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ORFISMO Y DIONISISMO
1. INTRODUCCIÓN
1
Nilsson, 1935, 184 s.; Burkert, 1977, 6 s. Véase caps. 31 y 45.
2
Burkert, 1985, 48.
3
Burkert, 1977, 7.
4
Hdt. 2.81, E. Hipp. 952 ss. Como veremos en este estudio, las relaciones entre Orfeo
o los órficos y Dioniso o los ritos dionisíacos son evidentes en numerosos textos. A modo
de síntesis, véanse las láminas de Olbia (OF 463-465), Palaeph. 33 (50.7 Festa), Damag. AP
7.9, Apollod. 1.3.2, Cic. ND 3.58, Str. 10.3.23, D. S. 1.23.2, 3.65.6, 5.75.4, Plu. Alex. 2,
Quaest. conv. 635E, Clem. Al. Prot. 2.17.2, Hippol. Haer. 5.20.4, Procl. in R. 1.174.30
Kroll, in Ti. 3.297.8 Diehl, Thdt. Affect. 1.21, Lyd. Mens. 4.51.
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5
Como sí hace, en cambio, Nilsson, 1957, 143.
6
Cfr. caps. 14, 15, 16, 19, 20, 22, 27.
7
Aristid. Or. 41.2 (OF 684).
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Capítulo XXXII
Doliéndose (i. e., Lieo) por la pérdida del vate de sus ritos.
8
Eratosth. Cat. 24 (A. Fr. p. 138 Radt, OF 536).
9
Véase cap. 7, § 1.2.
10
Hyg. Astr. 2.7 (OF 1034).
11
Hyg. Astr. 2.6 (OF 1075).
12
Cfr. cap. 6.
13
Apollod. 1.3.2 (OF 501). Los comentaristas están de acuerdo en interpretar eu|re en
el sentido de «descubrir» y no de «encontrar, ver por casualidad», que podría enlazar con la
variante que dice que Orfeo fue despedazado por contemplar los misterios.
14
Ov. Met. 11.68 (OF 498).
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Orfismo y dionisismo
Orfeo, que allí se custodiaban, veían la luz del sol15. Otra prueba más
de la relación entre el mito de Orfeo y Dioniso es el relato de Lucia-
no, según el cual los habitantes de Lesbos enterraron la cabeza de
Orfeo en el mismo lugar en que se levantaba el templo de Baco en
tiempos del autor16.
15
Paus. 9.30.9 (OF 1055).
16
Luc. Ind. 11 (OF 1052).
17
Cfr. cap. 2, esp. § 2. Véase, por ejemplo, Clem. Al. Prot. 2.17.2 «Orfeo el tracio», o
el asombro de Paus. 10.30.6 (cfr. Perdrizet, 1910, 101) ante la apariencia griega de Orfeo
en la pintura de Polignoto.
18
Il. 6.130 ss., cfr. Perdrizet, 1910, 45 ss., 66 ss., 71 ss. –quien sostiene que Tracia había
sido la cuna de la religión de Dioniso y del dionisismo extático–; Rohde, 21925, II 332 ss.;
Berti-Gasparri, 1989, 15. En la actualidad el origen se localiza en la cultura minoicocreten-
se, cfr. Henrichs, 2003b, 480.
19
Eratosth. Cat. 24 (140 Rob. = A. Fr. p. 138 Radt, OF 536).
20
Perdrizet, 1910, 39 s.; Jeanmaire, 1951, 99 s.; Freyburger-Galland-Freyburger-Tau-
til, 1986, 80-85; Fol, 1993b.
21
OF 463 (IOlb. 94a Dubois), Hdt. 4.78 s., Mela 2.17 (OF 924), D. S. 3.65.6.
22
D.18.259 (OF 577 I); D.S.4.4.1: «Cuentan algunos que había otro Dioniso muy ante-
rior al que acabamos de mencionar. Pues dicen que nació de Zeus y Perséfone el Dioniso
que algunos llaman Sabazio, cuyo nacimiento, ofrendas y honras se celebran de noche y de
forma oculta por la vergüenza que provoca la interrelación de sexos»; la participación de hom-
bres en los ritos es más propia de cultos órficos que dionisíacos y además Diodoro coinci-
de con Demóstenes en que se trata de celebraciones nocturnas; Iambl. Myst. 3.10.121: «La
fuerza de Sabazio se vuelve familiar en los ritos y purificaciones de las almas y en las libe-
raciones de antiguos recuerdos» (nótense las coincidencias léxicas con OF 350.3: «celebran
ritos y la liberación de las injusticias de los antepasados»), Lyd. Mens. 4.51: «Terpandro el
lesbio dice que Nisa había criado a Dioniso, llamado Sabazio por algunos, nacido de Zeus
y Perséfone, que fue luego despedazado por los Titanes»; sobre la situación de Nisa, cfr.
