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=Matrimonio, Divorcio

y Nuevo Matrimonio=
INTRODUCCIÓN
Éste no es un libro sobre el matrimonio en sentido primario, aunque he
tenido que decir mucho sobre el matrimonio (para más detalles ver mi libro
Vida Cristiana en el Hogar. No hay manera de hablar sobre el divorcio y el
nuevo casamiento sin discutir primero el matrimonio.* No quiero decir que
hayamos de tratar el matrimonio de modo exhaustivo, pero hay necesidad
de considerar los principios básicos. Sin esto como fondo, es difícil ver el
punto de vista bíblico sobre el divorcio y el nuevo casamiento.

Los temas tratados en este libro implican cuestiones de gran interés para la
Iglesia. Si bien no todos los problemas pueden ser resueltos en estas páginas,
espero que el lector estará de acuerdo en que se resuelven bastantes. Debido a
que los asuntos del divorcio y el nuevo casamiento han sido evitados en el
pasado reciente, hay poco material sustantivo a disposición. Los
comentaristas lo discuten brevemente, de paso, cuando tocan los pasajes
pertinentes en la Biblia. De vez en cuando se oye algún sermón que toca
algunas de las cuestiones fáciles. Pero, de modo fundamental, la dirección de
la Iglesia ha ido a la deriva, y los miembros la han seguido.

Cuando hace veinticinco años empecé oficialmente mi ministerio como pastor


de una iglesia en la sección occidental de Pennsylvania, los cristianos apenas
hablaban del divorcio y el nuevo casamiento. No es que estas cuestiones
fueran tabú; es que no parecía que fuera necesario. Aparte del libro de John
Murray, virtualmente nadie escribía sobre estas cuestiones. Hoy,
naturalmente, los estantes de las librerías cristianas están atiborrados de
libros sobre el matrimonio y el divorcio, aunque uno pierde las ganas de
seguir leyendo la mayoría de ellos una vez ha dado una ojeada a varias
páginas. Pero en aquellos tiempos las cosas eran así. ¿Por qué?

No veíamos la necesidad de discutir la familia por cierto número de razones.


En primer lugar, estábamos liados en una lucha de vida o muerte con el
modernismo o liberalismo, y estábamos perdiendo la mayoría de las
batallas. Las instituciones cristianas a docenas caían en mano modernistas; los
conservadores eran echados de sus iglesias, en tanto que las
denominaciones, una tras otra, pasaban bajo el control de líderes no
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creyentes. La radio (la TV religiosa estaba sólo en su comienzo) pertenecía a
los modernistas. Los evolucionistas iban a la cabeza. Los conservadores
estaban sentados frente a sus iglesias, caídos y vendándose las heridas. La
lucha era encarnizada por todas partes, y pocos los recursos o el personal. En
realidad, en comparación con la abundancia de materiales de hoy, se
publicaban muy pocos libros de cristianos. Las grandes editoriales las
dirigían los modernistas, y modernista era el personal. Los editores
conservadores eran pocos y pequeños, y el mercado conservador era escaso.
Los cristianos que creían en la Biblia eran una pequeña minoría.

Los conservadores estaban a la última pregunta. Y en aquellos días, gran


parte de ellos eran dispensacionalistas, del tipo de los que decían: «Pronto
habrá llegado el fin. Ésta es la hora undécima. Si podemos resistir por un año
o dos, el Señor vendrá dentro de poco.» Esto significaba que se hacían muy
pocos planes de largo alcance, y no había nadie a la ofensiva, activo, agresivo;
había, pues, una preocupación mínima sobre las familias.
Unido a estas actitudes estaba el hecho de que no quedaban muchos recursos,
tiempo o energía para producir. Lo que quedaba se utilizaba en la defensa.
Algunas cosas tenían que ser sacrificadas. Por desgracia, lo que se procuraba
cultivar eran cosas distintas de las que trata este libro.

En tanto que esta explicación no excusa a la Iglesia, sí explica por qué toda
una generación (la mía) creció con una instrucción muy escasa o ninguna
sobre la vida cristiana (en general) y el matrimonio y la familia (en
particular). No nos quedaba más recurso que avanzar dando tropiezos, no
siempre por el camino recto, cuando teníamos que aprender lo que ahora
podemos pasar a la próxima generación.
El ministro joven que empieza hoy vive en una era totalmente diferente. La
situación ha cambiado radicalmente. La verdadera iglesia está ahora encima;
son los modernistas que van de capa caída. Los conservadores ahora tienen
los recursos máximos y avanzan hacia adelante. Los seminarios están a
rebosar de estudiantes, y hay libros sobre todas las fases de la vida. (En
realidad, el problema hoy es abrirse paso entre la plétora (abundancia) de
publicaciones para descubrir lo que vale la pena.)

Y, con todo —incluso con este cambio—, ha habido pocos libros sobre el
divorcio y el nuevo casamiento, virtualmente ninguno bueno, aparte de
los mencionados en el prefacio. Hay libros anecdóticos, que nos cuentan las
luchas y tribulaciones de los matrimonios naufragados, sermones que
denuncian el divorcio, pero todavía hay pocas obras que consideren estas
3
materias exegética y teológicamente. Los pastores, como resultado, están
desorientados. Sus consejos de iglesia son confusos. Los seminarios, en gran
parte, esquivan el tema, y el público cristiano está totalmente perplejo.
Incluso muchas cuestiones sobre el matrimonio quedan todavía por
clarificar.

Añádanse a esta confusión todas las nociones eclécticas (intermedias)


importadas de origen psicológico o psicoterapéutico pagano, y rocíense con
algunas ideas populares junto con algunos conferenciantes bien
intencionados (pero equivocados), y tendremos todos los ingredientes
necesarios para un brebaje más bien áspero al paladar. Hay más libros que
psicologizan las Escrituras cuando discuten el divorcio, que libros que hagan
una exégesis seria en su intento de comprenderlo y explicarlo. Es evidente,
pues, que la necesidad de estos materiales es grande.

Pero esto no es todo. Hubo un tiempo en que el pensamiento de la Iglesia


(equivocadamente) creía que podía depender de la sociedad en general para
dar apoyo e instruir a los jóvenes sobre el matrimonio.** Los educadores, los
políticos, los líderes populares, y casi todo el mundo (incluidos los
departamentos de policía), en aquel entonces adoptaban una posición clara y
explícita en favor del matrimonio y contra el divorcio. El matrimonio y la
familia en nuestro país tenían asientos en primera fila, junto a la
maternidad, la bandera norteamericana y la tarta de manzana. Así, toda una
generación (o dos) creció sabiendo que estaba a favor del matrimonio,
aunque no sabía por qué. Bíblicamente éramos analfabetos respecto a la
familia, el matrimonio, el divorcio y el nuevo casamiento.

Hoy se ven muchas diferencias: la gente ya no piensa tanto que la bandera


norteamericana, la maternidad y la tarta de manzana sean intangibles
(intocables). Los jóvenes han visto quemar la bandera, los adherentes a la
ERA y las lesbias han denunciado la maternidad, y espero que el FDA o el
cirujano general, uno de esos días, va a prohibir la tarta de manzana como
«peligrosa para la salud». Los tiempos han cambiado. La familia no ha
quedado inmune; junto con otros valores axiomáticos (incontrovertible,
evidente, que se admite sin necesidad de demostración), el suyo ha sido
puesto en duda. En realidad, la familia está sometida a serios asaltos; ¡no es
de extrañar que haya tantos divorcios!

Los matrimonios de tipo abierto y otra docena de variedades son defendidos

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en las escuelas; los programas de TV han popularizado el divorcio y el nuevo
casamiento, lo han hecho aceptable y aún lo glorifican; y a los jóvenes se les
dice que el matrimonio es una invención humana y que ahora ya no es
necesario cuando hemos llegado a la «mayoría de edad». Se nos dice que ha
dejado de ser útil y que en el mejor de los casos es inofensivo, si bien
innecesario, un vestigio o reliquia del pasado. Estamos ya más allá de la
necesidad de un matrimonio para que controle la vida humana. Si hoy es
más conveniente no casarse, cuando ya no somos tan cándidos sobre los
métodos anticonceptivos, pues uno deja de casarse. Después de todo, el
matrimonio tiene sus inconvenientes, ¿no? Y si el hombre lo inventó como
una conveniencia, ahora que están a disposición la píldora y los abortos a
petición legales, el hombre puede prescindir del matrimonio, pues ya no es
necesario.

Bajo esta clase de ataque por parte de teólogos modernistas, los políticos,
maestros, médicos y otros, la juventud cristiana está confusa. Han crecido
sin una instrucción bíblica sólida, positiva, sobre el matrimonio, tanto de
sus padres como de la Iglesia, y ahora sucumben al bombardeo de estas ideas
negativas sobre el matrimonio y la familia.
Esta nueva situación exige una nueva respuesta de la Iglesia y del hogar
cristiano. Hemos de aprender a discutir los elementos básicos del
matrimonio y del divorcio. Ya no podemos seguir dependiendo de
instituciones sociales para que lo hagan por nosotros. (En realidad nunca han
podido. Siempre han apoyado el matrimonio por razones no bíblicas y, por
tanto, han sembrado la semilla de su destrucción.) Si no lo hacemos nosotros,
podemos estar seguros de que el mundo les va a enseñar sus ideologías. Y
ahora que el mundo ha salido de su escondrijo, abiertamente expresa las
ideas de la «nueva normalidad» que ya estaban presentes antes, pero debajo
de la mesa. Es imposible, pues, que los cristianos se queden mano sobre
mano en tanto que nuestra juventud va siendo corrompida.

En épocas anteriores, cuando teníamos entablada la batalla con el


modernismo, cuando los recursos eran tan limitados y cuando la sociedad
abiertamente apoyaba algo similar a los ideales cristianos del matrimonio y
el divorcio, podía ser fácil dejar dormir toda la cuestión. Además, como había
tan poco divorcio, en general (y especialmente en la Iglesia), el divorcio
representaba una tentación en la cual la Iglesia no se creía que iba a tropezar.
El creyente cansado de luchar podía fácilmente razonar (con alguna
justificación):

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«¿Por qué defenderse contra el perro si está durmiendo? ¿Quién lucha contra
la familia, después de todo? ¿Por qué preocuparse de este tema?» Pero,
aunque entonces no era del todo erróneo hablar de esta forma, ¿quién puede
dejar de ver que hoy es falso? La guerra que luchamos hoy es en un frente
distinto: el frente pasa por el hogar. En cierta forma, pues, estamos en
mejores condiciones que nunca antes. Este ataque más abierto, menos sutil,
sobre la familia, ha forzado a la Iglesia a volver a la Biblia y renovar el
estudio del matrimonio y el divorcio, que había sido descuidado durante
tanto tiempo. Esto, desde el punto de vista de su responsabilidad, es algo
bueno (aunque las razones de la presión que se le hace son muy tristes). A
menos que nos lancemos ahora a mostrar lo que tenemos —ya no podemos
esperar más—, todos los valores cristianos quedarán arrastrados. Y la
próxima generación de cristianos va a crecer como los infieles, siguiendo sus
sentimientos sobre estas materias, en vez de seguir sus responsabilidades
bíblicas.

Consideremos ahora un factor más. En aquellos días, yendo hacia atrás todo
lo que puedo recordar, muchas iglesias no trataban los asuntos del divorcio y
el nuevo casamiento, porque (como apunté) esta cuestión no tenía
importancia. El divorcio era virtualmente desconocido entre cristianos hasta
hace unos veinticinco años. Por ello, la Iglesia podía cerrar los ojos sobre el
tema. Era conveniente, porque el divorcio estaba embrollado y los pasajes
bíblicos no se mostraban fáciles de entender. Entonces, también, los nuevos
convertidos eran pocos, de modo que había menos personas ya divorciadas
que entraban en la Iglesia, de las que entran hoy. Además, la sociedad (como
hemos dicho) no veía con buenos ojos el divorcio, y las leyes presentes hacían
el divorcio difícil, de modo que también había menos fuera de la Iglesia. Las
iglesias conservadoras, respaldadas por esta postura ética de la sociedad, en
general, tenían muy pocos casos que resolver. En general seguían una política
de no intervención. Había algunas excepciones, naturalmente. Pero, en
conjunto, las iglesias conservadoras se mantenían en una ignorancia feliz,
por encima de estos asuntos sórdidos y mundanos, y no tenían por qué
dedicar tiempo y sudor a estudiar y resolver los problemas desconcertantes y
desagradables relacionados con toda esta área. Pero hubo un rudo despertar
cuando las cosas dieron media vuelta; la nueva moralidad sacó ventaja y se
proclamó victoriosa, y la Iglesia, pillada desprevenida, no supo qué decir.

La Iglesia pudo fácilmente mantener su actitud de «yo soy más santo que tú»
cuando había tan pocos casos con que enfrentarse (o sea, que podían ser
esquivados). Estos casos solían darse en vidas que habían naufragado,
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después de todo. Y se pensaba: «¿No son estos casos sospechosos?»
Algunos divorciados consiguieron sobrevivir a este tratamiento por su
cuenta. Otros se fueron, ¿quién sabe adonde? Muchos se eliminaron de la
primera fila, nada de cargos, de enseñar, incluso de cantar en coros, porque
eran «divorciados», y, así, pasaron a ser ciudadanos de segunda clase en el
reino de Dios.***

Y la mayoría de pastores nunca, en ningún caso y bajo ninguna circunstancia,


volvía a casar a las personas divorciadas; ésta era la actitud general. Los
pastores defendían con éxito sus posiciones atrincheradas en métodos y
reglas, o sea, política operativa: «Me sabe mal, pero nosotros no casamos a las
personas divorciadas.» No se hacía pregunta alguna sobre el pasado; había
ocurrido un divorcio y ¡esto era bastante! Este tipo de actitud no ha
desaparecido del todo. Hoy persiste todavía en algunos puntos, y ciertamente
va siendo reforzada por medio de enseñanzas que circulan por todo el país.
De modo que todo esto hemos de tenerlo en cuenta como fondo para nuestra
discusión. Es así que hemos llegado al punto en que estamos. Bien, y si es así,
¿dónde estamos?
Vivimos en una cultura ambiental en transición. Vivimos en unos días en que
todos los valores son discutidos (tanto dentro como fuera de la Iglesia). Han
sido arrancados de raíz, echados al aire, y ahora empiezan a posarse como
una ensalada mezclada toda ella.

1) Los cristianos están confusos. No saben seguro lo que han de creer.


2) No saben lo que es tradición y lo que es bíblico.
3) Quieren rechazar las tradiciones de los hombres en favor de una
posición más bíblica.
4) Pero no saben dónde hallar la ayuda que necesitan. Personalmente,
esto me gusta a mí.

Hay oportunidades para pensar bíblicamente, de nuevo, sin los estorbos de


prejuicios, que realmente no tienen base para que sean aceptados por
personas que quieren pensar de modo bíblico. Es un momento magnífico en
que ministrar la Palabra. Con todo, tiene sus propias tentaciones. El
radicalismo —de la clase que lo echa todo, lo bueno y lo malo— prospera en
períodos así. El miedo al radicalismo, por otra parte, ahoga los cambios
buenos y el verdadero progreso en el pensamiento. Pero no hemos de
permitir que los extremos impidan el progreso en entender y aplicar las
Escrituras. La gran ventaja de un período así es que los cristianos

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conservadores están dispuestos a prestar atención seria a los nuevos puntos
de vista, con tal que sean realmente bíblicos. Mi propósito en este libro es
explorar las Escrituras y llegar a posiciones más concretas y más definidas de
carácter bíblico. Quiero ser tan bíblico como pueda. El lector puede decidir si
lo he conseguido o no.

No hay otra posibilidad. La Iglesia está sufriendo. Las personas divorciadas


son una avalancha en nuestras congregaciones. Los nuevos casamientos
tienen lugar por todas partes. ¿Es recto? ¿Es malo? ¿Sobre qué base se trata a
las personas divorciadas? Estas preguntas y otras muchas similares no
pueden ya ser descartadas, no se puede hacer a las mismas oídos sordos. Por
el hecho de que creo tener algunas respuestas (aunque no todas), considero
que no debo abstenerme en intentar aclarar tantos problemas como pueda. El
lector tiene en las manos el fruto de mis esfuerzos. Dije antes que me gusta el
hecho de que la Iglesia no puede ya evitar tratar esta área durante más
tiempo. Esto es verdad; la frecuencia de las preguntas y la enormidad del
problema presente ha llevado a innumerables peticiones de que se escriba un
libro así.

Reconozco que este libro llega demasiado tarde para ayudar a muchos. Pero
quizá podemos recobrar algo y evitar más traspiés. Reconozco, también, que
hay muchas personas que preferirían barrer el problema dejando todo el
polvo bajo la alfombra. Este hecho no va a detenernos. Ni debería frenarnos
el peligro implicado. Hablo de peligro a propósito. Hay algunos —quizá más
de lo que parece— para los cuales ésta es la más explosiva de todas las
cuestiones. La murmuración, el cisma, incluso el adulterio (tal como ellos lo
ven), todo les parece perdonable; pero ¿el divorcio? ¡Nunca! Es un asunto
altamente cargado de pasión para ellos, y pasan un mal rato, incluso
reconsiderando de nuevo, lo que la Biblia tiene por decir sobre el divorcio y
el nuevo casamiento debido a sus emociones exacerbadas. Es por esto que
hay algún peligro al escribir sobre el divorcio y el nuevo casamiento.
Desearía que si el lector es uno de estos, cuyos sentimientos sobre el tema son
intensos, hiciera por lo menos tres cosas:

1. No me descartara sin más. Me escuchara y considerara seriamente


lo que tengo que decir, aunque luego lo rechace.
2. Reconociera que mi deseo es honrar a Cristo siendo tan escritural
como me sea posible.
3. Tratara de poner los prejuicios a un lado y doblegara sus emociones
al leer.
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Por amor de la Iglesia de Cristo tengo que escribir, cueste lo que cueste.
Naturalmente, esto es sólo parte de la historia. Hay muchos —un número
creciente— que no se contentan con esconder la cabeza bajo la arena. Quieren
saber lo que enseña la Biblia sobre estos asuntos y cómo pueden poner en
vigor esta enseñanza al aconsejar a otros y en sus propias vidas. Es para éstos
que he escrito especialmente este libro.

*En mi opinión, ésta es una de las razones por la que muchos libros sobre el divorcio no
han dado en el blanco.
**Ésta es una razón principal que explica los problemas que ahora tenemos.
***Con frecuencia importaba poco el que fueran «inocentes» o «culpables», el que el
divorcio fuera legítimo bíblicamente o no lo fuera; el ser «divorciado» bastaba para
descalificar a uno (a pesar del arrepentimiento, ofrendas, etc.).
***

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ÍNDICE
Introducción

 Capítulo 1: ALGUNAS CONSIDERACIONES BÁSICAS SOBRE EL


MATRIMONIO

 Capítulo 2: ¿EN QUE CONSISTE EL MATRIMONIO?

 Capítulo 3: EL LUGAR DEL MATRIMONIO

 Capítulo 4: UNA ACTITUD BÍBLICA SOBRE EL DIVORCIO

 Capítulo 5: EL CONCEPTO DEL DIVORCIO

 Capítulo 6: ¿QUÉ ES EL DIVORCIO?

 Capítulo 7: LOS DOS GRUPOS DE I CORINTIOS 7

 Capítulo 8: EL DIVORCIO ENTRE LOS CREYENTES


(Consideraciones Preliminares)

 Capítulo 9: EL DIVORCIO ENTRE LOS QUE FORMAN UN YUGO


DESIGUAL

 Capítulo 10: LA CLÁUSULA DE EXCEPCIÓN

 Capítulo 11: CRISTO, DEUTERONOMIO Y GÉNESIS

 Capítulo 12: EL ORIGEN DEL DIVORCIO POR EL PECADO


SEXUAL

 Capítulo 13: EL NUEVO CASAMIENTO

 Capítulo 14: EL NUEVO CASAMIENTO DESPUÉS DEL DIVORCIO

 Capítulo 15: PERSONAS CON UN HISTORIAL

 Capítulo 16: FORMA DE TRATAR EL DIVORCIO Y EL NUEVO


CASAMIENTO

***

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CAPÍTULO 01
ALGUNAS CONSIDERACIONES BÁSICAS SOBRE EL MATRIMONIO
Hemos de empezar aquí. No te saltes esta parte primera. No hay manera de
considerar el divorcio —la disolución del matrimonio—, o el nuevo
casamiento después del divorcio, hasta que se han establecido algunos hechos
esenciales bíblicos sobre el matrimonio mismo. Con demasiada frecuencia, los
que discuten sobre problemas relacionados con el divorcio, entienden mal (e
interpretan mal) los datos bíblicos precisamente, porque no han dedicado el
tiempo necesario a desarrollar un punto de vista bíblico del matrimonio.

El esmerarse en hacerlo es vital: los dos se sostienen juntos o se caen juntos.


No voy a considerar el matrimonio en profundidad, sino sólo los aspectos
del tema que son absolutamente esenciales para conseguir una posición
debidamente escritural sobre el divorcio y el nuevo casamiento. En este
libro, pues, el énfasis será sobre estos dos puntos. El estudio del matrimonio
es la ruta al estudio del divorcio.

Como el divorcio es la disolución del matrimonio («separar lo que Dios


juntó»), es necesario que descubramos y comprendamos claramente qué es lo
que el divorcio disuelve y por qué. Algunos, por ejemplo, hablan como si el
divorcio no disolviera necesariamente el matrimonio. Hablan como si las
personas divorciadas estuvieran «todavía casadas a la vista de Dios». ¿Es
válido este concepto? El lenguaje no es bíblico; ¿lo es la idea? Si lo es, ¿por
qué se opone Cristo a «separar» lo que no se puede separar?

O, dicho de otro modo, ¿pone fin realmente el divorcio al matrimonio, no


sólo legalmente, sino también delante del Señor? Sólo si es así puede ser
considerada la advertencia de Cristo directamente como una advertencia
contra el cometer un acto que no deberíamos cometer. La cuestión no es
meramente (solamente o simplemente) académica; la resolución del
problema tiene varias e importantísimas implicaciones prácticas para la vida.
Y no se pueden evitar en ningún modo de pensar cristiano. Pero para
resolver el problema contestando la pregunta, uno, primero, ha de saber qué
es lo que establece un matrimonio. ¿Cómo se hace un matrimonio? ¿Cuál es
su estado delante de Dios?

¿Qué es el Matrimonio?
En contra de gran parte del pensamiento y la enseñanza contemporánea, el
matrimonio no es un arreglo de conveniencia humana. No fue diseñado o

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planeado por el hombre, algo que ocurrió en el curso de la historia humana,
como una forma conveniente de separar nuestras responsabilidades respecto
a los hijos, etc. En vez de ello, Dios nos dice que Él mismo estableció,
instituyó y ordenó el matrimonio al principio de la historia humana (Génesis
2, 3). Dios diseñó el matrimonio como el elemento fundacional de toda la
sociedad humana. Antes de que existieran la Iglesia, la escuela, los negocios
(hablando formalmente), Dios instituyó formalmente el matrimonio, al declarar:

«Por tanto, dejará (‫ עָ זַב‬H5800 azáb) el hombre (‫ ִאיׁש‬H376 ish) a su padre (‫אָ ב‬
H1 ab) y a su madre (‫ אֵ ם‬H517 em), y se unirá (‫ ָדבַ ק‬H1692 dabác) a su mujer

(‫ ִא שָ ה‬H802 ishshá), y se harán una sola carne (‫ בָ שָ ר‬H1320 basar).» (Gén_2:24).1

Es importante enseñar esto a los jóvenes. Si el matrimonio fuera de origen


humano, entonces los seres humanos tendrían derecho a descartarlo. Pero
como fue Dios el que instituyó el matrimonio, sólo Él tiene derecho a
eliminarlo. Él nos ha dicho que el matrimonio no dejará de ser hasta la vida
venidera (Mar_12:25; Luc_17:26-27). Y el matrimonio no puede ser regulado
según el capricho humano. El matrimonio como institución (que incluye los
matrimonios individuales, naturalmente) está sujeto a las reglas estipuladas
por Dios. Si Él no hubiera dicho nada más sobre el matrimonio después de
establecerlo, nosotros mismos habríamos tenido que fijar sus reglas por
nuestra cuenta.

Pero Él no nos dejó a oscuras; Dios ha revelado su voluntad sobre el


matrimonio en las páginas de la Biblia. Los individuos pueden casarse,
divorciarse y volverse a casar sólo cuando puedan hacerlo sin pecar. Por
tanto, hemos de estudiar los principios bíblicos para el matrimonio y
respetarlos. Ni un individuo particular ni el Estado tienen autoridad para
decidir quién puede casarse (o divorciarse) y bajo qué condiciones. El Estado
ha recibido como encomienda el guardar registros ordenados, etc., pero no el
derecho (ni la competencia) de decidir las reglas del matrimonio y el
divorcio; esto es prerrogativa de Dios. Él ha revelado su voluntad sobre estos
asuntos en las Escrituras, que son explicadas y aplicadas por la Iglesia.

En segundo lugar, el matrimonio es una institución fundacional. Hemos


visto que fue la primera en ser instituida formalmente como una esfera de la
sociedad humana. La sociedad misma en todas sus formas depende del
matrimonio. El ataque al matrimonio que contemplamos hoy es, en realidad,
un ataque a la sociedad (y a Dios, que edificó la sociedad sobre el

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matrimonio). El matrimonio es, además, el fundamento sobre el cual
descansa la Iglesia, como sociedad especial de Dios. Esta comunidad pactada
es debilitada cuando la «casa» u «hogar» es debilitado. (El concepto de «casa»
en las Escrituras es de la unidad más pequeña de la sociedad.

Es un grupo de personas que viven bajo el mismo techo, bajo una cabeza
humana, y es una unidad separada que toma decisiones.) Esta «casa»
(concepto equivalente al nuestro de «familia», pero más rico) es una unidad
con la cual Dios trata realmente como a unidad.2 Por tanto, el ataque contra el
matrimonio (alrededor del cual se forma «la casa») es un ataque a la sub-
unidad básica de la Iglesia. Por todas estas razones, un ataque a la familia no
es una cosa baladí (de poca importancia), ya que constituye un ataque al
orden de Dios en el mundo y a su Iglesia.

En tercer lugar, un matrimonio no es lo que la teología católico-romana y


muchos protestantes (equivocadamente) han pensado: una institución
designada para la propagación de la raza humana. Si bien Dios ha ordenado
(«Creced y multiplicaos»), y sólo dentro del matrimonio la procreación no es
el rasgo fundamental del matrimonio.

El defender, como hacen algunos, que el matrimonio per se ("por si" o "como
tal") es biológicamente necesario para la procreación es una tontería y sólo
da lugar a confusión. En particular, este modo de pensar confunde y mezcla
el matrimonio con el apareamiento. La raza humana (como los ratones y las
cabras) podría propagarse de modo adecuado, al margen del matrimonio,
por medio del simple apareamiento. En algunos segmentos subliminales de
la sociedad en que hay matrimonios muy débiles, si es que existen, el
crecimiento por apareamiento es enorme, al margen, pues, del matrimonio.

No, el matrimonio es algo más que el apareamiento. Si bien el matrimonio


incluye el apareamiento, éste es sólo uno de sus deberes, y no hay que
identificar a los dos. El reducir el matrimonio a un apareamiento legalizado,
responsable, por tanto, es un error con serias consecuencias. La propagación
de la raza es un propósito secundario del matrimonio, no el propósito
principal. Los seres humanos serían, quizás, incluso más prolíficos si no
existiera la institución matrimonial.

En cuarto lugar, es importante entender que el matrimonio no se ha de hacer


equivalente a las relaciones sexuales. Una unión sexual no ha de ser igualada

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a la unión matrimonial3 (como creen algunos que estudian la Biblia de modo
descuidado). El matrimonio es una unión que implica unión sexual como
obligación central y placer (1Co_7:3-5), es verdad, pero la unión sexual no
implica por necesidad matrimonio. El matrimonio es diferente de la unión
sexual; es mayor, e incluye la unión sexual (como también incluye la
obligación de propagar la raza), pero las dos no son lo mismo.

Si el matrimonio y la unión sexual fueran la misma cosa, la Biblia no podría


hablar de relaciones sexuales ilícitas; en vez de ello (al referirse a la
fornicación) hablaría de matrimonio informal. El adulterio no sería adulterio,
sino bigamia (o poligamia) informal. Pero la Biblia habla de pecado sexual
fuera del matrimonio y no da la menor base a la noción de que el adulterio
sea bigamia. En toda la Biblia se habla del matrimonio en sí como algo
distinto de la unión sexual (lícita o ilícita). Las palabras «matrimonio»
(γάμος G1062 gámos) y «fornicación» (πορνεία G4202 porneia) (que significa
cualquier pecado sexual, todo pecado sexual)4 no pueden ser identificadas
(es decir, se les consideren como si fueren idénticas o iguales).

Aunque puede ser fácil en lo abstracto el aceptar este hecho, que las
relaciones sexuales no constituyen el matrimonio, cuando llegamos al
asunto del divorcio, hallamos con frecuencia a muchos que hablan de modo
distinto. Algunos dicen erróneamente que el adulterio disuelve el
matrimonio porque hace un nuevo matrimonio.5 Pero esto no es verdad
tampoco, hablando bíblicamente. Algunos dicen: «Bueno, queda disuelto a la
vista de Dios.» Pero este modo de hablar (y la idea subyacente en el mismo)
tampoco tiene apoyo bíblico. La noción de que el matrimonio empieza en la
luna de miel, cuando tienen lugar las primeras relaciones sexuales, y no
cuando se toman los votos, es totalmente extraña a las Escrituras.

En este supuesto el pastor diría una mentira cuando dice: «Declaro que sois
marido y mujer.» Al contrario, el matrimonio queda consumado cuando un
hombre y una mujer hacen votos solemnes ante Dios y entran en una
relación de pacto. El ministro que oficia en la boda está diciendo la verdad.
El matrimonio autoriza las relaciones sexuales. La luna de miel es propia y
santa (Heb_13:4) sólo porque la pareja ya está casada. Y el adulterio, más
tarde, aunque ejerce una tremenda presión sobre el matrimonio, no lo
disuelve. Las relaciones sexuales per se ("por si" o "como tal") no hacen el
matrimonio y no disuelven el matrimonio.

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El divorcio, al seguir al adulterio como una de sus consecuencias, por tanto,
no es meramente (solamente o simplemente) un reconocimiento externo y
una formalización de una realidad interna, sino un nuevo paso más allá del
adulterio, (y que no es necesario como resultado del mismo). No es
apropiado volver a casar a una pareja casada si un cónyuge concede perdón
por el adulterio del otro y los dos deciden seguir viviendo juntos. Todavía
siguen casados; el perdón solo basta.6 Este punto —que las relaciones
sexuales no constituyen un matrimonio— es absolutamente esencial para la
comprensión apropiada del matrimonio, el divorcio y el nuevo casamiento.

El matrimonio es mayor y distinto que la relación sexual, aunque la incluye.


No es ni constituido ni disuelto por las relaciones sexuales. Si el matrimonio
no ha de ser equiparado a la unión sexual o a la propagación de la raza,
hemos de buscar la esencia del matrimonio en otro punto.7 ¿Qué es el
matrimonio?, preguntamos otra vez. La respuesta a esta pregunta tan
importante la hallaremos y discutiremos en el capítulo próximo.
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1 Gén_2:24 Es evidente que en un sentido no formal, la Iglesia, el trabajo, la educación,
etc., estaban todos presentes desde el principio. Pero sólo el matrimonio fue establecido
como una institución ya en el jardín del Edén.
2 De la misma manera que Dios trata con individuos, naciones, iglesias, congregaciones,
Él también trata con «casas». Véanse Gén_7:1; Gén_19:12-14; Jos_2:19; Jos_6:23; Deu_11:6;
Hch_16:31; Jua_4:53; Hch_10:2; Hch_18:8. Según Jos_7:14 Dios dividió a la nación en
tribus, casas e individuos. La palabra «casa» es usada como edificio físico, el templo y el
tabernáculo, la iglesia (1Ti_3:5), un linaje familiar (tribu: Mat_10:6; Luc_2:4) y familias
individuales (Mar_6:4; Hch_7:10; Hch_16:31). Una «casa» incluía a todos los que vivían
bajo el techo (y, por tanto, bajo la autoridad de la cabeza) de la casa. Esto incluía a los
esclavos, parientes, etc. En el caso de David (Sal_101:2) era su palacio, y todos los que
vivían en él. Pero podía ser tan pequeña como una pareja casada viviendo sola.
3Ver Éxo_22:16-17. Es evidente que si tenían que ser casados, luego no estaban casados
antes; y si el padre rehusaba, no se casaban nunca.
4Este punto será discutido en mayor profundidad más adelante.
5Si el adulterio disolviera un matrimonio, Dios no podría llamar a los israelitas
adúlteros, «...siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto» (Mal_2:14), porque
después del adulterio ya no sería ni una cosa ni otra, y Él no se referiría al pacto, como
hace aquí.
6Como es natural, cuando digo «perdón», una palabra, se entiende que va incluido el
arrepentimiento y la obtención del perdón de Dios y del cónyuge.
7Para una amplicacion de ese punto ver mi libro Mas que Redención.

***
15
CAPÍTULO 02
¿EN QUE CONSISTE EL MATRIMONIO?
Hemos dado un vistazo preliminar al origen e importancia del matrimonio y
a algunas ideas falsas del matrimonio que había que aclarar. Hemos visto lo
esencial que es el matrimonio a la sociedad en general y a la Iglesia en
particular. Pero de nuevo ahora hemos de hacer la pregunta: ¿Qué es el
matrimonio? Nuestra respuesta a la pregunta, establecerá un fundamento
para la discusión del divorcio y el nuevo casamiento después del divorcio.
Ya es hora que los cristianos tengan una idea tan clara como el agua de lo que
Dios ha dicho sobre este asunto. Ha habido mucha especulación, mucho
filosofar y psicologizar en lugar de ello.

No hay necesidad, no hay excusa; Dios ha hablado claramente. Su Palabra es


tan explícita que no hay lugar para más especulación y dudas. La respuesta
del mismo Dios a la pregunta se halla en Gén_2:18 : «No es bueno que el
hombre (‫ אָ ָדם‬H120 adám) esté solo; le haré ayuda idónea (‫ ְּכנֶגְּ ֹּֽדו‬H5048 ‫עזֶר‬
ֵ֖ ֵ
H5828 `eezer kªnegªdow) para él.» En otras palabras, la razón del matrimonio es
el resolver el problema de la soledad. El matrimonio fue establecido porque Adán
estaba solo, y esto no era bueno. El compañerismo, la compañía, pues, es la
esencia del matrimonio. Veremos que la Biblia habla de modo explícito del
matrimonio como el pacto de compañía.

El Matrimonio y la Vida a Solas o Celibato


La evaluación fundamental de la vida a solas es que «no es buena». Esto es lo
que Él dice, y en esta palabra se halla la razón de la regla general, que:

«Por tanto, dejará (‫ עָ זַב‬H5800 azáb) el hombre (‫ ִאיׁש‬H376 ish) a su padre (‫אָ ב‬
H1 ab) y a su madre (‫ אֵ ם‬H517 em), y se unirá (‫ ָדבַ ק‬H1692 dabác) a su mujer

(‫ ִא שָ ה‬H802 ishshá), y se harán una sola carne (‫ בָ שָ ר‬H1320 basar).» (Gén_2:24).

El pecado, sin embargo, ha deformado la sociedad y los seres humanos en


cuanto a sus relaciones con Dios y entre sí, hasta el punto que algunos viven
a solas, solteros, a pesar de esta regla y su provisión. Pero además, debido a
la naturaleza de crisis de la vida, de vez en cuando traída por el pecado y
debido a las demandas urgentes de la Iglesia de Dios en todos los tiempos
para esparcir las buenas nuevas y edificar a los cristianos débiles en la fe,
Dios ha llamado a algunos a ser excepciones de su propia regla, y ha
provisto para su necesidad de compañía, dándoles el don especial de llevar
una vida de soltería (ver Mat_19:11-12; 1Co_7:7).
16
Según Mat_19:11-12 y 1Co_7:7, hay personas a las cuales podríamos decir que
Dios ha apartado para sí, para que lleven una vida de celibato por causa de
su reino. Jesús habla más plenamente de esto en Mat_19:11-12 que en
cualquier otro lugar. Después de la discusión sobre el divorcio (vv. Mat_19:3-
9) en la cual Jesús dice que la fornicación (πορνεία G4202 porneia) (el pecado
sexual) es la única base permisible para el divorcio entre los creyentes, los
discípulos comentan: «Si así es la condición del hombre con su mujer, no
conviene casarse.»1 Pensaban —es de suponer— que si el matrimonio ha de
ser permanente, así sería mejor no correr el riesgo de casarse con una persona
desacertada. Pero como respuesta Jesús dice: «No todos son capaces de
comprender esta doctrina, sino aquellos a quienes ha sido dado» (v.
Mat_19:11). Queda claro por esta respuesta (así como por 1Co_7:7) que hay
excepciones a la regla dada en Gén_2:18; Gén_2:24.

Y como el don del celibato es un don de Dios, queda claro que Él ha hecho la
excepción a su propia regla. Este don nunca se explica claramente en detalle,
pero, sin duda, en él hay la «capacidad» de hallar una compañía de una clase
diferente (nunca podría ser de la misma clase) fuera del matrimonio, en la
obra especial del reino, a la que algunos son llamados. Esto parece implicado
en Mat_19:12 :

«Hay eunucos (εὐνοῦχος G2135 eunoújos) que nacieron así del vientre de su
madre, y hay eunucos (εὐνοῦχος G2135 eunoújos) que fueron hechos eunucos
(εὐνουχίζω G2134 eunoujízo) por los hombres, y hay eunucos (εὐνοῦχος G2135
eunoújos) que se hicieron eunucos (εὐνουχίζω G2134 eunoujízo) a sí mismos
por causa del reino de los cielos.»

La última parte de este versículo indica que estas personas célibes han
recibido el don o capacidad de vivir vidas satisfactorias (no de soledad) como
resultado (en una forma u otra) de una inmersión profunda en la obra del
Señor en formas que no son posibles a las personas casadas (ver 1Co_7:32-
34).

Nótese la conclusión de Mat_19:12 : «El que sea capaz (δύναμαι G1410


dúnamai) de aceptar esto, que lo acepte.»2 No deja opciones abiertas; Dios no
da dones inútiles. Los que tienen el don del matrimonio (1Co_7:7) han de
prepararse para el matrimonio y buscarlo. Los que tienen el don de seguir
una vida de soltería, asimismo, se han de preparar para ella y seguirla. El
17
primer grupo evita el matrimonio a propósito; el segundo, peca si lo contrae.
Cada persona ha de averiguar, y luego ejercer, los dones y capacidades que
vienen con ellos. No debe de haber quejas sobre la sabiduría de Dios al
dispensarnos sus dones: Él lo hace todo bien. Antes de hacer otras preguntas
o quejarse de que «Dios debe haberme pasado por alto», etc., uno ha de
hacerse la pregunta básica: «¿Pertenezco a aquellos a quienes Dios ha
señalado para la soltería?» Cuando uno puede contestar sinceramente esta
pregunta de modo definitivo, no hallará necesidad de hacer las demás
preguntas (y, sin duda, no tendrá causas para quejarse).

La vida de soltería no es conforme a la regla establecida en Gén_2:18; es


excepcional. Pero precisamente porque constituye una excepción (que Dios
mismo, por medio del don, ha hecho), debería ser especialmente reconocida
en la Iglesia por lo que es. Los cristianos que son solteros no deberían ser
mirados con desdén o descuidados por los casados (algo que ocurre con
frecuencia). Más bien deberían ser honrados por los esfuerzos especiales que
hacen en prosecución de tareas especiales del reino, a las cuales Dios los ha
llamado. Esto no quiere decir colocarles medallas, sino conferir honor a
aquellos que se lo merecen. Después de todo, Pablo era uno de éstos; no le
miramos con desdén, ¿verdad?3 Alguien puede preguntarse cómo pueden
compaginarse 1Co_7:8; 1Co_7:26 con Gén_2:18. En este último versículo
Moisés escribe: «... No es bueno que el hombre esté solo; ...»; en el anterior,
Pablo dice que «... bueno les fuera quedarse como yo» o sea, quedarse como
él. ¿No hay contradicción entre los dos?

No. La regla general de Gén_2:18 se aplica a la mayoría, y (en general)


siempre ha sido verdad. La excepción dada en lera Corintios 7 (además de la
que hemos estudiado en Mateo 19) se aplica a circunstancias extraordinarias
(«a causa del agobio inminente» (RV1977), 1Co_7:26).4 La regla general es
verdadera para la mayoría. En muchos de las circunstancias. Pero puede ser
puesta a un lado en tiempos de persecución. En un período de gran
persecución, similar a la matanza de Nerón, que Pablo (un profeta) veía con
antelación, este pasaje entra en vigor. Las dos cosas son «buenas» para
personas diferentes en situaciones diferentes. (Naturalmente, ninguna
excepción habría sido necesaria si Adán no hubiera pecado. La regla general
fue enunciada (expresada, expuesta, anunciada) antes de este pecado.)

Pero incluso en tiempos de persecución, las personas que tienen


dificultad en «abstenerse» no pecan si siguen la regla general y se casan (o

18
dan sus hijos en casamiento; ver 1Co_7:27-31). Las personas señaladas para
proseguir una vida de soltería en Mateo 19 tienen que hacerlo, no debido a
una crisis inminente, sino debido a que hay tareas especiales que Dios les
tiene preparadas. Aquellos que han sido señalados para seguir una vida de
soltería (si les es posible) en 1era Corintios 7 son aquellos que (en contraste),
bajo otras condiciones, serían instados a casarse. En realidad, incluso las
personas casadas deben abstenerse algo de lo que, por otra parte, son
privilegios y actividades normales de la vida de matrimonio (1Co_7:29).

El Pacto de Compañía
Vamos ahora a considerar en detalle lo que ya hemos visto que es la esencia
del matrimonio: la compañía. Dios nos hizo a la mayoría de tal forma que nos
sentiríamos solos sin una compañía íntima con la cual poder vivir. Dios
proporcionó a Adán una esposa, Eva, no sólo (o incluso de modo primario)
como ayuda (aunque la ayuda es también una dimensión de la compañía),
sino como una compañera. Adán, como todos los demás maridos desde
entonces (según veremos), tiene como deber proporcionarle compañía a la
esposa.

En la Biblia se describe el matrimonio en términos de compañía. En


Pro_2:17, por ejemplo, se nos dice que «la mujer extraña... abandona al
compañero de su juventud, y se olvida del pacto (‫ ְּב ִרית‬H1285 berít) de su
Dios».5 La palabra traducida como compañero (‫ אַ ּלוף‬H1441 alúf) en este
versículo tiene en sí la idea de uno que «ha sido esticado (se usa al hablar de
animales domados), o «uno que tiene una relación íntima cercana con otro». Es
difícil establecer una relación íntima con un animal salvaje, pero se puede
estar en términos de cercanía con uno domesticado (o domado). El
significado básico tiene que ver con una relación cercana, íntima. Y esto es
exactamente lo que es la compañía en el matrimonio: una relación íntima
entre el marido y la esposa. Las actitudes o acciones «salvajes» por parte de
uno destruyen la compañía; las acciones o actitudes «domesticadas» (cálidas,
deseosas de estar juntos) la fomentan. La compañía o compañerismo, pues,
por lo menos en parte) implica intimidad.

El concepto de matrimonio como compañerismo aparece también en


Mal_2:14, donde se usa un término diferente, pero muy complementario:
«Porque Jehová es testigo entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has
sido desleal, siendo ella tu compañera y la mujer de tu pacto (‫ ְּב ִרית‬H1285 berít).»
Ahora bien, la palabra traducida aquí por «compañera» (‫ חֲבֶ ֶרת‬H2278 kjabéret)

19
tiene la idea básica de unión o asociación. Un compañero, pues, es uno con el
cual se entra en una unión (o relación) íntima. Al poner los dos términos juntos
llegamos a un sentido pleno de la idea de compañía. Un compañero es uno
con el cual estamos íntimamente unidos en pensamientos, objetivos, planes,
esfuerzos (y en el caso del matrimonio, en cuerpos). Los dos pasajes juntos6
dejan claro que, tanto para el marido como para la mujer, la compañía es el
ideal.

En Proverbios, el marido es llamado compañero (mostrando que él también


proporciona compañía a la esposa); en Malaquías es la esposa la que es
designada con esta palabra. Para ambos, pues, la entrada en el matrimonio
ha de significar el deseo de juntarse para cubrir la necesidad de compañía del
otro. El amor en el matrimonio se centra en dar al cónyuge, la compañía que
necesita para eliminar la soledad. Estos hechos no han sido enseñados
fielmente en la Iglesia, y deben ser afirmados repetidamente siempre que
haya posibilidad de ser escuchados: en sermones, en grupos de recién
casados, en reuniones de matrimonios de edad, de adolescente y de niños. Si
hay una ignorancia tan fundamental de las enseñanzas de Dios sobre el
matrimonio, no es de extrañar que se entienda mal lo que Él dice sobre el
divorcio y el nuevo matrimonio.

La Promesa de Matrimonio
Hemos de dirigirnos ahora al importante asunto de la promesa o
compromiso en la Biblia para casarse. Hoy, en nuestra cultura distinta, la
mayoría de los cristianos no tienen idea de lo que era el compromiso bíblico
y lo que implicaba. Las prácticas modernas no deben ser introducidas en
forma equivocada en los relatos bíblicos. Para nosotros la promesa o
compromiso formal de casarse es un período de prueba. Muchos lo ven
como un ir juntos, oficialmente, con alguna intención de casarse. No hay nada
realmente obligatorio en ello. En la Biblia, por otra parte, el compromiso
para casarse, o promesa para casarse, era absolutamente obligatorio. En
efecto, era el primer paso en el matrimonio. En el compromiso se hacía el
pacto matrimonial, y este compromiso sólo podía quebrantarse por medio de
la muerte o el divorcio (Deu_22:23; Mat_1:16-24).

Una persona comprometida que voluntariamente entraba en relaciones


sexuales ilícitas con otra (que no era con la cual estaba comprometida), no
incurría en una multa, sino que (como en las relaciones adúlteras después
del matrimonio) era apedreada (ver Deu_22:23; la muchacha comprometida

20
es llamada la «desposada» del hombre con el cual está comprometida). Así
pues, en contra del punto de vista de algunos, hay toda clase de razones
bíblicas para referirse a las relaciones sexuales ilícitas durante el
compromiso como adulterio simplemente. En contraste con una persona
comprometida, el individuo soltero que entraba en relaciones sexuales
ilícitas sufría una pena menor (Deu_22:28-29).7 Por tanto, lo que hay que
recordar es que los comprometidos recibían la misma pena que las personas
casadas (ver Deu_22:22). No se hacía distinción alguna.

