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EL CHICO DE LA MOTO

Tus padres, es la última persona con la que te quieren ver. Tú llevas meses
resistiéndote y haciéndote la dura mientras él sigue intentándolo. Tus
amigas te dicen que “de un calentazo” se hacen muchas locuras.
Si me pongo a pensar seguiría rechazándole así que prefiero no hacerlo.
Nunca había tenido esta sensación de querer seguir teniendo ese tonteo
tan raro que tenemos, pero no querer tener nada con él, pero tampoco
verle con nadie más. Es demasiado raro. Muy difícil de explicar.
Forma parte de un grupo en el que los adultos odian, ya que legales del
todo no son. Pero sí leales. Empecé negada a tener nada con él, pero
ahora cuándo está vacilando con sus colegas por el pueblo, fumándose un
peta y se para a mirarme mientras sonríe, os juro que me mata. O cuándo
va en su moto, haciendo el máximo de ruido posible para que todos se
enteren de que está ahí, o en el instituto cuándo me guiña el ojo por los
pasillos, o cuándo me abraza por detrás y me da besos en el cuello
aprovechándose de por dónde me tiene cogida… Jamás creí que iba a
decirlo, pero ese chico me puede.
Me pone mucho con su chándal, acompañado siempre de la capucha y un
cigarro en la mano, sin faltar su moto y ese vacile y olor tan característico
que tiene. Y es de la última persona que creía decir esto.

MARINA PELÁEZ GARCÍA finales de 2018 o principios de 2019.

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