Scarpi, 1991, 405. Sobre Dioniso Sabazio, cfr. Jeanmaire, 1951, 95 ss.; Freyburger-Galland-
Freyburger-Tautil, 1986, 80-85.
700
Capítulo XXXII
23
D. S.4.25.4.
24
Según Paus. 2.37.5 Dioniso descendió a por Sémele a través de la laguna Alcionia,
que se encuentra en Lerna, en la Argólide, cfr. Clem. Al. Prot. 2.34.2-5. Pero Paus.2.31.2
afirma que la sacó a través del templo de Ártemis Soteira en Trezén. También en una limne
de Lerna Plutón había raptado a Perséfone (Paus. 2.36.7). Tras su apoteosis recibe el nom-
bre de Tione (Apollod.3.5.3).
25
Pi. O. 2.23. Sobre el descenso de Dioniso al Hades en busca de Sémele, cfr. Otto,
1997 (1933) 55 s.; Jeanmaire, 1951, 343 s.; Boyancé, 1965-1966, 95 s.; Scarpi, 1991, 412;
Camassa, 1994, 179; Casadio, 1999, 164 (con fuentes).
26
Camassa, 1994, 180.
27
Sobre el particular, véase cap. 4., esp. § 1.2.
28
Dioniso está representado en una cratera de volutas apulia del 340-330 a.C., conserva-
da en el Museo de Arte de Toledo (Ohio), cfr. Johnston-McNiven, 1996; Olmos, 2001, 304-
307. Orfeo aparece en una cratera de volutas apulia del Museo de Múnich, n.º 3297, s. IV a.C.,
cfr. Schmidt, 1975, 120 ss.; Olmos, 2001, 300 ss.; LIMC III 1 s. v. Dike, 390, n.º 7. Un
modelo muy similar con Orfeo como mediador hallamos en otras crateras apulias proce-
dentes de Matera n.º 336 (320 a.C.), Karlsruhe B 4 (350-340 a.C.) y Nápoles SA 709 (330-
310 a.C.), véanse también caps. 8 y 29.
29
Cfr. cap 27. La muerte de Orfeo a manos de las ménades se remonta a las Basárides
de Esquilo: Eratosth. Cat. 24 (140 Rob. = A. Fr. p. 138 Radt, OF 536), cfr. cap. 7.
30
Procl. in R. 1.174.30 ss. Kroll (OF 503).
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31
Nilsson, 1935, 203 s., no cree que esta versión sea una innovación de Esquilo. Con
el mito del desmembramiento de Dioniso los órficos condenarían los ritos de las bacantes
como crímenes, lo que explicaría la hostilidad del dios hacia Orfeo por blasfemo y su cas-
tigo, semejante al de Penteo, otro enemigo de los ritos dionisíacos (o[rgia).
32
Guthrie, 21952, 33 ss.; Guépin, 1968, 227; Detienne, 1977, 203; Coche de la Ferté,
1980, 182 s.; Turcan, 1986, 237 s.
33
West, 1983b, 69.
34
Burkert, 1977, 38.
35
Ar. Ra. 1030 ss. (OF 547). En su leyenda se dan cita muchas de las características
del héroe: orígenes sobrehumanos, logros maravillosos, muerte misteriosa y renombre
excepcional. Mediante la transmisión de doctrinas y ritos Orfeo proporcionó a los griegos
elementos de civilización, cfr. Linforth, 1941, 35. En Pl. Lg. 677d el nombre de Orfeo se
relaciona con los de Dédalo, Palamedes, Marsias, Olimpo y Anfión.
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36
En la versión de las Basárides de Esquilo transmitida por Eratóstenes se mencionan
ambos episodios de la biografía mítica de Orfeo.
37
IOlb. 94a Dubois (OF 463), Hdt.2.81 (OF 650).
38
Hdt. 2.81 (OF 650, con amplísima bibliografía y referencias a los problemas de lectura).
39
Burkert, 1985, 294.
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Orfismo y dionisismo
orfismo. Por todo ello, lo más probable es que se esté refiriendo a los
ritos de una única corriente religiosa. Es posible que citase juntos los
dos adjetivos con la intención de precisar que se estaba refiriendo a
ritos mistéricos (noción en la que incidiría el calificativo «órficos»)40
relacionados con Dioniso (de ahí el adjetivo «báquicos») pero distin-
tos de los ritos dionisíacos públicos.
Para encontrar otro testimonio que equipare ambas denominacio-
nes hemos de esperar a la comparación que hace Estrabón entre las
artes dionisíacas y las órficas:
40
Nilsson, l957, 144, afirma que en Italia no existen cultos dionisíacos, tal vez porque
considera órficos los cultos allí documentados.
41
Str. 10.3.23 (OF 670).
42
Linforth, 1941, 236 ss.
