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El presente comentario se divide en dos partes. En primer lugar, hablaremos sobre cómo se
construye el texto para que sea coherente. En segundo lugar, detallaremos cuales son los
mecanismos cohesivos que posibilitan la coherencia del texto; todo esto sin perder de vista un
tercer plano que se da con la pragmática: el de la adecuación del texto.
Así pues, trabajaremos primero del plano del contenido, la coherencia: cómo el autor lleva a
cabo su plan global y cuál es la intención que persigue con el texto. Debemos fijarnos primero
en su estructura externa. Se trata de un texto literario en prosa que está formado por
secuencias heterogéneas, siguiendo la nomenclatura de Adam. La secuencia dominante es
narrativa, lo que evidencia su superestructura, pero también tiene secuencias argumentativo-
expositivas.
Así pues, entrando en lo que Van Dijk llama coherencia lineal, el texto se divide en tres partes:
una primera secuencia narrativa que habla sobre el deseo frustrado de la madre, ávida lectora
que quería estudiar pero no pudo por ser mujer (líneas 1-9); una secuencia argumentativo-
expositiva en la que la narradora ofrece una serie de opiniones a raíz de una lectura que la
llevan a argumentar en contra de los finales a los que se ven sentenciadas las mujeres por
presión social, el casamiento (líneas 9-21); y, por último, otra secuencia narrativa, sobre la
situación de la madre y el apoyo y defensa de esta a su hija para que ella sí estudiara (líneas
21-28). Por tanto, según Bernard Combettes, estaríamos ante una progresión temática de
temas derivados. Cada secuencia parte del mismo tema general, y cada tema tiene su propio
rema, pero todos están relacionados entre sí.
Respecto al plano de la expresión, uno de los mecanismos cohesivos más importantes del
texto es la foricidad, la recurrencia léxica total que se da en la línea 21. El texto comienza
diciendo “mi madre” y, tras la segunda parte, en la que la voz se aleja del tema principal y
divaga, vuelve a repetirse el mismo sintagma nominal: “mi madre”. Así, nos trae de vuelta a lo
que venía a contarnos: las diferencias que hay entre su madre y ella en cuanto a educación en
clave de género, los pequeños avances en materia de igualdad.
También es importante el uso de la deixis temporal, pues nos ubica en un momento concreto
de la historia. El punto de referencia clave se encuentra en la línea 24: “después de la guerra”;
es decir, después de la guerra civil española, los años 40-50 del siglo XX. Va saltando en el
tiempo con otras marcas deícticas temporales “desde pequeña” y “entonces” para hablar de
tiempos pasados, anteriores a los años 40; y “cuando yo hacía bachillerato” para saltar a un
momento posterior, aunque también en el pasado. Todas estas marcas nos indican que se
trata de un pretérito lejano, lo que explica que vaya yendo y viniendo en el tiempo y la
narradora divague sobre temas relacionados. Se trata sus recuerdos entremezclados con
pensamientos elaborados en el presente, pero siempre de forma coherente gracias a las
referencias endofóricas y exoofóricas.
Otros mecanismos cohesivos que debemos mencionar son los procedimientos léxicos que
alimentan el tema y la tesis del texto. Gracias a la construcción de dos campos asociativos
sabemos cuáles son los papeles que tenían hombres y mujeres en tiempos pasados y, por
ende, cuáles son los avances que se han conseguido en los derechos de las mujeres. Por una
parte, están las tareas asignadas tradicionalmente a la mujer (líneas 22 y 23), ejemplificada en
la madre; por otra, las actividades ligadas al hombre (líneas 4 y 5), representadas en los
hermanos de esta. Se ofrecen dos contraejemplos a estos roles: la protagonista del libro sobre
el que divaga, que al final sucumbe a la presión social y por lo que es criticada por la narradora;
y la propia narradora, que se muestra en camino de convertirse en ejemplo disruptivo, acorde
con los avances feministas y en contra de los valores tradicionales de la sociedad patriarcal.
Encontramos algunos marcadores del discurso, siendo el más relevante “la verdad” (línea 21),
clasificado por Portolés como un operador discursivo de refuerzo argumentativo que fortalece
la naturaleza argumentativo-expositiva de esa secuencia, que acaba con lo que sigue al
operador: “me daba mala espina”, referido al casamiento como final al que la mujer debe
aspirar.
Así pues, este texto narrativo hace un buen uso de los mecanismos cohesivos para dar
coherencia a un texto cuya lectura podría haber sido dificultosa si no llega a ser por estos. Y
decimos esto especialmente por la segunda secuencia. Gracias a la referencia endofórica con
la que comienza la tercera parte cobra sentido el contenido de la segunda parte y, con ello, la
primera, que le sirve al autor para iniciar un discurso no tan taimado sobre los avances de la
lucha feminista y el camino que queda por recorrer.
Bibliografía