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Musa, Carolina
Mariposas mutantes en Fukushima / Carolina Musa. - 1a ed
ampliada. - Rosario : Brumana, 2021.
Libro digital, EPUB - (Brumana Libre ; 1)
MARIPOSAS MUTANTES EN FUKUSHIMA
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-47561-6-9
Una cucaracha se retuerce en el piso del baño. Hoja que cae de árbol.
La veo padecer desde mi trono, la alcanzo Hoja caída de árbol que piso aplasto
con un solo movimiento de mi pie. mierda de perro en la vereda
Pero no la piso, fumo, no consigo me ensucio me limpio
tomar la decisión de acortar el calvario. las suelas de las zapatillas, rumio
(Qué es morir pienso qué diferencia hay mis talones el agujero la desidia
entre una leche espesa y una espesura lechosa me limpio me limpio un operario
pegoteada en la suela) idéntico en una fila de operarios
A veces la omnipotencia puede ser vergonzosa con casco y mameluco anaranjado sobre un
o la impotencia, qué más da. camión de basura
Al fin se queda quieta: grita un piropo irreproducible
muerta de muerte natural y yo que incluye las palabras
inocente, apenas descanso del tormento psíquico muevo
cuando la mentirosa da media vuelta sorete
y corre hasta el resumidero de un tirón. mami
la fila anaranjada se ríe tan rápido se calla luz
verde en el semáforo luz
amarilla al dorso de la secuencia
risa piropo camión fila mierda hoja como implosión
de otoño.
CELESTE
SAN LORENZO AL 3200
Cable.
Suelo.
Alero.
montada en un andamio de enanos alados que so-
REFRACCIÓN ñaste
Subís al siguiente, conseguís
sentarte sin que el viejo zorro te apoye la verga
contra el pantalón, está un poco vencido
Eso que ronda, una qué cosa −el asiento, igual abrís el libro
en el bullicio de la calle Ovidio Lagos Los sinsabores del verdadero
a las siete de la mañana eureka un policía
no uno sino dos pájaros muertos se acomoda rígido impasible al lado tuyo
anticipan el pronóstico del día Te vas en la coincidencia, no tenés
Los augurios son así papel para anotar, borroneás
se van cumpliendo a medida que el dorso del boleto, te bajás mal, Arijón y Finisterre
pisás mierda en la vereda, musaraña, donde supo vivir el pintor Musto lo confirma
medías palabras para metamorfosear la placa de bronce, los horarios, la escuela está
eso que ves y oís cerrada
En el tiempo que pasás lamentándote Esperás con una señora que tiene cuatro hijos
por tu actitud hedonista la más grande médica, el segundo gasista
limpiándote la suela en un cantero el tercero viajante y la última
perdés el 142 negro desde chiquita quiso pintar dibujar etcétera
pero de un modo −absurdo Te fulminan unas súbitas ganas de fumar
no te respondieron los músculos del brazo hundís la mano en la cartera: un foso
ni los de la lengua, a veces azul, los dedos, las llaves, el teléfono
ya te pasó, algo como una lisiadura cerebral Le dejás a Musto la birome reventada
esta incapacidad de impartir órdenes tipo ofrenda en la puerta y atás cabos, es obvio
al resto del cuerpo: el juicio el presagio en tres palabras que grita un vecino
atrás, adelante el canillita de la vereda de enfrente:
canoso sobreviviente mueve los pies Hay paro municipal
lleva los diarios La perplejidad no te gana, te reís
a los autos parados en el semáforo El 142 es un chárter directo al cementerio
Lo hubieras dejado ahí toda la tercera edad apoltronada
Pero hacés caso omiso en los asientos, el chofer
un cerdo insensible está apurado, frena
acelera frena, ya sabés de qué hablo GEOMETRÍA DE BALCÓN
te sostenés como podés
ni te sorprende que desvíe por San Juan
la triple C tiene cortada San Lorenzo, la peatonal
sin inspectores un aspecto de mercado Una ventana redonda
norteño que saudade aquí ahora tima la simetría rectangular
No saludás al portero del horizonte. Justo sobre el círculo
No echás el polvo matutino cae un rayo de sol: una línea
Te dormís amarilla diagonal ilumina el cable
Te despertás al mediodía con el ringtone del celular que sale de ahí mismo
Salís corriendo a la parada y sube por la pared hasta las alturas
Tu hijo baja de un 122 dice que le fue bien del tanque de agua, tres pisos
que un chino inventó una capa de invisibilidad suficientes para embaucar
Es una malla de ínfimas estructuras trapezoides lo que no se ve: un señor
que permiten la refracción perfecta de la luz podría estar rascándose la panza
Su argumento es irrefutable: sentado en el inodoro
Sin luz no hay visión. mirando su televisor de baño
tranquilo, con la connivencia del
astro rey.
Lo demás es lo de siempre: palomas
a esta hora ensimismadas en
a) cada una de las tres claraboyas
que asoman del techo de tejas
de la casona antigua
con el pecho inflado,
las alas quietas siguiendo un patrón absurdo
unas miran para allá
otras para acá, a 45 a 30 grados
b) dos tres once doce trece
quince palomas en el suelo del entrepiso
exploran los cerámicos cruzando
los confines del ficus
III.
No parecen temer a lo desconocido, a nada RUTA 33
pero su estrategia es errática:
se chocan en el vértice de la baranda
andan por el suelo
en círculos, a escasos centímetros una de otra
(Calcular: cuánto tiempo
cuántas generaciones podría tomarles
ir cerámico por cerámico? Medir)
Ahí tenés, por la tangente
el afán clasificatorio
al servicio de la contingencia
en la hora palomosa diurna
no hay vuelos que alimenten líneas
imaginarias ni puntos
de fuga en el cielo
sólo dos categorías a) b) la abstracción
para dos comportamientos
perfectamente extrapolables
a las fracciones que vuelven de material nocturno
(¿Qué pasó anoche? Procesar)
a) El vigía absurdo
b) El explorador errático
a) El vigía absurdo
con interjecciones de asombro, luego risa.
El caballo Opina que no dejó un solo cabo sin voltear.
a la sombra de un árbol Él guardó las fotos de la última reunión
con un haz de luz entre los ojos en su dispositivo portátil.
como un unicornio. Están Varela, Forte y Morettini.
Los nombra así, por sus apellidos.
Varela está en la Tercera.
Ruiz en la caballería del Parque Independencia.
Portillo en la Cuarta.
Lo que veo es exceso: A Cáceres lo volaron, está
llanura, cementerios, GÍRGOLAS (un cartel) de seguridad privada en el Vilela.
y asoma una operación lingüística trivial de
sustitución: gárgolas, unicornios
para el catálogo mítico de la pampa.
Llueve a cántaros.
El agua
hace surcos paralelos
Ridícula la fila de camiones y ridículo el pasto en la ventanilla empañada
idéntico delicado tranquilamente inducido del colectivo.
al orden. Aún así Un tipo
unos pájaros blancos comen cereal. con el cigarrillo en la boca, apagado,
desliza sus cinco dedos
sobre el insólito campo.
Soplo el vidrio.
Las luces de la ciudad no son Pienso en su interlocutor imaginario
velitas de cumpleaños clavadas en la llanura. inmediatamente en eso otro
sobre la imagen sin mediación de la abstracción.