43
P. Derveni col. XX y Burkert, 1982 (1997), 16. Véase también el mismo valor para el
término banausivh, «charlatanería», en Hp. Morb. Sacr. 18.6.396, cfr. Burkert, 1992, 41 s.
44
Plu. Alex. 2.7-9 (OF 579).
45
Cfr. cap. 56, Moulinier, 1955, 68; Turcan, 1988, 429; Bernabé, 1996b, 83.
704
Capítulo XXXII
46
Como señala Linforth, 1941, 228.
47
Foucart, 1904; Jeanmaire, 1951, 36 ss.
48
Para la discusión véase Festugière, 1956; Dodds, 21960, XI ss.; Henrichs, 1978;
Coche de la Ferté, 1980; Daraki, 1994, 63; Versnel, 1990, 137 ss.; Casadio, 1994a, 98 y n.
75, 119 y n. 12.
49
OF 463, cfr. cap. 24.
50
E. Hipp. 953 s. (OF 627).
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Orfismo y dionisismo
Pues, como dicen los de las teletai: «Muchos son los que portan
el tirso, pocos los bacos»56.
51
Hdt. 4.79 (OF 563).
52
Linforth, 1941, 53 s., West, 1975, 234 s.
53
Cfr. n. 29, así como Burkert, 1977, 4; Cole, 1980.
54
Pl. R. 364e (OF 573 I).
55
Pl. Phdr. 244e (OF 575) «Llegó así (i. e., la demencia) a purificaciones y teletai e
hizo indemne para el presente y el futuro al que participaba de ella».
56
Pl. Phd. 69c (OF 576 polloi; me;n narqhkofovroi, pau`roi dev te bavkcoi).
57
Procl. in Hes. Op. 52 (33.20 Pertusi) «como muestran los que celebran a Dioniso por-
tando el tirso». Sobre los testimonios de iniciados que portan tirsos, cfr. Albizzatti, 1921,
260; Johnston-McNiven, 1996; Bernabé-Jiménez, 2001, 59.
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58
Cfr. Jiménez San Cristóbal, en prensa 1.
59
Dam. in Phd. 1.170 (103 Westerink): «Pues se lo ofrecen a Dioniso (i. e., el tirso) en
lugar del cetro paterno y así lo atraen hacia la existencia dividida. Y ciertamente también
portan el tirso los Titanes». Dam. in Phd. 1.170 (105 Westerink): «Y Sócrates llama a
muchos portadores del tirso a la manera órfica, como si vivieran a la manera de los Tita-
nes». Cfr. Westerink ad loc., Bernabé, 1998a, 82 y n. 164.
60
La fórmula no está enunciada en términos de oposición excluyente del tipo oiJ me;n
... oiJ de; ..., «unos... otros», sino que marca una oposición incluyente polloi; me;n ... dev
te pau`roi, «muchos... pocos», lo que parece significar que entre los muchos portadores
del tirso sólo unos pocos son o serán bacos.
61
OH 42.1, cfr. Ricciardelli, 2000a, 400.
62
West, 1983a, 159 y n. 68 (= 1993, 170).
707
Orfismo y dionisismo
Lo más probable es que la fórmula refleje que son muchos los que
pueden participar en las ceremonias mistéricas, pero pocos los que al-
canzan el estado de bavkcoı, es decir, aquellos que logran la verdade-
ra unión con la divinidad63. Para lograr la conversión definitiva en
bavkcoı no basta con celebrar ritos –o, dicho de otro modo, con ser
«portadores del tirso»–, sino que hay que perseverar en el respeto a
los preceptos del modus vivendi órfico.
De la lámina de Olbia (OF 463) se deduce que en época clásica
un grupo de fieles órficos honra a Dioniso y relaciona el nombre de
esta divinidad con la creencia en una existencia ultramundana. Los
pasajes citados de Eurípides, Heródoto, Platón y la laminilla de Hiponio
revelan la relación de la terminología báquica (bakceuvein y bavkcoı)
con Orfeo y con ritos y creencias tradicionalmente asociados al orfis-
mo, aunque no se explicite el calificativo «órfico».
A partir del siglo III a.C. abundan las referencias a rituales o mis-
terios calificados de órficos o establecidos por Orfeo que se celebran
en honor de Dioniso. Damageto afirma que Orfeo descubrió los ritua-
les mistéricos de Baco64. Por su parte, Cicerón cuenta que
63
Rohde, 91925, II 128, n. 6; Guthrie, 21952, 194; Bernabé, 1998a, 82 y n. 164; Jimé-
nez San Cristóbal, en prensa 1.
64
Damag. AP 7.9 (OF 1071). Graf, 1987, 106, n. 76, duda de su autenticidad.
65
Cic. ND 3.58 (OF 497 I). No está claro si la fuente de Cicerón lee Selevnhı, corrup-
ción a partir de Semevlhı, cfr. Pease y van den Bruwaene ad loc., así como cap. 56, § 2.