La misma práctica que hallamos en Deu_22:23, donde vemos que a los que
están comprometidos se les llama desposados, ocurre de modo repetido en
otras partes de las Escrituras, confirmando que la alta estima concedida al
compromiso persistía (ver 2Sa_3:14; Mat_1:19). En este último pasaje8 José es
llamado «desposado», aun cuando se afirma de modo explícito que no había
habido unión sexual con María (Mat_1:25).
Pueden ser útiles unos pocos comentarios adicionales sobre los sucesos
registrados en Mateo.
----
Mat_1:19 José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla
(ἀπολῦσαι G630 apolysai) secretamente.
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G630
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Diccionario Strong
ἀπολύω
apolúo
de G575 y G3089; libertar completamente, i.e. (literalmente) aliviar, soltar, dimitir
(reflexivamente partir), o (figurativamente) dejar morir, perdonar o (específicamente)
divorciarse: perdonar, poner en libertad, repudiada, repudiar, retirar, soltar, enviar,
dejar libre, despedir.
----

Diccionario Tuggy
ἀπολύω. (impf. ἀπέλυον; tiempo futuro ἀπολύσω; tiempo futuro voz pasiva
ἀπολυθήσομαι; 1 tiempo aoristo ἀπέλυσα; 1 tiempo aoristo modo infinitivo
ἀπολῦσαι; 1 tiempo aoristo voz pasiva ἀπελύθην; tiempo perfecto voz pasiva
ἀπολέλυμαι). Dejar libre, libertar, rescatar, morir. Voz media Estar o andar libre, partir,
irse.
A.T. ‫ ָגוַע‬, Núm_20:29. ‫ג ַָרׁש‬ pi. Sal_33:tit.(Sal_34:1). ‫הָ לַ ְך‬ Gén_15:2. ‫ ׁשוב‬,
Éxo_33:11.
N.T.
A) Rescatar, libertar, perdonar, soltar : Mat_18:27; Mat_27:15; Mat_27:17; Mat_27:21;

21
Mat_27:26; Mar_15:6; Mar_15:9; Mar_15:11; Mar_15:15; Luc_6:37; Luc_13:12;
Luc_23:16; Luc_23:18; Luc_23:20; Luc_23:22; Luc_23:25; Jua_18:39; Jua_19:10;
Jua_19:12; Hch_3:13; Hch_5:40; Hch_16:35-36; Hch_26:32; Hch_28:18.
B) Divorciar, repudiar : Mat_1:19; Mat_5:31-32; Mat_19:3; Mat_19:7-9; Mar_10:2;
Mar_10:4; Mar_10:11-12; Luc_16:18.
C) Enviar, despedir, despachar : Mat_14:15; Mat_14:22; Mat_15:23; Mat_15:32;
Mat_15:39; Mar_6:36; Mar_6:45; Mar_8:3; Mar_8:9; Luc_2:29; Luc_8:38; Luc_14:4;
Hch_4:23; Hch_15:30; Hch_15:33; Hch_19:40; Heb_13:23.
D) Voz media Irse : Hch_28:25. ἀπολῶ, ἀπολωλός, Ver ἀπόλλυμι, 622.
----

Diccionario Swanson
(Swanson 666b)
ἀπολύομαι (apolyomai): vb.; ≡ Strong 630-ver 668
----
(Swanson 668)
ἀπολύω (apolyō), ἀπολύομαι (apolyomai): vb.; ≡ Strong 630-1. LN 15.43 despedir,
dejar ir (Mat_14:15); 2. LN 15.66 enviar, hacer que otro parta (Hch_15:30); 3. LN
37.127 poner en libertad, soltar (Luc_23:22); 4. LN 34.78 divorciar (Mat_1:19); 5. LN
40.8 perdonar, otorgar clemencia, condonar (Luc_6:37); 6. LN 15.38 (dep.) salir,
retirarse (Hch_28:25)
----

Diccionario Vine NT
apoluo (ἀπολύω, G630), poner en libertad, dejar ir, se traduce enviar en Mar_8:3;
Hch_15:30. Este término implica mas que una comisión, un dejar ir, implicando que
habrían estado contentos en retener consigo a los mensajeros (véase el mismo verbo
griego en Hch_13:3, y contrastar con Hch_13:4, donde aparece el verbo ekpemoemp,
el acto de ser comisionados por el Espíritu Santo). Véanse DEJAR, DESPEDIR,
PONER (LIBRE), REPUDIAR, RETIRAR,

apoluo (ἀπολύω, G630), apo, de, desde, ablativo, y Nº 2. Denota:


(a) poner en libertad, liberar, soltar, y se traduce con este último verbo en
Mat_27:15, Mat_27:17, Mat_27:21, Mat_27:26; Mar_15:6, Mar_15:9, Mar_15:11,
Mar_15:15; Mar_23:16, Mar_23:18, Mar_23:20, Mar_23:22, Mar_23:25; Jua_18:39, dos
veces; Jua_19:10, Jua_19:12, dos veces; Hch_4:21; Hch_16:35-36; Hch_17:9;
Hch_28:18; en Luc_22:68; Luc_23:17 aparece este verbo, también traducido soltar, en
TR , pasajes que son omitidos en los mss. más comúnmente aceptados;
(b) dejar ir, despedir, p.ej., Mat_14:15, Mat_14:22. Véanse DEJAR, DESPEDIR,
ENVIAR, LIBERTAD, LIBRE, PERDONAR, PONER, REPUDIAR, RETIRAR.

Notas: (1) Para lusis, traducido libremente en 1Co_7:27 en la frase «no procures
soltarte», véase SEPARACIÓN, A, Nº 1.

apoluo (ἀπολύω, G630), lit: desligarse de [apo, de (partitivo); luo, desligar]. Se


traduce con el verbo despedir en Mat_14:15, Mat_14:22-23; Mat_15:23, Mat_15:39;

22
Mar_6:36, Mar_6:45; Luc_2:29; Luc_9:12; Luc_14:4; Luc_13:3; Luc_15:33; Luc_19:40;
Luc_23:22. Véanse DEJAR, ENVIAR, LIBERTAD, LIBRE, PONER, REPUDIAR,
RETIRAR, SOLTAR.

apoluo (ἀπολύω, G630), significa dejar en libertad, liberar, soltar [apo, de


(partitivo); luo, soltar]. Se traduce «dejar» solo en Mat_1:19. Véanse DESPEDIR,
ENVIAR, LIBERTAD, LIBRE, PONER, REPUDIAR, RETIRAR, SOLTAR.

apoluo (ἀπολύω, G630), desligar de (apo), en la voz media, significa retirarse


(Hch_28:25). Véanse DESPEDIR, REPUDIAR, y también DEJAR, ENVIAR,
LIBERTAD, PERDONAR, PONER, SOLTAR.

apoluo (ἀπολύω, G630), dejar suelto de, dejar ir libre (apo, de, desde; luo, soltar,
desligar). Se traduce «repudie» en Mat_5:31; «repudia» y «la repudiada» (Mat_5:32);
«repudiar» (Mat_19:3; Mat_19:7-8); Mat_19:9 : «repudia» y «repudiada». Se usa
también en el mismo sentido en Mar_10:2-3, Mar_10:11; Luc_16:18. En Mat_1:19 se
usa asimismo en este sentido, traducido: «dejarla» (RV, RVR, RVR77: VM, VHA:
«repudiarla»). El Señor lo utiliza también en el caso de una esposa divorciándose de
su marido (Mar_10:12), caso que se daba entre griegos y romanos, pero no entre
judíos. Véanse DEJAR, DESPEDIR, ENVIAR, LIBERTAD, LIBRE, PERDONAR,
PONER, RETIRAR, SOLTAR.

apoluo (ἀπολύω, G630), poner en libertad, dejar ir, se traduce enviar en Mar_8:3;
Hch_15:30. Este término implica mas que una comisión, un dejar ir, implicando que
habrían estado contentos en retener consigo a los mensajeros (véase el mismo verbo
griego en Hch_13:3, y contrastar con Hch_13:4, donde aparece el verbo ekpemoemp,
el acto de ser comisionados por el Espíritu Santo). Véanse DEJAR, DESPEDIR,
PONER (LIBRE), REPUDIAR, RETIRAR, SOLTAR.
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Mat_1:25 Pero no la conoció (ἐγίνωσκεν G1097 eginôsken) hasta que dio a luz
a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.
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γινώσκω ginósko G1097
Tuggy: eufemismo para indicar relaciones sexuales: Mat_1:25; Luc_1:34.
Swanson: tener relaciones sexuales (Mat_1:25; Luc_1:34)
Vine: Este verbo se usa para expresar el pensamiento de relación o unión, como entre
hombre y mujer (Mat_1:25; Luc_1:34).

Gén_4:1 Conoció (‫ י ַָדע‬yadá H3045) Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a
luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón.
Gén_4:17 Y conoció (‫ֵ י ֵַדע‬yedá H3045) Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz
a Enoc; y edificó una ciudad, y llamó el nombre de la ciudad del nombre de su hijo,
Enoc.
Gén_4:25 Y conoció (‫ֵ י ֵַדע‬yedá H3045) de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz
un hijo, y llamó su nombre Set: Porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en
23
lugar de Abel, a quien mató Caín.

‫ י ַָדע‬yadá H3045
Vine: En Gén_4:1, cuando Adán «conoce» [yada'] a Eva, es porque también ha
tenido un contacto directo o relación sexual con ella.
Chávez: Tener relaciones sexuales (Gén_4:1). — Perf. ‫ ;י ַָדע‬Impf. ‫ ;י ֵַדע‬Impv. ‫; ַדע‬
Inf. ‫ ; ַדעַ ת‬Pref.suf. ‫ ; ְּל ַד ְּעּתו‬Part. ַ‫ ;י ֵׄידע‬Pas. ַ‫יָדוע‬.
----

1) Mateo nos dice que José había decidido «dar carta de divorcio» a María
secretamente (v. Mat_1:19). Probablemente para este tiempo el divorcio había
llegado a sustituir el apedreamiento. Es posible que, bajo la ley romana, el
castigo de esta ofensa por apedreamiento no fuera permitido. Algunos
conjeturan, sin embargo, que el apedreamiento era usado raramente, si es
que lo fue alguna vez (quizás esto estaba implicado en lo que Jesús llamaba
la «dureza (σκληροκαρδία G4641 sklerokardía) de vuestros corazones»9, que Él
dijo influyó en Moisés). Los hechos referentes a esta sustitución (o cambio)
no son claros.

Pero como en este mismo versículo José es llamado «un varón justo» (lo cual
indica, indudablemente, un elogio de la acción que tenía intención de
realizar), parece evidente que (por lo menos en aquella ocasión) Dios no
miraba con aversión, la sustitución del apedreamiento por el divorcio, o
bien —nótese bien— la idea del divorcio mismo en el caso de relaciones
sexuales ilícitas. Este hecho interesante tiene implicaciones que se refieren a
puntos que serán considerados más adelante. Pero, de momento, notemos
que el matrimonio que empezaba con el compromiso (y requería un divorcio
para ser anulado) no llevaba consigo una unión sexual (Mat_1:25) y tenía que
ser terminado por el divorcio.

Todos estos hechos dejan bien claro que el matrimonio es fundamentalmente


un arreglo contractual (procedente del contrato o derivado de él) (llamado en
Mal_2:14 «pacto») (‫ ְּב ִרית‬H1285 berít) y no una unión sexual. El matrimonio es
una arreglo formal (por pacto) entre dos personas para pasar a ser, el uno
para el otro, compañeros para toda la vida. En el matrimonio hacen el
contrato de impedir, el uno con respecto al otro, el quedar solos en tanto que
vivan. Nuestras modernas ceremonias de casamiento deberían poner énfasis
sobre este punto mucho más de lo que lo ponen.

24
No tenemos detalle alguno de las ceremonias del compromiso o del
casamiento en la Biblia. Lo que más se aproxima al ritual o ceremonia del
compromiso (o práctica que posiblemente precedía a las ceremonias de
compromiso) se halla en Rut y en Ezequiel. La práctica no es del todo clara
para nosotros, pero, en una forma u otra, implicaba el extender una prenda
de vestir sobre la mujer que entraba en el compromiso (ver Rut_3:9-10). En
Eze_16:8 leemos:

«Y cuando pasé otra vez junto a ti, y te miré, y he aquí que tu tiempo era
tiempo de amores, extendí mi manto sobre ti, y cubrí tu desnudez; y te di
juramento y entré en pacto (‫ ְּב ִרית‬H1285 berít) contigo, dice el Señor Jehová, y
fuiste mía.»

Aquí Dios se compromete con Israel extendiendo su manto sobre ella, con lo
que la pone bajo su cuidado protector.10 El juramento del pacto (o sea, los
votos), puede referirse al compromiso (o quizás a la ceremonia del
casamiento más tarde.11 En Ose_2:19-20, Dios habla de «desposarse» (o sea,
el compromiso) con Israel «para siempre» y «en fidelidad». La naturaleza
permanente del compromiso o desposorio (esponsales) se destaca en este
pasaje. Cuando sigue diciendo: «Y conocerás a Jehová», se hace eco de la
frase del pacto (‫ ְּב ִרית‬H1285 berít). No tenemos en la Biblia otras ceremonias
relativas al matrimonio. Lo que más se acerca a una ceremonia de
casamiento aparece en el libro apócrifo de Tobías. Pero ésta no tiene por qué
ser típica, puesto que parece ser condensada, una versión acelerada de lo que
se celebraba normalmente. Hay excepciones, indudablemente.

En el caso del matrimonio de muchas vírgenes, el período de compromiso o


desposorio duraba de nueve a doce meses. Para una viuda había sólo un
período de tres meses de compromiso.12 Pero, como Tobías (el hijo de Tobit)
fue a buscar a su esposa a gran distancia, todo queda comprimido. Esto es lo
que leemos, sea cual sea su valor: «Entonces él llamó a su hija Sara, y
tomándola de la mano la dio a Tobías para ser su esposa, diciendo: Aquí la
tienes; tómala conforme a la ley de Moisés, y llévala contigo a tu padre. Y los
bendijo. Luego, llamó a su esposa Edna, y tomando un pergamino escribió el
contrato; y ellos pusieron su sello en él. Entonces empezaron a comer»
(Tob_7:13 y ss.). ¡Y esto duró los 14 días! (Tob_8:19-20).

Nótense los elementos en la ceremonia de este casamiento (que no tenemos


razones para considerar que fuera atípica):
25
1) El padre «da» o «entrega» su hija, tomándola formalmente de la
mano, a su yerno.
2) Pronuncia verbalmente el hecho: «Aquí la tienes...»
3) Los bendice a los dos.
4) Él y su esposa redactan un contrato formal de matrimonio.
5) Le dan validez con sus sellos.
6) Hay festejos de boda públicos.
7) «Escoltan a Tobías hasta ella» (Tob_8:1).

Las ceremonias ordinarias eran probablemente muy similares. Hay una cosa
que parece clara: la ceremonia del matrimonio incluía elementos formales,
contractuales (procedentes del contrato o derivado de él), que eran
registrados. Y había una ceremonia pública. Aunque el proceso era simple,
el lado contractual (procedente del contrato o derivado de él) es
prominente.13 A lo largo de todo esto he venido refiriéndome al matrimonio
como un contrato o arreglo por pacto (‫ ְּב ִרית‬H1285 berít). Quisiera decir unas
palabras más sobre este punto antes de terminar este capítulo. He llamado al
matrimonio (con buenas razones bíblicas) un Pacto de Compañía.

Volviendo a Pro_2:17 y a Mal_2:14 (sin mencionar Eze_16:8-9, que he citado


antes), nótese que el abandonar el compañero de la juventud de uno, es
paralelo a olvidar el pacto (‫ ְּב ִרית‬H1285 berít) de Dios (Pro_2:17). En la poesía
hebrea este paralelismo sinónimo era usado para equiparar dos cosas, con
miras a expresar dos aspectos diferentes de un tema. El abandonar al
compañero es lo mismo que el olvidar el pacto (‫ ְּב ִרית‬H1285 berít)
matrimonial.

En Mal_2:14 aparece un concepto similar. Aquí, Dios denuncia a los maridos


que son infieles a sus compañeras. Estas compañeras son descritas más
adelante como las que eran esposas por pacto (‫ ְּב ִרית‬H1285 berít). Así, en
ambos pasajes en que se menciona de modo prominente la compañía,
también se menciona el aspecto de pacto del matrimonio. Esto significa
(como ya he indicado) que el matrimonio es un Pacto de Compañía.

En este pacto (‫ ְּב ִרית‬H1285 berít) las dos personas pactan no sólo procrear y
criar hijos y satisfacer cada uno las necesidades sexuales respectivas, etc.;
estos objetivos son demasiado estrechos (aunque parte del objetivo mayor).
Los dos se ponen de acuerdo (‫ ְּב ִרית‬H1285 berít) (hacen voto; literalmente
«juran», ver Ose_2:19-20; Eze_16:8) en vivir juntos (Mat_1:18) como
26
compañeros a fin de eliminar o quitar la soledad del otro (esto incluye los dos
factores mencionados antes, pero también muchos otros). Este pacto (‫ְּב ִרית‬
H1285 berít), como hemos visto, se hace en el momento del compromiso o
desposorio (no por medio de la unión sexual, sino por medio de un
contrato), pero los dos empiezan a cumplir todos los términos del pacto
(‫ ְּב ִרית‬H1285 berít) sólo después de la ceremonia de la boda o casamiento y de
la celebración o festejos públicos, cuando empiezan factualmente (fáctico:
fundamentado en hechos en oposición a teórico o imaginario) a vivir juntos.

Otros Factores
He venido hablando de otros factores incluidos en la compañía. ¿Cuáles son?
Gén_2:18; Gén_2:24 nos dice mucho. Las palabras ayuda idónea (‫ ְּכנֶגְּ ֹּֽדו‬H5048
‫עזֶר‬
ֵ֖ ֵ H5828 `eezer kªnegªdow) significan una ayuda apropiada, y es la
traducción de una palabra hebrea que lleva consigo la idea de
«aproximarse a, acercarse». Podríamos hablar de Eva, de modo apropiado,
como la otra mitad que en la unión por pacto del matrimonio hace el
conjunto completo. Esta otra mitad se acerca a Adán en este punto.

Como su contrapartida, la mujer completa o rellena la vida del hombre,


haciendo de él una persona mayor de lo que habría sido de seguir solo,
trayendo al marco de su vida un dimensión femenina nueva desde la cual
contemplar la vida en una forma que no habría podido conocer de otro
modo. Además, él también aporta a su esposa una perspectiva masculina
que amplía la vida de ella, haciéndola más plena, una persona más completa
de lo que habría podido ser aparte de él. Esta unión matrimonial por pacto
resuelve el problema de la soledad, no meramente (solamente o
simplemente) llenando un vacío, sino llenándolo a rebosar. Hay más que la
mera presencia implicada aquí. La soledad del ser meramente (solamente o
simplemente) masculino o femenino también queda cubierta o satisfecha.

Ayudar, la idea del versículo, es otro aspecto de la compañía o


compañerismo. Los dos están unidos, son compañeros en el esfuerzo (véase
la orientación de la mujer hacia la obra del marido en Proverbios 31).
Algunos de los goces más ricos de la compañía proceden del hecho de
trabajar juntos los dos esposos, uno al lado del otro. Haga lo que uno haga,
necesita una ayuda interesada a su lado. En último término, los dos trabajan
juntos para el Señor (éste es el factor unificador fundamental en el
matrimonio: se casan «en el Señor») cualesquiera sean las tareas específicas a
mano en un momento dado. Hay alguien con quien él (ella) puede discutir

27
las cosas, alguien de quien recibir consejo, alguien a quien cuidar, con quien
compartir goces, perplejidades, ideas, temores, penas y desengaños: una
ayuda. ¡Un compañero o compañera matrimonial es alguien con quien uno
puede sentirse en plena confianza!

Este hecho aparece más plenamente en Gén_2:24-25, en que se describe el


matrimonio como un unirse (adherirse) (‫ ָדבַ ק‬H1692 dabác) en que el hombre y
su esposa pasan a ser «una carne», y que podrán estar el uno frente al otro
desnudos sin avergonzarse. La frase «una carne» necesita ser explicada,
porque puede dar lugar a malentendidos. No se refiere de modo primario a
la unión sexual (aunque ésta va incluida). La expresión «carne» (‫ בָ שָ ר‬H1320
basar) también tenía en hebreo el significado de ser, persona (como podemos
ver fácilmente en Gén_6:17; Gén_7:22-23; Gén_8:21). Cuando Dios habla de
«destruir toda carne» no significa carne en oposición a huesos. Significa
«destruir toda persona».

Cuando Joel (Joe_2:28) [citado también en Hechos 2 (Hch_2:17), por Pedro,


en Pentecostés] dice que Dios derramará su Espíritu sobre «toda carne», de
nuevo en lo que piensa es en toda clase de persona (judío, gentil, viejo, joven,
hombre, mujer). Así, aquí, en Gén_2:24, el pasar a ser «una carne» significa
pasar a ser una sola persona. La unión matrimonial es la más íntima, más
próxima de todas las relaciones humanas. Dos personas empiezan a pensar,
obrar y sentir como una sola. Son capaces de ínter penetrarse en sus vidas
para pasar a ser una, una unidad funcional.

Pablo, citando este versículo en Efe_5:28-31, dice que la relación ha de ser tan
íntima que todo lo que el hombre hace (bueno o malo) para su esposa, se lo
hace a sí mismo, puesto que los dos han pasado a ser «una carne» (una
persona) (σάρξ G4561 sárx). Incluso en 1era Corintios 6, donde, al principio,
uno podría pensar en el uso del versículo como confirmación del aspecto
sexual del matrimonio, una lectura más cuidadosa muestra otra cosa. Pablo
distingue tres clases de uniones:

1. Un cuerpo (σῶμα G4983 sóma) (v. 1Co_6:16): la relación


sexual con una prostituta = una unión cercana.
2. Una carne (σάρξ G4561 sárx) (v. 1Co_6:16): la unión
matrimonial = una unión más cercana.
3. Un espíritu (πνεῦμα G4151 pneúma) (v. 1Co_6:17): la unión
con Cristo = la unión más próxima e íntima posible.

28
No hay espacio aquí para desarrollar este pasaje con más detalle. El objetivo
revelado de Dios para un marido y una esposa es el pasar a ser uno en todas
las áreas de su relación: intelectual, emocional y físicamente. El Pacto de
Compañía tiene por objeto cubrir esta necesidad. Hoy, la gente por todas
partes trata de establecer otras formas de relaciones íntimas y abiertas. El
Pacto de Compañía está planeado para llenar esta necesidad, y es el único
que puede hacerlo. Los maratones de fin de semana, las sesiones de terapia
de grupo, etc., no van a realizar la tarea. Dios ha ordenado el matrimonio
para este propósito; los sustitutos humanos van a fracasar. Como el
matrimonio está fallando, la gente trata (en vano) de hallar satisfacción en
otras partes.

En Gén_2:25 Moisés se refiere a la desnudez sin avergonzarse. Esto también


ha sido interpretado sexualmente (equivocadamente). La vergüenza tiene
que ver con el pecado; como Adán y Eva carecían de pecado, no tenían de
qué avergonzarse. Podía ser perfectamente abierto, transparente y vulnerable
el uno respecto al otro.14 No tenían nada que esconder. Éste es todavía el
ideal del matrimonio: estar abierto sin temor o vergüenza. Dos personas que
no tienen nada que esconder el uno del otro pueden ser totalmente francos;
no había necesidad de que nada se interpusiera entre ellos, ni aun el vestido.
Estaban totalmente abiertos el uno para el otro.

Los grupos terapéuticos de «apertura» o «para abrirse» no van a satisfacer;


sólo el matrimonio proporciona el escenario o fondo adecuado y correcto
para la apertura o franqueza total. Cuando el matrimonio descansa sobre la
verdad cristiana y es vigorizado por una vida cristiana, esto es posible. La
verdad unifica, el amor enlaza, la esperanza orienta. Estos elementos
permiten apertura o franqueza sin vergüenza. Una visión así del matrimonio
muestra claramente que el matrimonio es mucho más que un apareamiento
legalizado (apareamiento = un cuerpo; matrimonio = una carne). La
compañía o compañerismo es lo que diferencia las cosas.

En el aconsejar matrimonial, pues, el consejero cristiano no tiene


vacilaciones acerca de sus objetivos. Sabe que para glorificar a Dios tiene que
desarrollar y fomentar un compañerismo más profundo entre marido y
esposa. De esta forma, el matrimonio vuelve a empezar a aproximarse a los
ideales establecidos por Dios en Génesis 2.

29
NOTA
En los tiempos bíblicos, un matrimonio no necesitaba aprobación o
certificación por el Estado, como ocurre hoy día en nuestra sociedad. En los
tiempos bíblicos, los contratos eran redactados y firmados por los
interesados con testigos, y podían ser usados, si era necesario, como
documentos legales. Hemos de distinguir entre los llamados «matrimonios
de prueba» y «matrimonios de conveniencia» del matrimonio verdadero,
bíblico. Dos estudiantes de college que viven en la misma habitación durante
el semestre, o hasta su graduación, no están casados; están cometiendo
fornicación. No ha habido contrato —verbal o de ningún tipo (no ha habido
juramento o promesa de votos)—, de modo que no hay matrimonio.

Por otra parte, pueden ocurrir y ocurren matrimonios irregulares. Si un


hombre y una mujer, que han ido a parar a una isla desierta, se hacen votos
el uno al otro, están casados, por más que no haya aprobación del Estado.
Sin embargo, los cristianos que respetan la ley, cuando son rescatados, deben
regularizar inmediatamente su relación, pidiendo al capitán del barco que
realice la ceremonia de casamiento requerida por el Estado. El punto que
hay que aclarar en todos los casos de «matrimonio» irregulares es si hay
algún acuerdo (verbal o de otra clase) hecho por las partes interesadas. Una
esposa (según Mal_2:14) es una «esposa (‫ ִאשָ ה‬H802 ishshá) por pacto (‫ְּב ִרית‬
H1285 berít)». Este factor se aplica también a todos los llamados «matrimonios
consensuales» (vida en común).
___
1 Mat_19:10. Incidentalmente, según 1Co_9:5, todos ellos se casaron.
2 Muchos cristianos solteros están tristes y solitarios porque no han verificado sus dones
para decidir si se les ha concedido o no el don especial del servicio como solteros en el
reino de Cristo. Uno puede decidir esto aplicando las pruebas de Mateo 19 y 1Co_7:8-9.
Tiene que verificar si:
1. toda una vida de abstinencia sexual es una posibilidad, y
2. si encuentra satisfacción y compañía en la obra del reino de Dios (cuando uno no hace
nada especial en el reino, y sigue su propia «carrera», no puede saber, o esperar hallar, la
respuesta a su soledad. El don tiene que ser ejercido para Dios).
3 Es posible (pero no probable) que Pablo hubiera sido casado durante un tiempo. Pero,

sin duda, en el momento en que escribió 1era Corintios no lo era. Podría haber sido viudo
o su esposa podría haberle dejado (e incluso ser divorciado) por haberse convertido al
Cristianismo.
4 Ver también 1Co_7:29.
5 Extraña (o extranjera), aplicado aquí a una mujer equivale a adúltera. Se la llamaba
extranjera porque ni las prostitutas ni las adúlteras tenían lugar en Israel.

30
6 Las palabras para compañía, compañerismo, son usadas de modo intercambiable, como
indica su uso en la construcción paralela en Miq_7:5.
7 El que se celebrara el matrimonio en estos casos, quedaba a discreción del padre, según
el pasaje más detallado de Éxo_22:16-17. Sin duda, se tenían en cuenta los deseos de la
joven.
8 Probablemente también en los vv. Mat_1:20; Mat_1:24, la traducción debería decir «toma
a María, tu esposa» y «tomó a María, su esposa», en vez de «María como su esposa».
9 Lo que los hombres puede que llamen blandura, Dios podía llamarlo dureza, si era una
dureza de corazón hacia las leyes y mandatos de Dios. Pero esta explicación no parece
muy probable.
10 La palabra usada en Rut indicando capa, y en Ezequiel, manto, significa también «ala»
(‫ כָ נָף‬H3671 kanáp). La idea de un ala protectora es común (Sal_36:7; Éxo_25:20). En el
compromiso, la muchacha pasaba a estar bajo el cuidado e interés protector del
muchacho.
11 Parece que los votos eran hechos en el compromiso.
12 Véase Every day Life in Bible Times (National Geographic Society, n.p., 1967), pp. 305,
306. Ver también el Talmud, Kethuboth 57.
13 Los contratos de matrimonio griegos durante el período del Nuevo Testamento eran
todavía más formales. Ver Hunt y Edgar; Select Papyri (Cambridge, Mass., Harvard Un.
Press, 1970), vol. I, pp. 2-23. Estos contratos —es interesante notar— especificaban los
particulares de un posible divorcio.
14 Ver Heb_4:13 : «Y no hay cosa creada que no esté oculta de su vista; antes bien, todas
las cosas están desnudas y descubiertas (vulnerables) a los ojos de aquel a quien tenemos
que dar cuenta.»
***

31
CAPÍTULO 03
EL LUGAR DEL MATRIMONIO
El matrimonio es no sólo el principal bloque en que se edifica la sociedad, en
general, y la Iglesia, en particular, sino que ocupa un lugar clave en la vida
humana. Gén_2:24 presenta otros hechos importantes. Todo el que ha
aconsejado de modo formal, pronto se da cuenta del hecho de que hay más
problemas de familia y matrimonio que de cualquier otra clase, juntos todos.
Esto demuestra su lugar central en los asuntos humanos. También descubre,
mirando de cerca, las grandes dificultades que aparecen cuando un hombre o
una mujer ponen a otras cosas u otras personas en el lugar que Dios ha
concedido a su cónyuge y a la familia. Se nos dice que el hombre ha de
«dejar» (‫ עָ זַב‬H5800 azáb) a su padre y a su madre y «unirse» (‫ ָדבַ ק‬H1692 dabác)
a su esposa.

«Por tanto, dejará (‫ עָ זַב‬H5800 azáb) el hombre (‫ ִאיׁש‬H376 ish) a su padre (‫אָ ב‬
H1 ab) y a su madre (‫ אֵ ם‬H517 em), y se unirá (‫ ָדבַ ק‬H1692 dabác) a su mujer

(‫ ִא שָ ה‬H802 ishshá), y se harán una sola carne (‫ בָ שָ ר‬H1320 basar).» (Gén_2:24).

Dios no puso a un padre o madre y un hijo en el jardín. Adán y Eva eran


marido y mujer. Esto muestra que la relación humana primaria (la relación
familiar) es el marido y la esposa. Es por esto que el hombre ha de dejar
(‫ עָ זַב‬H5800 azáb) a su padre y a su madre, y unirse (‫ ָדבַ ק‬H1692 dabác) a su
esposa. La primera relación es temporal y ha de interrumpirse; la segunda es
permanente y no debe interrumpirse. El divorcio siempre resulta, pues, del
pecado. No hay promesa de pacto hecha entre padres e hijos, como hay en el
matrimonio, para cubrir el uno al otro las necesidades de compañía. Siempre
que uno de los dos —padre o madre— y un hijo intentan hallarla allí, en vez
de hallarla en el matrimonio en sí, aparecen dificultades.

El hombre, en particular, es el que recibe la orden de «dejar» (‫ עָ זַב‬H5800


azáb); no es que esto excluya a la esposa (como si ésta no necesitara «dejar»),
sino porque éste ha de ser ahora la cabeza de una nueva unidad de hacer
decisiones, que (como hemos visto) es llamada «casa»1, «hogar» o «familia».
Como tal, debe buscar y recibir consejo, pero no órdenes de su padre o
madre. Siempre hay tragedias potenciales cuando un marido pone a sus
padres sobre él mismo (negándose así la jefatura) o en lugar de su esposa
(negándole así el primer lugar en su vida). Este último problema es
especialmente agudo cuando el hombre permite que tiren de él en dos

32
direcciones dos mujeres (la esposa y la madre).2 Siento la tentación de entrar
en detalle en las implicaciones del «dejar» (‫ עָ זַב‬H5800 azáb) en todo el sentido
del término (físico, mental, etc.), pero no puedo hacerlo aquí. En las páginas
citadas en la nota precedente ya lo he hecho.

Cuando las esposas intentan vanamente luchar contra la soledad


sustituyendo al marido por los hijos (especialmente un hijo), o cuando los
maridos intentan hacerlo enterrándose en los negocios y ocupaciones, yerran
gravemente. Un marido y una esposa, bajo la autoridad de Dios, deben
ponerse el uno al otro, ante todos los demás y ante todas las actividades. Sólo
de esta forma pueden los hijos ser libres para dejar sin pensar en el corazón
cuando llega el momento. Y el matrimonio crecerá y madurará.

La relación entre padres e hijos se establece mediante el nacimiento (o la


adopción); la relación entre marido y mujer es por la promesa del pacto
(‫ ְּב ִרית‬H1285 berít). Es posible que la sangre sea más espesa que el agua, pero
no debe ser más espesa que la promesa. Este contraste entre la relación
temporal de padres-hijo y la permanente unión entre marido-esposa, una
vez más, indica con gran fuerza a lo único del matrimonio en los planes de
Dios para los seres humanos.

Como la descripción del matrimonio se centra sobre la compañía por pacto


(‫ ְּב ִרית‬H1285 berít), es evidente que es necesario cultivar el compañerismo.3 Un
matrimonio en el cual no hay compañerismo está abocado a la miseria o al
divorcio. Todo lo que pone en peligro el compañerismo ha de ser evitado;
todo lo que lo fomenta debe ser cultivado.4
___
1 Ver, especialmente, los comentarios sobre este término en una nota al pie en el capítulo
1.
2 Ver más sobre estos problemas en mi libro Vida Cristiana en el Hogar.
3 Un buen libro sobre este tema, y la manera de hacerlo, es la obra de Wayne Mack, How
to Develop Deep Untty m the Marriage Relationship (Phillipsburg, N. J.: Presbyterian and
Reformed Publishing Co., 1978).
4 La comunicación, por ejemplo, es esencial para el compañerismo. Ver Vida Cristiana en
el Hogar, para hallar una plena discusión de este tema fundamental.
***

33
CAPÍTULO 04
UNA ACTITUD BÍBLICA SOBRE EL DIVORCIO
En contra de algunas opiniones, el concepto del divorcio es bíblico. La
Biblia reconoce y regula el divorcio. Hay ciertas provisiones hechas sobre él.
Esto ha de ser afirmado claramente y sin vacilación. Como el divorcio es un
concepto bíblico, usado y mencionado frecuentemente en las páginas de la
Biblia, los cristianos deben hacer todo lo que puedan para entenderlo y
enseñar lo que Dios, en su Santa Palabra, dice sobre el mismo. Además, la
Iglesia tiene la obligación de aplicar a los casos reales de divorcio, los
principios que hay en la Escritura respecto a éste.

Hay algunos, no obstante, que conciben el divorcio de forma que, si se


siguiera su modo de pensar, se llegaría a la conclusión de que la Biblia no
hace provisión alguna para el divorcio, sino que (más bien) sólo lo condena y
lo denuncia. Uno llegaría a creer que las Escrituras no dicen nada —
absolutamente nada— positivo sobre el divorcio. Sin embargo, como hemos
visto, José (un hombre justo) no era condenado por tener la intención de
divorciarse de María. De modo que tienen que haber más en la cuestión del
divorcio de lo que algunos creen.

Para empezar, quede bien claro el hecho de que ni la Biblia guarda silencio
sobre el tema del divorcio, ni siempre, bajo cualquier circunstancia, y para
todos, condena el divorcio. Esto debe dejarse bien establecido desde el
principio.
Aunque se dice de Dios, de modo enfático (dicho con fuerza de expresión o
entonación), *«Él aborrece (‫ שָ נֵא‬H8130 sané) el repudio (‫ שלח‬H7971 shalákj)
(divorcio)» (Mal_2:16), esta afirmación no debe tomarse de modo absoluto en
el sentido que no hay nada en el divorcio que no pueda considerarse de otro
modo que detestable, porque Él, Él mismo, dice también:
_________
(Jer_3:8)
«Ella vio que por haber fornicado (‫ ָ ַ ף‬H5003 naáf) la rebelde (‫ ְמ ׁשּובָ ה‬H4878
meshubá) Israel, yo la había despedido (‫ שלח‬H7971 shalákj) y le había dado
carta de repudio (‫ ְמ ִאריתֻ ת‬H3748 keritút ‫ ֵ פֶ ר‬H5612 séfer).» (Jer_3:8).
LXX:
καιG2532 CONJ ειδονG3708 V-AAI-1S διοτιG1360 CONJ περιG4012 PREP
παντωνG3956 A-GPM ωνG3739 R-GPM κατελημφθηG2638 V-API-3S ενG1722 PREP
οιςG3739 R-DPM εμοιχατοV-AMI-3S ηG3588 T-NSF κατοικιαG2733 N-NSF τουG3588 T-
GSM ισραηλG2474 N-PRI καιG2532 CONJ εξαπεστειλαG1821 V-AAI-1S αυτηνG846 D-

34
ASF καιG2532 CONJ εδωκαG1325 V-AAI-1S αυτηG846 D-DSF βιβλιονG975 N-ASN
αποστασιουG647 N-GSN ειςG1519 PREP ταςG3588 T-APF χειραςG5495 N-APF
αυτηςG846 D-GSF καιG2532 CONJ ουκG3364 ADV εφοβηθηG5399 V-API-3S ηG3588 T-
NSF ασυνθετοςG802 A-NSF ιουδαG2448 N-PRI καιG2532 CONJ επορευθηG4198 V-
API-3S καιG2532 CONJ επορνευσενG4203 V-AAI-3S καιG2532 ADV αυτηG846 D-NSF

kaiG2532 CONJ eidonG3708 V-AAI-1S diotiG1360 CONJ periG4012 PREP pantonG3956 A-GPM
onG3739 R-GPM katelemphtheG2638 V-API-3S enG1722 PREP oisG3739 R-DPM emoichato V-
AMI-3S eG3588 T-NSF katoikiaG2733 N-NSF touG3588 T-GSM israelG2474 N-PRI kaiG2532
CONJ exapesteilaG1821 V-AAI-1S autenG846 D-ASF kaiG2532 CONJ edokaG1325 V-AAI-1S
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3S eG3588 T-NSF asunthetosG802 A-NSF ioudaG2448 N-PRI kaiG2532 CONJ eporeutheG4198
V-API-3S kaiG2532 CONJ eporneusenG4203 V-AAI-3S kaiG2532 ADV auteG846 D-NSF

Y vi que, por todo lo que también vi; por todo lo que fue sorprendida, en lo
que fornicó la casa de Israel y la repudié y di libelo de repudio en sus manos;
y no temió la desleal Judá, y fue y fornicó también ella.
_________
(Isa_50:1)
«Así dijo Jehová: ¿Qué es de la carta de repudio (‫ ְּכ ִריתֻ ת‬H3748 keritút ‫סֵ פֶ ר‬
H5612 séfer) de vuestra madre (‫ אֵ ם‬H517 em), con la cual yo la repudié (‫שלח‬
H7971 shalákj)? ¿O quiénes son mis acreedores, a quienes yo os he vendido? He
aquí que por vuestras maldades sois vendidos, y por vuestras rebeliones fue
repudiada (‫ שלח‬H7971 shalákj) vuestra madre (‫ אֵ ם‬H517 em).» (Isa_50:1).
LXX:
ουτωςG3778 ADV λεγειG3004 V-PAI-3S κυριοςG2962 N-NSM ποιονG4169 A-NSN
τοG3588 T-NSN βιβλιονG975 N-NSN τουG3588 T-GSN αποστασιουG647 N-GSN
τηςG3588 T-GSF μητροςG3384 N-GSF υμωνG4771 P-GP ωG3739 R-DSN
εξαπεστειλαG1821 V-AAI-1S αυτηνG846 D-ASF ηG2228 CONJ τινιG5100 I-DSM
υποχρεωA-DSM πεπρακαG4097 V-RAI-1S υμαςG4771 P-AP ιδουG2400 INJ ταιςG3588
T-DPF αμαρτιαιςG266 N-DPF υμωνG4771 P-GP επραθητεG4097 V-API-2P καιG2532
CONJ ταιςG3588 T-DPF ανομιαιςG458 N-DPF υμωνG4771 P-GP εξαπεστειλαG1821
V-AAI-1S τηνG3588 T-ASF μητεραG3384 N-ASF υμωνG4771 P-GP

outosG3778 ADV legeiG3004 V-PAI-3S kuriosG2962 N-NSM poionG4169 A-NSN toG3588 T-


NSN biblionG975 N-NSN touG3588 T-GSN apostasiouG647 N-GSN tesG3588 T-GSF
metrosG3384 N-GSF umonG4771 P-GP oG3739 R-DSN exapesteilaG1821 V-AAI-1S autenG846 D-
ASF eG2228 CONJ tiniG5100 I-DSM upochreo A-DSM peprakaG4097 V-RAI-1S umasG4771 P-
AP idouG2400 INJ taisG3588 T-DPF amartiaisG266 N-DPF umonG4771 P-GP epratheteG4097 V-

35
API-2P kaiG2532 CONJ taisG3588 T-DPF anomiaisG458 N-DPF umonG4771 P-GP
exapesteilaG1821 V-AAI-1S tenG3588 T-ASF meteraG3384 N-ASF umonG4771 P-GP

Así dice el Señor: «¿Cuál, el libelo de repudio de vuestra madre por el cual la
despedí? ¿O a qué acreedor os he vendido? He aquí por vuestros pecados
habéis sido vendidos; y por vuestras iniquidades despedí a vuestra madre.
_________

Si Dios mismo había entrado en un proceso de divorcio (repudiar o despedir)


(‫ שלח‬H7971 shalákj) (ἀπολύω G630 apolúo) con Israel, es un error indudable el
condenar todo divorcio (‫ שלח‬H7971 shalákj) (ἀπολύω G630 apolúo) por el hecho
de serlo, sin más consideración. Es evidente por este pasaje (y por el pasaje de
Mateo 1) que algunas veces, en algunas formas, para algunas personas, bajo
ciertas circunstancias, el divorcio (‫ שלח‬H7971 shalákj) (ἀπολύω G630 apolúo) es
del todo **apropiado y no es objeto del aborrecimiento (‫ שָ נֵא‬H8130 sané) de
Dios.

AT INTERLINEAL HEBREO-ESPAÑOL (Francisco Lacueva)

notas del editor:


*Mal_2:15

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[NOTAS de la NVI]: Texto de difícil traducción.
[NUEVO COMENTARIO BIBLICO SIGLO XXI]: La traducción y el significado de este
versículo son oscuros. Sólo con dificultad y algunos cambios al texto, es que el heb.
subyacente del v. Mal_2:16 puede decir: yo aborrezco el divorcio.
[COMENTARIO BIBLICO MUNDO HISPANO]: Los comentaristas generalmente reconocen
a los vv. Mal_2:15 y Mal_2:16 como difíciles de traducir y de interpretar.
Mal_2:16
[Otras Biblias traducen diferente, por ejemplo:
[PALABRA DE DIOS PARA TODOS] ver. Mal_2:16 :
[‚El Señor Todopoderoso, Dios de Israel, dice que el que odia a su mujer y se
divorcia de ella deja ver lo cruel que es. Así que cuídese cada uno y no sean
infieles‛.]

**Hay 2 tipos de divorcios:


1) divorcio propio o lícito: el obtenido apropiadamente, conforme a los principios y
reglas establecidas en las Escrituras, el cual no es pecaminoso. (Jer_3:8) (Isa_50:1).
2) divorcio impropio o ilícto: el obtenido inapropiadamente, no conforme a los
principios y reglas establecidas en las Escrituras, el cual es pecaminoso.

Es por completo cierto que «Él aborrece (‫ שָ נֵא‬H8130 sané) el repudio (‫שלח‬
H7971 shalákj) (divorcio)» (Mal_2:16). Pero Él no aborrece todos los divorcios
de la misma manera, ni aborrece cada aspecto del divorcio. Él aborrece lo
que ocasiona todo divorcio, incluso aquel que Él dio a la pecadora Israel. Él
aborrece los resultados que con frecuencia resultan de el para los hijos y la
parte ofendida del divorcio, pero esto no le detuvo de desear el divorcio en
Esd_10:11; Esd_10:44. Y Él aborrece los divorcios obtenidos impropiamente
sobre bases que Él no sanciona. Ciertamente, Él no condena o aborrece los
procedimientos del divorcio per se ("por si" o "como tal"), es decir, el
divorcio como un proceso. Ni tampoco aborrece el divorcio cuando es
obtenido conforme a los principios y reglas establecidas en las Escrituras y
que Él sigue en sus tratos con la infiel Israel.

Creo que con esto ya se ve que el asunto no puede tratarse de modo


demasiado simplista. El decir, pues: «No quiero tener nada que ver con
personas divorciadas» ¡es hablar de modo irresponsable y, además, le pone a
uno en la posición poco deseable de no tener nada que ver con Dios! (¡Es
indudable que Dios se divorció de Israel!) (Jer_3:8) (Isa_50:1).

La actitud que uno tiene es importante, porque esta actitud se va a manifestar


en los tratos con las personas divorciadas. Si descubres que tú tienes una
actitud pobre, como es posible si has crecido en un clima totalmente opuesto
al divorcio, vas a hallar que entorpece tu trabajo al aconsejar a aquellos que

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tienen la intención de divorciarse, así como tu trabajo con aquellos que son
divorciados y tu enfoque de aquellos que quieren volverse a casar.
Es importante, pues, desarrollar una actitud bíblica equilibrada hacia el
divorcio: por una parte, aborrecer todas las cosas que Dios aborrece sobre el
divorcio, si bien reconociendo que en este mundo pecaminoso hay
situaciones en que (como Dios mismo ha demostrado) puede que sea
necesario conseguir un divorcio.1 Tu posición, evidentemente, va a afectar tu
actitud. De modo que es del todo importante entender y adoptar una
posición verdaderamente bíblica.

Hay acerca del divorcio y los divorciados muchas actitudes equivocadas en


las iglesias conservadoras. A juzgar por la forma en que algunas tratan a las
personas divorciadas, podría creerse que piensan que éstos han cometido el
pecado imperdonable. Dejemos claro, pues, que los que obtienen un divorcio
de modo pecaminoso (sin motivos justificados) no deben ser excusados por
lo que han hecho: un pecado. Pero, precisamente porque es pecado, es
perdonable. El pecado de divorciar a un cónyuge por motivos no bíblicos es
malo, no sólo por la miseria y dolor que ocasiona, sino especialmente porque
es una ofensa contra el santo Dios. Pero no queda grabado de modo
indeleble en la vida del pecador, de modo que no pueda ser lavado y borrado
por la sangre de Cristo.

