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ALIMENTACIÓN
IDENTIFICACIÓN DE PRODUCTOS
El Descubrimiento de América resultó un acontecimiento importante para la
agricultura y la Alimentación mundial. Los conquistadores llevaron a América, junto con su
cultura, religión y costumbres, nuevos hábitos alimenticios, a través de los cultivos de plantas
y animales domésticos, e importaron además de relatos de riquezas asombrosas y costumbres
exóticas, productos de la tierra desconocidos en el Viejo mundo.
Las mujeres hacían la sementera del maíz, así como la del “axi” oloroso (chile), que
era el cultivo más delicado. El cuidado de los cultivos no se encomendaba a esclavos, ni a las
clases inferiores, ya que eran cuidados por las clases superiores.
La cosecha de coca era privilegio del Inca. Masticar coca sólo lo hacían los nobles y
estaba prohibido al trabajador para no mermar sus fuerzas, pues si bien la coca hace al indio
insensible al hambre, la sed y el cansancio también lo hace indiferente e indolente.
El Emperador hacía tres comidas en una mesa de un palmos de alta; los manjares eran
guisados y presentados de forma muy menudita o picada, y el vino era maíz fermentado
conocido por “chicha”. El Inca comía solo pero le acompañaba como espectador el médico
más favorito, entre los muchos que tenía en su Palacio Real, y que no podían visitar a ningún
enfermo sin que el Inca lo supiese y permitiese.
Los indios peruanos celebraban en el mes de agosto y con mucho esplendor la “fiesta
de la salud”, para implorar a los que aplacasen su cólera y ahuyentasen las enfermedades. En
este día, no reñían unos con otros, se comían los mejores manjares y bebidas, quemándose
gran parte de estos en los templos como ofrenda de los sacerdotes a los dioses. Al finalizar
los diferentes actos, iban a sus casas y preparaban una pasta con maíz molido y agua,
untándose con esta el rostro y la ropa, las puertas y los alimentos, y enviaban platos llenos
de esta pasta a los familiares difuntos para que no estuviesen enfermos y gozaran de las fiestas
que duraban 6 días.
Las ofrendas a los dioses consistían en hojas de coca, maíz, “espingo” (fruta seca de
almendra muy olorosa), plumas de colores y blancas, polvos de colores variados, bollos de
maíz cocidos, “chicha” y también solían quemar sebo de carnero.
El indio hacía dos comidas diarias. La más fuerte a las 8 de la mañana y la cena a las
4 de la tarde. Durante las comidas no bebían. Las comidas eran a base de maíz cocido con
“aji” (pimiento muy picante), añadían pescado traído de zonas costeras o carne, patatas y
sopas de “chenopodium”. El maíz molido y tostado que preparaban las mujeres en forma de
tortilla, hacía las veces de pan.
En depósitos de barro amasados con paja conservaban maíz, carne seca curada al sol,
salada y sosa, pescado sin sal seco al sol, ovejas y carneros vivos.
Uno de los principales mantenimientos de los indios era la patata, que les servían de
pan y comían asada, cocida o en guiso. La secaban al sol y la guardaban de una cosecha a
otra, llamándola entonces “chuno”.
Para conservar las patatas las ponían a helar durante toda la noche en grandes
altitudes, secaban la parte acuosa y la patata tomaba aspecto negruzco poco apetitoso, pero
seguía siendo comestible y duraba largo tiempo.
La yuca era una raíz comestible, cocida o asada, de la que sacaban excelente fécula.
Algunas tribus hacían tortitas de pan que llamaban “cazabe”.
Para dar color a los alimentos condimentados empleaban el “achicote” que teñía de
rojo y la empleaban los guerreros para parecer más fieros.
Las vainas de la vainilla fueron usadas por los aztecas para dar sabor y aroma al
chocolate, constituyendo esta mezcla uno de los gustos más apreciados por las culturas
mejicanas precolombinas.
Se comía el perro y los cobayos domésticos, aves de caza, gusanos, ranas, caracoles
y pescados de lagos. En el mar encontraban bogas, rayas, lenguados, anguilas, lubinas y
atunes, focas y tiburones. Pescaban con anzuelo, arpón y red.
La caza se reducía al corzo y ciervo de los Andes que capturaban con redes y
remataban con mazas.
Existían tribus antropófagas como los “chiriguanas” que devoraban a los prisioneros,
descuartizados y luego asados o cocidos con maíz y pimienta. En algunas zonas a los indios
que caían moribundos en las batallas, le bebían la sangre por las heridas. Tuvieron carnicerías
públicas donde se vendía carne humana. Tan ávidos eran de carne humana, que se comían
los hijos habidos con mujeres cautivas, de otras tribus, criándoles con gran esmero hasta que
cumplían los doce años, edad en la que los sacrificaban. Después se comían a la madre,
cuando ésta se hacía mayor. Cuando sus propios muertos morían de forma natural, reunían a
toda la familia y parientes cercanos para comerse al difunto cocido, si era de pocas carnes y
asado si tenía muchas. Los huesos eran enterrados entre grandes llantos y sollozos.