66
Pease ad. loc., Linforth, 1941, 221.
67
Boulanger, 1937b; Pease ad loc. (pero no citan sus posibles fuentes), Guthrie, 21952,
19; Linforth, 1941, 221.
68
Lyd. Mens. 4.51 (OF 327 I, 497 II), véase también Ampelius 9.11. Linforth, 1941,
224 s. piensa que Lido corrige Selene en Sémele, mientras que Cicerón da el nombre origi-
708
Capítulo XXXII
Cuentan (i. e., los egipcios) que inventan chismes quienes dicen
que el dios (i. e., Dioniso) habría nacido en la Tebas beocia, de Séme-
le y de Zeus. Y cuentan que Orfeo, tras dirigirse a Egipto y participar
en el ritual y en los misterios dionisíacos, los modificó.
nal en su traducción latina. Lido le atribuye al dios el honor de haber enseñado a los hom-
bres a mezclar vino y agua, cfr. Foucart, 1904, 19. Para la conexión entre Selene y Orfeo,
cfr. Pl. R. 364e, Hermesian. ap. Athen. 13, p. 597c.
69
D. S. 1.23.2 (OF 497 IV). Sobre el falso origen egipcio, véase cap. 39, § 2.1.
70
Thdt. Affect. 1.114 (OF 51 III); 1.21 (OF 51 I); 2.32 (OF 51 II).
71
Ou. Met. 11.68.92 ss. (OF 498 ss.), Mela 2.17 (OF 924), s. I d.C.
72
Hippol. Haer. 5.20.4 (OF 532), s. III d.C.
73
Plu. Quaest. conv. 636E (OF 646 I).
74
Respectivamente Plu. Quaest. conv. 636D y 635E (OF 645, cfr. cap. 34 y 45).
75
Plu. Quaest. conv 635E ss., Macr. Sat. 7.16.8, véase también una pintura en un colum-
barium cerca de la Villa Panfilia en Roma, cfr. Nilsson, 1957, 140 ss.; Turcan, 1961, 11 ss.
709
Orfismo y dionisismo
Dicen que de Zeus y Perséfone nació en Creta este dios (i. e., Dio-
niso), que, cuenta Orfeo en las teletai, fue despedazado por los Titanes77.
76
Teletaiv: Damageto, Diodoro; sacra: Cicerón, Ovidio, Mela; orgia: Ovidio, Plutar-
co. Juan Lido emplea mysteria.
77
D. S. 5.75.4 (OF 283).
78
Clem. Al. Prot. 2.17.2 (Eus. PE 2.3.23; OF 588 I).
79
Lact. Inst. 1.22.15 (OF 505).
80
Arnob. Nat. 5.19 (OF 588 II).
81
Pettazzoni, 1924, 60, n. 52; Linforth, 1941, 230.
82
Macr. Comm. 1.12.12 (OF 672), Myth. Vat. III 12.5 (OF 672 II).
710
Capítulo XXXII
83
Procl. in Ti. 3.297.8 (OF 348).
84
Es posible que en las teletaiv, durante la representación del relato mítico de los sufri-
mientos divinos, se apelase al dios y a su madre como mediadores en el proceso de conse-
cución de la bienaventuranza final.
85
Lyd. Mens. 4.53 (OF 504). Cfr. Nieto Ibáñez, 1999.
86
Palaeph. 33 (50.7 Festa = OF 500).
87
Cfr. § 3.
88
D. S. 3.65.6 (OF 502).
89
Paus. 8.37.5; Nilsson, 1935, 204.
711
Orfismo y dionisismo
90
La literatura órfica, al menos la más antigua, es de temática predominantemente reli-
giosa.
91
Nilsson, 1935; Detienne, 1975, 53.
92
Esta época es el punto de partida para establecer la comparación, puesto que los tes-
timonios sobre orfismo en época arcaica son muy escasos.
93
Sobre la posibilidad de que la tragedia refleje una realidad cultual, cfr. n. 48.
94
En la Canea (KH Gq 5.2) y en Pilo (PY Xa 1419.1; PY Xa 102), cfr. Aura Jorro 1985,
s. v. di-wo-nu-so; García López, 1970, 35; Casadio, 1994a 10 ss.; véase también Foucart,
1904, 39. El verbo muevw asume el significado de iniciar en los misterios tan sólo en época
clásica, cfr. Casadio, 1982, 210.
712
Capítulo XXXII
95
Esto es, una variedad en la que al culto se añade una enseñanza trascendente. Cfr.
Bianchi, 1965, 154 ss., 167 s.
96
Cfr. los cap. 11-24 del presente libro. La definición como religión del libro es de
Bianchi 1974, 131 (= 1977, 189); cfr. Bernabé, 1996a, 18, n. 15, 1996b, 67; Baumgarten,
1998, 70 ss.; Henrichs, 2003a, 210, 215 y n. 25, 224. Sobre la importancia de los legovme-
na rituales, véase cap. 33, § 2.2.