Realmente, es notable descubrir que en estas listas de pecados aborrecibles


(1Co_6:9-10; Apo_22:15; Gál_5:19-21) el egoísmo, la envidia y algunos otros
quizás inesperados (como la murmuración) ocupan un lugar al lado de la
embriaguez, la idolatría, el homicidio y la homosexualidad, pero no se
menciona en ningún punto el pecado del divorcio ilícito.

El que haga notar este hecho no es debido a que piense, por un momento, que
es tolerable un divorcio impropio, o un divorcio adquirido de modo
pecaminoso; el divorcio ilícito es pecado y tiene que ser etiquetado y
condenado como tal. No; mi propósito al indicar la ausencia de toda
referencia al divorcio pecaminoso es meramente (solamente o simplemente)
el observar que los apóstoles tienen que haber tenido un concepto muy
diferente del divorcio del que tienen en nuestros días los dirigentes de
iglesias, que siempre lo incluyen en sus listas de los pecados más
aborrecibles, con frecuencia cerca de la cabeza de la lista, si no a la cabeza.

No quiero minimizar con todo esto el pecado del divorcio impropio. Es

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aborrecible; no debe ser tolerado. Pero estoy instando a una actitud
apropiada (bíblica) por parte de la Iglesia de Dios. El fallar en esto es serio;
muchas vidas (incluida la de la misma Iglesia) no pueden escapar los efectos
adversos; todos van a sufrir por ello.

Como el divorcio no es el pecado imperdonable, puede ser perdonado. Esto,


naturalmente, no cura todo el dolor de los hijos y los parientes, por no decir
de los mismos implicados en el divorcio. El divorcio, incluso cuando es
propio (adecuado), siempre es ocasionado por el pecado de alguien. En el
mejor de los casos, pues, el divorcio siempre es causa de miseria y de dolor.
Es por esto que Dios lo aborrece. Pero incluso cuando uno obtiene un
divorcio, puede ser perdonado, limpiado y restaurado en la Iglesia de
Cristo, tal como los borrachos y homosexuales arrepentidos que se
mencionan en 1Co_6:9-11. Ellos también pueden ser lavados y santificados
por el mismo Espíritu. ¡No podemos llamar inmundo lo que Dios ha
limpiado!

Cuando Jesús habló del pecado imperdonable, aseguró cuidadosamente que


todos los otros pecados son perdonables —todos los otros pecados—,
cuando declaró: «Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres»
(Mat_12:31). Todos los otros pecados pueden ser perdonados. Y como el
obtener un divorcio por motivos pecaminosos cae en esta categoría, hemos
de llegar a la conclusión de que también es perdonable.

El único pecado que no puede ser perdonado es el pecado de atribuir la obra


del Espíritu Santo a un espíritu inmundo. ¡Cristo no permite a nadie que
llame al Espíritu Santo inmundo! Sólo aquellas personas no salvas, cuyas
ideas y valores están torcidas hasta el punto de pensar que la santidad
bíblica es pecaminosa, pueden cometer este pecado.2 El divorcio puede ser
perdonado por Dios, lo ha sido y lo seguirá siendo. Su Iglesia, por tanto, no
puede hacer menos.

Tu actitud, pues, ha de ser bíblica, no importa el clima prevaleciente por la


opinión de los otros.3 Si tu actitud es equivocada, tienes que cambiar. Si
otros alrededor de ti tienen actitudes impropias, has de procurar influir en
ellos para que adopten otras más bíblicos. Pero hasta que tú mismo cambies
no podrás ayudar a otros; la mejor manera de enseñar a otros es el demostrar
siempre lo que enseñas en tu propia vida.

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Cuando alguno viene y pregunta: «¿Sabías que Dave y Mabel se divorcian?»,
¿qué vas a responder? ¿Das un respingo y profesas no creerlo? ¿O bien, con
profundo interés, procuras expresar una actitud verdaderamente bíblica?
Quizá podrías decir algo como lo siguiente: «Lamento muchísimo una cosa
así. ¿Crees que se puede hacer algo para ayudarles a resolver sus problemas
de otra forma?» La mayoría de la gente no cree que haya mucha esperanza
cuando un matrimonio ha llegado tan lejos.

Hay esperanza, y puedes creerlo porque te lo dice quien ha visto docenas de


matrimonios que han llegado a este punto y han dado media vuelta. Al
discutir esta cuestión puedes incluso afirmar que «si supiéramos los hechos,
sin embargo, el divorcio, por indeseable que sea, quizás es la única opción
que les queda». Las respuestas así ayudan a otros a ver la situación de una
forma realista, afectuosa, bíblica, que proporciona la respuesta apropiada
para centrarse en los datos, más bien que en las emociones y los
sentimientos. Sin duda, incluso el divorcio puede ser discutido de esta
manera.
___
1 Ver también Esd_10:2-3; Esd_10:11; Esd_10:19 Aquí queda claro que fue hecho «un pacto
con Dios» para divorciar a las esposas extranjeras. Y se dice de modo explícito que esto se
hizo para «honrar» a Dios, «haciendo lo que El quiere» (v. Esd_10:11). Fue hecho en fe, en
un período de arrepentimiento (ver. v. Esd_10:19), en un pacto con Dios. Ciento trece
divorcios tuvieron lugar como resultado del arrepentimiento, para honrar a Dios. Sin
duda, no todo divorcio es malo en sí, si bien todos los divorcios — éstos incluidos— son
ocasionados por el pecado.
2 Para más información sobre el pecado imperdonable, ver mi libro, El Manual del
Consejero Cristiano.
3 Incluso si sufres persecución y ostracismo (aislamiento, voluntario o forzoso, que sufre
una persona). Hay algunas personas que se apasionan sobre la cuestión del divorcio y
tienen puntos de vista muy simplicísimos, y ni tan solo han intentado entender el punto
de vista bíblico expresado aquí.
***

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CAPÍTULO 05
EL CONCEPTO DEL DIVORCIO
¿Cómo empezó el divorcio? No se sabe. Sus orígenes han de hallarse en el
pasado polvoriento de la historia humana. Al revés del matrimonio, el
divorcio es una institución humana. Los datos disponibles (bíblicos)
muestran que aunque el divorcio es reconocido, permitido y regulado en la
Biblia (como ya hemos visto), al contrario del matrimonio, no fue instituido
por Dios. Las Escrituras no registran ningún acto de Dios, sea directamente o
a través de sus profetas y apóstoles, en los cuales Él establezca o
institucionalice el divorcio. Dios no originó el concepto como parte de su
orden para la sociedad. El divorcio, pues, es una innovación humana.

Los comentarios de Jesús sobre el divorcio corroboran esta conclusión. En


vez de hablar del divorcio como parte del orden de Dios, Jesús reconoce
específicamente que constituye un cambio: «Pero no fue así desde el
principio» (Mat_19:8). Además observa que fue sólo debido a la dureza
(σκληροκαρδία G4641 sklerokardía) del corazón de los judíos, que Moisés
«permitió» (ἐπιτρέπω G2010 epitrépo) el divorcio (ἀπολύω G630 apolúo)
(Mat_19:8). El permitir una práctica no es lo mismo que originarla,
establecerla o instituirla. Lo que uno «permite» es algo que ya está en
existencia, como concepto o como práctica. El hecho de que Dios no
estableciera el divorcio (ἀπολύω G630 apolúo) (pero que lo permitiera
(ἐπιτρέπω G2010 epitrépo) bajo ciertas condiciones) es una razón por la cual la
Iglesia ha tenido un problema en su consideración de esta práctica.

El divorcio empezó primero por aparecer como un concepto bíblico en


pasajes que lo reconocen como un fait accompli (hecho consumado)1 sobre el
cual Dios (a través de Moisés) ejerció una función reguladora (ver
Deu_22:19; Deu_22:29; Deu_24:1-4). Debido a que Moisés reglamentó, más
bien que prohibió, el divorcio directamente, Jesús puede decir (con
exactitud) que Moisés lo «permitió» (ἐπιτρέπω G2010 epitrépo). El divorcio,
pues, ya era una práctica común cuando Moisés escribió el Pentateuco y dio
sus leyes al pueblo.

Si Moisés «permitió» el divorcio, reglamentándolo, más bien que


prohibiéndolo, no hemos de tener la idea de que Dios meramente
(solamente o simplemente) dejó pasar el divorcio. Dios no hace caso omiso
de él (como si esperara que fuera algo que desaparecería), ni lo denuncia in
toto (totalmente; enteramente; completamente) (como práctica), más bien
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toma nota de su existencia y hace algo sobre el mismo:

1) para asegurarse de que es permitido bajo ciertas circunstancias


solamente, y no bajo otras (ver Deu_22:19; Deu_22:29);
2) que, cuando se haga, se haga con orden, y
3) que los que obtienen un divorcio se den perfecta cuenta de sus
posibles consecuencias (ver Deu_24:1-4). Es, sin duda, correcto decir
que en las Escrituras, Dios reconoce la existencia del divorcio y lo
regula cuidadosamente.

Nuestra posición, pues, ha de ser la misma. Ni hemos de hacer caso omiso


del divorcio, ni hemos de censurarlo simplemente (ni uno ni otro extremo
son bíblicos), sino que, como dirigentes y responsables de la Iglesia de
Cristo, hemos de procurar también regularlo entre el pueblo de Dios, según
el principio presentado en la Biblia.

El Proceso de Divorcio
En los tiempos bíblicos, ¿cómo tenía lugar el divorcio? Es interesante que las
Escrituras proporcionan más detalles sobre el proceso de divorcio que sobre
las ceremonias del compromiso o del casamiento. Debidamente tratado, un
divorcio era un acto legal, formal, por el cual el pacto de compañía era
repudiado y disuelto. En Deu_24:1-4 vemos que era un procedimiento en
tres pasos. El divorcio no tenía lugar realmente hasta que se habían dado los
tres pasos:

Deu_24:1 «Cuando alguno (‫ ִאיׁש‬H376 ish) tome mujer (‫ ִאשָ ה‬H802 ishshá) y se
case (‫ בָ עַ ל‬H1166 baal) con ella, si después no le agrada por haber hallado en
ella alguna cosa vergonzosa (‫ ָדבָ ר‬H1697 dabár ‫ עֶ ְּרוַת‬H6172 ervát), le escribirá
carta de divorcio (‫ ְּכ ִריתֻ ת‬H3748 keritút ‫ סֵ פֶ ר‬H5612 séfer) y se la entregará en su
mano y la despedirá (‫ שלח‬H7971 shalákj) de su casa.
Deu_24:2 Y salida de su casa, podrá ir y casarse (‫ הָ יָה‬H1961 jayá) con otros
hombres (‫ ִאיׁש‬H376 ish).
Deu_24:3 Pero si la aborrece (‫ שָ נֵא‬H8130 sané) este último y le escribe carta de
divorcio (‫ ְּכ ִריתֻ ת‬H3748 keritút ‫ סֵ פֶ ר‬H5612 séfer) y se la entrega en su mano y la
despide (‫ שלח‬H7971 shalákj) de su casa; o si ha muerto el postrer hombre (‫ִאיׁש‬
H376 ish) que la tomó por mujer (‫ ִאשָ ה‬H802 ishshá),

Deu_24:4 no podrá su primer marido (‫ בָ עַ ל‬H1166 baal), que la despidió (‫שלח‬


H7971 shalákj), volverla a tomar para que sea su mujer (‫ ִאשָ ה‬H802 ishshá) después

42
que fue envilecida (‫טָ מֵ א‬ H2930 tamé); porque es abominación (‫ ּתויעֵ בָ ה‬H8441
toebá) delante de Jehová, y no has de pervertir la tierra que Jehová tu Dios te
da por heredad» (Deu_24:1-4).

Este pasaje no es dado de modo primario para establecer este proceso de tres
pasos (aunque lo hace; examinaremos Deu_24:1-4 con mayor profundidad
respecto a su intento primario más adelante). El divorcio era final sólo
cuando:

1. Había una carta de divorcio (Deu_24:1 y ss.; Jer_3:8, etc.). Esta


carta de divorcio (literalmente «cortar») tenía que ser:
a) Escrita.
b) En una forma que lo dijera claramente.

El escribir la carta hacía el divorcio una cosa legal.


Probablemente era firmada por testigos, como veremos. La
carta protegía al que la había recibido de acusaciones falsas,
malentendidos, etc., y claramente establecía su condición de
no casada. El escribir una carta requería tiempo (una
persona no podía, en un arranque de ira, divorciarse de otra
verbalmente,2 escribir la carta hacía el acto meditado y
premeditado, así como legal).

2. Había que entregar la carta (Deu_24:1). El que se divorciaba de


otro tenía que:
a) Poner la carta en las manos de la otra persona.
b) Personalmente.

Aquí se ganaba tiempo también. Había tiempo para que


otros intervinieran. Pero, al contrario de la práctica
*talmúdica, es de suponer que la carta no podía ser
entregada por una tercera persona.
nota:
*talmúdica: Perteneciente o relativo al Talmud, libro que contiene la tradición, doctrinas,
ceremonias y preceptos de la religión judía.

3. La persona divorciada tenía que ser despedida de la casa


(Deu_24:1). La ruptura real de la casa tenía lugar formalmente.
Las condiciones reales en las cuales no era posible dar
compañerismo tienen que hacerse efectivas. Era necesario
43
que tuviera lugar una ruptura de la relación; el que partía,
cargaba sus cosas y se las llevaba. La persona divorciada
tenía que marcharse de la casa.

La Biblia no nos da ninguna muestra de la carta de divorcio (‫ ְּכ ִריתֻ ת‬H3748


keritút ‫ סֵ פֶ ר‬H5612 séfer) (algunos creen que Ose_2:2 : «Ella no es mi mujer ni
yo soy su marido», es una expresión contenida en esta carta, pero hay cartas
de divorcio de períodos ulteriores que han sido descubiertas).3

Aquí hay una:

En el día ———— de la semana ———— del mes ———— en el año —


——— desde el principio del mundo, según la común computación en
la provincia de ———— yo, ———— hijo de ———— por el nombre
con que pueda ser conocido, de la ciudad de ———— con el entero
consentimiento de mi mente, y sin ninguna coerción, te he divorciado,
despedido y expulsado ———— hija de ————, sea cual sea el
nombre con que eres llamada, de la ciudad de ———— que has sido mi
esposa hasta ahora. Pero te he despedido ———— hija de ————, sea
cual sea el nombre con el que eres llamada, de la ciudad de ————
para que seas libre y estés a tu propia disposición, para casarte con
quien quieras, sin obstáculo de nadie desde este día para siempre. Por
tanto eres libre para cualquiera (que quiera casarse contigo). Que ésta
sea tu carta de divorcio de mí, una escritura de separación y expulsión,
conforme a la ley de Moisés y de Israel.

–––––, hijo de ––––––––, testigo


–––––, hijo de ––––––––, testigo testigo4

Si es que esto se aproxima a la carta de divorcio bíblica, entonces pueden


notarse los siguientes puntos:

1. Esta carta de divorcio era un documento formal, público,


firmado por testigos, cuyo objeto era ser un registro legal
necesario para todo uso futuro.
2. La intención expresada en la carta de divorcio no sólo era
efectuar la separación permanente de los dos divorciados y con
ello dejarlos libres de las obligaciones del Pacto de Compañía,
sino también la de dar a la divorciada la libertad para volver a
44
casarse.
3. La carta en sí —no ya los escritos sobre el divorcio—
evidentemente usa una variedad de términos para expresar el
concepto de divorcio (divorcio, despedir, expulsar, separar)
como los divorcios del Nuevo Testamento y los escritos
bíblicos mismos.

En cuanto al divorcio del Nuevo Testamento, hay también cierto número de


cartas existentes del período del Nuevo Testamento que han debido ser
características de las usadas en los países alrededor del Mediterráneo, del
cual formaban parte los miembros de la mayoría de las iglesias primitivas.
En el volumen I, Select Papyri (The Loeb Classical Library), hay cinco
contratos matrimoniales y tres cartas de divorcio. Las formas, como las de
sus equivalentes hebreos, presentan cierta variación, pero en sus puntos
principales son todas similares. En ellas, también, son válidos los mismos tres
hechos que hemos visto existen en la forma hebrea.

En estas cartas de divorcio griegas se hace mención específica de la libertad


de la persona divorciada para volver a casarse («... y a partir de ahora, será legal
tanto para Zois el casarse con otro hombre, como para Antipater el casarse con otra
mujer... ella es libre de partir y casarse con quien quiera»). También vemos la
presencia de una variedad de términos griegos para el divorcio. Este punto
cobrará más adelante un significado añadido cuando empecemos a estudiar
en detalle los principales pasajes del Nuevo Testamento.5

Dios aborrece el divorcio *(Mal_2:15-16)6. Él no lo instituyó; Él sólo lo


reconoce y lo regula bajo ciertas circunstancias prescritas bíblicamente. Pero
—y éste es el concepto importante obtenido al leer este capítulo— aunque
Dios aborrece el divorcio, porque hay pecado tras el divorcio como su causa,
no todo divorcio es pecaminoso. Algunos son rectos **(propio o lícito)
(recuérdense Jer_3:8; Mat_1:19). Dios permite el divorcio con límites
definidos de modo severo. Hay causas legítimas para el divorcio, incluso si
estas causas implican pecado (o, mejor dicho, por el hecho de que estas
causas implican pecado). Aunque todos los divorcios resultan del pecado,
no todos los divorcios son pecaminosos.

notas del editor:


*Mal_2:15
[NOTAS de la NVI]: Texto de difícil traducción.

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[NUEVO COMENTARIO BIBLICO SIGLO XXI]: La traducción y el significado de este
versículo son oscuros. Sólo con dificultad y algunos cambios al texto, es que el heb.
subyacente del v. Mal_2:16 puede decir: yo aborrezco el divorcio.
[COMENTARIO BIBLICO MUNDO HISPANO]: Los comentaristas generalmente reconocen
a los vv. Mal_2:15 y Mal_2:16 como difíciles de traducir y de interpretar.
Mal_2:16
[Otras Biblias traducen diferente, por ejemplo:
[PALABRA DE DIOS PARA TODOS] ver. Mal_2:16 :
[‚El Señor Todopoderoso, Dios de Israel, dice que el que odia a su mujer y se
divorcia de ella deja ver lo cruel que es. Así que cuídese cada uno y no sean
infieles‛.]

**Hay 2 tipos de divorcios:


1) divorcio propio o lícito: el obtenido apropiadamente, conforme a los principios y
reglas establecidas en las Escrituras, el cual no es pecaminoso. (Jer_3:8) (Isa_50:1).
2) divorcio impropio o ilícto: el obtenido inapropiadamente, no conforme a los
principios y reglas establecidas en las Escrituras, el cual es pecaminoso.

La posición cristiana es, pues, que el divorcio nunca es deseable y (entre los
cristianos) nunca es inevitable. La reconciliación, como veremos luego, es
siempre posible (que puede ser o suceder) para los creyentes bajo el cuidado y
disciplina (doctrina o instrucción) de la Iglesia. Si bien el divorcio es
permitido para los cristianos en casos de pecado sexual (πορνεία G4202
porneia), nunca es requerido. Estos hechos deben guiarnos a la posición básica
sobre el divorcio, edificando un concepto bíblico en nuestro modo de pensar
que va a afectar a nuestras actitudes. El divorcio, aunque es una realidad que
no va a desaparecer, es un triste comentario sobre la dureza del corazón de
los hombres, como nos dijo Cristo.

Un comentario final: Dios permitió y reglamentó el divorcio. Pero no lo


reglamentó meramente (solamente o simplemente). El hecho de la regulación
indica su permiso (no se regula lo que se prohíbe). Y el contenido de la
regulación indica:
1) que El quería evitar que la gente se hiciera más daño el uno al otro de
lo que habría ocurrido de no haberlo reglamentado; y
2) que Él tenía la intención de disuadir de las acciones de divorcio
apresuradas e insensatas. Un estudio de Deu_24:1-4, por ejemplo, revela
que el proceso de reglamentación bosquejado allí, tiende a disuadir del
divorcio realizado sin meditación previa, del divorcio como una
conveniencia fácil.

Cuando estudiemos este pasaje, más adelante, veremos que su intención era

46
prohibir el divorcio y el nuevo casamiento ulterior de los dos cónyuges entre
sí, si uno de los dos se había vuelto a casar y divorciar otra vez.

Esto lo prohibía porque contaminaba en gran manera al país. Los


matrimonios seriados y de prueba con divorcios, con la posibilidad de volver
a empezar si uno de ellos cambiaba de opinión, no eran permitidos. Había
que pensarlo bien antes de comprometerse a un acto que tenía un carácter
casi definitivo en aquella sociedad y bajo aquellas regulaciones. Hay que
hacer todo esfuerzo legítimo para persuadir a las personas que consideran la
idea de divorciarse a que reconsideren las alternativas, y a ayudar a los
divorciados a reconciliarse (siempre que sea posible) antes de volver a casarse
con otro y sea demasiado tarde para volverse a casar entre sí.7
___
1 Realmente, el divorcio aparece primero en los anales bíblicos como una práctica bien
desarrollada, indicando que para entonces ya estaba bien establecido y era conocido. Hay
un vocabulario técnico, fórmulas legales adscritas al mismo (carta de divorcio) y un
proceso, paso a paso, por medio del cual puede obtenerse. El divorcio en el Antiguo
Testamento es mencionado de esta forma en Lev_21:7; Lev_21:14; Lev_22:13; Núm_30:9;
Deu_22:19; Deu_22:29; Deu_24:1-4; Isa_50:1; Jer_3:1; Jer_3:8; Eze_44:22; Mal_2:14; Mal_2:16.
2 Esto era bastante más astringente (adj. que sujeta, obliga, constriñe o compele por la
fuerza a alguien a que haga y ejecute algo), que el divorcio verbal permitido en otras
culturas, en que bastaba decir tres veces «te divorcio» para que tuviera efecto.
3 Véase la reproducción fotográfica en la Encyclopedia Judaica (New York, MacMillan,
1971), vol. 6, p. 123.
4 W. W. Davies, International Standard Bible Encyclopaedia (Grand Rapids: Eerdmans,
1949), vol. II, p. 865. Ver Guy Duty, Divorce and Remarriage (Minneapolis: Bethany
Fellowship, 1967), pp. 34, 35, para ver una muestra similar. La frase hô thelei [ᾧ θέλει -
con quien quiera] [con ᾧ hô G3739 quien θέλει thelei G2309 quiera], de 1Co_7:39,
probablemente era originaria de la fórmula de la carta de divorcio; ver A. Deissmann,
Light from the Ancient East (Gran Rapids: Baker, 1978), p. 324.
5 Permítaseme decir sólo que se usa la palabra jorizo con frecuencia en estas cartas para
indicar separación por divorcio. Este punto será de gran importancia para nuestro estudio.
6 Recuérdese, no la carta o el proceso, sino el pecado que lleva implicado.
7 Este fue el énfasis de Pablo, como veremos, en 1Co_7:11, en que (sin duda) estaba
pensando en las reglas de Deu_24:1-4.
***

47
CAPÍTULO 06
¿QUÉ ES EL DIVORCIO?
Hemos visto que el matrimonio es un Pacto de Compañía. Un divorcio,
pues, es la repudiación y ruptura de este pacto (o acuerdo) en el cual las dos
partes interesadas se prometen compañía (en todas sus ramificaciones) el uno
al otro. Un divorcio es, en efecto, una declaración de que estas promesas ya
no se pueden esperar, requerir o permitir. Al eliminar estas obligaciones, un
divorcio tiene por objeto dejar en libertad a los interesados, para poder
adquirir los mismos compromisos con otra persona. Naturalmente, no hemos
establecido todavía esto bíblicamente, aunque hemos visto que ésta era la
intención en los documentos de divorcio citados. Cuando el divorcio (tanto
en su causa como en sus trámites) era (bíblicamente hablando) justificado
esto es lo que hacía.

La palabra usada para divorcio (‫ ְּכ ִריתֻ ת‬H3748 keritút) en el Antiguo


Testamento ocurre en la frase «carta de divorcio» (‫ ְּכ ִריתֻ ת‬H3748 keritút ‫סֵ פֶ ר‬
H5612 séfer) (Deu_24:1-4; Isa_50:1; Jer_3:8, y significa «cortar» (‫ כָ ַרת‬H3772
karát)1. La palabra más prominente en el Nuevo Testamento (ἀπολύω G630
apolúo)2 significa «dejar suelto de, apartar de, enviar, soltar o despedir».
Todas estas ideas son inherentes (unidas e inseparables) en la palabra. En
The Vocabulary of the Greek New Testament, pp. 66, 67, de Moulton y
Millingan, se puede ver la importancia de la palabra en otros contextos. Por
ejemplo, (ἀπολύω G630 apolúo) es usado por alguien que es despedido de su
ocupación presente. Aquí, la idea es que la asociación ha sido escindida
(cortada, dividida, separada). En otra fuente, (ἀπολύω G630 apolúo) se usa
para expresar la idea de permitir salir del país, y en otra, todavía, es usada de
un veterano al cual se licencia después de un largo servicio.

Mírese como se mire, el concepto de divorcio tiene en sí la idea de escindir


(cortar, dividir, separar) la relación de pacto que existía previamente. El
matrimonio empezó formalmente con un contrato; cuando no lo divide la
muerte, sino el divorcio, esto se hace también de modo formal por contrato.
La noción de la separación (cortar) y la separación resultante de los dos
cónyuges es prominente, tanto si la separación se mira desde la perspectiva
de uno que parte (ἀφίημι G863 afíemi), como de la perspectiva del que envía al
otro (ἀπολύω G630 apolúo) o de la perspectiva de los otros que ven la
separación como el resultado final de los trámites del divorcio (χωρίζω G5563
jorízo).

48
La Separación
Unos pocos comentarios iniciales sobre la palabra (χωρίζω G5563 jorízo)
«separar» (por divorcio) se han hecho ya. Falta señalar uno o dos hechos en
este punto, y (más adelante) se dirá algo todavía. En la Biblia, la idea
moderna de la separación como algo que no llega al divorcio (tanto si se le da
carácter legal como si no) era totalmente desconocida como una alternativa
viable al divorcio. Doquiera que aparece la palabra separación (χωρίζω G5563
jorízo) en el Nuevo Testamento en relación con el divorcio3, se refiere
siempre a la separación por divorcio.

La palabra separación considera el divorcio, desde el punto de vista


del cumplimiento o terminación del proceso, en tres pasos delineados en
Deu_24:1-4 : (1) la carta ha sido escrita y entregada, (2) la mujer ha sido
despedida, y (3) los dos ahora están separados por el proceso. Este es el
mismo punto de vista que aparece en Mat_19:6, en que Jesús dice: «... lo que
Dios juntó, no lo separe (χωρίζω G5563 jorízo) el hombre». Moulton y
Milligan escriben: «La palabra ha pasado casi a ser un término técnico en
relación con el divorcio.»4 Como he señalado en la nota al pie en un capítulo
anterior, (χωρίζω G5563 jorízo) aparece regularmente en cartas de divorcio5, y
aun en los contratos de matrimonio paganos, donde se tenía en cuenta, con
frecuencia, la posibilidad de un divorcio.6

La palabra separación (χωρίζω G5563 jorízo) es usada en 1Co_7:10-11, donde


se insta a la esposa a no separarse del marido, y al marido se le anima a no
dejar (ἀφίημι G863 afíemi) — (dejar, divorciar o enviar) a su esposa (v. llb).
Pero nótese que Pablo deja claro que si la esposa realmente desobedece esta
orden y se separa (χωρίζω G5563 jorízo), tiene que permanecer sin casarse
(ἄγαµος G22 agamos, v. lia). Así, la separación que Pablo tiene a la vista en
este pasaje es separación por medio del divorcio. Sabemos esto porque no
era una separación que resultaba en un (ἄγαμος G22 agamos) o estado de no
volverse a casar. Pablo estaba pensando en el resultado final del proceso de
divorcio-separación, porque su interés se centraba en lo que podría ocurrir (y
no debía ocurrir) después (nuevo casamiento con otro, en vez de una
reconciliación).

Si Pablo hubiera pensado en alguna forma de separación inferior al


divorcio, no podría haber escrito «debe permanecer sin casarse», puesto que
ella no había dejado de estar casada. Este punto se verá que es significativo

49
más adelante. Nótese también que (ἀφίημι G863 afíemi) (divorciar, dejar),
como Pablo lo usa (v. llb) en conjunción con el marido, proporciona el otro
lado de la orden. Es puesto en contraposición a «separar» (χωρίζω G5563
jorízo), como el sinónimo paralelo o equivalente a la orden. A la esposa se le
manda que no se separe del marido por medio del divorcio, al marido se le
manda que no se «divorcie, deje (por medio del divorcio) o
(posiblemente) la despida» (ἀφίημι G863 afíemi) a su esposa .
Está claro que se usan varias palabras (según era la costumbre) cuando se
habla de divorcio.

Hemos visto hasta ahora lo que es el divorcio y algo de la forma en que los
escritores bíblicos (y personas de la sociedad de entonces) lo consideraban.
Antes de proseguir, es importante recordar lo que hemos aprendido en estos
seis capítulos. Por tanto, te ruego —si tienes alguna duda o vacilación básica
sobre lo que has leído hasta ahora— que vuelvas atrás, leas otra vez, estudies
y pienses de nuevo lo que hemos cubierto, antes de proseguir adelante. De
esta forma, creo, vas a beneficiarte al máximo de los estudios, posiciones y
aplicaciones exegéticas de los casos que siguen.
___
1 La carta de divorcio = sepher kerithuth (‫ ְּכ ִריתֻ ת‬H3748 keritút ‫סֵ פֶ ר‬ H5612 séfer)
(certificado de «cortar»). El cónyuge era realmente «cortado» por el que se divorciaba de
él o de ella. Además, las responsabilidades de guardar las promesas del pacto de
matrimonio eran cortadas (o finalizadas). Hay otras palabras que son usadas en el
Antiguo Testamento, especialmente (‫ ָג ַרׁש‬H1644 garásh) = «expulsar, alejar» (ver
Lev_21:7; Lev_21:14; Lev_22:13; Núm_30:10; Eze_44:22), y (‫ שלח‬H7971 shalákj) =
«despedir, enviar, dejar ir, quitar de en medio» (ver Deu_21:14; Deu_22:19; Deu_22:29;
Deu_24:1; Deu_24:3; Deu_24:4; Isa_50:1; Jer_3:1; Jer_3:8).
2 ἀπολύω G630 apoluo = «divorcio por echar». El Nuevo Testamento usa también la frase
«carta de divorcio» (de la Septuaginta, biblion apostasiou). Una palabra muy importante
es χωρίζω G5563 jorizo = «separarse por divorcio». La palabra será considerada más
tarde. La última palabra de importancia es ἀφίημι G863 aphiemi = «dejar, enviar,
divorciar» (dejar por divorcio).
3 Ver Mat_19:6; 1Co_7:10; 1Co_7:11; 1Co_7:15. La idea moderna de la separación es una
sustitución antibíblica del requerimiento bíblico de reconciliación o (en algunos casos)
divorcio. Estas dos opciones solas son las que da Dios. La separación moderna no
resuelve nada; equivale a un subterfugio (excusa artificiosa) para no hacer frente a los
problemas y resolverlos. El mundo puede no tener otra manera de resolver los problemas
—por lo que opta por un inestable alto el fuego—, pero la Iglesia la tiene, con tal que uno
se valga de los medios bíblicos. De todas las posibles opciones, la separación (en su
sentido moderno) es la que más tiende a perturbar la paz que Dios ordena (1Co_7:15(c)).
Tiene a los dos cónyuges colgando del cabo del hilo, jugando con ellos como un pez en el

50
agua danzando sobre su cola. Infringe la orden de 1Co_7:5; hace caso omiso de su
advertencia y pone al marido y a la esposa en un lugar de tentación innecesaria. El
problema es que los cristianos, precisamente, son los más inclinados a la separación, no
sólo como los demás que desobedecen la orden de Dios cuando tendría que haber una
reconciliación, sino especialmente cuando hay lugar para el divorcio (1Co_7:15. Piensan:
«:¡Bueno, por lo menos no estamos divorciados!» Esto es así porque el divorcio —en todos
los casos (incluso cuando está justificado bíblicamente)— ha sido transformado en el
peor de todos los pecados. Ya es hora de decir que en ciertas situaciones la separación
puede ser peor, especialmente cuando sustituye a la acción bíblica.
¿Puede la separación proporcionar un tiempo para «calmarse o enfriarse», como dicen
algunos? Es difícil de ver, puesto que constituye una desobediencia a las órdenes de Dios
(1Co_7:5 la ve como que lleva a un calentamiento del horno cuando debería estar frío; el
matrimonio sólo lo enfría, ver el v. 1Co_7:9). Además, todo consejero sabe que la forma
de juntar a la gente no es separándola. La separación calienta el deseo, cosa que no debería
calentar, y enfría el interés, que no debería enfriar. El enfriar que ocurre con frecuencia, es
debido a la sensación de alivio de los problemas previos, una falsa sensación de paz que es
interpretada (erróneamente) como una solución del problema. No se ha resuelto nada en
realidad. Pero, debido a este alivio temporal, es muy difícil efectuar una reconciliación. A
menudo, uno (o los dos) dice:
«Nunca me he sentido mejor», y se resiste a cambiar su situación. Esta paz le dejará,
después de todo, pero durante un tiempo puede ser un obstáculo o freno tal a la
reconciliación, que puede destruir todas sus posibilidades. La separación es otro medio
de huir de los problemas en vez de resolverlos con los métodos de Dios.
Lo primero que un consejero cristiano tiene que hacer cuando trata con personas
separadas es volverlas a juntar (en este punto se verá su gran resistencia a hacerlo), de
modo que pueda ayudarles a trabajar en sus problemas en el contexto (matrimonio) en
que se pueden alcanzar soluciones. Dos personas que viven bajo techos separados hallarán
casi imposible resolver problemas que ocurren cuando están bajo el mismo techo. La
separación, pues, sólo aumenta la brecha y profundiza las dificultades.
Naturalmente, las separaciones muy breves (un par de horas, una noche en casa de una
amiga) —en que no hay que hacer las maletas y uno no tiene intención de marcharse—
pueden, a veces, ser deseables (cuando se está violento, confuso, etc.). Pero, en este caso, la
breve separación es para evitar situaciones que destruyen la dinámica de la solución de los
problemas y hacen la comunicación imposible. Su objeto (en contraste con la separación
prolongada, no importa lo que se diga o piense en sentido contrario) es hacer posible el
enfrentarse a los problemas y resolverlos por los métodos de Dios, no el evitarlos.
4 Op. cit., p. 696. En mi opinión, la palabra «casi» podría ser eliminada; es un término
técnico para el divorcio.
5 «Select Papyri», vol. I., p. 123: «Zois y Antipater se ponen de acuerdo en que se han
separado el uno del otro, escindiendo la unión que habían formado a base de un
acuerdo...»
6 Ibíd., pp. 15, 17.

***

51
CAPÍTULO 07
LOS DOS GRUPOS DE 1era A CORINTIOS 7
Podría parece extraño empezar nuestra discusión de los pasajes bíblicos
sobre el divorcio con un estudio de 1era Corintios 7. Pero, por el hecho de que
muchas de las palabras y conceptos clave se encuentran aquí, y debido a que
aquí hay una comparación y contraste entre las dos situaciones de divorcio
posibles que considera el Nuevo Testamento, y debido, también, a que Pablo
interpreta las palabras de Jesús y las coloca en su contexto propio, 1era
Corintios es un excelente punto de partida.

No me limitaré en este capítulo (o en los que siguen, en los cuales me guío


por 1era Corintios 7) a mis comentarios a 1era Corintios, sino más bien usaré la
discusión de Pablo como base desde la cual mirar asimismo, los otros
pasajes.
Además, como que ya hemos considerado 1era Corintios 7 desde el punto de
vista del matrimonio y de la persona soltera, no voy a regresar a estas líneas.
Mis comentarios, pues, se centrarán sobre lo que Pablo dice en 1era Corintios
7 acerca del divorcio y todo lo que pueden iluminar sus palabras.

Pablo tuvo el buen sentido de separar varios puntos para consideración


aparte en el libro de 1era Corintios, pero también agrupó los asuntos que
pertenecen a la misma área básica. Aquí, el matrimonio y el divorcio son
considerados uno al lado del otro.
Vayamos ahora al estudio de cosas importantes. En el versículo 1Co_7:10,
Pablo introduce sus comentarios sobre el divorcio con estas palabras:
«Mando, no yo, sino el Señor...» Pero en el versículo 1Co_7:12 escribe: «Y a los
demás yo digo, no el Señor...»

Estas dos frases introductorias nos ponen delante de modo inmediato dos
grupos distintos de personas: 1) un primer grupo; 2) un segundo grupo
llamado «el resto» (consideraré con más detalle en el próximo capítulo las
palabras al segundo grupo). Estas dos frases introductorias han perturbado
(innecesariamente) a muchos cristianos. Algunos creen que el primer grupo es
ordenado divinamente, mientras que el segundo grupo recibe sólo el consejo
piadoso de Pablo; se preocupan sobre los dos niveles de autoridad que esta
noción parece introducir en las Escrituras.
¿Es inspirado el primer comentario y el segundo comentario no, ¿Son los
dos inspirados e infalibles, pero de peso distinto?

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Contestemos todas estas cuestiones desde el principio, observando que
proceden de un malentendido común de las palabras de Pablo. No hay
Escrituras no inspiradas, falibles, sin autoridad. Esta clase de distinción es la
última cosa que podría haber en la mente de Pablo.
Bien; pues, ¿qué quería decir con sus frases de introducción? Esto es
lo que pensaba:

1. En los versículo 1Co_7:10-11 Pablo dice (en efecto): «Estoy


repitiendo —en una forma concreta— los principios sobre el divorcio que el
Señor (Jesucristo) estableció en su enseñanza cuando estaba con los
discípulos y habló sobre el divorcio entre el pueblo de Dios.»
2. Pero en los versículos 1Co_7:12-16 Pablo dice (en efecto): «Ahora
voy a tratar una cuestión que no surgió —y, por tanto, que Jesús no
mencionó— cuando vivía entre nosotros. Esta cuestión ha aparecido ahora
que el evangelio ha ido a los paganos, y voy a dirigirme yo mismo a ello en
mi propio nombre (en una forma inspirada, naturalmente, tal como lo que
he dicho sobre las muchas otras cuestiones de este tipo en esta misma
carta).»

Pablo, pues, escribe como un apóstol infalible, añadiendo a la enseñanza


sobre el divorcio que había dado Jesús, tratando además otra cuestión
adicional. Éste es el punto de *disyunción entre los dos grupos a que se
dirige. Pero —notemos bien—, a veces, cuando añadimos, también testamos.
Es decir, al distinguir entre dos grupos, Pablo limita la aplicación de la
enseñanza de Cristo en los evangelios al grupo a que se dirige en 1Co_7:10-
11. Deja claro que lo que Jesús había dicho contenía no sólo algunos
principios generales, amplios, que son extensamente aplicables (como «no
fue así desde el principio») y («los dos serán una carne (σάρξ G4561 sárx)»),
sino también algunos que se refieren sólo a personas que encajan en el grupo
mencionado en 1Co_7:10-11.

nota:
*disyunción:
1. f. Acción y efecto de separar y desunir.
2. f. Fil. Separación de dos realidades, cada una de las cuales está referida intrínsecamente a la
otra; p. ej., masculino y femenino; izquierdo y derecho.
3. f. Ret. Figura que consiste en que cada oración lleve todas sus partes necesarias, sin que necesite
valerse para su perfecto sentido de ninguna de las otras oraciones que preceden o siguen.

Debido a esta distinción entre dos grupos, 1era Corintios pasa a ser un pasaje
crucial sobre el divorcio y el lugar lógico desde el cual empezar a estudiar el
53
divorcio. No sólo coloca Pablo la enseñanza del Señor en su lugar propio (un
contexto plenamente de pacto en el cual los dos cónyuges son cristianos),
sino que, al hacerlo, estructura e interpreta la enseñanza del Señor de modo
que no podamos equivocarnos al aplicarla erróneamente o de modo
demasiado ancho. Muchos, en su discusión sobre el divorcio, casi han
descuidado totalmente las implicaciones importantes de este hecho. Como
resultado, sus conclusiones han sido no bíblicas, y las consecuencias en las
vidas de aquellos a quienes han instruido, por medio de ellas, desastrosas.

Voy a considerar establecido, pues, que no todo lo que dijo Jesús sobre el
divorcio se aplica a cada uno, o (por lo menos) que sus palabras no se aplican
a cada uno de la misma manera. Esto no es para quitar nada de las palabras
de Cristo, sino más bien es darles su valor pleno y verdadero. Sin embargo,
no hemos de usar mal sus palabras aplicándolas a aquello para lo que no
hubo intención de que lo fueran. Lo que Pablo dice — y lo que hemos de
entender claramente— es que Jesús nunca pensó decir la última palabra
sobre el divorcio. Jesús estaba hablando dentro de un contexto que hemos de
reconocer tal como era.

¿Quiénes son los que forman los dos grupos? Una breve mirada a
1Co_7:10-11 «Mando, no yo, sino el Señor...»; y 1Co_7:12-16 «Y a los demás
yo digo, no el Señor...», muestra que Jesús («el Señor») estaba hablando
acerca del divorcio entre los creyentes. En los versículos 1Co_7:10-11, Pablo
se dirige al mismo grupo, dos creyentes que tienen intención de divorciarse.
Pero en los versículos 1Co_7:12-16, Pablo se dirige a aquellos cristianos que
piensan divorciarse y que están casados con no creyentes. Jesús —dijo
Pablo— no se había referido a este grupo, en absoluto. La cuestión se
ventilaba por primera vez en el Nuevo Testamento.

Pablo indica (no sólo por las instrucciones que da a cada grupo, sino también
por la misma estructura de ponerlas aparte en dos grupos) que el enfoque de
Dios sobre los dos grupos no era el mismo. Realmente, esto no es nada
excepcional. Por todas las Escrituras hay situaciones que implican a estos dos
mismos grupos, y se ve que han de ser tratados de modo distinto. Esdras 10
es una evidencia bastante clara de esto.1 En otras áreas de la vida, la relación
de los creyentes con los infieles también es tratada de modo distinto que la
relación entre dos creyentes. En este mismo libro de 1era Corintios, Pablo ha
sido consecuente con este punto.

54
Cuando habla de acudir a la ley, Pablo deja claro que los creyentes no
pueden llevar a otros creyentes a los tribunales. Las cosas pueden (deben) ser
resueltas dentro de la Iglesia misma. Pero a los creyentes no se les prohibe
llevar a los no creyentes a los tribunales. En 1era Corintios 5 la relación de los
cristianos con los creyentes que pecan, y de los infieles que pecan (de
nuevo) difiere ampliamente. Rom_12:18 resume el principio general para el
trato con los no creyentes:

«Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, tened paz (εἰρηνεύω G1514


eireneúo) con todos.» (Rom_12:18)

No siempre es posible conseguir una relación pacífica con los no creyentes;


por tanto, se requiere del creyente que haga todo lo posible para conseguir la
paz, pero no más. El principio para obrar entre los creyentes se halla en
Mat_18:15 y ss., donde se supone que los creyentes tienen recursos de Dios y
de su Iglesia adecuados para resolver todas sus dificultades
interpersonales.2 Cuando un no creyente falla en responder a los esfuerzos
del creyente para establecer la paz, el creyente no puede hacer nada
más (excepto orar, naturalmente); no se le requiere que haga más. Esto es
verdad en la ley, en todas las relaciones interpersonales y (como veremos en
1Co_7:12-16) en el matrimonio.

Cuando tratamos con no creyentes, pues, hay una posibilidad auténtica de


un resultado diferente, que pueda permitir (requerir) una respuesta
diferente de la del creyente. Es por esto que Pablo distingue en 1era Corintios
7 entre los dos grupos que tienen intención de divorciarse. Los resultados de
la pacificación, en dirección a la reconciliación, pueden diferir, requiriendo
en último término, soluciones diferentes de los problemas.3
Ahora, en el capítulo próximo, dirijamos la atención a algunos primeros
comentarios sobre el divorcio entre los creyentes.
___
1 En aquel caso, el problema que había en el fondo era la desobediencia voluntaria de la
palabra de Dios por parte de su pueblo; aquí, el yugo desigual era ocasionado por la
evangelización con éxito de sólo uno de los cónyuges en un matrimonio que había sido
contraído por dos infieles.
2 Es siempre posible, porque los creyentes profesos que rehúsan hacer caso de la
disciplina de la Iglesia y persisten en su negativa, a la larga son juzgados como no
creyentes (en un juicio funcional que los excluye de la Iglesia) a causa del fracaso en
alcanzar un arreglo pacífico de las diferencias.
3 Pero, nótese aquí (como en Rom_12:18), se consideran posibles, por parte de los no
55
creyentes, dos respuestas a las proposiciones de paz del creyente. El cristiano ha de
perseguir siempre la paz y la armonía. Cuando no se puede conseguir la paz, la razón
tiene que hallarse en el no creyente; el fallo no debe ser nunca la culpa del creyente.
***

56
CAPÍTULO 08
EL DIVORCIO ENTRE LOS CREYENTES
(Consideraciones Preliminares)
Consideremos ahora lo que dice Pablo sobre el tema del divorcio al primer
grupo al que se dirige: creyentes casados con creyentes. Sus palabras se
hallan en 1Co_7:10-11 :

«Pero a los que están unidos en matrimonio (γαμέω G1060 gaméo), mando, no
yo, sino el Señor: Que la mujer (γυνή G1135 guné) no se separe (χωρίζω G5563
jorízo) del marido (ἀνήρ G435 anér); y si se separa (χωρίζω G5563 jorízo),
quédese sin casar (ἄγαμος G22 agamos) o reconcíliese (καταλλάσσω G2644
katalásso) con su marido (ἀνήρ G435 anér); y que el marido (ἀνήρ G435 anér) no
abandone (ἀφίημι G863 afíemi) a su mujer (γυνή G1135 guné).»