Alimentación y descubrimiento
Cristóbal Colón viajó a las Indias Occidentales buscando las Orientales, porque de
allí venía toda la especiería que tan enorme valor adquiría en el comercio de la época.
Ya en las crónicas del primer viaje aparecen datos sobre el material vegetal, haciendo
referencia a la fertilidad de la tierra y su cultivo, poniendo de manifiesto las prácticas
agrícolas del pueblo. Así se relata como los indios en el afán de ser gratos a los cristianos y
de obsequiarlos, les llevan cosas de comer y otras como el algodón hilado.
En el tercer viaje, los Reyes mandaron a sus costas 300 personas entre las que se
encontraban labradores, hortelanos, un físico, un veterinario, un herbolario y empiezan a
parecer disposiciones para ayudar a la colonización de territorios descubiertos, se incluían
préstamos a los labradores para que sembrasen trigo y se aprovechasen de las cosechas. Se
entregaron a los colonos yeguas y asnos para labrar la tierra, se conceden amnistías a los
delincuentes con tal de que sirvieran en los territorios descubiertos.
De Sevilla sale una expedición que según se cuenta, fue tratada amistosamente por
los indios, bebiendo y comiendo en sus casas como si fueran de la familia. Comían venados,
conejos, ánsares, ánades, papagayos, pescados y pan de maíz.
La fiebre del oro se apoderó de todos los españoles que habían ido al Nuevo Mundo.
Como la única mano de obra abundante que tenían era la de los indios y las encomiendas que
los Reyes habían admitido con fines colonizadores, se interpretaron en el sentido de poder
disponer y mandar en los indios, y éstos no aceptaban este tipo de trabajo, la situación fue
degenerando, de tal forma que los indios huyeron a las montañas para no tener que trabajar.
Este hecho se tradujo en falsas informaciones a los Reyes acerca de que los indios eran
viciosos y gente ociosa, y que la libertad les perjudicaba. Aparecen así las leyes de traslado.
Esta ley supuso que por cada 50 indios, se hicieran 4 casas de paja de 30 pies de largo
por 15 de ancho, que se plantaran 3000 plantas de yuca (raíces de las que se hacía el pan),
2000 “ajes” que se comían como fruta y 250 pies de “axi” que utilizaban para dar sabor a lo
que guisaban. También se les ordenaba que se les sembrase media libra de maíz y que se les
proporcionara media docena de gallinas con un gallo.
Con respecto a los árboles frutales, se dice que entre los que había y los que se llevaron
desde España (naranjas, limoneros, cidras, granados e higueras) hacían tal variedad y calidad
de frutos que en ningún lugar conocido se había visto ni logrado. El comercio del vino no se
había hecho pues aunque había muchas uvas, se las comían todas.
Entre las cosas que se llevaron se encuentra el trigo, estacas de olivo, lechugas,
melones, almendras, caña de azúcar. Los primeros colonos celebraban con fiestas familiares
la época que maduraba por primera vez una fruta de España. La aceituna era un gran regalo
por su escasez y a los invitados se les obsequiaba, como un gran honor, con tres aceitunas.
También llevaron vacas, bueyes, camellos, gatos y cerdos entre otros.
Entre los alimentos que se exportaron de América al resto del mundo, se pueden citar:
maíz, cacao, patata, pimiento, tomate, judía, girasol, calabaza, piña tropical, aguacate, batata,
mandioca, cacahuete, chirimoya, papaya, vainilla y chumbera.
Entre los alimentos que el Viejo Mundo introdujo en América se encuentran: trigo,
caña de azúcar, vid, arroz, café, cítricos, olivo, melón, mango, cáñamo.
El desarrollo del comercio colonial que siguió a las expediciones europeas hacia América,
África y Asia reforzó la corriente de alimentos y de condimentos exóticos hacia el Viejo
Mundo. Así, llegaron, entre otros productos, el maíz, la patata, el boniato, la habichuela, el
tomate, el pimiento, el girasol, el pavo ..., de tal modo que la alimentación cambió
profundamente y continuó transformándose a medida que aumentaron los espacios
conquistados y se aseguraron y mejoraron las comunicaciones entre las colonias y las
metrópolis.
Después del siglo XVI, las cocinas africanas y europeas fueron transformadas como
consecuencia de la introducción de numerosas plantas importadas de América. La
introducción de la patata en la alimentación de los irlandeses, la llegada del tomate a los
Estados Unidos, "patria del Ketchup", o del maíz y la mandioca a África son fenómenos
relativamente recientes. Resulta difícil, por ejemplo, imaginar la cocina italiana sin las pastas
(procedentes de China, pasando por Alemania, hacia el siglo XV) y sin la salsa de tomate,
procedente éste de América.