97
Burkert, 1977, 7.
98
Daraki, 1994, 63, llega a decir que las Bacantes son «el único “libro dionisíaco” que
haya tenido nunca en la mano».
99
Burkert, 1987b, 73.
100
BGU 5, 1211 (OF 44 T, ca. 210 a.C.), cfr. Burkert, 1987b, 70; Henrichs, 2003a, 224-231.
101
Para la discusión véase OF 44.
713
Orfismo y dionisismo
102
Pyth. Hell. p.51 Thesleff; Burkert, 1987b, 155, n. 32.
103
El carmen sacrum de las bacanales citado por Liv. 39.18.3 sería un juramento que
comprometía al iniciado a no revelar el secreto de la iniciación y a guardar fidelidad al dios,
cfr. Festugière, 1954, 96 s.; Bernabé, 2002d, 63 ss.
104
Ricciardelli, 2000b, 275 s.
105
Coché de la Ferté, 1980, 247 ss.; Turcan, 1986, 237, 246.
106
Philostr. VA 4.21 (OF 1018 VIII); cfr. cap. 57, § 2.3.
107
Bianchi, 1975, 228 ss., 1976, 131 ss.
108
Según Sabbatucci, 1965, 51, la esencia de este dios, que tiene su origen en la dia-
léctica griega constituida por lo caótico y lo cósmico, podía polarizar lo caótico en las sus-
pensiones temporales y rituales del orden.
109
En contra de esa comparación, Jeanmaire, 1951, 371-390, y Burkert, 1977, 5. En cam-
bio, Kerényi, 1998 (1976b), 173 ss., trata de integrar todos los testimonios en una imagen.
714
Capítulo XXXII
110
Lo que supone la inversión del orden de los sacrificios cívicos tradicionales, cfr.
Detienne, 1975, 68; 1977.
111
Bianchi, 1975, 22 s. La misma protesta con otros presupuestos se halla en Heraclit.
Fr. 50 y 86 Marcovich.
112
Cfr. cap. 33, 34 y 45.
113
Cfr. Burkert, 1985, 301; Turcan 1986, 235 y n. 46; Freyburger-Galland-Freyburger-
Tautil, 1986, 78.
114
E. Ba. 138 ss., 730 ss., Ael. NA. 12.34, cfr. Farnell, 1909, 303 ss.; Otto, 1997 (1933),
80 ss.; Daraki, 1994, 62 ss.
115
Cfr. Plu. Quaest. gr. 299E, Ael. VH 3.42, Ant. Lib. 10, Ov. Met. 4.1-52, cfr. Otto,
1997 (1933), 80.
116
Cfr. Apollod. 3.37; Nonn. D. 47.484 ss. Cfr. Otto, 1997 (1933), 80, con otros ejem-
plos míticos.
117
Plu. Them. 13, Porph. Abst. 2.55, OH 30.5; 52.7, cfr. Otto, 1997 (1933), 85; Dodds,
2
1960, 19.
118
E. Ba. 139 wjmofavgon cavrin, «delicia de carne cruda».
715
Orfismo y dionisismo
119
E. Ba. 72 ss.
120
Sokolowski, 1955, n.º 48, p. 123, 125 (OF 583.2; ca. 276/5 a.C.), Dionysius 9.39,
Plu. Def. orac. 417C; Sch. Clem. Al. Prot. 12.199, Firm. Err. prof. relig. 6.5 (cfr. Sanzi,
2006, 93 s.). A propósito de la omofagia en la Antigüedad, cfr. Dodds, 1960 (1951) 255 s.;
Henrichs, 1969b, 235 s., 1978, 150 s.; Versnel, 1990, 145.
121
Freyburger-Galland-Freyburger-Tautil, 1986, 118; Burkert, 1987b, 87.
122
Freyburger-Galland-Freyburger-Tautil, 1986, 117, 122.
123
Pese a que se haya sostenido que los órficos no bebían vino, cfr. Burkert, 1985, 301
n. 10, para quien en Pl. Lg. 672b la embriaguez representa la venganza de Dioniso por sus
sufrimientos.
716
Capítulo XXXII
124
Nilsson, 1957, 142 s. Véase IG II2 673b. El falo es uno de los objetos guardados en
la criba sagrada según la iconografía suritálica, cfr. Harrison, 1903b, 320 y fig. 17; Nilsson,
1957, 78 ss. y fig. 11; Simon, 1961, 171 fig. 37; Matz, 1964, fig. 8; Burkert, 1987b, 96 y n.
34 con bibliografía. En Asia Menor lo hallamos en numerosas tumbas como un elemento
funerario, Nilsson, 1957, 44 s. con bibliografía.