La orden básica, doble en estos versículos (y nótese que es una orden, no


meramente [solamente, simplemente] un consejo), es que ni la esposa
cristiana ni el marido cristiano pueden (deben) divorciarse. De esta manera
Pablo enseña la misma verdad fundamental que enseñó Cristo con respecto
a los cristianos en el matrimonio (como Marcos y Lucas, y a diferencia de
Mateo, Pablo prefiere no mencionar la cláusula de excepción: «salvo en el
caso de pecado sexual [fornicación] (πορνεία G4202 porneia)»).1
Temporalmente, pues, podemos dejar de lado la discusión de esta cláusula
de excepción, a la que volveremos luego. De momento podemos decir con
Pablo (Marcos y Lucas) que Jesús prohibió a los creyentes divorciarse. Esto es lo
que enseñan los versículos 1Co_7:10-11 : «... y que el marido (ἀνήρ G435 anér)
no abandone (ἀφίημι G863 afíemi) a su mujer (γυνή G1135 guné) (se divorcie de
ella)». Esta doble orden no tiene la cláusula de excepción (como dijimos
antes) porque esto no se presenta aquí.

Ahora bien —continúa Pablo— «pero si se separa (χωρίζω G5563 jorízo) ...» (v.
1Co_7:11).2 ¿Por qué dice esto y con qué intención? Es evidente que no
contradice inmediatamente su orden del v. 1Co_7:10 (como algunos
equivocadamente suponen) ¡al permitir precisamente aquello que acaba de
decir explícitamente que Jesús prohíbe! Simplemente, pues, en lo que está
pensando es en un peligro ulterior, y quiere advertirnos contra él. La orden
de no separarse por divorcio (χωρίζω G5563 jorízo) sigue firme; pero (Pablo
dice) si la mujer desobedece esta orden (y es de suponer que esto se aplica
también al marido) y disuelve el matrimonio con un divorcio, tiene que

57
permanecer sin casar (esto es, no ha de casarse con otro), de modo que se
halle en una posición en que en todo tiempo pueda arrepentirse y
reconciliarse con su marido. Si se casa con otro, lleva la desobediencia un
paso más adelante, y entonces se pone en una situación irremediable (ver
Deu_24:1-4).3 Lo primero, pues, es ver que Pablo no da permiso para
separarse, sino que, en reconocimiento del hecho que el divorcio puede
ocurrir debido a una desobediencia pecaminosa, simplemente quiere
advertir contra ulteriores complicaciones que procedan de un pecado
adicional.4

Ahora nótese que la palabra separado (χωρίζω G5563 jorízo) significa «separado
por medio de divorcio».5 La palabra tiene claramente este significado en
los evangelios y aquí. En ambos la «separación» lleva a un estado en que
la esposa se dice que «no está casada», pues ha de quedarse «sin casar»
(ἄγαμος G22 agamos) y en el cual el hombre vuelve al revés el proceso de
juntar a un hombre y una mujer, que Dios había realizado en el
matrimonio. No había aquí nada de nuestra idea moderna de separación
(legal o sin formalizar) tal como la conocemos nosotros: o sea, el dejar al
cónyuge sin divorcio. Esta separación está estrictamente prohibida en
1Co_7:5.

¿Por qué, pues, se aconseja a la mujer divorciada que no se case? Pablo no


quiere decir que se quede sin casar per se ("por si" o "como tal"), es decir,
que no se case con nadie, ni tampoco con el marido de quien se ha
divorciado. Lo que dice es que se quede sin volverse a casar con otros. O sea
(mejor todavía), que se arrepienta inmediatamente y vuelva a casarse con el
hombre que dejó sin que debiera haberlo hecho. En realidad, si se queda sin
casar durante un tiempo, es a fin de permitir la posibilidad de la
reconciliación. El casarse con otro impediría la posibilidad de la
reconciliación.6 Lo que Pablo busca es la reconciliación; quiere que estos dos
cónyuges vuelvan a reconstruir el matrimonio en una forma nueva y más
bíblica. Como todos los creyentes tienen la Palabra y el Espíritu, tienen todo
lo que necesitan para efectuar no sólo una reconciliación, sino —en el
futuro— ¡un matrimonio que proclame alabanzas!

Ahora bien, nótese otro factor importante. Incluso cuando tiene lugar una
separación por divorcio como resultado de la desobediencia, este divorcio
—aunque pecaminoso, aunque se ha obtenido sobre una base ilegítima—
destruyó el matrimonio. La base puede ser ilegítima, pero el divorcio no lo
58
es. Los creyentes que se han separado indebidamente por divorcio se dice
que «ya no están casados». El punto aparece así en todas las Escrituras. Del
mismo modo que el matrimonio es considerado como un acuerdo
contractual, de pacto, (procedente del contrato o derivado de él), también es
disuelto cuando se rompe este acuerdo en el divorcio. Es, pues, falso decir, al
hablar de los dos divorciados (incluso en este caso) que «están todavía casado a
los ojos de Dios». Aquí, como en otras partes (Deu_24:1-4), Dios los llama «no
casados».

La terminología «todavía casados a los ojos de Dios» no es bíblica, es antibíblica


y es perjudicial. No tiene apoyo o equivalente en ninguna parte de la Biblia.
En vez de ello, a la vista de Dios —si hemos de creer el vocabulario del
Espíritu Santo—, las personas divorciadas han de ser consideradas (ἄγαμος
G22 agamos); y es de esta forma que Dios las trata. Esta terminología fue
seleccionada no sólo para informanos, sino también para guiarnos en
nuestros tratos los unos con los otros. Es un asunto serio el hacer inefectiva la
Palabra de Dios al cubrirla con nuestras enseñanzas en fraseologías que la
contradicen.

El punto de vista opuesto —que alguien pueda estar casado, aunque


divorciado— lleva a muchas ideas equivocadas y a actos por parte de los
divorciados y los que los aconsejan. Por ejemplo (para mencionar sólo uno),
si uno cree que 'a los ojos de Dios' dos personas están casadas (aunque estén
divorciadas), puede llegar a la conclusión de que todavía tiene obligaciones,
incluso de tipo sexual (1Co_7:3-5). Si cree esto, un consejero cristiano se
hallará en la posición de instar a un aconsejado o aconsejada que se ha
divorciado pecaminosamente, a que continúe viviendo junto con el cónyuge
y mantenga relaciones sexuales regulares después del divorcio. No sólo está
abogando por una desobediencia a la ley civil, sino que (peor aún), por lo
menos esto es lo que yo creo, está defendiendo la fornicación. Las relaciones
sexuales fuera del matrimonio están prohibidas. La Palabra de Dios no
reconoce esta unión tan irregular. Es bastante fácil echar por ahí frases como
«todavía casados a los ojos de Dios», pero ya es otra cosa apechugar con las
implicaciones serias de lo que se dice.

En realidad, el concepto es repugnante. Dios ha llamado (ἄγαμος G22 agamos)


(no casados) al estado de los creyentes divorciados pecaminosamente.
Mediante nuestras *racionalizaciones, no volvamos nosotros a juntar lo que
Dios ha separado. Los hechos son claros: un divorcio destruye un

59
matrimonio.

nota:
*racionalismo:
1. m. Doctrina filosófica cuya base es la omnipotencia e independencia de la razón humana.
2. m. Sistema filosófico que funda sobre la sola razón las creencias religiosas.

Las obligaciones correspondientes al matrimonio y los derechos y


privilegios del matrimonio ya no pertenecen a las personas divorciadas. Sin
embargo, hay otras obligaciones colocadas sobre estos cónyuges divorciados
pecaminosamente:

1. Se les requiere (de nuevo bajo orden, 1Co_7:11) que permanezcan


sin casar (esto es, que no se casen con otro) a fin de
2. Hacer posible la reconciliación.

Mientras no se hayan vuelto a casar (entre ellos), los derechos y privilegios


del matrimonio, así como todas las obligaciones de los casados, no les
pertenecen. Su obligación principal es la reconciliación y, por tanto, todo lo
que lleva a ella. Este asunto ha de ser comprendido del todo para poder tratar
muchos casos.
Ahora bien, este punto se puede precisar no sólo en 1Co_7:10-11, sino
también en otros pasajes. Por ejemplo, cuando Jesús dice: «Por tanto, lo que
Dios juntó (συζεύγνυμι G4801 suzeúgnumi), no lo separe (χωρίζω G5563 jorízo)
el hombre (ἄνθρωπος G444 ándsropos)»7 (Mat_19:6; Mar_10:9), Jesús estaba
advirtiendo contra una imposibilidad. El impacto de su orden se perdería
del todo si —como algunos dicen— 'es imposible separar a los creyentes
separados pecaminosamente, porque todavía están casados a la vista de
Dios'.

Deu_24:1 «Cuando alguno (‫ ִאיׁש‬H376 ish) tome mujer (‫ ִאשָ ה‬H802 ishshá) y se
case (‫ בָ עַ ל‬H1166 baal) con ella, si después no le agrada por haber hallado en
ella alguna cosa vergonzosa (‫ ָדבָ ר‬H1697 dabár ‫ עֶ ְּרוַת‬H6172 ervát), le escribirá
carta de divorcio (‫ ְּכ ִריתֻ ת‬H3748 keritút ‫ סֵ פֶ ר‬H5612 séfer) y se la entregará en su
mano y la despedirá (‫ שלח‬H7971 shalákj) de su casa.
Deu_24:2 Y salida de su casa, podrá ir y casarse (‫ הָ יָה‬H1961 jayá) con otros
hombres (‫ ִאיׁש‬H376 ish).
Deu_24:3 Pero si la aborrece (‫ שָ נֵא‬H8130 sané) este último y le escribe carta de
divorcio (‫ ְּכ ִריתֻ ת‬H3748 keritút ‫ סֵ פֶ ר‬H5612 séfer) y se la entrega en su mano y la

60
despide (‫ שלח‬H7971 shalákj) de su casa; o si ha muerto el postrer hombre (‫ִאיׁש‬
H376 ish) que la tomó por mujer (‫ ִאשָ ה‬H802 ishshá),

Deu_24:4 no podrá su primer marido (‫ בָ עַ ל‬H1166 baal), que la despidió (‫שלח‬


H7971 shalákj), volverla a tomar para que sea su mujer (‫ ִאשָ ה‬H802 ishshá) después

que fue envilecida (‫טָ מֵ א‬ H2930 tamé); porque es abominación (‫ ּתויעֵ בָ ה‬H8441
toebá) delante de Jehová, y no has de pervertir la tierra que Jehová tu Dios te
da por heredad» (Deu_24:1-4).

Además, en Deu_24:1-4 (como veremos luego, cuando consideremos este


pasaje con más detalle) el caso a la vista implica una carta de divorcio dada
por razones inadecuadas (y, por tanto, pecaminosas). Con todo, cuando la
esposa deja al primer marido, «pasa a ser la esposa de otro» («Y salida de su
casa, podrá ir y casarse con otro hombre.»), que es llamado ahora su «marido»
(«... el postrer hombre que la tomó por mujer,») (vv. Deu_24:2-3). Y leemos que el
primer hombre «no puede volver a casarse con ella» («no podrá su primer
marido, que la despidió, volverla a tomar para que sea su mujer, ...») (v. Deu_24:4).
En el supuesto de que, aunque divorciados, ella siga siendo la esposa del
primer marido «a la vista de Dios», cuando se case con otro lo que comete no
es adulterio8, sino bigamia a los ojos de Dios. Pero estas palabras —«la
mujer de otro» («Y salida de su casa, podrá ir y casarse con otro hombre.»)— nos
dicen otra cosa. Si ella es la mujer de otro ya no es la mujer del primer
hombre. No es acusada de bigamia (o poliandria).

No, sino que se nos dice muy claramente respecto al primer marido que ella
no puede en modo alguno volver «a ser su esposa» («no podrá su primer
marido, que la despidió, volverla a tomar para que sea su mujer, ...») (v. Deu_24:4).
El lenguaje usado excluye la idea de que, a lo largo del proceso, ella seguía
siendo su esposa. Se le prohíbe «tomarla por esposa» después del
divorcio.9 En resumen, creo que has de estar de acuerdo en que la idea de
que, uno puede estar casado todavía después de divorciarse, es una idea que
no tiene ni por asomo, el menor apoyo bíblico.10 Más bien este punto de
vista fue presentado para apoyar una posición no bíblica; no se derivó de la
exégesis de pasajes bíblicos.

Ya es tiempo de que entremos en la segunda situación de divorcio posible,


considerada por Pablo en 1era Corintios 7: la idea de divorciarse un creyente
de un no creyente. Voy a tratar de esto más plenamente en el próximo
capítulo.

61
___
1 En este caso, Pablo puede haber omitido la excepción con miras a establecer el contraste
de modo más vivido entre los vv. 1Co_7:10-11 y los vv. 1Co_7:12-16. Sin duda, el entendía
esta excepción, pero aquí no era útil para su propósito general el mencionarla. El hacerlo
habría sido complicar (sin necesidad) lo que deseaba decir.
2 χωρίζω G5563 jorizo = «separarse por divorcio». Pablo, quizás, usa esta palabra como un
eco del uso que hace Jesús de ella en Mat_19:6; Mar_10:9. Allí queda bien claro que
χωρίζω G5563 jorizo se refiere al divorcio.
3 Hay buenas razones para pensar que Pablo estaba pensando en Deu_24:1-4 cuando
escribe el v. 1Co_7:11. Después de todo, era una discusión de Deuteronomio 24 entre
Jesús y los fariseos a la que se refiere Pablo en los vv. 1Co_7:10-11. Además, el adulterio
ocurre cuando, una persona que está divorciada y con obligaciones de reconciliarse y
volver a casarse con su primer esposo, en vez de hacerlo se casa con otro.
4 También sería pecado el casarse cuando uno ha obtenido un divorcio de un creyente
sobre una base bíblica.
El creyente está obligado a arrepentirse y restablecer el primer matrimonio debidamente.
Es importante reconocer el problema de las obligaciones. Los consejeros siempre han de
ser muy cuidadosos en verificar las obligaciones que quedan. Si la obligación de un
creyente es quedarse sin casar, ser reconciliado, es posible que tenga que decir: «No,
usted no puede volverse a casar. Usted nunca ha cumplido sus obligaciones delante de
Dios y de su primer cónyuge.» Con frecuencia, las iglesias no tratan estos asuntos
debidamente, de modo que estos casos pueden aparecer. Pero, al margen de lo que haya
hecho o haya dejado de hacer la Iglesia, ahora que se ha visto que hay un fallo en cumplir
alguna obligación, el creyente tiene que arrepentirse — aunque sea dos o tres años más
tarde— y hacer lo que debía haberse hecho al tiempo en que se pensaba en el divorcio; las
obligaciones se han de cumplir más tarde o más temprano. Todo lo que se ha hecho mal
ha de ser rectificado, en tanto que sea posible. Ya me hago cargo de que esto es un nido
de avispas; estoy de acuerdo. Pero si quieres ayudar a un aconsejado a eliminar las
avispas una a una, al final no quedará ninguna.
Si en el curso de hacerlo se ve necesario que el creyente ponga en marcha la disciplina de
la Iglesia, según Mat_18:15 y ss., y la Iglesia a la cual el cónyuge pertenece, rehúsa ejercer
la disciplina cuando se requiere debidamente, el creyente (y, si es necesario, el consejero
en un punto ulterior) debe indicar que la disciplina es un derecho y privilegio de los
miembros de la Iglesia de Cristo, cuyo propósito (entre otros) es llevar a la
reconciliación, y (como tal) no puede ser denegado. Si (después de visitas entre los
pastores y —si es necesario— los concilios de Iglesia) la otra Iglesia rehusa todavía
ejercer disciplina, deben ser tratados (en un juicio funcional) como infieles (lo mismo que
una Iglesia modernista que rehúsa escuchar la autoridad de Cristo), y, del mismo modo,
al cónyuge que es miembro de ella. Entonces todo el asunto vuelve a 1Co_7:15. El asunto
debe ser proseguido hasta el punto en que queda en reposo. Hay que dejar registro en los
libros de la Iglesia, de todos los trámites y procedimientos, así como del resultado. Ver la
nota sobre 2Co_2:6-11 en El Nuevo Testamento del Consejero Cristiano.
5 Ver las notas al pie, anteriores. Ver también los comentarios sobre los usos bíblicos y
extrabíblicos de esta palabra en el capítulo previo (cap. 6).

62
6 En este caso, no es la poliandria en lo que se piensa, sino en que, como el divorcio era en
desobediencia a la orden de Dios (v. 1Co_7:10), cae en la situación cubierta por Deu_24:1-
4, en que, si un segundo marido se divorcia de ella, entonces se le prohibiría el volverse
a casar con el primer marido.
7 La palabra usada en ambos evangelios es χωρίζω G5563 jorizo = «separarse por
divorcio».
8 Hemos de discutir más adelante el significado del adulterio.
9 Sin duda, si se prohibe que pase a ser su esposa otra vez meramente (simplemente) a la
vista del hombre, en tanto que sigue siéndolo a la vista de Dios, se presenta una situación
notable: no puede hacer externamente lo que puede hacer internamente. Una noción así
es totalmente extraña a las enseñanzas bíblicas.
Además, si uno defiende que este matrimonio con un segundo marido (más bien que el
divorcio del primero) es lo que destruye el matrimonio, ¿por qué habló Jesús del divorcio
(separación) que separa el yugo hecho por Dios? Debería de haber dicho que lo que lo
hace, es el matrimonio con otro. Sobre esta idea falsa del adulterio = poliandria, pero no
poligamia.
10 El sostener, como hacen algunos, que Rom_7:1-3 enseña que no hay nada que pueda
destruir un matrimonio sino la muerte:
a) es un repudio de las palabras de Cristo de que el hombre puede separar por divorcio
lo que Dios ha juntado;
b) es entender mal la intención de Romanos 7, en que el matrimonio no se pone a
discusión, sino que es usado sólo a modo de ilustración;
c) es dejar de reconocer que: para los propósitos de ilustración se presenta el principio
general, sin entrar en la discusión de las excepciones, ya que esto complicaría la figura y
anularía la intención de la ilustración; y
d) es decir, que los nuevos casamientos después del divorcio son poligamia o poliandria
«a los ojos de Dios».
***

63
CAPÍTULO 09
EL DIVORCIO ENTRE LOS QUE FORMAN UN YUGO DESIGUAL
En las palabras de Pablo en 1Co_7:12-16 (especialmente el v. 1Co_7:12) se ve
que hay una situación a la cual Jesús no se dirigió cuando habló sobre el
divorcio. En el versículo 1Co_7:12 Pablo dice:

«Y a los demás yo digo, no el Señor...»

Con esta expresión, como hemos visto (en el capítulo 7), Pablo no significa:
«Os estoy dando mi opinión, que no es inspirada y carece de autoridad» (ni
nada por el estilo), sino: «Estoy a punto de entrar en un asunto que Jesús no
mencionó.»1 En otras palabras, el propósito de Cristo no era cubrir todas las
circunstancias posibles o todos los ángulos de la cuestión del divorcio. Las
palabras «a los demás» implican la existencia de otro grupo o clase de
personas a las cuales no se aplica (o se aplica sólo en parte) lo que se dijo en
los versículos 1Co_7:10-11.

Este segundo grupo difiere del primero en que, a diferencia del grupo del
que habla Jesús, se halla en una situación diferente, frente a problemas
distintos. Ahora que la Iglesia se ha trasladado a los países alrededor del
Mediterráneo, haciendo convertidos griegos y romanos, frecuentemente, o
bien el marido o la esposa eran salvos, en tanto que su cónyuge no lo era.
Esto presentaba cierto número de problemas (algunos de los cuales se
consideran en 1era Pedro 3)2, uno de los cuales tiene que ver con el divorcio.

Una cosa es tener intención de divorciarse de un creyente (ver capítulo 7):


hay recursos aquí (la Palabra y el Espíritu) que están disponibles a los dos
cónyuges, hay un compromiso básico mutuo a obedecer a Cristo, y hay en el
proceso de la disciplina de la Iglesia, que (en último término) puede ser
activado si uno de los dos (o los dos) rehúsan tratar el problema. Hay, pues,
esperanza para este matrimonio y buenas razones para insistir en su
reconciliación.

Pero aquí tenemos una situación totalmente distinta: un creyente que


tiene intención de divorciarse de su cónyuge no creyente. Ningún de los
recursos mencionados antes, está disponible para el no creyente, excepto el
tercero, y el tercer recurso (la disciplina de la Iglesia) no está disponible para
el creyente. Así que no puede haber la misma insistencia en la reconciliación;
no existe la misma esperanza. Y, realmente, no vemos que Pablo la requiera.
64
Más bien que ordenar al creyente que no se divorcie de su cónyuge no salvo,
no importa lo que suceda, requiere que, al menos, haga algo: el cónyuge no
debe divorciarse del otro que desea que el matrimonio continúe.

En realidad, al creyente se le dice que puede mantener el matrimonio por


amor al cónyuge no creyente (con la esperanza de que llegará a conocer a
Cristo por medio de la asociación continuada con el creyente)3, y por amor a
los niños (que si son quitados del cuidado del creyente, serán contados y
tratados como paganos; esto es, «inmundos»4 Pero si, después de todo lo
hecho por el creyente para evitarlo, el no creyente no está conforme en seguir
siendo casado, el divorcio es una alternativa aceptable (v. 1Co_7:15). He
dicho todo esto en una forma resumida y rápida; pero repasémoslo todo,
buscando los diversos puntos, de manera más minuciosa. En un capítulo
anterior he mostrado escrituralmente que, aunque es permitido, el divorcio
nunca es deseable.

Todos los divorcios proceden del pecado, aunque no todos los divorcios son
pecaminosos. Aquí también, en 1Co_7:12-16, el divorcio no es lo ideal.
Incluso en un matrimonio mixto, el objetivo es continuar el matrimonio si es
posible en algún modo (lo que lo hace imposible es algo que veremos
pronto). Pablo acumula argumentos poderosos (mencionados antes) para
convencer al creyente de que no ha de divorciarse5 de su cónyuge no
creyente si éste desea seguir viviendo con él. A estos argumentos añade la
declaración simple de que el creyente no ha de divorciarse del no creyente
que consiente en vivir con él. En conformidad con el principio general de
Rom_12:18, «si es posible», el creyente ha de vivir «en paz» con su cónyuge.6

Pero ¿qué pasa si no es posible para el cristiano (a pesar de haber hecho todo
lo que ha podido) mantener el matrimonio intacto? Supongamos que el no
creyente quiere el divorcio. Quizá dice: «Cuando me casé con mi mujer no
tenía idea de que iba a cambiar de esta forma. No quiere mentir, ni participar
en parties (fiestas) con cambio de esposa; no quiere beber; todo lo que hace
es leer la Biblia... ¡Ya estoy harto! ¡Quiero salir de este matrimonio!»7 En las
circunstancias en que el no creyente quiere salir del matrimonio, Pablo dice
«que se separe (χωρίζω G5563 jorízo)» (v. 1Co_7:15). La cláusula (literalmente)
dice: «Si el no creyente se separa (χωρίζω G5563 jorízo), que se separe (χωρίζω
G5563 jorízo)»

65
Las palabras «se separa (χωρίζω G5563 jorízo)» muestran no sólo que el no
creyente está pensando en el divorcio, sino que (por lo menos) ha dado el
paso claramente declarando que (él o ella) quiere disolver el matrimonio.
Las palabras indican que hay algún movimiento en esta dirección. (Hoy, los
pasos como ir a ver al abogado8, etc., pueden quedar incluidos.) La idea es la
siguiente: En caso de que el no creyente quiera separarse, divorciarse, que
haya una separación (divorcio); el creyente no tiene que impedirlo.9

En este pasaje no hay limitación al divorcio después de la deserción, aunque


(evidentemente) la deserción debería ser un acto que muestre un deseo fuerte
de separarse. Implica falta de consentimiento a continuar el matrimonio (vv.
1Co_7:12-13). Así que el principio general parece claro: cuando no hay
consentimiento (acuerdo) por parte del no creyente para continuar el
matrimonio (vv. 1Co_7:12-13), sino que (al contrario) hay el deseo de
disolverlo, el cristiano no ha de oponerse a la separación. Pablo usa un
imperativo permisivo: «que se separe (χωρίζω G5563 jorízo)». Esto es una
orden; es uno de los casos en que el divorcio es requerido.

Hay en el versículo 1Co_7:15 una descripción del estado del creyente después
del divorcio y una razón añadida a la orden de «que se separe (χωρίζω G5563
jorízo)». Examinemos los dos.

1. Se declara el estado en el cual se halla el creyente después de un


divorcio: «Bajo estas circunstancias el hermano o hermana no está ligado
(δεο G1210 deo).»

((C) NT-AFM-1995) Pero si el que no cree se separa, sepárese; en ese caso no


quedan ligados el hermano o la hermana; porque a vivir en paz nos llamó
Dios.
((C) NT-Navarra2008) Pero si el no creyente se separa, que se separe. En este
caso, ni el hermano ni la hermana quedan ligados; porque Dios nos ha llamado
a vivir en paz.
1Co_7:15 ((C) Jer.1998 (dc)) Pero si la parte no creyente quiere separarse, que se separe,
en ese caso el hermano o la hermana no están ligados: para vivir en paz os
llamó el Señor.
((C) LPD1980 (dc)) Pero si el cónyuge que no cree desea separarse, que lo haga,
y en ese caso, el cónyuge creyente no permanece ligado al otro, porque Dios
nos ha llamado a vivir en paz.
((C) BSA1975 (dc)) Pero si la parte pagana se separa, que se separe. En estos
casos, ni el hermano ni la hermana están ligados a tal servidumbre; pues Dios
os ha llamado a vivir en paz.

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((C) Navarra2008 (dc)) Pero si el no creyente se separa, que se separe. En este
caso, ni el hermano ni la hermana quedan ligados; porque Dios nos ha llamado
a vivir en paz.
((E) NTV2009) (En cambio, si el esposo o la esposa que no es creyente insiste
en irse, dejen que se vaya. En esos casos, el cónyuge cristiano* ya no está
ligado al otro, porque Dios los ha llamado a ustedes* a vivir en paz).

Todos los lazos del matrimonio han sido quitados. Se le deja libre en
absoluto de toda obligación del matrimonio, y es una persona libre
totalmente. Ni tiene obligación de procurar reconciliarse en el matrimonio.10
Pablo expresa esta idea, más tarde, en el versículo 1Co_7:27(b), cuando habla
de «.estar libre (λύω G3089 lúo) de mujer». La palabra usada para «libre» viene
de (λύω G3089 lúo), «soltar», que en versículo 1Co_7:27 es puesta en oposición
a (δεο G1210 déo), «ligar» (que se usa de estar ligado a una esposa). La palabra
(δεο G1210 déo) aparece de nuevo en el versículo 1Co_7:39 con el mismo
significado.11 Sin embargo, en el versículo 1Co_7:15 la palabra traducida como
«sujeto a servidumbre» es (δουλόω G1402 doulóo); un verbo aún más fuerte, que
significa «esclavizar». La idea es que cuando los lazos del matrimonio han
sido cortados, el creyente está libre de sus obligaciones matrimoniales con
respecto al no creyente y de la carga de procurar mantener un matrimonio
que el no creyente no desea. Está libre de su esclavitud.

2. La razón añadida a la orden es: «Dios nos ha llamado a paz (εἰρήνη


G1515 eirene).»

Esta importante consideración ha sido pasada por alto por varios


comentaristas. Nosotros no hemos de hacerlo, sino llegar al fondo del
problema que Pablo tiene a la vista. Dios no quiere dejar en el matrimonio
cristiano cabos sueltos colgando; quiere que los problemas en el matrimonio
queden resueltos. Quiere paz. O bien ha de ser un matrimonio o ha de dejar
de serlo; Dios no se queda en medio. Esto, simplemente, no es posible. Para
que haya paz hay que dejar la materia quieta de una o de otra forma. Con
demasiada frecuencia los cristianos, siguiendo un mal consejo, han aceptado
algo intermedio. Permítaseme describirlo.

Creyendo (erróneamente) que ha de permanecer casada con un marido no


creyente, a pesar de todo, la mujer cristiana persiste en el matrimonio
aunque el marido quiere terminarlo. El marido, pues, empieza a entenderse
con otras mujeres (si no lo había hecho ya antes) y, al final, la deja. No
obstante, instada por un mal consejo, ella no quiere conceder el divorcio. Es
67
posible que él esté fuera de casa durante períodos de seis meses a la vez, y
que asome durante una semana. Esto perturba a los hijos y la vida de la casa
(crea y destruye esperanzas), la esposa puede quedar embarazada (estando
casada tiene que acceder a las relaciones sexuales si él las quiere), y, así, las
cosas siguen. Ella está siempre esperando contra lo imposible, y, sin
embargo, no hay evidencia de que él tenga deseo de seguir en el matrimonio.
¡De este modo la mujer puede quedar agarrada a una tabla, sobrevivir
durante años; toda la vida!

¡No hay nada relacionado con la «paz» en todo esto! Todo está
constantemente trastornado; no hay nada resuelto. No hay más que cabos
sueltos. Dios quiere que la cosa concluya de modo que (en una forma u otra)
haya paz, la solución del problema. Éste es un principio importante.
La idea popular, hoy, de la separación en vez del divorcio, evidentemente,
no es bíblica, debido a que infringe este principio. No resuelve nada, sino
que mantiene las cosas en el aire - y milita contra la paz.12 Esta perversa
sustitución de la solución bíblica (paz por medio de reconciliación o
divorcio) lucha contra la verdadera paz. Todo queda en un limbo. Engaña
con una falsa sensación de alivio interpretada equivocadamente, como si
fuera paz. Pero no se resuelve nada —nada se vuelve pacífico— por medio de
ella.

Los cristianos, con frecuencia recurren a la separación en vez del divorcio,


pensando que es un mal menor. Pero, debido a que es un sustituto humano a
las opciones bíblicas, la separación, en vez del divorcio, hace más daño que
beneficio. Los consejeros te dirán que en la mayoría de los casos en que
ocurre la separación, es mucho más difícil efectuar una reconciliación que
cuando no la hay. No es fácil juntar a dos personas a quienes han estimulado
(o permitido) que se separen; en la separación no sólo hay una falsa
sensación de paz, sino que aprenden a no hacer frente a los problemas con
miras a resolverlos. Dios quiere la solución de las dificultades, no el evitarlas.

La moderna separación es descrita con frecuencia como un «período de


enfriamiento». A menos que se considere este período como de un par de
horas o, a lo máximo, un par de días, para luego hacer frente a las dificultades de
modo más objetivo y ver de resolverlas, se habla de algo totalmente no bíblico.
Así que hemos visto que sólo hay un caso en el cual, cuando todo lo demás
ha fallado, el creyente es requerido a que se separe de su cónyuge no
creyente por medio del divorcio. Hemos de ver ahora un caso en que el

68
creyente puede separarse de otro creyente por divorcio. Pero, a diferencia
del caso presente, nunca se le requiere que lo haga.
___
1 Hay razones para pensar así:
1) Jesús estaba hablando a personas en el contexto del pacto de su Iglesia.
2) Estaba contestando a comentarios sobre Deu_24:1-4, un pasaje que regula el divorcio
entre creyentes profesos.
3) Estaba intentando reiterar los principios básicos del matrimonio dados a Adán.
2 Para más detalles sobre esto ver mi comentario sobre 1era Pedro, Confía y Obedece.
3 El ser «santificado» (v. 1Co_7:14) por el creyente significa que el cónyuge no creyente es
«puesto aparte» en una posición «única» en que él o ella es expuesto regularmente al
evangelio y a las influencias del Espíritu Santo. No significa que sea salvo.
4 El ser «santo» en vez de ser «inmundo» (v. 1Co_7:14) significa que el hijo de un
creyente es «separado» de los otros, al estar colocado bajo el cuidado y disciplina de la
Iglesia de Dios, y está sometido a muchas influencias que los otros, que son «inmundos»
(una palabra referida a los gentiles o paganos), no lo son.
El cuidado y la disciplina de Dios sobre estos pequeños en el rebaño los pone
verdaderamente aparte de los otros que no están en esta posición privilegiada. El hijo no
se dice que sea salvo.
5 La palabra usada en los vv. 1Co_7:12-13 es aphiemí (ἀφίημι G863 aphiemi), que significa
«despedir, divorciar, dejar». Cualquiera de los dos sentidos básicos es aplicable; el
creyente no ha de hacer nada para dividir el matrimonio, sino todo lo que pueda para
preservarlo.
6 Muchos cristianos quieren salir de los matrimonios mixtos aun cuando sus cónyuges no
tienen este deseo. Esto no puede ni ser estimulado ni fomentado. Ni tampoco han de
hacer los cristianos nada que provoque a sus cónyuges a marcharse. Todo lo que hagan
en este sentido es contrario al espíritu del pasaje.
7 Pero no sólo sobre esta base. Pablo no da razones para el deseo del no creyente de
romper el matrimonio. El cristiano no está restringido (ceñido, constreñido) a ciertos
motivos determinados. El imperativo permisivo «que se separe» se aplica a todo caso en
que el no creyente ya no desea, no está dispuesto a vivir con el creyente (ver vv. 1Co_7:12-
13), sea cual sea la razón (en tanto que el creyente no le haya provocado, en vez de
intentar mantener intacto el matrimonio).
8 No se requerían abogados ni trámites civiles en los días de Pablo.
9 En nuestra sociedad, todavía en algunos estados (E.E.U.U.), se requieren motivos para
el divorcio. Esto crea problemas. No hay requerimiento bíblico de que la carta de
divorcio exprese los motivos. Era, simplemente, una noticia legal en que se declaraba el
matrimonio disuelto. Hoy, los no creyentes pueden tratar de obtener un divorcio por
motivos falsos (en los días de Pablo no se obtenía el divorcio del Estado; simplemente
se daba el divorcio). El creyente no puede condonar una mentira, y él mismo es posible
que tenga que hacer petición de divorcio sobre motivos verdaderos, a fin de
cumplimentar la orden de Pablo: «Que se separen.» El que hubiera divorcio «sin
expresión de faltas» —es decir, sin que haya que dar los motivos—, aunque en sí sea de
69
lamentar por su origen, podría considerarse como una bendición para los cristianos. El
Estado nunca tiene competencia para juzgar los motivos del divorcio. (Ni el Estado ni los
abogados pueden hacer exégesis.) El divorcio «sin faltas» forzará a la Iglesia a investigar
y decidir los motivos; algo que ya debería hacer y registrar en sus libros.
10 Queda claro que el creyente no podría volver a casarse con el no creyente (a menos que
se hubiera hecho cristiano), puesto que de hacerlo, violaría otro mandato bíblico a
casarse «sólo en el Señor» (v 1Co_7:39). Un creyente no ha de casarse con un no creyente,
¡aun cuando el no creyente sea el cónyuge anterior!.
11 Deo (δεο G1210 déo) se usa también en Mat_16:19; Mat_18:18 en la fórmula de «atar» y

«soltar o desatar» (λύω G3089 lúo); como sus equivalentes hebreos ashar (‫ אָ סַ ר‬H631 ashar)
y patáj (‫ פָ תַ ח‬H6605 patákj).
12 Hay una relajación inicial de la tensión que da una sensación de paz falsa y temporal,
y que hace que los dos se sientan reacios a juntarse otra vez.
***

70
CAPÍTULO 10
LA CLÁUSULA DE EXCEPCIÓN
Ya hemos visto que aunque Dios no instituyó el divorcio (sin embargo) lo
regula. En este punto miraremos de nuevo el capítulo 11. Descubrimos que
Dios aborrece el divorcio, no como proceso, sino debido a sus causas
pecaminosas y sus muchas consecuencias devastadoras. Todos los divorcios,
en una forma u otra, son causados por el pecado; pero no todos los
divorcios son pecaminosos. En el último capítulo, por ejemplo, examinamos
un caso así: el divorcio de un matrimonio mixto (creyente y no creyente).

La Biblia considera legítimo este divorcio después que el creyente ha hecho


todo lo posible por mantener el matrimonio con su cónyuge no creyente.
Pero si este cónyuge rehúsa del todo seguir con el matrimonio, se le requiere
que no presente más obstáculos al divorcio (1Co_7:15). Este divorcio es
concedido de mala gana, después que han fallado todos los intentos de
evitarlo. El efecto de este divorcio —notamos— era el de liberar al creyente
de todas las obligaciones del matrimonio, así como toda obligación de
volverse a casar con el antiguo esposo no creyente. Está libre de casarse con
otra persona.

Ahora veremos la cláusula de excepción en Mateo, capítulos 5 y 19, en la


cual Jesús deja bien claro que el único justificante a base del cual un creyente
puede divorciarse de su cónyuge, es la fornicación (πορνεία G4202 porneia)
(pecado sexual). En este caso, sin embargo, no se le hace requerimiento de
que se divorcie del ofensor. Nótese bien ya al principio que Jesús reconoció
sólo uno, y nada más que un motivo, como base para el divorcio entre
creyentes: (πορνεία G4202 porneia) (fornicación o pecado sexual).

No voy a discutir por qué Pablo, en 1Co_7:10-11, y Marcos y Lucas en sus


Evangelios, omiten todos ellos esta cláusula de excepción (ya he comentado
sobre la omisión de Pablo, y los comentarios sobre Marcos y Lucas serían
aún más especulativos). Quizá lo que haya que notar como más importante es
que Mateo la incluya dos veces. ¿Por qué? El Evangelio de Mateo fue escrito
para los judíos. Y, como muestran los datos de la controversia sobre el
divorcio entre los judíos (tanto en la Biblia como en otras fuentes), había
muchos en el campo de Hillel que decían que el divorcio puede ser
concedido por «cualquier causa».1 (Veremos este punto más plenamente
cuando examinemos las enseñanzas de Jesús a la luz de Deu_24:1-4.)

71
De momento, sin embargo, contentémonos considerando la cláusula de
excepción en sí. Mateo es cuidadoso en incluir esta cláusula porque quiere
restringir el divorcio entre los judíos convertidos. En contra de los temores,
hoy, de algunos que creen que el permitir el divorcio por fornicación es
debilitar seriamente la moral cristiana, Mateo vio el efecto de la inclusión de
esta cláusula de excepción bajo una luz totalmente opuesta. Al indicar la
única excepción de Cristo, sabía que para muchos esto tendría el efecto de
apretar las clavijas de la moralidad en la Iglesia. Es instructivo que la
inclusión por Mateo del pasaje que sigue (Mat_19:10 y ss.) demuestre
precisamente qué clase de reacción hubo por parte de los discípulos (que
eran, probablemente, representantes típicos de otros en su sociedad):
Los discípulos le dijeron: «Si así es la condición del hombre con su mujer, no
conviene casarse»2 (Mat_19:10).
Es evidente que la respuesta de los discípulos indica que esta excepción
única, en la sociedad de aquel tiempo, se consideraría como una severa
restricción sobre las prácticas del divorcio.
Ahora bien, vayamos a la cláusula de excepción en detalle. Veámosla en sus
dos formas:

1. «...a no ser por causa (λόγος G3056 logos) de fornicación (πορνεία


G4202 porneia)» (Mat_5:32).
2. «... salvo (εἰ μὴ G1487 G3361 ei mê) por causa de fornicación (πορνεία
G4202 porneia)» (Mat_19:9).

La forma de la cláusula de excepción difiere en los dos lugares en que


aparece (en el original), pero el contenido básico y la intención son los
mismos. Probablemente hay una respuesta más formal en Mat_19:3 [donde
Cristo usa (λόγος G3056 logos) = «base, causa» como contestación a la (αἴτια
G156 aitia) = «causa o razón» de los fariseos (Mat_19:3) "Entonces vinieron a él
los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer
por cualquier causa (αἴτια G156 aitia)?"]. Por fortuna no hay ningún problema
con respecto a la evidencia textual de estas cláusulas, y apenas se halla
alguien que dispute su genuinidad.

Pero ha surgido toda clase de problemas con referencia a las cláusulas; éstos
(en gran parte) tienen que ver con asuntos de interpretación. Por ejemplo:
a) algunos se han preguntado si la cláusula de excepción que permite
el divorcio se extiende no sólo al divorcio, sino también al nuevo
casamiento, o sea, que lo permite,

72
b) Luego, algunos han tomado la palabra (πορνεία G4202 porneia)
(fornicación, pecado sexual) y han afirmado que la cláusula de
excepción se refiere a la disolución de un compromiso, pero no al
matrimonio.

Consideremos primero si la cláusula de excepción se refiere también tanto al


nuevo casamiento como también al divorcio. La respuesta es que sí. No hay
manera de separar las dos ideas de Mat_19:9 y Mat_5:32. En el primer pasaje
(Mat_19:9) Jesús dice que se comete adulterio (μοιχάω G3429 moijáo) si uno se
casa (γαμέω G1060 gaméo), a menos que el divorcio (ἀπολύω G630 apolúo) de la
previa mujer (γυνή G1135 guné), haya sido por causa de fornicación (πορνεία
G4202 porneia) de ella. Éste es el punto básico de toda la afirmación sobre el
adulterio. Además, en el último pasaje (Mat_5:32), a la mujer divorciada
(ἀπολύω G630 apolúo) y a su segundo marido se les advierte que van a
cometer adulterio (μοιχάω G3429 moijáo), a menos que ella fuera divorciada
(ἀπολύω G630 apolúo) por fornicación (πορνεία G4202 porneia).3

Quieras que no —y algunos se resisten a admitirlo— esto es lo que dijo


Cristo. No voy a discutir este asunto con más detalle, puesto que John
Murray lo ha tratado de modo tan pleno y adecuado en su libro Divorce, pp.
35 y ss. Dejadme citar dos afirmaciones sumarias de Murray:
«En otras palabras, hay que observar que en esta frase, tal como está, el
pensamiento no queda completo sin el verbo principal, (μοιχάω G3429 moijáo)
«comete adulterio». Este cometer adulterio es el pensamiento dominante en
este pasaje, y es por completo indefendible su supresión (p. 40). Y:
«El tema de que se trata, pues, es quitar de delante y volverse a casar, en
coordinación, y esta coordinación no puede ser alterada en forma alguna» (p.
41). La argumentación que lleva a estas dos conclusiones es sólida y
convincente.

Fornicación y Adulterio
A fin de responder a la segunda objeción —que el uso de la palabra
fornicación indica que Jesús hablaba de la disolución de un compromiso, no
de un matrimonio, hemos de considerar (entre otras cosas) el significado del
término fornicación (πορνεία G4202 porneia) y de adulterio (μοιχάω G3429
moijáo).4
Algunos consideran que son equivalentes, y creen que se puede usar
uno u otro indiferentemente. Pero un estudio cuidadoso del uso de estas
palabras, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento
(incluido el uso de la Septuaginta), revela que hay una distinción clara entre
73
ellas. Fornicación se refiere al pecado sexual de cualquier clase; adulterio es
la infidelidad hacia el marido o la esposa en el matrimonio.

El que haya esta confusión sobre la palabra fornicación es comprensible. En


la ley de los Estados Unidos, la palabra fornicación ha llegado a significar
pecado sexual cometido por personas no casadas, frente a adulterio, que
significa pecado sexual implicando a una persona casada. Sin embargo, esta
distinción no debe considerarse válida en la Biblia, como equivocadamente
algunos creen que es. No era una distinción bíblica. En realidad, los escritores
de la Biblia usan la palabra fornicación (πορνεία G4202 porneia) para describir
el pecado sexual en general, y en la Biblia se usa en casos de incesto
(1Co_5:1), homosexualidad (Jud_1:7) y aun adulterio (Jer_3:1; Jer_3:2; Jer_3:6;
Jer_3:8; aquí una adúltera casada es divorciada a causa de su fornicación;
ver los vv. Jer_3:2; Jer_3:6; de la Septuaginta) como fornicación.5

Es interesante el hecho de que la palabra adulterio hace siempre referencia a


más del pecado sexual. El pacto matrimonial está siempre a la vista. Además
de la noción de infidelidad sexual, el adulterio se refiere a la violación del
pacto de compañía, mediante la introducción de otro en el cuadro. Esta
tercera persona aparece en escena a fin de proveer compañía (generalmente
de naturaleza sexual, si no siempre) en vez de la esposa o el marido «de la
juventud» de uno. Una de las ocurrencias conjuntas más interesantes de las
dos palabras se halla en Sir_23:22-23. Aquí se dice de una esposa infiel: «ἐν
πορνείᾳ ἐμοιχεύθη» «en porneia emoicheuthe» («ella ha cometido adulterio
por fornicación»). Al cometer el pecado sexual ha infringido el compromiso
del pacto hecho con su esposo.

Aunque algunos equiparan adulterio y fornicación, es equivocado hacerlo.


Con frecuencia uno oye citada mal la cláusula de excepción: «Excepto por
adulterio.» Pero, como hemos visto, esto está mal. Aunque en el contexto de
Mateo 5 y 19, el adulterio se halla en la mente del que lee la cláusula de
excepción, ésta en sí no pone el énfasis (en este punto) sobre el efecto del
pecado sexual (adulterio), sino sobre el pecado mismo: el acto por el cual
uno infringe el pacto matrimonial. Tanto en Mateo 5 como en Mateo 19, el
permiso de Jesús a un cónyuge para el divorcio, se basa en el acto de
infracción (el pecado sexual, porneia) (πορνεία G4202 porneia), no en su efecto
(adulterio) (μοιχάω G3429 moijáo).6

¿Por qué se centra Jesús en el acto? Porque quiere cubrir todas las

74
posibilidades. Declara que la fornicación (el pecado sexual) es la base sobre
la cual uno puede pedir carta de divorcio, porque la fornicación cubre (o
incluye) el incesto, la bestialidad, la homosexualidad, el lesbianismo y el
adulterio. El hablar sólo del adulterio podría tender a estrechar demasiado el
foco. La mayoría de las traducciones modernas traducen porneia (πορνεία
G4202 porneia) por las palabras «pecado sexual», evitando de este modo la
confusión. Todo pecado sexual condenado como fornicación queda incluido.

