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La presencia ignorada de Dios – Viktor Frankl

I
El psicoanálisis contempla al hombre como dominado por «mecanismos», y en su óptica el médico se presenta como
quien sabe manejar dichos mecanismos, es decir, como quien domina la técnica para volverlos a poner en orden tan
pronto se desarreglan.
Destruye la unidad, “atomístico”. “De este modo el psicoanálisis destruye la persona humana, que es unitariototalitaria,
para finalmente verse enfrentado a la tarea de tenerla que reconstruir de nuevo a partir de piezas mal ajustadas. Esto se
aprecia con toda claridad en esa teoría psicoanalítica según la cual el yo es concebido como un montaje o compuesto de
los «impulsos del yo»”.
“Energético”. Los impulsos o en su caso los componentes impulsivos se traducen, según el psicoanálisis, en algo así
como un paralelogramo de fuerzas. Ahora bien ¿cuál es el objeto de estas fuerzas? La respuesta es: el yo.
Análisis existencial lleva a una existencia espiritual. ¿Virtud? Sentido de responsabilidad. El hombre no interroga, sino
que es interrogado y llamado a responder con su vida. “el interrogado es el propio hombre; a él mismo toca dar la
respuesta; él es quien ha de responder a las preguntas que eventualmente le vaya formulando su propia vida; sólo que
dicha respuesta será siempre una respuesta objetivada en los hechos: solamente en la acción, en el actuar, pueden
encontrar respuesta verdadera las «preguntas vitales»”

II
Logoterapia: «psicoterapia a partir de lo espiritual»
Inconsciente espiritual. Diferencia entre lo impulsivo y lo espiritual dentro del inconsciente.
Si el hombre es espiritual, lo propio no es “ser impulsado” sino ser responsable. “Elloificar” es “desyoificar”.
La existencia es espiritual: “La psicoterapia se trata en todo momento de movilizar y hacer valer una y otra vez la
existencia espiritual, precisamente en el sentido de un estado de responsabilidad libre que nos ponga dicha existencia
ante los ojos, contraponiéndola así a la condicionalidad, sólo en apariencia tan fatal, de la facticidad psicofísica”.
Hombre: “ser que decide” y “ser separado” (individuo).
Persona espiritual: “Si bien la persona es aquello de que proceden los actos espirituales, también es el centro espiritual
en torno al cual se agrupa todo lo psicofísico. Después de centrar así el ser humano podemos ya, en lugar de hablar
como antes de existencia espiritual y facticidad psicofísica, aludir ahora a la persona espiritual y «su» elemento
psicofísico”.
Centro espiritual- existencial: sólo a partir de él el ser humano es también un ser integrado: sólo la persona espiritual
viene a fundar la unidad y totalidad del ente humano. Y la funda como totalidad corpóreo-anímico-espiritual.
Cuando decimos “persona profunda”, generalmente se refieren al inconsciente impulsivo. “se entiende por ello algo
totalmente vegetativo o, en el mejor de los casos, propio del animal, que está «en» o como «pegado» al hombre”.
La existencia espiritual: es irreflexionable, solo “existente” en su realización y ejecución.
“en su profundidad, «en el fondo», lo espiritual es necesario por ser inconsciente”. “el espíritu, precisamente allí donde
tiene su origen, es ciego a toda autocontemplación y autorreflexión; allí donde es enteramente primordial, totalmente
«él mismo», es inconsciente de sí mismo”. (Algo así como intellectus, voluntas ut natura?)
III
Conciencia moral: inteligencia premoral de los valores. Es anticipación espiritual (intuición) a lo que se “debe” hacer.
(distinto de la ccia ontológica). Distinto de la “razón práctica” kantiana que se sigue de una deducción universal, es una
intuición según una “ley individual” (Simmel), para mi.
“Mientras un yo sea «impulsado» hacia un tú por un ello, no es posible hablar de amor. En el amor ningún yo es
impulsado por un ello, sino que el yo es quien se «decide» por un tú”.
Proceso de “des-racionalización”, significa liberar el inconsciente espiritual, dejar que surja el centro más profundo.
V
Persona: una instancia extra humana. Religiosidad liberada en los sueños: signo del inconsciente espiritual.
Libre de (impulso), libre para (responsabilidad). “La conciencia sólo se nos hace comprensible a partir de una región
extrahumana, y sólo, por lo tanto, propia y plenamente cuando comprendemos al hombre en su condición de
«criatura», de tal modo que podamos decir: Como señor de mi voluntad soy creador, como siervo de mi conciencia soy
criatura. En otras palabras, para explicar la condición humana de ser libre basta la existencialidad; para explicar la
condición humana de ser responsable debo empero remitirme a la trascendentalidad del «tener conciencia».”
La conciencia es la voz de la trascendentalidad. El hombre irreligioso: cree que es lo último, el hombre religioso: la ccia
es lo penúltimo.
El yo no puede derivarse de los impulsos.
VI
1er paso- si hay una responsabilidad consciente, debe haber una inconsciente, por la estrecha relación.
2do paso – en ese inconsciente debe haber un factor espiritual, capaz de “yoificar” al hombre, que se distingue de lo
impulsivo.
3er paso – se reconoce una religiosidad inconsciente: un estado inconsciente de relación a Dios. Es espiritual y ahora
trascendente.
(Vs. Jung y Freud, que ubicaron el inconsciente religioso en el ello) “La verdadera y auténtica religiosidad no tiene
carácter impulsivo, sino decisivo; la religiosidad permanece con su carácter decisivo y deja de ser tal si se asimila a la
impulsividad. Porque la religiosidad o es existencial o no es en absoluto.” No es determinante sino existente.
Emerge del centro del hombre, “ex – siste”.
La neurosis obsesiva es la religiosidad psíquicamente enferma.
VII
Solo es posible donde no es impulsado. Se suma la espontaneidad. “A una auténtica religiosidad el hombre no puede ni
ser impulsado por un Ello ni apremiado por un médico”.
Necesidad del sacerdote. “La religión no es ningún seguro con vistas a una vida tranquila, a una ausencia de conflictos en
lo posible o a cualquier otra finalidad psicohigiénica. La religión da al hombre más que la psicoterapia… y exige también
más de él.”
ALMA NATURALITER RELIGIOSA.
Cuanto menos se aplique la psicoterapia a convertirse en «servidora de la teología», tanto mayores serán los servicios
que de hecho podrá prestar a esta última. No es menester, en efecto, ser sierva para poder servir.

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