125
Liv. 39.8-19; cfr. Burkert, 1987b, 105. Sobre los vasos, véase Schmidt, 1972.
126
E. Ba. 694, Ph. 655 s. usa el sustantivo parqevnoı; D. S. 4.3.3.
127
OF 463 (IOlb. 94a Dubois), Ach. Tat. Intr. Arat. 33.17 Maas, Iambl. VP 28.151,
Damasc. in Phlb. 243 (115 Westerink), Procl. in Cra. 60.26 Pasquali, Procl. in Ti. 3.209.3,
Theol. Plat. 4.67.2 (IV 22 Saffrey-Westerink), a menudo referido a autores de poemas.
128
Pl. Prt. 316d, Cra. 400c, Io 536b oiJ ejx ΔOrfevwı; Procl. in Ti. 3.297.8 Diehl oiJ parΔ
ΔOrfei`.
129
Burkert, 1985, 46.
130
Sobre el término, cfr. West, 1975; Cole, 1980.
131
Burkert, 1997a, 23, señala que el sufijo -ikovı caracteriza por diferenciación.
717
Orfismo y dionisismo
3.3.b. Oficiantes
Otro punto de comparación entre órficos y dionisíacos lo consti-
tuye el sacerdocio. A diferencia de las fiestas cívicas dionisíacas, que
se ciñen a un calendario rígido gestionado por la clase sacerdotal y se
celebran en lugares establecidos dentro o fuera de la ciudad, los cul-
tos mistéricos dionisíaco y órfico no parecen ligados en origen a un
lugar de culto fijo con sacerdotes pertenecientes a familias determi-
nadas, como los Eumólpidas en Eleusis. En época clásica, los ofi-
ciantes dionisíacos y órficos son sacerdotes itinerantes que apelan a
la tradición de orgia transmitidos de forma privada y surgen en cual-
quier lugar de acuerdo con las necesidades de los fieles134.
132
Petzl, 1974, 77 ss.
133
De Cazanove, 1986, 1 ss.; Egelhaaf-Gaiser-Schäfer, 2002; Jaccottet, 2003.
134
Heraclit. Fr. 87 Marcovich (OF 587), Hdt. 4.78 (OF 563), Pl. Phdr. 244de (OF
575), 265b, E. Ba. 22, 34, 40, 77 s., 460-476, 482; Ph. 655 s., inscripción de Mileto en
Sokolowski, 1955, n.º 48 (OF 583), D. S. 4.3.3, Liv. 39.8-19 y los frescos de la Villa de los
Misterios, cfr. Burkert, 1985, 291 s. con bibliografía.
718
Capítulo XXXII
135
Cfr. cap. 33, § 2. 2.
136
Burkert, 1985, 297.
137
E. Ba. 465-474, cfr. 232-238. Véase Burkert, 1985, 291 s., 1987b, 33.
138
BGU 5.1211 (OF 44, ca. 210 a.C.), cfr. Nilsson, 1957, 11; Lenger, 21980, 69 ss.;
Burkert, 1987b, 33, 1992, 44.
139
Sokolowski, 1955, n.º 48 (OF 583, ca. 276/275 a.C.); cfr. Nilsson, 1957, 6 s.; Burkert,
1987b, 33 s.
140
IMagnesia 215a, cfr. Henrichs, 1978, 123-137; Burkert, 1992, 44.
719
Orfismo y dionisismo
141
Los tres tipos de sacerdocio señalados por Burkert, 1987b, 30 ss., en su tipología de
los misterios antiguos.
142
Cfr. Burkert, 1987b, 35, n. 22. Cfr. también cap. 59.
143
Nilsson, 1957, 145 s.
144
Detienne, 1975, 78.
145
Sobre el papel clave de la mujer en ritos dionisíacos, cfr. Nilsson, 1941, 537; Jean-
maire, 1951, 157 ss.; Dodds, 1960 (1951), 249 ss.
146
Jiménez San Cristóbal, 2002c, 57 ss.
147
Turcan, 1986, 239 s.
148
Rohde 91925, II 13, 45; Otto, 1997 (1933), 88; 139; Lesky, 1936; Jeanmaire, 1951,
268 ss.; Turcan, 1958, 243-293; Daraki, 1994, 22 ss.
149
Od. 24.73 ss., cfr. Daraki, 1994, 28; Burkert, 1987b, 21, n. 47.
720
Capítulo XXXII
más extendidas del culto cívico dionisíaco (las Antesterias, las Agrio-
nias y las Leneas150) ilustran la relación de Dioniso con el mundo de
los muertos151. Dioniso simboliza la muerte y el renacimiento152. Pro-
bablemente por ello numerosas tumbas griegas, itálicas e ibéricas se
adornan con símbolos de festividades dionisíacas, con vasos de bebi-
da y con falos153 y los sarcófagos italiotas están repletos de represen-
taciones dionisíacas. Múltiples piezas de la cerámica apulia remiten a
un ámbito paradisíaco relacionado con Dioniso154.