La Tesis del Compromiso


Algunos, erróneamente, han enseñado (y aún enseñan hoy) que cuando Jesús
usó la palabra fornicación estaba hablando del pecado sexual durante el
período de compromiso; no durante el matrimonio. Pero, como ya hemos
visto (y veremos de nuevo en este capítulo y el siguiente), este punto de vista
procede de una seria equivocación sobre el uso bíblico de porneia (πορνεία
G4202 porneia). La idea de que el divorcio es permitido después del

compromiso, pero no después del casamiento, no se puede defender.7 Éstas


son algunas de las razones:

1. Jesús y los fariseos no estaban discutiendo sobre el


compromiso, sino sobre el matrimonio.
2. Los pasajes sobre los cuales Jesús y los fariseos estaban
hablando (Génesis 2; Deu_24:1-4) no se refieren al compromiso,
sino al matrimonio.
3. Ya hemos mostrado (y seguiremos mostrando bíblicamente)
que la palabra porneia (πορνεία G4202 porneia) era usada para
hablar de pecado sexual que llevaba al adulterio como resultado.
4. Ya hemos mostrado que el divorcio era permitido a las
personas casadas (1Co_7:15).
5. En Deu_22:13-19; Deu_22:28-29, se mencionan dos casos en
los que, como castigo a las personas implicadas se les prohíbe
divorciarse de sus esposas por causa alguna. Pero todo el
contenido del pasaje se pierde si nadie, después de todo, podía
divorciarse de su esposa. No es un castigo para todos. La
existencia de esta pena exige la aceptación de que Dios reconocía
la posibilidad de un divorcio legítimo después del casamiento.
Sin esta asunción (acción y efecto de asumir), estos versículos de
Deuteronomio 22 carecen de sentido.
6. En Eze_23:1-9 Dios refiere la historia de dos mujeres
desposadas con Él (v. Eze_23:4). Éstas cometieron fornicación

75
antes y después del matrimonio (ver vv. Eze_23:3; Eze_23:5;
Eze_23:7; Eze_23:8; Eze_23:11; Eze_23:14; Eze_23:17; Eze_23:19;
Eze_23:29; Eze_23:30; Eze_23:37; Eze_23:43; Eze_23:45; Eze_23:46).
El adulterio es el efecto de esta fornicación. En el versículo
Eze_23:5 leemos: «Y Oholá cometió pecado sexual (‫ זינוית‬H2185
zonót) (fornicación) aun cuando me pertenecía a mí.» La expresión
«me pertenecía a mí» significa estaba bajo mi autoridad y jefatura
como marido (ver el uso de esta expresión en Núm_5:19;
Núm_5:20; Núm_5:29). Y en el versículo Eze_23:29 leemos: «... y te
dejarán desnuda y descubierta; y se descubrirá la inmundicia
(‫ עֶ ְּרוַת‬H6172 ervát) de tus fornicaciones (‫ זָנון‬H2183 zanún), y tu
lujuria (‫ זִ מָ ה‬H2154 zimmáh) y tu prostitución (‫ ּתַ זְּ נות‬H8457 taznút)»
(otras versiones dicen: «... de tus adulterios, de tu lujuria y tu
fornicación»), (Nótese la evidente conexión de los términos en
cuestión).8 Aquí hay, de nuevo, un caso de adulterio por
fornicación.
7. Dios mismo se divorció de Israel por fornicación adúltera.
El pasaje en Jer_3:1-8 es poderoso; deja anulada la teoría del
divorcio durante el compromiso. Esto es lo que leemos en el
versículo Jer_3:8 :

«Ella vio que por haber fornicado (‫ ָ ַ ף‬H5003 naáf) la rebelde


(‫ ְמ ׁשּובָ ה‬H4878 meshubá) Israel, yo la había despedido (‫ שלח‬H7971
shalákj) y le había dado carta de repudio (‫ ְמ ִאריתֻ ת‬H3748 keritút ‫ֵ פֶ ר‬
H5612 séfer).» (Jer_3:8).

Evidentemente, Dios conocía lo que son el adulterio y la


fornicación; Dios siempre usa los términos propiamente, y no
intenta confundirnos. Si Dios dice que se había divorciado de
Israel, en la figura de una mujer casada con Él, por adulterio
pecaminoso, entonces su uso de los términos deja claro que las
personas casadas pueden divorciarse legítimamente.

Como dije, estas razones no son exhaustivas, pero son convincentes. La teoría
del compromiso no tiene apoyo en las Escrituras y, realmente, el uso que se
hace de la palabra en toda la Biblia, la aniquila. La popularidad de los
maestros que puedan adoptar la teoría no es base para que sea aceptada.
De modo que debería ser aparente, ya que hay buenas razones para la
interpretación del Protestantismo histórico de que un creyente puede
76
divorciarse de su cónyuge en caso de fornicación.

Nótese, sin embargo, que digo puede. La Biblia no requiere el divorcio en


estos casos; el divorcio es permitido. Es claro que un marido o una esposa
pueden perdonar al cónyuge que peca, si se arrepiente. En realidad, en la
mayoría de este tipo de casos el consejero bíblico procurará llevar al
cónyuge culpable al arrepentimiento, y entonces procurará efectuar una
reconciliación. Si el cónyuge culpable se arrepiente, su cónyuge debe
perdonarle (ver Luc_17:3 y ss.).

El perdón incluye que la cosa no ha de volver a ser mencionada.9 No es


posible que un creyente busque la obtención del divorcio después de haber
concedido el perdón.10 El perdón también lleva a una nueva relación con el
perdonado. El divorcio de un cónyuge creyente que ha cometido fornicación
debe ser restringido, pues, a aquellos que rehúsan arrepentirse de su
pecado.

Pero ¿qué diremos de la situación de uno que ha sido ofendido, quiere


perdonar (lo ha hecho en su corazón en oración ante Dios), quiere seguir con
el matrimonio, pero no puede conceder el perdón al ofensor porque éste
persiste en el pecado, o (por lo menos) no quiere arrepentirse y procurar el
perdón (recordar que Luc_17:3 y ss. hablan de conceder el perdón a aquellos
que se arrepienten! En estos casos la dinámica de la reconciliación/disciplina
entra en juego. Permítaseme que cite a este respecto mi libro, El Manual del
Consejero Cristiano.

Como un ejemplo concreto de la naturaleza crucial de la dinámica de la


reconciliación/disciplina, consideremos el problema creciente del divorcio
entre cristianos. Este es un problema que se presenta al pastor cada vez con
más frecuencia. John Murray bosqueja varias situaciones en su excelente
libro Divorce como paradigmas (ejemplos) para tratar casos prácticos. Son
útiles, pero su uso es limitado. Un pastor descubre pronto que hay muchas
más situaciones que no encajan en el marco de estos paradigmas (ejemplos).
Sin embargo, la adición de un nuevo factor —algo que Murray ha dicho tan
bien sobre el matrimonio y el divorcio— va a traer a estos casos a problemas
dentro de su marco, y posibilitará a los consejeros el llevar cada caso a una
conclusión satisfactoria. Este factor es la dinámica de la
reconciliación/disciplina.

77
Queda el problema, sin embargo, de lo que hay que hacer cuando dos
cristianos profesos fallan en mantenerse unidos y no tiene lugar la
reconciliación. Supongamos que un marido que es un cristiano profeso
rehúsa reconciliarse con su esposa. Si la esposa insiste en la reconciliación
(según Mateo 18), pero falla en sus esfuerzos en una contradicción privada,
tiene que traer a otros dos (testigos) de la Iglesia y entrevistarse junto con
ellos con su marido. Supongamos que lo hace y que él todavía se niega a
escucharla. En este caso ella debe someter el problema oficialmente a la
Iglesia, la cual, en último término, puede verse forzada, por la negativa
inflexible del marido, a excomunicarle (excomulgarle) por contumacia.

La excomunicación (excomunión), dice Cristo, cambia el estado del marido al


de un pagano y un publicano, es decir, alguien fuera de la Iglesia
(Mat_18:17). Ahora debe ser tratado como «un pagano y un publicano». Esto
significa, por ejemplo, que después de intentos razonables de reconciliarle
con la Iglesia y con su esposa puede ser llevado a los tribunales (1Co_6:1-8
prohíbe a los hermanos litigar entre sí)11 para pedir el divorcio (sólo,
naturalmente, si el excomunicado (excomulgado) abandona a su cónyuge). Si
se sigue la dinámica de la reconciliación, hay que esperar que habrá
reconciliación en muchos casos.12 Siempre que se siguen los principios de la
reconciliación con fidelidad, raramente llega la disciplina a su más alto nivel
de la excomunicación (excomunión).

La mayoría de matrimonios no sólo puede ser salvada, sino que con la ayuda
apropiada pueden cambiar radicalmente para bien, tal como la soldadura es,
a veces, más fuerte que el metal antes de ser soldado. Pero en los pocos casos
en que se rehusa la reconciliación, el creyente que la busca no se queda en el
limbo. Tiene un curso de acción a seguir, y si llega a la excomunicación
(excomunión) y la deserción, ya no está obligado a seguir casado
indefinidamente. Esto es verdad sólo si el cónyuge del creyente ha fallado en
demostrar evidencia de arrepentimiento y fe durante el proceso de
disciplina si este cónyuge ha sido excomunicado (excomulgado) y si desea
disolver el matrimonio. El rechazo continuado de la ayuda y autoridad de
Cristo y su Iglesia finalmente lleva a la excomunicación (excomunión).

Un cónyuge excomunicado (excomulgado) que sigue sin arrepentirse debe


ser considerado y tratado como pagano y publicano. No muestra señales de
una obra de gracia. Cuando ha sido expulsado de la Iglesia y sigue sin
evidencia de signos de salvación, el cónyuge creyente tiene que tratarle

78
como un no creyente. Esto significa que si deja al creyente bajo estas
circunstancias, este último ya no está bajo «servidumbre». La palabra en
1Co_7:21 y sig. que rige la relación de un creyente con un cónyuge no
creyente entra, pues, en efecto. Con el uso apropiado de la dinámica de la
reconciliación/disciplina en el problema del matrimonio-divorcio-nuevo
casamiento, empieza a verse la solución del noventa y nueve por ciento de
los casos que hasta entonces habían parecido insolubles (que no se pueden
resolver o aclarar) de modo inmediato.

La mayor parte de los cónyuges es de esperar que acepte la reconciliación,


pero los que no quieran arrepentirse y reconciliarse deben ser disciplinados.
En uno y otro caso las cosas no quedan colgando, no quedan cabos sueltos.13
En el próximo capítulo echaremos una mirada a las palabras de Cristo en el
Evangelio acerca del divorcio y los pasajes sobre los cuales se basan sus
comentarios.
___
1 Ver Mat_19:3 Los seguidores de Hillel defendían que las palabras «algo impropio» o

«cosa indecente» (‫ ָדבָ ר‬H1697 dabár ‫ עֶ ְּרוַת‬H6172 ervát) de Deuteronomio 24 permiten el


divorcio por razones tan pequeñas como echar a perder una comida, y, desde luego, uno
podía divorciarse de su esposa si hallaba otra mujer a quien prefería (ver Gittin 14 10) Ver
también Flavio Josefo, Antigüedades 4 23 (Josefo se divorció de su mujer porque «su
conducta le había desagradado», Vida, p 75.
2 Nótese que Jesús esta hablando de personas casadas, no comprometidas.
3 Hay problemas adicionales que se considerarán luego.
4 Las palabras hebreas son (‫ ָזנָה‬H2181 zahnáh) (fornicar) y (‫ נָאַ ף‬H5003 naáf) (cometer
adulterio). De zahnah, Gesenius (Tregelles) dice: «Atribuida propia y principalmente a
una mujer; sea casada... o no casada, Gén_38:24; Lev_19:29; Ose_3:3 : «... min se pone
delante del marido de quien la adúltera se separa al cometer prostitución, contra el cual
ella hace transgresión, Sal_73:27 ... Ose_1:2 ... Ose_4:12 y ... Eze_23:5 ... Eze_16:15 (ella
cometió adulterio —fornicó— con un marido; esto es, en tanto que tenía un marido...»
(Grand Rapids: Wm. Eerdmans, 1978) p. 249. Nótese que en Jue_19:2 se dice de una
concubina que ha fornicado (zahnah) (‫ ָזנָה‬H2181 zahnáh).
5 Ver Apo_2:20; Apo_2:23. En 1Co_10:8 se dice que 23.000 personas cometieron
fornicación. ¿Eran todos ellos no casados? ¿Sólo personas no casadas cometían pecados
sexuales? Ver también el uso de porneia en la Septuaginta en Eze_16:23; Ose_2:3; Ose_2:5
y Amó_7:17. Éstos y otros pasajes (algunos de ellos serán mencionados más tarde)
demuestran el verdadero uso bíblico de porneia (hebreo zah-nah).
6 Más tarde, en los pasajes, Él realmente dice algo sobre el adulterio. Pero nótese bien que
en ambos pasajes los dos términos son usados de modo consecuente y cuidadosamente
distinguidos.

79
7 El Talmud enseña claramente sobre divorcio después del compromiso y divorcio
después del casamiento (Gittin 18b). Así que la tradición cultural es clara.
8 La lujuria y la fornicación describen la manera de cometer adulterio. La tesis del
compromiso no encaja en este uso de la terminología.
9 Ver comentarios extensos sobre el arrepentimiento y (especialmente) el perdón en mi libro Más
que Redención. Cuando Dios perdona, nos promete: «Tu pecado... no volveré a recordar contra ti.»
10 Incluso en el caso de que el perdón pudiera ser separado de la reconciliación (una idea
no bíblica; en el perdón de Dios, a la reconciliación y una nueva relación siguen siempre
al arrepentimiento y el perdón; ver la gráfica y la discusión sobre la misma en Más que
Redención; es imposible en nuestra sociedad obedecer al Gobierno que requiere que los
cónyuges vayan a la ley para obtener el divorcio (en tiempos bíblicos no había necesidad
de obtener un divorcio del Estado; se daba la carta de divorcio al cónyuge; el gobierno no
quedaba implicado) y obedecer las Escrituras, que prohíben a los cristianos llevar a los
otros a los tribunales (1Co_6:1-8). Más bien 1era Corintios 6 obliga a los cristianos (y
también marido y esposa) a trabajar para resolver sus problemas ante la Iglesia. Esto
significa que hay que seguir Mat_18:15 y ss. Si al final uno de los dos rehúsa reconciliarse,
y si eventualmente es excomunicado (excomuulgado), el otro cónyuge puede (debe)
tratarle como «publicano y pecador» (en un juicio funcional) y proceder a apelar a la ley
en contra de este cónyuge por fornicación, adulterio o por las razones que muestra
1Co_7:15 (para lo cual ver el capítulo 9).
En todo tiempo que un creyente acude a un abogado para discutir procedimientos de
divorcio, está fuera de la línea bíblica y hay que decírselo. La Iglesia debe intervenir
inmediatamente, y, en conformidad con 1era Corintios 6, debe ofrecer sus servicios para
ayudar a resolver las dificultades que han llevado a la acción. Con demasiada frecuencia la
Iglesia espera; a veces los abogados, como algunos malos consejeros, incluso estimulan al
divorcio (o la separación) como una (supuesta) solución de los problemas matrimoniales.
Los cristianos que tienen dificultades no deben añadir confusión a ellas. La Iglesia
siempre ha de tener la primera oportunidad de resolver los problemas.
11 Este hecho es importante. Un proceso en la Iglesia que termine en la excomunicación
(excomunión) es lo que debe preceder siempre a todo proceso civil, puesto que los
procesos civiles entre creyentes están prohibidos de modo expreso. Esto significa que la
acción apresurada es lentificada, y no sólo empieza un proceso cuyo objetivo es la
reconciliación, sino que ha de seguir el curso pleno con un fracaso antes de poder
empezar los procedimientos legales. De este modo los cristianos tienen amplia
oportunidad de considerar las consecuencias de sus acciones antes de emprender un
curso de acción que puede precipitar daños nuevos y mayores.
12 Hay que separar esto de los cristianos. Ver Pro_14:9.
13 Es de importancia vital para la Iglesia el pronunciar juicio oficialmente siempre que son
adjudicados casos de disciplina, incluso en el caso de que se han resuelto con una reconciliación.
El hecho del arreglo debe ser anotado en las minutas del consejo de ancianos. Esto es importante
por amor de los cónyuges afectados, pues en el futuro habrá la posibilidad de consultar el
pronunciamiento de la Iglesia mostrando que el asunto fue cerrado de modo satisfactorio.
***
80
CAPÍTULO 11
CRISTO, DEUTERONOMIO Y GÉNESIS
Los pasajes que consideraremos ahora se hallan en Génesis 2; Deu_24:1-4;
Mat_5:31-32; Mat_19:3-9; Mar_10:2-12 y Luc_16:18. Los dos pasajes del
Antiguo Testamento se juntan en una forma muy interesante en la enseñanza
de Cristo sobre el divorcio.
El pasaje de Deuteronomio fue introducido por los fariseos y por Jesús,
citándoles a ellos. Génesis 2 fue traído a discusión a fin de recordar a sus
oyentes la base, objetivos y propósitos originales del matrimonio, y que el
divorcio no estaba incluido en ellos; el divorcio fue introducido de mala gana
(no por Dios, ni aun por Moisés, el cual sólo lo permitió y lo reglamentó),
por los hombres, más tarde, y como resultado de su dureza de corazón, sus
obstinadas actitudes hacia sus esposas y a la ley de Dios. Al traer el pasaje
del Génesis a discusión, Jesús puso toda ella bajo su contexto apropiado.

En el juego de estos distintos pasajes, incluidos los comentarios de Cristo,


hallamos que Jesús contesta un buen número de preguntas que se suelen
hacer sobre el divorcio. Pero aquí mismo se halla una dificultad: la
interpretación de las interpretaciones de Jesús no es uniforme. Una razón de
ello parece ser el fallo en relacionar debidamente estos pasajes. En este
capítulo trataré de interpretarlos en relación uno con otro. Pero primero
leamos los versículos en su totalidad.

Gén_1:26 «Entonces dijo Dios (‫ֱליהים‬


ִ ‫ א‬H430 elojím): Hagamos al hombre (‫אָ ָדם‬
H120 adám) a nuestra imagen (‫ צֶ לֶ ם‬H6754 tsélem), conforme a nuestra

semejanza (‫ ְּדמות‬H1823 demút); y señoree en los peces del mar, en las aves de
los cielos, en las bestias, en toda la tierra y en todo animal que se arrastra
sobre la tierra.
Gén_1:27 Y creó (‫ בָ ָרא‬H1254 bará) Dios (‫ליהים‬ ִ ‫א‬ ֱ H430 elojím) al hombre (‫אָ ָדם‬
H120 adám) a su imagen (‫ צֶ לֶ ם‬H6754 tsélem), a imagen (‫ צֶ לֶ ם‬H6754 tsélem) de

Dios (‫ֱליהים‬
ִ ‫ א‬H430 elojím) lo creó (‫ בָ ָרא‬H1254 bará); varón (‫ זָכָ ר‬H2145 zakár) y
hembra (‫ נְּ קֵ בָ ה‬H5347 nequebá) los creó (‫ בָ ָרא‬H1254 bará).
Gén_1:28 Y los bendijo (‫ בָ ַרך‬H1288 barak) Dios (‫ֱליהים‬
ִ ‫ א‬H430 elojím), y les dijo:
Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla y señoread en los
peces del mar, en las aves de los cielos y en todas las bestias que se mueven
sobre la tierra...»

Gén_2:18 «Y dijo Jehová (‫ יְּ הויָה‬H3068 Yejová) Dios (‫ֱליהים‬


ִ ‫ א‬H430 elojím): No es

81
bueno que el hombre (‫ אָ ָדם‬H120 adám) esté solo; le haré ayuda (‫ עֵ זֶר‬H5828
ézer) idónea (‫ ֶנגֶד‬H5048 négued) para él...»

Gén_2:21 «Entonces Jehová (‫ יְּ הויָה‬H3068 Yejová) Dios (‫ֱליהים‬


ִ ‫ א‬H430 elojím)
hizo caer sueño profundo sobre Adán (‫ אָ ָדם‬H120 adám), y mientras éste
dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne (‫ בָ שָ ר‬H1320 basar) en su
lugar.
Gén_2:22 Y de la costilla que (‫ יְּ הויָה‬H3068 Yejová Dios (‫ליהים‬
ִ ‫א‬ ֱ H430 elojím)
tomó del hombre (‫ אָ ָדם‬H120 adám), formó (‫ בָ נָה‬H1129 baná) una mujer (‫ִא שָ ה‬
H802 ishshá), y la trajo al hombre (‫ אָ ָדם‬H120 adám).

Gén_2:23 Dijo entonces Adán (‫ אָ ָדם‬H120 adám): Esto es ahora hueso (‫עֶ צֶ ם‬
H6106 étsem) de mis huesos (‫ עֶ צֶ ם‬H6106 étsem) y carne (‫ בָ שָ ר‬H1320 basar) de mi

carne (‫ בָ שָ ר‬H1320 basar); ésta será llamada Varona (‫ ִא שָ ה‬H802 ishshá), porque
del varón (‫ ִאיׁש‬H376 ish) fue tomada.
Gén_2:24 Por tanto, dejará (‫ עָ זַב‬H5800 azáb) el hombre (‫ ִאיׁש‬H376 ish) a su
padre (‫ אָ ב‬H1 ab) y a su madre (‫ אֵ ם‬H517 em), y se unirá (‫ ָדבַ ק‬H1692 dabác) a su
mujer (‫ ִא שָ ה‬H802 ishshá), y se harán una sola carne (‫ בָ שָ ר‬H1320 basar).
Gén_2:25 Y estaban ambos desnudos, Adán (‫ אָ ָדם‬H120 adám) y su mujer (‫ִא שָ ה‬
H802 ishshá), y no se avergonzaban»

(Gén_1:26-28; Gén_2:18; Gén_2:21-25).

Deu_24:1 «Cuando alguno (‫ ִאיׁש‬H376 ish) tome mujer (‫ ִאשָ ה‬H802 ishshá) y se
case (‫ בָ עַ ל‬H1166 baal) con ella, si después no le agrada por haber hallado en
ella alguna cosa vergonzosa (‫ ָדבָ ר‬H1697 dabár ‫ עֶ ְּרוַת‬H6172 ervát), le escribirá
carta de divorcio (‫ ְּכ ִריתֻ ת‬H3748 keritút ‫ סֵ פֶ ר‬H5612 séfer) y se la entregará en su
mano y la despedirá (‫ שלח‬H7971 shalákj) de su casa.
Deu_24:2 Y salida de su casa, podrá ir y casarse (‫ הָ יָה‬H1961 jayá) con otros
hombres (‫ ִאיׁש‬H376 ish).
Deu_24:3 Pero si la aborrece (‫ שָ נֵא‬H8130 sané) este último y le escribe carta de
divorcio (‫ ְּכ ִריתֻ ת‬H3748 keritút ‫ סֵ פֶ ר‬H5612 séfer) y se la entrega en su mano y la
despide (‫ שלח‬H7971 shalákj) de su casa; o si ha muerto el postrer hombre (‫ִאיׁש‬
H376 ish) que la tomó por mujer (‫ ִאשָ ה‬H802 ishshá),

Deu_24:4 no podrá su primer marido (‫ בָ עַ ל‬H1166 baal), que la despidió (‫שלח‬


H7971 shalákj), volverla a tomar para que sea su mujer (‫ ִאשָ ה‬H802 ishshá) después

que fue envilecida (‫טָ מֵ א‬ H2930 tamé); porque es abominación (‫ ּתויעֵ בָ ה‬H8441
82
toebá) delante de Jehová, y no has de pervertir la tierra que Jehová tu Dios te
da por heredad» (Deu_24:1-4).

Mat_5:31 «También fue dicho: Cualquiera que repudie (ἀπολύω G630 apolúo)
a su mujer (γυνή G1135 guné), que le dé carta de divorcio (ἀποστάσιον G647
apostásion)
Mat_5:32 Pero yo os digo que todo el que repudia (ἀπολύω G630 apolúo) a su
mujer (γυνή G1135 guné), a no ser por causa (λόγος G3056 lógos) de
fornicación (πορνεία G4202 porneia), hace que ella adultere (μοιχάω G3429
moijáo); y el que se casa (γαμέω G1060 gaméo) con la repudiada (ἀπολύω G630
apolúo), comete adulterio (μοιχάω G3429 moijáo)»

Mat_19:3 «Entonces se le acercaron los fariseos para ponerle a prueba


(πειράζω G3985 peirázo), diciéndole: ¿Es lícito (ἔξεστι G1832 éxesti) a un
hombre (ἄνθρωπος G444 ándsropos), repudiar (ἀπολύω G630 apolúo) a su
mujer (γυνή G1135 guné) por cualquier causa (αἴτια G156 aitia)?
Mat_19:4 Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los creó (εἰ
μὴ G4160 poiéo), desde el principio los hizo (εἰ μὴ G4160 poiéo) varón (ἄῤῥην
G730 arren) y hembra (θῆλυς G2338 dsélus),
Mat_19:5 y dijo: Por eso el hombre (ἄνθρωπος G444 ándsropos) dejará
(καταλείπω G2641 kataleípo) a su padre (πατήρ G3962 patér) y a su madre
(μήτηρ G3384 méter) y se unirá (προσκολλάω G4347 proskoláo) a su mujer
(γυνή G1135 guné), y los dos vendrán a ser una sola carne (σάρξ G4561 sárx)?
Mat_19:6 Así que ya no son dos, sino una sola carne (σάρξ G4561 sárx); por
tanto, lo que Dios (θεός G2316 dseós) juntó (συζεύγνυμι G4801 suzeúgnumi) no
lo separe (χωρίζω G5563 jorízo) el hombre (ἄνθρωπος G444 ándsropos).
Mat_19:7 Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó (ἐντέλλομαι G1781 entélomai)
Moisés dar carta (βιβλίον G975 biblíon) de divorcio (ἀποστάσιον G647
apostásion) y repudiarla (ἀπολύω G630 apolúo)?
Mat_19:8 Él les dijo: Por la dureza (σκληροκαρδία G4641 sklerokardía) de
vuestro corazón Moisés os permitió (ἐπιτρέπω G2010 epitrépo) repudiar
(ἀπολύω G630 apolúo) a vuestras mujeres (γυνή G1135 guné); pero no fue así
desde el principio.
Mat_19:9 Y yo os digo que cualquiera que repudia (ἀπολύω G630 apolúo) a su
mujer (γυνή G1135 guné), salvo (εἰ μὴ G1487 G3361 ei mê) por causa de
fornicación (πορνεία G4202 porneia), y se casa (γαμέω G1060 gaméo) con otra,
comete adulterio (μοιχάω G3429 moijáo); y el que se casa (γαμέω G1060 gaméo)
con la repudiada (ἀπολύω G630 apolúo), comete adulterio (μοιχάω G3429

83
moijáo)»
(Mat_5:31-32; Mat_19:3-9).

Mar_10:2 «Y acercándose unos fariseos para ponerle a prueba (πειράζω


G3985 peirázo) le preguntaban si es lícito (ἔξεστι G1832 éxesti) a un hombre
(ἀνήρ G435 anér) repudiar (ἀπολύω G630 apolúo) a su mujer (γυνή G1135 guné).
Mar_10:3 Él respondió y les dijo: ¿Qué os ordenó (ἐντέλλομαι G1781
entélomai) Moisés?
Mar_10:4 Ellos dijeron: Moisés permitió (ἐπιτρέπω G2010 epitrépo) escribir un
certificado (βιβλίον G975 biblíon) de divorcio (ἀποστάσιον G647 apostásion), y
repudiarla (ἀπολύω G630 apolúo).
Mar_10:5 Pero Jesús les dijo: Por la dureza (σκληροκαρδία G4641 sklerokardía)
de vuestro corazón, os escribió él este mandamiento (ἐντολή G1785 entolé).
Mar_10:6 Pero desde el comienzo de la creación Dios (θεός G2316 dseós) los
hizo varón (ἄῤῥην G730 arren) y hembra (θῆλυς G2338 dsélus).
Mar_10:7 Por esta razón dejará (καταλείπω G2641 kataleípo) el hombre
(ἄνθρωπος G444 ándsropos) a su padre (πατήρ G3962 patér) y a su madre
(μήτηρ G3384 méter) y se unirá (προσκολλάω G4347 proskoláo) a su mujer
(γυνή G1135 guné).
Mar_10:8 Y los dos vendrán a ser una sola carne (σάρξ G4561 sárx); hasta el
punto de que ya no son dos, sino una sola carne (σάρξ G4561 sárx).
Mar_10:9 Por lo tanto, lo que Dios (θεός G2316 dseós) unió (συζεύγνυμι G4801
suzeúgnumi), que no lo separe (χωρίζω G5563 jorízo) el hombre (ἄνθρωπος
G444 ándsropos).
Mar_10:10 Y cuando volvieron a la casa, los discípulos le preguntaban otra
vez sobre esto.
Mar_10:11 Y él les dice: Cualquiera que repudie (ἀπολύω G630 apolúo) a su
mujer (γυνή G1135 guné), y se case (γαμέω G1060 gaméo) con otra, comete
adulterio (μοιχάω G3429 moijáo) contra ella;
Mar_10:12 y si ella se divorcia (ἀπολύω G630 apolúo) de su marido (ἀνήρ G435
anér) y se casa (γαμέω G1060 gaméo) con otro, comete adulterio (μοιχάω G3429
moijáo)»
(Mar_10:2-12).

Luc_16:18 «Todo el que repudia (ἀπολύω G630 apolúo) a su mujer (γυνή


G1135 guné) y se casa (γαμέω G1060 gaméo) con otra, comete adulterio
(μοιχεύω G3431 moijeúo); y el que se casa (γαμέω G1060 gaméo) con la
repudiada (ἀπολύω G630 apolúo) del marido (ἀνήρ G435 anér), comete

84
adulterio (μοιχεύω G3431 moijeúo)»
(Luc_16:18).

Consideremos Deu_24:1-4. Los versículos Deu_24:1-3 son la prótasis (la


sección con las cláusulas condicionales que contienen la suposición), y el
Deu_24:4 es la apódosis (la sección con la cláusula que concluye y contiene la
declaración, aquí la reglamentación que se basa en la suposición). De modo
que tenemos en las versiones modernas, en las que, por fortuna, todos están
de acuerdo, que si un hombre se divorcia de su esposa por una causa
distinta de la fornicación, si vuelve a casarse ella y se divorcia otra vez (o el
segundo marido muere), entonces (sigue ahora la regla) el primer marido no
puede casarse con ella porque estaría contaminada (‫ טָ מֵ א‬H2930 tamé).

Nótese que en Deu_24:1-4 no hay orden de divorciar, no hay criterio para


decidir si el divorcio es válido o inválido, ni aun hay requerimiento de que
se le dé carta de divorcio a la mujer. Lo único que hace Moisés es mencionar
el proceso legal propio con sus tres pasos, no para instituir el proceso, o
incluso para insistir sobre él, sino más bien para dejar claro que aquello de
que habla es de un procedimiento de divorcio genuino). De modo que:

1. Deuteronomio 24 meramente (solamente o simplemente)


reconoce el divorcio como un proceso legal existente, y lo reglamenta.
2. Deuteronomio 24 no instituye, ni aun permite, divorcio por otra
causa, excepto la fornicación. Éste es un punto importante sobre el que se
insistirá inmediatamente.
3. Deuteronomio 24 no estimula al divorcio fácil; en realidad, todo
el punto de los cuatro versículos es frenar la acción apresurada haciendo que
sea imposible que los dos se vuelvan a casar cuando ha tenido lugar el
divorcio y la mujer se ha vuelto a casar (ver 1Co_7:11).

¿Cuál es la importancia de Deu_24:1-4? Lo reconoce, y lo reglamenta, en un


particular.En los cuatro versículos que estamos considerando, Moisés señala
un caso particular1 (ya descrito), y con miras a eliminar la práctica del
divorcio fácil y el que se volvieran a casar, algo que, al parecer, prevalecía en
las sociedades paganas circundantes (y que también había pasado a ser
prevaleciente entre el pueblo de Dios), pone fin a un acto caprichoso de esta
clase. «Si estoy equivocado, volveré a casarme con Juana, siempre y cuando
ella esté disponible otra vez o si puedo inducirla a dejar a su segundo marido
y que venga a mí otra vez», era el modo de pensar de algunos. «¡No!» dice

85
Moisés en este pasaje. «Vale más que lo penséis dos veces antes de
divorciarla, porque si no podéis conseguir casaros con ella antes de que se
case con otro, ya no tendréis oportunidad de hacerlo otra vez», dice Moisés.

Hasta este punto están de acuerdo la mayoría de los intérpretes. Pero hay
otro asunto que causa alguna dificultad. En realidad, ya era ocasión de
problemas en tiempos tan primitivos como en la época de Cristo. Me refiero,
naturalmente, a las palabras traducidas como «cosa vergonzosa» (o «cosa
impropia», en otras versiones). Es debido a este algo «impropio» (‫ עֶ ְּרוַת‬H6172
ervát) que el primer marido siente «desagrado» de ella y acaba
divorciándose.
«... si no halla ella gracia en ojos de él, pues halla en ella inmundicia de
cosa...».
‫ל ֹא ִת ְּמצָ א־ ֵחֵ֣ן‬
ֹ֧ ‫ובעָ ָל ָ֑ה וְּ הָ ָיָ֞ה ִאמ־‬
ְּ ‫ִ ֹּֽכי־יִ ַ ַּ֥קח ִ ִ֛איׁש ִא ָשֵ֖ה‬
‫ְּבעֵ י ָנָ֗יו ִכי־ ָמ ָָ֤ץא בָ ה ּ֙ה עֶ ְּרוַ ֵ֣ת ָד ָָ֔בר‬
«Kiy- yiqach 'iysh 'ishaah uwb`aalaah wªhaayaah 'im- lo' timtsaa'- cheen
bª`eeynaayw kiy- maatsaa' baah `erwat daabaar... »
«Cuando tomare hombre mujer y-se-casa-con-ella y-sucede si no halla-ella
gracia en-ojos-de-el pues halla en-ella inmundicia-de cosa... »
«Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por
haber hallado en ella alguna cosa indecente... »

Las palabras hebreas son erwath dabar (‫ ָדבָ ר‬H1697 dabár ‫ עֶ ְּרוַת‬H6172 ervát).
Han sido traducidas de muchas maneras, incluyendo: «algo indecente»,
«algo vergonzoso», «alguna indecencia», etc. Literalmente, las dos palabras
hebreas son «un asunto de desnudez». Parecen significar algo indecente, que
causa disgusto o repulsión. Casi todos los intérpretes están de acuerdo con la
idea de John Murray cuando dice:

86
«...no hay evidencia para mostrar que erwath dabar (‫ ָדבָ ר‬H1697 dabár ‫עֶ ְּרוַת‬
H6172 ervát) se refiere al adulterio o a un acto de impureza sexual... Podemos
llegar a la conclusión de que erwath dabar significa alguna indecencia o
impropiedad de conducta»2

La misma expresión se usa —es interesante notarlo— en el capítulo 23 de


Deuteronomio (vv. Deu_23:12-14). En este pasaje se requiere a los israelitas
que designen como retrete un lugar fuera del campo. Tenían que ir allí para
la defecación, y tenían que cubrir el excremento con tierra, para lo que debían
traer una pala o una estaca. La razón que se da para esto es que:

«Jehová tu Dios anda en medio de tu campamento, para librarte y para


entregar a tus enemigos delante de ti; por tanto, tu campamento ha de ser
santo, para que él no vea ninguna cosa inmunda (erwath dabar) (‫ ָדבָ ר‬H1697
dabár ‫ עֶ ְּרוַת‬H6172 ervát) y se aparte de ti.»

Es evidente aquí que el uso de la frase, en una conexión tan cercana a la del
capítulo 24, debería tener una fuerte influencia en la interpretación que le
demos. ¿Cómo hay que usarlo? Sin duda, erwath dabar (‫ ָדבָ ר‬H1697 dabár
‫ עֶ ְּרוַת‬H6172 ervát) no hace referencia a ningún pecado sexual en
Deuteronomio 23. Más bien la materia del excremento mencionada nos da
orientación sobre su importancia. Parece que la idea principal aquí es la
de repugnancia, de ser repulsivo.3

El campamento tenía que verse libre de todo lo que pudiera ser repulsivo a
Dios; tenía que ser limpio y atractivo a causa de su presencia. Pero ¿a qué se
refiere erwath dabar (‫ ָדבָ ר‬H1697 dabár ‫ עֶ ְּרוַת‬H6172 ervát) en Deuteronomio 24
si no es al pecado sexual, no es fácil decirlo. La frase es más bien en general y
parece cubrir todo y cualquier cosa que al marido le sea repugnante y por la
que acabe sintiendo desagrado de su mujer, de modo que le decida a
divorciarse de ella. «Pero —vas a decir— esto parecería implicar que los
fariseos, que seguían a Hillel en su opinión de que un hombre podía
divorciarse de su esposa por cualquier razón o por cualquier causa
(Mat_19:3), tenían razón, y que los seguidores de Shammai, que restringían
los motivos del divorcio a la fornicación, estaban equivocados. Si esto es
verdad, parecería que Jesús se pone en el lado falso de la contienda, y
sabemos que esto no es posible.»

87
La respuesta a la objeción es a la vez sí y no. Es verdad que el uso de la frase
en Deu_24:1-4 es bastante indefinida como para cubrir casi todo lo que
pudiera suceder para hacer que él encontrara repulsiva a la esposa. Sobre
esta base, los discípulos de Hillel, en sus puntos de vista liberales sobre el
divorcio, iban bien; pero sólo en este punto exclusivo. La verdadera
dificultad que los intérpretes han tenido siempre al tratar de dar un sentido
más preciso a la frase atestigua este hecho. Tenemos que admitir que las
palabras son vagas. Pero, naturalmente, estas palabras son vagas; ¡es de esto
precisamente que se trata!

La frase erwath dabar (‫ ָדבָ ר‬H1697 dabár ‫ עֶ ְּרוַת‬H6172 ervát) cubre todo lo que el
marido pueda hallar ofensivo sin entrar específicamente en la (πορνεία G4202
porneia) (pecado sexual). Pero —y es aquí donde hemos de apartarnos de
Hillel— como la prótasis (la sección condicional) no ordena acción ni incluso
la aprueba (sino que sólo describe una posibilidad), estos fariseos liberales
están por completo equivocados al llegar a la conclusión de que el pasaje da
licencia para divorciarse por cualquier causa.

Digámoslo de modo más claro. Una cosa es expresar que la Biblia dice que
una persona puede haber cometido un asesinato, y otra muy distinta concluir
que, puesto que puede hacerlo, lo ha hecho. Pero esto es lo que Hillel y
compañía han efectuado. Debido a que Moisés habló de la posibilidad de
que un hombre se divorciara de su mujer por cualquier causa (porque hay
algo en ella que le es repulsivo), Hillel concluye que Moisés permitió
hacerlo. Es más, adoptada esta posición, con el tiempo el énfasis se trasladó
desde puntos de vista leves sobre el divorcio, al mero hecho de dar
propiamente una carta de divorcio como la única consideración para
divorciar a otro. El verdadero énfasis —impedir o frenar los divorcios
precipitados por causas insuficientes— se perdió de vista.

¡No! Ante todo, hemos de decir, en conclusión, que Moisés está diciendo,
según Hillel, aunque contra Hillel hemos de decir que en modo alguno está
aprobando, ordenando o aun permitiendo que los creyentes se divorcien de
sus esposas por cualquier causa distinta del pecado sexual (πορνεία G4202
porneia), que es la única causa que Jesús considera adecuada. La vaguedad de

la expresión erwath dabar (‫ ָדבָ ר‬H1697 dabár ‫ עֶ ְּרוַת‬H6172 ervát) es precisamente


el punto que hay que notar. Lo cubre todo (sin que haya de ser fornicación)
con tal que el marido pueda considerarlo desagradable o repugnante. En
otras palabras, lo que estoy diciendo es que Deuteronomio se refiere (como

88
1Co_7:10-11, con la cual tiene muchos puntos de afinidad, según hemos visto)
a un divorcio dado sobre causas no bíblicas (o ilegítimas). Este divorcio es
legal en sentido jurídico, pero es pecaminoso. ¿Cómo lo sabemos? Hay
varias razones para llegar a esta conclusión. Pero hay una que es la principal.

Nótese que en Deu_24:4 la esposa no puede volver a casarse con el primer


marido porque está «envilecida» (‫ טָ מֵ א‬H2930 tamé) por el segundo
matrimonio. Su divorcio del primer hombre no podía ser aceptable
bíblicamente a pesar de ser formalmente válido. Si hubiera sido propio, y no
pecaminoso, este divorcio habría dejado a ella en libertad para volverse a
casar sin pecado con un segundo marido. Ella no habría tenido obligación de
quedarse casada o de reconciliarse con el primer marido. Pero el segundo
matrimonio la «envileció» (‫ טָ מֵ א‬H2930 tamé)4 (ver Jer_3:1; Jer_23:11; Jer_23:14;
Jer_23:15). Sabemos que ella había sido contaminada por el segundo
matrimonio y no por el segundo divorcio, porque incluso en el caso de que
fuera puesta en libertad por la muerte del segundo marido, y no por divorcio
(v. Deu_24:3), el primer marido no podía volver a casarse con ella a causa de
su contaminación (‫ טָ מֵ א‬H2930 tamé).

Que esta contaminación (‫ טָ מֵ א‬H2930 tamé) era debida, no meramente


(solamente o simplemente) al hecho de que la mujer había entrado en
relaciones sexuales con el segundo marido, sino más bien a la infracción del
acuerdo del pacto (contrato matrimonial), parece evidente. Implicaba
adulterio. David tomó a Mical otra vez como esposa, a pesar de que Saúl la
había dado a otro. Este acto no fue condenado como una «abominación» y
Mical no fue considerada como contaminada. La razón de la diferencia es
que Mical le había sido quitada a David por Saúl; David no se había
divorciado de ella por causas inadecuadas, no bíblicas (ver 1Sa_25:44;
2Sa_3:14). El mal, pues, no se hallaba en la simple sucesión de hombres que
habían tenido a la mujer de Deuteronomio 24 (David no habría podido
volver a tener a Mical), sino en la manera en que la sucesión había tenido
lugar o las razones de ella.

Lo que se considera y se prohibe en Deuteronomio 24, que Jehová llama una


abominación (‫ ּתויעֵ בָ ה‬H8441 toebá) y que lleva a la contaminación ( ֵ ָ H2930
tamé), tiene que ver con algo más que la mera sucesión (que era idéntica a la
de David y Mical). Dios no quería que el país en que habían entrado se
llenara de la práctica que condena tan rotundamente en Deuteronomio 24. La
esposa de Deuteronomio 24, pues, no era contaminada ( ֵ ָ H2930 tamé) por
89
las relaciones sexuales con el segundo marido (pues, de ser así el casarse con
un segundo marido, aunque fuera por la muerte del primero, también habría
llevado a la contaminación ( ֵ ָ H2930 tamé), sino por el hecho de haber
entrado en otro matrimonio y relaciones sexuales como resultado de un
divorcio que (aunque legal) era pecaminoso. Debido a que el divorcio era
endeble por alguna razón, era también pecaminoso, y lo mismo el segundo
matrimonio. Como indican claramente los comentarios de Jesús en el Nuevo
Testamento, la esposa de Deu_24:1-4 se había visto en la posición de cometer
adulterio cuando se casó con el segundo marido.5

Ahora podemos poner unas cuantas cosas juntas. Se ha venido preguntando


desde hace algún tiempo sobre los comentarios de Jesús acerca del adulterio
en relación con el divorcio por parte de los cristianos por causas distintas de
la fornicación. Un punto de vista vital en esta discusión, que ha recibido
mucha atención, pero que no ha sido tratado de modo adecuado, es el
comentario de Mat_5:32, al cual me he referido: «...hace que ella adultere».
¿Cómo puede ser esto? La respuesta se halla entendiendo el hecho de que
Jesús no está hablando en abstracto del matrimonio y el divorcio. En el
sermón del Monte estaba corrigiendo afirmaciones falsas y abusos relativos
a la ley del Antiguo Testamento. Léase Mat_5:31, el versículo anterior. La
fórmula «Oísteis que fue dicho...», de modo uniforme, introduce un punto de
vista corriente que representaba un grave malentendido o un abuso de la
ley.

Jesús cita (al parecer): «Cualquiera que repudie (ἀπολύω G630 apolúo) a su
mujer (γυνή G1135 guné), que le dé carta de divorcio (ἀποστάσιον G647
apostásion)»; esto no es ninguna cita del Antiguo Testamento. Pero sí es un
malentendido y aplicación, por parte de los fariseos, de Deu_24:1-4. Al poner
énfasis en la mera formalidad de dar una carta de divorcio (una cosa
legítima y aun importante en sí misma) y hacer de ello el punto central de
Deuteronomio 24, daba como resultado que la prohibición de los divorcios
fáciles y de tomar a la ligera el pacto matrimonial fuera pasada
completamente por alto. El énfasis del pasaje quedaba alterado. Había sido
trasladado y quitado desde la naturaleza contaminante ( ֵ ָ H2930 tamé) y
abominable (‫ ּתויעֵ בָ ה‬H8441 toebá) de una actitud ligera respecto al Pacto de
Compañía, a una preocupación sobre una mera formalidad que (aunque
importante en su lugar) era incidental (accesorio, de menor importancia) con
relación al punto principal del pasaje. Cuando Jesús habla, pues, de «hacer
que la mujer divorciada cometa adulterio», se refiere a una mujer que ha sido
90
divorciada y casada como la de Deuteronomio 24.

Como los fariseos persistían en entender mal el divorcio, Jesús pone el


énfasis en «contaminada» o «envilecida» ( ֵ ָ H2930 tamé), aún más
explícito: lo llama «adulterio» (μοιχάω G3429 moijáo). Está diciendo que a una
mujer que es divorciada «por una causa cualquiera» (Mat_19:3), excepto por
causa de fornicación, a semejanza de la que se menciona en Deuteronomio
24 (que es divorciada por un erwath dabar (‫ ָדבָ ר‬H1697 dabár ‫ עֶ ְּרוַת‬H6172 ervát),
algo repulsivo al marido), se le hace cometer adulterio con este divorcio si
ella se casa con otro. La razón por la cual no puede casarse otra vez, incluso a
la muerte del segundo marido (como tampoco podría si se divorciara), es
que el marido primero ha sido causa de que ella sea contaminada, al
divorciarse de ella por una razón pecaminosa. La contaminación es
equivalente al adulterio. Si ella hubiera estado libre para poder casarse otra
vez, no habría cometido adulterio al hacerlo y no habría sido considerada
contaminada.

En Mat_5:32 se ve claro que ella no es realmente elegible para casarse con


otro (recuérdese que Deuteronomio 24 no dice que la esposa es libre de
casarse tampoco; simplemente registra el hecho de que, en el caso propuesto,
ella lo hace, y nada más), debido a que el hacerlo la llevaría al adulterio a
ella y también al segundo marido. Ahora ha llegado el momento de hacer
una distinción delicada. Aunque no es bíblico decir que esta mujer está
«todavía casada, a los ojos de Dios, con su primer marido» (se le llama el «primer
marido» en el v. Deu_24:4, y ella es llamada expresamente «la mujer de otro
hombre» en el v. Deu_24:2, o sea, que ya no es del primero), el casarse con el
segundo hombre constituye un acto de adulterio. ¿Cómo es posible si (como
vimos antes) el divorcio — incluso en el caso de ser pecaminoso— realmente
destruye un matrimonio?

