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EL DESCUBRIMIENTO Y LA

ALIMENTACIÓN
IDENTIFICACIÓN DE PRODUCTOS
El Descubrimiento de América resultó un acontecimiento importante para la
agricultura y la Alimentación mundial. Los conquistadores llevaron a América, junto con su
cultura, religión y costumbres, nuevos hábitos alimenticios, a través de los cultivos de plantas
y animales domésticos, e importaron además de relatos de riquezas asombrosas y costumbres
exóticas, productos de la tierra desconocidos en el Viejo mundo.

Estos intercambios se debieron en primer lugar a la necesidad de crear una reserva


alimenticia para las poblaciones de colonos europeos que tardarían en adaptarse a las plantas
indígenas. Existía una gran preocupación por abastecer a estos pobladores con alimentos de
sus regiones originarias. Esto suponía mantener comunicaciones continuas, costosas y a
veces impracticables con los puertos europeos. Además, no siempre se conseguía que el
material importado se adaptase al continente Americano. Por lo que los conquistadores se
veían obligados a recurrir con frecuencia a los productos locales, lo cual supuso un
conocimiento de estos. Por otro lado, las comunidades indígenas obligadas a convivir con las
costumbres europeas, e incluso a cultivar para sus dominadores plantas ajenas a sus culturas,
acabaron adoptando técnicas agrícolas y plantas de los colonizadores.

Estos acontecimientos supusieron una transformación gradual de los sistemas de uso


de la tierra, de la economía agrícola y de los hábitos alimentarios. Desaparecieron productos
o quedaron marginados, cediendo su lugar a otros hasta entonces desconocidos.

La alimentación de los indios


se sabe que se dedicaban con preferencia y gran actividad a la agricultura. Su
alimentación era fundamentalmente vegetariana; ingerían los hidratos de carbono y la
celulosa con deficiente conocimiento, siendo mal asimilados por el organismo. Las proteínas
eran escasas.

El maíz era considerado como alimento nacional y su hurto muy castigado,


imponiéndole al ladrón la pena de cortarle los brazos. Se tenía un gran respeto por los
sembrados, de tal forma que cerraban los huertos con un hilo de algodón, siendo delito entrar
en tal cercado; además tenían la creencia de que moría rápidamente quien quebrantase la
prohibición.

Las mujeres hacían la sementera del maíz, así como la del “axi” oloroso (chile), que
era el cultivo más delicado. El cuidado de los cultivos no se encomendaba a esclavos, ni a las
clases inferiores, ya que eran cuidados por las clases superiores.
La cosecha de coca era privilegio del Inca. Masticar coca sólo lo hacían los nobles y
estaba prohibido al trabajador para no mermar sus fuerzas, pues si bien la coca hace al indio
insensible al hambre, la sed y el cansancio también lo hace indiferente e indolente.

El Inca instalaba depósitos de comida en cada provincia, al cuidado de una persona


principal que controlaba los gastos. En las guerras tomaban de estos graneros lo que
precisaban. A los pobres y huérfanos que no podían trabajar, les daban de estos depósitos, a
cuenta del Inca, el sustento necesario. En las malas cosechas también repartían de estos
depósitos para evitar el hambre de sus vasallos.

El Emperador hacía tres comidas en una mesa de un palmos de alta; los manjares eran
guisados y presentados de forma muy menudita o picada, y el vino era maíz fermentado
conocido por “chicha”. El Inca comía solo pero le acompañaba como espectador el médico
más favorito, entre los muchos que tenía en su Palacio Real, y que no podían visitar a ningún
enfermo sin que el Inca lo supiese y permitiese.

Los indios peruanos celebraban en el mes de agosto y con mucho esplendor la “fiesta
de la salud”, para implorar a los que aplacasen su cólera y ahuyentasen las enfermedades. En
este día, no reñían unos con otros, se comían los mejores manjares y bebidas, quemándose
gran parte de estos en los templos como ofrenda de los sacerdotes a los dioses. Al finalizar
los diferentes actos, iban a sus casas y preparaban una pasta con maíz molido y agua,
untándose con esta el rostro y la ropa, las puertas y los alimentos, y enviaban platos llenos
de esta pasta a los familiares difuntos para que no estuviesen enfermos y gozaran de las fiestas
que duraban 6 días.

Las ofrendas a los dioses consistían en hojas de coca, maíz, “espingo” (fruta seca de
almendra muy olorosa), plumas de colores y blancas, polvos de colores variados, bollos de
maíz cocidos, “chicha” y también solían quemar sebo de carnero.

