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El presente comentario se divide en dos partes. En primer lugar, hablaremos sobre cómo se
construye el texto para que sea coherente. En segundo lugar, detallaremos cuales son los
mecanismos cohesivos que posibilitan la coherencia del texto; todo esto sin perder de vista
cuál es su ámbito de uso: el literario.
Así pues, en primer lugar, hablaremos sobre el plano del contenido, la coherencia de este
texto. Debemos fijarnos primero en su estructura externa: se trata de un texto literario en
verso, un poema, de métrica irregular y formado por cuatro estrofas. Su ámbito es el literario
y, por su naturaleza de poema y su superestructura, estamos ante un texto expositivo.
En lo que respecta al plano de la expresión, a los mecanismos cohesivos que utiliza el autor,
debemos hacer hincapié en el ámbito del texto: el literario. Debido a esto, el poema se
compone de metáforas continuadas que están sobre en relación con la juventud y la vejez. Es
decir, las metáforas presentes en el texto podríamos dividirlas en dos campos asociativos. Las
que encontramos en la primera parte están ligadas a la “primavera” (segundo 2 verso) de la
vida: la adolescencia, a la que se hace referencia en el sexto verso de forma directa. Todas ellas
están asociadas a la luz, al calor, a la alegría, a una subida literal, física, y figurada (“subí”, en el
séptimo verso) que se contrapone a la caída (“caí”, en el décimo verso) que llega con la vejez.
La última etapa vital también lleva asociadas otras metáforas, referidas a la oscuridad, a la
“sombra” (verso noveno), a la infinitud que acompaña a la muerte en ese “mundo insaciable”
(décimo verso), infinito. Así pues, este juego de antónimos se extiende a lo largo del poema a
través de las distintas metáforas que lo componen, sintetizándose en juventud-subida-luz
frente a vejez-caída-oscuridad.
Así, al menos, lo experimenta la voz poética, que explicita que es su experiencia con la deixis
personal del primer verso (“yo”) y en uso de la primera persona en los verbos.
Verbos que forman un círculo, el ciclo vital de la voz poética. Siempre en pasado, el poema
comienza con una forma del pretérito que da sensación de movimiento aunque se trate de un
estado ya pasado y acabado: “fui”. A este lo siguen los verbos asociados a la juventud, la
curiosidad y la alegría, y después los relacionados con la caída en las sombras: la vejez.
Finalmente, acaba con una forma pretérita del verbo ser que inspira quietud, la sentencia de
haber llegado al fin: el cierre del círculo que fue su vida, contada desde el presente, desde esos
días sin vida.
Así pues, este texto utiliza mecanismos cohesivos de forma entremezclada, involucrando la
metáfora con la antítesis y jugando con los tiempos verbales para que el lector acompañe a la
voz poética en su recorrido vital. Gracias a estos mecanismos el autor ha logrado crear un
texto coherente y bien cohesionado a la vez que lírico.
Bibliografía