las que curan de aires y otros. O
yerbatero a los que usan plantas, sobadores a los que dan masaje para aliviar
luxaduras, culebreros a los que se dedican a las mordeduras de víbora, chupador
a los que succionan los pulsos para tratar el espanto, y adivino los que usan la
cartomancia para diagnosticar enfermedades. En Hueyapan la división de
curanderos se hace con base en la teoría de frío y caliente. Los que tratan
15
Op. Cit. Campos, citado de Signorini, Ítalo, Los huaves de San Mateo del Mar. Ideología e
instituciones sociales, INI, México, 1979, p. 220.
16
Ibíd. Pág. 98.
17
Colaborador de Arthur Rubel, Carl W. O’nell y Rolando Collado, “Introducción al susto” en Op. Cit. Roberto
Campos, pág. 106.
enfermedades de calor tratan las mismas enfermedades que un doctor alópata.
Tos disenterías, catarros, bronquitis, pulmonías, diarreas, hemorragias vaginales,
desequilibrios emocionales como la bilis y los sentimientos, y otros. Aquí se
encuentran también las parteras o matronas, los hueseros. Los terapeutas que
tratan las dolencias frías, como la pérdida de la sombra y otras provocadas por los
aires. No es tan tajante ya que se encuentran curanderos que tratan enfermedades
de calor y de frío. Otros nada más tratan dos o tres enfermedades como
malestares infantiles y del corazón, se conocen en el poblado como curanderos
generales y aquellos que solo tienen el conocimiento para aplicar remedios a unas
cuantas enfermedades. La especialización existe en el sentido del número de
enfermedades que el terapeuta conoce y puede tratar.

Existen también los brujos o hechiceros, que tratan padecimientos conocidos como
enfermedad echada o brujería, que, sólo ellos pueden curar. Estos actúan en
conjunto, se dice que se reúnen para hacerle ceremonias al diablo y también para
perjudicar al prójimo. Se cree, asimismo, que son capaces de transformarse en
animales y que, al hacerlo, es cuando se reúnen; pueden también ser nahuales.18

La hechicería y su cura no cabe en el modelo hegemónico racionalista, sin


embargo el que no quepa es irrelevante pues son prácticas igual de eficaces que
las demás. Desde otras ópticas, lo racional (en el sentido positivista del término,
pues claro que estas prácticas también son racionales) no tiene todas las
respuestas a las demandas de atención de salud:

Algunos procesos de interpretación corporal no han encontrado un pleno dominio,

lo que nos justifica ver opciones de intervención que van más allá de la lógica

racional. Es decir, existen casos donde no son suficientes los recursos de análisis

clínicos de laboratorio, cambios de dieta, homeopatía, terapia psicológica,

masoterapia, acupuntura, etcétera. Sino abrir la posibilidad de encontrar la

vinculación de problemas de salud con el desarrollo espiritual del individuo, que se

puede identificar cuando la negación de ese aspecto por el individuo no le permite

encontrarse en su vida cotidiana. Lo espiritual es la posibilidad de ver el proceso


18
Ibíd. Pág. 129
de construcción en la vida cotidiana, esa vinculación que se manifiesta en sentirse

bien haciendo lo que se hace con y para los otros”19

APERTURA Y CABIDA A LO ALTERNO. RELACIONES DE PODER

En particular, la medicina tradicional indígena ha sido relegada y menospreciada


por el sistema médico hegemónico. Ello tiene que ver con ideologías de dinámicas
sociales propias del colonialismo. Quiero referirme al papel de subordinación que
las culturas originarias han tenido a lo largo de la historia, a esa idea que se
intentó meter hasta los huesos de que ser indio es malo. Para empezar el término
indio es un término que se impuso por una confusión geográfica, qué ironía, y que
en éste país siempre ha llevado una carga peyorativa. “No soy indígena, ni
‘chamula’ menos INDIO, ¡Yo soy Maya Tzeltal Chiapaneco!” decía el cartel
pegado en una vitrina de la Universidad Intercultural de Chiapas, UNICH 20, en una
firme reivindicación identitaria.