El indio hacía dos comidas diarias. La más fuerte a las 8 de la mañana y la cena a las
4 de la tarde. Durante las comidas no bebían. Las comidas eran a base de maíz cocido con
“aji” (pimiento muy picante), añadían pescado traído de zonas costeras o carne, patatas y
sopas de “chenopodium”. El maíz molido y tostado que preparaban las mujeres en forma de
tortilla, hacía las veces de pan.

Preparaban un alimento llamado “tocos”, enterrando en un pozo mazorcas de maíz y


patatas previamente desecadas al sol, lo tapaban con piedras y tierra que lo aplastaban y
remojándolos de vez en cuando con agua, lo dejaban durante 3 ó 4 meses. Era un delicado
manjar muy apreciado que comían fresco y húmedo. Repetían la operación al recoger la
cosecha y se comían la anterior.

En depósitos de barro amasados con paja conservaban maíz, carne seca curada al sol,
salada y sosa, pescado sin sal seco al sol, ovejas y carneros vivos.

La bebida popular era la “chicha” que preparaban colocando granos de maíz en


remojo durante toda la noche, luego los tendían entre hojas de plátano hasta que germinaban;
después los secaban al sol y molían entre dos piedras para reducirlos a harina, que echaban
en agua y ponían a hervir. Después de filtrado, lo dejaban fermentar en vasijas de barro
durante 3 ó más días hasta que desprendían olor vinoso.

Empleaban como alimento: la chirimoya, la papaya, la piña, el aguacate, la guayaba,


el “maní” o “cacahuet” de semillas feculentas que comían crudas y tostadas, el “tomate
cimarrón”, el frijol, la calabaza...,.

Uno de los principales mantenimientos de los indios era la patata, que les servían de
pan y comían asada, cocida o en guiso. La secaban al sol y la guardaban de una cosecha a
otra, llamándola entonces “chuno”.

Para conservar las patatas las ponían a helar durante toda la noche en grandes
altitudes, secaban la parte acuosa y la patata tomaba aspecto negruzco poco apetitoso, pero
seguía siendo comestible y duraba largo tiempo.

La yuca era una raíz comestible, cocida o asada, de la que sacaban excelente fécula.
Algunas tribus hacían tortitas de pan que llamaban “cazabe”.

Para dar color a los alimentos condimentados empleaban el “achicote” que teñía de
rojo y la empleaban los guerreros para parecer más fieros.

En la cultura Azteca empleaban el cacao como moneda de cambio y además


fabricaban con él una bebida a la que añadían maíz y chile. Le llamaban chocolate.

Las vainas de la vainilla fueron usadas por los aztecas para dar sabor y aroma al
chocolate, constituyendo esta mezcla uno de los gustos más apreciados por las culturas
mejicanas precolombinas.

La llama, considerada un animal sagrado, se aprovechaba como alimento. Las de


menos de 3 años se empleaban como carne, leche y lana. Comían la carne cortada en lonchas
finas y apretada entre dos piedras para hacerlas más delgada. La llama tenía que ser joven,
pues pasando esta edad, tomaba la carne un sabor amargo por las hierbas que comía.

Se comía el perro y los cobayos domésticos, aves de caza, gusanos, ranas, caracoles
y pescados de lagos. En el mar encontraban bogas, rayas, lenguados, anguilas, lubinas y
atunes, focas y tiburones. Pescaban con anzuelo, arpón y red.

La caza se reducía al corzo y ciervo de los Andes que capturaban con redes y
remataban con mazas.

Existían tribus antropófagas como los “chiriguanas” que devoraban a los prisioneros,
descuartizados y luego asados o cocidos con maíz y pimienta. En algunas zonas a los indios
que caían moribundos en las batallas, le bebían la sangre por las heridas. Tuvieron carnicerías
públicas donde se vendía carne humana. Tan ávidos eran de carne humana, que se comían
los hijos habidos con mujeres cautivas, de otras tribus, criándoles con gran esmero hasta que
cumplían los doce años, edad en la que los sacrificaban. Después se comían a la madre,
cuando ésta se hacía mayor. Cuando sus propios muertos morían de forma natural, reunían a
toda la familia y parientes cercanos para comerse al difunto cocido, si era de pocas carnes y
asado si tenía muchas. Los huesos eran enterrados entre grandes llantos y sollozos.

Alimentación y descubrimiento
Cristóbal Colón viajó a las Indias Occidentales buscando las Orientales, porque de
allí venía toda la especiería que tan enorme valor adquiría en el comercio de la época.