El divorcio pecaminoso (basado sólo en un erwath dabar) (‫ ָדבָ ר‬H1697 dabár


‫ עֶ ְּרוַת‬H6172 ervát) realmente destruye el primer matrimonio; el matrimonio
pecaminoso adúltero con el segundo hombre era un matrimonio genuino
(aunque adúltero)6 Estos hechos han de ser entendidos. Pero si no eran
«todavía casados a la vista de Dios», ¿por qué el segundo matrimonio era
adúltero? Hemos de recordar que el adulterio siempre implica una violación
del pacto matrimonial en tal forma que la introducción de una tercera
persona en escena supone el derecho (o privilegio) de hacer por uno de los
dos lo que ellos se habían contratado para hacer el uno por el otro.
91
Normalmente, el adulterio tiene lugar cuando el contrato de matrimonio
está todavía en efecto. En la situación a que se refiere Jesús (Deuteronomio)
este contrato ha sido roto por razones pecaminosas.
Por tanto, aunque está verdaderamente roto (no hay derechos, privilegios ni
obligaciones permitidas o requeridas a este punto); no obstante, los divorciados
no tienen derecho, a los ojos de Dios, al estado de divorciados. Están obligados a
reconciliarse con un nuevo casamiento, de modo que puedan renovar el
contrato y continuar prosiguiendo sus votos. Éste es el punto (ver 1Co_7:10-11).
Como dice Pablo, tienen que permanecer sin casarse, no sólo para dejar abierta
la posibilidad de volver a reconciliarse (como vimos antes), sino, como vemos
ahora, también a fin de no cometer adulterio. El adulterio, pues, es el pecado
sexual con alguien distinto de aquel con quien uno tendría que poder tener
relaciones sexuales. El que el contrato del matrimonio haya sido roto
pecaminosamente implica cierto número de cosas, incluyendo:

1. Que las personas divorciadas no pueden tener relaciones


sexuales entre sí, por más que deberían poder hacerlo, porque deberían estar
casadas. El derecho al sexo ha sido eliminado, por más que la obligación de
hacerlo en una situación matrimonial regularizada no lo ha sido.7
2. Que aquel que se case con una de las personas divorciadas
pecaminosamente (que están bajo la obligación divina de volverse a juntar
entre sí) cometa adulterio también como la persona divorciada con quien se
casa, no porque esta persona esté todavía casado o casada, sino porque está
obligada delante de Dios a estar casada. Esta persona no tiene derecho
delante de Dios a estar en un estado de «no casada», porque el divorcio es a
causa de un erwath dabar (‫ ָדבָ ר‬H1697 dabár ‫ עֶ ְּרוַת‬H6172 ervát).

Lo que se ha dicho —nos asegura Jesús— se aplica igualmente a todo


hombre o mujer que se divorcia pecaminosamente de su cónyuge (ver
Mateo 19, Marcos 10, Lucas 16). Entre los varios pasajes en los evangelios se
cubren todas las «bases», como se puede ver en el diagrama que sigue.
Luc_16:18 Mat_5:31-32
H M H M
A D D A
M H A H A
Mat_19:3-9 Mar_10:2-12
H M H M
A D A D A
H = Hombre M = Mujer
D = Divorciado A = Adulterio

92
Debo hacer un comentario final sobre los relatos de los evangelios. Es vital
que, a diferencia de los fariseos, Jesús no restringe su discusión del divorcio
a Deuteronomio 24. El no considera en el Antiguo Testamento que sea el
pasaje bíblico o definitivo sobre el tema: era meramente (solamente o
simplemente) una regulación que había tenido que hacerse sobre la
institución del matrimonio en el Génesis. Aquí vemos una mujer para un
hombre, unidos en una persona (una carne) toda la vida. Esto —les dice
Jesús— es lo que el matrimonio tiene que ser. Cuando Jesús preguntó:
«¿Qué os ordenó Moisés?» (Mar_10:3), estaba pensando en la orden de
Génesis 2 de dejar a su padre y a su madre y hacerse una carne.8 Pero los
fariseos responden citando de modo impropio Deuteronomio 24. Luego lo
aplican mal:

«Moisés permitió escribir un certificado de divorcio y repudiarla» (Mar_10:4).


Su mente está centrada en un punto enteramente diferente. No están
interesados en lo que Dios deseaba, sino en la forma en que podrían estirar la
ley de Dios; sobre lo que era formalmente correcto. Es verdad que Moisés
dio la reglamentación, y con ello reconoció el divorcio; esto lo admite Jesús
(Mar_10:5; Mat_19:8). Pero lo hizo sólo debido a la dureza de sus corazones
(como hemos visto, todo divorcio es ocasionado por el pecado). Sin
embargo, Jesús vuelve al ideal: «pero no fue así desde el principio» (ver
Mat_19:8). Es decir, el divorcio no fue proporcionado como una opción
cuando Dios instituyó el matrimonio. Dios trata el divorcio prácticamente
de la misma manera que trata la poligamia y el concubinato (ver Jue_8:30-
31; Éxo_21:7-9; Deu_21:10-14). El reconocimiento y la reglamentación de
estas prácticas, que, como el divorcio, no existían desde el principio, muestra
un enfoque semejante.

En nuestros días, en los EE. UU., el fumar cigarrillos no está prohibido, pero
está reglamentado cuidadosamente (los cigarrillos no pueden ser anunciados
por TV, deben llevar una advertencia seria del cirujano general, no pueden
ser fumados en ciertas partes y lugares públicos, etc.). En este sentido, la
práctica de fumar se asemeja a la forma en que se consideraba y
reglamentaba el divorcio entonces.
___
1 Ver la fórmula «Cuando un hombre...», «Si un hombre...», «Más si un hombre...», que
se repite en otros versículos (Deu_22:22; Deu_22:25; Deu_22:28; Deu_24:5; Deu_24:7; etc.).
2 Op. cit., p. 12. Ver también los argumentos de Murray en contra de que esta expresión
pueda entenderse como referida a un pecado sexual.

93
3 Nótese que el Señor mismo sería repelido («para que Él no se aparte de ti») a causa de
su falta de reverencia hacia Él, si hay excremento esparcido por el camino cuando Él ande
por el campamento.
4 La palabra taméh (‫ טָ מֵ א‬H2930 tamé)—la palabra general para contaminación e
inmundicia ceremonial (de personas, animales, cosas)— es la usada aquí. Jeremías usa
chaneph, ensuciar, polucionar (‫ חָ נֵף‬H2610 kjanéf).
5 Cristo esta pensando en una situación que encaja en los datos de Deu_24:1-4, el pasaje
que esta a la vista en Mat_5:31-32.
6 Como, por ejemplo, el matrimonio pecaminoso de un creyente con un no creyente es un
matrimonio genuino.
7 He venido hablando de relaciones sexuales especialmente debido a su significado en
tantos casos de aconsejar acerca de este punto, pero el principio se aplica a todos los
elementos de compañía sobre los que se pusieron de acuerdo en el contrato matrimonial.
8 Ver William Hendriksen, New Testament Commentary: The Gospel of Matthew (Grand
Rapids: Baker Book House, 1973), p 715
***

94
CAPÍTULO 12
EL ORIGEN DEL DIVORCIO POR EL PECADO SEXUAL
Si es verdad que en el sermón del Monte, Jesús restauró el verdadero
significado de los mandamientos de Dios (por lo menos así lo creo)1, más
bien que abrogarlos o sustituirlos por alguna otra cosa, sin duda, querrás
hacer la pregunta: «¿Cómo llegó el divorcio a ser la resolución de los
problemas que surgen del pecado sexual del adulterio?»

Queda clara la ley que en el Antiguo Testamento requería el apedreamiento


como castigo del adulterio (ver Deu_22:13-24; Lev_20:10). Pero se ve de
modo claro, también, que José —en vez de seguir Deu_22:23-29— piensa en
dar a María, carta de divorcio. Y no es condenado por esta decisión, sino (al
contrario) alabado por su bondad hacia María al proceder a divorciarse de
ella privadamente o en secreto (esto parece ser precisamente el punto de
Mat_1:19, [José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso
dejarla (ἀπολύω G630 apolúo) secretamente.] en que, como explicación de esta
acción que José intentaba hacer, se le llama «justo»).

Además, Dios no dio muerte a David por su adulterio, sino que aceptó su
arrepentimiento y le permitió casarse con Betsabé (la cual pasó a ser
progenitura (casta de que alguien procede) de Jesucristo; ver Mat_1:6, en que
Mateo indica el hecho). Y, naturalmente, en Mateo 5 y Mateo 19 —los pasajes
del Evangelio que hemos venido considerando— Jesús también permite el
divorcio en el caso de fornicación. ¿Cuándo empezó esta noción del divorcio
en relación con el pecado original?

Evidentemente, José no seguía ninguna ley puesta en vigor por Jesús en


Mateo 5 o 19; Jesús se hallaba aún en el seno de María! ¿Decidió José por su
propia cuenta seguir alguna innovación tardía de la comunidad judía? Si fue
así, ¿habría aceptado Dios esta alteración puramente humana de su ley, y
aun habría elogiado al que la siguiera? Y ¿explicaba realmente la ley de
la cláusula de excepción de Jesús, o bien añadía a ella o la modificaba? El
contestar a estas preguntas bíblicamente no es fácil, pero por este camino se
halla la comprensión de muchas cosas.

Empecemos considerando lo más evidente, lo más básico, y (por tanto) la


explicación más fácil del origen del divorcio por el pecado sexual. Más allá
de José y de David, notemos que en el Antiguo Testamento, Dios mismo
reconoce (y, por tanto, nos enseña) que el divorcio por el pecado sexual del
95
adulterio es una opción. Nos enseña esto por *precepto y por el ejemplo de
su propia relación con Israel. ¡Lo que Dios ha enseñado, que no lo desmienta
el hombre!

nota:
*precepto:
1. m. Mandato u orden que el superior hace observar y guardar al inferior o súbdito.

En cierto número de pasajes, Dios habla de su relación con su pueblo del


pacto del Antiguo Testamento como de un matrimonio. Como deja claro el
Nuevo Testamento (Efe_5:22-33, esto es más que una mera analogía; más
bien, la norma bíblica para el matrimonio cristiano se halla en la relación de
Cristo con su Iglesia (el prototipo (modelo) de la cual era la relación de Dios
con su esposa, Israel): como Cristo..., así también el marido; como la
Iglesia..., así también la esposa. Dios habla de modo afectuoso de su
compromiso y matrimonio con Israel:

«Extendí mi manto sobre ti y cubrí tu desnudez, y te di juramento (‫בעש‬


H7650 shabá) y entré en pacto (‫ ְּב ִרית‬H1285 berít) contigo2, dice el Señor Jehová,
y fuiste mía» (Eze_16:8).

Esta relación de matrimonio continuó. Dios recuerda tiernamente el primer


amor de Israel después del desposorio en Egipto y los primeros días del
matrimonio en el desierto:
«Me he acordado de ti, del cariño (‫ חֶ סֶ ד‬H2617 kjésed)3 de tu juventud, del
amor (‫ אַ הֲבָ ה‬H160 ájaba) de tus desposorios (‫ ְּכלולָ ה‬H3623 kelulá), cuando
andabas en pos de mí en el desierto» (Jer_2:2).

Pero estos días del cortejo y los desposorios («andabas en por de mí») no
duraron. Vino un cambio. Después del matrimonio en Sinaí, y cuando
entraron en la tierra, Israel empezó a cambiar sus afectos (no una sola vez) y
continuamente fue infiel a su esposo, Jehová:

«Sobre todo collado y debajo de todo árbol frondoso te echabas como una
ramera (‫ ָזנָה‬H2181 zánáh)» (Jer_2:20; ver Jer_3:23-25; Jer_3:6-9). Y:
«Se iba tras sus amantes (‫ אָ הַ ב‬H157 ájáb) y se olvidaba de mí, dice Jehová»
(Ose_2:13; ver Ose_2:5-7).
«... se llegaron a ella los hombres de Babilonia en su lecho de amores, y la
contaminaron (‫ טָ מֵ א‬H2930 tamé)4 con sus inmundicias (‫ טָ מֵ א‬H2930 tamé)...

96
hizo patentes sus fornicaciones (‫ ּתַ זְּ נות‬H8457 taznút)... multiplicó sus
fornicaciones (‫ ּתַ זְּ נות‬H8457 taznút)» (Eze_23:17-19).

Por lo que Dios dijo:

«... se descubrirá la inmundicia ‫ עֶ ְּר ַות‬H6172 ervát) de tus fornicaciones ‫זָנון‬


H2183 zanún), y tu lujuria (‫ זִ מָ ה‬H2154 zimmá) y tu prostitución (‫ ּתַ זְּ נות‬H8457
taznút)» (Eze_23:29).

Esto ocurrió cuando Dios, finalmente, se divorció de ella:


«Ella vio que por haber fornicado (‫ ָ ַ ף‬H5003 naáf) la rebelde (‫ ְמ ׁשּובָ ה‬H4878
meshubá) Israel, yo la había despedido (‫ שלח‬H7971 shalákj) y le había dado

carta de repudio (‫ ְמ ִאריתֻ ת‬H3748 keritút ‫ ֵ פֶ ר‬H5612 séfer).» (Jer_3:8; ver Jer_3:1-
2).

Y:

«Así dice Jehová: ¿Qué es de la carta de repudio (‫ ְּכ ִריתֻ ת‬H3748 keritút ‫סֵ פֶ ר‬
H5612 séfer) de vuestra madre, con la cual yo la repudié? (‫ שלח‬H7971 shalákj)»
(Isa_50:1).

Como resultado Él puede decir: «Ella no es mi mujer (‫ ִאשָ ה‬H802 ishshá), ni yo


su marido (‫ ִאיׁש‬H376 ish)5, aparte, pues, sus fornicaciones (‫ זָנון‬H2183 zanún) de
su rostro, y sus adulterios (‫ ַנאֲפוף‬H5005 naafúf) de entre sus pechos»6 (Ose_2:2;
ver Ose_1:9).

Es, pues, un hecho simple que no puede ser disputado que Dios estableció
una conexión consecuente y clara entre el divorcio con adulterio por
fornicación. Así que aunque no hubiera otra razón, podríamos entender por
qué Cristo, con una base sólida en el Antiguo Testamento, dijo lo que dice
en Mateo 5 y 19. Pero completemos la historia del Antiguo Testamento.
Incluso así —a pesar de su pecado—, Dios amaba a Israel y la llamaba a que
se arrepintiera y regresara. Si lo hiciera —declaró Dios—, la recibiría y la
haría suya una vez más:

«Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios... Llevad con vosotros palabras de


súplica, y volved a Jehová y decidle: Quita toda iniquidad (‫ עָ וין‬H5771 avón) y

97
acéptanos en tu gracia (‫ טויב‬H2896 tob)» (Ose_14:1-2).

Realmente, Dios mismo, en su gracia, tomó la iniciativa (como indica el libro


de Oseas) para:

«... seducirla, y la llevaré al desierto» (ver Jer_2:2, citado anteriormente). (El


desierto le recordará los días primeros, maravillosos, puros del
enamoramiento y los desposorios), «y hablaré a su corazón... En aquel
tiempo, dice Jehová, me llamarás "mi marido" (‫ בַ ע ֲִלי‬H1180 Baalí)» (Ose_2:14-
16; ver también Jer_3:13-14).

Este cortejo la ganaría otra vez y la llevaría al arrepentimiento:

«Entonces dirá: Iré y me volveré a mi primer marido (‫ ִאיׁש‬H376 ish); porque


mejor me iba entonces que ahora» (Ose_2:7).

Cuando lo hizo, Dios la perdonó y la limpió, haciéndola tan pura como si


todavía fuera una virgen desposada:7

«Porque como a una mujer (‫ ִאשָ ה‬H802 ishshá) abandonada y triste de espíritu
te llamó Jehová; y la esposa (‫ ִאשָ ה‬H802 ishshá) de la juventud (‫ נָעור‬H5271
naúr), ¿puede ser repudiada (‫ מָ אַ ס‬H3988 maás)? dice tu Dios. Por un breve
momento te abandoné, pero te recogeré con gran compasión» (Isa_54:6-7).

Comentando sobre estos versos, Young y Oehler dicen (sucesivamente):


«Sion es presentada como una mujer que en su juventud había sido
desposada, y luego, a causa de sus pecados, echada, y, más tarde, vuelta a
llamar para ser esposa...» La frase (esposa de juventud) no se refiere a una
mujer joven, sino a una cuyo marido se casó con ella en la juventud (E. J.
Young, The Book of Isaiah). La adúltera ha pasado a ser la desposada de Dios,
como si nunca le hubiera sido infiel: «como la esposa de la juventud»
(Gustave Oehler, Oíd Testament Theology).
Queda claro de esta evidencia que el divorcio a causa de adulterio por
fornicación era considerado como una opción natural para Dios al referirse a
su relación con Israel.

Aquí hemos de tener cuidado en no alegar que Dios puede hacer lo que
quiere y que sus acciones no son un ejemplo para nosotros. La figura del
matrimonio (y del divorcio) que Él usa para explicar sus acciones y sus
98
varias relaciones con Israel no explicaría nada, sino que realmente
confundiría al lector si sólo el apedreamiento era el único modo de tratar el
adulterio. Es inconcebible que Dios —sin alguna explicación— hiciera lo
contrario a todo lo que requiere de su propio pueblo en las mismas
circunstancias. Como en la ley no hay informes de que Dios permitiera el
divorcio por causa de fornicación, y como parece que no hay explicación
para este cambio necesario, en tiempo de los profetas Isaías, Jeremías u
Oseas, hemos de suponer que se entendía que esto era permisible de modo
ya universal entre el pueblo de Dios, y había pasado a ser una práctica
regular en el país. Lo menos que podemos decir es que en estos profetas, por
reconocimiento de Dios, adopción y (por implicación) recomendación de esta
práctica, Dios había colocado su aprobación sobre ella.

De no haber ninguna otra fuente, José (Mat_1:19) y Jesús (Mat_5:32;


Mat_19:9) podrían haber derivado fácilmente su punto de vista sobre el
divorcio por fornicación —como hemos visto— del ejemplo y de las
palabras de Dios mismo. Sin embargo, demos un paso más adelante. Parece,
también, que la Iglesia del Nuevo Testamento reconoce que las palabras de
Jesús, basadas en el propio ejemplo del Antiguo Testamento, indican que
algo menos que el apedreamiento —a saber, el arrepentimiento y el
perdón— podría requerirse de la fornicación— adulterio en sus varias
formas. El caso preciso es el pecado del hombre incestuoso no arrepentido de
1Co_5:9 y ss.8 Esta idea podría haber sido recogida no sólo del ejemplo de
Dios en su relación con Israel, sino también del tratamiento de David. David
cometió un homicidio y un adulterio, cada uno de los cuales llevaba a la
pena de muerte. Pero cuando se arrepintió (2Sa_12:13) Dios le dijo a través
del profeta Natán: «También Jehová perdona tu pecado; no morirás»
(2Sa_12:13). No requirió la pena de muerte, incluso por esta doble ofensa.

Pero ¿cómo podía Dios hacer estas excepciones a sus propias reglas? Parece
que la ley *casuística (no la ley moral) no se consideraba absoluta e
inflexible.9 Hay algunas opciones escritas (por ejemplo, Deu_22:29 parece
absoluto, pero Éxo_22:16 modifica esto al dar al padre [y a la chica a través de
él] la posibilidad de obrar a discreción). No obstante, parece también que se
consideraban posibles otras opciones. Jesús habló de esta manera cuando
dijo: «Mas no era así desde el principio», y «Moisés, por la dureza
(σκληροκαρδία G4641 sklerokardía) de vuestros corazones». Aquí hay una
concesión (permiso) (y, en este caso, la ley casuística misma parece haber sido
una aminoración de la **ordenanza dada en la creación). Pero Jesús no

99
especifica sobre la base de esta concesión (permiso); dice simplemente: «Por la
dureza (σκληροκαρδία G4641 sklerokardía) de vuestro corazón Moisés os
permitió (ἐπιτρέπω G2010 epitrépo) repudiar (ἀπολύω G630 apolúo) a vuestras
mujeres (γυνή G1135 guné); pero no fue así desde el principio.» (Mat_19:8).

notas:
*casuística: Dicho de una disposición legal: Que rige casos especiales y no tiene aplicación
genérica.
**ordenanza:
1. f. Conjunto de preceptos referentes a una materia. U. m. en pl.
2. f. Mandato, disposición, arbitrio y voluntad de alguien.

¿Se refiere aquí a un permiso escrito en los cinco primeros libros de Moisés
(Toráh o Pentateuco), o bien a una práctica no escrita, bien conocida, instituida
por Moisés, que subyacía (estar oculto o debajo de algo), a todas estas
excepciones al apedreamiento en el Antiguo Testamento? Conociendo la
dureza de los corazones, que podía llevar a un uso indiscriminado y cruel de
la pena capital en esta materia, ¿accedió Moisés a un divorcio para la
fornicación-adulterio, como una alternativa que Cristo reafirmó? (v.
Mat_19:9). Si es así, la excepción sería de muy antiguo, tal como parece
mostrar que era la historia de Israel.10
Sería difícil probar que se trata de una cosa u otra, y no vamos a especular
más. Lo cierto es que —fuera donde fuera que se originara (en Moisés o más
adelante)— la práctica del divorcio por adulterio está *sancionada por Dios
en el período del Antiguo Testamento. Cristo no introdujo ninguna nueva
ley a este respecto, y José estaba, evidentemente, dentro del abrigo de la
voluntad directiva de Dios sobre esta materia.

notas:
*sancionar:
1. tr. Dar fuerza de ley a una disposición.
2. tr. Autorizar o aprobar cualquier acto, uso o costumbre.
___
1 Para los argumentos sobre esto, ver los comentarios estándar, pero de modo especial
John R. Stott, The Chnstian Counter Culture (Downer's Grove: InterVarsity Press, 1971),
pp. 69-81. Nótese que Jesús se refiere a las interpretaciones farisaicas (no a las Escrituras):
1) Introduce la interpretación con las palabras «También fue dicho» (Mat_5:31), no con su
fórmula estándar para introducir la Escritura: «Está escrito.»
2) La cita no cuadra con el pasaje en Deuteronomio, sino con una falsa interpretación de
este pasaje de la Escritura.
2 Nótese, como hace evidente el paralelismo, un pacto matrimonial implicaba votos
hechos por el uno al otro (juramento). Con todo, como veremos, los votos de Dios no
eran totalmente incondicionales (como algunos han dicho equivocadamente), puesto que

100
cuando Israel quebrantó los votos del pacto, Él quedó libre de los suyos. [Hay pactos
condicionales y pactos incondicionales]
3 «El cariño» = chesed (‫ חֶ סֶ ד‬H2617 kjésed) = amor del pacto; esto es, el primer cumplimiento
de los votos del matrimonio por parte de Israel.
4 Nótese que la palabra fornicaciones aquí (y en general) se usa para una mujer casada. El
plural es usado a causa de la enormidad del pecado, el número de formas en que Israel
fornicó y el número de veces o todo ello a la vez.
5 Se ve claro que el divorcio por fornicación propiamente destruía el matrimonio; Dios e
Israel ya no eran marido y mujer.
6 Fornicación y adulterio se usan en paralelismo; la fornicación es el acto que llevaba al
adulterio; el resultado era el adulterio.
7 Para más detalles sobre el perdón, ver mi libro Más que Redención, capítulo 13.
8 Tenía que ser excomunicado (excomulgado) no por su pecado de fornicación incestuosa,
sino por su arrogante negativa a arrepentirse (ver 1Co_5:2). Cuando confesó y abandonó
su pecado, fue perdonado, consolado y reasimilado en la Iglesia (2Co_2:1-11). Lev_20:11;
Lev_18:8 requería apedreamiento por este pecado. Es evidente que el padre del hombre
vivía todavía, puesto que su madrastra es llamada esposa, no viuda. Esto sería una forma
de adulterio.
9 ¿Hay una distinción entre la expresión enfática «ciertamente morirá» (Núm_35:17;
Núm_35:18; Núm_35:21; algunas traducciones dejan esto claro) y las simples afirmaciones
halladas en Deu_22:22? ¿Indica lo primero una forma más absoluta que la última?
10 Esto no es totalmente especulación. Si, como hemos dicho, la referencia de Cristo a
Deuteronomio 24 (en Mat_5:31-32) y la manera propia de entender la «contaminación» en
Deu_24:4 significa que el caso en cuestión se refería a un divorcio dado pecaminosamente,
porque era sobre una base distinta del adulterio; hay buenas razones para suponer que
Moisés hubiera dado esta regla, que en los relatos del Evangelio es confirmada por Jesús.
***

101
CAPÍTULO 13
EL NUEVO CASAMIENTO
Hemos visto algo del panorama bíblico sobre el matrimonio y el divorcio.
Nos queda por descubrir lo que dicen las Escrituras acerca del nuevo
casamiento de las personas divorciadas.
Para empezar, echemos una mirada en general al nuevo casamiento; luego
consideremos si Dios permite que se casen a las personas divorciadas.
Finalmente, preguntaremos: «Si las personas divorciadas pueden volverse a
casar, ¿cuáles de ellas pueden, y bajo qué condiciones?»

El Nuevo Casamiento
¿Qué diremos del nuevo casamiento? ¿Permite, disuade, estimula o tolera la
Biblia el nuevo casamiento? En la Biblia no hay nada per se ("por si" o
"como tal") contra el nuevo casamiento después de la muerte de un
cónyuge. La Biblia declara:

«Pero si su marido (ἀνήρ G435 anér) muere (el cónyuge que queda), es libre
(ἐλεύθερος G1658 eleúdseros) de esa ley (νόμος G3551 nómos), de tal manera
que si se une (γίνομαι G1096 gínomai) a otro marido (ἀνήρ G435 anér) , no será
adúltera (μοιχαλίς G3428 moijalís)» (Rom_7:3).

Esta declaración es clara: no es malo volverse a casar.


En realidad, en algunos casos, el nuevo casamiento es recomendado. Por
ejemplo, en 1Ti_5:14, Pablo escribe:
«Quiero, pues, que las viudas jóvenes (νέος G3501 néos) se casen (γαμέω
G1060 gaméo), críen hijos, gobiernen su casa; que no den al adversario ningún

pretexto para hablar mal.»1

Pablo podía ver la posibilidad de tentaciones, escándalos, chismorreos y el


poner una carga innecesaria sobre la Iglesia al tener que sostener a las
viudas, a menos que se volvieran a casar. Así que, por razones prácticas y
con miras al testimonio del nombre de Dios, dio esta instrucción a la Iglesia
por medio de Timoteo. En vez, pues, de hallar nada malo, o aun
problemático, en el nuevo casamiento en sí, lo aconseja de modo decidido.
Además, Pablo llegó incluso a mandar a las personas viudas que tienen
dificultades en poner restricción al deseo sexual que procuren volver a
casarse, como un medio de resolver este problema (y nótese, este
requerimiento ocurre dentro de un pasaje que en general disuade del
matrimonio debido a una crisis inminente):
102
«Digo, pues, a los solteros (ἄγαμος G22 ágamos) y a las viudas (χήρα G5503
jéra), que les iría bien el quedarse como yo; pero si no tienen don de
continencia (ἐγκρατεύομαι G1467 enkrateúomai), cásense (γαμέω G1060
gaméo), pues mejor es casarse (γαμέω G1060 gaméo) que estarse quemando
(πυρόω G4448 puróo)» (1Co_7:8-9).

Finalmente, consideremos las palabras de Pablo en 1Co_7:39 :

«La mujer (γυνή G1135 guné) está ligada (δεο G1210 deo) por la ley (νόμος
G3551 nómos) mientras su marido (ἀνήρ G435 anér) vive; pero si su marido
(ἀνήρ G435 anér) muere, es libre (ἐλεύθερος G1658 eleúdseros) para casarse
(γαμέω G1060 gaméo) con quien quiera, con tal que sea en el Señor.»

Evidentemente, el concepto de nuevo casamiento no sólo es tenido en cuenta


en la Iglesia del Nuevo Testamento, sino que es mirado con aprobación. De
esto no puede haber dudas razonables.

La Poligamia
A la luz de este hecho podría parecer extraño que Pablo prohibiera a la
Iglesia que nombrara como anciano o diácono a un hombre que se hubiera
vuelto a casar. Sin embargo, esto es exactamente lo que algunos dicen. Este
error resulta de una interpretación incorrecta dada a las palabras «marido
(ἀνήρ G435 anér) de una sola mujer», que ocurren en 1Ti_3:2; 1Ti_3:12; Tit_1:6.

1Ti_3:2 μιᾶς mias G1520 γυναικὸς gynaikos G1135 ἄνδρα andra G435 (de una
mujer, marido)
1Ti_3:12 μιᾶς mias G1520 γυναικὸς gynaikos G1135 ἄνδρες andres G435 (de una
mujer, maridos)
Tit_1:6 μιᾶς mias G1520 γυναικὸς gynaikos G1135 ἀνήρ anêr G435 (de una
mujer, marido)

Naturalmente, los oponentes al nuevo casamiento, cuando llegan a esta


interpretación, están pensando en personas divorciadas que se vuelven a
casar. Pero sus ideas no demuestran mucho; ¡no sólo excluye a las personas
que se han vuelto a casar después de un divorcio, sino también a los viudos
que lo han hecho!
Esto es raro, digo, no sólo porque excluye de los cargos en muchas
congregaciones a algunas de las personas con mayores calificaciones, sino
que entra en conflicto con el hecho de que —como hemos visto— el Nuevo
103
Testamento siempre habla favorablemente del nuevo casamiento, y, en
realidad, en algunas situaciones incluso lo recomienda y lo ordena. Sería una
gran sorpresa descubrir un *interdicto así. Si no fuera por otras razones, este
conflicto debería ponernos en guardia sobre la interpretación de la frase
«marido (ἀνήρ G435 anér) de una sola mujer» en el sentido de que sólo puede
haberse casado una vez, aunque hubiera muerto la primera esposa.

nota:
*interdicto: (Del lat. interdictum).
1. m. entredicho.
2. m. Der. Juicio posesorio, sumario o sumarísimo.

¿Hay otra interpretación?


Sí, la hay, y existen buenas razones para preferir a la primera. Había una
palabra perfectamente buena en griego que Pablo podría haber usado
(γαμέω G1060 gaméo) para indicar que nunca debería haberse casado otra vez
(incluso después de la muerte de la esposa) y tener cargos en la Iglesia, si
esto era lo que quería decir. En este caso la frase diría: «casado (γαμέω G1060
gaméo) sólo una vez». Esto habría sido claro. Pero Pablo no usa (γαμέω G1060
gaméo); en realidad no estaba hablando sobre el número de veces que uno se
casaba, más bien, Pablo usa de modo insistente la construcción rara «marido
(ἀνήρ G435 anér) de una sola mujer». Se preocupaba, no de cuántas veces un
hombre se había casado, ¡sino del número de mujeres que tenía!
La frase «marido (ἀνήρ G435 anér) de una sola mujer», hablando
estrictamente, permite sólo una interpretación: un posible anciano o diácono
(por el hecho que ha de ser ejemplo en todas las cosas, incluidas las prácticas
matrimoniales) no podía ser un polígamo (uno que tiene varias mujeres a la
vez). La frase significa «marido (ἀνήρ G435 anér) de una sola mujer» en un
tiempo dado. No dice nada en absoluto sobre el nuevo casamiento.

El Antiguo Testamento permitía la poligamia, pero nunca como algo ideal


(en Génesis ¡Dios dijo que los dos serán una carne, no dijo tres, cinco u ocho!).
Pero en el Nuevo Testamento, si bien al *convertido polígamo se le permitía
entrar en el cuerpo sin que despidiera a sus esposas (bajo el principio
afirmado y reiterado en 1Co_7:17; 1Co_7:20; 1Co_7:24), no podía tener un
cargo. La vida de uno que ostentara cargos tenía que ser ejemplar, y Dios
quería que el ejemplo de un matrimonio monógamo fuera dado ante la
Iglesia. Pero los defensores de los puntos de vista en contra del nuevo
casamiento nos dicen que no había poligamia en los tiempos del Nuevo
Testamento. Los hechos demuestran lo contrario; están equivocados. La

104
poligamia no sólo continuó entre los judíos, sino también entre los griegos y
los romanos (y, ¿quién sabe cuántos más?).

nota:
*convertido polígamo:
(Partain-Reeves) Desde luego Pablo habla de casos en que las relaciones en sí no son
pecaminosas. Claro es que no habla de que el homosexual, el polígamo, o el estafador, se queden
en sus relaciones y actividades pecaminosas. (El arrepentimiento requiere que se abandonen
completamente tales relaciones y actividades). Hay algunos hermanos en la fe que tuercen este
pasaje para que diga que la pareja, que vive en el adulterio, debe quedarse en esa relación
pecaminosa. Voluntariamente ignoran el contexto en que Pablo ha dicho las palabras de este
versículo.

Muchos de los primeros convertidos de cada Iglesia que Pablo organizó


eran judíos de la Diáspora (dispersión de los judíos exiliados de su país). Josefo
menciona dos veces la poligamia en su tiempo. En el año 212 (d. C.) la lex
Antoniana de civitate hizo la monogamia obligatoria para los romanos,
pero ¡exceptúa de modo específico a los judíos! Más tarde, en el año 285,
Diocleciano consideró necesario *rescindir la excepción, pero en el año 393,
Teodosio decidió poner en vigor una ley especial contra la poligamia entre
los judíos, puesto que persistían en la práctica. Ni aun esto puso fin a la
costumbre; la poligamia continuó entre los judíos hasta el siglo once.2

nota:
*rescindir: Dejar sin efecto un contrato, una obligación, etc.

Pero esto no es todo. El contrato matrimonial griego indica la existencia de la


poligamia en los tiempos del Nuevo Testamento. Un contrato de éstos, del
año 92 d. C., dice:

«No será legal para Filiscus el traer otra esposa además de Apolonia.»3

El contrato matrimonial deja claro que, aparte de esta prohibición, la


poligamia era una opción bastante probable. La ley puesta en vigor en el año
212 que he mencionado antes, también indica la presencia de poligamia en el
mundo romano. El que la existencia de esta cláusula contra la poligamia en
el contrato matrimonial antes citado no era una rara excepción lo muestra
otra similar en otro contrato del año 13 a. C.

«Ptolomeo... no... insultará a ella trayendo a otra esposa» (Ibid).

«Pues bien, si Pablo no prohibía el nuevo casamiento entre los ancianos y


105
diáconos» —preguntas— «¿qué pasa si las personas divorciadas tienen
cargos?» Como respuesta quisiera terminar este capítulo citando un artículo,
publicado previamente en Asuntos que Preocupan a los Consejeros
Cristianos, que trata de esta importante cuestión:
«Pregunta: "Un hombre ha sido propuesto para un cargo en la Iglesia. Él, su
esposa y todos los que le propusieron están muy trastornados porque su
propuesta ha sido rehusada. El rechazo es debido a que el reglamento de la
Iglesia estipula que ninguna persona divorciada puede tener cargos en la
congregación. Dicen: Dios ha perdonado; ¿por qué no puede perdonar la
Iglesia? ¿Cuál es la posición escritural en este asunto?"»
Debido a que este problema es importante y urgente en muchas situaciones,
he contestado a la pregunta de esta manera.
Respuesta: Esta pregunta es bastante frecuente. En estos días en que hay
muchos divorcios y nuevos casamientos, la Iglesia hace frente a la misma
más y más. Este asunto es importante y no debe ser evitado. Por otra parte,
no es fácil de contestar.
Primero, dejemos dos cosas claras:

1. Dios perdona todos los pecados en Cristo. Esta pareja tiene razón
absoluta en cuanto a esto. Sólo hay un pecado imperdonable, el pecado
contra el Espíritu Santo (el atribuir la obra del Espíritu Santo a un espíritu
inmundo: el diablo). 1Co_6:9-11 deja claro que Cristo concede perdón al
pecado del adulterio.
2. El perdón no exime de todas las consecuencias del pecado. El
perdón significa que Dios no va a echárselo en cara a uno.

La persona perdonada no será juzgada eternamente por este pecado; Cristo


fue juzgado en su lugar. Pero las consecuencias sociales son algo a lo que
hay que hacer frente. Si en una reyerta entre personas que han bebido
demasiado, un hombre da un puñetazo a un cristal y como resultado hay que
amputarle el brazo, esto no significa que cuando sea salvo va a salirle otro
brazo. Tendrá que llevar las consecuencias toda la vida.
Ahora bien, hay consecuencias del pecado que son para toda la vida, y
algunas que no. El único punto a considerar aquí es: ¿Qué dice la Biblia
sobre esta cuestión particular? La respuesta —parece— es que la Biblia
enseña que algunas consecuencias del pecado pasado con respecto a la
elegibilidad para un cargo en la Iglesia de Cristo son para toda la vida, y
otras no.

Por ejemplo, si antes de la conversión un hombre se ha casado con más de


106
una mujer, su poligamia no le impide el ser miembro de la Iglesia de Cristo,
pero le prohíbe tener un cargo en la Iglesia (ver 1Ti_3:2; Tit_1:6). Y esto no es
porque Dios o la Iglesia no le ha perdonado, sino porque una persona con un
cargo ha de ser «un ejemplo en todas las cosas» (incluida la práctica del
matrimonio monógamo).
¿Se trata aquí, con los divorciados, de una cuestión de este tipo? No del todo.
Una característica de una persona con un cargo es que «sea irreprensible»
(1Ti_3:2) y también «que tenga buen testimonio de los de afuera» (1Ti_3:7).
Tito reitera esto diciendo que ha de ser «irreprensible» (Tit_1:6).

Las circunstancias de su divorcio y nuevo casamiento pueden ser tales que


una persona, años después (quizá durante el resto de su vida), no esté
calificada debido a la mala reputación que tiene como resultado. Por otra
parte, su estilo de vida ulterior puede ser tal que Dios haya cambiado su
reputación. Además, es posible que no haya pecado en absoluto al obtener el
divorcio, si fue por motivos bíblicos que se le concedió.

Como cada caso es diferente, y como tenemos estos criterios bíblicos claros
para decidir quién es elegible para cargos, es equivocado el añadir reglas en
la Iglesia, especialmente cuando son menos flexibles que las mismas de las
Escrituras. La Iglesia no tiene derecho a prohibir lo que Dios permite. La
tarea de los que tienen cargos, en cada caso, es decidir si el individuo posee
aquellas calificaciones o no.

Por otra parte, si el hombre de que se trata está «muy alterado», y si esto
significa ira, falta de control, etc., o si su conversión es muy reciente, hay
otras calificaciones que se aplican (ver 1Ti_3:2; 1Ti_3:6; Tit_1:7-8). La actitud
con la cual manejan este asunto puede decir mucho sobre sus calificaciones y
(desde otra perspectiva) puede tener mucho que decir sobre la reputación del
individuo propuesto para el cargo.
___
1 El libro de Rut es un buen ejemplo de lo favorablemente que miran las Escrituras el
nuevo casamiento. Es interesante que todo el libro trate de esta cuestión, y que en el
linaje de Cristo haya personas que se volvieron a casar.
2 Eugene Hillman, Polygamy Réconsidered (Maryknoll: Orbis Books, 1975), pp 20, 21)
3 Hunt y Edgard, Select Papyri, op. cit., 1:5-7. 160

***

107
CAPÍTULO 14
EL NUEVO CASAMIENTO DESPUÉS DEL DIVORCIO
En un capítulo previo vimos que el nuevo casamiento, en sí, no era
contemplado en absoluto con malos ojos en la Iglesia del Nuevo Testamento.
Pero ahora hemos de considerar el problema del nuevo casamiento después
del divorcio. Este asunto es complejo, y (también) apasionante. Sigamos
pacientemente, con calma y orden, el terreno.
Con frecuencia se nos dice, en una forma u otra, que las cosas son aquí
distintas. Según algunos, la actitud favorable hacia el nuevo casamiento, en
este caso, es cambiada por condenación. «Después de todo» —se nos
asegura—, «las únicas palabras sobre el tema en el Nuevo Testamento están
en Mateo 5 y 19 y en pasajes paralelos, y esta palabra es un aviso contra el
adulterio. El Nuevo Testamento no dice nada en una forma positiva del
nuevo casamiento de personas divorciadas». Pero esto no es verdad en
modo alguno. En 1Co_7:27-28 leemos:

«¿Estás ligado (δέδεσαι G1210 dedesai) a


mujer? No procures soltarte (λύσιν
G3080 lysin).
¿Estás libre (λέλυσαι G3089 lélysai) de
mujer? No procures mujer.
Mas también si te casas (γήμῃς
G1060 gêmês), no pecas...»
notas:
Diccionario Strong
(δέω G1210 déo) verbo primario atar (en varias aplicaciones, literalmente o
figurativamente): atar, encadenar, ligar, prender, preso, sujetar. Véase también H1163,
H1189.
(λύσις G3080 lúsis) de G3089; aflojar, soltar, i.e. (específicamente) divorcio: soltar.
(λύω G3089 lúo) verbo primario; aflojar, soltar (literalmente o figurativamente): libre, abrir,
soltar de las cadenas, derribar, desatar, deshacer, destruir, quebrantar, quitar, soltar.
Compare H4486.
(γαμέω G1060 gaméo) de G1062; casarse (de cualquier sexo): matrimonio, casado, -a, asar.

Hay varios puntos que quisiera hacer notar respecto al pasaje:

1. La palabra traducida como «soltar» (λύσις G3080 lúsis) y


como «estar libre» (λύω G3089 lúo) es en ambos casos la misma:
lúo.
2. El ser soltado (o sea, libre) de una mujer, en el segundo
108
caso tiene que significar lo que significa en el primer caso, pues de
otro modo el contraste que se quiere hacer se perdería.
3. Es claro que lo que está a la vista en ambos casos es el
divorcio. Claramente, cuando Pablo dice que uno ha de procurar
soltarse de una mujer, ¡no quiere decir por la muerte! El soltarse
de que se trata sólo puede significar una cosa: soltarse por
divorcio. De modo que el soltarse, en el segundo caso tiene que
referirse a soltarse de los vínculos del matrimonio por divorcio
(nótese que «soltarse» (λύσις G3080 lúsis) es lo opuesto a estar
«ligado» (δέω G1210 déo) a una mujer).
4. Pablo permite el nuevo casamiento de los que se han
soltado de los lazos del matrimonio (esto es, divorciarse) incluso
en un tiempo de severa persecución, cuando el matrimonio, en
general, no es aconsejado, sino más bien desaprobado (v.
1Co_7:28).
5. Y, además, afirma que no hay pecado en volverse a casar.1
6. Es muy importante, pues, entender que es totalmente
injustificada la posición de aquellos que defienden que bajo
ninguna circunstancia puede casarse una persona divorciada. Este
pasaje es fatal para este punto de vista; las Escrituras lo
contradicen claramente cuando afirman lo opuesto. No puede
haber duda de ello, la Biblia permite el casamiento de algunas
personas divorciadas (no las que se indican en Mateo 5 y 19, etc.).

La cuestión ha de ser presentada de modo más directo. El llamar «pecado» a


lo que Dios ha dicho expresamente que no es pecado (v. 1Co_7:28) —
queriendo o sin querer—, es un error serio y no puede ser pasado por alto
(ver 1Ti_4:3). En efecto, significa colocar las tradiciones de los hombres
(cuyos motivos pueden ser buenos, pero cuyo juicio parece enturbiado) sobre
la palabra del Señor, añadiendo restricciones y cargas que Dios no ha
requerido que llevemos. Esto no puede conducir a nada sino a confusión,
desasosiego y división en la Iglesia de Cristo, y esto es lo que hace.Pero hay
más evidencia de que el nuevo casamiento de personas divorciadas no era
desconocido ni prohibido. En Eze_44:22 leemos:

«No tomará por mujer (‫ ִאשָ ה‬H802 ishshá) a viuda (‫ אַ ְּלמָ נָה‬H490 almaná) ni
repudiada (‫ ג ַָרׁש‬H1644 garásh), sino que tomará virgen (‫ ְּבתולָ ה‬H1330 betulá) del
linaje de la casa de Israel, viuda (‫ אַ ְּלמָ נָה‬H490 almaná) que sea viuda (‫אַ ְּלמָ נָה‬
H490 almaná) de sacerdote (‫ כיהֵ ן‬H3548 kojén).» Eze_44:22

109
No quiero discutir las razones ceremoniales de esta prohibición, pero quiero
indicar simplemente que la regla singularizaba al sacerdote como especial.
Había otras reglas semejantes que pertenecían sólo a los sacerdotes, y que los
hacían especiales. Es claro por la práctica (desde Abraham en adelante, ver
Gén_23:1 y Gén_25:1) y por precepto (como ya hemos observado) que la
Biblia no sólo permite, sino que recomienda que las viudas se vuelvan a
casar. Con todo, aquí, al sacerdote se le prohíbe este derecho (a menos que la
viuda sea la viuda de un sacerdote). No es que el nuevo casamiento de
viudos sea malo, sino que los sacerdotes son un caso especial y no pueden
hacer, lo que es perfectamente correcto hacer, a los otros. Lo mismo se puede decir
de la segunda prohibición del versículo: «o mujer (‫ ִאשָ ה‬H802 ishshá) que
haya sido divorciada (‫ ג ַָרׁש‬H1644 garásh)».