Así pues, la medicina tradicional, presa del paradigma eurocéntrico donde las
políticas estatales, para la construcción del Estado-nación mexicano, han tomado
al blanco, al europeo o al estadounidense como modelo a seguir, el ideal a ser,
han querido “blanquear” a la población con políticas integracionistas,
“desindianizantes”, con “autoridades progresistas, ansiosas de probar que en su
pueblo ya no hay indios”21, el sistema médico tradicional o indígena, como parte de
ese conjunto que representa para ellos el atraso, ha cedido terreno en su práctica,
mas no se ha dejado de lado.

Una forma muy clara de dar cuenta de esta exclusión, no sólo política y racial, sino
también epistémica, es la escasa o nula atención que los médicos alópatas
prestan a las enfermedades clasificadas en el ámbito de la atención doméstica y
en el de los terapeutas tradicionales, exclusión de las otras prácticas y saberes
médicos; por eso, dicen Carlos Zola et. al. “estimamos pertinente enmarca el

19
López Ramos, Sergio, Zen, Acupuntura y Psicología, ed. Plaza y Valdes, México, 1997, pág. 20.
20
Práctica de campo que llevé a cabo en septiembre del 2010, con el Colegio de Estudios Latinoamericanos a
Las Margaritas, a la comunidad de Nuevo Jerusalén y a San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
21
Bonfil Batalla, México Profundo, una civilización negada, SEP- CIESAS, México, DF, 1987, Pág. 46.
estudio de estos padecimientos en el ámbito de la investigación epidemiológica
general”22

No sólo ha habido una omisión, sino una acusación y un sobajamiento, claro,


habrá excepciones pero es frecuente que médicos ubiquen “bajo el rubro
“superstición” a todas las creencias, prácticas y hábitos curativos que utilizaban
tanto los curadores tradicionales, como los pacientes. La “ignorancia” era la otra
figura ideológica con la que, paternalistamente, se “comprendía” el por qué la
población era “víctima” de los “brujos”; viendo en esta forma de atención un acto
de maquiavelismo por parte de estos curadores para mantener a la población en
prácticas “pagano-religiosas”.23

Los profesionales de la medicina, desde que a principios del presente siglo


adquirieron realmente categoría científica, fueron entrenados bajo el signo de las
ideas filosóficas positivistas que habían endiosado a la razón. Todo aquello que no
era explicado racionalmente caía dentro del rango despreciable de la superstición,
no había por qué tomarlo en cuenta y mucho menos tratar de comprenderlo y
analizarlo desde el punto de vista de quienes sostenían absurdos conceptos y
prácticas que denotaban ignorancia. En el rango de las supersticiones se colocaba
a las “creencias de la gente’, a sus ideas sobre las causas de enfermedad y a las
formas de tratarlas, el contenido todo de la medicina tradicional y a la persona, el
curandero, especializado en su conocimiento”24

Sin embargo, las farmacéuticas son las que mejor se interesan por este tipo de
conocimientos tradicionales, sobre todo en la herbolaria, desembocando
lamentablemente en prácticas de bioprospección y biopiratería.

CONCLUSIONES

El abordar los preceptos de distintos sistemas médicos, sus dinámicas internas y


sus interrelaciones, permite observar que son relaciones de poder y que dichas
dinámicas están cruzadas por intereses y problemáticas de ámbito político,
económico, cultural y científico tecnológico. El papel de la ciencia y la tecnología
22
Op. Cit. Campos, pág. 83.
23
Ibíd.
24
Beltrán, Aguirre, Programas de salud en la situación intercultural, IMSS, México, 1980, p. 146.
es clave para entender dichas relaciones de poder, encabezadas por el sistema
médico hegemónico.

Es dar cuenta que la hegemonía de la ciencia, en este caso en el ámbito de la


salud, no es suficiente para cubrir las demandas de la población, pues existe una
pluralidad de saberes y de concepciones corporales que simplemente no pueden –
no “pueden” no en el sentido del deber ser, sino fáctico- dejarse a un lado. La
diversidad no se puede negar y además de eso, porque la ciencia no tiene todas
las respuestas.