Sin embargo, y pese al manifiesto carácter ctónico de Dioniso, la
creencia en una vida en el Más Allá no aparece nítidamente circuns-
crita a los misterios báquicos de época clásica, ya que los textos que
suelen citarse en su apoyo155 guardan estrecha relación con el orfis-
mo, donde la dualidad cuerpo / alma implica la creencia en una vida
después de la muerte en que el alma adquiere todo el protagonismo.
Las almas de los iniciados órficos que hayan superado el tránsito al
Hades habitarán junto a los dioses, mientras que las no iniciadas y las
que fracasen en la travesía infernal sufrirán castigos y deberán reen-
carnarse156. Ningún castigo, en cambio, amenaza a los fieles dionisía-
cos, al menos en los testimonios literarios de época clásica157. En
general, la conexión de Dioniso con conceptos de salvación personal
se considera órfica158. No sabemos si la presencia de Dioniso en Eleu-
sis y en el orfismo contribuyó a que la religión dionisíaca apelase a
150
Daraki, 1994, 23, con bibliografía.
151
Nilsson, 1957, 118.
152
Plu. de E ap. Delph. 389A, cfr. Daraki, 1994, 29, n. 128; 57 s.
153
Turcan, 1966; Daraki, 1994, 28, n. 125; Bottini, 1992; Sánchez Fernández, 1998;
Olmos, 1998b.
154
Sobre la iconografía dionisíaca del Allende cfr. Metzger, 1944-1945, y Cabrera,
1998. Véanse, por ejemplo, un ánfora de Basilea (Schmidt-Trendall-Cambitoglou, 1976, 6
y 35 ss. tab. 8e 10a, ánfora S 29), la cratera de Tarento 61.602 y las numerosas escenas sim-
posíacas que podrían aludir a un banquete del Más Allá, incluyendo las que decoran el cono-
cido sarcófago del Tuffatore (cfr. Bottini, 1992, 87 ss.; Warland, 1999 y cap 29, § 6).
155
Pi. Fr. 131a Maehl. (OF 441), un espejo de Olbia que lleva grabado el nombre de
sus dedicantes (OF 564), la inscripción del bebacceumevnon de Cumas (OF 652), la lamini-
lla de Hiponio (OF 474), Pl. R. 363cd (OF 431-432), Phd. 69cd (OF 434 III), cfr. Nilsson,
1957, 118 ss.; Burkert, 1987b, 21 s.; Scarpi, 2002, 331 s., cita E. Ba. 72-74, donde, en mi
opinión, no hay referencia clara a un contexto escatológico.
156
Véase cap. 29.
157
En una inscripción minorasiática (MAMA 4.281) el dedicante es castigado por la
divinidad por no participar en los misterios. Ahora bien, es incierto a qué culto puede vin-
cularse. La creencia en castigos en el Más Allá está bien atestiguada en la pintura de Polig-
noto que describe el descenso de Ulises al Hades (véase Paus. 10.29.1, 10.31.9-11), pero se
trata de una creencia tradicional y no ligada exclusivamente al dionisismo. Incluso antes de
Polignoto, el motivo aparece en la pintura vascular, en un ánfora de Múnich (1493, ABV
316, 7) y en un lécito de Palermo, si bien sólo el último parece tener algún componente dio-
nisíaco, cfr. Keuls, 1974, 34-41; Burkert, 1987b, 11, n. 55.
158
Henrichs en Burkert, 1977, 22.
721
Orfismo y dionisismo
La diferente concepción del destino del alma entre los fieles órfi-
cos y báquicos en época clásica puede explicar sus diversas nociones
159
Véase Chirassi-Colombo, 1982, 312.
160
IMilet. II 733, s. III-II a.C., cfr. Scarpi, 2002, 332, BCH 28, 1904, 191, n. 1.
161
IMagnesia 117.
162
BCH 24, 1900, 305 n.º 1, AEph. 1936, p. 17, cfr. Nilsson, 1957, 66, n. 114, 122.
163
Liv. 39.13.13. Nilsson, 1957, 121 y Burkert, 1987b, 101, consideran que no hay ras-
tro aquí de la creencia en una vida post mortem o en un renacimiento.
164
Festugière, 1954, 105.
165
Plu. Fr. 178 Sandbach (OF 594, considerado como referencia de los misterios en
general), Cons. ux. 611D (OF 595 I), Origenes Cels. 4.10, 8.48, CIL III 126, n. 686 (OF
580; s. III d.C.), cfr. Burkert, 1987b, 23, n. 61 con bibliografía.
722
Capítulo XXXII
166
El estado de bienaventuranza es una característica propia de quien ha visto los mis-
terios: S. Fr. 837 Radt, E. Ba. 73 ss. Cfr. Burkert, 1987b, 93, n. 17.