Los sacerdotes no pueden hacer lo que otros si pueden; esto es, casarse con
una persona divorciada. Toda la fuerza de este versículo es para especificar
los requerimientos peculiares a los sacerdotes. Si no hubiera nadie al cual se
le permitiera la prohibición, después de todo, no tendría sentido. Sólo si la
práctica era generalmente aceptable tiene significado el versículo, pues
entonces indicaría una excepción de la regla general.2 No hay nada en la
Biblia que prohíba el nuevo casamiento de las personas divorciadas, sin
obligaciones, excepto los sacerdotes, que son las excepciones de esta norma.
Se asume en la Biblia que siempre que la Escritura permite el divorcio, el
nuevo matrimonio es permitido también.3

Hasta ahora hemos establecido dos puntos muy significativos:

1. El nuevo casamiento, en general, no sólo es permitido, sino que en


algunos casos es estimulado y alabado. Se le ve de modo favorable en el
Nuevo Testamento.
2. El nuevo casamiento después del divorcio, no es prohibido, pero
en algunos casos en que uno ha sido propiamente «soltado» de su
cónyuge, se dice claramente que no es pecado, incluso en tiempos peligrosos,
cuando el matrimonio es desaprobado. No hay ninguna razón para creer que
el punto de vista del Nuevo Testamento, favorable al nuevo casamiento no
se pueda aplicar a todos estos casos.
Vayamos ahora a un tercer punto.
3. ¿Quién puede volverse a casar después del divorcio, y bajo
qué condiciones? La respuesta a esta pregunta es a la vez simple y compleja.
Lo que es simple es el primer principio general: Todas las personas
110
propiamente divorciadas4 pueden volverse a casar. Esto es lo que
enseña 1Co_7:27-28(a), y el principio está plenamente de acuerdo
con 1Co_7:15, en que uno que se divorcia según las provisiones
bíblicas, se afirma allí que es libre y que no está atado. Si está
libre, está libre para volver a casarse.
Lo que es complejo es si las personas que estaban divorciadas
impropiamente (porque el divorcio mismo era pecaminoso) y,
como resultado, que están todavía bajo la obligación de reconciliar
a su cónyuge, o bien si las personas propiamente divorciadas, pero
con otras obligaciones (que serán discutidas más adelante) pueden
cumplir de tal manera estas obligaciones, que al final, ellos
también sean libres para casarse.5

John Murray ha presentado buenos argumentos en favor de que una


persona que ha sido divorciada en conformidad con la cláusula de excepción
presentada en Mat_19:9 es libre para volverse a casar, porque la cláusula de
excepción «... salvo (εἰ μὴ G1487 G3361 ei mê) por causa de fornicación
(πορνεία G4202 porneia)», se aplica no sólo a la frase «cualquiera que repudia
(ἀπολύω G630 apolúo) a su mujer (γυνή G1135 guné)», sino también a la frase
«y se casa (γαμέω G1060 gaméo) con otra». (Divorcio, de Murray, pp. 36-43).
No voy a repetir aquí todo lo que en esta magnífica obra exegética se dice en
apoyo de esta conclusión. Sin embargo, suponiendo, pues, que Murray tiene
razón, es del todo apropiado decir que en estos casos —no habiendo
obligación para los cónyuges de que se reconcilien— uno puede volver a
casarse sin cometer adulterio.6

Es apropiado, pues, que algunas personas divorciadas vuelvan a casarse,


como si se tratara de la muerte del cónyuge (ver 1Co_7:39), en tanto que se
«casen (γαμέω G1060 gaméo) en el Señor» (esto es, los cristianos deben casarse
con cristianos). Cuando están libres para casarse, no están libres para
casarse con cualquier persona; sólo pueden casarse con creyentes. Pero,
aplicada al nuevo casamiento de personas divorciadas, esta regla bíblica
puede tener algunas implicaciones interesantes (y onerosas = pesadas o
molestas) . Para empezar, queda claro (por ejemplo) que si un cristiano se
divorcia de su esposa no salva, que quiere continuar el matrimonio, ha
pecado (ver 1Co_7:12-13).

Si ella se arrepiente, él, no sólo debe procurar el perdón de Dios por este
pecado (y todos los otros pecados cometidos en el curso de la obtención del
111
divorcio), sino que debe perdonarla también. Por el hecho de que él ha de
estar casado con ella (la divorció contra las claras prohibiciones en
1Co_7:12-14), debe procurar el retorno a ella y el restablecimiento del
matrimonio. Sin embargo, ya no está casado con ella, y por el hecho de que
debe casarse «sólo en el Señor», está bloqueado, por esta regla, de hacerlo y,
por tanto, de cumplir su obligación. Su desobediencia pecaminosa le ha
puesto en un callejón sin salida. ¿Qué tiene que hacer?

1. Informarla a ella de este dilema. Ella, viendo su alegado


arrepentimiento en el Señor, puede ser llevada a reconsiderar el
Cristianismo. Pero hay que estar alerta de una profesión falsa
por su parte si ella quiere, a toda costa, que su primer marido
vuelva a ella.
2. Continuar orando por su salvación.
3. Evangelizarla.
4. Abstenerse de salir con otra o casarse con otra.
5. A menos que la esposa previa (ahora o en un punto
ulterior) deje ver claro que ya no desea ser reconciliada y
volverse a casar con él, él ha de esperar y procurar su conversión
y su casamiento renovado entre los dos.
6. Si ella llega al punto en que no desea volverse a casar con
él, él está libre (1Co_7:15).

Puede darse el caso de que ella (o él) se convierta y quiera volver al primer
cónyuge. ¿Qué debe hacer él (o ella) si está unido a otro cónyuge? En tal caso
el arrepentimiento no sirve. Dios perdona el pecado pasado, pero no cambia
las consecuencias. El caso ilustra algo, las dificultades (pero no todas) que
pueden acompañar el divorcio. Podemos preguntarnos por qué todo esto ha
de ser tan complicado. La respuesta básica es clara: el pecado complica la
vida. Y cuando, por añadidura, hay una respuesta pecaminosa a las
complicaciones iniciales del pecado, la maraña puede volverse bastante
intrincada (enredada, complicada, confusa) en algunas ocasiones. Los
consejeros —y las congregaciones— no pueden obrar de otro modo en estas
cosas; tienen que desenredar el embrollo (enredo, confusión, maraña) hasta
que hayan tratado cada caso debidamente.7

Algunas veces también hay complicaciones debidas al pecado de la Iglesia,


que deja de hacer lo que Dios requiere que se haga; esto siempre vuelve a
hacer sombra sobre la Iglesia en días futuros. Muchas de las dificultades que

112
resultan de ello, podrían haber sido evitadas, si la Iglesia hubiera hecho al
principio, lo que debía. Pongamos, por ejemplo, lo que podría haber sido una
situación relativamente simple, pero que es enturbiada para la Iglesia
debido a consejos desacertados e inacción. (Generalmente es la posición de
quedarse al margen por parte de la Iglesia, lo que da lugar a los problemas).

Pero las dificultades raramente desaparecen si no hacemos nada). En este


caso, Mary y Joe eran cristianos profesos. Ninguno de los dos había
cometido adulterio. Joe se divorció de Mary porque «ya estaba harto de
discutir sobre todo». La base del divorcio era incompatibilidad (una
posición no bíblica). La Iglesia intervino sólo después de consumado el
divorcio. Joe, con ira y sin arrepentirse8, dejó la Iglesia, y cuando el pastor le
visitó para enterarse de la causa, Joe se quejó con vehemencia, diciendo que
no le importaba pertenecer a una Iglesia en la que la gente decía cosas así, y
requiriendo que se mandara carta de traslado a otra Iglesia en la misma calle
(en realidad el pastor y los diáconos dieron un suspiro de alivio cuando
pudieron hacerlo).

Pero las cosas mal hechas acarrearon sus consecuencias para la Iglesia: Mary
conoció a otro cristiano y quiso casarse con él. (Joe no se volvió a casar.) La
Iglesia primera tiene lo que podríamos llamar una «posición firme» en contra
de volver a casar personas divorciadas, bajo circunstancias en que el primer
esposo está vivo y no se ha casado;9 ¿qué podía hacer el pastor? Bueno,
debido a sus propios fracasos y a los fracasos de los diáconos de la Iglesia, el
pastor y los diáconos se echaron esta complicación sobre sí. Originalmente, la
Iglesia debía haber entrado en escena mucho antes, por lo menos cuando Joe
fue a ver al abogado (un pastorear cuidadoso se da cuenta de los problemas
de esta magnitud mucho antes). En base a 1 .a Corintios 6 (y otros pasajes),
habría sido apropiado que se requiriera a Joe que cancelara los trámites
hechos, puesto que pedir divorcio a un abogado era pecado.

Entre otros puntos, se le debía advertir que:


1. Dios le prohibía llevar a su esposa —un creyente en
Jesucristo profeso— al tribunal. Todos los problemas que tenían
él y Mary debían ser resueltos por la Iglesia dentro de su
jurisdicción y no en el tribunal ante los paganos.
2. Dios requería de él que siguiera la ruta de Mat_18:15 y sig.
para resolver estos problemas.
3. Dios no permitía un divorcio por motivos de

113
incompatibilidad.
4. No había razón que impidiera que el matrimonio fuera
transformado si los dos deseaban hacerlo para la gloria de Dios.
5. Si Joe hubiera estado de acuerdo con estas admoniciones
(amonestaciones, reconvenciones), entonces no habría habido
divorcio, y la reconciliación se hubiera efectuado, así como los
consejos hacia un nuevo estilo de vida. Podría haber dado lugar a
mucho trabajo, pero la situación habría sido relativamente
simple.

Si Joe hubiera fallado en responder de modo positivo, este pecado habría


complicado las cosas un poco más; pero si Mary (y la Iglesia) hubieran
proseguido fielmente el procedimiento en base a Mat_18:15 y ss., entonces —
asumiendo (como asume Mat_18:15 y ss.) que Joe rehusara obstinadamente
cesar y desistir de sus planes pecaminosos de divorciarse de Mary sobre una
base no bíblica—, por lo menos (después de hacer todos los intentos posibles
para llegar a una reconciliación), Joe habría sido excomunicado
(excomulgado), y todo el asunto hubiera caído sobre 1Co_7:15. La posición de
Mary y de la Iglesia habría sido clara: ella quedaba en libertad de casarse
con otro. El resultado, una vez más, habría sido claro y no complicado.

Sin embargo, debido a que la Iglesia (las dos congregaciones estaban


equivocadas en distintas formas) falló en aconsejar y obrar como debía (una
escena típica hoy en las iglesias evangélicas), tuvieron lugar muchas nuevas
complicaciones, haciendo las cosas más difíciles para todos. Aquí indicamos
algunas de estas complicaciones:

1. Mary, hoy, no está en libertad para casarse de nuevo.


2. Joe se ha visto privado de su corrección por la falta de
disciplina de la Iglesia.
3. Joe no ha sido confrontado en todos los niveles conforme al
requerimiento de Mat_18:15 y ss., y todavía se considera un
miembro de la Iglesia de Cristo, a pesar de su rechazo de la
autoridad de Cristo en la Biblia.
4. Se ha pasado por alto un divorcio pecaminoso.
5. Joe (y Mary) están en peligro de cometer adulterio.

Ahora bien, ¿puede hacerse algo para rectificar la situación? Sí, pero será
complicado, difícil y más penoso para todos los afectados. El evitar el
embrollo (enredo, confusión, maraña) original ha traído —como siempre
114
trae— una situación peor aún (Spurgeon dijo una vez: «Es más fácil aplastar
el huevo que matar a la serpiente»). ¿Cómo se pone orden en un caos? Éstas
son, básicamente, las cosas que han de hacerse para conseguir un arreglo
pacífico sobre todas las cuestiones (entre otras que pueden presentarse como
oportunas a lo largo del camino):

1. La primera Iglesia ha de buscar el perdón de Dios, perdón


de Mary y Joe, y de la segunda Iglesia, por fallar en manejar las
cosas de modo escritural. Este paso no puede omitirse sin
destruirlo todo.
2. Hay que aconsejar a Mary que busque la reconciliación
fielmente, con Joe, siguiendo los procedimientos de Mat_18:15 y ss.
paso por paso.
3. Joe debe ser invitado a arrepentirse y buscar reconciliación
con Mary y su Iglesia anterior (y el miembro contra el cual
expresó su enojo).
4. Si todo va bien, Mary y Joe se reconciliarán, se volverán a
casar y edificarán, bajo el cuidado propio en el aconsejar, un
matrimonio nuevo y mejor (no volviendo a las mismas cosas).10
5. Pero supongamos que Joe, en pecado, rehusa el
reconciliarse. En consecuencia, su pecado se complica. No
obstante, esto no debe detener el proceso.
6. En este caso, Mary debe proseguir Mat_18:15 y ss.
7. Pero esta vez Mary tiene que pedir de la nueva Iglesia de
Joe que tome parte (por lo menos en el último estadio de Mat_18:15
y ss.), puesto que él está ahora bajo la disciplina de ellos.
8. Para entonces, naturalmente, ellos deberían darse cuenta de
lo que pasa, porque la congregación de Mary (algún tiempo antes)
debería haberse puesto en contacto con la segunda Iglesia,
solicitando perdón y dándoles cuenta de la nueva acción que han
aconsejado hacer a Mary, y la posibilidad de implicarlos en
disciplina en caso de que Joe no responda a los primeros pasos del
proceso.
9. Si la Iglesia de Joe hace lo que debe, la cosa irá bien. Joe se
arrepentirá o quedará excomunicado (excomulgado), con lo cual
todo permanecerá en paz.
10. Pero ¿y si la Iglesia de Joe falla en asumir sus
responsabilidades y no quiere excomunicar (excomulgar) a Joe
aunque éste no atienda a su advertencia? Este pecado por parte de

115
la Iglesia complica más aún las cosas. Sin embargo, todavía hay
recursos.
11. Entonces, los diáconos de la Iglesia de Mary tienen que
ponerse en contacto con los de la Iglesia de Joe (sería preferible
empezar con una entrevista entre los dos pastores respectivos;
pero si esto falla, los diáconos han de confrontar a los otros
diáconos) tratando de resolver el asunto, ofreciendo apoyo, ayuda,
dirección, ánimo, etc.
12. Si la Iglesia de Joe lo acepta, ya está resuelto. Todo va a fluir
de modo natural hacia uno de los dos fines presentados:
reconciliación o disciplina. Pero si la Iglesia de Joe rehúsa,
¿entonces qué? Es evidente que, como ha venido ocurriendo hasta
ahora, su pecado va a complicar las cosas más todavía.
13. La Iglesia de Mary en este punto sólo tiene una alternativa
—que sólo ha de usarse cuando todos los demás esfuerzos han
fallado, y con gran precaución—: el declarar (en un juicio
funcional) que la Iglesia de Joe no es una Iglesia, puesto que ha
rehusado escuchar la autoridad de Cristo, y Joe (como parte de la
organización) es como un pecador y un publicano.
14. Al fin, después de tirar de todos los cabos, la cosa llega a su
fin, y, en base a 1Co_7:15, Mary puede casarse con otro.

He entrado en detalle en este complicado proceso, no para desanimar


respecto a la disciplina de la Iglesia, sino más bien para animar a usarla en
un momento inicial, para beneficio de todos. Sólo así pueden evitarse muchas
complicaciones. Sin embargo, puesto que las Iglesias están fallando en
disciplinar (y probablemente muchas seguirán haciéndolo), necesitarás saber
lo que hay que hacer (si eres Mary, el pastor o un diácono) a fin de aclarar
muchos embrollos (enredos, confusiones, marañas) que puedes encontrar a
lo largo del camino. Los principios básicos, con variaciones en cada caso,
pueden ser usados en cualquier número de situaciones.
___
1 Que Pablo no está hablando en el v. 1Co_7:28(a) de una virgen que se casa, se puede ver
por el hecho de que en 1Co_7:28(b) habla de este tema. Evidentemente, 1Co_7:28(a) es una
continuación del tema introducido en el v. 1Co_7:27. Pablo está hablando de los que se
han casado previamente y que se han divorciado.
2 Ver también Lev_21:7; Lev_21:13-15.
3 Recuérdese, asimismo, que el derecho de volverse a casar fue afirmado expresamente
tanto en las cartas de divorcio griegas como en las hebreas. El Talmud dice: «La esencia del
git (documento de divorcio) está en las palabras: He aquí, por este documento eres permitida a
116
todo hombre.» Gittin 85b., op. cit, p. 439.
4 Por propiamente divorciados entiendo los que son soltados sin obligaciones. Nótese
que 1Co_7:27 habla de los que están ligados a una esposa y son soltados de estas
ataduras.
5 El principio que recorre toda la Escritura, en una forma u otra, es que Dios nos ha
llamado a paz (1Co_7:15). Dios requiere de nosotros que resolvamos todos los puntos que
no están resueltos. Dios no quiere que queden cabos sueltos (ver Manual).
6 Es interesante notar que las Escrituras no registran ningún caso ni amenazan a ninguna
persona con el castigo de apedreamiento por haberse casado en tanto que el cónyuge
propio está vivo. Pese a todo, si el hacerlo constituyera adulterio, sería de esperar
descubrir algún caso, o por lo menos un indicio de ello. Sólo aquí, en las palabras de
Cristo, en Mat_19:9 está el hecho de que el adulterio puede resultar del nuevo casamiento
bajo las condiciones de las obligaciones presentadas. Esta observación es pertinente (es
decir, viene a propósito) a lo que hemos discutido en el capítulo 12 sobre los orígenes del
divorcio por adulterio. Las palabras de Cristo sobre el divorcio en los evangelios, como
hemos visto, se refieren (en parte) a Deu_24:1-4. La esposa, en esta discusión, habría «sido
contaminada» porque su marido (si hizo lo que hace el marido de Deuteronomio, haría
que ella cometiera adulterio al divorciarse de ella por una causa menor que el pecado
sexual (ellos estarían obligados a reconciliarse porque deberían estar casados en vez de
no casados). No obstante, ni la mujer, ni el segundo marido con quien se casó, fueron
apedreados por el acto (a pesar de todo, ¡todavía seguía viva después del primer y del
segundo divorcio!). Es de suponer, por lo menos en estos casos, que podemos decir que
Moisés no requirió el apedreamiento por adulterio.
7 Para más detalles sobre estas cosas leer Matters of Concern, pp. 20-23.
8 Un miembro (no el pastor o una persona con cargo responsable) le dijo que había
pecado al divorciarse de Mary.
9 Esto es típico de muchas iglesias en que esta «posición firme», en realidad, procede de
la gran debilidad en cuidar y disciplinar a los miembros. En lugar de ser «firmes» ellas, lo
es la Biblia; y las Iglesias lo son a veces donde la Biblia no lo es.
10 Mas detalles en Mas que Redención 176

***

117
CAPÍTULO 15
PERSONAS CON UN HISTORIAL
La cuestión del historial en los convertidos y los cristianos arrepentidos
aparece, con frecuencia, en discusiones sobre el divorcio y el nuevo
matrimonio. No tenemos por qué evitarla. Los convertidos tienen toda clase
de irregularidades pecaminosas en el pasado. «Se han entregado a toda clase
de impureza», como dijo Pablo en Efe_4:19. ¿Qué hay que pensar de este
pasado cuando se vuelve a considerar un nuevo matrimonio? ¿Hay que
volver a todo esto, revisarlo en detalle y, a base de lo que se encuentra,
decidir sobre la elegibilidad para hacer el nuevo casamiento? Sí y no.

Consideremos que no. Algunos quieren entrar en todos los detalles —tengan
importancia o no— con respecto al asunto del nuevo casamiento. Este punto
de vista es erróneo, como muchas dirán también. Otros van incluso hasta el
punto de advertir que se deshaga el matrimonio presente a base de divorcios
no bíblicos en el pasado.1 Otros quieren prohibir el nuevo casamiento de
todas las personas divorciadas. Y otros, todavía mirando al pasado, quieren
prohibir que vuelvan a casarse todos aquellos que llaman «cónyuges
culpables». ¿Qué dice la Biblia? ¿Pueden las personas divorciarse, con un
pasado culpable, volverse a casar?

Hay toda clase de complicaciones, como es natural, que pueden surgir.


Como es muy difícil mencionar todas estas posibles combinaciones, tengo
que tratar de ello en principios generales. Estos principios tienen que cubrir
tan diversas situaciones como muestran los ejemplos siguientes:
Supongamos parientes no salvos que se casan entre sí en grados de
consanguinidad prohibidos y ahora se hacen cristianos. ¿Han de disolverse
los matrimonios? Una prostituta se convierte. Ahora ha conocido a un
cristiano que quiere casarse con ella (conociendo perfectamente cuál es su
pasado)2.Si es así, ¿qué se hace? Un hombre que se ha divorciado de dos
esposas por incompatibilidad, ahora se ha hecho cristiano. ¿Tiene que ir
atrás a una de las dos esposas no salvas?3 Si es así, ¿cuál? o bien, ¿puede
casarse con una creyente, una tercera esposa, olvidando su pasado?

Para estas posibles situaciones, y docenas más, la Biblia tiene la respuesta.


Cuando una persona se convierte, ha de: «permanecer en el estado en que fue
llamado» (1Co_7:24; ver vv. 1Co_7:17; 1Co_7:20; 1Co_7:26). Pablo hizo esta
regla para todas las iglesias (v. 1Co_7:17). Esto implica que un convertido,
desde la fecha de su conversión, empieza una nueva historia desde el
118
comienzo.4 Él mismo énfasis es aparente en todas las Escrituras (por ejemplo,
ver 1Co_6:9-11). Los adúlteros, los fornicarios y homosexuales, así como
otros con historiales nefandos (indignos), se dice que pueden ser «lavados
(ἀπολούω G628 apoloúo), santificados (ἁγιάζω G37 jagiázo), justificados
(δικαιόω G1344 dikaióo)». Leemos en 1Co_6:11 : «Y esto eráis algunos de
vosotros.» (Nótese bien el tiempo pasado: Pablo ya no los considera así
después de la limpieza de Cristo por el Espíritu.) Parece quedar bien
establecido que una vez el creyente ha sido perdonado y ha abandonado un
pecado, ya no se le considera un fornicario, un borracho, etc. ¿Por qué, pues,
hemos de continuar diciendo que los tales son violadores del pacto de
compañía?

Está bien claro que Dios perdona el homicidio, la inmoralidad sexual de la


clase más baja, etc. ¡La Iglesia debe hacerlo también! Es importante notar
que el perdón (incluso en el caso de un creyente arrepentido que ha pecado
después de la conversión) implica no sólo la limpieza, sino el consuelo y la
restauración a la plena comunión entre los miembros de la Iglesia de Cristo
(2Co_2:7-8). En una u otra forma, el adulterio y el divorcio por razones no
bíblicas parece ser omitido hoy de la lista de los pecados perdonables, aun
cuando Dios los ha perdonado. Esto es una trágica equivocación. ¡El hacer
omisión de estos pecados es contaminar toda la herencia humana de Cristo
Jesús mismo!

Con esto quiero decir que, en el linaje de Cristo, se halla una Rahab, la
ramera (una adúltera), que se casó con Salmón y entró en el linaje del
Mesías. David y Betsabé cometieron claramente adulterio (esto sin hablar
del asesinato por parte de David), y Jesús se llama él mismo «hijo de
David». ¿Fue adúltera la unión de David y Betsabé de que desciende Cristo?
¿O fue santificada por el perdón? No hemos de intentar de ser más píos
(piadosos, benignos, blandos, misericordiosos, compasivos) que Pablo (¡o
que Dios mismo!) ¿Quién hay entre nosotros que no haya pecado, ¿Qué
lector de estas páginas no es en su corazón un adúltero y un homicida?
¿Quién ha de tirar la primera piedra? ¿Eres tú, a los ojos de Dios, mejor que
Rahab, David o Betsabé porque no has cometido externamente adulterio o
no has entrado en matrimonio con una persona divorciada en forma no
bíblica y, por ello, has cometido un acto de adulterio?

¿Por qué el adulterio y el divorcio han sido destacados en primera fila de


entre la lista de los pecados aborrecibles mencionados en el Nuevo

119
Testamento?5 No estoy tratando de minimizar la pecaminosidad6 del
divorcio por motivos no bíblicos. Es aborrecible y sus consecuencias son
trágicas. Pero si hemos de verlo bajo alguna luz especial, como hacen tantos
cristianos hoy día, ¿por qué razón el Nuevo Testamento no lo hace? ¿No
constaría al frente —o cerca del frente— de la lista de estas abominaciones si
el Nuevo Testamento viera el divorcio pecaminoso como lo hacemos
nosotros? Hemos de decir, pues, que lo que Dios ha limpiado, el hombre no
debe llamarlo inmundo. Cristo es mayor que nuestro pecado: incluso
nuestro pecado de adulterio y divorcio.

Empequeñecemos a Cristo cuando hablamos y obramos como si no lo fuera.


Estos pecados son verdaderamente aborrecibles; no hemos de minimizar este
hecho. Pero Cristo es mayor que el pecado, cualquier pecado. No hemos de
minimizar, pues, el pecado o sus efectos, sino que debemos de engrandecer
sobremanera a Cristo y el poder de su cruz. Algunas veces se cita el caso de
Herodes (Mar_6:17-18) tratando de demostrar que volverse a casar es
pecado. Pero los hechos no apoyan el caso. Cuando Juan el Bautista le llamó
a cuentas y procuró que se arrepintiera, citándole su violación de la ley de
Dios [«No te es lícito (ἔξεστι G1832 éxesti)»], es importante distinguir, entre
varias cosas que:

1. Esto no es recordar lo que ha sido perdonado; el objetivo de Juan


era llevar a Herodes al arrepentimiento que conduce al perdón. Herodes era
un hombre impenitente (una persona que se obstina en el pecado, que
persevera en él sin arrepentimiento) que no buscaba el perdón de Dios.
2. Las palabras de Juan no declararon que el matrimonio de Herodes con una
mujer divorciada era pecaminoso; no se trataba de esto. Lo que le dijo fue:
«No te es lícito (ἔξεστι G1832 éxesti) tener la mujer (γυνή G1135 guné) de tu
hermano (ἀδελφός G80 adelfós)» (Mar_6:18). Éste es el punto:Herodías había
sido la esposa del hermano de Herodes. Casarse con ella (en cualquier caso)
habría sido violar Lev_18:6; Lev_18:16 (ver Josefo, Antigüedades 18:5 [LIBRO
18, Capítulo 5], 1; 5:4).

Hagamos, pues, la pregunta: ¿Está prohibido el matrimonio a una persona


anteriormente adúltera o divorciada pecaminosamente? Hagamos otra:
¿Está prohibido el matrimonio a los antiguos asesinos, mentirosos o
calumniadores? No, No hay más razón bíblica para creer que el primero está
prohibido que para creer que el segundo también lo está. O bien Dios
limpia, o bien no limpia.

120
Es por esto que nos equivocamos al hablar del «cónyuge culpable» y del
«cónyuge inocente» cuando consideramos el nuevo casamiento. Este
lenguaje no es bíblico, y debe ser usado con cuidado extremo. Si bien en el
momento del divorcio un cónyuge puede haber sido culpable (de obtener
pecaminosamente un divorcio) y el otro inocente de ello, no es propio seguir
hablando de una persona arrepentida, perdonada (tanto si su pecado fue
cometido antes o después de la conversión), como del cónyuge «culpable».
En Cristo ahora es inocente. ¿Quiénes somos nosotros para recordar y seguir
considerando esta culpa contra él, cuando Dios no lo hace?

Hablemos un poco de éste a quien llamamos «el culpable». Loraine Boettner


tiene razón de modo absoluto cuando dice: «No hay ninguna ley en la
Biblia que diga que ha de permanecer sin casar» (Divorce). La cosa es
clara: Dios permitió que continuara el casamiento de David y Betsabé,
aunque los dos habían sido culpables de adulterio, y David, además, de
homicidio. No se puede imaginar un matrimonio más sórdido (manchado,
sucio, impuro, indecente o escandaloso) en sus comienzos. Sin embargo, Dios
bendijo, con el tiempo, este matrimonio; a causa de que les fue concedido el
perdón, el pasado quedó borrado, y el futuro despejado para la bendición de
Dios (ver 2Sa_12:13; Salmo 51; especialmente el v. Sal_51:2). Si este
matrimonio, que al comienzo estaba hundido en el pecado (David no se
arrepintió hasta después del matrimonio), pudo ser bendecido por Dios
hasta el punto de ser un eslabón (cada una de las piezas que forman una
cadena) en el nacimiento del Mesías, ¿por qué decimos nosotros que las
personas que han sido perdonadas y limpiadas antes de casarse no pueden
esperar, a causa del pecado pasado, que Dios bendiga sus matrimonios?

Ahora bien, alguien puede decir que esto hace el perdón demasiado fácil y va
a estimular el divorcio. No quiero dar más honra a este argumento que la que
le dio Pablo en Romanos. El divorcio, obtenido ilegítimamente, es pecado:
una ofensa aborrecible contra Dios y el hombre. No estoy estimulando el
divorcio, como tampoco Dios estimula el robo, el adulterio, la
homosexualidad, la mentira y el homicidio al declarar que estos pecados
son perdonados totalmente en Cristo y quitados de en medio (1Co_6:11). El
arrepentimiento, cuando es genuino, es como el arrepentimiento de David
(Salmo 51, 38, etc.); no es tratado a la ligera, como un truco. Un pecador
arrepentido reconoce lo serio de la naturaleza de su ofensa, y no sólo está
agradecido, sino que produce frutos (cambios) apropiados a su
arrepentimiento. En toda discusión sobre el divorcio y el nuevo casamiento
121
hemos de tener cuidado en preservar la integridad de dos verdades bíblicas:

1. El pecado es aborrecible.
2. La gracia es mayor que el pecado más aborrecible (Rom_5:20).

Así que hemos visto que:

1. el nuevo matrimonio después del divorcio es permitido en la


Biblia, y
2. que el cónyuge culpable —después del perdón7— queda libre
para volver a casarse.

Queda todavía un punto que hay que mencionar. Cuando pregunté (al
comienzo de este capítulo): «¿Debemos traer a la vista el historial pasado,
revisarlo en detalle y, en base a lo que hallemos, decidir sobre la
posibilidad del casamiento?», contesté equívocamente: «Sí y no.» Ya es
hora de que examinemos el sí. Existen algunos asuntos del pasado que
pueden estar todavía pendientes, incluso después del perdón. Tienen que ser
aclarados y luego archivados en el olvido, donde corresponden. Antes de
declarar que una persona penitente (arrepentida) y divorciada
ilegítimamente puede volver a casarse con otra, hay que preguntarle:

1. ¿Estás libre de todas las obligaciones pasadas?


2. ¿Has buscado el perdón, no sólo de Dios, sino de tu antigua
esposa, hijos, parientes y otros implicados?
3. ¿Has hecho todo lo posible para obtener una reconciliación8
(cuando era posible)?
4. ¿Has hecho todos los esfuerzos posibles para rectificar todo lo
que se ha hecho mal (en tanto que ha sido posible) con respecto a
asuntos como:
5. devolución voluntaria de dinero obtenido ilegítimamente del
cónyuge, derechos, etc., en un ajuste del divorcio;
6. asumir las obligaciones de sostener los hijos, etc.?

Además, como el divorcio pasado prueba que ha habido un fallo


matrimonial, hay que:

1. Aconsejar a todas las personas previamente divorciadas, antes


de que se vuelvan a casar, sobre cualquier pecado en su vida que

122
pueda haber contribuido de alguna forma al resultado.
2. Aconsejarles acerca de cualquier actitud o idea equivocada
sobre el matrimonio (o sobre los cónyuges en el matrimonio) que
pueda haberse desarrollado durante el matrimonio previo y los
procedimientos de divorcio, poniendo énfasis especial en el amor
como algo que se da, no que se obtiene.

Supongo que se proporcionará consejo matrimonial, de modo general9, a la


persona o personas que desean casarse.

Nota
Algunos han sugerido que la boda de una persona divorciada no debe
tener lugar en la Iglesia. Esto es un disparate (dicho o hecho absurdo,
imprudente o irreflexivo). En primer lugar, la idea considera el edificio de la
Iglesia como algo que no es: un santuario (es decir, un lugar especialmente
santo). Pero de más importancia es que, si el matrimonio es recto, es recto
en todo sentido, y la Iglesia de Jesucristo debe decirlo así. No hay que hacer
nada en ningún sentido que sugiera que el perdón concedido no ha sido
completo. ¡Jesucristo salva! En la mente de algunos, una boda en la Iglesia
simboliza un matrimonio propio y recto, y un vestido blanco, una boda
santa, por-lo que, de modo absoluto, hay que hacer todas estas bodas en el
edificio de la Iglesia, y hacer que el vestido de boda blanco simbolice la
purificación por la sangre de Jesucristo.
¡Que no hay mancha ni arruga, ni cosa semejante! Proclamemos en todas
las maneras legítimas, a todos los que quieran escuchar, la gracia infinita y
el perdón asombroso de Jesucristo!
___
1 Véase la controversia entre las iglesias de Cristo, reflejada en Jas. D. Bales, en el libro
Not Under Bondage (Arkansas: Bales, Searcy, 1979).
2 Las prostitutas no tienen tratos sólo con personas no casadas, sino que continuamente
cometen adulterio. ¿Es una adúltera así elegible para el casamiento?
3 Para más detalles sobre este problema ver el capítulo anterior.
4 Esto no excluye el necesario cumplimiento de las obligaciones morales o civiles. El
verdadero arrepentimiento lleva siempre a este fruto.
5 Nótese bien que el divorcio pecaminoso no aparece entre los pecados de estas listas,

principalmente en Mateo 15; Romanos 1; Gálatas 5; 2da Timoteo 3; Apocalipsis 21, 11, y,
con todo, ¡la calumnia y la mentira están allí!
6 Hay también consecuencias que pueden seguir al perdón del pecado (ver Más que
Redención). Pero el Nuevo Testamento no indica ninguna consecuencia necesaria,

123
después del arrepentimiento, que la Iglesia deba imponer sobre las personas divorciadas
pecaminosamente.
7 La Iglesia debería dilucidar (aclarar y esclarecer un asunto) siempre cuál es el cónyuge
que ha buscado perdón, debería determinarlo y debería decidir que se le conceda (y
anotar esto en el libro registro de la Iglesia). Debería anotarse, asimismo, cuándo se han
cumplido todas las obligaciones y el cónyuge queda libre para volverse a casar.
8 Para un caso especial y los procedimientos a seguir, ver el capítulo 14.
9 Ver el programa sobre aconsejar premarital en mi Pastoreando el Rebaño de Dios y en
el libro de Howard Eyrich, Three to Get Ready (Phillipsburg: Presbyterian and Reformed
Publishing Cox., 1978).
***

124
CAPÍTULO 16
FORMA DE TRATAR
EL DIVORCIO Y EL NUEVO CASAMIENTO
Si hay algo que se ha puesto claro a lo largo de este estudio es esto: los casos
de divorcio y nuevo casamiento son complejos; no son tan simples de tratar
como algunos piensan. No me refiero a los quebraderos de cabeza, las vidas
rotas, las luchas, las expectativas hechas pedazos y todo esto. Para considerar
estas cosas —y deberían ser consideradas— serían necesarios dos o tres libros
más. Pero me refiero, simplemente, a la complejidad de los principios y
procedimientos que hay que aplicar. El pecado (y, en particular, el fallo en
tratarlo y sus consecuencias bíblicas) en sí es bastante complejo.
¿Hay alguna manera de resumir todo lo dicho? ¿Podemos redactar una lista
de verificación (poniendo junto el contenido esencial de todo el libro, de
modo que pueda ser usada para analizar y decidir los casos particulares? La
siguiente lista de principios y preguntas, aunque incompleta, como es
natural, será útil para hacerlo. Hay que asegurarse de considerar en cada
caso, si es aplicable.

I. PRINCIPIOS:

A. Matrimonio:

1. Es una institución ordenada divinamente.


2. Es la institución primera y más fundamental.
3. Es obligatorio y por medio de pacto.
4. Es un pacto de compañía o compañerismo.
5. Es el lugar para la verdadera intimidad.
6. Ha de ser conformado al modelo de Cristo y su Iglesia.

B. Divorcio:

1. Siempre resulta del pecado.


2. No es necesariamente pecaminoso.
3. Siempre destruye un matrimonio.
4. Nunca es necesario entre creyentes.
5. Es legítimo cuando la causa es el pecado sexual.
6. Es legítimo cuando un no creyente desea divorciarse del creyente.
7. Es perdonable cuando es pecaminoso.

125
C. Nuevo Casamiento:

1. En general, es deseable.
2. Es posible para una persona divorciada.
3. Es posible, por medio del perdón, para una persona divorciada
pecaminosamente.
4. Es posible sólo cuando se han cubierto todas las obligaciones
bíblicas.
5. Es posible sólo cuando los dos cónyuges son preparados para el
matrimonio.

II. PREGUNTAS:

1. ¿Son cristianos los dos, uno o ninguno de los cónyuges?


2. ¿Quién quiere el divorcio?
3. ¿Con qué motivos o base?
4. ¿Quiere este cónyuge realmente un divorcio o sólo un cambio en la
situación?
5. ¿Ha sido infringido 1.a Corintios 6?
6. ¿Hay presente pecado sexual?
7. ¿Hay evidencia aceptable de dicho pecado o se trata sólo de
comentarios o suposiciones?
8. ¿Ha sido aplicada disciplina de Iglesia? (Mat_18:15 y ss.).
9. Si es así, ¿con qué resultado?
10. ¿Hay arrepentimiento y perdón?
11. ¿Ha sido requerida la reconciliación?
12. ¿Quiere el no creyente que el matrimonio continúe?
13. ¿Se ha casado el antiguo cónyuge con otro u otra?
14. ¿Falló alguna Iglesia en tratar el divorcio/nuevo casamiento de
modo debido?
15. Si es así, ¿en qué? Y ¿qué hay que hacer para rectificar lo que se ha
hecho mal?
16. ¿Está el creyente en un estado en que la Iglesia puede declararle
libre de toda obligación y, por tanto, libre para volver a casarse?
17. Si no es así, ¿qué más es necesario hacer para llevarle a esta
condición?

126
CONCLUSIÓN
He pensado en la posibilidad de considerar toda clase de casos, a la luz de los
principios y procedimientos que he establecido en este libro, para demostrar
la forma en que se pueden aplicar mejor. Pero he decidido no hacerlo (quizá
lo haga más adelante en otro contexto):
Primero, es difícil que se le ocurran a uno todas las situaciones posibles.
Segundo, quiero poner este libro en manos de la comunidad cristiana en
general: legos y pastores, consejeros y estudiantes de la Biblia. El considerar
toda clase de casos hubiera hecho el libro en exceso voluminoso y caro.
Ambos factores habrían tendido a reducir el número de lectores.
Tercero, tengo otras cosas que hacer, y el incluir estos casos hubiese diferido
la publicación de este libro varios meses, por lo menos. Como hay una gran
necesidad de su publicación, he decidido ponerlo a la prensa
inmediatamente.
Mi oración a Dios es que use este libro para proporcionar equilibrio y
bendición a su Iglesia. Lo he escrito pensando en estos dos propósitos.
***

127
APÉNDICE
DIVORCIO Y NUEVO MATRIMONIO
John Murray
Greek New Testament with variants:
T = Stephens 1550 Textus Receptus.
S = Scrivener 1894 Textus Receptus
B = Byzantine Majority
A = Alexandrian

Mat_19:9 «λεγω δε υμιν οτι ος αν απολυση την γυναικα αυτου TSει μη επι
πορνεια και γαμηση αλλην μοιχαται TSBκαι TSBο TSBαπολελυμενην
TSBγαμησας TSBμοιχαται»
«Légoo dé jumín jóti jós án apolúsee teén gunaíka autoú (ei) meé epí porneía kaí
gameésee álleen moijátai; kaí jo apolelymenén gamésas moijátai.»
«Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de
fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada,
adultera.»

Mat_19:9 «Y yo os digo que cualquiera que repudia (ἀπολύω G630 apolúo) a


su mujer (γυνή G1135 guné), salvo (εἰ μὴ G1487 G3361 ei mê) por causa de
fornicación (πορνεία G4202 porneia), y se casa (γαμέω G1060 gaméo) con otra,
comete adulterio (μοιχάω G3429 moijáo); y el que se casa (γαμέω G1060 gaméo)
con la repudiada (ἀπολύω G630 apolúo), comete adulterio (μοιχάω G3429
moijáo)»

Con respecto al divorcio y sus implicaciones, éste es el pasaje más crucial


(crítico, decisivo) en el Nuevo Testamento. Ocupa esta posición tan crucial
(crítico, decisivo) particularmente por la razón de que es el único pasaje en el
Nuevo Testamento en donde encontramos la combinación de dos cláusulas,
a saber, la cláusula exceptiva, o cláusula de excepción (μὴ G3361 ἐπὶ G1909
πορνείᾳ G4202) (meé epí porneía) («salvo por causa de fornicación») y la
cláusula de segundas nupcias, o casarse otra vez (καὶ G2532 γαμήσῃ G1060
ἄλλην G243) (kaí gameésee álleen) («y se casa con otra»). Estas dos cláusulas
ocurren en otras partes, la anterior en Mat_5:32, en el (παρεκτὸς G3924 λόγου
G3056 πορνείας G4202) (parektós lógou porneías) («a no ser por causa de
fornicación»), y la última en Mar_10:11; y también en la forma (καὶ G2532
γαμῶνͅ G1060 ἑτέραν G2087) (kaí gamoón jetéran) («y se casa con otra»), en
Luc_16:18. Pero sólo en Mat_19:9 se encuentran coordinadas.

128
Pudiera no ser adecuado el mantener que la cuestión de la legitimidad del
nuevo matrimonio por parte de la esposa inocente después del divorcio por
causa de adulterio no surgiría si no tuviéramos Mat_19:9. La pregunta bien
podría surgir en relación a Mat_5:32. Porque si un hombre puede divorciarse
de manera justa de su esosa infiel y si ese divorcio disuelve el vínculo
matrimonial el cuestionamiento del nuevo matrimonio es inevitablemente
planteado. Y, de nuevo, aunque no hay alusión al adulterio como una
excepción en Mar_10:11 y Luc_16:18, todavía la ley del Antiguo Testamento
con respecto al adulterio, y el carácter *peculiar del pecado del adulterio
bien podría obligarnos a **inquirir si esto es así o no. Después de todo, el
adulterio podría no haber sido asumido como una notable excepción al
***principio afirmado en estos dos pasajes. Además, 1Co_7:15 ciertamente
nos confrontaría con la cuestión del efecto que la deserción (abandono) por
parte de un cónyuge incrédulo, tendría sobre el estado civil del creyente
desertado (abandonado).

nota:
*peculiar: (Del lat. peculiaris).
1. adj. Propio o privativo de cada persona o cosa.
**inquirir: (Del lat. inquirere).
1. tr. Indagar, averiguar o examinar cuidadosamente algo.
***principio: Norma o idea fundamental que rige el pensamiento o la conducta.

No obstante, Mat_19:9 es distintivo en que, aquí la cuestión de la legitimidad


o la ilegitimidad de un nuevo matrimonio después del divorcio por causa de
adulterio es arrojado sobre nosotros directa e inescapablemente.

En esta etapa de la discusión debemos asumir que el correcto texto de


Mat_19:9 se lee de la siguiente manera:
«λέγω δὲ ὑμῖν ὅτι ὃς ἂν ἀπολύσῃ τὴν γυναῖκα αὐτοῦ TSει μὴ ἐπὶ πορνείᾳ
καὶ γαμήσῃ ἄλλην, μοιχᾶται
«Légoo dé jumín jóti jós án apolúsee teén gunaíka autoú (ei) meé epí porneía kaí
gameésee álleen moijátai; ...»
«Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de
fornicación, y se casa con otra, adultera;
variante textual:
TSBκαὶ TSBὁ TSBἀπολελυμένην TSBγαμήσας TSBμοιχᾶται»
kaí jo apolelymenén gamésas moijátai.»
y el que se casa con la repudiada, adultera.»

El asunto de la variante textual se discutirá más adelante. En la lectura

129
anterior del texto, sería bueno el pasar nota de algunas de sus características
distintivas.

(a) Este texto no se refleja sobre el carácter del pecado del hombre si él
repudia a su esposa (por cualquier otra causa que no sea la de
adulterio), pero no se vuelve a casar. Como ya se encontró, Mat_5:32
trata muy directa y decisivamente con la cuestión, y mira el pecado del
hombre desde el punto de vista de su responsabilidad en la
implicación de la consecuencia involucrada para la mujer de la que se
está divorciando. En Mat_19:9, de todos modos, es el pecado del
hombre quien contrae otro matrimonio después de un divorcio ilícito
el cual es el tema sentenciado en el juicio de nuestro Señor.

(b) El hombre que deja a su esposa (salvo por causa de fornicación) y


se casa con otra es condenado expresamente como un adúltero. Ésta es
una inferencia correctamente extraída de Mat_5:32, pero aquí es
declarada directamente.

(c) Los derechos de una mujer en divorciarse de su marido por causa


de adulterio y el pecado de la mujer que vuelve a casarse después de
un divorcio por cualquier otra causa no están reflejados en este pasaje.
Solamente en Mar_10:12 se encuentra una alusión expresa al acto de
divorcio por parte de la mujer, y ahí, como veremos más adelante, no
hay referencia al derecho intrínseco (íntimo, esencial) de divorcio sino
solamente al carácter adúltero del nuevo matrimonio.

El meollo real del asunto en Mat_19:9 es, sin embargo, la fuerza de la


cláusula exceptiva ‚excepto por fornicación‛ (μὴ G3361 ἐπὶ G1909 πορνείᾳ
G4202) (meé epí porneía) («salvo por causa de fornicación»). En los términos
actuales del texto la pregunta es: ¿Esta cláusula exceptiva aplica a las
palabras (καὶ G2532 γαμήσῃ G1060 ἄλλην G243) (kaí gameésee álleen) («y se casa
con otra») por consiguiente a (μοιχᾶται G3429) (moijátai) («adultera») así como
al verbo (ἀπολύση G630) (apolúsee) («repudia»)? Puede no haber pregunta
pero la cláusula exceptiva provee una excepción al mal de repudiar al
cónyuge. La clase de mal del cual el marido se alivia no es tocada en
Mat_5:32, pero, como en el pasaje que se encuentra más adelante, enuncia
(expresa, expone) una libertad concedida al marido inocente. No sugiere, no
más que Mat_5:32, que el hombre está obligado a divorciarse de su esposa
en el caso de adulterio de parte de ella. Simplemente concede el derecho de

130
libertad. La pregunta entonces es:
¿Esta excepción, por vía de derecho o libertad, se extiende al nuevo
matrimonio del marido que está divorciándose, así como en el caso de ser
dejado? Obviamente, si el derecho se extiende al nuevo matrimonio, el
esposo en tal caso no está implicado en el pecado de adulterio en el evento
de su nuevo matrimonio.

En esta cuestión la iglesia profesante está ásperamente dividida. Por un


lado, están aquellos que reclaman que mientras Mat_19:9 (y también
Mat_5:32) da al marido inocente el derecho de repudiar a su mujer que ha
cometido adulterio, aun así no da ninguna concesión para la disolución del
vínculo matrimonial y para el nuevo matrimonio del cónyuge sin culpa. En
otras palabras, el adulterio da el derecho de la separación de la cama y del
pan (a thoro et mensa) pero no corta la obligación del matrimonio ni otorga el
derecho de disolver tal obligación. Tal vez la parte más notable en mantener
esta posición sea la Iglesia Católica Romana, sin embargo, la posición no
debería ser considerada como distintivamente Católica. El distinguido padre
latín, Agustín, puede ser alistado en sostener ésta interpretación. El derecho
canónico de la Iglesia de Inglaterra, mientras que permite la separación por
causa de adulterio, no permite que ninguna de las partes que se separan,
vuelva a casarse, entre tanto que ambas partes vivan.

Si el texto de Mat_19:9, citado arriba, es adoptado como el texto genuino y


auténtico, entonces habrá una dificultad considerable en mantener esta
posición. La razón es aparente. Es la dificultad de restringir (limitar) la
cláusula exceptiva a abandonar al cónyuge (ἀπολύση G630) (apolúsee)
(«repudia») y no extendiéndola también a un nuevo matrimonio (καὶ G2532
γαμήσῃ G1060 ἄλλην G243) (kaí gameésee álleen) («y se casa con otra»). Esta es,
no obstante, la construcción que debe de ser mantenida si Mat_19:9 no es
interpretado, como legitimando el nuevo matrimonio, después del divorcio
por causa de adulterio.