España que había dependido hasta entonces de la Señoría de Venecia para


aprovisionarse de especias, encuentra de esta manera, una fuente de riqueza consiguiendo
cargamentos de importantes plantas que suministran remedios, condimentos y conservantes
de alimentos.

Ya en las crónicas del primer viaje aparecen datos sobre el material vegetal, haciendo
referencia a la fertilidad de la tierra y su cultivo, poniendo de manifiesto las prácticas
agrícolas del pueblo. Así se relata como los indios en el afán de ser gratos a los cristianos y
de obsequiarlos, les llevan cosas de comer y otras como el algodón hilado.

En el segundo viaje, además de instrucciones de como debe tratarse a los indios se


envían armas, artillería, alimentos, semillas, herramientas de trabajo, yeguas y algunos
caballos, además de otras especies que se podían multiplicar para que se aprovecharan de
ellas los que iban en la expedición.

En el tercer viaje, los Reyes mandaron a sus costas 300 personas entre las que se
encontraban labradores, hortelanos, un físico, un veterinario, un herbolario y empiezan a
parecer disposiciones para ayudar a la colonización de territorios descubiertos, se incluían
préstamos a los labradores para que sembrasen trigo y se aprovechasen de las cosechas. Se
entregaron a los colonos yeguas y asnos para labrar la tierra, se conceden amnistías a los
delincuentes con tal de que sirvieran en los territorios descubiertos.

De Sevilla sale una expedición que según se cuenta, fue tratada amistosamente por
los indios, bebiendo y comiendo en sus casas como si fueran de la familia. Comían venados,
conejos, ánsares, ánades, papagayos, pescados y pan de maíz.

La fiebre del oro se apoderó de todos los españoles que habían ido al Nuevo Mundo.
Como la única mano de obra abundante que tenían era la de los indios y las encomiendas que
los Reyes habían admitido con fines colonizadores, se interpretaron en el sentido de poder
disponer y mandar en los indios, y éstos no aceptaban este tipo de trabajo, la situación fue
degenerando, de tal forma que los indios huyeron a las montañas para no tener que trabajar.
Este hecho se tradujo en falsas informaciones a los Reyes acerca de que los indios eran
viciosos y gente ociosa, y que la libertad les perjudicaba. Aparecen así las leyes de traslado.

Esta ley supuso que por cada 50 indios, se hicieran 4 casas de paja de 30 pies de largo
por 15 de ancho, que se plantaran 3000 plantas de yuca (raíces de las que se hacía el pan),
2000 “ajes” que se comían como fruta y 250 pies de “axi” que utilizaban para dar sabor a lo
que guisaban. También se les ordenaba que se les sembrase media libra de maíz y que se les
proporcionara media docena de gallinas con un gallo.

Se ordenaron disposiciones complementarias, como la de que los domingos, Pascuas


y fiestas se diera a los indios ollas de carne y que a los que estuvieran en las minas se les
diera una libra de carne al día o en su defecto, sardinas u otro pescado.

Con respecto a los árboles frutales, se dice que entre los que había y los que se llevaron
desde España (naranjas, limoneros, cidras, granados e higueras) hacían tal variedad y calidad
de frutos que en ningún lugar conocido se había visto ni logrado. El comercio del vino no se
había hecho pues aunque había muchas uvas, se las comían todas.

Entre las cosas que se llevaron se encuentra el trigo, estacas de olivo, lechugas,
melones, almendras, caña de azúcar. Los primeros colonos celebraban con fiestas familiares
la época que maduraba por primera vez una fruta de España. La aceituna era un gran regalo
por su escasez y a los invitados se les obsequiaba, como un gran honor, con tres aceitunas.
También llevaron vacas, bueyes, camellos, gatos y cerdos entre otros.

Consecuencias del Descubrimiento


De la dieta americana anterior a 1492 se deduce que las fuentes básicas de calorías
eran el maíz, consumido junto a legumbres que paliaban sus deficiencias nutricionales, la
yuca y en altitudes donde el maíz no resistía las heladas, la patata. Además del consumo de
diferentes frutos y otros productos vegetales característicos de cada zona concreta.

La dieta de España a fines de la Edad Media se basaba en consumo importante de pan


y derivados de la harina de trigo, verduras condimentadas con pimienta y azafrán, lentejas,
garbanzos, frutas propias de cada región (higos, uvas, manzanas, cítricos, sandía, aceitunas),
arroz, frutos secos y dentro de las bebidas destacar el vino. Destacaba también el consumo
de fritos en aceite de oliva y el gusto por la pastelería, en la que tuvo influencia la cocina
hispanomusulmana.

