Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Su utilidad está relacionada con la identidad de un pueblo ya que sirven para mantener en
la memoria colectiva algún hecho o proceso que se quiera recordar mediante su
conmemoración. Por lo tanto siempre hay que preguntarse cuál es el sentido que se tiene
para que un acontecimiento sea recordado, es decir saber cuál es su valor simbólico para
ser llevado al aula. Algunos han ido cambiando a través del tiempo y hasta incluso han
girado en su sentido como por ejemplo el 12 de octubre.
La finalidad de las primeras efemérides tuvo que ver con la construcción del Estado
nacional en donde el país necesitaba sentar las bases simbólicas para unir a toda la
población bajo la misma identidad. Por eso mismo es que la mayoría de las efemérides
tienen que ver con hechos y procesos comprendidos entre 1810 y 1850 y con un marcado
centralismo porteño. Luego fueron surgieron otras que tienen que ver con otros procesos
más modernos. Algunas efemérides no coinciden lo que se conmemora con el hecho en sí
mismo, por ejemplo el día de la muerte de Sarmiento se conmemora el día del Maestro.
Las efemérides históricas de nuestro país son:
La Historia positivista
Postura positivista de la historia.
Ejemplo Revolución de Mayo: solo se enumeran los hechos día por día, hecho por hecho,
no se busca comprender ni observar sus variables.
Es decir que el concepto de Historia incluye la realidad histórica tal y como objetivamente
aconteció y el conocimiento histórico, o sea la ciencia que pretende develar la realidad
histórica mediante el trabajo del historiador.
¿Cuál es el objeto de la historia?
Es desde el siglo XIX cuando los historiadores comienzan a reflexionar sistemáticamente
acerca de las causas de los hechos históricos, de cuándo, dónde y cómo ocurrieron.
La objetividad en la historia.
Hay que aclarar que objetividad y verdad no son sinónimas. Al decir “lo más objetivo
posible”, nos referimos a la búsqueda de objetividad, de acercamiento a la realidad, de
mayores grados de consenso. No significa que la selección de datos pueda realizarse en
forma arbitraria ni tampoco que el historiador pueda “crear” el hecho histórico.
Cuando inicié mi carrera como maestra ya teníamos algunos problemas en torno a estas
cuestiones: no nos conformaba la manera acartonada y ritualista de enfrentar las efemérides en la
escuela, pero al mismo tiempo no encontrábamos formas de transitar otros recorridos. Así fueron
pasando diferentes tendencias a lo largo del tiempo, sobre todo para los niveles inicial y primario,
que podríamos resumir así:
Los actos escolares tradicionales: tal como los conocimos en nuestra infancia, llenos de
momentos solemnes a donde se recordaba a los próceres o hechos correspondientes a
cada fecha. Seguían una estructura precisa plasmada en un protocolo, y se perpetuaron de
manera contundente a lo largo de muchos años.
Otro de los “recursos vintage” para los efemérides es sin duda el retorno de las interpretaciones
de personajes disfrazados, en sus versiones “a cargo de los chicos” (altamente festejada por los
padres) ó a cargo del equipo docente.
Yo creo que cada efeméride es una oportunidad de reflexión y análisis de nuestra historia y de
nuestra cultura. Vista de este modo, las estrategias que pongamos en marcha pueden ser más que
heterogéneas, pero me parece que lo que siempre deberíamos atender es el trabajo con fuentes
diversas que se puedan contrastar. Ya sabemos lo que decía la canción: “Si la historia la escriben
los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia”.
En los últimos años se ha producido mucho contenido digital y audiovisual respecto de estos
temas y eso es un aporte invalorable. En nuestro país las producciones de Canal Encuentro;
el canal Paka Paka; los portales específicos del área, han enriquecido muchísimo el acceso a
materiales. Tal vez lo que nos debemos es reflexionar acerca de la diversidad de perspectivas que
ofrecen o bien quedarnos con la responsabilidad de contrastar con materiales y fuentes que den
cuenta de otras miradas para poder confrontar. Encuentro colegas que los usan como única fuente
y otros que los descartan de plano, cuando en realidad ninguna de estas posiciones nos permite
reflexionar sobre el conocimiento histórico.
Como decíamos antes, los símbolos son factor de cohesión. Pueden aparecer cuando trabajamos
un proyecto didáctico sobre el Mundial o pueden aparecer en las efemérides, pero
indudablemente ese conjunto de rituales que contribuyen al desarrollo de un sentido de
pertenencia y que generan identificación cultural son necesarios y la escuela ocupa un lugar en
relación a ellos. ¿Ese lugar tiene que ver con la solemnidad? A mi entender, nada debería estar
más alejado. La solemnidad con la que se ha investido a estos rituales es lo que ha generado un
enorme rechazo hacia ellos durante mucho tiempo. Tomó muchos años poder reencontrarse con
los símbolos desde el valor de la representación y desde los afectos como para volver a ponerlos
en escena desde su peor arista.
Cantar un himno que nos representa; saludar a la bandera; saber quiénes tuvieron un papel
determinante en nuestra historia forman parte de nuestra cultura. Y no basta con “ejercitarla”
sino con conocerla para comprenderla, dejar de “repetirla” de manera mecánica. Nos debemos
espacios de debate con los chicos para entender su valor en vez de imponerlo “porque sí”.
Creo que aquí sí deberíamos romper con este supuesto. Conmemorar no necesariamente implica
montar un acto de enorme envergadura: podemos conmemorar desde la propuesta de una
actividad con nuestro grupo, incluso sin necesidad de tener que convocar ese día a las familias. Sin
embargo, pareciera que esta opción nunca aparece como factible y que existe una imposición por
desarrollar actos escolares ante toda efeméride.
En este punto sería interesante pensar sobre las implicancias del concepto de “conmemoración”.
Vincular esta idea siempre a la de acto escolar nos pone en una situación difícil. Quizás a donde
puede verse con mayor claridad es cuando abordamos el Día de la Memoria, la Verdad y la
Justicia, a donde no siempre pensar en términos de la realización de un acto conforma las
expectativas pedagógicas que tenemos. Así que no siempre podremos encontrar la respuesta a las
efemérides en los “actos escolares”…
Por último, creo que nos debemos la construcción de una agenda de efemérides no
convencionales, relevantes para cada contexto y comunidad particular. No basta con la agenda
“que nos viene dada”: es necesario abrir un espacio a las conmemoraciones que son específicas de
los contextos en los que trabajamos y que representan culturalmente lo local. Esos que no vienen
en “el calendario del ciclo lectivo” pero que tienen tanto o más valor que cualquier otra para las
familias que conforman las comunidades educativas de nuestras escuelas.
https://pensarlaescuela.com/2015/08/13/efemerides-en-la-escuela-siempre-en-debate/