La Iglesia Católica es insistente en que la cláusula exceptiva modifica el


primer verbo en la concerniente declaración, pero que esta no se aplica al
segundo verbo. Esta exégesis es declarada muy claramente por Aug.
Lehmkuhl como sigue:

«La exclusión (descarte, rechazo o negación) completa del divorcio


absoluto (divortium perfectum) en el matrimonio cristiano es

131
expresado en las palabras citadas anteriormente a Marcos 10; Lucas 16;
1era a Corintios 7. Las palabras en el Evangelio de San Mateo
(Mat_19:9), ‘excepto por fornicación’, han, sin embargo, dado lugar a la
pregunta si el abandonar a la esposa y la disolución del vínculo
matrimonial no fueron permitidas en caso de adulterio. La Iglesia
Católica y la teología Católica han mantenido siempre que, con esa
explicación San Mateo estaría contradiciendo a San Marcos, Lucas, y
Pablo. Y que los convertidos que sean instruidos de esta manera serían
más tarde llevados al error en cuanto a la verdadera doctrina de Cristo.
Como esto es incompatible con la infalibilidad de la enseñanza
apostólica y la inerrancia de las Sagradas Escrituras, la cláusula en
Mateo debería ser explicada como el mero repudio de la esposa infiel
sin la disolución del vínculo matrimonial. Tal repudio no es excluido
por los textos paralelos en Marcos y Lucas, mientras que Pablo
(1Co_7:11) claramente indica la posibilidad de tal despido: ‘Y si se
separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido’.
Gramáticamente, la cláusula en San Mateo puede modificar uno de los
miembros de la oración (la que se refiere a repudiar a la esposa) sin
aplicarse al miembro siguiente (el nuevo matrimonio de la otra parte),
aunque debemos admitir que la construcción es un poco áspera. Si esta
significa ‘cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de
fornicación, y se casa con otra, comete adulterio’, entonces, en caso de
infidelidad matrimonial, la esposa puede ser repudiada; pero que, en
este caso, no es cometido adulterio por un nuevo matrimonio no puede
ser concluido por estas palabras. Las siguientes palabras: ‘Y el que se
casa con la repudiada’, por lo tanto también la mujer que es repudiada
por adulterio – ‘comete adulterio’, dicen lo contrario, puesto que ellos
suponen la permanencia del primer matrimonio.»

La construcción de Mat_19:9 se admite ser ‚un poco áspera‛ aun por el


precedente apologista (defensor) de la interpretación Católica. Veremos que
esto es, mayormente de una subestimación (estimar a alguien o algo por
debajo de su valor).

En efecto, se debe permitir entender que, una cláusula de excepción, se


utiliza a veces en el griego para dar a entender ‚una excepción para algo que
es más general que aquello que ha sido mencionado‛. Tenemos ejemplos de
este uso de (εἰ μὴ G1487 G3361 ei mê) Mat_12:4; (sino) Rom_14:14 (mas) y
probablemente en Gál_1:19 (sino). En tal caso la excepción declarada (μὴ

132
G3361 ἐπὶ G1909 πορνείᾳ G4202) (meé epí porneía) («salvo por causa de
fornicación»), no sería una excepción al principio de que: todo aquel que
repudia a su mujer y se casa con otra comete adulterio; sino simplemente
una excepción al principio de que: un hombre no puede repudiar a su
mujer. Consecuentemente, la intención real de toda la oración sería: ‚Y yo os
digo que cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra comete
adulterio; – mas solamente, un hombre puede repudiar a su mujer por causa
de fornicación‛. Tal representación tiene sentido en sí misma y resolvería un
buen número de dificultades en armonizar las cuentas que son dadas en los
tres Evangelios sinópticos. La pregunta sigue siendo, sin embargo: ¿Es ésta
construcción defendible? Existen razones preponderantes (de mayor crédito,
consideración, autoridad o fuerza) para rechazarla.

(1) Si la cláusula exceptiva es de la clase indicada anteriormente, es


decir, no una excepción a aquello que se dice expresamente, pero una
excepción a otra consideración estrechamente relacionada y más
general, entonces es una muy inusual, por no decir sin precedentes,
manera de expresarlo. En otros casos donde tenemos esta clase de
excepción, la construcción es muy distinta de aquella en nuestro texto.
En estos otros casos, la declaración de aquello a lo que una excepción
más general es añadida, es dada primero en su completitud y después
la excepción en su completitud se adjunta a continuación. Pero este no
es el caso aquí – la excepción se inserta antes de que la declaración sea
completada. La analogía, por lo tanto, no favorece ésta representación.

(2) Si bien es cierto gramaticalmente que una cláusula de excepción


puede modificar una parte de la oración sin modificar la otra, aún debe
de notarse que, en este caso en particular, la parte que en la cláusula
exceptiva, en la construcción Católica, es supuesta a modificar no está
y no puede sostenerse sola en la sintaxis de la oración concerniente.
Aun si se elimina la cláusula (καὶ G2532 γαμήσῃ G1060 ἄλλην G243) (kaí
gameésee álleen) («y se casa con otra») de cualquier modificación por la
cláusula exceptiva, no habremos alcanzado ninguna solución más allá
de lo que la estructura gramatical concierne. En orden de completar el
sentido de lo que se introduce por la cláusula (ὃς ἂν ἀπολύσῃ τὴν
γυναῖκα αὐτοῦ ) (jós án apolúsee teén gunaíka autoú) («cualquiera que
repudia a su mujer»), debemos movernos hacia el verbo principal, esto
es, (μοιχᾶται G3429) (moijátai) («adultera»). Pero si hacemos esto sin
referencia a la cláusula del nuevo matrimonio (καὶ G2532 γαμήσῃ

133
G1060 ἄλλην G243) (kaí gameésee álleen) («y se casa con otra») obtenemos
algo sin sentido y falso, esto es: ‚Cualquiera que repudia a su mujer,
excepto por fornicación, comete adulterio‛. En otras palabras, debe de
ser observado, que en esta frase como se muestra, el pensamiento no
está completo sin el verbo principal, (μοιχᾶται G3429) (moijátai)
(«adultera»). Es este pensamiento de cometer adulterio por un nuevo
matrimonio, el pensamiento dominante en este pasaje, y es
absolutamente indefendible el suprimirlo. La cláusula muy exceptiva,
por lo tanto, debe de tener relación directa con la acción denotada con
el verbo que rige (μοιχᾶται G3429) (moijátai) («adultera»), también debe
tener relación directa con lo que debe ocurrir antes de la acción
denotada por el verbo principal se haga efectiva, es decir, el casarse
con otra mujer. Esta relación directa que la cláusula exceptiva debe de
tener con el nuevo matrimonio y el acto de cometer adulterio es
simplemente otra manera de decir que, en lo que se refiere a la sintaxis
de la oración, la cláusula de excepción debe de aplicarse en el acto de
cometer adulterio, en el caso de un nuevo matrimonio, así como en el
mal de repudiar a la esposa. Una comparación con Mat_5:32 ayudará a
clarificar el punto. Ahí se dice, ‚Todo el que repudia a su mujer
excepto por causa de fornicación hace que ella adultere‛. En este caso
la cláusula exceptiva tiene un pleno sentido y relevancia, aparte
completamente del nuevo matrimonio de parte del marido que se está
divorciando. Esto es así puesto que el pecado que se contempla de
parte del marido que se divorcia no es el cometer adulterio de su parte
sino el hacer que su esposa sea adúltera. Pero en Mat_19:9 el caso es
enteramente diferente. El pensamiento más fuerte aquí en Mat_19:9 es
el cometer adulterio de parte del marido mismo que se está
divorciando. Pero este pecado de su parte presupone su nuevo
matrimonio. Consecuentemente, en la sintaxis de la oración como
realmente es, el significado y la relevancia de la cláusula exceptiva no
pueden ser sostenidas fuera de su aplicación al nuevo matrimonio, así
como al repudio.

(3) Lo que se contempla en esta oración no es meramente


(simplemente) el repudio, como en Mat_5:31-32, sino el repudiar y
casarse de nuevo por parte del esposo. Con respecto a esto debe de ser
cuidadosamente distinguida del logion de Mat_5:32 y debe ser puesta en
la misma categoría de Mar_10:11 y Luc_16:18. El asunto tratado, por lo
tanto, es el repudiar y volverse a casar en coordinación, y esta

134
coordinación no debe de ser alterada de ninguna manera. Es esta
coordinación la que lleva y prepara el terreno para el verbo principal,
esto es, el cometer adulterio de parte del marido que se divorcia. Sería
injustificado, por lo tanto, relacionar la cláusula exceptiva con algo más
que esta coordinación. Además, la cláusula exceptiva está en una
posición natural con referencia a la coordinación y con referencia al
pecado resultante del cual se proporciona una excepción. ¿Dónde más
podría ser colocada la cláusula de excepción, si esta aplica a todos los
tres elementos, que está situación que se está expresando? Y si está en
una posición natural como aplicándose a la coordinación, la
construcción natural es que esta contempla una excepción a la
declaración de la oración en su completitud.

(4) El divorcio, permitido o tolerado bajo la economía Mosaica tenía el


efecto de disolver el vínculo matrimonial. El permiso Mosaico con
respecto al divorcio es referido en el contexto de este pasaje así como
en Mat_5:31 y en el pasaje paralelo en Mar_10:2-12. En ambos de estos
casos, el mismo verbo (ἀπολύω G630 apolúo) («repudiar») es utilizado
con referencia a estas provisiones Mosaicas. Ahora ya que este fue el
efecto que es aludido en este pasaje y ya que no hay la más mínima
indicación de que el actual repudio por adulterio, legitimado en
Mat_19:9; Mat_5:32, tendría un efecto enteramente diferente,
seguramente estamos justificados en concluir que el repudio
*sancionado por nuestro Señor estaba destinado a tener el mismo
efecto en el asunto de la disolución del vínculo matrimonial. Debe de
tenerse en cuenta que la ley como se enuncia (expresa, expone,
anuncia) aquí por Jesús, no sugiere en ninguna manera, ninguna
alteración en la naturaleza y efecto del divorcio. El cambio insinuado
por Jesús era más bien, la abolición de cualquier otra razón permitida
en las provisiones Mosaicas y la especificación distinta de que, el
adulterio era ahora el único terreno sobre el cual un hombre podía
legítimamente repudiar a su mujer. Lo que es abrogado (abolido,
derogado) entonces no es el divorcio con su disolución asistente del
vínculo matrimonial, sino más bien todo motivo de divorcio excepto
adulterio. Si el divorcio involucra la disolución del vínculo
matrimonial, entonces no debemos esperar que el nuevo matrimonio
sería considerado como adulterio.

(5) Seguramente es razonable asumir que si el hombre legítimamente


repudia a su mujer por causa de adulterio, el vínculo matrimonial es
135
juzgado a disolverse. En cualquier otra suposición, la mujer que ha
cometido adulterio y quien ha sido repudiada, en realidad sigue
siendo la esposa del hombre y es una carne con él. Si es así, parecería
anormal que el hombre debiera tener el derecho de repudiar a alguien
que es permanentemente, mientras que se dura con vida, su esposa y
es una carne con él. Adoptar medidas que liberan de las obligaciones
del matrimonio cuando el lazo matrimonial es inviolable, difícilmente
se ve compatible con la ética marital como es enseñado en las
Escrituras mismas. Es verdad que Pablo distintivamente contempla la
posibilidad de separación sin disolución y propone lo que es la ley en
el caso de tal contingencia (algo que puede o no suceder) (1Co_7:10-11).
Pero el proveer para, y *sancionar la separación permanente, cuando
el lazo matrimonial permanece inviolable, es algo ajeno a todo el tenor
de la enseñanza de las Escrituras, en consideración a las obligaciones
que son inherentes e inseparables de la unión marital.

(6) La posición de que el adulterio permite el repudio pero no la


disolución del vínculo matrimonial estaría en conflicto con otro
principio de las Escrituras que se aplica al caso agravado de la
prostitución. Si el adulterio no da lugar para la disolución del vínculo
matrimonial, entonces un hombre no puede asegurar la disolución
incluso cuando su esposa lo ha abandonado a la prostitución. Esto se
ve muy contrario al principio de pureza expresado por el apóstol
(1Co_6:15-17). Parecería, por tanto, que la disolución del vínculo
matrimonial debe ser el medio adecuado y, en algunos casos, los
medios obligatorios de asegurar de un lazo que enlaza tan
singularmente, a uno que ha sido de esa manera profanado.

notas:
*sancionar:
1. tr. Dar fuerza de ley a una disposición.
2. tr. Autorizar o aprobar cualquier acto, uso o costumbre.

En estos diversos motivos se puede concluir que no es posible interpretar la


cláusula exceptiva de Mat_19:9 como aplicando meramente (simplemente) al
repudio y no al nuevo matrimonio de parte del esposo que se divorcia. Las
consideraciones predominan más bien a favor de la conclusión de que,
cuando un hombre repudia a su mujer por causa de fornicación, este
repudio tiene el efecto de disolver el vínculo del matrimonio con el
resultado de que él es libre para volver a casarse sin que incurra en la culpa

136
de adulterio. En términos simples significa que el divorcio en tal caso
disuelve el matrimonio y que las partes no son más marido y mujer.

Autor
John Murray se graduó de la Universidad de Glasgow (1923) y del
Seminario Teológico de Princeton (1927), y estudió en la Universidad de
Edinburgh durante 1928 y 1929. De 1929-1930 fue miembro de la facultad del
Seminario Teológico de Princeton. Después de eso enseñó en el Seminario
Teológico de Westminster en Filadelfia, donde se desempeñó como profesor
de Teología Sistemática.

Él era un contribuidor frecuente de revistas teológicas y es el autor de


Bautismo Cristiano (1952), El Divorcio (1953), La Redención Cumplida y
Aplicada (1955), Principios de Conducta (1957), La Imputación del Pecado
de Adán (1960), Calvino en las Escrituras y ´La Soberanía Divina (1960), y
La Epístola a los Romanos (1968).
***

JAY E. ADAMS JOHN MURRAY

137
PALABRAS HEBREAS Y GRIEGAS (STRONG'S)
HEBREO SIGNIFICADO
‫אָ ַרשׂ‬ Éxo_22:16; Deu_20:7; Deu_22:23; Deu_22:25; Deu_22:27; Deu_22:28; Deu_28:30;
2Sa_3:14; Ose_2:19; Ose_2:20.
arás
raíz primaria; comprometerse para matrimonio: desposar.
H781
Gén_24:16; Éxo_22:16; Éxo_22:17; Lev_21:3; Lev_21:14; Deu_22:19; Deu_22:23;
Deu_22:28; Deu_32:25; Jue_19:24; Jue_21:12; 2Sa_13:2; 2Sa_13:18; 1Re_1:2;
2Re_19:21; 2Cr_36:17; Est_2:2; Est_2:3; Est_2:19; Job_31:1; Sal_45:14; Sal_78:63;

‫ְּבתּולָ ה‬ Sal_148:12; Isa_23:4; Isa_23:12; Isa_37:22; Isa_47:1; Isa_62:5; Jer_2:32; Jer_14:17;


Jer_18:13; Jer_31:4; Jer_31:13; Jer_31:21; Jer_46:11; Jer_51:22; Lam_1:4; Lam_1:15;
betulá Lam_1:18; Lam_2:10; Lam_2:13; Lam_2:21; Lam_5:11; Eze_9:6; Eze_44:22; Joe_1:8;
H1330 Amó_5:2; Amó_8:13; Zac_9:17.
participio femenino pasivo de una raíz que no se usa que significa separar; virgen (por su
carácter privado); a veces (por continuación) novia; también (figurativamente) ciudad o estado:
virgen, doncella.

‫ג ַָרׁש‬ Lev_21:7; Lev_21:14; Lev_22:13; Núm_30:9; Eze_44:22; etc.


raíz primaria; expulsar de una posesión; específicamente expatriar o divorciar:
garásh
arrojar, echar, expulsar, repudiada, repudiar, saquear.
H1644
Gén_34:31; Gén_38:15; Gén_38:24; Éxo_34:15; Éxo_34:16; Lev_17:7; Lev_19:29;
Lev_20:5; Lev_21:7; Lev_21:9; Lev_21:14; Núm_15:39; Núm_25:1; Deu_23:18;
Deu_31:16; Jos_2:1; Jos_6:17; Jos_6:22; Jos_6:25; Jue_2:17; Jue_8:27; Jue_8:33; Jue_11:1;
Jue_16:1; Jue_19:2; 1Cr_5:25; 2Cr_21:11; 2Cr_21:13; Sal_73:27; Sal_106:39; Pro_6:26;
Pro_7:10; Pro_23:27; Pro_29:3; Isa_1:21; Isa_23:15; Isa_23:16; Isa_23:17; Isa_57:3;
Jer_2:20; Jer_3:1; Jer_3:6; Jer_3:8; Jer_5:7; Eze_6:9; Eze_16:15; Eze_16:16; Eze_16:17;
‫ָזנָה‬ Eze_16:26; Eze_16:28; Eze_16:30; Eze_16:31; Eze_16:33; Eze_16:34; Eze_16:35;
Eze_16:41; Eze_20:30; Eze_23:3; Eze_23:5; Eze_23:19; Eze_23:30; Eze_23:43; Eze_23:44;
zanáh
Ose_1:2; Ose_2:5; Ose_3:3; Ose_4:10; Ose_4:12; Ose_4:13; Ose_4:14; Ose_4:15;
H2181
Ose_4:18; Ose_5:3; Ose_9:1; Joe_3:3; Amó_7:17; Miq_1:7; Nah_3:4.
raíz primaria [muy bien alimentado y por lo tanto desenfrenado]; cometer adulterio (por lo
general de la mujer, y menos a menudo de simple fornicación, rara vez de embeleso
involuntario); figurativamente cometer idolatría (siendo que al pueblo judío se le
consideraba esposa de Jehová): adulterar, apartar, cesar, cometer fornicación, dejar,
fornicación, fornicar, fornicario, infiel, ir, prostituir, ramera.

‫זָנּון‬ Gén_38:24; 2Re_9:22; Eze_23:11; Eze_23:29; Ose_1:2; Ose_2:2; Ose_2:4; Ose_4:12;


Ose_5:4.
zanún
de H2181; adulterio; figurativamente idolatría: fornicación, fornicario, prostitución.
H2183
‫זְּ נּות‬ Núm_14:33; Jer_3:2; Jer_3:9; Jer_13:27; Eze_23:27; Eze_43:7; Eze_43:9; Ose_4:11;
Ose_6:10.
zenút
de H2181; adulterio, i.e. (figurativamente) infidelidad, idolatría: rebeldía, fornicación, fornicar.
H2184

‫זינוית‬ 1Re_3:16; 1Re_22:38.


considerado por algunos como si fuera de H2109 o una raíz que no se usa, y
zonót aplicado a equipos militares; pero evidentemente participio activo femenino plural
138
H2185 de H2181; prostitutas: rameras.
Gén_34:9; Éxo_3:1; Éxo_4:18; Éxo_18:1; Éxo_18:2; Éxo_18:5; Éxo_18:6; Éxo_18:7;

‫חָ תַ ן‬ Éxo_18:8; Éxo_18:12; Éxo_18:14; Éxo_18:15; Éxo_18:17; Éxo_18:24; Éxo_18:27;


Núm_10:29; Deu_7:3; Deu_27:23; Jos_23:12; Jue_1:16; Jue_4:11; Jue_19:7; Jue_19:9;
kjatán 1Sa_18:21; 1Sa_18:22; 1Sa_18:23; 1Sa_18:26; 1Sa_18:27; 1Re_3:1; 2Cr_18:1; Esd_9:14.
H2859 raíz primaria; dar (una hija) en matrimonio; de aquí, (generalmente) contraer afinidad por
matrimonio: contraer matrimonio, emparentar, matrimonio, parentesco, suegra, -o, yerno.
Gén_19:12; Gén_19:14; Éxo_4:25; Éxo_4:26; Jue_15:6; Jue_19:5; 1Sa_18:18;

‫חָ תָ ן‬ 1Sa_22:14; 2Re_8:27; Neh_6:18; Neh_13:28; Sal_19:5; Isa_61:10; Isa_62:5; Jer_7:34;


Jer_16:9; Jer_25:10; Jer_33:11; Joe_2:16.
kjatán de H2859; pariente político (específicamente mediante la esposa); figurativamente
H2860 niño circuncidado (con una especie de desposorio religioso): desposado, esposo,
yerno.

‫חתֻ נָה‬
ֲ Cnt_3:11.
kjatunná de H2859; boda: desposorio.
H2861
Vine: En Gén_4:1, cuando Adán «conoce» [yada'] a Eva, es porque también ha tenido
‫י ַָדע‬ un contacto directo o relación sexual con ella. Ver Gén_4:1; Gén_4:17; Gén_4:25.
yadá Chávez: Tener relaciones sexuales (Gén_4:1). — Perf. ‫ ;י ַָדע‬IMPF. ‫ ;י ֵַדע‬IMPV. ‫; ַדע‬
H3045 INF. ‫ ; ַדעַ ת‬PREF.SUF. ֹ‫ל ַד ְּעּתו‬
ְּ ; PART. ַ‫ ;י ֵׄידע‬PAS. ַ‫יָדּוע‬.
Éxo_21:8; Éxo_21:9; Éxo_25:22; Éxo_29:42; Éxo_29:43; Éxo_30:6; Éxo_30:36;
Núm_10:3; Núm_10:4; Núm_14:35; Núm_16:11; Núm_17:4; Núm_27:3; Jos_11:5;
2Sa_20:5; 1Re_8:5; 2Cr_5:6; Neh_6:2; Neh_6:10; Job_2:11; Job_9:19; Sal_48:4;
‫יָעַ ד‬ Jer_24:1; Jer_47:7; Jer_49:19; Jer_50:44; Amó_3:3; Miq_6:9.
raíz primaria; fijar sobre (por acuerdo o nombramiento); por implicación cumplir
yaád
(en un tiempo establecido), citar (a juicio), dirigir (en una cierta posición),
H3259
comprometerse (en matrimonio): acuerdo, congregar, convenir, declarar, emplazar,
encontrar esposa, establecer, juntar, -se, manifestar, mostrar, poner, reunir,
señalar, tomar, volver.
Gén_11:31; Gén_38:11; Gén_38:16; Gén_38:24; Lev_18:15; Lev_20:12; Rut_1:6;

‫כַ לָ ה‬ Rut_1:7; Rut_1:8; Rut_1:22; Rut_2:20; Rut_2:22; Rut_4:15; 1Sa_4:19; 1Cr_2:4;


Cnt_4:8; Cnt_4:9; Cnt_4:10; Cnt_4:11; Cnt_4:12; Cnt_5:1; Isa_49:18; Isa_61:10;
kalá Isa_62:5; Jer_2:32; Jer_7:34; Jer_16:9; Jer_25:10; Jer_33:11; Eze_22:11; Ose_4:13;
H3618 Ose_4:14; Joe_2:16; Miq_7:6.
de H3634; novia (como perfecta); de aquí, nuera: novia, nuera, desposada.

‫ְּכלּולָ ה‬ Jer_2:2.
kelulá denominativo participio pasivo de H3618; noviazgo (solo en plural): desposorio.
H3623
‫ְּכ ִריתֻ ת‬ Deu_24:1; Deu_24:3; Isa_50:1; Jer_3:8.
keritút de H3772; cortar (del vínculo matrimonial), i.e. divorcio: divorcio, repudio.
H3748

‫מָ אַ ס‬
Isa_54:6; etc.
raíz primaria; desdeñar; también (intransitivamente) desaparecer: abominar,
maás aborrecer, arrojar, desdeñar, desechar, desestimar, despreciar, disipar, echar
139
H3988 fuera, menospreciar, rehusar, repudiar, tener en poco, vil.
Éxo_20:14; Lev_20:10; Deu_5:18; Job_24:15; Sal_50:18; Pro_6:32; Pro_30:20; Isa_57:3; Jer_3:8;
‫נָאַ ף‬ Jer_3:9; Jer_5:7; Jer_7:9; Jer_9:2; Jer_23:10; Jer_23:14; Jer_29:23; Eze_16:32; Eze_16:38;
Eze_23:37; Eze_23:45; Ose_3:1; Ose_4:2; Ose_4:13; Ose_4:14; Ose_7:4; Mal_3:5.
naáf
raíz primaria; cometer adulterio; figurativamente apostatar: adúltera, adulterar,
H5003
adulterio, adúltero, cometer adulterio, fornicar.

‫נִ אֻ ף‬ Jer_13:27; Eze_23:43.


niúf de H5003; adulterio: adulterio.
H5004
‫ַנאֲפּוף‬ Ose_2:2.
naafúf de H5003; adulterio: adulterio.
H5005
‫עַ ְּלמָ ה‬ Gén_24:43; Éxo_2:8; Pro_30:19; Isa_7:14.
almá femenino de H5958; muchacha (como usando velo o privada): doncella, virgen.
H5959
Gén_9:22; Gén_9:23; Gén_42:9; Éxo_20:26; Éxo_28:42; Lev_18:6; Lev_18:7;
Lev_18:8; Lev_18:9; Lev_18:10; Lev_18:11; Lev_18:12; Lev_18:13; Lev_18:14;
Lev_18:15; Lev_18:16; Lev_18:17; Lev_18:18; Lev_18:19; Lev_20:11; Lev_20:17;
‫עֶ ְּרוַת‬ Lev_20:18; Lev_20:19; Lev_20:20; Lev_20:21; Deu_23:14; Deu_24:1; 1Sa_20:30;
Isa_20:4; Isa_47:3; Lam_1:8; Eze_16:8; Eze_16:36; Eze_16:37; Eze_22:10;
ervát Eze_23:10; Eze_23:18; Eze_23:29; Ose_2:9.
H6172
de H6168; desnudez, literalmente (especialmente partes pudendas) o figurativamente
(desgracia, defecto): confusión, desnudez, indecencia, -te, inmundicia, -o, vergüenza.
Deu_15:13; Deu_15:18; Deu_19:12; Deu_21:14; Deu_22:7; Deu_22:19; Deu_22:29;
Deu_24:1; Deu_24:3; Deu_24:4; Deu_25:11; Deu_28:20; Deu_28:48; Deu_32:24;

‫שלח‬ Deu_34:11; etc.


raíz primaria; enviar lejos, por, o fuera (en una gran variedad de aplicaciones): acompañar,
shalákj alargar, amenazador, aplicar, arrojar, buscar, casar, cesar, consentir, convocar, crecer, dar,
H7971 dejar, descargar, desenfrenar, despachar, despedir, echar, ejercitar, empujar, enviar,
extender, huir, ir, levantar, libertad, llamar, llegar, llevar, mandar, meter, partir, poner,
prender, quitar, repudiar, repudio, sacar, salir, señalar, soltar, suelto, tender.

o ‫ ּתַ זְּ נֻת‬taznút


‫ּתַ זְּ נּות‬ Eze_16:15; Eze_16:20; Eze_16:22; Eze_16:25; Eze_16:26; Eze_16:29; Eze_16:33;
Eze_16:34; Eze_16:36; Eze_23:8; Eze_23:11; Eze_23:14; Eze_23:17; Eze_23:18;
taznút
Eze_23:19; Eze_23:29; Eze_23:35.
H8457
de H2181; prostitución, i.e. (figurativamente) idolatría: adulterio, fornicación,
prostitución.
GRIEGO SIGNIFICADO
ἄγαμος
1Co_7:8; 1Co_7:11; 1Co_7:32; 1Co_7:34.
ágamos de G1 (como partícula negativa) y G1062; no casado: soltero, sin casar.
G22
Mat_1:16; Mat_1:19; Mat_7:24; Mat_7:26; Mat_12:41; Mat_14:21; Mat_14:35; Mat_15:38; Mar_6:20;
ἀνήρ Mar_6:44; Mar_10:2; Mar_10:12; Luc_1:27; Luc_1:34; Luc_2:36; Luc_5:8; Luc_5:12; Luc_5:18; Luc_7:20;
140
anér Luc_8:27; Luc_8:38; Luc_8:41; Luc_9:14; Luc_9:30; Luc_9:32; Luc_9:38; Luc_11:31; Luc_11:32;
Luc_14:24; Luc_16:18; Luc_17:12; Luc_19:2; Luc_19:7; Luc_22:63; Luc_23:50; Luc_24:4; Luc_24:19;
G435 Jua_1:13; Jua_1:30; Jua_4:16; Jua_4:17; Jua_4:18; Jua_6:10; Hch_1:10; Hch_1:11; Hch_1:16; Hch_1:21;
Hch_2:5; Hch_2:14; Hch_2:22; Hch_2:29; Hch_2:37; Hch_3:2; Hch_3:12; Hch_3:14; Hch_4:4; Hch_5:1;
Hch_5:9; Hch_5:10; Hch_5:14; Hch_5:25; Hch_5:35; Hch_5:36; Hch_6:3; Hch_6:5; Hch_6:11; Hch_7:2;
Hch_7:26; Hch_8:2; Hch_8:3; Hch_8:9; Hch_8:12; Hch_8:27; Hch_9:2; Hch_9:7; Hch_9:12; Hch_9:13;
Hch_9:38; Hch_10:1; Hch_10:5; Hch_10:17; Hch_10:19; Hch_10:21; Hch_10:22; Hch_10:28;
Hch_10:30; Hch_11:3; Hch_11:11; Hch_11:12; Hch_11:13; Hch_11:20; Hch_11:24; Hch_13:7;
Hch_13:15; Hch_13:16; Hch_13:21; Hch_13:22; Hch_13:26; Hch_13:38; Hch_14:8; Hch_14:15;
Hch_15:7; Hch_15:13; Hch_15:22; Hch_15:25; Hch_16:9; Hch_17:5; Hch_17:12; Hch_17:22;
Hch_17:31; Hch_17:34; Hch_18:24; Hch_19:7; Hch_19:25; Hch_19:35; Hch_19:37; Hch_20:30;
Hch_21:11; Hch_21:23; Hch_21:26; Hch_21:28; Hch_21:38; Hch_22:1; Hch_22:3; Hch_22:4;
Hch_22:12; Hch_23:1; Hch_23:6; Hch_23:21; Hch_23:27; Hch_23:30; Hch_24:5; Hch_25:5; Hch_25:14;
Hch_25:17; Hch_25:23; Hch_25:24; Hch_27:10; Hch_27:21; Hch_27:25; Hch_28:17; Rom_4:8;
Rom_7:2; Rom_7:3; Rom_11:4; 1Co_7:2; 1Co_7:3; 1Co_7:4; 1Co_7:10; 1Co_7:11; 1Co_7:13; 1Co_7:14;
1Co_7:16; 1Co_7:34; 1Co_7:39; 1Co_11:3; 1Co_11:4; 1Co_11:7; 1Co_11:8; 1Co_11:9; 1Co_11:11;
1Co_11:12; 1Co_11:14; 1Co_13:11; 1Co_14:35; 2Co_11:2; Gál_4:27; Efe_4:13; Efe_5:22; Efe_5:23;
Efe_5:24; Efe_5:25; Efe_5:28; Efe_5:33; Col_3:18; Col_3:19; 1Ti_2:8; 1Ti_2:12; 1Ti_3:2; 1Ti_3:12; 1Ti_5:9;
Tit_1:6; Tit_2:5; Stg_1:8; Stg_1:12; Stg_1:20; Stg_1:23; Stg_2:2; Stg_3:2; 1Pe_3:1; 1Pe_3:5; 1Pe_3:7;
Apo_21:2.
palabra primaria [Compare G444]; hombre (propiamente como un varón
individual): esposo, hombre, marido, varón.
Mat_1:19; Mat_5:31; Mat_5:32; Mat_14:15; Mat_14:23; Mat_15:23; Mat_15:32;
Mat_15:39; Mat_18:27; Mat_19:3; Mat_19:7; Mat_19:8; Mat_19:9; Mat_27:15;
Mat_27:17; Mat_27:21; Mat_27:26; Mar_6:36; Mar_6:45; Mar_8:3; Mar_8:9;
Mar_10:2; Mar_10:4; Mar_10:11; Mar_10:12; Mar_15:6; Mar_15:9; Mar_15:11;
Mar_15:15; Luc_2:29; Luc_6:37; Luc_8:38; Luc_9:12; Luc_13:12; Luc_14:4;
ἀπολύω Luc_16:18; Luc_22:68; Luc_23:16; Luc_23:17; Luc_23:18; Luc_23:20; Luc_23:22;
apolúo Luc_23:25; Jua_18:39; Jua_19:10; Jua_19:12; Hch_3:13; Hch_4:21; Hch_4:23;
Hch_5:40; Hch_13:3; Hch_15:30; Hch_15:33; Hch_16:35; Hch_16:36; Hch_17:9;
G630
Hch_19:41; Hch_23:22; Hch_26:32; Hch_28:18; Hch_28:25; Heb_13:23.
de G575 y G3089; libertar completamente, i.e. (literalmente) aliviar, soltar, dimitir
(reflexivamente partir), o (figurativamente) dejar morir, perdonar o
(específicamente) divorciarse: perdonar, poner en libertad, repudiada, repudiar,
retirar, soltar, enviar, dejar libre, despedir.
ἀποστάσιον Mat_5:31; Mat_19:7; Mar_10:4.
apostásion neutro de un adjetivo (presunto) de un derivado de G868; propiamente algo
separador, i.e. (específicamente) divorcio: carta de divorcio.
G647
ἁρμόζω 2Co_11:2.
jarmózo de G719; juntar, unir, i.e. (figurativamente) pretender, cortejar (reflexivamente
desposar): desposar.
G718
Mat_5:32; Mat_19:9; Mat_19:10; Mat_22:25; Mat_22:30; Mat_24:38; Mar_6:17;
γαμέω Mar_10:11; Mar_10:12; Mar_12:25; Luc_14:20; Luc_16:18; Luc_17:27; Luc_20:34;
gaméo Luc_20:35; 1Co_7:9; 1Co_7:10; 1Co_7:28; 1Co_7:33; 1Co_7:34; 1Co_7:36; 1Co_7:39;
1Ti_4:3; 1Ti_5:11; 1Ti_5:14.
G1060
de G1062; casarse (de cualquier sexo): matrimonio, casado, -a, asar.

141
γαμίσκω
Mar_12:25.
gamísko de G1062; casar (una hija a un esposo): dar en casamiento.
G1061
γάμος Mat_22:2; Mat_22:3; Mat_22:4; Mat_22:8; Mat_22:9; Mat_22:10; Mat_22:11;
gámos Mat_22:12; Mat_25:10; Luc_12:36; Luc_14:8; Jua_2:1; Jua_2:2; Heb_13:4; Apo_19:7;
Apo_19:9. de afinidad incierta; nupcial: matrimonio, boda.
G1062
γινώσκω Tuggy: eufemismo para indicar relaciones sexuales: Mat_1:25; Luc_1:34.
Swanson: tener relaciones sexuales (Mat_1:25; Luc_1:34)
ginósko Vine: Este verbo se usa para expresar el pensamiento de relación o unión, como
G1097 entre hombre y mujer (Mat_1:25; Luc_1:34).
Mat_1:20; Mat_1:24; Mat_5:28; Mat_5:31; Mat_5:32; Mat_9:20; Mat_9:22; Mat_11:11; Mat_13:33;
Mat_14:3; Mat_14:21; Mat_15:22; Mat_15:28; Mat_15:38; Mat_18:25; Mat_19:3; Mat_19:5; Mat_19:8;
Mat_19:9; Mat_19:10; Mat_19:29; Mat_22:24; Mat_22:25; Mat_22:27; Mat_22:28; Mat_26:7; Mat_26:10;
Mat_27:19; Mat_27:55; Mat_28:5; Mar_5:25; Mar_5:33; Mar_6:17; Mar_6:18; Mar_7:25; Mar_7:26;
Mar_10:2; Mar_10:7; Mar_10:11; Mar_10:12; Mar_10:29; Mar_12:19; Mar_12:20; Mar_12:22;
Mar_12:23; Mar_14:3; Mar_15:40; Luc_1:5; Luc_1:13; Luc_1:18; Luc_1:24; Luc_1:28; Luc_1:42; Luc_2:5;
Luc_3:19; Luc_4:26; Luc_7:28; Luc_7:37; Luc_7:39; Luc_7:44; Luc_7:50; Luc_8:2; Luc_8:3; Luc_8:43;
Luc_8:47; Luc_10:38; Luc_11:27; Luc_13:11; Luc_13:12; Luc_13:21; Luc_14:20; Luc_14:26; Luc_15:8;
Luc_16:18; Luc_17:32; Luc_18:29; Luc_20:28; Luc_20:29; Luc_20:30; Luc_20:32; Luc_20:33; Luc_22:57;
Luc_23:27; Luc_23:49; Luc_23:55; Luc_24:22; Luc_24:24; Jua_2:4; Jua_4:7; Jua_4:9; Jua_4:11; Jua_4:15;
Jua_4:17; Jua_4:19; Jua_4:21; Jua_4:25; Jua_4:27; Jua_4:28; Jua_4:39; Jua_4:42; Jua_8:3; Jua_8:4; Jua_8:9;
γυνή Jua_8:10; Jua_16:21; Jua_19:26; Jua_20:13; Jua_20:15; Hch_1:14; Hch_5:1; Hch_5:2; Hch_5:7; Hch_5:14;
guné Hch_8:3; Hch_8:12; Hch_9:2; Hch_13:50; Hch_16:1; Hch_16:13; Hch_16:14; Hch_17:4; Hch_17:12;
G1135 Hch_17:34; Hch_18:2; Hch_21:5; Hch_22:4; Hch_24:24; Rom_7:2; 1Co_5:1; 1Co_7:1; 1Co_7:2; 1Co_7:3;
1Co_7:4; 1Co_7:10; 1Co_7:11; 1Co_7:12; 1Co_7:13; 1Co_7:14; 1Co_7:16; 1Co_7:27; 1Co_7:29; 1Co_7:33;
1Co_7:34; 1Co_7:39; 1Co_9:5; 1Co_11:3; 1Co_11:5; 1Co_11:6; 1Co_11:7; 1Co_11:8; 1Co_11:9;
1Co_11:10; 1Co_11:11; 1Co_11:12; 1Co_11:13; 1Co_11:15; 1Co_14:34; 1Co_14:35; Gál_4:4; Efe_5:22;
Efe_5:23; Efe_5:24; Efe_5:25; Efe_5:28; Efe_5:31; Efe_5:33; Col_3:18; Col_3:19; 1Ti_2:9; 1Ti_2:10;
1Ti_2:11; 1Ti_2:12; 1Ti_2:14; 1Ti_3:2; 1Ti_3:11; 1Ti_3:12; 1Ti_5:9; Tit_1:6; Heb_11:35; 1Pe_3:1; 1Pe_3:5;
Apo_2:20; Apo_9:8; Apo_12:1; Apo_12:4; Apo_12:6; Apo_12:13; Apo_12:14; Apo_12:15; Apo_12:16;
Apo_12:17; Apo_14:4; Apo_17:3; Apo_17:4; Apo_17:6; Apo_17:7; Apo_17:9; Apo_17:18; Apo_19:7;
Apo_21:9.
de la base de G1096; mujer; específicamente esposa: casado, esposa, mujer.
ἐκγαμίζω Mat_22:30; Mat_24:38; Luc_17:27; 1Co_7:38.
engamízo de G1537 y una forma de G1061 [Compare G1548]; casar una hija: casamiento,
dar (en casamiento).
G1547
ἐκγαμίσκω
Luc_20:34; Luc_20:35.
ekgamisko de G1537 y G1061; lo mismo que G1547: casamiento, dar (en casamiento).
G1548
ἐκπορνεύω
Jud_1:7.
ekporneúo de G1537 y G4203; ser totalmente impuro: fornicar.
G1608
Mat_22:24.
ἐπιγαμβρεύω de G1909 y de un derivado de G1062; formar afinidad con, i.e. (específicamente) en
142
epigambreúo forma de levirato: casarse.

G1918
λαμβάνω
Vine: tener, tomar, etc. Se traduce en Mar_12:19 y Mar_12:21; Luc_20:28 como
lambano «casar(se)» (VHA: «tome la mujer»). Véanse ACARREAR, TENER, TOMAR, etc.
G2983
μνηστεύω Mat_1:18; Luc_1:27; Luc_2:5.
mnesteúo de un derivado de G3415; dar un recuerdo (regalo de compromiso), i.e.
comprometerse en matrimonio, desposar: desposar.
G3423
μοιχαλίς Mat_12:39; Mat_16:4; Mar_8:38; Rom_7:3; Stg_4:4; 2Pe_2:14.
moijalís forma prolongada del femenino de G3432; adúltera (literalmente o
figurativamente): adúltera, adulterio.
G3428
μοιχάω
moijáo Mat_5:32; Mat_19:9; Mar_10:11; Mar_10:12.
de G3432 (voz media) cometer adulterio: adulterar, cometer adulterio.
G3429
μοιχεία
Mat_15:19; Mar_7:21; Jua_8:3; Gál_5:19.
moijeía de G3431 adulterio: adulterio.
G3430
μοιχεύω Mat_5:27; Mat_5:28; Mat_19:18; Mar_10:19; Luc_16:18; Luc_18:20; Jua_8:4;
moijeúo Rom_2:22; Rom_13:9; Stg_2:11; Apo_2:22.
de G3432; cometer adulterio: adulterar, cometer adulterio.
G3431
μοιχός
Luc_18:11; 1Co_6:9; Heb_13:4; Stg_4:4.
moijós tal vez palabra primaria; amante (hombre); figurativamente apóstata: adúltero.
G3432
νυμφών
Mat_9:15; Mar_2:19; Luc_5:34.
numfón de G3565; cuarto nupcial: de bodas.
G3567
παρθένος Mat_1:23; Mat_25:1; Mat_25:7; Mat_25:11; Luc_1:27; Hch_21:9; 1Co_7:25;
pardsénos 1Co_7:28; 1Co_7:34; 1Co_7:36; 1Co_7:37; 2Co_11:2; Apo_14:4.
de origen desconocido; soltera; por implicación hija no casada: virgen, doncella.
G3933
Mat_5:32; Mat_15:19; Mat_19:9; Mar_7:21; Jua_8:41; Hch_15:20; Hch_15:29;
πορνεία Hch_21:25; Rom_1:29; 1Co_5:1; 1Co_6:13; 1Co_6:18; 1Co_7:2; 2Co_12:21; Gál_5:19;
Efe_5:3; Col_3:5; 1Ts_4:3; Apo_2:21; Apo_9:21; Apo_14:8; Apo_17:2; Apo_17:4;
porneía Apo_18:3; Apo_19:2.
G4202 de G4203; prostitución (incluido adulterio e incesto); figurativamente idolatría:
fornicación.
1Co_6:18; 1Co_10:8; Apo_2:14; Apo_2:20; Apo_17:2; Apo_18:3; Apo_18:9.
πορνεύω de G4204; actuar prostituta, i.e. (literalmente) dar indulgencia a lujuria indebida (de
porneúo cualquier sexo), o (figurativamente) practicar idolatría: cometer fornicación, fornicar.

143
G4203
πόρνη Mat_21:31; Mat_21:32; Luc_15:30; 1Co_6:15; 1Co_6:16; Heb_11:31; Stg_2:25;
pórne Apo_17:1; Apo_17:5; Apo_17:15; Apo_17:16; Apo_19:2.
femenino de G4205; ramera; figurativamente idólatra: ramera.
G4204
πόρνος 1Co_5:9; 1Co_5:10; 1Co_5:11; 1Co_6:9; Efe_5:5; 1Ti_1:10; Heb_12:16; Heb_13:4;
Apo_21:8; Apo_22:15.
pórnos de πέρνημι pérnemi, (vender; similar a la base de G4097); prostituto (varón) (como
G4205 venal), i.e. (por analogía) fornicario (libertino): fornicario, fornicaria.
Mat_1:18; Mar_3:20; Mar_6:33; Mar_14:53; Luc_5:15; Luc_23:55; Jua_11:33;
Jua_18:20; Hch_1:6; Hch_1:21; Hch_2:6; Hch_5:16; Hch_9:39; Hch_10:23;
συνέρχομαι Hch_10:27; Hch_10:45; Hch_11:12; Hch_15:38; Hch_16:13; Hch_19:32; Hch_21:16;
Hch_21:22; Hch_25:17; Hch_28:17; 1Co_7:5; 1Co_11:17; 1Co_11:18; 1Co_11:20;
sunérjomai 1Co_11:33; 1Co_11:34; 1Co_14:23; 1Co_14:26.
G4905 de G4862 y G2064; reunirse, partir en compañía de (con), asociarse con, o
(específicamente) cohabitar (conyugalmente): ir, juntar, acompañar, agolparse,
congregarse, reunirse, venir con.
ὕπανδρος Rom_7:2.
júpandros de G5259 y G435; en sujeción bajo un hombre, i.e. mujer casada: sujeta a marido,
casada.
G5220
CO N O CE R

Mat 1:25 Pero no la conoció (ἐγίνωσκεν eginôsken G1097) hasta que dio a luz a su hijo
primogénito; y le puso por nombre JESÚS.

γινώσκω ginósko G1097


Tuggy: eufemismo para indicar relaciones sexuales: Mat_1:25; Luc_1:34.
Swanson: tener relaciones sexuales (Mat_1:25; Luc_1:34)
Vine: Este verbo se usa para expresar el pensamiento de relación o unión, como entre hombre y mujer
(Mat_1:25; Luc_1:34).

Gén 4:1 Conoció (‫ ָי ַדע‬yadá H3045) Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a
Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón.
Gén 4:17 Y conoció (‫ ֵי ַדע‬yedá H3045) Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc;
y edificó una ciudad, y llamó el nombre de la ciudad del nombre de su hijo, Enoc.
Gén 4:25 Y conoció (‫ ֵיַדע‬yedá H3045) de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y
llamó su nombre Set: Porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a
quien mató Caín.

‫ָי ַדע‬ yadá H3045


Vine: En Gén_4:1, cuando Adán «conoce» [yada'] a Eva, es porque también ha tenido un contacto directo o
relación sexual con ella.
Chávez: Tener relaciones sexuales (Gén_4:1). — Perf. ‫ ;י ַָדע‬Impf. ‫ ;י ֵַדע‬Impv. ‫ ; ַדע‬Inf. ‫ ; ַדעַ ת‬Pref.suf. ֹ‫; ְּל ַד ְּעּתו‬
Part. ַ‫ ;י ֵׄידע‬Pas. ַ‫יָדּוע‬.

144

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