El Descubrimiento supuso un intercambio fundamental en el campo de la agricultura


y la alimentación e incluso de ciertos hábitos cotidianos, como el café y el tabaco.

Entre los alimentos que se exportaron de América al resto del mundo, se pueden citar:
maíz, cacao, patata, pimiento, tomate, judía, girasol, calabaza, piña tropical, aguacate, batata,
mandioca, cacahuete, chirimoya, papaya, vainilla y chumbera.

Entre los alimentos que el Viejo Mundo introdujo en América se encuentran: trigo,
caña de azúcar, vid, arroz, café, cítricos, olivo, melón, mango, cáñamo.

En Europa se puede destacar el papel de la patata en la dieta de los irlandeses, donde


una plaga de este vegetal supuso una catástrofe alimentaria; o los tomates y los pimientos en
la dieta mediterránea, o el chocolate y la vainilla en la repostería francesa y vienesa.
EL COMERCIO, EXPEDICIONES Y LOS NUEVOS PRODUCTOS

El desarrollo del comercio colonial que siguió a las expediciones europeas hacia América,
África y Asia reforzó la corriente de alimentos y de condimentos exóticos hacia el Viejo
Mundo. Así, llegaron, entre otros productos, el maíz, la patata, el boniato, la habichuela, el
tomate, el pimiento, el girasol, el pavo ..., de tal modo que la alimentación cambió
profundamente y continuó transformándose a medida que aumentaron los espacios
conquistados y se aseguraron y mejoraron las comunicaciones entre las colonias y las
metrópolis.

Después del siglo XVI, las cocinas africanas y europeas fueron transformadas como
consecuencia de la introducción de numerosas plantas importadas de América. La
introducción de la patata en la alimentación de los irlandeses, la llegada del tomate a los
Estados Unidos, "patria del Ketchup", o del maíz y la mandioca a África son fenómenos
relativamente recientes. Resulta difícil, por ejemplo, imaginar la cocina italiana sin las pastas
(procedentes de China, pasando por Alemania, hacia el siglo XV) y sin la salsa de tomate,
procedente éste de América.

La llegada de los conquistadores a América produjo una transmigración de especies


alimenticias, realizándose, primeramente, un intercambio regional entre los diversos cultivos
que los españoles habían incorporado a su dieta lo que implicaba un traslado de plantas de
unas zonas a otras que enriqueció una oferta alimenticia que se vio aumentada con la
incorporación de especies trasplantadas de Europa.

DE AMÉRICA A EUROPA DE EUROPA A AMÉRICA


Maíz Algodón
Frijoles Cebada
Patata Trigo
Cacao-chocolate Arroz
Cacahuete Caña de azúcar
Tomate Vid-uvas
Calabaza Plátanos
Piña Café
Aguacate Naranjas y limones
Maguey-pita Aceite de oliva
Tabaco Mango
Yuca-mandioca Caballo
Batata Vaca
Pavo Cerdo
Oro Cabra
Plata Oveja
Maderas finas Utilización del hierro
América ofreció al mundo europeo una variedad de productos hasta entonces desconocidos,
pero, a su vez, recibió especies inexistentes en el nuevo mundo. Las especies vegetales
domesticadas que América ofreció a Europa constituyen el 17% de todas las cultivadas en el
mundo. En Europa muchas de ellas pasarían a incorporarse a la dieta cotidiana de sus
habitantes. La patata fue aceptada más lentamente que otros productos tropicales, pero, aun
así, llegaba a los países del norte de Europa a fines del siglo XVI. Pronto se convirtió en el
componente principal de la dieta de los pobres, y en el siglo XVII las hambrunas pudieron
ser superadas gracias a ella.

El maíz, demostrada su capacidad para alimentar poblaciones densas, fue aceptado


rápidamente por los europeos. La batata, boniato o camote, de rápido crecimiento y
producción elevada, se introdujo en España al principio como golosina, se vendía en trozos
y confitada y se le atribuyeron propiedades afrodisíacas. Otras plantas de rápida difusión
fueron los frijoles, el cacahuete, los tomates, los pimientos, el chile o ají,
las chirimoyas, aguacates, piñas, mamey, papaya y otros frutos tropicales.

Entre las plantas medicinales se adoptaron la quina, la zarzaparrilla y otras. La aceptación


del cacao con el que mayas y mexicas fabricaban el preciado chocolatl, fue muy rápida; y
junto con él fue transmitida la utilización de la vainilla.

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