En el entendido de que sólo en la ciencia normal no se encuentran las soluciones


totales a las demandas de salud, la clave es la apertura, una apertura en la forma
de concebir los problemas de salud, no sólo culturalmente sino también
tecnológicamente, cambiar el enfoque de las políticas de salud, no sólo centrarse
en la industria farmacéutica que tantos efectos secundarios y económicos tiene,
sino pensar en una política de desarrollo tecnológico propio, inspirado por ejemplo,
en el modelo cubano, donde la tecnología de la salud es de punta, no es
importada y además contempla significativamente estrategias de medicina
preventiva más que de m. curativa. Es decir, pensar en políticas públicas que
beneficien a la población y no a las grandes empresas farmacéuticas.

Abordar los problemas de salud de una forma sistémica al exterior (con los
problemas acabados de mencionar) y también al interior del cuerpo, es de suma
importancia, las terapias que ven al cuerpo de una manera integral son mucho
más completas y responden mejor las demandas de atención. Esta visión es la
que hace falta en la medicina hegemónica alópata para ser realmente eficaz en
tratar las causas y no los síntomas de los padecimientos.

Retomar la tradición también es importante, así como abrirse a otras concepciones


corporales o terapéuticas, y además apoyarlas, como quizá sea el caso de las
iniciativas de los hospitales mixtos, para hacer frente a los problemas de salud de
la población implica una apertura cultural que retome a la tradición, tradición e
innovación como alternativas y soluciones a problemas contemporáneos, para
construir un Estado plural.

Por ende es fundamental ampliar y fortalecer el diálogo de saberes y el pluralismo


epistemológico que es al mismo tiempo una lucha descolonizadora que aboga por
el reconocimiento a la diversidad, de economía del conocimiento, de equidad, de
respeto por otras prácticas y concepciones del mundo, y de aprendizaje de lo
distinto, como forma de reivindicación histórica, política y/o identitaria. “Un mundo
donde quepan muchos mundos”.

Un mundo donde de hecho, aunque no siempre de la mejor manera, siempre ha


convergido tradición con innovación científica. Y que deja ver que ningún sistema
médico es suficiente por sí mismo y que de hecho, en la práctica, se
complementan por sí solos.

Lo paradójico resulta, en todo caso, comprobar que tanto los partidarios a ultranza
del modelo médico hegemónico como los defensores incondicionales del modelo
antropológico divorcien aquello que en la práctica los enfermos suelen asociar y
considerar –poco importa si intuitiva o racionalmente- complementario y
provechoso.25

BIBLIOGRAFÍA

25
Op. Cit. Campos, pág. 91.
Aguirre Beltrán, Programas de salud en la situación intercultural, IMSS, México,
1980.

Bonfil Batalla, México Profundo, una civilización negada, SEP- CIESAS, México,
DF, 1987.

Funtowicz, Silvio; Ravetz, Jerome, La ciencia posnormal. Ciencia con la gente,


Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1993.

Campos, Roberto (Comp.) La antropología médica en México, Tomo 2, Instituto


Mora, Universidad Autónoma Metropolitana, México 1992.

García Rodríguez, José F., “Bioética, salud pública y tecnología médica”, Salud en
Tabasco, enero-agosto, año/vol. 10, no. 1-2, Secretaría de Salud del Estado de
Tabasco, Villahermosa, México, 2004.

López Piñero, Losé María, Historia de la medicina, Alba libros, Madrid.

López Ramos, Sergio (Coord.), Lo corporal y lo psicosomático. Reflexiones y


aproximaciones I, Plaza y Valdés, CEAPAC, 1ª. ed., Edo. de México, 2002.

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1900), 1ª. edición, CEAPAC, México, 2000.

López Ramos, Sergio, Zen, Acupuntura y Psicología, ed. Plaza y Valdes, México,
1997.

Menéndez, Eduardo, Morir de alcohol. Saber y hegemonía médica, Alianza


Editorial Mexicana, México, 1990.

Merino González, Erica Carlota, Sistemas curativos yaquis. La identidad del


curandero en su sistema médico ritual, Tesis Licenciatura (Antropología Social),
Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, 2002.

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