167
Chirassi-Colombo, 1982, 311 ss. Dioniso se presenta como poseído desde su primer
testimonio literario, Il. 6.132.
168
Cfr. Sabbatucci, 1965, 63 s.
169
Bianchi, 1975, 228 ss.
170
E. Cret. Fr. 472 Kannicht (OF 567), Ba. 120 ss., cfr. Festugière, 1956, 84 (1972, 78);
Casadio, 1990a; Bernabé, 2004d.
723
Orfismo y dionisismo
4. CONCLUSIONES
171
OF 652, cfr. Turcan, 1986, 240 ss. y cap. 59, § 2.3.
172
En palabras de Dubois, 1995, 54: «Notre inscription délimitait donc l’endroit où
était ensevelie l’élite des sectateurs cumains de l’orphisme».
173
En Magnesia (IMagnesia 117), Tanagra (IG VII 686) y Atenas (IG II2 1368, Soko-
lowski, 1969, n.º 51); cfr. Nilsson, 21961, 365; Turcan, 1986, 232.
174
IGUR 1324, cfr. Burkert, 1987b, 23, n. 61; Merkelbach, 1988, 89, n. 7.
175
Nilsson, 1957, 107, fig. 27; Burkert, 1987b, 23, n. 61.
724
Capítulo XXXII
725
Orfismo y dionisismo
del tipo oiJ ajmfi; ΔOrfeva, nombres como baco, báquico o dionisíaco
por sí solos no definen la pertenencia a uno u otro grupo. Orfismo y
dionisismo coinciden en la adopción de un modelo de sacerdote iti-
nerante opuesto al oficiante estable de la religión cívica, que, sin
embargo, se impondrá a partir de época imperial, cuando el culto se
institucionaliza.
Orfismo y dionisismo coinciden también en situar a Dioniso en el
centro de su actividad religiosa, si bien el tratamiento que recibe es
radicalmente distinto. En el culto dionisíaco el éxtasis se alcanza
mediante la celebración de ritos que incluyen sacrificios cruentos.
Entre los órficos, en cambio, el éxtasis se concibe como la unión con
la divinidad que sólo se logra mediante la expiación del crimen titá-
nico contra el niño Dioniso. En este aspecto, el orfismo se aparta de
los aspectos dionisíacos más crueles y sanguinarios. Los órficos abo-
gan por un modo de vida sujeto a numerosas prescripciones, ajeno
por completo al culto dionisíaco. El orfismo implica una filosofía de
vida que traspasa los límites de la práctica cultual, el dionisismo no.
El deseo de purificación, el ascetismo, la abstinencia y el vegetaria-
nismo de los seguidores órficos se explican por sus creencias en la
dualidad cuerpo / alma y en la transmigración de las almas. Por el
contrario, religiones de salvación como la dionisíaca y la eleusinia no
tienen apenas doctrinas acerca del alma y, aunque resulte paradójico,
carecen de una teología y de una doctrina espiritual sólidas.
Las creencias ultraterrenas suponen un nuevo punto de distancia
entre órficos y báquicos. Pese al manifiesto carácter ctónico de Dio-
niso, la creencia en una vida en el Más Allá no aparece nítidamente
en los misterios báquicos de época clásica, sino que los textos en que
se apoya guardan estrecha relación con el orfismo. Al menos en los
testimonios literarios de época clásica no hay rastro de promesas de
bienaventuranza para los fieles dionisíacos ni castigo alguno amena-
za a los profanos. Las esperanzas de los fieles órficos en una vida
ultramundana justifican algunas prácticas funerarias que los alejan de
los dionisíacos, como el enterramiento en lugares apartados de otros
profanos. A partir de época helenística, varios epígrafes podrían ilus-
trar la esperanza órfica en un destino feliz tras la muerte. A su vez, los
testimonios de época imperial revelan que la primitiva imagen órfica
del Más Allá acabó extendiéndose y, en consecuencia, las descripcio-
nes de premios y castigos de este periodo se corresponden en gran
medida con las descritas en las laminillas órficas y en Platón.
La diferente concepción del destino del alma puede explicar las
diversas nociones de macarismo en época clásica. Los participantes
en los ritos dionisíacos se convierten en poseídos por el dios que
experimentan una evasión y entusiasmo temporales, ajenos por com-
pleto a la escatología. Entre los órficos, en cambio, la identificación
726
Capítulo XXXII
176
Bingham en Burkert, 1977, 25, cree que ciertas características de los textos órficos
pueden explicarse como un intento de superar los excesos del culto báquico.
177
Freyburger-Galland-Freyburger-Tautil, 1986, 132. En la inscripción de Cumas cita-
da (OF 652), el singular bebacceumevnon indica el carácter individual de la conversión en
baco, a diferencia del dionisismo, que es esencialmente colectivo, cfr. Turcan, 1986, 239.
727